Características Generales de Japón

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JAPÓN

Su territorio comprende un archipiélago de 6852 islas que cubren 377 975 km² sobre el
denominado anillo de fuego del Pacífico. Japón es el undécimo país con más habitantes del
mundo, así como uno de los más densamente poblados y urbanizados. Aproximadamente las
tres cuartas partes del terreno del país son montañosas y concentra su población de 126
millones en estrechas llanuras costeras.

Japón es sustancialmente propenso a terremotos, tsunamis y volcanes debido a su ubicación a


lo largo del anillo de Fuego del Pacífico.133 Tiene el decimoséptimo puesto de mayor riesgo de
desastres naturales medido en el Índice Mundial de Riesgo de 2016.134 Japón tiene 111
volcanes activos.135 Los terremotos destructivos, que a menudo resultan en tsunamis,
ocurren varias veces cada siglo;136 el terremoto de Tokio de 1923 mató a más de 140 000
personas.137 Los terremotos importantes más recientes son el gran terremoto de Hanshin de
1995 y el terremoto de 2011, que provocó un gran tsunami, matando a más de 18 000
personas.

El sector agrícola japonés representa aproximadamente el 1,2 por ciento del PIB del país.80
Solo el 11,5 por ciento de la tierra de Japón es apta para el cultivo.

Historia

Entre los siglos iv y ix, los reinos de Japón se unificaron bajo un emperador y su corte imperial
con sede en Heian-kyō. Sin embargo, a partir del siglo xii, el poder político estaba en manos de
una serie de dictadores militares (shōgun) y señores feudales (daimyō), y lo imponía una clase
de nobleza guerrera (samuráis). Después de un siglo de guerra civil, el país se reunificó en 1603
bajo el shogunato Tokugawa, cuando puso en práctica una política exterior aislacionista. En
1854, una flota de los Estados Unidos obligó a Japón a abrir el comercio con Occidente, lo que
provocó el fin del shogunato y la restauración del poder imperial en 1868. En el período Meiji,
el Imperio del Japón adoptó una constitución de estilo occidental y prosiguió un programa de
industrialización y modernización. En 1937, Japón invadió China y cuatro años después entró
en la Segunda Guerra Mundial como potencia del Eje. Después de sufrir la derrota en la Guerra
del Pacífico y dos bombardeos atómicos, Japón se rindió en 1945 y quedó bajo una ocupación
aliada de siete años, en la que adoptó una nueva constitución. Desde 1947, Japón ha
mantenido una monarquía constitucional parlamentaria unitaria con una legislatura bicameral,
la Dieta Nacional. Aunque ha renunciado a su derecho a declarar la guerra, el país mantiene
Fuerzas de Autodefensa que están clasificadas como el cuarto ejército más poderoso del
mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón experimentó un alto crecimiento
económico, convirtiéndose en 1972 en la segunda economía más grande del mundo antes de
ser superado por China en 2010.

Japón tiene la esperanza de vida más alta del mundo, aunque está experimentando una
disminución de la población. La cultura japonesa es bien conocida en todo el mundo, incluido
su arte, cocina, música y cultura popular, que abarca industrias prominentes de la animación
los videojuegos y el manga.
Las religiones en Japón nunca han supuesto un motivo de disputa entre personas o gobiernos,
como si ha ocurrido y ocurre en otros países.

En Japón la religión no suele condicionar la vida de los japoneses, aunque si existen tradiciones
y ritos religiosos que forman parte de numerosos actos y festividades a lo largo del año, como
bodas, funerales o días festivos.

Las religiones principales de Japón son el budismo y el sintoísmo. Si bien el budismo se originó
en la India, el sintoísmo tiene su origen en Japón.

Mayoritariamente los japoneses de declaran sintoístas, budistas o de las dos religiones al


mismo tiempo, ya que la filosofía y pensamientos de sus dogmas permiten la integración como
culto dentro de una misma persona. Lo más habitual en todo el territorio, es que al preguntar
a un ciudadano por su confesión religiosa, este se declare como sintoísta y budista al mismo
tiempo.Tanto el budismo como el sintoísmo tienen valores de solidaridad, humanistas y
democráticos.

Hoy día exististe más de 180.000 templos y santuarios repartidos por todo Japón, lo que da
idea de lo profundamente arraigadas que se encuentran estas religiones en la sociedad
japonesa.

Por otro lado se encuentran quienes se declaran no seguidores de ninguna religión (irreligión),
una tendencia muy ascendente que lleva produciéndose desde hace años.

☸ Budismo

El budismo es la religión más seguida en Japón, con un porcentaje del 31% de la población.

Llegó en el siglo VI, cuando el rey Baekje de Corea le envió al emperador de Japón una serie de
sutras y pinturas de buda. El lugar donde se inició el budismo en Japón fue en la ciudad de
Nara, ya que por aquel entonces era la capital de Japón. Pasó después a Kioto y desde allí se
extendió por todo el país.

⛩ Sintoísmo

El sintoísmo o Shintō es la religión originaria de Japón, remontándose sus primeras


interpretaciones a épocas prehistóricas. El 80% de los japoneses realizan alguna práctica o se
siente influenciado por esta religión.

El sintoísmo respeta y venera a las deidades de la naturaleza, tales como el sol, los sonidos, los
árboles, el mar o incluso la muerte, montañas, bosques, ríos, plantas, animales e inclusive el
clima; A estas deidades se las denomina Kami. En los lugares considerados sagrados por el
Shintoísmo, suelen existir santuarios dedicados a Kamis concretos.

El sintoísmo es una religión que encaja con muchas formas de pensamiento y filosofías, por lo
que ha logrado coexistir en Japón junto al budismo. De hecho, existen numerosas ocasiones
donde en un mismo recinto se encuentran templos junto a santuarios.

Shinto Jorge Luis Borges


Cuando nos anonada la desdicha,

durante un segundo nos salvan

las aventuras ínfimas

de la atención o de la memoria:

el sabor de una fruta, el sabor del agua,

esa cara que un sueño nos devuelve,

los primeros jazmines de noviembre,

el anhelo infinito de la brújula,

un libro que creíamos perdido,

el pulso de un hexámetro,

la breve llave que nos abre una casa,

el olor de una biblioteca o del sándalo,

el nombre antiguo de una calle,

los colores de un mapa,

una etimología imprevista,

la lisura de la uña limada,

la fecha que buscábamos,

contar las doce campanadas oscuras,

un brusco dolor físico.

Ocho millones son las divinidades del Shinto

que viajan por la tierra, secretas.

Esos modestos númenes nos tocan,

nos tocan y nos dejan.

Cristianismo

Sólo el 1% de la población japonesa se considera cristiana. Sin embargo, a pesar de ello el


cristianismo en Japón está muy presente dentro de su cultura. Hay que remontarse al año
1549, momento en el que el jesuita español Francisco Javier, llegase a sus costas para difundir
la religión católica. En un principio el gobierno de Japón aceptó la llegada de los jesuitas,
permitiéndoles sus actividades de adoctrinamiento. Sin embargo, en el siglo XVIII se prohibió
durante dos siglos por los problemas y tensiones que estaban surgiendo en el país. Se permitió
de nuevo la entrada a los misioneros con la llegada de la restauración Meiji en 1866.

Símbolos de Japón

El sumo está considerado como uno de los deportes más antiguos de Japón, el cual se originó
hace más de 2.500 años.

El monte Fuji es la montaña nacional de Japón y uno de los principales iconos representativos
fuera de sus fronteras. También está considerado por la religión sintoísta como montaña
sagrada desde el siglo VII.

El Monte Fuji y el parque nacional que lo circunda fue declarado en 2013 como Patrimonio de
la Humanidad por la Unesco.

Con sus 3776 metros es el volcán más escalado y fotografiado del mundo. Subir al Monte Fuji
es una de las principales fijaciones de los turistas que recibe Japón, pero además, también
forma parte de todo lo que un japonés tiene que hacer en su vida

Mariposa emperador, concretamente la Sasakia charonda, llamada de forma común como


«emperador japonés». Suele vivir en bosques de zonas altas y curiosamente sólo descienden a
la costa para alimentarse de sal.

La bandera nacional de Japón o Nisshōki, es su símbolo patrio más representativo y una de las
insignias nacionales más diferenciadas del mundo. Es de color blanco rectangular con un disco
rojo en el centro representando al sol naciente.

La bandera militar, de igual forma pero con rayas rojas y blancas a su alrededor, fue usada
durante la época imperialista japonesa, motivo por el que se la considera ofensiva en muchos
países como Taiwán, Corea y China.

El emblema Imperial de Japón está representado por la flor del crisantemo y es usado como
sello por el Emperador y los miembros de la familia real. Está formado por dieciséis pétalos
principales superpuestos a otros dieciséis pétalos. Se representa en color dorado o amarillo.

Su origen se remonta al siglo XII, siendo uno de los más antiguos que aún perviven en Japón.
Tanto es así, que a al país se le conoce son el sobrenombre de «el Imperio del Crisantemo».
Los crisantemos en Japón tienen uso culinario, como decoración y se emplean en infinidad de
diseños, como kimonos y todo tipo de artes tradicionales. También tienen mucho simbolismo,
representando la longevidad y usándose en rituales tradicionales. El día 9 de abril se celebra el
Festival del Crisantemo.

El árbol nacional de Japón es el Sakura (cerezo). Un símbolo de Japón especialmente


relacionado con la llegada de la primavera y la tradición del Hanami que significa literalmente
ver flores, haciendo alusión al arte de ver y observar las flores. Es un concepto que no se tiene
en occidente. Los japoneses también tienen otra palabra para definir el cambio de color que
experimentan las hojas de los árboles en otoño. Estas se tornan de color rojo intenso, amarillo
o tonos marrones. Se define como hacer Momijigari.
Pero también nos encontramos con la definición «hacer hanami«, que en
japonés se refiere a hecho de hacer un picnic bajo los cerezos en flor. Pero
también nos encontramos con la definición «hacer hanami«, que en japonés
se refiere a hecho de hacer un picnic bajo los cerezos en flor. o tradicional
es ir vestidos con kimono. Ellos tienen un concepto muy especial en cuanto
a cómo se disfrutan las cosas en la vida. Los japoneses valoran
especialmente las satisfacciones breves pero profundas. El hecho de sentir,
ver y oler la floración del cerezo en un breve espacio de tiempo, les hace
considerar que los momentos efímeros de felicidad, pueden durar toda la
vida. De esta forma, recuerdan y sienten lo importante y agradable que es
vivir la vida.

Bajo esta premisa, millones de japoneses se preparan y disfrutan cada año,


de un agradable y relajado picnic bajos las flores de sakura.

Bajo la filosofía budista, se hace referencia a lo efímero de la existencia en la vida. El breve


tiempo de vida de la bella flor del cerezo, hace representar la perfección de la brevedad de la
existencia, así como el pasar incesante y rotundo del tiempo.

El sintoísmo tiene una interpretación más terrenal de la flor del cerezo, otorgándole una cierta
veneración a la naturaleza y a lo que en ella acontece.

En Japón existe un concepto muy especial sobre cómo se disfrutan las cosas de la vida. Valoran
sobre todo, las satisfacciones breves pero profundas que podemos experimentar a nuestro
paso por la vida. Se considera que los momentos efímeros de felicidad pueden durar toda la
vida.

También se piensa que el tiempo nos supera, pero nosotros podemos trascender a él con
nuestras experiencias.

De igual forma, la corta vida de la flor del cerezo se extrapola a la celebración del hanami,
otorgándole una interpretación filosofía que se vive en forma de picnic.

El pueblo japonés, un ejemplo de sociedad avanzada

Para terminar, quiero expresar mi admiración hacia el pueblo japonés. Habitantes de este
maravilloso y bonito país pero con escasos recursos naturales y continuos fenómenos
naturales adversos.

Sin embargo han sabido ingeniárselas para desarrollar el sector industrial, sacando partido a
sus pocos recursos. Han creado un modelo económico ejemplar. Una fuente de inspiración y
admiración en todo el mundo por el elevado crecimiento no solo económico, sino también
social y tecnológico. Todo gracias al esfuerzo humano y la capacidad de convivir en comunidad
de sus gentes.

De la salvación por las obras


En un otoño, en uno de los otoños del tiempo, las divinidades del Shinto se congregaron, no
por primera vez, en Izumo. Se dice que eran ocho millones pero soy un hombre muy tímido y
me sentiría un poco perdido entre tanta gente. Por lo demás, no conviene manejar cifras
inconcebibles. Digamos que eran ocho, ya que el ocho es, en estas islas, de buen agüero.

Estaban tristes, pero no lo mostraban, porque los rostros de las divinidades son kanjis que no
se dejan descifrar. En la verde cumbre de un cerro se sentaron en rueda. Desde su firmamento
o desde una piedra o un copo de nieve habían vigilado a los hombres. Una de las divinidades
dijo:

Hace muchos días, o muchos siglos nos reunimos aquí para crear el Japón y el mundo. Las
aguas, los peces, los siete colores del arco, las generaciones de las plantas y de los animales,
nos han salido bien. Para que tantas cosas no los abrumaran, les dimos a los hombres la
sucesión, el día plural y la noche una. Les otorgamos asimismo el don de ensayar algunas
variaciones. La abeja sigue repitiendo colmenas; el hombre ha imaginado instrumentos: el
arado, la llave, el calidoscopio. También ha imaginado la espada y el arte de la guerra. Acaba
de imaginar un arma invisible que puede ser el fin de la historia. Antes que ocurra ese hecho
insensato, borremos a los hombres.

Se quedaron pensando. Otra divinidad dijo sin apuro:

Es verdad. Han imaginado esa cosa atroz, pero también hay ésta, que cabe en el espacio que
abarcan sus diecisiete sílabas.

Las entonó. Estaban en un idioma desconocido y no pude entenderlas.

La divinidad mayor sentenció:

Que los hombres perduren.

Así, por obra de un haiku, la especie humana se salvó.

Izumo, 27 de abril de 1984 En Atlas (1984)

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