La Posmodernidad

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LA POSMODERNIDAD:

A través de este trabajo desarrollamos el tema de la Posmodernidad y como esta afectó y


afecta nuestra sociedad, la literatura y el teatro:

- De la modernidad a la posmodernidad.
- Características de la posmodernidad.
- La posmodernidad en el campo de la literatura.
- La posmodernidad en el campo del teatro.
DE LA MODERNIDAD A LA POSMODERNIDAD:
No es fácil definir a la posmodernidad. Más que una ideología, más que una
corriente filosófica, es un sentimiento, es una vaga sensación de frustración. Es un mero
estilo de vida.
“La posmodernidad es la era del vacío” 1. “Es el resultado del fracaso de la
pretensión reduccionista de la razón moderna, que lleva al hombre a cuestionar tanto
algunos logros de la modernidad con la confianza en el progreso indefinido (...) aunque
reconozca sus valores.”2
Los especialistas en posmodernidad están acordes en ver como nota dominante el
desencanto, el aburrimiento y la falta de horizontes y de motivaciones. No se entendería
bien la posmodernidad sino se percibiera que está hecha de desencanto.
Este desencanto no se limita a consumo de lo material, toca el arte, a la fe y a la
razón.
La posmodernidad tiene sus precursores Nietzsche y Heidegger, y sus filósofos: J.
F. Lyotard, J. Habermas, J. Derrida, Deleuze, J. Braudillar, G. Lipovetsky y G. Vattimo,
entre otros.
Si hablamos de posmodernidad es porque en efecto hubo una modernidad.
La modernidad, es el proceso social, científico y técnico que ha creado el mundo
del progreso, del desarrollo y de la producción de bienes. Se inició junto a los grandes
descubrimientos; se reafirmó con las ideas de la revolución francesa y en el siglo XX, en
especial en las décadas del 60 y el 70, llegó a su culmen.
La modernidad tuvo su credo: fe en el progreso ilimitado; fe en el capitalismo
burgués; fe en la tolerancia democrática y religiosa y fe en la ciencia y en la técnica. El
hombre eficiente y productor era el paradigma de la modernidad.
En un momento de la historia, el hombre creía firmemente que con el progreso de
las ciencias y sus consecuencias tecnológicas se acabaría el trabajo rutinario en la
sociedad, los hombres se dedicarían a los placeres intelectuales y a las tareas creativas. A
nadie se le hubiese ocurrido pensar en un mundo donde la gente trabaja enloquecida
hasta el agotamiento para pagar las cuotas de los objetos de consumo.
Pero la posmodernidad es algo más que la etapa que sigue a la modernidad. Es
también una respuesta crítica, desairada a la modernidad; es la expresión de decepción,
un querer renegar, desentenderse de la época anterior.
La posmodernidad ha hecho entrar en crisis todo el credo modernista.
“El proyecto de la modernidad apostaba al progreso. Se creía que la ciencia
avanzaba hacia la verdad, el arte se expandía como forma de vida y la ética encontraría la
universalidad de las normas fundamentadas racionalmente. No obstante las conmociones
sociales y culturales de los últimos decenios, parecen contradecir los ideales modernos. 3”
La postura posmoderna en América Latina lleva el desencanto hasta la política y lo
social: Se trata de un desencanto frente al proyecto global de la modernidad.
Desconfianza ante el racionalismo científico: solo lleva a un pragmatismo que deja
insatisfecho al hombre total. Desconfianza ante el racionalismo tecnológico que ha creado
más problemas de lo que ha resuelto: No acortó la brecha entre la riqueza del Norte y la
1
LIPOVETSKY,G., La era del vacío, Anagrama, Barcelona, 1993.
2
Documento de Santo Domingo, Edición del CELAM, Santiago de Chile,1993, n.45.
3
Varios, Madre Teresa de Calcuta: Caminos de sencillez, Planeta, Buenos Aires,1995,pp.91 y 92
pobreza del sur. Desencanto ante el racionalismo sociopolítico en el que se han
desarrollado las ideologías: éstas, de izquierda y derecha, han fracasado y aún no asoma
una alternativa confiable.
Para el hombre posmoderno la historia no existe más que en los libros. No se da
más que micro historias. Ya no se creé en héroes perennes.
La pérdida de esperanza en que la sociedad mejore básicamente lleva a los
posmodernos hacia el hedonismo, al disfrute máximo y total del momento presente. La
felicidad es transitoria y fugaz, por eso hay que vivir el presente.
La mentalidad posmoderna no prioriza la razón sino el sentimiento, por eso no
absolutiza el progreso.

¿Cuándo nace la posmodernidad?


No se puede precisar una fecha exacta, si se puede hablar de tiempos, de
generaciones donde comienzan a aparecer los primeros síntomas.
Estos síntomas aparecen antes en la sociedad, en determinados estamentos, que
en la mente de los teóricos de los movimientos. Por eso podemos hablar de una
posmodernidad de la “calle” y una posmodernidad de los “intelectuales”
El latir de la calle, de una generación que de pronto siente que el mundo en el que
creía y soñaba, no le dice nada y hasta se le ha venido abajo.
Los conocedores de la posmodernidad reconocen que la revolución de París, en la
primavera de 1968, marca un hito importante en el nacimiento de esta época.
No sólo en cuanto al tiempo, también en cuanto a la filosofía, la posmodernidad
hunde sus raíces culturales en el citado movimiento estudiantil “que introdujo un cambio
en la escala de valores”
Hay otros fenómenos sociales culturales y económicos que han permitido a la
posmodernidad afirmarse y crear su identidad: la revolución de la electrónica.
Nuestros chico intuyen los secretos de la mágica electrónica como quien vive en su
mundo, frente a las computadoras se sienten como en su casa.
Estamos en la era posindustrial. Los medios de comunicación, orales, escritos y
televisivos, que además de comunicar el planeta en instantes, provocan e incitan al
consumo y al placer con las miles de ofertas irresistiblemente seductoras, con cuotas
altísimas de erotismo y de violencia.
El mundo de la comunicación no sólo ha contribuido al nacimiento de la
posmodernidad sino que le añade contenido y le da forma, condicionando negativamente
nuestra época.

SOCIEDAD POSMODERNA: SUS CARACTERÍSTICA:

APOLOGÍA DEL SEXO:


Frente a la sexualidad, la posmodernidad ha subido los decibeles a muy altas
cuotas de promoción y de consumo, dosis fuere de erotismo y de vulgar genitalidad. El
sexo, es el alfa y el omega que polariza el goce de nuestra sociedad. Hay toda una
apología del hedonismo focalizado en la sexualidad todo muy bien estudiado, programado
y ofrecido con persistente desenfado.
El sexo se ha convertido en un consumo de masas mediante la telefonía erótica,
los clasificados de citas, los videos pansexuales y las telenovelas. El consumo de sexo se
ha, no solamente intensificado, sino que ha ganado en precocidad.
La sobresexualidad contemporánea golpea a adultos, a jóvenes y adolescentes por
igual, podríamos decir que también a los niños, pues en el campo de la sexualidad existe
una precocidad preocupante.

LA “RELIGIÓN” DEL CONSUMO:


Otra característica del perfil de la posmodernidad es la fiebre del consumo. Vivimos
en la filosofía del hipermercado: “mira, compra, usa, tira y vuelve a visitar la catedral del
consumo”.
Los motivos de las compras no son tanto las necesidades vitales, sino los reclamos
de la moda, de estar al día, de llevar la marca de onda o imitar al colectivo al que
pertenece, porque hoy aparentar estar bien es más importante que estarlo.
El mundo se ha convertido en una gran vidriera iluminosa que encandila y atrapa.
Consumismo sonidos, imágenes, el mismo zapping es el cetro para elegir y
consumir a gusto, sin moverse y a velocidad satelital cuanta información arrojan los
cables.

FRAGMENTACIÓN INTERIOR:
En la sociedad actual, el hombre se encuentra tironeado por distintas propuestas,
por distintos intereses que no apuntan a un centro en común: la multitud de actividades,
el placer del escape, su historia personal no acabadamente aceptada, sus límites, las
propuestas incoherentes, etc. Muchos optan por refugiarse en sí mismos, con su propia
verdad, limitada pero propia. Otros escapan indefinidamente del mundo y del mundo
buscando el sentido, algo que sirva de “foco vital” para encauzar la propia vida.
Muchas veces no encuentra sentido para vivir. Las propuestas son generalmente
vacías, carecen de certeza. Sirven para pasar el momento, pero no son permanentes. Esto
conlleva al peligro del vaciamiento interior que termina por escapar de la vida, en muchos
casos.

LIBERACIÓN SIN FRONTERAS:


Todo se puede. No hay límites, los límites los marca el deseo. Los códigos son relativos.
No hay horarios: es vivir al ritmo del impulso. Pues la posmodernidad es la antítesis de lo
que sea proyecto, planificación, estructuras, etc.
Para el posmoderno no hay nada prohibido: el desenfado en el hablar, la forma de tratar a
los demás, la vestimenta, la falta de higiene, etc.

EL HOMBRE INCONSCIENTE, “LIGHT”:


La cultura light, de bienestar, ofrece un arsenal de normas no de autocontrol de
la persona sino para “guardar la forma”. Sos en el mundo de acuerdo a como eres
físicamente.
El hombre posmoderno, no solo es light solo en lo corporal, sino también en el
campo de los valores, de las grandes decisiones. Le cuesta empeñar las palabras y darle
un valor definitivo. Es amigo de lo provisorio, está inmerso en un mundo de lo
descartable y ha aplicado a los valores, a la trascendencia, al amor, la mentalidad de lo
relativo, lo circunstancial.

MASIFICACIÓN Y GREGARISMO:
Esta característica afecta a todos pero en especial a los jóvenes.
El joven de hoy actúa masa: visten igual; cantan las mismas canciones; ingieren
bebidas similares, en horarios cronológicamente exactos. Parecería que el joven
posmoderno al actuar en masa estuviera excento de la soledad, de la angustia y de la
depresión. Pero no es así. La masificación lleva a la despersonalización, a la soledad y a la
angustia.
Los jóvenes posmodernos prescinden de estructuras mentales, viven a impulsos del
sentimiento, “la libertad del gozar y no del pensar”. La experiencia, la sensación vale más
que todo discurso racional.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Documento de Santo Domingo, Edición del CELAM, Santiago de Chile,1993, n.45.

VARIOS, MADRE TERESA DE CALCUTA: Caminos de sencillez, Planeta, Buenos Aires,1995,pp.91 y 92

MARTA ORSINI PUENTE, Conciencia crítica y medios de comunicación, Ediciones Dabar,


México 1995

ROJAS, E., El hombre light, Planeta, Buenos Aires, 1994

GUARDINI, R., El fin de la modernidad, P.P.C, Madrid, 1995

LIPOVETSKY,G., La era del vacío, Anagrama, Barcelona, 1993

MAGDALENO, E., Hijos de la posmodernidad, GRAM Editora, Buenos Aires, 1996

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