Cuando Las Culturas Se Escriben Sobre El
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estructura social como la edad, el género o la clase social que deseamos que se nos
atribuyan en función de nuestra expresión corporal.
En la medida en que las reivindicaciones de las mujeres han cobrado un prota-
gonismo creciente desde finales del siglo XIX, el vestido y adorno femenino ha
ganado también más relevancia como significante político. Como señalan Lena De
Botton, Lidia Puigvert y Fatima Taleb en El Velo Elegido,
“la indumentaria es uno de los terrenos donde se manifiestan los ideales de género y
las identidades de las mujeres. Por tanto, representa uno de los espacios donde la
represión y la reivindicación se manifiestan con mayor claridad. (…) Vestirse es
una esfera donde se han desarrollado estas luchas: a través de ella, se proyecta una
imagen del cuerpo, una noción de belleza, de virtud, nuestras identidades…”1
1
DE BOTTON, L.; PUIGVERT, L.; TALEB, F., El velo elegido, Barcelona, El Roure Editorial, 2004, p. 20.
2
SANMARTÍN ARCE, R., Desnudez, igualdad y autonomía en dos tradiciones culturales, Madrid, UCM,
2011, p. 110.
3
MAHMOOD, S., Politics of Piety. The Islamic revival and the Feminist Subject, Princeton, Princeton
University Press, 2005.
4
WALTER, N., Muñecas Vivientes, Madrid, Turner, 2010.
Cuando las culturas se escriben sobre el cuerpo de las mujeres... 15
9
ARTHUR, L.B., "Clothing Is a Window to the Soul: The Social Control of Women in a Holdeman
Mennonite Community”, Journal of Mennonite Studies, Vol. 15, 1997, pp. 11-29.
Cuando las culturas se escriben sobre el cuerpo de las mujeres... 17
nos. En este caso es llamativo el caso de los populares sadhus, los hombres santos
vagabundos que expresan su desapego del mundo, entre otras cosas, a través de la
desnudez total. En otros casos, los colores son el elemento fundamental. Durante
la Reforma protestante adquirieron cierta importancia los colores, algo que tam-
bién se aprecia en las tradiciones de Oriente Medio y Norte de África, donde los
colores oscuros y apagados se asocian con la modestia y, en ocasiones, con un alto
status, mientras que los colores brillantes y la abundancia de adornos se interpretan
como signos de inferioridad moral, asociada a la sensualidad y la vanidad. Por el
contrario, en las religiones de matriz africana como la santería, el candomblé o el
vudú, como señala Lynne Hume10, el compromiso moral y religioso se expresa con
colores brillantes y abundancia de abalorios que reflejan el poder de los médium y
sus relaciones con los espíritus.
En todos los casos, las diferencias de género en la indumentaria manifiestan el
acceso (o el no acceso) al poder, a la capacidad de decisión, incluso sobre el pro-
pio cuerpo. En las religiones de dominancia masculina se entiende que los hom-
bres tienen la responsabilidad de asegurar las reglas religiosas, y para ello no sólo
imponen algunas indumentarias, sino que estas indumentarias se asocian a lo sa-
grado, en la medida en que contribuirían a reforzar las reglas religiosas mediante
el código de vestir. En el caso del budismo esto se logra a través de la asimilación
de la indumentaria masculina y femenina a un único modelo (la popular imagen de
monjas y monjes con túnica y cabeza rapada). Pero en la mayor parte de los casos,
ello conlleva una diferenciación en el tipo de prendas y el estilo de adorno. La
antropóloga Linda Arthur interpreta en este sentido la imposición del burqa en
Afganistán por parte del movimiento de los talibanes, pero también podemos decir
lo mismo de la propia indumentaria masculina afgana, que representa la otra cara
de la misma moneda. Aunque no pensemos tanto en ello, lo cierto es que los hom-
bres afganos también son obligados a llevar o no llevar ciertas prendas (ellos no
pueden vestir burqa, por ejemplo) y es conocida la obligatoriedad de la barba.
En el cristianismo es característica la actitud distintiva hacia la desnudez de las
mujeres, que no se aplica igualmente a los hombres, a diferencia de las otras reli-
giones abrahámicas que exigen modestia en el vestir tanto a hombres como muje-
res. El cristianismo ha visto a las mujeres como “la puerta del diablo” (Tertuliano)
y ello ha justificado la exigencia de vestir de forma modesta, con colores oscuros.
Ello contrasta con las ricas vestimentas de los hombres en la jerarquía católica,
pero esta moda nunca ha estado presente entre las monjas, cuyos hábitos se inspi-
raron en el luto de las viudas. Herencia del cristianismo son también algunas va-
riedades secularizadas asumidas por los estados europeos laicos a la hora de pres-
cribir la vestimenta de las mujeres, como por ejemplo la prohibición de llevar pan-
talón en determinados espacios públicos, que estuvo vigente en Francia hasta 2013
(por efecto de una ley promulgada en 1800). En otros estados, esta norma se ha
aplicado hasta hace poco a las mujeres uniformadas y sigue socialmente vigente
10
HUME, L., The religious life of dress: global fashion and faith, London, Bloombsbury, 2013.
Cuando las culturas se escriben sobre el cuerpo de las mujeres... 19
14
CAMPLIGLIO, C., “Los conflictos normo-culturales en el ámbito familiar”, Cuadernos de Derecho
Transnacional, Vol. 4, Num. 2, 2012, pp. 5-21, p. 14.
15
KYMLICKA, W., Multicultural citizenship: A liberal theory of minority rights, Oxford, Clarendon
Press, 1995.
Cuando las culturas se escriben sobre el cuerpo de las mujeres... 21
16
RAMIREZ, A., “Feminismos Musulmanes: historia, debates y límites”, en Hernández Corrochano et
Al., Teoría feminista y antropología: claves analíticas, Madrid, Editorial Centro de Estudios Ramón
Areces, 2012.
17
RAMIREZ, A., op. cit., p. 155.
18
TALPADE MOHANTY, C. "Under Western eyes: Feminist scholarship and colonial discours-
es", Boundary, Num. 2, 1984, pp. 333-358.
22 Mónica Cornejo / Julia Heredero
“No queremos ser las víctimas antropológicas de los estudios e investigaciones fe-
ministas internacionales y de los institutos de estrategias geopolíticas. Queremos ser
libres para elegir lo que queramos ser, con nuestras fuerzas, pero también con nues-
tras debilidades, vulnerabilidades.”19
“Las polémicas sobre el hijab no tratan tan sólo de una cuestión de indumentaria.
Igualmente, tanto la obligatoriedad como la prohibición de llevarlo no afecta tan só-
lo a las mujeres musulmanas. La defensa del derecho de las mujeres a poder decidir
si llevar o no el hijab forma parte de largas luchas del feminismo, que afectan a la
libertad de todas la mujeres.”21
19
LAMRABET, A., "El velo (el hiyab) de las mujeres musulmanas: entre la ideología colonialista y el
discurso islámico: una visión decolonial", Tabula Rasa, Num. 21, 2014, pp. 31-46, p46
20
Citado en RAMÍREZ, A., La trampa del velo. El debate sobre el uso del pañuelo musulmán, Madrid,
CATARATA, 2011, p. 147.
21
DE BOTTON, L.; PUIGVERT, L.; TALEB, F., op.cit., p. 22.
22
DE BOTTON, L.; PUIGVERT, L.; TALEB, F., op.cit., p. 138.
Cuando las culturas se escriben sobre el cuerpo de las mujeres... 23
oportunidad de vivir tan plena y libremente como los hombres”23. Y aplicada esta
lógica a los debates sobre el velo, Ángeles Ramirez24 señala que las prohibiciones
del velado de las mujeres musulmanas constituyen imposiciones propias de un
despotismo ilustrado que no encaja con lo que el feminismo es como proyecto. De
hecho, De Botton, Puigvert y Taleb apuntan a que el reconocimiento del derecho a
elegir si llevar velo o no llevarlo se reconozca precisamente como una tarea del
pensamiento feminista en la medida en que “hay que solicitarle utilidad social,
capacidad de representación y movilización de todas las mujeres, constituyendo
una herramienta para la acción y la transformación de las situaciones de injusticia
que, entre otras, sufren las mujeres” musulmanas25. En este contexto de debate, el
feminismo actual se plantea trascender la dicotomía subordinación/dominación y
reconocer a las mujeres como agentes de su propia identidad de género, lo que
bien pueden hacer mediante los repertorios de una tradición cultural o también
mediante innovaciones estratégicas como el burkini o el hiyab26.
23
MOLLER OKIN, S., op.cit. p. 10.
24
RAMÍREZ, A., op.cit.
25
DE BOTTON, L.; PUIGVERT, L.; TALEB, F., op.cit., p. 138.
26
MAHMOOD, S., op.cit.; GOLE, N., “The Voluntary Adoption of Islamic Stigma Symbols”, en Social
Research, Vol. 70 Num. 3, 2003, pp: 809-828.
27
HAMMAMI, R., "Women, the Hijab and the Intifada", Middle East Report, Vol. 20, Num. 3&4, 1990,
pp. 24-28.
28
GOLE, N., op.cit.
24 Mónica Cornejo / Julia Heredero
Una tesis primordial ampliamente compartida, desde la que parten los argu-
mentos en contra de las restricciones sobre el velado en los espacios públicos oc-
cidentales es la de la libertad de elección del velado por parte de las mujeres mu-
sulmanas. Aunque tanto musulmanes como no musulmanes puedan atribuir a esta
tesis un sesgo secularizante del Islam, algunas de sus defensoras lo plantean preci-
samente al revés. Ejemplo de ello es la afirmación de Asma Lamrabet, directora
del Centro de Estudios Feministas e Islam en Rabat, que desde una lectura coráni-
ca entiende que “el velo no es una obligación, es una libertad espiritual que se deja
a la mujer. Una mujer no deja de ser musulmana si no se pone el velo.”29
Entre todas estas voces destaca la de las autoras de la obra El velo elegido, las
sociólogas Lena de Botton y Lidia Puigvert, así como la activista musulmana Fa-
tima Taleb (actualmente concejala del Ayuntamiento de Badalona), que argumen-
tan su posicionamiento desde una perspectiva decolonial, defendiendo la idea de
que el uso de estas prendas no tiene por qué significar la negación de la Moderni-
dad. Según ellas lo que vulnera o garantiza los derechos de las mujeres es el uso
determinado que se hace de estas formas de vestir. Por lo tanto, la prohibición de
éstas en Occidente, lejos de fomentar la igualdad de género, lo que realmente con-
llevaría es un mayor grado de exclusión de las mujeres que deciden vestir con
estas prendas, además de negar su identidad. Precisamente, la ausencia del recono-
cimiento de estas identidades podría llegar a traducirse en el ejercicio de prácticas
opresoras. En contra de esta situación, las autoras defienden la lucha por la ruptura
de los estereotipos culturales europeos que ven a las mujeres arabo-musulmanas
como incapaces de modernizarse, incapaces de decidir con autonomía y libertad
sobre su propio cuerpo, su propio ser. Esta lucha empezaría por “hacer palpable la
identidad de las mujeres musulmanas en contextos transformadores”30. En este
mismo sentido, en El Velo elegido se eleva también la voz de la socióloga turca
Tülay Umayque defiende el uso del velado como símbolo de reivindicación de los
derechos no sólo de las musulmanas sino de las mujeres, llamando la atención
sobre la postura conforme a la cual “ponerse un hiyab en Europa es una forma de
resistir”, una forma de resistencia a la cultura dominante, sin que ello suponga una
contradicción con la decisión de otras mujeres arabo-musulmanas de no llevarlo.
Entrevistada por Andrea Pérez, la periodista e integrante del grupo Red Mu-
sulmanas, Briggite Vasallo, intenta romper también con ese estereotipo occidental
de la mujer musulmana sumisa, defendiendo la rebeldía de muchas de estas muje-
res que a través de su indumentaria ponen en jaque el racismo imperante en estos
Estados. Esto le hace reflexionar sobre el “burkini” como un término tendencioso
29
SILVA, A., “Asma Lambrabet: Las mujeres musulmanas tenemos derecho a tener nuestro modelo de
feminismo”, Secretolivo, 2014, URL: https://secretolivo.com/index.php/2014/09/26/asma-lamrabet-las-
mujeres-musulmanas-tenemos-derecho-tener-nuestro-modelo-de-feminismo (Consultado el 31 de oc-
tubre de 2017).
30
DE BOTTON, L.; PUIGVERT, L.; TALEB, F., op.cit., p. 50.
Cuando las culturas se escriben sobre el cuerpo de las mujeres... 25
que llevar a malinterpretaciones, ya que “hace una correlación mental fácil y bas-
tante estrafalaria entre un bañador, un burka y los talibanes”31. Sin embargo, Ha-
llar Abderrahaman, trabajadora social además de activista, califica al “burkini”
como un “simple bañador”, cuyo uso no es exclusivo de las mujeres de la comuni-
dad musulmana, y no entiende cómo una prenda de baño pegada al cuerpo puede
entenderse como generadora de problemas de seguridad ciudadana32.
La periodista independiente Amanda Figueras en su artículo “La lógica de
Cannes: imponer el burkini está mal, pero prohibirlo está bien”33, afirma que esta
prohibición no sólo menosprecia la agencia de las mujeres musulmanas de decidir
sobre su propio cuerpo y su vestimenta, sino sus creencias íntimas y personales.
Por tanto, para Figueras esta restricción atenta contra los derechos humanos, en la
medida en que además de ser una discriminación por identidad de género, también
lo es por creencias religiosas, por lo que se trata de una medida patriarcal, etnocén-
trica e islamófoba. En esta misma línea que defiende la voluntariedad del velado,
Fátima Tahiri Simouh (investigadora en Estudios interdisciplinares de género de la
Universidad Autónoma de Madrid) insiste en que el germen, tanto de la prohibi-
ción como de la imposición, es “la dominación del cuerpo de la mujer para definir
la identidad de un grupo, una región o una ideología”34. Para ella, el uso del hiyab
de forma voluntaria no es más que el reflejo de un nuevo proceso de construcción
identitaria, llevado a cabo por ciertas mujeres musulmanas ciudadanas de países
occidentales e hijas de la diáspora, que buscan una identidad que concilie su reli-
gión y su ciudadanía, el ser musulmana y occidental.
Sin embargo, aún hay un argumento que ha sido especialmente relevante para
algunas activistas: la conexión entre la religiosidad y la autoconstrucción identita-
ria no sólo de las mujeres sino del Islam, en una línea que no opone Islam y Mo-
dernidad sino que los reconcilia en formas críticas y originales. Esta es la postura
de Asma Lamrabet, que plantea como una necesidad de que las mujeres musulma-
nas desarrollen una crítica a los conceptos de modernidad y emancipación, tal y
como éstos se entienden desde la lógica hegemónica universalista, los cuales,
además, han sido manipulados en respuesta a unas estrategias geopolíticas deter-
minadas. Pero una parte de este proceso de revisión crítica, según Asma Lamrabet,
debe incluir el cuestionamiento y la búsqueda de interpretaciones más justas y
consensuadas de los textos religiosos, precisamente porque (como se puede dedu-
cir de la cuestión del velado) estos textos no pueden entenderse de forma fija, ce-
rrada y absoluta, sino que su interpretación puede ser más abierta y diversa de lo
31
PÉREZ, A., op.cit.
32
PÉREZ, A., “La prohibición del burkini choca con la crítica feminista”, Eldiario.es, 18/08/2016.
33
FIGUERAS, A. “La lógica de Cannes: imponer el burkini está mal, pero prohibirlo está bien”, El espa-
ñol, 15/08/2016, URL: http://www.elespanol.com/mundo/europa/20160815/148115189_13.html (Con-
sultado el 31 de octubre de 2017).
34
TAHIRI SIMOUH, F. (2015) “Más allá del hiyab fashion”, WebIslam 15/07/2015, URL:
http://www.webislam.com/articulos/101190 mas_alla_del_hiyab_fashion.html (Consultado el 31 de
octubre de 2017).
26 Mónica Cornejo / Julia Heredero
que se afirma desde el las posturas más difundidas en las últimas décadas, espe-
cialmente bajo la influencia del salafismo y su reinterpretación de la tradición.
Para Lamrabet “nadie tiene el derecho de cerrar la interpretación de un mensaje
espiritual”35 y por ello pide una democratización de la interpretación de los textos
religiosos musulmanes que acabe con el monopolio androcéntrico de las institu-
ciones religiosas sobre la espiritualidad y la práctica de este sistema de creencias.
Esta postura de Asma Lamrabet plantea una crítica crucial al feminismo occi-
dental en la línea de Saba Mahmood y Lila Abu Lughod. Lamrabet plantea que la
exégesis feminista en el Islam se lleve a cabo por las mujeres musulmanas y desde
dentro de sus comunidades, es decir, desde su posición dentro de su comunidad
aunque criticando, de forma constructiva, las tradiciones misóginas. Este posicio-
namiento intenta mantener las singularidades y especificidades culturales (no mi-
sóginas) de estas mujeres a las que el imaginario eurocéntrico de algunos femi-
nismos no ha reconocido o no ha valorado. Directamente, la autora denuncia la
falta de consideración de la opinión de las mujeres musulmanas que piden tener
una voz propia y hablar en su propio nombre al querer hablar en su nombre, po-
niendo en práctica su propio modelo de feminismo y reivindicando que las teorías
y prácticas feministas tengan la capacidad de adecuarse al contexto de cada comu-
nidad de mujeres. Con esta postura, de nuevo, fortalece la conexión entre religio-
sidad y construcción identitaria así como reivindica la capacidad del argumento
islámico para luchar por la igualdad para las mujeres.
mujeres que hace que a la mujer se le vea sólo como sexo, sin identidad. En esta
lógica, el velado como práctica reivindicativa de la identidad, de la pertenencia a
una religión, y como emancipadora de las mujeres, no habría hecho más que apar-
tar al feminismo de la crítica social del mundo islámico. Tamzali sostiene que este
tipo de reivindicaciones identitarias y religiosas, solo son aceptables cuando no
promueven la desigualdad entre los sexos, pero éste es precisamente el caso del
uso del velo, en su opinión. Como consecuencia, condena la recodificación actual
del velado en términos reivindicativos, alegando que estas “las jóvenes” no debe-
rían haber “escogido símbolos violentamente antifeministas para expresar su ma-
lestar”39. Su crítica es inequívoca: el velado es una postura ideológica y política a
combatir en la medida en que es un atributo religioso con una lógica patriarcal que
el feminismo tiene como objeto deconstruir, de manera que el uso del velo, en
tanto acto político, debe combatirse con otro acto político.
La crítica de Tamzali también pone en jaque el acomodo que las posturas pro-
velo han encontrado en la progresía liberal occidental, preocupada por los valores
del multiculturalismo y la convivencia entre convicciones y culturas. Desde su
punto de vista, la inesperada alianza entre los intelectuales europeos y el salafismo
han dejado fuera de juego al feminismo y han abierto la puerta a la europeización
del velado de las mujeres. Tamzali denuncia la frivolidad con la que algunos pro-
gresistas occidentales analizan la cuestión del velado como una mera moda pasaje-
ra, sin consecuencias transcendentes y critica especialmente a las corrientes antro-
pológicas culturales que justifican las prácticas que atentan contra la integridad del
cuerpo de las mujeres, así como a la argumentación de muchos académicos euro-
peos que se posicionan de forma ambigua sobre el velado, tan solo refiriéndose a
la libertad de velarse, sin expresar de forma clara su posición respecto al hecho
concreto de velado. Apoyándose en las palabras de Chahdortt Djavann, exiliada
iraní, identifica el velo asemejándolo al maltrato, siendo éste “la bandera del isla-
mismo, la estrella amarilla de la condición femenina”40.
Tamzali también critica duramente al feminismo islámico denunciando el papel
que las conversas europeas han tenido en este nuevo movimiento. Para Tamzali,
este movimiento carece de toda conciencia histórica del pensamiento islámico, así
como de las luchas por la libertad de las mujeres en los países de cultura musul-
mana, e incluso de las premisas básicas del pensamiento feminista en general. Pero
para la autora, lo más grave es su ceguera ante “la condición de las mujeres en los
países que utilizan el islam como fuente de derecho, es decir, todos los países ára-
bes y buena parte de los de Asia y África”41. En este sentido, considera el femi-
nismo islámico como una impostura, un oxímoron, una corriente ideológica ampa-
39
TAMZALI, W. op.cit., p. 35.
40
TAMZALI, W. op.cit., p. 33.
41
TAMZALI, W. op.cit., p. 44.
28 Mónica Cornejo / Julia Heredero
42
TAMZALI, W. op.cit., p. 23.
43
MARTÍN, I.J., “Mujeres musulmanas contra el 'burkini': "Es una falsa libertad", El Mundo, 26/08/2016
URL: http://www.elmundo.es/sociedad/2016/08/26/57bf31f222601dab718b45bc.html (Consultado el
31 de octubre de 2017).
44
TOPPER, I.U., “El burkini: la traición”, M’ Sur, 03/09/2016, URL: http://msur.es/2016/09/03/topper-
burkini-traicion (Consultado el 31 de octubre de 2017).
Cuando las culturas se escriben sobre el cuerpo de las mujeres... 29
Wassyla Tamzali, Bramón recuerda en una entrevista45 que cuando visitó Egipto
en 1965 apenas se veían mujeres veladas, mientras que hoy en día lo que es difícil
es encontrar a mujeres que no lleven velo. Esta vuelta al uso de estas prendas la
considera un empeoramiento de la situación de las mujeres, que según ella, no es
por razones ideológicas, sino que este nuevo proceso responde a una lógica de
imitación de la moda del velado de las mujeres de Arabia Saudí con alto poder
adquisitivo. Aunque pudiera entenderse como un símbolo de status, Bramón ad-
vierte que, en su opinión, lo más grave es el retroceso ideológico en la considera-
ción de las mujeres y, afirma, “hay que sacar los velos de las mentes, no de los
cuerpos”. Sin embargo, la postura de Bramón también advierte del perjuicio que la
propia prohibición ha supuesto al traer como resultado una respuesta de radicaliza-
ción de aquellas mujeres que optan por el uso del velado, trayendo como conse-
cuencia contraproducente el aumento del uso de estas prendas en las calles. Frente
a la prohibición directa, Bramón considera que la educación debería establecerse
antes de la prohibición, y señala críticamente que las discusiones sobre cómo tie-
nen que vestir las mujeres se estén dando en contextos como los parlamentos na-
cionales europeos, compuestos por una amplia mayoría de hombres.
5. A MODO DE CONCLUSIÓN
Para concluir este análisis cabe resaltar unas últimas consideraciones. Como se
ha podido deducir de esta última parte que ha dado voz a las diferentes posturas de
mujeres activistas, las prendas de las que estamos hablando no significan lo mismo
para todas las culturas, pero ni si quiera para todas las personas de una misma
cultura, así como tampoco a lo largo de la Historia. Hemos visto cómo ese mismo
tipo de prenda para algunas mujeres es actualmente un símbolo de reivindicación
de una identidad religiosa en un contexto hostil a ese sistema de creencias, mien-
tras que para otras fue un símbolo de represión, habiéndose convertido ahora en
una forma de sexualización del cuerpo de las mujeres que no tiene que ver necesa-
riamente con lo religioso y sí con las tradiciones (incluidas las formas tradiciona-
les de interpretar las fuentes religiosas).
En este sentido, la vestimenta como símbolo de una creencia o de una identidad
experimenta procesos de significación y resignificación que responden a necesida-
des, ideologías o reivindicaciones diversas y cambiantes. Así, el carácter transfor-
mador y maleable de este tipo de símbolos nos puede ayudar a entender los proce-
sos y reacciones que se están dando en las comunidades de mujeres musulmanas.
Si entendemos estos procesos y cambios como inamovibles e imposibles de des-
contextualizar y resignificar estaremos perdiendo una clave fundamental para en-
tenderlos. Sin embargo, lo que sí parece más resistente al cambio (y aparentemente
inamovible) es la consideración del cuerpo de las mujeres como el escenario sim-
45
ALEJOS, N., “Dolors Bramón. La prohibición del velo no es buena porque provoca posturas más
radicales”, El Diario de Navarra, 18/02/2014.
30 Mónica Cornejo / Julia Heredero
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