El Trueno Entre Las Hojas
El Trueno Entre Las Hojas
El Trueno Entre Las Hojas
Augusto Roa Bastos nació en Asunción (Paraguay), en 1917. Vivió su infancia en Iturbe, en
un pequeño pueblo de la región Guairá, escenario recurrente de sus historias. Fue secretario
de El País y corresponsal, durante la Segunda Guerra Mundial, de esta misma publicación.
Como otros narradores hispanoamericanos (Fernando del Paso, Jorge Luis Borges, Lezama
Lima), Roa Bastos inicia su carrera de escritor publicando poemas. En su obra poética
destacan, entre otros, dos libros: El ruiseñor de la aurora y otros poemas (1942) y El naranjal
ardiente (1960), y aunque obtendrá premios importantes en este género, habrá de sobresalir
en la literatura en la literatura en lengua española, internacionalmente, por su narrativa.
Su primera colección de cuentos, El trueno entre las hojas, es de 1953 (1), y el título
de este volumen en el que se reúnen diecisiete relatos, ha sido tomado de una leyenda guaraní.
Leyenda en la que se da una explicación mítico-poética del origen de la furia humana y y de
la furia telúrica. El fragmento del relato aborigen que es citado en el libro y que sirve de
epígrafe a la colección, tiene algunas características particulares que nos interesa destacar:
involucra un proceso de encadenamiento y una estructuración cíclica. Esta estructuración
circular, que queda indicada por la referencia al trueno, con la que inicia y concluye el
epígrafe ("El trueno cae [...] como el trueno"), comporta un fenómeno interesante, pues, en
ella se implica una equiparación entre el cielo y la tierra. De acuerdo con la historia que el
epígrafe refiere, el trueno ruge en el cielo, cae del cielo, sufre un proceso de trasmigración,
hasta llegar a la tierra, y, entonces, la tierra, como el cielo, ruge, reproduciendo el sonido del
trueno, en un juego especular que implica los opuestos. El elemento que sirve para equiparar,
para asimilar, al cielo y la tierra, es el sonido del trueno, ese sonido que genera violencia en
todo lo que toca, de acuerdo con la leyenda.
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una perspectiva mitificadora, que Roa Bastos hace suya y reproduce en nuevas versiones, en
variantes lingüísticas que portan el sustrato que procede de una tradición prehispánica en su
estructura interna.
Jorge Enrique Adoum, escritor y crítico ecuatoriano, hace referencia al hecho de que
Augusto Roa Bastos, al abordar en su narrativa asuntos propios del mundo indígena y
afroamericano, ha descubierto una mitología hecha de dioses telúricos, maldiciones
vegetales, malos augurios y temores (2). Todos los elementos señalados por el autor de Entre
Marx y una mujer desnuda son constantes muy evidentes en la producción del escritor
paraguayo, incluso en sus libros más experimentales, como en Yo, el Supremo.
Esa estructura cíclica que figura en el poema épico griego, formaba parte importante
de las concepciones del mundo helenístico, según lo han observado importantes
investigadores especializados en la materia, como Jean Pierre Vernant, y lo mismo se podía
localizar en las tradiciones sobre la reencarnación que en las tradiciones sobre los
oráculos.(4)
No sólo en la estructura general del libro de Roa Bastos se puede observar una
organización cíclica, la mayoría de las diecisiete historias que integran el volumen se
organiza de manera tal que, mediante diversos recursos y formas de intrarreferencia,
reproducen la estructura circular, básica en el epígrafe.
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En "Galopa en dos tiempos" una mujer ingenua, fiel y que no puede tener hijos,
acabará por convertirse en madre y prostituta, hecho que hace evidente, nuevamente, el paso
de un estado de "gracia" o bienestar, a otro de penuria y sufrimiento, paso que involucra una
evocación del paraíso perdido, fenómeno que afecta en las narraciones tanto el caso
individual, como el colectivo.
En otros de los cuentos, el título mismo de la historia involucra antítesis claras, como
en "La tumba viva".
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observar una relación semejante, nuevamente, al juego de muñecas rusas que concreta el
hecho de que en una colección de cuentos titulada El trueno entre las hojas, se incluya un
relato titulado de la misma manera y que, además, contiene, en su interior, la anécdota del
primer cuento del volumen.
Todos los procesos discursivos y estructurales que caracterizan el epígrafe del libro,
aparecen en los diversos relatos de la colección, incluyendo la repetición de lo idéntico en un
nuevo contexto o la repetición con variantes, figura del doble o de lo doble, y la enumeración.
Ejemplo de ello es la repetición condensada de la anécdota de "El ojo de la muerte", que
figura en otro relato, en "La rogativa".
Las enumeraciones también figuran en todos los textos, sólo para ejemplificar
tomaremos el caso de los personajes de "El viejo señor obispo", pues en el relato se enumeran
los nombres y las características de los trece personajes de la historia, personajes que, por
cierto, guardan una sorprendente similitud con algunos de los personajes que aparecen en el
filme de Luis Buñuel, Viridiana, al punto de permitirnos hablar de un fenómeno de
intertextualidad cinematográfica que se hace presente en el texto.
En el epígrafe observaremos también que el trueno cae del cielo y luego de una serie
de trasmutaciones, luego de un tránsito, el trueno llega a la tierra. Es interesante observar que
muchos de los personajes, que aparecen en la colección, participarán también, en cierta
forma, de ese proceso de tránsito o pasarán por una serie de pruebas que los modifican o
modifican su situación inicial hasta encontrarse en condición adversa, opuesta o invertida, a
la condición del principio, o hasta vencer o ser vencidos por algo adverso, por un
antagonismo.
Al describir los procesos discursivo y los elementos estructurales que tienen lugar en
el epígrafe y encontrarlos repetidamente en los diversos relatos se hace evidente que la
relación de los cuentos con esa cita que sirve de epígrafe es la de un programática textual,
una programación de la organización de todo el libro.
Si bien, el estudio de algunos de los sistemas discursivos que tienen lugar en el texto
nos permite describir el programa discursivo básico que da origen a la organización y a
muchos otros elementos textuales, nos parece necesario señalar que no podemos afirmar que
el epígrafe funcione como un generador del discurso textual, ya que, puede ocurrir que los
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elementos estructurales, las estructuras profundas del conjunto de relatos fueran las que
determinaron la selección de esa cita en la que se localizan los mismos fenómenos y
estructuras que en el libro son dominantes.
Además de estas características, hay, en este libro de Roa Bastos, otros aspectos que
merecen ser señalados.
En "Carpicheros", la belleza plástica del relato se suma a una belleza musical que el
lenguaje genera; en él, un narrador en tercera persona, que posee un conocimiento amplio
pero limitado de las cosas, revela un grado de información que no corresponde al de un
narrador testigo, pues sabe acerca de la psicología de los personajes, participa de su
interioridad, de sus introspecciones. Estos elementos nos permiten reconocer una instancia
narrativa en la que la "voz" ofrece características variables. Más que crear efectos de realidad
o de verosimilitud, el narrador busca producir efectos sensoriales y emotivos, mediante una
hábil manipulación de informaciones que adquieren un nivel mítico y que son referidas con
un lenguaje poético. La organización del material narrado sigue un orden lógico y causal, es
decir que, los hechos se sujetan a relaciones de causa y efecto. El suceder del tiempo de la
historia no corresponde al tiempo del relato: el relato, bastante breve, está afectado por
condensaciones temporales y elipsis importantes, comprende un año completo de una historia
más amplia.
La estructura del relato mitológico, tal y como fuera descrita por Vladimir Propp (9),
se puede identificar en diversos elementos del texto, aunque ofrece variantes significativas
con respecto a la morfología tradicional de los relatos populares europeos. Al analizar las
esferas de acción de los personajes, siguiendo las propuestas del formalismo ruso, podemos
observar que, en contra de lo que en un principio pudiera parecer, los carpicheros, descritos
con una serie de atributos y cualidades que podrían corresponder a los rasgos propios de los
héroes trasgresores de los relatos clásicos mitológicos, son identificados con el agresor, con
el falso héroe, en la medida en que realizan una fechoría: asimilan a ellos a una niña, se
apoderan de su voluntad, la secuestran, se la llevan con ellos, la hacen cautiva.
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En otras ocasiones, le basta al autor con eliminar el adverbio para que lo que era una
comparación, más o menos, convencional, adquiera ahora el carácter de una descripción
mágica y poética: no se describe "el río como un espejo", el escritor prefiere escribir: "el
espejo del río queda tatuado por el fuego", o bien, el río, deja de ser río para convertirse en:
"el espejo tembloroso del agua".
Entre los numerosos mitos que están presentes en este relato, dos son muy evidentes:
el de la diosa blanca, del que habla el discípulo de Freud, C. Jung (10), mito que es evocado
por la figura de la niña platinada que vive entre trabajadores que navegan casi desnudos y
hablan un dialecto extraño, y el mito popular que está estrechamente ligado a la tradición
cultural europea, pero de orígenes plurales, por coincidir en él elementos paganos y
cristianos, me refiero al mito de la noche de San Juan, noche de encantos y brujas, en la que
todo tipo de prodigios pueden tener lugar.
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en la que se hacen visibles signos de una identidad cultural específica, que participa de
tradiciones mestizas, se describe al personaje principal y sus pertenencias.
La descripción de los bienes del Monseñor nos permite analizar nuevos casos de
sincretismo, en ella se comparan los medallones que porta el personaje con vientres de ranas,
las cuentas, con pequeños corazones disecados, el pañuelo de ordenación del obispo como
cuajado de simétricos pliegues y dibujos geométricos. La figura del representante de la iglesia
es descrita como la de un personaje que guarda ranas y corazones disecados, es decir, como
una especie de chaman, médico-brujo o sacerdote de cultos "paganos".
En otros niveles del cuento podemos localizar ese sincretismo cultural ocasionado por
la Conquista, manifestándose en forma diferente. Entre los personajes del cuento se halla uno
que mezcla en su discurso elementos propios de tres lenguas distintas: español, guaraní y
portugués, también podemos localizar otro personaje que habla una combinación de italiano
con un dialecto en el que se pueden identificar vocablos en castellano y otros de origen
guaraní.
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complicaron más todavía las divergencias, al imponer distinciones entre los guaraníes
cristianizados y mestizos, de los guaraníes de Caaigua: la "gente del bosque", que era rebelde
a las misiones y a la influencia exterior. Esta nueva diferenciación dejaría huellas profundas
en la sociedad paraguaya. Las circunstancias propias de la época colonial y el establecimiento
de los jesuitas en Paraguay, durante siglo y medio (1610-1767), contribuyeron a convertir las
culturas guaraníes en un mosaico muy diversificado. La influencia del "Estado jesuita del
Paraguay" fue determinante. En Guairá, a partir de 1610, los jesuitas fundaron treinta
ciudades o "reducciones" indígenas, regidas por un sistema comunitario de inspiración
cristiana utopista, en las que los jesuitas impusieron una nueva organización social y
repartieron el tiempo entre trabajo y oración. La organización de los jesuitas conservó la
lengua guaraní y con ella muchos otros elementos culturales. Cuando los jesuitas fueron
expulsados y sus misiones acabaron, los indios sobrevivientes se mezclaron con el resto de
la población paraguaya, lo que daría origen a otras formas de influencia cultural. En los años
posteriores, las múltiples culturas guaraníes y europeas convivirían. Las relaciones serían, en
algunas ocasiones, sumamente conflictivas, en otras, traerían consigo procesos de
asimilación muy variados, pero los mitos y las tradiciones, así como numerosas creencias y
valores, sobrevivirían y se retroalimentarían, en formas diferentes.
En el libro de Roa Bastos puede notarse que la presencia del texto cultural cristiano
deja marcas que se hacen visibles no sólo a nivel del discurso y las descripciones sino también
en el nivel de las anécdotas, mitos e intertextos.
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monedas que le daban, con sus encías porque ya no tenía dientes, una prostituta vieja, un loco
que se arrancaba "de la nariz, invisibles gusanos que luego, cautelosamente, aplastaba con
los pies, un sepulturero, un mudo que sólo emitía un chillido que era considerado como señal
de mal agüero por las gentes del pueblo, un excombatiente al que le faltaban ambas piernas
y cuyos muñones estaban atados con alambres a dos trozos de goma de neumático. Ninguno
de los doce personajes carece de signos marcados, radicales, de marginalidad. Tal parecería
que ninguna persona "normal" o cuerda fuera capaz de seguir al predicador y de tener fe en
él, pese a esto y a que las marcadas y singulares características de los personajes llegan a
producir un efecto paródico, la intención manifiesta del relato es presentar tanto al obispo
como a los mendigos como seres privilegiados y mejores que el resto de los personajes de la
historia.
No podemos dejar de recordar aquí que, para diversos pueblos antiguos, entre los que
se encuentran varias culturas amerindias precolombinas, los seres mutilados, enfermos,
alienados mentales, albinos, enanos, etc., los seres radicalmente diferenciados y en situación
de desventaja, poseían una compensación por sus reales o supuestas carencias, esta
compensación podía consistir en cualidades extraordinarias e incluso poderes prodigiosos de
adivinación o sabiduría (11).
Aunque se percibe que el autor recurre a utilizar imágenes de miseria que lejos de
estar idealizadas son caracterizadas de tal manera que resultan repelentes, no deseadas, lo
cual porta contenidos ideológicos que pueden ser interpretados en formas polivalentes, en
tanto que connota de aspectos negativos a las representaciones de la marginalidad y la
miseria, este fenómeno textual puede ser interpretado como una forma de rechazo hacia la
práctica y la realidad concreta que conduce a los seres humanos a la extrema marginación,
pero asimismo como una representación grotesca de la marginalidad que parece observada a
través de una lente de aumento y por ello revela una perspectiva, un enfoque distorsionante,
ambiguo: se rechaza la marginalidad, pero también al marginal, al dotarlo de rasgos tales
como escupir gargajos, morder las monedas con las encías, arrancarse gusanos imaginarios
de la nariz o atar sus muñones con alambres, sin embargo, la revaloración que el escritor hace
luego de las figuras apunta hacia la primera interpretación, pese a que no elimine del todo la
segunda lectura.
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En "El ojo de la muerte", otro de los relatos de la colección de Roa Bastos, se renuevan
algunas de las tópicas de la literatura clásica greco-latina, nuevamente, éstas, heredadas al
medioevo y al mundo del renacimiento, pero también vinculadas a tradiciones populares que
corresponden a una visión mágica, mítica y religiosa del mundo, a una concepción un tanto
determinista, mítica o cíclica del tiempo. La tópica que inicialmente se desarrolla en el relato
es la del augurio y evoca los antiguos oráculos. En el cuento del escritor paraguayo, una
gitana hace el papel que en los textos antiguos correspondiera a una pitonisa, a una bruja o
agorera, a la mítica anciana-moza de los libros de caballerías y a la vidente de las tradiciones
esotéricas (12). Han sido, ciertamente, abundantes las obras que han desarrollado este
elemento tópico y entre ellas se encuentran textos tan célebres como las diversas versiones
que abordaron el mito de Perseo, el Amadís de Gaula, en la tradición caballeresca española,
o Macbeth, dentro del teatro isabelino en lengua inglesa, así como varias de las obras que
han desarrollado el tema de Don Juan, entre las que destaca la versión de Leopoldo Marechal,
por la referencia a elementos mágicos y míticos. El augurio no es, en el cuento de Roa Bastos,
como en el caso del mito de Edipo, el de un destino trágico sino el de un encuentro con la
muerte que está predeterminado por un signo de su llegada: el ojo de un caballo. Este signo
es interesante porque el personaje principal es presentado, en la primera página del cuento, a
manera de un centauro, ya que su caballo y el hombre constituyen una unidad. Más adelante,
la asimilación entre el caballo y el jinete adoptará una modalidad distinta, una configuración
mítica diferente, la cual guarda puntos de contacto con el mito prehispánico mesoamericano
sobre el anual, mito que consistía, básicamente, en la afirmación de que cada persona tenía
un doble, este doble era un animal que poseía algunos rasgos comunes al sujeto: una cicatriz,
un lunar, una carencia u otra peculiaridad. De acuerdo con esta tradición, si el animal era
dañado, el ser humano lo sería también, porque dicho animal representaba la verdadera
naturaleza del "yo" y compartían un "espíritu" común a ambos. Es interesante que esta
tradición figure en la narrativa de Roa Bastos porque podemos encontrarla también en otras
obras hispanoamericanas del presente siglo, por ejemplo, en la de Rosario Castellanos y antes
en la de Miguel Ángel Asturias, autores que recuperaron, en formas variadas, las tradiciones
indígenas de América.
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El relato está dividido en cinco partes, entre la penúltima y la final hay una elipsis de
tiempo que es importante. En el capítulo final se destacan los rasgos de despersonalización
que afectan al protagonista, fenómeno que era ya visible porque el narrador evitará dar el
nombre del personaje para referirse a él como "el hombre". Podemos observar también la
descripción extensa y muy limitada de los acontecimientos finales del relato.
"Mano cruel", el cuarto de los relatos del libro, tiene muchos puntos de contacto con
un relato de Juan Rulfo, "Macario", y algunos con "Virgen de los veranos" de José Emilio
Pacheco. En esta historia encontramos esa especie de astuto pícaro que se las ingenia para
obtener beneficio de todo y de todos. Mientras que Rulfo prefiere una forma de enunciación
que corresponde al estilo directo y deja el relato en boca de los personajes, Augusto Roa
Bastos, en cambio, hace uso de un narrador omnisciente y en tercera persona, que controla el
punto de focalización; sin embargo, y a pesar de esta diferencia notable, como en el relato
del escritor mexicano, es a través de las experiencias que el protagonista comparte con el
pícaro agresor que podremos obtener una especie de retrato del arquetipo, porque Mano Cruel
es un arquetipo: un personaje que representa al tipo mujeriego, astuto, mentiroso, egoísta,
pero simpático. El final del cuento de Roa Bastos es distinto al del cuento de El llano en
llamas. El ambiente y, sobre todo, el lenguaje distingue los dos textos, los hace diferentes,
pero ambos tienen en común seguir una tradición muy arraigada en la literatura en lengua
española, desde el llamado Siglo de Oro Español: la historia de un pícaro. Podremos observar
que este tipo de narraciones no mantiene todas las características que tuviera en el barroco,
sin embargo, pese a las deconstrucciones y evolución del tipo, sobreviven algunos motivos y
se subraya la simpatía que el personaje despierta con sus andanzas.
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"Audiencia privada" es, quizás, uno de los relatos de El trueno entre las hojas en el
que los efectos de realidad funcionan de manera más constante. La anécdota es sencilla y está
narrada en un lenguaje conversacional y muy claro. Como en "El ojo de la muerte", en este
otro cuento se describen fragmentos de escenarios, de lugares, que permiten dar la idea de un
"todo" que se presenta en forma parcial, de ese conjunto que deber ser construido a partir de
datos separados, un tanto desarticulados, pero que resultan eficaces. Aunque el final del relato
es predecible, la narración es ágil e interesante.
.En "La excavación", las formas de representar lo real se complican, mediante juegos
temporales y uso de ambigüedades. La profundidad de la instancia narrativa es variable, con
frecuencia. Encontraremos dos formas de narración que dominan en la voz de estas historias:
el narrador en tercera persona, externo a los personajes, y el narrador que relata desde la
interioridad de alguno de los protagonistas.
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En "Cigarrillos Máuser", el narrador varía la distancia que guarda con respecto a los
personajes que describe, en ocasiones, expone sentimientos, reflexiones, dudas, sobre ellos,
como coparticipe de su psicología; en otros casos, el narrador abre una distancia considerable
entre sus personajes y su propio punto de vista, su descripción.
En las primeras líneas de este relato, se recrea el título del libro, cuando un cigarrillo
se transforma, en las palabras del narrador en; "un tóxico trueno silencioso de nicotina, en la
boca de un chico".
En este cuento, el niño queda fascinado por una sirvienta negra que le relata tortuosas
historias y lo inicia en los juegos sexuales, ella lo hará víctima de una mal intencionada
recomendación. La fascinación que el muchacho siente por la sirvienta negra es semejante a
la que Margaret, la protagonista del primer relato de la colección, experimenta en relación
con los carpicheros. Podemos notar, así, que los dos niños que son atraídos por los nativos
oscuros de la población serán convertidos en víctimas de aquellos que ejercen un fuerte poder
de fascinación sobre ellos.
Hay una cierta preferencia por los personajes de los niños en este libro. En "Regreso",
los protagonistas son dos adolescentes que resultan ser, como la mayoría de los personajes
de la colección, víctimas de alguien o de algo (la sociedad, la guerra, un ministro, la
superstición, la policía, etc.).
A este rasgo reincidente podemos sumar otros que se localizan en dos cuentos,
"Regreso" y "Galopa en dos tiempos", en los que hay semejanzas importantes que, debido a
las enormes diferencias de las anécdotas que uno y otro texto relatan pueden pasar
inadvertidas, en las dos narraciones: se nos presentan versiones distintas del paraíso perdido.
La presencia de estructuras de acciones o de funciones que se repiten, se confirma en la
presencia de versiones, con variantes, de los mismos mitos, en relatos distintos. En "Galopa
en dos tiempos" y en el segundo apartado de "Cigarrillos Maúser" se recrea el mito de Ulises,
el mito del retorno de un hombre que parte para luego volver y no ser reconocido por la mujer
que lo espera. Tanto en "El señor obispo" como en "El Karuguá", aparecen mitos bíblicos
sobre la figura cristica. En el segundo de los textos referidos, elementos de una concepción
mesiánica se hacen presentes, relacionados con una historia de amor en la que el erotismo
está contaminado por una serie de elementos que contribuyen a crear una imagen tortuosa de
la sexualidad. De hecho, es recurrente en la narrativa de Roa Bastos esa visión oscura de la
sexualidad, la cual aparece acompañada por hechos violentos, por perversiones, experiencias
traumáticas o dolorosas. El ejemplo más claro nos lo ofrece "Esos rostros oscuros".
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la muerte", pues en el primer relato figuran personajes que habían aparecido en "El ojo de la
muerte", la mujer y la hija de Timoteo Aldama, quien es el protagonista de este texto sobre
el ciclón y la muerte anunciada por el color del ojo de un caballo. También encontraremos
en "La rogativa" a un personaje que reaparecerá en la novela Hijo de hombre, novela en la
que algunos de los mitos localizados en El trueno entre las hojas se vuelven a hacer presentes
(el paraíso perdido, el mito de Ulises, las anécdotas y asimilaciones a la figura cristica que el
título mismo de la novela denuncia).
En "La gran solución", Roa Bastos nos demuestra que tiene también sentido del
humor y el relato, invadido por irónicas situaciones, invita a la risa.
"La tumba viva" es el único cuento que está relatado por un narrador que participa de
la acción, es decir, que es también personaje y protagonista de los hechos que refiere. Los
elementos míticos a los que hemos hecho referencia antes, reaparecen allí, así como la
asimilación de los contrarios, la asimilación del hombre a la naturaleza, la figura del doble,
de la inclusión, de la víctima niña, la agresión sexual y el sincretismo cultural.
"El trueno entre las hojas", las repeticiones son reconocidas como ritmos de una
letanía, de una música ritual que convoca lo fantasmal, lo prodigioso, pero también una
nostalgia de tiempos pasados. La naturaleza adquiere una dimensión mitológica, encarna la
ira de dios, su mirada.
En la historia personal del pasero se representa la historia del paso de una explotación
ejercida por los españoles a una explotación ejercida por los norteamericanos.
En este relato se hace patente el humanismo cristiano, la religiosidad laica del autor
que la traslada hacia su protagonista, que se ofrece menos desencantado, menos pesimista,
que en otras de las narraciones.
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NOTAS
1. Augusto Roa Bastos, El trueno entre las hojas, Barcelona, Bruguera, 1977. Todas las
citas están tomadas de esta edición.
2. Consultar: Jorge Enrique Adoum, “Prólogo”, en Narradores ecuatorianos del ’30,
Caracas, Ayacucho, 1980; y Jorge Enrique Adoum, “La realidad de la otra realidad”,
en América Latina en su literatura, México, Siglo XXI-UNESCO, 2000, p. 202 y ss.
3. Rubén Bareiro Saguier, “Encuentro de culturas”, en América Latina en su literatura,
op. Cit., p. 30 y ss.
4. Consultar: Jean Pierre Vernant, Mito y pensamiento en la Grecia clásica, Barcelona,
Ariel, 1973.
5. En esta figura literaria, la "sierpe de fuego", Augusto Roa Bastos recrea una imagen
barroca que presenta al río como una "sierpe de cristal", metáfora que aparece en la
poesía de diversos autores, entre ellos Bernardo de Balbuena y Sor Juana Inés de la
Cruz. La imagen también evoca tradiciones precolombinas sobre deidades
zoomorfas, tales como "Sierpe de plumas", en la tradición de América Central.
6. Augusto Roa Bastos, "Cigarrillos Máuser", en El trueno entre las hojas, op. Cit., p.
7. Consultar: Ernst Robert Curtius, Literatura Europea y Edad Media Latina, II ts.,
México, Fondo de Cultura Económica, 1955.
8. Gérard Genette, Palimpsestos. La literatura en segundo grado, Madrid, Taurus, 1989,
p. 9.
9. Vladimir Propp, Morfología del cuento seguida por la polémica Lévy Strauss-Propp,
Madrid, Fundamentos, 1972.
10. Carl G. Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, Barcelona, Paidós, 1998.
11. En la obra de Miguel León Portilla se ofrecen algunos relatos míticos que ilustran
este punto, pues es el dios “buboso”, el “tullido”, quien se transforma en sol,
consultar: La filosofía náhuatl, México UNAM, 1956.
12. Ernst Robert Curtius ha estudio esta tópica en la obra que hemos citado anteriormente.
13. Roland Barthes, “El efecto de realidad”, en El susurro del lenguaje, Barcelona,
Paidós, 1994; La aventura semiológica, Barcelona, Paidós1994.
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