Sucesiones. Lección 1
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DCVI 2021/2022. Grupo 4. Bloque 2. Derecho de Sucesiones. Lecció n 1.
través del sistema de legítimas que favorece a los familiares más próximos y al cónyuge
viudo (lecciones 7 y 8). Los límites por razón de legítimas son muy amplios en el
Código civil, en comparación con los sistemas civiles autonómicos, hasta el punto de
que en alguno son prácticamente inexistentes. Por otro lado, cuando el causante
falleciere sin testamento o sin haber dispuesto de todos sus bienes, la ley llama a los
familiares consanguíneos del causante (con preferencia de los más próximos y hasta el
cuarto grado de la línea colateral) y al cónyuge viudo (lección 9).
La función social de la herencia (art. 33. 2 CE) se articula, en primer término, mediante
el sistema de impuestos progresivos que gravan la sucesión, en función del activo
hereditario y del parentesco con el causante. Además, en la sucesión intestada y en
defecto de parientes, la ley hace un llamamiento a favor del Estado (en ciertos casos, a
la Comunidad Autónoma: lección 9).
El Derecho de sucesiones en el Código civil (Libro III, Título III) ha sufrido muchas
reformas, a remolque, generalmente, de la importante evolución que ha experimentado
el Derecho de familia. Este sistema se aplicará al causante que tenga vecindad civil
común al tiempo de su fallecimiento (art. 16 CC).
Las Comunidades Autónomas con competencia en materia de Derecho civil tienen sus
propios sistemas sucesorios, con importantes diferencias de regulación tanto con el
Código civil como entre sí, con sucesivas reformas: Aragón (CD Foral, D.Legislativo
1/2011), Cataluña (CC Cat. Ley 10/2008), Galicia (Ley de DCivil 2/2006), Navarra
(Compilación de DC Foral Ley 1/1973), País Vasco (Ley 3/1992 y LDCVasco 5/2015).
Para determinar el sistema aplicable se atiende a la vecindad civil del causante en el
momento de su fallecimiento.
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pactos sucesorios (art. 1271.II CC), como regla general, pero se admiten en algunos Derechos civiles
autonómicos.
aceptado queda investido de la cualidad de heredero, con todo lo que esto implica,
conforme a la ley. Esa cualidad, una vez adquirida por el llamado que acepta la
herencia, es en sí misma intransmisible (semel heres, semper heres)
De forma técnicamente incorrecta, pero bastante gráfica, se ha descrito al heredero como el
«continuador de la personalidad» del causante, en tanto supone la continuidad en las titularidades que
tenía en vida el causante, en el activo y pasivo de la herencia. Es el llamado a subentrar en las relaciones
jurídicas del causante: a asumir la titularidad sobre el activo (bienes y derechos: art. 1257 CC) que no
corresponda a otro sucesor. Es deudor, y responde de las deudas hereditarias, tal y como lo era el
causante, sin novación. La sucesión a título universal no depende de la consistencia de la herencia; de que
tenga más o menos activo; puede haber solo pasivo. El Código civil asigna además al heredero otras
funciones o le atribuye el ejercicio de ciertas facultades o acciones de carácter patrimonial, o no. En el
Código civil, el heredero es el encargado de administrar y liquidar la herencia, en defecto de otra voluntad
del causante. Se le confiere, por ejemplo, el ejercicio de acciones de reclamación o impugnación de la
filiación del causante, en ciertos casos. La cualidad de heredero y el papel que cumple dentro del
sistema, en definitiva, se delimita por la ley, con aspectos patrimoniales y no patrimoniales.
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herencia: una cuota del activo, deducidas las deudas. El legatario tendrá derecho
a recibir bienes por el valor de la cuota del activo líquido. Como persona
interesada en la composición del activo, el legatario de parte alícuota forma
parte de la comunidad hereditaria y tiene legitimación para pedir la partición.
Pero es considerado un sucesor a título particular: no responde de las deudas de
la herencia, aunque le afectan indirectamente porque disminuyen el activo
líquido.
- La institución de heredero en cosa cierta. Según el art. 768 CC, si el testador
dispone a favor de una persona determinada de un bien concreto de su herencia,
será considerado legatario. Aunque se hubiere utilizado la expresión heredero.
No se descarta, sin embargo, que el testador pueda instituir heredero, querer
hacer un llamamiento a título universal, asignando en el testamento algún (o
algunos) bien en particular como simple concreción de la cuota hereditaria que
corresponde al heredero instituido; una especie de partición ordenada por el
testador (v. lección 3).
- Un caso que puede ser problemático se contempla en el art. 891 CC: toda la herencia se
distribuye en legados, sin que el testador haya instituido heredero. En este caso se prorratearán
las deudas de la herencia entre los legatarios, «en proporción de sus cuotas, a no ser que el
testador hubiera dispuesto otra cosa». En teoría, se podría acudir a la sucesión intestada para
que haya un heredero, pero probablemente el llamado intestado tendrá poco interés en una
herencia sin bienes y el CC ya dispone cómo habrá de repartirse el pago de las deudas. Los
legatarios solamente responderán hasta el valor de los bienes legados.
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para el cónyuge supérstite y la otra para la herencia del fallecido). Cada cónyuge podrá
disponer por testamento de sus bienes privativos. La disposición testamentaria de bienes
gananciales se rige por los arts. 1379 y 1380 CC.
El art. 1379 CC contempla un legado que tiene por objeto la mitad de los bienes gananciales. El
causante atribuye al legatario la mitad que le corresponderá en el activo líquido remanente del patrimonio
ganancial. El art. 1380 CC, en cambio, prevé lo que habrá de hacerse cuando el testador haya realizado un
legado de un bien ganancial en particular, teniendo en cuenta que no se sabe si le tocará o no en el reparto
de los gananciales. En este caso: la disposición testamentaria «producirá todos sus efectos si fuere
adjudicado a la herencia del testador. En caso contrario se entenderá legado el valor que tuviera al
tiempo del fallecimiento».
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El indigno queda inhabilitado para suceder por cualquier vía: testamentaria o intestada.
Si fuera un legitimario, pierde su derecho a la legítima.
Las causas de indignidad se recogen en el art. 756 CC. Algunas requieren la
condena por sentencia firme del indigno por razón de delitos contra la vida, la
integridad física o moral o contra la libertad e indemnidad sexual del causante, de su
cónyuge o pareja de hecho, o de alguno de sus descendientes o ascendientes. La
indignidad también tiene lugar en caso de condena por delito relacionado con el
incumplimiento grave de deberes familiares, por el incumplimiento de deberes hacia el
causante con discapacidad, o cuando el indigno hubiere sido privado de la patria
potestad, de la tutela o de la curatela y respecto de la herencia del agraviado. Otras
causas de indignidad se relacionan con conductas que atentan contra la libertad
testamentaria del causante.
Las causas de indignidad dejan de surtir efecto si por parte del causante afectado
se hubiere procedido a la rehabilitación del indigno. El causante puede perdonar al
indigno de manera tácita cuando, conociendo la causa de indignidad, hiciere testamento
y favoreciese en el mismo al indigno. O mediante declaración expresa de perdón en el
mismo testamento o en otro documento público (art. 757 CC).
Se aplican al indigno las normas sobre restitución de los bienes antes vistas (art.
760 CC), así como el plazo de cinco años para que se ejercite la acción por la que se
declare la indignidad (art. 762 CC).
Hay otros supuestos de privación de derechos sucesorios establecidos en la
ley, además de las incapacidades relativas y los supuestos de indignidad. Según los
casos, la ley puede privar al afectado de lo que se le hubiere dejado en un testamento
(por ej., art. 900 CC). El progenitor que se encontrase en alguna de las situaciones del
art. 111 CC (condenado por sentencia penal firme a causa de las relaciones a que
obedezca la generación o cuando la filiación haya sido judicialmente determinada
contra su oposición) no ostenta derechos legales en la herencia respecto del hijo o sus
descendientes. El propio hijo (o su representante legal, con autorización judicial) puede
dejar sin efecto esta restricción.
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la muerte del causante ha de salir el sucesor definitivo, si el ofrecimiento a favor del sucesor preferente no
cristaliza (por la razón que sea), se repite para el convocado siguiente en el orden de preferencia.
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aceptar ni repudiar sin aprobación del Gobierno, y la aceptación habrá de ser a beneficio
de inventario (arts. 994 y 957).
En cuanto al plazo para aceptar, el llamado podrá hacerlo mientras «no
prescriba la acción para reclamar la herencia» (art. 1016 CC). Se entiende (aunque es
discutido) que este plazo es el de treinta años, cuyo cómputo se inicia a partir de la
delación. Ahora bien, cualquier persona con interés legítimo (por ejemplo, acreedores
del causante o del propio heredero, sucesores convocados, pero posteriores en orden al
primer llamado) puede dirigirse al titular del ius delationis, para que manifieste su
voluntad de aceptar o de repudiar, a través de la denominada interpellatio in iure. El
interesado podrá acudir al Notario para que éste comunique al llamado que tiene un
plazo de treinta días naturales para aceptar o para repudiar. El Notario le indicará,
además, que si no manifestare su voluntad en dicho plazo se entenderá aceptada la
herencia pura y simplemente (art. 1005 CC). Esta acción no podrá intentarse contra el
heredero llamado hasta pasados nueve días de la muerte de aquel de cuya herencia se
trate (art. 1004 CC).
El llamado a la herencia (hubiere o no recibido la interpellatio in iure) tiene la
facultad de pedir que se le fije un plazo para hacer un inventario de la herencia y
deliberar si le conviene aceptar o repudiar. Para ejercitar este derecho de deliberar (art.
1010.II CC) habrá de comunicarlo al notario, dentro de ciertos plazos, procediéndose a
la formación notarial de un inventario. Se aplican las normas que regulan el beneficio de
inventario en cuanto al plazo y al modo de realizar el inventario.
Cuando se hubiere ejercitado el derecho de deliberar, el llamado tiene ciertos plazos, desde la
conclusión del inventario, para comunicar su decisión. Si guarda silencio, se entiende que acepta (art.
1019 CC.). Lo normal será ejercitar el derecho de deliberar si ha recibido la interpellatio (art. 1005 CC)
de algún interesado. Porque si nadie ha instado al llamado para que manifieste si acepta o no, podrá seguir
deliberando de facto hasta que prescriba la acción para pedir la herencia (ALBALADEJO).
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se hace por actos que suponen necesariamente la voluntad de aceptar, o que no habría
derecho a ejecutar sino con la cualidad de heredero. Los actos de merca conservación o
administración provisional no implican la aceptación de la herencia, si con ellos no se
ha tomado la cualidad de heredero.
El Código civil señala que algunos actos que, en particular, considera de
aceptación tácita de la herencia. Según el art. 1000 CC se entiende aceptada cuando; 1º)
el heredero vende, dona o cede sus derechos sobre los bienes de la herencia a una o
varias personas determinadas, ya sean extraños o alguno de los coherederos. 2º) Cuando
renuncia gratuitamente a su derecho a favor de uno o algunos de sus coherederos, o
cuando renuncia por precio a favor de todos los coherederos indistintamente. 3º) Si la
renuncia fuese gratuita y los coherederos favorecidos son aquellos a quienes debe
acrecer la porción renunciada, no se entiende aceptada la herencia.
De otro lado, hay ciertos hechos y actos a los que por ley se atribuye el valor de
aceptación. El art. 1002 CC, a modo de sanción, dispone que «los herederos que hayan
sustraído u ocultado algunos efectos de la herencia, pierden la facultad de renunciarla,
y quedan con el carácter de herederos puros y simples». En otras ocasiones, se entiende
aceptada ante el silencio del llamado. Por ej., art. 1005 CC.
La repudiación de la herencia
La repudiación supone el ejercicio del ius delationis en sentido negativo. A
diferencia de la aceptación, el art. 1008 CC dispone que «La repudiación de la herencia
deberá hacerse ante Notario en instrumento público».
La repudiación tiene igualmente efecto retroactivo a la muerte del causante, de
modo que la delación recibida queda retroactivamente sin efecto, como si no hubiera
tenido lugar. Se producirá en consecuencia una delación de la herencia a favor del
siguiente llamado en el orden de preferencia (convocado desde el momento de la
apertura de la sucesión).
El Código civil contiene algunas normas que concretan distintos aspectos relacionados con la
repudiación de la herencia. Según el art. 1009, «El que es llamado a una misma herencia por testamento
y abintestato, y la repudia por el primer título, se entiende haberla repudiado por los dos. Repudiándola
como heredero abintestato y sin noticia de su título testamentario, podrá todavía aceptarla por éste».
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La herencia yacente
La herencia se encuentra yacente cuando ha tenido lugar la apertura de la
sucesión, pero, por cualquier causa, no ha se producido (todavía) la aceptación. El
Código civil carece de una regulación sistemática de la herencia yacente que plantea, en
primer término, el problema teórico de explicar cómo puede haber relaciones jurídicas,
derechos y obligaciones, sin titular. La situación, sin embargo, es transitoria. Antes o
después habrá un heredero, y los efectos de la aceptación se retrotraerán al momento del
fallecimiento. Entre tanto, el problema práctico es el régimen de administración,
conservación y representación del patrimonio hereditario, en beneficio tanto del futuro
heredero como de los acreedores del causante.
Cuando exista un administrador de la herencia, el art. 1026 CC dispone que
tendrá la representación de la herencia para el ejercicio de acciones y para contestar a
las demandas que se interpongan contra la misma. El propio testador puede haber
designado a un administrador de la herencia. En su defecto, podrá solicitarse al Juez que
designe a un administrador, en distintos supuestos concretos previstos en la ley,
correspondiendo al administrador judicial la representación de la herencia (art. 798. 1
LEC). Los acreedores del causante pueden pedir el concurso de la herencia (arts. 567 y
ss. TRLC). El propio llamado, antes de aceptar, podrá realizar actos de mera
conservación y de administración provisional de la herencia, que no suponen aceptación
tácita (art. 999 CC). La jurisprudencia, por último, para ciertos efectos, ha reconocido la
legitimación procesal pasiva (capacidad para ser demandada) de la herencia yacente y la
demanda dirigida contra la propia herencia y el conjunto de los ignorados herederos.
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sucede, la suya aumente o acrezca la de los demás»; de tal modo que esa parte
«no siga otro camino, sigo que vaya a los instituidos juntamente con el que
faltó» (ALBALADEJO). Cada uno de los llamados lo es potencialmente a todo, lo
se denomina delación (institución) solidaria. Cada uno recibe la parte que le
corresponde, por concurrir con los demás. Si alguno de los destinatarios no
llegase a suceder, la porción vacante será para los demás instituidos en
proporción a sus respectivas cuotas en virtud del derecho de acrecer, y no se
acudirá a la sucesión intestada.
El derecho de acrecer se regula en los arts. 981 a 987 CC y tiene su fundamento
en la voluntad del testador. Los requisitos para que tenga lugar son dos:
1º. Que haya institución o delación solidaria. Si el testador ha manifestado su
voluntad de modo expreso en el testamento en el que hace la institución, no habrá
problema en afirmar el acrecimiento. Como tampoco lo habrá si de modo igualmente
expreso lo excluye. Constando esa voluntad expresa, en un sentido o en otro, se
respetará la voluntad del causante.
Aunque el causante no haya manifestado de modo expreso su voluntad favorable
al acrecimiento, el Código civil entiende que procede igualmente el derecho de acrecer
sobre la base de la voluntad presunta del testador cuando este hubiere realizado la
institución a favor de dos o más personas a una misma herencia (o a una misma porción
de la herencia) sin hacer especial designación de partes (art. 982.1º CC).
Las expresiones utilizadas por el CC acerca de cuándo hay o no esa voluntad presunta favorable
al acrecimiento son muy confusas. En general se considera que la institución de los herederos será
conjunta si se deja una cuota a cada heredero, sea igual o desigual (por ej., instituye a mis tres sobrinos
herederos por partes iguales, o a uno en la mitad y a los otros dos en 1/4). En último término, es un
problema de interpretación de la voluntad testamentaria.
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