Watzlawick 5 Axiomas
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CINCO PROPOSICIONES
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No es posible no comunicar
1. Cabría agregar que, incluso cuando se está solo, es posible sostener diálogos en la
fantasía, con las propias alucinaciones (15) o con la vida. Quizá esa «comunicación»
interna siga algunas de las mismas reglas que gobiernan la comunicación interpersonal;
sin embargo, los fenómenos inobservables de este tipo están más allá del alcance del
significado con que empleamos el término.
2. Una investigación muy interesante en este campo es la efectuada por Luft (122),
quien estudió lo que él llama «deprivación de estímulo social». Reunió a dos desconocidos
en una habitación, los hizo sentarse uno frente al otro y les indicó que no hablaran ni
se comunicaran de manera alguna. Entrevistas posteriores revelaron la enorme tensión
inherente a esta situación. Dice el autor: «[...] tiene delante de sí al otro individuo único,
que despliega una cierta conducta, pero muda. Se postula que en ese momento tiene
lugar el verdadero análisis o estudio interpersonal, y solo parte de ese análisis puede
hacerse conscientemente. Por ejemplo: ¿cómo responde el otro sujeto a su presencia y a
los pequeños indicios no verbales que él envía? ¿Existe algún intento de comprender su
mirada inquisidora, o se la ignora fríamente? ¿El otro sujeto manifiesta indicios posturales
de tensión, que demuestran cierto malestar ante la posibilidad de enfrentarlo? ¿Se siente
cada vez más cómodo, indicando alguna clase de aceptación, o lo tratará como si fuera una
cosa, como si no existiera? Estas y muchas otras clases de conducta fácilmente discernibles
parecen tener lugar [...]».
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Una de ellas tiene que ver con objetos impersonales (las puertas) y
la otra con seres humanos como emisores de información, y ambas
son indispensables para alcanzar la solución. Si el prisionero pudiera
examinar las puertas por sí mismo, no necesitaría comunicarse con
nadie acerca de ellas, pues le bastaría con confiar en la información
que le proporcionan sus propios sentidos. Como no puede hacerlo,
debe incluir la información que posee acerca de los guardias y sus
maneras habituales de relacionarse con los demás, esto es, diciendo
la verdad o mintiendo. Por ende, lo que el prisionero hace es deducir
correctamente el estado objetivo de las puertas mediante la relación
específica entre los guardias y él mismo y, así, llega eventualmente
a una comprensión correcta de la situación empleando información
acerca de los objetos (las puertas y el hecho de que estén o no cerradas
con llave) junto con información acerca de esa información (los guardias
y sus formas típicas de relacionarse específicamente, transmitiendo a
los demás información sobre los objetos).
Y ahora veamos un ejemplo más probable: si una mujer A señala el
collar que lleva otra mujer B y pregunta: «¿Son auténticas esas perlas?»,
el contenido de su pregunta es un pedido de información acerca de un
objeto. Pero, al mismo tiempo, también proporciona —de hecho, no
puede dejar de hacerlo— su definición de la relación entre ambas. La
forma en que pregunta (en este caso, sobre todo el tono y el acento de
la voz, la expresión facial y el contexto) indicarían una cordial relación
amistosa, una actitud competitiva, relaciones comerciales formales,
etcétera. B puede aceptar, rechazar o definir, pero, de ningún modo,
ni siquiera mediante el silencio, puede dejar de responder al mensaje
de A. Por ejemplo, la definición de A puede ser maliciosa y condes-
cendiente; por otro lado, B puede reaccionar a ella con aplomo o con
una actitud defensiva. Debe notarse que esta parte de su interacción
nada tiene que ver con la autenticidad de las perlas o con las perlas
en general, sino con sus respectivas definiciones de la naturaleza de su
relación, aunque sigue hablando sobre las perlas.
O consideremos mensajes como: «Es importante soltar el embra-
gue en forma gradual y suave», y «Suelta el embrague y arruinarás la
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4. En forma algo arbitraria hemos preferido decir que la relación clasifica, o incluye, el as-
pecto del contenido, aunque en el análisis lógico es igualmente exacto decir que la clase
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está definida por sus miembros y, por ende, cabe afirmar que el aspecto del contenido
define el aspecto relacional. Puesto que nuestro interés central no es el intercambio de
información sino la pragmática de la comunicación, utilizaremos el primer enfoque.
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Esposo 1 3 5 7 9 11
se retr
se retr
se retr
se retr
regaña
regaña
regaña
regaña
se retr
regaña
ae
ae
ae
ae
ae
Esposa 2 4 6 8 10
Puede observarse que el marido solo percibe las tríadas 2-3-4, 4-5-6,
6-7-8, etcétera, donde su conducta (líneas de punto). En el caso de la mu-
jer, las cosas ocurren exactamente al revés: puntúa la secuencia de hechos
en las tríadas 1-2-3, 3-4-5, 5-6-7, etcétera, y entiende que solo reacciona
frente a la conducta de su esposo, pero no que la determina.
En la psicoterapia de parejas, a menudo sorprende la intensidad
de lo que en la psicoterapia tradicional se llamaría una «distorsión de
la realidad» por parte de ambos cónyuges. A menudo resulta difícil
creer que dos individuos puedan tener visiones tan dispares de muchos
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S = a – a + a – a + a – a + a – a + a – a + a – ...
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6. Existen motivos para creer que los expertos en computadoras llegaron a este resultado
sin conocer lo que los fisiólogos ya sabían en ese momento, hecho que en sí mismo cons-
tituye una hermosa ilustración del postulado de von Bertalanffy (23) de que los sistemas
complejos tienen sus propias leyes inherentes, que pueden ser detectadas a través de los
diversos niveles del sistema, es decir, atómico, molecular, celular, organísmico, individual,
social, etcétera. Se cuenta que durante una reunión interdisciplinaria de científicos inte-
resados en los fenómenos de la retroalimentación (probablemente una de las reuniones
de la Josiah Macy Foundation), el gran histólogo von Bonin tuvo ocasión de examinar el
diagrama de un aparato de lectura selectiva, y de inmediato manifestó: «Pero este es preci-
samente un diagrama de la tercera capa de la corteza visual [...]». No podemos garantizar
la autenticidad de esta historia, pero pensamos que se aplica aquí el proverbio italiano:
«Se non è vero, è ben trovato» (Si no es cierto, es una buena historia).
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7. Existen motivos para creer que las ballenas y los delfines pueden utilizar también la
comunicación digital, pero la investigación en este campo aún no es concluyente.
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hacer aseveraciones denotativas acerca de los objetos. Así, para dar uno
de sus ejemplos, cuando abro la heladera y el gato se acerca, se frota
contra mis piernas y maúlla, ello no significa: «Quiero leche», como
lo expresaría un ser humano, sino que invoca una relación específica:
«Sé mi madre», porque tal conducta solo se observa con los gatitos en
relación con gatos adultos y nunca entre dos animales maduros. Del
mismo modo, quienes aman a los animales domésticos a menudo
están convencidos de que aquellos «comprenden» lo que se les dice.
Evidentemente, lo que el animal sí entiende no es por cierto el signi-
ficado de las palabras, sino el caudal de comunicación analógica que
acompaña al habla. De hecho, puesto que la comunicación se centra en
aspectos relacionales comprobamos que el lenguaje digital carece casi
por completo de significado. Esto ocurre no solo entre los animales,
y entre el hombre y los animales, sino en muchas otras situaciones de
la vida humana, por ejemplo, el galanteo, el amor, los actos de salva-
mento, el combate, y, desde luego, todo trato con niños muy pequeños
o enfermos mentales muy perturbados. A los niños, los discapacitados
y los animales se les ha atribuido siempre una intuición particular con
respecto a la sinceridad o insinceridad de las actitudes humanas, pues
resulta muy fácil proclamar algo verbalmente pero muy difícil llevar
una mentira al campo de lo analógico. Un gesto o una expresión facial
pueden revelar más que cien palabras.8
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9. El lector habrá descubierto ya por sí solo cuán sugestiva es la similitud que existe
entre los modos analógico y digital de comunicación y los conceptos psicoanalíticos de
proceso primario y secundario, respectivamente. Si se la lleva del marco intrapsíquico al marco
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interpersonal de referencia, la descripción que Freud hace del Ello se convierte virtualmente
en una definición de la comunicación analógica: «Las leyes de la lógica —sobre todo, la ley
de la contradicción— no son válidas para los procesos que tienen lugar en el Ello. Impulsos
contradictorios existen lado a lado sin neutralizarse o excluirse [...]. Nada hay en el Ello que
pueda compararse a la negación, y nos quedamos atónitos al encontrar allí una excepción a
la afirmación de los filósofos en el sentido de que el espacio y el tiempo constituyen formas
necesarias de nuestros actos mentales» (59, p. 104; las cursivas son nuestras).
10. Por este mismo motivo parece del todo razonable la presunción de que el carácter
definitivo de un divorcio impactaría mucho más en sentido emocional si a la entrega
generalmente fría y banal de la sentencia de divorcio se le añadiera alguna forma de ritual
de divorcio (parecida a la ceremonia del matrimonio).
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Los dos patrones descritos han llegado a utilizarse sin hacer referencia
al proceso cismogénico, y en la actualidad se los suele denominar sim-
plemente interacción simétrica y complementaria. Puede describírselo
como relaciones basadas en la igualdad o en la diferencia. En el primer
caso, los participantes tienden a igualar especialmente su conducta recí-
proca, y así su interacción puede considerarse simétrica. Sean debilidad
o fuerza, bondad o maldad, la igualdad puede mantenerse en cualquiera
de esas áreas. En el segundo caso, la conducta de uno de los participantes
complementa la del otro, constituyendo un tipo distinto de Gestalt y
recibe el nombre de complementaria. Así pues, la interacción simétrica
se caracteriza por la igualdad y por la diferencia mínima, mientras que la
interacción complementaria está basada en un máximo de diferencia.
En una relación complementaria hay dos posiciones distintas. Un
participante ocupa lo que se ha descrito de diversas maneras como
la posición superior o primaria mientras el otro ocupa la posición
correspondiente inferior o secundaria. Estos términos son de igual
utilidad en tanto no se los identifique con «bueno» o «malo», «fuerte»
o «débil». Una relación complementaria puede estar establecida por
el contexto social o cultural (como en los casos de madre e hijo, mé-
dico y paciente, maestro y alumno), o ser el estilo idiosincrásico de
relación de una idea particular. En cualquiera de los dos casos, es
importante destacar el carácter de mutuo encaje de la relación en la
que ambas conductas, disímiles pero interrelacionadas, tienden cada
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