EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN - Capítulos 1 y 2

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EL PROCESO DE INVESTIGACION - Carlos Sabino

A modo de Introducción
El objetivo principal de este texto es presentar una guía básica para quienes se inicien en la aventura
de la investigación científica. El trabajo de investigación, cuyo producto es el conocimiento
científico, requiere creatividad, disciplina de trabajo y sistematicidad.
No hay modo de crear nuevos conocimientos si no se tiene intuición e imaginación, si no se exploran,
con mente abierta, los diversos caminos que pueden llevar a la respuesta (creatividad). Pero esa
disposición creativa, de nada sirve si no se la encauza por medio de un riguroso proceso de análisis,
de organización del material disponible, de ordenamiento (sistematicidad) y de crítica a las ideas.
Lo que distingue a la investigación científica de otras formas de indagación es que ésta se guía por
el método científico. Hay un modo de plantearse las preguntas y de formular las respuestas que es
característico de la ciencia. Pero el método no es un camino fijo o predeterminado. El conocimiento
científico no se adquiere en una cadena de montaje, sino que se va desarrollando gracias a la libertad
de pensamiento, la discusión y la superación de los errores. Por ello es que el método ni es
obligatorio ni es tampoco garantía absoluta de que se arribará a un resultado exitoso.
No basta con la creatividad ni con el rigor analítico, la investigación científica requiere también de
una sólida disciplina de trabajo. Casi todo lo que aquí se trata tiene un carácter práctico: no es
posible crear nuevos conocimientos por medio de alguna fórmula sencilla que pueda repetirse, el
trabajo de investigación cobra un carácter inevitable de labor artesanal donde se deben poseer
destrezas, conocimientos y aptitudes particulares: sólo investigando se aprende a investigar.

Capítulo 1: EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO

La metodología científica es un instrumento dirigido a validar la investigación científica. Esta, a


su vez, es la actividad que alimenta un singular tipo de conocimiento, la ciencia.

1.1 El conocimiento como problema


En nuestra vida cotidiana adquirimos y utilizamos una inmensa cantidad de conocimientos. El
conocimiento se nos presenta como algo casi natural, como algo que normalmente aceptamos sin
discusión. Pero en algunas ocasiones percibimos que las cosas no son tan simples.
Es posible hacerse una pregunta que cambia por completo nuestra actitud ante los conocimientos:
¿cómo sabemos lo que sabemos? ¿Cómo sostener que algo es verdad si no hemos podido
comprobarlo directamente? Y más todavía, aun cuando nuestros sentidos parezcan indicarnos una
respuesta ¿podremos siempre estar seguros de lo que vemos, oímos y sentimos? Al llegar a este
punto podemos vislumbrar que existe un problema alrededor de lo que es el conocer. Y este
problema radica en que la verdad no se muestra directa y llanamente ante nosotros, sino que debe
ser buscada activamente por medio de un trabajo indagatorio sobre los objetos que intentamos
conocer.
Surge entonces una primera distinción: no debemos confundir una afirmación respecto a un hecho,
con el proceso mediante el cual se ha obtenido tal conocimiento. Si un periódico dice que la economía
ha crecido 4% en el año, es una afirmación, un conocimiento. Pero resulta evidente que alguien ha
estudiado la economía y ha determinado por algún medio que su crecimiento anual ha sido del 4% y
no del 3% o del 5%. ¿Cómo lo ha hecho? Éste es el punto que nos interesa destacar.

1.2. El conocimiento como proceso


El hombre parece haber estado siempre preocupado por entender y desentrañar el mundo que lo
rodea, por penetrar en sus conexiones y en sus leyes. Desde que la especie humana empezó a crear
cultura, es decir, a modificar y remodelar el ambiente que la rodeaba, fue necesario también que
comprendiera la naturaleza y las mutaciones de los objetos que constituían su entorno. De esta
sabiduría dependía su misma supervivencia. El conocer surgió ligado al trabajo de los hombres como
un instrumento insustituible en su relación con un medio ambiente al que procuraban poner a su
servicio. Pero el pensamiento de esas lejanas épocas no se circunscribió exclusivamente al
conocimiento instrumental. Junto con éste apareció la inquietud por comprender el sentido general
del cosmos y de la vida. De allí surgieron los primeros intentos de elaborar explicaciones globales de

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toda la naturaleza y con ello el fundamento de la magia, de las explicaciones religiosas y de los
sistemas filosóficos. Todas estas construcciones del intelecto pueden verse como parte de un amplio
proceso de adquisición de conocimientos que muestra lo dificultoso que resulta la aproximación a la
verdad: en la historia del pensamiento nunca ha sucedido que alguien haya alcanzado la verdad pura
y completa sin antes pasar por el error.
Lo anterior equivale a decir que el conocimiento llega a nosotros como un proceso, no como un
acto único donde se pasa de una vez de la ignorancia a la verdad. Y es un proceso no sólo desde el
punto de vista histórico, sino también en lo que respecta a cada caso particular, a cada
descubrimiento que se hace, a todas las teorías o hipótesis que se elaboran.

1.3. Diferentes tipos de conocimiento


Si concebimos al hombre como un ser complejo, dotado de una capacidad de raciocinio, pero
también de una poderosa afectividad, veremos que éste tiene muchas maneras distintas de
aproximarse a los objetos de su interés. El producto de cualquier de estas actitudes será, en todos
los casos, algún tipo de conocimiento. Porque un buen poema puede decirnos tanto acerca del amor
como un completo estudio psicológico, y una novela puede mostrarnos aspectos de una cultura tan
bien como el mejor estudio sociológico. Hay diversas aproximaciones igualmente legítimas hacia un
mismo objeto.
El conocimiento científico es uno de los modos posibles del conocimiento, quizás el más útil o el más
desarrollado, pero no por eso el único. Resulta necesario precisar con alguna claridad las principales
características de ese tipo de pensar que se designa como científico.

1.4. El conocimiento científico y sus características


Como toda actividad humana, la labor de los científicos e investigadores está enmarcada por las
necesidades y las ideas de su tiempo y de su sociedad. Los valores, las perspectivas culturales y el
peso de la tradición juegan un papel sobre toda actividad que se emprenda. La ciencia es una
actividad social y no solamente individual.
El pensamiento científico se ha ido gestando históricamente por medio de un proceso que se acelera
a partir de la época del Renacimiento, cuando se va estableciendo una gradual diferencia con el
lenguaje que se emplea en la vida cotidiana, en la búsqueda de un pensamiento riguroso y ordenado.
La ciencia trata de definir con la mayor precisión posible cada uno de los conceptos que
utiliza, desterrando las ambigüedades del lenguaje corriente. Otras cualidades específicas de la
ciencia son las que mencionaremos a continuación:
Objetividad: La palabra objetividad se deriva de objeto, es decir, de aquello que se estudia.
Objetividad significa que se intenta obtener un conocimiento que concuerde con la realidad del objeto,
que lo describa o explique tal cual es y no como nosotros desearíamos que fuese. Lo contrario es la
subjetividad, las ideas que nacen del prejuicio, de la costumbre o de la tradición, las meras opiniones
o impresiones del sujeto. Para poder luchar contra la subjetividad es preciso que nuestros
conocimientos puedan ser verificados por otros, comprobados y demostrados en la realidad, sin dar
nada por aceptado. En todas nuestras apreciaciones va a existir siempre una carga de subjetividad.
Este problema se agudiza cuando nos referimos a los temas que más directamente nos conciernen,
como los de la sociedad, la economía o la política, en todos los cuales somos a la vez los
investigadores y los objetos investigados. Por eso no debemos decir que la ciencia es objetiva, sino
que la ciencia intenta ser objetiva.
Racionalidad: la ciencia utiliza la razón como arma esencial para llegar a sus resultados. Los
científicos trabajan con conceptos, juicios y razonamientos y no con sensaciones, imágenes o
impresiones. Los enunciados que realizan son combinaciones lógicas de esos elementos
conceptuales. La racionalidad aleja a la ciencia de la religión, y de todos los sistemas donde aparecen
elementos no-racionales o donde se apela a principios explicativos sobrenaturales; y la separa
también del arte donde cumple un papel subordinado a los sentimientos.
Sistematicidad: La ciencia es sistemática, organizada en sus búsquedas y en sus resultados. Se
preocupa por organizar sus ideas coherentemente y por tratar de incluir todo conocimiento parcial en
conjuntos cada vez más amplios.
Generalidad: La preocupación científica no es tanto ahondar y completar el conocimiento de un solo
objeto individual, como lograr que cada conocimiento parcial sirva como puente para alcanzar una

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comprensión de mayor alcance. Tratando de llegar a lo general las ciencias nos otorgan
explicaciones cada vez más valiosas para elaborar una visión panorámica de nuestro mundo.
Falibilidad: la ciencia reconoce explícitamente la propia posibilidad de equivocación. En esta
conciencia de sus limitaciones es donde reside su verdadera capacidad para autocorregirse y
superarse. Gracias a ello es que nuestros conocimientos se renuevan y que vamos hacia un
progresivo mejoramiento de las explicaciones que damos a los hechos. Todo científico se plantea
que sus conclusiones son “provisoriamente definitivas". Toda teoría, ley o afirmación está sujeta a
revisión y discusión. Este carácter abierto y dinámico que posee la ciencia la aparta de los dogmas
de cualquier tipo que tienen la pretensión de constituirse en verdad infalible.

1.5. Clasificación de las ciencias


Siendo tan vasto el conjunto de fenómenos que nos rodea y teniendo en cuenta que la actividad
científica tiende a especializarse, es comprensible que se hayan ido constituyendo diferentes
disciplinas científicas.
Las ciencias que se ocupan de objetos ideales, y en las que se opera deductivamente, como las
matemáticas o la lógica, son las llamadas ciencias formales. Las ciencias que se ocupan de los
hechos del mundo físico son las que llamamos ciencias fácticas. Las ciencias que tratan de los
seres humanos, de su conducta y de sus creaciones son también ciencias fácticas. Pero, como
cuando estudiamos las manifestaciones sociales y culturales necesitamos utilizar una
conceptualización y unas técnicas de investigación en parte diferentes a las de las ciencias físico-
naturales, se hace conveniente abrir una nueva categoría que se refiera particularmente a tales
objetos de estudio. Se habla por eso de ciencias humanas o ciencias sociales para distinguirlas
de las que suelen llamarse ciencias naturales.
La clasificación de las ciencias, así como la existencia misma de disciplinas separadas, posee
siempre algo de arbitrario. Se trata de distinciones que se han hecho para la mayor comodidad y
facilidad en el estudio de la realidad. Muchos problemas reales no admiten un tratamiento unilateral,
sino que sólo pueden resolverse mediante un esfuerzo interdisciplinario.
Por otra parte, según el tipo de interés que prevalece en la búsqueda de conocimientos, estos pueden
dividirse en puros y aplicados, hablándose en consecuencia también de ciencias puras y ciencias
aplicadas. Las primeras son las que se proponen conocer las leyes generales de los fenómenos
estudiados, desentendiéndose de las posibles aplicaciones prácticas que se puedan dar a sus
resultados. Las aplicadas concentran su atención en estas posibilidades concretas de llevar a la
práctica las teorías generales, encaminando sus esfuerzos a resolver las necesidades de los
hombres. La división entre ciencias puras y aplicadas no debe entenderse como una frontera rígida
entre dos campos sin conexión. Una ciencia es pura solamente en el sentido de que no se ocupa
directamente por encontrar aplicaciones, pero eso no implica que sus logros puedan disociarse del
resto de las inquietudes humanas.

Capítulo 2: CONOCIMIENTO Y METODO

Hicimos alusión al proceso mediante el cual se van obteniendo los diversos conocimientos. Nos toca
ahora examinar la forma en que se desarrolla este proceso.

2.1. Sujeto y Objeto


El proceso de conocimiento puede concebirse como una relación entre estos dos elementos: sujeto
y objeto. Entendemos por sujeto a la persona que adquiere o elabora el conocimiento. El
conocimiento es siempre conocimiento para alguien. Pero el conocimiento es siempre
conocimiento de algo, de alguna cosa. En todos los casos, a aquello que es conocido se lo
denomina objeto de conocimiento.
La relación que se articula entre ambos términos es dinámica y variable: lo primero porque no se
establece de una vez y para siempre, sino a través de sucesivas aproximaciones; lo segundo, porque
resulta diferente según la actitud del sujeto investigador y las características del objeto estudiado.
En el proceso de conocimiento es preciso que el sujeto se sitúe frente al objeto como algo externo a
él para que pueda examinarlo. Hasta en el caso de que quisiéramos analizar nuestras propias

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sensaciones y pensamientos deberíamos objetivarnos. La necesidad de objetivar hace que resulte
más compleja toda investigación que se desenvuelva dentro de las ciencias sociales y de la conducta.
Esta delimitación o separación no es más que el comienzo del proceso pues, una vez producida, el
sujeto debe ir hacia el objeto para tratar de captar y asimilar su realidad. El sujeto investigador debe
“salir de sí" para comprender cómo es el objeto, para aprehenderlo. El acercamiento del investigador
hacia su objeto puede considerarse como la operación fundamental, pues es lo que lo vincula con la
realidad. Pero para que el proceso se complete el investigador debe volver otra vez hacia sí mismo
a fin de elaborar los datos que ha recogido, concibiendo ahora al objeto mentalmente.
Sujeto y objeto quedan, así, como dos términos que se separan y se acercan, en un movimiento que
continúa repetidamente, porque el sujeto debe acercarse una y otra vez hacia lo que está estudiando
si se propone adquirir un conocimiento cada vez más profundo y completo sobre ello.
Para que nuestro conocimiento fuera totalmente objetivo debería suceder que el sujeto de la
investigación se despojara completamente de toda su carga de valores, deseos e intereses. Esto no
es posible. Es más, una cierta dosis de subjetividad no sólo es inevitable, sino que es además
indispensable. Porque para plantearse un problema de conocimiento se necesita de una voluntad
que no puede ser sino subjetiva.
Por esta misma razón es que no concebimos la existencia de un conocimiento lisa y llanamente
objetivo y es que afirmamos que todo el conocimiento no deja de ser el producto de una cultura, de
una época y de hombres concretos. De allí que resulte algo pedante afirmar que el conocimiento
científico es objetivo, y que sea más adecuado sostener que la ciencia se preocupa por ser objetiva.
De otro modo estaríamos negando su carácter falible. Creemos necesario remarcar el carácter falible
del conocimiento científico. Pero cuidado: no hay que caer en el extremo contrario, en una posición
escéptica. Porque si bien rechazamos que puedan hallarse verdades definitivas, eso no significa
afirmar que ninguna de nuestras proposiciones pueda comprobarse o demostrarse. A través de
conocimientos falibles, limitados, es que se va llegando a la verdad.

2.2. Abstracción y conceptuación


El conocimiento puede ser considerado como una representación conceptual de los objetos, como
una elaboración que se produce en la mente de los hombres. Es una actividad intelectual que implica
siempre una operación de abstracción. Entre teoría y práctica se presenta una interacción del mismo
tipo que la que observábamos entre sujeto y objeto. La teoría no es otra cosa que el pensamiento
organizado y sistemático respecto de algo.
El proceso de conocimiento no es una simple y pasiva contemplación de la realidad; esta misma
realidad sólo se revela como tal en la medida en que poseemos un instrumental teórico para
aprehenderla, en que poseemos los conceptos capaces de abordarla. Por ello lo que llamamos teoría
no es una simple representación ideal de los hechos: es algo más, es el producto de lo que elabora
nuestro intelecto. Un hecho sólo se configura como tal a la luz de algún tipo de conceptuación previa,
capaz de aislarlo de la infinita masa de impresiones y fenómenos que lo rodean. Esta operación de
aislamiento, de separación de un objeto respecto al conjunto en que está integrado, se denomina
abstracción y resulta en verdad imprescindible. La abstracción se aprecia en lo que llamamos
análisis, la descomposición de las partes de un todo para mejor comprenderlo. Pero la abstracción
es también decisiva en la operación lógica contraria, la síntesis, que consiste en la recomposición
de ese todo a partir de los elementos que lo integran. Porque ninguna síntesis puede efectuarse si
no tenemos un criterio que nos indique qué elementos parciales debemos integrar. Y tal cosa es
imposible de realizar al menos que hayamos abstraído y jerarquizado las diversas características
que poseen los objetos que estamos estudiando.

2.3. Método y metodología


Dijimos que la ciencia es un tipo particular y específico de conocimiento. Para hacer ciencia, es
preciso seguir determinados procedimientos que nos permitan alcanzar el fin que procuramos: es
necesario seguir algún método, algún camino concreto que nos aproxime a esa meta.
El método científico es el conjunto de procedimientos que se utilizan para obtener conocimientos
científicos, el modelo de trabajo o secuencia lógica que orienta la investigación científica. El estudio
del método se denomina metodología, y abarca la justificación y la discusión de su lógica interior, el

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análisis de los diversos procedimientos concretos que se emplean en las investigaciones y la
discusión acerca de sus características, cualidades y debilidades.
Recomendamos asignar al concepto de método el significado general de modelo lógico que se sigue
en la investigación científica. En cuanto al de metodología, pensamos que lo más adecuado es
considerarla como el estudio y análisis de los métodos, reservando los términos técnicas y
procedimientos para hacer alusión a los aspectos más específicos del método que se usan en cada
investigación.
El método se refiere a la lógica interior del proceso de descubrimiento científico, y a él le
corresponden no solamente orientar la selección de los instrumentos y técnicas específicos de cada
estudio sino también fijar los criterios de verificación o demostración de lo que se afirme en la
investigación.
Si nos preguntamos ¿Cuál es, o cómo es, el método de la ciencia? Nos encontraríamos con una
seria dificultad: no investigan del mismo modo el astrónomo, el historiador o el químico. Además, los
procedimientos de la ciencia cambian con frecuencia. La historia de la ciencia permite afirmar que el
método, como camino que construye el pensamiento científico, se va constituyendo junto con ese
mismo pensamiento. Es falsa la imagen que nos presenta el método como un todo acabado y
cerrado. La investigación es un proceso creativo, plagado de dificultades imprevistas. La única
manera de abordar el problema del método científico es buscar las orientaciones que guían los
trabajos de investigación.
Uno de los elementos más significativos en todo el pensar científico es el esfuerzo por la claridad
en la conceptualización. Además, el método de la ciencia se asienta en dos pilares: por una parte,
en un constante tomar en cuenta la experiencia, los datos de la realidad, por otro lado, en una
preocupación por construir modelos teóricos, abstracciones generales capaces de expresar las
conexiones entre los datos conocidos. Entre estos dos elementos debe existir una adecuación. Esto
nos remite al decisivo concepto de verificación.
Toda investigación parte de un conjunto de proposiciones que versan sobre la realidad. El científico,
por más que esté persuadido de la verdad de estas proposiciones, no las podrá sostener hasta que
puedan ser verificadas. Ello supone que todo problema de investigación debe ser explicitado en
términos tales que permitan su verificación, es decir, su comprobación.
Un tercer elemento integrante del proceder científico, es el uso sistemático de la inferencia, o
razonamiento deductivo. Inferir significa sacar consecuencias de un principio, de modo tal que dichas
conclusiones deban ser asumidas como válidas si el principio también lo es. La inferencia opera
durante la investigación de la siguiente manera: una vez formulada una hipótesis se deducen de ella
posibles consecuencias prácticas que son luego, a su vez, sometidas a verificación. La hipótesis
misma no se prueba sino las consecuencias deducibles de ella. A este tipo de razonamiento se le
llama “modelo hipotético deductivo".
Existen autores que tratan de presentar al método como una especie de camino seguro y cerrado,
como un conjunto de pasos de obligatorio cumplimiento. Esta manera de ver las cosas queda
refutada al hacer el más somero repaso de la historia de la ciencia o al comparar el modo con que
investigadores de diversas disciplinas encaran en la práctica su trabajo. Si existiese un método único,
que pudiese definirse como verdadero de una vez y para siempre, habría que aceptar que el mismo
nos garantizaría la resolución automática de todos los problemas. Pero esto no se corresponde con
la realidad.

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