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PRESENTACIÓN

Objetivo de la unidad: Conocer la importancia y la función de la sangre en el organismo.

La sangre es el vehículo para llevar nutrimentos a todo nuestro organismo, por lo tanto, es
necesario conocer su función y cómo hacer llegar estos mismos al organismo, lo cual haremos en
esta tercera unidad.

El trabajo lo realizaremos durante las siguientes dos semanas, en la primera de las cuales nos
enfocaremos en la sangre. Posteriormente, en la segunda, detallaremos lo referente a la linfa y al
sistema reticuloendotelial.

CONTENIDO

Unidad: LA SANGRE, LA LINFA Y EL RETICULO ENDOTELIAL

3.1 LA SANGRE

La sangre desempeña funciones esenciales para el mantenimiento de la vida, circulando de forma


constante por el sistema cardiovascular para llegar a todas las células del cuerpo.

SANGRE Y TEJIDO HEMATOPOYÉTICO:

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La sangre es una forma especializada del tejido conjuntivo, compuesta por una sustancia
intercelular líquida llamada plasma, en la cual se encuentran en suspensión los elementos
figurados: hematíes, leucocitos y plaquetas.

La sangre circula a través de un sistema de tubos cerrados, denominados vasos sanguíneos. En


el adulto sano el volumen de la sangre es de 5 L y constituye aproximadamente el 8 % del peso
corporal.

La sangre actúa manteniendo la composición adecuada y casi constante de los líquidos


corporales, los que permiten la nutrición, el crecimiento y la función de las células del organismo.
Recolecta los nutrimentos disgregados por el sistema digestivo y los lleva a las células.

Participa en el intercambio entre el medio externo y los tejidos corporales; además es portadora
de hormonas y de otras sustancias biológicamente activas, que regulan el funcionamiento de
órganos como el hígado, la médula ósea y las glándulas endócrinas. Al pasar por el hígado y el
riñón realiza una función depurativa, permitiendo que salgan de nuestro cuerpo sustancias
nocivas.

La función primaria de los hematíes de la sangre, es la de mantener en circulación una elevada


concentración de hemoglobina, esencial para el transporte del oxígeno y CO2. Está encargada de
la respiración celular, tomando el oxígeno de los pulmones, llevándolo a todo el cuerpo y
devolviendo desde allí a los pulmones el dióxido de carbono.

Actúa también en la regulación de la temperatura haciendo que el calor generado en el cuerpo


sea trasladado a la superficie para que se disipe.

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Los leucocitos participan en el sistema de defensa del organismo, ya sea por medio de la
respuesta celular inespecífica o por la respuesta inmunitaria específica. Por otra parte, en
investigaciones realizadas se ha demostrado que los virus son potentes inductores del interferón
(alfa) leucocitario humano, el cual tiene propiedades antivirales y antitumorales, por lo que actúan
también en el sistema de defensa del organismo.

Las plaquetas son elementos formes o figurados de la sangre y participan en la prevención de las
hemorragias a través de los mecanismos de la coagulación y en el mantenimiento de la integridad
del endotelio vascular.

ELEMENTOS CONSTITUYENTES DE LA SANGRE

A continuación, describiremos aquellos elementos que constituyen la sangre:

Plasma. El plasma constituye el líquido de la sangre y comprende el 55% del volumen de ella;
presenta un color amarillo pálido. Está compuesto por un 90 % de agua, un 7 % de proteína
(fibrinógeno, albúmina y globulinas) y un 3 % de sales inorgánicas (cloruro sódico, cloruro potásico
y sales de calcio). En el plasma se encuentran las sustancias nutritivas provenientes del sistema
digestivo, las sustancias de desecho producidas por los tejidos y las hormonas.

Cuando la sangre se pone en contacto con el aire o se interrumpe la circulación, una de las
proteínas plasmáticas, el fibrinógeno, se precipita en forma de red (fibrina), dando lugar a la
coagulación. Cuando este fenómeno se produce, del plasma coagulado se obtiene un líquido
amarillento y transparente, denominado suero sanguíneo.

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Su concentración varía poco, para evitar que se rompa su equilibrio con el líquido de los tejidos o
con el intracelular.

Elementos formes. El estudio de los elementos formes de la sangre tiene gran importancia clínica.
La morfología, el número y las proporciones de los diversos tipos celulares, son indicadores del
estado de salud, por esta razón la hematología citológica se mantiene vigente, y es imprescindible
en el examen sistemático de todo individuo.

El conjunto de datos cuantitativos y cualitativos se designa con el nombre de hemograma; sus


valores normales varían con el sexo, la edad, el estado fisiológico, la ubicación geográfica del
individuo, etc.

La cantidad de elementos circulantes se determina por las técnicas hemocitométricas, permitiendo


contarlos y referirlos a la unidad de volumen (mm3).

Las características cualitativas se establecen a partir de la observación al microscopio de


preparados (frotis), teñidos con la técnica de May-Grünwald Giemsa, para reconocer la mayoría
de los detalles morfológicos de hematíes, leucocitos y plaquetas.

La concentración de glóbulos rojos es de 5.106 mm 3 de sangre en el hombre y de 4.106 mm3 en


la mujer. Estas cifras pueden variar en estados patológicos y por la permanencia en grandes
alturas.

ERITRICITOS: También llamados glóbulos rojos o hematíes son células muy diferenciadas que
han perdido durante su maduración todos los organitos. Su característica morfológica más

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sobresaliente es la falta de un núcleo organizado.

Tienen forma de disco engrosado por el borde, su diámetro es de 7 milésimas de milímetro.


Presentan un color amarillo verdoso, pero en masas densas adquieren un color rojo, debido a la
alta concentración que contienen de hemoglobina (transporte de oxígeno). Este pigmento se
separa con facilidad de los hematíes por un fenómeno conocido con el nombre de hemólisis. La
parte incolora que queda una vez que sale la hemoglobina es el estroma, denominado también
sombra del glóbulo rojo. En cada mm3 existen de 4.5 a 5.5 millones de ellos.

- Los grupos sanguíneos. Las proteínas que se encuentran en la membrana de los glóbulos
rojos no son idénticas en todas las personas y algunas veces se desencadenan reacciones
del sistema defensivo cuando una persona recibe una transfusión sanguínea de otro
individuo. El sistema inmune del receptor intenta protegerse ante unas proteínas que le son
extrañas formando anticuerpos, su sangre produce una reacción. Existen muchos tipos de
proteínas en los glóbulos rojos, pero las que más nos interesan son las del grupo AB0 y las
del factor Rhesus (Rh):

 Grupo AB0: en un glóbulo rojo pueden existir 2 tipos de proteínas: la A y la B. Una persona
que tenga la proteína A pertenece al grupo A, y si tiene el factor B pertenecerá al B. Si
posee ambas proteínas será del grupo AB, y si no tiene ninguna al grupo 0 (cero). Existen
4 tipos de personas y cada uno repele a las proteínas que no posee. Es así que los grupos
A y 0 repelen la sangre de los B y los AB, mientras que los B y los 0 presentan reacción
defensiva frente a los AB y los A. Las personas AB al tener los dos grupos pueden recibir
transfusiones de todos los demás, mientras que los 0 no pueden recibir sangre más que de
su mismo grupo, sin embargo, pueden dar a todo el mundo, por lo que se les llama donantes
universales.

 Grupo Rh: existe una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos del 85% de las

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personas, llamada Rh positivo. Las restantes o Rh negativos, si reciben sangre con esta
proteína quedan sensibilizadas. Si tiene lugar un segundo contacto, se produce una
reacción de rechazo, que en los hombres y en mujeres no gestantes no representa ningún
peligro. Sin embargo, si una mujer embarazada experimenta esta reacción por que su hijo
es Rh+ y ella Rh-, se pondrá en peligro la vida de bebé. Debido a que durante el embarazo
la sangre del bebé se mezcla con la de la madre.

Los eritrocitos: en los mamíferos presentan la forma de discos bicóncavos y de perfil se presentan
como cuerpos alargados con extremos redondeados. El tamaño en estado fresco es de 6 a 8 μm
y en los frotis disminuye a 7 μm, debido a la deshidratación que sufren. Una propiedad física
característica de los eritrocitos es la tendencia a adherirse entre sí, formando columnas en forma
de pilas de monedas también denominadas rouleaux. Se considera que la causa de esta adhesión
sea la tensión superficial de su membrana.

Otra característica de los eritrocitos, son los cambios de forma que sufren por la acción de los
factores mecánicos y/o físicos. Esta propiedad se debe a que los eritrocitos son blandos y flexibles,
pero una vez que dichos factores dejan de actuar, recuperan su forma primaria. Esto explica el
paso de los eritrocitos por el sistema capilar. En condiciones fisiológicas, existe un estado de
equilibrio entre el interior de los eritrocitos y el plasma.

LOS LEUCOCITOS: También llamados glóbulos blancos son células nucleadas que se
encuentran en cantidad mucho menor que los eritrocitos. El número promedio de leucocitos en la
sangre circulante es de 5000 a 10000 mm3, si bien en los niños y en algunos estados patológicos
las cifras pueden ser más altas. En la sangre humana pueden distinguirse dos tipos
principalmente: los leucocitos agranulosos y los granulosos. Este criterio de clasificación se basa
en la presencia de gránulos específicos en su citoplasma y se emplea, desde el punto de vista

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didáctico, en la mayor parte de los libros de texto; aunque se sabe que los leucocitos agranulosos
pueden también presentar gránulos citoplasmáticos.

Hay dos tipos de leucocitos agranulosos, los linfocitos, que son células pequeñas de tamaño
aproximado al eritrocito, núcleo redondeado y escaso citoplasma; y los monocitos, células de
mayor tamaño, citoplasma más abundante y núcleo ovalado o reniforme.

LEUCOCITOS AGRANULOSOS:

- Linfocitos:

Los linfocitos son células esféricas que en la sangre humana pueden alcanzar un diámetro de 6-
8 μm, aunque en ocasiones son de mayor tamaño. Forman parte del 26-40% de los leucocitos
sanguíneos y se presentan generalmente como células redondeadas, de núcleo grande, rodeado
por un escaso borde citoplasmático. El núcleo es esférico y presenta una excavación pequeña. La
cromatina condensada no hace posible la visualización del nucléolo en los frotis sanguíneos
coloreados. El citoplasma tiene gran afinidad por los colorantes básicos.

En la actualidad, se sabe de la existencia de varios tipos celulares de linfocitos que desempeñan


diversas funciones en los procesos inmunológicos del organismo. En la sangre periférica circulante
encontramos dos tipos de linfocitos pequeños, unos denominados linfocitos T, provenientes del
timo y de vida prolongada; en el hombre, estos linfocitos llegan a tener una duración de años. Los
otros linfocitos pequeños, son los linfocitos B, denominados así porque se encontraron por primera
vez en la bursa de Fabricio, que es una estructura saculiforme del epitelio intestinal de las aves.
Estos linfocitos, a diferencia de los T, tienen generalmente una vida breve.

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Según algunos investigadores, en el humano, aunque no se sabe con certeza, se piensa que los
linfocitos B provienen de la médula ósea; otros son de la opinión que estos pueden derivar de las
placas de Peyer del intestino.

Los linfocitos de la sangre circulantes constituyen una población mixta de células en diversos
estadios de actividad inmunológica.

De los linfocitos que se encuentran en la sangre periférica, del 65-75% corresponden al tipo T, los
cuales se encuentran recirculando en ella. En los cortes de tejidos y en los frotis sanguíneos es
imposible identificar los dos tipos de linfocitos (T y B) con las técnicas hematológicas corrientes;
sin embargo, los dos tipos pueden reconocerse utilizando técnicas especiales.

La membrana plasmática de los linfocitos B posee una gran densidad de moléculas de


anticuerpos, del mismo tipo de los que fabrican cuando son estimulados. Por este motivo, los
anticuerpos de superficie pueden reconocerse combinándolos con trazadores fluorescentes,
posteriormente visibles mediante la microscopia de fluorescencia, los cuales aparecen como
anillos fluorescentes alrededor de cada linfocito B. Los linfocitos T, poseen pocos anticuerpos en
su superficie, de manera que aparecen sin fluorescencia cuando se utiliza esta técnica.

Los linfocitos B y T pueden también reconocerse mediante el uso del microscopio electrónico de
barrido. Los linfocitos B presentan gran cantidad de proyecciones pequeñas en su superficie,
mientras que la superficie de los linfocitos T es relativamente lisa. Esta diferencia morfológica en
la actualidad, se considera que responde a la técnica empleada.

Con respecto a la función de los linfocitos, estos pueden subdividirse en diferentes


subpoblaciones, cada una de las cuales posee una función diferente en los mecanismos

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inmunológicos. Los linfocitos que maduran en el timo, linfocitos T o timodependientes, recirculan
desde la sangre y la linfa al tejido linfoide, actuando de forma continua en la "búsqueda de
antígenos".

Respuesta inmunitaria mediada por células. Los linfocitos T expresan su actividad inmunológica
por medio de la respuesta inmunitaria mediada por células. Cuando se localiza en los tejidos un
antígeno específico, los linfocitos T están programados para reconocerlo y regresan a los tejidos
linfáticos. En estos sitios, los linfocitos se activan y se vuelven células blásticas, originando
descendencias por mitosis. Algunas de estas células quedan en el tejido linfático como "células
de memoria", capaces de iniciar una respuesta más eficaz a una segunda exposición de este
antígeno particular.

Otros linfocitos T entran en la circulación para ejercer su acción destructiva mediante las siguientes
formas:

 Los linfocitos T activados que producen sustancias (linfoquinas) activadoras de los


macrófagos locales y circulantes. Estos macrófagos ejercen su actividad fagocitaria sobre
los antígenos.

 Linfocitos T activados, denominados linfocitos T asesinos. Inician la destrucción directa de


las células por un proceso denominado destrucción citotóxica.

La acción destructiva se logra porque los linfocitos T liberan una sustancia citotóxica e inespecífica,
que destruye la célula extraña que lleva el antígeno.

Respuesta inmunitaria humoral. En la respuesta inmunitaria humoral participan los linfocitos B;

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se considera que no recirculan de manera continua, como sucede con los linfocitos T. Los linfocitos
inmunocompetentes están programados para el reconocimiento de un solo antígeno; una vez que
entran en la circulación, se activan, originan descendencia en los tejidos linfáticos. Cuando son
estimulados por los antígenos, los linfocitos B se transforman en plasmablastos que se dividen
posteriormente en células plasmáticas productoras de anticuerpos. Se cree que una parte de estas
células plasmáticas permanecen en el tejido linfoide como "células de memoria".

La secreción de las moléculas de anticuerpos por las células plasmáticas, tiene lugar en el interior
del tejido linfoide o en el lugar de estimulación antigénica. En el primer caso los anticuerpos van
al lugar afectado por el sistema vascular sanguíneo o por el sistema linfático.

- Monocitos:

También los monocitos están agrupados dentro de los leucocitos agranulosos. Son células de
gran tamaño que miden de 9-12μm de diámetro, aunque pueden alcanzar 20 μm en los frotis
secos; comprenden solamente del 2-8% de los leucocitos de la sangre normal. Su aspecto
morfológico recuerda en ocasiones, a los macrófagos del tejido conjuntivo laxo; poseen un
citoplasma abundante de color azul grisáceo pálido (con las coloraciones de Giemsa), en el cual
pueden observarse gránulos azurófilos de menor tamaño, pero más numerosos que los de los
linfocitos. Por su contenido bioquímico, se ha demostrado que estos gránulos son lisosomas
primarios que intervienen en el proceso de la fagocitosis propio de esta célula. El núcleo de los
monocitos es excéntrico e irregular; por lo general puede tener forma ovoide o reniforme y muestra
una depresión profunda. En el citoplasma, cerca del núcleo, se encuentra el complejo de Golgi.

También los monocitos presentan ribosomas libres, pero en menor proporción que los linfocitos.
Por su capacidad fagocítica, los monocitos ocupan un lugar entre las células que intervienen en la
defensa del organismo. Algunos autores opinan que a partir de ellos se originan los macrófagos

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de diversos tejidos, hecho que hace se les considere como parte del sistema de macrófagos
(SMF).

LEUCOCITOS GRANULOSOS:

Existen tres clases de leucocitos granulosos, los cuales contienen gránulos específicos en su
citoplasma. Se les denomina neutrófilos, eosinófilos y basófilos, según la reacción de coloración
de sus gránulos citoplasmáticos.

A diferencia de los linfocitos y monocitos, los granulocitos contienen en su citoplasma gránulos


específicos que los caracterizan, así como un núcleo multilobulado (polimorfo).

- Neutrófilos:

Entre los leucocitos de la sangre, los neutrófilos son las células más abundantes. Comprenden del
55-65% del total de los leucocitos y su diámetro varia de 10-15μm en estado fresco; este tipo de
célula recibe su nombre según los numerosos gránulos neutrófilos que abundan en su citoplasma.
Aunque en menor cantidad, en los neutrófilos maduros también se pueden observar gránulos
azurófilos, denominados por otros autores como primarios no específicos, en la microfotografía
electrónica corresponden a gránulos de mayor densidad electrónica y mayor tamaño que los
específicos o secundarios.

El contenido y la función de ambos gránulos están en estrecha relación con la capacidad


bactericida y fagocítica de los leucocitos neutrófilos y contienen enzimas lisosómicas, tales como
la peroxidasa.

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Aunque otros leucocitos también presentan polimorfismo en el núcleo, son verdaderamente los
neutrófilos los llamados polimorfonucleares, por contener en su núcleo múltiples lobulaciones.
Estos pueden presentar hasta cinco lóbulos ovales de forma irregular conectados entre sí por
estrechos filamentos de cromatina. Un hecho notable en esta célula es la presencia de un pequeño
apéndice nuclear, unido al resto del núcleo por un filamento fino decromatina en forma de "palillo
de tambor"; este se observa en un 3% de los neutrófilos de la sangre periférica en la mujer. Esta
prolongación está en relación con el cromosoma sexual.

- Eosinófilos:

Como su nombre lo indica, los leucocitos granulosos eosinófilos reciben este nombre por su
afinidad con la eosina. En estado fresco tienen aproximadamente de 9-10 μm de diámetro,
mientras que en los frotis secos varían de 12-14 μm. Estas células representan del 1-3% del total
de leucocitos en sangre normal, pudiendo elevarse en algunas enfermedades alérgicas y
parasitarias.

En el humano el núcleo está compuesto por dos lóbulos, pero en roedores pueden tener múltiples
lobulaciones, al igual que los neutrófilos; sin embargo, son los gránulos de tamaños uniformes y
refringentes, los que caracterizan a estas células. Si bien con las técnicas de May-Grünwald
Giemsa el aspecto de estos gránulos resulta aún más llamativo, en las microfotografías
electrónicas se observa, en el interior del gránulo, cristaloides rectangulares de mayor densidad
electrónica en el interior del gránulo. Los gránulos contienen enzimas como peroxidasa,
ribonucleasa, arilsulfatasa, catepsina, betaglucoronidasa y fosfatasa ácida y alcalina; sin embargo,
carecen de lisozima y fagocitina.

- Basófilos:

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De todos los leucocitos sanguíneos, los basófilos son las células más difíciles de observar, pues
constituyen el 0-1% y su tamaño es aproximadamente igual al de los neutrófilos, de 10- 12μm. El
núcleo es de contornos irregulares y en ocasiones bilobular. Lo más sobresaliente en la morfología
de estas células es su citoplasma repleto de gránulos redondos de tamaño variable y su afinidad
por los colorantes básicos; presentan metacromasia. A diferencia de los gránulos de los otros
granulocitos estos no son lisosomas, pues contienen histamina, heparina y serotonina.

La función de los basófilos aún no está bien definida, aunque existen datos que sustentan que
ellos liberan heparina e histamina en la sangre circulante, por lo cual se considera que tienen cierta
relación con las células cebadas del tejido conjuntivo.

Plaquetas. Las plaquetas sanguíneas son corpúsculos anucleados en forma de discos biconvexos,
redondos u ovales, cuyo diámetro está comprendido entre 1.5-3 μm. Vistas de perfil tienen forma
de bastón.

En el hombre su número varía entre 150 000 a 350 000 plaquetas/mm3 de sangre. Cuando la
sangre sale de los vasos las plaquetas se adhieren unas a otras, lo que dificulta el conteo
plaquetario.

En las extensiones de sangre, se distinguen en la plaqueta dos zonas bien definidas, una porción
central compuesta por granulaciones púrpuras denominadas cromómera y una porción periférica
homogénea y más clara, la hialómera. En la cromómera se localizan mitocondrias, ribosomas,
glucógeno, vesículas dilatadas y gránulos. El significado fisiológico de estos gránulos se
desconoce, aunque se supone que contienen el factor 3, uno de los factores que intervienen en la

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coagulación.

La hialómera contiene en su porción periférica un anillo constituido por microtúbulos, estos son los
responsables del movimiento y contractilidad de las plaquetas y de la formación de los
seudópodos; la contractilidad de las plaquetas es de especial importancia en la adhesividad y
coagulación.

Los microtúbulos están relacionados con la trombostenina, una proteína contráctil del tipo actina.
En la hialómera hay sustancias plaquetarias, como son los factores 2 y 4, adrenalina,
noradrenalina, fibrinógeno y serotonina. En las plaquetas hay también enzimas que intervienen en
el metabolismo intermediario de glúcidos, lípidos, ATP y ATP asa.

La membrana plasmática tiene, además de las propiedades histoquímicas comunes a todas las
membranas, los factores de la coagulación y antiplasmina, un inhibidor de la fibrinólisis.

Origen de las plaquetas: las plaquetas se originan de los megacariocitos, células gigantes de la
médula ósea. Los megacariocitos tienen un diámetro de 50 a 100 μm, un núcleo polilobulado y
un citoplasma ligeramente acidófilo. Se estima que fragmentaciones del citoplasma de los
megacariocitos se desprenden de ellos y constituyen las plaquetas.

La vida media de las plaquetas es de 6 a 12 días. Las plaquetas son eliminadas de la sangre por
fagocitosis de los macrófagos que se encuentran en el bazo, la médula ósea y el hígado. Las
plaquetas intervienen en la hemostasia, ya sea por medio de las sustancias que liberan para
estimular la contracción de los vasos lesionados y evitar la pérdida de sangre, o por medio de la
aglutinación en el punto de lesión de los endotelios, de manera que favorecen una solución de
continuidad, participan también en la formación de tromboplastina, uno de los pasos

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fundamentales en la iniciación de la coagulación.

La coagulación. El sistema cardiovascular posee un mecanismo de seguridad que evita que su


líquido se vierta o se pierda.

Frente a cualquier rotura de los vasos, interviene el mecanismo de la coagulación. Cuando la


pared de un vaso se rompe, pone al descubierto zonas del tejido que son ásperas, a las cuales se
adhieren rápidamente las plaquetas. En pocos instantes la acumulación de ellas es grande, su
función no se acaba en el taponamiento; las plaquetas emiten mensajeros químicos llamados
factores de coagulación (existen más de 10 tipos). Gracias a ellos se forma una reacción en
cadena al término de la cual el fibrinógeno (proteínas disueltas en el plasma) se convierte en
fibrina, la cual es insoluble y forma filamentos muy finos con los que se teje una red, que forma el
coágulo. Además, las plaquetas emiten serotonina que tiene el efecto de estrechar los vasos
sanguíneos para que disminuya la corriente.

Dentro del tema de coagulación es importante mencionar la hemofilia.

La hemofilia, es entendida como una enfermedad hereditaria que se desarrolla por la falta de
alguno de los factores de coagulación. La más pequeña herida puede poner en peligro la vida del
enfermo, que sangra sin parar.

Bibliografía consultada

 Guyton Hall (2011) Tratado de Fisiología. 12ª edición. España: Elsevier.


 Enciclopedia temática ilustrada (2002). Anatomía Humana. Ed. Grijalbo

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