Comunidades Epistemicas Sergio - Caballero

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Comunidades epistémicas en el proceso de integración sudamericana

Seminario de investigadores en formación (SIF-UAM), junio 2009.


Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, UAM.
Sergio Caballero Santos ([email protected])
Trabajo en proceso. Sugerencias y comentarios son bienvenidos.

Abstract
Este paper se encuadra en un proyecto más amplio que aspira a desentrañar el rol de las
ideas en el proceso de integración regional en Sudamerica. En esta línea, este trabajo
aborda el concepto de las comunidades epistémicas entendidas como conjuntos de
expertos que, por su reconocido prestigio científico-académico, inciden y motivan la
toma de decisiones en el ámbito político. De este modo, este paper se centra en el rol
que ejercen estos actores internacionales generadores de ideas (y de poder), en el
proceso de integración regional en Latinoamérica, en general, a lo largo de las últimas
décadas y, en concreto, en los últimos veinte años en el proyecto del Mercosur.

Palabras clave
Comunidades epistémicas, integración regional, conocimiento-poder, Latinoamérica,
Mercosur.

I. Introducción

Este paper pretende acercarse a la figura de las comunidades epistémicas en la


construcción de la integración regional sudamericana. Las comunidades epistémicas
constituyen una fuente de conocimiento y, por tanto, de poder a la hora de impulsar,
conducir o frenar el proceso de integración regional. Con el fin de desentrañar su
relevancia para dicho proceso, en un primera parte, abordaremos conceptualmente a qué
nos referimos cuando hablamos de comunidades epistémicas. A continuación, se
explicitarán las principales comunidades epistémicas que han participado en la
integración sudamericana, tanto en una primera fase posterior a los años 50’s como en
otra fase más reciente en los 90’s vinculada con el “nuevo regionalismo”. En ambos
casos, se conectarán las comunidades epistémicas con los enfoques teóricos que
subyacen en cada una de ellas. Por último, se intentará adelantar una serie de reflexiones
y conclusiones sobre el impacto y la relevancia más o menos aguda de dichas
comunidades epistémicas sobre el proceso de integración regional sudamericana.

II. Acercamiento conceptual a las comunidades epistémicas

En primer lugar, podría ser útil explicar qué entendemos por episteme a los efectos de
este trabajo. Estaríamos haciendo mención a la “burbuja dentro de la cual vive la gente,
el modo en el que la gente construye su realidad, su entendimiento básico de las causas

1
de las cosas, sus creencias normativas y su identidad, su propio entendimiento en
relación a los otros. Los epistemes no crean uniformidad de un grupo o comunidad, pero
organizan sus diferencias alrededor de un omnipresente entendimiento de la realidad
[...] Sn embargo, por episteme no nos referimos a un mero imaginario social, sino que
los epistemes son disposiciones sociales (que ordenan el entendimiento y el discurso
colectivo), las cuales hacen que el mundo tenga sentido”1.

El concepto de comunidad epistémica ha sido especialmente desarrollado por


Adler y Haas2 como parte de un enfoque “metodológicamente pluralista”3, esto es, con
la intención de ofrecer explicaciones más amplias y complejas que aúnen elementos
tanto del paradigma racionalista-positivista como del reflectivista.

Para Peter Haas, las comunidades epistémicas son cruciales canales a través de
los que circulan nuevas ideas de las sociedades a los gobiernos y también de un país a
otro. Las comunidades epistémicas se definen como "redes de profesionales de
reconocida experiencia y dominio de un determinado ámbito y una demanda de
relevancia susceptible de ser políticamente conocida en dicho ámbito"4. De este modo,
debido a su reconocimiento y a su capacidad para influir en los tomadores de
decisiones, las comunidades epistémicas se constituyen en una suerte de fuerza motor, e
impulsor y conductor de propuestas. Actúa, por tanto, como una suerte de poder a lo
largo de un proceso evolutivo que describimos a continuación. Pero, en todo caso, es
importante precisar que cuando hablamos del poder de la comunidades epistémicas,
estamos lejos de considerarlas un nuevo actor hegemónico que se configure como la
fuente política y moral de la sociedad5.

Así pues, las comunidades epistémicas, los grupos de expertos con capacidad
para influir en los tomadores de decisión, realizan la coordinación y evolución de
políticas a través de cuatro fases: la primera (i), la innovación, que implica enmarcar el
ámbito de la controversia política, definir los intereses del estado y fijar los criterios6.
En el fondo, estamos haciendo mención a la introducción de un nuevo tema en la
agenda política. De este modo, el grupo de expertos condiciona a los tomadores de
decisiones a la hora de abordar un tema como algo problematizado sobre lo que hay que
actuar adoptando políticas acordes.

En segundo lugar, (ii) la labor de difusión es importante en la medida en que las


ideas y recomendaciones traspasan las fronteras y se expanden por las comunidades
1
ADLER, Emanuel y BERNSTEIN, Steven. “Knowledge in power: the epistemic construction of global
governance” en BARNETT, Michael y DUVALL, Raymond. Power in Global Governance. Cambridge
University Press, 2005, p.296; mi traducción del original en ingles.
2
ADLER, Emanuel y HAAS, Peter. “Conclusion: Epistemic Communities, World Order, and the creation
of a Reflective Research Program”, International Organization, vol.46, No.1, winter 1992, pp.367-390.
3
LAPID, Yosef. “The Third Debate”, International Studies Quarterly, 33, sept. 1989, pp. 235-254.
4
HAAS, Peter (1992). Citado en HASENCLEVER, Andreas, MAYER, Peter y RITTBERGER, Volker,
Theories of International Regimes, 1997, p. 149; mi traducción del original en inglés.
5
ADLER, E. y HAAS, P. Ib idem, p.371.
6
Ib idem, p.375.

2
académicas a través de congresos, publicaciones o reuniones. En esta fase, la difusión
de las ideas trasciende a la comunidad académica para introducirse también en
instituciones y partidos políticos. Este intercambio de información por el cual se
influyen y son influidos, refuerza aún más el reconocido prestigio (medido en términos
de respetabilidad y confiabilidad, no de tamaño ni de recursos económicos) de las
comunidades epistémicas y, por tanto, les dota de mayor capacidad de presión sobre los
tomadores de decisión.

El tercer paso es (iii) la selección de políticas en la que verdaderamente “se


crean agendas”, aunque teniendo en cuenta que “las comunidades epistémicas crean
realidad, pero no tal y como ellas desearían”7. Y, por último, (iv) la persistencia de las
políticas, esto es, “las nuevas ideas y políticas, una vez institucionalizadas, pueden
obtener el estatus de ortodoxia”8. Este hecho se produce a través de la socialización e
internalización, pero también se puede producir la falta de consenso y la pérdida de
legitimidad y, con ella, la desinstitucionalización de estas nuevas ideas y/o políticas.

III. Las teorías basadas en el conocimiento

Siguiendo a Hasenclever, Mayer y Rittberger9, podemos distinguir entre tres escuelas de


pensamiento a la hora de analizar los regímenes internacionales, que se corresponden
con los siguientes enfoques: el neoliberalismo, que basa su análisis en las constelaciones
de intereses; el realismo, que se centra en las relaciones de poder; y el cognitivismo, que
enfatiza las dinámicas del conocimiento, la comunicación y las identidades.

En este trabajo nos interesa especialmente este último enfoque10 dado su


apuesta por el conocimiento como elemento explicativo y, en última instancia, como
poder. Para las “teorías basadas en el conocimiento”, el neoliberalismo entraña tres
críticas que ha heredado del realismo11: (i) la concepción de los estados como actores
racionales cuyas identidades, poder e intereses fundamentales son previos a la sociedad
internacional y a las instituciones; (ii) su enfoque básicamente estático del estudio de las
relaciones internacionales, que le inhabilita para introducir elementos como el
aprendizaje y la historia; y (iii) su metodología positivista, que impide entender cómo
funcionan las normas sociales internacionales.

7
Ib idem, p.381; mi traducción del original en inglés.
8
Ib idem, p.384; mi traducción del original en inglés.
9
HASENCLEVER, Andreas, MAYER, Peter y RITTBERGER, Volker. “Interests, Power, Knowledge:
The Study of International Regimes”, Mershon International Studies Review. Vol.40, No.2, Oct, 1996,
p.178.
10
Es imporante precisar que en este trabajo estamos abordando sólo lo que se conoce como weak
cognitivism y obviando el strong cognitivism, que se aleja más del tema de las comunidades epistémicas y
opta por una posición más confrontativa frente a los enfoques racionalistas y neoutilitaristas. Para más
información, ver a autores como Kratochwil o Onuf.
11
Ib idem, p. 205-206.

3
Frente a estas críticas, el enfoque cognitivista parte de tres asunciones12: (i) entre
las estructuras internacionales y la voluntad humana se encuentra la interpretación;
derivada de la anterior, (ii) se destaca la importancia de los significados compartidos
intersubjetivamente; y finalmente, (iii) la necesidad de los tomadores de decisiones de
contar con información fiable y contrastada. Es en este punto en el que las comunidades
epistémicas juegan un importante rol de acceso al poder, al mismo tiempo que las ideas
se configuran como los mapas de ruta para la toma de decisiones, máxime cuando
consiguen ser cristalizadas en instituciones y/o normas internacionales. En este sentido,
las comunidades epistémicas, tal y como las hemos definido en la anterior sección,
requieren de tres condiciones para que estos expertos tengan incidencia e impacto en la
coordinación de políticas internacionales13. En primer lugar, debe ser un ámbito en el
que haya bastante incertidumbre, es decir, los tomadores de decisión no deben tener una
postura previamente fijada dado el gran número de variables a tener en cuenta o por la
complejidad de la propia materia a tratar. En segundo lugar, es necesario un gran
consenso entre las recomendaciones de los expertos para evitar que surjan
informaciones contradictorias o incoherentes. Y, por último, los miembros de la
comunidad epistémica deben “ganarse el poder político”, esto es, deben ejercer una
actitud activa de no ser meros consejeros, sino actores del proceso de
institucionalización y consolidación de esas recomendaciones y decisiones políticas.
Para ello, en última instancia, es probable que acaben formando parte del aparato
burocrático que acabe implementando las decisiones adoptadas por los tomadores de
decisiones que han sido previamente influidos por dichas comunidades epistémicas.

En resumen, “los cognitivistas señalan que tanto las percepciones de los


intereses como los significados de las capacidades de poder son dependientes del
conocimiento causal y social de los actores”14. Así pues, en este contexto, el rol de las
comunidades epistémicas, dotado de un especial prestigio y reconocimiento científico-
académico permite que actúen e incidan sobre la realidad en la toma de decisiones en el
ámbito político internacional.

IV. Las comunidades epistémicas en el proceso de integración regional sudamericana

Las comunidades epistémicas han tenido una importante labor en la configuración de la


idea de la unidad latinoamericana y, por ende, en el proceso de integración regional. Sin
ánimo de remontarnos a los primeros pensadores de la integración ni a los primeras
comunidades de expertos, nos centraremos sólo en las comunidades epistémicas que
han influido más en el proceso de integración regional en las últimas décadas, separando
primero entre las emanadas en las primeras décadas posteriores a la Segunda Guerra
Mundial y, a continuación, las del período post-Guerra Fría. En ambos casos, se pondrá
especial énfasis en las de ámbito regional en su conjunto y, más en concreto, en las

12
Ib idem, p. 206.
13
Ib idem, p. 209.
14
Ib idem, p. 217; mi traducción del original en inglés (cursiva del original).

4
provenientes de los dos motores político-económicos del bloque, esto es, Argentina y
Brasil.

IV. a) Las comunidades epistémicas latinoamericanas entre los 50’s y los 80’s

En el ámbito regional, la comunidad epistémica por excelencia impulsora de la


integración regional sudamericana ha sido la Comisión Económica para América
Latina (CEPAL). Desde su creación en 1948 tuvo un papel relevante de la mano de su
secretario Raúl Prebisch, que impulsaría nuevas políticas económicas (como la de la
industrialización por sustitución de importaciones) y ambiciosos escenarios políticos
(como la integración regional para constituirse en un mercado más amplio y
competitivo)15. Sin ánimo de entrar en detalle, dado que escapa al objeto de este trabajo,
es interesante señalar a la CEPAL como la más importante comunidad epistémica de la
integración sudamericana, comandada por el prestigioso economista argentino ya
citado. A pesar de eso, “hacia falta también un organismo que específicamente se
ocupara [...] de los aspectos teóricos, técnicos y políticos que tal iniciativa requería para
que los primeros proyectos (ALALC, Mercado Común Centro-Americano), cuajaran en
un gran proyecto regional. Esta institución, por muchos años el pilar de apoyo
intelectual, académico y profesional, sería el Instituto para la Integración de América
Latina, INTAL, dependiente del Banco Interamericano de Desarrollo”16. De este
modo, el pensamiento Prebisch-CEPAL, acompañado por intelectuales como Celso
Furtado (más centrado en la teoría del desarrollo, el concepto de dependencia y su
trasfondo en los procesos históricos), Aníbal Pinto y otros, se configura como “el origen
–como principio fundador- del pensamiento latinoamericano, propiamente científico, en
relaciones internacionales”17.

Otra importante comunidad epistémica en el contexto latinoamericano de los años 60’s


y 70’s fue la escuela del estructuralismo latinoamericano a través de la cual, autores
como Osvaldo Sunkel, Helio Jaguaribe, Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto
desarrollan, entre otros, la teoría de la dependencia. Dicha teoría sostiene, grosso modo,
que los procesos históricos de los países pobres y los ricos están interrelacionados hasta

15
“El gran mérito de la CEPAL consistió en propiciar la integración económica de América Latina como
un elemento importante para impulsar el desarrollo de sus países y en proporcionar un sólido fundamento
teórico que la justificara. Este se basaba en que el futuro industrial de la región y especialmente de las
industrias básicas, además de otros factores, requiere mercados amplios que le permitan una dimensión
económica adecuada y producción a bajos costos en condiciones competitivas, y en que los mercados de
estos países, tomados cada uno de ellos individualmente, pueden ser insuficientes para posibilitar el
desarrollo de las industrias antedichas sobre bases técnicas eficaces”. SANTA CRUZ (1984) citado en
BERNAL-MEZA, Raúl. América Latina en el mundo. El pensamiento latinoamericano y la teoría de
relaciones internacionales. Argentina, 2005. p.72.
16
BERNAL-MEZA, Raúl. Ib idem, p.72.
17
Ib idem, p.78.

5
tal punto que la riqueza de los países del centro es consecuencia del subdesarrollo de la
periferia18.

IV. b) Las comunidades epistémicas latinoamericanas desde los años 90’s

Entre los muchos consecuencias que acarreó el fin de la Guerra Fría y el cambio
paradigmático derivado del fin de la contienda bipolar, se encuentra el auge de los
procesos de integración regional como respuesta a la creciente globalización y a la
sustitución de los precedentes bloques ideológicos por bloques regionales. Frente a este
fenómeno, denominado “nuevo regionalismo”, la CEPAL acuña un nuevo término
conectado con este último: el “regionalismo abierto”. Más concretamente, podemos
rastrear el corpus teórico del concepto de “nuevo regionalismo” en tres documentos
emanados de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) bajo la
presidencia de Gert Rosenthal: “Transformación productiva con equidad” de 1990,
“Desarrollo sostenible: Transformación productiva, equidad y medio ambiente” de 1991
y el programa de “nuevo regionalismo” en 1994, tal y como señala Eduardo Gudynas19.

Hay que aclarar que hay una importante confusión en la propia academia sobre
la diferencia entre “nuevo regionalismo” y “regionalismo abierto”. A veces se usan de
forma indistinta20, pero podemos establecer algunos matices en aras de clarificar las
diferencias conceptuales. En principio, el nuevo regionalismo tendría que ver, como
acabamos de señalar, con su dimensión plural tanto en lo que concierne a sus ámbitos
de integración (socio-político, económico, geoestratégico, etc.) como por los estados
que se integran (entre estados asimétricos, configurando una suerte de regionalismo
Norte-Sur). Por su parte, el regionalismo abierto hace más énfasis en la dimensión
económica de eliminación de barreras proteccionistas al comercio e incentivo a la
inversión extranjero. Podríamos definir “el regionalismo abierto como una estrategia de
18
Según Luciano Tomassini, el estructuralismo latinoamericano se caracteriza por: “en primer lugar, los
Estados nacionales no son sino segmentos imperialistas o colonizados, dominantes o dependientes, de una
misma estructura internacional. Esta estructura es global, está férreamente integrada, obedece a unas
reglas de funcionamientos perfectamente claras y éstas son impuestas por los Estados dominantes sobre la
periferia del sistema (...); en segundo lugar, los estructuralistas no sólo asignan considerable importancia
a los actores internos en el desarrollo de las relaciones internacionales, sino que incluso niegan las
fronteras entre los factores domésticos y los factores internacionales que intervienen en la realidad
transnacional contemporánea (...). Un tercer elemento que resalta en forma destacada dentro de la
perspectiva de la dependencia es la imposibilidad de separar el análisis de las relaciones internacionales
de una visión histórica acerca de cómo éstas han evolucionado”. Citado en Ib idem, p.149-150.
19
GUDYNAS, Eduardo, “Open regionalism or Alternative Regional Integration?”, citado en VALVIS,
Anastasios I. “Regional Integration in Latin America”, Institute of International Economic Relations,
febrero, 2008, p. 12.
20
“Hace casi una década, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) acuñó el
término “regionalismo abierto” para describir el proceso por el cual los países de América Latina y el
Caribe estaban persiguiendo el regionalismo al mismo tiempo que desmantelando las barreras al comercio
con terceros países y abriendo sus mercados a la inversión extranjera. Describamos ese regionalismo
como “nuevo” o “abierto”, hay un sentido en el que es claramente diferente al viejo regionalismo”.
BULMER-THOMAS, Victor. “Introduction” en BULMER-THOMAS, Victor, Regional Integration in
Latin America and the Caribbean: The Political Economy of Open Regionalism, 2001, p. 1-2; mi
traducción del original en inglés.

6
apertura económica internacional que acentúa la cooperación regional enfatizando la
reducción de los costes de transacción intrarregional en sentido amplio. El concepto de
acceso social es entendido de manera que implica medidas activas del estado y de la
sociedad civil para permitir las ganancias derivadas de la liberalización y de los ajustes
estructurales, que son más ampliamente compartidos, de manera que la eficiencia
económica, la competitividad y el crecimiento económico sean acordes a la estabilidad
social y política”21.

Por lo que respecta a las comunidades epistémicas propias de los dos estados
miembros más significativos del proceso mercosureño, cabe destacar en primer lugar la
variedad de enfoques desde la Academia argentina. Derivado de la Tercera Posición de
Perón22 e influido por los estructuralistas y dependentistas, Juan Carlos Puig apuesta
por la teoría de la autonomía heterodoxa, esto es, “la dependencia es aceptada, pero
sometida a la aspiración de sacar el máximo provecho de ella, sea por conveniencia,
condicionantes o por estrategia para alcanzar un mayor grado posterior de autonomía”23.
En este sentido, la integración regional tiene sentido sólo en la medida en que pueda
dotar de mayor grado de autonomía internacional a cada uno de los estados miembros.
Sería, por tanto, una apuesta instrumental para eludir la falta de autonomía por la
dependencia del hegemón.

Otro enfoque, que se constituyó en comunidad epistémica a través del


Programa de Estudios Conjuntos sobre las Relaciones Internacionales de América
Latina (RIAL), agrupó a académicos como Roberto Russell, Miriam Colacrai, Maria
Regina Soares de Lima y Luciano Tomassini entre otros. En esta línea, se repasa el
acercamiento a la disciplina de Relaciones Internacionales en Sudamérica a lo largo de
las últimas décadas para constatar como la inicial limitación de enfoques realistas
emanados de Estados Unidos ha dado paso gradualmente a enfoques propios, ya sea de
corte dependentista, de dimensión social (ej. Mónica Hirst) o a teoría normativas
vinculadas a la periferia entre las que cabe destacar el realismo periférico de Escudé
(que veremos a continuación) y el neo-idealismo periférico del propio Russell. Así pues,
el neo-idealismo periférico, grosso modo, hace referencia a la importancia de los

21
REYNOLDS, Clark W. “Open regionalism – Lessons from Latin America for East Asia”, citado en
VALVIS, Anastasios I., “Regional Integration in Latin America”, Institute of International Economic
Relations, febrero, 2008, p. 12; mi traducción del original en inglés.
22
Aun siendo conscientes de la simplificación, podemos definir la Tercera Posición (entre 1946-1955)
como “el esquema concebido por Perón [integrado por] cinco elementos básicos: la pertenencia cultural
de Argentina a Occidente; el alineamiento del país con Estados Unidos en caso de un conflicto bélico con
la Unión Soviética; el no alineamiento con los intereses estratégicos, político y económicos
norteamericanos, globales y regionales, debido a diferencias auténticas de intereses y de visiones entre los
dos países, propias de su desigual posición relativa en el sistema internacional; la definición de una
agenda bilateral y regional con claras jerarquías temáticas en las que los temas económicos ocupan el
primer lugar, aun por cuestión de seguridad; y, finalmente, la oposición a la intervención norteamericana
en los asuntos internos de los países de la región”. RUSELL, Roberto (2001) citado en BERNAL-MEZA,
Raúl. América Latina en el mundo. El pensamiento latinoamericano y la teoría de relaciones
internacionales. Argentina, 2005. p.317.
23
PUIG, Juan Carlos (1984) citado en BERNAL-MEZA, Raúl. América Latina en el mundo. El
pensamiento latinoamericano y la teoría de relaciones internacionales. Argentina, 2005. p.215.

7
principios en las relaciones internacionales, especialmente porque la fidelidad a los
principios hace más predecible las posiciones y, por tanto, se evita generar desconfianza
o malentendido con las potencias. “En síntesis, los intereses deben orientar los
compromisos y las alianzas y no al revés”24.

Por el contrario, dentro de la comunidad epistémica del peronismo conservador-


neoliberal encontramos a autores como Felipe de la Balze y, sobre todo, Carlos Escudé
con su formulación del realismo periférico. “Durante la década de 1990, un grupo de
académicos y diplomáticos se transformaría en la comunidad epistémica del peronismo
conservador, dando al gobierno de Carlos S. Menem el soporte ideológico-conceptual y
cognitivo que requería para sostener el modelo neoliberal para su “nueva” inserción
internacional”25. El enfoque teórico de Escudé, eminentemente pragmático y utilitarista,
critica la confrontación histórica con el hegemón estadounidense, apostando por
construir una relación especial de alianza con la potencia con el fin de optimizar las
negociaciones en los aspectos fundamentales para la sociedad argentina y eliminando
las confrontaciones innecesarias en los demás ámbitos de las relaciones internacionales.
Como señala el propio De la Balze, “los cinco objetivos que marcaban el cambio radical
de la “nueva política exterior” [eran] reinsertar a la economía argentina en la economía
mundial; construir una relación “especial” con Estados Unidos; profundizar la
integración económica y la cooperación política con Brasil; crear una “zona de paz” en
el Cono Sur de América; y desarrollar una política de prestigio internacional”26. De este
modo, la dirección que impulsa esta comunidad epistémica en relación con la
integración regional sudamericana será la de afianzar las buenas relaciones con los
vecinos en el ámbito de la seguridad y del destierro de la hipótesis de conflicto, es decir,
con el característico prisma de poder entendido en términos de capacidades materiales
tan propio del realismo.

Este enfoque de Escudé fue fuertemente criticado desde la Asociación


Argentina de Historia de las Relaciones Internacionales27, comunidad epistémica
integrada por académicos como Mario Rapoport, Edmundo Heredia, José Paradiso,
Raúl Bernal-Meza, etc. y cuya intención era reescribir la historia de las relaciones
internacionales en el Cono Sur desde un enfoque más amplio y multidimensional. En
concreto, Rapoport sostuvo un duro debate contra la postura de Escudé, lo que puede
ser considerado como una guerra dialéctica entre dos comunidades epistémicas que
percibían la política exterior argentina y su inserción en el mundo de maneras muy
distintas. La tesis de Rapoport afirma que la debilidad argentina posterior a la Segunda
Guerra Mundial no se debe a una política de confrontación con Estados Unidos, como

24
RUSSELL, Roberto (1992) citado en BERNAL-MEZA, Raúl. América Latina en el mundo. El
pensamiento latinoamericano y la teoría de relaciones internacionales. Argentina, 2005. p.346.
25
BERNAL-MEZA, Raúl. Ib idem. p.323.
26
DE LA BALZE, Felipe (1995) citado en BERNAL-MEZA, Raúl. América Latina en el mundo. El
pensamiento latinoamericano y la teoría de relaciones internacionales. Argentina, 2005. p.327.
27
Creada en 1993 por un grupo de académicos de distintas universidades entre las que cabe resaltar la
Universidad de Buenos Aires, la Católica de Rosario, la Nacional de Córdoba, la Nacional del Centro y la
Nacional de Rosarios entre otras.

8
sostiene Escudé, sino que afirma que “el problema fue que la modificación del patrón de
relacionamiento bilateral argentino-británico, por otro triangular argentino-británico-
norteamericano, no se tradujo abiertamente en el plano político ni económico”28.

Por su parte, en lo que concierne a la Academia brasileña y su relación con el


proceso de integración regional sudamericana, debemos señalar la importancia de la
llamada “Escuela de Brasilia”, encabezada por Amado Luiz Cervo y que contaba
también con la presencia de importantes académicos como José Flavio Saraiva, Alcides
Costa Vaz y Luiz Alberto Moniz Bandeira entre otros. Esta comunidad epistémica tiene
un originario enfoque histórico que, posteriormente, acaba abarcando el ámbito de la
relaciones internacionales. En el seno de esta línea de pensamiento, Cervo diferenció
entre el paradigma desenvolvimentista o desarrollista, que imperó en Brasil entre 1930 y
1989, y el normal o neoliberal, que implementó el presidente Fernando Henrique
Cardoso en los 90’s. De este modo, critica este segundo por adscribirse al pensamiento
único y por renunciar a alguna de las señas del desarrollismo brasileño. Entre otras
cosas, el “Estado normal no admitía el concepto de “margen de maniobra”,
introduciendo en su lugar los conceptos de consentimiento [...] y de padronización de
conducta en materias macropolíticas internas y externas”29. En base a estos argumentos,
diría Cervo, no se cuestionan ciertas decisiones de cariz neoliberal por considerarse que
son las propias de un “estado normal”.

Además de Cervo, Moniz Bandeira centra su aporte en el seno de la Escuela de


Brasilia en un enfoque sobre el Mercosur, que centra “en tres puntos: a) que en las
últimas décadas del siglo XIX la Argentina consolidó su Estado nacional, lo que le
permitió disputar la hegemonía en América del Sur, mientras Brasil, dependiente de sus
exportaciones de café a Estados Unidos, quedó en la esfera de influencia
norteamericana; b) que Brasil contó posteriormente con mejores condiciones sociales y
políticas para desarrollar el sector de bienes de capital y expandir su economía interna,
lo que le permitiría, a partir de los años de 1970 restaurar una posición de potencia
regional en América del Sur; c) que a pesar de los períodos de rivalidad con Argentina,
las tendencias hacia la integración de ambos países prevalecieron sobre aquella
rivalidad; lo que permitió la creación del MERCOSUR”30.

Por otra parte, respecto a los enfoques de corte más neoliberal, “si bien en
Brasil no hubo una comunidad epistémica tan “acabada” como en la argentina, existió
un grupo de fundadores de una “nueva visión brasileña del sistema mundial” y de la
posición de Brasil en el mismo, que coincide en las grandes líneas estructurales con la
comunidad epistémica argentina”31. Uno de sus referentes es Celso Lafer, que estudia
las rupturas y continuidades entre el contexto de la Guerra Fría y la post-Guerra Fría
para concluir que las continuidades de la política exterior brasileña se fundamentan

28
Ib idem, p.337.
29
Ib idem, p.265.
30
Ib idem, p.270.
31
Ib idem, p.301.

9
sobre las identidades que caracterizan a Brasil. Al mismo tiempo, Lafer define ese
concepto central, “la identidad nacional” en base a “cinco componentes: la herencia
histórica, el contexto de vecindad, la inserción asimétrica de una potencia media en el
sistema internacional, la búsqueda del desarrollo como objetivo de la política exterior y
el proceso de apertura externa desde 1990, este último iniciado por el gobierno de
Collor, que constituiría el primer avance neoliberal en la política gubernamental del
Brasil”32.

Por último, desde posiciones estructuralistas en Brasil, tenemos como referente


a Helio Jaguaribe, que resume su teoría como “hegemonía céntrica y autonomía
periférica”33. Su aporte ha encolumnado al resto de neo-estructuralistas que perciben los
procesos de integración regional y, en particular el Mercosur, como un medio defensivo
frente a la marginalización en un contexto de liberalización y globalización económica y
como una forma de autoafirmación en base a elementos de carácter identitario y en la
condición de estados periféricos en el marco del sistema-mundo.

V. Reflexiones sobre la relevancia de las comunidades epistémicas sobre el proceso de


integración regional sudamericana.

De los argumentos aquí expuestos podemos derivar dos conclusiones que requerirán ser
contrastadas en ulteriores trabajos. En primer lugar, el auge del interés por el proceso de
integración regional en las universidades y en think tanks está fomentando el aumento
de las comunidades epistémicas sobre integración sudamericana, tanto en lo cuantitativo
como en lo cualitativo. Esto es, no sólo proliferan los grupos de investigación sobre
regionalismo latinoamericano, sino que además tienen cada vez más relevancia social y,
por ende, mayor capacidad de incidencia sobre los tomadores de decisiones.

En segundo lugar, el rol que juegan estas comunidades epistémicas (basadas en


el conocimiento-poder) en el ámbito de la integración regional sudamericana nos deja
traslucir la necesidad de incorporar la importancia del conocimiento y de las ideas en las
explicaciones teóricas del regionalismo. Así pues, parece que estos argumentos
fortalecen la hipótesis de la necesidad de complementar las teorías dominantes de la
integración regional con otros enfoques que incluyan y dimensionen los factores
ideacionales34.

32
Ib idem, p.304.
33
“El análisis de Jaguaribe parte de la estratificación derivada del sistema internacional de la guerra fría,
que él denomina “sistema interimperial”, del cual resultarían cuatro niveles, decrecientes, de capacidad de
autodeterminación: primacía general (Estados Unidos), primacía regional (Unión Soviética), autonomía
(en general los más importantes países desarrollados) y dependencia (los países del Tercer Mundo)”.
BERNAL-MEZA, Raúl. América Latina en el mundo. El pensamiento latinoamericano y la teoría de
relaciones internacionales. Argentina, 2005. p.206.
34
Para más información sobre el rol de las ideas en la integración regional y la necesidad de un enfoque
constructivista complementario a las teorías dominantes, ver CABALLERO, Sergio. “Visibilizando los
elementos ideacionales en el proceso de integración regional sudamericana”, Ponencia para el 53º ICA,

10
Bibliografía

- ADLER, Emanuel y HAAS, Peter. “Conclusion: Epistemic Communities, World


Order, and the creation of a Reflective Research Program”, International Organization,
vol.46, No.1, winter 1992, pp.367-390.
- BARNETT, Michael y DUVALL, Raymond. Power in Global Governance.
Cambridge University Press, 2005
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México, julio 2009 y “Regional Integration Theories: The Suitability of a Constructivist Approach (at
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en https://sites.google.com/site/sergiocaballerosantos/ (última consulta 9 junio 2009).

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