Módulo 1 Cimentaciones Profundas

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MÓDULO 1: INTRODUCCIÓN

Índice de contenidos

TEMA 1. Conceptos básicos sobre cimentaciones. Breve historia ............................................... 2


1.1. Definición de cimentación........................................................................................... 2
1.2. Breve historia sobre la evolución de las cimentaciones................................................ 3
1.2.1. El trasfondo histórico de la geotecnia ............................................................................. 3
1.2.2. La evolución histórica de las cimentaciones profundas .................................................. 9
TEMA 2. Influencia de los terrenos problemáticos sobre la elección de la tipología de
cimentación ............................................................................................................................... 47
2.1. Suelos expansivos ..................................................................................................... 47
A-1) Terrenos con sulfato cálcico ............................................................................................. 48
A-2) Terrenos naturales o rellenos artificiales con presencia de pirita ................................... 53
A-3) Arcillas expansivas ............................................................................................................ 57
2.2. Arcillas susceptibles .................................................................................................. 82
2.3. Suelos colapsables .................................................................................................... 88
2.4. Depósitos muy compresibles .................................................................................... 95
2.5. Terrenos con cavidades........................................................................................... 103
2.6. Importancia de agentes externos ............................................................................ 106
2.6.1. Congelación de terrenos .............................................................................................. 106
2.6.2. Presencia de taludes y posibles deslizamientos .......................................................... 109
2.6.3. Empujes hidrodinámicos: socavaciones ...................................................................... 110
2.6.4. Subpresiones ................................................................................................................ 132
2.6.5. Terremotos. El caso específico de la licuefacción........................................................ 134
TEMA 3. Tipologías de cimentaciones profundas. Factores que influyen en la elección de la
tipología más idónea ................................................................................................................ 137

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TEMA 1. Conceptos básicos sobre cimentaciones. Breve historia

1.1. Definición de cimentación


En cualquier proyecto constructivo, las estructuras que lo conforman deben apoyarse
necesariamente sobre el terreno en uno o varios puntos, lo que será una pieza clave en su
búsqueda del equilibrio, la estabilidad y la funcionalidad. En este caso debemos entender el
término “estructura” en su sentido más amplio, es decir, como un conjunto de elementos
artificiales o naturales que se relacionan entre sí mediante interacciones físico-químicas para
dar lugar a un nuevo ente con cualidades propias, que pueden ser diferentes a las de sus
elementos constituyentes individualmente observados. Así, en este sentido se pueden
considerar como estructuras tanto los entramados de hormigón armado de un edificio o el
tablero postensado de un puente como un terraplén de una obra carretera, una presa, un
muro, etc.

Las cimentaciones serán los elementos que servirán de apoyo a las estructuras, de forma
que los esfuerzos soportados por éstas puedan ser transmitidos de forma racional y
controlada al terreno.

Figura 1.1. Ejemplos de cimentaciones superficiales y profundas (Fuentes: S. Ortiz Palacio y V. López)

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1.2. Breve historia sobre la evolución de las cimentaciones
1.2.1. El trasfondo histórico de la geotecnia

El anhelo de ingenieros y arquitectos, desde tiempos muy remotos, por construir


estructuras cada vez más audaces les hizo comprender muy pronto la necesidad de
conseguir bases sólidas y durables para sustentarlas. Por ello, el arte de la tierra –pues ésa
es la evocadora etimología de la Geotecnia- constituía, antes del desarrollo científico de la
Mecánica de Suelos y Rocas en el siglo XX, una suerte de oscura alquimia mediante la cual se
conseguía transformar un ente tan imprevisible y desconocido como el terreno en un
elemento dotado de equilibrio, rigidez y resistencia. Aquellos que llegaban a dominar el
terreno parecían practicar el arte de la elipsis (Ortiz-Palacio y Porres, 2012), es decir, tenían
la habilidad de ocultar el mecanismo de transmisión de esfuerzos entre los apoyos del
terreno y la estructura para dejar todo el protagonismo a la superestructura. A través del
empirismo, de grandes dosis de observación, imaginación e intuición, y apoyándose en la
tradicional transmisión de conocimientos entre maestros y aprendices, algunos buenos
conocedores de las mejores formas de construir cimentaciones fueron ganando su lugar en
la historia: aun cuando parece que la Geotecnia de Terremotos es muy reciente, los
primigenios diseños antisísmicos se pueden encontrar en la concepción de las pirámides
egipcias, llevados a cotas de perfeccionamiento muy notables con Imhotep en el siglo 26 a.C.
(Levy et al., 2002). En la necrópolis de Saqqara, en Egipto, construyó la Pirámide Escalonada
de Dyeser (o Zoser), que introdujo notables novedades de diseño geotécnico en
comparación a las mastabas funerarias –inestables frente a esfuerzos o movimientos
impuestos horizontales-. Así, sus bases inclinadas hacia el centro de su apoyo y la búsqueda
del apoyo sobre roca para así evitar el efecto combinado de la amplificación de
aceleraciones en suelos de baja rigidez y evitando el deslizamiento. Este diseño se repetiría
con asiduidad en los siglos venideros:

Figura 1.2. Vista del complejo funerario de Saqqara y de su pirámide escalonda (izquierda) y esquema de la
sección transversal estándar (derecha) de la cimentación de las pirámides con concepción antideslizamiento
(Fuentes: Herle, 2004 –izquierda- y Levy et al., 2002 –derecha-)

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En otras ocasiones, como en la gran pirámide de Keops, se pudo comprobar que esta
búsqueda de evitar el deslizamiento de los bloques de cimentación en el plano horizontal no
era una simple casualidad, sino que se correspondía con prácticas de buen diseño conocidas:

Figura 1.3. Esquema de un tacón excavado en la roca para proporcionar coacción horizontal al
deslizamiento (Fuente: Herle, 2004)

Cuando las lecciones aprendidas se perdían, el fracaso solía estar asegurado. Este es el caso
de la pirámide de Meidum, construida pocas décadas después de la Escalonada, la cual
sufrió un colapso debido, primariamente, a un terremoto según las hipótesis más apoyadas
por los egiptólogos. Pero en la base de su fallo, se puede señalar a un doble error de
concepción geotécnica de su cimentación (Levy et al., 2002): por un lado, la base de la
pirámide era horizontal, sin la inclinación hacia el centro que había utilizado Imhotep con
éxito; por otro lado, el apoyo de su zócalo de reparto se situaba sobre arenas y no sobre
roca. Hoy en día es conocido que los terrenos menos rígidos pueden dar lugar a fenómenos
de amplificación de las aceleraciones de un sismo. Ambas cuestiones acopladas pudieron
llevar a la inestabilidad de las bloques de apoyo de la pirámide, que habrían deslizado al no
estar debidamente constreñidos.

También resulta interesante repasar una de las primeras descripciones históricas del uso de
pilotes hincados, cuya génesis histórica repasaremos en el siguiente apartado, que ya eran
mencionados por Heródoto cuando describía las costumbres de los Peonios en el 440 a.C.:

Pero a los demás peones, los que moran cerca del monte Pangeo, los Doberes, los Agrianes, los
Odomantos y los habitantes en la misma laguna Prasiada, no los subyugó de ningún modo Megabazo,
por más que a los últimos procuró rendirles sin llevarlo a cabo, lo cual pasó del siguiente modo. En
medio de dicha laguna vense levantados unas plataformas o tablados sostenidos sobre unos altos
pilotes de madera bien trabados entre sí, a los cuales se da paso bien angosto desde tierra por un
solo puente. Antiguamente todos los vecinos ponían en común estas pilas y travesaños sobre que
carga el tablado; pero después, para irlos reparando, hanse impuesto la ley de que por cada una de
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las mujeres que tome un ciudadano (y cada ciudadano se casa con muchas mujeres) hinque allí tres
pilotes, que acostumbran acarrear desde el monte llamado Orbelo. Viven, pues, en la laguna,
teniendo cada cual levantada su choza encima del tablado donde mora de asiento, y habiendo en
cada choza una puerta pegada al tablado que da a la laguna: para impedir que los niños, resbalando,
no caigan en el agua, les atan al pie cuando son pequeños una soga de esparto.

(Adaptación, con algunas pequeñas adaptaciones –referidas a precisiones técnicas de algunos


términos- realizadas por el autor, a partir de la traducción clásica del Padre Bartolomé Pou, realizada
el siglo XVIII. Ver Pou, 1878)

En el mundo clásico y en la edad media las estructuras se


estilizaron notablemente, por lo que los maestros
geotécnicos tuvieron que inventar nuevas formas de
modelar la tierra para sostenerlas adecuadamente.
Mientras, las ciudades se expandían e invadían terrenos
cada vez más complejos (laderas inestables, blandos
bancos aluviales, marismas, presas, etc.) que hicieron
surgir necesidades geotécnicas progresivamente más
complicadas: sistemas de contención de tierras,
estabilización de taludes, excavación de pozos…

Pero hubo que esperar hasta 1773, cuando Coulomb


presentó su “Essai sur une application des règles de
maximis et minimis à quelques problèmes de Statique
Figura 1.4. Charles August Coulomb en
relatifs à l'architecture” (“Aplicación de las reglas del un retrato de Hippolyte Lecomte
máximo y el mínimo a ciertos problemas estáticos (Fuente: Musée National du Châteaux
de Versailles)
relevantes para la arquitectura”) en la Academia de las
Ciencias en París, para descubrir el primer hito de la Mecánica de Suelos (Fatherree, 2006):
Coulomb ideó el primer modelo racional sobre el empuje en estructuras de contención.
Varios siglos después, Karl von Terzaghi, el padre de la Mecánica de Suelos, afirmó en el
prólogo del primer volumen de la influyente revista Geotechnique que “la Mecánica de
Suelos comenzó con la publicación de la teoría de presión de tierras sobre muros de
contención de Coulomb. Este fue un brillante comienzo” (Terzaghi, 1948). Tras este primer
hito, nuevas aproximaciones racionales a los diversos y variados problemas que presentaba
el terreno fueron surgiendo paulatinamente (Herle, 2004): Collin y sus estudios sobre
deslizamientos de suelos arcillosos (1846); Darcy y su teoría de la filtración del agua a través
de medios porosos (1856); Rankine y su algo polémica teoría sobre estados de tensión crítica
en masas de terreno (1857) que presentaba una alternativa al paradigmático estudio de
empujes de Coulomb; Darwin y la correlación entre ángulos de rozamiento interno y peso

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específico del terreno (1883); Boussinesq y los estados de tensión y deformación en
semiespacios elásticos (1885); etc.

Aquí, la Geotecnia ya revelaba uno de los rasgos más significativos de su peculiar


personalidad: no existe un tronco común fundamental de la Mecánica de los Suelos y de las
Rocas del que surjan, como ramas, todas sus especializaciones. Más bien es al contrario: son
las resoluciones concretas a problemas específicos los que se iban sumando al conjunto del
conocimiento sobre el terreno, a modo de puzzle en el que las piezas no encajan siempre del
todo bien. Como anécdota muy significativa se puede destacar (Fatherree, 2006) la dura
reflexión de los editores de la publicación Engineering News-Record en 1920, que concluían
que en su editorial indicaron que “no hay dos hombres que puedan ponerse de acuerdo en
un método de ensayo de suelos”. Este pensamiento refleja perfectamente una parte
importante de la historia de la Geotecnia moderna y llega hasta nuestros días con plena
vigencia.

En los albores del siglo XX (Herle, 2004), los deslizamientos de laderas formadas
superficialmente por arcillas blandas y altamente compresibles eran comunes durante la
ejecución de líneas férreas en Suecia. Por ello, en 1908 la Administración Estatal de
Ferrocarriles sueca reunió temporalmente a un conjunto de especialistas, entre los que se
encontraba el influyente Colmar Fellenius, para estudiar estos fallos. Posteriormente, tras un
gran deslizamiento en 1913, esta agrupación tomó carácter permanente, pasándome a
denominarse “Comisión Geotécnica”, con lo que se acuñó el término “Geotecnia” por
primera vez en la historia.

De forma independiente, en 1900 el químico sueco A.M. Atterberg comenzó la complicada


tarea de realizar una clasificación de suelos, estableciendo los límites plástico y líquido como
índices de clasificación fundamentales en suelos finos y que hoy en día sigue utilizándose
profusamente.

La Geotecnia seguía, pues, desarrollándose como ese puzzle con demasiadas áreas vacías
entre sus piezas principales. No fue hasta 1925, con la publicación de “Edbaumechanik auf
bodenphysikalischer Grundage” (“Principios fundamentales de mecánica del terreno”) por
parte de Karl von Terzaghi que apareció el primer intentó de tratamiento global de la
Geotecnia de forma racional y exhaustiva, que conseguía dotar de trabazón a todas las
“recetas” de buena práctica que habían ido surgiendo anteriormente, desde los primeros
estudios de empujes de Coulomb hasta los últimos trabajos de la Comisión Geotécnica de
Suecia, pasando por la fundamental teoría de filtración de fluidos en medios porosos
descrita algunas décadas antes por Darcy. Su trabajo fue el germen del que nació la primera
y más influyente escuela geotécnica de la historia, formada por el propio Terzaghi así como
por sus colaboradores A. Casagrande, L. Bjerrum, R.B. Peck y A.W. Skempton, entre otros.

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Figura 1.5 .El fundacional libro sobre Mecánica de Suelos (izquierda) que publicó en 1925 Karl von Terzaghi
(derecha) (de Boer, 2005)

Terzaghi impuso a esta nueva disciplina una importante dualidad, marcando con su personal
impronta la metodología geotécnica en las décadas siguientes (de Boer, 2005): Por un lado,
se considera que su obra está entre las más importantes de la Ingeniería Civil (sus
colaboradores llegaron a indicar de forma colectiva que “pocos hombres han ejercido en su
vida una influencia en su profesión comparable a la de Karl von Terzaghi sobre la Ingeniería
Civil y la Ingeniería Geológica”). Pero en su devenir científico también existen sombras
poderosas, que han grabado su huella en la manera en la que se desarrolló la Mecánica de
Suelos durante las siguientes épocas.

A modo de ejemplo se puede mencionar el “Caso de Viena”, como llegó a ser conocido. Las
crónicas de la época narran cómo, tras algunos encontronazos previos con su compañero
Terzaghi en la Escuela Técnica de Viena, el ingeniero Paul Fillunger escribió en 1936 un
panfleto criticando las teorías de Terzaghi (especialmente su teoría de la consolidación de
arcillas) con el irónico título “Erdbaumechanik?” (“¿Mecánica de Suelos?”). En él,
acompañaba algunas de sus críticas con comentarios de índole personal y grandes dosis de
ironía sobre los cálculos de Terzaghi.

Tras un mutuo cruce de acusaciones público, lo que incluyó nuevas publicaciones con
ataques entre ambos, la Escuela Técnica de Viena, cada vez más preocupada por el devenir
de los hechos y su negativa publicidad sobre la institución, decidió convocar un consejo de
expertos de carácter disciplinario para dilucidar sobre quién tenía la razón en esa polémica.
Este consejo determinó que las críticas de Fillunger eran infundadas, lo que condujo a que él
y su esposa, Margaret, tomaran la lamentable decisión de suicidarse en la primavera de
1937 por la humillación y el sentimiento de culpa (que reflejó en varias cartas de disculpa).
7
Sin embargo, como se comprobaría muchas décadas después, en realidad Paul Fillunger
había sido un pionero en el estudio de la teoría de comportamiento de la dinámica de
fluidos en medios porosos, considerando que la ley de Darcy sobre la que se había apoyado
Terzaghi era insuficiente para describir ciertos medios (como por ejemplo, los depósitos
naturales de hidrocarburos).

Figura 1.6. Paul Fillunger (izquierda y central) junto a su incendiario panfleto “¿Mecánica de suelos?”
(Fuente: de Boer, 2005)

Este caso dio fuerzas renovadas a la escuela geotécnica de los seguidores de Terzaghi, y,
“muchos ingenieros, aun trabajando en Escuelas Técnicas y otras instituciones científicas,
siguieron ansiosamente la visión de Terzaghi de emplear el método observacional, evitando
otras investigaciones científicas mientras trabajaban al margen como consultores” (de Boer,
2005). A modo de ejemplo, de Boer destaca cómo, en 1936, el Profesor Housel de la
Universidad de Michigan expresó ideas que no encajaban del todo con las de Terzaghi. Por
ello, en una conferencia geotécnica en ese mismo año, sus extensos hallazgos fueron
restringidos por el comité de organización a un resumen de menos de cinco páginas, y su
presentación oral a una exposición de tan solo diez minutos.

En definitiva, la Mecánica de Suelos y Rocas se encuentra muy influenciada por el método


empírico creado por Terzaghi, y tradicionalmente ha sido la metodología más natural para el
Ingeniero Geotécnico para lograr el desarrollo ulterior de esta área del conocimiento
ingenieril: el método experimental implica crear, en una primera fase, ensayos que sean
capaces de capturar las propiedades y comportamientos del terreno. En una segunda fase se
intenta optimizar los recursos prospectivos existentes, intentando obtener caracterizaciones
de gran calidad y potencia descriptiva de terrenos con los ensayos que consigan armonizar
de la forma más óptima economía, logística, fiabilidad, plazos, etc. Ciertas ramas de la

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ingeniería geotécnica, pues, han sido desarrolladas en base a observaciones sin un
fundamento teórico riguroso, lo que las convierte en débiles descripciones de la realidad
para construir sobre ellas metodologías progresivamente más resolutivas y complejas. Por
ello, en las últimas décadas comienzan a solaparse sobre métodos estrictamente empíricos
otros modelos de comportamiento geotécnico con un esqueleto teórico mucho más sólido.

1.2.2. La evolución histórica de las cimentaciones profundas

El uso de las estructuras pilotadas durante en la antigüedad a las orillas de lagos y ríos ha
sido puesto en evidencia por diversos yacimientos arqueológicos, como recuerda Kerisel
(1985), siguiendo las técnicas que recopilaría siglos después Heródoto en algunas regiones
del mundo y que hoy en día se siguen empleando en los modernos palafitos.

Ulitskii (1995) señala cómo muchas poblaciones se asentaban en la Edad del Bronce y la
Edad del Hierro en valles fluviales, cerca de los ríos, donde podían existir depósitos
superficiales de suelos poco competentes. Además, en estas zonas las inundaciones
resultaban comunes en muchas ocasiones. Para poder realizar cimentaciones estables sobre
estos terrenos surgieron las cimentaciones profundas, cuyo origen se remonta al final del
Neolítico. Przewłócki et al. (2005) teoriza cómo esta técnica ya era conocida hace más de
12.000 años en lugares como la actual Suiza, donde se construían viviendas sobre pilotes de
madera, que atravesaban depósitos lacustres blandos, aunque muchos otros investigadores
sitúan los primeros indicios de estas técnicas de cimentación alrededor del 5000 a.C.

Fleming et al. (2008) citan como ejemplo destacable de estas cimentaciones primigenias el
empleo estimado de unos 100.000 pilotes en un asentamiento en Robenhausen. Kerisel
(1985) indica que en aquellos casos en los que se produjeron descensos posteriores del nivel
freático (como ocurre con lagos de la Antigüedad que han llegado desecados hasta nuestros
días) los pilotes sufrieron fenómenos de pudrición y rotura, lo que es puesto de manifiesto
por la presencia de nuevas plataformas pilotadas ejecutadas sobre otras más antiguas así
como por los vestigios arqueológicos que están siendo descubiertos en las últimas décadas.

Debido a su importancia histórica, UNESCO recoge como Patrimonio de la Humanidad más


de un centenar de estos poblados con restos mejor conservados, constituidos entre los años
5000 y 500 a.C. en el entorno de los Alpes, en países como Suiza, Austria, Francia, Alemania,
Italia o Eslovenia con la denominación “Palafitos prehistóricos alrededor de los Alpes”.

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Figura 1.7. Situación de los 111 asentamientos declarados como “Palafitos prehistóricos alrededor de los
Alpes” (Fuente: UNESCO)

Figura 1.8. Afloramientos superficiales de pilotes originales del asentamiento prehistórico del Lago de
Chalain (Francia), junto a una reconstrucción actual de un palafito (Fuente: P. Pétrequin)

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(a) (b)

Figura 1.9. (a) Excavación arqueológica de los cimientos de un palafito en el Cantón Zug, en Suiza; (b)
restos de pilotes bajo el agua en Molina di Ledro, en Italia (Fuente: UNESCO)

Figura 1.10. Restos de pilotes bajo en el antiguo lago de Fiavè (hoy convertido en una turbera, tras haberse
desecado en el pasado), en Italia (Fuente: www.giornaletrentino.it)

Fleming et al. (2008) también se fijan en el uso de pilotes en obras civiles en la Antigüedad,
resaltando muelles apoyados sobre tablestacas de madera –utilizando para ello el
conocimiento de los constructores de barcos, que utilizaban con destreza planchas de
madera en la formación de los cascos- o las obras marítimas y los puentes sobre pilotes
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realizados por griegos y romanos. Así, citan ejemplos como el puente de Corbridge sobre el
río Tyne, en Reino Unido, o el puente de Trajano sobre el Danubio, construido a principios
del s.II de nuestra era entre las actuales Serbia y Rumanía. Este último resulta de especial
interés por su ambicioso diseño (Mehrotra y Glisic, 2015): se trataba de un puente de varios
vanos, constituido por arcos de madera apoyados sobre pilas de mampostería que, a su vez,
eran sustentadas sobre pilotes de madera. Para conseguir ejecutar la base de estas pilas,
algunos autores apuntan a la posibilidad de que se utilizaran cajones materializados
mediante pilotes de hincha provisionales. Hasta nuestros días han sobrevivido la mayor
parte de sus pilas de apoyo, lo que es una muestra de la gran estabilidad alcanzada en su
cimentación (dos de las pilas se encuentran en ambas márgenes del río, en superficie,
mientras que el resto se encuentran actualmente sumergidas en su cauce, como han
descrito estudios subacuáticos recientes, como los de Karović et al., 2007).

Figura 1.11. Reconstrucción artística del puente de Trajano realizada en 1907 (Fuente: D. Duperrex)

Los romanos se convirtieron en verdaderos especialistas en la construcción de


cimentaciones en terrenos complejos. En “De Architectura”, Vitruvio indica que:

“Así se encuentre terreno firme, se apisonará bien para darle mayor solidéz; pero si no se pudiere dar
con lo firme, y solo se encuentran tierras echadizas ó pantanosas, se cabará todo lo que pudiese, y
clavando estacas de Alamo negro, Olivo ó Roble chamuscadas, unas junto á otras, se llenarán sus
huecos de carbón. Sobre esta maniobra se formarán por toda la zanja que se haya abierto las Paredes
de Mampostería con la Piedra mas dura que pueda hallarse”.

(Libro III, según la traducción de J. Castañeda (1761) de la versión de C. Perrault. Se ha conservado la


ortografía original del documento)

En este texto no resulta solamente interesante la descripción de la idoneidad de los pilotes


en zonas competentes, sino también cómo la protección de la madera era objeto de la
recomendación de Vitruvio de utilizar maderas “chamuscadas”, es decir, con un tratamiento
de quemado superficial que la protegía de los xilófagos. Esta técnica es todavía utilizada hoy
en día en algunos países para el tratamiento de la madera en construcciones tradicionales –

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como la técnica yakisugi en Japón-, aunque la introducción de otros métodos de tratamiento
lo ha convertido en una alternativa residual. Además, Kerisel (1985) apunta a que la
recomendación de utilizar carbón entre los pilotes podría estar orientada a la
impermeabilización de los mismos, con el objetivo de protegerlos de forma más eficiente
frente a procesos de pudrición.

Pero estas técnicas de cimentación profunda no serían de uso exclusivo en Europa.


Tomlinson y Woodward (2014) recuerdan que los pilotes de madera ya se habrían utilizado
en la construcción de puentes durante la dinastía Han en China (del 200 a.C. al 200 d.C),
mientras que Prakash y Sharma resaltan la existencia de palafitos a las orillas del lago
Maracaibo, en la actual Venezuela, construidos por sus pobladores originales.

Aunque las técnicas de hinca ya eran conocidas por las civilizaciones antiguas, las
cimentaciones profundas presentarían considerables mejoras de eficiencia estructural con la
invención de máquinas de hinca, aunque los relatos sobre estos ingenios resultan bastante
difusos y Vitruvio no proporcionó ninguna pista sobre su composición. Con independencia
de su complejidad, estos primigenios martinetes de hinca debían ser accionados
manualmente, por lo que su capacidad de hinca en estratos firmes resultaba más bien
escasa.

Sin embargo, el uso de los pilotes de hinca no se encontraba reservado exclusivamente a


funciones de soporte de estructuras. Como señalábamos con anterioridad, esta técnica
sirvió para desarrollar la técnica de cajones para la construcción de cimientos en zonas
portuarias o ríos. Estas estructuras provisionales, que también son descritas por Vitruvio. En
las figuras 1.12, 1.13 y 1.14, que aparece más abajo, se muestran varias reconstrucciones de
la composición de diferentes tipos de cajones a partir de las descripciones contenidas en “De
Architectura”.

A partir de las marcas de los encofrados en los elementos hormigonados han permitido
teorizar las posibles formas de ejecución de estas estructuras (Jackson et al., 2012). Así,
habrían comenzado a ejecutarse mediante la hinca de varios pilotes de madera que se
rigidizarían mediante vigas de madera transversales. A continuación se crearían las paredes
del recinto mediante tablones verticales de 25-30 cm de ancho y 3-8 cm de espesor, con
separaciones inferiores a 2 cm. Según los indicios existentes, estos cajones se dejarían
instalados durante el curado del hormigón, con el objetivo de evitar erosiones por la acción
hidrodinámica durante las primeras edades.

Estos cajones habrían tenido diferentes funciones, según el objetivo buscado. Brandon
(2010) destaca tres usos principales, según lo preconizado por Vitrubio en su tratado:

• Encofrados in situ para cimientos de hormigón hidráulico (mortero de puzolana con


grava), vertido bajo el agua contenida en el recinto realizado in situ (ver figura
13
anterior). Esta técnica sería la base sobre la que evolucionaría muchos siglos después
otra de las tipologías profundas más utilizadas actualmente: los pilotes perforados y
hormigonados in situ. Como será descrito posteriormente, durante el s. XIX se
recuperó esta idea de entibación, extendiéndola no solamente a contener la presión
del agua en cimientos sumergidos, sino a realizar una excavación o un
desplazamiento del terreno subyacente, para terminar hormigonándolo
posteriormente.

• Recintos ejecutados in situ, con agotamiento de agua en su interior, que permitían


construir cimentaciones con conglomerantes no hidráulicos. En terrenos arenosos,
en los que las filtraciones por el fondo del cajón podían ser de bastante intensidad se
debían emplear métodos de agotamiento enérgicos. En estos casos, Vitruvio
recomendaba asegurar que se alcanzara el fondo rocoso. Además, solía ser habitual
construir estos cajones con una pared perimetral doble, entre las cuales se realizaría
un relleno impermeabilizante.

• Encofrados flotantes prefabricados, construidos en la orilla y posiblemente equipados


con un fondo, y posteriormente fondeados en el punto previsto para su empleo.
Podían servir entonces tanto para el hormigonado hidráulico como para el trabajo en
seco. Esta solución era la más apta para terrenos firmes en los que la hinca de pilotes
no resultaba posible.

Figura 1.12. Reconstrucción artística de un cajón en terreno marítimo basado con un sistema de agotamiento
hidráulico interior según las descripciones de Vitruvio (Fuente: Perrault, 1673)

14
(a)

(b)

Figura 1.13. Reconstrucciones artísticas de un cajón en terreno marítimo basado en las descripciones de
Vitruvio (Fuente: (a) Brandon, 2010, en Jackson et al., 2012; (b) Perrault, 1673)

En el puerto de Sebastos, situado en la antigua Caesarea Maritima (situada en Israel), se


empleó de forma amplia la variante de cajones prefabricados y posteriormente fondeados y
hormigonados (ver figura anterior). Hoy en día, los restos de la estructura del puerto se
encuentran en gran parte sumergidos, pero permiten hacerse una buena idea de las grandes
dimensiones de esta obra de abrigo.

15
Figura 1.14. Reconstrucción artística de un cajón prefabricado en el puerto de Sebastos, en la antigua ciudad
de Caesarea Maritima (en la actual Israel) (Fuente: R.J. Teringo)

(a) (b)
Figura 1.15. (a) Vista aérea de los restos parcialmente sumergidos en el puerto de sebastos; aspecto de
uno de los diques semisumergidos (Fuente: B. Goodman-Tchernov)

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Otro de los ejemplos más significativos de estas técnicas -especialmente debido al buen
grado de conservación de su estructura- es el puente Fabricio, erigido en el año 62 a.C. en
Roma. Esta obra materializó el acceso a la isla Tiberina, en el río Tíber, mediante una
estructura de dos arcos, con un apoyo en el cauce fluvial. Para ejecutar esta pila se utilizó un
cajón realizado mediante pilotes de madera, que posteriormente fue rellenado con una
mezcla de fragmentos de toba y cemento puzolánico.

Figura 1.16. Puente Fabricio en Roma (Fuente: grabado de Piranesi, 1756)

Figura 1.17. Puente Fabricio en la actualidad (Fuente: Matthias Kabel)


17
El empleo de los pilotes de hinca de madera continuaría a lo largo del medievo y el
renacimiento, aunque sin sensibles cambios respecto a las técnicas utilizadas por los
romanos. Los medios manuales seguían siendo la única fuente de energía de hinca hasta la
revolución industrial. Fleming et al. (2008) relatan que a comienzos del s.XVIII se habrían
necesitado unos veinte hombres para izar un masa de golpeo de 360 kg, que habría sido
operada durante un minuto, con una cadencia de unos 25/30 golpes/min, tras la que se
establecía un minuto de descanso antes de volver a acometer una nueva andanada de
golpeo. Para mayores energías de golpeo se habrían utilizado martillos de fundición de asta
1.5 t, izada mediante un cabrestante accionado por hombres o por caballos. Francesco Di
Giorgio Martini o Leonardo Da Vinci diseñarían martinetes de hinca con martillo guiado,
como recogían algunos de sus dibujos:

Figura 1.18. Diseño de máquina de hinca de L. Da Vinci (Fuente: Códice Atlántico)

18
Figura 1.19. Diseño de máquina de hinca de F. di Giorgio Martini (Fuente: Kerisel, 1985)

Entre las escasas mejoras de índole tecnológica desde la época romana se pueden
mencionar, además, las referentes a la durabilidad de los pilotes. Siglos antes de la
revolución industrial, ya habría sido conocido el tratamiento mediante brea, especialmente
en la cabeza de los pilotes, que estarían sometidos con más facilidad a ciclos de humedad-
sequedad y, con ello, habrían sido las zonas más susceptibles a sufrir pudrición. Pero
también tuvieron lugar otras innovaciones con el objetivo de prolongar la vida de los pilotes,
alternativas a los tratamientos químicos. Así, se diseñaron sistemas de descabezado de los
pilotes mediante sierras, de forma que se asegurara que se encontrarían sumergidos en toda
su longitud. El ingenio dibujado por Villard de Honnécourt hacia 1250 representaba
perfectamente este cometido:

19
(a)

(b)

Figura 1.20. Sistema de aserrado para descabezar pilotes bajo la superficie del agua: (a) esquema original de
Villard de Honnécourt, alrededor del 1250; (b) reconstrucción artística de la misma sierra, C. Chanfón
(Universidad Autónoma de México)
20
Además, el medievo y el renacimiento introducirían los zunchos de hierro en la punta de
pilotes para aumentar su capacidad resistente cuando se hincaban hasta terrenos firmes.

Figura 1.21. Puntas de pilote reforzadas con acero (a la derecha se puede observar el zuncho metálico, en
forma de punta de flecha) (Fuente: R. Lotte, en Kerisel, 1985)

Aunque los pilotes de hinca habían sido conocidos y utilizados desde la Antigüedad, las
cimentaciones asociadas a los pilotes perforados tardaron bastantes siglos en ser
desarrolladas. García Gamallo (2003) data los primeros prototipos de este tipo de
cimentaciones profundas en la región de Mesopotamia, entre el 3000 y el 2000 a.C.,
integrando los trabajos de soporte de los zigurats. Adicionalmente, señala otro ejemplo de
especial relevancia en Egipto, hacia el 2000 a.C., en el que se habrían localizado pozos-fuste
entibados con fábricas cilíndricas de bloque calizo como cimentación de tumbas. Este tipo de
técnica se denominaba zarbbiyeh o “pozo en mina”. En estos casos, según las descripciones
de Abd Al-Latif Al-Baghdadi (1204) descritas por Kerisel (1985), se excavaba un pozo
manualmente hasta localizar el nivel freático. A partir de esa cota, disponían tumbada una
rueda de madera de alrededor de 1 m de diámetro y 35 cm de espesor, sobre la que se
levantaba un fuste de fábrica de ladrillo y cal. A continuación, se continuaría
sobreexcavando bajo la rueda mediante buzos, de forma que el fuste de fábrica se iría
hundiendo progresivamente a medida que avanzaba en profundidad la excavación. Así, de
forma simultánea se iba realizando la sobreexcavación en punta mientras se seguía
completando el fuste de ladrillo en la superficie a medida que se iba hundiendo. El proceso
habría terminado al localizar un terreno firme, tras lo que realizarían otro pozo similar a una
distancia de unos 2 m hasta completar un conjunto de pilotes sobre los que levantar las
superestructuras.

21
Figura 1.22. Zarbiyyeh egipcio (Fuente: interpretación de Kerisel, 1985)

Sin embargo, los pilotes perforados no se popularizarían hasta la revolución industrial,


cuando las máquinas habrían adquirido una mayor potencia de perforación. Unos siglos
antes ya eran conocidos los problemas que presentaban los pilotes hincados con poca
longitud de empotramiento, especialmente si conformaban cajones dentro de cursos
fluviales sometidos a fuertes empujes horizontales: su estabilidad se encontraba
comprometida, hasta el punto que se habrían producido arrastres de estos cajones por la
corriente. Para resolver esta problemática, hacia el siglo XVI comenzaron a aparecer
sístemas híbridos de preforo-hincado: re realizaba una preperforación en un estrato
profundo firme para, a continuación, hincar en el interior del mismo un pilote de madera,
que de esta forma adquiriría una mayor estabilidad. De esta época nos han llegado dibujos
de ingenios de perforación en hélice como el propuesto por da Vinci, o máquinas de corte de
terrenos bajo el agua, como la debida a Fontana (1540-1614).

22
Figura 1.23. Esquema de cabeza de corte para preforos, encontrada por R. Lotte en 1938, utilizada en la
construcción de un puente renacentista en Toulouse (Fuente: Kerisel, 1985)

Figura 1.24. Máquina de preforos bajo el agua inventada por Fontana en el s.XVI (Fuente: Kerisel, 1985)
23
Figura 1.25. Dibujo de perforadora de hélice de L. da Vinci (superior) y recreación moderna de la misma
(inferior) (Fuente: Kerisel, 1985)

En algunos casos notables, la falta de un enfoque racional sobre el comportamiento de las


estructuras y su interacción con el terreno llevó a diseños de comportamiento anómalo,
como es el caso de algunas cimentaciones en Venecia durante el medievo. Como describen
Kerisel (1985) y García Gamallo (2003), los efectos de la mejora por consolidación de los
terrenos normalmente consolidados de la ciudad eran conocidos, por lo que al eliminar

24
estos edificios para construir unos nuevos, se se solían realizar apoyos directos sobre estos
terrenos mejorados. Sin embargo, se apunta que el proceso de construcción podría llegar a
ser muy lento y constituido por dos fases: en una primera, se realizaría una hinca de pilotes
perimetrales al edificio preexistente, con el objeto de constituir en el futuro el apoyo de una
nueva fachada. A continuación, comenzaría el proceso de demolición y construcción del
nuevo edificio ampliado. En esta nueva estructura, las nuevas fachadas se apoyarían sobre
pilotes de hinca, mientras que la cimentación interior se resolvería mediante apoyos
directos. Por ello, se habrían producido importantes movimientos relativos entre el interior
del edificio y el perímetro. Para evitar los problemas asociados a estas grandes distorsiones,
se habrían diseñado vigas apoyadas isostáticamente, atadas mediante anclajes de hierro
para evitar la pérdida de soporte durante la progresiva deformación del edificio.

Figura 1.26. Esquema de distorsión de un edificio en Venecia: se pueden observar las correcciones del
pavimento interior en la zona de mayor asentamiento, así como el anclaje de las vigas (Fuente: Kerisel, 1985)

Sin embargo, los pilotes solían ser de escasa longitud y de gran densidad en planta, por lo
que en general no se habrían apoyado sobre estratos firmes.
25
Figura 1.27. Ejemplo de la elevada densidad de pilotes descubiertos en una campaña arqueológica en 1999
en el antiguo Teatro San Marco, en Venecia (Fuente: G. Arici en Ceccato et al., 2013)

El análisis de estas cimentaciones suele concluir que su comportamiento era más asimilable
de un tratamiento de mejora más que una cimentación profunda, entendida como un
elemento de transmisión de cargas hacia estratos profundos. Por ello, estas fachadas
pilotadas sufrirían también asentamiento, disminuyendo así los grados de distorsión (lo que,
además, se intensificaba por el efecto grupo, que se hubiera podido evitar con pilotes con
mayor espaciado entre ellos). Esto se puede observar en estructuras como la de la iglesia de
Santa Maria Maggiore de Venecia, en la que se han producido importantes asientos desde
su ejecución (que tuvo lugar entre los años 1497 y 1525). Sus apoyos se resuleven mediante
pilotes de 1.5 m de longitud, instalados en limos arcillosos muy blandos, cuyo muro alcanza
unos 6 m de profundidad, según revelan recientes ensayos CPTu realizados en el edificio.
Recientemente se han dispuesto sistemas de tirantes para mejorar su comportamiento
frente a cargas sísmicas así como para disminuir los desplomes de sus fachadas con mayor
asiento y giro.

26
Figura 1.28. Planta y secciones de la iglesia de Santa Maria Maggiore, en Venecia (Fuente: Ceccato et al.,
2013)

Figura 1.29. Estratigrafía, sección de cimentación y ensayos CPTu del terreno de apoyo (Fuente: Ceccato et
al., 2013)

27
En el s.XIX comenzaron los primeros cambios profundos en el ámbito de las cimentaciones
profundas. Alrededor de 1830 comenzarían a utilizarse tuberías de fundición como pilotes,
mientras que los primeros pilotes helicoidales, fabricados en fundición, habrían sido
utilizados por Alexander Mitchel en la cimentación del faro de Maplin Sands en el estuario
del río Támesis, en Inglaterra, en 1838.

Figura 1.30. Esquema de la cimentación y estructura del faro de Maple Sands (Fuente: Mitchel, 1848)

Este tipo de soluciones se implementaban todavía de forma manual, como muestran algunas
ilustraciones de la época:

Figura 1.31. Esquema de la cimentación y estructura del faro de Maple Sands (Fuente: Mitchell, 1848)
28
Figura 1.32. Ilustración de la época sobre la instalación de pilotes helicoidales en el mar (Fuente:
Lutenegger, 2011)

La potencia de hinca aumentaría notablemente con la ayuda del uso cada vez más extendido
de las máquinas de vapor, que conseguirían aumentar la potencia de penetración de los
pilotes –ya fueran de hinca, helicoidales o perforados-, disminuyendo los plazos de ejecución
así como la mano de obra necesaria para implementar estas soluciones. Fleming et al. (2008)
señalan hacia 1801-1802 el empleo por vez primera de una pilotadora a vapor, con un motor
de 8 caballos, en los muelles de Londres. Pronto comenzarían a sucederse las mejoras en
estas máquinas de hinca (como los martillos de aire comprimido o los de vacío

29
desarrollandos en los 1840). Hacia 1870 se desarrollaría, incluso, una pilotadora accionada
mediante pólvora en Philadelphia, EEUU. Esta máquina podría ser operada por tan solo dos
personas, pero cualquier fallo en la misma habría resultado mortal. Fleming et al. (2008)
describen cómo una máquina de ese tipo fue llevada a Inglaterra para la ora del túnel de
Severn, pero no resultó eficiente en las arenas encontradas en dicha obra. Posteriormente,
en otra obra para los ferrocarriles de Londres, se produjo una explosión que generaría
bastante alarma sobre este tipo de dispositivos.

Paralelamente al uso de los pilotes metálicos, con el desarrollo del cemento portland –
patentado por Joseph Aspdin en 1824-, se abriría un nuevo campo en las cimentaciones
profundas. Brown et al. (2010) señalan cómo el mecanismo de entibación mediante cajones
para cimentaciones sumergidas sería extendido en la forma de tubos de menor diámetro
cuyo interior era excavado manualmente, originalmente. Los autores indican que el primer
edificio sustentado por este tipo de cimentaciones sería el City Hall de Kansas City, EEUU,
construido en 1890. En este caso, teniendo en mente las problemáticas asociadas a la
durabilidad de los pilotes de madera, se llevaron a cabo 92 perforaciones cilíndricas de 1.37
m de diámetro, que alcanzarían un estrato profundo de caliza, situado a unos 15.2 m de
profundidad. Para contener el terreno de cada perforación, se introdujeron tubos metálicos
de unos 4.7 mm de espesor, rellenados con ladrillo vitrificado y cemento hidráulico.

Figura 1.33. (a) Aspecto del City Hall de Kansas City, EEUU, según una de las primeras fotografías del
edificio (Fuente: Kansas City View Company en Hoffmann, 1966); (b) introducción de un “cajón” de
entibación en uno de los pilotes del City Hall (Fuente: The Star, en Brown et al., 2010)

30
En esos mismos años, Chicago se convertiría en un gran
laboratorio de prueba de cimentaciones, ya que a los
requierimientos funcionales de estructuras cada vez más
ambiciosas se uniría la existencia de terrenos de apoyo de poca
competencia. Tras comprobarse que varios edificios
cimentaciones mediante elementos directos habían sufrido
bastantes problemas de asiento, las cimentaciones profundas
se convertirían en una mejor alternativa en nuevos diseños.
Además, con este tipo de apoyos se podían diseñar estructuras
más ligeras y, por ello, de menor coste, que las
correspondientes a edificios con cimentaciones superficiales.
En estos últimos, los esfuerzos impuestos por las distorsiones
en sus apoyos requerirían estructuras más rígidas y costosas.

Hacia finales del siglo XIX ya se habían utilizado pilotes de


madera, que en algún caso produjeron problemas de
levantamiento durante su ejecución en edificios cercanos con
apoyos someros. Esto llevaría a un cambio de diseño, cuyo
germen se produciría durante la construcción del edificio que
albergaría el Mercado de Valores de Chicago. La cimentación
de esta estructura se comenzó a ejecutar en 1894 en un solar
anexo al edificio propiedad del períodico Chicago Herald. Los
daños causados durante la hinca de pilotes a través de arcillas Figura 1.34. Esquema de
compresibles indujeron a los propietarios del Herald a solicitar pilotes bajo un muro de
judicialmente la paralización de las obras (Rogers, 2009). fachada en la Biblioteca
Pública de Chicago
En el nuevo edificio del Mercado de Valores se habian previsto (finales del s.XVIII)
pilotes de madera con cargas de servicio previstas de entre 15
(Fuente: Rogers, 2009)
y 20 t. Tras la paralización de la obra, W. Sooysmith, un
conocido especialista en la época en el uso de cajones para cimentaciones, propuso la
utilización de pilotes cilíndricos excavados para la pared medianera entre ambos edificios
(Randall et al., 1999), avanzando incluso por debajo del nivel freático hasta alcanzar un
estrato firme. La forma de ejecución constiría en ir añadiendo sucesivos anillos de hierro
(“rings”), que servirían para construir una entibación cilíndrica mediante listones verticales
de madera (“lagging”), de forma similar a los cajones utilizados siglos antes para
cimentaciones subacuáticas. Estos cajones se irían construyendo progresivamente al avanzar
en profundidad con la excavación (disminuyendo su diámetro al profundizar), y se realizarían
de forma manual. Al alcanzar el nivel freático, comenzaría a realizarse el agotamiento del
fondo, también de forma manual. Finalmente, al alcanzar el estrato firme, se dotaría al

31
pilote de mayor sección mediante una sobreexcavación, acampanando el tramo de punta
del pilote. Este tipología tomó el nombre de “Método Chicago”.

Figura 1.35. Esquema de un pilote según el Método Chicago (Fuente: Rogers, 2009)

Unos pocos años después, en 1899, se construiría en Chicago el primer edificio integramente
soportado por pilotes de este tipo, una estructura de once plantas para la Empresa de Libros
Metodista (Randall et al., 1899). Estas cimentaciones se estaban popularizando rápidamente
en la ciudad, especialmente en terrenos singulares, como demuestra el diseño del edificio
Grower, en el que bajo la planta del mismo discurría un túnel hidráulico.

32
(a)

(b)

Figura 1.36. (a) Diseño en planta de los pilotes perforados según el Método Chicago para el edificio Growers,
construido en (b) sección de la entibación de avance de la excavación (Fuente: Rogers, 2009)

El Método Chicago sería refinado por C. R. Gow –a la sazón, también el desarrollador del
ensayos de penetración estándar, SPT-, que propondría un sistema de tubos con un
desarrollo telescópico, que permitirían el vaciado de la cavidad del pilote y que,
posteriormente, serían retirados a medida que avanzara el hormigonado.

33
Figura 1.37. Esquema de un pilote según el Método Gow (Fuente: Rogers, 2009)

La siguiente evolución de estas metodologías llegaría con la sustitución de los métodos de


excavación manual, peligrosos para los operarios y de bajo rendimiento, por máquinas de
extracción cada vez más eficientes. Por ejemplo, la Gow Company, creada por C. R. Gow
1899, desarrolló en los años 20 del siglo pasado una extractora de hélice con cuchara,
accionada por motores de gasolina, que supuso una importante mejora en la ingeniería de
pilotes hormigonados in situ. Esta empresa sería comprada en esa misma década por la
Raymond Concrete Pile Company, que ya había presentado en 1897 la primera patente para
pilotes hormigonados in situ. En sus primeros tiempos, la compañía proponía dos
metodologías de pilotaje, descrito en un catálogo de principios del s.XX:

34
• Para arenas y limos proponían un método de lavado por chorro de agua (“jetting”), lo
que permitía desplazar el suelo y licuarlo, permitiendo la hinca de sucesivos tramos
de entibación en forma de tubos troncocónicos, hasta alcanzar la profundidad de
apoyo final, tras lo que se producía el hormigonado.
• Para suelos en general, presentaban como opción más completa su sistema
patentado de introducción de una camisa metálica ciega, de forma pseudocónica,
mediante un sistema de varillaje interior que conseguía su hinca a través de
materiales poco competentes. Al llegar a la profundidad de apoyo deseada, se
retiraba el varillaje del núcleo, tras lo que se podía rellenar la cavidad resultante de
hormigón. Incluso, este catálogo indicaba ya la posibilidad de añadir armadura en el
interior del pilote: “el refuerzo de los pilotes de hormigón con barras de acero se
puede considerar a veces deseable para ciertos usos. Esto siempre resulta sencillo con
el Sistema Raymond. Ya sea con camisa o entubación, la inserción del material de
refuerzo se realiza cuando el hormigón es vertido, y resulta sencillo, se realiza a plena
vista y no requiere habilidades especiales (Traducido por el autor a partir del catálogo
de la Raymond Concrete Pile Company”).

Figura 1.38. Catálogo de la Raymond Concrete Pile Company (izquierda) junto a un esquema en sección
vertical del sistema de camisa y varillaje de hinca (derecha) (Fuente: Hull et al., principios del siglo XX)

35
Figura 1.39. Pilotadora del Sistema Raymond con el sistema de encamisado y varillaje de núcleo (Fuente:
Hull et al., principios del siglo XX)

Figura 1.40. Proceso de lavado con agua a presión y progresiva introducción de collares de entibación en el
método “jetting” de la Raymond Concrete Pile Company (Fuente: Hull et al., principios del siglo XX)

36
Con la compra de la empresa de Gow, expandiría sus actividades a todo EEUU hacia 1927
(Rogers, 2009), desarrollando y patentando diferentes sistemas de pilotes, como los
descritos en su catálogo.

Figura 1.41. Perforadora de extracción mediante hélice y cuchara en los años 20 del s.XX (Fuente: Rogers,
2009)

Figura 1.42. Perforadora para pilotes según el Método Gow de 1.2 m de diámetro y 11.6 m de profundidad
para el edificio de la aseguradora Phoenix en San Francisco, en 1918. La sobreexcavación en forma de
campana en punta del pilote todavía se excavó a mano, a unos 3.3 m bajo el nivel freático (Fuente: Rogers,
2009)

37
El problema de las sobreexcavaciones en punta sería resuelto en las décadas siguientes, con
la introducción de útiles de sobreperforación profunda, utilizándose máquinas
progresivamente más potentes, especialmente tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

Figura 1.43. Perforadora desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial por la Gow Company, equipada
con sistemas de sobreexcavación de campanas en punta de pilotes (Fuente: Rogers, 2009)

Pero los pilotes hormigonados in situ no serían los únicos beneficiados del desarrollo del
hormigón. En Dinamarca, por ejemplo, los pilotes de hinca siguen siendo la tipología de
cimentación profunda más utilizada hoy en día (Knudsen et al., 2019). En este país han sido
pioneros en el uso de pilotes prefabricados de hormigón armado, registrándose en 1904 el
primer proyecto de esta índole (aunque se desconoce si fue el primero a nivel mundial, ya
que también hay evidencias tempranas del uso de esta tipología en otros países como Reino
Unido, tal y como revelan algunos bocetos atribuidos a la compañía británica Hennebique –
Fleming et al., 2008-). Una de las razones que se encuentran detrás de esta tendencia
danesa es la limitación normativa que impuso el código de cimentaciones de Dinamarca
principalmente en 1977 (DS415) a la máxima resistencia que se podía considerar en un

38
pilote perforado respecto al mismo pilote instalado por hinca: en esta normativa, la máxima
resistencia por fuste a considerar en el pilote perforado es de un 30% de la desarrollada por
un pilote prefabricado, limitándose, además, la máxima resistencia unitaria por punta a 1000
kPa (con algunas modificaciones a la normativa que tuvieron lugar en 1984 y 1998). Estas
fuertes restricciones, trasladadas en la actualidad al anejo nacional danés del Eurocódigo 7,
convierten los diseños de pilotes hormigonados in situ en excesivamente conservadores en
Dinamarca, lo que los hace poco competitivos en muchas ocasiones respecto a su alternativa
prefabricada. El origen de estas restrictivas especificaciones se puede encontrar, como
relatan Knudsen et al. (2019), en algunos fallos históricos de cimentaciones materializadas
mediante pilotes hormigonados in situ, que sin embargo no han sido documentados. Como
hipótesis, destacan el colapso del puente Fiskebæk en 1972 como uno de los posibles casos
que impulsarían una revisión de los métodos de cálculo de este tipo de cimentaciones y la
invitación a adoptar un importante conservadurismo en su diseño.

Figura 1.44. Imagen del Fiskebækbroen tras su colapso en 1972 (Fuente: Gebauer et al., 2015)

Los pilotes que lo sustentaban eran de tipo Franki, con longitudes de 20 m y diámetros de 50
cm. Este tipo de elementos pertenecen al grupo de los pilotes de desplazamiento, que
describiremos más adelante. El diseño original de este sistema se debe al ingeniero belga E.
Frankignoul, que en 1909 patentó un sistema de pilotaje consistente en la hinca de una
tubería metálica con un sistema de tapón de fondo, de forma que se fuera progresivamente
desplazando el terreno durante la hinca. Posteriormente, se rellenaría de hormigón, que
sería compactado por tongadas, extrayéndose progresivamente la tubería de entibación. La
patente en EEUUU de la versión del método en 1930 es conceptualmente idéntica a la
39
técnica que se utiliza hoy en día para llevar a cabo este tipo de pilotes, que suelen
denominarse Frankipiles, pilotes Franki o, de forma más descriptiva, pilotes de
desplazamiento con tapón de gravas.

Figura 1.45. Fase de hinca de camisa metálica mediante el impacto continuado de un martillo sobre un
tapón de gravas dispuesto en la punta de avance, que va progresivamente desplazando el terreno lateralmente
(izquierda); fase de expulsión del tapón de gravas –lo que permite ensanchar la base del pilote- y progresivo
hormigonado por capas, que se van compactando progresivamente mientras se extrae la camisa, asegurando
siempre que la punta de la misma se encuentra embebida en la masa de hormigón fresco (derecha) (Fuente:
Patente del sistema, elaborada por E. Frankignoul en 1930)

Al examinar los pilotes del puente Fiskebæk, el comité investigador concluyó que hubo
graves errores de ejecución. Sin embargo, los pilotes Franki no son propiamente perforados,
pero en Dinamarca se ha venido considerando históricamente que todos los pilotes
hormigonados in situ pueden adscribirse al grupo de las cimentaciones especiales. Algunas
voces, como destacan Knudsen et al. (2019), reivindican, por otra parte, que en la actualidad
ya existen suficientes ensayos y experiencias como para reevaluar las limitaciones de diseño
en este grupo de cimentaciones.

40
Otros tipos de pilotes de hinca, los metálicos, han tenido tradicionalmente un menor uso en
ingeniería de cimentaciones. A su reducida sección en punta y su bajo coeficiente de
rozamiento en la interfaz terreno-pilote, se une su elevado precio y sus problemas de
durabilidad (aunque los sistemas de protección catódica o las nuevas técnicas de
revestimiento permiten disminuir el efecto de la corrosión, especialmente en medios
agresivos como los marinos). Por ello, tradicionalmente se han venido utilizando perfiles en
doble T en aquellos trabajos en los que se quiere optar por una cimentación prefabricada
pero con un nivel de desplazamiento del terreno muy limitado, mientras que en aplicaciones
costeras y marinas se han empleado de forma extensiva secciones tubulares, con mayores
inercias, que las hace más óptimas para entornos con esfuerzos laterales.

Para terminar este repaso histórico a las cimentaciones profundas, podemos mencionar
otros casos en los que ciertos condicionantes geotécnicos o logísticos permitieron la
creación de brillantes soluciones como alternativa a los pilotes tradicionales. En este grupo
podríamos englobar ejemplos como los micropilotes desarrollados en la Italia de postguerra,
o los pilotes de control, desarrollados para resolver la problemática del hundimiento
regional de la Ciudad de México.

Comenzaremos describiendo la génesis de los micropilotes: tras la Segunda Guerra Mundial,


la ciudad de Nápoles y su puerto, en el sur de Italia, se encontraban en ruinas tras los
bombardeos sufridos durante el conflicto. Los ejércitos de ocupación así como el resto de
Italia necesitaban asegurar el flujo de suministros y materiales de construcción, por lo que la
rehabilitación de las infraestructuras marinas y terrestres se convirtió en una prioridad
(Bares, 2007).

Figura 1.46. Aspecto del puerto de Nápoles en otoño de 1943, tras haber sufrido tanto los bombardeos
aliados como la destrucción por parte del ejército alemán durante su retirada (Fuente: ww2today.com)

41
A medida que fueron retirándose los escombros de la zona portuaria, comenzaron a
reconstruirse las zonas de atraque existentes, lo que implicaba utilizar cimentaciones
profundas que debían atravesar grandes bloques de mampostería u otros obstáculos, lo que
impedía la ejecución de pilotes por hinca. Además, los perfiles de acero utilizados para la
hinca resultaban bastante difíciles de conseguir en el complicado escenario de escasez de
acero en la Europa de postguerra.

Por otro lado, también había comenzado la tarea de rehabilitación de diferentes estructuras
y monumentos históricos que habían sufrido daños. Entre otras labores, se tenía la
necesidad de realizar recalces de esas estructuras dañadas, con bastantes limitaciones: las
operaciones de sostenimiento se debían realizar con las mínimas vibraciones posibles,
atravesando terrenos con capas duras o bolos, evitando desplazamientos de terreno que
pudieran dar lugar a levantamientos o subsidencias en superficie que afectaran a la propia
estructura o a otras adyacentes. En este escenario en el que las soluciones convencionales
resultaban poco idóneas, en 1952, un ingeniero civil italiano, el Dr. Fernando Lizzi (1914-
2003), director técnico de la compañía Fondedile, registró las primeras patentes para un
nuevo sistema de recalce que respondía con éxito a estos requisitos, haciendo que la
responsabilidad resistente cayera sobre el mecanismo de fricción por fuste.

Los denominó “pali radice” (lo que se puede traducir como “palos raíz”): se trataba de
pilotes perforados de pequeño diámetro, reforzados ligeramente con acero e inyectado a
baja presión (no más de 600 kPa), con el objeto de asegurar una resistencia por fuste lo más
elevada posible.

Figura 1.47. Fases de ejecución de un palo radice: (1) perforación; (2) perforación completada, con
camisa recuperable; (3) introducción de armadura; (4) introducción del conglomerante mediante tubo
tremie; (5) relleno completado; (6) extracción de la camisa, con inyección de aire en boca superior; (7) palo
radice terminado (Lizzi, 1993)

42
En estos nuevos elementos estructurales se llegaron a medir cargas resistentes a
compresión superiores a los 400 kN en ensayos a escala real (Sabatini, 2005; Tanzani, 2004).
En la siguiente figura se muestra la curva de carga hasta rotura del primer palo radice
ensayado en la historia, ejecutado durante las obras de recalce de la escuela “Scuola
Angiulli” en Nápoles en 1952:

Figura 1.48. Comportamiento del primer palo radice ensayado en 1952 (asiento en milímetros en
ordenadas, carga vertical en toneladas, en abscisas). El punto A que se destaca en la curva se corresponde al
instante de la rotura, bajo una carga de compresión de 46 t (Lizzi, 1993)

Utilizados con éxito inicialmente para atravesar los bloques y


obstáculos en las obras del puerto de Nápoles, su uso fue
extendido para el recalce de estructuras preexistentes: los pali
radice evitaban movimientos impuestos sobre las estructuras
recalzadas y, además, al atravesar los zócalos de apoyo de las
mismas y vincularse tras la inyección por fuste a los mismos,
suponían una solución bastante monolítica que evitaba la
necesidad de que se produjeran asientos y, con ello, distorsiones
de importancia en la interfaz palo-terreno para que los nuevos
elementos de apoyo activaran su contribución resistente.

En este punto es importante señalar que el éxito de este


método recayó no solamente en su diseño teórico, sino también
en la creación por parte de Fondedile de equipos de perforación
que pudieran ser pequeños y versátiles, pero suficientemente
potentes, para la ejecución de estos pali radice. En palabras de
su creador, los recalces así realizados “parecen las raíces de un
árbol, hundidas en el suelo y extendiéndose, en la estructura
superior, como las fibras en el tronco”. Figura 1.49. Esquema de
recalce de muro de
mampostería mediante pali
radice (Lizzi, 1993)
43
Otro diseño brillante para resolver un problema de gran complejidad fue el desarrollado en
los años cuarenta del siglo pasado para solucionar los problemas de asiento regional de la
Ciudad de México. Debido al progresivo desarrollo urbano de la ciudad, la extracción de
agua del subsuelo –primero de los acuíferos libres más superficiales a través de norias y,
posteriormente, de los acuíferos confinados mediante pozos más profundos- ha provocado
complejas dinámicas de consolidación y pérdida de presiones artesianas, que han provocado
un sistema de asentamientos supramétricos en todo el valle en el que se enclava la urbe. Así,
López-Acosta y Martínez-Hernández (2017) resumen muy bien la problemática que estos
terrenos suponen para las estructuras que sobre ellos se apoyan:

• Emersión aparente: cuando los pilotes de una estructura se encuentran empotrados


en un estrato suficientemente rígido, las subsidencias que se producen alrededor de
la estructura provocan el efecto aparente de que ésta se eleva por encima de la cota
superficial del terreno. Esto conlleva la generación de rozamientos negativos en el
fuste de los pilotes de apoyo, provocando un incremento de esfuerzos sobre los
mismos, lo que puede comprometer su integridad estructural.

• Asentamiento diferencial: En el caso de cimentaciones someras o mediante pilotes


flotantes, en terrenos poco competentes puede provocar asientos diferenciales,
cuyas distorsiones pueden provocar daños en cerramientos, instalaciones e, incluso,
para grandes movimientos, daños estructurales.

Figura 1.50. Efectos visibles del hundimiento en una calle del centro de la Ciudad de México (Fuente:
Televisa)

44
Para resolver estas problemáticas, el ingeniero Manuel González Flores (1906-1986) creó en
1948 los pilotes de control, que se utilizaría tanto en reparación de estructuras dañadas
como en nuevas cimentaciones. López-Acosta y Martínez-Hernández (2017) indican que se
tiene constancia del uso de esta solución en más de 600 edificios en la ciudad.

Su fundamento es el siguiente: teniendo en cuenta que el asentamiento regional es un


factor que no se puede evitar, se asume que los edificios puedan sufrir un asiento
compatible con el del propio terreno, pero sin que esto suponga la aparición de esfuerzos
adicionales sobre los pilotes que se puedan apoyar sobre un estrato duro. Para conseguirlo,
los pilotes no se encuentran rígidamente unidos a la losa inferior del edificio, sino que se
interpone entre ambos elementos un margo de carga con una celda deformable, que admite
asientos impuestos elevados sin incrementar el nivel de cargas en cabeza de cada pilote:

Figura 1.51. Comparación de los efectos del hundimiento regional sobre un edificio con pilotes
convencionales (izquierda) frente al comportamiento de un edificio sustentado mediante pilotes de control
(derecha) (Fuente: adaptado de Tamez, 1986, por López-Acosta y Martínez-Hernández, 2017)

Figura 1.52. Marco de carga de un pilote de control (Fuente: adaptado de López-Acosta, 2015, por López-
Acosta y Martínez-Hernández, 2017)

45
En las últimas décadas los métodos de diseño y las técnicas de ejecución están generando
grandes mejoras en fiabilidad, rendimiento, costes, etc., debido, entre otros factores, a la
intensa investigación realizada en este campo y a la amplia experiencia acumulada,
especialmente desde principios del siglo XX, tras el nacimiento de la Geotecnia como
disciplina científica. Sin embargo, muchos de sus fundamentos mecánicos y geotécnicos, que
hoy reconocemos como de gran complejidad, ya se encontraban presentes en la gran
intuición de diseños antiguos que, en algunos casos, han sido testigos del paso de miles de
años sin haber sufrido daños. Por ello, el análisis detallado de los antecedentes históricos
que hemos repasado en el presente capítulo puede resultar muy valioso para poder conocer
y comprender mejor la personalidad geomecánica y estructural de las cimentaciones
profundas que se utilizan hoy en día, y que son objeto del presente curso.

46
TEMA 2. Influencia de los terrenos problemáticos sobre la elección de la
tipología de cimentación

Algunos terrenos pueden tener un comportamiento especialmente negativo las


cimentaciones sobre ellos sustentadas. Estos terrenos problemáticos pueden condicionar
notablemente la elección de la tipología de cimentación y su diseño, pudiendo hacer que los
proyectistas se decanten por soluciones de apoyo profundo frente a soluciones superficiales,
que pueden resultar más económicas pero más susceptibles de sufrir daños. Entre estos
materiales problemáticos, podemos destacar los siguientes:

2.1. Suelos expansivos


Existen ciertos tipos de suelos y rocas que pueden presentar importantes cambios de
volumen al variar su humedad. Cuando estos cambios volumen se encuentran coartados por
la presencia de una cimentación o un elemento de contención, se pueden generar ciertas
presiones impuestas ascendentes por el confinamiento, que pueden llegar a ser bastante
perjudiciales para la estructura, llegando en ocasiones a levantarla. Habitualmente, se suele
estimar la capacidad de levantamiento de un suelo determinando en el laboratorio su
presión de hinchamiento, es decir, la tensión que aplicada verticalmente sobre una probeta
de suelo confinado lateralmente en una bancada edométrica anula la expansión vertical de
la misma.

Este es el caso de suelos con sulfato cálcico (que pueden aparecer en forma de anhidrita –
sulfato cálcico anhidro- o yeso –sulfato cálcico dihidratado-), de terrenos con un contenido
importante de sulfuros de hierro (como las piritas, que en ocasiones se han utilizado como
materiales de relleno compactado bajo cimentaciones, dando lugar a importantes
levantamientos en edificaciones ligeras) o por la presencia de arcillas expansivas. En este
último caso, el comportamiento expansivo no se produce únicamente cuando el depósito es
arcilloso, sino también cuando las arcillas se integran dentro de la estructura de otras rocas,
como es el caso de la expansividad de algunos tipos de pizarras arcillosas (Lyu et al., 2015),
en las que también puede existir contaminación por pirita, que también resulta expansiva,
como hemos indicado anteriormente (Anderson, 2008), o combinada con yesos.

A continuación describiremos el fundamento físico-químico de las patologías asociadas a


este tipo de terrenos así como los daños que pueden ir asociados a los mismos.

47
A-1) Terrenos con sulfato cálcico

En el caso de los suelos con sulfatos, la expansión se origina por la precipitación de cristales
de yeso (del Campo et al., 2012;Ramon, 2015; Ramon y Alonso, 2018), que se produce por
dos mecanismos: por un lado, en una roca con yesos expuesta al agua (tanto
superficialmente, por la excavación de túneles o cimentaciones, como por la circulación a
través del sistema de discontinuidades del macizo, cuya aparición es favorecida por dichas
excavaciones tanto por desecación como por cambios en sus tensiones efectivas) al
producirse una cierta evaporación del agua en la que se encuentran disueltos los sulfatos, la
solución pasa a ser sobresaturada, favoreciendo la precipitación. Pero, además, si existe en
el macizo una cierta proporción de anhidrita, que resulta más soluble que el yeso a
temperatura ambiente, ésta se irá progresivamente hidratando, convirtiéndose en yeso y,
por lo tanto, consiguiendo una mayor sobresaturación de la solución. Esta solución ira
migrando a través de las fracturas de la roca, extendiéndose así el volumen del macizo
susceptible de sufrir expansión.

Es decir, en la práctica, en una cimentación superficial cajeada en un macizo con sulfato


cálcico, el agua que entre en contacto con el fondo de excavación generará primero una
disolución y, por evaporación, una sobresaturación que causará una precipitación de sales.
Así, se producirá una cierta expansión de la zona más somera del macizo así como de las
zonas del mismo donde penetre el agua a través de discontinuidades (como grietas de
desecación o de descompresión). Además, el crecimiento cristalino en el interior de
discontinuidades generará una mayor apertura progresiva de las mismas por la presión fruto
de la precipitación, lo que permitirá una mayor penetración de agua, acelerando el proceso
de expansión. Este proceso se verá incrementado, además, por la paulatina incorporación de
moléculas de sulfato cálcico dihidratado adicional, procedente de la hidratación de la
anhidrita. Este proceso autoalimentado provocará un aumento del grado de concentración
de yeso disuelto, lo que incrementará la tasa de precipitación, que a su vez generará una
mayor apertura de las discontinuidades que, en última instancia permitirá la filtración de un
mayor volumen de agua. Durante este proceso cíclico, el terreno generará una expansión
cada vez mayor que puede provocar grandes daños sobre túneles o cimentaciones. Este tipo
de fenómenos no solamente afecta a las cimentaciones superficiales (como el caso del
edificio en la cantera de yeso de Corbera o la solera inferior del túnel de Lilla, en la Línea de
Alta Velocidad Madrid Barcelona, que aparecen en la figura siguiente) sino que también
puede tener importantes incidencias en cimentaciones profundas (como se ilustra con el
ejemplo de la problemática de las pilas centrales del Pont de Candí, que se encuentra cerca
de uno de los emboquilles del túnel de Lilla):

48
Figura 2.1. Grietas en la solera de un edificio cimentado sobre argilitas anhidríticas del Keuper en una
cantera en Corbera, Barcelona (superior); levantamiento y fractura de la losa inferior del túnel de Lilla, en la
LAV Madrid-Barcelona (inferior) (Fuente: Ramon, 2018)

49
Figura 2.2. Pont de Candí, en la LAV Madrid-Barcelona (superior); perfil geotécnico del terreno donde se
cimenta el viaducto (inferior) (Fuente: Ramon, 2015)

50
Figura 2.3. Esquema de levantamiento provocado por la expansividad de las arcillas yesíferas en una de los
encepados del Pont de Candí en la LAV Madrid-Barcelona (Fuente: Ramon, 2015)

En el caso del edificio apoyado sobre materiales de Keuper en Corbera, resulta muy
interesante observar la profundidad de la zona activa bajo el mismo (es decir, la franja de
terreno más superficial que es alterada por el agua y que produce la mayor parte del
levantamiento), caracterizada por la presencia relativa de anhidrita y yeso. En la siguiente
figura, Ramon (2015) representa los contenidos de ambos minerales medidos desde la cota
0, que representa la cota original del terreno antes de la explotación de la cantera (se
realizaron varios sondeos desde el perímetro de la cantera para realizar estas
determinaciones). Posteriormente, el edificio se cimentó a 8 m bajo dicha superficie original,
observándose que bajo la misma existe una cierta zona activa dominada por la presencia de
yesos:

Figura 2.4. Contenido de anhidrita y yeso en las arcillas yesíferas de la cantera en Corbera, Barcelona
(Fuente: Ramon, 2015)

51
Se puede observar cómo hasta unos 10-11 m de profundidad bajo la cota original del terreno
no aparece prácticamente anhidrita, ya que se habrá producido su hidratación y conversión
a su forma dihidratada, es decir, transformada a yeso que, al sobresaturar la solución, se
habrá precipitado produciendo los daños que veíamos anteriormente en la inferior del
edificio. Para dar solución a la esperable evolución de los levantamientos, se realizó un
recalce mediante micropilotes conectados a las zapatas y con un cierto tramo libre inicial
encamisado, dispuesto con el objeto de conseguir una zona de deformación libre que evite
los rozamientos negativos y permita la activación de su bulbo de anclaje inferior por
distorsión (si se hubieran realizado con inyección completa en toda su longitud, futuros
hinchamientos habrían levantado en bloque el conjunto de micropilotes-zapatas, como
ocurría en el Pont de Candí).

Figura 2.5. Micropilotes diseñados para evitar futuros levantamientos en el edificio apoyado sobre terrenos
yesífero en Corbera, Barcelona (Fuente: Ramon, 2015)

Alternativamente, en el caso de las pilas centrales del Pont de Candí, se optó por construir
un terraplén de gran espesor (33 m) sobre los encepados afectados por el levantamiento
(Ramon, 2015), siguiendo la técnica habitual de introducir una presión de servicio en el
orden de magnitud de la presión de hinchamiento del terreno de apoyo.

52
A-2) Terrenos naturales o rellenos artificiales con presencia de pirita

Otra fuente de expansión son los terrenos con un cierto contenido de sulfuro de hierro, que
al oxidarse, puede producir levantamientos en estructuras que se encuentren sobre el
apoyadas (Maher y Gray, 2014, o Anderson, 2008). En efecto, por ejemplo, si un relleno o en
un terreno natural convive la pirita (sulfuro de hierro) con calcita, en presencia de humedad
y oxígeno, el sulfuro puede oxidarse, dando lugar inicialmente a hidróxido de hierro, ácido
sulfúrico y dióxido de carbono. A continuación, el ácido sulfúrico disolverá la calcita,
liberando cationes de calcio a la solución. Finalmente, cuando la solución se encuentre
sobresaturada, comenzarán a precipitar cristales de yeso, dando así lugar a la problemática
de expansividad que describíamos anteriormente para rocas yesíferas, así como cristales de
sulfato de hierro (que generan, comparativamente, menores expansividades). Este proceso
puede verse acelerado si existen en el relleno proteobacterias que puedan causar
biolixiviación, como la Acidithiobacillus ferrooxidans, que metaboliza el hierro y el azufre
produciendo ácido sulfúrico, o la Acidithiobacillus thiooxidans, que consume azufre
generando también ácido sulfúrico (si en algún caso se encuentra un cierto contenido de
sulfato férrico en un terreno contaminado por pirita, su formación solo habrá podido
producirse por oxidación bacteriana). Si se biolixivia sulfato férrico, este puede volver a
reaccionar con la pirita, fragmentando más su estructura y liberando así más sales que
cristalizarán con aumentos de volumen. Si en vez de piritas existe contaminación por
pirrotitas, la oxidación de esta resultará mucho más rápida, dando lugar a levantamientos de
una forma más temprana.

La progresiva precipitación de los nuevos sulfatos provocará un aumento progresivo de las


fracturas, en macizos, o del sistema de poros, en rellenos, permitiendo la entrada de más
agua, retroalimentando así el proceso de levantamiento, que podrá dilatarse en el tiempo
indefinidamente.

53
Figura 2.6. Agrietamiento por expansión de relleno de áridos con pirita (Fuente: Irish Times, 2017)

Figura 2.7. Agrietamiento de solado en la sala de recreo del colegio Carhartt, en Kentucky, EEUU, cimentado
sobre las Pizarras de Chattanooga, que contienen pirita y otros sulfuros de hierro (Fuente: Anderson, 2008)

El fenómeno de la oxidación de sulfuros pudo ser observado en varios muros de tierra


armada en Toreno (El Bierzo, España), donde se utilizaron estériles negros de minería
durante la ejecución de su trasdós, con un importante contenido de pirita. En estos muros se

54
podían observar importantes eflorescencias así como agrietamientos en las placas de
hormigón:

Figura 2.8. Eflorescencias en placas de muros de tierra armada en Toreno (Fuente: S. Ortiz Palacio)

Los ensayos realizados a partir de muestras de estos estériles mostraron la presencia de


sílice y alúmina, asociados a un cierto contenido de arcillas de los mismos, junto a sulfuros
de hierro, y carbonatos cálcicos y magnésicos.

55
Figura 2.9. Relleno de trasdós sobre el que se observa un anclaje de fleje (Fuente: S. Ortiz Palacio)

Figura 2.10. Precipitación de sales versicolores en esquina de una placa de hormigón (Fuente: S. Ortiz
Palacio)

La hidratación de las piritas combinada con la acción ambiental del dióxido de carbono
atmosférico en un ambiente húmedo, provocó la precipitación de sales carbonatadas en la
cara externa de las placas, así como la cristalización de sulfatos cálcico, magnésico y ferroso
en las esquinas.
Además, la interacción de estos compuestos con el hormigón de las placas puede provocar
su progresiva degradación. En este caso fue especialmente importante la difusión de los
sulfatos de magnesio a través de la masa del hormigón, lo que provoca la formación de
56
brucita –hidróxido de magnesio-, lo que disminuye el pH del hormigón y terminó
degradando los silicatos cálcicos hidratados (sobre los que recae una buena parte de la labor
resistente de la pasta de cemento endurecida). También se produjo probablemente
taumasita (CaO.SiO2.CaSO4.CaCO3.15H2O), lo que en última instancia puede provocar
expansiones internas en el hormigón de las placas, fragmentándolas, así como por
desintegración de los silicatos cálcicos. Este tipo de reacciones son especialmente
favorecidas por climas húmedos de baja temperatura, como era el caso de la zona en la que
se observaron estas patologías.

A-3) Arcillas expansivas

Finalmente, dedicaremos el resto de este subapartado a estudiar el fenómeno de la


expansividad en arcillas, cuyo interés radica en la presencia de este tipo de terrenos en todo
el mundo y que se encuentra detrás de una buena parte de los fenómenos de levantamiento
de estructuras. Además, el fenómeno de la expansión de las arcillas puede revertirse,
produciéndose retracciones y, por ello, asientos inducidos cuando este tipo de arcillas
pierden humedad. Nelson et al. (2015) recopilaron la información de múltiples autores para
trazar un mapa de distribución de este tipo de arcillas en el mundo:

Figura 2.11. Distribución de suelos expansivos en el mundo (Fuente: Nelson et al., 2015, a partir de múltiples
autores)

En el caso concreto de España, el IGME editó el “Mapa previsor de riesgos por expansividad
de arcillas en España a escala 1:1.000.000” (Ayala Carcedo et al., 1986), en el que se recoge

57
una zonificación de las regiones en las que se ha notificado la presencia de suelos expansivos,
de mayor o menor grado de peligrosidad para las estructuras.

Figura 2.12. Mapa previsor de riesgos por expansividad de arcillas en España, junto a un detalle aumentado
de su leyenda (Fuente: Ayala Carcedo et al., 1986)

58
Aunque estos tipos de mapas no pueden sustituir a una campaña de ensayos
adecuadamente diseñada, pueden suponer un punto de partida para detectar la presencia
de estos suelos tan problemáticos para un nuevo proyecto o para evaluar una estructura
preexistente en la que puedan haberse detectado evidencias patológicas asociadas a un
comportamiento anómalo del terreno.

Las partículas arcillosas tienen un comportamiento mecánico basado en la interacción


eléctrica entre su superficie y las moléculas de agua y las sustancias iónicas en ella disueltas.
En función de su actividad eléctrica (que depende de la especie mineralógica, del tamaño de
las partículas y de su proporción dentro de un depósito arcilloso) y de su grado de humedad,
algunas arcillas pueden ser especialmente ávidas por introducir agua en su sistema
intersticial si se ponen en contacto con una fuente de alimentación hídrica, aumentando su
volumen en el proceso. Para cuantificar esta propiedad, Skempton (1953) definió de esta
forma la actividad (Ac) en función del índice de plasticidad (IP) del suelo y de la proporción
de partículas del mismo inferiores a 2 mm (es decir, el porcentaje que pasaría por un tamiz
de 0.002 mm):
f
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
fIP
f
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
ff
f
Ac =
% pasa 0.002 mm

Tabla 1. Actividad de diferentes minerales arcillosos (Skempton, 1953, en Nelson et al., 2015)

Skempton (1953) relacionó la actividad con la expansividad potencial, describiendo estos


rangos de comportamiento potencial:

• Ac<0.75: Arcilla inactiva


• 0.75≤Ac≤1.25: Arcilla de actividad normal
• Ac>1.25: Arcilla activa (potencialment expansiva)

Otros autores han definido la expansividad potencial de los suelos en función de la


plasticidad del suelo (caracterizada por su índice de plasticidad), aunque este enfoque es
solamente orientativa, ya que existen muchos más factores que influyen en la capacidad de
hinchamiento de un suelo:

59
Tabla 2. Expansividad potencial de un suelo en función de su índice de plasticidad (Peck et al., 1974, en
Nelson et al., 2015)

En cualquier caso, deberíamos realizar ensayos de laboratorio para cuantificar


adecuadamente la expansividad potencial de un suelo, siendo los más empleados el
hinchamiento libre, realizado en una célula edométrica, la determinación de la presión de
hinchamiento o el ensayo Lambe.

Para comprender el mecanismo del hinchamiento, debemos realizar un análisis físico-


químico de la interacción entre las partículas arcillosas y el agua. Si partimos de una partícula
de arcilla seca en un ambiente salino y ésta se pone en contacto con una fuente de agua,
comenzará a producirse la hidratación de los cationes de las sales. Por ejemplo, en el caso
de un ión de sodio (Na+) –cuya presencia suele estar asociada a mayores expansividades, al
ser el catión monovalente de menor peso atómico-, durante su hidratación el agua su
alrededor tendrá diferentes comportamientos en función de su distancia al mismo. Así, la
nube de moléculas de agua alrededor de cada catión se podrá dividir en tres regiones en
función de su intensidad de interacción mútua, tal y como describieron Frank y Wen (1957):

• A) Zona de inmovilización: que las moléculas de agua se encontrarán fuertemente


sujetas por el campo de atracción del catión
• B) Región de rotura de la estructura: es una capa de transición, en la que las
moléculas de agua pierden paulatinamente la estructuración que les proporciona el
catión, pero siguen estando ligadas al mismo
• C) Agua estructuralmente “normal”: se trata de agua de estructura normal, pero con
polarización de sus moléculas debido al campo iónico del catión

60
Figura 2.13. Interacción del agua y un catión de sodio (Nelson et al., 2015)

El agua contenida en estas tres zonas se suele denominar “agua de hidratación”. Desde el
punto de vista de su influencia en la expansividad de un suelo, la región A se suele
considerar como fija y, por ello, se suele asumir que pertenece de forma permanente al
catión (sólo puede ser extraída mediante desecación forzada por calor). Sin embargo, el agua
de la región C, aun estando todavía influido por el campo eléctrico del catión, puede ser
desecado con facilidad al aire. Finalmente, el agua existente en la región intermedia B,
puede ser eliminado con calor o por el proceso de desecación del suelo.

¿Cómo interactúan estos cationes con las partículas de arcilla? Para saberlo, previamente
debemos descubrir que estructura tienen esas partículas: químicamente, los minerales
arcillosos son filosilicatos de aluminio y/o de hierro y magnesio. Es decir, suelen presentar
estructuras en forma de hojas (de ahí el prefijo filo) que pueden apilarse al formarse entre
ellas enlaces más o menos fuertes –en función del tipo de mineral-. Así, en algunos
minerales como las caolinitas o las illitas, los enlaces entre hojas cristalinas pueden ser lo
suficientemente fuertes como para que puedan llegar a un cierto grosor, dando lugar a
partículas con dos dimensiones sensiblemente mayores que la tercera: pueden presentar
dimensiones laterales de hasta 1 mm o incluso más y espesores de entre 0.10 y 0.33 veces
esas dimensiones (ver Lambe y Whitman, 1969, en Nelson et al., 2015). Sin embargo, en
otras especies mineralógicas –como las montmorillonitas-, las uniones entre hojas pueden
resultar muy débiles –basándose en fuerzas de van de Waals- por lo que su capacidad de
apilamiento no suele ser tan grande. Por ello, en estos minerales sus partículas pueden tener
sólo una o dos hojas de espesor, llegando a presentar grosores de tan sólo 10 Å (ver Lambe,
1958, en Nelson et al., 2015).

Por otra parte, debido a ciertos fenómenos de sustitución isomórfica de átomos de diferente
radio iónico y electrovalencia y por rotura de cadenas en bordes de la red cristalina de las
partículas arcillosas, descubrimos que la superficie de sus caras tendrá una carga neta
negativa, mientras que en sus bordes podrán existir cargas netas positivas. Así, la partícula

61
de arcilla atraerá eléctricamente los cationes adsorbidos del agua. Además, por ósmosis, al
existir zonas con mayor concentración de cationes se producirá una migración de agua hacia
esas regiones. Así, una parte del agua alrededor de una partícula de arcilla será agua de
hidratación de los cationes, mientras que otra parte del agua será atraída a la superficie de la
partícula por fuerzas de superficie. Esta agua así capturada se suele denomina agua de
adsorción.

Así, podemos ver que partícula arcillosa, los cationes y el agua que la rodean forman una
unidad funcional de gran superficie específica, denominada en ocasiones “micela arcillosa”
(mayor en minerales expansivos, como la montmorillonita, debido a su menor tamaño, que
puede tener espesores hasta 100 veces inferiores a los de, por ejemplo, una caolinita):

Figura 2.14. Esquema de una micela arcillosa: la partícula de arcilla dentro de una nube de cationes y
moléculas de agua de hidratación y de adsorción (Nelson et al., 2015)

Si no existieran cationes, al enfrentar las caras de dos partículas de arcilla se produciría una
repulsión entre ambas. Sin embargo, la existencia de los cationes controla estas repulsiones.

En este escenario, podemos observar que la expansividad de los suelos arcillosos tiene una
doble naturaleza física y química. En las montmorillonitas, algunas experiencias indican que
para partículas muy cercanas entre sí (cuando el suelo está muy seco) la expansión inicial
está ligada a la hidratación de los cationes –lo que suele denominarse expansión cristalina-,
mientras que para partículas más separadas (suelos progresivamente más húmedos) la
fuente de aumento de volumen es de origen osmótico, es decir, por migración de agua
externa a la micela hacia el interior de la misma para compensar su alta concentración iónica.
Haciendo referencia a las tres regiones de agua alrededor del catión, la expansión cristalina
estará relacionada con las regiones A y B, mientras que el desarrollo posterior de la región C
(agua sin estructura, pero con polarización) dará lugar a un mecanismo combinado de
expansión cristalina y osmótica.
62
De forma inversa, cuando las arcillas son desecadas, se irá perdiendo progresivamente agua
del suelo. Las experiencias en este sentido parecen indicar que el desecado natural al aire
provocará una pérdida del agua osmótica, principalmente, y, en menor medida, del agua
cristalina, por lo que el tamaño de las micelas arcillosas irá decreciendo y, con ello, se
reducirá el volumen del suelo. Si se realiza algún tipo de desecación más forzada (como el
oreo bajo el sol de una capa arcillosa o la introducción de una porción de suelo a una estufa)
se comenzará a perder, también, el agua de hidratación de los cationes. De forma
esquemática, esta figura representa este mecanismo dual:

HINCHAMIENTO

Contacto
con el agua

Desecación

CONTRACCIÓN

Figura 2.15. Fenómeno dual de hinchamiento y contracción en arcillas expansivas

En general, este proceso tiene lugar en todas las arcillas, pero como hemos visto resulta
especialmente significativo en ciertas mineralogías, como las esmectitas (entre las que se
encuentran las conocidas montmorillonitas que ya hemos mencionado) o las sepiolitas, por
mencionar algunas de las más comunes. Pero el potencial de expansividad también depende
de los cationes presentes en el agua. Si se dispone de iones de calcio Ca2+, que son bivalentes,
esto implica que para equilibrar las cargas negativas de la superficie de una arcilla harían
falta la mitad de cationes que si se dispusiera de sodios monovalentes, Na+. Esto implicaría
tamaños de micela muy inferiores y, con ello, menores variaciones de volumen.

Entre los efectos más perjudiciales para nuestros proyectos de este tipo de suelos, se
encuentran los levantamientos o asientos de cimentaciones y obras lineales, o incrementos
de empuje sobre estructuras de contención. En la siguiente figura se muestra un ejemplo de
un edificio dañado por la acción de sucesivos ciclos de aumento y descenso de humedad del
terreno de apoyo (esquistos arcillosos muy alterados):

63
Figura 2.16. Efectos de varios ciclos de hinchamiento y contracción en una subestación de planta baja y
estructura de bloque de hormigón: detalles de fisuras en cerramientos (superiores); asientos en solado
interior (central izquierdo) y agrietamientos en solera perimetral exterior (central derecha); esquema de
fisuras y direcciones de isostáticas de tracción, con identificación de la fuente de levantamiento (inferior)
(Fuente: Cortesía de Eptisa)

Desde el punto de vista estructural, los movimientos en cimentaciones superficiales


apoyadas sobre arcillas expansivas pueden dar lugar a fenómenos de levantamiento (dando
lugar a una deformación en ocasiones denominada quebranto) o de asentamiento
(produciendo una deformación conocida como arrufo):

64
Figura 2.17. Distorsión por levantamiento del terreno en la zona central del apoyo de un edificio, con
agrietamiento por quebranto (Ayala Carcedo et al., 1986)

Figura 2.18. Distorsión por asentamiento en la zona central del apoyo de un edificio, con agrietamiento por
arrufo (Fuente: Ayala Carcedo et al., 1986)

En edificios con cimentaciones muy someras, la presencia de árboles cercanos a alguna de


las fachadas puede producir elevados asentamientos por desecación local del terreno de
apoyo. Esto es especialmente significativo para especies de hoja caduca, que presentan una
mayor demanda hídrica.

65
Figura 2.19. Afección del arbolado a estructuras cimentadas sobre arcillas expansivas por desecación (Ayala
Carcedo et al., 2005)

Ayala Carcedo et al. (1986) realizan una descripción de la peligrosidad de diferentes especies
arbóreas en terrenos expansivos:

Tabla 3. Peligrosidad de diferentes tipos de árboles plantados cerca de estructuras sustentadas por
terrenos arcillosos expansivos (Ayala Carcedo et al., 1986)

66
Este tipo de patologías tuvieron su máxima expresión en el comportamiento de los edificios
del Poblado Dirigido de Orcasitas, situado al oeste de Madrid. Estos edificios, levantados
sobre fábricas de ladrillo, fueron construidos entre 1957 y 1961, conviviendo en la
urbanización edificios de seis plantas con viviendas adosadas de dos alturas.

Figura 2.20. Vista general del antiguo Poblado Dirigido de Orcasitas (Fuente: Esteban Maluenda, 1999)

Figura 2.21. Aspecto de la convivencia de edificios de mayor altura con viviendas unifamiliares de dos
plantas en el antiguo Poblado Dirigido de Orcasitas (Fuente: Esteban Maluenda, 1999)

Las cimentaciones fueron constituidas por zócalos continuos de hormigón en masa apoyados
a poca profundidad, a unos 1.5 m de profundidad en el caso de los edificios más altos y de
tan solo 1 m en las viviendas unifamiliares (Serrano Alcudia, 2005).

67
Serrano Alcudia (2005) destaca cómo desde la finalización de su construcción comenzaron a
observarse las primeras grietas en las estructuras de los edificios, manifestándose con
gravedad hacia los años 1968-1969. Finalmente, con el progresivo deterioro de las viviendas,
en 1984 se remodeló el poblado, sustituyendo las viviendas dañadas, que fueron demolidas,
por nuevos bloques de gran altura.

Figura 2.22. Mapas de grietas en vivendas unifamiliares del Poblado Dirigido de Orcasitas (Fuente: Serrano
Alcudia, 2005)

Figura 2.23. Ejemplo real de grietas por asientos en edificios del Poblado Dirigido de Orcasitas (Fuente:
Serrano Alcudia, 2005)
68
Figura 2.24. Contrafuertes de contención de fachadas en el Poblado Dirigido de Orcasitas (Fuente: Manzano
Martos, 1979)

Figura 2.25. Mapas de grietas en en edificios de seis alturas del Poblado Dirigido de Orcasitas (Fuente:
Serrano Alcudia, 2005)

El terreno de apoyo de estas estructuras estaba constituido por arcillas con alto contenido
de montmorillonitas, que se encuentran entre las arcillas más activas. Además, en el período

69
1965-1966 se plantaron junto a las estructuras multitud de plantas y árboles, algunos de los
cuales se encuentran entre los de más peligrosidad en terrenos potencialmente expansivos:

Tabla 4. Catálogo de árboles plantados en el Poblado Dirigido de Orcasitas (Serrano Alcudia, 2005)

En algunas viviendas unifamiliares se acometió un recalce mediante micropilotes de 12 m de


longitud, algunos de los cuales fracasaron en su misión de estabilizar los asientos cuando no
se eliminaron los árboles cercanos a las edificaciones. Por otra parte, en los edificios de
mayor altura, se realizaron pilotes de hormigón de 0.5 m de diámetro y profundidades
comprendidas entre 9 y 11 m de profundidad (Serrano Alcudia, 2005). Estos pilotes se
conectaron a la cimentación de las estructuras mediante vigas pretensadas, tanto en el
sentido transversal a la cimentación (para mejorar el rozamiento entre el encepado y la
zapata corrida original) como longitudinalmente (para dotarla de mayor rigidez), dispuestas
en paralelo tanto por el exterior como por el interior de la cimentación preexistente. Por lo
que relata Serrano Alcudia (2005) no se observaron nuevos movimientos, aunque la
monitorización no pudo ser continuada al comenzar la demolición del poblado.

Figura 2.26. Postensado de vigas transversales sobre pilotes en el Poblado Dirigido de Orcasitas (Fuente:
Serrano Alcudia, 2005)

70
Como hemos visto, en algunos casos, la problemática de la expansividad puede tener una
afección superior al ámbito local. Por ejemplo, en la imagen siguiente se pueden observar
los daños producidos en un vial cerca de Denver (Colorado, EEUU), que se desarrolla sobre
una secuencia alternante de estratos expansivos y no expansivos con un elevado
buzamiento:

Figura 2.27. Perfil ondulado de una calle cerca de Denver (Colorado, EEUU) por el levantamiento
diferencial de algunos estratos expansivos que afloran en varios puntos de su desarrollo (Fuente: Noe et al.,
1997, en Nelson et al., 2015)

Las soluciones para evitar este tipo de problemáticas pueden ser preventivas (disponer
medidas que eviten los cambios de humedad del terreno, como pavimentos estancos
71
perimetrales, geotextiles de impermeabilización, zanjas drenantes, evitar la plantación de
especies vegetales de hoja caduca, evitar riegos, etc.), de concepción estructural (diseñar
estructuras que introduzcan un peso suficiente como para neutralizar el levantamiento,
utilizar refuerzos estructurales para evitar esfuerzos espurios por movimientos impuestos,
adoptar cimentaciones profundas, etc.) o activas (ejecutar tratamientos de estabilización
química, sustituciones mediante rellenos estructurales, etc.).

Si durante la fase de reconocimiento geotécnico y diseño estructural se estima que los


movimientos por expansión/retracción de la cimentación resultan excesivos (describiremos
algunos criterios de limitación de la distorsión habitualmente utilizados en el apartado 3.2),
se deberán tomar medidas sobre la tipología de cimentación, su geometría y su forma de
ejecución. En el caso de que la expansividad potencial del terreno sea suficientemente
importante condicionantes, para poder ejecutar una cimentación superficial con un
funcionamiento y durabilidad adecuados, se deben llevar a cabo algunos de estos métodos o
una combinación de los mismos (Kalantari, 2012):

• Reducción o eliminación de la expansividad potencial. Para conseguir este objetivo


se pueden seguir tres enfoques diferentes:

o Sustituir el terreno expansivo por un material estable debidamente


compactado (habitualmente se realizan rellenos de materiales granulares
compactados u hormigón en masa). Esta solución resulta rentable cuando el
espesor de la zona activa de la arcilla expansiva es suficientemente pequeño.
Aquí es importante señalar que en el caso de utilizar rellenos granulares se
debe evitar que se produzca el “efecto bañera”, es decir, hay que impedir que
el agua alcance el relleno granular, acumulándose en su interior y
proporcionando, en estas condiciones, un aporte lateral de humedad al
terreno expansivo original. Esto puede provocar fenómenos de expansión
alrededor del relleno, lo que puede comprometer infraestructuras,
edificaciones o servicios cercanos. Además, en el caso de estructuras con un
cierto volumen enterrado, esto puede provocar empujes ascendentes por el
efecto de Arquímedes. Este “efecto bañera” suele resultar especialmente
crítico en cimentaciones de torres o aerogeneradores, en las que el elevado
nivel de cargas horizontales suele generar grandes momentos de vuelco sobre
su sistema de apoyo, pudiendo llegar a provocar que la resultante vertical del
peso propio, cargas permanentes y sobrecargas variables se salga del núcleo
central de la base de apoyo, provocando en este caso un despegue o gap. Si
la cimentación se encuentra, además, sumergida total o parcialmente bajo un
cierto volumen de agua acumulado en el cajeado de su excavación, la
excentricidad de la resultante vertical cargas sobre su base podrá aumentar

72
notablemente, obligando a profundizar más su cota de apoyo o a aportar un
mayor espesor de rellenos por encima de la cimentación, con el objetivo de
centrar lo más posible dicha resultante. Teniendo en cuenta las elevadas
dimensiones de las losas de apoyo de los modernos aerogneradores, este
“efecto bañera” puede provocar un notable incremento en los costes de
ejecución de la fase de cimentación.

Figura 2.28. Efecto bañera en un edificio con planta de sótano (Fuente: Noe et al., 1997)

Figura 2.29. Cajeado de zapata de aerogenerador parcialmente inundada (Fuente: S. Ortiz


Palacio)

73
Por ello, resulta recomendable utilizar geomembranas impermeables
alrededor del relleno granular que eviten la alimentación hidráulica de las
arcillas expansivas en su perímetro o el empuje hidrostático ascendente –si
existen volúmenes estructurales enterrados-, así como sistemas que eviten la
percolación de escorrentías desde la superficie (como, por ejemplo,
disposición de aceras perimetrales, láminas impermeabilizantes, mantas de
bentonita o capas de arcilla compactada con pendientes descendentes hacia
fuera de la estructura). Como alternativa, se pueden utilizar rellenos
impermeables, debidamente compactados que, habitualmente,
proporcionaran una menor rigidez y una mayor compresibilidad que los
granulares, pero evitarán los problemas de acumulación de agua bajo la
cimentación.

Como alternativa, especialmente cuando no existen graveras, canteras o


préstamos de suficiente calidad en el entorno de la obra, o cuando la
utilización de rellenos alóctonos u hormigones en masa resulta
excesivamente costosa para el proyecto, se pueden reutilizar lo suelos
expansivos excavados previamente tratados para reducir su expansividad
potencial. Esto se puede conseguir, por ejemplo, estabilizándolos con cal y
compactándolos adecuadamente por tongadas. En siguiente epígrafe
seguiremos tratando esta técnica, al mencionar las técnicas de estabilización
química.

o Actuar sobre la estructura físico-química del depósito expansivo,


reduciendo su potencial de hinchamiento o retracción por cambio de
humedad. Gromko (1974) propone tres formas de cambiar la estructura de la
arcilla:
 Densificación (en el caso de las arcillas, la forma más eficaz de
conseguirlo es mediante precarga, que puede ser acelerada mediante
la hinca de drenes).
 Estabilización química, mediante inyección o mezclado con
conglomerantes (cenizas, cal, cemento, etc.) que reducirán su
plasticidad, aumentando además su capacidad portante. Este tipo de
mezclas deberá ser analizado previamente, mediante la elaboración
de una fórmula de trabajo que defina el tipo de conglomerante más
óptimo (o la suma de dos, como es el caso de los tratamientos dobles
de suelo-cal con adición posterior de cemento portland), su
proporción, la humedad de la puesta en obra y su energía de
compactación.

74
 Inundación previa, de forma que se el terreno sufra una pre-expansión,
anterior a la construcción de la cimentación. En estos casos se deberá
asegurar que el terreno arcilloso quede protegido agentes de
desecación (vegetación, radiación solar, etc.) para que no se
produzcan efectos de retracción, que podrían ser más intensos que en
el estado original del depósito arcilloso si se permite su retracción. Por
ello, Gromko (1974) propone que antes de la inundación resulta
recomendable disponer una capa de graba de unos 10-15 cm sobre la
superficie del depósito expansivo, lo que ayuda a disminuir la
evaporación. En algunos casos, también se puede disponer en la cara
superior del depósito una capa de suelo tratado con cal o un geotextil
impermeabilizante, que evite desecaciones durante la vida útil de la
estructura.

o Control de la humedad del depósito expansivo. Su objetivo es introducir


elementos constructivos en el perímetro de la cimentación que eviten los
cambios de humedad en el interior de dicho recinto. El enfoque siempre está
basado en dos aspectos: recogida de aguas alrededor de la estructura e
impermeabilización de dichos elementos de drenaje para evitar su contacto
con el terreno expansivo.

Figura 2.30. Zanja de drenaje impermeabilizada, que genera una barrera contra la
humedad en el perímetro de una cimentación (Fuente: Nelson et al., 2015)

75
Estos sistemas se pueden combinar con la creación de espacios de ventilación
bajo la estructura, que eviten tanto el aumento de humedad como la
desecación alrededor e inmediatamente por debajo de una estructura:

Figura 2.31. Drenaje exterior a una estructura de edificación con forjado sanitario
(Fuente: Nelson et al., 2015)

Figura 2.32. Drenaje interior bajo una estructura de edificación con forjado sanitario
(Fuente: Nelson et al., 2015)

Además, se deben tener en cuenta siempre ciertas recomendaciones en


cuanto a las pautas de urbanización alrededor de la estructura, alejando
suficientemente los árboles de cierto desarrollo así como diseñando un

76
sistema de drenaje superficial del agua de lluvia hacia el exterior de la
estructura:

Figura 2.33. Pautas recomendables de urbanización y paisajismo alrededor de una


edificación cimentada sobre aricllas potencialemente expansivas (Fuente: Nelson et al.,
2015)

• Diseñar la estructura para el nivel de distorsiones esperable en el caso de no actuar


contra la expansividad del terreno o introducir un nivel de presiones igual o
superior a la presión de hinchamiento.

En algunos casos, la solución más óptima para evitar el efecto de hinchamientos o


asentamientos por desecación de un terreno arcilloso es el diseño de cimentaciones
dimensionadas para soportar ese nivel de deformaciones impuestas sin que se
produzcan daños estructurales o funcionales sobre la estructura que sustentan. Hoy
en día, con las técnicas de armado o postensado se pueden conseguir cimentaciones
de elevada rigidez que sean capaces de redistribuir adecuadamente los esfuerzos
inducidos por los cambios de volumen del terreno de apoyo. Su rigidez se puede
aumentar si se disponen nervaduras de mayor canto en su perímetro y zonas
centrales, con vigas de canto superior.

Para asegurar que no se produce un levantamiento como sólido rígido del sistema
cimentación-estructura, se debe diseñar el apoyo para transmitir una presión por lo
menos igual a la de hinchamiento.

77
Figura 2.34. Sistemas de apoyo mediante losas de elevada rigidez (Fuente: Nelson et al., 2015)

• Controlar la dirección de la expansión

Una forma muy eficiente de evitar empujes bajo una cimentación continua es
disponer en la misma huecos que permitan la expansión libre del terreno en los
mismos, a modo de volúmenes de alivio de las presiones. En las siguientes figuras
podemos ver algún ejemplo.

Figura 2.35. Sistema de zócalo discontinuo, con volúmenes huecos para liberar presiones inducidas
por el hinchamiento potencial (Fuente: Nelson et al., 2015)

Figura 2.36. Sistema de apoyo sobre zapatas aislada, con huecos intermedios sin rellenar, a modo de
cámaras de alivio de presiones de hinchamiento (Fuente: Nelson et al., 2015)

78
• Aislar la estructura de los suelos expansivos

Según este enfoque, en aquellos casos en los que una cimentación superficial se
revele como insuficiente para asegurar el equilibrio, resistencia y/o funcionalidad de
la estructura, se debe acudir a un sistema de cimentación profunda, que aisle la zona
superficial de problemas asociados a los cambios de volumen del terreno. Sin
embargo, como veíamos anteriormente con casos como el del Pont de Candí, estos
diseños profundos deben ser cuidadosamente analizados para evitar que se
produzcan levantamientos en bloque de los pilotes o la aparición de esfuerzos de
rozamiento negativo.

Figura 2.37. Sistema de apoyo pilotes combinado con cámaras de aire bajo muros perimetrales
(Fuente: Nelson et al., 2015)

Figura 2.38. Combinación de pilotes, en los que se observan las zonas de esfuerzos negativos, con
losa rígida sobre cámara de aire (Fuente: Kalantari, 2012)
79
En Nelson et al. (2015) se detalla una interesante comparativa entre diferentes tipologías de
cimentación junto a sus ventajas y desventajas al emplearse en suelos expansivos. A
continuación resumimos algunas de estas ideas:

• Zapatas corridas o losas:


o Ventajas:
 Ejecución cómoda y económica
 Redistribuyen las tensiones por su rigidez, y disminuyen la tensión de
servicio en comparación a zapatas individuales

Figura 2.39. Zapata continua (Nelson et al., 2015)


o Desventajas:
 Solo resultan efectivas para terrenos muy poco expansivos. Cuando
existen presiones de hinchamiento medias/altas, estas cimentaciones
podrán sufrir importantes deformaciones.

• Vigas o losas sobre pilotes perforados


o Ventajas:
 Aislan la estructura del suelo expansivo en su zona superficial
 Pueden atravesar cualquier tipo de suelo en profundidad, por debajo
de la cota de aparición de las arcillas expansivas.
o Desventajas:
 Debe prestarse una gran atención a su diseño, evitando el efecto de
los rozamientos negativos o de levantamiento en bloque para suelos
expansivos profundos alrededor de la punta.
 Coste muy superior a soluciones superficiales.

80
• Minipilotes: aquí se pueden incluir las tipologías a veces denominadas “pilotes
patentados”, como los micropilotes o los pilotes helicoidales.
o Ventajas:
 Aislan la estructura del suelo expansivo en su zona superficial
 Pueden instalarse en estructuras con poco gálibo (por debajo de
tableros de puente o en el interior de edificios, por ejemplo).
 Pueden ejecutarse en direcciones inclinadas respecto al plano vertical,
lo que permite resistir esfuerzos transversales, en el caso de
expansividades perimetrales.
o Desventajas:
 Al igual que en los pilotes perforados, debe prestarse una gran
atención a su diseño, evitando el efecto de los rozamientos negativos
o de levantamiento en bloque para suelos expansivos profundos
alrededor de la punta.
 Su ejecución suele requerir maquinaria y mano de obra especializada.
 En suelos expansivos blandos pueden presentar inestabilidades
estructurales de segundo orden.

• Losas rigidizadas: En este grupo se incluyen losas de gran canto y elevada cuantía de
armados, losas postensadas o losas nervadas, con vigas bidireccionales de canto
superior al de la losa.
o Ventajas:
 Permiten ejecuciones más rápidas y menos costosas que las
cimentaciones profundas.
 Pueden resultar muy eficaces en terrenos de expansividad moderada.
o Desventajas:
 Si no se diseñan adecuadamente para el máximo nivel de movimientos
previsto, pueden tener un comportamiento muy pobre.
 No funcionan de forma eficiente en terrenos muy expansivos.

Se puede examinar la expansividad potencial de los suelos arcillosos en función de ensayos


de identificación. Por ejemplo, se pueden utilizar estos ábacos de clasificación:

81
Figura 2.40. Determinación preliminar de la expansividad potencial en función de ensayos de identificación.
(a) Relacionando la actividad con el porcentaje de partículas de tamaño inferior a 2 mm; (b) en función del
límite líquido y el índice de plasticidad; (c) correlacionando el índice de plasticidad con el porcentaje de
partículas de tamaño inferior a 2 mm; (e) en función de la succión y el contenido de agua (Fuentes:
Abdulijauwad y Al-Sulaimani, 1993, en Das, 2016)

2.2. Arcillas susceptibles


La susceptibilidad (St) de una arcilla puede definirse como el cociente entre su resistencia al
corte en su estado natural y al ser remoldeada o sometida a sobrecargas cíclicas. Su origen
se encuentra en la pérdida de resistencia que algunas arcillas pueden sufrir al destruirse la
estructura que adquirieron durante su depósito. Por ejemplo, si se rompe a compresión
simple una muestra de arcilla inalterada y a continuación se realiza la rotura sobre una
probeta reamasada a partir de la misma muestra, la susceptibilidad se puede cuantificar
como:

82
qf
St = ff
ff
f
fff
ff
f
ff
fff
ff
ff
ff
f
ff
f
u,inalteradaff
f
f
qu,remoldeada

En función de esta propiedad, las arcillas pueden ser clasificadas de esta forma (Bowles,
1996):

Tabla 5. Clasificación de arcilla según su susceptibilidad (adaptado de Bowles, 1996)

Tipo de arcilla St
No susceptible ≤4
Susceptible 4< St ≤8
Muy susceptible St >8

Aunque la mayoría de los depósitos arcillosos suelen exhibir susceptibilidades entre 1 y 8,


algunas arcillas marinas han arrojado resultados de susceptibilidad en el rango 10-80. En el
caso concreto de las arcillas que pasan a un comportamiento fluido al ser remoldeadas, que
suelen denominarse “arcillas rápidas” (aquellas en las que St>16). Como curiosidad, se
puede indicar que éste término es una traducción directa del inglés “quick clays” que, a su
vez, es una traslación fonética del término noruego “queck”, que en realidad significa “vivo”
y no “rápido”. Los fundamentos químico-físicos de su comportamiento resultan bastante
recientes, pero sus efectos ya son conocidos desde hace siglos. Rosenqvist (1966) señala
cómo en el libro “Anales de Skálholt”, del siglo XIV, se describe un deslizamiento en arcillas
rápidas en 1345 en Gauldalen (Noruega). En este país, la movilización de las arcillas suele
deberse a un deslizamiento inicial de poca magnitud, que va perturbando de forma
retrógrada la masa de arcillas, haciendo que su movilización aumente en volumen e
intensidad.

Las arcillas rápidas ven su resistencia al corte a prácticamente a cero cuando son
perturbadas. Su origen se encuentra en la lixiviación de sales de la estructura de las arcillas
en zonas periglaciares: al finalizar la última glaciación, se produjo una elevación isostática de
los depósitos de arcilla previamente sedimentados y e invadidos por aguas salinas, al
producirse regresiones de los glaciares. Entonces, en estos depósitos elevados por encima
del nivel del mar comienzan a percolan aguas dulces a través de su estructura, eliminando
de forma lenta sus sales, pero sin afectar a su estructura morfológica fuertemente floculada.
Cuando se produce un incremento cíclico de tensiones u otro tipo de perturbación, se
destruye la estructura floculada, pasando ésta a dispersa, por lo que el comportamiento de
la arcilla comienza a estar dominado por las fuerzas de repulsión. Por ello, su ocurrencia se
centra principalmente en países como Canadá, Suecia, Finlandia, Rusia, Noruega o Estados
Unidos.

83
En las siguientes imágenes se puede observar el efecto de una sobrecarga aplicada sobre un
arcilla rápida: la deformación inducida por la sobrecarga produce un cambio en la estructura
de la arcilla que, al carecer de sales suficientes para poder generar nuevos enlaces eléctricos
a nivel de partículas, se convierte en un fluido:

Figura 2.41. Muestra de arcilla rápida sometida a una sobrecarga instantánea (Fuente: Norwegian Geotech
Institute)

Figura 2.42. Muestra de arcilla de la figura anterior tras unos instantes tras la aplicación de la sobrecarga
(Fuente: Norwegian Geotech Institute)

84
La gran dependencia de las arcillas con las sales se puede poner en relieve si se mezcla una
muestra amasada de estas arcillas, que tendrá un comportamiento fluido, con una sal (por
ejemplo, cloruro sódico –es decir, sal común-). En este caso, tras la difusión de los cationes
de sodio a través de la estructura de la arcilla se producirá una rápida ganancia de
consistencia en la misma:

Figura 2.43. Arcilla rápida remoldeada, en estado fluido (Fuente: Norwegian Geotech Institute)

Figura 2.44. Vertido de cloruro de sodio sobre arcilla rápida remoldeada, en estado fluido (Fuente:
Norwegian Geotech Institute)

85
Figura 2.45. Ganancia de consistencia de la arcilla tras la difusión de los cationes de sodio en la estructura
de la arcilla, que deja de ser susceptible (Fuente: Norwegian Geotech Institute)

Es especialmente conocido el caso del deslizamiento de Rissa (Noruega) en 1978. En este


caso, un propietario de una granja junto a un lago realizó una excavación para ampliar la
edificación. El material de la excavación fue acopiado al borde del lago:

Excavación

Acopio de materiales
extraídos en la
excavación

Figura 2.46. Zonas de excavación y acopio de suelos en Rissa, que produjeron la movilización de las arcillas
rápidas (Fuente: Norwegian Geotech Institute)

86
Este incremento de carga fue suficiente para generar un pequeño deslizamiento al borde del
lago, al perderse la resistencia al corte de las arcillas en ese punto:

Zona de deslizamiento,
precursora del fallo global
por licuación

Figura 2.47. Deslizamiento inducido en Risssa (Fuente: Norwegian Geotech Institute)

Este deslizamiento desencadenó un progresivo deslizamiento retrógrado durante unos


cuarenta minutos, que afectó a un área de 0.33 km2 (se estima un volumen de suelos
movilizados de hasta 6 x 106 m3). Además, la caída de derrubios al lago produjo un seiche de
gran magnitud.

87
Figura 2.48. Magnitud de la movilización de arcillas rápidas en Rissa, Noruega (L’Heureux et al., 2012)

Figura 2.49. Efectos en edificios del deslizamiento de arcillas rápidas en Rissa, Noruega (Fuente: Norwegian
Geotech Institute)

En terrenos formados por este tipo de suelos, debería siempre evitarse el apoyo de edificios
o infraestructuras, ya que su desequilibrio puede tener orígenes supralocales y, por ello,
impredecibles y de gran peligrosidad.

2.3. Suelos colapsables


Dentro de este grupo de suelos suelen encontrarse limos de baja densidad, con índices de
huecos elevados, en los que algún proceso natural o antrópico ha provocado que en los
contactos intergranulares se hayan depositado arcillas de conexión (p.ej.: arcillas haloysíticas
en terrenos limosos de origen volcánico) o precipitaciones salinas cementantes débiles. En
estos casos, su resistencia frente a sobrecargas externas es superior a la que cabría esperar
de estos limos por su baja densidad. Sin embargo, este estado resistente puede resultar en
algunos casos metaestable: en algunos casos (como en suelos tipo Loess), si el terreno entra
en contacto con el agua, las conexiones intergranulares pueden debilitarse o disolverse, por
lo que para la sobrecarga que fue aplicada en condiciones secas, pueden llegar a dar lugar a
una pérdida brusca de volumen. También se puede incluir aquí aquellos terrenos que se ven
sometidos a flujos hidráulicos con un importante gradiente por extracción (zonas cerca de
pozos). La siguiente imagen ilustra esta problemática:
88
Figura 2.50. Colapso de un terreno al paso de un tractor agrícola en Camargo (Cantabria) (Fuente: Diario
Montañés, 2010)

En este caso, se trata de una zona donde las actividades mineras de décadas pasadas han ido
provocando un progresivo lavado de finos y sales de los suelos, disminuyendo
paulatinamente su densidad hasta que su estructura ha sido insuficiente para poder soportar
sobrecargas externas.

Este tipo de fallos no suelen dar avisos previos, a diferencia de otros fenómenos de
deformación lento (como la consolidación de suelos blandos o el levantamiento de suelos
expansivos), por lo que pueden dar lugar a ruinas estructurales si no son debidamente
identificados. Para ello, se deben realizar siempre ensayos de determinación del potencial de
colapso en el laboratorio para evaluar su riesgo potencial.

El proceso de ensayo es el siguiente: se introduce una muestra inalterada del suelo analizado
en una célula edométrica, en la que se medirá su índice de poros en estado natural, eo. A
continuación, se introduce una cierta sobrecarga sobre la probeta con su humedad natural
(es decir, sin añadir agua). Si representamos curva edométrica de este escalón de carga,
veremos cómo el equilibrio variará desde el estado A (antes de la aplicación de la
sobrecarga), hasta alcanzar el estado B (una vez que se han disipado todas las
sobrepresiones intersticiales inducidas por la sobrecarga). En ese instante, la probeta de
suelo habrá llegado a un equilibrio con la presión efectiva prevista en el ensayo, s’ensayo
(habitualmente de 1 kPa), que se corresponderá con un índice de poros previo a la
inundación, que denominamos aquí e1.
89
En este momento se inundará la muestra, lo que puede provocar un asiento que lleve a la
probeta a un nuevo índice de poros de equilibrio bajo la misma presión efectiva, que
denominaremos e2. Este asiento constituye la manifestación del colapso de la estructura de
la probeta de suelo.

s'ensayo
Log (s
s')
eo
A
e1 B

e2 C

Figura 2.51. Curva edométrica típica en un ensayo de colapso

Si a continuación volvemos a incrementar la presión efectiva, la rama CD representará la


continuación del asentamiento edométrico.

Figura 2.52. Esquema de partículas de un suelo colapsable: a la izquierda aparecen los granos en una
disposición muy poco densa, con una cierta cementación entre partículas; a laderecha se observa la
estructura del mismo suelo tras el colapso

Denominaremos potencial de colapso, Ic, al valor de la deformación producida en la probeta


tras la inundación, referida a la altura inicial de dicha probeta (se suele expresar en tanto por
ciento):
ef
f
ff
f
f
@f
f
ff
f
fef
ff
ff
f
ff
Ic = 1 2
1 + eo
De forma orientativa, algunos autores proponen unos rangos de peligrosidad por colapso en
función del potencial de colapso. Por ejemplo, Clemence y Finbarr (1981) en Das (2016)
proponen estos rangos de clasificación:

90
Tabla 6. Clasificación de suelos según su potencial de colapso (a partir de Clemence y Finbarr, 1981, en
Das, 2016)

Ic (%) Peligrosidad
0-1 Sin riesgo
1-5 Riesgo moderado
5-10 Riesgo importante
10-20 Riesgo grave
>20 Riesgo muy grave

Das (2016) ha recopilado otros criterios de estimación de la colapsabilidad potencial de


suelos a partir de ensayos de identificación:

Tabla 7. Estimación de la colapsabilidad según diversos autores a partir de diferentes ensayos de


identificación (Das, 2016)

91
Adicionalmente, uno de los criterios clásicos para determinar si un suelo puede ser o no
colapsable es el de Holtz y Hilf (1961), que a partir de su estudio sobre loess (depósitos
eólicos de limos) determinaron que cuando el volumen de huecos de un suelo es superior a
la cantidad de agua necesaria para alcanzar el límite líquido del mismo, entonces el suelo
será colapsable en condiciones de inundación. De forma gráfica, tomando un valor de
densidad de partículas medio rs=2.65 t/m3, se puede plasmar en el siguiente ábaco la
relación entre la colapsabilidad, el peso específicio seco y el límite líquido del suelo:

Pes
o
esp
ecífi
co
sec
o,
Zona
gd
potencialmente
(kN colapsable
/m3
)

Límite líquido
Figura 2.53. Ábaco de predicción de la colapsabilidad de un suelo (modificado a partir de Holtz y Hilf, 1961,
en Das, 2016)

En cuanto a la forma de cimentación más segura y económica en este tipo de terrenos, su


elección depende de diferentes factores. Principalmente del grado de colapsabilidad
esperado y de la responsabilidad estructural de la cimentación. Así, en suelos con
potenciales de colapso no muy elevados, se pueden realizar emparrillados o losas de
cimentación, cuyo cometido será distribuir adecuadamente los asientos diferenciales que se
podrán sufrir en caso de un cambio de humedad y un cierto asentamiento del terreno de
apoyo.

Sin embargo, en aquellos terrenos que tengan una colapsabilidad potencial moderada a alta,
se podrán utilizar algunas de estas alternativas:

92
• Mejoras de terreno:

o Compactación dinámica superficial: mediante rodillo vibratorio o


compactadores manuales.

Figura 2.54. Compactación superficial de un terreno a cota de cimentación (Fuente: S. Ortiz


Palacio)

o Compactación dinámica profunda: en aquellos casos en los que el espesor de


suelo colapsable sea superior al que puede ser compactado desde la
superficie, se puede generar un precolapso del terreno mediante
vibroflotación.

o Pre-inundación: se genera un aumento de humedad del suelo antes de


realizar cualquier cimentación sobre el mismo, generando un precolapso
previo a la ejecución de la estructura.

o Post-inundación controlada: en este caso, se pueden generar pequeños


incrementos de humedad controlados tras la ejecución de la estructura,
produciendo su asentamiento de la forma más homogénea posible. Es una
solución que puede resultar adecuada en actuaciones sobre estructuras con
indicios patológicos.

o Sustitución del espesor colapsable.

o Profundización de la cimentación por debajo de la cota en la que se prevén


cambios de humedad.

o Estabilización química: se podrán emplear soluciones de silicato de sodio y


cloruro de calcio, puestas en obra por inundación de zanjas de cimentación.

93
La solución penetrará en la estructura intersticial del suelo colapsable,
incrementando la estabilidad y resistencia de la cementación intergranular
del espesor tratado.

o Biocementación: se pueden utilizar sistemas de precipitación de calcita


microbiológicamente inducida, por ejemplo con el uso de Sporosarcina
Pasteurii. En estos casos se consiguen biocementaciones intergranulares que
consiguen aumentar la resistencia al colapso.

Figura 2.55. Fundamento bioquímico de la biocementación (Ortiz-Palacio et al., 2015)

o Implantación de sistemas de drenaje que impidan el aumento de humedad


bajo las cimentaciones.

• Cimentaciones profundas: Si se utilizan cimentaciones profundas, hay que tener en


cuenta el efecto que puede tenerr el colapso de capas superficiales o intermedias,
que pueden generar rozamientos negativos de importancia.

o Pilotes de desplazamiento
o Columnas de jet-grouting
o Pilotes perforados

En lo referente a los métodos de mejora, Al-Rawas (2000) presenta algunos pros y contras
de estas técnicas en suelos colapsables:

94
Tabla 8. Ventajas e inconvenientes de algunos métodos de mejora del terreno en suelos colapsables
(Rollins y Rogers, 1994, en Al-Rawas, 2000)

2.4. Depósitos muy compresibles


Se suelen denominar terrenos blandos a aquellos depósitos de grano fino y baja consistencia,
mientras que los términos flojos o sueltos suelen dedicarse a suelos granulares de baja
compacidad. Este tipo de terrenos se caracterizan por presentar grandes compresibilidades y
bajas capacidades portantes. Su carácter poco competente suele estar asociado, en muchas
ocasiones, a la presencia de agua a cotas someras del terreno, aunque no es imprescindible
esta circunstancia para que el terreno presente malas características geotécnicas.

95
Cuando se utilizan como terreno de cimentación, pueden dar lugar a grandes asientos o a
roturas por corte local, por punzonamiento (cuando existe una capa más competente sobre
el estrato compresible) o por extrusión o squeezing (en capas blandas de pequeño espesor
sobre estratos muy competentes), mientras que en excavaciones, desmontes o laderas
naturales pueden dar lugar a deslizamientos de importancia.

Habitualmente, este tipo de terrenos suelen tener estas características, según su naturaleza:

• Arcillas o limos blandos: suelen aparecer asociados a llanuras de inundación, zonas


pantanosas, desembocaduras de ríos, zonas portuarias, etc. En ocasiones pueden
presentar elevados contenidos de materia orgánica. Habitualmente hay que evitar el
apoyo superficial sobre este tipo de terrenos.

• Depósitos con elevado contenido de materia orgánica: habitualmente se encuentran


en la zona más superficial del terreno, aunque, en ocasiones, pueden encontrarse
bajo un cierto espesor de rellenos, si en la zona se han realizado movimientos de
tierras.

Rellenos
antrópicos

Capa de
tierra vegetal

Figura 2.56. Calicata realizada en materiales cuaternarios para el proyecto de un vial en Villarcayo
(Burgos, España). Se aprecia la presencia de una capa de tierra vegetal bajo suelos autóctonos
utilizados como relleno, difícilmente distinguibles de sus disposiciones naturales (Fuente: S. Ortiz
Palacio)

96
En este tipo de suelos, especialmente en las turbas (que son depósitos con un
contenido de materia orgánica superior al 75%), además de los problemas de alta
compresibilidad y baja resistencia se une su inestabilidad química en el tiempo, ya
que al degradarse la materia orgánica de su composición pueden dar lugar a elevados
asientos. Así mismo, pueden dar lugar a fenómenos de hinchamiento/retracción por
su naturaleza.

Edil (1997) ofreció los siguientes criterios para estudiar de forma preliminar el efecto
esperado en cimentaciones apoyadas de forma superficial sobre suelos con materia
orgánica:

Tabla 9. Comportamiento esperado en suelos con materia orgánica (a partir de Edil, 1997)

Contenido de
materia orgánica Influencia sobre una cimentación
(%)
<5 Poca influencia en el comportamiento mecánico del suelo

Algunas características del suelo se ven afectadas por la materia


6-20 orgánica (plasticidad, expansividad, colapsabilidad), pero el
comportamiento sigue estando gobernado por la fracción inorgánica

21-74 La materia orgánica controla el comportamiento del suelo

El comportamiento es muy diferente al de los suelos inorgánicos,


> 75
especialmente para bajas presiones de servicio

De esta tabla se desprende que, en general, por encima del 5% habría que realizar un
estudio de detalle de la aptitud del suelo para constituir el apoyo de cualquier
estructura. Si por condicionantes económicos, técnicos o logísticos no se puede
evitar el uso de cimentaciones superficiales sobre este tipo de suelos, se deberá
estudiar la posibilidad de utilización de métodos de mejora del terreno, así como
tratar de prever el nivel de asientos esperable. Algunos autores han desarrollado
relaciones empíricas para determinar la deformabilidad diferida de este tipo de
suelos. Por ejemplo, Islam et al. (2006) proponen estas expresiones para determinar
el índice de compresión edométrico (Cc) de suelos orgánicos remoldeados, en función
de su contenido de materia orgánica (MO):

` a
C c = 0.0054 ·MO % + 0.3202 Q 5% ≤ MO ≤ 25%

Hay que tener que esta expresión tiene un coeficiente de determinación bajo
(R2=0.64) para las muestras utilizadas en el estudio, por lo que debe considerarse

97
como un valor únicamente orientativo, siendo necesario realizar ensayos de
consolidación para determinarlo adecuadamente. Por ejemplo, para un contenido de
materia orgánica de valor MO=20%, el índice de compresión podría alcanzar un valor
de Cc=0.43, que estaría asociado a un asentamiento diferido en el tiempo muy
elevado para una estructura apoyada sobre ese terreno.

• Rellenos antrópicos no controlados: estos suelos artificiales suelen resultar muy


heterogéneos en su composición, con una alta variabilidad en su compresibilidad,
resistencia y composición en el espacio. Este tipo de rellenos no se debe confundir
con los de tipo estructural, en los que se realiza una extensión por tongadas
compactadas, con un espesor suficientemente pequeño, de un material granular con
buena aptitud geotécnica. Este tipo de rellenos se ejecutan para constituir un apoyo
de suficiente competencia como sustitución de terrenos más pobres mecánicamente,
o dispuesto sobre estratos más compresibles, para alejar los incrementos de
sobrecarga inducidos por la cimentación.

En muchos casos, este tipo de rellenos puede tener elevados contenidos de materia
orgánica, sulfatos, etc., por lo que además pueden resultar inestables desde el punto
de vista químico. Además, debida a su baja compacidad, si las aguas subálveas
circulan a través de ellos, pueden producir arrastres de finos suficientemente
importantes como para generar elevados asientos. Es el caso del ejemplo que
aparece en las siguientes figuras, en el que en una vivienda unifamiliar se observaron
fuertes sistemas de fisuras asociados a asentamientos localizados bajo una zona de la
estructura:

Figura 2.57. Mapeado de grietas en la fachada principal de la vivienda (Fuente: S. Ortiz Palacio)

98
Figura 2.58. Mapeado de grietas en la fachada izquierda de la vivienda (Fuente: S. Ortiz Palacio)

Figura 2.59. Aspecto de algunas de las grietas, donde los propietarios habían dispuesto algunos
testigos de yeso para evaluar su evolución (Fuente: S. Ortiz Palacio)

En la zona central de la fachada izquierda se observaron fisuras compatibles con un


arco de descarga en la fábrica por deflexión excesiva:

99
Figura 2.60. Fisura en forma de arco de descarga en la fachada izquierda (Fuente: S. Ortiz Palacio)

Al examinar la zona inferior de la vivienda bajo la planta baja, que se encontraba


constituida por un forjado sanitario, se observó la presencia de un pilar con
evidencias de fuertes tracciones, compatibles con un importante descalce de su
apoyo:

Figura 2.61. Pilar traccionado bajo la zona del arco de descarga de la figura anterior (Fuente: S.
Ortiz Palacio)

En función de la morfología de las fisuras, el mecanismo de rotura más probable sería


el de giro impuesto por pérdida de soporte inferior:
100
Figura 2.62. Posible esquema de esfuerzos impuestos sobre el pilar por descalce parcial (Fuente: S.
Ortiz Palacio)

Habitualmente en estos casos, cuando un pilar sufre un cierto descalce y una entrada
en tracción, puede producirse una redistribución de esfuerzos hacia los pilares
adyacentes, que se verán sobrecargados, en ocasiones, por encima de su límite de
diseño. Este fue el caso de uno de los pilares contiguos al de las dos figuras anteriores,
en el que se observaron fisuras oblicuas, asociadas a un agotamiento por
compresión:

Figura 2.63. Posible esquema de esfuerzos impuestos sobre el pilar por descalce parcial (Fuente: S.
Ortiz Palacio)
101
En este caso, debido a la escasa solicitación de la estructura de la vivienda, no se
produjo la ruina parcial de la estructura, entrando ésta en un estado post-crítico, en
el que probablemente las armaduras generarían un cierto atado del deslizamiento
por agotamiento rasante en las superficies de fisura:

Figura 2.64. Esquema de resistencia post-crítica del pilar sometido a exceso de compresión (Fuente:
S. Ortiz Palacio)

Al examinar el origen de los asientos, se descubrió que la cimentación estaba


constituida por una solera de espesor irregular apoyada sobre rellenos no
controlados (entre los que se apreciaban restos cerámicos, metálicos, fragmentos de
hormigón, bolsas de arena, zonas arcillosas, etc.). Además, se observaba una
importante cavidad bajo la zona que había sufrido el descenso, que se encontraba sin
apenas contacto con el terreno en ese punto.

Al examinar las condiciones hidrogeológicas del entorno, se descubrió,


adicionalmente, que bajo la vivienda había una cierta circulación natural de agua
originada en una zona de riego a mayor cota, lo que habría producido el progresivo
lavado y, con ello, el asentamiento de la zona debilitada.

102
Fragmentos
cerámicos

Figura 2.65. Presencia de rellenos y huecos bajo la cimentación de la vivienda unifamiliar con
fisuras generalizadas por asentamiento (Fuente: S. Ortiz Palacio)

Como pone de manifiesto este ejemplo, este tipo de depósitos artificiales no deben
constituir el apoyo de cimentaciones superficiales, debiendo ser sustituidos por
rellenos estructurales o ser excavados hasta alcanzar una zona de terreno natural
suficientemente competente. En el caso de acudir a cimentaciones profundas, se
deberá prestar una especial atención a la posible acción de rozamientos negativos.

De forma alternativa, se pueden adoptar medidas de mejora que aseguren su rigidez,


resistencia y estabilidad química, aunque suelen ser bastante costosos.

2.5. Terrenos con cavidades


La presencia de cavidades en el seno de un terreno (karstificaciones en macizos susceptibles
de sufrir disoluciones, bodegas subterráneas, túneles, conducciones entrerradas, etc. )
pueden dar lugar a subsidencias de importancias en estructuras con elementos de
cimentación a una cierta cota sobre los huecos, o incluso a colapsos de gran importancia.

103
Figura 2.66. Colapso de caverna en Karakabir (Fuente: Çanaki y Güllü, 2009)

En estos casos, el mapeado de la posición de las posibles cavidades resulta primordial. Para
ello, se pueden utilizar técnicas geofísicas, como la tomografía eléctrica. En las siguientes
figuras se muestra un ejemplo de localización de cavidades en un macizo dolomítico
excavado en desmonte para una obra lineal en Segovia:

Figura 2.67. Localización de caverna a poca profundidad mediante tomografía eléctrica (superior).
En la imagen inferior se aprecia la boca superior de la cavidad, aflorada mediante
retroexcavadora(Fuente: S. Ortiz Palacio)
104
En algunos casos, dependiendo de la geometría y profundidad de la cavidad respecto a la
cimentación, su presencia puede suponer una pérdida de capacidad portante y un cierto
incremento de la deformabilidad, pero dentro de unos límites aceptables, por lo que en esos
casos no será necesario tomar ninguna medida adicional.

Figura 2.68. Modelo axisimétrico de elementos finitos para simulación del efecto sobre la cimentación de un
aerogenerador de una caverna esférica en un macizo kárstico en Yucatán, México (Fuente: S. Ortiz Palacio)

Cuando las cavidades sean superficiales o, incluso, afloren a la superficie de apoyo o cuando
su proximidad al plano de apoyo de la cimentación sea suficiente para comprometer su
adecuado comportamiento, se deberá proceder a rellenar estas cavernas o a estabilizarlas
mediante sistemas como las inyecciones de baja movilidad.

Figura 2.69. Huecos superficiales en el macizo kárstico de apoyo de un aerogenerador en Yucatán, México,
antes de su relleno mediante hormigón (Fuente: S. Ortiz Palacio)

105
2.6. Importancia de agentes externos
A diferencia de los materiales tecnológicos (hormigón, acero, cerámica, etc.), el terreno
puede presentar importantes cambios de comportamiento bajo la influencia de ciertos
agentes externos, como los cambios de humedad, las filtraciones o las variaciones de
temperatura (dentro de rangos climáticos). Por ejemplo, en un elemento estructural de
acero no serán esperables variaciones en su rigidez y resistencia al aumentar la humedad
ambiente, o al encontrarse sumergido. Sin embargo, en un terreno natural, el aumento del
contenido de agua puede implicar grandes variaciones en su estructura y comportamiento.

En este apartado podemos considerar también la importancia que tiene en el diseño de


cimentaciones la presencia de taludes cercanos a la cimentación (y la posibilidad de que
pueden tener lugar deslizamientos de ladera) o la ocurrencia de terremotos (no solo en
cuanto a sus efectos directos, sino a ciertos fenómenos secundarios de origen sísmico como
la licuefacción, que tienen gran relevancia en el diseño).

2.6.1. Congelación de terrenos

En regiones o zonas de alta montaña donde se produzcan temperaturas bajo cero se pueden
llegar a congelar los terrenos hasta profundidades de orden métrico. En estos casos,
teniendo en cuenta el comportamiento anómalo del agua, que aumenta de volumen al
descender su temperatura por debajo de 3.98ºC, se pueden producir esfuerzos impuestos
sobre cimentaciones o contenciones. Así se podrán producir levantamientos en los ciclos de
helada y descensos en los de deshielo (especialmente en suelos limosos):

Figura 2.70. Variación de la densidad del agua y del hielo con la temperatura (Fuente: Quora)

106
Figura 2.71. Efecto de los ciclos de hielo-deshielo en una cimentación superficial: levantamientos por hielo
(superior) y descensos por deshielo (inferior)

En la práctica, estos esfuerzos pueden ser suficientemente altos como para provocar daños
de importancia en estructuras que no estén diseñadas para este tipo de esfuerzos. Las
siguientes figura lo ilustran con un ejemplo:

Figura 72. Rotura de dinteles de paredes de hormigón armado en una obra de edificación en Francia,
producidos por la acción combinada de la descongelación parcial del terreno en los extremos (Fuente:
Logeais, 1984)

107
Figura 73. Detalle de las roturas por hielo-deshielo (Fuente: Logeais, 1984)

En general, el terreno susceptible de sufrir ciclos de hielo y deshielo se encuentra en la capa


más superficial, con un espesor habitual de entre 1 y 2 m, por lo que una de las técnicas más
utilizadas para el diseño de cimentaciones superficiales en estos entornos es la de llevar sus
apoyos por debajo de la profundidad activa (es decir, por debajo de la cota a la que se
pueden producir ciclos estacionales de hielo-deshielo).

En zonas con permafrost es importante recordar que al realizar edificaciones, la propia


protección de las estructuras así como sus sistemas de calefacción pueden derretir un cierto
espesor del hielo bajo sus apoyos. Esto deberá ser tenido en cuenta durante la fase de
diseño.
108
2.6.2. Presencia de taludes y posibles deslizamientos

Como veremos en el Módulo 2 del curso, los taludes cercanos a una cimentación superficial
provocarán una disminución de la capacidad portante de la misma. Además, se deberá
comprobar no solamente la estabilidad local de cada cimentación, sino también el factor de
seguridad frente a posibles deslizamientos generales que puedan arruinar una estructura.

Figura 2.74. Edificio con cimentación superficial parcialmente apoyado sobre zona deslizada en Estambul,
Turquía (Fuente: Hurriyet Daily News)

Figura 2.75. Instante del derrumbe del edificio de la imagen anterior (Fuente: Hurriyet Daily News)

109
En el caso de que el emplazamiento de una estructura presente problemas de inestabilidad
global, se deberán realizar medios de contención (muros, anclajes, etc.) o cimentaciones
profundas. En este último caso, hay que tener en cuenta que el empotramiento tiene que
quedar asegurado por debajo de las superficies de deslizamiento más desfavorables. Así
mismo, se deberán realizar con detalle las comprobaciones de empujes laterales sobre los
elementos de cimentación, para evitar movimientos horizontales demasiado elevados así
como alejarse de su rotura por exceso de flexión.

2.6.3. Empujes hidrodinámicos: socavaciones

Cuando una cimentación tiene que situarse sobre un curso fluvial (ya sea sobre el lecho de
un río activo o sobre un cauce seco de una rambla o torrentera) o sometido a oleaje o
carreras de marea, esta deberá ser protegida para evitar problemas de socavación de origen
hidrodinámico –especialmente si el apoyo es superficial-.

Las socavaciones que se pueden producir bajo las cimentaciones de pilas o estribos en
puentes que atraviesan cursos fluviales pueden tener tres fuentes de contribución
principales (Bridge Scour Manual de Queensland, Australia, 2013, 2019):

• Degradación general a largo plazo del lecho del río: es un factor natural,
dependiente de las características geométricas e hidráulicas del río.
• Socavación por contracción: el flujo hidráulico en el cauce del río se contrae por la
obstrucción de terraplenes laterales y por las pilas que reducen su sección.
• Socavación local en pilas y estribos

Figura 2.76. Contribuciones de diferentes mecanismos a la socavación de apoyos de puentes (Bridge Scour
Manual, 2013)

110
Figura 2.77. Socavación por contracción debida a pérdida de sección de cauce por escolleras en base de
estribos (Bridge Scour Manual, 2013)

Adicionalmente, en ciertos casos, pueden existir otros mecanismos de socavación


relacionados con inestabilidades de flujo, como la migración lateral en ríos, o relacionados
con otros fenómenos naturales, como las socavaciones por lluvias y escorrentía o las
problemáticas relacionadas con las carreras de marea interaccionando con las corrientes
fluviales cerca de las desembocaduras. La contribución conjunta de todos estos factores da
lugar a la geometría final de la socavación bajo pilas o estribos. Melville y Coleman (2000)
recogieron la influencia de diferentes factores en los mecanismos de degradación general y
local, adaptada en el Bridge Scour Manual (2019), y que se muestra en la siguiente tabla:

111
Tabla 10. Factores que intervienen en la socavación natural y local (Bridge Scour Manual, 2019,
a partir de Melville y Coleman, 2000)

112
Centrándonos en los factores naturales, uno de los de mayor importancia es la propia
morfología del río. En esta figura clásica, Shen et al. (2011) reflejaron la relación entre el tipo
de cauce, los factores hidráulicos y de sedimentación del mismo y su estabilidad relativa:

Figura 2.78. Relación entre tipo de cauce, morfología, sistema hidráulico, sedimentación y estabilidad (Shen
et al., 2011)

Esto permite determinar, por ejemplo, que en un cauce anastomosado (braided) se


producen las peores condiciones de estabilidad, con flujos de mayor velocidad y capacidad
de arrastre, mientras que en tramos rectos serán esperables menores fenómenos de
socavación. Además, los canales anastomosados son los más propensos a generar
migraciones laterales de flujo, lo que puede dar problemas en estribos y terraplenes de
acceso a puentes si no se tiene en cuenta en la fase de diseño.

Otros factores morfológicos tienen gran importancia en las socavaciones, como las curvas en
cauces meandriformes (ver figura anterior), las zonas de confluencia de cauces, olas y
turbulencias generadas por sedimentos en el entorno de los apoyos de los puentes
(formación de dunas que induzcan la formación de pequeñas olas), etc.

113
Figura 2.79. Fenómenos de socavación en el exterior de meandros (Bridge Scour Manual, 2019)

También el tipo y forma de la cimentación influye en el mecanismo de socavación, no


solamente por contracción (debido a la pérdida de sección hidráulica del cauce), sino por sus
propias características hidrodinámicas.

Figura 2.80. Diferencia del efecto del flujo hidráulico en pilas de poca anchura (superior) o de gran anchura
transversal al cauce (inferior) en Arneson (2013)

114
Finalmente, la propia naturaleza de los materiales del lecho fluvial o de sus orillas tiene una
gran trascendencia en el efecto de las concentraciones de flujo y vórtices turbulentos
generados por la presencia de la estructura. En la siguiente figura se muestran algunos
ejemplos de socavaciones en suelos granulares o macizos rocosos:

Figura 2.81. Efecto de la socavación en el entorno de una pila prismática sobre lecho de arenas (imagen a, en
ensayo de laboratorio a escala) o en una de las márgenes de un río formada por areniscas con estratificación
horizontal (b) en Arneson (2013)

Apoyo superficial
Apoyo pilotado
socavado (1944)
(s. XVII)

Figura 2.82. Socavación bajo el zócalo de apoyo de la ampliación realizada en 1944 del Puente de Costana
(siglo XVII) en Salas de los Infantes (Burgos). El puente original se apoya sobre pilotes hincados de madera,
mientras que la ampliación se resuelve mediante un apoyo somero poco protegido (Fuente: S. Ortiz Palacio)

115
Lamentablemente, se han producido muchas tragedias relacionadas con el fallo de puentes
por socavación, con la pérdida de vidas humanas y grandes daños materiales. Por ejemplo,
resulta muy interesante el caso del puente sobre Schoharie Creek (Nueva York, EEUU), que
se terminó de construir en 1954. Estaba formado por un tablero conformado por dos vigas
de acero en doble T paralelas, unidas mediante vigas transversales para sostener la losa
superior de rodadura. Las vigas principales se apoyaban sin continuidad (de forma isostática)
sobre los estribos extremos y sobre cuatro pilas intermedias, dos de las cuales se
encontraban dentro del curso fluvial.

Figura 2.83. Vista en planta esquemática del puente sobre el Schoharie Creek (Adaptado de Levy y Salvadori,
2002)

Figura 2.84. Vista en alzado del puente sobre el Schoharie Creek (Adaptado de Levy y Salvadori, 2002)
116
La acción fluvial comenzó a provocar socavación aguas arriba de las pilas centrales,
produciendo progresivamente su descalce, debido a su falta de protección:

Figura 2.85. Vista general de la socavación del puente sobre el Schoharie Creek (Adaptado de Levy y
Salvadori, 2002)

Figura 2.86. Proceso esquemático de socavación, descalce y rotura de la cimentación en voladizo de una de
las pilas del puente sobre el Schoharie Creek (Fuente: Levy y Salvadori, 2002)

Finalmente, en 1987, se produjo su colapso, coincidiendo con la acción de una avenida


correspondiente a un período de retorno de 50 años (en 1955 se había producido una
avenida con un período de retorno de 100 años que ya produjo daños de gran importancia
alrededor y bajo las zapatas). Tras la rotura de la pila 3, se produjo el colapso de los vanos

117
intermedios entre los que dicha pila se encontraba encontraba. Ante la falta de
hiperestaticidad, el tablero cayó al río sin posibilidad de redistribución de esfuerzos,
saldándose la tragedia con 10 víctimas mortales.

Figura 2.87. Volumen de lecho con socavación, con una persona como escala (Fuente: USGS)

Figura 2.88. Esquema del colapso de uno de los tramos del tablero por fallo de la pila 2 (Fuente: Levy y
Salvadori, 2002)
118
Figura 2.89. Vista aérea del puente tras el colapso y perspectiva general desde uno de los estribos (Fuente: H.
F. Greenspan)

119
Figura 2.90. Detalle de la rotura de una de las cimentaciones. Se observa a una persona en la zona de rotura,
lo que permite dar escala a la magnitud del colapso (Fuente: H. F. Greenspan)

Los principales enfoques para evitar el fenómeno de la socavación se pueden dividir en


cuatro categorías (FHWA, 2009):
• Contramedidas hidráulicas: actuando sobre la propia hidrodinámica del río y
modificando sus tendencias de erosión-transporte-sedimentación, o actuando de
forma local o generalizada sobre los materiales del cauce.
• Estrategias estructurales: aumentando el grado de hiperestaticidad de la estructura,
mejorar las condiciones geotécnicas e hidráulicas de los apoyos del puente, etc.
• Enfoque biotecnológico: utilizar medidas de revegetalización que sean eficientes
contra los procesos de erosión (no suelen utilizarse específicamente para
socavaciones locales)
• Monitorización activa: realizar una inspección continua de los apoyos de las
estructuras, para poder apreciar los primeros indicios de socavación de forma
temprana.

En el documento “Bridge Scour and Stream Instability Countermeasures” (FHWA, 2009) se proponen
varias tablas de alternativas contra la socavación según las cuatro categorías anteriores.
Centrándonos en los problemas de socavación local en pilas y estribos, a partir de dichas tablas se
puede destacar las estrategias más óptimas para evitar este fenómeno:

120
• Contramedidas más eficientes contra la socavación en pilas:

o Protección con rip-rap (sin conglomerante o parcialmente inyectados): se trata


de una de las técnicas más utilizadas, en la que se protege el perímetro de la
pila mediante una escollera (rip-rap), que puede ser cementada parcialmente
mediante la inyección de un conglomerante hidráulico. Así, las escolleras,
formadas por piezas de gran estabilidad, serán poco susceptibles a sufrir
arrastres por parte de la corriente, contribuyendo, así mismo, a la laminación
del flujo en el entorno de la pila protegida.

Figura 2.91. Esquema de protección de pila mediante rip-rap (Froehlich, 2013)

Figura 2.92. Ejemplo de protección de pilas mediante rip-rap (Froehlich, 2013)

121
Este tipo de soluciones deben ser diseñadas para que no se produzca en su
esqueleto estructural un fallo por corte frente a las fuerzas impuestas por el
flujo hidráulico, así como un estudio de la posibilidad de que el terreno que
existe por debajo de la escollera pueda ser erosionado y verse arrastrado a
través de los intersticios del rip-rap –lo que en inglés es denominado como
winnowing failure-. En caso de que se pueda producir una problemática de
este tipo, suele ser conveniente utilizar geotextiles filtro entre el terreno
natural y la base de las escollera.

o Utilización de suelo-cemento: cuando no existe disponibilidad de escollera en


el entorno de trabajo, se puede acudir como alternativa a suelos locales
mezclados con cemento, que presentarán una mayor resistencia a la erosión
que los materiales originales del lecho.

o Gaviones: Su forma de trabajo es análoga a la del rip-rap, sustituyendo las


piezas de escollera por gaviones con partículas más pequeñas. En este caso,
se debe comprobar que no se produzcan daños a la malla metálica de cada
gavión, que podría comprometer la estabilidad del conjunto. Estos daños
pueden tener lugar por desgaste y exceso de deformación provocado por los
bloques de relleno de cada gavión sometidos a la corriente hidráulica o por
problemas de corrosión y rotura por pérdida de sección a medio-largo plazo.
Además, al igual que en los diseños con escollera, puede ser recomendable
utilizar geotextiles de filtro para evitar posibles lixiviaciones de los materiales
naturales del lecho que se encuentran en su base.

Figura 2.93. Protección de pilas mediante gaviones (Fuente: www.gabion1.co.uk/river-


bank-protection.htm)

122
Estas soluciones pueden ejecutarse de forma localizada bajo cada pila, o
utilizarse en forma de tapiz en toda la sección del cauce.

Figura 2.94. Tapiz de gaviones (Fuente: FHWA, 2005)

o Bloques articulados: este tipo de protección implica la instalación de tapices


de piezas de hormigón prefabricado encajadas entre sí o unidas mediante
cables:

Figura 2.95. Diversos ejemplos de bloques articulados prefabricados (Fuente: National


Engineering Handbook, Technical Supplement 14L, 2007)
123
Al igual que los gaviones, pueden suponer una solución local en pilas, o
extenderse total o parcialmente por toda la sección transversal del río:

Figura 2.96. Refuerzo general de cauce mediante bloques articulados (Fuente: National
Engineering Handbook, Technical Supplement 14L, 2007)

Figura 2.97. Refuerzo local de pila mediante bloques articulados (Fuente: National
Engineering Handbook, Technical Supplement 14L, 2007)

En estos diseños es fundamental la durabilidad de los cables de unión –en


piezas unidas mediante cables- así como la estabilidad local de cada pieza y
global del conjunto frente a los flujos, incluyendo posibles problemas de
suspensión ante la corriente fluvial. Por ello siempre resulta conveniente que
se anclen a la estructura preexistente (por lo que debe introducirse el efecto
de la tracción inducida por estas mallas de bloques sobre dicha estructura).
Además, en pilas de geometrías complejas o en lechos de ríos con grandes
cantos rodados no resultan demasiado eficientes.

124
Figura 2.98. Colocación de bloques articulados prefabricados unidos con cables (Fuente:
www.jfbrennan.com)

o Células geotextiles articuladas hormigonadas in situ: Una alternativa muy


utilizada en estos últimos años a los bloques prefabricados es la utilización de
celdas envueltas en geotextiles, a modo de sacos, también unidos por cables y
por un sistema de tuberías de inyección de lechada. Tras colocarlos
manualmente o mediante maquinaria, cada celda geotextil es rellenada
finalmente mediante una inyección de lechada de cemento, dotando así de
estabilidad al conjunto. Es una versión más eficiente de los sacos individuales
rellenos de conglomerante.

Figura 2.99. Colocación de bloques articulados inyectados in situ unidos con cables
(Fuente: www.jfbrennan.com)

125
Figura 2.100. Esquema de colocación de bloques articulados inyectados in situ alrededor de
una pila de un puente (Fuente: FHWA, 2009)

o Recalce superficial o profundo: cuando las condiciones de protección


superficial no parezcan factibles, o en estructuras que hayan sufrido
socavación intensa, puede resultar más interesante realizar un recalce de
cada elemento estructural. Este puede ser superficial, excavando bajo la
cimentación original parcialmente o totalmente (para lo que será necesario,
habitualmente, realizar un sostenimiento temporal de la estructura), o
profunda, mediante micropilotes o pilotes, que deberán unirse

126
adecuadamente a la cimentación original para asegurar una correcta
transmisión de cargas. Este tipo de soluciones siempre debería estar
acompañado de una protección final superficial mediante alguna de las otras
técnicas que estamos repasando en este epígrafe.
En el caso de los recalces superficiales, se deberán diseñar sistemas de
recintos de trabajo con agotamiento hidráulico para poder trabajar con
seguridad alrededor de la cimentación, realizando ataguías de desviación del
cauce o mediante sistemas de tablestacas provisionales o cajones
prefabricados.

Figura 2.101. Diferentes fases de recalce superficial en una excavación realizada al amparo
de un perímetro tablestacado para una pila del puente MacArthur sobre el río Arkansas en
EEUU (Fuente: Evans, 2017)

127
Figura 2.102. Recalce del Puente de Costana (s.XVI) en Salas de los Infantes (Fuente: S. Ortiz
Palacio)

o Refuerzos estructurales: arriostramiento de pilas, continuidad de tableros (optar por


diseños de viga continua en vez de vanos isostáticos, como ocurría en el puente
sobre el Schoharie Creek, visto anteriormente), etc.

128
o Inyectar el terreno de apoyo o sustituirlo por hormigón

o Aumentar la base de apoyo de las cimentaciones

o Optar por diseños de pila y zócalos de apoyo hidrodinámicos

o Elementos deflectores de materiales arrastrados: en aquellos cursos fluviales en los


que la corriente pueda arrastrar materiales de cierto volumen que puedan impactar
contra las pilas del puente, se pueden instalar estructuras deflectoras que desvíen
estos elementos o los contengan.

Figura 2.103. Ejemplos de sistemas deflectores de protección de pilas (Fuente: FHWA, 2005)

129
o Mayor profundización del apoyo de la cimentación

o Utilización de pilas de sacrificio: en estos casos, se disponen grupos de pilas


empotradas en el lecho del cauce, colocados aguas arriba de las pilas del puente, de
forma que deflexionan una parte de la energía de la corriente, consiguiendo
minimizar las socavaciones locales bajo los apoyos del puente.

Figura 2.104. Esquema de pilas de sacrificio para protección de una pila de un puente (Fuente: Kim
et al., 2000)

Figura 2.105. Efecto experimental de la mejora de la profundidad de socavación (ds) bajo una pila
de diámetro D protegida por las pilas de sacrificio de la figura anterior, ante un flujo de altura y: se
observa una disminución generalizada de la profundidad de socavación especialmente cuando el
ángulo que forman las alineaciones de pilas de sacrificio es de a=30º (Fuente: Kim et al., 2000)

130
• Contramedidas más eficientes contra la socavación en estribos: Además de las
contramedidas descritas para pilas, pueden añadirse algunas otras estrategias en el caso de
los estribos.

o Protección mediante pantallas (habitualmente ancladas)

Figura 2.106. Tipos de pantallas de protección lateral de cauces (Fuente: FHWA, 2009)

o Taludes hormigonados y compactados con rodillo

o Espigones guía: en cauces de gran anchura invadidos por los estribos de un puente se
pueden producir contracciones de flujo de gran importancia, que pueden dar lugar a
socavaciones. En estos casos, se pueden disponer unos espigones curvados que van
produciendo un cambio gradual de la sección hidráulica del cauce, trasladando la
formación de socavaciones desde la base de los estribos hasta la punta de los
espigones, donde no resultan peligrosas para la estructura.

Figura 2.107. Ejemplo de espigones guía (Fuente: FHWA, 2009)

131
2.6.4. Subpresiones

Una problemática que puede generar importantes daños en una cimentación es la


subpresión. Esta se produce cuando una cimentación extendida sobre una cierta superficie
es la base de un volumen (un edificio, por ejemplo) una parte del cual se encuentra
enterrado y por debajo del nivel freático en materiales permeables (como gravas o arenas).
En este caso se puede producir un empuje ascendente en la cara inferior de la cimentación
que puede llegar a generar levantamientos o importantes deflexiones.

Se puede proponer, por ejemplo, el caso de una vivienda unifamiliar en el norte de Francia,
con una planta de semisótano, cerca de un canal de riego. El nivel normal de este canal se
encontraba notablemente por debajo de la cota de apoyo inferior de la vivienda, cuya
cimentación se realizó sobre suelos granulares:

Figura 2.108. Sección de una vivenda en el norte de Francia, en la que se detalla su estructura y su
entorno geológico-hidrológico (Fuente: adaptado de Logeais, 1984)

Durante una época de lluvias anormalmente intensas, se produjo una elevación del nivel del
canal, hasta una cota excepcional, por encima de la profundidad de apoyo de la vivienda. En
ese momento, al elevarse la cota del nivel freático, alimentado por las lluvias y el flujo del
propio canal, se produjo un gradiente hidráulico suficiente para generar presiones
ascendentes sobre la solera inferior, produciendo su agrietamiento por flexión excesiva:

132
Figura 2.109. Esquema de la subpresión bajo la solera de la vivienda ( Fuente: adaptado de Logeais,
1984)

Figura 2.110. Mapa de fisuras en la cara superior de la solera (Fuente: adaptado de Logeais, 1984)

133
En estos casos, las estrategias para evitar daños por subpresión son estas:

o Aumento de peso de la estructura para evitar levantamientos de la misma, igualando,


al menos, la subpresión. Esta contramedida suele ir acompañada de una rigidización
de la losa inferior, para evitar excesos de deflexión en la misma, dotándola de un
mayor brazo mecánico.

o Introducción de sistemas que aumenten la impedancia frente a la filtración (por


ejemplo, utilizando tablestacas que generen un mayor recorrido del flujo de filtrado,
haciendo que su pérdida de energía sea mayor y, por ello, la presión bajo la
cimentación resulte disminuida).

o Impermeabilización alrededor de la cimentación, impidiendo la entrada de agua (con


la construcción de pantallas de hormigón, columnas de jet-grouting, etc., que
alcancen un sustrato impermeable inferior).

o Agotamiento perimetral del nivel freático en épocas de elevación de la superficie


libre del agua.

o Utilización de cimentaciones profundas con capacidad de anclaje frente a los


empujes ascendentes.

2.6.5. Terremotos. El caso específico de la licuefacción

Los terremotos son factores externos muy limitantes en entornos sísmicos, y los
dedicaremos un apartado específico en el Módulo 5, al final del curso. De entre todos los
fenómenos asociados a la interacción de los terremotos con las estructuras, uno de mayor
interés y dificultad de análisis es la licuefacción.

La licuefacción o licuación es un efecto secundario de los terremotos, es decir, un fenómeno


no tectónico superficial derivado de un sismo. Los suelos más susceptibles de sufrir
licuefacción son las arenas sueltas (usualmente depósitos recientes) en donde aparece el
nivel freático cerca de la superficie del terreno, aunque también se ha observado el
fenómeno en limos ocasionalmente. El mecanismo de la licuefacción es el siguiente:

• Durante un terremoto, la propagación de ondas transversales provoca que estas arenas


sueltas se contraigan, lo que implica un aumento de sus presiones intersticiales: al ser
tan rápidas las sacudidas del sismo, el suelo se ve sometido a una sobrecarga sin drenaje

134
• Posteriormente, esta sobrepresión intersticial inducida provocará un flujo ascendente de
agua hacia la superficie del terreno, lo que se podrá manifestar como chorros de lodo y
ebullición de arenas (sand boils).
• En estas condiciones, la licuefacción implicará que la presión efectiva en las arenas se
anulará, perdiéndose entre partículas individuales cualquier forma de confinamiento: los
granos de arena “flotarán” en el agua.

Tras el proceso, las arenas habrán sufrido densificación, como se ilustra en la figura:
Chorros de Volcanes de arena
agua y arena Asiento post- (sand boils)
licuefacción

Capa Capa
densa densa Capa Dique de
Rotura en densa arena
dique
Arena Arena Arena
suelta licuefactada densificada

Estado Durante el Tras el


original terremoto terremoto

Figura 2.111. Fases del mecanismo de licuefacción

Figura 2.112. Mecanismo de formación de volcanes de arena (Fuentes: M. Tuttle, izquierda; M. Luff,
derecha)

135
En el Módulo 4 describiremos este fenómeno con mayor atención, y veremos qué
estrategias se pueden seguir para evitar o minimizar sus efectos sobre cimentaciones
profundas, en las que se pueden producir grandes daños si no se diseñan adecuadamente.

Figura 2.113. Post-licuefacción tras el terremoto de Christchurch (Nueva Zelanda) en 2011 (Fuente:
M. Lincoln)

Figura 2.114. Volcanes de arena (Fuente: USGS)

136
TEMA 3. Tipologías de cimentaciones profundas. Factores que influyen en
la elección de la tipología más idónea

Dependiendo de aquellos rasgos que se quieran destacar (material constituyente, forma de


puesta en obra, comportamiento mecánico, etc.) pueden escogerse diferentes
clasificaciones de elementos de cimentación profunda. Uno de los criterios más útiles suele
ser dividir las tipologías de pilotes en tres categorías principales en función de su forma de
ejecución, distinguiendo así entre (M. de Fomento, 2009; Tomlinson y Woodward, 2014):

• Pilotes de gran desplazamiento:

o Prefabricados, instalados por hinca

 Madera (de sección maciza, cuadrada o circular: pueden ser


monolíticos o empalmados por tramos para grandes profundidades o
cuando existen restricciones de longitud por el transporte)

 Hormigón armado (de sección maciza o tubular; pueden ser pueden


ser monolíticos o empalmados por módulos para grandes
profundidades o cuando existen restricciones de longitud por el
transporte)

 Hormigón pretensado (de sección maciza o tubular)

 Acero (perfiles tubulares o de sección cajón, con desarrollo cilíndrico o


troncocónico, con fondo ciego)

o Hormigonados in situ

 Tubería de acero:

• De fondo abierto: se realiza su hinca en una primera fase, para


proceder a continuación a su retirada mientras se produce el
hormigonado.

• De fondo ciego: en este caso, la tubería es perdida,


procediéndose a su relleno con hormigón y quedándose
instalada en forma de camisa.

 Tubería de hormigón introducida por hinca y rellenada posteriormente


de hormigón.

137
 Camisa de acero de pared delgada, introducida por hinca mediante un
mandril interior, que es extraído antes de la fase de hormigonado, que
se realiza contra la camisa, que queda perdida (el Método Raymond
que describimos en el capítulo 1 es un ejemplo de este tipo de pilotes).

 Desplazamiento rotacional mediante sondas o torpedos helicoidales.

 Elementos expansivos: se introducen tubos metálicos plegados de


pared delgada mediante hinca en una primera fase. A continuación, al
alcanzar la profundidad prevista en el proyecto, se procede a su
expansión mediante la inyección en su interior de una lechada de
cemento u hormigón, llegando a alcanzar diámetros finales de entre 5
y 10 veces el diámetro original del tubo.

• Pilotes de pequeño desplazamiento (producen menores perturbaciones en el terreno


circundante que los de gran desplazamiento)

o Hormigón armado o pretensado de sección tubular y fondo abierto,


introducidos por hinca.

o Perfiles en doble T, tubulares o de sección cajón, con fondo abierto.

• Pilotes de sustitución:

o Hormigonados in situ: se realiza una perforación mediante barrena helicoidal,


escarificado, percusión, etc., vaciando el volumen que luego será
hormigonado. En algunos casos, se incluye la posibilidad de que se introduzca
en la cavidad perforada una camisa metálica o un pilote prefabricado tubular,
pudiéndose realizar un hormigonado en su interior en una fase final.

o Prefabricados: tras realizar una perforación, se introducen en su interior


módulos de hormigón prefabricado, unidos con empalmes adecuados a los
esfuerzos que se hayan previsto, o perfiles de acero.

o Metálicos (de pared gruesa habitualmente): su fondo se equipa con


elementos de perforación, de forma que se produce la excavación hasta la
profundidad prevista, quedando perdidos los útiles de corte finalmente. Se
puede producir su hormigonado interior al final.

Para poder expresar todas estas clasificaciones de una forma más completa y compacta, se
puede acudir a la clasificación propuesta por Fleming et al. (2008), en la que se realizan
divisiones y subdivisiones sucesivas de los pilotes en función de formas de ejecución,
materiales, composición a nivel de sección (ver página siguiente):

138
Figura 3.1. Clasificación multicriterio de pilotes (adaptado a partir de
Fleming et al., 2008)

139
Aunque no aparecen explícitamente citados, los micropilotes podrían considerase
contenidos dentro del grupo de los pilotes sin desplazamiento de tipo perforado. Algunos
manuales, incluso, incluyen también como micropilotes elementos hincados de pequeña
sección así como que puedan ser ejecutados solamente con “acero u otros materiales de
refuerzo” (ver FHWA NHI-05-039 “Micropile Design and Construction” o la normativa UNE-
EN 14199:2006 “Ejecución de trabajos especiales. Micropilotes”). Sin embargo, como indica
Laefer (1997), cuando se utilizan técnicas de desplazamiento por hinca para pilotes de
pequeña sección, los elementos resultantes no comparten las ventajas que habitualmente
se asocian a los micropilotes (entre las que destacan entre otras su instalación sin excesivas
vibraciones o ruidos, la posibilidad de utilizar maquinaria de pequeñas dimensiones o la
capacidad de atravesar cualquier tipo de terreno). En muchas ocasiones, estos pilotes
hincados de pequeño diámetro se suelen denominar “minipilotes”.

Alternativamente, desde el punto de vista mecánico, en función del mecanismo resistente


predominante tras la ejecución de un pilote, puede ser interesante estudiar su interacción
con la estratificación de un determinado emplazamiento. Así, se pueden distinguir entre dos
comportamientos extremos en pilotes (en realidad, los mecanismos resistentes de un pilote
real, como veremos en el módulo 3, serán un sistema acoplado de estos dos mecanismos
extremos):

• Pilotes por fuste: aquellos en los que la responsabilidad resistente recae


principalmente en la contribución de rozamiento lateral de la interfaz terreno-pilote,
sin que exista un estrato de competencia significativamente mayor en el entorno de
punta.

• Pilotes por punta: aquellos en los que se produce un empotramiento en un estrato


sensiblemente más competente que el resto de capas atravesadas, por lo que la
mayor contribución resistente del terreno será la correspondiente a la del terreno
entorno a la punta.

Figura 3.2. Mecanismos resistentes predominantes en pilotes por punta (izquierda) y por fuste (derecha)
(Fuente: M. de Fomento, 2009)
140
Aunque el presente curso se centrará principalmente en las particularidades del diseño
geotécnico de las cimentaciones profundas, las formas de ejecución y los materiales
involucrados en estas cimentaciones tendrán una gran importancia a efectos de cálculo, por
lo que en el módulo 2 describiremos las técnicas de ejecución y características más
sobresalientes de cada tipología, siguiendo las denominaciones que hemos visto en este
capítulo.

Por otra parte, a la hora de determinar el tipo de cimentación profunda más idónea para un
determinado proyecto, se deben analizar simultáneamente estos factores:

• Características del terreno: presencia de suelos blandos, macizos rocosos, influencia


del agua, cavidades, topografía, etc.
• Presencia de terrenos problemáticos (descritos en el capítulo anterior)
• Agentes externos que pueden afectar a la cimentación (descritos en el capítulo
anterior)
• Exigencias de la estructura en estado límite último, de servicio estático y de servicio
dinámico (si fuere el caso), por lo que se deberán verificar simultáneamente:
o Resistencia del sistema cimentación-terreno (frente a compresiones,
tracciones, esfuerzos laterales, etc.)
o Asientos y distorsiones esperables, tanto en condiciones estáticas como bajo
la acción de acciones dinámicas de origen natural o artificial
• Características del proyecto:
o Accesos al emplazamiento
o Espacio de maniobra para la maquinaria
o Materiales disponibles
o Medios tecnológicos
o Recursos humanos disponibles
o Plazos
o Costes
• Durabilidad
• Aspectos ambientales

A lo largo del segundo módulo del curso describiremos para las principales tipologías de
pilotes sus ventajas y limitaciones en función de condicionantes como los arriba descritos.

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