Este documento discute los fundamentos filosóficos de la educación. Argumenta que la educación se basa en concepciones filosóficas del ser humano y la sociedad. Explica que la relación entre filosofía y educación ha sido debatida recientemente y que existen tres posiciones sobre el papel de la filosofía en la educación: 1) que la educación es una ciencia independiente, 2) que la educación se apoya en otras ciencias, y 3) que la filosofía determina el sentido y propósito de la educación. Concluye
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Este documento discute los fundamentos filosóficos de la educación. Argumenta que la educación se basa en concepciones filosóficas del ser humano y la sociedad. Explica que la relación entre filosofía y educación ha sido debatida recientemente y que existen tres posiciones sobre el papel de la filosofía en la educación: 1) que la educación es una ciencia independiente, 2) que la educación se apoya en otras ciencias, y 3) que la filosofía determina el sentido y propósito de la educación. Concluye
Este documento discute los fundamentos filosóficos de la educación. Argumenta que la educación se basa en concepciones filosóficas del ser humano y la sociedad. Explica que la relación entre filosofía y educación ha sido debatida recientemente y que existen tres posiciones sobre el papel de la filosofía en la educación: 1) que la educación es una ciencia independiente, 2) que la educación se apoya en otras ciencias, y 3) que la filosofía determina el sentido y propósito de la educación. Concluye
Este documento discute los fundamentos filosóficos de la educación. Argumenta que la educación se basa en concepciones filosóficas del ser humano y la sociedad. Explica que la relación entre filosofía y educación ha sido debatida recientemente y que existen tres posiciones sobre el papel de la filosofía en la educación: 1) que la educación es una ciencia independiente, 2) que la educación se apoya en otras ciencias, y 3) que la filosofía determina el sentido y propósito de la educación. Concluye
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FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DE LA EDUCACIÓN.
Dr. Antonio Blanco Pérez.
Aunque hoy es evidente que cualquier concepción pedagógica o educativa
descansa en una determinada concepción filosófica del hombre y de la sociedad, la discusión teórica en cuanto a la relación entre Filosofía y Educación es un tema relativamente reciente, que se origina en el período de los agudos conflictos político – religiosos del siglo XVII, (el enfrentamiento de la Reforma y Contrarreforma) y continúa más tarde en el debate filosófico entre el pensamiento racional Kantiano, que construyó una noción idealista de “Pedagogía”, y la concepción positivista de Comte, continuada a través de Durkheim y Dewey, que conformaron la noción de “ Ciencia de la Educación”.
La expansión de las ideas liberales, resultado directo de la Revolución
Francesa, modifica la esencia de la educación, tal como se entendía hasta ese momento. La burguesía, que requiere de una masa suficientemente amplia de trabajadores libres con la instrucción necesaria para responder a las exigencias de la industria, incorpora a su discurso el derecho a la educación y el reconocimiento de la ciencia como fuente del conocimiento, lo que introduce importantes modificaciones a la institución escolar, que se resumen en lo siguiente:
1. El carácter público, la responsabilidad del estado y la sujeción a normas
legales, como la obligatoriedad, el carácter laico, la gratuidad, etc. 2. La democratización de la enseñanza y del discurso pedagógico, apertura al conocimiento científico y la investigación, a la razón y la discusión, a la diversidad social y la experimentación.
El pensamiento liberal del siglo XVIII representó una notable contribución a la
conformación de la teoría y la práctica educativa del siglo XIX. La aparición de una concepción de la Pedagogía como ciencia independiente se atribuye a J. F. Herbart (1) Para Herbart, la Pedagogía debía fundamentarse en un sólido manejo filosófico, con un contenido esencialmente ético, que establece los fines de la educación. Desde este punto de vista, la ciencia pedagógica se constituye a partir de los saberes de otros campos del conocimiento, especialmente de la Filosofía.
En esta apreciación coincidieron otros eminentes pedagogos posteriores a
Herbart Así, por ejemplo, el norteamericano John Dewey, de incuestionable importancia en el desarrollo del pragmatismo filosófico y pedagógico, expresó: “...no existe una disciplina que en si misma merezca ser considerada como ciencia de la educación, ya que la Ciencia de la Educación se construye con los aportes de todas las ciencias”. (2) La tendencia a desconocer el carácter de ciencia de la Pedagogía, y, por tanto, de las Ciencias Pedagógicas o de las Ciencias de la Educación, persiste hasta hoy, aunque sus adeptos disminuyen. Para ellos “...más que una Psicología Educativa, se identifican derivaciones educativas del pensamiento genético (piagetianos), psicoanalítico (freudianos), conductual o cognitivista. De igual manera, mas que una sociología de la educación, nos encontramos derivaciones educativas del funcionalismo, del marxismo, de la escuela comprensiva o de la teoría crítica.” (3)
Semejante interpretación no deja espacio para la comprensión del lugar de la
Filosofía de la Educación ( o de las otras Ciencias de la Educación) Si bien es cierto que el pensamiento filosófico antecede en el tiempo a todas las construcciones teóricas sobre el hombre, la sociedad y el pensamiento ( lo que hoy denominamos ciencias humanas, humanísticas o sociales) no es menos cierto que cada una de las ramas de ese tipo de conocimiento ha alcanzado suficiente grado de independencia, lo que permite entenderlas como ciencias en todo el sentido de la palabra: por la definición de un objeto de estudio propio, la formulación de un aparato categorial específico y la identificación de leyes y principios verificables en la práctica. Tanto la Pedagogía, como cada una de las denominadas Ciencias de la Educación, han logrado ese nivel de elaboración teórica y de implicación en la práctica social que permiten su estudio y desarrollo autónomo, como ramas del saber científico aplicado a una esfera de la actividad humana indispensables para la conservación, transmisión, reproducción y transformación de la herencia cultural de la humanidad. (4)
Mientras el eminente filósofo, sociólogo y pedagogo francés Durkheim
planteó que la ciencia de la educación solo se podría construir a partir del desarrollo de la Filosofía, las corrientes más avanzadas reconoces que todas las ciencias, incluyendo las llamadas exactas, contribuyen a la comprensión de los procesos pedagógicos y educativos. (5)Durante todo el siglo XX muchos de los más prestigiosos médicos, psicólogos, sociólogos, ingenieros, tecnólogos y economistas aportaron importantes reflexiones sobre la educación desde sus respectivos ámbitos de conocimiento, lo que enriqueció tanto a la teoría como a la práctica educacional. Sin embargo, esta participación múltiple y diversa no hizo disminuir el papel de la Filosofía como fundamento básico de las corrientes pedagógicas, de los modelos educativos, de las estrategias metodológicas, de tal forma que, en cualquiera de ellos resulta perfectamente distinguible ese origen, bien sea a través de sus objetivos declarados, sus sistemas conceptuales o sus componentes estructurales. En la actualidad se pueden distinguir tres posiciones respecto al lugar y papel de la Filosofía de la Educación, que representan diferentes formas de entender la relación entre ambas: 1. Considerar que es factible construir un campo específico de la pedagogía, con conceptos, leyes y metodologías exclusivas, que no requiere de elaboraciones provenientes de otras ciencias. Esta interpretación, muy cercana al pensamiento positivista comtiano del siglo XIX y a los neopositivistas del XX, desconoce la creciente integración de conocimientos que se produce en la ciencia, a tal punto que ya resulta prácticamente imposible la investigación desde el estrecho concepto de las “ciencias puras”. 2. Aceptar la complejidad del fenómeno educativo y, por lo tanto, reconocer que el saber educativo (y pedagógico) solo puede formalizarse en tanto se apoye en los desarrollos conceptuales y metodológicos de otros campos del conocimiento científico. Esto significa que tanto las Ciencias de la educación como la Pedagogía son disciplinas multireferenciales, lo que no les resta identidad propia. 3. Reconocer que la relación Filosofía – Ciencia – Educación juega un papel determinante en la reflexión sobre el sentido y la finalidad de la educación. En esta posición la teoría y la práctica pedagógica aparecen subordinadas a la concepción filosófica del mundo, del individuo y de su actividad, con un carácter crítico y transformador que las somete a una reconstrucción constante.
Estas posiciones se manifiestan de muy diversas formas, a veces
superponiendo unas a otras, de manera que no siempre resulta fácil identificarlas. Intentando resumirlas, se puede establecer que la primera se expresa a través del pensamiento pragmático, vinculado a la corriente positivista, donde se intenta presentar a la educación como una ciencia positiva más, con formulaciones exactas e incontrovertibles, apoyada en datos estadísticos verificados experimentalmente, cuyas conclusiones son perfectamente generalizables a cualquier situación similar. Por tanto, la misión de la pedagogía se entiende como la de establecer leyes y principios de valor universal.
La segunda posición se presenta relacionada con las concepciones de la
Filosofía de la Ciencia, por lo que se preocupa por la elaboración de lenguajes teóricos y de construcciones metodológicas, a las que se confiere una significación general para todos los procesos pedagógicos y educativos, con independencia de las situaciones concretas en que ocurran.
Por último, la tercera posición aparece en la obra de autores relacionados
con el marxismo, como pueden ser Althusser (la noción de aparatos), Habermas (la acción comunicativa), Gramsci (el intelectual orgánico) o Suchodolski (teoría marxista de la educación). Una variante de esta posición es la que representa la teoría crítica, que desmitifica la pretendida igualdad y democracia de la educación en las condiciones de la sociedad clasista. A modo de conclusión, puede señalarse que la Filosofía es un fundamento esencial de las concepciones educativas y pedagógicas. La solución que se asume del famoso “problema fundamental de la Filosofía” es el punto de partida para las construcciones en el terreno de la teoría y la práctica educativas. Por ello la Filosofía de la educación, como parte del sistema de ciencias de la educación, debe ser objeto de estudio de todas los maestros y profesores, como de los cuadros de dirección, metodólogos y asesores, ella es la única vía para comprender el origen de los modelos educativos, para interpretar adecuadamente las metas y fines de la educación en cada época y para expresar, de manera coherente, las necesidades y posibilidades educativas de la sociedad y del individuo.
Notas:
1) Díaz Barriga, A. Articulaciones entre Filosofía y Educación, En:
Revista Argentina de Educación. N. 18, set. 1992. Buenos Aires. Pág. 17 2) Dewey, J. Ciencia y Educación. Mc Graw – Hill. Nueva York. 1982. Pág. 187 3) Díaz Barriga, A. ed. cit. Pág. 23 4) En esto aspecto véase lo que he expresado en “Introducción a la Sociología de la Educación”, La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 2002, cap. I. 5) Véase por ejemplo, de Guzmán, J. C.; G. Hernández Rojas y otros: “Implicaciones educativas de seis teorías psicológicas” Facultad de Psicología de la UNAM. Ciudad México.1993.