Pieles Tabaco y Quillangos Relaciones en
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Pieles Tabaco y Quillangos Relaciones en
Inscripción N° 2020-A-4106
ISBN 978-956-244-479-8
Autor
Marcelo Mayorga
Editora de textos
Pilar de Aguirre Cox
Mapas
LuisValenzuela Olivares
Ilustraciones
María Paz Pacheco Ampuero
MaRcelo MayoRga
ÍNDICE
Lista de Tablas
Lista de Figuras
Lista de Mapas
PRESENTACIÓN
13
PRÓLOGO
15
INTRODUCCIÓN
21
CAPÍTULO I
LA CAZA DE MAMÍFEROS MARINOS EN EL CONTEXTO DE LAS
EXPEDICIONES CIENTÍFICO-NAVALES
25
CAPÍTULO II
LA CAZA DE LOBOS
51
Organización y logística
Rutas de navegación y mercados
Métodos de caza
Preparación y almacenaje de las pieles
CAPÍTULO III
INTERACCIÓN ABORÍGENES-LOBEROS: EL CASO DEL LOBERO
ESCOCÉS WILLIAM LOW
79
CAPÍTULO IV
INTERACCIÓN ENTRE LOBEROS NORTEAMERICANOSY ABORÍGENES
AUSTRALES
127
CONSIDERACIONES FINALES
199
AGRADECIMIENTOS
207
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
209
LISTA DE TABLAS
LISTA DE FIGURAS
LISTA DE MAPAS
En 1971 se publica un libro escrito por Eugenio Pereira Salas donde revisa
los contactos entre Chile y los Estados Unidos, en el período 1778 y 1809,
y plantea la importancia que tuvieron las actividades loberas y balleneras
desarrolladas en las costas de nuestro país por individuos que formaban parte
de la naciente sociedad norteamericana. Pereira Salas habla de la existencia
de tres vías de penetración de los Estados Unidos en el Pacífico: la primera,
el comercio de pieles de nutria entre la costa noroeste del Pacífico y Cantón,
en China; la segunda, la persecución y caza de ballenas en las costas de Perú y
Chile; y la tercera, la caza de lobos marinos en las islas esporádicas chilenas.
En sus palabras, se distinguen dos ciclos extractivos en nuestras costas: el lo-
bero, corto y muy intenso, que rápidamente agota las poblaciones de anima-
les de las islas; y luego el ballenero, más lento y ascendente, que se extiende
por más de medio siglo, generando una disminución en las poblaciones de
cetáceos, pero no su exterminio.
La caza de lobos y ballenas en aguas patagónicas y antárticas forma par-
te de la historia de Magallanes, sin ninguna duda. La relevancia de Mateo
Martinic cuando hablamos de los estudios sobre balleneros y loberos en la
zona es grande e indiscutible. En un artículo publicado muy temprano, en
1973, Martinic entrega los primeros datos y las reflexiones iniciales sobre
la caza de mamíferos marinos en las costas patagónicas. Posteriormente,
sigue proporcionando una valiosa información sobre las actividades cinegé-
ticas en las costas patagónicas, representada por numerosas publicaciones,
que servirán de gran estímulo para nuevas investigaciones y estudios.
Las iniciativas propiamente magallánicas son un poco más tardías. Los
primeros emprendimientos loberos magallánicos surgen hacia 1865 con las
actividades de Luis Piedrabuena y José Nogueira, transformándose este úl-
timo en el personaje “que manejó el negocio durante poco más de cuatro
lustros en forma exclusiva”. En las últimas décadas del siglo xix, otros co-
merciantes ingresaron exitosamente en el negocio, pero desde 1891 se nota
una baja notoria en la cantidad de cueros de lobos obtenidos, y aparecen
las primeras restricciones a su caza en 1892 y 1893. En 1895 se entregan
-13-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Daniel Quiroz
Subdirección de Investigación del
Servicio Nacional del Patrimonio Cultural
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PRÓLOGO
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Valga este extenso preámbulo para dar cuenta de nuestra personal pre-
ocupación académica, en el contexto de nuestras investigaciones, estudios y
publicaciones, respecto del total desconocimiento que se tenía durante los
primeros años del período republicano sobre los territorios australes que ha-
bían pertenecido nominalmente a España y que por herencia se consideraban
chilenos, como quedó expresado en las constituciones políticas a contar de
1818 y hasta la de 1833, que en su contenido incluyeron la delimitación te-
rritorial que se atribuía el nuevo Estado. Este desconocimiento se manifestó
directamente en el abandono (falta de atención o preocupación) de cuanto
allí acontecía, que era absoluto para el vasto espacio situado al sur de la isla
grande de Chiloé, incluido el sector continental que la enfrenta, desde el
fiordo de Reloncaví al meridión. Si había alguna excepción en tal proceder,
cosa rarísima, era la consecuencia de la lectura de obras foráneas contempo-
ráneas que incluían referencias pertinentes a ese ámbito, comúnmente acti-
vidades de exploración marítima o, más raro aún, de tratos ocasionales con
personas que habían participado en ellas.
Para reforzar esta apreciación, cabe mencionar una materia que de ma-
nera particular nos ha intrigado en el curso de nuestra labor académica: el
interés que manifestó Bernardo O’Higgins en su correspondencia epistolar
con distintos contemporáneos chilenos por las regiones meridionales del an-
tiguo Chile colonial, a uno y otro lado de los Andes (en los términos juris-
diccionales originales del siglo xvi), en especial respecto de la caracterizada
geográficamente por el estrecho de Magallanes, desde 1830 hasta el año de
su fallecimiento, 1842, preocupación excepcional y visionaria sobre la que,
bien se sabe, se fundamentaría la acción posesoria insistentemente recomen-
dada por el ilustre prócer y finalmente realizada en 1843 bajo la presidencia
de Manuel Bulnes. Ese interés hubo de tener origen y motivaciones tales
que hicieron de sus reflexiones un verdadero ideario geopolítico (tal como
actualmente se entiende), entre las cuales debieron estar sus relaciones con
personas asociadas con las cosas del mar, oficiales de marina y comerciantes
de origen sajón, principalmente británico, a las que pudo conocer y tratar
durante el exilio peruano del libertador, asunto particular este sobre el que
ha habido y hay un gran misterio. El mismo O’Higgins, sin embargo, brinda
antecedentes suficientes para aceptar que tales relaciones de trato personal
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Prólogo
y/o epistolar resultaron para él muy motivadoras para formular sus reflexio-
nes y propuestas a las autoridades chilenas. Ha ayudado en la búsqueda de una
explicación suficiente la disponibilidad de los escasos datos que en su hora
proporcionaran los comandantes Philip P. King y Robert Fitz-Roy, de la
Real Armada Británica, sobre lo acontecido en las expediciones hidrográ-
ficas británicas desarrolladas en aguas patagónicas y fueguinas entre 1826
y 1834. Gracias a ellos se han podido conocer los primeros indicios del
que hasta ahora ha sido un asunto virtualmente desconocido, como fuera
la actividad económica —caza de animales de piel fina— en los litorales
australes, de desarrollo previo, contemporáneo y posterior a la presencia
de los hidrógrafos ingleses, y que devino para ellos un imprevisto auxiliar
informativo en terreno por la experiencia y conocimientos acumulados por
sus actores.
Con esta aproximación era posible indagar en sus desconocidos pro-
tagonistas, sus motivaciones y sus intereses, en procura de aclarar y preci-
sar las noticias que O’Higgins pudo obtener para entender cabalmente sus
trascendentes consecuencias conocidas. Adelantando en el asunto pusimos
nuestro interés en las actividades de esos misteriosos protagonistas y orienta-
mos nuestras primeras investigaciones con algún fruto finalmente, lo que no
hizo más que estimular la búsqueda de fuentes que, de haberlas, debían ser
relaciones de viaje o documentos marítimos y mercantiles conservados en
repositorios extraños. Así llegamos a un personaje singular, William Low, el
competente patrón de goletas loberas al que O’Higgins consideró la persona
apropiada para comandar la expedición nacional que debía tomar posesión
del estrecho de Magallanes y sus territorios, y a los foqueros (loberos) pro-
cedentes de los puertos de Nueva Inglaterra en Estados Unidos, cuyos rastros
fueron apareciendo poco a poco. Eran esas dos vías complementarias por las
que había que proseguir la búsqueda en procura de nueva y más amplia infor-
mación de todo tipo sobre tan interesante y poco conocida materia. El asun-
to, es tiempo de decirlo, tempranamente comenzó a preocupar a mi antiguo
y talentoso alumno de Historia Regional en la Universidad de Magallanes,
Marcelo Mayorga, tal vez como consecuencia de la interacción establecida
en clases y de su personal preocupación por tan interesante cuestión que
permanecía abierta.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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Prólogo
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INTRODUCCIÓN
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
del proceso de expansión llevado a cabo por las grandes potencias europeas
noroccidentales desde fines del siglo xviii hacia un escenario geoestratégico
de suma relevancia en las históricas relaciones diplomáticas de países como
Argentina y Chile (área Patagonia y Tierra del Fuego), e Inglaterra y Argentina
(archipiélago de las islas Malvinas/Falkland)1.
A partir del encuentro/desencuentro entre estos grupos humanos, co-
menzaría a configurarse toda una serie de relaciones sociales, económicas y
culturales, en las que el conflicto y la cooperación determinarían la dinámica
de interacción entre ambos grupos, y cuya materialización se expresaría en
una serie de intercambios materiales (provisiones, armas, vestuario, formas
de comercio, etc.) y simbólicos (ideas, cosmovisiones, religiosidad, informa-
ción relativa al territorio, entre otros).
Estas relaciones interétnicas, cuya mayor intensidad se dio entre lobe-
ros y parcialidades aónikenk (patagones/tehuelches), se construyeron
mayoritariamente sobre la base del trueque/intercambio de tabaco, ba-
ratijas metálicas, bebidas alcohólicas versus la entrega de pieles y carne
por parte de los aborígenes, dinámica que se mantuvo luego de la ocu-
pación chilena en la península de Brunswick en 1843, con las consabidas
funestas consecuencias en el tradicional y ancestral desenvolvimiento de
las sociedades indígenas, y de cuyos antecedentes procuro aportar nueva
información.
Pero las expediciones loberas no solo se dedicaron a la caza y poste-
rior comercialización de lo obtenido, ya que en el transcurso de sus in-
cursiones cinegéticas los loberos fueron acumulando una ingente cantidad
de conocimientos en ámbitos como el geográfico, etnográfico y cultural,
1
A la luz de las históricas controversias respecto de la soberanía del archipiélago localizado en el
Atlántico sur —cuyo estatus de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas es de “territorio no
autónomo” (ONU, 1946: 93-94)— y de donde se origina la utilización en las diversas fuentes (tanto en
español e inglés) de los topónimos Malvinas y Falkland, tomé la decisión de utilizar la denominación
“Malvinas/Falkland” para referirme al mencionado conjunto insular. Cabe señalar que el origen del
topónimo Falkland deriva de un viaje de exploración llevado a cabo por el navegante inglés John Strong
en 1690, quien bautizó el estrecho que separa las dos islas principales como Falkland Sound. En tanto,
Malvinas es una derivación fonética del topónimo francés Malouines, en alusión al puerto de Saint Malo,
lugar de procedencia de los colonos establecidos en Port Louis en 1764, asentamiento erigido por Louis
A. Bougainville en una de las islas del archipiélago.
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Introducción
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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CAPÍTULO I
LA CAZA DE MAMÍFEROS MARINOS EN EL CONTEXTO DE LAS
EXPEDICIONES CIENTÍFICO-NAVALES
Hacia fines del siglo xviii e inicios del siglo xix, en el Cono Sur de América,
específicamente en el área de la Patagonia, Tierra del Fuego, islas Malvinas/
Falkland e islas subantárticas y, posteriormente, en el continente antártico, se
consolidó la explotación de mamíferos marinos, basada en el aprovechamiento
de sus pieles (lobo marino fino o de dos pelos y lobo marino de un pelo o co-
mún) y grasa (elefante marino)2, y que, a la postre, pasaría a ser la primera acti-
vidad económica desarrollada en territorio magallánico (Martinic, 1987: 13).
2
Las especies de pinnípedos que tienen relación con el paso de cazadores hacia latitudes australes,
excluyendo Australia y Nueva Zelandia, son: lobo fino austral (Arctocephalus australis); lobo fino antártico
(Arctocephalus gazella); lobo fino subantártico (Arctocephalus tropicalis) y lobo marino común (Otaria flaves-
cens), todos de la familia de los otáridos. En tanto, el elefante marino (Mirounga leonina) pertenece a la
familia de los fócidos.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Figura 2. Aborígenes kawésqar cazando lobos marinos. Memoria Chilena, “Kawésqar cazando lobos marinos”.
Recuperado de www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-70881.html
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
3
La traducción al castellano del sustantivo sealer —que deriva de seal (foca)— significa literalmente
foquero, denominación impropia que se utilizó para denominar a quienes se dedicaron a la caza de lobos
marinos (fur seal, lobo fino, y hair seal, lobo común). Lo anterior se debió a que en un comienzo al lobo
marino de dos pelos se le llamaba foca peletera, de ahí el nombre de foqueros. En este caso, traduje aquel
vocablo anglosajón como lobero, ya que recoge adecuadamente el quehacer de quienes se dedicaron a esta
actividad extractiva.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
Los antecedentes que explican la expansión de los loberos hacia aguas meri-
dionales del océano Pacífico están dados, en primer lugar, por el impulso de
las diversas expediciones científico-navales organizadas por las potencias euro-
peas durante el siglo xviii, entre las que destacan las de los ingleses John Byron
(1764) y James Cook (primer viaje de 1768 y segundo viaje de 1772), y la del
francés Louis Antoine de Bougainville (1766), de cuyas publicaciones se deri-
varon valiosas observaciones, sobre todo en lo relacionado con la abundancia
de mamíferos marinos en el océano Pacífico y el Atlántico sur (Kirker, 1970:
14-17). En segundo lugar, la explicación se encuentra en las consecuencias de
la independencia de Estados Unidos en 1776 y, en tercer lugar, en el influjo
que significó para el comercio internacional, al promediar la segunda mitad
del siglo xviii, la apertura del puerto de Cantón en China para la marina mer-
cante estadounidense (Dulles, 1930: 3-4; Greenberg, 1951: 41-48).
En efecto, y siguiendo a Dickinson (2007), Dulles (1930), Kirker (1970)
y Stackpole (1953), antes de la revolución norteamericana de 1776 los bar-
cos mercantes de las trece colonias tenían vedado el paso más allá del cabo de
Buena Esperanza para acceder al océano Índico, como también para dirigirse
al oeste a través del cabo de Hornos, debido al monopolio ejercido por la
Compañía de las Indias Orientales para comerciar con los puertos del lejano
oriente.
Una vez finalizada la conflagración, la corona británica cerró las rutas
coloniales a la marina mercante norteamericana, lo que le impidió colocar
sus productos en España y África, transportar esclavos hacia América Central
y el Caribe, e importar desde estos lugares productos como el ron, la melaza
y el azúcar, además de impedir la llegada desde el oriente de productos funda-
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
Figura 3. Puerto de New Bedford, vista de los barriles (casks) en los que se depositaba el aceite proveniente
de los cetáceos (Jones, 1861).
Recuperado de www.gutenberg.org/files/59684/59684-h/59684-h.htm
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
4
Fur seal es la denominación en inglés correspondiente a los lobos de dos pelos o finos, en tanto, hair
seal corresponde al lobo común o de un pelo.
5
El puerto de Macao, localizado en la península homónima, en la entrada del estuario del río Perla,
fue desde 1557 un asentamiento portugués en territorio chino (Greenberg, 1951: 46). Desde fines del
siglo xvii, debido al aumento de arribos de mercantes extranjeros, Macao pasó a depender directamente
del cercano puerto de Cantón (situado 145 km al noreste) en lo concerniente a la regulación del comer-
cio internacional (Van Dyke, 2007: 7). De este modo, Macao, al igual que Cantón, se transformó en una
parada obligada para todos quienes pretendiesen comerciar sus productos en el Imperio chino.
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
6
El ginseng es una raíz usada en China (incluso en la actualidad), a la que se le atribuían poderes
curativos extraordinarios, razón por la cual el emperador monopolizaba el cultivo de la planta, la que se
daba en forma silvestre en Manchuria (Dulles, 1930: 5) y en América es posible de hallar en las zonas
boscosas de Quebec y Georgia (Kirker, 1970: 7).
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Durante la segunda parte del siglo xviii, en el contexto del Siglo de las
Luces, varias naciones europeas se abocaron a la organización de expedi-
ciones hidrográficas alrededor del globo, imbuidas de un afán de conoci-
miento y exploración, amén de motivaciones de carácter geoestratégico,
de modo que el Nuevo Mundo y, en particular, el extremo austral del
continente americano, serían el principal escenario de esta expansión
europea.
Además de la ya aludida expedición británica de James Cook, destacan
las expediciones del capitán inglés John Byron (1764), la comandada por el
francés Antonio Bougainville (1766), las expediciones españolas capitaneadas
por Antonio Córdoba Lazo de la Vega (1785) y Alejandro Malaspina (1789) y,
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
“Cuando los Becerros Marinos llegan á viejos, tienen cerca de ocho pies
de largo, y ladran roncamente casi como los perros (…). Subministra
cada uno de los mayores, que tienen, como hemos dicho, ochos pies de
largo, media pipa de aceyte, y abundan tanto en este parage, que se po-
dria cargar del mismo aceyte un Navio entero enviado de intento á este
fin. Podriase tambien sacar un lucro considerable de sus pieles, sí pasasen
por las manos de los curtidores, que poseen el arte de preparalas” (Byron,
1769: 51-52).
7
Estas citas aquí corresponden a la edición de 1769, editada y traducida por Casimiro de Ortega.
En esta obra el traductor utiliza la denominación “becerros marinos” para referirse a los lobos marinos.
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
cociéndolos, nos servia de aceyte para las luces, y la gente del Equipage
guardó las pieles para chupas, y otros usos” (Byron, 1769: 101-102).
8
Los loberos anglosajones utilizaban la denominación Más Afuera o Masafuera para referirse a este
importante apostadero de lobos marinos de dos pelos (Arctocephalus philippii), que hacia fines del siglo xviii
comenzaron a ser intensamente explotados. Otras denominaciones para esta isla aparecen en Riso Patrón
(1924: 534). En adelante, se utilizará la denominación Masafuera.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
9
La edición que se ha tenido a la vista del diario de navegación de los viajes de James Cook incluye
un extracto del diario del capitán James King, quien relevó a Cook tras su muerte (King, 1842).
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
Cabe consignar que el diario oficial del tercer viaje de Cook se publicó
en Londres en 1784, en tanto que la edición del segundo viaje se publicó
en 1777, pero producto de la guerra de independencia (1776-1783) dichos
ejemplares estuvieron disponibles para los norteamericanos recién tras la
finalización del conflicto (Kirker, 1970: 15-16), fecha que coincide con la
edición apócrifa de Ledyard.
Tras la publicación de los pormenores del segundo viaje se conocieron
ampliamente los hábitats y la abundante presencia de otáridos en la Patagonia,
Tierra del Fuego y las islas Georgia del Sur.También se pudo acceder a las ob-
servaciones de otros navegantes ingleses, como George Anson (1740-1744)
y Philip Carteret (1766-1769), quienes habían recorrido el área de cabo de
Hornos, el estrecho de Magallanes y las islas Juan Fernández, de tal modo
que a contar de ese período comienza a estar disponible valiosa información
en relación con los recursos naturales, las rutas de navegación, los aborí-
genes, las fuentes de aprovisionamiento, etcétera, que se podían hallar en
lugares alejados del planeta.
Incluso más, en la misma época aparecen las ediciones del viaje de
Bougainville (primera edición en inglés publicada en 1771) y la obra de John
Hawkesworth (1777), que compila los viajes de los ingleses John Byron,
Samuel Wallis, Philip Carteret (1766-1768) y James Cook (primer viaje).
Estas obras estuvieron disponibles para los primeros cazadores de lobos ma-
rinos, tal como lo refiere el capitán Josiah Roberts, primer sealer estadouni-
dense en cazar lobos marinos en las islas San Félix y San Ambrosio en 1792,
quien en su momento señaló que a bordo del navío JeffeRson llevaba las últi-
mas publicaciones de autores ingleses (citado en Kirker, 1970: 14).
Como mencioné en párrafos precedentes, los británicos primero (James
Hanna) y luego los norteamericanos (John Kendrick) se dirigirán hacia el
noroeste del continente americano, en una carrera por obtener materias pri-
mas, con el fin de vincularse comercialmente con los mercados orientales (lo
que les permitía acceder a productos altamente demandados como el té y la
seda), de modo que será mediante este proceso de búsqueda que los loberos
participarán activamente en la fase expansiva llevada a cabo por las potencias
europeas y la naciente república norteamericana, y que justamente, tras los
viajes de Cook, dicho proceso se vio facilitado.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
10
Entendido por el autor como una entidad geográfica que abarca las costas americanas, islas de
altamar y sus múltiples interconexiones.
11
Respecto de las disputas en torno a la preeminencia del descubrimiento del continente blanco,
ver Fanning (1833), Mills (1905), Stackpole (1955), Stevens (1954), Headland (1989) y Cushman (1947).
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
12
Los comentarios de Josiah Roberts se hayan en Knox, H. (agosto 7, 1791) [Carta de Henry Knox
a John Coffin Jones]. The Gilder Lehrman Collection, The Gilder Lehrman Institute of American History,
New York, NY.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
13
En aquella expedición participaron tres embarcaciones: la goleta Penguin, capitaneada por
Alexander S. Palmer, y los bergantines annawan y seRaPH al mando, respectivamente, de Nathaniel
Palmer y Benjamin Pendleton.
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La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales
Al respecto, una nota de prensa del New York Enquirer, replicada en The
Nile’s Register el 24 de octubre de 1829, recogía lo siguiente:
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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CAPÍTULO II
LA CAZA DE LOBOS
oRganización y logística
Los viajes loberos (sealing voyages) organizados desde Estados Unidos involu-
craban a una serie de inversionistas que decidían aportar un pequeño capital
con el fin de armar y/o equipar una embarcación, situación contraria a lo
ocurrido en la industria de la caza de nutrias en la costa noroeste americana,
donde la actividad estaba en manos de grandes entidades comerciales y con-
centradas en un único puerto, Boston.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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Archivo Nacional Histórico de Chile, Fondo Ministerio de Marina, Vol. 31, sin foliar, planillas
10/9/1826.
15
Logbook of the Mary Jane (Log 560), G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.,
día 16/8/1833.
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La caza de lobos
triplicar dicha cantidad, como el caso del capitán Daniel Green, a cargo
del barco nePtune, quien en 1797 realizó un viaje con destino a las isla
de Masafuera llevando una tripulación compuesta por “cuarenta y cinco
jóvenes y robustos hombres de Connecticut”, según dejó consignado el
sobrecargo de la expedición, Ebenezer Townsend Jr., en uno de los esca-
sos diarios de viaje que dan cuenta de los primeros años de la actividad
lobera (Townsend, 1888: 1).
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
new LONDON
NEW london Mystic
MYSTIC
Allyn, Gurdon L. SPARK 1829 Clift, William MARY JANE 1833
GRAL. 1830
PUTNAM 1833
TALMA 1834
BETSEY
Baxter, Shubail EMILY 1834 Eldredge, William EMELINE 1834
Burrows, Brutus ANN HOWARD 1834 Holmes Charles K. FREE GIFT 1830
ANN HOWARD 1835 TAMPICO 1834
Burrows, Williams ANN HOWARD 1839 Miner, Thomas (III) PLUTARCH 1835
PLUTARCH 1840
Carew, Daniel BREAKWATER 1831 Stanton, Charles T. CHILE 1825
TALMA 1834 BOGOTÁ 1829
BOGOTÁ 1830
Clift, Hiram MCDONOUGH 1834 Wilcox, Phineas MONTGOMERY 1832
OSPREY 1835 MONTGOMERY 1833
MONTGOMERY 1834
PENGUIN 1835
PENGUIN 1837
PENGUIN 1839
Dewey, Edward P SPARK 1831
SPARK 1833
Elliot, Euclid BETSEY 1832
Harris, John L. PACIFIC 1843
PACIFIC 1844
Johnson, Luther B. ANN HOWARD 1836
Noyes, Williams BETSEY 1836
BETSEY 1839
BETSEY 1840
Perkins, Stephen BETSEY 1842
BETSEY 1844
Potter, James SUN 1833
Pray, Moses G. BETSEY 1844
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La caza de lobos
16
Los try-works se constituyeron en una de las mayores innovaciones de la industria ballenera yankee,
ya que permitieron procesar la grasa de los cetáceos a bordo de las embarcaciones, de modo que en los
viajes se podía recorrer mayores distancias. Consistía en dos grandes ollas o pailas de fierro fundido, dis-
puestas sobre un horno de ladrillos que se ubicaba sobre la cubierta de las embarcaciones, aunque también
podía ser trasladado a tierra para cocer la grasa (Headland, 1992: 53).
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
“el Capitán generalmente tiene permitido desde 1/11 a 1/15 [10% a poco
menos de 7%] de las ganancias netas; al Primer Oficial le corresponde una
proporción que varía entre 1/20 a 1/30 [5% a 3%]; el Segundo Oficial re-
cibe entre 1/30 a 1/50 [3% a 2%]; los loberos obtienen una participación
que va entre 1/80 a 1/100 [0,8% a 1,25%] de las utilidades, y los green-
hands, 1/75 a 1/200 [0,6%]” (Clark, 1887: 428).
Debido a las rudas condiciones a las que se veían sometidos quienes for-
maban parte de la más baja jerarquía a bordo de las embarcaciones loberas
(hacinamiento, viajes de hasta tres años, privaciones alimentarias, desarrollo
de labores distintas a las de un marinero corriente) las deserciones fueron
una problemática constante y quienes lograban soportar el periplo difícil-
mente volvían a alistarse en otro viaje de la misma naturaleza. Ambas situa-
ciones dificultaban la labor de reclutamiento de las tripulaciones por parte
de los capitanes.
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La caza de lobos
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
para emprender un viaje hacia la isla de Masafuera en 1797 (Figura 5). Como
apunta Fanning, “su aparejo fue completamente reformado y dispuesto de la
mejor forma posible. Las bodegas, con provisiones de todo tipo (…), consis-
ten en granos de diversos tipos, pequeños espejos, botones, agujas, artículos
de cuchillería y similares, adecuados para el comercio con los indios nativos
en los lugares que podemos visitar” (Fanning, 1833: 68).
Figura 5. Bergantín betsey en su retorno al puerto de Nueva York en 1799 (Fanning, 1833).
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La caza de lobos
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Figura 6. Campamento lobero en la isla Byers, del grupo de las Malvinas/Falkland (Fanning, 1833).
17
Un bushel es un contenedor cilíndrico cuya capacidad varía de acuerdo con el sistema de medida
considerado, ya sea el sistema imperial británico o el estadounidense. Se usa también en la agricultura.
Para este caso en particular, se tomó en cuenta la norma estadounidense, según la cual un bushel equivale
a 25,40 kilogramos, y se emplea en el pesaje de granos de maíz.
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La caza de lobos
Las rutas de los loberos estuvieron determinadas por los lugares donde se
concentraban grandes cantidades de otáridos, por los mercados donde era
factible comercializar los productos y, naturalmente, por aquellos sitios don-
de podían acceder al suministro de elementos vitales para el desarrollo de la
actividad.
En un primer momento los lugares de más asidua concurrencia fueron
las islas Malvinas/Falkland, Georgia del Sur (ambas en el Atlántico sur) y
seguidamente la isla de Masafuera (33°46’S- 80°48’O), frente a las costas de
Chile. Quienes emprendieron estos viajes pioneros demarcarían los derro-
teros que en los años sucesivos seguirían las demás tripulaciones loberas en
busca de sus presas.
Sea que partiesen desde los puertos británicos o desde la costa este de
Estados Unidos, las embarcaciones emprendían rumbo, en primer lugar, ha-
cia las islas Cabo Verde, donde se abastecían de alimentos y de sal para el
proceso de conservación de las pieles.
El viaje proseguía hacia el sur, costeando la costa americana, tocando
en determinadas ocasiones en la costa de Brasil y en los puertos del río de
La Plata, y, seguidamente, singlaban por la costa oriental de la Patagonia,
donde algunas embarcaciones cazaban lobos marinos de uno y de dos pelos
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
y también aprovechaban el clima seco del lugar para secar las pieles obte-
nidas allí o en los apostaderos situados más al sur, y, como se ha detectado,
efectuar algunos trueques con grupos de aborígenes aónikenk que habita-
ban el área.
A continuación, el objetivo era recalar en alguna de las islas del archi-
piélago malvinense, islas que a la sazón eran un paso obligado para todas las
embarcaciones loberas y balleneras cuyo destino era los mares del sur, no
solo por la presencia de lobos marinos comunes y finos, además de elefan-
tes marinos, sino también por la facilidad que esas estratégicas ubicaciones
representaban para conseguir suministros de agua fresca, huevos, hortalizas
y carne, esta última conseguida a base del ganado cimarrón dejado por los
primeros intentos de colonización llevados a cabo en el archipiélago.
Como muestra de lo anterior, en 1820 el capitán David Jewett, nortea-
mericano al servicio del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
reportó en Port Louis (East Falkland o Soledad) la presencia de más de 30
veleros dedicadas a la pesca de lobos marinos, junto con otras embarcaciones
balleneras y loberas, sitas allí para restablecer la salud de sus tripulaciones
tras efectuar labores extractivas en aguas antárticas (Fitz-Roy, 1839: 237).
La isla de los Estados (Staten Land) y sus islotes adyacentes también consti-
tuyó un lugar de visitas habituales de los sealers, dada la presencia de pinnípedos
en sus costas y de madera, recurso no disponible en las Malvinas/Falkland.
Tras esto, la ruta implicaba cruzar el cabo de Hornos en el caso de aque-
llos cuyo destino eran las islas del océano Pacífico, Masafuera, San Ambrosio
y San Félix, en las costas de Chile, o las islas Macquarie, Chatham, Antípoda,
Bounty, Snares y Campbell, cercanas a Nueva Zelanda o en las cercanías del
estrecho de Bass, entre la costa sur de Australia y la isla de Tasmania (Smith,
2002: 2).
Para quienes se dirigían a las islas esporádicas de la costa chilena, el
trayecto consideraba el paso por las islas Santa María (37°03’S 73°31’O) y
Mocha (38°22’S-73°54’O), excelentes lugares para el abastecimiento de las
bodegas, además de hallarse importantes poblaciones de lobos de un pelo,
de los que se beneficiaba el cuero (para la fabricación de fieltro y otras ma-
nufacturas como maletas, baúles, etc.) y la grasa para la obtención de aceite
(Busch, 1987: 15).
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La caza de lobos
Otros cazadores partían desde las Malvinas/Falkland hacia las islas Georgia
del Sur en procura de las preciadas pieles, contexto en el que comenzaron
a adentrarse en el Atlántico sur, dando con nuevos apostaderos (islas Tristán
de Acuña [37°07’S 12°17’O], Gough [40°19’S 9°55’O], Mercury [25°43’S
14°50’E], Ichaboe [26°17’S 14°56’E]).
Independientemente del lugar de caza elegido, hacia fines del siglo xviii
y hasta 1812, el principal destino final de las pieles era el puerto oriental
de Cantón, lugar que dominó este comercio durante el período inicial de la
industria lobera. Cabe consignar que en China tempranamente idearon un
método para retirar la capa gruesa de pelos de la piel del lobo fino, lo que
naturalmente dio la ventaja comercial a aquel concurrido puerto oriental,
situado en el delta del río de las Perlas (Mapas 1 y 2).
Valga señalar que todas las especies de Arctocephalus poseen dos capas de pe-
los, una interna de pelos más suaves y cortos, y otra de pelos gruesos y ásperos.
Esta capa era la que, al ser retirada, transformaba la piel del lobo fino en una ma-
teria prima que competía en calidad con las pieles de nutria o de castor, cualidad
que las hizo muy apetecidas por las élites chinas para la confección de vestuario.
A contar de 1796, Londres empieza a encumbrarse como otra impor-
tante plaza para la recepción de las pieles debido a que en aquel año el inglés
Thomas Chapman inventó un proceso para desprender la capa de pelos grue-
sos de las pieles de los lobos de dos pelos o fur seal (Jones, 1991: 628-629), lo
que permitía que conservasen la capa interior de pelaje terso. Cabe consignar
que antes de la invención de Chapman igualmente los loberos británicos lle-
vaban las pieles a Londres, desde donde eran reexportadas a Cantón en los
barcos de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales (Richards, 2003: 2).
Tras la reanudación del tráfico lobero luego del término de la guerra de
1812, los cazadores yankees empezaron a enviar las pieles hacia sus puertos
locales —Nueva York, Stonington, Boston, Jersey City—, dado que las pobla-
ciones de pinnípedos se hallaban extremadamente mermadas en aquellos sitios
donde la actividad se concentró en los primeros años y, por ende, las bodegas
colmadas que caracterizaron a los viajes pioneros de Edmund Fanning en el
betsey, de Daniel Green en el nePtune y de Amasa Delano en el PeRseveRance,
entre otros, dejaron de ser la regla, de tal forma que las largas travesías hacia
Cantón se hicieron cada vez menos rentables (Mapas 3 y 4).
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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La caza de lobos
En 1786 se obtuvo un elevado precio por cada piel de fur seal pues en
aquel año se verificó el primer arribo de esta mercancía al puerto oriental
de Cantón. En los siguientes años el precio se estabilizó en un promedio de
tres dólares. En 1802 se aprecia una significativa disminución, que se explica
por un exceso de oferta (Smith, 2002: 4) debido a la masiva llegada de pie-
les provenientes de las islas esporádicas de Chile, fundamentalmente desde
Masafuera.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
MaPa 1
MaPa 2
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La caza de lobos
MaPa 3
MaPa 4
En los Mapas 1, 2, 3 y 4 las áreas destacadas corresponden respectivamente a los cotos de caza del Índico y
Atlántico, y aquellos localizados en el Pacífico occidental, espacios que fueron explotados durante ambos
ciclos de caza.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Métodos de caza
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La caza de lobos
“Los machos adultos, llamados “wigs”; las hembras, “clapmatches”; los ma-
chos no tan viejos, “Bulls”; los medianamente desarrollados, de ambos se-
xos, “yearlings”; los jóvenes de casi un año son llamados “gray” (canoso) o
“silvered pups” (popis plateados); y antes de que su piel cambie a esa tona-
lidad, son denominados “black pups” (popis negros). Este animal es mucho
más vivaz y activo en la costa que el elefante, el leopardo o lobo común; su
principal deleite está en las fuertes rompientes sobre los agrestes roqueda-
les” (Fanning, 1833: 354).
Las presas predilectas eran las hembras adultas (clapmatches), los machos
adultos (bulls) y las hembras y machos de menor desarrollo (yearlings), cuya
edad fluctúa entre tres y cuatro años, a partir de los cuales alcanzan la madu-
rez sexual. Los machos más viejos eran los menos apreciados, sin embargo,
igualmente eran cazados. Si bien las pieles de los popis no eran beneficiadas,
en ocasiones, y sobre todo cuando las provisiones escaseaban, los loberos
consumían su carne.
Figura 7. Roquerío en la isla Beauchene, del grupo las Malvinas/Falkland (Fanning, 1833).
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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La caza de lobos
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Figura 9. Faena de caza, isla Goicoechea/New, archipiélago de las Malvinas/Falkland. En junio de 1813,
Charles Barnard, lobero estadounidense, fue abandonado junto a tres hombres en el archipiélago mal-
vinense. En el cuadrante izquierdo se ve la silueta de tres cazadores [destacado con círculos por mí]. En
el nivel inferior del roquerío, un lobero con garrote, presto a dar cuenta de los pinnípedos. En la parte
media y en la cima del acantilado, y ayudados por una cuerda, otros dos están dedicados a transportar las
pieles (Barnard, 1836)
Una vez finalizados los derribos, los loberos extraían la piel de los pinnípedos
(skinning), labor que debía ejecutarse con prontitud, puesto que mientras
menor era el tiempo en que se extrajeran las pieles de los cadáveres, menos
dificultad reportaba la desolladura.
Clark entrega pormenores del método empleado para desollar a los ani-
males:
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La caza de lobos
18
En George Gilderdale Papers, 1850-1870, nota inédita titulada: “Skinning & Curing of fur seal”,
box 1, vol. 2, G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
colocar y/o enterrar las estacas con facilidad. Las pieles eran fijadas al sue-
lo con diez estacas cada una (este procedimiento tenía por objetivo darles
forma).
En condiciones normales (es decir, con un día despejado de verano) para
el secado bastaba con uno o dos días, sin embargo, en estas regiones (islas
Malvinas/Falkland) lo normal era que se dejasen orear por cerca de una se-
mana e incluso en ocasiones hasta tres semanas.
Lo anterior aplica para los meses de verano, puesto que cuando las pieles
eran tomadas durante el invierno el procedimiento consistía en cubrirlas de
sal (por el lado de la carne) para posteriormente, en primavera, exponerlas
al sol. La cobertura de sal se efectuaba en la cubierta de las naves, e implicaba
un trabajo considerable, puesto que cuando debían ser puestas a secar, las
pieles nuevamente debían trasladarse a tierra. Una vez que los cueros estaban
lo suficientemente secos, se les retiraban las estacas, se apilaban, para después
ser extendidas con el fin de que sudaran (debido a que rezumaban).
Este último procedimiento (apilar y extender) se repetía varias veces,
por dos o tres días, hasta que las pieles estuvieran adecuadamente curadas
y aptas para ser llevadas a bordo del barco. Igualmente, se monitoreaba
constantemente las pieles mientras permanecían estaqueadas, tal es así, que
aquellas que presentasen rizos debido a que no recibían los rayos del sol,
eran prontamente recortadas, de lo contrario, las pieles corrían el riesgo de
arruinarse. También se debían tomar resguardos mientras aquellas valiosas
mercancías permanecían a bordo de las naves, para lo cual los fardos o pa-
quetes de pieles se desarmaban en varias oportunidades para ser golpeados o
sacudidos a fin de quitarles los gusanos o parásitos (Townsend, 1888: 35-36).
El curado de las pieles de sal se realizaba fundamentalmente sobre la
cubierta de las naves, a diferencia del método recién descrito, donde la ope-
ración se realizaba en tierra. A partir de los antecedentes proporcionados por
Gilderdale, Clark y Fanning, en un primer período comprendido entre 1820
y 1840 las pieles eran habitualmente tomadas del animal con un cuarto de
pulgada de grasa adherida a ellas, y en este estado se les aplicaba una capa de
sal sobre la cara opuesta al pelaje, es decir, donde estaba la grasa. Eso se hacía
porque la grasa absorbe mejor la sal que la piel, con lo cual la piel era curada
con mayor seguridad.
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La caza de lobos
A partir de 1840, las pieles eran desolladas con casi toda la grasa, pero
cuando eran llevadas al campamento o a bordo de las embarcaciones, se las
colocaba sobre una tabla de aproximadamente 16 pulgadas o sobre un barril
vacío, y se les retiraba toda la grasa.
Para ambos métodos, previo al recubrimiento con cloruro de sodio las
pieles eran lavadas minuciosamente con agua salada a fin de retirar cual-
quier resto de sangre o suciedad, posteriormente se las apilaba, y se ponían
sobre los montones pesadas piedras a fin de retirar el exceso de humedad,
durante uno o dos días. En seguida se las empaquetaba y amarraba con
capas alternadas de sal, en montones que asemejaban la forma de un libro.
Después de aproximadamente cuatro meses, las pieles requerían ser resa-
ladas para su preservación. Igualmente debían ser revisadas antes y durante
el paso hacia las latitudes más calurosas.
De no recibir un adecuado tratamiento, aquellas porciones de piel no
recubiertas por sal se dañaban, provocando que el pelaje se les desprendiese.
Ilustrativo es el caso de la nave Pegasus, la que obtuvo una carga de 100.000
pieles, pero por carecer de sal suficiente para curar su cargamento de manera
adecuada, sufrió la pérdida de toda su carga y al llegar a Londres su mercancía
fue vendida pero como abono.
De ahí que la sal fuese un insumo clave para estas empresas, y su ob-
tención, como ya se ha indicado, mayoritariamente se procuraba desde los
yacimientos de cloruro de sodio de las islas Cabo Verde y también desde los
puertos de origen de cada embarcación. Este insumo debía poseer también
ciertas características: debía ser moderadamente fina, ya que si era dema-
siado gruesa no cubría adecuadamente la parte carnosa de las pieles. Tal es
así, que la sal proveniente del puerto de Liverpool o de las caribeñas islas
Turcas y Caicos (21°45’N-71°35’O) no era considerada apropiada para la
conservación de las pieles.
Gilderdale señalaba que con un bushel era posible curar e incluso resalar
hasta ocho pieles, es decir, se necesitaban poco más de dos kilos de sal para
procesar cada piel.
En el caso del área de la Patagonia, y de acuerdo con los logbooks
y fuentes primarias que se han tenido a la vista, algunas de las pie-
les obtenidas por los loberos provenían de transacciones basadas en el
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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La caza de lobos
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CAPÍTULO III
INTERACCIÓN ABORÍGENES-LOBEROS: EL CASO DEL LOBERO
ESCOCÉS WILLIAM LOW
Se analiza aisladamente el caso del lobero británico William Low tanto por
una consideración metodológica como por otras que tienen que ver con el
personaje propiamente tal.
La decisión metodológica está basada en el virtual desconocimiento de
las actividades de los cazadores de lobos de origen británico por el territorio
austral americano (islas Malvinas/Falkland, Patagonia y Tierra del Fuego) y
los contactos entre estos y los aborígenes australes, a excepción de la na-
rrativa de James Weddell, la que, sin embargo, se inscribe en el marco de la
exploración de la Antártica.
En tal sentido, en consideración a lo fragmentario de los antecedentes
que dan cuenta de la figura del lobero británico, habidos fundamentalmente
en fuentes históricas de carácter primario que tratan de manera indirecta
la temática de los cazadores de lobos —destacan las relaciones de los via-
jes de levantamiento hidrográfico de los capitanes ingleses Philip P. King y
Robert Fitz-Roy entre 1826-1834, y la relación de viaje del misionero nor-
teamericano Titus Coan (1833-1834)—, fue necesario realizar un ejercicio
metodológico de carácter inductivo, que, junto con el análisis de otras fuen-
tes documentales, permitieran construir la trayectoria vital de este singular
personaje.
Las otras razones que explican el tratamiento por separado de la figura
de Low responden a una doble consideración, ya que, de un lado, se vincula
directamente con el contexto global, dada su participación en la actividad
de la caza de mamíferos marinos, iniciada por los balleneros desde Europa,
a la que posteriormente se incorporaron marineros yankees, para luego, casi
en simultaneidad, dar paso a los cazadores de lobos marinos, expansión que
significó la incorporación en los circuitos mercantiles de vastos territorios
ultramarinos alejados de los tradicionales centros del comercio mundial.
De otro lado, se inserta en un contexto nacional y regional, dado que
la figura de este lobero se asocia con los esfuerzos iniciales de Chile por
-79-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
19
Tal es el caso de bahía o puerto Low (45°50’S-73°57’O), situada en la costa norte de la isla Gran
Guaiteca, y el puerto homónimo, situado al oeste de la mencionada bahía, ambos lugares localizados al
sur de la isla de Chiloé y que forman parte de la Región de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo.
Otro topónimo es Punta Low (52°44’S-70°42’O), localizado en la costa nororiental del estrecho de
Magallanes.
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Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
Como se señaló, desde la segunda mitad de la década del setenta del siglo
xviii comienza la primera gran oleada de cazadores de pinnípedos hacia el
extremo sur americano, la que se vería interrumpida por la guerra angloes-
tadounidense de 1812-1815, y más tarde, entre 1815-1819 (año del descu-
brimiento de las islas Shetland del Sur), y por un lapso de poco más de veinte
años, se retomó la actividad con nuevos bríos.
Todo apunta a que fue en la segunda oleada de sealers cuando William
Low hizo su aparición por los mares australes, donde el foco inicial de
sus actividades fue el área correspondiente al archipiélago de las islas
Malvinas/Falkland. Lo anterior a partir de información localizada en dis-
tintas fuentes, una de las cuales señala que el capitán William Low zarpó
el 3 de agosto de 1822 desde el Río de la Plata, con destino a las islas
Malvinas/Falkland a bordo del bergantín adeona20 (Lorton, 2012: 119).
De acuerdo con el registro de buques del Lloyds Register21 en su edición
del 1 de agosto de 1823, el adeona arribó a Liverpool el 29 de julio de
aquel año, procedente de Buenos Aires, desde donde había zarpado el 6
de mayo de 182322.
Lo anterior se complementa con la valiosa recopilación que hizo A.G.E.
Jones del listado de embarcaciones británicas que participaron en las pes-
querías de los mares del sur entre 1775 y 1859, a partir de los registros
de la Society of Merchants23 y Lloyds Register, donde se apunta que Low llega
a las Malvinas/Falkland el 5 de febrero de 1823, alcanzando el puerto de
Liverpool a fines de julio del mismo año, con 3.807 pieles de lobos marinos
(Jones, 1992: 41).
20
Adeona es el nombre de una deidad romana a quien se le atribuía la facultad de permitir el regreso
a casa de los viajeros (Secchi, 2007: 11).
21
Publicación periódica editada en Londres que desde 1734 publica información referida a la entra-
da y salida de embarcaciones desde los principales puertos británicos. Con posterioridad incluyó infor-
mación de otros puertos del mundo.
22
Lloyds Register, 1 agosto 1823, Gregg International Publisher Limited 1969. Recuperado de
https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=mdp.39015004293968&view=1up&seq=231
23
Este registro, que surgió como competencia del Lloyd List, comenzó a circular en el 1800.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
24
La isla Noir (54°30’S-73°00’O) se ubica al oeste del archipiélago de la Tierra del Fuego, frente a
la península de Brecknock (Riso Patrón, 1924: 590).
25
South Seas (SS) es la inscripción genérica que contienen la mayoría de los registros, así como
Southern Fishery (SF). En otras oportunidades figuran algunas más específicas, tales como Falkland,
Magellan Strait, Patagonia, Tierra del Fuego y South Shetland.
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Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
“Al mediodía al ver una pequeña caleta, fui en un bote a examinarla, y bus-
car agua. No encontramos ningunas señales en aquel lugar; pero un poco
más al oeste, un delgado torrente fue visto cayendo desde un acantilado de
lava, de cerca de 30 pies de altura. Mr. Low había descrito correctamente
esta cascada; y su informe de un lugar de aguada en las cercanías fue pron-
tamente verificado, debido a nuestro descubrimiento de una caleta a media
milla al oeste de la cascada” (Fitz-Roy, 1839: 488).
Las islas Galápagos fueron visitadas desde fines del siglo xviii y durante la
centuria siguiente por balleneros y loberos, y, a pesar de la presencia de lobos
marinos en el archipiélago —los que igualmente fueron cazados—, su pobla-
ción no representaba un número tal que justificase expediciones a tan remoto
lugar. Los principales atractivos de estas islas eran las tortugas gigantes (que
26
Archivo Nacional Histórico de Chile, Capitanía de puerto de Valparaíso, Fondo Ministerio de
Marina, Volumen 31, sin foliar, planillas 10/09/1826 y 25/09/1826.
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27
“Lloyd’s List marine news 1740-837”. Londres: City of London Corporation. Recuperado de
https://bit.ly/2KbOdfp
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Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
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Logbook of the Betsey (Log 7b), G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
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Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
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Los británicos creyeron haber instalado su base de operaciones en Port Famine, en la errónea
creencia de que en la bahía San Juan habría estado emplazada la malograda ciudad fundada por Pedro
Sarmiento de Gamboa en el año 1584, Ciudad del Rey Don Felipe, y que la posteridad conocería como
Puerto del Hambre. Finalmente, en 1955 se encontró el verdadero emplazamiento de la ciudad fundada
por el español, específicamente poco más al norte de la punta Santa Ana —accidente geográfico donde en
1843 se fundó el Fuerte Bulnes—, en una pequeña bahía llamada Buena.
30
En la actualidad aquel sitio es conocido como Cementerio de los Ingleses, y se localiza en la costa
de la bahía de San Juan, en el estrecho de Magallanes, aproximadamente a 60 km al sur de la ciudad de
Punta Arenas.
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
dirigían a procesar la grasa obtenida de los elefantes y lobos marinos para ob-
tener aceite, siendo la idea original llevar a cabo dicho proceso en el puerto San
Antonio31, lo que finalmente realizaron en puerto Bougainville32 o puerto Jack
(denominado así por los loberos), a instancias de Philip P. King, quien les mani-
fiesta que ese lugar está más resguardado de las inclemencias del tiempo (King,
1839: 122). Hacia fines de abril, Andrew Low permanecía en puerto Bougain-
ville, donde fue visitado por una parcialidad de aborígenes kawésqar a los que
no les permitió abordar su bergantín. Esta referencia es la última que muestra
al hermano de William Low con vida, ya que la siguiente alusión corresponde a
aquella en que se da cuenta de su fallecimiento a mediados de junio.
La muerte del hermano mayor debió de golpear con fuerza el ánimo
de William Low, por cuanto el 30 de junio reunió a su pequeña flotilla,
compuesta por el adeona (ahora sin su capitán original), el MeRcuRy y el
uxbRidge, y zarparon con destino a las islas Malvinas/Falkland, para desde
allí enfilar rumbo a Gran Bretaña. De hecho, el 14 de marzo de 1829 ingre-
só al puerto de Greenock, en el río Clyde, el cúter uxbRidge, al mando del
capitán Wyllie, quien seguramente reemplazó a William Low en el mando
de esta embarcación, dado que este último arribó a Londres el 8 de mayo a
bordo del adeona (Jones, 1986: 86-87). Como se lee, la muerte del herma-
no mayor de William no solo provocó cambios en las tripulaciones, sino que
debió ser el motivo principal de la partida desde el estrecho de Magallanes
con rumbo al Atlántico norte.
Posteriormente, en 1830, 1831 y 1832, el adeona retornó a los mares
del sur procedente de Greenock, y los registros muestran como capitán a
William Low, en tanto que como propietario sigue figurando Andrew Low33.
31
Puerto San Antonio (53°55’S-70°52’O), en la costa oeste de la isla Dawson (Riso Patrón, 1924: 795).
32
Bahía Bougainville (53°51’S-71°04’O), en la costa sureste de la península de Brunswick (Riso
Patrón, 1924: 88).
33
De acuerdo con Jones (1986: x-xi; 1993: 18-19), muchas veces los lugares de zarpe y destino de
las embarcaciones, como también aquellos donde se consignaba la información referida a sus caracterís-
ticas (tipo de embarcación, tonelaje, condición, lugar de construcción, etc.), presentan inconsistencias
en los datos, por cuanto en ocasiones, verbigracia, se reportaba en el Lloyds List el nombre de un de-
terminado capitán y de su respectivo propietario, en tanto que en el listado de la Society of Merchants
dicha información aparece intercambiada, o simplemente se encuentra solo en uno de estos dos registros.
Además, los propios capitanes o socios propietarios de las naves no actualizaban los datos.
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Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Esta embarcación, en la que Low había empleado todos sus recursos, era
la goleta unicoRn, en la que además de oficiar de capitán, era socio propie-
tario junto con otros personajes con asiento en Montevideo (Fitz-Roy, 1839:
273). Como se indicó, el adeona realizó su último viaje en 1832 para termi-
nar su vida útil en el citado puerto, razón por la cual, y de acuerdo con los
datos de que se dispone, se deduce que tras la venta de su antiguo bergantín,
Low y sus socios compraron una nueva goleta en septiembre de 1832, y tras
efectuarle los correspondientes arreglos, se dirigió con el unicoRn desde
Montevideo hacia la Patagonia, al que sería su último crucero lobero.
Para aquel entonces, la expedición británica a bordo de la beagle preci-
saba de una embarcación auxiliar que le permitiera completar sus explora-
ciones. Fue por eso que Fitz-Roy consideró la idea de adquirir la unicoRn.
Respecto de sus características y de los detalles de la operación de compra-
venta, hizo los siguientes comentarios:
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Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
desprenderse del bergantín que antes formó parte de la flotilla que coman-
daban y regentaban junto a su hermano mayor, y, muy probablemente, con la
participación del padre de los Low.
Se apunta lo anterior en función de un dato que tangencialmente propor-
ciona Fitz-Roy cuando se refiere a algunas características de su personalidad:
“Mr. Low es hijo de un respetable agente inmobiliario de Escocia; fue criado
como marinero, posee un gran sentido común, ágil comprensión, facilidad
de descripción y una extraordinaria memoria local” (Fitz-Roy, 1839: 331).
En este sentido, es plausible inferir que el padre pudo haber participado
en el negocio de la caza de lobos junto a sus hijos, máxime si se tiene en cuen-
ta que para los casos del cúter uxbRidge y del sloop daRt figura como propie-
tario un tal L. Low, que bien podría corresponder al progenitor de William y
Andrew. También se puede afirmar que William Low y familia son oriundos
de Escocia, lo que coincide con los registros que dan cuenta de sucesivos
zarpes y llegadas desde y hacia Greenock, y como se señaló anteriormente,
corresponde a un puerto ubicado en la desembocadura del río Clyde, en la
costa oeste de Escocia.
Más adelante en su relato, Fitz-Roy narra otros interesantes detalles de
la unicoRn —a la que rebautizó como adventuRe34—, entre los que desta-
can que la goleta fue construida como yate en Rochester (Inglaterra) por un
costo de £6000, para posteriormente ser reacondicionada y pasar a ser utili-
zada en el Mediterráneo bajo el mando de Thomas Cochrane35; años después
fue preparada para participar en las operaciones que buscaban poner fin al
bloqueo de Buenos Aires36, sin embargo, la nave fue apresada por las fuerzas
brasileñas y llevada a Montevideo, donde fue adquirida por el cónsul británi-
co, quien finalmente la acondicionó para ser utilizada en la caza de otáridos
(Fitz-Roy, 1839: 275).
34
Fue bautizada así en recuerdo de la embarcación que formó parte de la primera etapa de explo-
ración de los marinos británicos llevada a cabo entre 1826 y 1830, bajo el comando de Philip P. King.
35
Thomas Cochrane participó en la guerra de independencia de Grecia, que se desarrolló entre
1826 y 1828, y efectivamente, entre 1826 y 1827 estuvo al mando del yate unicoRn (Cordingly, 2008:
322-323).
36
Se refiere al bloqueo de Buenos Aires por parte del imperio del Brasil, llevado a cabo entre 1825
y 1828.
-91-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
37
Puerto Deseado (47°45’S-65°55’O) se localiza en la costa oriental de la Patagonia. En 1790,
bajo el reinado del rey Carlos IV, se creó la Real Compañía Marítima de Pesca, cuyo objetivo principal
era el aprovechamiento de cetáceos, pinnípedos y pesca de altura en general, en la costa de la Patagonia
(Fernández y Martínez, 1991). El mismo año de su creación se creó una factoría y un fuerte, instalaciones
que fueron abandonadas en 1807.
-92-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
Figura 10. Conrad Martens, The Adventure off Port Desire, Decr. 23 1833, 1833-1834 (Organ, 1996)
Figura 11. Conrad Martens, Ruins. Nort side of the Harbour of Port Desire, 1833-1834 (“Sketchbook III”.
Recuperado de http://cudl.lib.cam.ac.uk/view/MS-ADD-07983/29
-93-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Figura 12. Conrad Martens, Slinging the monkey, 1833-1834. “Sketchbook III”.
Recuperado de http://cudl.lib.cam.ac.uk/view/MS-ADD-07983/35
Figura 13. Conrad Martens, Point Arenas, isla de Cochinos, at Chiloé, 1833-1834. “Sketchbook I”.
Recuperado de http://cudl.lib.cam.ac.uk/view/MS-ADD-07984/31
-94-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
38
La punta Arenas (41°51’S-73°52’O) está situada al sur este de la península de Lacuy
(41°48’S-74°00’O), frente a la bahía de Ancud.
39
Isla de Cochinos (41°51’S-73°49’O) se localiza al sur de la bahía de Ancud, frente a la ciudad
homónima, en el extremo noroeste de la isla de Chiloé.
-95-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
tocado soportar tan rigurosas condiciones climáticas, lo que sugiere que por
lo menos desde 1813 se habría dedicado a este tipo de actividad.
En un contexto general, Jones se refiere a que la actividad de caza de
lobos marinos fue llevada a cabo fundamentalmente por pequeños propieta-
rios, y que más de la mitad de ellos poseía solo una embarcación, en contraste
con los grandes armadores, que poseían cinco o más naves, destacando entre
estos últimos las firmas Bennett y Enderby, que en 1821 poseían, respectiva-
mente, 26 y 14 embarcaciones (1981: 263-264).
Los registros compulsados dan cuenta de un constante recambio de las
embarcaciones de la flotilla Low. En 1822 iniciaron sus actividades con el
bergantín adeona (142 t), cuya vida útil se extendió hasta 1832. Aunque al
principio la propiedad de esta embarcación figura bajo el nombre de Thomas
Brassey, quien la adquiere el 7 de enero de 1822 en Greenock y el mismo
día la vende a unos comerciantes de la misma ciudad, cuatro años más tarde
Andrew Low se convierte en su dueño (Jones, 1992: 40).
En efecto, en un primer momento algunos loberos fueron capitanes o
miembros de la tripulación, y gracias a las ganancias obtenidas pudieron ha-
cerse de sus propias embarcaciones, en este caso particular, de un bergantín
de 142 toneladas. Paralelamente entra en escena el sloop daRt (86 t), que
figura con actividad entre 1823 y 1825, para luego pasar a manos de otro
propietario; en 1826 se incorporó como acompañante del adeona el cúter
uxbRidge (91 t), que se desempeñó en los mares del sur entre 1826 y 1831;
entre 1829 y 1830 figura la embarcación menor llamada MeRcuRy; y final-
mente, hacia la segunda mitad de 1832 y hasta marzo de 1833, Low aparece
con una nueva embarcación, la goleta unicoRn (170 t), la de mayor tamaño
de las hasta ahí utilizadas por este lobero escocés, en la que participó de su
propiedad junto con otros socios asentados en Montevideo.
Según apunta Dickinson, entre 1819 y 1826, período de creciente orga-
nización de expediciones loberas debido al descubrimiento del archipiélago
de las Shetland del Sur, el promedio de tonelaje de las embarcaciones era de
195 toneladas, en contraste con las 400 toneladas que promediaron los navíos
balleneros que entre 1786 y 1819 se dirigieron hacia latitudes australes. Con-
forme pasaron los años, el tonelaje de las embarcaciones fue disminuyendo
como consecuencia de la declinación de las poblaciones de lobos y elefantes
-96-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
marinos (Figura 14), situación que llevaba a los loberos a realizar viajes más
largos y a lugares cada vez más inaccesibles, donde resultaba necesario utili-
zar embarcaciones más pequeñas y maniobrables, razón por la cual muchos
de quienes participaron en esta actividad no estaban dispuestos a arriesgarse
utilizando barcos de primera clase, y por lo general, se acondicionaban navíos
cuya antigüedad era considerable (2007: 11-12).
Esta situación explica los constantes naufragios que se reportaban en
los mares del sur no solo por las conocidas condiciones meteorológicas del
área, sino también por las embarcaciones que se utilizaban, que en su gran
mayoría poseían un largo recorrido previo, e, igualmente, correspondían a
navíos de mayor maniobrabilidad, pero de menor tonelaje y calado, lo que
las hacía presa de las constantes tormentas o los williwaws, como denomi-
naban los tripulantes de las embarcaciones loberas a las repentinas ráfagas
de viento que continuamente los golpeaban en los canales patagónicos y
fueguinos.
Jones agrega que la especulación y el riesgo caracterizaron a este ru-
bro, en particular a partir de 1820, lo que estimuló a muchos que sin pre-
via experiencia en el negocio incursionaron en los mares del sur a adquirir
embarcaciones de baja calidad con el fin de aminorar los riesgos de pérdida
de la inversión. De igual modo, el riesgo estaba presente antes, durante y
al regreso del crucero cinegético, en primer lugar, por la incertidumbre de
dar con apostaderos de otáridos que permitieran rentabilizar la inversión;
en segundo lugar, por las tormentas inesperadas, la niebla, los icebergs, etc.,
siempre estaba latente la posibilidad de pérdida total e incluso de no retorno
de las tripulaciones, y, en tercer lugar, porque no se sabía a qué precio se
venderían las pieles al volver a Inglaterra (Jones, 1981: 256 y 260). En la
última expedición llevada a cabo por William Low en 1832-1833, a bordo de
la goleta unicoRn, realizada en asociación con otros inversores, seguramente
para compartir los riesgos en caso de que algo no saliera de acuerdo con lo
planeado, los resultados fueron paupérrimos y dejaron sin capital a Low, con
su embarcación gravemente dañada, por lo que se vio obligado a vender la
goleta. A partir de allí, como se verá más adelante, utilizó buques menores,
primero en las islas Malvinas/Falkland, y posteriormente en los canales al sur
de la isla de Chiloé.
-97-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Esta última situación sugiere que solo unos pocos marineros dedicados
a la caza de lobos marinos pudieron hacer fortuna, sobre todo aquellos que
llevaron a cabo sus actividades en los inicios de la actividad hacia fines del
siglo xviii y principios del xix, y tras los primeros años que sucedieron al
descubrimiento de las Shetland del Sur, cuando la abundancia de presas hizo
los viajes altamente rentables, como los de los norteamericanos Edmund
Fanning, Ebenezer Townsend y Nathaniel Palmer. En el caso de los británi-
cos, la situación fue opuesta, ya que marinos devenidos en loberos y ligados
a la exploración antártica, como William Smith, James Weddell y Edward
Bransfield, terminaron sus días sumidos en la pobreza (Jones, 1981: 260).
En párrafos anteriores se informó del encuentro de William Low con
su hermano, quien venía de un viaje desde las Shetland del Sur a inicios de
1828, en procura de grasa de elefantes marinos. Este último antecedente
muestra que los Low realizaban operaciones combinadas de pesca de lobos y
de elefantes marinos, las que, como ya se dijo, se llevaban a cabo en lugares
remotos, tales como la isla Noir o las Shetland del Sur. Esta situación se rela-
ciona con la disminución de las poblaciones de otáridos experimentada tras la
gran afluencia de cazadores hacia latitudes australes a contar de 1815-1819,
lo que trajo como consecuencia que los loberos que los sucedieron tuvieran
que recorrer una mayor amplitud de costa en procura de sus presas, de ma-
nera que los viajes redituaran lo que se esperaba de ellos. Se ha detectado esta
misma modalidad en loberos norteamericanos, los que además de cazar lobos
y elefantes de mar, simultáneamente cazaban nutrias, coipos y en algunos
casos, agregaban a sus bodegas aceite de cetáceos40, todos después de 1820,
lo que evidencia que la escasez de otáridos los obligó a ocuparse en la caza de
otros mamíferos marinos.
40
Por ejemplo, los casos de quienes efectuaron específicamente sus actividades cinegéticas en la Pa-
tagonia (occidental y oriental),Tierra del Fuego e islas Malvinas/Falkland: goleta HaRRiet, que entre 1828
y 1830 se dedicó a la caza de lobos de dos pelos, lobos comunes, elefantes marinos y nutrias, e incluso un
par de delfines o toninas; el bergantín atHenian, capitán Rowland Hallett, que entre 1836-1839 caza lobos
finos y comunes, además de nutrias y ballenas; la goleta betsey, capitán Noyes, que entre 1840-1842 se de-
dica a la caza de lobos de dos pelos, lobos comunes, coipos, nutrias y elefantes marinos. Respectivamente,
Log 107c, Log 4 y Log 7a, G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
-98-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
Figura 14. Faena de descuere (skinning) de elefantes marinos para la extracción de grasa y almacenamiento
en barriles (casks). La escena corresponde al sector suroeste de la isla Heard, en el océano Índico. (H. W.
Elliot, Section V, Plates; Goode, 1887).
-99-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-100-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
“El viernes arribó un barco lobero comandado por el Capitán Lowe [sic];
un hombre notable y singular, que ha frecuentado estos mares durante
muchos años y fue el terror para todos los barcos pequeños. Es común de-
cir, que un lobero, un esclavista y un pirata son del mismo gremio; todos
ellos ciertamente, requieren ser hombres enérgicos y audaces; entre los
loberos, hay con frecuencia disputas por los mejores roqueríos. En estas
reyertas, es donde el Capitán Lowe ha ganado su fama. En sus costumbres
habituales, debo pensar que estos hombres se parecían notablemente a los
antiguos bucaneros” (Darwin, 2001: 148).
-101-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
41
Canal Magdalena (54°20’S-71°00’O) se comunica con el estrecho de Magallanes al oeste de la
isla Dawson y corre en dirección norte-sur para, posteriormente, comunicarse con el canal Cockburn
(54°30’S-72°00’O), que corre en dirección este-oeste y que finalmente conecta con el océano Pacífico.
-102-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
42
Los veliche (huilliche) denominaban a la papa silvestre malla o aquina, en contraposición a la poñi
o papa sembrada (Cárdenas, Grace y Montiel, 1991: 165).
43
En el año 2000, la arqueóloga Dominique Legoupil realizó un hallazgo de restos humanos con una
data superior a 4.000 años de antigüedad en la cueva de Ayayema, isla Madre de Dios (Legoupil y Sellier,
2004). Además, en 2006 un equipo de espeleólogos franco-chilenos descubrieron pinturas rupestres en
una caverna situada en la mencionada isla (Sepúlveda, 2011: 198).
-103-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-104-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
agua, vegetales y carne, este último recurso muy abundante no solo por la
gran cantidad de aves presentes en las islas, sino también debido a la nume-
rosa presencia de animales domésticos menores (caprinos y porcinos) y
mayores (bovinos y equinos)44.
Charles Darwin comentaba en marzo de 1834 las características de una
especie endémica del archipiélago, el zorro-lobo malvinense (Dusicyon aus-
tralis), y al particular refería que el capitán Low, persona inteligente y que
estando largamente familiarizado con estas islas, sostenía que dichos cánidos
presentaban diferencias en tamaño y color según se tratasen de los que habi-
taban West Falkland o East Falkland (Darwin, 1839: 250). Su conocimiento
del área se aprecia también durante los casi cuatro meses que exploró las
costas exteriores del sur y oeste del archipiélago, esta vez empleado como pi-
loto a bordo de la goleta adventuRe (ex-unicoRn), lugares de los que conocía
cada puerto y sus peligros (Fitz-Roy, 1839: 332).
Para una permanencia tan prolongada en el tiempo recorriendo las
aguas, litorales y tierras interiores de las áreas que se han venido señalando,
Low hubo de contar con el conocimiento aportado por la experiencia, lo
que sin embargo no sería suficiente, ya que este singular personaje debió
comprender tempranamente que para poder sobrevivir en estas latitudes era
necesario establecer buenas relaciones con los nativos del lugar, de quienes
mediante el trueque se podían obtener alimentos, guanaco y huevos, como
también pieles y plumas. Estos intercambios materiales resultaron ser ha-
bituales entre loberos y aborígenes, tanto por necesidad como por conve-
niencia recíproca, aunque también se dieron intercambios simbólicos en los
que el lobero escocés pudo conocer información de primera fuente respecto
de las costumbres y conocimiento ancestral que de su territorio poseían los
aborígenes con quienes interactuó.
De ahí que se comprenda el hecho de que gran parte de la información
referida a los aborígenes que pudieron recoger los marinos británicos en la
44
La abundante presencia de vacunos y caballos asilvestrados en el archipiélago tendría su origen en
sucesisvos eventos de dispersión. Habrían derivado de los animales introducidos a contar de la segunda mitad
del siglo XVIII, tanto por franceses en 1763, y tras la restitución del asentamiento a España, hicieron lo pro-
pio colonos españoles con traslados sistemáticos y de mayor cuantía (Jiménez, Alioto y Villar, pp. 107-110).
-105-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
antes aludida expedición llevada a cabo entre 1826 y 1834 fuera tomada de
William Low, a tal punto que, según afirma Fitz-Roy, determinados pasajes
de su relato fueron escritos directamente según el dictado del sealer británico
(1839: 169).
En particular, entrega abundante información de parcialidades aónikenk
(cazadores-recolectores terrestres), kawésqar y chono (cazadores-recolectores
marinos), lo que es coherente si se consideran las singladuras de Low a lo largo
de los años, que se concentraron en el estrecho de Magallanes y la costa occi-
dental de Patagonia, hasta la latitud de la isla de Chiloé, lugares que constituían
el hábitat desde tiempos pretéritos para dichas culturas.
En tal sentido, resulta notable el conocimiento que manifestó Low res-
pecto de las distintas parcialidades aónikenk que habitaban a lo largo e in-
terior de la costa nororiental del estrecho de Magallanes, en particular de
un grupo aparentemente mestizo que vivía sometido a los aónikenk (pata-
gones), quienes los denominaban despectivamente zapallos. A este respecto,
“Mr. Low señalaba que la tribu de esta orilla del canal era mezclada, siendo en
parte indios de a caballo y de canoa. Estaban completamente bajo el dominio
del grupo de bahía Gregorio, la que nombraba a sus jefes. El hijo de María,
llamado ‘Capitán Chico’, era su jefe hasta la llegada del ‘Capitán Chups”
(Fitz-Roy, 1839: 170).
En la cita precedente se hace referencia a un encuentro a inicios de 1833
en la costa del canal Fitz-Roy45, cuando la goleta unicoRn aún pertenecía al
capitán Low, lugar donde arribó un grupo de aónikenk y el aludido grupo
mestizo, parte de cuyos integrantes eran vendidos como esclavos a los prime-
ros, información que el lobero obtuvo de boca de la ya aludida cacica María:
45
El canal Fitz-Roy (52°45’S-71°25’O) se localiza al oeste de la península de Brunswick y une las
aguas de los mares de Otway y Skyring.
-106-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
que ella quería decir calabazas (que en español se llaman zapallos); María le
contestó, “dos botes cargados”, y para mostrarle de qué, apuntó a un joven
esclavo, recientemente comprado a los fueguinos” (Fitz-Roy, 1839: 171).
Figura 15. Grupos de aborígenes zapallos/guaicurúes hacia 1833 (Fitz-Roy, 1839: 167).
Tal información coincide con la antes aportada respecto del último viaje
que este realizó hacia dicho puerto al mando del bergantín adeona, lugar don-
de la embarcación es dada de baja y en el mes de septiembre de 1832 adquiere
46
Para más información de este grupo aborigen, ver Bascopé (2016) y Martinic (2007).
-107-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
47
Ejemplo, los ya citados logbooks del betsey (Log 7a) y atHenian (Log 4). Ver en Capítulo IV.
48
El fiordo Eyre (49°20’S-74°00’O) se ubica al oeste de la isla Wellington (49°00’S-74°45’O).
-108-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
“La gente de esta tribu* no carece de ideas de un Ser Superior. Tienen gran
fe en un espíritu bueno que ellos denominan Yerri Yuppon y lo consideran
el autor de todo lo bueno; lo invocan en época de padecimientos y peli-
gro. También creen en un espíritu maligno, llamado Yaccy-ma, de quien
suponen es capaz de hacer todo tipo de maldades, causando mal tiempo,
hambre, enfermedades, etc.: lo imaginan como un inmenso hombre negro.
La gente de esta tribu*, supone que toda la gente blanca proviene ori-
ginalmente de la luna; los llaman “cubba”; a menudo hacen uso de una
expresión con referencia a aquellos que significa “hombres blancos de la
luna” (*chono)” (Fitz-Roy, 1839: 190-191)51.
49
El cabo Victoria (52°17’S-74°56’O) se localiza en la boca occidental del estrecho de Magallanes.
50
En el Apéndice del Tomo II de la publicación editada por Fitz-Roy y publicada en 1839 (Fitz-Roy,
1839b: 142) se incluye un breve capítulo con un vocabulario de palabras kawésqar, yagán, aónikenk y
chono. Respecto de estos últimos únicamente incluye tres vocablos, que corresponden a los nombres de
las deidades aludidas en la cita.
51
En el original,* está asociado a nota al pie de página que consigna la denominación chono.
-109-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
una ceremonia para agradecer que lograron conseguir alimentos tras un pe-
ríodo prolongado de escasez, como también observar una caverna con restos
humanos. Este ritual se realizaba entre todos los miembros de la tribu, quie-
nes se disponían alrededor de una fogata esperando bajo un absoluto orden
que el más anciano les entregase a cada uno su porción respectiva, lo que iba
acompañado de una suerte de oración que el anciano reiteraba rápidamente
mirando hacia el cielo (Figura 16). Cuando cada miembro de la tribu tuvo
en sus manos su porción, procedieron a tocar el alimento, en este caso un
lobo marino, del cual Low igualmente recibió una porción, según le refirió
al marino británico.
En cuanto al sitio funerario hallado por Low al interior de una pequeña
caverna, dice que su interior estaba repleto de osamentas humanas y pudo
ver el cuerpo de un niño que estaba en estado de descomposición. Los cuer-
pos se encontraban dispuestos en tumbas poco profundas alrededor de la
caverna y estaban cubiertos por hojas y ramas (Fitz-Roy, 1839: 190-191).
Diferenciando el carácter de los chono con respecto al de los kawésqar,
Low proporciona el siguiente relato:
“Un día, varias de estas personas [grupo chono] habían ido a bordo del Adeona
con algunas hachas viejas y pedazos de hierro, las que deseaban afilar en la
piedra —favor que se les realizaba a menudo—; pero debido a algo que había
andado mal en la embarcación, y que había alterado el ánimo de Mr. Low,
este rechazó que se quedasen a bordo. Se marcharon tranquilamente, pero
dejaron sus hachas, etc.; y mientras regresaban se reunieron con el segundo
oficial del barco, quien les preguntó si habían podido afilar; respondieron
negativamente, y dieron a entender al segundo oficial que la cara del capitán
estaba muy larga, pero regresarían en tanto se le vuelva a acortar. Esto ocu-
rrió antes de que Niqueaccas y el niño fueran tomados a bordo del Adeona.
Mr. Low me recalcó que la conducta de estos indios en ocasión de su duro
rechazo a cumplir con su ligera petición, era bastante diferente de la que se
hubiese observado en los fueguinos en similares circunstancias: estos se ha-
brían enojado, y con toda probabilidad habrían respondido a su mal humor
[de Low] con su propia demostración, expresado en una lluvia de piedras”
(Fitz-Roy, 1839: 196).
-110-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
Figura 16. Representación del ceremonial que hubo de presenciar William Low junto a un grupo de abo-
rígenes chono. (Dibujo de María Paz Pacheco. Propiedad del autor. Prohibida su reproducción).
-111-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
52
Complementariamente, hacia fines del siglo xix Thomas Bridges daba cuenta de la presencia de
aborígenes chono cerca de la isla Wellington (Bridges, 2000: 127, citado en Álvarez, 2002: 81).
-112-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
-113-
Tabla 3. inteRacción entRe los aboRígenes austRales y williaM low, 1822-1833*
AÑO NAVÍO CAPITÁN LUGAR GRUPO TIPO DE NATURALEZA DE LOS
ABORIGEN INTERACCIÓN INTERCAMBIOS
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
1822-1832 UXBRIDGE William Low Estrecho de Magallanes (isla Madre de Chono Cooperación Intercambio material: Suministro mutuo de
ADEONA Dios) provisiones, papas, carne de lobo marino;
DART entrega de hachas y metales a los aborígenes.
Intercambios simbólicos: Low presencia
ceremonial chono; incursión cinegética con
aborígenes; traspaso de conocimiento de
artefactos tecnológicos (piedra de afilar,
hachas, etc.).
1826-1828 UXBRIDGE William Low Estrecho de Magallanes Aónikenk Cooperación / Intercambio simbólico: Convivencia con
Conflicto parcialidad aónikenk, entrega carta de supuesta
protección contra extraños de parte de Low;
retención temporal marinero holandés por
parte de los aónikenk; Low entrega vestido a
mujer aborigen.
1828 UXBRIDGE William Low Canal Magdalena Kawésqar Conflicto Intercambio simbólico: Ante la negativa de
(marzo) abandonar la cubierta del cúter, se produce un
-114-
*Se incluye una situación que involucra al hermano de W. Low. Fuente: Elaboración propia a partir de King (1839), Fitz-Roy (1839) y Darwin (1839).
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
53
Matthew Brisbane fue un lobero escocés que en 1822 acompañó al explorador antártico y
lobero británico James Weddell. Posteriormente, en las expediciones loberas, Brisbane naufragó en
tres oportunidades, la primera en las costas del canal Cockburn (1826) y la tercera en la costa oriental
de Tierra del Fuego (1830). Se radicó en las islas Malvinas/Falkland, donde trabajó para Luis Vernet,
un comerciante de origen alemán que recibió una concesión del gobierno de las Provincias Unidas del
Río de la Plata en 1823 para generar un establecimiento en las Malvinas/Falkland y luego, en 1829,
se le otorgó autoridad política y militar sobre el archipiélago y la isla de los Estados. Brisbane fue
asesinado en agosto de 1833 en su casa en Port Louis (Puerto Soledad) por un grupo de gauchos
descontentos que trabajaban a su cargo.
54
Gran parte de los pormenores de este luctuoso hecho fueron relatados por el inglés Thomas
Helsby, quien se encontraba en el asentamiento al momento de los asesinatos (Helsby, 1968).
-115-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
55
La punta Arenas (41°51’S-73°52’O) está situada al sureste de la península de Lacuy
(41°48’S-74°00’O), frente a la bahía de Ancud.
56
La beagle y la adventuRe partieron a Valparaíso el 14 de julio de 1834 con el fin de dirigirse a
Santiago para requerir la autorización del gobierno de Chile para seguir con el levantamiento de las costas
de su jurisdicción. En su permanencia en Valparaíso, donde arribaron el 23 de julio, Fitz-Roy se enteró
de que sus superiores desde Inglaterra habían desautorizado la compra de la antes unicoRn, ante lo cual
debió desprenderse de aquella goleta, que había sido solventada con sus propios recursos. De acuerdo con
el hidrógrafo británico, la embarcación fue vendida en £1400 (la había adquirido por £1300 a Low) y hacia
1838 se encontraba ocupada en el tráfico de las costas chilenas (Fitz-Roy, 1839: 440-441).
57
Bahía Peckett (52°45’S-70°45’O) se localiza en la costa nororiental del estrecho de Magallanes.
-116-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
jefa María (King, 1839: 183-184). El liderazgo era una cualidad fundamental
que debían poseer los capitanes loberos, debido a que, por la naturaleza de la
actividad, caracterizada por hacinamiento, falta de provisiones, precariedad,
peligros y riesgos de motines, dicho atributo era requisito sine qua non, a lo
que se debe agregar, como bien señala Jones, que a bordo de estas embarca-
ciones no regían las leyes de la disciplina naval (1981: 261). De ahí que sea
altamente probable que el naturalista Charles Darwin haya tenido en mente
estos antecedentes cuando iguala en características al gremio de los loberos,
esclavistas y piratas.
La beagle regresó a San Carlos de Ancud el 21 de noviembre de 1834
proveniente desde Valparaíso, oportunidad en la que Low le informó de su
actividad exploratoria. Por lo tanto, antes de volver a reunirse con los hi-
drógrafos británicos, Low permaneció en la isla de Chiloé por cuatro meses,
teniendo en cuenta que solo ocupó 14 días en llevar a cabo el recorrido
encomendado, por lo que el resto del tiempo hubo de utilizarlo en estable-
cer relaciones con gente de la isla, ya que, como se indicó más atrás, por lo
menos desde 1826 se registra allí su presencia.
Valga mencionar que casi coetáneamente se encontraban en Chiloé
otros tres británicos, John Williams y John Yates, en Ancud, en tanto que
en Curaco de Vélez58 se hallaba radicado Carlos Miller. Los dos últimos se
dedicaban a la caza de lobos marinos, en tanto que Williams era funcionario
de la Armada Nacional, donde ejercía como capitán de puerto de Ancud
(Braun, 1968: 96, 119, 125). Estos tres hombres quedaron vinculados entre
sí, ya que todos estuvieron en la cubierta de la goleta ancud en 1843, año
en que se ejecutó la expedición de toma de posesión del estrecho maga-
llánico.
Desde Ancud, Low se embarcó nuevamente en calidad de práctico,
esta vez a bordo de la beagle, con destino al archipiélago de los Chonos,
lugar donde junto a otros seis hombres se dedicó a explorar el área norte
de aquel grupo de islas, para finalmente reunirse el 7 de enero de 1835
58
Localidad situada en la parte noroeste de la isla de Quinchao (42°25’S-73°35’O), separada de la
isla de Chiloé por el canal de Dalcahue.
-117-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
59
Archivo Nacional Histórico de Chile, Fondo Ministerio de Marina,Volumen 71, Informe Nro. 141
del Ministro del Interior, Ramón Luis Yrarrázaval, 30 de septiembre de 1842.
-118-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
60
Archivo Nacional Histórico de Chile, Fondo Ministerio de Marina, Volumen 70, Informe Nro. 82
del Intendente de Chiloé, Domingo Espiñeira, al Ministro de Guerra Manuel Montt, 9 de mayo de 1842.
61
Para más información de John Yates, ver Montiel (2008).
-119-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
62
De acuerdo con John Williams (Anrique, 1901: 21), la isla de las Cabras corresponde a la isla Inchemó
(42°25’S-73°35’O), las más austral del grupo de los Chonos. En tanto, puerto Americano (45°02’S-73°45’O)
corresponde a una bahía situada en el extremo suroeste de la isla Tangbac, en el canal Moraleda.
63
Archivo Nacional Histórico de Chile, Fondo Ministerio del Interior,Volumen 197, Informe Nro. 206,
f 125, Informe del capitán John Williams al Intendente de Chiloé Domingo Espiñeira, 5 de junio de 1843.
64
La Prensa Austral, 9 de septiembre de 2018, Recuperado de https://bit.ly/2VF7LOG
-120-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
65
Biblioteca del Mystic Seaport Museum de la localidad de Mystic, Connecticut.
66
La isla Huafo (43°37’S-74°40’O) se localiza al extremo suroeste de la isla de Chiloé.
67
Logbook of the Betsey (Log 6), G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
-121-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Quellón o alguna de las islas cercanas, tales como Cailín, Laitec o Coldita68,
lugares donde hoy en día el apellido Low se encuentra plenamente vigente.
En consonancia con lo anterior, el registro de matrimonios de la Parroquia
de Castro del mes de julio de 1835 consigna lo siguiente: “En veinte y cinco
del corriente mes, previas las diligencias de estilo, casé a Don Guillermo Low,
soltero, natural de Londres, legítimo de Guillermo y María Pactu, con Rosa
Aguilar, soltera, natural deYutuy, legítima de Víctor y Mercedes Barrientos”69.
El citado registro corresponde al matrimonio de William (Guillermo)
Low con una mujer chilota de una pequeña localidad situada en la península
de Rilán, frente a la ciudad de Castro, enlace que se llevó a cabo luego de poco
más de cinco meses de su radicación en Chiloé, inicialmente en Ancud. Dos
años más tarde, el libro de matrimonios de la Parroquia de Queilen70 consigna
que en 1857 Guillermo Low Aguilar (nacido en 1837 en Quellón) se casa con
Rosa Garay Vera (nacida en 1838 en Quellón), información que indicaría que
Guillermo Low Aguilar es el primer hijo que se conoce del lobero escocés en
tierras chilotas. El mismo registro da cuenta de que Low Aguilar y su esposa
tuvieron cinco hijos y dos hijas, los que en definitiva serán la base de la des-
cendencia del lobero escocés en la isla de Chiloé, apellido que con el paso del
tiempo y flujos migratorios de por medio cruzará los canales patagónicos para
extenderse por las ciudades de Punta Arenas y Puerto Natales.
Los antecedentes compulsados permiten realizar algo más que un ba-
rrunto respecto del quehacer de William Low a partir de su establecimiento
definitivo en Chiloé. Se consignó que la última expedición que emprendió a
bordo de la goleta unicoRn fue un fracaso comercial, al punto que tras este
crucero lobero debió desprenderse de aquella goleta para posteriormente
trabajar por un tiempo a bordo de un bote ballenero, y, tras zafar de una
muerte segura, emplearse como práctico en la expedición hidrográfica en
68
Quellón (43°07’S-73°08’O) se localiza en el extremo sureste de la isla de Chiloé. Las islas Coldita
(43°13’S-73°42’O), Laitec (43°13’S-73°37’O) y Cailín (43°10’S-73°35’O) se hallan sitas al sur de la
ciudad de Quellón.
69
Libro de Matrimonios Parroquia de Castro, Nro. 9, p. 65. Archivo Seminario Pontificio Mayor de
Santiago de Chile.
70
Se agradece al arqueólogo Christian Díaz Caballero por haber proporcionado el acceso a esta
información, habida en Libro de Matrimonios de la Parroquia de Queilen.
-122-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
la que participó el célebre naturalista Charles Darwin. Tras esto, por razo-
nes que desconocemos, Low decidió radicarse en Chiloé, aun cuando, como
señalaba Fitz-Roy, contaba con la posibilidad de volver a Escocia, donde su
padre era un respetable agente inmobiliario.
Ya en Chiloé, en un principio en la ciudad de Ancud, seguramente con
la parte del dinero que le tocó de la venta de la unicoRn, adquirió una em-
barcación que distaba de ser como aquellas con las que por años recorrió
las latitudes australes de los océanos Atlántico y Pacífico, ya que, como se
lee entre líneas en la bitácora del schooner betsey, el capitán Low poseía una
“pequeña goleta”, comentario realizado en tres de los cuatro encuentros
llevados a cabo con aquel, por lo que es dable suponer que aquella embar-
cación no era más que un cúter o lancha adaptada para la caza de mamíferos
marinos. Téngase en cuenta las dificultades que enfrentaron quienes debie-
ron organizar la expedición de la goleta ancud, dado que la referida goleta
se construyó especialmente para tal efecto en un improvisado astillero del
puerto homónimo, dada la inexistencia de embarcaciones que tuvieran las
características para enfrentar tal viaje. En tal sentido, Low debió confor-
marse con una pequeña goleta, como apuntó repetidamente Stephen Perkins,
encargado de llevar la bitácora. Ante tal escenario, William Low decidió
establecerse en Chiloé para seguir dedicándose al oficio que por tantos años
desempeñó, claro que en condiciones materiales más precarias de las que
habitualmente caracterizaron esta actividad.
La figura de Low ejemplifica las principales características y circunstan-
cias de quienes se dedicaron a la caza de pinnípedos durante la primera mi-
tad del siglo xix. Según refiere Jones (1981: 260-261), aquellos estaban en el
escalafón inferior de la jerarquía marinera, incluso por debajo de los que se
dedicaron a la caza de ballenas, industria que, por lo demás, era mucho más
lucrativa. Esta actividad era llevada a cabo fundamentalmente por pequeños
propietarios, en medio de un ambiente extremadamente competitivo, dada
la cantidad de embarcaciones loberas que se consignan en los registros his-
tóricos, sin contar aquellas que no figuran en las fuentes, donde solo quienes
inauguraron la actividad hacia fines del siglo xviii e inicios del xix tuvieron la
posibilidad de hacer fortuna en una temporada. En los años siguientes, los
cruceros se hicieron cada vez más largos en recorrido y tiempo producto de
-123-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-124-
Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low
-125-
CAPÍTULO IV
INTERACCIÓN ENTRE LOBEROS NORTEAMERICANOS Y ABORÍGE-
NES AUSTRALES
-127-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
1 de enero, 1797:
“Es mi intención escribirle cada mes sobre los principales acontecimien-
tos acaecidos durante el viaje que he emprendido a bordo del nePtune,
capitán Daniel Green, en un viaje de pesca de lobos marinos al océano
Pacífico y a China; esto lo puedo hacer muy convenientemente, a tra-
vés de una recapitulación en mi registro diario, donde puedo registrar
tan interesantes acontecimientos, y le ahorraría el problema de llevar
-128-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
71
“It is my intention to write you every month the principal occurrences during the voyage which I have under-
taken in the ship Neptune, Capt Daniel Greene, on a sealing voyage into the Pacific Ocean and to China; this I can do
very conveniently by a recapitulation from my daily journal of such events as are in any way interesting, and would save
you the trouble of searching a dry sea journal in which you would not look in expectation of many incidents, in that I
shall be particular as to the run of the ship”.
-129-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-130-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
72
El misionero norteamericano Titus Coan informa que en 1834, en el transcurso de su estadía en
las islas Malvinas/Falkland, se encuentran con 11 embarcaciones, 5 dedicadas a la caza de lobos marinos
(elizabetH Jane, Hancox, talMa, McdonougH, antaRctic) y las restantes a la caza de cetáceos (caRoline,
HaMilton, cHaRles adaMs, uxoR, coMModoRe baRRe, atlantic).
-131-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Como se ve, este primer encuentro estuvo mediado por una interac-
ción eminentemente pacífica, expresada a través de intercambios materiales
y otros que corresponden a traspasos de elementos simbólicos. De los prime-
ros, se aprecia una transacción basada en el arriendo de caballos por cuenta
de galletas marineras (o bizcochos), producto apetecido por los aborígenes,
73
En estricto rigor, el grupo con el que interactuaron durante los siguientes días corresponde a
los aónikenk o tehuelches (que habitaban desde el río Chubut al sur) —emparentados con gunüna küne
(pampas), grupo situado entre los ríos Negro/Colorado por el norte y Chubut en su límite meridional—
(Vezub, 2015: 17), quienes serán los que más contactos tendrán con los loberos, según ya se ha visto en
el caso de W. Low, y según se examinará en las siguientes líneas, con los sealers norteamericanos. Para
más antecedentes de las clasificaciones etnográficas referidas a los habitantes de la estepa patagónica, ver
Casamiquela (1965), Escalada (1949) y Martinic (1995).
74
“As there were about thirty Indians, all on horseback, on shore and ready to let their horses for a biscuit apiece,
our sailors were son mounted. If you could have seen them, you would fully have believed the old remark that set a sailor
on horseback, and he will ride to the devil. (…) The horses were good and very surefooted; one fell, but rolling over two
or three times, got up unhurt and mounted again; none were hurt. On the next day their chiefs, viz:Tesenta, Patterees,
Chaouse, with their two sons, Lacrose and Gailar, dined on board of us”.
-132-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
según dan cuenta los registros históricos, a tal punto que, como se aprecia
en este caso, les bastaba tan solo una de estas galletas para que dejaran que
los marineros yankees disfrutaran de sus cabalgaduras. En cuanto a intercam-
bios simbólicos, se cuentan las observaciones hechas por Townsend una vez
que los indios suben al nePtune. Al respecto, indica que iban vestidos con
uniformes (los que seguramente les habían sido provistos por los soldados
españoles de la guarnición), destaca lo fino de sus rasgos y una gran ansiedad
por demostrar decoro para evitar los efectos de la abundante ginebra que se
les brindó durante la cena. De hecho, uno de los nativos sintió los efectos de
la bebida y, tras consultar dónde podía hacer sus necesidades, se le indicó que
se dirigiera al escobén, luego de lo cual les informó a los demás miembros de
su grupo que aquel era el lugar correcto para tal efecto.
Claramente, se aprecia un trato cordial entre ambos grupos, sin embar-
go, como se verá en otros casos, cuando los aborígenes no veían cumplidas
sus expectativas de realizar algún trato mercantil u otro que les permitiese
obtener alguna mercancía de su interés (tabaco, bebidas alcohólicas, hari-
na, baratijas, objetos metálicos, entre otros), la situación tornaba a un cariz
opuesto.
Un ejemplo de encuentro conflictivo lo vivió el contramaestre de la
nePtune, quien tiempo atrás había llegado a la zona a bordo de un barco
inglés, cuando fue tomado prisionero por este mismo grupo y permaneció
con ellos cerca de un año, tras lo cual logró huir. De acuerdo con Turner,
mientras estuvo secuestrado los indios lo trataron bien, aun cuando su in-
tención última era venderlo a los españoles instalados en Puerto Deseado.
A pesar de conocer las motivaciones que llevaron a los naturales a rete-
ner al marinero, tal comportamiento puede corresponder a una estrategia
para obtener aquellos productos que les atraían, en particular el alcohol y
el tabaco, lo que queda en evidencia en los comentarios recogidos por los
misioneros Titus Coan y William Arms. Ellos refieren que se producía una
gran expectación ante la visita de alguna embarcación o “barka americana”
—según escucharon de boca de los naturales—, y prontamente se acerca-
ban con sus mantas y demás artículos para comerciar, preguntando primero
que todo por “ron y luego por tabaco, ya que se vuelven locos por estas dos
cosas” (Coan, 2006[1880]: 229).
-133-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-134-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
75
“The Patagonian Indians, who are a wandering set of beings, never eat vegetables, but live entirely on meat,
seldom get any bread, but the meat being wild, is dry, not fat, and is not so much in want of absorbents.Their choice of
ground topitch their tents is valleys, where water is Handy […] The Patagonians frequently came down to trade with us:
they were very fond of our liquor and biscuit.They would give us a horse for a dozen biscuit.We received some guanaco,
much like a deer, and dry, white, sweet meat.They brought one on board alive: it was a very docile animal.They brought
on board also ostrich, hares, wild-cat and tiger meat.We also bought from them guanaco blankets, which will make very
fine sleigh rugs.They are made from sewing together the skin of that animal and painting the inside; they are large as
a bedspread.The Indians are clothed from these skins; the men wrap them around them over their shoulders, the women
tie one of them around their body like a short petticoat and heave another over their shoulders […].The men are well-
made and uniformly large, stout men. I have not seen a small one; but the account given of their being very large, I do
not hesitate to say is a traveler’s lie.The largest man whom we have seen is Pateross, a chief; he measures one-quarter of
an inch less than six feet.The Spanish say, there is no larger man in the country”.
-135-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
comerciar con los “patagones” (Figuras 18a y 18b). De otro lado, menciona
la predilección por las galletas y el alcohol, así como, agrega Townsend, las
baratijas, todos elementos que caracterizarán la dinámica mercantil desarro-
llada entre estos grupos humanos y los visitantes foráneos.
Figura 17. Representación del encuentro a bordo del bergantín nePtune en Puerto Deseado (Dibujo de
María Paz Pacheco. Propiedad del autor. Prohibida su reproducción).
-136-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
Figuras 18a y 18b. Exterior e interior de un kai o quillango aónikenk (Archivo Fotográfico Centro
de Estudios del Hombre Austral, Instituto de la Patagonia.)
-137-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
76
“They are very expert horsemen and generally hunt on horseback. They have a singular way of hunting the
guanaco which will out-run any of their horses.They endeavor to surround him so that he cannot run from one without
nearing another.They also have the assistance of dogs. A string is used about four or five feet long, with a stone a little
larger than a grape-shot at one end, and another a little larger still at the other, encased with leather. One stone they
hold in their hand, giving the other a quick velocity around the head, the horse on the full spring: they heave with so
much dexterity that it is wound around the legs of the animal, and they become an easy prey to the pursuer. It is from the
inside of the animal that they get the once highly valued Bezoar Stone, which was thought to contain good medicinal
virtues; they are now of Little value”.
-138-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
El viaje realizado por el capitán George Howe a bordo del bergantín onico
se enmarca en el primer ciclo de cacería de lobos marinos. Zarparon a fines
de 1799 desde el puerto de New London —en el estado de Connecticut—,
con destino a la isla de Masafuera, donde arribaron en octubre de 1800. Se
dedicaron a cazar en las islas esporádicas y en la isla Santa María, logrando
obtener un cargamento de más de 70.000 pieles, las que, sin embargo, en
conjunto con su bergantín, fueron confiscadas por las autoridades coloniales
en 1802, bajo la acusación recaída en Howe de haber cooperado con un barco
corsario inglés.
-139-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Figura 19. Representación del fugaz encuentro entre tripulantes de la onico y una parcialidad selk’nam
(Dibujo de María Paz Pacheco. Propiedad del autor. Prohibida su reproducción).
-140-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
77
“The Indians along the shore struck up fires that hove up huge columns of smoke, which appeared to be a signal
that there was a sail on the coast, for the smokes were seen to rise in succession one after another to a great distance: at
11, came too in 4 1/2 fathoms, got a boat out, the master and a boat’s gang were a shore, the Indians ran off with the
velocity of race horses, apparently in great dismay. The party discovered little more than a wretched hut, or burrow in
the ground, abandoned by its inhabitants”.
-141-
Tabla 4. inteRacciones entRe aboRígenes y lobeRos noRteaMeRicanos, 1798-1844
AÑO NAVÍO CAPITÁN LUGAR GRUPO TIPO DE NATURALEZA DE LOS INTERCAMBIOS
ABORIGEN INTERACCIÓN
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
1798 NEPTUNE Daniel Green Puerto Deseado (costa Aónikenk Cooperación -Intercambio material: Indios alquilan sus caballos a cambio de galletas.
(10 de enero) oriental de Patagonia) -Intercambio simbólico: Los nativos son invitados a cenar a bordo del
NEPTUNE, instancia en que se observan algunos rasgos de su
comportamiento.
1798 NEPTUNE Daniel Green Puerto Deseado Aónikenk Cooperación -Intercambio material: Comercian carnes de diferentes animales y
(20 de febrero) (costa oriental de Patagonia) quillangos.
-Intercambio simbólico: Visita al campamento aborigen, loberos
presencian incursión cinegética de los nativos, descripción de la
apariencia física y vestuario, etc.
1800 ONICO George Howe Noreste Tierra del Fuego Selk’nam - -Encuentro fugaz: A las 9 p.m. se avistan varias fogatas en la parte
(24 de enero) norte de la isla; capitán y un grupo van a tierra, los indios huyen con
la velocidad de “caballos de carrera”.
1800 ONICO George Howe Sureste Tierra del Fuego Selk’nam - -Encuentro fugaz: En latitud 54° 7’ ven un grupo de aborígenes.
(27 de enero)
1825-1826 PENGUIN William Indian Harbour Yagán - -Encuentro fugaz: Cuatro canoas con aborígenes se acercan al
(28, 29, 30 diciembre-1 Pendleton (sur Tierra del Fuego) PENGUIN.
y 3 enero)
1826 PENGUIN William Isla Hermite (sur T. Del Yagán - -Encuentro fugaz: Se reúnen con partidas de aborígenes, primero con
(4 y 12 de nov.) Pendleton Fuego) dos y luego cuatro canoas.
-Intercambio material o simbólico¿?: Miembro de la tripulación sostiene
-142-
1829 HARRIET Gilbert Indian Harbour Yagán Conflicto ¿? -Encuentro fugaz: Tras visitar la embarcación lobera, los aborígenes
(8 y 10 de dic.) Davison (sur T. del Fuego) son conminados a retirarse.
1829 HARRIET Gilbert Indian Harbour Yagán Cooperación -Intercambio material: Tres canoas se acercan al barco y ofrecen agua.
(16 y 17 de dic.) Davison (sur T. del Fuego)
1830 HARRIET Gilbert Indian Harbour Yagán Conflicto -Intercambio material y simbólico: Loberos son visitados por grupo de
(25, 29 y 31 de enero) Davison (sur T. del Fuego) aborígenes a bordo de 7 y 10 canoas; un grupo de indios hurta
algunas pieles de nutria a los loberos.
1830 HARRIET Gilbert Indian Harbour Yagán Cooperación -Intercambio material: Varias canoas en torno al barco. Ofrecen
(8 de febrero) Davison (sur T. del Fuego) mejillones a la tripulación.
1833 MARY JANE William Clift Norte Tierra del Fuego Selk’nam - -Encuentro fugaz: Observan 14 fogatas encendidas por los Terra
(14 de nov.) (estrecho de Magallanes) delians.
1833 MARY JANE William Clift Bahía Gregorio (estrecho de Aónikenk Cooperación / -Intercambio material: Comercian con los aborígenes (quillangos,
(15-17 de noviembre) Magallanes) Conflicto boleadoras, tacos de tabaco, melaza y otros sin especificar).
-Intercambio simbólico: Visita aborígenes a la goleta, disputa a causa de
hurto cometido por una mujer aónikenk a tripulante afroamericano;
visita de los miembros tripulación al campamento aborigen;
descripciones etnográficas (físico, vestuario, animales domésticos).
AÑO NAVÍO CAPITÁN LUGAR GRUPO TIPO DE NATURALEZA DE LOS INTERCAMBIOS
ABORIGEN INTERACCIÓN
1833 MARY JANE William Clift Isla Landfall (actual Recalada) Kawésqar Conflicto -Intercambio material: Visita aborígenes a la goleta, supuesto intento
(29 de nov.) de agresión por parte de un aborigen, siendo rechazado con ayuda
de arma de fuego, en el contexto de una tratativa de trueque.
1833 HANCOX Gilbert Falso cabo de Hornos Yagán - -Encuentro fugaz: Divisan una fogata.
(26 de noviembre) Davison (isla Hoste)
1833 HANCOX Gilbert Costa norte Tierra del Selk’nam - -Encuentro fugaz: Divisan una fogata en “Teradel”, topónimo que
(16 de marzo) Davison Fuego, frente a bahía San evidentemente alude a la isla de Tierra del Fuego.
Gregorio
1834 HANCOX Gilbert Bahía Gregorio (estrecho de Aónikenk Cooperación -Intercambio material: Tripulación “compra” carne fresca y cuatro
(13 de marzo) Davison Magallanes) capas (quillangos).
Si bien este encuentro fugaz entre loberos y selk’nam, junto con el avis-
tamiento que realizaron tres días después al sureste de la isla fueguina, no
entrega mayores detalles respecto de la apariencia u otros aspectos de los
naturales, resultan interesantes si se considera que el pueblo selk’nam, jun-
to a las haush78, fue uno de los más esquivos y de menos interacción con
navegantes de entre todos los aborígenes australes (aónikenk, kawésqar y
yagán), situación que, por otro lado, contribuiría en algún grado al virtual
aislamiento de este grupo, por lo menos hasta el siglo xix, cuando comienza
la colonización ganadera de la isla de Tierra del Fuego.
Al igual que el acápite anterior, en la Tabla 4 se han esquematizado cada
una de las interacciones entre aborígenes y loberos, en este caso de aquellos
venidos de puertos estadounidenses, incluyendo aquellas instancias cataloga-
das como “encuentros fugaces” y que corresponden a situaciones en que no se
entregan detalles, o no es posible determinar la naturaleza de la interacción
(en esos casos, son catalogados como “avistamientos”, verbigracia, los casos
reportados por Moulton de la onico) ni menos qué tipo de intercambio se
pudo llevar a cabo. Por ejemplo, en ocasiones se menciona que los aborígenes
se acercaban a las embarcaciones, mas no se entregan detalles; en otros casos,
solo se indica que algunos aborígenes abordaron los navíos, por lo que se
infiere que aquellas interacciones debieron ser cooperativas (en esos casos se
incluyen signos de pregunta ¿?).
Los viajes que se analizan de aquí en adelante se basan en los registros conte-
nidos en los respectivos logbooks de las embarcaciones loberas —a excepción
de la goleta MaRy Jane, que más bien corresponde a un diario—, documen-
tos de los que se procuró rescatar toda información relativa a la interacción
78
Los haush eran una parcialidad emparentada con los selk’nam, con los que se diferenciaban dialec-
talmente. Habitaban la península Mitre, en el extremo suroriental de la Tierra del Fuego.
79
Logbook of the Penguin (Log 107b), G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
80
Logbook of the Harriet (Log 107c), G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
-144-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
-145-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
81
“When the Uxbridge, sealer, was at anchor in a harbour in the Magdalen Channel, some Indians, who were on
board, angry at being ordered out of the vessel at sunset, threw stones at the person who was walking the deck, as they
returned to the shore. Several muskets were fired over their heads, at which they expressed neither fear nor concern; but
paddled leisurely away, and the next morning came off again to the vessel, as if nothing had happened”.
-146-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
82
“Mr. Swain had a small spat with the indians”. Log 107b, 4, 12 y 21 de noviembre, 1826, sin folio
(en adelante s/f).
83
Log 107b 7/11/1825, s/f.
84
Log 107b 10/1/1826, s/f;
85
Log 107b 24/1/1827, s/f.
-147-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-148-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
en cuenta que hasta la fecha solo se han realizado tres censos parciales86 para
determinar las poblaciones de ambas especies de lobos marinos en la Región
de Magallanes, cuyas estimaciones, ante la ausencia de información, se cons-
truyen sobre la base de variables correspondientes a poblaciones pinnípedas
de Brasil y Uruguay (Venegas et al., 2001).
Corresponde ahora analizar el caso de la goleta HaRRiet, capitán Gilbert
Davison, del puerto de Stonington. Zarparon desde Nueva York a inicios de
noviembre de 1828 con rumbo a las islas Cabo Verde. Se detuvieron en la isla
de la Sal y en Boavista, donde cargaron 510 bushels de sal87.
El viaje prosiguió hacia las costas de Brasil y se detuvo tres días en las cer-
canías de Río de Janeiro (enero 1829). Luego, se acercaron a la costa oriental
patagónica y decidieron empezar tempranamente con la cacería. En las costas
de la actual provincia del Chubut cazaron gran cantidad de lobos comunes
y finos en torno al área de cabo Dos Bahías (44°55’S-65°33’O), islas Rasa
(45°06’S-65°24’O), Arce (45°00’S-65°30’O) y Leones (5°03’S 65°36’O)88.
El derrotero continuó hacia Puerto Deseado y, desde allí, hacia las islas
Jason (o Sebaldes), grupo más septentrional del archipiélago de las Malvinas/
Falkland. En el trayecto cazaron dos toninas a la altura de la latitud 48°41”S.
Como era habitual, una vez que arribaron al archipiélago, realizaron las habi-
tuales maniobras de avituallamiento, cazaron todo tipo de aves y capturaron
varios cerdos salvajes desde la isla Arch.
El 13 de marzo se encontraban en Shallop Harbour, bahía situada en
la isla New, lugar devenido en un verdadero rendez vous para loberos y ba-
lleneros. Allí se encuentran con la goleta Penguin, esta vez capitaneada por
Alexander S. Palmer89, quien formaba parte de la expedición científico-lobera
junto a los bergantines annawan y seRaPH.
Permanecieron hasta abril en el archipiélago, cazando en distintas ubi-
caciones, en medio de cuyas tareas sufrieron algunas deserciones en las
86
El primer censo se realizó en 1976; una prospección más amplia se llevó a cabo en 1978 y, final-
mente, en el año 2000 se efectuó un censo acotado (Venegas et al, 2001: 7).
87
Log 107c, 7 y 8/12/1828, s/f.
88
Log 107c, 16, 20 y 21/2/1829, s/f.
89
Alexander Smith Palmer era hermano de Nathaniel Brown Palmer, famoso lobero de Stonington a
quien parte de la historiografía le adjudica el descubrimiento del continente antártico en noviembre de 1820.
-149-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-150-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
Diego Ramírez90. A fines de agosto abandonaron la isla para dirigir sus velas
nuevamente a las Malvinas/Falkland. Allí capturaron de las dos especies de
lobos marinos91, algunos elefantes marinos92, y recargaron sus despensas con
carne de cerdo y aves.
Entre el 1 y el 11 de octubre recolectaron más de 6.000 huevos desde los
roquedales de la isla Beaver (San Rafael), lo que grafica el impacto ecológico
que significaría la afluencia constante de los loberos por las áreas que forma-
ban parte de sus circuitos cinegéticos.
En noviembre cazaban en las inmediaciones del cabo de Hornos, llega-
ron a Indian Harbour y, al igual que en el caso del Penguin (W. Pendleton),
el 2 de diciembre de 1829 fueron visitados por 35 indios yagán agrupados
en siete canoas. Seis días después, aparecieron siete canoas y, el día 10, otras
cuatro. En ambas ocasiones fueron conminados a retirarse de las cercanías de
la goleta. Antes de una semana, volvieron a acercarse tres canoas yagán, solo
que en esa oportunidad les ofrecen agua a los loberos yankees.
Similar patrón de aproximaciones se dio en enero de 1830, cuando los
días 25, 29 y 31 se acercaron siete, diez y otra vez siete canoas, respectiva-
mente. Las primeras dos visitas transcurrieron sin mayores novedades, en
cambio, durante la tercera visita se produce una disputa luego de que los
indígenas hurtaran una piel de nutria que estaba trabajando en la costa uno
de los tripulantes del HaRRiet, quien se percató de la situación cuando los
naturales se encontraban en la cubierta del barco lobero, desde donde fueron
desalojados. Al poco tiempo volvieron a visitar a los norteamericanos, esta
vez trayendo mejillones. En este sentido, conviene recordar la experiencia de
Low en el canal Magdalena en marzo de 1828, cuando se aprecia un compor-
tamiento similar de una parcialidad kawésqar tras protagonizar una situación
conflictiva.
90
Goleta suPeRioR, capitán Jonathan Nash.También se mencionan las goletas fRee gift y McdonougH,
aunque no se registra el nombre de sus capitanes. Log 107c, 23/8/1829 y 28/8/1829, s/f. Al mando de
la fRee gift iba el capitán John P. Hall (Colby, 1990: 197), en tanto Gurdon Montague, iba a cargo de la
McdonougH (New London Crew Lists, 1803-1878, Recuperado de https://research.mysticseaport.org/
databases/crew-lists-new-london/).
91
Log 107c, 10 y 20/9/1829, s/f.
92
Log 107c, 17/9/1829, s/f.
-151-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
93
Log 107c, 21/3/1830, s/f.
-152-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
94
A pesar de que corresponde a un diario, el documento está catalogado como bitácora: Logbook of
the Mary Jane (Log 560).
95
Tras la guerra angloestadounidense (1812-1815), Silas Burrows se estableció en NuevaYork, desde
donde organizó varias expediciones dedicadas a la caza de cetáceos y otáridos (Wamsley, 2018: 25 y 27).
-153-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
96
La narración, de autoría de Titus Coan, se publicó en 1880 bajo el título de Adventures in Patagonia,
a Missionary’s Exploring Trip. En 2006, la editorial Zagier & Urruty lo editó en español con un apéndice de
notas inéditas.
-154-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
97
Log 560, 14/11/1833, s/f.
-155-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
98
Ante la falta de evidencia que diera cuenta de la común utilización de este topónimo, tanto el
traductor (Edmundo Pisano V.) como el autor de las notas del texto (Mateo Martinic B.) desestimaron
utilizar el topónimo en la edición en español, ya que asumieron que era una adopción de Radburne.
99
Log 560, 16/11/1833, s/f.
-156-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
100
“showing samples of their “trading stock”, which consisted of mantles, skins of different kinds of animal, bolas
(or balls) y lasson, which they would sell for 10 or 12 heads of tobacco each. the mantles are made of the skin of guanaco
or lama, which is far superior in quiality to the best ‘merino wool’ which in brought the NewYork market.They are gen-
erally from six to eight feet square and is the only garment used by the natives. Some were busily engaged in trafficing,
while others were amusing themselves in examining the different parts of the vessel. I having recollected reading some
accounts, as to the height of these “formidable giants”, curiosity led me to select the one (…), to from those that were
on board, and by giving him two or three plugs of tobacco, prevailed upon him to stand against the mast which he did
and instead of his measuring 7 feet 7 inches (…) his exact height rod 6 feet 6 inch.The object of my selection was far
taller than any other on board”.
-157-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
2,30 que consignaban las lecturas que pudo revisar. De hecho, midió la esta-
tura de otros seis y comenta que sus quillangos podrían ayudar a explicar el
porqué de tan exageradas descripciones (Figura 20).
Figura 20. Representación de la visita de una parcialidad aónikenk a bordo de la goleta MaRy Jane
(Dibujo de María Paz Pacheco. Propiedad del autor. Prohibida su reproducción).
-158-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
“Estos indios, como todos los demás, a veces se desvían del camino de la hones-
tidad. Tuve la oportunidad de presenciar un ejemplo de aquello. La esposa del
capitán Louis —el segundo jefe— y, por supuesto, un buen ejemplo para juzgar
el resto, habiendo realizado sus paseos por el buque se desvía y baja hasta los
camarotes, y mientras permanece allí, diestramente logró sacar un par de pan-
talones desde una litera. Transcurrido poco menos de una hora, el dueño —un
gran negro— se dio cuenta de la pérdida y se dirigió inmediatamente a la cu-
bierta, donde estaba su ladrona, e hizo señales para que viniera a cubierta, pero
ella probablemente comprendió la naturaleza del llamado y creyó prudente no
aceptar la amable invitación, y sin embargo se quedó dónde estaba; se le ofreció
tabaco, pero no parecía estar satisfecha, se mantuvo, y sacudió su cabeza al efec-
to. Pero este movimiento solo sirvió para enfurecer al negro, que bajó corriendo
a la cabina y comenzó una pelea con ella hasta que logró agarrar fuertemente sus
pantalones y la arrastró por la cubierta. Ella todavía se mantenía asida a ellos y
fue así hasta que, con la ayuda de algunos tripulantes, y antes de que ella pudiera
soltarlos, profirió un grito terrible que hizo eco en sus demás compañeras”101.
101
“These indians like all others, deviates sometimes from the path of honesty. An instance of this kind I has an
opportunity to witness.The wife of captain Louis (the second head chief) and of course a good sample to judge the rest by
having in her rambles about the vessel, stray down in the forecastle, and while there, managed very dexterous to smuggle
a pair of pantaloon from out of one the berths. A time of one hour elapsed before they were missed by their owner (a
large negro) he immediately went aft to the cabin, where her thief them was, and made signs for her to come on deck, but
she probably understanding the nature of his errand, thought it prudent not to accept, the kind invitation, but remain
where she was, tobacco was offered to her but no she appeared to be satisfied, to remain, and shook her head to that effect.
But this movement, only served to enrage the negro, who came running down in the cabin, and began a scuffle with her,
until he had succeeded in obtaining a sure hold of the pantaloons., he then dragged her on deck, she still keeping a dead
grasp upon then and it was, but by the help of some of the crew, before she could relinquish her hold, which when she
did, she set up a dreadful yell and was echoed by her companion”.
-159-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Figura 21. Representación del intercambio llevado a cabo en la bahía de San Gregorio entre abo-
rígenes aónikenk y loberos de la goleta MaRy Jane (Dibujo de María Paz Pacheco. Propiedad del
autor. Prohibida su reproducción).
-160-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
102
Esta última descripción llama la atención por cuanto si bien las fuentes etnohistóricas coinciden
en que las espuelas más simples eran fabricadas de madera “con dos palos redondeados, de unos quince
centímetros de largo”, en sus extremos posteriores, en vez de espinas de pescado, “llevaban dos clavos
gruesos, cortos y aguzados” (Martinic, 2013: 220).
-161-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Se dirigen luego hacia Port Famine, donde Palmer, dando muestra de sus
conocimientos, hace una breve reseña histórica del destino de la población
fundada por Pedro Sarmiento de Gamboa en 1584:
103
Log 560 (20/11/1833), s/f.
104
A integrantes de este grupo se les achaca el asesinato de Bernardo Philippi en octubre de 1852,
cuando recién había sido nombrado gobernador de la colonia de Magallanes (Martinic, 1984: 63).
-162-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
“Esta bahía es el principal lugar de descanso para los indios sepalios. Esta
tribu es una mezcla de los indios Santa Cruz y Terra delians [en este caso se
refiere a los kawésqar], son más bien una raza diminuta, y son mucho más
asquerosos que cualquiera de las tribus de las que provienen. Su instrumen-
tal de guerra es similar a los de la tribu de Santa Cruz, a saber, las bolas o
bola y el lazo. Las bolas son un aparato que consta de tres bolas cubiertas de
piel y atadas con correas de cuero de alrededor de 2 yardas de largo. El lazo
es simplemente una larga correa de cuero trenzado, de 30 pies de largo,
con un nudo corredizo en el extremo”105.
105
“This bay is the principal resorting place, for The Sepalios Indians. This tribu is a mixture of the Santa Cruz
and Terra delians, they are rather a diminutive race, and are much more filthies than either of the tribes which they
originates from. Their mode of warfare is similar to that of the Santa Cruz tribe viz the bolas or ball and lasso. The
bolas is a apperatus which consist of three balls inclosed in hide, and attach to hide thong about 2 yards long.The lasso
is simply a long thong of twisted hide, say 30 feet long having on one end a regular slip noose”.
106
“with a brace of pistols for it is a good maxim when among the indians, to be always prepared”.
-163-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
107
Durante 1834 se registró su avistamiento los días 18/4, 31/8, 4/9 y 13/9 y durante 1835: 26/1,
3/3 y 7/3. Log 731, fechas indicadas, s/f.
-164-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
-165-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
“El capitán [James Nash] nos dijo que esos folletos habían sido robados
de su cabina, que María le había dicho que teníamos el baúl lleno de ellos
que eran muy malos y que, por medio de nuestro papel, les impedíamos
obtener ron y tabaco. (…) Nos dijo que la vieja reina se había mostrado
muy ingrata, porque después de haberle dado grandes cantidades de pan y
otros comestibles, ella le dijo que era “muy malo” por sacarlos de allí y que
lo apuñalarían si iba a la costa. Nos dijo que nuestra influencia para eliminar
los vicios de estos nativos había sido completamente superada por los mari-
nos que se detenían allí y que decían a los nativos que habíamos ido a estar
con ellos solo para evitar que obtuvieran las cosas que ellos querían de los
barcos; que éramos gente mala y que les aconsejaban que nos eliminaran”
(Coan, 2006[1880]: 132-133).
-166-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
108
Arms emite ese comentario en noviembre de 1833. Como se vio al momento de analizar la tra-
yectoria de William Low, en aquel entonces este se hallaba apostado en los islotes Kindley (isla Soledad o
East Falkland), tras enterarse de un alzamiento que terminaría con la vida del lobero Mathew Brisbane, en
ese momento a cargo del establecimiento de Port Louis. A inicios de febrero se embarcó como práctico
al servicio la expedición comandada por Fitz-Roy, en momentos en que la adventuRe, ex-unicoRn (de la
que anteriormente Low era propietario), recorría las Malvinas/Falkland. Sin saberlo, los misioneros se
cruzaron con William Low mientras estuvieron en el archipiélago malvinense. El 15 de febrero de 1834
Coan registra en su diario: “Casi a la noche entraron al puerto y anclaron cerca de nosotros dos goletas,
el Unicornio, un velero inglés armado que vigilaba estas islas, y el Elizabeth Jane” (2006[1880]: 145).
Estaban en la isla Speedwell o Eagle, 52°13’S-59°43’0W.
-167-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-168-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
-169-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
(*): Se incluyen todas aquellas embarcaciones de las cuales hay referencias concretas en los lugares citados
ejecutando labores de caza de pinnípedos, excepto las áreas que aparecen con denominaciones genéricas
como “South Seas”, “South Atlantic”, etc.
-170-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
109
Logbook of the Hancox (Log 731), G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
-171-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
110
Cabe consignar que aunque se pudo acceder al logbook de la goleta talMa, su estado de conserva-
ción impide hacer un examen riguroso. Sin embargo, entre las escasas líneas que dejan ver su contenido,
el día 4 de marzo de 1833 registra: “schooner Hancox left here for the west”. En Logbook of Talma (Log 30), G.
W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc., 4 de marzo 1834, s/f.
111
El 2 de marzo el diario de Titus Coan registra el encuentro con la goleta talMa. Días antes, los mi-
sioneros que venían en el antaRctic se habían encontrado con la Hancox, instancia en que el capitán Davison
les informó que a los pocos días se reuniría con la talMa —con la que estaba asociado— y que en esa em-
barcación se podían ir de regreso a Estados Unidos, lo que finalmente ocurrió (Coan, 2006[1880]: 147-148).
112
Log 731, 24/1/1834, s/f.
113
Log 560, 1/12/1833, s/f.
114
“Went on shore and bought some fresh meat of the natives and bought 4 mantles”.
-172-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
115
Fish cove puede corresponder a una pequeña caleta situada en la actual bahía Felipe
(52°51’S-69°56’O), de acuerdo con un mapa derivado de la expedición del inglés John Narborough,
quien recorrió el estrecho de Magallanes en 1670. Ver raremaps.com/gallery/detail/23297?view=print
116
Log 731, 18/4/1834, s/f.
117
Log 731, 26/1/1835, s/f.
-173-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
118
Log 731, 8/7/1834, s/f.
119
Log 731, 8/3/1835, s/f. “Apostados en puerto Oazy, comerciando con los indios”.
-174-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
Con este sugerente título, el anónimo tenedor del logbook del bergantín
atHenian121 comienza el registro de este viaje mixto, dedicado a la caza de
ballenas y lobos de mar. Sale desde Nueva York el 24 de mayo de 1836, bajo
la capitanía de Rowland Hallett, en compañía de otro bergantín, el Julia,
capitaneado por James Nash. Sin embargo, Hallett es reemplazado en el
cargo por este último el 17 de octubre de 1836, cuando los bergantines
estaban en la latitud 44°12’S, en la costa oriental de la Patagonia. Este
último marinero ya había estado recorriendo los mares australes, cuando
en 1834 capitaneaba el antaRctic, ocasión en que tuvo la oportunidad de
otorgar pasaje de retorno a Estados Unidos a los misioneros Titus Coan y
William Arms.
El derrotero inicial incluyó una recalada en la isla Fernando de Noronha
(3°51’S-32°25’O) y en Río de Janeiro, lugares donde pasaron a abastecerse
de provisiones y de agua. En octubre estaban en las costas de la Patagonia
oriental, lugar donde se dedicaron cazar ballenas y lobos marinos. El 17 de
octubre, aproximadamente a la altura de cabo Raso (44°20’S-65°14’O), se
120
“Bound on a voyage of a Adventure discovering to the south Seas”.
121
Logbook of the Athenian (Log 4), G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
-175-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
122
Log 4, 26/1/1837, s/f. “todos los botes a la pesca, pero no ven nada, sin embargo, ven indios
todo el día”.
-176-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
del lugar. Es complejo determinar lo que pudo haber pasado, más allá de
lo que menciona la bitácora, ya que, como se refirió a la hora de revisar lo
acontecido con la onico en el año 1800, los selk’nam son aborígenes de
los que prácticamente no existen referencias históricas de encuentros con
foráneos, sumado a que su territorio era distante de las habituales rutas
de navegación (Martinic, 1992). Existe el antecedente de la expedición
holandesa comandada por Oliverio Van Noort, cuya tripulación disparó
media docena de tiros, sin mediar provocación alguna, contra un grupo de
selk’nam que venían desde el interior del territorio. Esto ocurrió en no-
viembre de 1599, en la costa noroeste de la Tierra del Fuego (Van Noort,
1602: 14). La distancia cronológica no permite siquiera sugerir una ac-
titud motivada por la venganza, en caso de que efectivamente fueren los
indios quienes agredieron al lobero James Nash.
Transcurridos cuatro días, el atHenian llegó a la bahía de San Gregorio,
lugar donde divisaron otro bergantín, mas no vieron indios. En la tarde llega-
ron a la bahía Oazy, donde un grupo de la tripulación desembarcó y encontró
a un grupo de aónikenk dentro de sus toldos. Reportaron que los indios no
tenían capas (kai o quillangos) y solo tenían algo de carne de guanaco123. Al
otro día, un miembro de la tripulación deserta del bergantín, ante lo cual el
capitán ofrece una recompensa a los aónikenk con el fin de traerlo de vuelta.
El anónimo tenedor del logbook informa que vieron entre los indios
a otro hombre que pertenecía a una embarcación llamada MontgoMeRy,
quien solicitó se le diera pasaje en el bergantín. El sujeto no llegó en el
momento acordado, por lo que no pudimos conocer su destino. El día 9 los
aborígenes llegaron con Thomas Hawkins124, el marinero que había deserta-
do, y además con 14 guanacos, servicios que fueron pagados por medio de
tacos de tabaco.
La expedición continuó hacia los canales e islas situados entre la costa
sur de la isla de Chiloé y el estrecho de Magallanes, pero antes de dar cuenta
de las interacciones acaecidas allí, nos adelantaremos en el derrotero del
123
Log 4, 8/2/1837, s/f.
124
Log 4, 11/2/1837, s/f.
-177-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
bergantín. Cuando iban regresando a través del estrecho con destino a las
costas del océano Atlántico en procura de ballenas, volvieron a pasar a puer-
to Oazy, donde se quedaron tres días, entre el 23 y el 25 de mayo.
El primer día, la tripulación fue a la playa y se reunió con los aborígenes,
a quienes “compramos alrededor de 15 guanacos y obtuvimos la promesa de
15 o 20 más para el otro día”125.
El día 24, un tal John Peas “se escapa entre los indios”126.
El día 25, los indios llegaron con 30 guanacos y solicitaron, además de
tabaco, que en parte de pago les entregaran un barril de pan que estaba en la
cubierta del atHenian.
Durante esa semana de interacción se aprecian los mismos patrones de
relación, claro que con algún grado de variación. El interés en este caso por
establecer trato mercantil surge de la embarcación lobera, ya que en las dos
ocasiones que arribaron a puerto Oazy fueron estos los que buscaron a los
nativos. Respecto del primer contacto, el logbook deja ver que estaban parti-
cularmente interesados en los quillangos aónikenk, manufacturas que el ca-
pitán Nash conocía, ya que, como se ha visto, tuvo la oportunidad de tratar
con ellos en enero de 1834. El interés por aquella manufactura —descrita
en el diario de la goleta MaRy Jane— pudo responder a la fama que fue
adquiriendo con el tiempo luego de las sucesivas visitas recibidas por los in-
dígenas, parte de las cuales hemos consignado en este trabajo, pero que bien
pueden extrapolarse a los demás loberos que circundaron la zona en procura
de otáridos.
En este sentido, y al igual que en el caso del lobero escocés William Low,
las experiencias aquí consignadas y analizadas desde una escala de observa-
ción reducida representan las de la mayoría de otros anónimos sealers que no
dejaron registro escrito de sus actividades o que simplemente, de haberlo
hecho, no sobrevivieron el paso del tiempo. También dan cuenta de nuevos
antecedentes respecto del proceso de alteración de las categorías culturales
de los aborígenes que significó la llegada de estos contingentes alóctonos.
125
Log 4, 23/5/1837, s/f. “bought about 15 goanuchers and got the promised of 15 or 20 mor in the morning”.
126
Log 4, 24/5/1837, s/f. “runaway among the Indians”.
-178-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
127
Log 4, 24/3/1837, s/f.
128
Log 4, 21/3/1837, s/f.
129
Log 4, 7/4/1837, s/f.
-179-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
130
Log 4, 13/4/1837, s/f. “unas 8 o 10 chozas de los nativos, compramos algo de papas y repollos,
y llenamos 8 barriles con agua”.
131
Log 4, 14/4/1837, s/f.
132
Existe el antecedente de que en 1870 aún residía una familia chono en una de las islas Guaitecas,
además de registros históricos que dan cuenta de la existencia de cultivos incipientes, especialmente de
papas (Cárdenas, et al., 1991: 106 y 116).
-180-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
133
Log 4, 11/4/1837, s/f . “the islands, the captain want to some potatoes”.
134
Log 4, 12/4/1837, s/f
135
Log 4, 12/4/1837, s/f. “came to about 6 milles from the natives”.
-181-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Este último acápite está basado en cuatro viajes sucesivos realizados a bor-
do de la goleta betsey, de New London, capitaneadas en dos ocasiones por
William Noyes e igual número bajo la jefatura de Stephen Perkins.
A la primera expedición (1836-1838) se aludió en el capítulo anterior.
En el contexto de su revisión, se dio con cuatro referencias al lobero William
Low, lo que permitió demostrar que efectivamente este personaje terminó
radicado en la isla de Chiloé.
Partió desde New London136 el 21 de julio de 1836 “con destino al cabo
de Hornos” —según consigna la bitácora—, y no solo incluyó en su itinerario
136
Logbook of the Betsey (Log 6), G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
-182-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
137
“came along side three boats from St. Carlos bought prime them 14 clapmatches, 4 yearlings, 22 pups,
14 otters, 12 nutria skins””. En inglés la denominación nutria se refiere al roedor conocido como coi-
po (Myocastor coypus), en tanto que otter hace referencia a las nutrias (Lontra felina). Log 6, 10, 11 y
12/6/1837, s/f.
138
Log 6, 8/11/1837, s/f. “at 1 pm felt a heavy shook from Earthquake which shook the vessel shockingly”
139
Logbook of the Betsey Log 7a, G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
140
Log 7a, 3/9, y 30/10/1841, s/f.
-184-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
141
Log 7a, 20/09 y 28/9/1841, s/f.
142
“came in a country boat bought from them 86 otter skins, 44 yearlings, 10 clapmatches for cash and trade”.
Log 7a, 20/8/1841, s/f.
143
Log 6, 24/1/1837, s/f.
-185-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
144
Log 6, 22/3/1838, s/f.
145
Log 6, 29/3/1838, s/f.
-186-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
146
“Bought from the indians about 700 seal skins mostly dry 50 otters”. Log 7a, 4/2/1842, s/f.
147
Log 7a, 12/2/1842, s/f.
-187-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
148
Logbook of the Betsey Log 7b, G. W. Blunt White Library, Mystic Seaport Museum, Inc.
149
Respectivamente: cortando madera; cargando agua; hirviendo la grasa u obteniendo aceite; se-
cando las pieles; cazando lobos y nutrias, o, lobeando y nutreando; otras tareas.
150
Se seleccionó aquellas detenciones asociadas a topónimos que aparecen en las cartas modernas.
-188-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
151
“a number of the Indians on board”. Log 7b, 7/4/1844, s/f.
152
“took on board 25 guanicos [sic] bought from the indians”. Log 7b, 8/4/1844, s/f.
-189-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
Figura 22. Olla (pot) utilizada para la obtención de aceite de lobos y elefantes marinos. Este artefacto
fue hallado en las inmediaciones de la punta San Ana, península de Brunswick, hacia fines de la década de
1920, en el contexto de la primera campaña, liderada por Ramón Cañas Montalva, hacia el sitio del em-
plazamiento original del Fuerte Bulnes. (Museo Salesiano Maggiorino Borgatello, Punta Arenas, Chile.)
Fotografía tomada por el autor.
-190-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
153
Archivo Nacional Histórico de Chile, Fondo Ministerio del Interior, Volumen 70, Informe Nro.
74, f 70,Carta del Gobernador de la Colonia del Estrecho de Magallanes, Justo de la Ribera, al Intendente
de Chiloé Domingo Espiñeira, 12 de febrero de 1845.
-191-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-192-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
han permanecido con los salvajes unos ocho meses, yendo de aquí para allá
desde que comenzó el invierno, deteniéndose solo unos pocos días en cada
lugar. Dicen que han recorrido una gran distancia hacia el norte, y a veces
acampando sobre la costa, a veces introduciéndose lejos al interior. Han
estado con la gente de Santa María, que ahora está en camino de regreso
a la bahía San Gregorio (...). Mientras que todos los indios andaban mon-
tados, a estos marineros los hacían viajar a pie con los perros y, a menudo,
los insultaban con palabras como sirviente y esclavo. Iban descalzos y, como
los obligaban a ir al ritmo de los caballos mientras viajaban por lugares es-
cabrosos o llanos, sus pies estaban lastimados, hinchados y resquebrajados.
Están cubiertos de mugre y su barba y su cabello sin afeitar ni cortar desde
que llegaron a este país. Tuvieron que hacer todo el trabajo sucio de los
salvajes, como agarrarles los caballos, juntarles leña, encenderles el fuego,
cocinarles la carne, recogerles el agua, etc. En vez de haber llegado a ser
jefes o gratificar sus bajas pasiones a su gusto, como habían esperado, care-
cen de todo privilegio siendo despreciados por los salvajes y rebajados a la
condición más abyecta” (Coan, 2006[1880]: 99-100).
-193-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
154
Salvo los tres hombres mencionados por el joven Druery, todos los demás desertores pudieron
abandonar la Patagonia: Henry Boruck, Harry Hassel y Nicholas Druery se embarcaron en un bergantín
francés proveniente desde Valparaíso que iba con destino a Le Havre; los dos ingleses compañeros de W.
Marshall se embarcaron en la goleta MacdonougH, del capitán Hyram Clift, hermano del capitán de la
MaRy Jane, y al propio tiempo, Marshall se embarcó en la goleta antaRctic, capitán James Nash.
-194-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
-195-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
155
Al año siguiente formó parte del contingente de la primera expedición científico-naval organi-
zada por Estados Unidos, que bajo la dirección Charles Wilkes recorrió vastos espacios oceánicos entre
1838 y 1842.
156
“the difference of distance, being one third in favor of the Straits; secondly, the number of good harbors
where secure anchorage might be had during storms and adverse winds; thirdly, an abundance of fresh water and
wood, woth an opportunity of obtaining fresh provisions from the Indians at various places; fourthly, the time oc-
cupied in the passage”. Letter on the Straits of Magellan [U.S. Ship Falmouth, Valparaíso, Dec. 11 1837].
The Army & Navy Chronicle,VIII (6): 95-96.
-196-
Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes australes
157
“The frequent passage of the Straits by Sealers andWhalers, cannot be adduced as an argument in their favor,
as they are generally in the pursuit of their vocations, where time is not an object of such importance, as to vessels
employed in other branches of commerce”.
-197-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-198-
CONSIDERACIONES FINALES
-199-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
-200-
Consideraciones finales
-201-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
para recargar sus reservas de agua, para realizar “sunday jobs” o reparaciones
rutinarias a la embarcación o para cocer el aceite extraído de los otáridos. En
estas instancias los aborígenes buscaban realizar alguna clase de trato con los
escasos recursos con los que podían contar, que básicamente eran mejillones
y agua, según se desprende de los antecedentes analizados.
Teniendo en cuenta el contexto en que se daban estos encuentros, mien-
tras los loberos estaban abocados en sus labores, se puede explicar por qué
era tan elevado el número de encuentros fugaces y conflictivos, ya que, según
se registró, muchas veces los aborígenes debían ser conminados a retirarse
ante tan repetidas visitas. Por lo anterior, las instancias para profundizar en
interacciones de carácter simbólico debió ser limitada, ya que no se registró
ninguna instancia significativa en este sentido.
Con los chono y aónikenk la dinámica es distinta, ya que en estos casos
eran los loberos los que se acercaban a los lugares de residencia habitual
de los nativos con el fin de efectuar algún tipo de trato mercantil. En el
primer caso, ante la necesidad de recargar las despensas de las goletas con
hortalizas y frutas —ante prolongados viajes eran necesarias para combatir
el escorbuto— se acercaban a los asentamientos chono con el fin de concre-
tar las transacciones. En términos de intercambios simbólicos, este grupo
aborigen dio a conocer sus ideas mítico-religiosas y su cosmogonía, según
se desprende de la sostenida interacción con el lobero escocés William Low.
A través de la experiencia de este avezado cazador, se sabe que presenció
algunas ceremonias de carácter religioso, que conoció sitios funerarios y que
compartió incursiones cinegéticas, instancias que demuestran la existencia
de intercambios más allá de los materiales.
En el caso de los aónikenk la dinámica de encuentros estaba determi-
nada por el acercamiento ex profeso de los veleros a los paraderos habituales
utilizados por los aborígenes. Las reuniones se dieron en la bahía de San
Gregorio y en la pequeña bahía o puerto Oazy, ambos localizados en la
costa nororiental del estrecho de Magallanes. Por lo general, los capitanes
decidían acudir donde los indígenas antes de internarse en los canales pa-
tagónicos y fueguinos, y también en los momentos en que se aprestaban a
abandonar el estrecho para dirigirse a casa. Como se ha mencionado, los
aborígenes disponían de unas finamente elaboradas capas confeccionadas a
-202-
Consideraciones finales
-203-
Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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Consideraciones finales
-205-
AGRADECIMIENTOS
-207-
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia
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Manuscritos inéditos
Informe Nro. 74, f 70, Carta del Gobernador de la Colonia del Estrecho de
Magallanes, Justo de la Ribera, al Intendente de Chiloé Domingo Espiñeira,
12 de febrero de 1845. Archivo Nacional Histórico de Chile, Fondo Minis-
terio del Interior, Volumen 70.
-218-
Referencias bibliográficas
-219-
Se terminó de imprimir esta primera edición,
de trescientos ejemplares, en el mes de junio de 2020
en Andros Impresores.
Santiago de Chile.