Captulo IVReconst NOV09 FINAL
Captulo IVReconst NOV09 FINAL
Captulo IVReconst NOV09 FINAL
net/publication/249314396
Familias reconstituidas
CITATIONS READS
7 1,252
3 authors:
Lucía Antolín-Suárez
Universidad de Sevilla
66 PUBLICATIONS 721 CITATIONS
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
Del fracaso escolar al florecimiento en la adolescencia: La promoción del desarrollo positivo de adolescentes escolarizados desde una perspectiva de género (FAD)
View project
All content following this page was uploaded by Alfredo Oliva on 19 November 2020.
Universidad de Sevilla
1.1. Introducción.
que atraviesan muchas familias y sus implicaciones, tanto para la pareja como para sus
hijos. A pesar de las dificultades que suele llevar asociadas dicho proceso, muchas de
las personas que han pasado por él deciden darse otra oportunidad comenzando una
nueva vida en familia con un nuevo cónyuge. Las familias que resultan de un segundo o
parejas en las que hay algún hijo no común, fruto de una relación anterior. Aunque
diferencias pueden resumirse en tres. En primer lugar, las familias reconstituidas tienen
una estructura más compleja que las tradicionales. Están compuestas por más miembros
con vínculos sanguíneos- y pueden vivir en más de un domicilio. En segundo lugar, los
(padrastros y madrastras) suelen estar menos claros que los de los biológicos (Fine,
Coleman y Ganong, 1988), lo que genera confusión respecto al trato con los nuevos
hijos. Como ya señaló Cherlin a finales de los años 70 (Cherlin, 1978), y al igual que
1
ausencia de referentes sociales provoca un vacío, una ausencia de elementos identitarios
sus tareas de crianza. Por lo tanto, las parejas reconstituidas tienen que desarrollar su
relación marital al tiempo que construyen su relación con los hijos. En este sentido, y
para hacer más compleja la situación, los miembros de las familias reconstituidas,
debido a sus historias previas, tendrán diferentes formas de entender las relaciones en el
hogar, diferentes rituales y distintas normas, que tendrán que intentar engarzar con los
las familias reconstituidas es sin duda la diversidad. Diversidad que se plasma tanto en
Respecto a lo primero, la realidad más común es la de una mujer con hijos de una
relación previa que se empareja de nuevo con un hombre que puede o no tener hijos. No
obstante, también existe el caso, aunque menos frecuente, del padre que vive con sus
hijos y su nueva pareja. Así, en algunos hogares convivirán hermanos sin vínculos
2
nuevo padre tenga hijos procedentes de un emparejamiento anterior y que vivan con su
madre biológica. Aunque estos niños no tengan una presencia permanente en el nuevo
hogar, aparecerán con más o menos frecuencia, y establecerán vínculos con su nueva
familia.
por las que se puede acceder a la reconstitución familiar (De’ath, 1992). La situación
más frecuente es la del menor que ha experimentado la separación de sus padres y, tras
un período más o menos prolongado de convivencia con uno de sus progenitores, pasa a
vivir en una familia reconstituida. En otros casos puede que no se dé ese tránsito
otro sea inmediato. En algunas situaciones no habrá habido convivencia previa de los
monoparental, y experimentará el paso a la nueva familia sin haber vivido una situación
3
dificultades de las familias reconstituidas entendiendo que se apartaban de modelo ideal
negativa que estos trabajos aportaron de las familias reconstituidas casaba muy bien con
la tradicional de los cuentos y la mitología, que presentaba a los padrastros y sobre todo
En cualquier caso, es justo señalar que muchos de los estudios iniciales tenían
entre tipos de familias en algunas variables sin evaluar los procesos (Hetherington y
misma, sino los procesos que tenían lugar en los diferentes hogares. Así, en los años 90
dinámica de relaciones y los procesos que tenían lugar en el seno de estas familias.
Aunque más adelante se hablará de los efectos que la reconstitución familiar puede
tener en hijas e hijos, debemos señalar que desde los trabajos realizados en los años 90,
el modelo del déficit está siendo cuestionado y sustituido por otro que, huyendo de
familias e intenta contemplar variables que pueden influir en el ajuste de los menores a
configuración del hogar -simple o compleja en función de si existen hijos sólo de uno de
4
nivel socio-económico o la relación con los padres biológicos no custodios (Coleman,
personas que han estado casadas previamente –las dos o una de ellas- (Bumpass, Sweet
Fustenberg, 1994). Aunque con unas cifras algo menores, esta realidad también lo es en
No obstante, también es cierto que son muchas las personas que tras el divorcio
mantenido relativamente estable desde el año 1999 (INE, 2004), según las cifras del
Consejo General del Poder Judicial, en este último año se presentaron ante los
tribunales 126.742 demandas de separación o divorcio, un 68,2% más que una década
Ley del Divorcio de 2005 que supuso una importante agilización de los trámites
divorciada es aún escaso si nos comparamos con vecinos europeos como Reino Unido,
5
Alemania o Dinamarca. En España el número de nuevas nupcias no alcanza un tercio de
los divorcios al año, mientras que en estos países supera la mitad (Flaquer, Almeida y
de segundas nupcias es más elevado entre los hombres que entre las mujeres, ya que
estas últimas tienden a optar por uniones como las parejas de hecho o la cohabitación
tras una nuevo matrimonio, sino por cohabitación o tras establecerse como parejas de
de estos hogares en España era de 232.863. Ese mismo año, de las 6.468.408 parejas
con hijos que vivían en nuestro país, en el 3,5% de los casos alguno de los hijos no era
de las parejas de hecho, en las que el 33,8% eran familias con algún hijo no común.
otros países de nuestro contexto en que separaciones y divorcios son cada vez más
frecuentes -en Europa de cada 2,3 matrimonios uno se rompe (Instituto de Política
Familiar 2006)-, es previsible que los hogares reconstituidos sean una realidad cada vez
6
1.3. El proceso de reconstitución familiar y las tareas de la nueva pareja.
frecuente será la de una mujer con hijos, fruto de un emparejamiento anterior, que tras
hombre, que puede o no tener hijos. En este caso, lo usual es que sea un proceso gradual
que comienza con algunas visitas del varón al domicilio de la madre biológica,
comienzan a vivir en una familia reconstituida habrán atravesado por una situación
porcentaje menor pueden haber vivido desde el nacimiento con sus madres y
experimentarán el paso a la nueva familia sin haber vivido la ruptura familiar, lo que
Con independencia del proceso seguido, hay una serie de tareas comunes que
deberán afrontar la mayoría de las nuevas parejas. Así, tendrán que fortalecer su propio
vínculo conyugal al mismo tiempo que se renegocian las relaciones entre el padre
biológico no custodio y los hijos, que a su vez deberán afrontar la tarea de establecer
una relación con un nuevo padre, y en ocasiones con nuevos hermanos o hermanas. Esta
tarea puede resultar complicada, ya que, como comentamos líneas atrás, esta nueva
figura parental no habrá participado en la historia familiar previa y tenderá a alterar las
7
(Hetherington y Stanley-Hagan, 2002). Mientras que en las familias tradicionales la
relación de pareja es previa y los padres han tenido ocasión de conocerse y adaptarse el
uno al otro antes de comenzar las tareas de crianza, en las reconstituidas habrá que
compleja, tanto dentro como fuera del hogar, ya que coexistirán las familias extensas de
cada uno de los cónyuges actuales con las de los anteriores, lo que supondrá una
con respecto al rol que deberá desempeñar el nuevo padre, ya que sus responsabilidades,
derechos y obligaciones suelen estar menos claros que en el caso de los padres
biológicos, y con frecuencia no sabrán cómo actuar con sus nuevos hijos: si mostrarse
Algunos autores, como Fine (2001), han apuntado la importancia que tienen las
iniciales. Así, suelen ser frecuentes las expectativas idealizadas y demasiado optimistas,
como pensar que el ajuste a la nueva vida familiar se producirá de inmediato, y que
desde el primer momento surgirá el cariño entre los nuevos hermanos, o entre los hijos
y el nuevo padre, o que estas familias funcionan de forma similar a las tradicionales. En
ocasiones, también se espera de la nueva pareja que tenga todo aquello de lo que carecía
la anterior. Estas expectativas elevadas suelen terminar con una clara decepción que
8
abocadas al fracaso, y que puede condicionar de forma negativa la reconstitución. Esta
imagen estigmatizada tiene su origen en los primeros estudios que se llevaron acabo
extraño que diversos estudios hayan encontrado que tanto los miembros de familias
intactas como quienes viven en familias reconstituidas tienen una visión claramente más
estudios encuentren una cohesión más baja y una mayor conflictividad relacional en
aunque sin llegar a un nivel clínico (Barber y Lyon, 1994), o que el índice de
separaciones sea más alto tras las segundas nupcias (Booth y Edward, 1992). También
hecho de que los niños pasan con sus padres biológicos muchos fines de semana, que
son los días en los que estas actividades son más frecuentes (Pryor y Rodgers, 2001).
respecto, la mayoría de las investigaciones indican una mayor dificultad en estas nuevas
(Brown y Booth, 1996; Coleman, Ganong y Fine, 2000). Sin embargo, algunos estudios
que han comparado las relaciones de pareja en familias intactas y familias reconstituidas
han encontrado que en estas últimas la toma de decisiones suele ser más compartida
9
(Pike y Coltrane, 1996), que los hombres ceden más en las discusiones (Hobart, 1991) y
que la pareja suele expresar de forma más abierta sus críticas y enfados (Bray y Kelly,
1998). Tal vez, esta mayor franqueza, que podría ser considerada un punto fuerte, sea
también la causa del mayor número de conflictos que estas parejas experimentan.
cónyuges no suele coincidir con la de personas ajenas a la familia, ya que aunque los
1992).
Coleman, Fine, Ganong, Downs y Pauk (2001) encontraron que las causas más
actitud materna de protección del menor frente al nuevo padre o al padre biológico, las
recursos (finanzas, espacio, posesiones). En relación con este último aspecto, un estudio
llevado a cabo por Fine (2001) indicó que los asuntos económicos podían generar
conflicto tanto porque los padres biológicos pensaban que el nuevo padre debía aportar
más de lo que hacía, como por lo contrario: la nueva pareja quería hacer una mayor
entre el padre biológico y el nuevo padre experimentados por los menores. Las
relaciones con el padre o madre no custodio también pueden ser una fuente de conflictos
10
para la nueva familia, puesto que es usual que una relación que ya podía ser complicada
que ser padre, y sobre todo madre, no biológico en una familia reconstituida es más
difícil que serlo en una familia tradicional (Pasley y Moorefield, 2004), y que el
establecimiento de esta relación será la tarea más complicada que tendrá que afrontar la
entre padres e hijos biológicos por la carencia de una historia compartida previa que ha
unas costumbres propias a las que se tendrá que incorporar tardíamente. Además, es
Por todo ello, no es extraño que algunos estudios encuentren que los padres se
relacionen peor con sus nuevos hijos que con los biológicos, que les muestren menos
estos menores en una situación de mayor riesgo de sufrir malos tratos por parte de sus
reproductivo buscando la supervivencia del mayor número de sus genes. Ello les
llevaría a invertir más tiempo, energía y recursos en sus hijos biológicos que en los
11
adoptivos, e incluso a mostrar conductas agresivas hacia estos últimos. No obstante,
Adler-Baeder y Higginbotham (2004) revisaron los estudios que analizan los malos
depende en gran medida, sobre todo durante la adolescencia, de la actitud que muestre
el niño o niña hacia el nuevo padre o madre, que con frecuencia suele ser negativa y
esta actitud de rechazo que indican algunos estudios con observadores externos,
aspiren a una relación más estrecha con sus nuevos padres que la que en realidad logran
Entre los factores más determinantes de esta relación hay que destacar la edad
del menor, ya que sin duda la adolescencia temprana es la etapa más complicada para
establecer una nueva relación parento-filial (Hetherington, 1991; 1993). Tal vez, el
más apropiado para tratar de establecer un nuevo vínculo afectivo, y es posible que el
las reconstituidas no siempre se observa una asociación positiva entre ambas relaciones,
12
y es frecuente que una buena relación conyugal genere en el menor una conducta de
oposición, tanto hacia el padre biológico como hacia su nueva pareja, especialmente
durante la infancia. La menor atención que muchas madres prestan hacia sus hijos como
resentimiento hacia esta nueva figura paterna, sobre todo en las niñas, ya que le
iniciales suelen superarse con el paso del tiempo y aproximadamente un tercio de padres
no biológicos, especialmente aquellos con niños más pequeños, llegan a establecer una
establecer una relación afectuosa con el menor y apoyar a la madre en sus estrategias
favorable, puesto que los escasos estudios longitudinales que han analizado dicha
dificultades en las relaciones siguen una tendencia curvilineal, aumentando durante los
Simard, Parent y Blais, 2004). Aún se necesitan más estudios que aclaren, además, por
qué unas relaciones mejoran mientras que otras empeoran progresivamente hasta la
13
Aunque se trata de situaciones menos frecuentes, en algunas ocasiones será una
mujer, con o sin hijos, la que se incorpore a una familia formada por un varón con hijos
algo más complicada, sobre todo si la madre biológica vive, probablemente porque los
rol maternal con un menor que puede mostrarse resistente a los acercamientos afectivos
Además, a diferencia de lo que ocurre con los padres biológicos no custodios, las
madres biológicas que no viven con sus hijos suelen tener un mayor contacto e
implicación en su crianza, lo que puede situar a la nueva madre en una posición difícil y
hacer más probable el surgimiento de disputas entre ambas figuras maternas (Stewart,
1999). Algunos estudios han encontrado que aquellas familias en las que las nuevas
madres priorizan la relación con su pareja, y adoptan un rol menos intrusivo y más
permisivo, respetando la relación del menor con su madre biológica, suelen mostrar
relaciones más satisfactorias, a la vez que los menores presentan un mejor ajuste (Bray,
1.6. Las relaciones entre los padres biológicos custodios y sus hijos.
La relación entre los padres biológicos que conviven con sus hijos también se
verá influida por la reconstitución familiar y tendrá que ser renegociada. Como ya
hemos tenido ocasión de comentar, lo usual es que se trate de una madre que vive con
sus hijos que se empareja de nuevo tras la separación de su anterior pareja y un periodo
que esta relación se deteriora tras la reconstitución, ya que son más frecuentes las
14
conductas negativas y las reprimendas, mientras que disminuyen las expresiones de
paso del tiempo la situación suele normalizarse, y una vez transcurridos unos dos años
estas relaciones son similares a las existentes en familias intactas (Anderson, Greene,
difícil hacer generalizaciones sobre el tipo de relaciones que se establecerán entre ellos.
Las relaciones entre hermanos que son fruto de las relaciones anteriores de la nueva
pareja son relativamente positivas, aunque algunos estudios encuentran más frialdad y
Gorrell-Barnes et al., 1998). Más similares son aún la relaciones entre medio-hermanos.
diferencias con las familias intactas, por lo que podemos afirmar que la primera etapa
15
tras la reconstitución familiar suele ser la más complicada para las relaciones entre
Clingempeel, 1992; Hertherington et al., 1999). Una situación que puede perjudicar
tanto la relación fraterna como el ajuste del menor es cuando éste percibe un trato
diferente o discriminatorio por parte de alguno de los padres en función de que sea hijo
Aunque en algunos casos el menor puede perder todo tipo de contacto con el
probable que existieran desavenencias entre los miembros de la pareja rota que tenderán
desplazado por el nuevo padre o madre, o los desacuerdos sobre asuntos económicos
como consecuencia de los nuevos recursos que entran en la casa (Fine, 2001). En
cualquier caso, esta relación con el padre, o excepcionalmente con la madre, no custodio
continúa siendo muy importante y debe cuidarse ya que guarda una asociación
significativa con la relación que establece el menor con su nuevo padre: cuando esta
relación es positiva es más probable que el niño desarrolle una relación sólida con el
padre no biológico, lo que repercutirá de forma favorable sobre el ajuste del menor
(Ganong, Coleman, Fine y Martin, 1999). En el caso menos probable de que el niño o
niña viva con su padre biológico y su nueva madre, la situación será más complicada y
serán más frecuentes los enfrentamientos entre la madre no custodia y la nueva pareja
16
de su exmarido, lo que llevará al menor a verse envuelto en un conflicto de lealtades
hacia ambas figuras que hará más difícil la consolidación de la relación con su nueva
madre.
reconstituidas ha guiado una gran parte de la investigación sobre este tipo de familias,
por lo que existe una importante evidencia acumulada al respecto. Distintas revisiones
indican que los niños de estas familias muestran más problemas que quienes viven en
controlan variables sociales y económicas. No obstante, hay que destacar que aunque las
diferencias encontradas son significativas los tamaños del efecto son pequeños y la
la normalidad (Amato, 1994; Cantón, Justicia y Duarte, 2007; Dunn, 2002; Pryor y
Rodgers, 2001).
Las razones de los problemas de muchos de estos menores no son distintas a las
de los problemas que experimentan niños que viven en familias intactas, aunque, como
familia introduce al menor en una serie de cambios y potenciales estresores que pueden
pasar factura a su ajuste emocional y comportamental. Por otra parte, es indudable que
el inicio de una nueva relación de pareja exige un esfuerzo importante por parte de los
17
relación, lo que puede redundar en una menor dedicación a su tarea como padres y en
que sus prácticas de crianzas sean más inconsistentes (Coleman et al., 2000).
Además, estas familias suelen ser menos estables que las intactas, lo que hace
(Kurdek, Fine y Sinclair, 1995). Algunos estudios han comparado el ajuste de niños que
revisión de Pryor y Rodgers (2001) apunta una situación más favorable para los
filiales, es un determinante fundamental del ajuste infantil, con independencia del tipo
de estructura familiar, por lo que las dificultades relacionales que se observan en las
de ajuste de estos niños. No obstante, y siguiendo a Dunn (2002), habría que precisar
que la influencia puede ir del menor a sus padres, ya que la conducta negativa del nuevo
padre puede verse propiciada por la actitud de rechazo del niño o niña.
Al igual que ocurre en las familias tradicionales, los conflictos maritales están
no se resuelven de forma adecuada (Barber y Lyons, 1994; Bray, 1999; Coleman et al.,
2001; Grych y Fincham,1990). El conflicto marital puede ejercer una influencia directa
18
agresivo de los padres. Pero la influencia puede ser también indirecta, ya que el
conflicto con la pareja puede llevar a un ejercicio más punitivo y menos afectuoso del
rol parental que a su vez influirá sobre la conducta infantil (Dunn, 2002). Algunos
reconstituidas media la relación entre este tipo de estructura familiar y el nivel de ajuste
infantil encontrando sólo apoyo a una mediación parcial, es decir, que existen otros
(Anderson et al., 1999). El hecho de que tanto los hombres como las mujeres que viven
como la depresión puede constituir otro factor de riesgo para estos menores, en la
problemas externos cuando se las compara con quienes viven en familias intactas, ya
que la pubertad precoz aparece en muchos estudios vinculada con diversas conductas
podría deberse tanto al mayor estrés que experimentan, como a la presencia en casa de
un varón adulto no relacionado biológicamente con ellas, ya que ambos factores parecen
Algunos factores, como la edad o el sexo del menor, pueden moderar la relación
19
reconstitución, y las relaciones con la nueva pareja de la madre o el padre serán muy
complicadas. Así, y a pesar de que los resultados referentes al ajuste del menor no son
2002). En relación con el sexo del menor, los datos disponibles no son definitivos; por
una parte parece que las niñas suelen adaptarse peor a la reconstitución y se muestran
más belicosas ante la entrada de la nueva pareja en casa, lo que se traduce en conductas
diferencias, o incluso apuntan una mejor adaptación de las niñas en los momentos
2002). Es posible que tanto niños como niñas se vean afectados por la reconstitución y
experimenten un estrés similar, pero que en el caso de los niños las manifestaciones de
este estrés se exterioricen más, mientras que en las niñas se traduzcan en problemas
internos de más difícil detección. La falta de consenso entre los estudios puede también
obedecer, entre otros factores, a la utilización de medidas diferentes del ajuste infantil
control, son uno de los factores familiares más frecuentemente asociados al ajuste de
20
Olabarrieta, 2004; Steinberg y Silk, 2002). Como ya hemos comentado, debido al estrés
hijos. Con el paso del tiempo la situación tenderá a normalizarse y los niveles de
Algunos estudios han encontrado en estas familias una menor proporción de estilos
son menos frecuentes las prácticas autoritarias y coercitivas (Thomson, Mosley, Hanson
y McLanahan, 2001). Por otra parte, también suelen ser frecuentes la inconsistencia y la
al.,1999).
biológicos, algo que puede resultar conveniente para el buen funcionamiento familiar,
ya que aunque los menores que viven en familias reconstituidas se benefician de los
parece que controlar, poner límites y exigir responsabilidades sea la mejor manera de
establecer una buena relación con el hijo o hija no biológico, que se mostrará muy
reacio a aceptar este control. La evidencia empírica muestra que el afecto y el apoyo por
parte del nuevo padre o madre están más relacionados con la aceptación por parte del
21
parecen beneficiarse mucho de ella, por ello, parece conveniente que en estas familias el
control sea ejercido por el progenitor mientras que su pareja adopta un papel más
cuando la relación con el menor sea más sólida, podría tender a un estilo más
democrático.
tarea complicada que exige de todos los miembros de la familia un esfuerzo importante
para que pueda concluir con éxito. No obstante, aunque son muchas las dificultades que
suelen atravesar las familias reconstituidas, y un porcentaje que ronda el 50% termina
en una nueva ruptura, cabe suponer que la otra mitad de familias que no se separa
funciona razonablemente bien. A pesar de su interés, son muy escasos los datos
disponibles acerca de los factores que influyen en el éxito de estas familias, pues sólo
llevados a cabo sobre un número reducido de familias, pero que proporcionan una
información muy interesante y útil que pueden servir de orientaciones educativas para
estas familias (Beaudry, Boisvert, Simard, Parent y Blais, 2004; Bumpass, Raley y
Sweet, 1995; Kelley, 1992; Michaels, 2006; Svare, Jay y Mason, 2004). De sus
22
• Es muy importante que los nuevos cónyuges mantengan antes de la
evitando ideas excesivamente optimistas, como pensar que habrá una aceptación
y cariño inmediato hacia la nueva figura parental por parte de los hijos del
éxito las parejas que sostienen unas expectativas realistas sobre las dificultades
que han de afrontar y el esfuerzo que deberán realizar para construir una nueva
familia. Deben ser conscientes de que no cabe esperar que los padres quieran a
todos los hijos, propios y ajenos, por igual, y que la relación con estos últimos
elemento clave para la reconstitución. Las parejas que piensan que, a pesar de
los obstáculos, reconstituir una familia merece la pena y que ésta será el mejor
23
de los escenarios posibles para todos, adultos y menores, tienen más
• El éxito pasa también por la construcción de una nueva identidad como familia,
compartidas que poco a poco terminarán generando una nueva cultura familiar.
Ello no significa que haya que sustituir por completo el repertorio de hábitos y
pronóstico aquellas parejas que muestran unos roles familiares muy flexibles,
su familia.
de tratar de iniciar una nueva relación con el menor, y será éste quien con el
hay aceptación y apoyo por su parte. Los abuelos, principalmente las abuelas
24
maternas, pueden representar una fuente importante de apoyo emocional y
con los nuevos abuelos no biológicos, pero los datos existentes indican que
pueden desarrollar a lo largo del tiempo vínculos muy estrechos y positivos para
cabo sobre 26 familias por Beaudry et al. (2004) en el que las habilidades
sentido es muy importante que los miembros de la nueva pareja hablen sobre la
crianza de los hijos para que lleguen a acuerdos sobre asuntos como las pautas
control sea ejercido por sus padres biológicos. Más adelante, cuando la situación
25
democrático. El control excesivo y las actitudes autoritarias pueden ser
las normas y disciplinas familiares, ya que aunque estas nuevas normas sean
puede interpretar que el cambio ha sido propiciado por la nueva figura parental y
Teniendo en cuenta las necesidades y las dificultades que deben afrontar, las
tipo de estructura familiar muy prevalente en la actualidad, aún son escasos los estudios
llevados a cabo sobre evaluación de intervenciones con estas familias y en España son
ajuste de los menores. Aunque existen algunos programas que ofrecen orientación
26
individual, directamente o a través del teléfono o del correo electrónico, el formato más
usual es el del trabajo con grupos reducidos de madres y padres. Hay que tener en
cuenta que en muchos casos estas nuevas familias han experimentado una ruptura de sus
relaciones sociales previas, por lo que el trabajo en grupo servirá además para crear un
nuevo entramado social que proporcione apoyo a la nueva pareja. Algunos programas
Aunque se trata de una situación muy poco frecuente, algunos autores han
adolescentes, en estos programas, bien llevando a cabo sesiones con padres e hijos,
actividades para realizar con sus hijos en casa (Hetherington y Kelly, 2002). También
a los niños que existen diversos tipos de familias, y que las reconstituidas son uno más
padres no específicamente diseñados para este tipo de familias, los participantes suelen
sentirse más cómodos en compañía de padres y madres con situaciones parecidas a las
suyas, sobre todo por el estigma negativo que con frecuencia llevan asociado las
obstante, no hay que pasar por alto la dificultad para captar a padres que participen en
27
estos programas, que suele ser incluso mayor que en el caso de familias intactas o
adoptivas, probablemente porque estos padres, a pesar de las dificultades que pueden
estar atravesando, piensan que asistir a estos programas supone reconocer que son
sesiones de los programas analizados estuvo comprendido entre 4 y 13, aunque lo más
comprendida entre 1.5 y 3 horas. Teniendo en cuenta las dificultades a las que se
variada pero suele incluir charlas, discusiones grupales, juegos de roles o análisis de
casos prácticos.
obstante, en la actualidad existe cierto consenso con respecto a los temas que debe
incluir todo programa dirigido a este tipo de familias. A continuación se detallan los
contenidos fundamentales:
conocimiento acerca de las tareas que conlleva la reconstitución y las fases que
atraviesa, sus diferencias con otros tipos de estructuras familiares; reconocer los
28
• Aprendizaje de habilidades maritales básicas. Entre ellas habilidades de
tipo de parejas.
líneas atrás, el estilo educativo o las prácticas de crianza mostradas por el nuevo
relaciones con el menor y del ajuste de éste. Por otra parte, la calidad de la
relación con el menor influirá sobre la relación marital. Aunque, existen claros
ajuste del menor. El dominio por parte de los padres de técnicas para el control o
que la calidad de esta relación mejora cuando hay una comunicación con bajo
29
nivel emocional, se respeta la vida privada del otro, se usa un lenguaje de apoyo
díadas o subgrupos como por parte de toda la familia. Esto servirá para crear una
extensa como con otras personas o grupos, puede resultar muy beneficioso para
estas familias que suelen tener redes sociales más débiles. Las discusiones y
muchas de las dificultades que encuentran las nuevas familias están relacionadas
Aunque son pocos los programas que han publicado resultados de sus evaluaciones,
los datos disponibles hasta el momento son parcialmente favorables a su eficacia. Así,
en las familias que los han seguido suele producirse un aumento del conocimiento de la
parento-filial, cuando se las compara con familias reconstituidas que no han participado.
30
mostrados por los menores. La evidencia proveniente de estudios sin grupo control
Aún queda mucho por aprender sobre la efectividad de este tipo de programas y
es preciso que se lleven a cabo más evaluaciones bien planificadas, a ser posible
formatos que funcionan mejor, los contenidos más útiles, o las metodologías formativas
las familias reconstituidas, sin embargo, aún quedan muchos puntos por aclarar para
poder revelar una fotografía nítida de ellas (Coleman, Ganong y Fine, 2000). Entre los
vínculos legales (Pasley y Moorefield, 2004). Por otro lado, la mayoría de las
biparentales intactos, asumiendo que los indicadores válidos para las tradicionales
también lo eran para las reconstituidas, y que lo supone un mayor ajuste para unas
también lo supondría para las otras (Fine, 2001). En este sentido, por ejemplo, algunos
autores han apuntado que si bien elevados niveles de cohesión son una señal de ajuste
en las familias intactas, en las reconstituidas no tiene porqué serlo, ya que en estas
últimas sus miembros tienen que mantener vínculos muy estrechos con personas que no
31
viven en el núcleo familiar, como el progenitor no custodio, y niveles muy elevados de
Para finalizar, cabe destacar dos ideas significativas, en primer lugar que
para que sus miembros desarrollen nuevos vínculos afectivos y nuevas relaciones. En
segundo lugar, tenemos que insistir en que la reconstitución, más que ser el preludio de
serios problemas internos y externos para los menores, supone una situación de riesgo.
El ajuste final de los niños y niñas que viven en estas familias dependerá de toda una
32
3. Resumen, actividad y lectura recomendada.
proceso de separación o divorcio, decide emprender una nueva vida con una
nueva pareja formando una familia reconstituida, que se caracteriza por estar
formada por una pareja en las que hay algún hijo no común, fruto de una
relación anterior.
Estados Unidos son hogares reconstituidos con hijos, y una tercera parte de los
los 18 años. En España, aunque no tan elevados, los datos muestran una
tendencia creciente.
una mujer con hijos, frutos de un emparejamiento anterior, que tras un proceso
formar una familia con un nuevo hombre, que puede tener hijos o no.
• La reconstitución familiar implica una serie de tareas que hacen más vulnerables
parentales o fraternas. Por otra parte, la ambigüedad e indefinición del rol del
nuevo padre y las expectativas poco realistas sobre la nueva situación familiar
33
• La gran complejidad existente en la red relacional de una familia reconstituida
presente en este tipo de familias: menor cohesión entre sus miembros, mayor
una mujer. La actitud del menor hacia su nuevo padre o madre, que suele ser de
que los que viven en familias intactas en la mayoría de las áreas estudiadas
34
y prácticas parentales inconsistentes o inadecuadas. Con el paso del tiempo la
• Aún quedan muchas cuestiones por conocer sobre la realidad de estas familias y
sobre los factores que contribuyen a su bienestar. Por ello, es necesario realizar
35
Actividad.
Después de darle muchas vueltas, Jorge y María han decido comenzar a vivir
juntos después de llevar dos años de relación. Jorge tiene una hija de 9 años que
convive con su anterior mujer, mientras que María tiene la custodia de un hijo de 11
años y de una hija de 5, ambos frutos de su anterior matrimonio. Aunque ambos están
decididos a dar el paso, se muestran preocupados por las dificultades que pudieran
Lectura recomendada.
36
Referencias
En A. Booth y J. Dunn (Eds.), Stepfamilies: Who benefits? Who does not? (pp.
Anderson, E.R., S.M. Greene, M.E. Hetherington y W.G. Clingempeel (1999). The
M.E. Hetherington, et al. (Eds.), Coping with divorce, single parenting, and
Arranz, E., Bellido, A., Manzano, A. Martín, J.L. y Olabarrieta, F (2004). Contexto
intact and remarried families. Journal of Youth and Adolescence, 23, 421-436.
Booth, A. y Edwards, J. N. (1992). Starting over: Why remarriages are more unstable.
Bray, J. H. (1999). From marriage to remarriage and beyond: Findings from the
37
(Ed.), Coping with divorce, single-parenting and remarriage: A risk and
Psychology, 7, 76-90.
436.
Cantón, J., Cortés, M.R. y Justicia, M.D. (2007). Hogares reconstituidos y desarrollo de
los hijos. En J. Cantón, M.R. Cortés y M.D. Justicia, Conflicto entre los padres,
Church, E. (1999). Who are the people in your family? Stepmothers' diverse notions of
38
Coleman, M., Ganong, L. y Fine, M. (2000). Reinvestigating remarriage: Another
Coleman, M. A., Fine, M. A., Ganong, L. G., Downs, K. M., y Pauk, N. (2001). When
you’re not the Brady Bunch: Identifying perceived conflicts and resolution
Deater-Deckard, K., Pickering, K., Dunn, J. y Golding, J.(1998). Family structure and
depressive symptoms in men preceding and following the birth of a child. The
Dunn, J., Deater-Deckard, K., Pickering, K., O’Connor, T. G., y Golding, J. (1999).
Dunn, J., Deater-Deckard, K., Pickering, K., O’Connor, T. G., Golding, J., y The
step-, single- and nonstep family settings: Findings from a community study.
timing: maternal depression, stepfather presence, and marital and family stress.
39
Fine, M. A. (2001). Marital conflicts in stepfamilies. En J. H. Grych y F. D. Finchmam
(Ed.), Coping with divorce, single parenting, and remarriage (pp. 273–294).
obligation in remarriage families and their implications for public policy. Social
Issues in theory, research, and practice (pp. 87-106). New York: Greenwood.
40
Ganong, L., Coleman, M., Fine, M. y Martin, F. (1999). Stepparents' affinity-seeking
and affinity maintaining strategies with stepchildren. Journal of Family Issues, 20,
299-327.
adolescence, 1, 323-348.
7, 1-18.
Hetherington, E. M., Henderson, S., y Reiss, D., in collaboration with Anderson, E.,
Bridges, M., Chan, R., Insabella, G., Jodl, K., Kim, J., Mitchell, A,, O'Connor,
41
Hetherington, E. M. y Jodl, K. (1994). Stepfamilies as settings for development. En A.
University.
Hobart, C. (1991). Conflict in remarriages. Journal of Divorce and Remarriage, 15, 69-
86.
Consultado en www.ine.es
Kurdek, L. A., Fine, M. A., y Sinclair, R. J. (1995). School adjustment in sixth graders:
Parenting transitions, family climate, and peer norm effects. Child Development,
66, 430-445.
42
MacDonald, W., y DeMaris, A. (1996). Parenting stepchildren and biological children:
The effects of stepparent's gender and new biological. Journal of Family Issues,
17, 5 - 25.
27, 151-171.
(1992). Patterns of courtship for remarriage: Implications for child adjustment and
Nicholson, J. M., Phillips, M., Whitton, S. W., Halford, W. y Sanders, M.R. (2007).
Nicholson, J.M., Sanders, M.R., Halford, W.K., Phillips, M., y Whitton, S.W. (2008).
O´Connor, T. G., Pickering, K., Dunn, J., Golding, J., y the ALSPAC Study Team.
43
Pryor, J., y Rodgers, B. (2001). Children in changing families: Life after parental
spend time with absent children. Journal of Family Issues, 20, 539-556.
Visher, E. B. y Visher, J. S. (1988). Old loyalties, new ties: Therapeutic strategies with
44