Ideas Principales

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Legitima defensa

Resulta preocupante que en diversos casos judiciales de homicidio o lesiones a la


pareja sentimental masculina donde se declara probado que la mujer venía siendo
objeto de un maltrato reiterado y muy severo, aun existiendo amenazas de muerte
muy cercanas por parte de él, ni los tribunales ni en ocasiones la propia defensa
de la mujer planteen la posible concurrencia de la causa de justificación de
legítima defensa (completa o incompleta), optando por repercutir los efectos del
maltrato, si acaso, en el ámbito de la culpabilidad, generalmente como atenuante
por algún tipo de desequilibrio psíquico. Patricia Laurenzo Copello
Por la combinación de dos factores: por un lado, porque la forma que tienen las
mujeres de defenderse, en general aprovechando un descuido del maltratador,
lleva a que los tribunales rechacen la presencia de una agresión ilegítima
inminente y, con ello, la posibilidad de aplicar la eximente de legítima defensa,
pero sin descartar –y este es el segundo factor relevante- que en su decisión
delictiva haya influido el estado de temor permanente característico de quien vive
sumida en un escenario cotidiano de violencia. Patricia Laurenzo Copello
Este breve repaso jurisprudencial pone de manifiesto las injusticias a las que
puede conducir una aplicación puramente formalista y descontextualizada de las
normas penales, como de hecho ha sucedido tradicionalmente con la causa de
justificación de legítima defensa en los casos de mujeres que matan a sus parejas
violentas. Porque si bien es cierto que la forma de defenderse de las mujeres no
siempre responde al modelo sobre el que históricamente se configuraron los
requisitos de aquella causa de justificación, no lo es menos que todas las normas
(también las penales) admiten diversas vías de interpretación y es exigible al
aplicador del derecho que opte por la que resulte más adecuada a las
valoraciones sociales del momento y, sobre todo, a los estándares
constitucionales de respeto de los derechos fundamentales. Patricia Laurenzo
Copello
Se trata solo de corregir mediante interpretación el sesgo androcéntrico con el que
fueron construidas muchas figuras jurídicas –entre ellas la legítima defensa-
pensadas en función de la forma en que los hombres ejercen la violencia y se
defienden, dejando totalmente al margen a las mujeres como posibles agentes del
derecho de defensa, sus particularidades y situaciones. Patricia Laurenzo Copello
Tienen razón quienes advierten sobre los peligros que implicaría optar por una
“aplicación diferenciada” de la legítima defensa cuando la actora es una mujer. Y
no solo porque puede volverse en su contra provocando una fuerte resistencia en
la judicatura (Lauría/Saba, 2017: 51) sino, sobre todo, porque produciría un efecto
simbólico-comunicativo profundamente negativo al reforzar una vez más la falsa
imagen victimista y vulnerable del género femenino. Patricia Laurenzo Copello
Por lo que se refiere a los requisitos básicos de la legítima defensa, un problema
frecuente en casos de mujeres que actúan frente a un maltratador es el de la
(supuesta) falta de inminencia de la agresión. Aquí deben distinguirse dos clases
de situaciones: en primer lugar, el caso de la mujer que, estando frente a frente
con su agresor, opta por una acción defensiva antes de que este llegue a tocarla o
cuando apenas ha iniciado el episodio de golpes; en segundo término, el supuesto
–mucho más complejo- de legítima defensa sin confrontación directa, esto es,
cuando la mujer ataca al hombre violento en un momento en el que no la está
agrediendo, por ejemplo, mientras duerme. Patricia Laurenzo Copello
Bibliografía
Mujeres en el abismo: delincuencia femenina en contextos de violencia o
exclusión* Patricia Laurenzo Copello Catedrática de Derecho Penal. Universidad
de Málaga. Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología“ ISSN 1695-0194

Reinserción social
Cuando se habla de la rehabilitación, se menciona al trabajo como medio de
reinserción social y a las actividades culturales y educativas como maneras de
impulsar el desarrollo personal. Es decir, el énfasis está colocado exclusivamente
en el individuo. Es él quien, con ayuda de la institución, debe procurar ciertas
mejoras intelectuales y morales en su persona, para poder volver a formar parte
de una sociedad cuya única misión es ser compasiva y generosa con aquellos y
aquellas que han fallado. Salinas Boldo, Claudia
Es decir, esta institución ha fallado en sus objetivos explícitos de rehabilitar y por
supuesto de reinsertar a la sociedad a las mujeres reclusas. Las cárceles no solo
no han resuelto el problema de la criminalidad, sino que, una vez adentro las
presas suelen estar expuestas a nuevos aprendizajes que bien pudieran aumentar
su nivel de peligrosidad, lo cual hace que las prisiones, en vez de erradicar las
conductas criminales, solamente las diversifiquen y agudicen. Salinas Boldo,
Claudia
Espinoza nos dice que: “es muy importante insistir en el principio político de la
apertura de la cárcel hacia la sociedad y recíprocamente de la apertura de la
sociedad a la cárcel” (1995:168). Para que ellos no estén aislados y pueda
reinsertarse a la sociedad y para que la sociedad no los vea como individuos
desechables y despreciables.
Esto con la intención de entender la conducta transgresora desde su génesis,
tomando en cuenta aquellos factores culturales y económicos que favorecen que
la decisión de delinquir sea tomada por muchas mujeres tanto en México como en
el resto de los países de América Latina, que comparten ideologías e instituciones
sexistas que en vez de ofrecer a las mujeres reclusas posibilidades reales de
reinserción a la sociedad no pueden más que obligarlas a padecer carencias aún
mayores que las que han padecido desde antes de llegar a la prisión, por el simple
hecho de haber nacido en posiciones sociales desde las cuales resulta complicado
acceder a los medios que les permitan construirse una vida digna, libre de
amenazas a su integridad y ocupando espacios laborales suficientemente
remunerados. Salinas Boldo, Claudia
Desde la intención actual de la reinserción se puede dar respuesta a estas
problemáticas, ofreciendo a la mujer interna las habilidades que le permitan
enfrentarse a la vida después de la cárcel. Esto se puede hacer mediante la
capacitación para el trabajo, brindándoles la oportunidad de aprender oficios,
estereotípicamente considerados de varones, como lo son la carpintería y la
herrería, ya que son mucho mejor remunerados que aquellos ligados al género
femenino como pudieran ser la elaboración de tejidos y otras manualidades.
Asimismo, se puede ampliar la oferta de servicios psicológicos para las internas,
de tal manera que se les entrene en habilidades como son la toma de decisiones,
el control de impulsos y la asertividad y también se les acompañe en el proceso de
duelo que implica la permanencia en una prisión. Con respecto a los hijos,
principal preocupación de las mujeres presas, resulta urgente reforzar programas
sociales que garanticen la integridad de los menores, así como el contacto
frecuente con sus madres. Salinas Boldo, Claudia
Fuente: Salinas Boldo, Claudia LAS CÁRCELES DE MUJERES EN MÉXICO:
ESPACIOS DE OPRESIÓN PATRIARCAL Iberóforum. Revista de Ciencias
Sociales de la Universidad Iberoamericana, vol. IX, núm. 17, enerojunio, 2014, pp.
1-27 Universidad Iberoamericana, Ciudad de México Distrito Federal, México

Acerca de la salud
Cuando existen servicios de salud hay tardanzas en su atención y escasez de los
medicamentos adecuados. La situación se agrava en el caso de los hijos menores,
ya que las enfermedades infantiles se contagian rápidamente y pasan mucho
tiempo esperando el vehículo que los transportará al hospital. Carmen Antony
García
Conviene advertir que, si bien la necesidad de que se proporcione protección
adecuada a la salud es común para hombres y mujeres, las diferencias biológicas
exigen una atención especial para estas últimas, la cual no se les da en la mayoría
de los establecimientos. En los centros penitenciarios femeninos fiscalizados
constantemente, la carencia de personal médico y de medicamentos para tratar
las enfermedades más comunes, como las gastrointestinales, respiratorias y de la
piel, hace más difícil la conservación de la salud. Jorge Mario Castillo
a falta de capacitación de los médicos adscritos a los centros penitenciarios para
atender estos padecimientos específicos es crítica, como lo es también la
situación de las reclusas con enfermedades mentales. Las mujeres con este tipo
de padecimientos no tienen la más remota posibilidad de recibir un tratamiento
individualizado, y el peligro de que éstas sean objeto de abusos es permanente en
el pabellón donde se les recluye. Jorge Mario Castillo
Fuente: Carmen Antony García, Jorge Mario Castillo. Violencia contra las mujeres
privadas de libertad en América Latina ISBN: 968-7456-80-9

Programas
Hasta este momento, no se ha impulsado una estrategia general
penitenciaria de género ni se han implementado programas específicos
generales dirigidos a ellas. Yagüe Olmos
Fuente: Yagüe Olmos Revista Española de Investigación Criminológica Artículo 4,
Número 5 (2007) www.criminología.net ISSN: 1696-9219

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