Ágata de Fuego
Ágata de Fuego
Ágata de Fuego
Composición: Dióxido de silicio
Composición química: SiO2 (igual al cuarzo)
Lustre: Vítreo
Estructura cristalina: Trigonal
Fractura: De concoidal a granular
Exfoliación: Ninguna
Densidad: 2.61
RI: 1.53-54
Birrefringencia: 0.004
El ágata de fuego es un cuarzo café microcristalino (calcedonia) que tiene una forma de
crecimiento botroidal (parecido a una uva) y que contiene capas de placas de cristales de óxido
de hierro (limonita) en varios planos dentro de ella. Los colores rojo, dorado verde y en
raramente azul violeta iridiscentes son el resultado de la interferencia entre los rayos de luz
difractados que viajan a través de estas delgadas capas (vemos el mismo efecto cuando
miramos los colores de arcoiris en la superficie de un charco de agua oleosa; o en el oriente
creado por las capas de nácar en la superficie de la perla). Normalmente, los bolsillos de ágata
de fuego ocurren en especímenes de calcedonia sin color, blancos o gris claro
El ágata de fuego solo se encuentra en el Suroeste de Estados Unidos y México y no fue hasta
el final de la Segunda Guerra Mundial que se empezó a comercializar. Esto, aunado al hecho de
que es uno de los materiales opacos más difíciles de cortar de manera apropiada, hace que sea
escaso y que sea desconocido por el público en general.
Para revelar de un mejor modo los colores, las capas superiores de calcedonia deben ser
removidas cuidadosamente de la capa botroidal, creando una forma libre con una superficie
tallada. Si se llega a remover un poco más de material la iridiscencia desaparece y en caso de
no remover lo suficiente se mantendrá mate. Este tratamiento minucioso requiere invertir más
tiempo por pieza lo cual incrementa el costo. Este tipo de trabajo también acarrea una falta de
piezas calibradas, lo que ha impedido su uso de forma masiva en artículos de joyería.
Las ágatas de fuego de buena calidad presentan colores tan impresionantes como un buen
ópalo negro, pero mucho menos costosas. Además, el ágata de fuego es tan dura y durable
como cualquier cuarzo, lo que la hace estupenda para usos de joyería, incluyendo anillos.
Las piezas más deseables muestran su color sobre toda la superficie sin puntos muertos. El
color más cotizado es el rojo, pero también son buscadas algunas piezas de color azul- lavanda.
El patrón de los colores también representa un factor a valorar. Similar a lo que sucede con el
ópalo, los colores pueden ser pequeños puntos "puntos de fuego", grandes manchas
"arlequín" o, raramente, tener un patrón distintivo como círculos o rayas. Las piezas bien
cortadas, talladas y pulidas con una forma libre son más valoradas que aquellas con forma de
corona o de cabujón.