El Palacio Iturregui de Trujillo Del Perú

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El Palacio Iturregui de Trujillo del Perú

Por
Miguel Adolfo Vega Cárdenas
Carlos Alberto Vega Cárdenas

El Solar y Casa de los marqueses de Bellavista.

En el solar de esquina en que hoy se encuentra edificado El Palacio de


Iturregui, sede del Club Central de Trujillo, estuvo ubicada, desde el siglo XVIII,
la casa familiar de los marqueses de Bellavista don José Muñoz Bernaldo de
Quiroz y doña María Francisca Solano de Santoyo y Huerta, su esposa.

Virreinal mansión trujillana del siglo XVII de los Huerta y Zubiate que perduró
hasta el año 1841 en que fue vendida, en estado de ruina, por el último
marqués de Bellavista, don Manuel Cavero y Muñoz, al coronel del Ejercito
Peruano don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte.

La marquesa de Bellavista había heredado la casa de sus padres el General


don Manuel de Santoyo y Pimentel, caballero de la Orden de Santiago, natural
de la villa de Carrión de los Condes en Castilla la Vieja, y de doña María de la
Huerta y Zubiate, natural de la ciudad de Trujillo del Perú, nieta del capitán don
Felipe de la Huerta, caballero de la Orden de Calatrava y de doña Magdalena
de Zubiate.

Formó parte de la herencia materna de esta acaudalada matrona trujillana, la


hacienda de Sinsimache y aumentaron sus bienes la hacienda y trapiche
azucarero de Tomabal y la hacienda de San Juan que heredó de su tío carnal
el capitán don Francisco de la Huerta y Zubiate y las haciendas Santa Elena y
San Ildefonso -"alias El Tambo"- que heredó de su tía carnal doña Magdalena
de la Huerta y Zubiate, esposa del gobernador maestre de campo don Martín
de la Pucheta, caballero del Orden de Santiago. Las cuatro haciendas
estuvieron ubicadas en el valle de Virú.

El antiguo marqués de Bellavista fue natural de la ciudad de Concepción en


Chile, avecindándose en Trujillo a mediados del siglo XVIII, desempeñándose
como alcalde ordinario y más tarde como Corregidor y Justicia Mayor de Trujillo
y su Jurisdicción.

Por su parte, el marqués fue dueño y poseedor de las haciendas de Buena


Vista y Guadalupe o Tambo Real; convirtiéndose en los hacendados mas
poderosos de los valles de Virú, Chao y Santa. Asimismo, tuvieron en
propiedad el “Molino de la Pinto”, ubicado a extramuros de la ciudad de Trujillo
y conocido hasta hoy como “El Molino Hoyle.

A pocos años de haber contraído matrimonio, solicitó a la Corte Titular de


España el Titulo Nobiliario de Castilla con la denominación de marqués de
Bellavista, para si y para su esposa doña María Francisca Solano, merced Real
que le fue concedida a consecuencia de haber hecho constar en el Concejo
Real de Cámara, las cualidades que concurrían en sus personas, como consta
en la Cédula Real expedida por Felipe V de España en San Ildefonso el ano
1744:

“Por cuanto atendiendo a las circunstancias, distinguida calidad y méritos de


vos don Josef Muñoz Bernaldo de Quiroz, Marqués de Bellavista, he venido en
haceros merced del Titulo de Castilla libre de lansas y media annata.
perpetuamente para vos, vuestros hijos y sucesores: Por tanto he mandado por
Decreto expedido en mi Concejo de Cámara que acudiéndose a el por vos o
por vuestros apoderados con esta mi cedula original, en la cual ha de poner de
su misma mano vuestro nombre mi Virrey del Perú, despache la
correspondiente para que gozeis del referido Titulo de Castilla en la
conformidad expresada y con la denominación de marqués o conde que
eligiereis. Dada en San Ildefonso a dos de agosto de 1744".

YO EL REY

A 25,000 pesos ascendió el desembolso que hicieron los marqueses por el


Título de castilla a favor de la Corona Española, provenientes de los censos
impuestos sobre sus haciendas Santa Elena, Tomabal, San Ildefonso y
Bellavista.

El solar de esquina que ocupó la casa de los marqueses de Bellavista, tuvo


excelente ubicación dentro de la traza fundacional de la ciudad, pues su
portada se abría a sólo dos cuadras de la plaza mayor, y daba a la "Calle del
mirador de Santa Clara" —actual sexta cuadra de la calle Francisco Pizarro-; su
amplia huerta dio hasta la actual calle Bolívar, por su costado izquierdo lindó
con la actual calle Junín, y por su costado derecho, con la esplendida casa en
donde se establecieron Las Cajas Reales.

A la antigua calle del Mirador de santa Clara en la que estuvo ubicada la casa
se la conoció comúnmente por esos años como "calle de los marqueses de
Bellavista".

Durante su matrimonio compraron las haciendas serranas de Chota y Motil,


signadas en la provincia de Huamachuco, haciendas que se vendieron por
bienes de los Jesuitas expatriados de la Compañía de Jesús de Trujillo.

Cabe anotar que la marquesa dio coma parte de pago de una antigua deuda
heredada, a las Carmelitas descalzas de Trujillo, una campana grande que
saco de su hacienda y trapiche de Tomabal y que fue colocada en la iglesia de
ese Monasterio.

La marquesa de Bellavista heredo de la Reverenda madre "Sor Catalina


Bazarrate, Moncada Galindo, Aranguren y Zubiate", religiosa profesa de velo
negro en el monasterio de Santa María de Gracia de Santa Clara la Real, "el
Señorío de Chichotegui y el vínculo que en la mitad primera de la Casa y
Cacería de Zubiate, en la décima parte de la Herrería y Molinos de Vedia, en la
cuarta parte del Sol de Fardo y asientos y sepulturas en la Ante Iglesia de
Lemona, que en el señorío de Vizcaya fundo en 1600, el escribano del Rey don
Juan de Zubiate".

Los señores marqueses de Bellavista tuvieron por hijas legítimas a doña María
Josefa, esposa del General Domingo Cavero, Céspedes, Espinosa y Mendoza
y a doña Ángela Josefa, esposa del General José Álvaro Cavero y Taboada,
coronel de los Reales Ejércitos y sub delegado de la provincia de Cajatambo.

El año de 1790 falleció en Trujillo la señora doña "Maria Francisca Solano


Jacoba Santoyo Pimentel Colmenares Huerta, Cueto Llaguno Gil, Carranza,
Callejo, Zubiate Ibáñez de Arrate, Barrueta, Durandio, Chichotegui, Bazán de
Avendaño, Villalobos y Anchulueta", primera marquesa de Bellavista. Así la
mencionan los documentos.

Sus restos fueron sepultados en la iglesia del Convento de San Francisco,


lugar donde descansaban todos sus antepasados, los de la Huerta y Zubiate.
Heredaron sus bienes sus dos únicas hijas.

La antigua casa de los marqueses de Bellavista y el Título Nobiliario Castellano


pasaron a propiedad de la señora doña "María Josefa Isabel Gregoria Muñoz
Bernaldo de Quiroz, Santoyo Pimentel Huerta y Zubiate", Segunda Marquesa
de Bellavista, en virtud del traspaso que de ambas propiedades le hizo su
hermana doña Ángela Josefa. Para tal fin tuvo que abonar 12,500 pesos
correspondientes a la mitad del valor del título heredado por las dos señoras.

La antigua casa de la calle del mirador de Santa Clara fue tasada


extrajudicialmente para dividir su valor y reponer con otras propiedades la
acción hereditaria perteneciente a doña Ángela Josefa, como se menciona en
el documento de traspaso de casa que otorgó a su hermana doña María
Josefa, parte del cual se trascribe para una mejor ilustración:
"... y de la mitad del valor de una casa que quedó entre los bienes indivisos y
por partir que fueron de la señora marquesa de Bellavista, nuestra madre
difunta, sita en la traza de esta ciudad en la calle que va de la Merced a la
plazuela de la caja del agua y hace esquina con el mirador del Real Monasterio
de Santa Clara, y la mitad que me corresponde en el valor de ella se lo cedo y
traspaso a dicha señora doña María Josefa, mi hermana, por hallarme
satisfecha por lo que en esta razón me corresponde, en otras especies de la
testamentaria y no poder dividir la expresada casa, atento a que
extrajudicialmente se ha tasado y apreciado lo que en su mitad corresponde.
me hallo legítimamente compensada (..........................)".

Tasación de la casa de la señora marquesa de Bellavista.

"Decimos los dos yo, Evaristo Noriega, maestro mayor de carpintería, y José
Mauricio de Cáceres, maestro mayor de alarife, que mi señora doña Josefa
Muñoz y Santoyo, marquesa de Bellavista, nos mandó que entre ambos
diéramos el valor, poco más o menos, que podía valer su casa y habiéndola
visto le dijimos a dicha señora marquesa que valía la casa más de 9,000 pesos,
y por ser verdad, juramos por esta señal de la Cruz + valer dicha casa más de
los 9,000 pesos y porque es verdad lo que llevamos dicho firmamos esta boleta
que hemos hecho según nuestro leal saber y entender, en esta ciudad de
Trujillo, a los 16 días del mes de junio de 1791.
Evaristo Noriega - José Mauricio de Cáceres"

La Marquesa de Bellavista, doña María Josefa, tuvo por hijos legitimes a doña
María Isabel y a don Manuel Cavero y Muñoz. A su muerte ocurrida en 1795,
heredó la antigua casa y solar, su hija dona María Isabel Cavero y Muñoz, y el
Titulo Nobiliario de Castilla pasó a propiedad de su hijo don Manuel Cavero y
Muñoz, último marqués de Bellavista.

El nuevo marqués pasó a vivir en su casa de la esquina de San Agustín, y por


muerte de su hermana, heredó la antigua casa familiar que hacia esquina con
el mirador de Santa Clara, que por más de una centuria había albergado a una
de las cuatro familias trujillanas poseedoras de Título Nobiliario concedido por
la Corona Española a tan nobles y fieles súbditos, vecinos de la ciudad de
Trujillo del Perú, en reconocimiento a sus méritos y en agradecimiento a los
servicios prestados por sus antepasados los conquistadores, fundadores y
primeros vecinos de la ciudad.

El año 1841, el patriota ex-marqués de Bellavista, don Manuel Cavero y Muñoz,


primer alcalde republicano que tuvo esta ciudad, vendió la casa que se termina
de historiar al prócer lambayecano de la Independencia Nacional, coronel Juan
Manuel de Iturregui y Aguilarte.

Don Juan Manuel Iturregui y Aguilarte edificador del Palacio de Iturregui.


El patio principal del Palacio Iturregui

En el opulento pueblo de Lambayeque, el 17 de abril de 1795, el matrimonio


conformado por don Juan Antonio de Iturregui y Arraiz y doña Catalina de
Aguilarte Vélez, celebró el nacimiento de su primogénito a quien dos días
después bautizaron con el nombre de Juan Manuel Aniceto.
Allí en la más grande de las ciudades de esa región norteña pasó su niñez el
futuro militar, político, diplomático y prócer de la Independencia Nacional;
rodeado de gente acaudalada poseedora de hermosas casas virreinales que
hasta hoy evocan su pasada grandeza y de un pueblo devoto que tenia,
además de una suntuosa Iglesia Matriz, cuatro capillas con sus respectivos
curas que impartían la doctrina cristiana con distinción de feligreses, sin
confusión de castas y en un bien establecido orden: la capilla de Santa Lucia,
San Pedro, Santa catalina y San Roque.

Juan Antonio de Iturregui y Arraiz fue natural de la Villa de Saraus provincia de


Guipúzcoa en el reino de Vizcaya e hijo de don Pedro de Iturregui y de doña
María de Arraiz. Procedente de Cádiz había llegado al Perú el año de 1777,
pasando luego a establecerse en el floreciente pueblo de Lambayeque,
obteniendo pronto en el comercio de la provincia una ventajosa situaci6n social
y económica. El año 1782 casó en Lambayeque con doña Catalina de Aguilarte
Vélez, hija de don Manuel de Aguilarte y de doña Evarista Vélez, vecinos del
rico pueblo.

Los Iturregui son Vascos de Guipúzcoa, que fue siempre considerada, al igual
de Vizcaya, como un solar de nobleza. Las Juntas Generales de Cestona de
1527, para conservar la secular Hidalguía de los guipuzcoanos, establecieron
que ninguno que no fuese hidalgo podía ser vecino de ningún pueblo de la
Provincia, y que cuando llegase algún forastero que no fuese hidalgo se le
expulsase del pueblo guipuzcoano. Toda sentencia favorable de hidalguía
expedida por un Tribunal Competente, debía someterse, además, a la
aprobación de la junta General de Guipúzcoa. Don Juan Antonio de Iturregui y
Arraiz lucia en su escudo de armas: por Iturregui, en campo de plata un
losange de sinople, cargado de una torre de oro y acompañado de cuatro
armiños de sable, uno en cada ángulo del escudo; bordadura de gules, con
ocho aspas de oro.

Catalina de Aguilarte Vélez fue una acaudalada dama lambayecana, dueña de


La Tina nombrada Santa Rita de Pololo, ubicada al sur y a dos millas de
Lambayeque —hoy Cooperativa Cahuide-, Tina dedicada al beneficio de jabón
y cordobanes, industria principal de la región que tanta fortuna dio a los vecinos
de esa calida tierra, empeñados en esa lucrativa producción. En los inmensos y
pintorescos bosques lambayecanos de algarrobos, alimentados de sus frutos,
se criaban y engordaban abundantes rebaños de ganado cabrio procedente de
Piura, de cuyo sebo se fabricó muy buen jabón, y de sus pellejos se adobaron
cordobanes -cabriti1la-; pues sólo en Lambayeque se mataban hasta 60,000
cabras al año.

La casa familiar de los acaudalados señores de Iturregui y Aguilarte estuvo


ubicada en la Plaza Mayor de Lambayeque. Allí creció el niño Juan Manuel al
lado de sus dos hermanos: Juan Ignacio y María Josefa. El prestigio de tan
noble y poderosa familia lambayecana, fue reconocido en Centro América,
especialmente en Jamaica, lugar que abastecían con los productos de sus
Tina, y del que mas tarde el joven Juan Manuel regreso afiliado a las Logias
Revolucionarias allí existentes. Hijosdalgos de solar conocido, arreglada
conducta y crecido caudal, los jóvenes Iturregui pronto estuvieron en edad de
salir de su tierra para cursar estudios superiores.

En julio de 1809, don Juan Antonio de Iturregui y Arraiz llevó a sus dos hijos
varones a la ciudad de Trujillo, con intención de hacerlos ingresar en el Colegio
Seminario de San Carlos y San Marcelo. Juan Manuel contaba para ese
entonces con 14 años de edad. Al día siguiente de la llegada de los Iturregui a
Trujillo, llegó doña Catalina, procedente de Lambayeque, portando un caudal
que ascendía a 37,000 pesos, y tras un cambio de idea familiar y el respectivo
consentimiento del Cabildo Civil y Eclesiástico, emprendió viaje a la ciudad de
Lima llevando consigo a sus dos menores hijos. Gran honor para el colegio
Seminario de San Carlos y San Marcelo hubiera significado el contar con la
presencia histórica de dos jóvenes lambayecanos que tanto ofrecieron a esta
patria.

En Lima, Juan Manuel ingreso al Real Convictorio de San Carlos, colegio


limeño de moda, en el que para matricularse, los jóvenes aspirantes tenían que
probar legitimidad y limpieza de sangre. En los claustros carolinos se educó lo
mas granado de los círculos sociales virreinales, saliendo de allí lo más
representativo de la intelectualidad y patriotismo; allí, Juan Manuel adquirió el
convencimiento de que el Perú se encontraba en estado de independizarse de
la Corona Española. En 1816, Juan Manuel se inicio en el Rito Escocés.

En 1817 murió en Lambayeque don Juan Antonio de Iturregui y Arraiz, razón


por la cual el joven Iturregui tuvo que regresar a su tierra natal. Al año
siguiente, su hermana dona María Josefa a de Iturregui y Aguilarte, profesó de
religiosa de velo negro en el Monasterio de nuestra señora del Carmen de
Trujillo, en cuya clausura pasó su vida; razón por la cual su madre doña
Catalina de Aguilarte Vélez impuso a favor de su Tina nombrada Santa Rita de
Pololó un capital de 5,000 pesos, cuyos réditos se deberían cumplir
semestralmente o anualmente a favor de Sor Maria Josefa del Carmen
Iturregui,

Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte regreso a Lambayeque en 1818; al año


siguiente viajó a Jamaica y gracias a su identificación Masónica y con la ayuda
de las Logias allí existentes pudo adquirir armas que trajo secretamente a
Lambayeque, poniéndolas a disposición de la causa emancipadora,
consiguiendo autorizaci6n para fundar logias Lautaricas. A su retorno en 1819,
levantó columnas a la Logia White Star, la que funciono unas veces en su casa
de la plaza mayor de Lambayeque, otras en su Tina de Santa Rita de Pololó,
así como en la casa Monjoy, según se dice, conocida hasta hoy como la "Casa
de la Logia".
Los hermanos Iturregui y Aguilarte al lado de los patriotas lambayecanos
Pascual Saco y Oliveros, Pedro Antonio López Vidaurre y Melchor Sevilla,
tuvieron importante y definitivo desempeño en los azarosos días que
precedieron a la Jura de la Independencia Lambayecana en 1820 y que
culmino en 1821 con la Jura de la Independencia Nacional.

El aumento de la producci6n de jabón y cordobanes en Lambayeque iniciada


desde mediados del siglo XVIII, debido fundamentalmente a la inseguridad que
produjo las fuertes variaciones del precio del azúcar, había generado una
bonanza económica en esa región norteña convertida por esas circunstancias
en zona agrícola ganadera, tanto así que al finalizar el siglo XVIII, el jabón
lambayecano se impuso al piurano al considerársele de mejor calidad; y dada
la gran demanda, a partir de 1800 los precios fueron en aumento. Lambayeque
abasteció de jabones y cordobanes a Cajamarca, Cajamarquilla, Chachapoyas,
Huamachuco, Cajabamba, Santiago de Chuco, Guaylillas, Chota y Hualgayoc,
en lo que a mercado regional se refería; así como a Panamá y Guayaquil, en lo
internacional; Lima fue el mercado principal que disputó con Piura hasta
imponerse definitivamente. Cabe anotar que acontecimientos debidos a la
gesta emancipadora no afectaron el comercio de jabón.

En 1823, doña Catalina de Aguilarte Vélez dio en alquiler su Tina Santa Rita de
Pololó, a su hijo Juan Manuel de Iturregui; al respecto resulta muy interesante
la cláusula 18 del testamento otorgado en 1834 en Trujillo por la mencionada
señora:

"Item declaro que cuando mi hijo don Juan Manuel tomó en arrendamiento mi
Tina en el año de mil ochocientos veinte y tres, le entregue junto con el la
cantidad de veinte mil pesos. A cuenta de esta suma, he recibido las
cantidades siguientes: trece mil setecientos treinta y dos pesos dos reales que
me entregó Valentín Aguilarte -dos mil setecientos setenta pesos que
igualmente me entrego dicho Valentín en ciento treinta y ocho quintales
cuarenta y nueve libras de jabón al precio de veinte pesos quintal - cinco mil
trescientos ochenta y cinco pesos que me fueron entregados por don Melchor
Sevilla en varias partidas - y trescientos un pesos cinco y medio reales que me
ha entregado más el predicho Valentín Aguilarte en la cuenta relativa al
arrendamiento de mi Tina, pues dicho arrendamiento a razón de mil quinientos
pesos anuales importa en tres años siete meses que ha debido pagarme, cinco
mil trescientos setenta y cinco pesos, y el me ha entregado cinco mil
seiscientos setenta y seis pesos cinco y medio reales como consta de la cuenta
que me presentó fecha en Lambayeque a veinte y tres de septiembre de mil
ochocientos veinte y nueve. Reunidas estas cantidades, resulta que he recibido
de mi hijo don Juan Manuel, veinte y dos mil ciento ochenta y ocho pesos siete
y medio reales, y que por consiguiente hay un alcance a su favor de dos mil
ciento ochenta y ocho pesos siete y medio reales. De esta cantidad deben
rebajarse novecientos pesos que yo entregue por su cuenta y bajo de recibo al
Sr. Dr. Gaspar Nieto Polo, lo que recluse el alcance (...) doscientos ochenta y
ocho pesos siete y medio reales, los mismos que se satisfarán de mis bienes.
También se le satisfarán los gastos racionales que haya hecho, con motivo del
viaje de su hermano don José Ignacio a Europa, su permanencia allí y regreso
al Perú, pues yo me obligue a satisfacerle dichos gustos. así lo declaro para
que conste".

En febrero de 1821, el Marques de Torre Tagle expresaba en carta dirigida a


San Martin:
"El comportamiento de Casos en la época presente me obliga a recomendarlo
a UD. de oficio. Digan lo que quieran, el cumple las órdenes que le imparto, y
las remesas de gente y numerario de Lambayeque son debidas a su actividad y
a la de Jon Juan Manuel Iturregui, cuyo merito desearía tuviere UD. en
consideración, pues a más de sus muchos servicios personales ha franqueado
de empréstito voluntario, o del modo que se le quiera admitir, la cantidad
íntegra de jabón que transporta la "Emprendedora".

Juan Manuel de Iturregui fue dueño de las haciendas nombradas Hiscuelas,


situadas en términos del pueblo de Olmos y la de Capote, en Lambayeque.

En 1823, Riva Agüero nombró a Iturregui como encargado de Negocios del


Perú en Chile y Argentina, posteriormente en 1826, el Libertador Simón Bolívar
le nombró encargado de Negocios del Perú en Londres, importante cargo
político que desempeño en el reino que tanto había hecho a favor de la
emancipación americana; en 1830 culmino su labor diplomática.
En Europa permaneció hasta 1834, allí visito al General San Martin, oficiando
de testigo en la boda de la hija del General Argentino. De regreso al Perú
decidió residir en la ciudad de Trujillo; Lambayeque su tierra natal no se
recuperó de la inundación que sufriera en 1828 por las aguas del río de su
nombre, malestar que se agudizó con el surgimiento de Chiclayo y que desde
entonces definieron la situación de ambos pueblos norteños.

En marzo de 1834, después de residir por muchos años en Trujillo, falleció su


madre la acaudalada matrona lambayecana doña Catalina de Aguilarte Vélez.
Heredaron su fortuna sus tres únicos hijos; Juan Manuel, José Ignacio y Sor
María Josefa del Carmen de Iturregui y Aguilarte.

EI 24 de abril de 1834, el poderoso comerciante lambayecano don Juan


Manuel de Iturregui y Aguilarte, contrajo matrimonio, en esta ciudad de Trujillo,
con la dama trujillana doña Manuela González Sáenz de Tejada y Martínez de
Pinillos, hija legitima del acaudalado español Alfonso González Sáenz de
Tejada y de la dama trujillana doña María Rosa Martínez de Pinillos y Cacho.
Don Alfonso fue hijo legítimo de don Juan Francisco González de Segura y de
doña María Sáenz de Tejada y Pinillos, naturales y vecinos que fueron de la
villa de Torrecilla de Castilla la Vieja. Doña Rosa María fue hija legítima de don
Juan Alejo Martínez de Pinillos y de la señora Cacho Lavalle y Cortes.

La esposa de Iturregui fue sobrina de la esposa del Gran Mariscal don Luís
José de Orbegoso y Moncada, doña Maria Josefa Martínez de Pinillos y Cacho.

Doña Manuela González Sáenz de Tejada y Martínez de Pinillos recibió de su


padre en calidad de dote matrimonial la cantidad de 12,000 pesos, en dinero,
alhajas, otros efectos y la casa que lindaba con la de sus padres. Don Alfonso
González Sáenz de Tejada vivió frente al Palacio de Iturregui, en la esquina
formada por las actuales calles de Francisco Pizarro y Junín.

Establecido Iturregui en Trujillo se dedicó a la compra de céntricas propiedades


urbanas, la mayor parte de ellas en la calle del Comercio y la calle del Arco. En
1838 tomo en hipoteca por un valor de 13,300 pesos las haciendas serranas de
Caja bamba y Julián de propiedad de don Pedro de Madalengoitia Sanz de
Zarate, antigua propiedad de los marqueses de Casa Dávila.

EL PALACIÓ DE ITURREGUI

El primero de mayo de 1841, don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte compro


la antigua casa de los marquesas de Bellavista, solar de esquina en donde
edifico la casa trujillana mas importante del siglo XIX, destinada a albergar a su
nueva familia.

Detalles del corredor alto del patio principal


De sumo interés para la historia del palacio edificado por Iturregui resulta la
escritura de venta que otorgo don Manuel Cavero y Muñoz a favor de Iturregui,
el documento menciona al detalle la ubicación, linderos, extensión, estado y el
valor de la antigua casa familiar de los referidos marqueses:

"EI señor don Manuel Cavero y Muñoz , vecino de esta dicha ciudad al que doy
fe que conozco, dijo: que por si y a nombre de sus hijos, herederos sucesores,
y de quien de ello los hubiese título, voz y causa en cualquier manera, vende y
da en venta real y enajenación perpetua por juro de heredad para siempre
jamás al señor don Juan Manuel Iturregui, así mismo de esta vecindad, y a los
suyos, una casa sita en la calle denominada de la Merced, que va de la plaza
mayor de esta ciudad hacia el estanque del agua, a la segunda cuadra y mano
derecha, poniéndose con la acera para dicho estanque, y es la ultima casa de
la dicha cuadra, contando siempre de la casa para el estanque, por lo que
forma esquina que viene a estar en línea diagonal con la del mirador de Santa
Clara, y tiene su frente hacia la casa y tiendas de don Alfonso González; su
costado derecho mirando para dicha casa y tiendas, forma una acera de toda la
cuadra y corre hasta llegar, calle por medio, a la casa del señor cura de la
Catedral, don Pedro Torres; su costado izquierdo linda primero con la casa que
hoy habita la señora dona Teresa Lamas y después con la que posee dona
Manuela Urquiaga y su trasera cae a la calle que va línea recta para el
convento del Carmen, de manera que la dicha casa tiene una cuadra completa
de largo que consta de ciento cuarenta y tres y media varas, y su ancho es de
treinta y ocho varas en su testera y cuarenta y nueve y media en su trasera,
incluso lo que le toca de medianías; y haciendo cuenta de los ángulos
entrantes y salientes que forman las predichas casas con que linda, resulta que
contiene en su área seis mil sesenta varas planas cuadradas, la cual le
pertenece en posesión y propiedad por la sucesión universal en los bienes de
su difunta hermana, dona Isabel Cavero y Muñoz"
El tercer patio del Palacio
de Iturregui

El Coronel Iturregui comenzó inmediatamente la edificación de su nueva casa


familiar, hecho que queda claramente comprobado al leer el diario de viaje de
un ilustre visitante llamado Hein Rich Witt, quien a su paso por Trujillo apunto el
día viernes 6 de mayo de 1842: "Hice compras y varias visitas preparándome
para mi partida; mientras estaba donde los Iturregui el me enseño la nueva
casa que estaba construyendo, en mi opinión muy grande y esplendida para
Trujillo". Witt la considero grande y esplendida es decir la vio edificada, con
acabados y muy próxima a su inauguración.

Sin lugar a duda, Iturregui trajo de Inglaterra y Francia la concepción de su


nueva casa, la que en su aspecto exterior dista mucho de la tradicional fachada
de la casa virreinal trujillana. Precedente de Europa es gran parte de sus finos
acabados, especialmente los mármoles y cerrajería. Es necesario considerar
que para esta época, Trujillo contaba con una antigua escuela de artífices de
mucha calidad, que ejercieron como arquitectos, alarifes, albañiles, yeseros,
canteros, carpinteros, ensambladores, herreros y cerrajeros; quienes han
dejado huella inconfundible de su competencia en las casas trujillanas. En toda
esa grandeza arquitectónica don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte quiso
perennizar su añoranza a su amada tierra natal Lambayeque; las bellas
ventanas voladas de reja, tienen un diseño con coronación de fierro a manera
de peineta, que lucen las bellas ventanas lambayecanas.
Ventanas voladas con marcada influencia lambayecana

El diseño de la planta de la casa de Iturregui sigue las líneas principales de la


arquitectura civil trujillana. El zaguán, sus dos amplios patios principales y un
tercer patio que ocupa parte de la antigua huerta de los marqueses de
Bellavista, tienen una decoración, que en términos generales esta dentro de las
características de la casa trujillana. La casa no se construyo en todo el solar;
parte de la huerta, la que da a la actual calle Bolívar, se destino a la edificaci6n
de tiendas independientes. La casa prontamente terminada, con su imponente
y majestuosa fachada de dos pisos, llamo la atención de quienes visitaron
Trujillo, nombrándola siempre como a un palacio.

El palacio edificado "trasunta evidentemente el espíritu de gran señor que


alentaba a don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, que quiso, supo y pudo
edificar para vivir una casa amplia, bellísima, suntuosa, aprovechando con
inteligente dispendio esos tesoros en que es tan rica y desbordante la
atmósfera de Trujillo: el aire y la luz"; así lo expreso José Eulogio Garrido en
1945.
El traspatio del Palacio Iturregui

Hacia 1844, Iturregui fomento con su fortuna la pequeña y mediana minería


liberteña, principalmente en los ricos yacimientos de mineral de Salpo.

Este mismo año, don Manuel Menéndez, Presidente del Gobierno peruano
nombro a Iturregui Prefecto del Departamento de la Libertad.

En 1845, el Presidente Ramón Castilla nombró a Iturregui como Ministro


Plenipotenciario de la República Cerca de las Cortes de Europa, cargo político
que desempeño en Londres. Antes de emprender viaje con su esposa, dio
amplios poderes a su hermano José Ignacio.

El 23 de Enero de 1846 otorgó su testamento, nombrando por sus albaceas a


su padre político don Alfonso González Sáenz de Tejada y a su hermana la
reverenda madre Sor María Josefa del Corazón de Jesús, sub priora del
monasterio del Carmen de Trujillo.

El Dr. Mateo Paz Soldán, en su obra póstuma Geografía del Perú, publicada en
1862; al describir la ciudad de Trujillo refirió:

"Las construcciones de adobe y los techos de madera con una torta de barro
endurecido. La plaza es cuadrada. Entre los edificios particulares no debemos
pasar en silencio la casa del General Iturregui que es una de las mejores de
toda Sud-América. Es un verdadero Palacio".

Hacia 1865, el General Iturregui regreso a Europa, recorriendo Francia, Italia,


Bélgica y Alemania.

El viejo patricio Lambayecano paso sus últimos años en Trujillo del Perú,
habitando su magnifico palacio con su esposa doña Manuela González de
Iturregui y su único hijo Juan Manuel Claudio Iturregui González; rodeado de
amigos y viejos recuerdos. Habían transcurrido 50 años de la Independencia
Nacional: la misión del viejo caudillo estaba cumplida; el tiempo había pasado
sin borrar recuerdos ni restar gloria a los próceres de la Gesta Emancipadora
Peruana. De los viejos tiempos de lucha solo quedaba don Antonio de la
Fuente, Bolívar había muerto "frente al Caribe, agitado como su alma por
grandes tempestades"; San Martin a quien tanto había querido y socorrido en
horas difíciles, había muerto en Francia, A cambio de ello, una nueva
República había nacido.

En julio de 1871, El General de Brigada don Juan Manuel de Iturregui y


Aguilarte decidió asistir a la conmemoración del Cincuentenario de la
Independencia Nacional a celebrarse en la Capital„ A fines de Julio enfermo en
Lima, falleciendo el día 30 a la edad de 76 años. Sus restos fueron
solemnemente sepultados en el Cementerio Presbítero Maestro.

De la reacción que produjo en sus contemporáneos el Palacio de Iturregui, da


fe la relación que de su visita hace el investigador y viajero norteamericano E.
George Squier en 1873:
"Encontramos su residencia, en la que también estaban las oficinas de la
prefectura, sobre la calle del Comercio, en el corazón mismo de la ciudad, un
vasto edificio de dos altos pisos, que dominaba a todas las demás casas de la
ciudad. Es de estilo moderno muy ornado y esta constituido alrededor de un
patio central, con corredores sostenidos por columnas en cada piso. Al final del
patio se ha omitido" el segundo piso y ocupa su lugar una columnata. Su.
finalidad consiste en brindar mejor ventilación. Aunque por necesidad ha sido
edificado en su mayor parte con los materiales ordinarios de construcción del
país, estos han sido empleados con el máximo cuidado y se los ha estucado y
pintado al fresco a imitación del mármol. En conjunto, visto desde el exterior o
desde el patio, constituye un edificio imponente, y su interior, por su
disposición, decoración, arquitectura y mobiliario, armoniza con su exterior
suntuoso y justifica probablemente, la distinción que generalmente se le
confiere de ser la mejor residencia privada de Sudamérica. En su construcción
y adorno no se escatimó nada que el dinero pudiera comprar. Se trajeron
obreros y artistas de Italia y Francia y el mobiliario fue confeccionado
expresamente para ella en Paris”.

La esposa de don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, doña Manuela


González Pinillos, falleció en Francia en noviembre de 1879, instituyendo por
único heredero a su hijo Juan Manuel Claudio Iturregui González.

Por este tiempo se produjo la guerra con Chile, Trujillo fue invadido y el Palacio
de Iturregui, objeto del implacable saqueo.
El niño Juan Manuel Claudio de Iturregui González

Don Juan Manuel Claudio casó en 1891 con su prima, la dama trujillana doña
Susana Orbegoso González, hija de don Eloy de Orbegoso Pinillos y doña
Rosa González Madalengoitia y hermana de doña Adela de Orbegoso
González casada con su primo don Eduardo González Orbegoso. Don Juan
Manuel Claudio y dona Susana tuvieron por hijos legitimes a don Juan Manuel
Pedro Pablo Ignacio Eloy Cecilio Antonio del Perpetuo Socorro y a doña
Susana Rosa Petronila Brígida Rosario Claudia Adela Antonia Maria del
Perpetuo Socorro Iturregui y Orbegoso.
Juan Manuel Claudio de Iturregui, su esposa Susana de Orbegoso González y sus dos hijos

A la muerte de don Juan Manuel Claudio, ocurrida en 1912, heredaron el


Palacio sus dos únicos hijos, la señora condesa doña Susana Iturregui y
Orbegoso de Potocki, esposa del señor conde don Jeorge Potocki Radzwill,
diplomático polaco, residentes en Lima y don Juan Manuel Iturregui y
Orbegoso, residente en Paris.

Juan Manuel y Susana Iturregui y Orbegoso


Por este tiempo el Palacio fue habitado por la familia de don Eduardo González
Orbegoso,

El comedor de los González Orbegoso cuando ocuparon el Palacio Iturregui

Desde 1930, el Club Central de Trujillo ocupó la planta baja, en calidad de


arrendatario, del magnifico Palacio Iturregui, gracias a la gestión de su
Presidente Sr. Ing. Elio Dalmau Goicochea y a la comisión designada para tal
fin, conformada por los señores Juan Dalmau Goicochea, Dr. Manuel Delfín
Corcuera y don Manuel Ángel Ganoza Chopitea.

Desde 1895 en que fue fundada esta entidad social trujillana, había ocupado
los altos del edificio ubicado en la esquina de la plaza mayor formada por las
calles Francisco Pizarro y Mariscal de Orbegoso, propiedad del caballero
chileno Marcial Acharan.
Escalera de entrada del primer local del Club Central

El Ingeniero Dalmau. Consiguió los fondos necesarios para restaurar y amoblar


el Palacio trujillano, que como consecuencia del aluvión de 1925, se hallaba en
lamentable estado y abandono.
En 1932, año de la revolución de Trujillo, "se había interceptado despachos de
Palacio que daban a conocer que los aviones bombardearían la población en la
mañana del 8, y que, desde luego bombardearían de preferencia la prefectura.
Ante esta emergencia se consideró prudente trasladar el despacho prefectural
a un nuevo local y así se hizo. Se escogió para el efecto el lujoso edificio del
Club Central".

El 04 de abril de 1973, la "Sociedad Administradora de Inmuebles Santo


Domingo", representada por el señor don Stanislas Potocki Iturregui, bisnieto
del ilustre prócer lambayecano, vendió el histórico palacio trujillano a la
Asociación "Club Central" de Trujillo, representada por los señores Fernando
de Orbegoso G., Dr. don Álvaro Canales Ganoza y Cesar Gonzáles Vásquez,
Presidente, secretario y tesorero, respectivamente. El Club Central asumió la
obligaci6n de preservar y conservar el su magnífico local.

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