Fuentes - Palomino
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Constitucional y teoría de
las fuentes del Derecho José F.
Palomino Manchego
1. Justificación del tema. II. Significado semántico. III. Evolución histórica. IV. ¿"Qué concepto
utilizar? V. Valor normativo de la Constitución. VI. Constitución, sistema de fuentes y supre-
macía constitucional. VI. La teoría de las fuentes y la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
Peruano. VII. Reflexión fina!. VIH. Conclusiones.
Es importante señalar que para ingresar al mundo del Derecho Constitucional, prima facie, se
requiere de modo inexcusable, una conceptualización previa del contenido y alcance de la palabra
Constitución (preferentemente con mayúscula). Un buen ejemplo de ello constituye el reciente
libro del profesor de la Universidad de Santiago de Compostela José Julio Fernández Rodríguez
que lleva por título La inconscitucionalidad |x>r omisión (Editorial Civitas, S.A., Madrid, 1998;
antecede Prólogo de Francisco Fernández Segado). En el presente libro Fernández Rodrigue:
entiende perfectamente que el soporte de los presupuestos conceptuales, desde la mira meto-
dológica radica en el concepto de Constitución. Para lo cual, asume con firmeza una posición: el
concepto normativo de la Constitución.
De ahí que el problema consiste en averiguar qué es lo que significa la palabra Constitución,
sobre la base de significados relevantes; esto es, los que se encuentran directamente relacionados
con la comunidad política o bien con la doctrina o doctrinas que la describen (Rolando Tamayo y
Salmorán).
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“De nada sirve lo que escriba en una hoja de papel (se refiere a la Constitución), si no se
ajusta a la realidad, a los factores reales y efectivos de poder”. (Cfr. ¿Qué es una Constitución!,
Editorial Ariel, S.A., Barcelona, 1984, p. 116. Antecede Estudio Preliminar de Elíseo Aja).
El mensaje de Lassalle hoy en día invita a una reflexión permanente, empero, debe ser ana-
lizado desde un contexto histórico.
La locución Constitución proviene del latín constitutio, que, a su vez, proviene del verbo
cons- tituere: instituir, fundar. El verbo era de uso corriente. Por el contrario, su sustantivación no
formaba parte del lenguaje ordinario y fue adquiriendo progresivamente, en la evolución de la
terminología jurídica de los romanos, unos significados técnicos. Es necesario, por lo tanto,
distinguir claramente el verbo y la utilización común de la constitutio y los significados
especiales del sustantivo (Giovanni Sartori, Elementos de teoría política, Alianza Universidad,
Madrid, 1992, P- 13).
Como alcance previo, de lo que luego vamos a desarrollar, conviene recordar lo que dice el
Diccionario de la Lengua Española sobre la Constitución: “Ley fundamental de la organización
de un Estado”.
Constitucionalismo americano: Período de 1776 a 1787. En ese recorrido nacen las famosas
Declaraciones de derechos o Bills ofrights (ejm. Virginia, Pensilvania, Delaware, Mariland, etc.)
y la primera Constitución (federal o de la Unión) escrita del mundo expedida en 1787.
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> ONSTITl. C1OX. SI. PREMACLA i ( IOSÍ.AL Y TEORIA DE LAS FI ENTE
a los juristas, los constriñeron a no expresarse, y de este modo, con frecuencia, a redimir con una
palabra “buena” (Constitución era un término elogioso) los errores de una mala praxis.
Sin embargo, conviene hacer una precisión a fin de no caer en confusiones. En la historia
constitucional se suele recordar el famoso período de Weimar o la llamada República de Wei-
mar (1919-1933) en cuyo espacio se desarrolló lo mejor del mundo de la cultura durante la
primera centuria. Ahí floreció, entre otras manifestaciones del saber humano, la construcción de
la dogmática constitucional moderna, y cuyos representantes está integrado por Hans Kelsen
(1881-1973), Cari Schmitt (1888-1985), Hermann Heller (1891-1933) y Rudolf Smend (1882-
1975). Con razón Peter Haberle a este cuartetto los denominó “los gigantes de Weimar”. Cada
uno de ellos contribuyó sobremanera para consolidar la “doctrina o teoría de la Constitución”,
cuya denominación, para hacerlo más ágil, se podría aceptar, por razones pedagógicas.
¿Por qué? Simplemente porque forma parte del Derecho Constitucional, y este a su vez del
Derecho Público, y este del Derecho en general. Con lo cual se demuestra que el Derecho es
unidad (García Belaunde). Por tanto, las grandes divisiones interdisciplinarias, y cuyo conjunto
completa el estudio del ordenamiento jurídico del Estado, han sido frecuentemente empleadas
con fines operativos y prácticos.
El concepto de Constitución (es decir, la parte dogmática y la parte orgánica) es uno de los
que ofrecen mayor pluralidad de formulaciones. Todo esto explica que la palabra Constitución
vaya frecuentemente acompañado de un adjetivo y se hable así de Constitución jurídica o
Constitución “real”, de Constitución política o de Constitución normativa, de Constitución
material o de Constitución formal, de Constitución empírica o de Constitución ideal, de Cons-
titución en sentido amplio o en sentido restringido. O, lo que viene propugnando hoy en día el
profesor portugués Gomes Canothilo, la “Constitución dirigente”.
Por lo demás, continúa siendo útil la tipología que en la década de los cincuenta abocetó
Manuel García-Pelayo:
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c) Concepto sociológico
Es la proyección del sociologismo en el campo constitucional. Entendemos por tal una con -
cepción científica y una actitud mental que de manera más o menos intensa y extensa relativiza la
política, el Derecho y la cultura a situaciones sociales. Más de pronto, la doctrina diferencia a la
Constitución en sentido formal de la Constitución en sentido material.
Mientras que la Constitución en sentido material (tal como fue la politeia en la teoría política
griega) es el conjunto de principios incorporados por las fuerzas políticas y sociales en un cierto
momento histórico (poder constituyente), son prevalentes en el país y sostienen el régimen
político vigente (Costantino Mortati, Alessandro Pizzorusso).
La Constitución es ante todo una norma, porque su contenido vincula o pretende vincular
jurídicamente tanto a los detentadores del poder estatal como a los destinatarios del mismo. Tiene
por consiguiente, una orientación eminentemente bilateral.
La razón de ese valor normativo, tiene, sin embargo, variantes que están más allá de la simple
articulación formal del ordenamiento jurídico, pues la supremacía que con ordinaria frecuencia se
predica de la Constitución, solo se justifica si se repara tanto en su origen y contenido, como en el
papel o rol que le corresponde cumplir en el mundo del Derecho.
Por el primero de estos factores, es decir, por el relativo a su origen, una Constitución es dis-
tinta de cualquier otra, en la medida en que aquella es producto o resultado no de la voluntad
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de los poderes constituidos u ordinarios, sino de la voluntad del Poder Constituyente creador por
excelencia, y único, extraordinario e ilimitado por naturaleza.
Por el segundo de los factores enunciados, es distinta una constitución, porque su contenido, a
diferencia de cualquier otro tipo de norma, pretende la regulación del poder político en cuanto
elemento fundamental del Estado. Bajo dicho supuesto, tal ordenación, se suele traducir en tres
aspectos: organización, limitación y justificación. Mientras que la idea de organización se refiere
a la configuración funcional de los órganos entre los cuales se distribuye estatal y la de limitación
al reconocimiento de derechos fundamentales como esferas de libertad reconocidas sobre los
individuos y respecto de las cuales el poder no puede penetrar o cometer excesos, la de justifi-
cación, por su parte, se vincula a los objetivos que el poder político se traza como obligaciones o
programas a cumplir. Cualquier norma fundamental, estructura pues su contenido bajo esa
configuración trialista.
El último factor que permite justificar la razón de supremacía que acompaña a una norma
fundamental y la consecuencia de su carácter normativo, es la del papel o rol que le correspon de
cumplir. A ese nivel, la Constitución se identifica como la primera de las fuentes del Derecho, y
fuente no solo en términos formales sino también materiales.
Se dice que la Constitución es fuente formal en la medida en que establece el modus operandi
en la creación del Derecho o el modo cómo nacen o se generan las diversas expresiones nor-
mativas. Quiere ello significar que la Constitución señala, en términos generales, quiénes son los
órganos legitimados para crear Derecho (Congreso, Poder Ejecutivo, Poder Judicial, etc.), la
estructura que poseen (unicameral para el caso del Congreso, etc.), la competencia que se les re-
conoce (leyes para el órgano Legislativo, decretos para el órgano Ejecutivo, jurisprudencia para el
órgano judicial, etc.), así como el procedimiento específico en la elaboración del Derecho
(votaciones por mayorías simples, absolutas o calificadas en el caso del Congreso, decisiones o
acuerdos en el caso del Ejecutivo, debido proceso formal en el caso de la judicatura, etc.)
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Desde una acepción etimológica, la expresión fuentes del Derecho se refiere a todo aquello de
lo que el Derecho procede, o sea, al origen de las normas jurídicas. El proceso de creación del
Derecho, en realidad, es el que alude al concepto de fuentes del Derecho, es decir, a las distintas
manifestaciones del Derecho en un ordenamiento dado.
He aquí el principio (estructural) de jerarquía formal o normativa, que consiste en que a las
normas se les asignan diferentes rangos, ya sea superior o inferior, según la forma que adopten
(Ignacio de Otto). Vale decir, hay diversas categorías de normas jurídicas que tienen diferente
rango (prelación), relacionándose de manera jerárquica entre sí. Ahora bien, el respeto al
principio de jerarquía normativa determina la validez de las normas jurídicas. Una norma que
contradice a otra superior carece de fuerza normativa y adolece de un vicio de invalidez ab oxi-
gene. De otro lado, el principio de jerarquía normativa es decisiva para determinar la vigencia
temporal de las normas: lex posterior derogat anteriori.
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va, es decir, por el órgano correspondiente. Este principio demuestra también que en un mismo
nivel jerárquico existen diversas categorías de normas.
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S.A., 1999, p. 109.
Regional de San Martin contra la Ley N° 27971 (Ley que faculta el nombramiento de los profe-
sores aprobados en el concurso público autorizado por la Ley N.° 27971), desde el fundamento
jurídico N° 7 al 49, desarrolla el tema del sistema de fuentes del ordenamiento jurídico peruano.
Así, en esta sentencia el Alto Tribunal desarrolla, en primer lugar, el concepto de Constitu-
ción como normo jurídica, como fuente de Derecho, como fuente de fuentes, y finalmente, desa-
rrolla los principios de ordenación del sistema de fuentes.
Sin que sea necesario repetir lo señalado por la citada sentencia, veamos resumidamente los
conceptos jurisprudenciales desarrollados por el Tribunal Constitucional’’.
La Constitución contiene las normas fundamentales que estructuran el sistema jurídico y que
actúan como parámetro de validez del resto de las normas; en esa medida, es la norma de normas
que disciplina los procesos de producción del resto de las normas y, por tanto, la producción
misma del orden normativo estatal6.
Con relación a la Constitución como fuente de nuestro “Derecho nacional”, debe remarcarse
que constituye el fundamento de todo el “orden jurídico” y la más importante fuente normativa.
En cuanto norma suprema del ordenamiento, la Constitución prevalece sobre todas las demás, y
en ese sentido, condiciona el resto de las normas, por cuanto determina la invalidez de aquellas
que formal o materialmente contradigan las prescripciones constitucionales'.
La Constitución no solo es la norma jurídica suprema formal y estática, sino también material
y dinámica, por eso es la norma básica en la que se fundamentan las distintas ramas del Derecho,
y la norma de unidad a la cual se integran. Desde el vértice del ordenamiento jurídico, la
Constitución exige no solo que no se cree legislación contraria a sus disposiciones, sino que la
aplicación de tal legislación se realice en armonía con ella misma (interpretación conforme con la
Constitución)8.
’ Cfr. Tribunal constitucional del Perú, “Gaceta del Tribunal Constitucional. Sentencias Normativas N u 0047- 2004-
AI/TC”, Edición N° 2, abril-junio, Lima, Perú, 2006.
6
STC 0047-2004-Al/TC, fundamento jurídico N" 9.
7
Ibidem, fundamento jurídico N° 10.
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s
Ibidem, fundamento jurídico N° 11.
Así, el poder constituyente originario, por ser previo y sin control jurídico, tiene la capacidad
de realizar transmutaciones al texto constitucional, ya que este órgano representativo es el
encargado de crear la Constitución. Ello es así porque aparece como una entidad única,
extraordinaria e ¡limitada formalmente.
Como puede colegirse, el modo de producción de una Constitución obedece a las pautas o
reglas que el propio poder constituyente se fije según las circunstancias, lo que no sucede con la
reforma de la Constitución, puesto que, en el caso del Perú, los artículos 32° inciso 1 y 206° de la
Constitución establecen las reglas básicas para ello. Otorgando tal facultad al Congreso de la
República y al pueblo directamente a través del referéndum. Según esta línea jurisprudencial, la
reforma constitucional está sujeta a límites formales y límites materiales.
6.5. Las fuentes de derecho reguladas por la constitución: modos de producción jurídica
El sistema de fuentes regulado por la Constitución consagra diversos tipos normativos. Prin-
cipalmente, las normas con rango de ley y aquellas de rango reglamentario. Así tenemos 10:
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LEX FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA
- Decretos legislativos.
- Decretos de urgencia.
- Las ordenanzas regionales.
- Las ordenanzas municipales.
6.5.1.2.1. La jurisprudencia. La solución por la vía pacífica los conflictos jurídicos que se
susciten entre los particulares y entre estos y el Estado, está encomendada fundamentalmente al
Poder Judicial, al Tribunal Constitucional y, con sus particularidades, al Jurado Nacional de
Elecciones en materia electoral.
Cabe apuntar, sin embargo, que el Tribunal Constitucional “es el órgano de control de la
Constitución, no es uno más y esa es su principal función”. Solo el Tribunal Constitucional, en
sede jurisdiccional, declara la constitucionalidad o inconstitucionalidad de las normas con rango
de ley con efectos generales para todos (art. 204° de la Constitución), y resuelve los casos
relativos a derechos constitucionales, confiriéndole el sistema jurídico una primacía a través del
precedente de la jurisdicción constitucional. De ahí que en el ámbito de sus competencias, el
Tribunal Constitucional es un primus ínter pares en relación a los Poderes del Estado y los demás
órganos constitucionales.
En ese sentido, resulta ser claro que para la Constitución tanto el Poder Judicial como el
Tribunal Constitucional son órganos constitucionales productores de la fuente de Derecho
denominada jurisprudencia. Esta afirmación se confirma cuando la propia Constitución, en el
inciso 8 del art. 139°, reconoce el principio de no dejar de administrar justicia por vacío o
deficiencia de la ley. En efecto, es inherente a la función jurisdiccional la creación de Derecho a
través de la jurisprudencia.
6.5.1.2.2. La costumbre. Esta noción alude al conjunto de prácticas políticas jurídicas es-
pontáneas que han alcanzado uso generalizado (elemento objetivo) y conciencia de obligatoriedad
en el seno de una comunidad política (elemento subjetivo).
11
Ibidem, fundamentos jurídicos N°s. 31-45.
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6.5.1.2.3. Los principios generales del Derecho. Esta noción alude a la pluralidad de postu-
lados o proporciones con sentido y proyección normativa o deontológica que, por tales, consti -
tuyen parte de núcleo central el sistema jurídico. Insertados de manera expresa o tácita dentro de
aquél, están destinados a asegurar la verificación preceptiva de los valores o postulados ético-
políticos, así como las proporciones de carácter técnico-jurídico.
6.5.1.2.5. La doctrina. Esta noción alude al conjunto de estudios, análisis y críticas que los
peritos realizan con carácter científico, docente, etc. Si bien no podemos afirmar que esta fuente
derive de la Constitución, el Tribunal Constitucional y los diversos niveles jerárquicos del Poder
Judicial recurren a la doctrina, nacional y extranjera, para respaldar, ilustrar, aclarar o precisar los
fundamentos jurídicos que respaldarán los fallos que se sustentan en la Constitución, en las
normas aplicables al caso y en la jurisprudencia.
El principio de jerarquía puede ser comprendido desde dos perspectivas. Primero, la jerarquía
basada en la cadena de validez de las normas; y, segundo, la jerarquía basada en la fuerza jurídica
distinta de las normas.
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De lo expuesto se colige que el principio de jerarquía es el único instrumento que permite
garantizar la validez de las normas jurídicas categorialmente inferiores. Ergo, la invalidez es la
consecuencia necesaria de la infracción de tal principio.
Los requisitos para que una norma pueda condicionar la validez de otra, imponiéndose
jerárquicamente, son los siguientes:
1. Primera categoría. Las normas constitucionales y las normas con rango constitucional:
ler. grado: la Constitución.
2do. grado: leyes de reforma constitucional.
3er. grado: tratados de derechos humanos.
Al respecto, cabe señalar que el art. 206° de la Constitución es la norma que implícitamente
establece la ubicación categorial de las denominadas leyes constitucionales. De allí su colocación
gradativamente inferior en relación a la Constitución en sí misma.
4.1. 1er. grados las resoluciones ministeriales, las resoluciones de los órganos autónomos no
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4.2. 2do. y demás grados descendentes: las resoluciones dictadas con sujeción al respeto del
rango jerárquico íntrainstitucional.
En ese orden de ideas, las normas de competencia son aquellas que de modos diversos esta -
blecen “el ámbito de materia” sobre el que puede ejercerse una competencia normativa y que, en
consecuencia, condicionan la validez de los actos normativos, y, derivadamente, la de las
disposiciones o normas creadas por ellos. El principio de jerarquía es presupuesto del principio de
competencia, ya que la invalidez de una norma que “invade” competencias surge en virtud de la
violación de aquella norma superior que anteladamente había fijado la distribución de
competencias. El principio de competencias otorga título habilitante para que un ordenamiento
constitucional delimite extensión y alcances determinados.
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Es decir, los casos no comprendidos por la norma se rigen por la asignación de deberes o de -
rechos basados en la exención que esta prevé. La regla de exención se formula bajo el principio
de que “nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no
prohíbe”, la cual se encuentra contemplada en el apartado a) del inciso 24) del artículo 2o de la
Constitución. Esta regla se aplica única y exclusivamente para los ciudadanos, mas no opera para
los funcionarios públicos.
d) Aplicación de los modos de integración. Estos modos señalan las reglas que sirven de
última fuente de solución para cubrir o llenar las lagunas normativas. Así, en defecto de la
aplicación de las reglas de enlace y exclusión aparecen los principios generales del Derecho, la
analogía y la equidad, como técnica de terminación del problema derivado de un defecto o
deficiencia normativa.
Cabe admitir que los problemas de coherencia de un ordenamiento jurídico son consecuencia
del exceso de normas; en tanto que los problemas de cuestionamiento de su plenitud son
resultantes del defecto o la deficiencia de normas.
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Las normas generales con igual jerarquía se implican, en cuanto a su contenido, por el criterio
de la relación o conexión de lo particular a lo general. Tal el caso de las normas relativas a un tipo
de contrato y las referentes a la contratación ín genere.
Las normas generales de igual jerarquía adscritas a instituciones jurídicas distintas funcionan
igualmente sobre la base del criterio de conexión de lo singular a lo común. Ello porque se
relacionan a través de una norma superior a ellas (por ejemplo, las que rigen la compraventa y la
donación tienen su punto de contacto en las que se refieren a la contratación en general).
De tal manera, la Constitución, ya sea por el ente que lo creó o por el lugar que ocupa dentro
del ordenamiento jurídico, siempre es vinculante y opera por sobre las demás normas jurídicas
existentes.
VIII. CONCLUSIONES
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Por otro lado, el operador judicial está en la obligación de superar el desajuste que siempre se
presenta, entre la norma constitucional y la realidad constitucional, y de esta manera superar el
utopismo (no prometer lo irrealizable); el gatopardismo (es decir cuando las promesas constitu-
cionales simulan un cambio que en definitiva solo se opera en las palabras); y el fariseísmo (o
sea, cuando la Constitución, impecable catálogo de ilusiones, solo tiene por objeto ser exhibida en
el mercado del Derecho Constitucional Comparado) (Néstor Pedro Sagüés).
Sin embargo, precisemos que el intérprete-aplicador (Juez) no puede olvidar que el Derecho
Constitucional (como disciplina jurídica cuyo marco de atención es la Constitución) tiene tres
dimensiones, a saber: a) normativa; b) fáctica y c) axiológica. Con lo cual, evita caer en un
norma- tivismo puro.
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