Lectura El Pastorcito Mentiroso
Lectura El Pastorcito Mentiroso
Lectura El Pastorcito Mentiroso
Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas, tuvo la idea de gastar una broma a los vecinos de su aldea y así
reírse un buen rato: alarmado y con cara de susto, gritó con todas sus fuerzas “¡Que viene el lobo!”, sin que hubiera una
pizca de verdad en ello.
Los habitantes del pueblo, sin dudarlo un instante, corrieron a ayudar al joven pastor para evitar que el lobo se comiera
sus ovejas. ¿Cuál fue su sorpresa? ¡Que no había ningún lobo y las ovejas pastaban felizmente! El joven pastor se rio a
carcajadas y no tardó mucho en volver a gastar la misma broma. ¡Y una tercera vez! Pero un día el lobo apareció y el
joven pastor necesitó ayuda de verdad. Gritó y gritó, pero esa vez nadie le creyó.
RESPONDE:
LECTURA
Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas, tuvo la idea de gastar una broma a los vecinos de su aldea y así
reírse un buen rato: alarmado y con cara de susto, gritó con todas sus fuerzas “¡Que viene el lobo!”, sin que hubiera una
pizca de verdad en ello.
Los habitantes del pueblo, sin dudarlo un instante, corrieron a ayudar al joven pastor para evitar que el lobo se comiera
sus ovejas. ¿Cuál fue su sorpresa? ¡Que no había ningún lobo y las ovejas pastaban felizmente! El joven pastor se rio a
carcajadas y no tardó mucho en volver a gastar la misma broma. ¡Y una tercera vez! Pero un día el lobo apareció y el
joven pastor necesitó ayuda de verdad. Gritó y gritó, pero esa vez nadie le creyó.
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Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas, tuvo la idea de gastar una broma a los vecinos de su aldea y así
reírse un buen rato: alarmado y con cara de susto, gritó con todas sus fuerzas “¡Que viene el lobo!”, sin que hubiera una
pizca de verdad en ello.
Los habitantes del pueblo, sin dudarlo un instante, corrieron a ayudar al joven pastor para evitar que el lobo se comiera
sus ovejas. ¿Cuál fue su sorpresa? ¡Que no había ningún lobo y las ovejas pastaban felizmente! El joven pastor se rio a
carcajadas y no tardó mucho en volver a gastar la misma broma. ¡Y una tercera vez! Pero un día el lobo apareció y el
joven pastor necesitó ayuda de verdad. Gritó y gritó, pero esa vez nadie le creyó.
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