El Poder en El Aula y El Poder en La Escuela

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República Bolivariana De Venezuela

Ministerio De Poder Popular Para La Educación Superior

Universidad Nacional Experimental Del Magisterio

Samuel Robinson

UNEM

EL PODER EN EL AULA Y EL PODER EN LA ESCUELA

(Articulo)

Profesoras.

Bohórquez Yesenia

C.I: v-14.546.565

Gelviz Emérita

C.I: v-11.109.989

Vega de González Yaney


C.I: v-14.378.679

Instructor: Wilmer Mesa

Marzo, de 2023

El poder en el aula y el poder en la escuela

Por lo que se refiere al poder, se puede decir que es un fenómeno


presente en todos los aspectos de la vida, y el ámbito educativo no es una
excepción. En el entorno escolar, tanto el poder en el aula como el poder en
la escuela tienen un impacto significativo en la dinámica estudiantil, la
relaciones entre docente - estudiante y la calidad de la educación. Estos dos
conceptos juegan un papel fundamental en la dinámica educativa y en la
formación de los estudiantes. El poder en el aula y en la escuela implica
relaciones de autoridad, toma de decisiones y distribución de recursos dentro
del entorno escolar. tradicionalmente, el docente ha sido considerado como
la figura de autoridad indiscutible en el salón.

El poder en el aula abarca la relación de autoridad y control que existe


entre el docente y los estudiantes. El maestro posee el poder formal y tiene
la responsabilidad de dirigir el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin
embargo, la forma en que se exprese este poder puede variar
considerablemente, desde un enfoque autoritario hasta en un orientación
más democrático y participativo. Este poder puede influir en la motivación de
los estudiantes, su participación activa, el clima emocional y la calidad de
aprendizaje.

En tal sentido coma el poder en la escuela se refiere a las relaciones


de autoridad y toma de decisiones en el nivel institucional. Incluye la
jerarquía administrativa, la relación entre equipo directivo y el cuerpo de
docentes, así como la participación de los niños y niñas en la toma de
decisiones, ahora bien, el poder en la escuela puede afectar la cultura de las
instituciones, las políticas educativas, la distribución de recursos y la
oportunidad de participación de los diferentes actores.

Eso desprende, que la forma en que se ejerce el poder en el aula y en


la escuela, pueda tener un impacto significativo en el proceso de aprendizaje
de los escolares. Un ambiente autoritario y opresivo puede generar miedo,
desmotivación y limitar la participación activa de los educandos. Por otro
lado, "un ambiente más democrático y participativo puede fomentar la
autonomía, la confianza y el compromiso de los estudiantes con su propio
aprendizaje". Un enfoque autoritario del poder en el aula se caracteriza por
una relación vertical y jerárquica, en la que el docente impone sus decisiones
y controla el proceso de aprendizaje. Los estudiantes tienen un papel pasivo
y se espera que sigan las instrucciones sin cuestionar, generando un espacio
de miedo, desmotivación y falta de participación activa del estudiantado. El
aprendizaje se convierte en una experiencia, pero significativa y limitada.

Anudando a esto coma el poder en el aula y el poder en la escuela,


también, influye en la convivencia escolar. Un ambiente en el que prevalece
la coacción y la desigualdad pueden generar conflictos, desconfianza y
exclusión entre los miembros de la comunidad educativa. Por el contrario, un
ambiente más equilibrado y respetuoso puede promover la colaboración, la
empatía y la construcción de relaciones saludables.

Según Michael Foucault, afirma que “todo saber implica poder y todo
poder un saber específico”. Implica examinar la relación entre el
conocimiento y el poder, sugiriendo que existe una interdependencia entre
ellos. Esta parte de la frase sostiene que el conocimiento está
intrínsecamente ligado al poder. El conocimiento proporciona a las personas
las herramientas necesarias para comprender el mundo, tomar decisiones
informadas y ejercer influencia sobre los demás. En este sentido, el saber
puede otorgar poder en términos de capacidad para controlar situaciones,
persuadir a otros o lograr objetivos.

"Todo poder un saber específico": Esta afirmación sugiere que el


poder requiere un conocimiento específico. No cualquier tipo de
conocimiento proporciona poder, sino que se necesita un conocimiento
particular relacionado con la situación o el dominio en el que se busca ejercer
el poder. Por ejemplo, un médico tiene el poder de curar a los pacientes
debido a su conocimiento especializado en medicina, mientras que un
ingeniero tiene el poder de construir estructuras sólidas debido a su
conocimiento en ingeniería.

En conjunto, se puede interpretar que esta afirmación destaca la


importancia de la educación y la adquisición de conocimientos para alcanzar
el poder en diferentes ámbitos. A medida que se obtiene un conocimiento
más específico y profundo en un campo determinado, se aumenta la
capacidad de influir y tener un mayor control sobre los acontecimientos. El
conocimiento proporciona las herramientas necesarias para enfrentar
desafíos, tomar decisiones efectivas y ejercer poder de manera más efectiva.

No obstante, es importante tener en cuenta que el poder también


puede tener otras fuentes, como el acceso a recursos económicos o la
posición social. Además, el uso del poder adquirido a través del conocimiento
puede ser beneficioso o perjudicial, dependiendo de cómo se aplique y de las
intenciones de la persona que lo posee.

Por otra parte, Foucault, deja entrever: "la idea de la vida como
materia que resiste el poder" aparece hacia el final de "La voluntad del
saber", una obra filosófica de Michel Foucault. Esta frase encapsula uno de
los temas centrales en el pensamiento de Foucault: la relación entre el poder
y la resistencia. En su obra, Foucault examina cómo el poder se ejerce y se
manifiesta en diferentes instituciones y discursos a lo largo de la historia.
Sostiene que el poder no solo se impone de manera coercitiva, sino que
también se produce y se ejerce de forma sutil a través de las prácticas y las
normas sociales. Sin embargo, Foucault también sostiene que donde hay
poder, hay resistencia.

En el contexto de la frase mencionada, la vida se presenta como una


entidad que tiene la capacidad de resistir el poder. La vida se concibe como
una "materia" que posee una fuerza o vitalidad propia, que no puede ser
completamente sometida o controlada por el poder. Esta idea sugiere que
incluso en situaciones en las que el poder ejerce una influencia dominante
sobre las personas, existe una capacidad intrínseca de resistencia y
autonomía en la vida misma.

La noción de la vida como materia resistente al poder puede


interpretarse como una crítica a las estructuras de dominación y opresión.
Foucault argumenta que la resistencia no debe concebirse como una lucha
contra el poder en el sentido de invertir los roles de dominación, sino más
bien como una búsqueda de autonomía y liberación dentro de las relaciones
de poder existentes. La vida como una materia resistente sugiere que las
personas tienen la capacidad de afirmar su propia agencia y subvertir las
normas y prácticas que buscan regular y controlar sus vidas.

De hecho, la realidad nuestra es que el profesor no es el único que


ejerce el poder, a los estudiantes también lo hacen, aunque de manera
diferente, ellos aparecen como puntos de resistencia en esa relación de
fuerza, valiéndose de sus estrategias para doblegar la autoridad del maestro
al grado de llegar quebrantarla por completo. Todo es cuestión de saber dar
buen uso al poder.
No obstante, la escuela y el maestro aparecen como explotador y los
niños como explotados, puesto que el maestro a quien les exige
determinados productos de aprendizaje (tareas, actividades, aplicar
exámenes para corroborar lo aprendido) Y por último cómo les otorga
calificaciones como pago de sus productos (Hernández, 2006).

Por otra parte, de acuerdo con Foucault, deduce que las instituciones
donde el poder se ejerce notoriamente son la cárcel como hospitales,
militares, el manicomio y las escuelas. Por ello, denominó a estas
instituciones disciplinarias, porque en ellas se desarrolla el conocimiento
sobre las personas y sus conductas. Foucault utiliza el término
"disciplinarias" para describir estas instituciones porque en ellas se lleva a
cabo un proceso de disciplina y control sobre los individuos. Estas
instituciones ejercen un poder que se manifiesta a través de técnicas y
estrategias específicas diseñadas para supervisar, vigilar y normalizar las
conductas y actividades de las personas.

Por ejemplo, en las cárceles, se implementan prácticas como la


vigilancia constante, la distribución jerárquica de los prisioneros y las rutinas
estrictas para mantener el control y la disciplina. En los hospitales, se
establecen protocolos y normas para el cuidado de los pacientes, y en los
manicomios, se aplican técnicas de confinamiento y control sobre las
personas consideradas "locas". En las escuelas, se establecen sistemas de
clasificación y disciplina para regular el comportamiento y el aprendizaje de
los estudiantes.

Estas instituciones disciplinarias funcionan como mecanismos de


poder que ejercen control sobre los individuos y buscan la normalización de
sus comportamientos de acuerdo con las normas y expectativas sociales
dominantes. El conocimiento adquirido en estas instituciones está
estrechamente relacionado con el poder, ya que implica una comprensión y
un control sobre los sujetos a través de la observación, el estudio y la
manipulación de sus conductas.

El análisis de Foucault sobre estas instituciones disciplinarias


cuestiona cómo se ejerce el poder en la sociedad y cómo influyen en la
conformación de las identidades y las formas de comportamiento de las
personas. Destaca cómo estas instituciones se convierten en lugares de
producción de conocimiento sobre los individuos y sus conductas, lo que
permite su control y su adaptación a las normas establecidas.

En esa misma línea, El término "poder-saber" Foucault argumenta que


el poder y el conocimiento están intrínsecamente ligados y que el
conocimiento es una forma de poder. En este sentido, el poder-saber implica
que el conocimiento otorga poder y que aquellos que poseen conocimientos
específicos tienen la capacidad de influir y ejercer autoridad sobre otros.

En el ambiente de aprendizaje, el docente desempeña un papel


central como poseedor y transmisor del conocimiento. A través de su
experiencia y competencia en un área específica, el docente tiene el poder
de enseñar, guiar y dirigir el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Esto
implica que el docente tiene la autoridad para establecer los objetivos y los
contenidos del currículo, diseñar estrategias de enseñanza y evaluar el
desempeño de los estudiantes.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que el ejercicio del poder-


saber por parte del docente debe ser equilibrado y ético. Los docentes deben
ser conscientes de su posición de autoridad y responsabilidad, y deben
utilizar su poder-saber de manera empática, respetuosa y equitativa. Esto
implica fomentar la participación activa de los estudiantes, promover la
autonomía y el pensamiento crítico, y crear un ambiente de aprendizaje
inclusivo y colaborativo.

Además, es importante reconocer que el poder-saber no se limita


únicamente al docente en el ambiente de aprendizaje. Los estudiantes
también pueden tener conocimientos y experiencias valiosas para compartir,
lo que implica un enfoque más colaborativo y constructivista del aprendizaje.
El poder-saber puede ser visto como una relación dinámica y recíproca, en la
cual tanto el docente como los estudiantes contribuyen al proceso de
construcción del conocimiento.

Desde el sentido común, sabemos que la educación y


específicamente la formación recibida en la escuela, genera un gran impacto
en la vida de las personas, que incluso se extiende mucho más allá de los
años de escolaridad y del currículo explícito. Conocemos la medida del
impacto en el aprendizaje que pueden llegar a alcanzar los buenos
profesores en los estudiantes y la proporción de la influencia ejercida por los
líderes escolares.

las escuelas son la principal oportunidad que los niños y jóvenes


tienen para cultivar y desarrollar sus capacidades y para tomar una actitud
positiva frente al futuro y frente a sí mismos. Solo por esta razón ya es
posible decir que las organizaciones de tipo escolar son organizaciones
poderosas, debido a que favorecen el crecimiento de los individuos en
cuanto a sus habilidades y potencialidades. Al preguntarnos para qué existe
la organización escolar en relación a su entorno social, es posible establecer
que la escuela moderna transmite la cultura y herramientas que permitirán a
los niños y jóvenes desempeñarse de manera autónoma y efectiva en el
medio en el cual se insertan.
Desde sus más tempranos orígenes, la escuela ha sido la encargada
de transmitir conocimiento desde las generaciones adultas hacia aquellas
más jóvenes, para que estas sean igualmente hábiles en su comportamiento
en grupo, y en un sentido más amplio, en la sociedad. En ese sentido, se
trata de la enseñanza de contenidos clave para entender el mundo y actuar
en él, pero al mismo tiempo de modos de pensar, de actuar y de
relacionarse, de valores y de roles, entre otros. De este modo, tendemos a
pensar que la escuela es un lugar importante para la formación del carácter y
del ciudadano, en los términos de la cultura en que está inserta.

Por otra parte, es de gran importancia, retomar al psicólogo Piaget, el


expresa que la educación no solo se trata de transmitir conocimientos y
habilidades específicas, sino también de promover el desarrollo cognitivo,
moral y social de los estudiantes. Piaget argumenta que el principal objetivo
de la educación es fomentar el pensamiento crítico, la autonomía y la
construcción activa del conocimiento por parte de los estudiantes. Considera
que el aprendizaje es un proceso activo en el que los estudiantes deben
interactuar con su entorno, enfrentar desafíos y resolver problemas para
construir su comprensión del mundo.

Según Piaget, los estudiantes no son receptores pasivos de


información, sino que son constructores activos de su propio conocimiento. A
través de la interacción con su entorno, los estudiantes construyen
estructuras mentales llamadas esquemas que les permiten organizar y
comprender la información. La educación, entonces, debe brindar
experiencias y oportunidades de aprendizaje que desafíen y estimulen el
desarrollo de estos esquemas cognitivos.

Además del desarrollo cognitivo, Piaget también destaca la


importancia del desarrollo moral y social en la educación. Considera que la
educación debe ayudar a los estudiantes a comprender y adoptar principios
éticos, desarrollar habilidades sociales y aprender a vivir en comunidad. La
formación integral implica la promoción de valores como la solidaridad, la
cooperación y el respeto mutuo.

En resumen, el aporte de Piaget sobre el poder se centra en la


importancia de un enfoque democrático y participativo en el contexto
educativo. Piaget aboga por un equilibrio entre el poder del docente y la
participación activa de los estudiantes en el proceso de aprendizaje,
reconoce que el docente tiene una posición de autoridad en el aula debido a
su conocimiento y experiencia. Sin embargo, también sostiene que es
esencial que los estudiantes tengan la oportunidad de ser actores activos en
su propio aprendizaje y de participar en la toma de decisiones relacionadas
con el proceso educativo.

Según Piaget, el poder en el aula no debe ser ejercido de manera


autoritaria, impositiva o unilateral. En cambio, aboga por una pedagogía que
fomente la colaboración, el diálogo y la participación equitativa de todos los
estudiantes. Esto implica permitir que los estudiantes expresen sus ideas,
formulen preguntas, resuelvan problemas y participen en discusiones y
actividades de aprendizaje cooperativo.

Ciertamente, considera que el poder compartido en el aula promueve


la autonomía, la responsabilidad y el desarrollo del pensamiento crítico de los
estudiantes. Al involucrarse activamente en su propio aprendizaje, los
estudiantes tienen la oportunidad de construir su propio conocimiento,
desarrollar habilidades de resolución de problemas y fortalecer su capacidad
de razonamiento lógico.

Sin embargo, es importante destacar que el análisis de Piaget sobre el


poder en el aula no implica una ausencia total de estructura o guía por parte
del docente. Aunque promueve la participación activa de los estudiantes,
Piaget reconoce la importancia del apoyo y la orientación del docente para
facilitar el aprendizaje significativo.

En definitiva, el amor y el afecto son elementos esenciales para


promover un ambiente de aprendizaje positivo y estimulante, más que el
poder. Pues Piaget sostiene que el amor y la afectividad son fundamentales
para establecer una relación significativa entre el docente y el estudiante. La
presencia de un vínculo emocional positivo y cálido facilita la confianza y la
apertura entre ambas partes, lo que a su vez propicia un mejor ambiente
para el aprendizaje.

La educación basada en el amor implica que los docentes muestren


empatía, respeto y comprensión hacia sus estudiantes. Esto implica
reconocer y valorar las emociones, intereses y necesidades individuales de
cada estudiante. El amor en la educación implica brindar apoyo emocional,
crear un ambiente seguro y libre de juicios, y mostrar una preocupación
genuina por el bienestar y el desarrollo integral de los estudiantes.

Según Piaget, cuando los estudiantes se sienten amados y apreciados


en el entorno educativo, tienen una mayor disposición y motivación para
aprender. El amor y la afectividad generan un clima de confianza y apertura
que favorece la exploración, la experimentación y la construcción activa del
conocimiento. Es importante tener en cuenta que, para Piaget, el amor en la
educación no implica una permisividad o falta de límites. Piaget también
enfatiza la importancia de establecer normas y límites claros para promover
la responsabilidad y el respeto mutuo.

Por otra parte, el impacto del poder en el aula y en la escuela durante


la pandemia puede ser significativo y tener diversas implicaciones. Aquí hay
algunos aspectos destacados:
Desigualdades acentuadas: La transición al aprendizaje en línea ha
expuesto y ampliado las desigualdades existentes en la educación. Los
estudiantes de bajos recursos pueden tener dificultades para acceder a la
tecnología o a una conexión a internet confiable, lo que puede aumentar la
brecha de poder entre aquellos que tienen acceso a recursos tecnológicos y
aquellos que no. Esto puede afectar su participación, aprendizaje y
oportunidades educativas.

Pérdida de interacción y participación: El cambio al aprendizaje


remoto ha limitado la interacción cara a cara y la participación activa de los
estudiantes en el aula. Esto puede disminuir su sentido de pertenencia y
compromiso, así como su capacidad para colaborar con sus compañeros y
expresar sus ideas. El poder en el aula y en la escuela puede verse afectado
cuando los estudiantes se sienten menos empoderados y tienen menos
oportunidades para influir en su propia educación.

Mayor dependencia de la autoridad: Durante la pandemia, los


estudiantes han tenido que confiar más en la autoridad y el liderazgo de los
maestros y los directivos escolares. Las decisiones sobre el aprendizaje a
distancia, las políticas de seguridad y otras medidas han sido tomadas por
aquellos en posiciones de poder. Esto puede generar un mayor poder y
control de los maestros y directivos, lo que puede ser positivo si se ejerce de
manera equitativa y respetuosa, pero también puede llevar a abusos de
poder si no hay mecanismos de rendición de cuentas y participación de los
estudiantes.

Impacto en el bienestar emocional: La pandemia ha generado estrés y


ansiedad en los estudiantes, y el poder en el aula y en la escuela puede
influir en su bienestar emocional. Un ambiente de poder negativo, con una
comunicación inadecuada o decisiones arbitrarias, puede aumentar el estrés
y afectar la salud mental de los estudiantes. Es fundamental que el poder se
utilice de manera sensible y se brinde apoyo emocional a los estudiantes
durante este tiempo.

Oportunidad para la innovación y el cambio: A pesar de los desafíos,


la pandemia también ha presentado oportunidades para repensar y
transformar el poder en el aula y en la escuela. Ha habido un impulso hacia
la innovación en la educación, como la adopción de nuevas tecnologías y
enfoques pedagógicos. Esto puede permitir una distribución más equitativa
del poder, fomentando la participación estudiantil, la colaboración y la
autonomía.

"La educación participativa empodera a los estudiantes, fomentando


su voz, autonomía y capacidad de tomar decisiones en su propio proceso de
aprendizaje."

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