Náufragos: La Identidad Hippie en Los Años /'60 y /'70.: Bruno Sassone Torcello

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XIV Jornadas de Sociología.

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos


Aires, Buenos Aires, 2021.

Náufragos: la identidad hippie


en los años \'60 y \'70.

Bruno Sassone Torcello.

Cita:
Bruno Sassone Torcello (2021). Náufragos: la identidad hippie en los
años \'60 y \'70. XIV Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

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XIV Jornadas de Sociología: Sur, pandemia y después

Sassone Torcello, Bruno1

Náufragos: la identidad hippie en los años '60 y '70

Resumen:
Los años sesenta y setenta en Argentina han sido abordados desde múltiples perspectivas.
En particular, en los últimos años, sectores de la población antes dejados a un lado han
despertado interés entre los investigadores. Sin embargo, todavía no contamos con un
estudio histórico-sociológico de un movimiento minoritario en términos cuantitativos, pero
de gran significación social, como fue el del hippismo. Este trabajo se enmarca dentro de
un proyecto de investigación que estudia el surgimiento, desarrollo y ocaso del movimiento
hippie en Argentina. Grupo que también debe considerarse dentro del amplio proceso
contracultural que inició en Estados Unidos durante mediados de los ’60 y se expandió por
el mundo. A partir de lecturas de documentos de la época (tanto escritos como
audiovisuales), indagaremos las caracterizaciones que se realizaban sobre el hippismo,
tanto las construidas por los mismos jóvenes hippies como las elaboradas desde la opinión
pública y el espectáculo. Al respecto, nos importa estudiar tanto los puntos de encuentro
como de desencuentro entre las diferentes caracterizaciones, donde se realizó hincapié y
que fue dejado de lado. Nuestro objetivo buscamos que nos permita una mayor claridad
respecto de un actor que aún aparece difuso entre los grandes movimientos juveniles de la
época.

Palabras clave: Años ‘70 – Hippismo – Juventud – Contracultura.

1
Lic. En Sociología en curso, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
[email protected]
1. Introducción

Este artículo se enmarca en una investigación en curso que se pregunta por la significación
social que adquirió el movimiento hippie2 durante el período que abarca desde el inicio de
la autoproclamada Revolución Argentina, en julio de 1966, hasta el retorno de la
democracia, en diciembre de 1983. Este período es característico por la creciente tensión
y efervescencia social que dieron lugar a revueltas y rebeliones populares, el desarrollo de
un gran aparato represivo estatal, la conformación de grupos armados tanto de sectores de
izquierda como de derecha. A esto debe sumarse la creciente normalización de la violencia
como forma de comunicación, sea desde lo político o en el lenguaje cotidiano o el
publicitario (Carassai, 2015). Por otro lado, esta época se mantiene dentro de la continuidad
de la sociedad salarial, cuyo elevado accionar estatal buscaba integrar a todos los grupos
sociales dentro de un sistema regulado, apoyándose en el empleo masivo y el consumo.
En este contexto nace el hippismo como movimiento contestatario a la dinámica burocrática
y consumista que desarrolla la sociedad occidental (especialmente la estadounidense),
expandiendo su influencia y su mensaje de forma global. Este movimiento, en su vertiente
nativa (estadounidense) fue explorado y analizado por autores como Hall (1968), Melville
(1980) y Roszak (1969), entre otros, dando una lectura comprehensiva del movimiento y
sus orígenes, como también sus particularidades históricas. Estos textos muestran los
motivos del inicio del movimiento hippie, principalmente asociado a la consolidación de una
clase media con mayor poder de consumo y el choque de esta con la juventud proveniente
de este sector, opuesta a la idea del trabajo rutinario y el consumo (baluartes de la era
dorada del capitalismo norteamericano) como entes organizadores de la vida. Además,
ponen una considerable atención en el rol del capitalismo en la conformación del
movimiento las influencias de la Generación Beat, el activismo pacifista contra la Guerra de
Vietnam, la creación de comunidades rurales, la relación del hippismo con la cultura hindú
o con la de ciertas tribus nativas de los Estados Unidos, entre otras. Esta situación de
progresiva expansión de los valores y prácticas del movimiento hippie se introduce dentro
del planteo de Mead (1970) en el cual discute que la disconformidad juvenil no es una mera
forma de rebeldía adolescente exacerbada, sino que esta ruptura con tanto el pasado como

2
No utilizaremos en este artículo la versión castellanizada de la palabra hippie propuesta la RAE
(https://dle.rae.es/jipi?m=form) teniendo en cuenta que en múltiples fuentes se aprecia el uso de la palabra sin
su pasaje al castellano, consideramos entonces pertinente mantener el mismo uso realizado en las fuentes.
el presente se da de forma globalizada, tomando características particulares propias de las
coyunturas locales.
La juventud argentina ha sido trabajada a su vez también por autores como Pujol (2003) o
Manzano (2010), entre otros, y si bien se ha estudiado como tema central el de la juventud
y la ruptura de esta con el resto de la sociedad, esto se ha circunscripto principalmente en
un análisis de las radicalizaciones ideológicas, la cultura de la música rock, el mayor
activismo universitario. Si bien compartimos con los autores la relevancia de estos nuevos
movimientos juveniles, es nuestra intención poner el foco en una de las vertientes más
notorias y reconocibles de la contracultura (tanto en Argentina como en el mundo): el
movimiento hippie. Debido principalmente a que sus orígenes fueron concomitantes, este
movimiento ha sido asociado al rock nacional, restándole entidad como proceso particular
y distinguido. Si bien las inquietudes del rockero y las del hippie tuvieron amplios puntos de
contacto (gustos musicales, valoración de la libertad como valor innegociable, contestación
a la vida consumista), existe una disparidad entre sus inquietudes y prácticas en lo que
refiere al activismo y las formas de plantearse el cambio en la sociedad. De esta forma,
creemos que considerar al hippismo como movimiento diferenciado y con peso propio, en
conexión con, pero no subsumido en, el fenómeno del rock nacional, es importante para
comprender las características que le fueron propias.
En este artículo, nuestro principal interés radica en entender cómo el hippismo fue
representado, tanto por los integrantes y voceros del movimiento, como también por otros
sectores de la sociedad argentina. Nos proponemos analizar cómo los distintos postulados
del hippismo fueron interpretados y difundidos por las distintas voces, intentaremos
identificar las posturas más destacadas y a partir de esta delimitación buscar comparar
como estas fueron interpretadas por la sociedad y especialmente como los medios masivos
de difusión entendieron este nuevo fenómeno cuya presencia de por sí vistosa era difícil de
ignorar. En este punto nuestro análisis se apoyará principalmente en revistas de opinión,
cuyo consumo y difusión masivos pueden ayudarnos a entender como los medios
percibieron la impronta hippie. A su vez, utilizaremos para informarnos también películas
populares de la época como son, entre otras, El extraño de pelo largo y la trilogía de El
profesor hippie, El profesor patagónico y El profesor tirabombas (protagonizada por Luis
Sandrini). Estas películas fueron orientadas al público general y de la misma forma que con
periódicos o revistas de opinión como Confirmado, Primera Plana, Panorama o Gente (por
nombrar algunas de las utilizadas), dieron al vasto público al que se dirigían su propia
imagen, su interpretación del hippismo. Sea como entretenimiento o desde la información,
el contenido creado por los medios populares dio lugar a una serie de concepciones
particulares respecto a la juventud hippie. De esto se desprende una de nuestras primeras
preguntas: nos interesa saber si estas caracterizaciones del hippismo fueron uniformes o si
hubo variación en la forma de representarlo, sea entre los medios gráficos o las películas
que trabajaremos.
Por otro lado, tenemos los medios hippies de expresión que si bien de menor difusión y
alcance, revistas como Eco Contemporáneo y Expreso Imaginario fueron medios de llegada
nacional e incluso de reconocimiento internacional (Miguel Grinberg, editor de Eco
Contemporáneo forma parte del grupo fundador del Underground Press Syndicate3). En
ellas, así como en el libro ¡Chau loco! de Miguel Cantilo o Yo no estoy aquí de Pipo Lernoud
(ambos libros de memorias sobre la época y el movimiento que nos interesa) buscaremos
la contraparte de la percepción social sobre el hippismo en la demarcación que sus propios
integrantes realizaban. De la misma forma nos interesa ver hasta qué punto puede verse
un relato uniforme o generalizado en lo que respecta a actitudes o valores del fenómeno4.
Nuestra intención fue la de, a partir del análisis de estas fuentes, encontrar los aspectos
fundamentales que determinaban como excluyentes del hippismo. Sin embargo, el contacto
con estas nos proporcionó una perspectiva distinta del planteo inicial. Tanto en medios
gráficos como audiovisuales encontramos posturas que en lo que refería al juicio de este
fenómeno se encontraban en disonancia y en algunos casos, directa oposición. Aun así,
pudimos vislumbrar una serie de temas o ideas que se encuentran como trasfondo pese al
contraste entre las distintas caracterizaciones. En el transcurso de la lectura creemos
distinguir una serie de ejes en los cuales, naturalmente con matices, se describe al
hippismo.

2. Desarrollo

2.1 Juventud, colores, pelo largo

3
“Underground Press Syndicate fue una red de publicaciones contraculturales fundada en 1967 con intenciones
de alcance internacional; orientada, mayormente, a proteger de la censura y de los ataques legales a sus
integrantes, uno de los requisitos para poder integrarla era, en abierto rechazo al copyright, permitir la libre
reproducción por cualquier otro miembro de todos los materiales publicados” (Gatto, 2012).
4
Uno de los principales inconvenientes metodológicos encontrados a la hora de realizar este artículo es la
inaccesibilidad de contenido. Eco Contemporáneo no se encuentran en formato digital y la obtención de copias
físicas en tiempos de pandemia resulta imposible. Sin embargo, los contenidos a los que hemos tenido acceso
creemos son representativos de las lecturas y opiniones de los hippies.
Un primer eje discernible sobre la caracterización del movimiento hippie se orienta
alrededor de su apariencia. En este aspecto se resalta principalmente la radicalidad del
modo de vestir y el aspecto físico de los jóvenes definidos como hippies, algo que se
encuentra en múltiples medios y con tonalidades a veces opuestas. Por ejemplo, en El
profesor hippie5 (Ayala, 1969), se puede apreciar un claro ejemplo de esta forma de
representación. En esta película, la canción Un hippie como yo enfatiza principalmente la
idea del hippie desde esta visión superficial; el mismo Montesano (con una peluca al estilo
beat) los describe como “pelo, mucho pelo, barbas largas y patillas, un collar y zapatillas y
la ropa de color”.
Vemos entonces que uno de estos aspectos remarcados es el que refiere al cabello largo.
En El profesor hippie, Montesano en una escena discute con un comisario, que ha rapado
a dos de sus estudiantes, explicando que el particular corte es “nada más que una moda y
además cada uno tiene derecho a usar el pelo como quiera”. El cabello largo es asociado
fuertemente con la idea del hippie, incluso al punto de la pregunta realizada por el programa
Que piensan los argentinos (1971): “¿Se puede ser hippie sin pelo largo?”. En su mayoría,
los entrevistados consideran efectivamente que el pelo largo es sinónimo de ser hippie sea
esta una connotación negativa o no. Incluso este mismo tema oscila dependiendo de la
postura hacia el movimiento hippie en sí. Mientras que los grupos tolerantes lo ven como
una mera elección por cuestiones de gustos, del lado opuesto al hippismo se remarca la
falta de decencia y de higiene que el cabello largo genera. En El extraño de pelo largo6
(Porter, 1970) un comisario reprocha a los jóvenes que “se las buscan”, andando con el
pelo largo. El planteo de que el hombre con cabello largo parece una mujer es otro punto
importante de esta postura, algo que puede verse en bromas como la presente en El
profesor hippie cuando una alumna se acerca en el recreo a dos personas de cabello largo
a quienes trata de mujeres que luego revelan que son varones o en Mafalda donde Manolito
representa esta postura al confundir un beatle con una mujer (Quino, 2005). También el
cabello largo es asociado como símbolo de rebeldía, algo expresado en El profesor
patagónico (Ayala, 1970), donde Montesano le contesta a un alumno suyo (de tinte
conservador) que “si sos joven de alma y la rebeldía no te asoma por el pelo te va a asomar
por otro lado”, pero también en el artículo Un hippie vs un normal, donde el joven “normal”
al hablar del pelo largo expresa que es “muy triste tener que valerse de ese símbolo para

5
En esta película el protagonista es Horacio Montesano, un profesor de secundario que posee un trato amistoso
y defiende a sus alumnos (se preocupa por sus problemas personales y actúa para resolverlos),
6
Película estrenada en 1970 y protagonizada por Félix “Litto” Nebia, como un joven rockero beat, en la que se
presentan múltiples bandas de música beat de la época.
no estar de acuerdo con las cosas que a uno lo rodean” (Gelblung, 1969) o en la voz de un
entrevistado de QPLA que si bien acepta que es una forma juvenil de rebeldía la considera
una decisión “drástica” (Qué piensan los argentinos, 1971).
Un segundo componente fundamental asociado al movimiento hippie es el de la vestimenta,
la cual es caracterizada por su colorido y su extravagancia, mencionando también el uso
de accesorios como medallas, crucifijos, collares. Aquí también se hace hincapié en el peso
de la moda, la cual “rige siempre” como menciona un entrevistado por QPLA y, según
dueños de locales de diseño entrevistados por Panorama, recibió una fuerte influencia del
fenómeno, a partir de su tendencia a mezclar y combinar prendas “alocadas” que “otros no
se animarían a usar” (Anónimo, Como viven los hippies argentinos, 1969). Sin embargo, no
hay una marcada línea sobre el estilo hippie, las únicas descripciones remiten a la
combinación indiscriminada de distintas telas, motivos, tamaños, a la comodidad de las
prendas. No se plantea una prenda en sí como icónica, sino que más bien el hecho de que
sus atavíos se diferencien tanto de lo asociado al ciudadano “normal” es la marca distintiva.
Así, se observa en las declaraciones encontradas tanto en QPLA como en Cómo viven los
hippies argentinos su dimensión como moda, resaltando que este estilo de vestimenta,
responden a los cambios en el mundo, donde las nuevas modas se imponen y si bien esta
no necesariamente es bienvenida por todos los sujetos, hay una aceptación de que los
estilos modernos se imponen más allá del gusto personal y en ese aspecto debe permitirse.
Vemos entonces una identificación de lo hippie en el sentido estético a partir principalmente
de una desentonación relativa al estilo tradicional del resto de las personas. El contraste,
principalmente en el caso de los hombres, se evidencia en los pares opuestos (más allá del
juicio que merecen de cada individuo): saco o camisa contra prendas de colores, pelo corto
contra la “melena”, las barbas largas y patillas.7
Un segundo eje de las descripciones del movimiento se acerca más a sus costumbres y
prácticas. En este se expresan las distintas formas de vida asociadas al hippismo y en
general contrastando estas con las entendidas como la vida “normal”. Un primer punto, que
se conecta con las caracterizaciones previas, es el de la higiene personal y la
caracterización del hippie como sujeto que, como se marca en la canción Un hippie como
yo, “siempre viste muy extraño, evita tomar un baño”. La idea de la suciedad se asocia a la
“desubicación” que se critica desde algunos sectores respecto de los hippies, donde hay un

7
Otra característica asociada a la estética hippie remite al uso de las flores como símbolo. En películas como
El profesor hippie o El extraño de pelo largo se utilizan como forma de llamar la atención o distinguir lo hippie
de lo no-hippie (el auto de Montesano por ejemplo es cubierto de flores durante el inicio de la película).
rechazo a su marginalidad y se propone que esta forma de vida alternativa propuesta no
responde sino a una “profunda desorientación” (Gelblung, 1969), algo que debe “integrarse
a la sociedad” (Qué piensan los argentinos, 1971) o, en caso de demostrarse como un
peligro para el orden, se debe “ver que desaparezcan” (Qué piensan los argentinos,
1971).En consonancia con esta idea pueden verse múltiples instancias donde el
movimiento es asociado a la idea de la vagancia, expresado en el hecho de que el hippie
es un joven de clase media que “nunca estudia ni trabaja” (El profesor hippie) o “no trabaja
como corresponde” (Qué piensan los argentinos, 1971), resaltando en varias ocasiones su
posición como mantenido: “una persona que necesita de su trabajo no puede ser hippie”
(Qué piensan los argentinos, 1971). Esta lectura ve al hippie como un sujeto improductivo
y necesitado de alguien que le facilite “ese tipo de comodidades” (Qué piensan los
argentinos, 1971), algo también asociado a que eran vistos como pertenecientes a la clase
media8.
Sin embargo, también pueden observarse posturas que denotan la “forma de vida que
llevan de artistas, de trabajar de artesanos” (Qué piensan los argentinos, 1971), o en notas
como las que relatan el fallido recital de Lobos9 donde se muestra su capacidad organizativa
y la actividad emprendedora de los sujetos, elogiando la búsqueda de “levantar” la zona de
la laguna de Lobos con la actividad económica producida o favorecida por el “jolgorio”
(Anónimo, La primavera: flores, fuegos, hippies y lobos, 1970). El aspecto artístico, y en
especial la vinculación con la música, es una de las principales caracterizaciones que se
realizan sobre los hippies en los medios, comúnmente mencionando el hecho de que estos
jóvenes (sea en espacios públicos de la capital, balnearios costeros u otros lugares)
siempre se encuentran con una guitarra a mano. En las menciones de la música
interpretada predominan los artistas del incipiente rock como The Beatles o Bob Dylan. El
fenómeno de la música beat nacional, a su vez, tiende a solaparse e intercambiarse en las
descripciones o definiciones con el movimiento hippie. Aunque se plantee la existencia de
una división que separa a las personas que solo se vinculan con el aspecto musical, este
es uno de los caracteres más distinguidos por los distintos medios como parte del
movimiento hippie argentino.

8
En el debate sobre los cambios en la crianza y los nuevos significados de la juventud durante la década del 60
nos basamos en el estudio de Manzano (2010) sobre la “crisis de época” respecto a la autoridad familiar.
9
Este fue un evento organizado durante la primavera de 1970 (algunos medios lo describieron como un
“Woodstock gaucho”) pero que fue cancelado días antes de realizarse debido a conflictos con la gobernación
de la localidad (Anónimo, La primavera: flores, fuegos, hippies y lobos, 1970).
Otro aspecto asociado al movimiento hippie es el de la liberación sexual. Este suele ser
traído a colación en un sentido negativo, donde se denuncia la promiscuidad o el desenfreno
sexual, además de acusaciones sobre la prostitución y el abuso de menores como se
observa en lo expresado por integrantes del FAEDA10 (Anónimo, Los hippies en la
Argentina, 1968) o en Rebeldía (Biaghetti, 1975). Otro tema que se puede ver en dicha
película es el de la droga que, si bien no eran centrales en las descripciones, existen
asociaciones marcadas entre ambos mundos especialmente en boca de cartas de lectores
o declaraciones de grupos como FAEDA que proclaman que parte del rol del hippismo como
agentes desestabilizadores (en algunos casos asociados al comunismo o al sionismo) es
el de impartir y promulgar el uso de estupefacientes especialmente en la juventud. El
personaje de Raúl encarna este sujeto temido que deja sus estudios, no trabaja, se
encuentra enfrascado en el mundo de la prostitución y la droga, pero lo más importante,
arrastra a un joven de buena familia hacia esa vida “desviada”.
Las prácticas hippies son entonces objeto de múltiples miradas que dependiendo su postura
resaltan una u otra actividad, pero se puede observar como elementos persistentes los
tópicos del trabajo, la higiene, los consumos culturales, conformando (en conjunto con los
otros elementos mencionados) un habitus visto como marginal o incluso desubicado.
Despegado de la sociedad argentina y sus valores tradicionales
El tercer eje temático es el referido a las bases ideológicas del movimiento, en donde
pueden notarse una serie de posturas respecto al movimiento hippie. En algunos casos,
aunque minoritarios, como es el presentado por FAEDA u otros grupos de la derecha
nacionalista, se plantea que los hippies son “engranajes de un plan mundial diabólico,
orquestado por el comunismo” (Anónimo, Los hippies en la Argentina, 1968) o se los asocia
con corrientes sionistas. Por otro lado, puede notarse una postura que se pregunta por la
pertinencia de la protesta o de la misma existencia del movimiento en Argentina. Esta
postura se nutre mucho de la caracterización estética, cuestionando si los aspectos
superficiales hacen a este, si las “melenas y fulgores”, la ropa de color, son indicador del
trasfondo ideológico asociado a los valores de la paz, el amor, el rechazo a la sociedad
formal y de consumo. El argumento gira alrededor de su identificación como moda,
denunciando que estos individuos en realidad no contemplan las inquietudes que otros
movimientos “auténticos” (Qué piensan los argentinos, 1971) esgrimen. El hippie en
Argentina es visto en esta mirada como una impostura, como una decisión orientada

10
Federación Argentina de Entidades Democráticas Anticomunistas, quienes son presentados por Primera
Plana (Anónimo, Los hippies en la Argentina, 1968) como el principal grupo anti-hippie.
primordialmente por los gustos musicales o de ropa que se asocian al movimiento, pero sin
su impronta disruptiva, como una traducción banal del modelo norteamericano o europeo,
“una copia de otros lados, que queda linda, que sigue la moda del mundo”. Los artículos
que se enmarcan en esta idea contrastan las movilizaciones universitarias o los love-ins
realizados en San Francisco, las protestas contra la Guerra de Vietnam en el Pentágono,
los íconos de la dinámica política del movimiento hippie estadounidense, con las actitudes
pasivas y de desafiliación que se da en el caso argentino, las cuales se asocian a un
desinterés por las problemáticas sociales, reforzando la idea de que el fenómeno local, de
existir, es sólo un cascarón vacío de su contraparte anglosajona. En una misma línea,
también debe mencionarse la descripción del movimiento hippie como uno orientado por
“malas lecturas” de distintas filosofías en las cuales los jóvenes se embanderan, “no
alcanzaron aún a comprender […] la filosofía que intentan implementar” (Anónimo, Camus:
El nuevo profeta hippie, 1971). Notas como la presente en la revista Claudia busca
diferenciar estos “sesudos intelectuales” de las “juventudes alocadas”. Su existencia es
vista como insólita debido a las diferencias existentes entre la estructura socioeconómica
argentina y la presentada por Estados Unidos o Inglaterra: si el movimiento hippie se explica
como “fruto del superdesarrollo técnico”, “en Argentina todavía nos falta mucho por hacer
como para que haya hippies” (Qué piensan los argentinos, 1971). Si el movimiento hippie
tiene sus bases en la crítica del modelo capitalista estadounidense de consumo, “acá que
van a protestar” (Porter, 1970). Entonces en este aspecto hay una mayor cohesión respecto
a las diferentes posturas. Hay un consenso respecto de la desubicación del hippie como
forma de protesta en la Argentina y, de considerarse su existencia, se explica
principalmente como moda (resaltando lo vistoso de su estética) o por ser una mala
interpretación de la sociedad de personas que se encuentran desorientadas o influenciadas
por fenómenos internacionales los cuales no terminan de comprender.
Tenemos entonces estas caracterizaciones, matizadas en su tono dependiendo del
interlocutor pero con una serie de constancias respecto de rasgos distintivos sobre el
movimiento hippie. El pelo largo, la ropa de colores y extravagante, el divague nocturno, no
estudiar ni trabajar (en caso de trabajar es de modo informal, no “como corresponde”), todos
estos componentes son los que dan forma al hippie a los ojos de la sociedad argentina y
sus medios de difusión. Su “desubicación” respecto del entorno, aun cuando es tolerada y
vista con buenos ojos, no olvida mencionar que “tienen que acordarse de que viven en este
mundo”, que deben ser eventualmente integrados a la sociedad, que su forma de actuar,
de ser (con o sin la base teórica o ideológica que se atribuye a otros exponentes del
movimiento) es una deformación producto de jóvenes buscando probar nuevas
experiencias, seguir a la moda, ser diferentes.

2.2 Locos, náufragos, hippies, la “etiqueta” esquiva

Un desarrollo inesperado a la hora de analizar las fuentes realizadas por los mismos
jóvenes hippies, es la ausencia de una identidad concentrada en un concepto o palabra, en
conjunto con un rechazo realizado por varios de los pertenecientes al movimiento hacia las
personas que simplemente se relacionaban desde lo superficial. Si bien esto puede verse
como una relación con la postura realizada desde fuera, que presenta al hippismo argentino
como una impostura, debe mencionarse la delimitación realizada internamente que regía,
según el grado de superficialidad del accionar, la pertenencia al movimiento o no. En esta
línea, el ya citado artículo de Panorama contrasta al “hippie”, cuyos intereses están ligados
primordialmente a la música y la “onda” beat, contra la idea del náufrago como la versión
auténtica de lo que puede considerarse hippie en Argentina. Este nombre referencia la
canción La balsa, publicada en 1967, y su valor como fuente de identidad que tomó la
juventud contracultural durante los primeros años de su formación11. Esta canción
expresaba las inquietudes respecto a la sociedad moderna y el deseo de “construir una
balsa” y naufragar fue lo que dotaba de sentido a este grupo que pasaba sus noches
merodeando por la ciudad. El náufrago aparece como este sujeto que rechaza la oferta
social, mira al mundo como ese lugar abandonado, donde se encuentra “solo y triste”. Las
declaraciones de “Pajarito Zaguri”12 en la nota realizada por Panorama, denotan una
distancia con la idea del hippismo argentino: “si los hippies argentinos proponen la paz, el
amor y la sinceridad, yo soy hippie”. Hay una reacción adversa de parte de este grupo,
donde se marca la desconfianza para con la categoría hippie. Javier Martinez, baterista del
grupo Manal, nos trae una clave para el análisis en este mismo artículo al denominar
“hippie” como “un sonido como todas las palabras”. El problema es principalmente con las
rotulaciones: “Cada ser es un universo. Somos todos iguales en que somos todos
diferentes. Lo demás es ropa”. Miguel Cantilo en su libro Chau loco (2000) habla de un

11
No debe olvidarse a su vez que este tema fue concebido por uno de los mártires del movimiento de la
contracultura y el rock nacional: Tanguito. Si bien el tema sería popularizado por el grupo Los Gatos, fue
Tanguito, con la coautoría de Lito Nebbia.
12
Figura asociada a los primeros momentos del rock nacional, “Pajarito Zaguri” participó en conjuntos beat de
la época como Los Beatniks, Los Náufragos y La Barra de Chocolate. Incluso aparece junto a Los Náufragos
en El profesor hippie como parte de las bandas invitadas al festival de primavera.
“ejército desconocido” que a falta de un rótulo unificador recurrían a la palabra loco como
forma de encontrarse, reconocerse, comunicarse: como dice Cantilo, “no porque la gente
los marginara con este mote (o no sólo por eso), sino porque ellos mismos se llamaban
unos a otros de esa manera”, también puede leerse esto en Expreso Imaginario (Gumier,
1978), donde una carta a la redacción relata “los que sentíamos asfixia éramos muchos,
pero no tanos los que se aventuraban a intentar romperla”, dando a entender este
sentimiento de pertenencia a una minoría de resistencia contra la opresión de la sociedad.
También la idea del náufrago aparece en el libro del músico, donde la música funcionaba
como “acto de afirmación e identificación”. Cantilo remarca la ausencia de la política, la
violencia o el consumismo, el principal ente ordenador que les describe revuelve alrededor
de “la resistencia a integrarse a la máquina productiva”. Además, el autor comenta, “quise
ser parte de eso, de ese cuestionamiento, de ese desafío […] de romper con lo establecido,
de acabar con la hipocresía de una sociedad cínica y esclavizante”. El eso no se definía en
las etiquetas, los sonidos de “hippie”, “náufrago”, “loco”, sino que el peso del movimiento y
la identificación con este se encuentran anclados al accionar de los sujetos (Cantilo, 2000).
La identificación con “lo hippie” es una, entonces, que no se realiza necesariamente hacia
el interior del movimiento. Tanto en artículos como en cartas de lectores de medios
populares o del mismo grupo, la principal afiliación es hacia los individuos afines, hacia las
personas que en sí se mueven dentro del ámbito y practican activamente la resistencia
contestaría de la sociedad13. El código de reconocimiento interno se compone por la
búsqueda de una “comunicación verdadera”, de “quebrar las mentiras” (Ballester, 1976),
“luchar contra lo superfluo” (Navarro, 1977). Autodefinirse hippie no entra en este esquema,
que busca una entusiasta y celosa autenticidad que no puede ser obtenida al constituirse
como un grupo compartimentado alrededor de una serie de ideas inamovibles. Verse como
“equilibristas a 10 mil metros de altura” en contraste con “un sapito feliz que come bichos”
(Anónimo, Como viven los hippies argentinos, 1969) implica por un lado buscar lo puro,
alejarse lo más posible del sistema del “sapito”; pero por otro lado también conlleva una
gran dificultad para entenderse como parte de una comunidad: los equilibristas se suben
de a uno. Siguiendo esta metáfora podemos ver la idea de varios equilibristas,
reconociéndose, de una cuerda a otra, pero imposibilitados para acercarse y constituir un
sentido comunitario masivo. En reducidos grupos, o como propone Cantilo, como “ejército
silencioso”, hay un reconocimiento mutuo en las actividades y lugares frecuentados, pero

13
En la nota ya mencionada de la revista Claudia el movimiento hippie es asociado a un nuevo método de
cambio social pero instruido más por la práctica (en el sentido de ensayo-error) que por la disertación intelectual.
también se da una dicotomía entre el estar amontonado con el estar “cada cual en lo suyo”
pero reconociendo que “estamos juntos”.
Como desprendiéndose de este aspecto, otro punto de énfasis es el que concierne a la
caracterización que se realiza sobre los sujetos que se acercan al movimiento, pero “sin
demasiadas propuestas de vivir y centrados solamente en la música y el divague”. Si lo que
se considera importante y, en un punto, exclusivo, es el deseo de “recuperar la alegría, la
sinceridad, el aire libre” (Lernoud, 2016) el “hippie” que simplemente se relaciona con los
aspectos artísticos o estéticos del movimiento, que sigue la moda, no se considera como
parte de “la maraña”, de la comunidad de equilibristas. Como comenta “Pajarito Zaguri”, “no
pueden ser los supercajetillas de Barrio Norte” (Anónimo, Como viven los hippies
argentinos, 1969). La palabra “hippie” le es ajena, se relaciona al fenómeno estadounidense
o, en el caso nacional, como la forma empleada desde afuera, desde los medios, la policía,
para nombrarles. La relación con estos jóvenes que no se comprometen con la búsqueda
de una nueva forma de vida, son tomados como parte de la sociedad ajena, marcando la
actitud “turística” que puede darse en los espacios de concurrencia habituales como en el
caso de La Manzana Loca. La formación del “circo” no pudo evitar una consecuente
“afluencia de boluditos” cuyo principal interés era el del “comercio del rock” (Gumier, 1978).
Vemos en el movimiento argentino dos características centrales en su caracterización sobre
sí. Por un lado, encontramos una consistente evasión y negación de la etiqueta de hippie o
la asociación con el movimiento, algo que puede verse también en el caso estadounidense
cuando se declara “La muerte del hippie” en 1967 (Anónimo, Como viven los hippies
argentinos, 1969). Hay un esfuerzo persistente de los sujetos por remarcar su individualidad
en las elecciones de llevar el cabello largo o de tener sus ideas sobre la sociedad moderna.
Si bien hay un trasfondo comunitario este se liga a las amistades y no necesariamente a la
pertenencia al hippismo, poniéndose el énfasis principalmente en las búsquedas de
liberación de la sociedad opresora y de crear un mundo nuevo más que en la catalogación
como “hippie”, “náufrago”, “loco” o cualquier otro título. En conjunto con esto último, otro
rasgo saliente es el del rechazo a los sujetos que se introducen al movimiento o que
transitan los espacios de pertenencia, pero de forma superflua o turística. Se rehúsa la
caracterización interna como parte de un grupo cohesivo, pero se da un filtrado de quienes
pertenecen a la “maraña”, quienes aportan al deseo de cambio en la sociedad y quienes
“no son creativos ni provocan nada”. El reconocimiento como parte del proceso entonces
está ligado directamente a un reconocimiento del aporte a este, no al embanderamiento
discursivo o externo.
3. Consideraciones finales

Estas formas de presentar al movimiento hippie exploradas, la externa (realizada por


medios populares) o la interna (en forma de entrevistas, manifiestos y medios de difusión
propios), se encuentran en posiciones antagónicas pero íntimamente relacionadas. Por un
lado creemos entender la lectura realizada por los medios como una reacción producto de
la radical otredad que representa el hippismo en sus formas y su apariencia. El
cuestionamiento al status quo, presente en boca de sus miembros y sus expresiones tanto
artísticas como en las realizadas cotidianamente, no pudo ser procesado por la sociedad
como una protesta válida o legítima; la pertinencia de la crítica al sistema era considerada
como algo circunscripto a países del primer mundo, con elevado desarrollo industrial o
conflicto social (como el caso de la guerra de Vietnam o los movimientos de liberación
afroamericanos). Entonces la caracterización del hippie suele recaer sobre los rasgos
superficiales y asociados a la música, mimetizando este fenómeno con el del naciente rock
o la música beat. Este entendimiento o representación parcial, basado en los aspectos
menos centrales (al entender de los propios sujetos) creemos que ayuda a entender mejor
la razón de que estos jóvenes buscaran activamente eludir toda forma de encasillamiento,
que dieran predominio a estar juntos pero al mismo tiempo que cada uno pudiese estar en
“lo suyo” antes que la idea de “amontonarse”. También, el rechazo a las formas
“inauténticas” del movimiento puede verse influenciada por la representación externa que
se realizaba. En tanto estos sujetos se percibían como individuos con ideas y objetivos de
cambio radical, la necesidad de remarcar un recorte entre ellos y la otredad asociada a
planteos superficiales puede haberse visto influenciada por las principales formas en las
que se les representaba: cabello largo, colores, pero una notable falencia o desinterés
ideológico, descripciones que aplicarían principalmente a estos “hippies turísticos”.
Volviendo a nuestros objetivos, podemos entonces decir que del lado de los medios
populares y la opinión de la sociedad hay, si bien no una opinión uniforme respecto al
movimiento hippie, la caracterización realizada sobre este presenta puntos de contacto
entre las diversas posturas. Estos contactos suelen referir alrededor de la descripción
estética de los hippies, el principal aspecto de las notas tratando sobre ellos. Dentro de los
ejes distinguidos, podemos decir que se da una jerarquía en su prominencia, donde los
rasgos referidos a su apariencia toman el mayor peso en detrimento de las descripciones
sobre sus prácticas o sus planteos y sus herencias ideológicas. Aunque no monolítica, esta
caracterización del movimiento hippie argentino le considera principalmente como producto
de la moda internacional, de las influencias de grupos musicales progresivos impartieron
en la juventud de la época, pero por otro lado se les separa de la relación que ex-hippies
como Miguel Cantilo realizan entre este fenómeno y otros procesos como el Mayo Francés
o las luchas contra la Guerra de Vietnam.
Queda pendiente aquí un análisis de estas relaciones con los procesos internacionales, así
como la profundización sobre los medios de comunicación del hippismo y sus experiencias
comunitarias (tanto rurales como urbanas). Aquí simplemente hemos intentado esbozar una
parte de lo que fue asociado al movimiento nacionalmente, a través de ambas miradas.

Fuentes

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