Infancia en Desarrollo Psicología Del Destete Y Alimentación Complementaria
Infancia en Desarrollo Psicología Del Destete Y Alimentación Complementaria
Infancia en Desarrollo Psicología Del Destete Y Alimentación Complementaria
INFANCIA EN DESARROLLO
PSICOLOGÍA DEL DESTETE Y ALIMENTACIÓN
COMPLEMENTARIA
Como menciona Alba Pardó en su libro “la lactancia materna es un proceso social, cultural, político
e histórico que también forma parte de la sexualidad femenina y que se ve modulada por muchas de estas
situaciones y procesos”. Por ello, la duración de la lactancia suele ser un tema clave y hasta muchas
personas sienten que es un tema escandaloso que se debe eludir. Abordarlo supone, como dice Michel
Odent en su libro “El bebé es un mamífero” (2011), sacudir los cimientos de nuestra sociedad: “Para
amamantar a un bebé durante varios años, una mujer moderna tiene que tener una capacidad poco común
de resistencia a las presiones sociales, incluidas las intrafamiliares”.
¿Cuánto tiempo tendría que durar la lactancia? Para responder a esta pregunta se requiere
investigar las condiciones personales, ambientales, familiares, socio-económicas y culturales de la madre
y el/la niño/a. En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud promueve la lactancia materna
exclusiva hasta los seis meses, complementada con otros alimentos hasta los dos años y, desde entonces,
hasta que la criatura y la madre deseen. Como expresa Carlos González, doctor en pediatría, en su libro
“Un regalo para toda la vida” (2006), todos los niños/as se destetan, tarde o temprano. Hay niños/as que
dejan espontáneamente el pecho antes de los 2 años y otros entre los 2 y 4 años. Hay madres que deciden
dar el pecho hasta que el niño/a se canse y otras que deciden tomar la iniciativa y destetarlos antes. El
destete entonces es un proceso que involucra diferentes factores, entre ellos lo emocional, nutricional y
socio-cultural. Es una etapa de aprendizaje que implica una comunicación diferente con el bebé.
Winnicott plantea que la madre supera la “preocupación materna” por el bebé estableciendo un
destete paulatino. Incluso en vistas de las teorizaciones kleinianas, se comprende entonces que la
frustración es necesaria y un motor de trabajo para el desarrollo mental pero siempre en su justa medida.
Teniendo en cuenta que el pecho y la leche son para el bebé fuente de las mayores satisfacciones
y en ellos se han apuntalado los sentimientos de amor, bondad y seguridad en el niño, durante el destete
el niño/a elaborará la pérdida de estos objetos tan preciados, vivenciando la experiencia como una
situación de duelo (Klein, 1936)
Como expresa Luciano Luterau en su libro “Más crianza, menos terapia. Ser padres en el Siglo XXI”
(2019), el destete representa el primer acto psíquico de constitución del niño/a como sujeto. La necesidad
de trascender esta fijación en la infancia implica el camino que lleva a la asunción de la frustración como
un componente de la vida psíquica.
Se entiende al destete como el momento en el que el bebé deja de amamantar o la acción
progresiva de favorecer que el bebé deje definitivamente el pecho. Para la pediatría “la edad de los
lactantes” se extiende aproximadamente los dos primeros años de la vida. Sin embargo, el inicio del
destete podría comenzar con la introducción de los semisólidos, alrededor de los 6 meses, cuando el bebé
alcanza la madurez neuromotora para sentarse sin apoyo, usar sus manos para explorar los alimentos y
llevárselos a la boca. Esto se llama “ablactación”.
Incluso, con el paso del tiempo, los niños/as realizan actividades como: succionarse el dedo, usar
chupete, etc., o buscan un objeto que sirva de transición entre el pecho de la mamá y el mundo externo
(D. Winnicot lo llamó objeto transicional). Frecuentemente suele ser un muñeco, un peluche, un juguete,
una frazadita, un chupete o una almohada. Estos objetos se convierten en soportes para canalizar la
angustia y ansiedad. Representan el viaje del niño/a desde la subjetividad pura a la objetividad, desde la
indiferenciación con la madre a la aceptación de ésta como objeto exterior. Generalmente el niño/a lo
elije arbitrariamente y por más que se intente imponer un objeto, es el niño/ quien decide cuál es.
Ahora, si bien los aspectos nutricionales son importantes, la lactancia y la succión no implican solo
dichos aspectos. Existe un aspecto de la succión que no es nutricio que junto con el sostén (holding)
permiten una atenuación de las angustias propias del nacimiento, por lo tanto, el destete se definiría
como el proceso gradual por el cual el bebé va prescindiendo de la succión hasta que ésta se torna
intrascendente.
Entonces cabe preguntarse, ¿cuándo empieza realmente? Quizás la respuesta sea, cuando la
mujer empieza a imaginarlo y pensarlo. El destete es un proceso vincular de cada diada y singular de cada
mujer/persona que amamanta. Por ello no hay una regla única que indique que el destete empezará
determinado día.
En el amamantamiento, luego de satisfacer durante el primer tramo de la succión las exigencias
pulsionales nutritivas y orgiásticas, el bebé utiliza el segundo tramo para “jugar” e interesarse cada vez
más por los aspectos ambientales. Aquí, el infante ya es capaz de separarse físicamente de su madre y no
necesita reasegurarse succionando su pecho. Pero para su separación psíquica necesita su presencia. Sin
embargo, esta presencia requiere ciertas condiciones para que se pueda dar el destete saludablemente:
que haya habido un sostén inicial continuo como idealmente lo hace una madre que entró en ese estado
afectivo que Winnicott describió como “capacidad Maternal Primaria” caracterizado por una
identificación extrema con la cría y una investidura libidinal desplazada del propio ser al ser del bebé
llamada “sana perturbación”. Esto significa que aparece en la madre un cambio de actitud, en donde
puede dejar de pensar, sentir y actuar por él. “La forma en que la madre normal supera este estado de
preocupación por el bebé equivale a una suerte de destete”, dice Winnicot.
Para iniciarlo la mujer se preguntará si el cansancio influye en la decisión, si se ejerce presión por
parte de familiares/pareja, si se disfruta de la lactancia o no, si hay algún propósito personal que interfiera,
si se continúa recibiendo apoyo para su prolongación o no, etc. Ante estas preguntas, es probable que la
mujer vivencie sentimientos ambivalentes: cansancio, alegría, disfrute, culpa, satisfacción, envidia, celos,
melancolía, y muchas emociones más. Es por ello, que cuando se habla de “destete respetuoso” se hace
referencia a la consideración de las necesidades emocionales de la mujer/persona y la validación de las
mismas así como también del niño/a que se encuentra implicado/a.
Volviendo a la premisa de que el destete es singular y personal de la díada, existen tantos destetes
posibles como lactancias existieron. Y esto, implica centrar y hacer foco el proceso del destete en el
vínculo. En palabras de la psicóloga perinatal Carolina Mora, “el destete es un duelo pero también una
oportunidad para reencontrarse y reconfigurar la relación vincular entre madre-niño/a”.
Como menciona la Lic. Mora, los tipos de destete variarán según el contexto, el acompañamiento
y la decisión a tomar y sea cual sea el tipo de destete que se realice, no debería causar dolor alguno:
• Destete natural/espontáneo: puede ocurrir cuando el bebé, niño/a comienza a rechazar la teta
espontáneamente o dejar de pedirla. Lo ideal es que no suceda antes del año de vida.
• Destete inducido abrupto: Se produce por decisión unilateral de la madre. Es el modo de destete
más popular en nuestra sociedad y el recomendado por el entorno. Se expresa en frases como
“sácasela de un día para otro así no sufre”, por ejemplo. Desde lo emocional puede generar
momentos de estrés intenso en el bebé/niño/a y también en la mujer y familia por el cambio
brusco de actitud. Desde el punto de vista fisiológico puede desencadenar las potenciales
complicaciones como ser obstrucciones y /o mastitis, así como también una desregulación
hormonal intensa
• Destete inducido ante situaciones especiales: En algunos casos el destete está motivado por
factores externos, como podría ser la enfermedad de la madre, duelo, algún tratamiento médico
o la separación insalvable de la diada, dolor al amamantar, percepción de “falta de leche” o
“hambre en el bebé”, vuelta al trabajo, nuevo embarazo, entre otros
• Destete Respetuoso dirigido/guiado: es el proceso que vive mamá y niño/a (con más o menos
apoyo familiar) en el que se tienen en cuenta las necesidades de ambos. El destete se basa en el
cuidado del vínculo por sobre las individualidades. Es vinculocentrista, menciona Carolina Mora.
Tal como ella expresa, su característica principal es que es un proceso progresivo y paulatino que
se basa en acompañar al niño/a ofreciendo nuevas experiencias compartidas y nuevas formas de
consuelo, juego y calma. Implica también la comunicación de un límite, donde el niño/a debe
entender que la teta es una parte del cuerpo de la mamá y que “mamá es mucho más que teta”.
El desafío es descubrir nuevas formas de compartir, amar y consolar. Así como a lactancia también
es un hábito y forma parte de la rutina diaria, modificar el patrón de rutina y hábito puede ser un
proceso trabajoso. Éste último considera al destete como una forma de comunicar un límite.
Corporal y vincular. Como dice la Lic. Mora “aún sin la lactancia “mamá siempre seguirá estando
aquí para vos”, sosteniendo física y emocionalmente”. Por ende es de esperar que, como en
cualquier otro límite, su comunicación generará en el niño/a frustración, enojo y reacciones de
irritabilidad. Esto no significa que el límite sea inadecuado, o que el niño/a no esté preparado/a,
sino que es la reacción esperable a no conseguir algo que le ofrece placer. La aceptación del
mismo, dependerá de los recursos de cada niño/a, su edad, su maduración emocional, la puesta
en palabras que realizan los adultos y los sustitos que se ofrezcan.
• Destete posible: el que cada familia puede, quiere y construye, a su ritmo, yendo y viniendo, como
menciona Violeta Vázquez.
¿Qué se puede hacer para ayudar al niño en esta difícil tarea? Las medidas anticipatorias
comienzan desde el nacimiento. Desde el principio la madre debe hacer todo lo posible por mantener un
equilibrio entre las necesidades físicas y psíquicas. La regularidad en el amamantamiento ha probado ser
de gran valor para el bienestar físico del niño y esto influye a su vez en su desarrollo psíquico.
Cabe aclarar una vez más que el proceso de destete debería llevarse a cabo lenta y suavemente.
Con paciencia y gentileza. Pero para ello es necesario, trabajar con las emociones propias. Es de esperar
que el llanto del infante altere la fisiología de la mujer. Éste puede despertar irritabilidad, enojo, ira,
culpabilidad, tristeza, desesperación frustración… Aurorregularse frente a estas emociones se vuelve una
tarea titánica. Conocerse permitirá posteriormente que el adulto pueda colaborar para que el niño/a
pueda poner en palabras más claras qué necesita, desea o le genera frustración para así acompañar
integralmente. No es posible evitar que los niños/as lloren o se frustren ante el destete. El llanto es una
de las formas de comunicación más primitivas que tienen los bebés y niños/as. Pensar en cómo
acompañar al niño/a durante llanto para encontrar la calma, acompañar para contener. Abrazar, mimar,
aupar… son todas variantes posibles. Y pensar incluso, cómo acompañarse a una misma en este proceso
de duelo. Crear recuerdos antes de iniciar el destete puede ser un buen recurso. Hacer fotos, grabar
videos, joyas de leche, escribir textos, dibujar momentos, grabar audios… Y por supuesto, darle espacio y
lugar a quien acompaña para que pueda sostener, otorgar clama, seguridad y resolver conflictos.
Al comienzo es esperable que al niño/a le cueste aceptar la intervención de otra persona, pero es
necesario tener calma y paciencia. Siempre que el/la niño/a sea consolado con sostén corporal y afectivo,
y no en soledad, se puede acompañar el llanto frente a la aparición del otro.
Por ello, se vuelve relevante que la pareja converse y acuerde un plan de acompañamiento en el
proceso de destete. El foco sobre cuando destetar debería estar puesto en el movimiento que implica el
destete, en las muchas maneras y en los diferentes saberes que envuelven la cercanía-distancia,
acomplamiento-frustración (Luterau, 2019)
“La función terapéutica (de los profesionales en general) consiste en “generar un clima de seguridad
emocional y confianza básica, para que los adultos que desempeñan la función parental puedan
vivenciar qué significa la capacidad de contención”
VOCABULARIO: (extraído del libro “Destete. Final de una etapa” de Alba Pardó)
➢ Agitación por amamantamiento: Se trata de un cúmulo de emociones y sentimientos: rechazo,
rabia, enfado, cansancio, odio, que suelen aparecer en ciertos momentos de la lactancia y que
hacen que la madre no quiera seguir amamantando.
➢ Disminución fisiológica de la producción de leche: Con este término hacemos referencia al
descenso del volumen en la producción de leche, que se efectúa de manera gradual y escalonada.
De esta manera, se regula la producción de leche y en pocas semanas el pecho deja de producir
leche de manera paulatina.
➢ Huelga de lactancia: Etapa o situación en la que el bebé se niega a mamar o solo quiere mamar en
unas determinadas circunstancias o en una posición concreta. Se puede confundir con un destete
total, pero si la madre no lo desea, suele ser posible reconducir el proceso.
Para la ONU (2016), la lactancia materna constituye un asunto de derechos humanos, establecido
y desarrollado, en el ámbito internacional, sobre el derecho a la alimentación, el derecho a la salud y el
derecho a la vida. Esto quiere decir que los niños tienen el derecho a ser amamantados, en el sentido de
que nadie puede interferir con el derecho de su madre a amamantarlos.
Ivana Raschkovan en su libro “Infancias Respetadas. Crianza y vínculos tempranos” (2019),
menciona que la duración de la lactancia materna influye en el desarrollo emocional y psicosocial del niño.
A mayor duración, se ha descripto una menor incidencia de maltrato infantil, una mejor relación con los
padres en la adolescencia, una mayor percepción de cuidado y una mejor salud mental en la vida adulta.
A diferencia de lo que se creía antes, no se han demostrado riesgos físicos o psicológicos en niños
que toman pecho por encima de los 2 años.
El mayor problema de la lactancia materna más allá del año es el rechazo social y profesional por
prejuicios o desconocimiento de la evidencia científica actual.
Entonces, hasta los 2 años de vida de un niño, la porción láctea de su ingesta está perfectamente
cubierta con la leche materna, por lo cual no habría razón para que consuma otro tipo de leche. Suele
suceder que, con la introducción de alimentos sólidos, se termina la exclusividad de la lactancia materna
y se abandona la misma. Incluso muchas veces, el abandono tiene que ver con la colisión entre las
expectativas de los adultos y la realidad.
Pensando que la relación con la comida nos acompaña a lo largo de toda la vida y como tantas
otras cosas, en la vida de un/a niño/a, la alimentación tiene sus ciclos. Como cualquier hito del desarrollo,
la ingesta de alimentos sólidos debería iniciar cuando se tengan las destrezas que permitan manejar y
tragar los alimentos de forma segura y cuando se tenga el interés por la comida.
A partir de los 6 meses se produce un cambio fundamental en el desarrollo psicomotor del bebé.
Es una crisis de crecimiento que se define como un cambio significativo en el desarrollo físico y
emocional. Es por ello que la AC debe ser gradual, respetando los tiempos del bebé. Para las personas que
ejercen la parentalidad es clave arrancar con esta etapa sin muchas expectativas pero sí con entrega y
disponibilidad emocional para el acompañamiento que requiere. Aunque en muchas ocasiones genera
ansiedad e incertidumbre, se debe tener paciencia ya que la AC forma parte del aprendizaje del niño/a y
debe ser una experiencia agradable para los integrantes de la familia. Se recomienda que el niño/a
comparta la mesa con los adultos, que se establezca en un ambiente tranquilo y sereno (sin uso de
tecnologías hasta los 2 años o más), evitando prisas y excitaciones por cansancio o hambre en demasía y
priorizando las interacciones comunicacionales (mirada, sonrisa, caricias).
Cuando se introduce la cuchara en el momento de la alimentación, y las tomas se espacian de
forma progresiva, se inicia la diversificación alimentaria. Si la madre se coloca sentada frente al niño y el
alimento se sitúa entre ambos, los intercambios entre ambos irán enriqueciendo y promoviendo la
participación activa del niño. El papel de las manos del niño es fundamental y el acercamiento al alimento
toma el modelo de la atención conjunta y la exploración compartida. La cuchara sólo hace de
intermediario.
Ya con la introducción de alimentos más sólidos el niño se sitúa frente al alimento y la madre le
acompaña. Es importante comprender que la alimentación es un proceso que se establece a la vez que a
partir del juego y los recursos del niño
Sea cual sea el método que se elija es primordial que los adultos/cuidadores principales ofrezcan
un encuadre saludable de la experiencia de alimentación.
Cuando el desarrollo del niño se establece sin dificultades la alimentación, además de una fuente
de satisfacción es una forma de experimentar placer y seguridad para el niño y reafirma la vivencia de
capacidad de padres. Sin embargo, a veces pueden aparecer trastornos precoces. Para ello es importante
analizar las dificultades de alimentación en el conjunto del funcionamiento del niño y valorar qué función
desempeñan dentro de la dinámica familiar.
En los niños más pequeños se valorará cómo se han ido estableciendo los ritmos de alimentación
y sueño e se identificará cómo es su forma de reclamar y calmarse. En niños más mayores se situará la
alimentación en todo el acercamiento del niño al entorno.
Para ello es importante identificar si las dificultades de alimentación aparecen acompañadas de
otros cuadros como trastornos del sueño, retraso en el Desarrollo (Motricidad y lenguaje), trastorno grave
de la comunicación e interacción, antecedentes familiares (suelen presentar dificultades de alimentación
en la primera infancia de alguno de los padres o en otros hijos, pero no aparece asociados de forma
significativa a dificultades de la alimentación en la adolescencia), e importancia evolutiva de los momentos
de cambio.
Cuando exista entonces riesgo de que estas dificultades se estructuren en una patología crónica,
es necesario el abordaje desde un equipo interdisciplinar (médico pediatra, logopeda especialista en
alimentación, psicólogo clínico). La intervención terapéutica estará dirigida a aquellos casos que
presentan una patología orgánica de base o en los que sin tener una patología médica asociada, aparecen
indicadores de riesgo en la salud física/psíquica de los pacientes o en la dinámica familiar.
Notas:
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________
____________________________________________________