Las tres oraciones resumen el documento de la siguiente manera:
Los cuentos transmiten valores universales a los niños y les permiten explorar mundos imaginarios y diferentes culturas. Los valores como la amistad y la compasión se enseñan a través de historias que muestran cómo ponerlos en práctica. El documento proporciona varios cuentos infantiles gratuitos que ilustran estos valores a través de sus narrativas.
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Los cuentos transmiten valores universales a los niños y les permiten explorar mundos imaginarios y diferentes culturas. Los valores como la amistad y la compasión se enseñan a través de historias que muestran cómo ponerlos en práctica. El documento proporciona varios cuentos infantiles gratuitos que ilustran estos valores a través de sus narrativas.
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Los cuentos transmiten valores universales a los niños y les permiten explorar mundos imaginarios y diferentes culturas. Los valores como la amistad y la compasión se enseñan a través de historias que muestran cómo ponerlos en práctica. El documento proporciona varios cuentos infantiles gratuitos que ilustran estos valores a través de sus narrativas.
Las tres oraciones resumen el documento de la siguiente manera:
Los cuentos transmiten valores universales a los niños y les permiten explorar mundos imaginarios y diferentes culturas. Los valores como la amistad y la compasión se enseñan a través de historias que muestran cómo ponerlos en práctica. El documento proporciona varios cuentos infantiles gratuitos que ilustran estos valores a través de sus narrativas.
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Un viaje a través de la imaginación
A los niños les encantan los cuentos. No es de sorprendernos, estos nos
transportan a mundos mágicos, producen emociones como la alegría, simpatía y compasión, por nombrar solo algunas. Los cuentos hablan de temas universales y están acompañados de valores morales, también nos enseñan nuevos conceptos y nos permiten explorar diferentes culturas. Así que, si quieres viajar a un mundo imaginario, ¡has llegado al lugar correcto! Navega nuestro portal y encuentra cientos de cuentos cortos infantiles gratis, así como mitos, leyendas y poemas.
La importancia de los valores en la infancia
Los valores no se enseñan, se transmiten. Y esto puedes hacerlo tanto con el ejemplo diario, como narrando cuentos con valores donde se deje ver la acción de poner en práctica el valor en distintas circunstancias. Las historias no solo son narrativas entretenidas, sino que son leyendas con enseñanzas para toda la vida. Los cuentos cortos con valores permiten a los niños integrarse mejor en la sociedad, sociabilizar mejor con otros niños y caminar sin traumas hacia un futuro lleno de esperanza, equilibrio y respeto. Los cuentos con valores para niños y niñas deben tener un vocabulario adaptado a ellos sabiendo que, a partir de un año, ya nos encontraremos ante la edad perfecta para comenzar a leer junto a los peques cuentos de este tipo.
La amistad que salva vidas
La amistad es uno de los sentimientos más bellos y poderosos que existen. Dan igual las diferencias o semejanzas que posean dos amigos, ya que la fuerza que les une es superior a todo lo demás. Y esto lo saben muy bien una paloma y una hormiga que, de no conocerse, pasaron a ser dos grandes e inseparables amigas. Un día la hormiga se vio atacada por una terrible sed y decidió acercarse a una charca cercana para poder saciarla. A pesar de los intentos de la pequeña hormiga para no caer al agua, el tronco sobre el que procuró deslizarse para beber giró con tan mala suerte, que finalmente cayó. ¡Qué miedo sintió la hormiguita, tan pequeña y sin saber nadar en el agua! Por suerte una paloma pasaba por allí y pudo ver el miedo de aquella hormiguita intentando salir del agua sin ningún éxito. Y, rápida como el mismo viento, se aproximó volando hasta alcanzar a la hormiga con el pico y posarla en tierra firme para ponerla a salvo. Muchísimas gracias paloma. Estaba a punto de ahogarme y tú me has salvado. Te debo la vida – Dijo la hormiga. No me debes nada, todos debemos ayudarnos si estamos en peligro, y tú lo estabas. Seguro que harías lo mismo si se diese la ocasión – Respondió la paloma. Y aquella ocasión de la que hablaba la paloma en sentido figurado, tuvo lugar no lejos de aquel día. Todo ocurrió cuando un cazador, una tarde de domingo, salió a buscar presas para el almuerzo, con tan mala suerte de encontrarse con la paloma. Pero finalmente, y a pesar de tener a la paloma completamente indefensa y a una distancia perfecta, no pudo darle caza. El cazador, de repente, sintió un dolor en la mano que le llevó a soltar la escopeta de un golpe. ¿Queréis saber qué pasó? Pues que la hormiguita, que desde el día en que fue salvada de las aguas seguía a la paloma sin hacer ruido, pudo comprobar el peligro tan grande en el cual se encontraba inmersa su amiga. Y no dudó en subir por la pierna del cazador hasta alcanzarle la mano y darle un buen bocado. Gracias a la intervención de la hormiga la paloma pudo escapar y, finalmente, la hormiga pudo cobrar su deuda. Una deuda que quedó, a partir de entonces, sellada con una amistad eterna.
Cuento: Jack y las judías mágicas
Érase una vez una pobre mujer viuda que vivía en una vieja cabaña con su hijo, llamado Jack. Eran muy pobres, pero tenían una vaca que daba leche para ella y para el pequeño. Sin embargo, un día la mujer enfermó, por lo que no podía trabajar en la huerta y pronto empezaron a sufrir hambre, hasta que decidieron vender la vaca para sobrevivir. Jack se ofreció a vender la vaca en la feria del pueblo, donde seguramente les pagarían con muchos víveres que les servirían para sobrevivir mientras su madre mejoraba. Así, Jack salió una mañana de sol pero, en medio del camino, en el bosque que separaba su casa del pueblo, se encontró con un misterioso encapuchado que le preguntó qué tenía pensado hacer con aquella vaca.: —Voy al pueblo a venderla para que podamos comer mi madre y yo. El hombre entonces dijo: —Tengo una buena propuesta para ti —mostrándole a Jack una bolsa de tela—. Aquí hay unas judías mágicas que harán crecer el árbol más grande que te puedas imaginar. Crecerán de la noche a la mañana y nunca volverás a pasar hambre.
Jack se emocionó con la propuesta y aceptó cambiar la vaca por las judías mágicas, volviendo a casa muy contento. Al llegar, su madre se sorprendió de que hubiera vuelto tan rápido, pero convencida de que Jack habría logrado vender la vaca. No obstante, cuando el niño le contó el trato que había hecho, su madre se molestó: —¡Hoy te acuestas sin comer! —dijo mientras lanzaba las judías por la ventana. Jack se fue a dormir muy triste pensando en que había sido engañado, y en sueños pudo ver cómo la planta crecía y creía. Y cuando despertó… ¡se encontró con que sus sueños habían sido reales! Las judías mágicas habían crecido altas, muy altas; tan altas que se perdían entre las nubes. El niño deseaba saber hasta dónde llegaba el largo tallo y, antes que su madre se diera cuenta, empezó a escalar la planta. Subió y subió hasta que llegó al país de los gigantes, que se encuentra sobre las nubes del cielo, y se dirigió hasta lo que parecía ser el castillo más grande del lugar.
No había nadie, pero la puerta estaba entreabierta, así que por una pequeña rendija entró. Ya dentro, se encontró con que había mucha comida y el estómago hambriento del niño rugió. Pero cuando se disponía a comer, escuchó unos fuertes rugidos: —¡Fa! ¡Fe! ¡Fi! ¡Qué mal dormí! Se trataba de un malvado ogro que había despertado de su siesta de mal humor… —¡Fo! ¡Fu! ¡Fa! ¡Huele a niño en este lugar! Sin poder comer bocado, Jack se escondió en el horno. El ogro, enorme, verde y terrible, le buscó por todas partes, pero no le encontró, volviendo pronto a su habitación, momento en el que Jack aprovechó para salir con cuidado del horno. “Tengo que irme antes de que me coma”, se dijo a sí mismo en voz baja. En el camino, Jack vio los dos tesoros del ogro, que eran un arpa de oro, que tocaba hermosas melodías para dormir, y una gallina también de oro que ponía huevos de oro macizo. “¡Con estos dos tesoros mi madre y yo nunca volveremos a estar en apuros!”, dijo Jack, así que los cogió y se dispuso a salir de allí…pero el arpa empezó a gritar:
—¡Señor! ¡Despierte usted, que me roban, que me roban! Y como una fiera se despertó el ogro, intentando encontrar a quien pretendía robaba su preciosa arpa. Confundido con lo que sucedía, Jack tuvo tiempo de bajar la planta rápidamente hasta llegar a su casa, en donde mamá, muy preocupada, le recibió con los brazos abiertos: —¡No hay tiempo que perder, mamá! ¡Tráeme un hacha o el ogro nos va a comer! —¡Fa! ¡Fe! ¡A un niño me voy a comer! —decía el ogro bajando de la gran planta de judías. El tallo comenzó a tambalearse gracias a Jack, que lo golpeaba con el hacha que le había dado su madre. Golpeó y golpeó el tallo con toda la fuerza de la que era capaz, hasta que finalmente se rompió y el ogro enorme cayó. Pero el ogro era tan grande y pesado que, al caer a la tierra abrió un inmenso hueco, tan, tan profundo, que el fondo no se veía…y del ogro terrible jamás se volvió a saber.