GUANAJUATO

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¿COMO LLEGUE A SER MAESTRA?

Genara Romero Reyes


Calle Lázaro Cárdenas No. 58
En Pénjamo, Gto.
46 Años
Tel. 01469 69 2 34 03
[email protected]
MOTIVOS Y CIRCUNSTANCIAS QUE INTERVINIERON EN LA ELECCIÓN DE MI PROFESIÓN.

¿Cómo llegue a ser maestra? Creo que esta pregunta me remonta a mi infancia, allá
en la costa grande del estado de Guerrero, Tecpan de Galeana, para ser exactos, y de solo
nombrar mi tierra, siento una gran nostalgia y alegría al recordar mis años felices en esa
tierra del sur de México mi país del que estoy orgullosa.

Fui la decima de 11 hermanos hija de una familia de campesinos, viví feliz en un


matriarcado porque mi madre vivió toda su vida en casa de mi abuela, y mi abuela en la su
casa paterna, de ahí la tradición que mamá siguió, y digo matriarcado porque la abuela y mi
madres eran el centro y el eje de la familia lo mismo hacían labores del hogar tales como
cocinar, lavar, cocer, bordar, hacer pan, conservas y mermeladas, como también se
encargaban de las cosechas, de cuidar vacas, de contratar peones, sembrar y desgranar
maíz, pilar arroz, des botar frijol, algodón, cuidar las huertas de coco, plátano y frutales,
además de enseñarnos a leer y escribir con “el silabario de san miguel” antes de entrar a la
escuela primaria y a cocer y bordar servilletas, almohadones, poner botones y zurcir ropa, y
eso fue lo que aprendí de niña, labores del campo y labores de casa, y solo en vacaciones de
verano mis hermanas mayores que eran 3 , Margarita, Guille y Carmen, la primera estaba
en Acapulco con una tía y ahí trabajaba, las dos últimas nos enseñaban “doctrina” y daban
clases jugando “a la escuelita” ahí en la casa, a los niños hijos de los vecinos a mis primos y
a mí, recuerdo que rezábamos, escribíamos, leíamos y comíamos muchas frutas de
temporada con chile y limón, creo que esto último era lo que motivaba a los niños a ir a la
escuelita como le llamaban, y que consistía en un patio grande con una mesa grande y
bancas de madera, pero que cuando terminaban “las clases” jugábamos al bat, a los
encantados, escondidas, a los encantados, a las estatuas, al pozito ,la rayuela, el
chicharrón, la lotería, el balero, los trompos, cocoles o papalotes, el burro, con muñecas de
trapo a hacerles ropita, cocer y tejer servilletas de manta, etc., etc. Y eso era lo rico de estar
no solo en verano sino todas las tardes para jugar.

Como dije antes siendo la decima hija, pues no era tan rudo el trabajo para mí, lo
que no quiere decir que se me perdonara no hacerlo, además de que todos participábamos
en las cosechas, chicos y grandes, y en vacaciones era desde el primer día que teníamos
descanso en la escuela, y nos gustaba a todos ir a quedarnos varios días a las huertas hasta
terminar la cosecha de coco, de frijol, plátano, maíz, frutas, aguacates, etc., etc. No nos
desanimaba dormir en una cabañita sin agua y sin luz y con camas de “huesos de palma de
coco” o en hamacas, rodeados de mosquitos, bichos o tlacuaches que luego salían en la
noche a buscar las gallinas de la abuela. Comíamos rico, sano, jugábamos en la tierra, entre
los árboles, probábamos de todas las frutas y no bañábamos en el rio.
Así transcurrió mi niñez, cuando curse el preescolar, porque quiero decirles que si
fui a preescolar, de hecho, mi jardín de niños se llamaba “Juan de Dios Arias”, y creo que
fue uno de los primeros que se fundaron en el estado de guerrero, bueno después del de
Tixtla y Chilpancingo. Aun conservo mi diploma con fotos y mensajes muy bellos. Una de
mis maestras Martina Portillo, era de Irapuato, después la vi siendo yo educadora, le dio
gusto verme y saber que había seguido sus pasos, después supe que ella murió de cáncer.

Viví feliz, haciendo todo eso y como era de las mas chicas de la familia, porque hubo
una hermana después de mi, Enriqueta, solo que ella murió a los 3 años, recuerdo que nos
enfermamos de sarampión y viruela, las niñas mas chicas y los niños más chicos de la casa.
Goyo, Ángel, Quety y yo, mi hermano mayor Goyo estaba ya de 11 años y duro mas en
recuperarse, mi hermano Ángel y yo nos aliviamos pronto pero mi hermanita a ella la
internaron en un sanatorio en tecpan y murió a los 15 días, mi hermano después se
compuso de la viruela. Recuerdo que mama se la paso todos los días en el sanatorio con mi
hermanita y me quede a cargo de mis 3 hermanas en casa, solo cuando iban a llevarle cena
podía ir al sanatorio y verlas a las dos. Muchas cosas no comprendí en ese momento, pero
ahora que lo recuerdo, creo que mi hermanita murió porque éramos muy pobres, porque
aunque teníamos que comer todos los días, no había dinero, solo hasta la cosecha algo
quedaba, pero así como para tener en casa regularmente, no había, y llega a mi mente, que
cuando a la edad de 6 años, antes de ir a la escuela primaria a veces iba al molino de
nixtamal moler para la masa de las tortillas que mamá hacia en la casa para todos los de la
familia, después iba al mercado a vender fruta a veces eran “nanches”, a veces eran
plátanos, a veces aguacates, y lo que llevaba hacia trueques con las del mercado por
pescado, queso fresco, jocoque, pan, y raras veces dinero. De manera que a la escuela
íbamos 5 hermanos y nos daban un peso para todos o sea 20 centavos, así transcurrió mi
estadía en la primaria, y como solo hasta la primaria estudiaban las mujeres, en la casa mis
3 hermanas solo hasta ahí habían cursado, y pues mis aspiraciones solo hasta ahí llegarían,
pero no, yo quería seguir estudiando; la secundaria, la prepa y algo más, pero en una región
donde las mujeres tenían pocas opciones de superarse, en una familia de escasos recursos
económicos, veía con tristeza que iba a ser difícil convencerlos de que me dieran no solo la
oportunidad sino los recursos para seguir superándome. Ah, pero déjenme decirles que uno
de mis hermanos estudiaba en la ciudad de México, para contador y cuando él iba a la casa
de vacaciones, era tratado como rey por el hecho de ser estudiante, y creo que eso también
despertó en mi ese sentido de estudiar.

Con dificultad, puede conseguir los requisitos para ingresar a la escuela secundaria,
la solicitud, hacer el examen de admisión y aprobarlo y lo más difícil convencer a mis
padres, de manera que esa era la prueba más difícil de todas, porque solo así podría
convencerlos de que me permitieran estudiar la secundaria, y si, tuve suerte, aprobé el
examen y cuando ya estaba todo listo, le dije a mi papá que me dejara estudiar, que había
hecho un examen y que lo había aprobado y que solo faltaba inscribirme, se me quedo
viendo un rato, no era usual ver a las mujeres ir a la secundaria, no a las de la casa al menos
no para las de mi condición económica, porque mamá solo curso hasta 2DO de primaria y
mi abuela solo primer grado.

La situación la veía difícil, yo no sabía cómo iba a reaccionar, pero lo que si sabía es
que tenía que convencerlo de mi decisión de ser alguien en la vida, de superarme y no
quedarme a hacer lo mismo en casa, no porque no me gustara, sino porque yo creía y
quería en algo diferente para mí, la verdad no me veía yo así como mis hermanas en casa
haciendo solo los quehaceres del hogar, o en algún local en el mercado o tienda del pueblo
como empleada, yo sentía dentro de mí que eso no era para mí, que podía aspirar a algo
más, que podía soñar con tener y ser algo más. Y fue la primera batalla que tuve que librar,
contra mi propia familia, con mis parientes y vecinos, porque empezaba a romper reglas
establecidas.

Pero gracias a los consejos y el apoyo de mis maestros de primaria, mi maestra


Loreto García en primero, mi maestra Rosa María Estrada en cuarto grado. `pero sobre todo
gracias a mi maestro de sexto grado, Francisco Miranda Maldonado , el era de la tierra
caliente de guerrero, pero se quedó en el pueblo y se caso con mi prima Adolfina , el
siempre confió en mí, me decía que yo debía seguir estudiando, que hiciera lo posible por
convencer a mis papás y que si no él lo iba a hacer, que me veía posibilidades de sobresalir,
gracias a él estuve en el cuadro de honor de sexto y fui homenajeada el día del niño en el
festival que la primaria nos organizo y tuve porras y vivas de mis compañeros y de mi
querido maestro de grupo, eso fue muy agradable. Y recordándolo creo que fue lo que
impulso a pedir esa oportunidad para estudiar, aun sin saber bien a ciencia cierta qué era lo
quería ser, pero de que quería superarme de eso si estaba completamente segura.

Y bueno pues por tanta insistencia, mi papá cedió, a que yo estudiara, mis hermanos
se inconformaron 4 de los 6 que tenia ,también, ya sabiendo la decisión, regañaron y me
advirtieron que no iban a querer ninguna queja de mi, que no me iban a querer ver
vacilando con los muchachos, uno creo que dijo que no me quería ver embarazada, yo no
entendí eso, era chica y no tenia aun mucha información, después supe que algunas de las
muchachas de la secundaria, dejaban sus estudios por ese motivo.

Luche contra todo eso pero gracias a dios y a mis padres que creyeron en mi curse la
secundaria, con satisfacciones para mis padres, pues logre buenas notas, y sin ninguna
queja ni motivo de regaños ni llamadas de atención de mis hermanos, porque al igual que
en la primaria, antes de ir a la escuela y en las tardes yo ayudaba en las labores de casa,
pero sobre todo en las “vendimias” de todo lo que se producía en cada temporada o en lo
que mis hermanas, mi mama y mi abuela hacían para reunir fondos.

Ya en la secundaria empecé a ver más posibilidades de continuar, tuve muy bueno


maestros, excelentes diría yo, recuerdo al maestro Alcibíades Nava Hernández mi asesor de
primero y tercero, al maestro Miguel Chabelas García, director y nuestro maestro de
historia y sociales, a la maestra Rosalía, de naturales, a la maestra Chuchita de
taquimecanografía, a mi Ticher de ingles Irineo Garcés Ortega (q.e.p.) A mis entrañables
maestros de biología Guillermo Delgado Reyna y Oscar Escobar Olea, fueron subdirectores
y nos daban clases también de biología y naturales, los dos últimos eran de Aguascalientes
y solo de recordar sus clases, hijo les, creo que eso me fue despertando el deseo de ser
maestra, en cierto modo para intentar ser como ellos fueron, porque sin duda alguna
dejaron una huella imborrable en mi memoria y en mi persona, porque no solo daban
clases, sino que nos daban atención, cariño, buen humor, un trato no de maestro alumno,
sino de padre a hijo, o de amigo a amigo, al menos en mi generación tuvimos ese privilegio,
y como decía anteriormente mis compañeros de primaria, varios de ellos también lo fueron
en la secundaria, la mayoría ya de 18 y 20 años o más , éramos pocos los que habíamos
ingresado a la secundaria a los doce años, y los más grandes nos cuidaban, aun recuerdo la
camaradería y la solidaridad que vivimos como grupo, si había travesuras, risas, bromas,
pero no se llegaba a lo que ahora llaman “bullíng” y que resulta de lo más agresivo para
quienes lo viven, pero no solo eso, sino lo que resulta a raíz de esa agresión.

Esos tres años de la secundaria transcurrieron muy rápido, y de pronto me vi, casi a
los 15 años de edad en la misma situación que cuando termine la primaria, otra vez se
repetía la historia, me angustiaba el solo hecho de saber que esta vez no pudiera
convencerlos de continuar mis estudios porque ello significaba dejar el pueblo, después de
la secundaria algunos iban a la preparatoria oficial, pero con la consigna de seguir
estudiando una carrera larga, y eso en mi situación era un imposible, por eso la vía era una
carrera corta, de preferencia en un internado y la opción era ser maestra. Las escuelas más
cercanas estaban en Acapulco pero eran particulares así que solo quedaban Chilpancingo,
Iguala y Ayotzinapa, pero esta última debido a las revueltas en las que había participado
había dejado de ser mixta.

Entonces solo quedaba iguala por el creen el internado para maestros de primaria y
en Chilpancingo las normales estatales y la oficial de educadoras. Así que mi posibilidad era
el internado, y una compañera del grupo de la secundaria Maricela Antonio, tenia
hermanas en el CRENy me invitó a sacar ficha y hacer el examen ahí, solo que no de enteré
cuando ella se fue y perdí esa oportunidad. Luego platicando con Violeta Hernández ella era
del grupo “d” y yo del “c” pero éramos vecinas y conocidas porque en su casa nos
alquilaban historietas de lagrimas y risas, destinos opuestos, memin pinguin, el payo,
fuego, etc., porque yo era la que iba a su casa por las revistas y así fue como empezamos a
platicar que íbamos a hacer, la ventaja de ella era que 2 de sus hermanas si habían
estudiado una de secretaria y otra de enfermera en Chilpancingo,

Así que solo tuve la segunda opción para ver la posibilidad de irme a estudiar ya no a
Iguala , Gro., al CREN ( centro regional de educación normal) sino a Chilpancingo y como mi
amiga solo iba a ir a solicitar a la normal de educadoras, para mí, significaba irme con ella,
pero ya estando allá en Chilpancingo yo iría a la Normal Estatal para Maestros de Primaria,
pero lo primero era convencer de nueva cuenta a mis padres y hermanos, y el viacrucis fue
el mismo, sola tuve que hacer todos los tramites, consiguiendo dinero con mis hermanos y
como pude convencerlos para que me ayudaran a decir a mis padres que me dejaran ir a
estudiar, para entonces, uno de mis hermanos, Goyo, él estudiaba en Chilpancingo, en la
Universidad de Guerrero, vivía en una casa de estudiante y creo que tenía una beca, así que
no representaba un gasto mayor a la familia, pero mi situación era diferente ya que yo no
iba a ningún internado pues ya no funcionaban como tales en Ayotzinapa, y en Iguala ya no
alcance ficha para examen, así que cuando por fin mi papá accedió, me dijo que tenía que
hacer yo sola todo, así como pasar el examen, si de verdad quería estudiar e irme a
Chilpancingo, y así lo hice, con mi amiga Violeta nos pusimos de acuerdo y decidimos irnos
a la casa donde rentaba una de sus hermanas, solo que ella terminaba sus estudios de
enfermería y ya el cuarto estaba apartado para otras muchachas que iban a estudiar y vivir
ahí. Así que solo quedaba irnos con la otra hermana de Violeta, Olivia la que era secretaria,
y que trabajaba en la secretaria forestal, su esposo era ingeniero ahí. Y bueno con muy
pocas pertenencias pero muchas ganas de quedarme en la normal, de maestros en
Chilpancingo, la estatal, era la más posible, así que con todas mis ilusiones me fui a
Chilpancingo con mi amiga, los primeros días con su hermana Tere y después con su otra
hermana.

Llevamos solo lo necesario para los tramites, el examen y regresar a casa ya por las
cosas si era que ya nos quedábamos, fueron días de tensión y emoción, era la primera vez
que salía de casa, apenas iba a cumplir 16 años, en una ciudad de clima frio, contrario al
calor de la costa, ambiente y gente diferente y desconocida para mí.

Y esperamos el día del examen y oh sorpresa! Si pasé!!!!, ahí conocí a otras


compañeras, ah, pero déjenme decirles que fui a la Normal Oficial de Educadoras, porque
por andar buscando a mi hermano Goyo, que traía mis documentos, se terminaron las
fichas en la Normal Estatal para Maestros de Primaria, por eso “ya me tocaba” ser
educadora, y ahí todo fue un poco más sencillo, no tuve contratiempos, pase el examen, y
así fue como ingrese a la Normal Oficial de Educadoras “Adolfo Viguri Viguri” de
Chilpancingo, Gro. Aun sin tener claro que era ser educadora lo reconozco, pero creo que
aun ahora teniendo las posibilidades de estudiar alguna otra carrera, elegiría ser educadora
sin pensarlo dos veces, son tantas las satisfacciones que en esta noble e inigualable
profesión he tenido que estoy plenamente convencida que es la mejor oportunidad que
tuve y tengo de realizarme profesional y personalmente.

Y bien, pues inicié en una ciudad distinta, fue difícil acostumbrarme a la comida. La
ropa, el clima, de solo recordar la sabrosa comida de la costa, pescado frito, frijoles negros,
salsa costeña, tortillas de comal, café de olla, ahh. Y ahora en una escuela diferente, nuevas
compañeras, pero con una gran oportunidad de ser alguien en la vida, y si creo que siempre
quise ser maestra, lo que aprendí de mis maestros desde preescolar, primaria, secundaria y
posteriormente normal, creo que todo lo que ellos me inculcaron y enseñaron no solo de
conocimientos, sino de valores, de afecto de preocupación y ocupación sincera de hacer de
nosotros verdaderas personas de bien, al menos así lo sentí y lo viví con mis maestros por
eso me acuerdo de sus rostros , de sus nombres y hasta de sus apellidos, pero sobre todo
del trato que recibí de cada uno de ellos y eso ha sido lo que hasta el día de hoy me ha
ayudado y estimulado para realizar mi labor docente con compromiso, con amor, con
responsabilidad, son humildad, y sobre todo con la plena convicción de que estoy formando
personas, generaciones que ya ahora por los años que llevo en el sistema educativo, ahora
son ya profesionistas, padres de familia, empleados en las oficinas y dependencias a las que
a veces acudo y los encuentro y veo con satisfacción que aun se acuerdan que fui su
maestra en preescolar.

Volviendo a lo de mi ingreso a la normal, ah, tiempos aquellos, los evoco a menudo,


cuando platico con mis hijas, el menor estudio aun la preparatoria aquí en Pénjamo, Gto. Y
la mayor de ellas estudia la Normal Oficial en Irapuato para Maestra de Educación Especial,
un gran orgullo para mí, que algo encontró en esta maravillosa profesión y en ese espacio
que descubrió su vocación al hacer su servicio social en el DIF de Pénjamo.

Después de saber que había aprobado el examen, pedí a mi hermano y a los padres
de una de mis compañeras de grupo, me acompañaran para inscribirme, para no hacer ir a
mis papás hasta Chilpancingo, ya que no teníamos recursos, lo bueno fue que si se pudo de
esa manera.

En un principio por unas semanas vivimos con la hermana Tere de Violeta, y después
con Olivia la secre, nos toco pertenecer a grupos diferentes, pero en la escuela nos
reuníamos, íbamos y veníamos juntas a la escuela y compartíamos tareas y desveladas, esto
fue casi por año y medio, pues su hermana Olivia la esposa del que era ingeniero tuvo a su
bebé y se fue a nuestro pueblo de la costa, a atenderse y cuidarse con su mama, por lo que
tuvimos que buscar un lugar para vivir, algo que me llamo mucho la atención es que el
ingeniero, era de León, Gto. Y se llamaba José Jesús Arana Ramos y platicaba maravillas del
estado de Guanajuato y sentí curiosidad por conocer este estado, y me gusto tanto que ya
llevo 26 años viviendo y trabajando tranquilamente aquí, y cosa curiosa, mi esposo es de
Pénjamo, Gto., y también se llama José Jesús.

En la Normal de Educadoras, de cuatro años, todavía alcance ese plan de 4 años, ya


que se ingresaba después de la secundaria, por eso a mis 16 años ingrese y a casi 20 egrese
y llegue a Pénjamo, Gto.

Mi vida en la normal transcurrió, entre muchas carencias, vivía con mi amiga en casa
de sus hermanas, y no me cobraban renta, eso era un ahorro para mi, y mi familia, y fue un
propósito desde que ingrese ganarme una beca en la normal y con eso apoyarme en la
compra de materiales, pasajes y otros gastos para salidas a observación y prácticas.

Fue una época muy difícil, con muy poco dinero, que apenas si me alcanzaba para
irla pasando y con el compromiso de no perder la beca, y con la consigna de mis padres de
no reprobar ni dar problemas porque si no me regresaba a Tecpan de Galeana, allá en
Guerrero. Como pude curse el primer y segundo grado, ya habiéndome cambiado de casa,
pero aun con mi amiga del pueblo, le eche todas las ganas a aprobar todas la materias que
cursábamos y que eran muchas, muy completas y algunas muy bonitas y adecuadas a
nuestra labor como son teatro, danza, cantos y juegos, dibujo y pintura, y los talleres de
manualidades que llevábamos adicionales en cada semestre. Recuerdo a mis maestros de
la normal Maty, de cantos y juegos, Ángeles de teatro, Rolando de dibujo, Gustavo de
educación física, Javier Zamora el psicólogo, Esther de pedagogía, Hilda Benita de didáctica,
Chony de danza, Aamada de español, Celis de naturales, Wily de filosofía, Carmelita la
prefecta, y la directora Margarita de la Luz Mora Calvo, entre otros.

Y ocurrió que cuando cursaba el segundo grado mi mamá falleció, me deprimí


mucho y estuve a punto de dejar la escuela y se lo dije a mi papá, y fue en un momento que
él me hizo reflexionar cuando me dijo, “solo piensa si a ella le hubiera gustado que dejaras
la escuela” y comprendí que no, porque si de algo estoy segura es que ella se sentía
orgullosa de que yo estudiara y que fuera a ser maestra, por eso, desistí de mi idea de
abandonar la escuela y me integre nuevamente con mis compañeras, a raíz de eso, tuve
mayor apoyo con ellas, a pesar de que algunas económicamente estaban muy bien, no me
rechazaban ni me excluían de su círculo de amistades, y me ayudaban en lo que podían y yo
correspondía también a su apoyo.

Mis maestros de la normal me inculcaron valores tan especiales que en verdad


sentíamos en las clases, en los eventos en que participábamos, en las observaciones a los
jardines de niños, en las practicas que hacíamos en las escuelas, en el servicio social que
realizamos, en el examen recepcional y el informe de trabajo que presentamos de nuestro
servicio, sentíamos ese enorme compromiso por la confianza que cada unos de esos
maestros depositaba en nosotros por lo que yo me sentía con el enorme compromiso de no
defraudarlos, tratando siempre de hacer las cosas por convicción, con dedicación y entrega
y con la responsabilidad en el trabajo que mi familia también me inculcó.

Sus enseñanzas en cada una de las artes, las ciencias, el desarrollo personal, los
conocimientos del programa de educación preescolar, las características de los niños, la
vinculación del trabajo con los padres de familia, y el trabajo al servicio en la comunidad,
desde el momento que inicie el servicio social, las logre llevar a la práctica, y
posteriormente al obtener mi título al aprobar el examen recepcional con mención
honorifica, me motivaron aun mas a hacer de mi labor la realización de todos mis sueños, y
los de mi familia, y sobre todo los de mi madre, eso me permitió ganar más respeto con
mis hermanas, incluso una de ellas me pidió bautizarle a su hijo que ahora está conmigo en
Pénjamo a punto de concluir su carrera de derecho, así con un gran compromiso de poder
ayudar a esos pequeños a adquirir los conocimientos, valores, destrezas, habilidades
suficientes para facilitar su ingreso a la escuela primaria, brindándoles un trato amable en
un ambiente de respeto y camaradería, como yo lo viví con mis maestros de antaño.

Creo que eso fue lo que motivo a hacer de mi profesión un espacio para ofrecerles a
los niños la oportunidad de ver el mundo, su entorno, de una manera diferente. Pero sobre
todo dándoles un trato amable, con cariño y respeto, y ahora que veo a alumnos de esas
generaciones que les di clases, se que valió la pena, y siento la satisfacción del deber
cumplido.

Como directora, dure poco, y al igual que mis compañeras de trabajo, me integre
con dedicación a mi nueva función, ya desde otra posición, pero sin olvidar el trato a los
alumnos, a los docentes y a los padres de familia, ya que ellos constituyen la base de todo
este sistema educativo, sin dejar de destacar la enorme importancia que tienen los
recursos y los materiales, entre todos hacemos que esto sea posible.

Todo lo que aprendí en la escuela normal me ha servido para hacer mi labor en las
diferentes escuelas en las que he laborado, pues la mayor parte de esa historia laboral fue
como maestra frente a grupo, inicié en la comunidad de laguna larga de cortes, municipio
de Pénjamo, Gto. En el año de 1983, en un jardín de niños tridocente pero con una
numerosa población escolar, tanto que para el mes de noviembre de ese mismo año
éramos 5 educadoras, 1 intendente,1 maestro de música, y 1 de educación física. Ahí
labore como educadora encargada con grupo durante 2 ciclos escolares. Me fui a vivir a la
comunidad, me integre a su gente, y logre no solo el apoyo sino el aprecio y el
reconocimiento de la gente durante ese tiempo que estuve adscrita a ese plantel. Además
de que ahí conocí a mi esposo un maestro de secundaria técnica que ahora es director, yo
labore 2 años en esa comunidad y el 20 ciclos escolares. Ese incremento de personal que se
logro en el jardín de niños, trajo consigo además del desconcierto e inconformidad de mis
compañeras, una clave 21, de directora técnica liberada de grupo. Cosa que no sucedió
debido a la poca antigüedad laboral que tenia, y por la que perdí, no solo la clave sino el
lugar de adscripción, pues me asignaron a otro centro de trabajo por “disposición oficial y
sindical”. En el que estuve dos años, y posteriormente, como educadora de incremento me
fui a Pénjamo, como educadora frente a grupo a un jardín de niños de organización
completa en el que creo continúe mi labor docente con el ánimo del primer día de ingreso a
la SEP, y entregando en lo posible cada año generaciones numerosas con actitudes y
valores y disposición al trabajo, y una maduración satisfactoria para ingresar a la escuela
primaria, el reconocimiento de los padres de familia y el apoyo que siempre me brindaron,
y que hasta la fecha. Pues cuento con la amistad de varios de ellos, y puedo decir que de
los padres de familia de los alumnos que año con año atendí durante 15 años en este
plantel me dieron la oportunidad de conocer amigos, posteriormente con algunos hasta
compadres nos hicimos debido a esa buena amistad que se dio.

Participe en el proceso de ascensos en el 2002 y fui adscrita al jardín de niños de la


comunidad de la estrella también del municipio de Pénjamo , estuve tres ciclos escolares y
trate como pude de contagiarles a mis compañeras y compañeros mi deseo de crear un
buen clima laboral al igual que valorar la función de ser maestro, los invite a formar un
buen equipo y a trabajar por los niños que atendíamos en el plantel y a sumar las
participaciones y apoyos de los padres de familia, fueron 3 ciclos de mucho trabajo, de
prácticas diferentes, de compartir experiencias, de dar cada uno el extra en lo que
hacíamos, y finalmente logramos fortalecer y desarrollar en los alumnos cosas increíbles en
sus valores, en sus competencias, en sus actitudes, y un buen desarrollo para ingresar a la
escuela primaria, y como equipo de trabajo, nos consolidamos y apoyamos de una manera
muy satisfactoria. Todos mis compañeros aun se encuentran en servicio. Hirma, Blanca
Estela, Roció, Don Ángel, y una servidora, cuando nos encontramos nos vemos con cariño,
por todo ese trabajo que verdaderamente nos unió en esos ciclos escolares y que aún se
conserva con una sincera amistad, y una transformación de la escuela no solo en lo
académico sino en la infraestructura y mantenimiento del plantel.

Cuando vi esta invitación a participar en “como llegue a ser maestro” vi que cubría
algunos requisitos como ser maestra, escribirlo a máquina, aunque ya con un poco de
conocimiento en la tecnología, no fue tan difícil, en el nombre o titulo del trabajo, ahí si
tuve una pequeña dificultad ya que no sabía cómo definir mi trabajo, en el nombre
completo del participante no hubo problema, en el domicilio, pues ya lo dije y en la edad
cuento afortunadamente con 46 años de edad, y 26 satisfactorios de servicio en la
docencia, mi correo electrónico, lo tengo desde el curse una maestría, y ha sido el mejor
medio para comunicarme con mis compañeras educadoras encargadas y directoras, la
mayor dificultad que se me presento fue, la de escribir máximo tres cuartillas esta
experiencia de compartir los motivos y circunstancias que intervinieron en la elección de mi
profesión. Y de solo recordar que mi servicio social lo hice en una comunidad 100% náhuatl,
en la comunidad de Atliaca, municipio de Tixtla, en la que tuve que hacer mi propio
diccionario de palabras náhuatl para poder decir a los niños y a la gente lo que
pretendíamos en ese ciclo escolar en su jardín de niños y en su comunidad me llena de
satisfacción, haber podido contar con un alumno y un intendente bilingüe que me
facilitaron el trabajo y la redacción de mi informe para el examen recepcional, de manera
que eso compensó dormir en piso de tierra, lavarme o bañarme con agua helada, no poder
salir o entrar a la comunidad por la falta de transporte, etc.

De manera que quizás por no respetar la redacción en 3 cuartillas máximo, de mis


experiencias por las elegí ser maestra, quizás me quite la posibilidad de participar en esta
invitación de manera formal u oficial pero al menos me da la oportunidad de poder escribir
parte de las circunstancias que me llevaron a elegir la más noble de las profesiones, ¡¡¡Ser
maestra!!! Y si alguien lee mi escrito y sirve de motivación para decidir ser parte de esta
inigualable vocación de servir a los demás, estas letras habrán cumplido su cometido, y soy
maestra porque tuve desde mis padres, mis educadores en mi formación como estudiante,
¡grandes maestros de los que aprendí a ser lo que ahora soy! A pesar de las criticas, y las
des valoración que luego los medios de comunicación hacen de los profesores, amo mi
profesión y si pudiera elegir nuevamente que quiero ser sin temor a equivocarme decidiría
¡¡¡Ser maestra!!!

Gracias por su amable atención.

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