SU268-19 Derechos Fundamentales Al Debido Proceso
SU268-19 Derechos Fundamentales Al Debido Proceso
SU268-19 Derechos Fundamentales Al Debido Proceso
Magistrado Ponente:
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
2. Afirmó que por acuerdo posterior entre las partes del contrato, el accionante
tendría derecho a que se le transfiriera el 38.70% del dominio del inmueble
objeto de la compraventa. Igualmente, por virtud de dos prórrogas pactadas
1
Los hechos fueron complementados con la información que obra en el expediente.
2
Cfr. Folio 2 del expediente.
por escrito, el 1.º de diciembre de 1994, debía otorgarse la escritura pública.
4. Señaló que a pesar del anuncio de Gonzalo Mejía Zapata, los promitentes
compradores comparecieron ante la Notaría No. 42 de Bogotá a cumplir la
promesa, lo cual quedó protocolizado en la escritura pública 6714 del 1.º de
diciembre de 1994.
3
Cfr. Folio 3 del expediente.
pruebas técnicas grafológicas arrojaron que la firma de la ratificación y
ampliación del poder no corresponde a la de la persona que firmó los demás
documentos.
10. Informó que, en sentencia de primera instancia, el Juzgado Doce Civil del
Circuito de Bogotá negó las pretensiones de la demanda, al considerar que el
actor carecía de legitimación en la causa por no haber sido parte en el contrato
de fiducia, y “por no aparecer probado el fraude que, según el juez,
constituía uno de los presupuestos necesarios para ejercer ‘la acción
pauliana’”5, decisión que confirmó la Sala Civil de descongestión del
Tribunal Superior de Bogotá, mediante fallo del 29 de abril de 2011.
12. Manifestó que la Sala de Casación Civil no tuvo en cuenta los documentos
que aportó al proceso por tratarse de copias simples, incumpliendo el deber de
decretar de oficio las pruebas que fueran necesarias para esclarecer los hechos,
asumiendo una actitud pasiva para resolver la controversia bajo el argumento
de que Gonzalo de Jesús Mejía Zapata “estuvo representado por curador ad
4
Cfr. Folio 4 del expediente.
5
Cfr. Folio 5 del expediente.
6
Cfr. Folio 8 del expediente.
7
Cfr. Folio 9 del expediente.
8
Ib.
litem, que no podía reconocer los documentos atribuidos al demandado”.9
Además señaló la Corte Suprema de Justicia que era necesario que el actor
demostrara de manera cierta e indiscutible que existía una obligación de hacer
-en este caso la suscripción de la escritura de compraventa del predio San
Rafael-, “en la que no haya lugar a que, luego de obtener lo buscado –la
extinción de la fiducia, por ejemplo- no pueda continuar con su cometido por
ser él, acreedor, deudor incumplido de obligaciones correlativas que
enervaban su derecho a pedir el cumplimiento”; y correlativamente acreditar
el cumplimiento de las obligaciones a su cargo, como la de abonar unas sumas
que anticipaban el pago de parte del precio, empero, no halló constancia de
ello en la escritura pública de comparecencia ni en el expediente.
10
Cfr. Folio 21 de la sentencia impugnada.
que la parte que puede controvertir tal aseveración, estuvo en este proceso
representada por curador”.11
Finalmente, esa Corporación concluyó que “si bien los errores denunciados
por el recurrente se encuentran demostrados y hubo necesidad de rectificar
aquellos de índole jurídica cometidos por el Tribunal, la Corte, al situarse en
sede de instancia encuentra que de todos modos debe mantener la decisión
impugnada en atención a que no se encuentra cabalmente demostrada la
condición de acreedor cierto e indiscutido que debe ostentar el pretensor
para demandar la extinción de la fiducia en su condición de acreedor
anterior a la constitución de ese negocio”.12
Primera Instancia
Impugnación
23. La anterior decisión fue impugnada por la parte actora, reiterando los
fundamentos expuestos en el escrito de tutela y añadió que el fallo de primera
instancia no expuso “ni una palabra sobre los deberes del juez, ni de la
omisión de estos deberes que ese (sic) imputa al juez ordinario, ni sobre la
afrenta que tal omisión infligió al derecho de Alfonso Contreras Lázaro a la
igualdad en el proceso”.16
11
Cfr. Folio 39 de la sentencia impugnada.
12
Cfr. Folio 40 de la sentencia impugnada.
13
Ver telegramas de notificación a folios 11 a 22 y 59 a 87 del cuaderno 3.
14
Cfr. Folio 93 del cuaderno 2.º del expediente.
15
Ib.
16
Cfr. Folio 128 del cuaderno 2.º del expediente.
Segunda instancia
30. Por auto del 3 de abril de 2019, esta Corporación dispuso correr traslado
del del contenido de los autos de 21 de enero de 2019 y 12 de diciembre de
2018 a Camilo Arciniegas Andrade, Jairo Munarth Álvarez, Jorge Hernando
Alzate Ospina, Selene Laverde Toro, Ciro Meyer Orlarte Corredor, Gonzalo
de Jesús Mejía Zapata y su curador, Aura Esther y Campo Edmundo Rubio,
Luís Humberto Fajardo Santamaría, Altanares Ltda., Selfiducia S.A. hoy
Fiduciaria SELFIN S.A.-, Jesús Hernán Lozano Bernal, Carlos Eduardo
Bermúdez Muñoz, Álvaro Medoza Ramírez, Jairo Alberto Duarte Mejía y
Cesar Jaime Gómez Jiménez. Lo anterior, en razón a que la Secretaría General
de la Corte informó que algunas notificaciones de las actuaciones adelantadas
en sede de revisión fueron devueltas por la empresa postal 4-72.
(i) Copia del certificado de tradición y libertad del predio denominado “San
Rafael”, con matriculo inmobiliaria No. 50N-473662, donde consta que el
bien fue adquirido por Gonzalo de Jesús Mejía Zapata el 13 de abril de 1993 y
el 7 de junio de 1995, fue entregada a través de un contrato de fiducia
mercantil a Selfiducia S.A. y posteriormente cedido a Altanare Ltda. (fls. 31 a
35 del cuaderno 9).
20
En relación con la vinculación de terceros que pudieran ver afectados sus derechos, pueden consultarse entre
otros los Autos 212 de 2012, 379 de 2008, 235A de 2008, 141 de 2008, 050 de 1996 y 027 de 1995.
21
El expediente en mención consta de 18 cuadernos y aproximadamente 4.500 folios.
22
Cfr. Página 4 de esta providencia.
(iii) la copia auténtica de la escritura pública No. 6714 del 1.º de diciembre de
1994, de la Notaría 42 de Bogotá, instrumento por medio del cual Alfonso
Contreras Lázaro y los demás promitentes compradores dejaron constancia de
su comparecencia para el otorgamiento de la escritura de compraventa del
predio “San Rafael”, prometida por Gonzalo de Jesús Mejía Zapata, consta
que entregaron, para incorporar en el protocolo, y según las declaraciones del
Notario, la “copia de la promesa de compraventa suscrita entre las partes”, la
cual aparece firmada por los promitentes compradores y el promitente
vendedor ante tres testigos. Asimismo, se observó el otrosí que asentaron en el
reverso de la última página de la citada promesa, y con el cual las partes
acordaron prorrogar la fecha de solemnización de la compraventa, también
suscrita por las partes del futuro contrato y dos testigos (cfr. folio 23, cuaderno
1).
(v) Copia del poder especial, amplio y suficiente otorgado por Gonzalo de
Jesús Mejía Zapata a Jairo Munarth Álvarez, para “celebrar el contrato de
compraventa del inmueble ubicado en la antigua zona de Suba, hoy municipio
anexo de Bogotá D.C., un lote con un área de 41.508 M2 de mi propiedad,
distinguido con el número 147 A 51 de la carrera 92, cuya matrícula
inmobiliaria es la número 050-0473662 (…).” (fl. 62 cuaderno 1).
Competencia
34. Esta Sala es competente para examinar los fallos materia de revisión, de
conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución
Política y 31 a 36 del Decreto Estatutario 2591 de 1991.
Por otra parte, Jairo Munarth Álvarez, apoderado del promitente vendedor,
transfirió el bien objeto del contrato a una fiducia mercantil de Selfiducia
S.A., mediante escritura pública No. 8.000 del 2 de diciembre de 1994, de la
cual era beneficiario el señor Gonzalo de Jesús Mejía Zapata, empero, luego
su apoderado cedió los derechos fiduciarios a la compañía Altanare Ltda.
Según el actor, el mencionado abogado no estaba facultado para celebrar el
contrato de fiducia ni para realizar la cesión posterior.
En primera instancia, el Juzgado Doce Civil del Circuito de Bogotá negó las
pretensiones de la demanda, al considerar que el actor carecía de legitimación
en la causa por no haber sido parte en el contrato de fiducia, decisión que
confirmó la Sala Civil de descongestión del Tribunal Superior de Bogotá.
Contra la negativa del ad quem formuló demanda de casación, resuelta por la
Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia que no casó la
providencia recurrida, pues a pesar de que rectificó las afirmaciones
efectuadas por la segunda instancia, encontró que los documentos aportados al
proceso en copia simple, no prestaban mérito probatorio y, que en todo caso,
eran insuficientes para acreditar el interés cierto e indiscutido que exige la
acción de terminación del contrato de fiducia, prevista en los artículos 1238 y
1240 del C.Co.
37. De acuerdo con los hechos relacionados, le corresponde a la Sala Plena, (i)
establecer si es procedente de manera excepcional la acción de tutela contra la
providencia de 7 de diciembre de 2017 proferida por la Sala de Casación Civil
de la Corte Suprema de Justicia; y (ii) determinar si dicha autoridad judicial al
no valorar las pruebas aportadas en copia simple al proceso ni decretar de
oficio aquellas que eran necesarias para decidir de fondo el caso, incurrió en
los defectos fáctico, procedimental por exceso ritual manifiesto y por
desconocimiento del precedente, vulnerando los derechos fundamentales al
debido proceso, igualdad y acceso a la administración de justicia de Alfonso
Contreras Lázaro.
24
Sentencia SU-396 de 2017, citando la T-555 de 2009.
25
Sentencias SU-396 de 2017, T-031 de 2016, T-497 de 2013, T-320 de 2012, T-891 y T-363 de 2011.
26
Sentencia T-145 de 2017.
27
Sentencia SU-573 de 2017.
28
Sentencias SU-573, SU-414 SU-396 y SU-354 de 2017; T-574, T-429 y T-324 de 2016; SU-695, SU-567, T-534
y T-718 de 2015, T-474 de 2014 y T-429 de 2011, entre muchas otras, reiterando la C-590 de 2005.
proceso ordinario ni de un intento por reabrir el debate29; (ii) el agotamiento de
todos los medios ordinarios y extraordinarios de defensa judicial disponibles,
salvo que se trate de evitar un perjuicio irremediable; (iii) la inmediatez en el
ejercicio de la acción, es decir, que se acuda en un plazo razonable y
proporcionado a partir del acaecimiento del hecho o la omisión que dio lugar a
la vulneración; (iv) que si se trata de una irregularidad procesal tenga un
efecto determinante en la providencia censurada; (v) que se identifiquen de
manera clara y razonable las actuaciones u omisiones que dieron lugar a la
vulneración y, de ser posible, haberlas reclamado al interior del proceso
judicial; y (vi) que no se trate de sentencias de tutela, ni de nulidad por
inconstitucionalidad proferidas por el Consejo de Estado.30
Así las cosas, las acciones de tutela dirigidas contra providencias proferidas
por la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado deben cumplir: (i) los
29
Sentencias SU-065, SU-062 y SU-035 de 2018; SU-649, SU-573, SU-414, SU-396 y SU-354 de 2017 y C-590
de 2005.
30
Sentencias SU-573 de 2017 y SU-391 de 2016. Al respecto, la Corte sostuvo: “[C]onsidera la Corte que es
improcedente la acción de tutela contra decisiones de la Corte Constitucional y, se agrega en esta oportunidad,
contra decisiones del Consejo de Estado que resuelven acciones de nulidad por inconstitucionalidad. Esta sería
entonces una causal adicional de improcedencia que complementaría los requisitos generales de procedencia de la
acción de tutela contra decisiones judiciales establecidos por la jurisprudencia a partir de la sentencia C-590 de
2005, de acuerdo con la cual no procede la acción de tutela contra las sentencias de la Corte Constitucional ni
contra las del Consejo de Estado por nulidad por inconstitucionalidad”.
31
Sentencias SU-573 y SU-050 de 2017 y SU-917 de 2010.
32
Ver sentencias SU-038 de 2018, SU-573 y SU-050 de 2017 y -917 de 2010.
requisitos generales de procedencia; (ii) los especiales de procedibilidad; y
(iii) la configuración de una irregularidad de tal dimensión que exija la
intervención del juez constitucional.33
Defecto fáctico
52. De acuerdo con las normas transcritas, le corresponde a las partes solicitar
las pruebas que respaldan su dicho y, al juez, como director del proceso,
decretar de oficio aquellas que estime necesarias para dirimir el conflicto
puesto a su consideración.
39
TARUFO, Michele. La prueba de los hechos. Editorial Trota. Cuarta Edición. Milán 2011. pp. 21.
TARUFO, Michele. La Prueba. Marcial Pons. Madrid 2008. pp. 15.
40
Vázquez, Carmen. Estándares de prueba y prueba científica. Marcial Pons. Madrid 2013. pp. 25.
41
Cfr. Código de Procedimiento Civil, artículo 174.
42
Norma aplicable a la época de los hechos, cfr. Código General del Proceso, artículo 627.
53. La jurisprudencia constitucional43 ha sostenido que bajo la Carta Política
de 1991, el juez como director del proceso desempeña un rol dinámico, que
implica ejercer los poderes legales que le fueron asignados para llegar a la
verdad real que no es más que una expresión de justicia material uno de los
fines del Estado y la razón de ser del sistema de justicia, lo cual pasa por el
decreto de pruebas de oficio cuando lo estime necesario para dilucidar el caso
puesto a su consideración. En ese contexto, la doctrina ha sostenido:
54. Así las cosas, a diferencia del proceso penal, donde le está expresamente
prohibido al juez decretar pruebas de oficio 47; en materia civil y contencioso
administrativa, el operador judicial está dotado de poderes que lo habilitan
para ejercer un papel protagónico dentro del trámite judicial, decretando de
oficio las pruebas necesarias y suficientes para esclarecer la verdad de los
hechos. Por el contrario, la omisión en el ejercicio de tal facultad, puede dar
lugar a la vulneración de garantías superiores, evento en el cual, esa actuación
puede ser impugnada ante el juez constitucional a efecto de que la restablezca
atendiendo a los parámetros del texto superior. Al respecto, en la sentencia
SU-768 de 2014, este Tribunal afirmó:
“El Juez del Estado social de derecho es uno que ha dejado de ser el
‘frío funcionario que aplica irreflexivamente la ley’ 48, convirtiéndose
en el funcionario -sin vendas- que se proyecta más allá de las formas
jurídicas, para así atender la agitada realidad subyacente y asumir su
responsabilidad como un servidor vigilante, activo y garante de los
derechos materiales49. El Juez que reclama el pueblo colombiano a
través de su Carta Política ha sido encomendado con dos tareas
imperiosas: (i) la obtención del derecho sustancial y (ii) la búsqueda
43
Cfr. Sentencia T-407 de 2017.
44
Dispone el art. 169 del CGP que: “Sin embargo, para decretar de oficio la declaración de testigos, será
necesario que estos aparezcan mencionados en otras pruebas o en cualquier acto procesal de las partes.”
45
El art. 42 numeral 4 del CGP señala que es uno de los deberes del juez “ Emplear los poderes que este Código le
concede en materia de pruebas de oficio, para verificar los hechos alegados por las partes.
46
LÓPEZ BLANCO. Hernán Fabio. Código General del Proceso. Pruebas. Dupré Editores. Bogotá 2017. pp. 145 y
146.
Dicha previsión legal fue replicada en el Código General del Proceso.
47
Cfr. Código de Procedimiento Penal, artículo 361. Ver sentencias C-205 de 2016, C-396 de 2007 y C-591 de
2005.
48
Corte Constitucional, Sentencia T-264 de 2009.
49
Ver Sentencia C-159 de 2007.
de la verdad. Estos dos mandatos, a su vez, constituyen el ideal de la
justicia material.
“Si bien es cierto que los jueces no pueden asumir las cargas
procesales de las personas que acuden a la administración de justicia,
también lo es que no pueden asumir un papel de simples espectadores
y, en el ejercicio de su rol como directores del proceso, están en la
obligación de adoptar las medidas que consideren necesarias para
lograr el esclarecimiento de los hechos, eliminar los obstáculos que les
impidan llegar a decisiones de fondo, y decretar las pruebas de oficio
que consideren necesarias, tanto en primera como en segunda
instancia.
(…)
Así, ante la realidad fáctica del caso, independientemente del
conocimiento tardío de la prueba documental varias veces referida y
de las circunstancias que rodearon su aportación al proceso, y luego
de haber encontrado acreditada la falla en el servicio alegada,
resultaba imperioso para los jueces accionados desplegar las
actuaciones que consideraran necesarias, en uso de sus facultades
oficiosas según pasará a exponerse, para impartir justicia material.
(…)
El defecto fáctico se configura cuando resulta evidente que el apoyo
probatorio en que se fundamentó el juez para resolver un caso es
absolutamente inadecuado o insuficiente; error valorativo que debe ser
ostensible, flagrante, manifiesto y tener una incidencia directa en la
decisión. Tal omisión puede ser el resultado de negar el decreto y
práctica de pruebas que han sido solicitadas por las partes, o bien de
no hacer uso de la facultad probatoria de oficio de la que dispone el
juez.
(…)
En esta oportunidad, como ya se expuso, los demandantes satisficieron
su carga principal de demostrar que el fallecimiento de su familiar
obedeció a una falla en el servicio por las irregularidades presentadas
en el planteamiento y ejecución de la operación militar, acreditando el
daño causado por la acción inadecuada de varios agentes del Estado.
A pesar lo anterior, las autoridades judiciales accionadas no hicieron
uso de la facultad probatoria de oficio de la que disponen, y omitieron
decretar la prueba documental que resultaba determinante para
acreditar el parentesco entre los demandantes y el soldado, y de esa
forma declarar la responsabilidad del Estado. Tal circunstancia trajo
como consecuencia, a juicio de esta Corporación, un total
desconocimiento de la justicia material”.
57. Esta causal se configura cuando el juez actúa con excesivo apego a las
previsiones legales que termina obstaculizando la materialización de los
derechos sustanciales, desconociendo el carácter vinculante de la
Constitución, la primacía de los derechos inalienables de la persona y la
prevalencia de lo sustancial sobre las formas.55 En otras palabras, existe un
exceso ritual manifiesto cuando la autoridad judicial, so pretexto de cumplir
con las ritualidades propias del trámite, entorpece la realización de las
garantías sustanciales, la verdad real y la justicia material al emitir decisiones
abiertamente contrarias al ordenamiento superior.56
58. Sobre lo anterior, la Corte ha sostenido que “el sistema procesal moderno
no puede utilizarse como una razón válida para negar la satisfacción de tales
prerrogativas, en la medida que la existencia de las reglas procesales se
justifica a partir del contenido material que propenden”.57 En esos términos,
cuando las autoridades judiciales colocan por encima de lo sustancial, el
cumplimiento de las formalidades, incurren en una actuación que constituye
un defecto procedimental por exceso ritual manifiesto, susceptible de ser
corregido por el juez de tutela58, siempre que: (i) que no haya posibilidad de
corregir la irregularidad; (ii) que el yerro tenga incidencia en la decisión; (iii)
que se haya alegado en el proceso y (iv) que implique la vulneración de
derechos fundamentales59.
El mismo artículo los clasifica en dos categorías: (i) público: “el otorgado por
funcionario público en ejercicio de su cargo o con su intervención. Cuando
consiste en un escrito autorizado o suscrito por el respectivo funcionario, es
instrumento público; cuando es otorgado por un notario o quien haga sus
veces y ha sido incorporado en el respectivo protocolo, se denomina escritura
pública”; y (ii) privado: “es el que no reúne los requisitos para ser
documento público”. Sobre estos, la doctrina ha señalado que la mencionada
diferenciación “nada tiene que ver con su eficacia probatoria campo en el
cual el documento privado, al igual que el público, son idénticos es decir tan
solo prueban lo que se evidencia de su contenido”69.
65
Cfr. Sentencia SU-035 de 2018 y SU-354 de 2017.
66
Cfr. Sentencias SU-035 de 2018, T-153 de 2015 y T-146 de 2014.
67
Cfr. Sentencias T-237 de 2017, T-739 de 2015, SU-774 de 2014 y T-213 de 2012, entre otras.
68
Norma vigente para la época de los hechos.
69
LÓPEZ BLANCO. Hernán Fabio. Instituciones de Derecho Procesal Civil. Pruebas. Tomo III. Dupré Editores.
Segunda Edición. Bogotá 2008. Pg. 337.
68. El artículo 254 del Código de Procedimiento Civil establecía que las
copias tendrían el mismo valor probatorio del original, cuando: (i) hubieren
sido autorizadas por notario, director de oficina administrativa o de policía, o
secretario de oficina judicial, previa orden judicial donde se encontrase el
original o una copia autenticada; (ii) autenticadas por notario, previo cotejo
con el original o la copia autenticada que se le presente; o (iii) sean
compulsadas del original o de copia autenticada en el curso de inspección
judicial, salvo que la ley dispusiera otra cosa.
70. El artículo 268 de la misma codificación, disponía que las partes debían
aportar el original de los documentos cuando estén en sus manos y podrían
aportar copias, en los siguientes eventos: “1. Los que hayan sido
protocolizados. 2. Los que formen parte de otro proceso del que no puedan
ser desglosados, siempre que la copia se expida por orden del juez. 3.
Aquellos cuyo original no se encuentre en poder de quien lo aporta. En éste
caso, para que la copia preste mérito probatorio será necesario que su
autenticidad haya sido certificada por notario o secretario de la oficina
judicial, o que haya sido reconocida expresamente por la parte contraria o
demostrado mediante cotejo (…).”
72. Ahora bien, en relación con los documentos privados aportados en copia
simple y su cotejo con otros medios de prueba para acreditar su autenticidad,
la doctrina72 ha manifestado lo siguiente:
70
Dicha previsión legal fue replicada en el Código General del Proceso.
71
En todos los procesos, los documentos privados manuscritos, firmados o elaborados por las partes, presentados en
original o en copia para ser incorporados a un expediente judicial con fines probatorios, se presumirán auténticos,
sin necesidad de presentación personal ni autenticación. Esta presunción no aplicará a los documentos emanados de
terceros de naturaleza dispositiva.
“como varias veces lo hemos dicho, la autenticidad del documento
puede ser probada por cualquier medio que produzca certeza, como el
testimonio de personas que hayan presenciado su elaboración (si no
lleva firmas) o su firma o ambos hechos, o a quienes se les solicitó que
lo firmaran con testigos posteriormente. Esta prueba es conducente,
cualquiera que sea el valor del contrato que el documento se contenga,
porque no se trata de probar aquel, sino un hecho conexo pero
distinto; el otorgamiento del documento privado no se confunde con el
contrato, ni siquiera cuando la ley lo exija como requisito para su
validez73
Caso concreto
Tal situación se agrava aún más si se tiene en cuenta que los jueces de
primera y segunda instancia admitieron los documentos aportados en copia
simple, empero, no estudiaron el fondo del asunto bajo el argumento de falta
de legitimación en la causa; lo anterior muestra que el caso no se ha estudiado
materialmente, pues ninguna autoridad judicial -incluyendo a la de casación-
estudió las pruebas aportadas al plenario o decretó y practicó aquellas
insinuadas en el proceso y que resultaban relevantes para intervenir la
controversia, lo cual podría traducirse en una denegación de justicia material,
porque en apariencia este proceso tuvo doble instancia más la extraordinaria,
pero en la realidad, ningún operador analizó las pretensiones de cara a las
pruebas necesarias, pertinentes y suficientes para despacharlas en cualquier
sentido, ya sea accediendo o negando.
85
Cfr. Sentencia T-136 de 2015.
usuarios del sistema de justicia, al truncar el estudio de fondo de su petitum y
convertirse en una herramienta de denegación de justicia.86
80. En ese orden de ideas, la Corte encuentra que más allá de la controversia
de índole patrimonial que prima facie se presenta, la acción de tutela
formulada plantea una cuestión constitucional, relacionada con el acceso a la
administración de justicia, materializado en la necesidad de que una autoridad
judicial estudie de fondo el caso puesto a su consideración, ya que los jueces
ordinarios de instancia negaron las pretensiones argumentando la falta de
legitimación en la causa y el Tribunal de Casación tampoco analizó la cuestión
planteada al encontrar que los documentos aportados en copia simple no
podían ser apreciadas como pruebas al no haberse controvertido por parte del
accionado, Gonzalo de Jesús Mejía Zapata, quien actuó a través de curador ad
litem.
87. Los documentos a los que hace referencia la Sala de Casación Civil de la
Corte Suprema de Justicia son la copia auténtica de la escritura pública No.
6714 del 1.º de diciembre de 1994, otorgada en la Notaría 42 de Bogotá, con
la cual Alfonso Contreras Lázaro y los demás promitentes compradores
dejaron constancia de su comparecencia para el otorgamiento de la escritura
de compraventa prometida por Gonzalo de Jesús Mejía Zapata, consta que
entregaron, para incorporar en el protocolo, y según las declaraciones del
Notario, la “copia de la promesa de compraventa suscrita entre las partes”, la
cual aparece firmada por los promitentes compradores y el promitente
vendedor ante tres testigos. Asimismo, se observó el otrosí que asentaron en el
reverso de la última página de la citada promesa, y con el cual las partes
acordaron prorrogar la fecha de solemnización de la compraventa, también
suscrita por las partes del futuro contrato y dos testigos.
88. El oficio del 16 de diciembre de 1994, suscrito por Gustavo Vargas Gallo
y Hugo Briceño Jauregui, expresó lo siguiente:
“Estimados señores:
89. Asimismo, el oficio del 18 de enero de 1995, suscrito por Gustavo Vargas
Gallo y Hugo Briceño Jauregui, señaló:
92. Observa la Sala Plena que en el caso sub examine, los jueces de instancia
aceptaron como pruebas los documentos que allegó la parte actora y la
contraparte y terceros no los tacharon de falsos. Considerando lo expuesto
líneas atrás, para que un documento privado aportado en copia simple a un
proceso tenga validez probatoria, debe verificarse su autenticidad, en los
términos del artículo 268 del Código de Procedimiento Civil, es decir, que la
parte contraria expresamente los reconociera o no los tachara de falsos.
93. Lo que en efecto ocurrió, pues saneado el proceso y previo a dictar
sentencia el Juez Civil del Circuito -en primera instancia- dio valor probatorio
a la pruebas solicitadas, decretadas y practicadas dentro del proceso (ver folio
1410 del cuaderno 1) sin que la contraparte los controvirtiera o los tachara de
falsos.
87
La Corte Suprema de Justicia en la sentencia del
No obstante, en el asunto sub examine, la Sala de Casación Civil descartó su
mérito probatorio al considerar que no podría ser controvertidos o tachadas
por la contraparte en la medida que Gonzalo de Jesús Mejía Zapata actuó en el
trámite a través de curador ad litem, quien “en la mayoría de los casos
desconoce los detalles fácticos que antecedieron a la causa litigiosa, y mal
puede entonces exigírsele que pida la ratificación de las declaraciones
vertidas en tales piezas documentales, sin que por lo demás, dicha omisión
llegue a acarrear inexorablemente que tales copias puedan ser apreciadas en
toda su dimensión, como si la parte emplazada y asistida de curador ad litem
hubiese estado de acuerdo en ese contenido”. Entre tanto, concluyó que
hacerle extensiva la ratificación o tacha al auxiliar de la justicia que
representaba al accionado, resultaba “deleznable”.
95. En ese orden, mal podría hacerse extensiva la consecuencia de una tacha
de falsedad del documento aportado en copia simple a la contraparte, solo por
el hecho de que esta actuó a través de un curador ad litem, pues ello se
traduciría en una ventaja para quien no compareció al proceso, lo cual iría en
detrimento de quien accionó, al no dispensarle el mismo trato legal que otorga
la norma procesal. Así las cosas, la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia debió otorgarle valor probatorio a las copias simples
aportadas por el actor y que no fueron tachadas o controvertidas por las partes.
100. Asimismo, este Tribunal resalta que la Corte Suprema de Justicia en sus
distintas Salas de Casación ha estudiado de acciones de tutela contra
providencias judiciales y, con base en el precedente de la Corte
Constitucional, ha reconocido en algunos casos que las decisiones judiciales
pueden obedecer a un riguroso apego a las normas procesales, dejando de
lado la prevalencia del derecho sustancial prevista en el artículo 228 de la
Constitución y ha declarado la existencia de yerros de orden procedimental
por exceso ritual manifiesto, que derivan en la vulneración de los derechos
fundamentales al debido proceso y al acceso a la administración de justicia.
Sobre lo anterior, pueden consultarse las sentencias de 30 de noviembre de
2017, exp. 0269500; 21 de febrero de 2017, exp. 528879; 7 de octubre de
2015, exp. 81987; entre otras.
102. Para esta Corte el yerro procedimental por exceso ritual manifiesto es
de tal envergadura que afecta los derechos fundamentales del actor, al ser
decisivo en el fondo del caso puesto a consideración de los jueces civiles,
ameritando la intervención por parte del juez constitucional.
103. En orden a lo anterior, la Corte advierte que al haber prosperado el
defecto mencionado en el punto anterior, por sustracción de materia, no
estudiara los cargos por defecto fáctico en su dimensión negativa ni el
desconocimiento del precedente invocados en la acción de tutela.
III. DECISIÓN
RESUELVE: