Que Es CTS Grupo Argo

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1ª LECTURA CTS Grupo Argo: ¿QUÉ ES CTS?

Lo que se conoce como Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) trata sobre esos tres
conceptos: ciencia, tecnología y sociedad, con lo que se podría decir que CTS no aporta
nada nuevo sobre las propias disciplinas resumidas por las tres palabras que componen
el acrónimo. Incluso, cuando CTS forma parte de los currículos educativos como
contenido o materia diferenciada, podría considerarse como redundante. ¿No hay ya
materias o asignaturas de ciencias en el sistema educativo? ¿No se enseña también
tecnología? ¿No se estudian además diversas materias de ciencias sociales o
humanidades que se centran en la comprensión de eso que llamamos sociedad? ¿Qué
aporta de nuevo entonces CTS? Si CTS fuera solamente la suma de unos resúmenes
comprimidos de esos tres conceptos, las objeciones anteriores estarían justificadas y no
tendría, quizá, sentido su presencia educativa diferenciada. Sin embargo, CTS es algo
más que la suma de esos tres términos. Supone una nueva aproximación o perspectiva
sobre esos conceptos que pone el acento en sus relaciones recíprocas, en las complejas
interacciones que, especialmente en la actualidad, se dan entre la sociedad, la tecnología
y la ciencia.
Nuestro mundo es muy diferente al de hace cien o quinientos años. Esto es algo obvio y
comúnmente aceptado. Pero lo verdaderamente distinto, lo que hace nuestro mundo y
nuestro tiempo diferente de los anteriores, es el grado de desarrollo que ha alcanzado la
ciencia (hay quien habla del siglo XX como el siglo de la ciencia) y la tecnología, o, para
ser más exactos, la tecnociencia o el complejo científico-tecnológico, como también se las
conoce hoy. Bueno, ¿y qué? Alguien podría decir que en nuestro tiempo la ciencia y la
tecnología han avanzado mucho, pero que eso es lo normal. Eso es lo que le ha sucedido
a todas las ramas del saber y a otras muchas actividades humanas como la música, la
pintura, el cine, la arquitectura, la poesía, etc. Que la ciencia y la tecnología modernas
hayan avanzado mucho no debería extrañarnos, es lo normal cuando va pasando el
tiempo; y no debería ser considerado como algo singular, sucede en todos los ámbitos de
la actividad humana. Sin embargo, en el siglo XX ha sucedido algo muy especial con la
ciencia y la tecnología que no ha pasado con el resto de las actividades humanas. El
desarrollo tecnocientífico ha sido de tal magnitud y naturaleza que ha afectado
radicalmente a las formas de vida social. Alguien podría obviar el desarrollo en los
diversos ámbitos del arte a lo largo del siglo XX considerando que no ha afectado a su
vida y quizá podría tener razón. Pero nadie podría decir que no ha sido influido por el
desarrollo de la ciencia y la tecnología, porque éstas, a diferencia de otras actividades
humanas, se imponen a todo el mundo. Nadie que viva en sociedad puede escapar a los
efectos del desarrollo que se ha producido en la ciencia y la tecnología a lo largo del siglo
XX.
Independientemente de que haya o no materias de ciencias y de tecnologías en las
instituciones escolares y de que existan o no en los currículos educativos contenidos
específicos de CTS, todas las formas de vida humana están y van a seguir estando
afectadas por la tecnociencia. Por ello, las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la
sociedad deberían importar de una forma muy directa a todos los ciudadanos al margen
de las inclinaciones o afinidades personales que puedan sentirse ante los contenidos que
tratan.

1
Tomado de: http://www.grupoargo.org/cts41_42.pdf
La sociedad está invadida por los productos de la ciencia y tecnología. De entrada, la vida
social está afectada por lo más obvio, lo que se ve todos los días y a todas horas: los
artilugios. El horno microondas, el teléfono celular, la televisión, la Internet, las naves
espaciales, los medicamentos, los automóviles, como tantas otras cosas, son ejemplos de
artefactos tecnológicos actuales. En esto de los cacharros es donde quizá sea más
evidente una de las ideas predominantes en nuestro tiempo: la sociedad, o sea la gente,
avanza. Suele considerarse que cada vez se vive mejor porque cada vez se tienen más y
mejores artefactos que liberan a los seres humanos de los trabajos más duros y
monótonos. De hecho, los grandes avances tecnológicos de la medicina hacen que hoy
se viva más y mejor que antes (o, al menos, así es en las sociedades más desarrolladas,
porque en el tercer mundo, al que esos progresos de la tecnología sanitaria no llegan en
el mismo grado, se sigue viviendo igual de poco e igual de mal; incluso dentro de los
países más ricos sigue habiendo quienes viven en su particular tercer mundo, sin que les
lleguen los dones benefactores del progreso tecnocientífico). Pero, además de los
artefactos y productos materiales derivados del desarrollo de la ciencia y la tecnología que
proporcionan bienestar a las sociedades (o a algunas sociedades) existen también otros
efectos de la tecnología y de la ciencia, no por menos visibles menos importantes para la
vida en sociedad. Hay también otras máquinas y otros artefactos tecnológicos que no
tienen una naturaleza material, pero que son tan artificiales y tan construidos como los
artilugios que se pueden ver y tocar. Las llamadas máquinas sociales son también
productos tecnológicos (en este caso, de las tecnologías de organización social) que
afectan a la vida en sociedad de manera tanto como los artefactos tangibles. En una
fábrica o en un ejército, además de las máquinas diseñadas para la producción y la
destrucción, respectivamente, hay otras máquinas también artificiales y no menos
importantes que las cadenas de montaje o las armas para el logro de los fines de cada
una de esas instituciones. El reparto de jerarquías y la organización de las funciones entre
obreros, ingenieros, supervisores y administradores en el caso de la fábrica o entre
soldados, mandos y estrategas en el del ejército, son tan importantes o más que la
calidad de los artilugios materiales de los que se disponga. Pero no son éstos los únicos
ejemplos de máquinas sociales o tecnologías de organización social que afectan
cotidianamente a nuestras vidas. Los restaurantes de comida rápida, las iglesias, los
lugares de diversión, los centros comerciales y hasta las mismas escuelas son escenarios
artificiales en los que las tecnologías de organización social producen notables efectos
sobre las formas de vida de los seres humanos. Esta frontera difusa entre las tecnologías
materiales y la vida social sólo se percibe cuando se amplían los conceptos de tecnología
y de artefacto tecnológico a las diversas formas posibles de organización social, las
cuales son tan artificiales, tan artefactuales, como los objetos materiales. Así, lo
tecnológico es también lo que transforma y construye la realidad social.
La importancia de la tecnociencia en la vida social actual podría seguir mostrándose
indefinidamente a través de numerosos ejemplos más o menos evidentes para todos.
¿Quién no ha oído hablar de clonación, de alimentos transgénicos, de vacas locas, de
viajes espaciales o de genes que supuestamente determinan la obesidad o la
inteligencia? Los periódicos sorprenden todos los días con noticias sobre estas cuestiones
y tanto la televisión como el cine prometen mundos futuros donde todo será transformado
por los efectos del desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Sin embargo, al mismo tiempo que hay quienes auguran el advenimiento en el futuro de
un mundo feliz gracias al progreso tecnocientífico, cada vez más gente es partidaria de
una vuelta a la naturaleza prescindiendo de todo lo artificial y lo tecnológico. En el cine
hay muchas películas futuristas en las que aparecen fantásticas tecnologías que
solucionarán todos los problemas, pero también en muchas otras películas se presenta,
de forma más pesimista, un futuro en el que las tecnologías provocarán graves
catástrofes como guerras hipertecnológicas o desastres naturales provocados, voluntaria
o accidentalmente, por la actividad tecnológica descontrolada o por el desmedido afán de
algunos científicos locos.
Lo único que parece unir a esos dos puntos de vista, optimista y pesimista, sobre la
tecnociencia es que tanto los tecnófilos (que piensan que todos los problemas serán
resueltos por los avances científico-tecnológicos) como los tecnófobos (que consideran
que todos los problemas son provocados por las tecnologías) entienden que la sociedad y
los individuos poco pueden hacer ante la ciencia y la tecnología, como no sea admirarlas
o detestarlas. Así, tecnoapocalípticos y tecnointegrados coinciden en que los ciudadanos
no pueden intervenir en la orientación del desarrollo de la ciencia y la tecnología ya que
tales decisiones están en manos de los expertos en ciencia y tecnología.
Frente a estas imágenes tópicas y radicalizadas de la ciencia y la tecnología, la
perspectiva CTS defiende que las relaciones de la sociedad con ellas no deben reproducir
las tradicionales relaciones de los profanos con la sagrada divinidad (sea ésta un dios -
para los tecnófilos- o un demonio -para los tecnófobos). La aproximación CTS a las
relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad pretende introducir una racionalidad laica
al analizar la interacción entre esos tres ámbitos.
Favorecer una percepción más ajustada y crítica de los temas de ciencia y tecnología, así
como de sus relaciones con la sociedad, será el primer objetivo de la perspectiva CTS. El
segundo, de carácter más práctico, será promover la participación pública de los
ciudadanos en las decisiones que orientan los desarrollos de la ciencia y la tecnología a
fin de democratizar y acercar a la sociedad las responsabilidades sobre su futuro.

DOCUMENTO 1: VANNEVAR BUSH Y UNABOMBER, DOS ACTITUDES DIFERENTES


HACIA LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA
Por encargo del Presidente Roosevelt, Vannevar Bush, un científico norteamericano que dirigió
la Oficina de Investigación y Desarrollo, elaboró en 1945 un informe titulado "Ciencia. La última
frontera". En él puso las bases de lo que sería la política científica de su país durante la segunda
mitad del siglo XX. Con ingenuo optimismo Vannevar Bush defendía el modelo lineal de las
relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad: más ciencia implica más tecnología y más
tecnología implica más progreso nacional y bienestar social. Es la famosa política del cheque en
blanco a la ciencia por la que los políticos deben conceder autonomía completa a la ciencia e
invertir en ella para esperar que, como fruta madura, se desarrollen los avances tecnológicos
que siempre conducirán al progreso del país. Sin duda, Vannevar Bush encarna los
planteamientos ideológicos de muchas personas que, dentro y fuera de ella, consideran que
cualquier actividad científica será siempre socialmente beneficiosa y por ello debe ser apoyada
sin pedir cuentas sobre sus resultados.
Pocos años antes de que Vannevar Bush elaborara su informe nacía Theodore Kaczynski quien
llegaría a ser profesor de matemáticas en la Universidad de Berkeley y el modelo más
emblemático del científico renegado. A finales de los años setenta abandona su brillante carrera
científica y emprende otra carrera pública que le hace más famoso: la del terrorista anticiencia
conocido como Unabomber. Entre 1978 y 1996 envía bombas a diferentes personalidades de la
universidad con el resultado de 3 muertos y 23 heridos. Los motivos de su campaña terrorista los
expone en un manifiesto de 67 páginas titulado "La sociedad industrial y su futuro" que consigue
que sea publicado en 1995 por el New York Times y el Washington Post. En dicho manifiesto
Unabomber considera que la sociedad actual vive en un estado de frustración, incertidumbre y
pérdida de libertad provocado por la ciencia y la tecnología ya que las decisiones son tomadas
por una élite con poder tecnológico que está muy alejada de la mayoría social. Frente a esta
situación Unabomber propone como única solución una revolución que acabe con esta sociedad
tecnológica. Coherente con sus planteamientos tecnófobos vivió durante casi veinte años, hasta
su detención y condena a cadena perpetua, como un ermitaño con una única relación con la
actividad técnica: la preparación de bombas caseras que enviaba a investigadores universitarios
y grandes empresas tecnológicas. Vannevar Bush y Unabomber compartían una visión
radicalizada acerca de las implicaciones sociales de la ciencia y la tecnología. El primero
consideraba que se debía invertir en ciencia y tecnología con la seguridad de que esa inversión
produciría siempre el progreso nacional y social con sólo dejar hacer a los científicos su propio
trabajo. El segundo consideraba que la ciencia y la tecnología eran el principal enemigo de la
sociedad y por ello emprendió una alocada carrera en la que intentó no dejar hacer a los
científicos su trabajo enviándoles bombas. Es evidente que la conducta de Unabomber es
completamente repudiable, de hecho cumple condena a cadena perpetua por ella. Pero ¿lo es
menos la de Vannevar Bush? La tecnofobia de Unabomber le convirtió en un terrorista, pero la
tecnofilia de Vannevar Bush le llevó a participar activamente en el Proyecto Manhattan con el
que se preparó la bomba atómica.

4.2 LAS RELACIONES ENTRE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD


Es algo comúnmente aceptado que entre la ciencia, la tecnología y la sociedad se dan
diversas relaciones. De hecho, los tópicos tecnófilos o tecnófobos muestran algunas de
las percepciones más habituales sobre esas relaciones. La perspectiva CTS pretende
superar esas visiones maniqueas de la ciencia y la tecnología acercándolas a la sociedad
para promover la participación ciudadana en las decisiones más importantes sobre las
controversias relacionadas con estos temas. Sin embargo, los enfoques CTS son
relativamente recientes, de las últimas décadas del siglo XX. Antes de aparecer una
reflexión en clave social sobre la ciencia y la tecnología había ya un gran desarrollo
tecnocientífico que apenas era analizado desde el punto de vista de sus relaciones con la
sociedad que lo propicia y sobre la que tiene tan importantes efectos. Con anterioridad a
los estudios CTS ha habido muchos estudios dedicados a aclarar en qué consiste la
actividad científica, qué se entiende por método científico, en qué se distingue una ciencia
de algo que no lo es, cómo avanza el conocimiento científico, etc. Seguramente las ideas
más o menos intuitivas que comúnmente se tienen sobre lo que es la ciencia, tienen
mucho que ver con lo que esos estudios han planteado, aunque generalmente no se sepa
concretamente quién lo dijo ni cuándo. En realidad esta visión de lo que es la ciencia es la
más extendida entre los medios de comunicación, es la que inspira muchas de las noticias
relacionadas con estos temas que aparecen en la televisión y en los demás medios. Este
conjunto de ideas suele ser conocido como visión tradicional de la ciencia, concepción
heredada o positivismo por quienes gustan de los nombres más técnicos.
La concepción heredada sobre la ciencia considera, en primer lugar, que la actividad
científica es de carácter cognoscitivo, es decir, que su único fin es producir nuevos
conocimientos para ampliar el campo estudiado por cada ciencia. Al identificarse la
ciencia con el desarrollo de conocimientos, la actividad científica tendría dos elementos
esenciales: el sujeto que conoce (el científico) y el objeto de ese conocimiento (la realidad
en cada campo de conocimiento). Se entiende que la labor del científico consistiría en
descubrir o desvelar nuevas verdades en el campo de la realidad sobre el que trabaja su
ciencia. El científico es, por tanto, un descubridor, alguien que con sus intuiciones, sus
métodos y sus experimentos es capaz de desvelar y mostrar aquello que hasta el
momento ha permanecido ignorado: los elementos de la naturaleza y las leyes que
gobiernan su funcionamiento. En la medida en que el científico descubre la realidad, su
actividad será objetiva. Es decir, los conocimientos aportados por los científicos no
estarán influidos por su subjetividad como individuos pertenecientes a una sociedad
concreta (con sus intereses, opiniones o ideologías) sino que serán objetivos, al proceder
del propio objeto de su trabajo: de la propia realidad.
Esta manera tradicional de entender la actividad científica supone que la evolución o la
historia de la ciencia no es más que la descripción de cómo se han ido acumulando
conocimientos objetivos. Por ello, los filósofos tradicionales de la ciencia no han prestado
demasiada atención a las cuestiones históricas o a las relaciones entre la actividad
científica y los contextos sociales en los que se desarrolla, suponiendo que la ciencia es
neutra en relación con los factores ideológicos presentes en los contextos históricos y
sociales. La historia de la ciencia no depende, según estos planteamientos, más que de
ella misma, con lo que la sociedad no es motivo de estudio en relación con la ciencia. De
hecho, ni siquiera la tecnología merecería una reflexión específica según esta perspectiva
tradicional. A lo largo del siglo XX ha habido muchas más ideas para entender cómo
funciona la ciencia que reflexiones para comprender la esencia de la actividad
tecnológica. La filosofía de la ciencia está incomparablemente más desarrollada que la
filosofía de la tecnología. Y ello es así porque tradicionalmente se ha considerado que la
tecnología es simplemente la aplicación a la actividad productiva de los conocimientos
desarrollados en el ámbito científico. La tecnología no sería más que ciencia aplicada y,
por tanto, la reflexión teórica sobre la actividad científica serviría también para entender la
actividad tecnológica.
Frente a este punto de vista tradicional, lo que se conoce como perspectiva CTS supone
una ruptura con estas ideas habituales sobre la ciencia y la tecnología. J. A. López
Cerezo resume el carácter de los estudios CTS en un silogismo que se basa en tres
supuestos o premisas principales de las que se deriva una consecuencia práctica:

CONCEPCIÓN HEREDADA
 La ciencia es una forma de conocimiento que desvela o descubre la realidad
 La ciencia es objetiva y neutral. No hay intereses o factores subjetivos entre sus
contenidos
 La historia de la ciencia consiste en la acumulación de conocimientos objetivos al
margen de condicionantes externos
 La tecnología es la aplicación práctica de los conocimientos científicos
PERSPECTIVA CTS
Premisa 1: El desarrollo tecnocientífico es un proceso social como otros
Premisa 2: El cambio tecnocientífico tiene importantes efectos en la vida social y en la
naturaleza
Premisa 3: Compartimos un compromiso democrático básico
Conclusión: Se debe promover la evaluación y control social del desarrollo
tecnocientífico

 En primer lugar, se considera que el desarrollo tecnocientífico depende no sólo de la


propia ciencia o tecnociencia sino que también hay que tener en cuenta factores
culturales, políticos, económicos, etc. En relación con esto se afirma también que no
hay dentro de las tecnociencias algo así como un saber oculto o inaccesible al no
experto.
 En segundo lugar, se afirma que la política científico-tecnológica, es decir, el conjunto
de decisiones sobre cuestiones tecnocientíficas (por ejemplo, la autorización para
utilizar un nuevo medicamento, la construcción de un tipo determinado de central
energética en cierto lugar, la posibilidad de establecer un mapa genético de una
especie, etc.) es algo que contribuye esencialmente a modelar las formas de vida y la
organización institucional. Todas estas cuestiones son un asunto público de primera
magnitud.
 En tercer lugar, se supone que se comparte un compromiso democrático básico, en el
sentido de admitir el juego de las mayorías y asumir el diálogo como forma de relación
social.
 La consecuencia que se sigue de estas afirmaciones es que se debería procurar y
favorecer la valoración y el control públicos por parte de los ciudadanos sobre el
desarrollo tecnocientífico. Esto significa proporcionar las bases educativas para una
participación social formada y también crear los mecanismos institucionales que
hagan posible tal participación. Éste es uno de los objetivos básicos de los estudios
CTS.
La primera premisa ha sido más intensamente desarrollada por los estudios CTS que
tienen un mayor componente teórico y que se han dedicado a investigar los aspectos
sociales implícitos en la actividad de la ciencia y la tecnología. La segunda premisa se
refiere a aspectos más prácticos, a los temas derivados de los movimientos sociales que
han reivindicado en los últimos años una mayor participación pública y democratización
de las decisiones sobre los temas tecnocientíficos.

DOCUMENTO 2: ALTA IGLESIA Y BAJA IGLESIA EN LOS ESTUDIOS DE CTS


Alta Iglesia y Baja Iglesia es la distinción propuesta irónicamente por Steve Fuller en una
animada discusión con Juan Ilerbaig que tuvo lugar durante 1992 en las páginas de la revista
norteamericana Science, Technology and Society. Fuller hacía referencia a las que nosotros
hemos llamado tradición europea y tradición americana, respectivamente. Ilerbaig comenzó
distinguiendo entre dos subculturas CTS: una cultura académica, con sus propias revistas y
congresos, y rígidos estándares académicos definidos disciplinarmente (en tanto que nueva
disciplina resultante del cruce multidisciplinar bajo orientación de la sociología); y una cultura
activista, también con sus revistas, asociaciones y congresos, pero concebida más bien como un
movimiento social en sentido amplio, centrado en una reforma política y educativa. Una historia
comienza con Thomas Kuhn, la otra, con la guerra de Vietnam. Una ha escrito para los altos
estratos de la academia, la otra ha desempeñado un papel misionero.

GONZÁLEZ GARCÍA, M., LÓPEZ CEREZO, J. A. y LUJÁN LÓPEZ, J. L.: Ciencia, Tecnología y
Sociedad. Una introducción al estudio social de la ciencia y la tecnología, Tecnos, Madrid, 1996,
p. 95.

4.2.1 LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL CONOCIMIENTO. EL ASPECTO TEÓRICO


DE LOS ESTUDIOS CTS
Desde los estudios más académicos o teóricos de la perspectiva CTS se ha planteado
una nueva consideración acerca del conocimiento científico. Se han puesto en un primer
plano las cuestiones relativas a las condiciones sociales y políticas que hacen que se
acabe aceptando como verdadera una determinada teoría científica frente a otras
propuestas alternativas. Que la Tierra se mueve alrededor del Sol y que no es el Sol el
que se mueve en torno a la Tierra no fue algo que se aceptara a partir del Renacimiento
simplemente porque era lo verdadero. También era verdad muchos siglos antes cuando
en el mundo griego otros autores defendieron esa misma idea, pero su planteamiento
quedó relegado al olvido e incluso fueron prohibidas sus teorías. En la determinación de la
verdad o falsedad de las teorías científicas e, incluso, en la consideración de qué hechos
pueden considerarse relevantes para la construcción de las mismas entran en juego
factores que no son meramente cognoscitivos. Intereses, opiniones, prejuicios y, en suma,
relaciones de poder, explican muchas veces la evolución de los problemas teóricos y
experimentales, es decir, el sentido de los desarrollos de las ciencias. Desde este punto
de vista, tanto interés merece saber por qué se rechazó una teoría que se considera falsa
en la actualidad como saber por qué llegó a aceptarse otra que es considerada como
verdadera. Si tradicionalmente se suponía que los científicos actúan siempre siguiendo
las reglas del llamado método científico, desde el enfoque CTS se considera que para
comprender adecuadamente la actividad tecnocientífica se deben tener en cuenta
también los factores sociales, es decir, los intereses, opiniones y valores (políticos, éticos
o estéticos) que aparentemente no pertenecen al quehacer científico cotidiano, sino que
habitualmente se presentan como externos a él.
Con los planteamientos CTS se intenta mostrar que la interpretación científica de
cualquier fenómeno siempre se produce dentro de un determinado contexto (histórico,
social, cultural, político...) y está sujeta a los intereses y valores predominantes. En
definitiva, se insiste en que los debates sobre las teorías científicas no pueden ser
comprendidos de forma completa sin atender al contexto social en el que surgen y se
desarrollan.
Los estudios CTS se han centrado también en el trabajo real que los científicos hacen en
los laboratorios. Para ello, no se analiza sólo lo que los científicos dicen que hacen en
ellos, sino que se ha ido a los laboratorios para observar directamente su actividad. En
este sentido, los sociólogos que han estudiado la organización y el desarrollo de la ciencia
lo han hecho de manera parecida a como lo hacen los etnólogos que describen y analizan
las conductas de una tribu. Con estos enfoques se ha podido comprobar que los
científicos y tecnólogos no sólo construyen artefactos (máquinas, instrumentos...) sino que
también, y fundamentalmente, construyen los propios hechos que son los contenidos
básicos de su quehacer científico. Esa construcción de los hechos y las teorías no es
únicamente de carácter cognitivo, sino que también es social. El propio conocimiento
puede ser considerado, por tanto, como una construcción social similar a las demás
actividades humanas (el arte, la política...)
Los laboratorios según estos estudios no son esos lugares imaginados en los que cada
investigador trabaja de forma planificada siguiendo los pasos del método científico para
desvelar los enigmas de las diversas dimensiones de la realidad. Los científicos, por el
contrario, luchan entre si en campos de batalla no muy diferentes a aquéllos en los que se
desarrollan las luchas políticas. La ciencia es tan social como la propia actividad política.
Y es social, en primer lugar, porque la mayor parte de la ciencia actual se realiza en
equipo. No existe ya la figura del científico o el inventor solitario. En segundo lugar,
también es social porque los científicos, como los otros ciudadanos, están condicionados
por los prejuicios del grupo en el que se encuentran. Finalmente, la actividad científica es
social porque, contra lo que pueda parecer a primera vista, el trabajo de los científicos no
está dirigido principalmente a la naturaleza (a su estudio o manipulación), sino a los
argumentos y operaciones de otros científicos con los que trabajan o frente a los que
compiten.
También hay estudios CTS que han demostrado cómo es prácticamente imposible que
haya un conjunto de instrucciones que permita asegurar universalmente y sin problemas
el desarrollo de una tarea tecnocientífica específica.
Es decir, que si hay dos laboratorios que trabajan sobre hipótesis opuestas difícilmente se
pondrán de acuerdo sobre cómo ha de realizarse un experimento crucial que pudiera
demostrar cuál de las dos es la correcta. Siempre se podrá decir que el otro laboratorio no
ha hecho bien el experimento.
De estos estudios se sigue que los descubrimientos científicos y los resultados
experimentales pueden ser interpretados de más de una forma, es decir, que la actividad
científica está sometida a la flexibilidad interpretativa. A partir de esta constatación de lo
que se tratará es de investigar cómo se clausuran los debates tecnocientíficos, cómo se
decide quién tiene razón. En la medida en que los datos pueden ser entendidos de
manera flexible, conviene poner de manifiesto los mecanismos sociales, retóricos,
institucionales, etc. que se utilizan en la clausura de las controversias. Y los mecanismos
que las cierran se encuentran habitualmente relacionados con el concepto de poder.

EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO ES UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL


 La actividad científica se realiza en equipo
 Los científicos no están libres de opiniones, intereses y prejuicios en su trabajo
 La actividad científica no tiene sólo en cuenta a la naturaleza sino principalmente a la
propia comunidad de científicos

Por ejemplo, una determinada interpretación de un experimento puede ser favorecida por
diversas prácticas: introducción sistemática de informes selectivos en las revistas
científicas, compromisos derivados del prestigio de los científicos, gestión congresos u
otros encuentros profesionales, presiones de los editores de revistas para que ciertos
artículos sean rechazados, desigual capacidad de acceso a recursos financieros que
sufraguen la investigación, divulgación y magnificación de los pequeños errores de los
adversarios y ocultación de los propios. Además de todos los anteriores, el mecanismo
más importante de cierre de una controversia lo constituye el papel jugado por los grupos
de expertos en el campo en el que surge la controversia.
Finalmente, hay otros estudios CTS según los cuales la dinámica de la ciencia se puede
definir como una red de actores. Todos los implicados en una controversia científica son
actores de la misma. Sus relaciones se entienden como una red. En este sentido, serían
actores los científicos, los afectados por una enfermedad que se investiga, una
comunidad que tiene que decidir sobre la instalación de una antena para telefonía celular,
y hasta incluso los instrumentos, chips, antenas... A partir de aquí los desarrollos
científicos y tecnológicos pueden ser analizados en términos de luchas entre los
diferentes actores para imponer su definición y su propuesta de solución del problema
sobre el que se discute.
Sintetizando, las aportaciones de los estudios CTS desde la perspectiva teórica frente a la
concepción heredada o tradicional de la ciencia son las siguientes:
 Prestan una mayor atención a la práctica efectiva de los científicos que a la
racionalidad de sus elecciones y decisiones.
 Desvelan la función desempeñada por las instituciones científicas en la recepción y
promoción de las nuevas teorías y descubrimientos.
 Muestran el funcionamiento de la investigación en los laboratorios y de los procesos
de construcción de consensos entre los investigadores a la hora de experimentar y de
seleccionar los hechos y los términos con los que aludir a esos hechos.
 Destacan la importancia de los aparatos experimentales y de medición, y de la
elaboración de diversas representaciones científicas para los conceptos y teorías
científicas.
 Evidencian los modos en que las comunidades científicas reciben los nuevos hechos y
teorías científicas.
 Ponen de manifiesto el carácter de las polémicas y los debates entre los científicos e
instituciones que defendían propuestas o teorías alternativas.
 Suponen una redefinición de las interrelaciones entre ciencia y tecnología,
abandonando la idea positivista de que las tecnologías no son más que las
aplicaciones de la ciencia.
 Analizan la incidencia de la política científica, tanto pública como privada, sobre la
propia actividad científica.

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