Marxismo (W. Montenegro)

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セiarxso@

1f Consideraciones generales. 1f El binomio Marx-Engels


y El capital. セ@ Pilares de la teoría: dinléctica materia-
lista (de Hegel a Marx), materialismo histórico, lucha
de clases, valor-trabaio, plusvalía y salarios, COllcelltra-
ción de capitales, crisis. 11" Síntesi'i y glosa.

SE HA hecho, por lo menos en la jerga política popu-


lar, tan corriente ]a confusión entre los ténninos "mar-
xismo" y "comunismo", que resulta indispensable for-
mular una aclaración previa.
El marxismo es, primordialmente, un método de aná-
lisis económico-político (concretamente enfocado por
Marx sobre el capitalismo). El comunismo es: a) una
tendencia de muy remoto origen histórico hacia la co-
munización de la propiédad, o sea, a la anulación más
o menos total de la propiedad privada; b) el comunis-
mo leninista (con sus ramas respectivas), programa de
acción política basado en la crítica del capitalismo he-
cha· por Marx. De lo cual se desprende que mientras
que el adepto del comunismo leninista -stalinista o
trotzkysta- es siempre un marxista, en cambio es posi-
ble aceptar uno o varios postulados teóricos del mar-
xismo, sin necesidad de ser, inevitablemente, comunista
del tipo trotzkysta, soviético o chino.
Esta discriminación conduce a olro tema de apasio-
nada controversia: el de si es o no posible ser parcinl-
mente marxista; es decir, aceptar solamente detennina-
das conclusiones del marxismo y rechazar otras o acep-
tándolas tod:.is, quitarles el sello dogmático que les
imprimen sus exégetas; esos exégeta s que serían inca-
paces de decir ]0 que Marx cleclar6 en un congreso
socialista de París: "Sel1ores, yo no soy un ュ。イクゥセエ@ (en
el sentido de no serlo fa n Ílti ea mente ) .
]36
MARXISMO 137
Tanto los marxistas ortodoxos como los enemigos acé-
rrimos del marxismo sostienen, en común, que ·tal acep-
tación parcial o relativa es imposible ya que -conclu-
yen- el carácter orgánico, la estructw-a compacta y
coherente del marxismo, imposibilitan su aceptación
fragmentaria. Se ha usado para ilustrar esta afirmación
el ejemplo de que no es posible quitar algunos 、セ@ sus
pilares a un edificio perfectamente equilibrado. .
Cit1éndonos n la literalidad de estos ejemplos, cabria
rt'-spollder que ya. está probado por la física, la inge-
niería y la arquitectura modernas, que el equilibrio es
un concepto sumamente relativo y, en la práctica, la
supresión parcial de muros y pilares depende solamente
de los materiales modernos que se usan, con cuya fle-
xibilidad y resistencia no se contaba antes (los materia-
les políticos, económicos y sociales del mundo contem-
poráneo son muy diferentes y mucho más elásticos que
los que constituían la estructura del mundo analizado
por Marx).
Pero, más allá d.e los simples ejemplos ilustrativos,
en el campo mismo de lo político, nos encontramos con
casos reales de adopción fragmentaria del marxismo,
como en el anarquismo comunista de Bakunin y Kropot-
kin o en el socialismo evolutivo de Bemstein (ttéanse
los capítulos respectivos). En ambas doctrinas se tomó
el guión marxista para hacer la interpretación del fenó-
meno capitalista, deseclu\ndose unas veces ciertas con-
clusiones, y otras el carácter absoluto de las mismas o
el método político a deducir de ellas.
El propio Lenin tuvo que hacer adaptaciones prag-
máticas del marxismo para aplicarlo al cuadro político
de Rusia en 1917 (véase el capítulo del comunismo).
y S talin, por su parte, fonnuló y puso en práct;ica
"interpretaciones" ("falsificaciones" y "adulteIaciones",
según los trotzkystas) cada vez más heterodoxas, tanto
del marxismo original como de] marxismo leninista, in-
138 MARXISMO

terpretaciones que, a su turno, criticaron y revisaron


los sucesores de Stalin.
La vitalidad -prueba suprema de la validez de una
teoría política- de todas aquellas corrientes inspiradas
en la aceptación fragmentaria del marxismo, viene a
probar, con la fuerza irrebatible de los hechos, que
las adaptaciones y modificaciones son factibles.
En cuanto a la posibilidad de ser "comunista" sin
ser marxista, basta recordar que, entre otros, ya los
"utopistas" plantearon enunciados de tipo francamente
contrario a la propiedad privada.
Veamos ahora 10 que en su definición original se
entiende por marxismo.
Marxismo y socialismo científico son sinónimos. El
calificativo de "cientüioo", aplicado a una doctrina
poHtica, es en rigor inexacto, ya que la política es
más bien un arte que una ciencia. Pero si alguna teo-
ría política fue formulada denlTo de un plan que se
aproxima al método científico, ella es el marxismo.
Esto se debe en gran parte a que la teoría marxista
tiene sus fundamentos establecidos sobre la economía,
terreno en el que se puede, hasta cierto punto al me-
nos, hacer la aplicación del método científico que re-
quiere el empleo de factores exactos, de valor objetivo.
Ésta es la diferencia fundamental entre el socialismo
"científico" y el socialismo "utópico" que concede pre-
eminencia a "imponderables" como la ingénita bondad
uel hombre, su fuerZ3 moral, su anhelo de perfeccio-
namiento, etcétera.
Es así que la obra que constituye la pieura angular
del socialismo científico es, en esencia, un libro de eco-
nomía: El capital, de Karl Marx, que apareció en 1867.
Marx nació en Alemania, el año 1818, hijo de un
prestigioso abogado judío convertido al cristianismo.
Preocupado desde temprano por los problemas econó-
mico-sociales de su tiempo, realizó su obra de pensa-
dor y agitador político en Alemania, Francia, Bélgica
MARXISMO 139
e Inglaterr:l. En este l,ltimo país vivió más de 30 años,
v en él murió.
• El capital constituyc un profundo e implacable aná-
lisis del capitalismo y de las leyes que gobiernan su
dinamismo. Hay en este libro fónnulas matcmáticas y
enunciados políticos. Pero todas las fórmulas conducen
directa o indirectamente a cónclusiones de orden poli-
tico. Sorprende a los tratadistas la forma en que ' se
combina, en la obra de Marx, la iracundia de un revo-
lucionario de barricada con la fría minuciocidad ana-
lítica de un académico alemán. Quienes han recorrido
paso a paso las 2 500 páginas de El capital - ·aventura
intelectual que pocos pueden pennitirse- admiten o
rechazan las conclusiones y predicciones que contiene,
pero es casi unánime el sentir de que encierra, sobre
todo en la primera parte, uno de los hitos del pensa-
miento político de todos los tiempos.
Friedrich Engels, compal1ero, amigo y colaborador
inseparable de Marx, nació también en Alemania, el
año 1820, y desde su juventud observó (en tomo a los
prósperos negocios industriales de Sil padre) las mise-
rables condiciones de vida de los trabajadores. Absor-
bido por las ideas revolucionarias que hacían explo-
sión en aquella etapa del siglo XIX empezó a escribir
panfletos contra el orden económico y social imperante.
Se debió en gran parte a la ayuda moral y pecunia-
ria de Engels y a su contribución intelectual, el que
Marx hubiese logrado realizar su tarea en medio de las
durísimas vicisitudes de su vida de revolucionario casi
constantemente perseguido y desterrado. El ceñudo
ardor combativo y la municiosidad académica de Marx,
. y la agilidad mental y el brillo imaginativo de Engels
se integraron perfectamente para llevar el material ideo-
lógico al planteamiento del programa político, pro-
ducto típico de esta asociación de personalirlades dife-
rentes entre sí y por ello mismo complementarias.
Como en pocos capítulos, debemos hacer en éste un
140 MARXISMO

considerable esfuerzo de síntesis para reducir la vastí-


ウゥュセ@ y compleja teoría económico-política del marxis-
mo a témúnos compatibles con las dimensiones de este
volumen de ·divulgación elemental. Más sencillo habría
sido, sin duda, transcribir párrafos enteros de las obras
originales, que tratar de reducirlos a términos fácil-
mente comprensibles y de corta extensión. Pero no más
sencillo para los lectores. No olvidemos que hoy mismo,
y entrc los grandes exégeta s del marxismo, se discute
sañudamente la interpretación de determinados pasajes;
y más de una guerra política sin cuartel, como la de
Pekín con Moscú es el resultado de esas diversas inter-
pretaciones llevadas a la práctica.
Se. afirma n este respecto, que sólo la Biblia puede
compararse con ]a obra de Marx en cuanto a haber
producido fe fanática, fanática oposición, divergencia,
controversia y conflicto entre propios y extraños.
He aquí, en brevísimo resumen, los pilares funda-
mentales de la ideología marxista:

DIALÉCTICA MATERIAJ.ISTA. El filósofo alemán Georg


Wilhelm Hegel había producido una profunda conmo-
ción filosófica al plantear su famoso método dialéctico:
cada idea engendra y lleva en sí misma los gérmenes
de su propia negación (el conocido ejemplo simplista:
no se concibe la idea de la luz sin la idea de su nega-
ción, la oscuridad); ]a primera (la tesis) y la segunda
(la antítesis) entran en constante e inevitable conflic-
to; dé ese conflicto, que culmina en la destrucción de
ambas, surge una tercera (la síntesis) en la cual que-
dan absorbidos los elementos de las dos primeras. A su
vez, esta síntesis se convierte en tesis y el ciclo se
repite, sin cesar.
Aplicada dicha teoría a la interpretación de la his-
toria, ésta cobra un carácter dinámico. N o es posible
ya considerar las diferentes etapas de la historia como
situaciones estáticas. inamovibles e incoherentes entre
MAl\XlSMO 141
sÍ. Cada una es resultado consecutivo de las anterio-
res. Ese resultado es, por ende, inevitable y previsible.
Esta interdependencia dinámica, móvil, existe, como en
todos los aspectos de la actividad y del acontecer hu-
mano (sostiene el marxismo), en el campo de los fenó-
menos econ6mico-sociales. Y el capitalismo, sometido a
las mismas leyes, lleva en su seno los gérmt:nes de su
destrucción inevitable y previsible. Más adelante "expli-
caremos por qué.
Sobre este punto, el Manifiesto comunista redactado
por Marx y Engels (véase el capítulo del comunismo),
no deja lugar a dudas: "El desarrollo de la industria
moderna destruye, bajo sus propios pies, las bases so-
bre las cuales la burguesía produce y se apropia de
los productos. Por consiguiente, lo que la burguesía
produce, más que nada, es sus propios sepultureros.
La caída de la burguesía y la victoria del proletariado
son igualmente inevitables."
Se considera al filósofo Feuerbach, también alemán,
el "puente" entre. Hegel y 'M arx, ya que, habiendo
aceptado el método dialéctico hegeliano, le dio un sen-
tido materialista y concluyó afirmando que el pan es
el primer elemento de la "salvación del hombre".
En cuanto a la fornla en que Marx "adaptó" a su
materialismo la base dialéctica idealista de Hegel, aquél
declara, en el prólogo de El capital: "Mi método dialéc-
tico es no sólo diferente del hegeliano, sino lo opuesto.
En Hegel, el método está de cabeza. Hay que ponerlo
de pie." Y más adelante, añade: "Para Hegel, el mundo
real no es sino la fonna extrema de 'La Idea' y para
mí, por el contrario, la idea no es sino el mundo ma-
terial reflejado pcr la mente humana."
MATEIU .-\ LISMOmSTóruco. El devenir histórico no está
gobernado por ideas abstrilctas que los hombres po-
n<>11 en práctica, a su arbitrio, paJ:a señalar rumbos
u los acontecimientos ("los hombres hacen su propia
142 MARXISMO

historia, pero no la hacen como quieren; no la hacen


bajo condiciones escogidas por ellos mismos sino en
condiciones que encuentran, que les son dadas y tras-
mitidas del pasado", dice Marx). Son los factores ma-
teriales del desarrollo econ6mico-social los que deter-
minan (por el proceso dialéctico antes mencionado) lo
que ocurre en el presente y ocurrirá en el futuro. Así
ha sido siempre y así será.
Entre aquellos factores ocupan un lugar preponde-
rante, de influencia casi absoluta, los fenómenos eco-
nómicos; y, más específicamente aún, el fenómeno 、セ@
la producción.
La economía de una sociedad cualquiera constituye
la "infraestructura" (la armazón interior, el esqueleto)
de la misma. Sobre ella, y confonnada por ella, se
alza la "superestructura", que está integrada por todo
el mecanismo ético, jurídico y aun cultural y religioso
que abarca la vida entera de esa sociedad. El ejemplo
clásico: la propiedad privada es un hecho económico,
de raíz económica y finalidades económicas. Este hecho
fonna parte esencial de la infraestructura de la socie-
dad capitalista o burguesa. Puesto que se trata de un
hecho fundamental y sustancial, la ética y el derecho
se han visto forzados a racionalizar y justificar la pro-
piedad privada en los planos respectivos (moral y juri-
dico) . de la superestructura. Hay una relación tan in-
extricable cntre la ゥョヲイ。・セエオ」@ y la superesb'uctura
(debida al imperio de la primera sobre la segunda),
que llega un momento en que hasta se pierde de vista
la relación de causa a efecto, y no parece que el hecho
real económico de la propiedad privada hubiese tenido
fuerza suficiente para crearse sus justificativos éticos y
legales, sino que fuese más bien al revés, es decir, que
la ética y el derecho hubieran creado, a priori, en abs-
tracto, el concepto de la propiedad privada. Lo cierto
es, dicen los marxistas, que lo previo (la causa) es el
hecho económico real y consumado de que el hombre
MARXISMO 143
se aferra a su propiedad privada y lo segundo (el efec-
to) que, para defender lo que considera suyo (y no
quiere compartirlo con los demás) ha inventado re-
cursos morales, legales y políticos, precisamente adap-
tados al resguardo de sus intereses. .
Dentro del fenómeno económico es, concretamen·
te, el mecalÚsmo de la producción el que tiene., im-
portancia vital y a este respecto dice Engels: "La con-
cepción materialista de la historia se basa en el pdn.
cipio de que la producción,.y con la producción el
intercambio de los productos, es la base de todo orden
social. .. De acuerdo con esta concepción [deben
buscarse] . . . las causas más recónditas de todos los
cambio sociales y las revoluciones politicas... no eIl-
la filosofía sino en la eccmomía de la época respec-
tiva".
Sin embargo, admite Marx, hay puntos en los cuales
se establece una relación de interdependencia entre la
infraestructura y la superestructura, o sea, que las con.,
diciones políticas, jurídicas, éticas y culturales en que
se desenvuelve la sociedad ejercen, a su vez, influen..
cia sobre el proceso económico. Pero, en esencia, lo
previo fue siempre la economía.
El mismo Engels, años más tarde, explicó mejor su
punto de vista y el de Marx en los siguientes términos:
El factor decisivo en última instancia es la pro-
oC • • •

ducción y reproducción de la vida real. Más que esto,


ni Marx ni yo hemos afirmado nunca. Pero cuando se
hace una tergiversación para hacer aparecer que el
factor económico es el único elemento, se convierte la
declaración en una frase abstracta absurda y sin sen.
tido. La condición económica es la base, pero los di.
versos elementos de la superestructura... las fonnas
políticas, las constituciones .. . las formas legales y taro\.
bién los reflejos de todos estos conflictos en las mentes
de los miembros de la sociedad, los puntos de vista
políticos, legales, filosóficos, religiosos... todos ellos
144 MARXISMO

ejercen influencia sobre el desarrollo de los conflictos


históricos, y en muchos casos determinan su forma."]
. Como antecedente histórico, cabe anotar aquí que
ya Aristóteles (Política) dijo que "el carácter de las
ゥョセエオ」ッ・ウ@ políticas está determinado por la distribu-
ción de la riqueza dentro de la sociedad".

LUCHA DE CLASES, INTERNACIONALISMO E IMPERIALIS-


MO. ¿Cuáles son los e1ementos activos a través de los
que se cumple el proceso dialéctico del materialismo
histórico? Las dases económico-sociales. Y ¿cómo se
diferencian entre sí esas clases? Por su condición eco-
nómica. Y ¿qué se entiende por condición económica?
En último análisis, lo Que determina la condición eco-
nómica es el poseer o'" no poseer los llamados instru-
mentos de producción que son todo aquello (tierra,
herramientas, máquinas, etc.) que sirve para producir
bienes, para producir riqueza.
Desde las épocas más remotas, sostienen los marxis-
tas, la historia del hombre no es sino la historia de la
<Clucha de clases". Las clases poseedoras (una minoría)
luchan para reteD.er lo que poseen, utilizando (la "ex-
plotación del hombre por el hombre") a las otras cla-
ses (véanse las teorías del valor, la plu.svalía y los
salarios) para producir, en beneficio propio, mayores
riquezas. A su vez, las clases desposeídas (que cons-
tituyen la gran mayoría) luchan para conseguir la
posesión de los instrumentos de producción y la rique-
za, tratando así de liberarse del yugo a que están so-
metidas. Las clases atraviesan periodos de crecimiento,
desarrollo y decadencia. La clase que está en proceso
de decadencia se defiende desesperadamente para con-
servar hasta el final los privilegios de que durante
mucho tiempo disfrutó. Nadie renuncia sin lucha a lo
1 Tomado de E. R. A. Seligman, La Interpretación eco-
nómica de la historia.
MARXISMO 145
que cree· que es suyo. (La aristocracia de sangre fue .
desplazada por la burguesía -Revolución Francesa-
y la burguesía deberá ser desplazada por el proleta-
riado -periodo actual de la lucha de clases.)
Los medios de producción tienen una relación di-
recta con las dases: la tierra con la aristocracia de
sangre, de origen feudal; la máquina con la burguesía
nacida de la Revolución iョ、オウエイゥ。ャN セ Z N@
La clase económica constituye la única distinción
verdadera entre los diferentes grupos de hombres. Aquí
viene el enfoque "internacionalista" del marxismo, por-
que conforme a esta doctrina, el vínculo de necesida-
des, de intereses y aspiraciones comunes que une a los
obreros de Alemania y de Francia, por ejemplo, es
mucho más real y consistente que la denominación
"nacional" que los separa. Así como el gran capital
puede llegar a internacionalizarse y a operar en . fun-
ción de intereses que rebasan las fronteras, el proleta-
riado debe actuar también con criterio internacional.
Hegel entendía el proceso dialéctico de la historia
en forma 'de antagonismos (tesis versus antítesis) de
"espíritus" nacionales, y para él el "espíritu nacional"
de Prusia era la última síntesis de todas las perfec-
ciones. Para Marx no hay factores "nacionales". Lo
{mico que hay en todo el mundo son dos clases: la
desposeída (el proletariado) y la poseedora (la burgue-
sía), en perenne conflicto. Ese conflicto es la médula
rrtisrna del devenir histórico.
¿Qué función desempeña, en medio de aquel con ..
ructo de clases, el Estado político? El de simple ins .. .
trumento de la clase poseedora y dominante. Al entrar
en posesión de los instrumentos de producción, la clase
que empieza a dominar, y que construye a su gusto la
superestructura, tiene que tom"r también el control del
Estado, para hacer las leyes que "legalicen" sus adqui-
siciones y posesiones; para utilizar esas leyes en serví-
146 MARXlSMO

cio propio; para contar con la fuerza; para manejar la


educación, etcétera. ("En toda época las ideas domi-
nantes fueron las ideas de la clase dominante", dice
Marx.)
Las gue.rras entre naciones son producto del conflic-
tos de clases extendido hasta más allá de las fronteras.
Cuando el capitalismo crece desproporcionadamente
adquiere las dimensiones "colonhlistas" e "imperialis-
tas" que lo llevan a expandir los privilegios de la clase
poseedora de una nación sobre el territorio de otras.
La guerra está realmente motivada por estos factores
económicos, según los marxistas, pero para realizarla
se mueve el sentimiento "nacionar' de las grandes ma-
sas de desposeídos quienes son, finalmente, las encarga-
das de librar las batallas. Para todas estas operaciones
de largo alcance, es indispensable que el Estado, el
gobierno, la ley, la fuerza, el ejército, la educación,
los motores de la moral y la sanción pública se en-
cuentren en manos de las clases poseedoras. Por ello,
que al. realizarse una gran transformación de orden
político, la clase social que emerge al primer plano (el
proletariado, en el caso presente) debe tomar el poder
político r.ejercer temporalmente el gobierno, por la
fuerza ('dictadura del proletariado"), ya que la clase
que anterionnente lo dominaba no pelmitirá de buen
grado que se le escape de las manos. Sobre la lucha
de clases y la función del proletariado, dice Marx:
"Lo que yo hice, por primera vez, fue probar: 1) Que
la existenci:l de las clases está solamente relacionada
con fases particulares, históricas, del desarrollo de la
producción. 2) Que la lucha de clases conduce inevi-
tablemente a fa dictadura del proletariado. 3) Que esta
misma dictadura constituye solamente ]a transición a ]a
abolición total de clases y a una sociedad sin clases."2
En \!uanto a la diferencia entre una revolución de
:l Carlos Marx, Carta Wacydemeyer.
MARXISMO 147
clase, y no simplemente política, dice un expositor,
parafraseando a Marx, que las revoluciones políticas
sólo significan que el poder político pasa de manos
de una clase a otra igualmente dominante, pero dejan
intacto el hecho de que siempre queda una clase do-
minada o explotada. En síntesis, que las revoluci0Ites
políticas s6lo liberan teóricamente al ciudadano..!, pero
dejan intacto al hombre, víctima de las condiciones
económicas. El caso de las naciones sudameriCanas con
grandes masas de 'población indígena (Bolivia, el Perú,
el Ecuador, etc.) prueba este aserto. Todas esas nacio-
nes tuvieron "revoluciones libertarias" en el siglo p -
sado. Esas revoluciones transfirieron el poder politico
de la corona de España a la clase colonial criolla. Se
pusieron en vigencia constituciones que otorgaban
libertad e igualdad de derechos a todos los ciudada-
nos. Pero la mísera condición de las grandes masas
indígenas no cambió.

VALOR-TRABAJO. Para comprender de qué manera la


clase poseedora se beneficia a costa de la clase des-
poseída (que es la clase trabajadora), es necesario en-
trar al conocimiento de la relaci6n absoluta que Marx
establece entre el trabajo y el va-lor de los bienes que
se producen y consumen en una sociedad.
Empieza por diferenciar dos clases de valores: el
"valor de uso" que es aquel que el individuo asigna
a un bien, de acuerdo con la utilidad o interés de
una u otra índole que ese bien tiene para él. (Un sello
de correos antiguo, usado, no tiene valor alguno para
una persona cualquiera, pero es un tesoro para un ca-
leccionista.) Este valor "cualitativo" es subjetivo, y
varia de persona a persona. Por consiguiente, no puede
servir de patr6n ni de medida, por su falta de ,uni-
versalidad y permanencia. El segundo tipo de valor
el B」オ。ョエゥセカッL@ es el "valor de cambio", o sea aquel
en razón del cual un bien es intercambiable por otros
148 MARXISMO

(Una manzana puede ser intercambiada por dos na-


ranjas: luego, una naranja tiene una mitad del valor
de una manzana.) También esta "forma" de valor es
inestable y sujeta a fluctuaciones. ¿Y cuál es el "valor'"
mismo, o esencia del valor que, en mayor o menor
medida, está presente en todos los bienes? r・セョ、@
Marx en El capital: "El trabajo que los bienes con-
tienen. El trabajo que ha costado producirlos. El valor
es 1.IDa simple セ」イゥウエ。ャコVョG@ del trabajo humano."
Este concepto fue ya anticipado por el economista
David Ricardo y otros, y aun por el propio Adam
Smith.
El trabajo contenido o "cristalizado" en un bien se
mide en raz6n del tiempo que se emple6 en la tarea de
produoir ese bien; se lo mide en "unidades de tiempo
socialmente necesario". Las unidades pueden ser meses,
semanas, días u horas. Y por tiempo "socialmente ne-
cesario" se entiende el tiempo ·promedio que emplea
un obrero normalmente eficiente con las máquinas y
técnica corrientes en su época, para producir un bien.
(Entre ::el rendimiento de un obrero ineficiente, con
malas máquinas y mala técnica, que hace un par de
zapatos en 24 horas de trabajo, y otro eficiente, con
buenas máquinas y buena técnica, que hace el mismo
par de zapatos en 18 horas, se toman las 18 horas como
índice del "tiempo socialmente necesario".)
Para calcular, en último análisis, el trabajo contenido
en un bien, no solarr.ente debe tomarse en cuenta el
trabajo directamente realizado en su producci6n, sino
el que se empleó para extraer la materia prima y para
hacer las máquJnas con las cuales se fabriea este bien,
etcétera.
En la determinaci6n del trabajo que cuesta a un mé-
dico extender una receta (cosa de minutos), se tiene
en cuenta セャ@ tiempo de aprendizaje y la experiencia
de ese pro'fesional. Pero trátase de trabajo directo o
indirecto, lo cierto, según :Marx, es que el trabajo y
MARXISMO 149
sólo el trabajo contenido en un bien es lo que le da a
éste su valor. (Si hacer una silla requiere dos veces
más tiempo que hacer una mesa, el valor de la silla es
dos veces mayor que el de la mesa.)
A la clásica objeción de que hay bienes, como las
piedras preciosas, que tienen mucho valor y cuya pro-
ducción, sin embargo, no ha costado gran trabajo, Marx
responde (El capital) en los siguientes términos: セGlッウ@
brillantes aparecen rara vez en la superficie de la tierra,
y por tanto su oescubrimiento demanda nmellO tiempo
de u·abajo. Consecuentemente, hay mucho trabajo re-
presentado en un pequeño objeto... De acuerdo con
Eschwege, el producto total de las minas de brillantes
del brasil durante los ochenta años que concluyeron en
1823 no había :igl 131ado el . precio de la producción
media de café y azúcar en el mismo país, durante un
año y medio, aunque los .brillantes costaban mucho más
trabajo y, por consiguiente, representaban mayor valor.
Con minas más ricas, la misma cantidad de trabajo
quedaría distribuida en un número mayor de brillantes
y el valor de éstos caería... Si se pudiera, con fOCO
gasto de trabajo, convertir carbón en brillantes, e va-
lor de los diamantes caería por debajo del de los la-
drillos. Por consiglJiente, el valor de una mercancía va-
ría en razón directa de la cantidad e inversa de la pro-
ductividad del trabajo incorporado en esa mercancía."
eu·anto mayor es la productividad del trabajo, me-
nor es el tiempo de trabajo requerido para producir
un artículo y menor el valor de éste. Y, viceversa, cuan-
to menor es la productividad del trabajo, mayor la can-
tidad de trabajo cristalizado en aquel artículo, y mayor
el valor de éste. Por eso, el artículo hecho a mano vale
más que el fabricado con máquinas.

PLUSVALÍA y SALARIOS. Este punto, en el que se esta-


blece la relación que existe entre el salario pagado por
el empresario al obrero y el valor del trabajo realizado
150 セl@ ... nXlsMO

por éste para aquél, es uno de los más complejos e


importantes de la teoría.
El trabajo que el obrero vende al empresario (a cam-
bio del salario) es una mercancía, puesto que puede
venderse. Como todas las demás, esta mercancía tiene
un valor, que es el del trabajo contenido en ella. El
"valor-trabajo" contenido en la "mercancía-trabajo" es
el del "tiempo socialmente necesario" que se emplea
para producir las cosas que consume el obrero (ali-
mento, ropa, etc.) y que lo mantienen vivo y en con-
、ゥ」ッョ・セ@ de producir trabajo. Ese "tiempo socialmente
necesário" es equivalente al salario de subsistencia, al
salario mírúmo del obrero, cuyas necesidades (sobre
todo en tiempos de Marx) son también mínimas.
Supongamos, como ejemplo, que lo que mantiene
vivo al obrero tenga un valor de cinco horas diarias.
S610 el valor de esas cinco horas, y no más, es lo que
el empresario paga al obrero, tanto porque (según
Marx) ése es el verdadero valor (el "valor-trabajo")
de la mercancía que el obrero le vende, como porque
(en tiempos de Marx) el trabajo, como todas las mer-
cancías, está sometido, sin defensa alguna, a la ley de
la oferta y la demanda, y hay más oferta que deman-
da, o sea que el obrero tiene que vender su trabajo al
precio que quieran pagarle.
Pero el obrero, al que s610 le'pagan el valor de aque-
llas cinco horas, tiene que trabajar la jornada ordina-
ria entera, de ocho horas (o más, en ese entonces), y,
por ende, produce el valor de ocho horas de trabajo
para el empresario. Por consiguiente, el empresario se
beneficia con las tres horas de diferencia. Esa diferen-
cia, o trabajo no pagado, es la plusvalía ("plusvalía di-
recta") que constituye las utilidades, el lucro, en que se
funda la empresa capitalista.
Aunque nunca ha llegado a explicarse claramente
por qué el trabajo humano -según esta teoría- siem-
r

MARXISMO 151
pre produce más de lo que consume, algún tratadista
dice que poniendo el ejemplo de las máquinas es más
fácil comprender qué es aquello del "trabajo contenido
en el trabajo", si recordamos que se puede, perfecta-
mente, hablar del valor (trabajo cristalizado) de la ga-
solina necesaria para producir un kilovatio de electri-
cidad. La máquina que consume gasolina y pr09.uce
electricidad es como el obrero que consume 。イエ■セオャッウ@
de subsistencia · y produce trabajo.
La teoría de que los salarios s610 son equivalentes a
las necesidades mínimas, de mera subsistencia, de los
obreros fue ya enunciada por David Ricardo, y Fer-
dinand Lassalle le dio el nombre de "Ley de hierro de
los salarios" con el que se conoce generahnente. Lo que
hizo Marx fue suministrarle una base de análisis "cien-
tífico" que no había tenido hasta entonces.
Volviendo por vía ilustrativa a la plusvalía, cabe ex-
plicar que cuando se habla de la plusvalía de las pro-
piedades inmuebles, como en el caso de una finca q ne
ha awnentado de valor merced a un nuevo camino
que pasa a su vera, la plusvalía se origina en el trab ajo
empleado en hacer ese camino que indirectamente ( in
contribución de su parte) beneficia al propietario de 1
ヲゥョセ。L@ al awnentar el valor de ésta.
En cuanto a los salarios, y a la proporción en que
se los fija (el nivel de las necesidades mínimas del
obrero), debe recordarse nuevamente que en la época
de Marx no existía ni la legislación social que protege
al trabajador, ni la organización sindical con que éste
se defiende en nuestros días. Aquella "venta" de la
mercancía denominada trabajo era una venta hecha en
un mercado libre en el que no privaba otra cosa que
L'l. más descamada ley de la oferta y la demanda. Y,
en un momento en que grandes masas de población
eran desplazadas del campo hacia las ciudades, la ofer-
ta era siempre mayor que la demanda. Inclusive los
aumentos temporales de salarios, al estimular la nata-
152 MARXISMO

lidad entre las familias de trabajadores, acababan -10


dijeron Malthus y Ricardo- por aumentar la población
y, por tanto, la oferta de trabajo. De ahí que el obrero
se .ofreciera a cambio de una ración de hambre (vélJ$e
el capítulo del liberalismo).
Es lógico que las plusvalías que percibe y acumula
el empresario aumenten en razón directa del número
de obreros que emplea y, por ende, del tiempo de tra-
bajo no pagado con que se beneficia dicho empresario.
Esta es la raíz de la "acumulación progresiva del ca-
pital".

CoNCENTRACIÓN DE CAPITALES. El capital no sólo au-


menta en razón del fenómeno anotado líneas arriba,
sino que se concentra en manos de un número cada
vez menor de empresarios. Porque si una fábrica em-
plea más obreros y, por consiguiente, rinde mayores
utiHdades a su propietario, éste tiene más dinero para
, ampliar instalaciones, p3.l'a pedeccion3.l' sus métodos,
para producir un volumen mayor de mercancías y (esto
es muy 'importante) para producirlas más baratas y así
cubrir un área mayor del mercado. Esto acaba por crear
una competencia insoportable para el empresario pe-
queño que en condiciones desfavorables fabrica los
mismos artículos y acaba por verse frente a un dilema:
o caer en la quiebra (en cuyo caso el empresario grande
le compra en remate la fábrica) o unirse al grande. Re-
petido este proceso consecutivamente, llega un momen-
to en que se establece un virtual monopolio. Los mo-
nopolios industriales ofrecen oportunidades aún mejo-
res para contratar (sin competencia) a obreros que gá-
nan menos y que, por consiguiente, producen mayores
plusvalías.

Hasta aquí los aspectos más importantes de la teoría


marxista. Después de haberlos examinado, se compren-
derá mejor aquello que declamos al comenzar este ca-
MARXISMO 153
pítulo: que el marxismo, más que Wl programa político,
es un "método" de análisis econ6mico aplicado al ca-
pitalismo.
Una de las características de ese método es su cohe-
rencia. En efecto, adoptar. el principio dialéctico ofrece,
al que lo acepta, la posibilidad de comprender cada es-
tadio de la historia, no como Wl fen6meno aislado" in-
congruente y estático, sino como el resultado dinán'Íico
)' lógico del fenómeno histórico que le antecedió y de
los elementos de autodestrucción que éste cncerraba en
,í mismo. Aceptar el matcrialismo histórico quiere decir
buscar, en medio de otros Jactores interdependientes,
la causa econ6mica profunda que, "en última instan-
cia", determina el acontecer lúst6rico. La teoría de) '
_'alor-trabajo nos lleva a la de la plusvalía y ésta explica
el mecanismo de acumulaci6n de riquezas en manos
le una clase social, a costa de la miseria de la otra.
La constante beligerancia entre ·ambas clases, su lucha
¡in cuartel ni tregua es lo que, a la larga, constituye la
nédula misma de la historia.
La complementaci6n de estos elementos de la teoría
"!s, pues, dara y coherente. Pero falta algo más: la ex-
)licaci6n de la fo'r ma en que los factores anotados en-
:ran en juego para determinar la caída final e "inevi-
able" del sistema capitalista. En otros términos, In
:!onclusi6n política a que llega Marx mediante la ex-
)licaci6n de su método dialéctico.
El proceso -a grandes rasgos- es el siguiente: la
uente de las utilidades y, por ende, de la riqueza de
os capitalistas es la plusvalía, o sea el valor del traba-
:> no pagado al obrero. La constante y creciente acu-
nulaci6n de estas plusvalías significa que se hacen
lUevas inversiones y que la industria crece. Al crecer.
lace indispensable el aumento del número de obreros,
. . a búsqueda de nuevos obreros, o sea la demanda de
rabajo, hace que los salarios suban, ya que, como el
lrOceso de expansión se deja sentir no s610 en una em-
154 MARXISMO

presa sino en el mercado entero, todos los empresarios.


al mismo tiempo, están contratando a un número mayor
de trabajadores. Al subir los salarios, disminuye la plus-
valla (o sea que disminuyen las utilidades). Esto llega
a un punto intolerable para las empresas, y el recurso a
que apelan consiste en utilizar nuevas máquinas para
reemplazar a los obreros. Se hacen despidos en masa y
se produce la desocupación. Empero, "los empresarios
no se han salvado. En primer lugar, porque si la ma-
quinaria llega a producir $1000, quiere decir que el
empresario ha tenido que desembolsar los $1000 que
representa esa producción"; según Marx, solamente el
valor del trabajo humano ("capital variable") y no el de
las máquinas. ('<capital constante") produce plusvalía.
En segundo lugar, porque como todos los empresarios
están haciendo lo mismo, simultáneamente, y la com-
petencia es desesperada, se reduce cada vez más el
margen de las utilidades hasta que virtualmente des-
aparece. En esta etapa las empresas grandes absorben
a las ·pequeñas. La producción se ha hecho tan grande
y los consumidores han disminuido de tal manera, por
las reducciones de personal en las industrias, que el
mercado acaba por paralizarse. Ha llegado la crisis.
Con grandes dificultades se produce la recuperación.
Los obreros, sometidos por hambre, venden su trabajo
a cualquier precio. La maquinaria que quedó parali-
zada puede ser adquirida a precio vil. Las empresas
más fuertes logran ponerse en pie.
El proceso es constante. Sus consecuencias cada vez
peores. Según Marx, a través de estas caídas repetidas
es como se va abriendo un abismo más y más ancho y
profundo entre la clase poseedora cada vez menos
numerosa, compuesta por los propietarios de las em-
presas que surgen, y la clase de los desposeídos, cada
vez más grande y miseraple, ya que cada nuevo gol-
pe, más duro que el anterior, aumenta el número de
víctimas.
MARXISMO 155
Se lle2;ará a un punto crítico en el que las masas
desposeídas, el proletariado (cuyo trabajo, de acuerdo
con Marx, es la fuente única de toda la riqueza), aca-
bará por rebelarse para dar un último empujón a las
paredes ya carcomidas del edificio. Tal es la acción
revolucionaria indispensable "para que la agonía no se
prolongue". La revolución que, a u'avés del periodo
transitorio de la "dictadura del proletariado", acabará
estableciendo las bases para la "sociedad sin clases" ·del
futuro. El proceso dialéctico se ha cumplido. La tesis,
el sistema capitalista. La antítesis, sus propias fallas,
las defectuosas leyes de su dinámica, que engendran las
crisis e incrementan la miseria de las mayorías: los ··se-
pultureros" del capitalismo de que habla el Manifiesto
comunista. El choque entre la tesis y la anütesis crea
la síntesis: la sociedad futura.
Obsérvese que todo esto significa el imperio de un
"detenninismo" histórico y un encadenamiento "ine.:
vitable", de causa a efecto, que conduce al capitalis-
mo a su ruina final. (Lo que el marxismo no explica
es en qué forma afectará el "proceso dialéctico" a la
sociedad sin clases del futuro.) .
Es así como se cllIllple el proceso, en teoría.
¿Se cumple también en la práctica? Los marxistas
ortodoxos dÍcen que sí, y lo demuestran con estadís-
ticas relativas a la concentración de capitales, a las
crisis ocurridas (desde el tiempo de Marx), etcétera.
Los antimarxistas sostienen lo contrario, valiéndose en
muchos casos de las mismas estadísticas (la estadística
puede demostrarlo todo, según como se presenten las
cifras y según como se las interprete).
En medio de esta polémica interminable, podemos
.sacar algunas conclusiones relativamente claras a la
luz de la experiencia:
a) El socialismo en general puede reclamar para sí
el mérito de haber incorporado el elemento de la ne-
cesidad y la angustia humanas a las fórmulas que hoy
156 MARXISMO

se utilizan para analizar el fenómeno económico. Los


panegiristas del "liberalismo puro" consideraron el tra-
bajo como un simple valor abstracto y frío, deshuma-
nizado, en la ecuación del capitalismo. Cupo a los so-
cialistas restituir su realidad carnal a ese factor tra-
bajo. Y -¿paradoja?- fue el socialismo "materialista"
de Marx el que impartió a . tal evaluación ィオュ。ョゥコセᆳ
dora una urgencia dramática de la que ya no es posi-
hle hacer caso omiso hoy, aunque se rechace el mar-
xismo como doctrina.
b) Marx contemplaba un capitalismo distinto del
que conocemos hoy Aquel capitalismo había alcan-
zado, aparentemente, su punto de saturación. Parecía
que no podría crecer más. Giraba, golpeándose contra
su propios límites, dando tumbos y levantándose pe-
nosamente, cada vez más débil, cada Vez más prepa-
rado para la próxima caída. Pero el mundo capitalista
creció desmesuradamente después de Marx. Los lími-
tes se agrandaron tanto, que los golpes se hicieron
menos frecuentes y menos rudos. Nuevos mercarlos,
nueva tecnología, nuevas necesidades, crearon ámbitos
-imprevisibles para Marx- de actividad, de prosperi-
dad, de trabajo. "Imagínese solamente la cantidad de
trabajo humano que ha absorbido la industria auto-
movilística, poniendo en duda -siquiera temporabnen-
te- · el supuesto axioma de que la máquina devoraría
al hombre." Esa posibilidad expansiva es uno de los
factores que ha hecho fallar, por lo menos en sus con-
secuencias inmediatas, la predicción marxista.
e) El proletariado de hoy no es el que tenía ante
sus ojos Marx. El salario del trabajador ha dejado de
ser apenas lo indispensable para mantenerlo vivo. El
obrero se ha asociado, ha constituido una fuerza
inmensa (la fuerza sindical), de acción decisiva me-
diante la huelga. En países como los Estados Unidos
o Suecia, Alemania Federal, Francia, la mayor parte
del proletariado ha perdido, además, su "conciencia de
MAl\XlSMO 157
clase". La que hoy tiene, en cambio, es una concien-
cia de clase media, una conciencia "burguesa". Por
otra parte, la clase media ha crecido en tal fonna que
casi llena el abismo (que según Marx debía ser pro-
gresivamente más ancho y más profuhdo) entre la bur-
guesía y el proletariado. Finalmente, los impuestos
que hoy reclama para sí el Estado merman conside-
rablemente el margen de utilidades del capital.' Estos
y otros cambios ocurridos desde · fines del siglo XIX
han modificado profundamente las leyes de la diná-
mica capitalista.
d) Marx consideraba que el gobierno es siempre un
instrumento de la ·clase poseedora, creado por ésta
para defender sus privilegios y para hacer factible la
explotaci6n de la clase desposeída. Sin embargo, la cla-
se desposeída ha encontrado acceso directo o indi-
recto al gobierno, sin necesidad de la violencia. De
este modo, se han dictado leyes francamente favora-
bles al proletariado y. represivas para el capital. Este
nuevo tipo de gobierno, que ha pennitido el desarro-
llo de la fuerza sindical y ha legislado en favor del
obrero, ya no es, lisa y llanamente, "un instrumento
de la clase poseedora".
e) Para concluir, la clase poseedora tampoco ・セ@ la
misma que conoció Marx. Más por instinto de con-
servaci6n que por generosidad, ha tenido que rendir-
se a la evidencia de- los hechos. Tuvo que compren-
der que, si no modificaba su conducta, la predicci6n
de Marx se cwnpliría rápida e inexorablemente. Por
eso, de buen grado en algunos casos, y a regañadien-
tes en los más, hizo concesiones. En vez de derrocar
a los gobiernos que dejaron de ser cCsu" instrumento,
acat6 las leyes que aquéllos dictaron en favor de los
obreros. Para no verse obligada a ceder a las deman-
das ilimitadas de los sindicatoS, y aun para minar a
éstos, oio de sí, espontáneamente, mejores salarios y
beneficios tales como participaci6n de los obreros en
158 MARXISMO

]as utilidades, seguros de salud, fondos de jubilación,


etcétera. (Véase el capítulo del liberalismo.)
. Todo esto representa lo que no se ha cumplido (aún
no se ha cumplido, dicen los marxistas) de la predic-
ción de Marx. Hay otro aspecto, empero, en el que,
según señala Heilbroner,3 el pron6stico marxista fue
acertado, Marx se refería a un "capitalismo puro", al
de su tiempo. El capitalismo de hoyes un capitalismo
que se salva, en algunas partes del mundo, gracias a
la pérdida de su "pureza". Una sociedad en la cual
]os capitalistas se reforman; en la que los trabajado-
res no están, por regla general, a raci6n de hambre;
en la que esos trabajadores tienen ,acceso al gobier-
no; en la que el gobierno pone freno a la libre em-
presa y en la que el propio capitaHsmo "liberal" se
"desliberaliza" volunta.riamente, admitiendo leves socia-
les favorables a los obreros y leyes, contra; el mono-
polio,. y soportando sistemas impositivos virtualmente
expropiatorios, ya no es la "sociedad capitalista" de
que hablaba Marx.
En este sentido, Marx tenía raz6n: el puro capita-
lismo liberal ha muerto, confonne a la profecía, pero'
dejando herederos que él no había previsto.
La conducta de los nuevos herederos (nuevos per-
files del capitalismo), las modalidades sociales deter-
minadas por ellos, las necesidades de nuevos planes de
lucha y, muy importan temen te, los intereses naciona-
les y aun continentales de quienes esgrimen las armas
ideol6gicas y materiales del marxismo, han determi-
nado las nuevas interpretaciones de la doctrina básica,
cada una de las cuales reclama para sí el privilegio
exclusivo de la "pureza" doctrinal. Desde ese punto
de vista dogmático toda interpretación es "desviacio-
nista" y se la acusa de complicidad con los intereses

3 R. L. Hcilbroncr, T/¡e Worldly Pl1ilosop]¡ers.


MARXISMO 159
y maquinaciones del enemigo común: el capitalismo,
el imperialismo.
Si se tratara solamente de una controversia doctrinal
académica, el problema no tendría mayor trascenden-
cia práctica. Pero también entran en juego la segu-
ridad, el crecimiento y la preponderancia de cada uno
de los grandes países que fonnan el bloque セイクゥウエ。@
y defienden su frontera tanto ideológica como tenito-
rial y económica contra el imperialismo. (Concretamen-
te la Rusia Soviética y la República Popular de China
contra los Estados Unidos de Norteamérica), y エ。ュ「セ←ョ@
su hegemonía sobre los partidos de filiación marxista
y las grandes masas humanas a las que en todo el
mundo se trata de incorporar en uno u otro de los
ejércitos políticos de la izquierda revolucionaria.
Entonces, la controversia sale de los abstractos re-
cintos de la ideología y se traslada a las trincheras de
la práctica política que, en el caso del marxismo, están
situadas en terrenos comunistas. Es, pues, al capítulo
del Comunismo al que corresponde el examen del fe-
nómeno que en estos tiempos tiene dividido al mWlqo
-intelectual y geográfico- sobre el que desde hace 125
años se proyecta la inmensa sombra del pensamiento
de Marx.

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