El Calendario Cósmico

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EL CALENDARIO CÓSMICO*

Carl Sagan

Carl Edward Sagan, profesor y astrónomo, nació en Nueva York en 1934. Obtuvo el doctorado en filosofía en la
Universidad de Chicago en 1966 y el doctorado en ciencias en el Instituto Politécnico Rennsaler en 1975. Es autor de
Atmospheres of Mars and Venus, l96l; Planets, 1966; Intelligent Life in the Universe, 1966; Planetary Exploration,
1970; Mars and the Mind of Man. 1973; Cosmic Connection, 1973; Other Worlds, 1975. Es también autor de numerosos
artículos y editor del Icarux: International Journal of Solar Systems Studies, 1968; Planetary Athmospheres, 1971;
Space Research, 1971; UFO: A Scientific Debate, 1972; Communication with Extraterrestrial Intelligence, 1973.
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El mundo es muy viejo, y los seres humanos muy jóvenes. Los acontecimientos significativos en
nuestra vida personal se miden en años, o menos; el curso entero de nuestra vida, en décadas;
nuestra genealogía familiar, en siglos; y toda la historia registrada, en milenios. Pero nos ha
antecedido un aterrador panorama de tiempo, que se extiende a lo largo de prodigiosos periodos
hacia el pasado, del que conocemos poco, tanto porque no existen registros escritos como porque
nos cuesta realmente comprender la inmensidad de los intervalos en cuestión.
Y, sin embargo, podemos fechar acontecimientos en el pasado remoto. La estratificación geológica
y la técnica radiactiva para establecer fechas proporcionan información respecto a acontecimientos
arqueológicos, paleontológicos y geológicos; y la teoría astrofísica suministra datos relacionados
con las edades de las superficies planetarias, de las estrellas, y de la galaxia de la Vía Láctea, así
como un cálculo del tiempo que ha transcurrido a partir de ese extraordinario acontecimiento
llamado la Gran Detonación, en la que tuvieron que ver toda la materia y toda la energía del
universo actual. La Gran Detonación puede ser el comienzo del universo, o puede ser una
discontinuidad en la qué se destruyó información concerniente a la historia anterior del universo.
Pero es sin duda el acontecimiento más temprano del que tenemos registro.
La forma más instructiva que conozco para expresar esta cronología cósmica es imaginar quince mil
millones de años de vida del universo (o por lo menos su encarnación actual a partir de la Gran
Detonación) comprimidos en el lapso de un solo año. Así, cada mil millones de años de historia de
la Tierra correspondería a aproximadamente veinticuatro días de nuestro año cósmico, y un segundo
de ese año 475 vueltas reales de la Tierra alrededor del Sol. En las siguientes páginas, presento la
cronología cósmica en tres formas: una lista de algunas fechas representativas anteriores a
diciembre; un calendario para el mes de diciembre; y una mirada más detallada a las últimas horas
previas al Año Nuevo. En esta escala, los acontecimientos en nuestros libros de historia —incluso
los libros en que se hacen esfuerzos para desprovincializar el presente— son tan reducidos que es
necesario proporcionar un recuento de segundo por segundo de los últimos segundos del año
cósmico. Aun así encontramos acontecimientos registrados como contemporáneos que se nos ha
enseñado a considerar como muy separados entre sí en cuanto a tiempo.
En la historia de la vida, un tapiz igualmente rico debe de haber sido tejido en otros periodos; por
ejemplo, entre las 10:02 y las 10:03 de la mañana del 6 de abril o del 16 de septiembre. Pero no
poseemos registros detallados sino para el mismísimo final del año cósmico.
La cronología corresponde a la evidencia más confiable de que hoy disponemos. Pero parte de esa
cronología es un tanto dudosa. Nadie se sorprendería si, por ejemplo, resultara que las plantas
poblaron la Tierra en el periodo ordoviciano y no en el siluriano: o que los gusanos segmentados
aparecieron en el periodo precámbrico antes de lo que se ha dicho. Asimismo, en la cronología de
los últimos diez segundos del año cósmico me fue obviamente imposible incluir todos los
acontecimientos significativos. Espero que se me perdone no haber mencionado explícitamente los
progresos en el arte, la música y la literatura, o las revoluciones históricamente significativas, como
la Norteamericana, la Francesa, la Rusa y la China.
La elaboración de semejantes tablas y calendario nos vuelve inevitablemente humildes. Es
desconcertante encontrar que en tal año cósmico la Tierra no se condensa a partir de materia
interestelar sino hasta principios de septiembre; los dinosaurios emergen la noche de Navidad; las
flores brotan el 28 de diciembre; y los hombres y las mujeres se originan a las 10:30 p.m. de la
víspera del Año Nuevo. Toda la historia registrada ocupa los últimos diez segundos del 31 de
diciembre; y el tiempo que transcurre de la decadencia de la Edad Media a la actualidad ocupa
apenas un poco más de un segundo. Pero de acuerdo con la forma en que lo he dispuesto aquí, el
primer año cósmico acaba de terminar. Y a pesar de la insignificancia del instante de tiempo
cósmico que hasta aquí hemos ocupado, es claro que lo que sucede en y cerca de la Tierra al
iniciarse el segundo año cósmico dependerá en gran medida de la sabiduría científica y la
sensibilidad característica de la Humanidad.
* Publicado en el libro Ensayos Científicos; CONACyT; México, 1990.

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