Material 3 - Lecutra - Modulo 2 Historia Del Paraguay

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2.

GUERRA DEL PARAGUAY:


OFENSIVAS PARAGUAYAS (1864-1865)

Campaña del Mato Grosso (diciembre de 1864)


Mientras López espera el "pronunciamiento" de Urquiza que le permitirá cruzar las misiones argentinas y defender
la República Oriental, inicia la ofensiva contra el Mato Grosso.

El alto Paraguay, posesión española según la línea de Tordesillas, había sido ocupado por los bandeirantes portugueses
desde el siglo xvii. Elevado al rango de "provincia del imperio" su comunicación con Río de Janeiro, larga y penosa, se hacía
a través de la selva; y por eso Brasil insistía en la libre navegación del Paraguay concedida en Asunción con retaceos.
No era la reivindicación de los derechos de Tordesillas, ni el problema de límites (Paraguay pretendía hasta el río
Blanco, Brasil quería el Apa), el motivo capital de la ofensiva a Mato Grosso. El imperio fortificó la provincia en previsión
de la guerra y convenía desbaratarla cuanto antes; y la posesión del Mato Grosso permitiría a Paraguay abastecerse de carne,
si las comunicaciones con Corrientes se cortaban.

El 24 de diciembre de 1864 zarpa de Asunción una escuadra de cinco vapores (entre ellos el capturado Marqués de
Olinda) transportando un ejército de 3.500 plazas y doce cañones, al mando del general Barrios. Simultáneamente sale
de Concepción, por tierra, otra columna de 2.500 jinetes y un batallón de infantería que dirige el coronel Manuel Isidoro
Resquín.

Corta es la campaña del Mato Grosso: la toma del fuerte de Coimbra, valerosamente defendida por el coronel brasileño
Portocarrero, será el episodio más importante (27 de diciembre). Después, el ejército paraguayo ocupó Corumbá, capital de la
provincia, y los fuertes menores Miranda, Albuquerque y Dourados.
Tras dejar custodia suficiente, Barrios y Resquín vuelven a Paraguay con ganado vacuno, y las armas y pertrechos de los
vencidos 79.

79
Algunos han criticado la ofensiva, juzgando inútil y peligroso distraerse en los momentos iniciales del conflicto con una
operación secundaria.
El cargo no es consistente. La expedición al Mato Grosso no distraía la ofensiva por el sur: los soldados no pasaron de 8.000, los
preparados en la costa del Paraná superaban 30.000. La recuperación del Mato Grosso era una antigua ambición; si bien España
acabó por reconocer la posesión de los bandeirantes, entusiasmaba a los paraguayos la posibilidad de volverlo a su dominio. Su
posesión permitiría —como ocurrió— abastecerse de carne, y final mente López pensó detener la marcha de Jodo Propicio en el
Uruguay, que iría en defensa del territorio brasileño. Esta eventualidad no se produjo ni por la ocupación del Mato Grosso ni por la
invasión de jefes orientales a Río Grande: "Primero apoderarse de Montevideo, después lo demás", fue la consigna de Paranhos.
Montevideo daría a los brasileños el dominio del Plata, y Mitre no podría evadir la alianza. Otra cosa podía ocurrir si se abandonaba
la República Oriental.

Parcialidad del gobierno argentino


Desde las puntas del Rosario, en junio de 1864, estaba resuelta, con el padrinazgo de Thornton, la alianza del
gobierno mitrista con Brasil, protocolizada para mayor seguridad el 22 de agosto.

No era secreta, sino a voces. La Nación Argentina, el diario del presidente, convocaba a "una cruzada para redimir al
Paraguay", calificaba a Solano López de "boa en medio del fango sangriento de sus crímenes", y en el artículo El Atila
Americano le declaraba "la guerra de la civilización contra la barbarie", la "guerra a muerte" (8 y 26 diciembre 1864, 22 de
enero 1865). Tribuna de los Varela llamaba al presidente paraguayo "estúpido, torpe, infame, cobarde, monstruo, bárbaro,
gato, payaso que da risa, mangangá, indio, sombrío tirano" (11 de enero de 1865 y ss.).

Elizalde informa al cuerpo diplomático argentino la guerra resuelta contra Paraguay: "Concluída la cuestión de
Montevideo, la guerra irá al Paraguay y los aliados vencerán", escribe a Balcarce, ministro en París, el 26 de enero de
1865; para quitar recelos agrega el 11 de marzo que la guerra será rápida, pues la escuadra brasileña "va a tomar
Humaitá en unos' días" 84. El 9 de febrero se prohibe a los paraguayos el tránsito "terrestre" por las desiertas Misiones
argentinas para que los paraguayos no detuvieran la marcha de João Propicio sobre Montevideo, al tiempo de
permitirse el "tránsito fluvial", que era en beneficio exclusivo de la escuadra del Imperio.
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La actitud oficial no condecía con la opinión pública argentina, volcada casi íntegramente por Paraguay, pese a la
campaña de La Nación Argentina y Tribuna. Convenía crear, por lo tanto, una "agresión" paraguaya que encarrilase el
espíritu patriótico. Mientras se preparaba, el gobierno se constituye en auxiliar del Imperio en la guerra empezada.
El 20 de diciembre Elizalde escribe al gobernador Lagraña, de Corrientes, que había exteriorizado opinión en favor de los
paraguayos: "Nuestras simpatías no pueden ni deben ser durante esta guerra por los que de un momento a otro pueden ser
nuestros enemigos declarados" 81. El 30 le instruye la función que debe desempeñar el gobernador y el ministro: "Los agentes
del Brasil en ésa pueden necesitar enviar algunos oficios a sus superiores. Le ruego los dirija a mi nombre por expreso, sin
pérdida de tiempo; si hay algo urgente disponga al Espigador (vapor argentino de guerra). Los agentes quedan prevenidos a
ocurrir a V. E." 82. El canciller argentino, el gobernador de Corrientes y la escuadra de guerra estaban, pues, al servicio del
espionaje brasileño.
En la misma fecha —20 de diciembre— Mitre escribe reservadamente a Lagraña: "Ha llegado hasta mí noticias
que en esa ciudad se ha establecido un periódico ( se trata de El Independiente de Juan José Soto) cuya tendencia es la
de justificar y ganarle prosélitos al presidente López del Paraguay en la lucha que parece va a empeñarse con el Brasil
en defensa del partido blanco de Montevideo ... Esta prédica opuesta a nuestros intereses, a nuestra actualidad ... Para
que no logre extraviar la opinión conviene mucho que V. haga todo lo posible, pues no es justo ni político que en
nuestro propio país se alcen alabanzas y se trate de bonificar una administración como la del Paraguay presidida por el
señor López" 83.

Urquiza descontaba que la opinión pública no acompañaría a Mitre en una guerra contra Paraguay sirviendo a
Brasil, y así le escribe a éste el 8 de febrero. El 17 Mitre le contesta: "Aunque no me siguiera más que una
provincia, con ella dejaría bien puesto el nombre y el honor argentinos" ".

La mayor parte de la opinión pública, no sólo en el interior, sino en Buenos Aires, se pronunciaba agresivamente
contra Brasil: los federales por comprensión de la actitud de Paraguay, y muchos liberales, aunque opuestos
ideológicamente a la tiranía de López, comprendían el papel de títere que desempeñaba la Argentina. Inútilmente los
diarios vinculados al mitrismo anunciaban la alianza como un hecho. El 12 de abril Tribuna publicaba bajo el título El
Presidente Mitre: "Siendo un hecho la guerra contra el Paraguay, el popular presidente don Bartolomé Mitre será el
que se ponga al frente de los ejércitos aliados que marcharán a redimir al pueblo paraguayo. ¡Qué envidiable posición!
Un hombre de corazón e inteligencia como el general Mitre, gozará al verse al frente de un ejército encargado de
realizar tan altos destinos" 85.80 ARE, misión Balcarce. Cartas de las fechas indicadas de Elizalde a Balcarce ( cit. por j.
M. Mayer, Alberdi y su tiempo).

81
J. Rebaudi, La declaración de guerra del Paraguay. Esta nota reservadísima —como las que siguen— cayó en poder de
los paraguayos cuando entraron a Corrientes el 14 de abril. López las publicó en El Semanario de Asunción.
82
Ibídem; entre paréntesis mío.
83
Ibídem; entre paréntesis mío.
84
AM, II, 106 y 114.
85
O'Leary, o. c.

Declaración de guerra paraguaya (19 de marzo)


Desde el 15 de febrero López ha convocado el congreso nacional paraguayo (doscientos diputados, previsto
por la constitución para los casos graves), que se reúne en Asunción a mediados de marzo.

Aprueba la guerra empezada contra Brasil, confiere al presidente el grado de mariscal de los ejércitos patrios y
confirma la creación de la Orden del Mérito que premia servicios a Paraguay.
López le somete la denegatoria de Elizalde al tránsito por las Misiones, y la nota pidiendo explicaciones por el
acuartelamiento de tropas paraguayas cuando nada objetaba al ejército brasileño en el Uruguay y a la escuadra de
Tamandaré en el Plata. La comisión del congreso entiende que "el gobierno argentino debiera ayudarnos en la guerra
que hace Brasil rompiendo el equilibrio del Plata, pero como hacía lo contrario infería su dependencia del Imperio".
Entiende que el tránsito por Misiones es vital para defender el Estado Oriental, y "si una guerra sobreviniese con la
República Argentina... no es la guerra, sino la defensa de la paz y de nuestra propia conservación". Hacía el distingo que
los enemigos de Paraguay no eran los argentinos, sino "las maquinaciones de los porteños... porque lejos está la mente
de esta comisión al confundir al pueblo argentino con esa fracción demagógica de Buenos Aires" 86.

Aprobado el informe al día siguiente —18 de marzo—, el congreso autoriza al presidente a declarar la guerra
al actual gobierno argentino. Al otro día —19— López promulga la ley declarando la guerra al "actual
gobierno...", que publica el 23 en El Semanario, su órgano oficial.

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86
Rebaudi, o. c.

El gobierno de Mitre oculta la declaración de guerra


Que en Buenos Aires no se supo la declaración de guerra hasta después del primer acto de hostilidad
paraguayo (ocurrido veinticinco días después, el 13 de abril) no puede sostenerse seriamente. Convocar y reunir
un congreso no era habitual en Asunción, y no pudo pasar inadvertido a los representantes diplomáticos ni a los
numerosos informantes argentinos y brasileños de la capital paraguaya. Si ese congreso votaba nada menos que
una declaración de guerra en sesiones públicas, suponer que el gobierno afectado, vecino y en constantes
comunicaciones, pudo ignorarla a los veinticinco días, sería aceptar que era el gobierno peor informado de la
tierra. Si la declaración se publica en el periódico oficial, y único, y ni el presidente contra quien se dirige ni su
ministro de relaciones exteriores, ni siquiera el gobernador de una provincia inmediata, como Corrientes, en
constante comunicación, pudieron enterarse, es aceptar lo inadmisible.

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La comunicación del ministro Berges a Elizalde informando, por fórmula, la declaración de guerra fue mandada a
Buenos Aires el 29 de marzo. Elizalde dirá después que la recibió el 3 .de mayo. No puede atribuirse a la cancillería
paraguaya una remisión tardía -como dirán los diarios mitristas— para dar un golpe militar inesperado, porque
entonces no habría habido voto del congreso, ni declaración pública del presidente paraguayo, ni menos publicidad en
el periódico asunceno.
Aceptando una negligencia inconcebible en las informaciones del gobierno argentino y un retardo absurdo de la nota
paraguaya, siempre hay un hecho demostrativo que, por lo menos el 8 de abril, en Buenos Aires se sabía la declaración
de guerra. El 3 de abril Berges ordenó a los cónsules paraguayos en Corrientes, Paraná, Santa Fe y Buenos Aires que
pusiesen a recaudo los archivos a causa de la guerra. Telegrafiada la orden a Humaitá, el mismo día zarpa de allí,
llevándola, el teniente Cipriano Ayala en el vapor paraguayo Jejuí; trasborda en Corrientes al mercante inglés
Esmeralda, que hacía la línea Corrientes-Rosario; de este puerto fleta un vaporcillo, el Pavón, que lo lleva a Buenos
Aires. El 8 está en la capital argentina y deja la nota al cónsul Félix Egusquiza, después de haber informado a los
demás agentes consulares del trayecto. Egusquiza no ocultó la orden, y la noticia corrió por Buenos Aires. "Desde
mediodía del 8 —informa Thornton— ha circulado el rumor en esta ciudad de que el gobierno paraguayo había
declarado la guerra a la República Argentina. Esta noticia derivó de que ese día llegó de Asunción un mensajero para el
agente paraguayo en ésta, señor Egusquiza" 87. Thornton entrevista a Elizalde y Mitre el mismo día confirmando la
declaración de guerra; quiere enterarse de la nota paraguaya —el 11— que Elizalde no la tiene o no quiere mostrársela,
pero le asegura su existencia porque "un amigo suyo había visto una copia de la nota del gobierno paraguayo que
contiene la declaración de guerra" 88.
Los diarios porteños guardaron el más estricto silencio y ni siquiera comentaron el "rumor". Eso permitió que los
especuladores jugaran a la baja de los valores bursátiles; El Nacional comenta el 11 que se han hecho fortunas en la
Bolsa, y hay acusaciones a los hombres del gobierno, levantadas por Elizalde en El Correo del Domingo del 16 que
atribuye "la maniobra al tirano López que quiso embolsarse unos miles".

¿Por qué se ocultó al público la declaración de guerra? ... No habrá sido para especulaciones bursátiles sino por un
propósito político. La guerra era tremendamente impopular, y cambiándola en agresión paraguaya gratuita podría
crearse un clima favorable al gobierno.

87
Informe a Russell del 12 de abril de 1865.
88
Informe anterior. Ayala fue apresado en su viaje de regreso encontrándose el Esmeralda a la altura de Goya, y rigurosamente
incomunicado se lo llevó a Buenos Aires para procesarlo por "espía del enemigo enviado con comisión de su gobierno después de
declarada la guerra" (dirá la acusación del fiscal). Efectivamente, el 3 de abril en que salió de Humaitá con su comisión, Paraguay
había declarado la guerra; lo sabía el fiscal acusador de Ayala, pero lo ignoraba el presidente Mitre.
La detención de Ayala —con incomunicación rigurosa— duró hasta 1869 cuando ya no gobernaba Mitre, Paraguay estaba
destruído y poco importaba lo que dijera Ayala. Su larga prisión lo había derrumbado física y moralmente: en 1869 "trabajaba de
albañil en uno de los barrios del sur de la ciudad de Buenos Aires" dice Rebaudi (La declaración de guerra).

Ofensiva paraguaya sobre Corrientes (13 de abril)


En la nota del 3, de Berges a los cónsules paraguayos, se les advierte que "las primeras hostilidades se harían
sin demora sobre la provincia de Corrientes por tierra y por agua".

Rawson, que está en Córdoba, se entera del texto de la nota el 17 de abril 89. Conjeturablemente se habrá sabido en
Buenos Aires el 8 al arribar el teniente Ayala.

Se reparaba en Corrientes un pequeño buque de guerra, el Gualeguay, destinado al trasporte de caballos. No


podía extrañar que, aun presumiéndose un ataque paraguayo, se lo dejase amarrado al puerto, pues no podría tentar
a los invasores. No es tan explicable que otro buquecillo de guerra, el 25 de Mayo, anclase en esos días en
Corrientes, pues por su escasa combatividad —era un mercante armado— no servía para defender la ciudad.

En Corrientes se dijo que el gobierno nacional puso el 25 de Mayo como cebo para un ataque paraguayo y presentar
a López como agresor 90.

La noche del 13 de abril, cinco buques de guerra paraguayos llegaron a Corrientes, apoderándose por primera
providencia de ambos buques. No hubo lucha. Al día siguiente, 14, desembarcaron en la ciudad, sin encontrar
resistencia.
La noticia de la entrada de los paraguayos en Corrientes se supo en Buenos Aires a las cuarenta y ocho horas,
contrastando con la declaración de guerra de veinticinco días atrás que aún no se sabía. La tarde y la noche del 16
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una explicable exaltación tomó a los porteños; manifestaciones recorrieron las calles clamando contra la perfidia
del tirano paraguayo, que agredía a sus vecinos en plena paz. Mitre, reclamado por los manifestantes, pronunció
sus históricas palabras: "En 24 horas en los cuarteles, en quince días en Corrientes, en tres meses en Asunción".

Se difunde una proclama de Mitre: "En medio de plena paz y con violación de las leyes de las naciones el gobierno
del Paraguay nos declara la guerra de hecho apresando traidoramente a mano armada en nuestro territorio dos vapores
de la escuadra argentina y haciendo fuego sobre nuestras poblaciones indefensas. Provocados a la lucha sin haberla
buscado, contestaremos a la guerra con la guerra".

El 17 los diarios de Buenos Aires, cocidos o crudos, se indignaban con el injusto agresor.

El diario inglés Standard comenta el 18: "Si Buenos Aires hubiese declarado primero la guerra, el caso hubiera sido
exactamente adverso. Pero López ha infringido todos los usos de las naciones civilizadas al tomar la flota e invadir territorio
argentino antes de la declaración de guerra. El presidente Mitre es un mimado de la buena fortuna, porque nada pudo hacerlo
más popular que la coyuntura presente".

89
En esa fecha, escribe a Mitre desde Córdoba: "Se me ha comunicado una carta en que se da la noticia positiva de que el 3
del corriente el gobierno del Paraguay ha declarado la guerra a la República Argentina, y que las primeras hostilidades se
harían sin demora sobre la provincia de Corrientes por tierra y por agua" (AM, I, 299).
90
J. Beverina, La guerra del Paraguay, recoge este rumor, descartándolo por absurdo.

La triple alianza
Estaba en Buenos Aires, desde el 11 de marzo, el consejero brasileño Francisco Octaviano de Almeida Rosa, uno de
los prohombres liberales del Imperio 91.

Ya el Uruguay era aliado del Imperio: Flores estaba "obligado a prestar todo su concurso al Brasil" 92. No había un tratado
sino una esquela del 28 de enero (antes de entrar en Montevideo) de Flores a Paranhos declarando que la solidaridad con
Brasil existía "desde mucho tiempo atrás en los sentimientos y las conveniencias recíprocas", sellada en Paysandú "con la
sangre generosa de los bravos de una y otra nacionalidad" 93. Paranhos aceptó el "empeño solemnemente contraído por el
general en su carácter de poder supremo y discrecionario, que se hará efectivo cuando fuere posible en los términos que
ulteriormente se acordaran entre ambos gobiernos" (31 de enero) 94.
Montevideo era una base de operaciones brasileña desde la capitulación de Villalba. El ejército de João Propicio
acampaba en sus alrededores, aumentado con remesas llegadas de todos los rincones del Imperio: a principios de abril contaba
16.000 plazas; en el puerto y Martín García anclaba la escuadra de Tamandaré de 18 buques (1 fragata, 9 corbetas, 7
cañoneras y 1 patacho) con 128 cañones.

Octaviano estudiaba con Mitre y Elizalde (presuntamente desde su llegada en marzo) los términos de la alianza. No
asiste ningún representante de Flores, ni había necesidad. Cuando llegase el momento se le pondría la pluma en la mano
señalándole el lugar de la rúbrica.

Octaviano, que debió ser el artífice de la agresión, demoró la firma del tratado hasta cumplirse aquélla. Convenía a
Mitre el papel de agredido, y convenía a Brasil porque evitaba una interferencia inglesa que redujese las pretensiones
territoriales del Imperio. Porque Inglaterra quería una guerrita limitada a quitar a López del poder y dárselo a abogados
y políticos complacientes, demoler Humaitá invocando 1a libre navegación de los ríos, y echar abajo las fundiciones de
Ibicuy y Asunción en nombre de la libertad económica. Pero de ninguna manera una guerra que agrandase Brasil a
expensas de Paraguay, ni costase a éste muchos futuros consumidores de productos ingleses.

Octaviano será oficialmente recibido 48 horas después de saberse la agresión paraguaya: el 18 de abril. Lo
curioso es que ya estaba listo el tratado de alianza, y a él se refirió en su discurso de recepción.

El consejero imperial no se había limitado a estudiar el tratado de alianza con Elizalde, entre el 11 de marzo y
el 18 de abril. No obstante no haber presentado oficialmente sus poderes hasta después de "la agresión", había
gestionado la estada de la escuadra en Buenos Aires y el permiso para remontar el Paraná para bloquear y
bombardear a Paraguay (1 de abril). Concedido sin mengua de "la neutralidad".
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En su discurso de recepción se le deslizó a Octaviano que el convenio "a firmarse" no innovaba nada, limitándose a
"mantener fielmente la alianza entre las dos naciones", acrecentada por la "agresión del enemigo común". Reconocía el
hecho de una alianza preexistente que, por otra parte, no era un misterio para nadie.

Como no podía exteriorizarse que el tratado se encontraba discutido, se fijaron cuatro días de deliberaciones
—del 20 al 24 de abril— y la fecha —1 de mayo, tal vez para festejar el aniversario del pronunciamiento que
salvó al Imperio en 1851— de su firma solemne en Buenos Aires, con asistencia del ministro oriental Carlos de
Castro.

91
Octaviano llegó a principios de marzo con poderes para redactar un tratado de alianza. ¿Alianza para qué, si el 11 de marzo no
había todavía "agresión paraguaya"?
92
E. Acevedo, o. c., V, 552.
93
Ibídem, V, 457.
94
Ibídem.

Tratado de alianza (1 de mayo)


"Encontrándose en guerra (Brasil y la Argentina) con el gobierno del Paraguay —decía el tratado— por
haberles sido declarada de hecho por ese gobierno, y (la República Oriental) en estado de hostilidad y su
seguridad interna amenazada por el mismo gobierno ... han resuelto" ( art. 1).
1) "Concurrir con todos los medios que fueren necesarios, por tierra o por los ríos" para guerrear a Solano López
(art. 2) 95.
2) "Debiendo comenzar las hostilidades en el territorio de la República Argentina o en la parte colindante del
territorio paraguayo, el mando y dirección de los ejércitos aliados quedan a cargo del presidente de la República
Argentina general don Bartolomé Mitre" (art. 3), como lo había prometido Paranhos en octubre del 64.
3) "No se depondrán las armas hasta no deponer al presidente López". Si los paraguayos se negaban a hacerlo, la
guerra seguiría hasta la extenuación (art. 6). "No haciéndose la guerra contra el pueblo del Paraguay, los aliados podían
admitir en una legión paraguaya a todos los ciudadanos de esa nación" que aspirasen a combatir la tiranía de su
gobierno con la ayuda de los enemigos de su patria (art. 7). (La legión paraguaya — ¡maravillosa previsión!— estaba
formándose en Buenos Aires desde el año anterior.)
4) Exterminado Paraguay, o depuesto López, los aliados se obligaban "a respetar la independencia, soberanía e
integridad" paraguaya (art. 8). Diríase un párrafo de Mitre, pero era Octaviano su redactor. A continuación se fijan los
objetivos de la guerra (además de la deposición de López), sin mengua de "la independencia, soberanía e integridad":
a) Quitarle a Paraguay la soberanía de sus ríos (art. 11).
b) Cargar a lo que quedase de Paraguay con los gastos de guerra (art. 14).
c) Para "evitar las discusiones que traen consigo las cuestiones de límites", Brasil se incorporaba desde ya sus
pretensiones fronterizas (hasta el río Apa por el norte y el Igurey por el este), y Mitre el Chaco paraguayo hasta Bahía
Negra (que no disputaba la Argentina a Paraguay, sino Bolivia) (art. 16).

Era una trampa de Octaviano, en la que Mitre cayó. Y menos mal que no se metió en mayores honduras, porque la
correspondencia de Octaviano con su gobierno revela que se le ofreció "incorporar el Paraguay (lo que quedaba del Paraguay)
como provincia argentina" 96. El espléndido obsequio del Paraguay que intentó hacer Brasil a la Argentina mitrista era —y
bien lo sabía Octaviano— de imposible digestión. El Imperio se presentaría entonces —como se presentó en 1872, después de
cobrarse su cuota fronteriza— como o melhor amigo dos paraguaios para salvarlos de la codicia argentina. Era una trampa
como la urdida contra Rosas en 1843, y que el Restaurador supo eludir (tomo V, pág. 92). Presumiblemente, Octaviano
ignoraba que Mitre y Elizalde estaban asesorados por Thornton que debió ser quien les impidió caer en el garlito. Debe
aceptarse que la perspicacia del inglés no le hizo comprender que el regalo del Chaco paraguayo resultaría, también, in-
digerible, y serviría —como sirvió— al mismo propósito.

5) El tratado quedaría secreto, por lo menos "hasta que el objeto principal de la alianza (deposición de López y
repartición del Paraguay) se haya obtenido" (art. 18).

93 
 

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95
¿Por qué se declaró la guerra a López y no a la República del Paraguay? —decía Octaviano en el senado brasileño el 13 de
junio de 1870—... Es la misma (razón) del Brasil en 1851 cuando bajo la dirección de estadistas respetables declaramos la guerra al
dictador Rosas y no a la República Argentina" (cit. por R. Ortega Peña y E. L. Duhalde, o. C.).
96
"En su oficio confidencial en que da cuenta de las preliminares del tratado de alianza, dice Octavíano que todo estaba
preparado para incorporar el Paraguay a la República Argentina en calidad de provincia" (J. Nabuco, o. e.).

Protocolo adicional (1 de mayo)


El mismo día, Octaviano, Elizalde y de Castro firmaban un protocolo adicional, igualmente secreto, donde se
disponía:

1) "Las fortificaciones de Humaitá serán demolidas, y no será permitido erigir otras de igual naturaleza",
servidumbre que se impondría a lo que quedase de Paraguay.
2) "No dejar en Paraguay armas ni elementos de guerra; los que se encuentren serán divididos en partes iguales
entre los aliados.

Paraguay —los restos de Paraguay— quedarían inermes y castrado ante la apetencia brasileña, inglesa y norteamericana
que, hasta ese momento, pudo repeler.

3) "Los trofeos y botín que se tomen al enemigo serán divididos entre los aliados que hagan la captura". El pillaje
se admitía, y se apresuraba.

Financiación de la guerra
No había dinero para la guerra, pero Octaviano se comprometió a adelantar a Lucas González, ministro de hacienda
de Mitre, un millón de pesos fuertes. Se consiguió otro millón del Banco Provincia y capitalistas particulares de Buenos
Aires, entregándose letras descontables en plaza. Norberto de la Riestra viajó a Londres para gestionar un empréstito de
doce millones que cubriría esos adelantos e hiciera frente a futuras erogaciones.

Riestra no tuvo suerte. Si bien consiguió de la casa Baring 200.000 libras, la colocación del empréstito de doce millones
sólo pudo hacerse en 1868 cuando la guerra estuvo prácticamente terminada. El tipo del empréstito fue el bajísimo del 7211
por ciento por la relativa confianza en el gobierno argentino: sirvió para pagar el adelanto brasileño, las letras emitidas en
1865, los préstamos del Banco Provincia entre 1865 y 1868 y sobre todo a los proveedores del ejército 97.

97
Estos proveedores (Ambrosio Lezica, Anacarsis Lanús, Cándido Galván, José Gregorio Lezama y, sobre todo, el general
Urquiza) merecieron críticas, aun de los hombres del gobierno. El vicepresidente Paz se negó a pagarle a Lezama dos millones por
vestuarios no provistos (25 de octubre de 1865, AM, V, 328); debió esperarse la muerte del vicepresidente para que Mitre saldase la
factura de Lezama con oposición de la contaduría, pero con intereses atrasados (25 de febrero de 1868, Informe de los consejeros
legales del P. E., III, 516, cit. por E. Tamagno, Sarmiento, los liberales y el imperialismo inglés). Lezica cobraba 9 y medio reales
fuertes por la carne en Corrientes, Urquiza 14 reales en Entre Ríos (AM, V, 254). Pero el ejército estuvo hambriento y desnudo; en
1867 el ministro inglés Mathews informaba al Foreign que el gobierno argentino "no vestía ni alimentaba adecuadamente a sus
tropas" (H. S. Ferns, o. c.). Sarmiento, llegado a la presidencia en 1868, clamó contra estos proveedores: "Hicieron fortunas colosales
proveyendo con los tesoros públicos a las necesidades de un ejército sin administración" (0C, XXI, 393). Era tremendo con la gestión
financiera de Mitre —y éste no habría de perdonárselo nunca—, caracterizada por "bandas de famélicos hijos de familia que
necesitaban de proveedurías, nuevos ferrocarriles a la luna y otros medios de engrasarse la pata" (OC, LIII, 359); "los cerdos
engordan mucho... siendo proveedores del ejército y la armada ... bueno es tener el riñón cubierto, pero no hemos venido a este
mundo a trabajar como negros del Brasil, nada más que para proveer a los proveedores con que llenar la barriga" (OC, LII, 361).
Según Sarmiento, los proveedores de la guerra del Paraguay le regalaron la casa a Mitre (carta a Sarratea del 17 de marzo de 1889,
cit. por Tamagno, o. c.). No eran solamente los proveedores quienes se engrasaban la pata (en la gráfica expresión de Sarmiento):
también los pagadores del ejército complicados con los jefes de divisiones: Sarmiento al llegar a la presidencia suprimió de las
planillas de sueldo y prest a 1.600 supuestos soldados que revistaban falsamente (A. Palcos, Sarmiento).

Ratificación (24 de mayo)


Firmada la alianza y el adicional, no tenía objeto ocultar la declaración de guerra hecha por Paraguay en marzo. El 4
de mayo, Elizalde informa haberse enterado, con retraso de cuarentiséis días, de la ley del congreso paraguayo.
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El 24 de mayo el manso congreso mitrista ratifica en sesión secreta y a libro cerrado (no enterándose los
legisladores de lo que ratificaban) el tratado de alianza.

"¡El tratado es secreto, la sesión es secreta, sólo la vergüenza es pública!" clamará La América de Guido y Spano y
Navarro Viola, cuando al año siguiente —1866— el gobierno inglés publicaría el tratado ante el estupor y la indignación de
América.

En la República Oriental no hubo necesidad de ratificación porque el de Flores era un gobierno de hecho que se
manejaba sin cámaras. En Brasil bastó con el "estampado en secreto" del sello imperial por Pedro II.

El secreto no era tanto. Por lo menos para Inglaterra. La correspondencia de Thornton con Russell demuestra que el
ministro inglés en Buenos Aires estaba perfectamente informado de lo que hacía y firmaba Elizalde. Debe conjeturarse que
por el mismo Elizalde. En Montevideo Williams Letsson, representante británico en el Uruguay, conseguía de Carlos de
Castro "con las reservas consiguientes" una copia del tratado. De esta manera, Russell tuvo en Londres dos ejemplares del
texto que Brasil suponía secreto.

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Ocupación de Corrientes (14 de abril)
El 14 de abril el general paraguayo Wenceslao Robles ocupaba Corrientes "sin encontrar resistencia alguna" 98, con
un ejército impresionante para la época (14.000 infantes, 6.000 de caballería, 30 cañones de campaña). Advierte a la
población que "la guerra era contra Mitre, auxiliar de los brasileros", y no contra el pueblo argentino. Tres correntinos
de representación —Víctor Silvero, Teodoro Gauna y Sinforoso Cáceres— tendrán a su cargo, por nombramiento del
consejo municipal de la ciudad, aprobado por Robles, la administración de la zona ocupada.

Los tres eran nativos y prestigiosos vecinos de Corrientes. Teodoro Gauna había sido ministro de Virasoro (su firma
refrenda el "pronunciamiento" contra Rosas de 1851). Silvero explicará años después por qué aceptó el cargo, pues fue
sometido a proceso de "alta traición" después de la guerra; diría que viajó a Asunción en diciembre de 1864 y Solano López le
dijo: "No está en mi propósito esperar la guerra del Brasil en el territorio de la República por muy ventajoso que fuere. Allá
donde tiene ensangrentado entre sus garras el Estado Oriental, allá donde está despedazando la soberanía del Estado Oriental,
es allá donde está señalado el campo de las batallas, y es allá donde debo ocurrir con mis ejércitos ... pero promedia la
República Argentina que con su territorio separa a los combatientes ... Sin la alianza del general Mitre, el Brasil no hubiera
osado agredir jamás la soberanía del Estado Oriental, y con la alianza del general Mitre el gobierno imperial lo amenaza todo".
Como el correntino compartía su pensamiento, en la convicción "que el pueblo argentino nada debía temer, pues la guerra no
era contra el pueblo sino contra sus usurpadores", aceptó integrar el triunvirato con Gauna y Cáceres 99.

El Triunvirato declaró a Mitre "traidor, e indigno del acatamiento y obediencia de los pueblos". Era tal la
impopularidad de la guerra que fue acatado por la mayor parte de los correntinos (prácticamente la totalidad de la
ciudad) que no vio enemigos, por lo contrario, en el ejército de ocupación.

En la posición opuesta, el gobernador Lagraña consiguió apoyo en Curuzú-Cuatiá del general Nicanor Cáceres, caudillo
federal. Una breve reconquista de Corrientes aprovechando que el ejército de Robles la había desocupado y apenas se
encontraba guarnecida por mil infantes, le fracasa a Paunero el 25 de mayo. Trasportado por la escuadra brasileña, Paunero
desembarca al sur de la ciudad y consigue entrar en ella. Esperaba mantenerse ayudado por la población, pero no ocurrió.
Debió replegarse por la apatía o franca hostilidad de los correntinos. El 26 el coronel Charlone, uno de sus jefes, explica a
Celly y Obes, ministro de guerra argentino: "La ciudad de Corrientes, y todo el país (provincia), está lejos de responder a las
creencias que abrigan en Buenos Aires... no hay espontaneidad ni amistad hacia nosotros" 100.

98
J. Beverina, La guerra del Paraguay.
99
A. Rebaudi, o. c.
100
J. Beverina, La guerra...

El plan de López
Los 20.000 hombres de Robles que ocupaban Corrientes y marchaban hacia el sur, protegían otra columna de
12.000, que al mando del general Antonio Estigarribia se desplazaba por Misiones hasta el Uruguay, con objetivo en la
República Oriental.

Se ha criticado el plan de López diciendo que la naturaleza del soldado paraguayo lo hacía más apto para la defensa de su
suelo que para una lucha a gran distancia de él. Es posible. Pero López tenía su ejército preparado mientras sus enemigos
reunían penosamente el suyo; y además una guerra exclusivamente defensiva significaba la derrota tarde o temprano.
Paraguay sin recibir armas del exterior y con pocos alimentos se agotaría (como ocurrió) en una heroica pero extenuante
defensa.
Es cierto que Paraguay tenía pocas posibilidades de triunfo contra los poderosos recursos en dinero, armas y hombres de
Brasil, apoyado en bases de operaciones y contingentes auxiliares argentinos. Paraguay no había completado sus armamentos
al estallar la guerra: los acorazados fluviales que construía en los astilleros ingleses (y lo hubieran hecho dueño incontestable
del río), no habían sido entregados 101. En esas condiciones sólo un golpe de audacia le daría el triunfo: si Robles completaba
la ocupación de la Mesopotamia, era posible —conjeturablemente— que Urquiza abandonase su brasileñismo de pega y
volviese a su propósito inicial de ponerse al frente de los federales y derrocar a Mitre; si Estigarribia llegaba a Montevideo,
los blancos restablecidos en el gobierno harían trizas el tratado de Flores y Castro. La guerra se convertiría entonces en una
triple alianza contra el Imperio.
Era la sola posibilidad de ganarla, y a ella se arrojó el mariscal.

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101
Y no pudieron serlo más adelante. López acusó al agente de Paraguay en Europa, Cándido Barreiro, de complaciente
negligencia.

Los contingentes argentinos


A fines de mayo y principios de junio el congreso argentino dictaba las leyes para formar un ejército de 25.000
hombres.

Lo compondrían los 10.000 soldados de línea existentes (enganchados, o condenados a servir las armas), más 15.000
guardias nacionales "provistos por las provincias en contingentes proporcionados a su población".
En la República había 184.478 guardias nacionales nominales (la población masculina entre 17 y 45 años en condiciones
de manejar armas), pero el reclutamiento de los contingentes no fue fácil. Fuera de Buenos Aires en donde muchos
entusiastas se inscribieron, no se encontraban voluntarios para llenar las cuotas provinciales. Se autorizó a reclutarlos
mediante paga, pero pocos lo hicieron. Entonces los gobernadores, mitristas en su totalidad, y los comandantes de fronteras
se dedicaron a la caza de "voluntarios". Emilio Mitre, encargado del contingente cordobés, escribe el 12 de julio que manda
"los voluntarios atados codo con codo" 102; Julio Campos, porteño impuesto como gobernador a La Rioja, informa el 12 de
mayo: "Es muy difícil sacar hombres de la provincia en contingentes para el litoral... a la sola noticia que iba a sacarse, se
han ganado las sierras" 103. Los voluntarios de Córdoba y Salta se sublevan en Rosario apenas les quitan las maneas; el
gobernador Maubecin, de Catamarca, encarga 200 pares de grillos para el contingente de su provincia 104.

102
Revista de la Biblioteca Nacional, XXI, n9 52. En el mismo número Emilio Mitre notifica el amotinamiento del contingente
de San Luis el 2 de julio.
103
AM, XXVI, 199.
104
¿Cobardía acaso? Eran criollos que lucharon en Cepeda y Pavón, y bajo las órdenes del Chacho. No desertaban por miedo —
como acotan algunos—y lo demostrarán en 1867 alzándose tras Felipe Varela y Juan Saa. Simplemente no querían ir a esa guerra. O.
Fernández Latour ha recogido cantares de tradición oral que muestran el ánimo de los gauchos (transcr. por Ortega Peña y Duhalde,
o. c.):

"A la bandera de Mit're


a ella no me he de rendir.
Si viviera Peñaloza
por él si he de morir".

Urquiza y el "ejército de Vanguardia"


Además de las 25.000 plazas del ejército nacional se contaba con las fuertes, disciplinadas y bien armadas milicias
de Entre Ríos, que sumaban entre 12.000 y 15.000 hombres, con un general de la baquía de Urquiza a su frente y jefes
del mérito de López Jordán, Urdinarrain, Francia, etc. Es cierto que Urquiza había vendido los caballos a Brasil, y la
infantería no era la especialidad de los entrerrianos; pero de cualquier manera eran veteranos muy superiores a los
bisoños paraguayos de Robles.
Apenas declarada la guerra, Urquiza convoca a las milicias al campamento de Cala (principias de abril). Encontró
relativo eco.

"Usted nos llama para combatir el Paraguay —le escribe López Jordán—. Nunca, general; ése es nuestro amigo. Llámenos
para pelear a los porteños y brasileros; estaremos prontos; ésos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de
Paysandú" 105.

Los comandantes departamentales convocan sus divisiones en las cabeceras de los departamentos para marchar
desde allí al campamento central de Cala. Aunque se trató de decir que la guerra "era contra Buenos Aires", la verdad
no pudo ocultarse. "La división Victoria se niega a marchar, y se cree también que la de Gualeguay", informa Paunero a
Mitre el 29 de abril. A esa fecha, Urquiza está en Buenos Aires abrazándose con Mitre 106. Cuando regresa a principios
de mayo, se esfuerza para imponerse a los suyos: la proclama recordándoles "la gloria de Caseros y la alianza de 1851".
Pero el único que se entusiasma con ese tono parece haber sido Octaviano, que manda a Urquiza una agradecida nota
por "mantener la fidelidad de su corazón a la alianza brasileña".

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Con fatiga Urquiza junta 8.000 entrerrianos en Cala, con los que se pone en marcha el 14 de mayo para contener a
Robles, que ya está en Goya. Esos 8.000 milicianos, a los que se agregarán los dispersos de Paunero después de su
tentativa sobre Corrientes, y los jinetes correntinos de Cáceres formarán el Ejército de Vanguardia, que Mitre ha puesto
a las órdenes de Urquiza.

El 21 acampa en Yuquerí, a cinco leguas de Concordia. El 25 lo hace junto al arroyo Basualdo, donde llegan a Urquiza los
refuerzos de Paunero y Lagraña.

105
R.Cárcano, La guerra del Paraguay; F. Chávez, Vida y muerte de López Jordán.
106
"Este abrazo histórico —comenta Cárcano— es el último con el que la cultura argentina cierra en el país el período de la
anarquía gaucha" (ibídem).

Riachuelo (11 de junio)


Mientras Robles está en Goya a la espera de la columna de Estigarribia, que cruza Misiones y costea el Uruguay,
parte de la escuadra brasileña, al mando del almirante Barroso, domina el Paraná (el grueso naval del Imperio
permanece en Montevideo a las órdenes de Tamandaré). Barroso ha trasportado el 24 de mayo las tropas de Paunero
que obraron sobre Corrientes, y su presencia en el río impide a Robles internarse. La disparidad naval entre paraguayos
y brasileños obligaba a aquéllos a no pasar del Paso de la Patria (confluencia del Paraná y Paraguay), pero no podían,
sin riesgo para el ejército de Robles e inseguridad en la operación de Estigarribia, dejar el Paraná bajo control de la
escuadra brasileña. El mariscal idea el plan de sorprender en su fondeadero del Riachuelo —cerca de Corrientes— a los
buques de Barroso.
Preparó cuidadosamente la operación, que sabía decisiva. La eliminación de la escuadra brasileña del Paraná
significaba a Robles la posibilidad de acercarse al Uruguay protegiendo la marcha de Estigarribia.
Con sigilo se dispone una batería de 22 cañones en la costa del Riachuelo, protegida por 2.000 tiradores, mientras
se preparaba el toque final a los motores y armamentos de los vapores de guerra. Eran ocho, de madera en su mayoría,
con 40 cañones y 2.500 tripulantes. Barroso tenía nueve acorazados con 59 cañones y 2.000 marineros.

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La posibilidad de una victoria paraguaya estaba en la sorpresa fijada para las dos de la madrugada del 11 de junio. Pero
todo anduvo mal: los paraguayos a las órdenes del comandante Pedro Ignacio Meza salieron de Humaitá al anochecer del
10; una avería del buque insignia los inmoviliza en las Tres Bocas; era día claro cuando enfrentan los acorazados brasileños.
Aunque en esas condiciones el abordaje se hacía difícil, Meza se arrojó contra los imperiales, mientras la batería paraguaya
de tierra empezaba el fuego. El denuedo guaraní desconcertó a los brasileños por un momento, y los paraguayos
consiguieron acercarse al Parahyba, mientras el Jequitinhonha encallaba al escapar y era puesto fuera de combate por las
baterías costeras. Pero Barroso reacciona y con su nave capitana —el Amazonas— armada de un fuerte espolón de ateto,
embiste a los buques de madera. Consigue hundir a tres; los demás quedan inutilizados por los cañones brasileños de mayor
alcance y poder.
Ocho horas duró la batalla. Meza, herido de muerte, ordenó la retirada cuando todo sacrificio se hacía inútil; los buques
brasileños no persiguieron los rezagos paraguayos.

En el Riachuelo se hundió aquel 11 de junio de 1865 la esperanza en una ofensiva paraguaya. Ese día, la columna
de Estigarribia, fuerte de 11.000 hombres, que cruzaba Misiones, entraba a São Borja, en la ribera brasileña del
Uruguay, mientras Robles retrograda a Empedrado el 18.

Negociaciones de Urquiza y Robles (mediados de junio)


Entre Urquiza, que está en Basualdo, y Robles; en Empedrado —cuarenta leguas de distancia—, se inicia una
correspondencia. El entrerriano propone al paraguayo "pronunciarse" con sus 22.000 hombres. "¿No tenía el mayor
núcleo de fuerzas que contaba el Paraguay?"; con ellas salvaría a su patria de la guerra y la tiranía a la vez, recibiendo
las bendiciones de sus paisanos y vecinos. Todo terminaría con un abrazo del Libertador de Paraguay con Pedro II,
Mitre y Urquiza 107.
Sea porque Robles no era de la pasta supuesta por Urquiza, o porque no confió en sus soldados para el paso a que se
lo invitaba, o que éste hubiese trascendido, lo cierto es que se negó a salvar la libertad a costa de la traición a su patria y
mandó la correspondencia de Urquiza a López, desgraciadamente con un retardo sospechoso. El mariscal lo destituyó,
reemplazándole el general Francisco Isidoro Resquín. Y como no supo aclarar algunos puntos, lo mandará fusilar con
posterioridad.

107
C. Pereyra, Francisco Solano López y la guerra del Paraguay.

Dispersión de Basualdo (3 de julio)


Después de Riachuelo, Mitre llega a Concordia a ponerse al frente de los ejércitos aliados (17 de junio). Se ha
ordenado la concentración allí: la escuadra de Tamandaré trasportará los 15.000 imperiales que ocupan la República
Oriental al mando de Osorio, y los regimientos floristas que vendrán con Flores a la cabeza. El 24 Mitre ordena a
Urquiza situar el ejército de Vanguardia sobre el río Corrientes, interponiéndose entre Robles y Estigarribia.

Urquiza no cumple, y va a Concordia, presuntamente para informar a Mitre su correspondencia con Robles.

La noche del 3 de julio, apenas alejada la galera del general del campamento de Basualdo, se oye una voz que
recuerda lo ocurrido en Pavón: "¡Compañeros! El Capitán General se ha ido a su casa y es necesario que nosotros
también nos vayamos. No sean tontos; no se dejen engañar" 108.

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Imitando el aullido de los zorros se da de carpa en carpa señal de deserción. Las divisiones Nogoyá y Victoria se
dispersan. Los jefes (general López Jordán, coroneles Navarro, Hereñú y Caravallo) intentan contener el desborde.

La noticia llega a Urquiza a la madrugada en la estancia de Gregorio Castro, donde hace noche. Regresa de
inmediato: 3.000 milicianos se han ido, y los demás parecen resueltos a seguirlos. Urquiza ordena fusilamientos y emite
proclamas: "¡La patria exige ir a la guerra!". Su prestigio se mantiene; pero no basta a contener la desbandada que
seguirá en las noches siguientes, a los gritos ¡Viva Urquiza y muera Mitre! El 7, para sostener su vacilante autoridad,
licencia lo que resta del ejército.

Hará una nueva convocatoria en Yuquerí. La tarea es difícil: López Jordán le escribe el 31 de Paraná "que la gente se
reunirá donde V. E. ordene, pero no quieren ir para arriba" 109; el 19 de setiembre el coronel González le escribe "que si esta
marcha no es contra Mitre, ellos (los entrerrianos) no salen de sus departamentos" 110.

108
AU, transcr. por F. Chávez, Vida y muerte de López Jordán.
109
Ibídem.
110
Ibídem.

Yatay (17 de agosto)


Estigarribia entró en Sáo Borja, sin resistencia, el 11 de junio (mismo día de la batalla de Riachuelo). En
cumplimiento de sus órdenes seguirá al sur por ambas riberas del Uruguay; con el grueso (5.000 hombres) lo hará por la
costa oriental; el mayor Pedro Duarte, con 3.000, lo seguirá por el lado occidental. Otros tres mil quedan en guarnición
en Sáo Borja, Santo Tomé, etcétera.

El 5 de agosto Estigarribia llega a Uruguayana al tiempo que Duarte a Paso de los Libres. No ha habido combates
formales, fuera de las guerrillas de hostigamiento de las micilias riograndenses de Canabarro.

La inmovilidad de Robles ha dejado a Estigarribia en situación difícil. "Entrar en Uruguayana era entrar en una
ratonera", comenta O'Leary 111. A pocas leguas —en Alegrete— se concentraban las milicias de Río Grande; a escasa
distancia, está en Concordia el grueso del ejército aliado.
Flores es puesto por Mitre al frente del ejército de Vanguardia (sustituyendo a Urquiza); entre brasileños, argentinos
y uruguayos tiene 10.200 hombres y 32 cañones. El 17 de agosto se lanza sobre Duarte, que lo espera en Yatay.

Aquello fue una carnicería por la desproporción de fuerzas: 1.700 paraguayos muertos, 300 heridos, 1.200 prisioneros. Las
pérdidas aliadas no pasaron de 300. Duarte no quiso rendirse, "haciéndose matar bárbara y estúpidamente" comenta León de
Palleja en su Diario 112. "Los paraguayos son peores que salvajes —escribe asombrado Flores—, prefieren morir antes que
rendirse" 113.
Con los prisioneros de Yatay se hace algo, que más tarde se repetirá en Uruguayana: los argentinos y uruguayos los
incorporan a sus fuerzas menos a los "correntinos y orientales" que combaten en las filas paraguayas fusilados sobre el
tambor como traidores; los brasileños se los reparten como esclavos 114.

111
El mariscal Solano López.
112
León de Palleja, Diario de la campaña de las fuerzas aliadas contra el Paraguay. Según el corresponsal del Evening Star de
Londres, los heridos paraguayos fueron degollados, porque no había médicos ni medicamentos para ellos (O'Leary, o. c.).
113
J. O'Leary, o. c.
114
L. de Palleja, o. c. Flores informa: "Los batallones orientales han sufrido una gran baja, y estoy resuelto a reemplazarla con los
prisioneros paraguayos, dándole una parte al general Paunero para aumentar sus batallones que están pequeños algunos" (O'Leary, o.
c.).

El problema del mando en jefe (setiembre)

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A los 8.000 milicianos riograndenses que cercaban a Estigarribia en Uruguayana, vinieron a unirse los 10.000 del
ejército de Vanguardia, que Flores hace cruzar el Uruguay al día siguiente de Yatay.

Por su cuenta Flores ofrece a Estigarribia una capitulación: libre salida para él y sus oficiales con los honores de guerra y
libertad para irse donde quisieran; la tropa quedaría en poder de los sitiadores. En caso contrario bombardearía la ciudad con
sus 32 cañones. Estigarribia contesta con una frase heroica tomada de sus lecturas clásicas: "¡Mejor! El humo de los cañones
nos dará sombra".

Alrededor de Uruguayana se juntará un ejército formidable. Brasil llega a tener 27.000 hombres entre las tropas de
línea que ocupaban la República Oriental (y que acaban de llegar de Concordia), y las milicias riograndenses de
Canabarro; la Argentina 15.000 veteranos y voluntarios; Uruguay, 2.200 floristas, aumentados con 500 prisioneros
paraguayos.

También Brasil tropieza con dificultades para reclutar su ejército. La guerra no es popular. "El reclutamiento (del Norte)
da poco todavía y la Guardia Nacional se esquiva" informa Nabuco desde Río de Janeiro al ministro de guerra, Ferraz, en
Porto Alegre 115.

Para levantar el entusiasmo el emperador va al frente de guerra. "Ahí va nuestro Príncipe Imperial... Dios lo
ayude", escribe Nabuco a Ferraz 116. El 16 de julio, Pedro II está en Porto Alegre, donde se le reúne su yerno, el conde
de Eu.

Hay anarquía en el campo sitiador. Flores considerándose general del ejército de Vanguardia por nombramiento de Mitre
no quiere obedecer a los macacos; se venga así, en tierra brasileña, de las órdenes que debió recibir en tierra oriental cuando
la Cruzada Libertadora. Quiere hacer de Uruguayana una segunda Paysandú destruyéndola a cañonazos, pero Tamandaré tan
dispuesto a bombardear ciudades orientales, se resiste a hacerlo con una brasileña, Inútilmente Tamandaré conferencia con
Canabarro, Porto Alegre 117 y Flores el 3 de setiembre. Nada parece convencer al uruguayo; Tamandaré va a Concordia a
traer a Mitre que tal vez frenase al impetuoso don Venancio. A su vez Porto Alegre apura la llegada de Pedro II.

El 10 de setiembre llega a Uruguayana Mitre, acompañado de Thornton; el 11, Pedro II y el conde de Eu. ¿Quién
mandará en jefe? Es cierto que el tratado confiere el cargo a Mitre, suponiéndose que "las hostilidades comenzarían en
territorio argentino o en la parte colindante del territorio paraguayo". ¿Pero en tierra brasileña? "¿Quién pensaría —
dice el vizconde de Jequitinhonha— que la triple alianza habría de hacerse para defensa de nuestra soberanía e
integridad?"118. La jefatura de Mitre había sido un cebo para que aventase sus escrúpulos y entrase én la guerra; a nadie
se le había ocurrido que Mitre podía mandar en territorio de Brasil y en presencia del emperador.

Hubo un arreglo de Thornton con el emperador, que reanudaron las relaciones anglobrasileñas rotas desde la cuestión
Christie. Mitre hizo las presentaciones, y el diplomático se encerró con el emperador en la tienda de campaña de éste; al rato,
invitan a Mitre. Todo está arreglado: Mitre sería siempre Comandante en jefe de los ejércitos aliados, pero el mando efectivo
en Uruguayana lo tendría Porto Alegre "por delegación" suya. El 13 Mitre delega el mando, y Porto Alegre anuncia su plan
de batalla: previa intimación a Estigarribia, que haría el ministro de guerra Ferraz, el 18 sería el ataque del ejército y la
escuadra.

115
J. Nabuco, La guerra del Paraguay (traducción española).
116
Ibídem.
117
El barón de Porto Alegre era el general Manuel Márquez de Souza, jefe de la división brasileña en Caseros. Había recibido el
título como premio por esa campaña.
118
J. Nabuco, o. c.

Rendición de Uruguayana (18 de setiembre)


Estigarribia rechazaba, hasta entonces, rendirse a "los libertadores de su patria".

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"Si V. E. (contesta a Ferraz) se muestra tan celoso por dar libertad al pueblo paraguayo ¿por qué no empieza por dar
libertad a los infelices negros del Brasil que componen la mayor parte de su población, y gime en el más duro y espantoso
cautiverio, para enriquecer y estar en la ociosidad a algunos cientos de grandes del Imperio?" 119.

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Después de esas frases, todos creen que Uruguayana será otro Paysandú; el ejemplo de Leandro Gómez se repetirá el
mismo año y en las mismas márgenes del Uruguay. Pero no ocurre así. Inesperadamente, Estigarribia entrega la
totalidad de su armamento, las tropas para remontar los regimientos enemigos o servir de esclavos en las plantaciones
brasileñas; hasta deja que los blancos orientales de sus filas fuesen dados a Flores para fusilarlos por "traidores a la
patria". Sólo pide libertad para él y sus oficiales, con la sola condición de no regresar a Paraguay a tomar armas contra
los aliados.

Ese 18 de setiembre el desmedrado ejército paraguayo, diezmado por el hambre y la peste, último resto de los 12.000 que
cruzaron en abril las Misiones, deponen las armas ante los vencedores. Entre la heroicidad de vender cara su vida y la
capitulación que la salvaba, Estigarribia elegía esta última. Estrictamente no puede criticársele porque su sacrificio habría
sido heroico pero inútil, y no puede exigirse a todos pasta de héroes. Pero fue la excepción entre los paraguayos 120.

Tras la rendición de las armas, vino la caza de los paraguayos.

"Cuando la caballería riograndense vio que se trataba de rendición —cuenta León de Palleja— se desbandó y avanzó a
las murallas en procura de un paraguayito que alzaban en ancas y lo llevaban a su campo; en todos los cuerpos se
recogieron paraguayos... la caballería los arrebataba, atropellando todo; no he visto desorden más grande... luego vino la
noche, durante la cual y todo el día siguiente se estuvo sacando paraguayos. No hay casi un oficial de los tres ejércitos que
no sacara su paraguayito" 121.

Los hombres estaban comprendidos en el "botín", que decía el tratado de alianza pertenecería a quien lo tomase
primero. Los argentinos y uruguayos los apresaban para hacerles servir en sus cuerpos en falta de nativos; los
brasileños, para mandarlos a las plantaciones.

"Nuestro lote de prisioneros en Uruguayana fue de poco más de 1.400 —escribe Mitre a Marcos Paz—. Extrañará usted
el número, que debiera ser más; pero por parte de la caballería brasileña hubo tal robo de prisioneros que por lo menos
arrebataron 800 o 1.000 de ellos; los robaron para esclavos, hasta hoy mismo andan robando y comprando prisioneros. El
comandante Guimaraes, jefe de una brigada brasileña, me decía el otro día que en las calles de Uruguayana tenía que andar
diciendo que no era paraguayo para que no lo robaran" 122.
Flores incorporó a sus filas el lote que consiguió, no obstante los reparos de Palleja: "Repugna el dar armas a estos pobres
hombres para que peleen contra su pabellón nacional y claven las bayonetas en el pecho de sus propios hermanos", dice éste
123
. Lo notable es que si escapaban y volvían a caer en manos de Flores se los fusilaba por "desertores"; el diario de Palleja
cuenta estos fusilamientos constantes de "los traidores". Algo semejante pasaba en las filas argentinas, pese a las protestas
de Garmendia: "Hay algo de bárbaro y deprimente en este acto inaudito de castigar a uno a que haga fuego contra su
bandera" 124.
¿Puede culparse a Mitre? ... Si la presencia del emperador lo obligaba a consentir la tremenda barbarie de apropiarse los
prisioneros de guerra para esclavos, debía ponerse a su nivel haciendo a los suyos combatientes forzados. Sin perjuicio —
como le ocurre siempre a Mitre— de desahogar su conciencia en cartas privadas.

López protestó a Mitre el trato de los prisioneros en nota del 20 de noviembre, fechada en Humaitá:

"Es de uso general y práctica entre las naciones civilizadas atenuar los males de la guerra por leyes propias, despojándola
de los actos de crueldad y barbarie que, deshonrando la humanidad, estigmatizan con una mancha indeleble a los jefes que
los ordenan, protejan o toleren, y yo lo había esperado de V. E. y sus aliados ...
"La estricta disciplina de los ejércitos paraguayos en territorio argentino y en las poblaciones brasileras así lo
comprueban... V. E., entre tanto, iniciaba la guerra con excesos y atrocidades... La bárbara crueldad con que han sido
pasados a cuchillo los heridos del combate de Yatay... y acciones todavía más ilegales y atroces que se cometen con los
paraguayos que han tenido la fatal suerte de caer prisioneros del ejército aliado en Yatay y Uruguayana. V. E. los ha
obligado a empuñar las armas contra la patria aumentando con sus personas el efectivo de su ejército, haciéndolos traidores,
y aquellos que han querido resistir a destruir su patria con sus brazos han sido inmediata y cruelmente inmolados. Los que
no han participado de tan inicua suerte, han servido para fines no menos inhumanos y repugnantes, pues que en su mayor
parte han sido llevados y reducidos a la esclavitud en Brasil. Y los que se prestaban menos, por el color blanco de su cutis,
106 
 

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para ser vendidos, han sido enviados de regalo, como entes curiosos sujetos a la servidumbre. Este desprecio, no ya de las
leyes de la guerra sino de la humanidad, esta coacción tan bárbara como infame que coloca a los prisioneros de guerra entre
la muerte y la traición, o entre la muerte y la esclavitud, es el primer ejemplo que conozco en la historia de las guerras, y es
a V. E., al emperador del Brasil y al actual mandatario de la República Oriental a quienes cabe el baldón de producir y
ejecutar tanto horror" 125.

Mitre contestó como acostumbraba: negando en público lo que reconocía en cartas privadas.

"Lejos de obligar a los prisioneros a ingresar voluntariamente a las filas del ejército aliado —responde a López el 25 de
noviembre— o de tratárselos con rigor; han sido tratados todos ellos no solamente con humanidad sino con benevolencia,
habiendo sido muchos de ellos puestos en completa libertad" 126.

119
A. Bray, o. c.
120
Estigarribia vivió desde entonces en Río de Janeiro en seguridad y oscuridad.
121
Diario citado.
122
4 de octubre de 1865 (en O'Leary, o. c.).
123
Diario citado.
124
J.I. Garmendia, Recuerdos de la campaña del Paraguay. Carlos María Ramírez escribirá en Montevideo en 1868: "Los
prisioneros de guerra han sido repartidos entre los cuerpos de línea, y bajo la bandera y con el uniforme de los aliados compelidos a
volver sus armas contra los defensores de su patria. ¡Jamás el siglo xix ha presenciado un ultraje mayor al derecho de gentes, a la
humanidad, a la civilización!" (cit. por O'Leary).
125
O'Leary, o. c.
126
Transcr. por A. Bray, o. c.

Retirada paraguaya
Robles fue sustituido por el general Resquín —el conquistador de Mato Grosso— que en cumplimiento de órdenes
de López hizo replegar al ejército invasor más allá del Paraná (3 de octubre). Sin que la escuadra brasileña lo
impidiese, se efectuó el cruce por el Paso de la Patria en los últimos meses del año.

Desbande de Toledo (8 de noviembre)


Urquiza había conseguido juntar 6.000 milicianos en Yuquerí, después de recorrer los departamentos entrerrianos;
el 8 de noviembre llega con su contingente a las márgenes del arroyo Toledo. No pasará de allí.

La división Gualeguaychú inicia el desbande, seguida por las demás. No han esperado esta vez la ausencia de Urquiza, y
fugan ante sus propios ojos. El caudillo de 1840 y 1851, ya no arrastraba a los entrerrianos y menos para "ir arriba" y de a
pie.
La furia de Urquiza es tremenda. Entrerriano que cae en poder de su escolta (la única fuerza fiel) es fusilado de
inmediato. Pero nada contiene el desmoronamiento; los entrerrianos se ocultan en los montes, y no son pocos los que se
unirán a los paraguayos.

Urquiza no tomará parte personalmente en la guerra. En cambio asumirá un papel comercial: sus establecimientos
proveerán gran parte de la carne consumida por los aliados en los cuatro arios venideros 127.

127
"Como Entre Ríos no podía quedar sin representación en el ejército —dice Julio Victorica después de Basualdo— se
formaron dos batallones de infantería con un total de 800 hombres. Más tarde se mandó un escuadrón de caballería. Sería largo
mencionar las dificultades vencidas para formar esos dos batallones. Desde luego, inútil es decir que ninguno de tales soldados
quería tomar parte en la guerra y mucho menos marchar como infantes. Como no había fuerzas regulares para contenerlos fue
preciso ejercitarlos sin armas; los fusiles sólo les serían entregados el día que se embarcasen. Ese día llegó al fin. Dos transportes de
guerra fondearon en Concepción del Uruguay para conducirlos. Urquiza trajo a los soldados desde San José. Cuando llegaron al
Uruguay, como se dijese que si el general no estaba presente, se negarían a embarcarse, quiso el autor de estas líneas acompañarlo.
Los dos batallones formaron en batalla frente al embarcadero y al acercarse los botes de los vapores, el general se aproximó al jefe
superior y dijo en voz bien alta —Coronel Caraza: haga embarcar por compañías. Los soldados, que tenían la vista fija en el suelo,
se estremecieron, y cuando el oficial de la 13 compañía repitió la orden, quedaron inmóviles como vacilando en obedecer. El general
Urquiza gritó entonces — ¡Coronel Caraza! Hágale volar la cabeza al que se resista. No se necesitó más. Todos se embarcaron en
silencio. Los dos batallones entrerrianos se batieron como buenos en los campos del Paraguay. Uno de ellos, el 3 de fierro,
conquistó renombre y fama imperecedera" (Urquiza y Mitre).
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Corrales o Pehuajó (30 de enero de 1866)
López, instalado en el Paso de la Patria, dirigía la evacuación de su ejército. Río por medio, convergían los aliados.

Hubo divergencia sobre el punto para invadir a Paraguay. Porto Alegre opinaba por Candelaria (como Belgrano en 1811)
donde arrancaba el camino a Asunción a través de las misiones paraguayas, entendiendo que llevar el ataque por el Paso de la
Patria para apoderarse de Humaitá era difícil y peligroso. Osorio y Mitre pensaban que la superioridad naval brasileña
facilitaría la toma de Humaitá y la llegada a Asunción por vía fluvial.
Se resolvió que el grueso del ejército, con Osorio, Mitre y Flores, operasen por el Paso de la Patria; y una división con
Porto Alegre por Candelaria.

En diciembre los aliados tienen 40.000 hombres sobre el Paso de la Patria. Aunque López ha cruzado a los suyos,
los paraguayos hacen hostigamientos en la orilla izquierda.

El 30 de enero (1866) ocurre un curioso combate en el paraje Corrales o Pehuajó. Una fuerza de 450 paraguayos había
desembarcado, y Mitre mandó desalojarla a la División Buenos Aires de guardias nacionales de infantería, mandada por
Conesa. La División Buenos Aires tenía 1.700 plazas, pero su armamento era deficiente y sus integrantes gauchos recogidos
en la campaña "que hubieran sido excelentes soldados de caballería pero que costaba mucho hacerlos infantes" 128. Conesa,
por orden de Mitre, ataca de frente a los paraguayos escondidos en un monte. Aquello fue una carnicería de gauchos, sin que
a Mitre —acampado a escasa distancia— se le ocurriese reforzar a Conesa, de quien estaba distanciado desde Cepeda.
"¡Cómo sería el lance de desigual —comenta D'Amico, uno de los participantes— cuando la división tuvo fuera de combate
el 75 %, cuando con las armas que se usaban la regla era del 8 ó 10 % en los hechos de armas más sangrientos! ... ¡Cómo
sería, que tuvieron que hacer de oficiales los sargentos, porque la mayor parte de aquéllos estaban fuera de combate!" 129.
"Pehuajó fue un crimen", comenta D'Amico. Pocos quisieron creer en la impericia de Mitre al dar orden de ataque contra
una posición fortificada, sin reforzar los atacantes; muchos creyeron en el propósito deliberado de aniquilar a los gauchos de
la División y al coronel Conesa, su enemigo desde que salvó el ejército porteño en Cepeda cuando él no atinaba a hacerlo.
"La prensa de Buenos Aires dijo entonces —sigue D'Amico— que Mitre había querido deshacerse de numerosos e influ-
yentes enemigos políticos mandando a esa división a tan peligrosa acción de guerra, en vez de una división de línea. Y
permaneciendo en inexplicable inacción todo el día, a pesar del fuego alarmante que se oía en el campamento" 130.
El cargo es gravísimo, y no podemos aceptarlo. La apreciación anterior corre exclusivamente por cuenta del ex
gobernador de Buenos Aires que la formula. La biografía militar de Mitre nos permite salvarlo; no sería Pehuajó la única
impericia de su carrera castrense, jalonada de trágicos errores.

128
Carlos Martínez (Carlos D’Amico), Buenos Aires, sus hombres, su naturaleza, sus costumbres. Observaciones de un viajero
desocupado (México, 1890).
129
Ibídem.
130
Ibídem.

3. GUERRA DEL PARAGUAY: LA DEFENSA


PARAGUAYA (1866)

Cruce del Paraná (16 de abril)


Penosamente se cruzará el Paraná para llevar la guerra a territorio paraguayo. López, desde su campamento de Paso
de la Patria, hostiliza a los aliados con guerrillas que producen muchos inconvenientes.

Tamandaré ha llegado en febrero a ponerse al frente de la escuadra del Paraná, confiada hasta entonces a Barroso. La
acción naval brasileña ha sido nula; no ha impedido las acciones de guerrillas —como en Pehuajó— ni llevado un ataque
decisivo contra Paso de la Patria. El almirante, a fines de febrero, despliega los acorazados en una larga línea frente a Itapirú
indudablemente para bombardear el Paso de la Patria y facilitar el cruce del río.
El 23 de marzo ocurre un episodio singular: una lancha paraguaya portando un cañón y remolcada por un vaporcillo
enfrenta a los acorazados imperiales; la manda el capitán Fariña, desde entonces figura heroica en Paraguay. Durante días
tiene en jaque a los buques imperiales, aunque las balas redondas del cañón paraguayo poco pueden contra las gruesas

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