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1

Capítulo VI
La Iglesia de América Latina frente a la realidad social de nuestro
continente

Introducción
1. I Conferencia General de Río de Janeiro (1955)
2. II Conferencia General de Medellín (1968)
2.1. Contexto eclesial y sociopolítico
2.2. Metodología y documentos
2.3. Principales aportes
2.3.1. Lectura teológica pastoral de la realidad social
2.3.2. Liberación y desarrollo
2.3.3. La justicia, la paz y la violencia
3. III Conferencia General de Puebla (1979)
3.1. Contexto eclesial y sociopolítico
3.2. Lectura ética de la realidad
3.2.1. Motivación de esta lectura
3.2.2. Descripción y causas de la realidad
3.3. Cuestiones relevantes de ética social
3.3.1. La dignidad de la persona y los derechos humanos
3.3.2. Las ideologías
3.3.3. La política
3.3.4. La liberación y el desarrollo integral
4. IV Conferencia General de Santo Domingo (1992
4.1. Contexto eclesial y sociopolítico
4..2. Principales contenidos
4.2.1. Desarrollo humano y evangelización
4.2.2. Temas de D.S.I. en Santo Domingo
5, V Conferencia General Aparecida (2007)
5.1. Contexto eclesial y sociopolítico
5.2. Algunos temas sociales abordados por Aparecida
5.2.1. Promoción de la justicia y anuncio del evangelio
5.2.2. La globalización, característica de nuestro tiempo
5.2.3 El bien común global pasa por respetar y conservar la naturaleza
6. Opción por los pobres en Medellín, Puebla y Aparecida
6.1. Los pobres y la pobreza en Medellín
6.1.1. Relevancia del tema
6.1.2. Realidad de los pobres
6.1.3. Tipos de pobreza y su interrelación
6.1.4. Opción por los pobres
6.2. La opción por los pobres en Puebla
6.2.1. Continuidad con Medellín
6.2.2. Realidad de los pobres
6.2.3. Fundamentación de esta opción
6.2.4. Compromisos implicados en esta opción
6.3. La opción por los pobres en Aparecida
6.3.1. Continuidad y reafirmación de las anteriores Conferencias
6.3.2. Fundamento Cristológico de esta opción
6.3.3. Implicaciones de la opción por los pobres
6.4. Conclusión
2

Lo que abarca el estudio y profundización de la D.S.I. en el Magisterio Latinoamericano es


de una amplitud y riqueza tal que desborda completamente las pretensiones de este libro.
Hasta 1965, fin del Concilio Vaticano II, por indicar una fecha significativa, ya seria
interesantísimo rastrear las orientaciones, enseñanzas y emprendimientos de la Jerarquía en
el orden de lo social.
A partir de esa fecha el material documental sobre el tema es impresionantemente extenso.
Muchos obispos (a veces en unión con los presbiterios), Conferencias Episcopales y
Asambleas Generales de A. Latina han reflexionado sobre la realidad social de nuestro
continente y nos han legado importantísimos aportes al respecto. Solamente la Iglesia
Paraguaya ha producido en este sentido documentos valiosos no siempre suficientemente
reflexionados y llevados a la práctica.
Por eso en este capítulo vamos a limitarnos a resaltar algunos de los aspectos más
relevantes que pusieron sobre el tapete las cinco Conferencias Generales del Episcopado
Latinoamericano que se han desarrollado desde 1955 hasta el 2007.

1. I Conferencia General de Río de Janeiro (1955)

En el año 1955 se reúne en Río de Janeiro, convocado por el Papa Pio XII, el Episcopado
Latinoamericano en lo que fue la Primera Conferencia General de dicho colectivo.
En la Carta convocatoria el Papa habla:
- De la importancia numérica y cualitativa del catolicismo latinoamericano.
- Del problema grave de la escasez de Clero.
- De la importancia de la emigración en A. L. y la atención que dicho fenómeno social
merece por parte de la Iglesia.
- La importancia de difundir la Doctrina Social de la Iglesia.

En el Documento conclusivo de dicha conferencia los Obispos señalan:


- La situación de pobreza y desigualdad de su situación social que pone en peligro la paz de
las naciones.
"El Panorama social presentado por el continente latinoamericano nos permite advertir que,
no obstante la acumulación de bienes que depositó en él la Providencia para beneficio de
sus pobladores, no todos disfrutan igualmente de tan rico tesoro, ya que muchos de sus
habitantes, especialmente entre los trabajadores del campo y de la ciudad, viven en
situación angustiosa. Tan deplorable condición de vida material, que evidentemente pone
en peligro el bienestar general de las naciones y su progreso, repercute forzosa e
inevitablemente en la vida espiritual de esta numerosa población"1
- Hablan también de la necesidad de difundir la Doctrina Social de la Iglesia como forma
concreta de iluminar y formar a los cristianos.

1 "Fe cristiana y compromiso social". Departamento social del CELAM. Lima. 1981. Pag. 400.
3

- Señalan la necesidad de comprometerse en favor de los más pobres.


"El pensamiento cristiano, según las enseñanzas pontificias considera como elemento
importantísimo la elevación de las clases necesitadas, empresa enérgica y generosa que
aparece a todo discípulo de Cristo no solo como un progreso temporal, sino como
cumplimiento de un deber moral. Para eso se requiere la acción"2

2. I I Conferencia General de Medellín (1968)

2.1. Contexto eclesial y sociopolítico

En la ciudad colombiana de Medellín se lleva a cabo una reunión del Episcopado


latinoamericano llamada a tener grandísmas repercusiones en toda la Iglesia de nuestro
continente. Hacía tres años que había terminado en Roma el Concilio Vaticano II y toda la
Iglesia estaba realizando con entusiasmo y esperanza profundos cambios. Esta Conferencia
va a significar para la Iglesia latinoamericana como un gran Concilio Continental. Durante
los años posteriores en toda la Iglesia latinoamericana se trabajará en base a sus
documentos. La Iglesia del Paraguay, como fruto de esta Conferencia durante los años
siguientes va experimentar una renovación, movilización y esfuerzo mancomunado de toda
la comunidad eclesial como nunca se ha conocido. Y hemos de observar que nos
encontramos en plena y dura dictadura Strossnista.
Por estos años frente al avance de ciertas tendencias populistas, emergen sistemas
neofascistas, inspirados en las experiencias europeas o en las ideas de la Seguridad
Nacional que configurarán la Doctrina del mismo nombre.
Por otro lado, en el campo económico, se extiende la economía extractiva y depredatoria,
en cuanto aparecen las primeras tentativas de industrialización, que permitirán iniciar un
modelo de sustitución de importaciones. Aumenta la penetración del capital extranjero por
la actuación creciente de las grandes empresas transnacionales.
Un hecho se impone a una observación panorámica de nuestro continente: la sorprendente
estabilidad de sus estructuras sociales. Ninguna de aquellas transformaciones afectaron
seriamente la situación de injusticia estructural que marcaba la condición social
latinoamericana. La situación de muchos sectores del pueblo latinoamericano era peor que
la situación de los esclavos en épocas anteriores.3

2.2. Metodología y documentos

Las conclusiones de Medellín están contenidas en 16 documentos, con una metodología de


presentación común a todos: descripción de la situación, una reflexión doctrinal y una
proyección pastoral (ver, juzgar, actuar). Los documentos están agrupados en tres grandes
áreas:
2
O. c., p. 401
3
O. c., p. 402-403
4

- Area de promoción del hombre y de los pueblos hacia los valores de la justicia, la paz,
la educación y la justicia (1. Justicia. 2. Paz. 3. Familia y demografía. 4. Educación. 5.
Juventud.)
- Area correspondiente a la necesidad de una adaptada evangelización y maduración en
la fe de los pueblos y sus elites a través de la catequesis y la liturgia (6. Pastoral popular. 7.
Pastoral de elites. 8. Catequesis. 9. Liturgia).
- Area que trata de los problemas relativos a los miembros de la Iglesia, que requieren
intensificar su unidad y acción pastoral a través de estructuras visibles, también adaptadas a
las nuevas condiciones del continente. (10. Movimientos laicos. 11. sacerdotes. 12.
Religiosos. 13. Formación del clero. 14. La pobreza de la Iglesia. 15. Pastoral de conjunto.
16. Medios de comunicación social).

2.3. Principales aportes

2.3.1. Lectura teológico pastoral de la realidad social

El Concilio Vaticano II exhorta que "el Pueblo de Dios, movido por la fe, que le impulsa a
creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir
en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus
contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios" (G.S. 11).
La Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Medellín,
entre el 26 de agosto y el 6 de setiembre de 1968, es justamente un esfuerzo episcopal de
discernir los signos de los tiempos en el continente.
"América Latina está evidentemente bajo el signo de la transformación y el desarrollo...
Percibimos aquí los preanuncios en la dolorosa gestación de una nueva civilización. No
podemos dejar de interpretar este gigantesco esfuerzo por una rápida transformación y
desarrollo como un evidente signo del Espíritu que conduce la historia de los hombres y de
los pueblos hacia su vocación" (Introducción, 4)
"El hecho de que la transformación a que asiste nuestro continente alcance con su impacto
la totalidad del hombre se presenta como un signo y una exigencia. No podemos los
cristianos dejar de presentir la presencia de Dios, que quiere salvar al hombre entero, alma
y cuerpo. ... Cristo, activamente presente en nuestra historia, anticipa su gesto escatológico
no sólo en el anhelo impaciente del hombre por su total redención, sino también en aquellas
conquistas que, como signos pronosticadores, va logrando el hombre a través de una
actividad realizada en el amor" (Introducción, 5).
Medellín nos enseña y nos invita a ejercitar la fe y el compromiso cristiano a partir de la
realidad, de los acontecimientos de nuestros pueblos.
Entre esos acontecimientos Medellín señala tres de capital importancia:
a) La existencia de "tremendas injusticias sociales... que mantienen a la mayoría de
nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana
5

miseria" (Pobreza, 1). En otros términos "el subdesarrollo latinoamericano como injusta
situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz" (Paz, 1).4
b) La situación de injusticia reflejada en estructuras sociales que impiden la realización
de las personas. "América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de
injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada cuando, por defecto de las
estructuras de la empresa industrial y agrícola, , de la economía nacional e
internacional, de la vida cultural y política, poblaciones enteras faltas de lo necesario,
viven en una tal dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo mismo
que toda posibilidad de promoción cultural y de participación en la vida social y
política, violándose así derechos fundamentales" (Paz, 16).
c) La toma de conciencia de los pobres sobre estas situaciones y su anhelo de liberación.
(Mov. Laicos, 2; Paz, 7).
Esto supone para la vida y el compromiso cristianos una nueva forma de experimentar la
realidad y a la vez, y esto es de suma importancia, una nueva espiritualidad que implica:
a. Seriedad frente a la realidad. La cultura, la economía, la política... son dimensiones
de la persona, mediaciones de la acción de Dios; a través de ellas, también, Dios invita,
llama, urge y salva. Por lo tanto no se pueden tomar a la ligera, como si no interesaran,
como algo extrínseco a la salvación cristiana, o como no dignas de una consideración
más que superficial.
b. Discernir en la realidad social aquellas señales y signos que indican la presencia de
Dios, las semillas del Reino. Convertir la realidad temporal en uno de los lugares donde
Dios se revela y desde el que Dios nos llama a conversión y compromiso. "Así como
otrora Israel, el Primer Pueblo, experimentaba la presencia salvífica de Dios cuando lo
liberaba de la opresión de Egipto, cuando lo hacía pasar el mar y lo conducía hacia la
tierra de la promesa, así también nosotros, nuevo Pueblo de Dios, no podemos dejar de
sentir su paso que salva cuando se da el verdadero desarrollo que es el paso, para cada
uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas"
(Introducción, n. 6).
c. Sin confundir el progreso temporal y el Reino de Cristo superar toda dicotomía o
dualismo en el cristianismo. "Sin caer en confusiones o en identificaciones simplistas,
se debe manifestar siempre la unidad profunda que existe entre el proyecto salvífico de
Dios, realizado en Cristo, y las aspiraciones del hombre; entre la historia de la salvación
y la historia humana; entre la Iglesia, Pueblo de Dios, y las comunidades temporales;
entre la acción reveladora de Dios y la experiencia del hombre; entre los dones y
carisma sobrenaturales y los valores humanos" (Catequesis, 4). Porque la
evangelización "no puede ser atemporal ni ahistórica. En efecto, los signos de los
tiempos que en nuestro continente se expresan sobre todo en el orden social,
constituyen un lugar teológico e interpelaciones de Dios" (Past. Elites, 13).5
d. Vivir una fe encarnada, es decir, una respuesta a la llamada de Dios desde las
ambigüedades, los fracasos y las miserias de lo humano. En esta historia concreta
nuestra, Dios trabaja; por lo tanto, nosotros creemos que el Reino de Dios se va

4
Justicia, 1; Past. Conj., 1; Paz, 1; Juventud, 1.
5
Ver también: Introducción, 5; Justicia, 4,6; Paz, 24; Liturgia, 3,4,7; Catequesis, 6,17.
6

haciendo o impidiendo con nuestras acciones u omisiones en el campo de lo temporal y


humano.

2.3.2. Liberación y desarrollo

Medellín se refiere muchas veces a la situación de subdesarrollo que caracteriza a nuestro


continente y apunta hacia un desarrollo integral (Educación, 8) en la línea de la Populorum
Progressio. Sin embargo, Medellín analiza este hecho en el marco de la dependencia y del
colonialismo. Esta contextualización del subdesarrollo le lleva a poner énfasis en la
liberación, tema y concepto que comienza a adquirir carta de ciudadanía en la reflexión
teológica y pastoral de la Iglesia a partir de este momento.

Para Medellín liberación significará:


a. Una aspiración cada vez más sentida (Pobreza, 2).
b. La iniciativa de todas las liberaciones la tiene Dios en Cristo (Justicia, 3,1 y 4,1).
c. Debe de comenzar en el interior de cada persona y en la conversión a Dios y la
superación del pecado. "Para nuestra verdadera liberación, todos los hombres
necesitamos una profunda conversión a fin de que llegue a nosotros el Reino de justicia,
de amor y de paz. El origen de todo menosprecio del hombre, de toda injusticia, debe
ser buscado en el desequilibrio interior de la libertad humana, que necesitará siempre,
en la historia, una permanente labor de rectificación" (Justicia,3).
d. Debe de abarcar a todas las personas y a toda la persona: debe de ser integral. "En la
Historia de la Salvación la obra divina es una acción de liberación integral y de
promoción del hombre en toda su dimensión, que tiene como único móvil el amor"
(Justicia,4).
e. Implica la transformación de las estructuras injustas.
f. Forma parte de la misión de la Iglesia. (Educación, 1 y 9; Mov. Laicos, 9; Justicia, 3)
g. En síntesis, la auténtica liberación necesita de estructuras nuevas, sobre todo, de
hombres nuevos (Justicia, 3,2).

2.3.3. La justicia, la paz y la violencia


Dos documentos llevan justamente este título por lo que no es difícil calibrar la relevancia
que Medellín le da a estos temas.

La justicia
Para Medellín la injusticia tiene unas causas y consecuencias bien concretas y no solamente
esto, hace también una lectura teológica de esa realidad e indica que constituye una
situación de pecado: "Al hablar de una situación de injusticia nos referimos a aquellas
realidades que expresan una situación de pecado" (Paz, 1).
Estas situaciones de injusticia son:
7

- Tensiones entre clases y colonialismo interno reflejadas en diversas formas de


marginalidad, desigualdades excesivas entre las clases sociales, frustraciones crecientes,
formas de opresión de grupos y sectores dominantes, poder injustamente ejercido y
creciente toma de conciencia de los sectores oprimidos (Paz, 2 al 7).
- Tensiones internacionales y neocolonialismo externo que en el aspecto económico se
reflejan en "la distorsión creciente del comercio internacional, la fuga de capitales
económicos y humanos, la evasión de impuestos, el endeudamiento progresivo y los
monopolios internacionales" (Paz,9) y en el aspecto político en los imperialismos
ideológicos y en las intervenciones directas de potencias extranjeras" (Paz,10).
- Tensiones entre los piases de A.L. manifestadas sobre todo en un nacionalismo
exacerbado y en el armamentismo (Paz, 12,13).
Frente a esta situación la Iglesia no puede permanecer neutra porque "la búsqueda cristiana
de la justicia es una exigencia de la enseñanza bíblica" (Justicia, 5).
"Crear un orden social justo... es una tarea eminentemente cristiana" (Paz, 20). Medellín
señala un posible pecado de omisión y una tarea en orden a construir un orden social justo:
- Omisión culpable: "Son también responsables de la injusticia todos los que no actúan en
favor de la justicia con los medios de que disponen, y permanecen pasivos por temor a los
sacrificios y a los riesgos personales que implica toda acción audaz y verdaderamente
eficaz.
- Una tarea: "Frente a las tensiones que conspiran contra la paz... creemos que el
Episcopado latinoamericano no puede eximirse de asumir responsabilidades bien
concretas" (Paz, 20).

La paz y la violencia
Medellín señala tres notas que caracterizan la concepción cristiana de la paz:
a. "La paz es, ante todo, obra de justicia. Supone y exige la instauración de un orden
justo" (Paz, 14).
b. "La paz es un quehacer permanente... Una paz estática y aparente puede obtenerse con
el empleo de la fuerza; una paz auténtica implica lucha, capacidad inventiva, conquista
permanente" (Paz,14).
c. "La paz es fruto del amor, expresión de una real fraternidad entre los hombres:
fraternidad aportada por Cristo, Príncipe de la Paz, al reconciliar a todos los hombres
con el Padre" (Paz, 14).
d. Donde no hay condiciones de paz hay rechazo de Dios. "Donde se encuentran injustas
desigualdades sociales, económicas y culturales, hay un rechazo del don de la paz del
Señor; más aún, un rechazo del Señor mismo" (Paz, 14).
Sobre la realidad y el concepto de violencia Medellín hace unas aportaciones de suma
importancia:
a. Existe una violencia institucionalizada.
b. Frente a esta violencia es grande la tentación de superarla por la violencia
revolucionaria. "No hay que abusar de la paciencia de un pueblo que soporta durante
8

años una condición que difícilmente aceptarían quiénes tienen una mayor conciencia de
los derechos humanos" (Paz, 16).
c. Esta violencia siempre causa males gravísimos y, por lo tanto, no se justifica sino en
casos muy excepcionales.
d. Estos casos excepcionales los habia ya señalado la Populorum progresio (Paz, 19).
e. El cristiano es pacífico, no pacifista, en el sentido de no estar dispuesto a oponerse y
luchar contra el mal (Paz, 19).
f. Medellín opta por la acción del pueblo concientizado y organizado como camino hacia
la paz (Paz, 19).

3. III Conferencia General de Puebla (1979)

3.1. Contexto eclesial y sociopolítico


Esta Tercera Conferencia fue inaugurada en Puebla, México, el 28 de enero de 1979, con el
discurso de Juan Pablo II.
La Iglesia ha vivido años de enormes esfuerzos de renovación, de un compromiso heroico
con las masas empobrecidas y ha sufrido la muerte violenta de muchos de sus miembros
tanto obispos como sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de las más variadas regiones y
procedencias sociales. La mayoría eran sacerdotes, religiosos y laicos absolutamente
pacíficos, sacrificados y muy queridos por sus fieles como los casos de Rutilio Grande en
El Salvador (marzo del 77), Hector Gallego en Panamá (junio del 71), los cinco religiosos
palotinos irlandeses asesinados en Argentina en junio del 76... Incluso un Obispo en
Argentina Angelelli. En total son varias docenas de sacerdotes y cientos de laicos católicos
comprometidos los que fueron asesinados en los 15 años que anteceden a Puebla. Sin
contar las torturas, exilios, etc.
A nivel político en casi todos los países de América latina gobernaban regímenes militares
donde los derechos humanos eran sistemáticamente conculcados y apoyados militarmente
por los Estados Unidos e ideológicamente por la doctrina de la Seguridad Nacional. La
pobreza y la miseria se han agrandado con respecto a las descripciones de Medellín.
Dos corrientes de pensamiento que en estos momentos están teniendo un enorme influjo
son: en el campo social la teoría de la dependencia como explicación a la situación de
subdesarrollo que vive el continente y en el campo teológico la corriente de la Teología de
la Liberación.

3.2. Lectura ética de la realidad

3.2.1. Motivación de esta lectura

Los obispos dejan en claro el motivo que les impulsa a realizar una lectura de la realidad
del continente (15 y 16)
9

- La fe nos impulsa a discernir las interpelaciones de Dios en los signos de los tiempos
presentes en la historia,
- para dar testimonio, anunciar y promover las valores evangélicos de la comunión y de
la participación (211-219),
- y denunciar todo lo que va contra la filiación que tiene origen en Dios Padre y en la
fraternidad en Cristo Jesús,
- y esto no para causar desaliento, sino para estimular el cambio de las estructuras
injustas, queriendo ser voz "de quien no puede hablar o de quien es silenciado" (24).

3.2.3. Descripción y causas de la realidad

La descripción analítica de la realidad del continente destaca los aspectos negativos y los
aspectos positivos. Con respecto a lo negativo se señala (27-50; 55-62; 127-130; 834-840):
- En general, se constata un deterioro en el cuadro socio-político y económico y se afirma
que desde Medellín la situación se ha agravado en la mayoría de los países (487),
aumentando más y más la distancia entre los muchos que tienen poco y los pocos que
tienen mucho (Mensaje, 2).
- Se advierte una situación de injusticia y de violencia institucionalizada, donde existe un
atropello de la dignidad humana hasta los derechos más fundamentales (1261).
- Se resalta la falta de participación en las decisiones políticas y de respeto a la persona
humana (desapariciones, torturas, secuestros, terrorismo, inseguridad, etc.. (42 y 46).
- se constata la proliferación de regímenes de fuerza, con abuso de poder, represión
sistemática o selectiva, inspirados en la ideología de la Seguridad Nacional (42 y 49).
- estas situaciones se dan a veces en piases en que los gobernantes declaran ser cristianos
(24).
Se puede afirmar que en todo el documento se destacan la pobreza -en la cual se encuentra
la gran mayoría- y la violación constante de la dignidad humana (1135). Estas dos
preocupaciones se retoman en la cuarta parte (sobre la acción de la Iglesia en la sociedad
nacional, 1254-1293) y se plantea la necesidad de un compromiso por la justicia social
(para erradicar la pobreza) y una promoción de los derechos humanos (para que se respete
la dignidad humana).
Esta lectura ética de la realidad del continente no se contenta con la mera descripción, sino
busca las causas, plantea metas y fija prioridades.
Las causas señaladas, como raíces profundas de los hechos de marginación y de opresión,
son (63-70):
- la presencia de sistemas económicos que no tienen al hombre como centro de la
sociedad y que no realizan los cambios necesarios para la construcción de una sociedad
justa;
- la falta de integración entre los piases latinoamericanos y el fenómeno de la
dependencia económica, tecnológica, política y cultural;
10

- la falta de reformas estructurales en la agricultura, necesarias para permitir el acceso a


la tierra y a los medios que hagan posible un mejoramiento de la productividad y
comercialización;
- la crisis de valores morales que se expresa en la corrupción, el afán de lucro
desmedido, la carencia de sentido social, de justicia vivida y de solidaridad;
- en el fondo, existe un misterio de pecado.

3.3. Cuestiones relevantes de ética social

3.3.1. La dignidad de la persona y los derechos humanos

Ya en el discurso de apertura de Juan Pablo II le dio gran énfasis a estos dos aspectos.
Podemos decir que el tema de los derechos humanos entra a formar parte de las
preocupaciones más importantes de la Iglesia latinoamericana a partir de Puebla. Ya
Medellín había hablado sobre el tema pero Puebla lo va a hacer de una manera más
detenida, enérgica y clara.
Sobre la dignidad de la persona nada mejor que la reflexión de estos tres números del
documento de Puebla:
316. Es grave obligación nuestra proclamar, ante los hermanos de América Latina, la
dignidad que a todos, sin distinción alguna les es propia (Cfr. Gén. 1,26-28; 9,2-7; Eclo.
17,2-4; Sab. 9,2-3; Sal. 8,5-9) y que sin embargo vemos conculcadas tantas veces en
forma extrema. A reivindicar tal dignidad nos mueve la revelación contenida en el
mensaje y en la persona misma de Jesucristo.
317. Profesamos, pues, que todo hombre y toda mujer (Cfr. Gál. 5,13-24) por más
insignificantes que parezcan, tienen en sí una nobleza inviolable que ellos mismos y los
demás deben respetar y hacer respetar sin condiciones; que toda vida humana merece
por sí misma, en cualquier circunstancia, su dignificación; que toda convivencia humana
tiene que fundarse en el bien común, consistente en la realización cada vez más fraterna
de la común dignidad, lo cual exige no instrumentalizar a unos en favor de otros y estar
dispuestos a sacrificar aun bienes particulares.
318. Condenamos todo menosprecio, reducción o atropello de las personas y de sus
derechos inalienables; todo atentado contra la vida humana, desde la oculta en el seno
materno, hasta la que se juzga como inútil y la que se está agotando en la ancianidad;
toda violación o degradación de la convivencia entre los individuos, los grupos sociales
y las naciones.

La Iglesia exige la vigencia y respeto en el continente de los siguientes derechos (1271-


1273):
Derechos individuales: derecho a la vida (a nacer, a la procreación responsable), a la
integridad física y síquica, a la protección legal, a la libertad religiosa, a la libertad de
opinión, a la participación en los bienes y servicios, a construir su propio destino, al acceso
a la propiedad y a otras formas de dominio privado sobre los bienes exteriores.
11

Derechos sociales: derecho a la educación, a la asociación, al trabajo, a la vivienda, a la


salud, a la recreación, al desarrollo, al buen gobierno, a la libertad y justicia social, a la
participación en las decisiones que conciernen al pueblo y a las naciones.
Derechos emergentes: derecho a la propia imagen, a la buena fama, a la privacidad, a la
información y expresión objetiva, a la objeción de conciencia y a una visión propia del
mundo.
La defensa y promoción de los derechos humanos es para Puebla parte de la misión
evangelizadora de la Iglesia y una forma de servir a los sin voz:
"La realización de la persona se obtiene gracias al ejercicio de los derechos fundamentales,
eficazmente reconocidos, tutelados y promovidos. Por eso la Iglesia tiene que ser voz de los
que no tienen voz... Frente a la situación de pecado surge por parte de la Iglesia el deber de
denuncia, que tiene que ser objetiva, valiente y evangélica... El enunciado de los derechos
fundamentales de la persona humana hoy y en el futuro, es y será parte indispensable de su
misión evangelizadora" (1268-1270).

3.3.2. Las ideologías

El documento de Puebla trata el tema de las ideologías de una manera amplia, realizando un
aporte importante al cuerpo de la Doctrina Social católica, particularmente en lo que se
refiere al tema de las ideologías en si mismas (535-562).
Encontramos la definición de ideología y las condiciones para que una ideología sea
legítima. Más aún, su necesidad "para el quehacer social, en cuanto son mediaciones para la
acción" (535).
Señala también los peligros de las ideologías, su "tendencia a absolutizar los intereses que
defiende y la mistificación (535).
Denuncia como falsas opciones para América Latina, tanto la del liberalismo capitalista
como la del colectivismo marxista. En su servicio por la promoción del continente
latinoamericano, siguiendo a Juan Pablo II, la Iglesia en Puebla "quiere mantenerse libre
frente a los opuestos sistemas, para optar solo por el hombre" (551). Recurre a la
antropología cristiana y no a las ideologías, porque en su propia doctrina la Iglesia
encuentra lo necesario para "amar, defender y colaborar en la liberación del hombre" (552).
Alienta a los cristianos al compromiso (553), pero sabiendo que para ser eficaces deben
integrarse a movimientos históricos nacidos de las ideologías, les recuerda que deben hacer
un discernimiento al respecto (554). Los católicos deben hacer un discernimiento en
comunión con los pastores, (555) conservando la doctrina y la vida cristiana (556, 1225 y
1253) y manteniendo el espíritu crítico en el seno de su militancia (557).
Dedica una atención especial a tres ideologías: La liberal capitalista (542), la marxista (543
y la de La seguridad Nacional (547).

3.3.3. La política
12

La Iglesia reclama una misión en lo político: "Debe discernir e iluminar desde el Evangelio
y su enseñanza social las situaciones, los sistemas, las ideologías y la vida política del
continente" (511). Varias razones fundamentan este deber y este derecho: "El cristianismo
debe evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida la dimensión política (515);
"La necesidad de la presencia de la Iglesia en lo político, proviene de lo más íntimo de la fe
cristiana: del señorío de Cristo" (516. También 517).
Desde esta perspectiva se comprende la critica a ciertas formas de vivir el cristianismo que
se cierran a reconocer la misión evangelizadora de la Iglesia en lo político. La Iglesia
"critica por esto, a quienes tienden a reducir el espacio de la fe a la vida personal o familiar,
excluyendo el orden profesional, económico, social y político, como si el pecado, el amor,
la oración y el perdón no tuviesen allí relevancia" (515. También 558).

Sentido de lo político
La Iglesia valora y acepta la política. "La fe cristiana no desprecia la actividad política; por
el contrario, la valoriza y la tiene en alta estima" (514. También 513).
El orden político, por su naturaleza, tiene una cierta autonomía. "La Iglesia reconoce la
debida autonomía de lo temporal lo que vale para los gobiernos, partidos, sindicatos y
demás grupos en el campo social y político" (519).

Puebla distingue dos sentidos de la política:


- en su sentido más amplio que mira al bien común, tanto en lo nacional como en el
internacional;
- en un sentido más restringido como "la realización concreta de esta taréa política que se
hace normalmente a través de grupos de ciudadanos que se proponen conseguir y ejercer el
poder político... En este sentido se puede hablar de "política de partido" (523).
- la política abarca una gran gama de actividades: votar, militancia política, ejercicio de
cargos públicos, etc... (791).

Roles y funciones de los cristianos en la política


Puebla distingue distintos roles para los cristianos: mientras que la militancia política es
reservada a los laicos, los religiosos, sacerdotes, obispos deben evitar ese compromiso,
aunque deben preocuparse por la política en cuanto que mira al bien común (521, 526-29).
Alentando a los comprometidos en la política, los obispos se dirigen a ellos en forma
particular: "Afirmamos la nobleza y dignidad del compromiso con una actividad orientada
a consolidar la concordia interior y la seguridad exterior, estimulando la acción sensible e
inteligente del político para la mejor conducción del Estado, para la consecución del bien
común y para la conciliación eficaz de la libertad, la justicia, y la igualdad en una genuina
sociedad participada" (1238).

3.3.4. La liberación
13

“En Medellín se despliega un proceso dinámico de liberación integral cuyos ecos positivos
recoge la EN y el Papa Juan Pablo II. Es un anuncio que urge a la Iglesia y que pertenece a
la entraña misma de una evangelización que tiende hacia la realización auténtica del
hombre” (480).
Distingue Puebla dos aspectos a tener en cuenta en el concepto de liberación:
Aparecen dos elementos complementarios e inseparables: la liberación de todas las
servidumbres del pecado personal y social, de todo lo que desgarra al hombre y a la
sociedad y que tiene su fuente en el egoísmo, en el misterio de iniquidad y de liberación
para el crecimiento progresivo en el ser, por la comunión con Dios y con los hombres que
culmina en la perfecta comunión del cielo, donde Dios es todo en todos y no habrá más
lágrimas (482).

Características de la liberación
“Es una liberación que se va realizando en la historia, la de nuestros pueblos y la nuestra
personal y que abarca las diferentes dimensiones de la existencia: lo social, lo político, lo
económico, lo cultural y el conjunto de sus relaciones. En todo esto ha de circular la riqueza
transformadora del Evangelio, con su aporte propio y específico, el cual hay que
salvaguardar” (483).
“Debe ponerse en claro que esta liberación se funda en los tres grandes pilares que el Papa
Juan Pablo II nos trazó como definida orientación: la verdad sobre Jesucristo, la verdad
sobre la Iglesia, la verdad sobre el hombre (484).
“Así, si no llegamos a la liberación del pecado con todas sus seducciones e idolatrías; si no
ayudamos a concretar la liberación que Cristo conquistó en la Cruz, mutilamos la liberación
de modo irreparable, también la mutilamos si olvidamos el eje de la evangelización
liberadora, que es la que transforma al hombre en sujeto de su propio desarrollo, individual
y comunitario. La mutilamos igualmente, si olvidamos la dependencia y las esclavitudes
que hieren derechos fundamentales que no son otorgados por gobiernos o instituciones por
poderosas que sean sino que tienen como autor al propio Creador y Padre (485).
“Es una liberación que sabe utilizar medios evangélicos, con su peculiar eficacia y que no
acude a ninguna clase de violencia ni a la dialéctica de la lucha de clases sino a la vigorosa
energía y acción de los cristianos, que movidos por el Espíritu, acuden a responder al
clamor de millones y millones de hermanos” (486).
“Los pastores de América Latina tenemos razones gravísimas para urgir la evangelización
liberadora, no sólo porque es necesario recordar el pecado individual y social, sino también
porque de Medellín para acá, la situación se ha agravado en la mayoría de nuestros países...
Nos alegra comprobar ejemplos numerosos de esfuerzos por vivir la evangelización
liberadora en su plenitud (487-488).

4. IV Conferencia General de Santo Domingo (1992)

La Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se celebró en los días


comprendidos entre el 12 y el 28 de Octubre de 1992 en la capital de la República
14

Dominicana coincidiendo con el quinto centenario de la evangelización del continente


americano. El documento final se articula en base a tres grandes temas: La Nueva
Evangelización, la Promoción humana y la Cultura cristiana.

4.1. Evangelización y promoción humana


Para Santo Domingo tiene una gran importancia la relación existente entre evangelización y
desarrollo humano. Jesucristo es el centro, el origen y el fin de la Evangelización.
Evangelizar es la misión propia de la Iglesia y por eso lanza en esta Asamblea el reto de
una Nueva Evangelización. Pero el seguimiento de Cristo y la aceptación de la Buena
Nueva del Evangelio tienen que traducirse en una manera particular de realizar y de
proyectar la vida personal y la vida de la comunidad. Precisamente uno de los mayores
pecados de los cristianos, repetidamente señalados por la Iglesia, es el divorcio que muchas
veces establecen entre la fe y la vida. La realidad económica, política, social, cultural,
familiar de muchos latinoamericanos y de muchos de nuestros países nos dicen que Cristo y
el Evangelio todavía no han calado en su ser. La Doctrina Social de la Iglesia, su
preocupación por lo social tienen ahí uno de sus elementos justificativos. Es necesario
sanar, servir y estar presente en lo social para que allí se encarnen los valores del Evangelio
y una vida con dignidad y abierta a Dios sea posible para todos.
“La nueva evangelización surge en América Latina como respuesta a los problemas que
presenta la realidad de un continente en el cual se da un divorcio entre fe y vida hasta
producir clamorosas situaciones de injusticia, de desigualdad social y violencia” (SD
24)
Por eso no es extraño que SD recuerde a los teólogos que parte de su misión es “impulsar el
trabajo en favor de la justicia social, los derechos humanos y la solidaridad con los más
pobres” (33d).
El Capítulo 2 de la segunda parte, que trata de temas propios de la DSI, no es, por lo tanto,
algo sin relación al gran tema del Documento: La Nueva Evangelización. El hecho de las
injusticias, la pobreza, la conculcación de los derechos humanos, las desigualdades
hirientes que se agravan cada día más son indicadores de este divorcio entre la fe y la vida,
de una evangelización incompleta.
“La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida cotidiana es una de las varias
causas que generan pobreza en nuestros países, porque los cristianos no han sabido
encontrar en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los
sectores responsables del liderazgo ideológico y de la organización de la convivencia
social, económica y política de nuestros pueblos. "En pueblos de arraigada fe cristiana se
han impuesto estructuras generadoras de injusticia" (DP 437), (161).

4.2. Temas de D.S.I. en Santo Domingo

Solamente enunciar los temas tratados por SD en el capítulo sobre la Promoción Humana
nos hace ver la importancia de su doctrina social: Derechos humanos, ecología, la tierra,
empobrecimiento y solidaridad, el trabajo, la movilidad humana, el orden democrático, el
nuevo orden económico, la integración latinoamericana, la familia.
15

Esta gran variedad de temas, en los que encontramos valiosas reflexiones y orientaciones
para el compromiso creyente podríamos agruparlos en cuatro grandes bloques temáticos:
a) La dignidad de la persona humana como fundamento de la defensa de sus derechos. Las
conclusiones hablan en forma hermosa de “proclamar el evangelio de los derechos
humanos” (165), expresión iluminadora si verdaderamente creemos en el Verbo Eterno
de Dios hecho carne en la historia y compartiendo con nosotros nuestro destino. La
encarnación de Cristo no solamente pone de relieve el inmenso amor del Padre hacia la
humanidad sino que también proclama y lleva a su más alta cima la dignidad de toda
persona humana.
b) La ecología y la tierra. Es un gran acierto y aporte de SD introducir la temática
ecológica y repensarla desde América Latina, continente de depredación sistemática de
nuestros recursos naturales; también el abordar el tema de la tierra desde las culturas
nativas de nuestros pueblos, tan distantes de la visión mercantilista de la tierra. Este
elemento cultural reformula el planteamiento mismo de la tierra como factor
económico. Hay un “valor” que la economía no puede medir y que es esencial para la
cosmovisión indígena; un valor, por otra parte, asociado al primer tema de la ecología.
c) Las personas particularmente golpeadas por nuestras estructuras injustas: los
empobrecidos, los trabajadores, los emigrantes. En estos grandes problemas sociales de
nuestro momento histórico se pone de manifiesto la importancia que tienen en la
generación de los mismos las estructuras de injusticia. Medellín y Puebla en este
aspecto, son referentes obligados para una cabal comprensión de los mismos. Este
grupo temático se relaciona íntimamente con los dos anteriores. Todos nuestros
compatriotas que viven en situaciones críticas de esta Patria Grande que es América y el
Caribe nos interpelan desde la fe en dos sentidos, por ser nuestros hermanos y por las
situaciones de injusticia e indignidad en que se encuentran. Situaciones que no son
queridas por Dios ni son producto de la fatalidad o el destino sino el resultado de
decisiones humanas que permiten o, pero todavía, contribuyen a la existencia de
estructuras sociales inadecuadas.
d) Las estructuras políticas, económicas e internacionales de integración latinoamericana.
Estos temas están muy relacionados con el momento actual de nuestro continente como
la democracia en lo político o el nuevo orden económico internacional en lo económico.
Con acierto se apunta que las amenazas de la democracia no provienen única ni
principalmente de afuera (golpes de estado, terrorismo político), sino desde dentro
como la “corrupción administrativa, distanciamientos de los liderazgos partidistas con
relación a los intereses de las bases y las reales necesidades de la comunidad; vacíos
programáticos y desatención de lo social y ético-cultural de parte de las organizaciones
partidistas; gobiernos elegidos por el pueblo, pero no orientados eficazmente al bien
común; mucho clientelismo político y populismo, pero poca participación” (192).
La unidad de los cuatro grupos temáticos se encuentra en la idea de la dignidad humana
revelada en Jesucristo que hace de todos los seres humanos los destinatarios sin exclusión
de los bienes de este mundo. En consecuencia, las situaciones de pobreza, trabajo
inexistente o mal remunerado, migración forzada y tantos flagelos sociales como azotan a
nuestro continente, no son de ninguna manera voluntad divina sino productos de una
historia concreta de la que formamos parte y somos responsables. Esas realidades nos
interpelan desde nuestra fe ya que nos están mostrando unas estructuras y realizaciones
16

totalmente inaceptables para quien se siente Hijo de Dios y hermano de toda persona
humana.

5, V Conferencia General Aparecida (2007)

5.1. Contexto eclesial y sociopolítico

La quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe se celebró del 13 al 31


de mayo de 2007 en la ciudad brasilera de Aparecida en el marco de un santuario mariano
que recibe a unos siete millones de peregrinos anualmente. La Iglesia católica ve
disminuida su presencia e influencia en Europa; en América Latina sufre una gran fuga de
sus miembros hacia iglesias cristianas evangélicas pero continua siendo muy viva y activa
en casi todos los países.
Se realiza esta Conferencia en un mundo marcado por el fenómeno de la globalización que
en su aspecto económico significa la preeminencia casi absoluta del mercado. También por
la presencia e influencia de las nuevas tecnologías de la informática y la comunicación que
transmiten simultanea y masivamente valores y nuevos modos de vida. El mundo vive una
situación de crisis, de cambio acelerado y profundo pero sin proyectos capaces de movilizar
voluntades e iniciar nuevos caminos, una crisis de identidad personal, colectiva e
institucional.
América Latina a nivel económico está teniendo uno de sus momentos más exitosos en
cuanto al crecimiento económico pero a la vez continúa siendo la región del mundo más
desigual y menos equitativa sin lograr que esa realidad cambie. La concentración de riqueza
en pocas manos y la distancia entre pobres y ricos aumenta cada vez más. A nivel político
ya no hay sistemas dictatoriales en el continente y se afianzan procesos democráticos en
casi todos los países. En América del Sur partidos socialistas con fuerte base popular han
accedido al poder (Brasil con Lula, Argentina con Kichner, Chile con Bachelet, Uruguay
con Tabaré Vazquez, Venezuela con Chavez, Ecuador con Correa, Nicaragua con Ortega,
Bolibia con Evo Morales)
La Conferencia de Aparecida reafirmó y reasumió la tradición católica latinoamericana y
caribeña. El texto final reafirmó y radicalizó la opción preferencial por los pobres; con
Medellín, reasumió las comunidades eclesiales de base (CEBs); retomó el método inductivo
de lectura de la Palabra revelada y de compromiso pastoral en sintonía con los desafíos de
la realidad, el método ver-juzgar-actuar (19); y reafirmó la necesidad de un cambio,
simultáneo, de la persona y las estructuras de la sociedad, como condición para una
sociedad justa.

5.2. Algunos temas sociales abordados por Aparecida

5.2.1. Promoción de la justicia y anuncio del Evangelio

¿Es misión de la Iglesia ocuparse de los problemas sociales, de aportar algo en los ámbitos
políticos, económicos, culturales? La promoción de la justicia, la solidaridad y compromiso
17

con los más pobres ¿es algo “añadido” al ser y quehacer religioso o forma parte de su
misma esencia?
En la DSI y en el magisterio social latinoamericano ha sido remarcada repetidamente la
íntima relación existente entre el ser y la misión de la Iglesia y su compromiso real,
práctico y efectivo por la promoción de la justicia y por la búsqueda de un orden social
cada día más humano. La conferencia de Aparecida recalcará esta nota y abrirá caminos
nuevos de reflexión y de compromiso.
“Para la Iglesia, el servicio de la caridad, igual que el anuncio de la Palabra y la celebración
de los sacramentos, “es expresión irrenunciable de la propia esencia” (399) “El amor se
muestra en las obras más que en las palabras… Los discípulos misioneros de Jesucristo
tenemos la tarea prioritaria de dar testimonio del amor a Dios y al prójimo con obras
concretas. Decía san Alberto Hurtado: “En nuestras obras, nuestro pueblo sabe que
comprendemos su dolor”. (386).
Este criterio y el de colaborar en la construcción del Reino de Dios obliga a la Iglesia a
trabajar por la justicia, por estructuras sociales donde la dignidad de la persona sea
promovida y respetada y hacer esto en colaboración con personas e instituciones de la
sociedad civil. “Ser discípulos de Jesucristo nos lleva a asumir evangélicamente y desde la
perspectiva del Reino las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser
humano... El amor de misericordia para con todos los que ven vulnerada su vida en
cualquiera de sus dimensiones, requiere que socorramos las necesidades urgentes, al mismo
tiempo que colaboremos con otros organismos o instituciones para organizar estructuras
más justas en los ámbitos nacionales e internacionales. Urge crear estructuras que
consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya
posibilidades para todos”. (385)

La misericordia, virtud cristiana por excelencia, debe de tener como horizonte y conducir a
la justicia social: “La misericordia siempre será necesaria, pero no debe contribuir a crear
círculos viciosos que sean funcionales a un sistema económico inicuo. Se requiere que las
obras de misericordia estén acompañas por la búsqueda de una verdadera justicia social,
que vaya elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos como sujetos de su
propio desarrollo. (386)

Es tan estrecha la relación entre la comunión con Dios y el compromiso por la justicia y el
mejoramiento de las estructuras sociales que la llamada a la santidad, nota de la vocación
cristiana, nunca debe de conducir a una huida u olvido de las mismas: “Vivir la santidad en
la misión lleva (al cristiano) al corazón del mundo. Por eso la santidad no es una fuga hacia
el intimismo o hacia el individualismo religioso, tampoco un abandono de la realidad
urgente de los grandes problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del
mundo y, mucho menos, una fuga de la realidad hacia un mundo exclusivamente espiritual.
(148)

5.2.2 La globalización, característica de nuestro tiempo

Más de 50 párrafos dedica Aparecida a la globalización que califica como el fenómeno


característico de nuestra época.
18

“Los pueblos de América Latina y el Caribe viven hoy una realidad marcada por grandes
cambios que afectan profundamente sus vidas” (33). “La novedad de estos cambios es que
tienen un alcance global… Habitualmente se los caracteriza como el fenómeno de la
globalización” (34)
Destaca Aparecida la complejidad del fenómeno de la globalización y a la vez la
preeminencia que tiene en la actualidad el aspecto económico de la misma. Aunque señala
que es un fenómeno que tiene aspectos positivos, en su aspecto económico presenta
muchos aspectos negativos. Algunos de estos son:
a) Concentración de poder y de riquezas en manos de pocos, no sólo de los recursos
físicos y monetarios, sino sobre todo de la información y de los recursos humanos
(62),
b) Aumento de las desigualdades que marcan tristemente nuestro continente y que
mantienen en la pobreza a una multitud de personas (62).
c) El subempleo, el desempleo, el trabajo informal y las condiciones laborales
precarias (71)
d) El empobrecimiento del campesinado (72)
e) La emigración (73).
f) Pobreza creciente cuyos rostros describe: comunidades indígenas y afroamericanas,
campesinos sin tierra, millones de personas y familias que viven en la miseria e
incluso pasan hambre…. (65)
g) La exclusión social. “Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los
sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y
opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su
misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo,
en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente
“explotados” sino “sobrantes” y “desechables” (65).
Aparecida destaca dos causas de este negativo desarrollo de la actual globalización, una de
tipo ético “la dinámica del mercado que absolutiza la eficacia y la productividad como
valores reguladores de todas las relaciones humanas” (61) y otra de tipo económico: “los
mecanismos del sistema financiero. La libertad concedida a las inversiones financieras
favorecen al capital especulativo, que no tiene incentivos para hacer inversiones
productivas de largo plazo, sino que busca el lucro inmediato en los negocios con títulos
públicos, monedas y derivados” (69).
“Por ello, frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado para promover
una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el
respeto a los derechos humanos, haciendo de América Latina y El Caribe no sólo el
Continente de la esperanza, sino también el Continente del amor” (64). En el número 406
indica algunos caminos que conducen a una globalización de la solidaridad y de la justicia
internacional:
a) Apoyar la participación de la sociedad civil,
b) Crear oportunidades para todos colocando como prioridad la creación de
oportunidades económicas para los sectores de la población tradicionalmente
marginados,
c) Promover una justa regulación de la economía, finanzas y comercio internacional,
d) Examinar atentamente los tratados intergubernamentales y otras negociaciones
respecto del libre comercio,
19

e) Poner en práctica los principios fundamentales de la ética como el bien común, la


subsidiariedad y la solidaridad.

5.2.3. El bien común global pasa por conservar y respetar la naturaleza

En tres lugares aborda directamente Aparecida el tema de la ecología y del calentamiento


global: al analizar la realidad de AL (83-87), al referirse al destino universal de los bienes
(125-126) y en el capítulo 9 (470-475). Encontramos en estos textos una afirmación sobre
el verdadero sentido de la naturaleza para el hombre, una denuncia y una urgente invitación
a asumir nuestras responsabilidades.
Significado de la naturaleza para la humanidad
“La naturaleza como una herencia gratuita que recibimos para proteger, como espacio
precioso para la convivencia humana y como responsabilidad cuidadosa del señorío del
hombre para bien de todos” (471).
Denuncia de la actual situación
“La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están
siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas, además de
haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias. Un ejemplo muy
importante en esta situación es la Amazonia” (84). “La devastación de nuestros bosques y
de la biodiversidad mediante una actitud depredatoria y egoísta, involucra la
responsabilidad moral de quienes la promueven, porque pone en peligro la vida de millones
de personas y en especial el hábitat de los campesinos e indígenas, quienes son expulsados
hacia las tierras de ladera y a las grandes ciudades para vivir hacinados en los cinturones de
miseria” (473)

Llamada a un compromiso por su conservación y respeto

“Ante la naturaleza amenazada, Jesús, que conocía el cuidado del Padre por las criaturas
que Él alimenta y embellece (cf. Lc 12, 28), nos convoca a cuidar la tierra para que brinde
abrigo y sustento a todos los hombres (cf. Gn 1, 29; 2, 15)” (113).

“Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las
realidades creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en
definitiva, contra la vida. El discípulo misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe
contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador”
(125).
“El Señor ha entregado el mundo para todos, para los de las generaciones presentes y
futuras. El destino universal de los bienes exige la solidaridad con la generación presente y
las futuras. Ya que los recursos son cada vez más limitados, su uso debe estar regulado
según un principio de justicia distributiva respetando el desarrollo sostenible” (126).
Aparecida nos propone en concreto:
a) Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la creación, sabiéndola
contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del
planeta.
20

b) Profundizar la presencia pastoral en las poblaciones más frágiles y amenazadas por


el desarrollo depredatorio, y apoyarlas en sus esfuerzos para lograr una equitativa
distribución de la tierra, del agua y de los espacios urbanos.
c) Buscar un modelo de desarrollo alternativo, integral y solidario, basado en una ética
que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y humana, que se
fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los
bienes, y que supere la lógica utilitarista e individualista, que no somete a criterios
éticos los poderes económicos y tecnológicos” (474)

6. Opción por los pobres en Medellín, Puebla y Aparecida

6.1. Los pobres y la pobreza en Medellín


6.1.1. Relevancia del tema
"Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que
no les llega de ninguna parte. "Nos estáis escuchando ahora, pero oímos el grito que sube
de vuestro sufrimiento" ha dicho el papa a los campesinos de Colombia" (14.2).
Medellín hace una clara opción por los pobres. La hace partiendo de ese clamor que la
experiencia humana, la cercanía con el pobre y la experiencia de Dios hacen descubrir en
toda su hondura. Los pobres están presentes en Medellín de tres formas:
a. Como lugar experiencial y teológico desde donde se elaboran los documentos. Leyendo
con detención los 16 mensajes notamos claramente que ellos están pensados y
elaborados, en gran medida, desde la experiencia, la vida y las esperanzas de los pobres.
b. En un documento específico que aborda directamente el tema de la pobreza y de los
pobres. (Pobreza de la Iglesia)
c. Esparcida a través de su introducción y de todas sus conclusiones finales en Medellín
existe una doctrina y unas orientaciones pastorales importantisimas acerca del ser y
quehacer de la Iglesia en su relación con los pobres.

6.1.2. Realidad de los pobres


Esta realidad es analizada y descrita en numerosas paginas de Medellín. No hay un lugar
donde explícitamente se proponga este objetivo pero a lo largo de sus paginas queda
bastante claro el concepto que sobre ella la Iglesia se ha ido formando. Señalemos tres
aspectos relevantes:
a. Aspecto cuantitativo. Los pobres conforman grandes sectores y grupos de nuestra
sociedad. Así Medellín se refiere al "contexto de pobreza... en que vive la gran mayoría
del pueblo latinoamericano" (14.3). También 14.1.
b. Características de esa pobreza. La situación de esa mayoría pobre (3.10), desvalida
(1.20) y necesitada (11.27) es descrita y caracterizada como:
- Miseria (1.1.1; 2.29; 14.1; 14.3.2) Indudablemente que con este concepto se están
refiriendo a la situación de aquellos sectores sociales que no alcanzan el mínimo
vital.
21

- Marginados (1.1.1; 3.10.c; 4.3; 12.13.e) Con ello se están indicando ya causas y
situaciones socioeconómicas que dejan fuera, que privan de sus beneficios a
sectores importantes. Destaca la "marginación cultural" (4.3) como una
"servidumbre inhumana".
- "Hecho colectivo", es decir, situación estructural. La pobreza es vista como
fenómeno social colectivo que tiene unas consecuencias en los pobres concretos
pero que no puede comprenderse desde la observación particular del pobre.
- Esta pobreza tiene unas causas, es decir, no es fruto del acaso o de situaciones
coyunturales. Sus causas son: "instituciones y sistemas económicos inhumanos"
(1.11.1), "abusos e injustas desigualdades" (2.23), "acciones injustas de naciones
poderosas" (2.32), "injusticias sociales existentes en A. Latina" (14.1). El nº 9 del
documento sobre la Paz está todo él dedicado a señalar y analizar estas causas:
"Analizamos solo aquellos factores que más influyen en el empobrecimiento global
y relativo de nuestros países...: distorsiones crecientes del comercio internacional...
Fuga de capitales económicos y humanos... Evasión de impuestos y fuga de
ganancias y dividendos... Endeudamiento progresivo... Monopolios internacionales
e imperialismo internacional del dinero".

6.1.3. Tipos de pobreza y su interrelacción (elementos teóricos)

Medellín ofrece, elementos valiosos acerca de la pobreza. ¿Que es? ¿Quien es pobre? ¿Hay
ricos que pueden a la vez desde el punto de vista humanitario o cristiano ser pobres? Para
esclarecer estos interrogantes es ya clásica y continúa siendo válida la distinción que hace
entre:
a. La pobreza como carencia de bienes de este mundo. La Iglesia denuncia esta pobreza y
el pecado que la engendra.
b. La pobreza espiritual como actitud de apertura a Dios, disponibilidad de quien todo lo
espera del Señor. Esta pobreza como infancia espiritual es predicada por la Iglesia.
c. La pobreza como compromiso, que asume, voluntariamente y por amor, la condición de
los necesitados de este mundo. La Iglesia se compromete en esta pobreza. (14.4; 14.5).
Para Medellín la relación entre estos tres tipos de pobreza es clara y llena de
consecuencias. En la persona de Cristo es donde, de modo ejemplar, se nos muestra esta
relación: "Vivió pobre y con los pobres, fue el "pobre de espíritu" por antonomasia y se
acercó y comprometió con los más pobres y desvalidos de su tiempo.

6.1.4. Opción por los pobres


"El episcopado latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias
sociales existentes en A. Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en una
dolorosa pobreza cercana en muchisimos casos a la inhumana pobreza" (14.1).
La Iglesia en Medellín hace una opción por el pobre que pondrá en marcha, a lo largo de
todo el continente, un movimiento teológico, espiritual y pastoral del que la Iglesia de
América Latina es hoy somos en gran parte herederos.
22

Los obispos fundamentan esta opción y la van concretando en compromisos y acciones


particulares a lo largo de todos los documentos.

a. Fundamentación
El nº 7 del documento sobre "Pobreza de la Iglesia" fundamenta el compromiso de la
Iglesia por el pobre en tres razones:
1. "La enseñanza de Jesús" (14.7). "Cristo, nuestro salvador, no solo amó a los pobres,
sino que "siendo rico se hizo pobre", vivió en la pobreza, centró su misión en el anuncio
a los pobres de su liberación y fundó su Iglesia, como signo de esa pobreza entre los
hombres" (14.4). El primer fundamento de esta opción es Cristo mismo, su persona, su
ejemplo, su acción, su palabra. La Iglesia hace esta opción porque es la Iglesia de
Cristo, llamada a continuar su obra.
2. "La situación angustiosa "de millones de pobres de A. Latina". "La Iglesia de A.
Latina, dadas las condiciones de pobreza y de subdesarrollo del continente, experimenta
la urgencia de traducir ese espíritu de pobreza en gestos, actitudes y normas que la
hagan un signo más lúcido y auténtico de su Señor. La pobreza de tantos hermanos
clama justicia, solidaridad, testimonio, compromiso, esfuerzo y superación para el
cumplimiento pleno de la misión salvífica encomendada a Cristo" (14.7.3).
3. "Las apremiantes exhortaciones del papa y del Concilio Vaticano II". Consecuencia de
las dos anteriores consideraciones: nuestra realidad y la persona de Jesús, es lógico que
el Papa y el Concilio hayan desarrollado toda una doctrina, iniciativas y compromisos
con los pobres. De ahí que el tercer fundamento que propone Medellín sea la enseñanza
social de los Papas y Concilios.
Frente a posibles manipulaciones de esta opción, ya sea para convertirla en elemento
ideológico a favor de posturas y proyectos políticos de izquierda, ya sea para achicar y
minusvalorar su alcance acusándola de “política” o de reducionista social, es provechoso
volver a explicitar esta trilogía que Medellín nos ofrece: Cristo, la misma realidad de los
pobres, la enseñanza de los papas y del Concilio. Sobre esos firmes pilares se asienta la
opción por los pobres que Medellín hizo y propuso a toda la Iglesia de nuestro continente.

b. Compromisos de esa opción


En varios lugares Medellín va indicando cauces a través de los cuales ese compromiso debe
concretarse. Entre ellos señala:
a. "Distribuir los esfuerzos y el personal apostólico de tal forma que de preferencia
efectiva a los sectores más pobres y necesitados y a los segregados por cualquier causa"
(14.9)
b. Asumiendo la denuncia de las situaciones de injusticia que generan la situación de
pobreza. "Las injustas desigualdades entre pobres y ricos" (2.23), "la acción injusta que
en el orden mundial llevan a cabo naciones poderosas contra la autodeterminación de
los pueblos débiles" (2.32; 14.10). En este orden hay una denuncia clara que la Iglesia
hará en contra del armamentismo: "la lucha contra la miseria es la verdadera guerra que
deben afrontar nuestras naciones" (2.29).
23

c. Ponerse al lado de los pobres. "Hacer nuestros sus problemas y sus luchas, saber hablar
por ellos" (14.10). Acercarse a su realidad y "prestar su ayuda para que los desvalidos
conozcan sus propios derechos y sepan hacer uso de ellos" (1.20). Hace un llamado
especias en este sentido a los religiosos para que "atiendan, eduquen, evangelicen y
promuevan sobre todo a las clases sociales marginadas" (12.13). Pone de relieve a la
vez el ejemplo de "obispos, sacerdotes y religiosos que viven llenos de privaciones y se
entregan con gran abnegación al servicio de los pobres" (14.3).
d. "Defender, según el mandato evangélico, los derechos de los pobres y oprimidos,
urgiendo a nuestros gobiernos y clases dirigentes para que eliminen todo cuanto
destruya la paz social: injusticias, inercia, venalidad, insensibilidad" (2.22)
e. Acompañar al pueblo en su esfuerzo por organizarse y por reivindicar sus derechos
(2.27).

6.2. La opción por los pobres en Puebla

6.2.1. Continuidad con Medellín

El reconocimiento de la validez de Medellín y la continuidad con él quedan muy


claramente expresadas en Puebla con todo lo que eso significa después de lo vivido en los
diez años que separan a una Conferencia de la otra..
"Volvemos a tomar, con renovada esperanza en la fuerza vivificante del Espíritu, la
posición de la II Conferencia General, que hizo una clara y profética opción preferencial y
solidaria por los pobres, no obstante las desviaciones e interpretaciones con que algunos
desvirtuaron el espíritu de Medellín, el desconocimiento y aún la hostilidad de otros"
(1134).
En el último número de este capítulo Puebla cierra su exposición reconociendo: "Con su
amor preferencial, pero no exclusivo por los pobres, la Iglesia presente en Medellín fue una
llamada a la esperanza hacia metas más cristianas y más humanas. La III Conferencia
Episcopal de Puebla quiere mantener viva esa llamada y abrir nuevos horizontes a la
esperanza" (1165). También nº 25.

6.2.2. Realidad de los pobres

Puebla al hablar de los pobres es claro a quienes hace referencia: los pobres que
injustamente carecen de los medios materiales de vida necesarios para una vida digna. Así
habla de "la situación de inhumana pobreza expresada en mortalidad infantil, falta de
vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo,
desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y desamparadas, etc.
(29). (Ver también la nota al nº 1135)
Puebla, a este respecto, ofrece una vívida descripción de la pobreza de las grandes mayorías
latinoamericanas al referirse a los rostros concretos en que esta pobreza se encarna a lo
largo y ancho de nuestro continente (nº 31-40):
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- "Rostros de niños golpeados por la pobreza desde antes de nacer"


- "Rostros de jóvenes desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad"
- "Rostros de indígenas que viviendo marginados y en condiciones inhumanas pueden ser
considerados los más pobres de entre los pobres"
- "Rostros de campesinos que como grupo social viven relegados en casi todo el
continente"
- "Rostros de obreros frecuentemente mal retribuidos"
- "Rostros de subempleados y desempleados"
- "Rostros de marginados y hacinados urbanos"
- "Rostros de ancianos frecuentemente marginados de la sociedad del progreso".
Sobre esta realidad de pobreza nos dice Puebla:
a. Que continúa siendo mayoría en nuestro continente. "La inmensa mayoría de nuestros
hermanos siguen viviendo en situación de pobreza y aún de miseria que se ha agravado"
(1135). Ver: 26, 28, 29, 1208 y 1260.
b. Que esta pobreza tiene unas causas estructurales y constituye una "injusticia
institucionalizada" (495, 509, 562).
"Al analizar más a fondo esta situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa
transitoria, sino que es el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y
políticas que originan ese estado de pobreza, aunque haya también otras causas de la
miseria. Estado interno en nuestros piases que encuentra en muchos casos su origen y
apoyo en "mecanismos que por encontrarse impregnados no de un auténtico humanismo,
sino de materialismo, producen a nivel internacional ricos cada vez más ricos a costa de
pobres cada vez más pobres" (30). También 1208, 1209.
En los números 63 al 70 Puebla señala las causas o raíces profundas de estos hechos:
- Sistemas económicos injustos.
- Falta de integración de nuestras naciones.
- La dependencia económica, tecnológica, política y cultural.
- La carrera armamentista.
- La falta de reformas estructurales en la agricultura
- La crisis de valores morales.
- El misterio del pecado.

6.2.3. Fundamentación de esta opción

Los fundamentos de la opción por el pobre, según Puebla, son de carácter teológico y, en
especial, cristológico.
Teológico ya que los pobres son amados por Dios, no porque sean buenos, sino porque son
víctimas de una situación injusta que hiere la dignidad humana y ante la cual Dios toma
postura. "Hechos a imagen y semejanza de Dios, para ser sus hijos, esta imagen está
ensombrecida y aún escarnecida. Por eso Dios toma su defensa y los ama" (1142).
Cristológicos ya que "el compromiso evangélico de la Iglesia debe ser como el de Cristo:
un compromiso con los más necesitados.
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La Iglesia no opta por los pobres porque sean una fuerza social o política. Tampoco porque
sean buenos y agradecidos. Opta por ellos como fruto de su seguimiento de Cristo. En sus
sufrimientos y angustias descubre, por la fe, el rostro sufriente de su fundador. De ahí que
Puebla nos diga:
- "Que la situación de extrema pobreza adquiere en la vida real rostros muy concretos en
los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo el Señor, que nos cuestiona
e interpela" (31).
- "Los pobres son los primeros destinatarios de la misión" (1142)
- "Su evangelización es por excelencia señal y prueba de la misión de Jesús" (1142,
1143).
- "El servicio a los pobres es la medida privilegiada aunque no excluyente, de nuestro
seguimiento de Cristo" (1145).
- La situación de pobreza de las grandes mayorías de nuestro pueblo constituye un
"escándalo" y una "ofensa" a Dios, una "situación de pecado social" (28).
-
6.2.4. Compromisos implicados en esta opción

Frente a la realidad de los pobres "la Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación...; el
deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que
sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización" (26).
Como se concreta este compromiso por la liberación? Puebla nos muestra varios caminos:
- Anunciar a los pobres a Cristo Salvador (1153).
- Denunciar las situaciones de injusticia que oprimen a los pobres (1159, 1160,1161).
- Apoyar las aspiraciones y organizaciones de los pobres (1162, 1163, 1164, 1137, 1220).

Criterios básicos de este compromiso


Es de suma importancia que este servicio al hermano vaya en la línea que nos marca el
Concilio Vaticano II:
a) cumplir antes que nada las exigencias de la justicia para no dar como ayuda
de caridad lo que ya se debe por razón de justicia;
b) suprimir las causas y no solo los efectos de los males;
c) organizar los auxilios de tal forma que quienes los reciben se vayan
liberando progresivamente de la dependencia externa y se vayan bastando
por si mismos" (1146).

6.3. La opción por los pobres en Aparecida

6.3.1. Continuidad y reafirmación de las anteriores Conferencias

Parecía en los años precedentes a Aparecida que esta opción pasaba a segundo plano en la
vida de la Iglesia ya que había sido objeto de no pocas suspicacias por parte de alguno de
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sus miembros. Los Obispos de América Latina y el C aribe en Aparecida no solo vuelven a
poner en primer plano esta opción sino que la consideran muy característica de nuestra
Iglesia y por ello necesitada de más actualización y traducción a obras y estilos concretos.
“La opción preferencial por los pobres es uno de los rasgos que marca la fisonomía de la
Iglesia latinoamericana y caribeña” (391).
“Nos comprometemos a trabajar para que nuestra Iglesia Latinoamericana y Caribeña siga
siendo, con mayor ahínco, compañera de camino de nuestros hermanos más pobres, incluso
hasta el martirio. Hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los
pobres hecha en las Conferencias anteriores (196).
“Asumiendo con nueva fuerza esta opción por los pobres, ponemos de manifiesto que todo
proceso evangelizador implica la promoción humana y la auténtica liberación “sin la cual
no es posible un orden justo en la sociedad” (399).

6.3.2. Fundamento Cristológico de esta opción

“Nuestra fe proclama que “Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del
hombre”. Por eso “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica
en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza. Esta
opción nace de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro
hermano (cf. Hb 2, 11-12).
De ahí que la celebración de la eucaristía nos tenga que conducir a descubrir la presencia de
Cristo entre los pobres y a compartir nuestros bienes con ellos: “La Eucaristía es el centro
vital del universo, capaz de saciar el hambre de vida y felicidad: “El que me coma vivirá
por mí” (Jn 6, 57)… Pero…, nos exigen un espíritu comunitario, abrir los ojos para
reconocerlo y servirlo en los más pobres: “En el más humilde encontramos a Jesús mismo.
Por eso san Juan Crisóstomo exhortaba: “¿Quieren en verdad honrar el cuerpo de Cristo?
No consientan que esté desnudo. No lo honren en el templo con manteles de seda mientras
afuera lo dejan pasar frío y desnudez” (354).
Por fundamentarse directamente en Cristo, en su vida, su persona y sus palabras esta opción
no es “opcional” para los cristianos, es ineludible y permanente. Así lo han entendido todos
los santos y grandes teólogos de la Iglesia

6.3.3. Implicaciones de la opción por los pobres

a) Descubrir a Cristo en el rostro de los pobres


“Si esta opción está implícita en la fe cristológica, los cristianos, como discípulos y
misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos,
el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: “Los rostros sufrientes de los pobres
son rostros sufrientes de Cristo”. Ellos interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la
pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que
ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo: “Cuanto lo
hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25, 40).
(393).
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Aparecida, mirando la realidad actual de nuestro continente nos señala alguno de estos
rostros, rostros de millones de pobres que sufren, viven y mueren a nuestro lado.
“Con especial atención y en continuidad con Puebla y Santo Domingo fijamos nuestra
mirada en los rostros de los nuevos excluidos: migrantes, víctimas de la violencia…” (402),
(65)

b) Cercanía con los pobres


“Es necesaria una actitud permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos y
evite toda actitud paternalista. Se nos pide dedicar tiempo a los pobres, prestarles una
amable atención, escucharlos con interés, acompañarlos en los momentos más difíciles,
eligiéndolos para compartir horas, semanas o años de nuestra vida, y buscando, desde ellos,
la transformación de su situación. No podemos olvidar que el mismo Jesús lo propuso con
su modo de actuar y con sus palabras (397).
“Sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de
los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opción por los
pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres (398)
Frente a un mundo que nos impone una mirada desde los que más tienen, desde los
poderosos, desde una economía individualista y consumista la opción por los pobres es
imposible si no se comparte su vida, sus intereses, sus sufrimientos y sus esperanzas. Esta
opción, como Cristo nos muestra, o se hace compartiendo la vida o no se hace.

c)Tratarles como sujetos y apoyar sus organizaciones y aspiraciones

“De nuestra fe en Cristo, brota también la solidaridad como actitud permanente de


encuentro, hermandad y servicio, que ha de manifestarse en opciones y gestos visibles,
principalmente en la defensa de la vida y de los derechos de los más vulnerables y
excluidos, y en el permanente acompañamiento en sus esfuerzos por ser sujetos de cambio
y transformación de su situación” (394). (397)
“A la luz del Evangelio reconocemos su inmensa dignidad y su valor sagrado a los ojos de
Cristo, pobre como ellos y excluido entre ellos. Desde esta experiencia creyente,
compartiremos con ellos la defensa de sus derechos (398).
De un modo particular aplica este criterio refiriéndose a las mujeres, negros e indígenas de
nuestro continente (97)

d) Hacer que esta opción permee toda la vida de la Iglesia


“La Iglesia está convocada a ser “abogada de la justicia y defensora de los pobres” ante
“intolerables desigualdades sociales y económicas” que “claman al cielo” (395).
“Que sea preferencial implica que debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades
pastorales. La Iglesia latinoamericana está llamada a ser sacramento de amor, solidaridad
y justicia entre nuestros pueblos” (396). (401)
Esta orientación ha de tenerse en cuenta en la planificación de la vida y actividades de las
parroquias. (176)

e) Comprometerse en un cambio moral y de estructuras


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“Para que nuestra casa común sea un continente de la esperanza, del amor, de la vida y de
la paz hay que ir, como buenos samaritanos, al encuentro de las necesidades de los pobres
y los que sufren y crear “las estructuras justas que son una condición sin la cual no es
posible un orden justo en la sociedad…”. Estas estructuras “no nacen ni funcionan sin un
consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de
vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal”… Este
consenso moral y cambio de estructuras son importantes para disminuir la hiriente
inequidad que hoy existe en nuestro continente, entre otras cosas a través de políticas
públicas y gastos sociales bien orientados, así como del control de lucros
desproporcionados de grandes empresas” (537).

6.4 Conclusión

Desde la Biblia, pasando por los Padres de la Iglesia y los grandes teólogos y santos,
siempre ha estado viva y ha formado parte de la vida y doctrina de la Iglesia la opción por
los pobres.
Esta opción ha inspirado el quehacer teológico y la práctica pastoral de la Iglesia
latinoamericana en uno de los periodos más dinámicos y creativos de su historia. Nos
referimos al tiempo que va desde la terminación del concilio Vaticano II y la preparación
de Medellín en 1965 hasta la celebración de la V Conferencia General de Aparecida en el
2007.
La Iglesia de América latina con su práctica y su doctrina expresada sobre todo en estas tres
grandes Conferencias Generales, ha contribuido poderosamente a poner al día y a traducir
en fórmulas y compromisos actuales esa opción. La DSI la asume, por lo tanto, como uno
de sus principios orientadores básicos en la interpretación de la realidad social.
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