Fascismo Italiano

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Fascismo italiano.

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Este movimiento político nació oficialmente la noche del 23 de
marzo de 1919, cuando Benito Mussolini, un exdirector de diario,
fundó en Milán el grupo "Fasci italiani di combattimento".
El grupo reunía a ex combatientes de la Primera Guerra Mundial, un
conflicto que había dejado a Italia, como casi toda Europa, sumida
en una profunda crisis política, económica y social.
Al cabo de unos pocos años Mussolini alcanzó el poder gracias al
apoyo del Rey Víctor Manuel III, de grandes empresarios y del
Vaticano, así como mediante el uso de la violencia.
En 1925 el "Duce" asumió todos los poderes y transformó el
régimen parlamentario y democrático en un estado totalitario regido
por la falta total de libertades individuales, políticas, de organización
y de pensamiento.
Mussolini y su movimiento se convirtieron además en una referencia
para los regímenes autoritarios de todo el mundo, en particular para
Adolf Hitler.
El "Duce" apoyó el régimen nazi alemán durante la Segunda Guerra
Mundial y, como Hitler, fue derrotado en 1945.
Pero no así el fascismo como ideología política, que se ha mantenido
viva en muchos movimientos de extrema derecha.
¿De qué hablamos cuándo hablamos de "fascismo;
se suele llamar fascismo después de 1945, que se refiere a todos
aquellos que usan la violencia en movimientos de extrema derecha.
El fascismo fue una ideología política basada en la represión y la
tortura, que surgió en Italia y ejerció dominio en muchas partes de
Europa entre 1919 y 1945. Se oponía a la creciente democracia
liberal de la Primera Guerra y a los movimientos obreros que
surgieron bajo los modelos del marxismo y del anarquismo.
Nacismo italiano
El nazismo o nacionalsocialismo (en alemán nationalsozialismus) es
la variante alemana del fascismo, surgida en la década de 1920. Fue
impulsada por el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán
(NSDAP) y su líder, Adolf Hitler (1889-1945).
Se trató de una ideología y una práctica política de valores
reaccionarios, totalitaria, que diferenciaba a los ciudadanos a partir
de su raza, y que se propuso la instauración de un tercer imperio
alemán (el llamado Tercer Reich).
Con el nazismo en el poder, Alemania pasó rápidamente a ser una
dictadura y militarizar su sociedad. Se construyó un régimen de
partido único que depositó en Adolf Hitler la totalidad del poder
político, creando para él el cargo de “guía” o “líder” (führer),
supuestamente destinado por la providencia para conducir a
Alemania a su antigua gloria. Semejantes aspiraciones condujeron a
Europa a la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, el rasgo más polémico del nazismo fue,
probablemente, su particular interpretación de la historia a partir de
las teorías evolucionistas de Charles Darwin, en lo que se conoce
como “socialdarwinismo”, es decir, la creencia en que las distintas
etnias humanas deben competir entre sí para que sólo los fuertes y
aptos sobrevivan, adueñándose de todos los recursos.
Esto último condujo al nazismo y al pueblo alemán a perseguir a las
consideradas “razas inferiores” (untermenschen), especialmente a
los judíos, a quienes Hitler profesaba un odio particular, y a
emprender medidas para su deportación forzosa y luego, durante los
tiempos críticos de la Segunda Guerra Mundial, para su exterminio.

La guerra civil española


La Guerra Civil Española comenzó el 17 de julio de 1936, cuando
los generales Emilio Mola y Francisco Franco iniciaron una
sublevación para derrocar a la República elegida democráticamente.
Los esfuerzos iniciales de los rebeldes Nacionalistas por instigar
revueltas militares en toda España solo se lograron parcialmente. En
áreas rurales con una fuerte presencia política derechista, los
confederados de Franco generalmente ganaron. Ellos asumieron
rápidamente el poder político e instituyeron la ley marcial. En otras
áreas, particularmente en ciudades con sólidas tradiciones políticas
izquierdistas, las revueltas se toparon con una fuerte oposición y a
menudo fueron mitigadas. Algunos oficiales españoles siguieron
leales a la República y se negaron a unirse a la sublevación.
Dentro los primeros días de la sublevación, la República y los
Nacionalistas pidieron ayuda militar extranjera. Inicialmente,
Francia se comprometió a apoyar la República española, pero pronto
se retractó de su oferta para perseguir una política oficial de no
intervención en la guerra civil. Gran Bretaña rechazó
inmediatamente el llamado de ayuda de la República.
Enfrentando una posible derrota, Franco pidió ayuda a la Alemania
nazi y a la Italia fascista. Gracias a su apoyo militar, Franco pudo
transportar por aire a las tropas de Marruecos español a tierra firme
para continuar su ataque a Madrid. Durante los tres años que duró el
conflicto, Hitler y Mussolini proporcionaron apoyo militar crucial al
Ejército Nacionalista Español.
Aproximadamente 5,000 efectivos de la fuerza aérea alemana
sirvieron en la Legión Cóndor, que proporcionó apoyo aéreo para
los ataques coordinados a tierra contra posiciones Republicanas y
llevó a cabo bombardeos aéreos en las ciudades republicanas. El
más infame de estos ataques fue el 26 de abril de 1937, cuando
aviones alemanes e italianos arrasaron la ciudad vasca Guernica en
un ataque que duró tres horas y que mató a más de 200 civiles. La
Italia fascista suministró 75,000 tropas además de sus pilotos y
aviones. España se convirtió en un laboratorio militar para probar el
armamento más nuevo en condiciones de batalla.
Los últimos tres signatarios violaron abiertamente el acuerdo. Italia
y Alemania siguieron aprovisionando a las fuerzas de Franco,
mientras la Unión Soviética proporcionó asesores militares, tanques,
aviones y otros pertrechos de guerra a la República. Algunos
eruditos argumentan que el Acuerdo de no intervención benefició a
Franco, que compraba armamento a crédito a sus aliados mientras la
República tenía que pagar moneda fuerte a los traficantes de armas
para obtener, con frecuencia, armas anticuadas y buscar maneras de
transportarlas al país embargado.
En Estados Unidos, la administración de Roosevelt decidió no
intervenir oficialmente en el conflicto, aunque el presidente intentó
proporcionar clandestinamente alguna ayuda a la República sitiada
después de 1937. La Guerra Civil Española dividió la opinión
pública americana entre quienes apoyaban a la República y quienes
condenaban a las fuerzas de la República por atacar a la Iglesia
Católica. El aislacionismo también demostró ser una motivación
efectiva de no intervención. Los temores de guerra y los conflictos
extranjeros ayudaron a dar forma a la política estadounidense en la
década de 1930.
Para muchos liberales e izquierdistas en todo el mundo, la Guerra
Civil Española representaba un ensayo con vestuario de la Segunda
Guerra Mundial, un conflicto sin resolver entre las fuerzas de la
democracia y el fascismo. A mediados de los 1930, el fascismo y el
autoritarismo parecían estar aumentando en Europa. En 1936,
cuando Franco inició su rebelión, los regímenes derechistas tenían el
poder en Alemania, Italia, Hungría, Rumania, Polonia, Portugal,
Finlandia, Austria y Grecia. Había partidos políticos abiertamente
pro fascistas y pro nazis en muchos otros países, incluso Francia,
Gran Bretaña y Estados Unidos.

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