Absolutismo, Justificadores y Mercantilismo Imprimir

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

EL ABSOLUTISMO

“Existe monarquía absoluta cuando el Rey encarnando el ideal


nacional posee de hecho y de derecho los atributos de la
soberanía: poder de hacer las leyes, de administrar justicia, de
percibir impuestos, de tener un ejército permanente, de
nombrar los funcionarios, de hacer juzgar los atentados contra
el bien público, y en particular, de delegar jurisdicciones de
excepciones cuando lo considere conveniente [...]
La monarquía absoluta es un resultado, también, de la
rivalidad de dos clases: burguesía y nobleza. El rey, que
necesita a los burgueses para sus finanzas y sus cuerpos de
funcionarios, así como para resistir la presión de los señores
feudales, obtiene fácilmente su obediencia y apoyo. El poder
real enriquece a los
burgueses con sus empréstitos, hipotecas de dominio, arrendamiento de impuestos, monopolios de
explotación, protección contra las leyes de la Iglesia sobre la usura, las trabas señoriales al desarrollo del
comercio y los privilegios de las corporaciones. [...] Sólo el rey les puede proporcionar el ascenso de
categoría social confiriéndoles cargos públicos, otorgándoles obispados o abadías o haciéndoles merced
de patentes de nobleza. [...]
La nobleza sólo puede defenderse contra la burguesía por el favor del rey. [...] la nobleza podía vivir en
sus tierras con las rentas en especie y los servicios de los cultivadores; pero le atraían mucho más la vida
cortesana, los salones y cenáculos de las ciudades, y las expediciones lejanas. Así, va arruinándose
tanto más rápidamente cuanto que el lujo es una obligación señorial. [...] De este modo el aristócrata se
ve obligado a colocarse al servicio del rey, a solicitar, según su rango, gobiernos de provincias o de
plazas fuertes, regimientos, compañías o simples plazas en ellas, pensiones para casar a sus hijos o
abadías y obispados para los mismos. Contra el burgués el noble sólo puede defender su rango efectivo
en la sociedad recurriendo al rey.”

MOUSNIER, R. “Los Siglos XVI y XVII.”, Barcelona, Ed. Destino, 1964

"Las monarquías absolutas introdujeron unos ejércitos y una burocracia permanentes, un sistema
nacional de impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un mercado unificado.

[...] El absolutismo fue esencialmente eso: un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal,
destinado a mantener a las masas campesinas en su posición social tradicional, a pesar y en contra de
las mejoras que habían conquistado [...]
Dicho de otra forma, el Estado absolutista nunca fue un árbitro entre la aristocracia y la burguesía ni,
mucho menos, un instrumento de la naciente burguesía contra la aristocracia: fue el nuevo caparazón
político de una nobleza amenazada."
ANDERSON, Perry. “El Estado Absolutista", Siglo XXI 8ª ed 1999
TEÓRICOS DEL ABSOLUTISMO

Teoría del origen divino del poder del Rey (Teológica)

"La monarquía es la forma de gobierno más común, antigua y natural. (…) El gobierno monárquico es el
mejor. Si es el más natural, será consecuentemente el más duradero y por ende, también el más fuerte. Así
mismo es el que mejor se opone a la división, que es el mal esencial de los estados y la causa más segura de
su ruina. (…) De todas las monarquías, la mejor es la sucesoria o hereditaria, sobre todo cuando se
transmite de varón a varón y de primogénito a primogénito. Esta clase de monarquía es la que Dios
estableció en su pueblo. (…) Dios estableció a los reyes como ministros suyos y por medio de ellos reina
sobre los pueblos. Ya hemos visto que todo poder procede de Dios. (…)El príncipe no tiene que dar
cuentas a nadie de lo que ordena. (…) Sin la autoridad absoluta no puede ni obrar el bien ni reprimir el
mal. (…) Nos encontramos así con la totalidad del pueblo reunida en una sola persona; con un poder
sacrosanto, paternal y absoluto; con una razón secreta que gobierna el cuerpo del Estado, representada en
una sola cabeza y, para finalizar, con la imagen de Dios encarnada en la persona de los reyes."

Jacques- Bénigne Bossuet: Política sacada de las Sagradas Escrituras, 1709

Teoría contractualista (No teológica)

“Las causas que impulsan a los hombres a constituir un estado y someterse a un poder soberano son, por un
lado, el temor recíproco, y por otro, su propia seguridad.(...) Como el entendimiento entre los hombres
proviene de un pacto, se necesita algo que vuelva su convenio constante y obligatorio; un poder común que
los mantenga a raya y los conduzca al beneficio propio dentro de la comunidad. Una unión así hecha se
llama Estado, puesto que al reducir la voluntad de todos a una sola, ella puede ser considerada una persona
única. En el pacto que los individuos realizan entre sí, sucede como si cada uno dijera: autorizo y transfiero
a este hombre mi derecho a gobernarme a mí mismo, con la condición de que vosotros transferiréis a él
vuestro derecho, y autorizaréis todos sus actos de la misma manera.”

Thomas Hobbes, Leviathan, 1651

En el Leviatán Hobbes justifica el absolutismo como


solución contra los males de la sociedad, y el Estado
es presentado como el instrumento que remedia el
estado de naturaleza, en el que el hombre se ve
envuelto en una situación de guerra de todos contra
todos, donde no hay lugar para la paz y la armonía.
Hobbes parte de la idea que el hombre, para
subsanar una situación caótica y salvaje, establece
leyes para la paz y el orden mediante un pacto o
contrato social, en el que el poder se otorga a un
solo hombre o a una asamblea de hombres, el
Estado o Leviatán, que aúna todos los poderes
individuales y es soberano absoluto. El estado, por
tanto, pese a ser artificial y contrario a la naturaleza
humana, es considerado un mal menor, y garantiza
la supervivencia y la paz entre los hombres a costa
de perder autonomía y libertad individual. En la
portada original del Leviatán queda
simbolizada la teoría hobessiana. En ella se observa una figura gigante en el centro, el Leviatán, sostiene con los
brazos extendidos, simbolizando dominio, una espada y un báculo en cada mano, uniendo el poder secular y
religioso. Para Hobbes, cuyo planteamiento del poder es laico, la religión es útil, a nivel pedagógico, ya que predica
la sumisión y atempera el pueblo, aunque no debe tener poder. Esta figura gigante, que sostiene la corona en su
cabeza (…), tiene el cuerpo formado por pequeñas figuras, los súbditos que han otorgado su poder por pacto al
Leviatán. La imagen de la figura, por encima de la ciudad, se completa con una inscripción en la parte superior del
cuadro, "no hay poder en la tierra que se pueda comparar".Tomado de Sergi Baró, Revista digital Cultural Desearte,
17 de noviembre de 2006
EL MERCANTILISMO

“Se trata, ante todo, de llevar a su apogeo la potencia del Estado y, en consecuencia, los recursos del
mismo, así como lograr un abastecimiento, independiente del extranjero, en armas, municiones, navíos,
etc. Siendo el principal medio de cambio la moneda de metal precioso, ella es la que permite, ante todo,
comprar y vender, estimular al productor, desenvolver la economía y reducir la gravedad de las hambres
y perturbaciones sociales y políticas, que son sus consecuencias. Al mismo tiempo, la moneda permite al
Estado el pago de tropas y funcionarios, el mantenimiento del orden público y de la seguridad exterior, y
reglamentando el abastecimiento, estimular de nuevo la producción. La moneda de metal precioso es “la
sangre de la economía”, la misma sangre del Estado. Pero su masa es muy reducida. [...]

Ello provoca un nacionalismo económico y una especie de guerra perpetua de dinero entre los Estados.
Cada uno busca crearse una balanza comercial favorable para atraer y atesorar el metal precioso. Las
importaciones de lujo deben ser proscritas, y las de objetos fabricados, limitadas en lo posible, teniendo
en cuenta que ellas restan trabajo a los regnícolas. Es preciso producir en el país los objetos fabricados,
incluso en el caso de que la producción resulte mucho más cara que en el extranjero. Las materias
primas deben admitirse ampliamente, pero si se trata de productos necesarios a la defensa nacional,
mástiles, madera de construcción, brea, cáñamo, resina, etc. debe procurarse en lo posible, su
producción en el país. En esta época, la agricultura proporciona la mayor parte de materias primas
necesarias a la industria. Sin vacilar, es preciso, pues, adoptar necesariamente un régimen aduanero
hostil a los agricultores del país, imponer ligeros derechos sobre los productos agrícolas concurrentes o
admitirlos libremente, prohibir la salida de los del reino o gravarla fuertemente, a fin de disponer de
productos agrícolas abundantes y a bajo precio, que aseguren el bajo precio de venta de los objetos
fabricados para la exportación.

Es preciso, en efecto, exportar lo más posible y, con preferencia, objetos fabricados, puesto que el trabajo
ha incrementado su valor. Conviene, pues, disponer del mayor número posible de productores, así como
de una política de natalidad. Pero, para triunfar en la competencia, es necesario ofrecer las mejores
calidades al menor precio. El interés debe ser, pues bajo para que el empresario encuentre capitales a
buen precio. Los salarios tienen que ser bajos y el nivel de vida del obrero, bajo también. [...]

Las colonias deben proporcionar a la metrópoli las materias primas o los productos de consumo que le
faltan, absorbiendo, a cambio, los suyos propios para mantener la balanza comercial. Interesa que
procuren géneros, materias primas u objetos manufacturados a bajo precio, a fin de que puedan ser
reexportados. [...] El Estado se reserva todas las relaciones con sus colonias. Asegura así un mercado
para sus propios productos, que puede vender caros, y los coloniales, que compra baratos, para revender
al mayor precio posible a su vez, mientras atrae hacia sus áreas la moneda de los Estados clientes y sólo
da una pequeña parte a las colonias. [...]

El mercantilismo es un estatismo económico. Solo el Estado se encuentra en condiciones de reglamentar


y estimular la economía como es debido. [...]

(En Francia) El Estado reglamenta el consumo por leyes suntuarias y el comercio, por la prohibición de
exportar metales preciosos y numerario, así como por la interdicción del acaparamiento, de los mercados
a plazos y de las asociaciones de compradores, la limitación del número de intermediarios y el
mantenimiento de la competencia, gracias a la obligación de vender en las plazas y mercados en días y
horas prescritos. El Estado reglamenta la fabricación por normas generales que prescriben longitud,
anchura, peso, calidad, aderezo. Los inspectores generales y los comisarios de las manufacturas
multiplican las visitas en los talleres y a domicilio. Multas, confiscaciones, destrucciones y, desde 1670,
picota y argolla, sancionan las faltas.”

MOUSNIER, R. “Los Siglos XVI y XVII.”, Barcelona, Ed. Destino, 1964

También podría gustarte