Vigilia Pascual

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 9

VIGILIA PASCUAL 2023

LECTURAS DE HOY

Primera lectura: Génesis 1,1-2,2:

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos


informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se
cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: "Que exista la luz." Y
la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de
la tiniebla; llamó Dios a la luz "Día"; a la tiniebla, "Noche". Pasó una
tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: "Que exista una bóveda entre las aguas, que separe
aguas de aguas." E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo
de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó
Dios a la bóveda "Cielo". Pasó una tarde, pasó una mañana: el día
segundo.

Y dijo Dios: "Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo
sitio, y que aparezcan los continentes." Y así fue. Y llamó Dios a los
continentes "Tierra", y a la masa de las aguas la llamó "Mar". Y vio
Dios que era bueno. Y dijo Dios: "Verdee la tierra hierba verde que
engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y
que lleven semilla sobre la tierra." Y así fue. La tierra brotó hierba
verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban
fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Y dijo Dios: "Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para


separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los
años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre
la tierra." Y así fue.
E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el
día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso
Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el
día y la noche, para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era
bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Y dijo Dios: "Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen


sobre la tierra frente a la bóveda del cielo." Y creó Dios los cetáceos
y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus
especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era
bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: "Creced, multiplicaos, llenad las
aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra." Pasó una
tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales


domésticos, reptiles y fieras según sus especies." Y así fue. E hizo
Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus
especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y
dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que
domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos,
los reptiles de la tierra." Y creó Dios al hombre a su imagen; a
imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y
les dijo: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad
los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven
sobre la tierra." Y dijo Dios: "Mirad, os entrego todas las hierbas que
engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles
frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las
fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de
la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de
alimento." Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy
bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos. Y concluyó
Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó
el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.

Segunda lectura del Génesis 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18:

En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo:


"¡Abraham, Abraham!" Él respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo:
"Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de
Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".

Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de sus


criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó
al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día divisó a lo lejos el
lugar. Les dijo entonces a sus criados: "Quédense aquí con el burro;
yo iré con el muchacho hasta allá, para adorar a Dios y después
regresaremos".

Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac y


tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac dijo a su padre Abraham: "¡Padre!" Él respondió: "¿Qué quieres,
hijo?" El muchacho contestó: "Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde
está el cordero para el sacrificio?" Abraham le contestó: "Dios nos
dará el cordero para el sacrificio, hijo mío". Y siguieron caminando
juntos.

Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó


un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el
altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo.

Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: "¡Abraham,


Abraham!" Él contestó: "Aquí estoy". El ángel le dijo: "No descargues
la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios,
porque no le has negado a tu hijo único". Abraham levantó los ojos y
vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el
carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abraham puso
por nombre a aquel sitio "el Señor provee", por lo que aun el día de
hoy se dice: "el monte donde el Señor provee".

El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo:


"Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no
haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu
descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus
descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia
serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a
mis palabras".

Tercera lectura: Éxodo 14, 15-15, 1:

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: "¿Por qué sigues clamando a


mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado,
extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas
entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el
corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a
costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los
guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya
cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus
guerreros."

Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército
de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de
delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el
campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube
era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos
pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el
Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que
secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en
medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla
a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución,
entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y
los carros con sus guerreros.

Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio,


desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el
campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo
avanzar pesadamente. Y dijo Egipto: "Huyamos de Israel, porque el
Señor lucha en su favor contra Egipto." Dijo el Señor a Moisés:
"Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los
egipcios, sus carros y sus jinetes."

Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar


a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y
el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas
y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que
lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de
Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían
de muralla a derecha e izquierda.

Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a
los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande
del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y
creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los
israelitas entonaron este canto en honor del Señor:

Cuarta lectura: Isaías 54, 5-14:

El que te hizo te tomará por esposa; su nombre es Señor de los


ejércitos. Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la
tierra. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el
Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios-. Por un
instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato
de ira te escondí un instante mi rostro, pero con misericordia eterna
te quiero -dice el Señor, tu redentor-.
Me sucede como en tiempo de Noé: juré que las aguas del diluvio no
volverían a cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni
amenazarte. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se
retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará -dice el
Señor, que te quiere-.
¡Oh afligida, zarandeada, desconsolada! Mira, yo mismo coloco tus
piedras sobre azabaches, tus cimientos sobre zafiros; te pondré
almenas de rubí, y puertas de esmeralda, y muralla de piedras
preciosas. Tus hijos serán discípulos del Señor, tendrán gran paz tus
hijos. Tendrás firme asiento en la justicia. Estarás lejos de la
opresión, y no tendrás que temer; y lejos del terror, que no se te
acercará.

Quinta lectura: Isaías 55, 1-11:

Así dice el Señor: "Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los
que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y
leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el
salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos, y comeréis bien,
saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí:
escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la
promesa que aseguré a David: a él lo hice mi testigo para los pueblos,
caudillo y soberano de naciones; Tú llamarás a un pueblo desconocido,
un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; por el Señor, tu Dios,
por el Santo de Israel, que te honra.

Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté


cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico
en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son
mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la
tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que
vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven
allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla
germinar, para que de semilla al sembrador y pan al que come, así
será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que
hará mi voluntad y cumplirá mi encargo."

Sexta lectura. Baruc 3, 9-15. 32-4, 4:

Escucha, Israel, mandatos de vida; presta oído para aprender


prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que
envejezcas en tierra extranjera, que estés contaminado entre los
muertos, y te cuenten con los habitantes del abismo? Es que
abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido el camino
de Dios, habitarías en paz para siempre. Aprende dónde se encuentra
la prudencia, el valor y la inteligencia; así aprenderás dónde se
encuentra la vida larga, la luz de los ojos y la paz. ¿Quién encontró
su puesto o entró en sus almacenes? El que todo lo sabe la conoce, la
examina y la penetra. El que creó la tierra para siempre y la llenó de
animales cuadrúpedos; el que manda a la luz, y ella va, la llama, y le
obedece temblando; a los astros que velan gozosos en sus puestos de
guardia, los llama, y responden: Presentes", y brillan gozosos para su
Creador.

Él es nuestro Dios, y no hay otro frente a él; investigó el camino de


la inteligencia y se lo enseñó a su hijo, Jacob, a su amado, Israel.
Después apareció en el mundo y vivió entre los hombres. Es el libro de
los mandatos de Dios, la ley de validez eterna: los que la guarden
vivirán; los que la abandonen morirán. Vuélvete, Jacob, a recibirla,
camina a la claridad de su resplandor; no entregues a otros tu gloria,
ni tu dignidad a un pueblo extranjero. ¡Dichosos nosotros, Israel, que
conocemos lo que agrada al Señor!

Séptima lectura: Ezequiel 36, 16-28:

Me vino esta palabra del Señor: "Hijo de Adán, cuando la casa de


Israel habitaba en su tierra, la profanó con su conducta, con sus
acciones; como sangre inmunda fue su proceder ante mí. Entonces
derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían derramado en
el país, por haberlo profanado con sus idolatrías.

Los esparcí entre las naciones, anduvieron dispersos por los países;
según su proceder, según sus acciones los sentencié. Cuando llegaron a
las naciones donde se fueron, profanaron mi santo nombre; decían de
ellos: "Éstos son el pueblo del Señor, de su tierra han salido." Sentí
lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel en las
naciones a las que se fue. Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el
Señor: "No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo
nombre, profanado por vosotros, en las naciones a las que habéis ido.
Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los
gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán
los gentiles que yo soy el Señor -oráculo del Señor-, cuando les haga
ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os
reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas


vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un
corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os
infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, que
guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a
vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios."
Epístola: Romanos 6, 3-11:

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos


incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en
la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los
muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una
vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una
muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la
suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada
con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y
nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha
quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo,
creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una
vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya
no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de
una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo
vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús.

También podría gustarte