06-05-1998 El Exodo Del Septimo Sello

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EL ÉXODO DEL

SÉPTIMO SELLO
Dr. William Soto Santiago
Miércoles, 06 de mayo de 1998
Ciudad del Carmen, México

Muy buenas tardes o buenas


noches, amables amigos y
hermanos presentes. Es para mí
una bendición grande estar con
ustedes en esta ocasión para
compartir unos momentos de
compañerismo alrededor del
Programa de Dios y ver así
dónde nos encontramos en Su
Programa, y ser preparados para
recibir todas las bendiciones de
nuestro amado Señor Jesucristo
como Él lo ha prometido.
Para esta ocasión tenemos como
tema: “EL ÉXODO DEL
SÉPTIMO SELLO”; para lo
cual vamos a leer en el libro del
Éxodo y también en el libro del
Apocalipsis. En el Éxodo
leeremos el capítulo 3... donde
dice, verso 1 al 12:
“Apacentando Moisés las ovejas
de Jetro su suegro, sacerdote de
Madián, llevó las ovejas a
través del desierto, y llegó hasta
Horeb, monte de Dios.
Y se le apareció el Ángel de
Jehová en una llama de fuego en
medio de una zarza; y él miró, y
vio que la zarza ardía en fuego,
y la zarza no se consumía.
Entonces Moisés dijo: Iré yo
ahora y veré esta grande visión,
por qué causa la zarza no se
quema.
Viendo Jehová que él iba a ver,
lo llamó Dios de en medio de la
zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y
él respondió: Heme aquí.
Y dijo: No te acerques; quita tu
calzado de tus pies, porque el
lugar en que tú estás, tierra
santa es.
Y dijo: Yo soy el Dios de tu
padre, Dios de Abraham, Dios
de Isaac, y Dios de Jacob.
Entonces Moisés cubrió su
rostro, porque tuvo miedo de
mirar a Dios.
Dijo luego Jehová: Bien he visto
la aflicción de mi pueblo que
está en Egipto, y he oído su
clamor a causa de sus
exactores; pues he conocido sus
angustias,
y he descendido para librarlos
de mano de los egipcios, y
sacarlos de aquella tierra a una
tierra buena y ancha, a tierra
que fluye leche y miel, a los
lugares del cananeo, del heteo,
del amorreo, del ferezeo, del
heveo y del jebuseo.
El clamor, pues, de los hijos de
Israel ha venido delante de mí, y
también he visto la opresión con
que los egipcios los oprimen.
Ven, por tanto, ahora, y te
enviaré a Faraón, para que
saques de Egipto a mi pueblo,
los hijos de Israel.
Entonces Moisés respondió a
Dios: ¿Quién soy yo para que
vaya a Faraón, y saque de
Egipto a los hijos de Israel?
Y él respondió: Ve, porque yo
estaré contigo; y esto te será por
señal de que yo te he enviado:
cuando hayas sacado de Egipto
al pueblo, serviréis a Dios sobre
este monte.
Dijo Moisés a Dios: He aquí
que llego yo a los hijos de
Israel, y les digo: El Dios de
vuestros padres me ha enviado a
vosotros. Si ellos me
preguntaren: ¿Cuál es su
nombre?, ¿qué les responderé?
Y respondió Dios a Moisés: Yo
Soy el que Soy. Y dijo: Así dirás
a los hijos de Israel: Yo Soy me
envió a vosotros”.
Hasta aquí leemos este pasaje
que nos habla del éxodo del
pueblo hebreo, cuando Dios está
llamando a Moisés para el
ministerio para enviarlo al
pueblo hebreo para la liberación.
Y en Apocalipsis, capítulo 8,
verso 1 en adelante, dice:
“Cuando abrió el séptimo sello,
se hizo silencio en el cielo como
por media hora.
Y vi a los siete ángeles que
estaban en pie ante Dios; y se
les dieron siete trompetas.
Otro ángel vino entonces y se
paró ante el altar, con un
incensario de oro; y se le dio
mucho incienso para añadirlo a
las oraciones de todos los
santos, sobre el altar de oro que
estaba delante del trono.
Y de la mano del ángel subió a
la presencia de Dios el humo del
incienso con las oraciones de
los santos.
Y el ángel tomó el incensario, y
lo llenó del fuego del altar, y lo
arrojó a la tierra; y hubo
truenos, y voces, y relámpagos,
y un terremoto”.
Que Dios bendiga nuestras
almas con Su Palabra y nos
permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL ÉXODO
DEL SÉPTIMO SELLO”.
Para poder comprender lo que es
el éxodo del Séptimo Sello
tenemos que comprender lo que
fue el éxodo del pueblo hebreo,
en donde hubo una persona de
otra dimensión, el que llevó a
cabo ese éxodo por medio del
profeta Moisés, llamado este
personaje de otra dimensión el
Ángel de Jehová o Ángel del
Pacto, el cual le apareció al
profeta Moisés; y Moisés vino a
ser el instrumento de ese Ángel
del Pacto para la realización del
éxodo del pueblo hebreo.
En el capítulo 23 del Éxodo,
verso 20 en adelante, verso 20 al
23, dice (hablando de ese
personaje, de ese Ángel):
“He aquí yo envío mi Ángel
delante de ti para que te guarde
en el camino, y te introduzca en
el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su
voz; no le seas rebelde; porque
él no perdonará vuestra
rebelión, porque mi nombre está
en él.
Pero si en verdad oyeres su voz
e hicieres todo lo que yo te
dijere, seré enemigo de tus
enemigos, y afligiré a los que te
afligieren.
Porque mi Ángel irá delante de
ti, y te llevará a la tierra del
amorreo, del heteo, del ferezeo,
del cananeo, del heveo y del
jebuseo, a los cuales yo haré
destruir”.
Aquí tenemos la promesa del
verdadero libertador del pueblo
hebreo, que fue el Ángel de
Jehová, el Ángel del Pacto, pero
tuvo que usar a un hombre
llamado Moisés, un profeta
dispensacional. Y ahora,
podemos ver todo el poder que
fue manifestado por el Ángel de
Jehová, el Ángel del Pacto.
Y ahora, ¿quién es este Ángel
del Pacto? Es el Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob.
Este Ángel del Pacto, vean
ustedes, está en Su cuerpo
teofánico de la sexta dimensión;
y en San Juan lo encontramos:
aquí en San Juan, capítulo 1, lo
encontramos; verso 1 al 14,
dice:
“En el principio era el Verbo, y
el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios.
Éste era en el principio con
Dios.
Todas las cosas por él fueron
hechas, y sin él nada de lo que
ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida
era la luz de los hombres”.
Este es el Verbo, que era con
Dios y era Dios. Y luego, sigue
diciendo:
“La luz en las tinieblas
resplandece, y las tinieblas no
prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de
Dios, el cual se llamaba
Juan (Juan el Bautista).
Éste vino por testimonio, para
que diese testimonio de la luz, a
fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que
diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que
alumbra a todo hombre, venía a
este mundo (¿Quién? Esa Luz
verdadera, que era la Luz de los
hombres, que es el Verbo, que
era con Dios y era Dios).
En el mundo estaba, y el mundo
por él fue hecho; pero el mundo
no le conoció (el mundo, ¿qué?,
no le conoció).
A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron.
Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados
de sangre, ni de voluntad de
carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne,
y habitó entre nosotros…”.
Habitó entre los seres humanos
el Verbo hecho carne; y el
Verbo era con Dios, y el Verbo
era Dios, y el Verbo fue el que
creó todas las cosas. ¿Y cómo se
puede entender todo esto? Sigue
diciendo:
“… (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad”.
Ahora, continuemos para ver el
cuadro completo; dice:
“Juan dio testimonio de él, y
clamó diciendo: Éste es de quien
yo decía: El que viene después
de mí, es antes de mí; porque
era primero que yo.
Porque de su plenitud tomamos
todos, y gracia sobre gracia”.
Ahora, vean ustedes, el que
viene después de Juan es
primero que Juan. ¿Y cómo se
puede entender esto, que venga
después de Juan y sea primero
que Juan? Porque Él es el
Verbo, que creó todas las cosas;
y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios. ¿Quién es el
que viene? Es el mismo Dios el
que viene con Su cuerpo
teofánico, metido dentro de un
cuerpo de carne llamado Jesús
de Nazaret.
“Pues la ley por medio de
Moisés fue dada, pero la gracia
y la verdad vinieron por medio
de Jesucristo.
A Dios nadie le vio jamás; el
unigénito Hijo, que está en el
seno del Padre, él le ha dado a
conocer”.
Ahora podemos ver quién era
Jesucristo y quién es Jesucristo:
es el Verbo, que era con Dios y
era Dios, y se hizo carne, y
habitó entre los seres humanos;
y vino a ser la promesa de
Isaías, capítulo 7, verso 14,
cumplida en medio del pueblo
hebreo, la cual dice de la
siguiente manera:
“Por tanto, el Señor mismo os
dará señal: He aquí que la
virgen concebirá, y dará a luz
un hijo, y llamará su nombre
Emanuel”.
Que traducido es: Dios con
nosotros. El Verbo con nosotros
hecho carne en medio de la raza
humana, en medio del pueblo
hebreo.
Cuando se habla del Verbo que
era con Dios y era Dios, se está
hablando del cuerpo teofánico
de Dios, de la sexta dimensión,
que era con Dios y era Dios
porque Dios estaba dentro de ese
cuerpo teofánico.
Y ese cuerpo teofánico que era
con Dios, en el cual estaba Dios
manifestado llevando a cabo la
Creación del universo completo,
de todas las cosas, encontramos
que luego se creó un cuerpo de
carne en el vientre de María; y
ese cuerpo de carne nació y en
ese cuerpo de carne habitó
¿quién? Dios, Emanuel, Dios
con nosotros, en la forma de un
niño allí naciendo; y después un
niñito creciendo, después un
joven y después una persona ya
adulta cuando tenía cerca de 30
años para comenzar Su
ministerio mesiánico de tres
años y medio, y cumplirse la
promesa del Mesías en medio
del pueblo hebreo; y los tres
primeros años de la semana
número setenta cumplirse bajo
el ministerio de Jesús, y morir a
la mitad de esa semana para
pagar el precio de la redención,
para así lavar nuestros pecados
con Su Sangre muriendo allí en
la Cruz del Calvario. Él tomó
nuestros pecados y se hizo
mortal.
Él, siendo inmortal, no podía
morir. Él decía1: “Nadie me
quita la vida (dijo). Yo la pongo
por mí mismo para volverla a
tomar”. Y para poder morir, para
hacerse mortal, tuvo que tomar
nuestros pecados, y entonces
morir como un pecador a causa
de nuestros pecados; dice que se
hizo pecado por nosotros2.
Y ahora, vino en un cuerpo
semejante al nuestro, a
semejanza de pecado3, o un
cuerpo como el nuestro pero por
creación divina, por lo tanto no
tenía pecado el cuerpo de Él.
Y ahora, encontramos que llevó
a cabo Su Obra de Redención
allí en la Cruz del Calvario. ¿Y
qué fue todo esto que pasó allí?
Pues nada menos que el Ángel
del Pacto que había libertado al
pueblo hebreo, luego se hizo
carne y vivió en medio los seres
humanos, en medio del pueblo
hebreo, y llevó a cabo la Obra
de Redención en medio del
pueblo hebreo en la Cruz del
Calvario, para el éxodo de los
hijos e hijas de Dios.
Así como se estableció en medio
del pueblo hebreo, para poder el
pueblo hebreo salir libre de
Egipto se estableció por Dios a
través del profeta Moisés el
sacrificio de un cordero pascual,
el cual el día 13 en la tarde del
mes primero del año religioso
hebreo fue sacrificado; y ese
cordero fue asado en fuego y se
lo comieron durante la noche.
Pero en las casas donde se
estaban comiendo ese cordero
estaba una señal en el dintel y en
los postes (o sea, los postes es el
marco), dintel y postes de la
puerta, estaba allí la sangre de
ese cordero aplicada en el dintel
y en los postes de la puerta; y
cuando la muerte esa noche a la
medianoche pasó por Egipto
matando a todos los
primogénitos de los egipcios,
cuando veía esa sangre aplicada
en el dintel de las casas de los
hebreos, la muerte no entraba
allí. Los primogénitos hebreos
estaban seguros, los que estaban
dentro de esa casa que tenía la
sangre del cordero aplicada.
Y ahora, todo esto sucedió para
poderse llevar a cabo el éxodo
del pueblo hebreo; y ya por la
mañana, el pueblo hebreo saldría
libre.
Y ahora miren, en el Éxodo,
capítulo 12, verso 17 en
adelante, dice:
“Y guardaréis la fiesta de los
panes sin levadura, porque en
este mismo día saqué vuestras
huestes de la tierra de Egipto;
por tanto, guardaréis este
mandamiento en vuestras
generaciones por costumbre
perpetua.
En el mes primero comeréis los
panes sin levadura, desde el día
catorce del mes por la tarde
hasta el veintiuno del mes por la
tarde.
Por siete días no se hallará
levadura en vuestras casas…”.
O sea que el día 14 del mes,
durante la tarde, cuando ya
estaba el sol para caer (que cae
de las 3:00 de la tarde en
adelante, comienza la caída del
sol), el sacrificio del cordero
tenía que ser efectuado, ser
preparado; y ya en la noche, ya
se lo comerían en las casas los
hebreos, y la sangre de ese
cordero estaría aplicada en el
dintel.
Ahora, miren ustedes, todo eso
tenían que prepararlo ¿qué día?
El día 14, porque ya el día 15 se
estarían comiendo ese cordero
en sus casas y todo el mundo
estaría dentro de sus casas.
Ahora, vean ustedes, los días en
medio del pueblo hebreo y los
años, todos terminan en la tarde
y comienzan en la tarde; en la
tarde del día 14 terminaría el día
14 y comenzaría ahí mismo, en
esa tarde, el día 15. Por eso es
que el pueblo hebreo comienza
el sábado en la tarde del viernes
a la caída del sol.
Y ahora, en la tarde del día 14
luego comenzaría el día 15, y
comenzaría el tiempo en donde
el cordero estaría ya dentro de
las casas asado en fuego, la
sangre aplicada en el dintel de
las casas; y estarían todos ellos
sirviendo a Dios, orando a Dios
y comiendo ese cordero pascual,
y la sangre aplicada en el dintel
de las casas. Eso fue así para el
pueblo hebreo porque al otro día
en la mañana saldrían
completamente libres.
Ahora, vean ustedes:
“En el mes primero comeréis los
panes sin levadura (o sea, en el
mes primero, o sea, en el primer
mes del año, que es el mes de
Abib), desde el día catorce del
mes por la tarde hasta el
veintiuno del mes por la tarde.
Por siete días no se hallará
levadura en vuestras casas;
porque cualquiera que comiere
leudado, así extranjero como
natural del país, será cortado de
la congregación de Israel.
Ninguna cosa leudada comeréis;
en todas vuestras habitaciones
comeréis panes sin levadura.
Y Moisés convocó a todos los
ancianos de Israel, y les dijo:
Sacad y tomaos corderos por
vuestras familias, y sacrificad la
pascua.
Y tomad un manojo de hisopo, y
mojadlo en la sangre que estará
en un lebrillo, y untad el dintel y
los dos postes con la sangre que
estará en el lebrillo; y ninguno
de vosotros salga de las puertas
de su casa hasta la
mañana (hasta la mañana).
Porque Jehová pasará hiriendo
a los egipcios; y cuando vea la
sangre en el dintel y en los dos
postes, pasará Jehová aquella
puerta, y no dejará entrar al
heridor en vuestras casas para
herir.
Guardaréis esto por estatuto
para vosotros y para vuestros
hijos para siempre.
Y cuando entréis en la tierra que
Jehová os dará, como prometió,
guardaréis este rito.
Y cuando os dijeren vuestros
hijos: ¿Qué es este rito
vuestro?,
vosotros responderéis: Es la
víctima de la pascua de Jehová,
el cual pasó por encima de las
casas de los hijos de Israel en
Egipto, cuando hirió a los
egipcios, y libró nuestras casas.
Entonces el pueblo se inclinó y
adoró.
Y los hijos de Israel fueron e
hicieron puntualmente así, como
Jehová había mandado a Moisés
y a Aarón.
Y aconteció que a la
medianoche Jehová hirió a todo
primogénito en la tierra de
Egipto, desde el primogénito de
Faraón que se sentaba sobre su
trono hasta el primogénito del
cautivo que estaba en la cárcel,
y todo primogénito de los
animales.
Y se levantó aquella noche
Faraón, él y todos sus siervos, y
todos los egipcios; y hubo un
gran clamor en Egipto, porque
no había casa donde no hubiese
un muerto.
E hizo llamar a Moisés y a
Aarón de noche, y les dijo: Salid
de en medio de mi pueblo
vosotros y los hijos de Israel, e
id, servid a Jehová, como habéis
dicho.
Tomad también vuestras ovejas
y vuestras vacas, como habéis
dicho, e idos; y bendecidme
también a mí.
Y los egipcios apremiaban al
pueblo, dándose prisa a
echarlos de la tierra; porque
decían: Todos somos muertos.
Y llevó el pueblo su masa antes
que se leudase, sus masas
envueltas en sus sábanas sobre
sus hombros.
E hicieron los hijos de Israel
conforme al mandamiento
de Moisés (Jehová), pidiendo de
los egipcios alhajas de plata, y
de oro, y vestidos.
Y Jehová dio gracia al pueblo
delante de los egipcios, y les
dieron cuanto pedían; así
despojaron a los egipcios”.
Ahora podemos ver cómo
sucedió esta salida del pueblo
hebreo de Egipto; y ahora,
salieron de la tierra de la
esclavitud hacia la tierra de la
promesa, hacia la tierra
prometida, donde serían
establecidos por Dios.
Ahora, vean cómo Dios tuvo un
profeta para este éxodo del
pueblo hebreo.
Ahora, encontramos que esto es
tipo y figura del éxodo de los
hijos e hijas de Dios, de los
escogidos de Dios, porque hay
un Israel terrenal y también hay
un Israel celestial; hay una
descendencia de Abraham según
la carne (el pueblo hebreo) y hay
una descendencia que viene por
medio de Cristo, una
descendencia celestial.
Para lo cual habló el apóstol San
Pablo en su carta a los Gálatas, y
vamos a ver lo que nos dice ahí
en su carta a los Gálatas, vamos
a ver... Gálatas, capítulo 4,
versos 22 en adelante, dice:
“Porque está escrito que
Abraham tuvo dos hijos; uno de
la esclava, el otro de la libre (o
sea, uno de Agar, el cual fue
Ismael, y el otro de Sara, el cual
fue Isaac).
Pero el de la esclava nació
según la carne; mas el de la
libre, por la promesa.
Lo cual es una alegoría, pues
estas mujeres son los dos
pactos; el uno proviene del
monte Sinaí, el cual da hijos
para esclavitud; éste es Agar”.
¿Y dónde fue que el pueblo
hebreo recibió la Ley, el pacto
de la Ley? En el monte Sinaí; y
está representado el pueblo
hebreo en el pacto que recibió el
pueblo hebreo en Agar y su hijo
Ismael; o sea que en Ismael, en
esta alegoría o esta parábola,
está representado el pueblo
hebreo. Aunque para el pueblo
hebreo no es muy agradable esta
parábola, porque en otras
parábolas o en otras alegorías o
en otros tipos y figuras, el
pueblo hebreo está representado
en Isaac y también en Jacob;
pero para este caso San Pablo
coloca al pueblo hebreo bajo la
Ley, bajo el simbolismo de Agar
e Ismael.
“Porque Agar es el monte Sinaí
en Arabia, y corresponde a la
Jerusalén actual, pues ésta,
junto con sus hijos, está en
esclavitud.
Mas la Jerusalén de arriba, la
cual es madre de todos nosotros,
es libre (y ahí está representada
la Jerusalén de arriba, ¿en
quién?, en Sara).
Porque está escrito:
Regocíjate, oh estéril, tú que no
das a luz (esa es Sara en tipo y
figura, tipificando a la Iglesia);
Prorrumpe en júbilo y clama, tú
que no tienes dolores de parto;
Porque más son los hijos de la
desolada, que de la que tiene
marido.
Así que, hermanos, nosotros,
como Isaac, somos hijos de la
promesa.
Pero como entonces el que
había nacido según la carne
perseguía al que había nacido
según el Espíritu, así también
ahora”.
Por eso la persecución que
Ismael efectuaba contra Isaac.
Ismael era como 13 años mayor
que Isaac (13 o 14 años). Y
ahora encontramos que Ismael
se burlaba de Isaac cuando ya
Isaac había nacido, y lo
perseguía; y por eso fue que
Sara le dijo a Abraham: “Echa
fuera a la sierva y a su hijo,
porque no heredará el hijo de la
sierva con mi hijo”. Y Dios le
dijo que lo hiciera así, le dijo a
Abraham: “Hazlo de esa forma,
como ella te ha dicho”4.
“Mas ¿qué dice la Escritura?
Echa fuera a la esclava y a su
hijo, porque no heredará el hijo
de la esclava con el hijo de la
libre.
De manera, hermanos, que no
somos hijos de la esclava, sino
de la libre”.
Y ahora, en Hebreos, capítulo
12, versos 18 en adelante, dice:
“Porque no os habéis acercado
al monte que se podía palpar (o
sea, al monte Sinaí), y que ardía
en fuego, a la oscuridad, a las
tinieblas y a la tempestad (así
estaba el monte cuando Dios
estaba dando Su Ley allí al
pueblo hebreo),
al sonido de la trompeta, y a la
voz que hablaba, la cual los que
la oyeron rogaron que no se les
hablase más,
porque no podían soportar lo
que se ordenaba: Si aun una
bestia tocare el monte, será
apedreada, o pasada con dardo;
y tan terrible era lo que se veía,
que Moisés dijo: Estoy
espantado y temblando;
sino que os habéis acercado al
monte de Sion, a la ciudad del
Dios vivo, Jerusalén la celestial,
a la compañía de muchos
millares de ángeles,
a la congregación de los
primogénitos que están inscritos
en los cielos, a Dios el Juez de
todos, a los espíritus de los
justos hechos perfectos,
a Jesús el Mediador del nuevo
pacto, y a la sangre rociada que
habla mejor que la de Abel.
Mirad que no desechéis al que
habla. Porque si no escaparon
aquellos que desecharon al que
los amonestaba en la tierra,
mucho menos nosotros, si
desecháremos al que amonesta
desde los cielos.
La voz del cual conmovió
entonces la tierra, pero ahora
ha prometido, diciendo: Aún
una vez, y conmoveré no
solamente la tierra, sino
también el cielo.
Y esta frase: Aún una vez, indica
la remoción de las cosas
movibles, como cosas hechas,
para que queden las
inconmovibles.
Así que, recibiendo nosotros un
reino inconmovible, tengamos
gratitud, y mediante ella
sirvamos a Dios agradándole
con temor y reverencia;
porque nuestro Dios es fuego
consumidor”.
Aquí podemos ver que nos
hemos acercado no al monte
Sinaí, sino al Monte de Sion,
que es la Iglesia del Señor
Jesucristo. Y ese Monte es el
lugar donde Dios habla; así
como habló en el monte Sinaí,
ahora Dios habla en el Monte de
Sion, en Su Iglesia.
Y ahora vamos a ver cómo Dios
ha estado hablando en el Monte
de Sion, en Su Iglesia, de edad
en edad, ha estado hablando de
edad en edad en Su Monte, en el
Monte de Sion, que es Su
Iglesia.
Jesucristo en Espíritu Santo
manifestado por medio de cada
ángel mensajero ha estado
hablando en cada edad en Su
Iglesia y ha estado llamando y
juntando a Sus escogidos de
edad en edad. Y ahora en el Día
Postrero nos encontramos en la
parte más alta del Monte de
Sion, en la Edad de la Piedra
Angular, en la cima del Monte
de Sion, donde Él habla ahí
también por medio de Su Ángel
Mensajero todas estas cosas que
deben suceder pronto, y nos
prepara así para en el Día
Postrero ser transformados y
raptados, conforme a la promesa
divina, e ir con Cristo a la Cena
de las Bodas del Cordero en el
Cielo.
Ahora, el sacrificio del Cordero
pascual para los escogidos de
Dios ya fue realizado en la Cruz
del Calvario, para el éxodo de
los hijos e hijas de Dios.
Encontramos que ya ese éxodo
comenzó y ha estado
manifestándose ese éxodo
espiritual, en donde Cristo ha
estado sacando a Sus hijos; los
ha estado sacando, libertando
del mundo, porque ha estado
llamando y juntando a Sus
escogidos de edad en edad, y
Sus escogidos han estado
creyendo en Jesucristo como su
Salvador, han estado lavando
sus pecados en la Sangre de
Cristo y han estado recibiendo el
Espíritu de Cristo; y por
consiguiente han sido sellados
con el Sello del Dios vivo y han
estado pasando por estas etapas
por las cuales pasó el pueblo
hebreo allí en la noche en que
estaban comiendo el cordero
pascual.
Encontramos que durante estas
siete edades de la Iglesia gentil
hemos estado comiéndonos el
Cordero pascual. Cristo dijo5:
“El que no coma mi carne y
beba mi Sangre no tiene vida
permaneciente en sí mismo”. Y
al creer en Cristo como nuestro
Salvador, y lavar nuestros
pecados en la Sangre de Cristo,
y recibir Su Espíritu Santo, y
perseverar en el Cuerpo Místico
de Cristo recibiendo la Palabra
de Dios para el tiempo o edad en
que nos toca vivir, estamos
comiéndonos…, dentro de la
Casa de Dios (que es la Iglesia
de Jesucristo) nos estamos
comiendo la Palabra, que es
Cristo, el Cordero Pascual.
Hemos estado comiendo esa
Palabra: hemos estado
recibiendo a Cristo como
nuestro Salvador, hemos estado
creyendo en Cristo como
nuestro Salvador, hemos estado
comiendo el Cordero Pascual.
Y con Su muerte en la Cruz del
Calvario, y teniéndolo dentro de
la Casa de Dios (que es Su
Iglesia), y Su Sangre aplicada en
el dintel de la Casa, y aplicada
en el alma, en el corazón de
cada hijo e hija de Dios,
encontramos que Dios ha estado
preservando la vida de Sus
primogénitos, de Sus escogidos
de edad en edad.
La muerte espiritual está suelta
en este planeta Tierra, pero los
que están dentro de la Casa de
Dios, dentro de la Iglesia de
Cristo, tienen la Sangre de
Cristo aplicada no solamente en
el Cuerpo Místico de Cristo
como grupo o como Templo
espiritual, sino también en cada
uno como individuo; porque
somos templo de Dios, del
Espíritu Santo, por lo tanto está
aplicada en el dintel y los postes
de nuestra alma, de nuestro
corazón; está aplicada en
nuestro corazón, en nuestra
alma, está aplicada también en
nuestro espíritu y en todo
nuestro ser.
Y ahora, podemos ver que han
transcurrido unos dos mil años
aproximadamente, y de un
momento a otro hemos de salir
de esta Tierra: hemos de ser
transformados y hemos de ir con
Cristo a la Cena de las Bodas del
Cordero en el Cielo; hemos de
llegar a la tierra prometida,
como Él ha prometido, y
también hemos de llegar a la
tierra prometida del glorioso
Reino Milenial de nuestro
amado Señor Jesucristo.
Así que vean ustedes el por qué
en este Día Postrero nosotros
llegaremos a la tierra prometida
del glorioso Reino Milenial, a la
tierra prometida del nuevo
cuerpo y a la tierra prometida
del Cielo, en donde estaremos
en la Cena de las Bodas del
Cordero.
Y ahora, encontramos que
durante la Dispensación de la
Gracia todo creyente ha llegado
a la tierra prometida del
bautismo del Espíritu Santo (eso
es también llegar a la tierra
prometida), pero recuerden que
eso es bajo este tiempo o años
que han estado transcurriendo;
porque se ha estado llevando a
cabo una Obra espiritual, por lo
tanto es en el campo espiritual
que todo esto se ha estado
llevando a cabo.
Y para este tiempo final hemos
de tener una materialización de
todo eso que en lo espiritual ha
ocurrido para llegar a la tierra
prometida del nuevo cuerpo, el
cuerpo eterno que Cristo ha
prometido para nosotros, y para
llegar a la tierra prometida del
glorioso Reino Milenial.
Nos dijo el precursor de la
Segunda Venida de Cristo en la
página 103 del libro de Citas;
dice:
895 - “El primer éxodo, ¿qué
fue lo que hizo Él? Él los sacó
de una tierra natural (y los llevó
¿a dónde?) a una tierra natural;
el segundo éxodo, los trajo de
una condición espiritual al
bautismo espiritual del Espíritu
Santo (ese segundo éxodo lo
hizo Jesucristo en Su Primera
Venida); y ahora los está
trayendo del bautismo espiritual
del Espíritu Santo a la tierra
eternal del milenio y al grande
futuro”.
También (esto fue el verso 895),
vamos a ver:
890 - “Es tiempo de Éxodo, es
tiempo de la llamada a la tierra
prometida”.
Dice también en otro verso aquí:
894 - “Dios está llamando a su
pueblo escogido y ya han sido
elegidos. Y ahora ¿están
elegidos para qué? Para una
resurrección. ¿Y qué clase de
señal les está enseñando Él? La
señal de la resurrección”.
Y ahora vamos a ver otro lugar.
Dice:
887 - “Es solamente la tierna
mano de Jehová, guiándolos
hacia el Árbol de la Vida”.
Y el verso 888, de la misma
página 103 del libro de Citas,
dice:
888 - “Antes de que
encontremos lo que contiene
este éxodo, voy a tipificar el
éxodo entonces con el éxodo de
ahora, y vea usted si esto no
está corriendo exactamente
paralelo. Uno de ellos es
natural y es la misma cosa que
Él hizo en lo natural (o sea,
ahora lo espiritual es lo mismo
que había hecho en lo natural,
pero en el campo espiritual). Él
está tipificándolo otra vez
(antitipificándolo) en lo
espiritual. El éxodo espiritual.
889 - La mente espiritual puede
mirar hacia Egipto y ver
levantarse la persecución; ver a
José ser llevado en orden para
que se levantase la persecución.
Entonces miramos a Dios con su
rueda dentro de la rueda, todo
moviéndose alrededor
perfectamente; miramos a
Potifar rechazar a José, miran
la mentira que se dijo y miran a
José en la prisión con su barba.
Excomulgado de sus hermanos,
pero entonces, de repente Dios
obró. Entonces podemos ver la
rueda moviéndose dentro de la
rueda, el gran plan de Dios
moviendo todas las cosas a este
éxodo, este tiempo. Él llamará a
su pueblo a su tierra otra vez”.
Y ahora, ¿quién fue el que
realizó, el que hizo aquel éxodo?
El Ángel de Jehová, el Ángel del
Pacto, el cual descendió y le dijo
a Moisés que había venido para
la liberación del pueblo hebreo.
Dice [Éxodo 3:7]:
“Dijo luego Jehová: Bien he
visto la aflicción de mi pueblo
que está en Egipto, y he oído su
clamor a causa de sus
exactores (opresores); pues he
conocido sus angustias,
y he descendido para librarlos
de mano de los egipcios, y
sacarlos de aquella tierra a una
tierra buena y ancha, a tierra
que fluye leche y miel…”.
Ahora vean cómo Dios
descendió; y lo vimos en un
árbol allí manifestado en forma
de Luz, hablándole a Moisés y
diciéndole: “Yo soy el Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob”,
y enviando a Moisés para la
liberación del pueblo hebreo.
Y para el Día Postrero, vamos a
ver lo que Cristo dice por medio
de San Pablo; en Primera de
Tesalonicenses, capítulo 4, verso
13 en adelante, dice:
“Tampoco queremos, hermanos,
que ignoréis acerca de los que
duermen, para que no os
entristezcáis como los otros que
no tienen esperanza.
Porque si creemos que Jesús
murió y resucitó, así también
traerá Dios con Jesús a los que
durmieron en él.
Por lo cual os decimos esto en
palabra del Señor: que nosotros
que vivimos, que habremos
quedado hasta la venida del
Señor, no precederemos a los
que durmieron.
Porque el Señor mismo con voz
de mando, con voz de arcángel,
y con trompeta de Dios,
descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán
primero”.
Allá estaba descendiendo del
Cielo Dios, el Dios de Abraham,
de Isaac y de Jacob, y estaba
apareciéndole a Moisés y estaba
enviando al profeta Moisés,
estaba colocando en la Tierra el
ministerio de Moisés; y el
ministerio de Moisés vuelve en
el Día Postrero para estar en el
éxodo del Día Postrero.
Y ahora aquí dice cómo
descenderá: con Aclamación
(que es esta Voz de Mando), con
Voz de Arcángel y con
Trompeta de Dios:
“… y los muertos en Cristo
resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos,
los que hayamos quedado,
seremos arrebatados juntamente
con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el
Señor”.
Y en Primera de Corintios,
capítulo 15, versos 49 al 56, nos
habla de la resurrección de los
muertos en Cristo y de la
transformación nuestra, y del
rapto o arrebatamiento nuestro,
y nos dice que primero ocurrirá
¿qué? Ocurrirá algo que no
podemos dejar pasar por alto, y
vamos a ver lo que es. Primera
de Corintios, capítulo 15, verso
49 al 56, dice:
“Y así como hemos traído la
imagen del terrenal, traeremos
también la imagen del celestial.
Pero esto digo, hermanos: que
la carne y la sangre no pueden
heredar el reino de Dios, ni la
corrupción hereda la
incorrupción.
He aquí, os digo un misterio: No
todos dormiremos; pero todos
seremos transformados,
en un momento, en un abrir y
cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la
trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y
nosotros seremos
transformados.
Porque es necesario que esto
corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se
vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se
haya vestido de incorrupción, y
esto mortal se haya vestido de
inmortalidad, entonces se
cumplirá la palabra que está
escrita: Sorbida es la muerte en
victoria”.
Y ahora vean todas las cosas que
sucederán luego que haya
sonado la Trompeta Final, luego
que haya dado Su Mensaje esa
Gran Voz de Trompeta o
Trompeta Final, que es la
Trompeta del Evangelio del
Reino revelándonos el misterio
de Su Venida en el Día Postrero;
así como para el primer éxodo
hubo una manifestación de Dios,
Su Venida.
Y ahora, Cristo nos habló de la
Venida del Hijo del Hombre
también; dice capítulo 16, verso
27 en adelante, dice [San
Mateo]:
“Porque el Hijo del Hombre
vendrá en la gloria de su Padre
con sus ángeles, y entonces
pagará a cada uno conforme a
sus obras”.
Y luego, en el Monte de la
Transfiguración vimos al Hijo
del Hombre viniendo en la
gloria de Su Padre, viniendo con
Sus Ángeles, que son los
ministerios de Moisés y Elías
allí manifestados; y en San
Mateo, capítulo 25, le preguntan
a Jesús los discípulos, hablan
con Él y le dicen (capítulo 24,
verso 3):
“Y estando él sentado en el
monte de los Olivos, los
discípulos se le acercaron
aparte, diciendo: Dinos,
¿cuándo serán estas cosas, y
qué señal habrá de tu venida, y
del fin del siglo (mundo)?”.
¿Cuándo serán qué cosas? La
destrucción de Jerusalén.
Él les dijo6: “Cuando ustedes
vean a Jerusalén cercada de
ejércitos, ha llegado el
momento. El que esté dentro de
ella salga de allí, y el que esté
fuera no entre a ella”. Esto se
cumplió cuando el general
romano Tito cercó a Jerusalén;
por dos o tres años la tuvo
cercada, y permitió que pudieran
salir los que estaban dentro; pero
luego que terminó el plazo que
él dio, luego entró a Jerusalén y
destruyó a Jerusalén, destruyó el
templo y crucificó cientos o
miles de personas; y colocó esas
cruces en frente a las murallas,
alrededor de todas las murallas,
y ya no había lugar dónde
colocar más cruces porque todo
estaba lleno alrededor de las
murallas.
Y ahí se cumplió la profecía de
Jesús, que Jerusalén sería
destruida. ¿Por qué? ¿Por qué
sería destruida Jerusalén? El
mismo Jesús puede decir por
qué, porque Él lo dijo en el
capítulo 19, verso 41 al 44,
cuando llegó cerca de la ciudad
de Jerusalén el día de Su entrada
triunfal; dice [San Lucas]:
“Y cuando llegó cerca de la
ciudad, al verla, lloró sobre
ella,
diciendo: ¡Oh, si también tú
conocieses, a lo menos en este tu
día, lo que es para tu paz! Mas
ahora está encubierto de tus
ojos.
Porque vendrán días sobre ti,
cuando tus enemigos te
rodearán con vallado, y te
sitiarán, y por todas partes te
estrecharán,
y te derribarán a tierra, y a tus
hijos dentro de ti, y no dejarán
en ti piedra sobre piedra, por
cuanto no conociste el tiempo de
tu visitación”.
No conocieron el tiempo de la
visitación divina, de Dios en
carne humana, el Verbo hecho
carne, y por consiguiente
rechazaron al Verbo hecho
carne, rechazaron a Dios
manifestado en carne humana; y
el que rechaza la bendición de
Dios solamente puede esperar
después la maldición o juicio
divino; porque cuando se
rechaza la bendición de Dios
siendo manifestada, cuando se
rechaza la Venida de Dios
manifestado en carne humana en
el instrumento que Él tiene para
ese tiempo, se está rechazando
la bendición de Dios, la
misericordia de Dios; después
solamente lo que vendrá es el
juicio divino para esas personas.
Pero para los que recibieron la
bendición de Dios, esa
bendición de Dios se estará
extendiendo sobre las personas
que la han recibido, la
misericordia de Dios estará
manifestada en esas personas.
Ahora, Cristo ha hablado acerca
de Su Venida para el Día
Postrero, de la Venida del Hijo
del Hombre, y eso será como
vino allá en el monte Sinaí para
hablar con Moisés y enviarlo en
ese éxodo del pueblo hebreo.
Jesús hace una pregunta en el
capítulo 18 y verso 8; vamos a
leer por aquí. Capítulo 18, verso
8, de San Lucas, dice:
“Pero cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿hallará fe en la
tierra?”.
¿Hallará fe en la Tierra,
revelación en la Tierra, para
creer en la Venida del Hijo del
Hombre?
Ahora vamos a ver cómo vendrá
el Hijo del Hombre. San Mateo,
capítulo 24, verso 30 al 31, dice:
“Entonces aparecerá la señal
del Hijo del Hombre en el cielo;
y entonces lamentarán todas las
tribus de la tierra, y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre
las nubes del cielo, con poder y
gran gloria”.
Febrero 28 de 1963,
apareció esta nube misteriosa,
formada por los siete ángeles
mensajeros de las siete edades
de la Iglesia gentil y un Ángel
diferente a esos siete ángeles
mensajeros, el cual es el Ángel
del Pacto, el Ángel de Jehová,
Jesucristo en Su cuerpo
teofánico. Todos estos ángeles
en esta nube están en sus
cuerpos teofánicos, y ahí
aparece Jesucristo, el Ángel del
Pacto, en Su cuerpo teofánico
también.
En Apocalipsis, capítulo 10,
verso 1 en adelante, dice:
“Vi descender del cielo a otro
ángel fuerte, envuelto en una
nube, con el arco iris sobre su
cabeza; y su rostro era como el
sol, y sus pies como columnas de
fuego.
Tenía en su mano un librito
abierto; y puso su pie derecho
sobre el mar, y el izquierdo
sobre la tierra;
y clamó a gran voz, como ruge
un león; y cuando hubo
clamado, siete truenos emitieron
sus voces”.
Ese Ángel Fuerte que desciende
del Cielo ahí es este Ángel que
era diferente a los demás, el cual
está aquí formando la cabellera
blanca del rostro del Señor, que
está formado por esta nube de
ángeles.
Y ahora, vean cómo aparece en
las nubes el Hijo del Hombre,
vean cómo aparece en las nubes
el Ángel del Pacto, el Ángel de
Jehová; y ahí está el Ángel de
Jehová, el cual era diferente a
los demás.
Ese es el mismo Ángel que
libertó al pueblo hebreo, ese es
el Ángel que le apareció al
profeta Moisés, ese es el Ángel
que dice en Éxodo, capítulo 23,
verso 20 al 23: “He aquí yo
envío mi Ángel delante de
vosotros” o “delante de ti”…
Vamos a leerlo. Éxodo, capítulo
23, verso 20 en adelante, dice:
“He aquí yo envío mi Ángel
delante de ti para que te guarde
en el camino, y te introduzca en
el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su
voz; no le seas rebelde; porque
él no perdonará vuestra
rebelión, porque mi nombre está
en él”.
¿Dónde está el Nombre de Dios?
En Su Ángel, en ese Ángel que
es enviado, el cual es el cuerpo
teofánico donde Dios está
manifestado, en el cual le
apareció a Moisés y le apareció
al pueblo hebreo en diferentes
ocasiones; pero luego ese Ángel
(que es el mismo Dios en Su
cuerpo teofánico) se manifestó
en carne humana en la persona
de Jesús de Nazaret; allí se hizo
hombre, se hizo carne, y habitó
entre los seres humanos como
un hombre, como un profeta en
medio del pueblo hebreo.
Por eso es que Jesús dijo,
leyendo Isaías 61: “Hoy se ha
cumplido esta Escritura delante
de vosotros”. ¿Por qué? Porque
Él es el hombre ungido con el
Espíritu Santo, Él es el hombre
ungido con ese Ángel de Jehová
o Ángel de Dios. Dice capítulo
4, verso 14 en adelante, de San
Lucas, dice:
“Y Jesús volvió en el poder del
Espíritu a Galilea, y se difundió
su fama por toda la tierra de
alrededor.
Y enseñaba en las sinagogas de
ellos, y era glorificado por
todos.
Vino a Nazaret, donde se había
criado; y en el día de reposo
entró en la sinagoga, conforme
a su costumbre, y se levantó a
leer.
Y se le dio el libro del profeta
Isaías; y habiendo abierto el
libro, halló el lugar donde
estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre
mí,
Por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los
cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los
oprimidos;
A predicar el año agradable del
Señor.
Y enrollando el libro, lo dio al
ministro, y se sentó; y los ojos
de todos en la sinagoga estaban
fijos en él.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha
cumplido esta Escritura delante
de vosotros”.
La Escritura del hombre que
estaría ungido con el Espíritu de
Dios. Dice:
“El Espíritu del Señor está
sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los
cautivos…”.
¿Ven? Ahí está pregonando el
éxodo, el éxodo que tenía que
anunciar.
Y ahora, vean ustedes quién era
el ungido con el Espíritu de
Jehová, con el Espíritu de Dios:
el ungido con ese Ángel de
Jehová, ese Ángel del Pacto, era
Jesús de Nazaret; en Él estaba el
Ángel del Pacto, el Ángel de
Jehová, que es el mismo Dios
con Su cuerpo teofánico, estaba
dentro de ese cuerpo de carne
llamado Jesús llevando a cabo
ese segundo éxodo, en donde
produciría una liberación
espiritual para todos los hijos de
Dios.
Y para el Día Postrero vendría
nuevamente manifestado (¿para
qué?) para la parte física, para
nuestra salida de este planeta
Tierra e ir a la Cena de las
Bodas del Cordero en el Cielo
con un cuerpo eterno.
Y ahora, vean ustedes que es
durante la noche de las siete
etapas de la Iglesia gentil que la
muerte ha estado azotando el
planeta Tierra; pero vean
ustedes, durante la mañana el
pueblo hebreo salió libre. Y
ahora, en la mañana de un nuevo
día dispensacional y de un
nuevo día milenial, del séptimo
milenio, todos los hijos e hijas
de Dios saldremos libres con un
cuerpo eterno: saldremos libres
los que estamos vivos siendo
transformados y saldrán libres
los de las edades pasadas, libres
físicamente, obteniendo un
cuerpo nuevo en la resurrección,
un cuerpo eterno; e iremos a la
Cena de las Bodas del Cordero
en el Cielo.
Y luego regresaremos después
de tres años y medio, después de
los tres años y medio de la gran
tribulación, que será el mismo
tiempo que pasaremos en el
Cielo con Cristo en la Cena de
las Bodas del Cordero; luego
regresaremos a la Tierra para el
glorioso Reino Milenial, para la
nueva Tierra, la tierra prometida
como tierra y como reino que Él
nos dará, al cual Él nos llevará
cuando ya estemos con el cuerpo
nuevo, el cuerpo eterno y
glorificado.
Y ahora, ¿quién es el que está
llevando a cabo toda esta labor
del Día Postrero, donde están
siendo llamados y juntados
todos los escogidos de Dios de
este tiempo final, para pronto ser
transformados cuando los
muertos en Cristo resuciten y
nosotros los que vivimos seamos
transformados? Dice
Apocalipsis, capítulo 22, verso
16:
“Yo Jesús he enviado mi ángel
para daros testimonio de estas
cosas en las iglesias”.
¿Quién es el que envía Su Ángel
Mensajero? Es el Ángel del
Pacto, el Ángel de Jehová, el
cual estará manifestado en Su
Ángel Mensajero dándonos a
conocer todas estas cosas que
deben suceder pronto; Él estará
en Su Ángel Mensajero
manifestado hablándonos con
esa Gran Voz de Trompeta de
Apocalipsis, capítulo 1, verso 10
al 11, donde dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el
día del Señor, y oí detrás de mí
una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la
Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega?,
¿quién es el primero y el último?
Nuestro amado Salvador
Jesucristo. Él es el que está
hablando en el Día Postrero con
esa Gran Voz de Trompeta del
Evangelio del Reino todas estas
cosas que deben suceder pronto.
Y ahora, en Apocalipsis,
capítulo 4, verso 1, dice:
“Después de esto miré, y he
aquí una puerta abierta en el
cielo; y la primera voz que oí,
como de trompeta, hablando
conmigo, dijo: Sube acá, y yo te
mostraré las cosas que
sucederán después de éstas”.
“Sube (¿a dónde?) acá (a la
Edad de la Piedra Angular), y te
mostraré (¿Cómo? Por medio de
Su Ángel Mensajero, por
supuesto), te mostraré las cosas
que sucederán después de estas
que han sucedido”.
Ahora, hay cosas que tienen que
suceder en el tiempo de la Edad
de la Piedra Angular, tanto en
medio de la Iglesia de Jesucristo
como en este mundo, y todas
esas cosas serán dadas a conocer
a los hijos e hijas de Dios en la
Edad de la Piedra Angular por
medio de la manifestación de
Jesucristo, el Ángel del Pacto, a
través de carne humana, a través
de Su Ángel Mensajero.
Y por eso es que las cosas que
Él dijo que nos mostraría, todas
esas cosas que han de suceder
después de las que ya han
sucedido en las siete edades de
la Iglesia gentil, ahora son dadas
a conocer a la Iglesia de
Jesucristo por medio de Su
Ángel Mensajero, porque en ese
Ángel Mensajero estará en el
Día Postrero el Ángel del Pacto,
el Ángel de Jehová manifestado.
Ese Ángel de Jesucristo es el
Ungido, el ungido con el
Espíritu Santo, el ungido con el
Ángel del Pacto en el Día
Postrero.
Y ahora, vean ustedes, ese es el
Ángel de Apocalipsis, capítulo
7, verso 2 en adelante, que viene
con el Sello del Dios vivo; y el
Sello del Dios vivo es el Espíritu
Santo: “No contristéis al
Espíritu Santo de Dios, con el
cual fuisteis sellados para el día
de la redención”. Efesios,
capítulo 4, verso 30.
Y Efesios, capítulo 1, verso 10
al 14, también da testimonio que
hemos recibido las arras de
nuestra salvación, que es el
Espíritu Santo; o sea, el
bautismo del Espíritu Santo, el
cual se recibe cuando la persona
cree en Cristo como nuestro
Salvador y lava sus pecados en
la Sangre de Cristo y recibe el
Espíritu de Cristo; ha recibido
las arras de nuestra salvación, ha
recibido las primicias del
Espíritu, y ha recibido así el
cuerpo teofánico de la sexta
dimensión, que es el espíritu
teofánico que hemos de tener
por toda la eternidad.
Por causa de que cuando hemos
nacido en este planeta Tierra
hemos nacido en un cuerpo
mortal, corruptible, en la
permisiva voluntad de Dios, y
hemos recibido un espíritu del
mundo en la permisiva voluntad
de Dios también, por eso se
requiere un nuevo nacimiento,
un nuevo nacimiento en el cual
hemos de obtener un nuevo
espíritu y un nuevo cuerpo; y
comienza ese nuevo trabajo con
Cristo dándonos el nuevo
espíritu (el espíritu teofánico de
la sexta dimensión), y en el Día
Postrero nos dará el nuevo
cuerpo (el cuerpo físico eterno y
glorificado), en el cual
viviremos por toda la eternidad;
y seremos a imagen y semejanza
de nuestro amado Señor
Jesucristo.
Ahora, con el nuevo nacimiento,
recibiendo el Espíritu de Cristo,
ya tenemos vida eterna, pero en
lo físico, el cuerpo físico no
tiene vida eterna, el cuerpo
físico tiene vida temporal; pero
tenemos la promesa para en el
Día Postrero recibir un cuerpo
con vida eterna, un cuerpo
inmortal, incorruptible, el cual
Cristo nos dará a nosotros los
que vivimos; y a los muertos en
Cristo les dará también ese
nuevo cuerpo resucitándolos en
ese cuerpo eterno, y a nosotros
nos transformará en este tiempo
final.
Si alguno de los nuestros se va
antes de ese momento, no se
preocupe: regresará en un nuevo
cuerpo, un cuerpo jovencito, un
cuerpo eterno que estará
representando por toda la
eternidad de 18 a 21 años de
edad. Así que no hay problema,
tanto para los que se van antes
de ese momento de la
transformación como para los
que queden aquí.
Los que quedamos aquí
continuamos luchando,
trabajando en la Obra de Cristo;
y aunque tengamos pruebas,
problemas y suframos aquí en la
Tierra: “Si sufrimos con Él,
reinaremos con Él”7, dice la
Escritura, dice San Pablo en
Romanos, capítulo 8, verso 14 al
39, en donde nos habla también
de la manifestación gloriosa de
los hijos de Dios, que es la
manifestación de los hijos e
hijas de Dios en cuerpos eternos,
cuerpos glorificados, con
espíritus eternos también; lo
cual se materializará en este
tiempo final, en donde
recibiremos el cuerpo físico
eterno y glorificado, y seremos a
imagen y semejanza de
Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, todo esto está envuelto
en el éxodo que Cristo está
llevando a cabo en este tiempo
final. Por eso es que está
llamando y juntando a todos Sus
escogidos: para llevarnos a la
gloriosa tierra milenial, al
glorioso Reino Milenial; pero
recuerden, todo tiene un proceso
por el cual pasar. Dios no obra si
no tiene un programa ya de
antemano preparado.
Y, vean ustedes, el éxodo
siempre es para los primogénitos
de Dios, así como el éxodo para
el pueblo hebreo ha sido para la
nación hebrea, porque ese es el
pueblo (como nación)
primogénito delante de Dios; y
por eso Jesucristo también pasó
por esa etapa.
Vean ustedes, Él estuvo en
Egipto, y de Egipto Dios lo
llamó, y le dijo a José que
regresara de Egipto a la tierra de
Israel, así como llamó de Egipto
al pueblo hebreo y lo llevó a la
tierra prometida.
Y a cada hijo e hija de Dios lo
ha llamado del mundo, de este
mundo, que es representado en
Egipto, y nos ha colocado en la
tierra prometida del Espíritu
Santo, del bautismo del Espíritu
Santo; y luego en el Día
Postrero nos colocará en la tierra
prometida del nuevo cuerpo, del
cuerpo eterno, y nos colocará
también en la tierra prometida
del glorioso Reino Milenial de
Cristo.
Ahora podemos ver quién es el
que lleva a cabo ese éxodo. ¿Es
quién? Es Jesucristo, el Ángel
del Pacto, el Ángel de Jehová; y
para el Día Postrero Él ha
prometido estar presente para
llevar a Sus hijos a la tierra
prometida del nuevo cuerpo y a
la tierra prometida del glorioso
Reino Milenial.
Y Él es este Ángel que era
diferente a los demás, el cual
está aquí, el cual desciende del
Cielo; lo encontramos en febrero
28 de 1963 envuelto en esa nube
formada por ángeles, para ser
manifestado luego aquí en la
Tierra en el ministerio que le
corresponde luego que los siete
ángeles mensajeros han
terminado sus ministerios (los
siete ángeles mensajeros de las
siete edades), luego la Iglesia de
Jesucristo tendría el ministerio
del Ángel del Pacto aquí en la
Edad de la Piedra Angular.
Él es el mismo que ha obrado
por medio los mensajeros de
cada edad, en la porción
correspondiente a cada edad; y
ahora en la Edad de la Piedra
Angular obrará por medio de Su
Ángel Mensajero llamando y
juntando a Sus escogidos en la
Edad de la Piedra Angular,
diciéndoles: “Sube acá (sube a la
Edad de la Piedra Angular), y yo
te mostraré las cosas que han de
suceder después de estas”,
después de las que han sucedido
en las siete edades de la Iglesia
gentil.
Y ahora, es Cristo por medio de
Su Ángel Mensajero, el Ángel
del Pacto manifestado en carne
humana en Su Ángel Mensajero,
hablándole a Su Iglesia todas
estas cosas que deben suceder
pronto. Es Cristo el Jinete del
caballo blanco de Apocalipsis
19 viniendo en este Día Postrero
y hablándole a Su Iglesia, a Su
pueblo, por medio de carne
humana.
En el libro de Los Sellos en
español, página 256, dice el
precursor de la Segunda Venida
de Cristo, hablando del Jinete
del caballo blanco de
Apocalipsis 19 dice:
“121. Pero cuando nuestro
Señor aparezca sobre la Tierra,
Él vendrá sobre un caballo
blanco como la nieve, y será
completamente Emmanuel —la
Palabra de Dios encarnada en
un hombre”.
La Palabra de Dios encarnada en
un hombre; y ese hombre es el
Ángel del Señor Jesucristo, el
mensajero de la Edad de la
Piedra Angular y mensajero de
la Dispensación del Reino; es un
mensajero dispensacional.
Es la primera ocasión en que
Dios envía un profeta
dispensacional a la Iglesia de
Jesucristo; así como fue la
primera ocasión en que Dios
envió un profeta dispensacional
al pueblo hebreo cuando envió
al profeta Moisés. Antes de eso
el pueblo hebreo había tenido
profetas, sí, pero ninguno era
dispensacional.
Jacob, el padre de las doce tribus
de Israel, era un profeta. José, el
hijo de Jacob, era un profeta
también. Jacob, encontramos
que no era un profeta
dispensacional; Abraham sí lo
fue, pero Israel estaba en los
lomos de Abraham todavía; y
luego encontramos que José no
fue un profeta dispensacional.
Pero recuerden: en todos los
profetas de Dios se reflejó la
Primera Venida de Cristo y la
Segunda Venida de Cristo.
En el mejor que se reflejó, con
más amplitud, fue en José, el
hijo de Jacob. ¿Por qué? Porque
se estaba reflejando en un
primogénito. José era el
primogénito de Jacob por medio
de Raquel, porque con Raquel
fue que Jacob se había casado;
aunque le dieron a la hermana
de Raquel, o sea, a Lea, y por
medio de Lea tuvo como
primogénito a Rubén; pero
Rubén conforme a Dios no era
el primogénito legal, porque la
esposa con la cual se había
casado Jacob era Raquel.
Y ahora, vean ustedes, aunque
nació primero Rubén, perdió esa
posición, perdió esa bendición; y
la Bendición de la
Primogenitura la habló Jacob
sobre José cuando bendijo a
Efraín y a Manasés. Y ahora,
vean ustedes cómo en Efraín se
reflejó la Iglesia de Jesucristo y
en Manasés se reflejó el pueblo
hebreo.
Y ahora, vean ustedes cómo la
primera ocasión en que Dios le
envió un profeta dispensacional
al pueblo hebreo fue cuando
envió al profeta Moisés para el
éxodo que sería llevado a cabo,
y luego la segunda ocasión en
que envió en medio del pueblo
hebreo un profeta dispensacional
fue cuando envió a Jesús.
Siempre un profeta
dispensacional viene al final de
una dispensación para abrir una
nueva dispensación.
Ahora, Jesús no era el profeta de
la Dispensación de la Ley, sino
Moisés. Jesús es el profeta
mensajero de la Dispensación de
la Gracia, y por eso viene al
final de la Dispensación de la
Ley para comenzar la
Dispensación de la Gracia.
Y luego, la primera ocasión en
que Dios envía un profeta
dispensacional a la Iglesia de
Jesucristo es cuando envía a Su
Ángel Mensajero en el Día
Postrero, en la Edad de la Piedra
Angular y Dispensación del
Reino, para el éxodo del Día
Postrero, del Séptimo Sello, el
éxodo que el Ángel del Pacto, el
Ángel de Jehová, estará llevando
a cabo por medio de Su Ángel
Mensajero para llevarnos a la
tierra prometida del nuevo
cuerpo y a la tierra prometida
del glorioso Reino Milenial de
Cristo.
Ahora podemos ver este
misterio de EL ÉXODO DEL
SÉPTIMO SELLO.
Para este éxodo del Séptimo
Sello, miren ustedes,
encontramos que el precursor de
la Segunda Venida de Cristo,
hablándonos acerca del Ángel
de Jesucristo en la página 301 y
303 del libro de Los Sellos, dice:
“106. Noten bien: En el tiempo
cuando Dios iba a librar al
mundo antes del diluvio, Él
mandó un águila. Cuando
decidió librar a Israel, también
mandó un águila (o sea, Moisés,
porque un profeta es un águila,
está representado en un águila).
¿No cree usted que cuando Juan
estaba en la Isla de Patmos, este
Mensaje era tan perfecto que
aun no podía ser confiado a un
ángel? Ahora, un ángel es un
mensajero, pero ¿sabía usted
que aquel mensajero era un
profeta? ¿Lo creen? Vamos a
probarlo. Veamos Apocalipsis
22:9 para ver si no fue un
águila. Él era un ángel, un
mensajero, pero era un profeta,
el cual reveló a Juan
completamente este libro de
Apocalipsis. Ahora veamos lo
que Juan vio:
‘Yo Juan soy el que ha oído y
visto estas cosas. Y después que
hube oído y visto, me postré
para adorar delante de los pies
del ángel que me mostraba estas
cosas.
Y él (el ángel) me dijo: Mira que
no lo hagas (ningún verdadero
profeta recibiría adoración, o
mensajero cualquiera): porque
yo soy siervo contigo, y con tus
hermanos los profetas, y con los
que guardan las palabras de
este libro. Adora a Dios’.
Apocalipsis 22:8-9.
107. Ahora, el Libro era tan
importante, y es la Palabra de
Dios. ¡Cuidado! Cuando la
Palabra de Dios es revelada,
tiene que ser traída por el
profeta, porque solamente a él
llega la Palabra de Dios”.
Y en la página 326 del libro
de Los Sellos también dice:
“243. Moisés será la misma
persona. Hallamos lo mismo en
Apocalipsis 22:8”.
¿Y ahí qué es lo que hallamos?
Hallamos al Ángel del Señor, al
Ángel de Jesucristo. Ese es
Moisés y ese también es Elías,
ese es el Ángel que le reveló a
Juan todas estas cosas.
Y ahora, miren, en
Deuteronomio, capítulo 32,
verso 11, dice:
“Como el águila que excita su
nidada,
Revolotea sobre sus pollos,
Extiende sus alas, los toma,
Los lleva sobre sus plumas,
Jehová solo le guió (o sea, al
pueblo hebreo),
Y con él no hubo dios extraño.
Lo hizo subir sobre las alturas
de la tierra,
Y comió los frutos del campo,
E hizo que chupase miel de la
peña,
Y aceite del duro pedernal…”.
Ahora vean cómo Dios los llevó
con esa poderosa águila: Moisés,
a través del cual Dios se
manifestó.
Dios también es representado en
el águila, y todos los hijos de
Dios también son representados
en águilas. Por eso dice8: “Para
que te rejuvenezcas como el
águila”.
Y ahora, los escogidos de Dios
en el Día Postrero se van a
rejuvenecer como el águila
porque van a ser transformados.
Los que estamos vivos vamos a
ser transformados y vamos a
estar jovencitos de nuevo, de 18
a 21 años de edad; y los niños
vendrán a ser jovencitos
también, de 18 a 21 años de
edad, en el nuevo cuerpo que
tendrán; y los ancianos vendrán
a ser jovencitos, de 18 a 21 años
de edad, en el nuevo cuerpo;
porque esa es la apariencia física
que tendrá el cuerpo eterno y
glorificado que hemos de
recibir. Y en esa misma clase de
cuerpo se levantarán los muertos
en Cristo de las edades pasadas.
Ahora, vamos a ver en la página
14-A del libro de Citas el verso
144, que es un extracto del
mensaje “En las alas de una
paloma blanca” (o de una blanca
paloma); dice así:
144 - “Así que hagamos lo que
podemos mientras es de día y
algún día habrá un… las alas de
un águila blanca bajarán y Él
nos llevará”.
Y un águila es un profeta, y
Dios también está representado
en un águila; por lo tanto,
vendrá el Ángel del Pacto, el
Ángel de Jehová, esa poderosa
Águila volando, y vendrá en
carne humana en Su Ángel
Mensajero; y en Sus alas, los
ministerios de los Dos Olivos:
Moisés y Elías, nos llevará
volando hacia la tierra
prometida del nuevo cuerpo y
hacia la tierra prometida del
Reino Milenial; y nos llevará
también a la Cena de las Bodas
del Cordero.
Ahora podemos ver cómo
también en Malaquías, capítulo
4, verso 2, dice:
“Mas a vosotros los que teméis
mi nombre, nacerá el Sol de
justicia, y en sus alas traerá
salvación…”.
La Venida del Sol de Justicia.
Vean ustedes, en la mañana de
cada día es que sale el sol; y en
la mañana de un nuevo día
dispensacional, y en la mañana
de un nuevo día milenial, es que
sale el Sol de Justicia, Jesucristo
con Sus Ángeles, que es el Sol
de Justicia con Sus alas;
Jesucristo con los ministerios de
Moisés y de Elías y de Jesús en
este tiempo final llamando y
juntando a todos Sus escogidos,
a todos Sus aguiluchos.
¿No dijo Jesucristo9: “Donde
estuviere el cuerpo muerto, allí
se juntarán las águilas”? El
cuerpo muerto del Hijo del
Hombre; porque “El que no
coma la carne y bebe mi Sangre
no tiene vida permaneciente en
sí mismo”.
Y ahora, de edad en edad la
Iglesia de Jesucristo ha estado
comiendo la carne del Hijo del
Hombre, la carne del Cordero en
cada edad, en la edad que les
toca vivir; porque ahí es donde
las águilas, los hijos de Dios,
comen la carne del Hijo del
Hombre.
Y ahora viene el Ángel de
Jehová, el Ángel del Pacto, el
Gran Águila, manifestado en Su
Ángel Mensajero, en un profeta,
en un águila, para llamar y
juntar a Sus escogidos, a Sus
águilas, para llevárselas volando
a la Cena de las Bodas del
Cordero, llevárselas en un nuevo
cuerpo.
Esto es en EL ÉXODO DEL
SÉPTIMO SELLO; y el
Séptimo Sello es la Venida del
Señor, la Venida del Ángel del
Pacto, del Ángel de Jehová, de
Jesucristo viniendo en Espíritu
Santo manifestado en Su Ángel
Mensajero en el Día Postrero.
Ha sido para mí un privilegio
muy grande estar con ustedes
dándoles testimonio de EL
ÉXODO DEL SÉPTIMO
SELLO.
“EL ÉXODO DEL SÉPTIMO
SELLO”.
Que las bendiciones de
Jesucristo, el Ángel del Pacto,
nuestro Salvador, sean sobre
todos ustedes y sobre mí
también, y pronto todos estemos
listos para ser transformados y
raptados; y pronto los que faltan
de llegar lleguen, y se complete
el número de los escogidos de
Dios; y todos los que estamos
vivos seamos transformados, los
muertos en Cristo sean
resucitados en cuerpos eternos, y
todos vayamos a la Cena de las
Bodas del Cordero con Cristo, el
Gran Águila que nos llevará a la
Cena de las Bodas del Cordero,
el Gran Águila que en este
tiempo final estaría manifestado
en carne humana en Su Ángel
Mensajero. En el Nombre
Eterno del Señor Jesucristo.
Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra
amable atención, amados
amigos y hermanos presentes, y
adelante sirviendo a Cristo; y
algún día nos llevará Jesucristo,
el Ángel del Pacto, el Gran
Águila, a la Cena de las Bodas
del Cordero.
¿Dónde están los que verían el
éxodo del Séptimo Sello, los que
verían el éxodo del Gran Águila,
de Jesucristo, en el Día
Postrero? Aquí estamos, en la
América Latina y el Caribe,
listos para salir hacia la tierra
prometida del nuevo cuerpo y
hacia la tierra prometida del
glorioso Reino Milenial; y
estamos también aquí listos
esperando nuestra salida hacia
las Bodas, hacia la Cena de las
Bodas del Cordero en el Cielo.
Que Dios les continúe
bendiciendo a todos, que Dios
les guarde, y adelante
en EL ÉXODO DEL
SÉPTIMO SELLO; y pronto
tendremos el cuerpo nuevo, el
cuerpo eterno, y pronto iremos a
la Cena de las Bodas del
Cordero; y después estaremos de
regreso en este planeta Tierra
para el glorioso Reino Milenial
de nuestro amado Señor
Jesucristo.
Que Dios les bendiga y pasen
todos muy buenas noches.
“EL ÉXODO DEL SÉPTIMO
SELLO”.
[Revisión enero 2019]
1 San Juan 10:18
2 2 Corintios 5:21
3 Romanos 8:3
4 Génesis 21:10-12
5 San Juan 6:53
6 San Lucas 21:20-21
7 2 Timoteo 2:12
8 Salmo 103:5
9 San Mateo 24:28, San Lucas
17:37

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