2.1 Lectura Obligatoria-Est. Urb. en Latinoamérica

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 26

La Investigación Urbana en América Latina:

Tendencias Actuales y Recomendaciones.

Licia Valladares & Magda Prates Coelho

Documento de análisis para el curso de Sociología Urbana II, EAP de Sociología,


UNJFSC. Titular del Curso: Dr. Marcelo Zúñiga Rojas (2013).

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura


Las opiniones expresadas en esta colección incumben a los autores y no
reflejan necesariamente el punto de vista de la UNESCO.

© UNESCO

Este documento se basa en tres trabajos analíticos preparados por miembros de


la red GURI: Rodríguez, Espinoza y Herzer (1995), que trataron sobre las
investigaciones urbanas en Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay;
Schteingart y otros (1995), que se ocuparon de México, Colombia y América
Central; y Valladares y Coelho (1995), que estudiaron Brasil y Venezuela.

En cada una de esas regiones un director de proyecto trabajó con un grupo de


investigadores de varios países. Se elaboraron documentos en base a la revisión
de las publicaciones existentes. En los talleres organizados en Ciudad de México,
Santiago y Rio de Janeiro se reunieron más de 150 especialistas que analizaron y
elaboraron el plan para las futuras investigaciones urbanas en América Latina.

Centrándose en diferentes subregiones, los tres trabajos tienen una estructura


similar, con capítulos sobre: a) las tendencias del proceso de urbanización; b) las
cuestiones abarcadas por la investigación urbana en los decenios de los 60, los 70
y los 80; c) el contexto institucional de la investigación urbana; y d) un plan de
investigaciones para el decenio de los 90. En ellos se incluye también una amplia
bibliografía que se ha tenido en cuenta al redactar el presente documento.

Aunque los datos acerca de los diferentes países y regiones provienen de diversas
fuentes, trataremos de hacer un resumen comparativo de los tres trabajos,
abarcando las tendencias fundamentales de la urbanización que se observan en
las tres subregiones, las cuestiones comunes en el análisis de las investigaciones
urbanas, los problemas similares del desarrollo de los estudios urbanos, y las
propuestas análogas en relación a un plan futuro.
TENDENCIAS DEL PROCESO DE URBANIZACION

En la década del 2000 al 2010 América Latina es la región más urbanizada del
mundo en desarrollo. Tras un siglo de urbanización y expansión demográfica
explosivas, se están configurando nuevas tendencias urbanas que plantean
nuevos retos a la investigación y el desarrollo urbanos. Los índices de fecundidad
han disminuido y en varios países la transición demográfica ha tenido ya una
repercusión considerable en los padrones de urbanización.

La creciente globalización de la economía internacional ha empezado a introducir


cambios importantes en las estructuras espaciales de la producción. La
descentralización de la industria, los cambios tecnológicos y la creciente
orientación hacia el comercio mundial han contribuido a una geografía cambiante
de la industria y del empleo.

Las reformas introducidas por las políticas neoliberales y los cambios


macroeconómicos han tenido también una importante repercusión en el conjunto
de la región. La recesión y los ajustes han acarreado reducciones en los servicios
públicos, privatizaciones de empresas administradas por el Estado, disminución de
las nuevas posibilidades de empleo y descenso de los salarios reales. Las duras
políticas de estabilización aplicadas para hacer frente a la crisis económica y a la
deuda externa han originado descensos considerables de los indicadores
macroeconómicos nacionales.

Tales transformaciones han afectado de manera diferente a los distintos países


dado que se hallan en diversas fases de desarrollo político-económico y urbano y
varía también su dependencia respecto de la economía internacional.

el Caribe, 1992

En la actualidad América Latina es un continente predominantemente urbanizado.


Ya en 1965 ocho de un total de 16 países habían atravesado el umbral de
urbanización (el 50% de la población total en las ciudades): Argentina, Brasil,
Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay y Venezuela. A fines de la década de los
80, todos los países salvo Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Honduras habían
cruzado ese umbral.

Puede agruparse a los países de conformidad con su grado de urbanización


(Cuadro 2, columna V). El primer grupo (urbanizados en más de un 70%)
comprende Argentina, Uruguay, Chile, Venezuela, Brasil, México y Perú. En
Argentina, Uruguay y Chile la urbanización se inició muy pronto, en los años 20 y
30. México, Venezuela, Perú y Brasil iniciaron su "despegue" urbano en los 40. Un
segundo grupo, con una población urbana que representa entre el 50 y el 70% del
total, lo forman Colombia, Nicaragua, Ecuador, Panamá y Bolivia. Los países de
América Central integran un tercer grupo formado por sociedades
predominantemente rurales.
En América Latina la urbanización ha estado siempre asociada con altos índices
de crecimiento demográfico. Sin embargo, desde hace muchas decenas de años
la población urbana ha aumentado rápidamente mucho más que la población total.
En el periodo de 1965 a 1980, mientras el índice de crecimiento anual medio de la
población urbana en todos los países era superior al 3%, el de la población total
sólo superaba el 2%. Las únicas excepciones eran Uruguay, Argentina y Chile, los
tres países más urbanizados del continente.

Otro rasgo tradicional de la urbanización en América Latina ha sido la importancia


de la emigración del campo a las ciudades relacionada con un sistema
caracterizado históricamente por la primacía de una ciudad. Hasta los años 60 la
población urbana de la mayoría de los países se concentraba en sus principales
ciudades: Montevideo, Buenos Aires, Ciudad de México, Caracas, Santiago, Lima,
San José y Panamá son ejemplos notorios de macrocefalismo; Quito-Guayaquil y
Rio de Janeiro-Sâo Paulo eran ejemplos de concentración acentuadamente
bicefalia. Colombia era el único país cuya red urbana estaba más equilibrada en el
decenio de los 60.

Los datos de los censos recientes ponen de relieve cambios importantes en los
padrones de urbanización: a) los índices de crecimiento demográfico y urbano han
disminuido considerablemente; b) las ciudades más populosas están creciendo
menos rápidamente de lo que se esperaba. México y Sâo Paulo son hoy ejemplos
de inversión de la tendencia al crecimiento explosivo de las ciudades; y c) en la
red urbana de los años 90 se observa ya una jerarquía relativamente equilibrada
de las ciudades, creciendo en importancia las de tamaño medio.

En el periodo de 1980-1989 los países latinoamericanos experimentaron una


desaceleración del ritmo de crecimiento urbano. Las únicas excepciones fueron
Guatemala, Honduras y Nicaragua -los países rurales que aún subsisten en el
continente-, además de Bolivia. De las proyecciones hechas para el año 2000 se
infiere que el crecimiento demográfico proseguirá a ritmo lento.

Se han producido también cambios en el índice de crecimiento de la población


urbana. De la comparación entre los periodos de 1965-1980 y de 1980-1989 se
deduce que, si bien los índices de urbanización continúan siendo muy importantes
(y superiores a los índices de crecimiento de la población total), han empezado a
bajar. El fenómeno es manifiesto en todos los países, particularmente en
Venezuela (donde más fuerte ha sido la desaceleración -del 4,8 al 2,7%) y en
México, Perú y El Salvador. La única excepción es Bolivia donde el índice de
crecimiento de la población urbana aumentó del 3,1 al 4,3% entre uno y otro
periodo.

Aunque el ritmo de la urbanización está disminuyendo, la mayoría de las ciudades


continúan creciendo. No obstante, el crecimiento se concentra menos en las
capitales. La desaceleración del índice de crecimiento de la ciudad más populosa
de cada país (columna XI) es un significativo indicador de la tendencia hacia la
desconcentración. Todos los países urbanizados, salvo Bolivia, han
experimentado una disminución de ese índice desde los años 70. En las naciones
altamente urbanizadas de América Latina la "explosión metropolitana" parece
haber llegado a su techo, siendo el ejemplo más notable Sao Paulo (cuyo índice
de crecimiento bajó del 4,5 en los años 70 al 1,7% en los 80). El crecimiento de las
ciudades tradicionalmente principales está también disminuyendo
considerablemente; en 30 años el índice de crecimiento de Lima cayó del 5,1 al
3,9% y el de Santiago de Chile del 3,5 al 2% en el mismo periodo. A su vez, el
índice de Ciudad de México disminuyó del 5,4 en los 60 al 4.0 en los 70. También
Buenos Aires crecía lentamente en los años 60 (el 2,2%) y continuaba creciendo a
ritmo regular (1,5%) en los 80. En América Central la tendencia es menos clara,
aunque países como Costa Rica, Guatemala y Panamá experimentaron una
desaceleración del crecimiento de su capital entre el decenio de los 60 y el de los
70 (Cuadro 2, columna XI). La mayoría de los países de la subregión siguen
siendo predominantemente rurales y el crecimiento urbano tiende a concentrarse
en los pocos grandes centros.

En algunos países el sistema de distribución de las ciudades se está volviendo


más equilibrado. Como se observa en el Cuadro 2, columna VIII, sólo seis países
de los 16 tenían más del 40% de su población en la capital en los años 90: Costa
Rica (77%), Uruguay (45%), Nicaragua (44%), Chile (42%), Argentina (41%) y
Perú (41%). Se trata de los países donde el modelo de primacía de la capital
parece seguir teniendo fuerza. Con una red urbana mucho menos concentrada
(columna X) aparecen Brasil (catorce ciudades de más de un millón de
habitantes), Colombia (tres ciudades), Ecuador (dos ciudades), México (cuatro
ciudades) y Venezuela (dos ciudades). La comparación entre las columnas VIII y
IX (población de la capital y población de las ciudades de un millón de habitantes o
más como porcentaje de la población urbana) pone de relieve hasta qué punto
estos países se orientan hacia una distribución más equilibrada de sus
poblaciones urbanas.

Las nuevas pautas de la urbanización apuntan efectivamente hacia la importancia


creciente de las ciudades de tamaño medio. Este fenómeno se ponía de relieve en
los tres trabajos indicados. Rodríguez, Espinoza y Herzer dan cuenta de que en
Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Uruguay las ciudades de tamaño medio están
creciendo más rápidamente que el promedio nacional y que las ciudades más
populosas. Schteingart recuerda también que en Colombia y México las ciudades
de tamaño medio experimentaron un crecimiento mayor que las grandes
metrópolis. Brasil y Venezuela se ajustaban a la misma tendencia, según
Valladares y Coelho.

Los flujos migratorios se han desviado hacia las ciudades de tamaño medio que
desempeñan el papel de centros regionales. Su crecimiento reciente ha estado
también relacionado con las nuevas pautas de la reorganización del espacio y de
la economía. Esto vale para Brasil, Venezuela, México, Chile y Argentina. En la
mayoría de los países la magnitud y la dinámica de la migración han cambiado: el
movimiento tradicional del campo a las ciudades ha sido menos importante que la
migración entre las zonas urbanas y dentro de cada una de ellas. En América
Central este proceso todavía no se ha producido ya que la población urbana total
se concentra aun en la capital.

Este breve análisis de las tendencias urbanas en América Latina puede ofrecer
perspectivas más optimistas que las previsiones de hace un decenio que preveían
el caos urbano y el crecimiento incontrolado. Sin embargo, en cifras absolutas el
problema urbano sigue siendo de proporciones enormes. En los países más
urbanizados (Argentina, Uruguay, Chile y Venezuela) siete de cada diez
habitantes viven en una ciudad o en la capital. En las 33 zonas urbanas con más
de un millón de habitantes se concentran no menos de 126 millones de personas.
Incluso con ritmos inferiores, las ciudades continuarán creciendo más de prisa que
las viviendas y los servicios necesarios. El mercado del trabajo urbano continuará
haciendo frente a un desequilibrio entre la demanda y la oferta de trabajo. La
gestión de las ciudades seguirá planteando un gran reto en una situación de
recesión, escasez de recursos y pobreza creciente. De los 16 países
latinoamericanos aquí considerados sólo seis (Uruguay, Chile, Costa Rica,
Argentina, Venezuela y México) tenían en 1991 un Índice de Desarrollo Humano
(IDH) superior al 0,8.

EL DESARROLLO DE LOS ESTUDIOS URBANOS Y LOS PRINCIPALES


TEMAS DE LA INVESTIGACION URBANA

La investigación urbana en América Latina viene experimentando un desarrollo


sistemático y creciendo en importancia desde los años 70. No obstante, ese
desarrollo ha sido desigual en todo el continente. En general, los países donde el
proceso de urbanización empezó antes poseen una tradición más larga de
investigación urbana. En la mayoría de los países de urbanización reciente sólo
acaba de iniciarse el estudio de las cuestiones urbanas.

En los últimos decenios la comunidad de los investigadores urbanos se ha


diversificado mucho. En ella se incluyen geógrafos, arquitectos, sociólogos,
economistas, antropólogos, planificadores, historiadores y abogados. Las
investigaciones florecen en los programas de postgrado, en innumerables centros
privados y públicos y en las ONGs. En la gama de especialistas entran hoy
investigadores académicos de tipo tradicional, universitarios que trabajan con las
ONGs e investigadores y planificadores del sector público -todos los cuales
pueden combinar varios roles.

En algunos países y subregiones funcionan redes de investigación. Sin embargo,


es escasa la comunicación existente entre los especialistas de la América
hispanohablante y los del luso hablante. Aunque se han hecho algunos intentos
mediante la organización de varias conferencias internacionales, los
investigadores tienden a trabajar aislados en su subregión o país. No existen
redes continentales de información y los institutos de investigaciones y los
programas de postgrado mantienen entre sí muy escasos intercambios.
En lo que atañe al futuro de la investigación, las perspectivas son sombrías. Los
fondos para investigaciones están disminuyendo y en la mayor parte de los países
las universidades están pasando por una grave crisis que ha empezado ya a
afectar la continuidad y la calidad de los estudios urbanos.

El desarrollo de los estudios urbanos

En unos cuantos países las raíces de la investigación urbana se prolongan más


allá de los años 60. Los fundadores fueron esencialmente geógrafos, sociólogos y
arquitectos. En los decenios de los 40 y de los 50 países como México, Brasil,
Venezuela y Perú establecieron acuerdos con universidades extranjeras (sobre
todo norteamericanas y francesas), las cuales enviaron especialistas que, además
de enseñar, ayudaban a definir temas en materia de geografía, sociología y
antropología. La participación extranjera fue también esencial para elaborar los
primeros planes urbanos y regionales. El asesoramiento exterior facilitado por los
organismos internacionales alcanzó incluso a las regiones menos urbanizadas
como América Central.

El decenio de los 60 representó un hito en el desarrollo de los estudios urbanos en


América Latina. La alta prioridad que en ese decenio se concedió a los problemas
urbanos se manifiesta en la creación de los primeros departamentos universitarios
y centros privados dedicados a la investigación y la formación respecto de los
problemas urbanos y regionales: el Centro de Estudios Urbanos Regionales
(CEUR) de Buenos Aires; el Centro Interdisciplinario de Desarrollo Urbano (CIDU)
y el Centro de Desarrollo Social de América Latina (DESAL) de Santiago de Chile;
el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y el Centro de Estudios y Promoción del
Desarrollo (DESCO) de Lima; el Centro de Estudios del Desarrollo de la
Universidad Central de Venezuela (CENDES) de Caracas; el Centro de Estudios
Económicos y Demográficos del Colegio de México y el Instituto de Geografía de
la Universidad Nacional Autónoma de México; la División de Estudios sobre la
Población de la Asociación Colombiana de Escuelas Médicas y el Centro
Interamericano de la Vivienda y el Planeamiento (CINVA) de Bogotá. En Brasil el
Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento (CEBRAP) y el Instituto Universitario
de Rio de Janeiro (IUPERJ) aparecieron a fines de los años 60, convirtiéndose
rápidamente en centros importantes donde florecían las investigaciones urbanas.
El ya existente Instituto Brasileño de Administración Municipal (IBAM) cobró
entonces nuevo impulso.

Otro incentivo para emprender investigaciones fue la creencia cada vez más
arraigada en la importancia de la planificación. Ya en la década de los 60
numerosos gobiernos crearon organismos de planificación y promovieron el
establecimiento de cursos de planificación en las universidades. Esta tendencia es
muy clara en el caso de Brasil y Venezuela.

El desarrollo de las investigaciones urbanas en América Latina tiene también una


deuda con dos redes: la CLACSO y la SIAP. La Comisión para el Desarrollo
Urbano y Regional de la CLACSO se mostró muy activa desde comienzos de los
60 en la promoción de seminarios y el fomento de publicaciones. Por ejemplo,
patrocinó la revista chilena EURE - Revista Latinoamericana de Estudios Urbano
Regionales. La SIAP (Sociedad Interamericana de Planificadores) reunía a los
planificadores y editaba la primera revista latinoamericana de alcance continental.

Los años 70 fueron muy favorables para la continuación del desarrollo de los
estudios urbanos. En la mayor parte de los países el número de cursos de
postgrado se multiplicaron rápidamente y se crearon cursos y centros de
investigación especializados para formar a los profesionales. En Brasil se
establecieron no menos de seis programas de maestría en planificación urbana y
regional en las universidades federales de Sâo Paulo, Rio de Janeiro, Brasilia,
Porto Alegre, Recife y Salvador. En México el Colegio de México emprendió
también un programa de maestría en desarrollo urbano, y se consolidó el curso
para postgraduados en estudios urbanos existente en la Facultad de Arquitectura
de la UNAM. En América Central la Confederación de Universidades
Centroamericanas (CSUCA) empezó a promover las investigaciones nacionales y
comparadas. En Venezuela la Facultad de Arquitectura y Planificación Urbana de
la Universidad Central instituyó un curso para postgraduados.

En algunos países el gobierno desempeñó un papel clave en este proceso.


Además de financiar los programas de postgrado, tuvo una función esencial al
crear nuevos organismos de planeamiento urbano y metropolitano (en México,
Colombia y Brasil).

La década de los 80 fue crucial. En algunos países como México, Brasil, y


Venezuela la investigación urbana ya alcanzaba un alto grado de desarrollo
institucional, tanto a nivel académico como en el campo del planeamiento. En
otros países la investigación urbana encontró acogida en las nuevas ONGs
(muchas de ellas de orientación universitaria) y en los centros de investigación
privados, especialmente en aquellos países donde un régimen autoritario limitaba
el alcance y la libertad de las investigaciones sociales en las universidades (Chile,
Argentina y Uruguay). Ejemplos notorios son el Centro de Estudios Sociales y
Educación (SUR) de Santiago de Chile, el Instituto Internacional de Medio
Ambiente y Desarrollo (IIED-AL) de Buenos Aires, el Centro de Información y
Estudios de Uruguay (CIESU) y el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el
Desarrollo (CIEDUR) de Montevideo.

Se fundaron revistas especializadas: Medio Ambiente y Urbanización (Argentina),


Espacio e Debates (Brasil), Ciudad y Cultura (Perú), Estudios Demográficos y
Urbanos (México), Ciudades (México), Vivienda (México), Revista Urbana
(Venezuela), Cuadernos del CENDES (Venezuela) y Proposiciones (Chile). Por
otro lado, algunas revistas de ciencias sociales comenzaron a dar mayor cabida a
los estudios urbanos, entre ellas la Revista Mexicana de Sociología y la Revista
Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales y Estudios Políticos. En Brasil las más
importantes eran Cuadernos CEBRAP, DADOS, BIB-Boletín Informativo e
Bibliográfico das Ciencias Sociais y Lua Nova. En Colombia los resultados de las
investigaciones urbanas se daban a conocer por conducto de revistas no
especializadas tales como la Revista Foro, Ideología y Sociedad, Economía
Colombiana y Coyuntura Social.

Los primeros años de la década del 80 fue un periodo constructivo en el que


continuaron creándose cursos de postgrado. Por lo menos siete nuevos centros de
educación superior se fundaron en México, la mayoría en ciudades distintas de la
capital; y no menos de seis nuevos programas de maestría y tres cursos de
doctorado se establecieron en Venezuela. Varias universidades del Nordeste de
Brasil organizaron programas de maestría.

Sin embargo, las restricciones empezaron pronto a afectar la financiación local de


los proyectos en gran escala y los presupuestos de las universidades. A mediados
de los 80 los Consejos Nacionales de Ciencias y Tecnología de México, Brasil,
Venezuela y Argentina financiaban solamente subvenciones para estudios. Las
fuertes restricciones impuestas a la investigación en ciencias sociales comenzaron
a afectar la ayuda a las investigaciones urbanas. Como consecuencia de la crisis
económica general también sufrió una drástica reducción la demanda de
investigaciones por parte de los organismos gubernamentales.

La crisis tuvo una repercusión muy grave en la producción y desarrollo de los


estudios urbanos en América Latina. Fueron muchos los grupos de investigadores
que se dispersaron y se interrumpieron numerosos proyectos. Como resultado de
todo ello la investigación universitaria quedó limitada a la producción de tesis y a
los proyectos de investigaciones individuales, mientras los proyectos de
investigación en gran escala sufrían graves repercusiones.

La financiación internacional era insuficiente para invertir esta tendencia. La


Fundación Ford, por ejemplo, había concentrado su ayuda durante los años 70 en
los grandes centros de investigaciones y de estudios de postgrado en ciencias
sociales (muchos de ellos dedicados a la investigación urbana); la Fundación
empezó a diversificar sus subvenciones, encauzándolas hacia los proyectos
relacionados con las ONGs.

Los países de América Central fueron una excepción. A fines de los 80 pudieron
desarrollar los estudios urbanos gracias especialmente al CSUCA y a la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Tras la grave crisis política que
paralizó las investigaciones a comienzos de los 80, América Central se está
poniendo progresivamente al día gracias a la ayuda exterior.

La existencia de una comunidad científica sólida y diversificada redujo


considerablemente los efectos de la crisis sobre las actividades de investigación.
La formación de redes de investigación en numerosos países durante los años 80
da fe del nivel de madurez de la comunidad de investigadores urbanos en
determinadas zonas de América Latina. Se han creado redes para aunar
instituciones e individuos. En México la Red Nacional de Investigaciones Urbanas
tiene actualmente 377 miembros individuales en 24 estados diferentes, incluida
Ciudad de México. En Brasil la Asociación Nacional de Programas de Postgrado
en Planeamiento Urbano y Regional (ANPUR) tiene unos 20 programas y centros
de investigaciones afiliados. Con un alcance geográfico más amplio y sede en
Santiago, REDES reúne aproximadamente a 75 miembros individuales de distintas
organizaciones de investigación que estudian los servicios urbanos. Otro ejemplo
es la Red Latinoamericana de Ciudades, Gobierno Local y Política Urbana que
tiene por miembros a investigadores universitarios y funcionarios de los
departamentos de planeamiento municipal.

Tendencias de la investigación urbana: paradigmas cambiantes

La investigación latinoamericana ha estado siempre influida por las teorías


extranjeras. Sin embargo, esa influencia exterior no se ejercía con la misma
intensidad en todos los países. Durante los años 60 el funcionalismo se mostraba
más influyente en unos países que en otros. En la década siguiente el enfoque
marxista elaborado por la sociología urbana francesa se convirtió en paradigma.

En América Latina se han elaborado también teorías generales para explicar


fenómenos que los científicos sociales consideran característicos de sus
respectivas épocas. Pese a los rasgos propios de cada país, tres enfoques
principales han influido en la investigación.

El primero, surgido a fines de los 50, coincide con el "descubrimiento" del


problema urbano y guardaba relación directa con la envergadura y el alcance
crecientes de la urbanización en América Latina. La mayoría de los países de la
región estaban pasando por lo que se llamó "hiperurbanización", situación en la
que un ritmo rápido de urbanización no iba acompañado de un crecimiento
correspondiente de la industria provocando un trasiego de las personas de los
empleos poco productivos en la agricultura rural al empleo o subempleo urbano
también de baja productividad. Los síntomas más claros de hiperurbanización se
observaban en las ciudades más populosas, donde el desequilibro entre el rápido
crecimiento demográfico y las insuficientes posibilidades de empleo daba como
resultado una creciente pobreza y la proliferación de los barrios de chabolas y
tugurios. Las "favelas" de Brasil, las "poblaciones" de Chile, los "barrios" de
Venezuela y Ecuador, las "villas miseria" de Argentina y las "barriadas" de Perú
eran consideradas el resultado del desajuste y de la patología. Hauser (1961) y
Quintero (1964) ponen de manifiesto lo difundidas que estaban estas ideas entre
los estudiosos.

La preocupación general por el desarrollo y por la lucha contra el subdesarrollo se


expresó tal vez con la máxima claridad en la versión latinoamericana del enfoque
modernizador (Germani, 1965; 1969). Se hacía hincapié en la dicotomía urbano-
rural, utilizándola para explicar las dificultades de las hordas de emigrantes rurales
para integrar-se a la sociedad. A medida que invadían las grandes ciudades,
parecían incapaces de adaptarse a las posibilidades de empleo que ofrecía la
economía urbana y al modo de vida urbano. La teoría de la marginalidad surgió de
las reflexiones sobre el cambio social que fueron propuestas por los defensores
del enfoque de la modernización. En Chile DESAL desempeñó un papel clave en
la difusión del nuevo modelo (DESAL, 1969, 1970; Vekemans y Venegas, 1966;
Vekemans, 1969). Heredera de la perspectiva dualista, la teoría de la marginalidad
trató de explicar la pobreza urbana y la no integración de los pobres recientemente
urbanizados en la vida y la economía urbana. El concepto de marginalidad pasó
rápidamente de una noción geográfica y económica a otra sociológica y
psicológica. La idea de una "cultura de la pobreza" (Lewis, 1966) inspirada en la
situación urbana de México alcanzó rápidamente notoriedad.

A fines de los 60 tanto la hiperurbanización como la marginalidad habían dado


lugar a un amplio debate (Mangin, 1967; Perlman, 1976) al instalar en el centro de
la atención el análisis del papel de los pobres en el desarrollo económico y urbano.
El debate, iniciado por Quijano (1971) y Nun (1969), fue pronto reanudado por
Cardoso (1971), Oliveira (1972) y Kowarick (1975). Como resultado de sus
investigaciones, se introdujo el papel del Estado en el análisis de la urbanización
en Latinoamérica.

En el decenio de los 70 surgieron nuevas maneras de ver los viejos problemas


como reacción contra las teorías hasta entonces dominantes. En el nuevo debate
el discurso del desarrollo frente al subdesarrollo se convirtió en un discurso sobre
el desarrollo frente a la dependencia. Con la nueva visión se consideraba el
proceso de urbanización como el resultado de un tipo particular de desarrollo
económico -capitalista pero dependiente- con efectos especialmente importantes
sobre el desarrollo urbano. Los teóricos hablaban ahora de "urbanización
dependiente", un proceso fuertemente ligado a la relación entre países periféricos
y centrales (Castells y Vélez, 1971). Este concepto se derivaba de la teoría de la
dependencia, cuyos autores principales eran Cardoso y Faletto (1970). Su premisa
fundamental era que la dependencia se expresaba en la articulación de los
intereses del capitalismo nacional con los del resto del sistema capitalista.

A juicio de los teóricos de la dependencia, el Estado nacional tenía un papel clave


que desempeñar en la industrialización -y, por consiguiente, en la urbanización- al
unirse al capital y a las élites en el proceso de acumulación del capital y la
distribución geográfica de la mano de obra. La función del Estado era poner los
cimientos de la reproducción del proceso industrial capitalista y mantener una
actividad constante, transfiriendo recursos y fondos a la industria, regulando el
precio de la mano de obra, invirtiendo en infraestructuras y, en consecuencia,
disminuyendo los costos del capital.

Según los teóricos de la dependencia, la industrialización ponía en marcha una


dinámica de acumulación que dependía de la expansión del sector tradicional de
los servicios. Con su creciente capacidad para absorber mano de obra, el
"hinchado" sector de los servicios aparecía como un factor favorable para el tipo
de acumulación urbana, necesaria con vistas a la expansión del sistema capitalista
(Oliveira, 1972).

Empezó a elaborarse y a propagarse una visión estructural de la urbanización,


claramente marcada por el pensamiento marxista. En Brasil los exponentes
principales de la teoría fueron Singer (1968; 1971), Kowarick (1975; 1979) y
Oliveira (1972). En Colombia Pradilla (1982; 1987) fue uno de los primeros
estudiosos que emprendieron investigaciones de carácter marxista.

La noción de "espoliación urbana" (Kowarick, 1979) se convirtió en referencia


básica para los nuevos teóricos, especialmente en lo relacionado a las
condiciones para la reproducción de la fuerza de trabajo en el contexto del modelo
de acumulación. La elaboración del concepto de espoliación coincide y se
relaciona con el concepto de "periferización", es decir la segregación creciente de
los pobres de las ciudades en las zonas periféricas. En el proceso de espoliación
la periferia se consideraba el lugar preferente para la reproducción de las clases
populares.

Con este enfoque, la comprensión del papel del Estado cobró nueva importancia,
apareciendo como un factor esencial para comprender la urbanización. En primer
lugar, el Estado debía crear la infraestructura para la expansión industrial,
ofreciendo una financiación a corto y largo plazo a las empresas e invirtiendo
directamente; en segundo lugar, estaba encargado de generar los bienes de
consumo colectivo ligados a la reproducción de la fuerza de trabajo (vivienda,
transportes, salud, educación); y, por último, debía mantener el orden social,
necesario para el funcionamiento de un modelo de acumulación dado.

Este análisis ponía énfasis en la dimensión política de la urbanización al dar


relieve a la doble espoliación de las clases populares: como fuerza de trabajo
sometida al capital y como habitantes de las ciudades sometidos a la lógica de la
expansión metropolitana, que negaba cada vez más el acceso de la clase
trabajadora a los servicios de consumo colectivo.

Esta nueva perspectiva facilitó la incorporación del paradigma de la sociología


urbana francesa a través de las obras traducidas en español y portugués de
autores como Lefebvre, Castells, Lojkine, Topalov y Preteceille que tuvieran sus
ideas difundidas en América Latina desde los años 70.

Esa perspectiva renovó la reflexión sobre los problemas urbanos en tres formas:
a) rechazando la idea de la autonomía del espacio urbano y aceptando el
concepto de espacio socialmente producido; b) politizando los problemas urbanos
al hacer hincapié en la relación entre el Estado y las clases sociales producida por
las contradicciones urbanas; y c) introduciendo una serie más amplia de agentes
de la escena urbana, muy particularmente los movimientos sociales.

A finales de los 80 los estudiosos latinoamericanos comenzaron a poner en tela de


juicio la sociología urbana marxista. Surgió un movimiento crítico y los
investigadores empezaron a tener las mismas preocupaciones (Santos, 1981;
Carrión, 1990, 1991; Unda, 1990; Coraggio, 1990; Jaramillo y Cuervo, 1990;
Duhau, 1991): a) la adopción del modelo básicamente francés de la sociología
urbana marxista, era demasiado "mecánica" y no permitía tomar en consideración
los rasgos específicos de las distintas sociedades latinoamericanas; y b) la
importancia concedida al Estado con carácter de ubicuo y monolítico no tenía en
cuenta la diferenciación interna del "aparato" estatal y de los diversos organismos
estatales. Por otra parte, esta visión desembocaba en una concepción parcial de
las relaciones entre el Estado y el amplio abanico de los agentes sociales.

No obstante, la renovación de los estudios urbanos por el pensamiento marxista


dejó un legado cuya influencia continuará haciéndose sentir en los años 90.

Áreas principales de la investigación urbana

Durante los últimos 30 años han aparecido en América Latina una masa
considerable de publicaciones y materiales, en su mayoría obra de estudiosos,
investigadores y organismos gubernamentales. Este material se halla disperso por
las bibliotecas locales y es poco conocido en los países latinoamericanos y fuera
del continente. No existen redes de información bibliográfica subregionales sobre
las publicaciones y proyectos de investigación existentes. La comunicación es
escasa entre los estudiosos extranjeros y nacionales que han venido utilizando
sus capacidades empíricas para comprender los procesos urbanos y sociales
contemporáneos. Las escasas obras colectivas sobre la urbanización en América
Latina que existen en inglés (Hauser, 1961; Gilbert, Hardoy y Ramírez, 1982;
Rabinovitz y Trueblood, 1971; 1973) no dan cuenta completa del conjunto de
contribuciones. Morse (1969) hizo un esfuerzo excepcional en su estudio
comentado sobre la urbanización en América Latina. Su trabajo sigue siendo una
obra esencial de referencia.

Uno de los objetivos del proyecto sobre LAS INVESTIGACIONES URBANAS EN


EL MUNDO EN DESARROLLO era hacer un revisión actualizada de los temas
principales de los estudios urbanos. La investigación bibliográfica se llevó a cabo,
en la medida de lo posible, en cada una de las tres subregiones latinoamericanas
que definía el proyecto. Cada trabajo presenta un estudio sucinto del material
existente y contiene una bibliografía en la que no se incluyen más que las
referencias principales.

Aquí vamos a limitarnos a una descripción de los temas esenciales identificados


en cada subregión. La presentación que sigue se basa en el Cuadro 1:
Referencias Bibliográficas por Temas - Brasil, y en el Cuadro 2: Temas resultantes
de las Bibliografías -Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú. En lo referente a
México, Colombia, Venezuela y América Central, los datos bibliográficos no se han
reunido en cuadros.

Se utilizaron varios esquemas de clasificación. En el caso de Brasil el punto de


partida fue la base de datos URBANDATA, que clasifica 4.000 referencias según
21 temas (enumerándose cada referencia dentro de uno o más temas). Se da
también la distribución de las referencias de acuerdo con su fecha de publicación.
El Cuadro 1 muestra la distribución de las publicaciones con arreglo al tema y a
las preferencias del investigador en los últimos decenios.
Se elaboró una muestra bibliográfica respecto de la subregión formada por
Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y Uruguay, con exclusión de este último
país. Se seleccionó una lista de 100 a 150 títulos importantes para comprender el
proceso urbano en cada país, clasificándolos bajo 16 epígrafes. Esta muestra se
incluye en el Cuadro 2, con los temas distribuidos por países. Los temas se
agrupan también con arreglo a dos ejes: a) el proceso urbano en sus dimensiones
económicas y sociales; y b) la gestión urbana en sus dimensiones técnicas y
políticas.

En lo que respecta a México se identificaron ocho temas entre 1.548 referencias


bibliográficas de los decenios de 1970 y 1980. En Colombia se examinaron 400
títulos pero no se clasificaron por temas. Los 358 títulos de los países de América
Central se referían en su mayoría a Costa Rica.

De la evaluación realizada en las tres subregiones se desprende que:

▪ en la totalidad de América Latina el campo de los estudios urbanos refleja


las grandes transformaciones históricas que se han producido en los
últimos decenios, impulsando al continente hacia la urbanización, la
industrialización, la modernización y la democratización institucional;
▪ la investigación urbana ha contribuido a mejorar la comprensión de los
distintos modelos y problemas del desarrollo mostrando las repercusiones
de los procesos estructurales tanto en la urbanización como en la
organización de las ciudades y de la sociedad;
▪ sin embargo, la investigación urbana no ha alcanzado el mismo grado de
desarrollo en todos los países. América Central, la menos urbanizada de las
subregiones, no posee aun una tradición en materia de investigaciones
urbanas. Por otra parte, las crisis políticas han obstaculizado la continuidad
de las instituciones y de los estudios;
▪ en los últimos años la investigación ha hecho menos hincapié en la teoría.
Predominan los estudios empíricos, que han dado lugar a una comprensión
más centrada y puntual de los problemas urbanos. Con algunas
excepciones, la teorización ha sido de alcance limitado. Mientras que en el
decenio de los 70 hubo grandes proyectos dignos de notar, en el de los 80,
como resultado de la crisis y de la falta de recursos, lo normal fueron las
pequeñas investigaciones;
▪ en todas partes se ha manifestado una preferencia por estudiar las grandes
ciudades, aunque se ha reconocido la importancia de las ciudades de
tamaño medio.

En los tres trabajos se ponen de relieve tendencias comunes en los intereses de la


investigación y un movimiento similar en lo que atañe a los temas. Parece ser que
las grandes cuestiones que caracterizaron cada decenio se convirtieron
rápidamente en temas de investigación. ¿Cuáles son esos temas?

En la década de los 60 y comienzos de los 70 los estudiosos se preocupaban por


la dinámica demográfica general que estaba generando una urbanización
acelerada y la emigración del campo a la ciudad (Hauser, 1961; Durand y Peláez,
1969: Muñoz y otros, 1973). Junto con los procesos de migración, la dualidad
ciudad-campo dio lugar a amplios debates. Se realizaron incontables estudios a fin
de analizar la relación entre el inmigrante y la ciudad en el contexto de la
"marginalidad". Las investigaciones se multiplicaron en los grandes centros como
Lima, Ciudad de México, Rio de Janeiro, Santiago de Chile y Caracas, con miras a
estudiar la manera como se adaptaban los inmigrantes al mercado del trabajo, su
integración en la cultura urbana, su comportamiento político y el modo de vida en
los llamados "asentamientos marginales" (Mattos Mar, 1961; Mangin, 1967;
Cardona, 1969; Ray, 1969; Turner, 1969; Peattie, 1970; Leeds y Leeds, 1970;
Montano, 1976).

La modernización de la sociedad en el contexto de la transición rural-urbana se


convirtió en un campo esencial de los estudios urbanos. En todos los países
donde la urbanización se desarrollaba a un ritmo rápido, se llevaron a cabo
investigaciones a fondo que permitieron un detallado análisis de los elementos
constitutivos del proceso de urbanización, de las distintas pautas y grados de la
urbanización, de la organización de varias redes urbanas y de los desequilibrios
regionales (Friedmann, 1966; Faria, 1976; Unikel y otros, 1976; Campo, 1977;
CSUCA, 1978; Merrick y Graham, 1979; Alvarado y Estaba, 1985). Los
investigadores insistían en dos temas: primero en las relaciones entre
urbanización y desarrollo y segundo en las consecuencias de los rápidos cambios
en la estructura de la producción que reducía la importancia relativa de la
agricultura e incrementaba la de las actividades no agrícolas.

Como muestran los tres documentos, en la mayoría de los países estaban


presentes los siguientes temas:

▪ El proceso de urbanización
▪ La migración interna
▪ Los asentamientos populares
▪ La pobreza urbana (bajo el epígrafe de "marginalidad").

En los años 70 un tema muy destacado fue el de la dinámica económica, al


ponerse énfasis en el estudio del empleo y del mercado del trabajo. Ese énfasis
generó nuevos temas y nuevos modos de enfocar los ya planteados. El mercado
del trabajo urbano y el sector económico informal se alzaron al primer plano de la
investigación. La distinción entre un sector tradicional y otro moderno se vio pronto
sustituida por la idea de que ambos sectores se hallaban articulados entre sí y
eran interdependientes. Fueron muchas las investigaciones que se emprendieron,
de nuevo en las principales capitales latinoamericanas, para mostrar la
importancia del sector informal como fuente esencial de posibilidades de empleo
para la población urbana (Santos, 1975; Tokman y Souza, 1976; Raczynsky, 1977;
Tokman, 1978; Klein y Tokman, 1979; Souza y Faria, 1980). El tema fué retomado
años más tarde por De Soto (1986) que analisa la informalidad tambien en otras
esferas aparte del trabajo como el acceso a la tierra y a la vivienda, al comercio y
al transporte urbano.
En los 70 se produjo otro importante cambio del centro de interés de las
investigaciones. La dualidad ciudad-campo empezó a diluirse. A finales del
decenio, como consecuencia de las nuevas rutas de los flujos migratorios y de la
creciente concentración económica del capital y el trabajo en los centros
metropolitanos, la atención pasó de las ciudades a las metrópolis. Dado el
creciente número de ciudades con una población millonaria, los estudiosos
empezaron a considerar el fenómeno de la metropolización como una nueva
característica del proceso urbano. El interés de los investigadores se dirigió sobre
todo al papel de la política de desarrollo nacional en el crecimiento metropolitano,
a la polarización creciente dentro de la estructura interna de las áreas
metropolitanas, a la decadencia de los distritos centrales y a sus perspectivas de
reconstrucción y de repoblación (CENDES, 1968; Garza, 1985, 1990; Geiger y
Davidovich, 1986; Fernandez y Lungo, 1988; Navarro y Gonzalez, 1989).

Se impuso gradualmente la necesidad de la planificación urbana, la cual acabó


convirtiéndose en tema de investigación (Hardoy y Geisse, 1972). Los problemas,
como la escasez de viviendas y la ausencia o deterioración de los servicios y de
las infraestructuras, se agravaron y ampliaron en todos los centros metropolitanos.
La aplicación de políticas de la vivienda en todo el continente produjo una ola de
estudios sobre la política de construcción de casas populares - reasentamientos,
solares y servicios (Garza y Schteingart, 1978; Valladares, 1978), y sobre el
derecho urbano (Azuela, 1989). Paralelamente, aparecieron numerosas
publicaciones sobre la autoconstrucción (CIDU, 1972; Alvarado y otros, 1973;
Maricatto, 1979; Valladares, 1980; Pradilla, 1982, 1987; Cuenya et al, 1984;
Gilbert y Ward, 1985).

En los años 70 los temas prioritarios de las investigaciones fueron:

▪ Empleo y mercado de trabajo


▪ Planificación urbana
▪ Vivienda, uso y tenencia de la tierra
▪ Pobreza urbana (bajo el epígrafe de "estrategia de supervivencia" y "sector
informal".

En los 80 surgieron nuevas orientaciones de la investigación: los estudiosos


ampliaron su centro de interés para incluir la dinámica política y social de las
ciudades y de la sociedad. Se comprobó que cuestiones contemporáneas como la
crisis mundial y el declive de los gobiernos autoritarios en América Latina tenían
una fuerte y directa repercusión en el ámbito urbano. Los cambios de la
organización económica y la tecnología que venían produciéndose desde los años
70 en el marco de la crisis mundial generaron en la mayoría de las economías del
continente una grave disminución de los salarios reales y la exacerbación de la
pobreza y de la desigualdad. Como práctica, la planificación urbana perdió gran
parte de su credibilidad. La financiación para los servicios y la infraestructura se
volvió escasa dadas las dificultades con que se enfrentaban los gobiernos para
alcanzar y mantener un equilibrio macroeconómico. Los viejos regímenes
autoritarios habían dado origen a una grave crisis de representación política,
reforzando los procesos de segregación y exclusión social ya existentes. Las
poblaciones respondían con movimientos populares de protesta y alzamientos
espontáneos (Castells, 1983). La noción de ciudadanía estaba en el centro de la
mayoría de los movimientos y organizaciones protagonizadas por los pobladores
de las zonas periféricas y centrales de las ciudades latinoamericanas.
Paralelamente, la criminalidad y la violencia, sin ser componentes naturales de la
vida urbana, encontraban en la segregación social de los ambientes urbanos un
terreno abonado para su desarrollo.

Esta nueva serie de circunstancias imprimieron una nueva orientación a las


actividades de investigación de los 80, implantándose un nuevo orden de
prioridades. Las cuestiones ambientales relacionadas con la calidad del aire, la
eliminación de los desechos y el tratamiento de los residuos industriales y
domésticos se convirtieron en problema acuciante para los centros universitarios y
los organismos gubernamentales, fomentando las investigaciones particularmente
en países como México, Chile, Argentina y Colombia (Jansen, 1984). Los
problemas referentes a la gestión urbana cobraron nueva importancia en el marco
del crecimiento "caótico" de las metrópolis, donde resaltaba la insuficiencia de los
servicios y de las infraestructuras y el empobrecimiento continuo de sus
poblaciones (Cuervo, Jaramillo et al, 1988). La participación popular en el gobierno
local pasó a ser un tema de investigación clave a medida que se restablecía la
democracia constitucional y que los ciudadanos comenzaban a organizarse
(Cardoso, 1983; Alonso, 1986; Jacobi, 1989; Assies y otros, 1990; Nuñes, 1990).
En los pocos países donde se llevaron a cabo la reforma y la descentralización del
Estado (México, Chile, Argentina, Venezuela), el gobierno local comenzó a atraer
la atención de los estudiosos (Torres, 1986; Padua y Vanneph, 1986; Herzer y
Pires, 1988; Borja y otros, 1989). El municipio sustituyó a la metrópoli como base
territorial de investigación (Carrion, Hardoy et al, 1986; Delameiras, 1987; Duhau,
1988; Velardi et al, 1991). Parecia más fácil aprehender el alcance de los
problemas urbanos y las estrategias de los diferentes actores sociales si se
tomase la esfera municipal como referencia.

Los siguientes temas de investigación pasaron a ocupar el primer plano:

▪ Gobierno local
▪ Movimientos sociales urbanos
▪ Gestión urbana
▪ Infraestructura y servicios urbanos
▪ Medio ambiente urbano
▪ Pobreza urbana (bajo el epígrafe de "desigualdad")

Esta serie de temas de investigación no debe tomarse de forma rígida o estática.


Recordemos que temas que surgían en un determinado decenio y en un país dado
podían tal vez surgir en otro país sólo diez años después. Asimismo recordemos
que la mayoría de los temas de investigación se mantenían más allá de los
decenios en que habían aparecido, consolidando unos su preeminencia como por
ejemplo, el proceso de urbanización (Portes y Lungo, 1992, 1992), su relación con
la transformación ocupacional en América Latina (Roberts y Oliveira, 1989) la
vivienda (Schteingart, 1989; Sachs, 1990; Taschner y Sachs, 1990), la política
urbana y industria de la construcción (Ziccardi , 1991), el medio ambiente urbano
(Ward, 1990; Schteingart y D'Andrea, 1991) y perdiendo otros vitalidad como por
ejemplo migración y planeamiento urbano. Otros fueron simplemente objeto de
redefinición, siendo el caso más ostensible la pobreza urbana. La cuestión se
estudió primeramente bajo el epígrafe de "marginalidad", que asociaba pobreza
con migración y responsabilizaba a los pobres por todos los males y problemas
urbanos. Posteriormente se les designó con el término "sector informal" (Contreras
Suarez, 1972; Jelin, 1978). Lo que anteriormente se había caracterizado como
desempleo y subempleo se pasó a considerar como "estrategias de supervivencia"
(Cariola, 1986, 1992). Con el transcurso del tiempo, los "pobres urbanos"
suplantaron a los migrantes como categoría central del estudio de la pobreza en
las ciudades (Eckstein, 1982). Ya en los años 80 la cuestión de la pobreza urbana
era considerada esencialmente como un problema de desigualdad: las
desigualdades en los ingresos y las diferencias en materia de vivienda, empleo y
educación se combinaban con las disparidades basadas en el género y la raza
(Pastore, 1983; Hasembalg y Silva, 1988; Tolosa, 1991).

Es también importante hacer referencia a varios temas que se mencionaron en los


tres trabajos aludidos y que no se ha hecho referencia hasta ahora. Entre ellos
figuran la violencia urbana, incluidos los estudios sobre la criminalidad,
delincuencia, el narcotráfico y la violencia contra los niños y las mujeres (Coelho,
1978; 1988; Paixao, 1982; Pinheiro, 1983; García, 1987; Predazzini y Sánchez,
1992) y el tema del asociativismo y de las redes que incluyen la participación
vecinal, la ayuda mutua y la cooperación interfamiliar (Lomnitz, 1975; Castillo,
1984; Zaluar, 1985; Massolo y Schteingart, 1987; González de la Rocha, 1991;
Connolly y otros, 1991; Coulomb, 1991; Chant, 1991; Espinoza, 1992).

EL CONTEXTO Y RESPALDO INSTITUCIONAL DE LA INVESTIGACION


URBANA

En la sección 2.1 se ha dado ya una idea general del desarrollo institucional de los
estudios urbanos en América Latina. En esta sección vamos a tratar de describir el
marco institucional tal como existe actualmente, tomando como base una vez más
los trabajos originarios preparados para cada región. Como resultado de las
diferencias en los datos proporcionados por los tres documentos el análisis tiene
un carácter menos comparativo.

Se agruparon las instituciones en cinco categorías: a) programas de postgrado; b)


centros de investigación universitarios; c) organismos gubernamentales; d) centros
de investigación privados; e) ONG. Las diferencias se presentaron en la
clasificación de las instituciones, particularmente respecto de los centros de
investigación privados y de las ONGs, que en ciertos países no pueden
distinguirse entre sí fácilmente.
En todos los países excepto Bolivia, las investigaciones urbanas se realizan
esencialmente en el marco de la universidad, ya sea en cursos de postgrado, o en
centros de investigación universitarios. A escala continental, esos centros
representan más de la mitad del total de las instituciones. En esta concentración
se refleja la gran importancia que en el pasado se daba a la educación superior y
al desarrollo institucional. En ella se expresa asimismo el papel predominante que
desempeña la universidad en varios países (México, Brasil y Venezuela), a pesar
de la crisis económica. No ocurre lo mismo, en cambio, en Chile, Perú y Argentina,
donde los regímenes autoritarios limitaron drásticamente la capacidad y la libertad
de las universidades en materia de investigación urbana.

Los organismos gubernamentales son importantes por lo menos en tres países -


Brasil, Colombia y Venezuela- donde por ejemplo los organismos de planificación
han participado activamente en la investigación. En cambio, en Chile, Argentina,
Perú y Uruguay las grandes organizaciones públicas no intervienen en la
investigación urbana. En México es muy poco lo hecho por la administración
pública.

Las organizaciones no gubernamentales han participado muy poco en la


investigación urbana en países como México, Venezuela, Argentina, Bolivia y
Uruguay. En Brasil las ONGs se están multiplicando y se orientan escasamente a
la investigación. En Chile, Perú y Ecuador ponen de relieve la importancia de
vincular las investigaciones con la acción práctica y ellas son las que llevan a cabo
la mayor parte de las investigaciones actuales. En América Central las ONGs
acaban de aparecer en escena.

Los centros de investigación privados se han creado sólo en unos cuantos países:
Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil y Venezuela. Fundadas por estudiosos
interesados por la importancia de los conocimientos aplicados, estas instituciones
están comenzando a identificarse como ONGs.

Para esta amplia gama de instituciones el futuro de la ayuda financiera y la


producción de recursos humanos constituyen ámbitos de constante interés. Al
referirse a la financiación de las investigaciones, los tres documentos de que
venimos hablando ponen de relieve la reducción de la ayuda nacional y la
creciente dependencia de las actividades de investigación respecto de los fondos
extranjeros. Incluso en los países donde tradicionalmente ha invertido el Estado en
la universidad (México, Brasil, Venezuela y Colombia) la ayuda nacional está
disminuyendo rápidamente como resultado de la política de ajuste estructural. Y
no sólo se han visto duramente afectadas las universidades sino que además los
distintos consejos nacionales de ciencia y tecnología (en México, Brasil, Argentina,
Chile, Uruguay y Ecuador) han impuesto fuertes limitaciones a las ciencias
sociales en general y a las cuestiones urbanas en particular.

De la detallada información presentada por Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay


(Cuadro 6 en Rodríguez, Espinoza y Herzer) se desprende que la investigación
urbana depende esencialmente de la financiación extranjera procedente de dos
fuentes principales: a) los organismos internacionales ( PNUD, BID, UNCHS),
cuyos recursos se obtienen por conducto de un organismo estatal encargado de
distribuir los fondos asignados al país; y b) los organismos internacionales
públicos y privados dedicados a la realización de investigaciones y al fomento del
desarrollo (SAREC, IDRC, FORD, VOLKSWAGEN, NOVIB), cuyos recursos se
encauzan hacia los centros de investigación privados y las ONGs.

Aunque la información facilitada respecto de otros países no era completa, ponía


claramente de manifiesto que también depende considerablemente de la
financiación internacional. Por ejemplo, la Fundación Ford ha desempeñado un
papel importante en el desarrollo de la investigación social en países como Brasil,
México y Perú. Gracias a la financiación de la Fundación pudieron ponerse en
práctica varios programas de postgrado; gran número de estudiosos pudieron
trasladarse al extranjero para recibir una formación de alto nivel; y se promovieron
gracias a una financiación especial las investigaciones en determinados ámbitos.

Por lo que atañe a los recursos humanos, el trabajo de Rodríguez, Espinoza y


Herzer pone de relieve su importancia para el desarrollo futuro de las actividades
de investigación en América Latina. En algunos casos (América Central, Bolivia y
Uruguay) no existen programas de formación de postgrado, por lo que hay que
formar a los investigadores en el extranjero o, en su defecto son autodidactas
formados gracias a la experiencia adquirida en los centros de investigación
locales. En muchas universidades las capacidades técnicas no son aun un
aspecto importante de la formación académica. En el ámbito de la gestión urbana,
se han hecho muy pocos intentos para formar planificadores profesionales y
funcionarios eficientes con plena comprensión de los problemas urbanos y
capacidad para amalgamar conocimientos y experiencia práctica.

EL PROGRAMA DE INVESTIGACIONES URBANAS PARA LOS 90

El objetivo final del proyecto LA INVESTIGACION URBANA EN EL MUNDO EN


DESARROLLO (primera fase, 1991-1992) era proponer un programa de
investigaciones urbanas. Una cuidadosa lectura de los tres programas formulados
por las tres distintas subregiones pone de manifiesto la existencia de propuestas
similares y de necesidades comunes. En la reunión final del proyecto, celebrada
en El Cairo en febrero de 1993, se pudo examinar los temas esenciales de las
futuras investigaciones y alcanzar un consenso sobre los principales problemas
con que se enfrenta actualmente la investigación urbana. Vamos a tratar de
formular aquí una sola propuesta que recoja los puntos comunes.

Recomendaciones generales

Se deben fomentar algunas orientaciones de carácter general:

El programa debe ser prospectivo y de largo alcance


Debe ser capaz de aprehender la dinámica social y sus transformaciones, de
modo que se pueda anticipar al impacto de los cambios estructurales en el ámbito
urbano. Debe ser capaz de proponer escenarios futuros basándose en el análisis
de las tendencias demográficas, económicas, sociales. La investigación empírica
basada en series y datos secundarios desempeña un papel importante en la
aplicación de esta recomendación.

El programa debe ser pertinente para las políticas gubernamentales

Sin despreciar la importancia de la producción de conocimientos, la investigación


urbana debe orientarse más hacia la acción. La investigación puede ser muy útil
como instrumento para elaborar la política social y urbana, para contribuir a la
adopción de decisiones y para sopesar las distintas alternativas. Los
investigadores deben participar en la definición de las cuestiones pertinentes y de
los temas investigables.

El programa debe promover el desarrollo teórico

La investigación futura debe examinar los problemas conceptuales que se


presentan en las investigaciones en curso a fin de poder elaborar hipótesis y
presentar síntesis. La reelaboración conceptual y el esfuerzo de refinamiento
intelectual deben posibilitar una interpretación más sólida de los fenómenos
urbanos. Metodológicamente, lo que se precisa es combinar el enfoque
interpretativo y el analítico.

El programa debe tratar de establecer nuevas relaciones entre los temas y


cuestiones de la investigación

La relación entre los procesos estructurales y los procesos urbanos se percibirá


mejor si se evita el análisis unidimensional y se supera la tradición de estudiar los
temas aisladamente. No existen cuestiones urbanas independientes ni temas
aislados. Hay que buscar las conexiones entre unos y otros y examinar las
interrelaciones de los procesos, sectores y niveles geográficos. Deben fomentarse
la investigación interdisciplinaria y un enfoque de carácter más pluridimensional.

El programa debe contribuir a promover los estudios comparados

En América Latina la literatura se caracteriza por la ausencia de estudios


comparados. La introducción del enfoque comparado daría como resultado una
mejor comprensión de la repercusión de los procesos globales en las sociedades
de ámbito nacional o local y de los caracteres particulares de los procesos en
estudio. Por otro lado, los estudios comparados mejorarían el análisis de las
interrelaciones y coadyuvarían a identificar los puntos de convergencia de las
tendencias y procesos. Ampliarían además el alcance de las cuestiones
investigadas y darían como resultado un enfoque más analítico y menos
descriptivo.
Siempre que sea necesario, el programa debe tener en cuenta las cuestiones
del género y la raza

Limitar el análisis a las variables tradicionales (edad, educación, ingresos) rebaja


las posibilidades explicativas de la investigación urbana. A los efectos de ésta, el
género y la raza no deben constituir cuestiones independientes. Más bien resultan
pertinentes en relación con las demás cuestiones (rendimiento productivo, política
social, mercado del trabajo, gobierno local, ciudadanía)

Temas de investigación

Desde el decenio de los 80 se han venido produciendo en América Latina tres


procesos fundamentales: el retorno a la democracia, el ajuste estructural y la
desaceleración del ritmo de la urbanización. El programa de investigaciones
urbanas para los 90 debería tener en cuenta los cambios que se han producido en
el proceso urbano a causa de esos tres fenómenos y, en particular, examinar las
cuestiones allí donde se manifiesta su interrelación.

Presentamos a continuación las grandes líneas en base a las cuales la


investigación futura ha de desarrollarse.

Urbanización y globalización

Dada la importancia de la globalización y de la reestructuración económica y sus


repercusiones en América Latina, es necesario estudiar las nuevas tendencias y
pautas del proceso de urbanización que se desarrollan conjuntamente con los
cambios dados en la economía internacional. Sin embargo, hay que distinguir
entre los fenómenos resultantes de factores externos y los que son parte de
tendencias nacionales en marcha.

Es importante considerar las consecuencias de la nueva división internacional del


trabajo tanto en el plano continental como en el nacional. La reestructuración de la
producción, la apertura del comercio y la preferencia creciente por los mercados
exteriores tienen manifestaciones territoriales como la redistribución espacial de la
industria y de la población, la nueva articulación de las relaciones económicas
entre las distintas regiones y la reestructuración de los sistemas de las ciudades.
Esas nuevas condiciones económicas internacionales y nacionales entrañan un
aumento de la competición intrarregional y, en el plano nacional, entre las
ciudades. Las fronteras geográficas tradicionales entre los países, las regiones y
las ciudades se han modificado como consecuencia de los nuevos vínculos
económicos. La nueva orientación de los flujos migratorios internacionales y
nacionales influye en los desequilibrios regionales. Todas estas tendencias
necesitan ser analizadas.

Estructura económica urbana


Las publicaciones latinoamericanas han prestado relativamente poca atención al
papel económico de la ciudad y a su dinámica interna.

Dadas las nuevas perspectivas de desarrollos internacionales y nacionales, es


indispensable estudiar cómo funcionan y crecen las ciudades. Ello es
particularmente cierto desde que se han producido cambios en su organización
económica y se ha impuesto un ajuste estructural en un intento de crear las
condiciones para un crecimiento económico auto sostenido. Deben abordarse las
cuestiones relativas a los principales cambios que se han producido en la
industria, el comercio, los servicios y el sector financiero. También habrá que
investigar la reorganización de mercado del trabajo, caracterizada por el
incremento del sector informal, la tercerización y la transformación de las
tecnologías.

Debe hacerse asimismo hincapié en los procesos más directamente relacionados


con la producción del espacio urbano. La reducción de los gastos públicos,
esencialmente en infraestructuras y servicios urbanos, ha afectado al entorno
construido de las ciudades en formas que aún no se han estudiado. La
disminución y la irregularidad de las inversiones generan la degradación urbana,
especialmente en aquellos sectores que no interesan al capital privado. Es
también importante comprender el creciente papel del sector privado en la
economía urbana y el funcionamiento de los mercados de la tierra y la vivienda en
un contexto de intervención estatal declinante. La construcción de viviendas de
alquiler es hoy una cuestión clave en la mayoría de las ciudades latinoamericanas
y merece ser examinada con atención.

Otra cuestión importante que debe examinarse es la llamada "productividad de las


ciudades" en el contexto del ajuste estructural. Entre los problemas que interesan
a la investigación futura en esta esfera figuran los relacionados con las finanzas
urbanas, la financiación de las políticas urbanas (esencialmente las relativas a los
servicios y la infraestructura) y la presión de los gastos de las ciudades sobre los
presupuestos nacionales.

Gestión urbana y gobierno local

En los años 80 la descentralización, la municipalización y la privatización de las


funciones que antes desempeñaba el gobierno central produjo cambios
importantes en el ámbito local de la mayoría de los países latinoamericanos. El
gobierno local se convirtió en cuestión clave del proceso de toma de decisiones,
especialmente en lo relativo a la planificación, la reglamentación, la inversión y la
administración urbana.

Con el fortalecimiento del gobierno local y la creciente participación ciudadana


(tendencias que surgieran 8 con los albores de la democratización política en
América Latina) ha crecido el interés y la importancia de las investigaciones sobre
la gestión urbana. Las investigaciones deben tener en cuenta los procesos de
descentralización y de municipalización, poniendo de relieve y evaluando las
relaciones entre la gestión de la ciudad y la participación de los ciudadanos: los
procesos políticos locales como el clientelismo, los grupos de intereses y el papel
que desempeñan las ONGs son importantes temas de estudio.

Con el ajuste estructural aparecieran nuevos desafíos de la gestión urbana: los


recortes de los gastos públicos provocaran la privatización de los servicios
públicos y el mercado se ha convertido en el mecanismo principal de la asignación
de recursos. Las futuras iniciativas de investigación tendrán que tomar en
consideración esta nueva tendencia. La gestión privada de los servicios urbanos y
sociales plantea problemas en lo relativo a los resultados del proceso en términos
de la relación costo/eficacia, a la calidad de los servicios y al costo para las
ciudades.

Pobreza, desigualdad y política social

Los estudios futuros sobre la pobreza deberán generar conocimientos que


permitan mejorar la formulación de la política social con miras a reducir en todo lo
posible las insuficiencias de los ingresos a corto plazo y a garantizar en la práctica
los derechos sociales de los pobres (equidad).

Es preciso estudiar más a fondo los mecanismos de la producción y reproducción


de la pobreza y responder a interrogantes como, ¿Qué factores influyen en la
transmisión de la pobreza de una generación a otra? ¿Qué condiciones permiten a
algunas familias superar la situación de pobreza mientras a otras en las mismas
circunstancias les es imposible?

La pobreza es un fenómeno de carácter multidimensional y lo importante es


identificar los criterios de diferenciación interna dentro de la pobreza urbana. Las
investigaciones deben determinar las situaciones diferenciales dentro del mismo
grupo interesado, partiendo de factores tales como la edad y el número de
miembros de la familia, el sexo del jefe de familia, la educación y calificación de
sus miembros y su inserción en el mercado del trabajo, las propiedades o rentas
familiares y la percepción de ingresos no monetarios. Los estudios deben también
distinguir las diferentes situaciones de pobreza resultantes de la inclusión reciente
en esta categoría de los "nuevos pobres" (asalariados empobrecidos que trabajan
en el sector formal y familias sin hogar que se ven obligadas a vivir en la calle).
Los resultados de la investigación en esta esfera permitirían mejorar la definición
de la estructura y la jerarquía de las necesidades.

En la situación de ajuste estructural es importante evaluar la política social,


examinando su eficiencia a corto y medio plazo para reducir a lo máximo posible
los efectos de la pobreza. La investigación futura deberá considerar igualmente los
nexos entre la política social y la gestión urbana en el contexto de la creciente
municipalización y privatización de los servicios urbanos (abastecimiento de agua,
tratamiento y eliminación de los desechos, recojo de basura, transportes, servicios
de salud, etc.). ¿Hasta qué punto han mejorado las condiciones de vida de los
pobres y en qué grado ha disminuido la segregación social urbana?
Estructura social urbana

Los estudiosos latinoamericanos se han desinteresado de los análisis globales de


la estructura de clase y han prestado escasa atención a la pluralidad social. No
obstante, se reconoce que se están produciendo cambios muy importantes en la
estratificación social (procesos de movilidad hacia arriba y hacia abajo) y que la
estructura social urbana merece especial atención.

No menor atención merecen los cambios que se están produciendo en la


estructura demográfica (formación gradual de una nueva pirámide de edades), en
la estructura económica (fragmentación del mercado del trabajo y aparición de
nuevos sectores relacionados con las nuevas tecnologías) y en la estructura
política (nuevos agentes políticos y nuevos grupos de intereses). Todos esos
cambios están claramente relacionados con los procesos urbanos.

La segregación espacial que engloba en sí todos esos cambios es un tema que


hay que explorar más a fondo. Debe estimularse el estudio de los valores
culturales y de la identidad social de los diferentes grupos (jóvenes, mujeres,
nuevas organizaciones populares, grupos étnicos, grupos religiosos) a fin de
alcanzar un conocimiento más claro del mosaico social.

La fragmentación dentro de las ciudades ha dado origen a nuevas formas de


sociabilidad y de organización social como la ayuda mutua y el apoyo social
espontáneo. El estudio de los espacios de socialización es un factor clave para
entender los procesos de integración social y para superar la fragmentación y la
desigualdad social.

También merecen atención las nuevas formas unificadoras basadas en la religión,


dada su capacidad para congregar múltiples fuerzas sociales y para movilizar
masas importantes de seres humanos.

De todos modos, el estudio de tales procesos debe ser paralelo a un análisis


general de la estructura social actual. Ese enfoque nos ayudará a entender los
procesos de exclusión social en curso y la geografía social de las ciudades.

Medio ambiente urbano

Hay que tratar el medio ambiente urbano como un tema que afecta
transversalmente a todo el programa. La cuestión se halla íntimamente ligada con
la mayor parte de los temas que debe abarcar la investigación urbana en América
Latina; y no puede ser contemplada como una cuestión independiente.
Justamente, su importancia se manifiesta en su relación con las cuestiones que
hemos bosquejado anteriormente. Las zonas metropolitanas tienen problemas
ambientales característicos: contaminación, abastecimiento de agua potable,
eliminación de desechos, tratamiento de los residuos industriales y domésticos. La
gestión de las ciudades tiene que ver cada vez más con el medio ambiente y la
calidad de la vida. La pobreza urbana y las políticas para combatirlas han
ingresado a formar parte de una dimensión ambiental.

Apoyo institucional

A fin de poner en práctica un programa de investigaciones durante el decenio de


los 90, es indispensable establecer las estructuras adecuadas de apoyo
institucional. La infraestructura mínima necesaria para que pueda ampliarse y
consolidarse la comunidad de los investigadores urbanos requiere:

Una financiación regular de la investigación

Hay que garantizar la existencia de fuentes de financiación que permitan proseguir


las actividades de investigación en curso e incrementar las posibilidades y el
número de nuevas iniciativas de investigación.

Un mayor desarrollo y expansión de las redes

Esto requeriría ayudar al establecimiento de nuevas redes nacionales, al


desarrollo de las existentes y a la expansión de las redes latinoamericanas.

Una mayor difusión de la información y de los resultados de la investigación


tanto dentro como fuera de América Latina

Esto exige la expansión de los pocos canales de comunicación existentes y, sobre


todo, la creación de una base de datos latinoamericana. Esta base
latinoamericana centralizaría y difundiría la información bibliográfica, así como los
datos sobre los centros de investigación, los investigadores y los proyectos de
investigación en curso.

Para garantizar la comunicación creciente entre centros de investigación y


fortalecer los vínculos entre las comunidades académicas y universitarias dentro y
fuera del continente, habría que utilizar ampliamente el correo electrónico.

Dado el escasísimo conocimiento fuera de América Latina de las publicaciones en


español y en portugués, habría que promover la traducción al inglés de la literatura
pertinente.

Programas de formación con vistas a una mayor capacitación

Para esto sería necesario, en primer lugar, formar a una nueva generación de
investigadores capaces de llevar a cabo investigaciones con la utilización de la
informática. En segundo lugar, habría que fomentar los cursos de formación para
empleados en la administración urbana, facilitando la comunicación entre los
investigadores académicos y los organismos gubernamentales. Como última
cuestión, pero no menos importante: habría que promover la creación de una
estructura de intercambio permanente de recursos humanos entre los centros de
investigación a fin de estimular las investigaciones comparadas y la transferencia
de conocimientos.

También podría gustarte