Atacames
Atacames
Atacames
El 4 de septiembre 1526 en San Mateo, descubrieron que Atacames era el poblado más
importante.
En 1543, el capitán Juan de Olmos, vecino de Portoviejo, llegó con una expedición de
100 soldados y fundó Atacames sobre el poblado indígena que encontraron los
españoles en 1526.
En 1577, los curas Miguel Cabello y Juan de Cáceres construyeron allí la primera
capilla y cabañas.
Por una peste, en 1589 la capital de Esmeraldas pasó a Atacames. En 1742, Maldonado
recibió la orden del Rey de residir allí.
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cantón.
“Había de todo. Ollas de arcilla, figuras humanas, hachas de piedra,
collares intactos de conchas spondylus...”, añade. Sin embargo, a
pesar de ser prácticamente una cantera arqueológica, poco se ha
hecho por rescatar y preservar este tesoro nacional. Casi todo se ha
perdido.
En las casas de Atacames se dice que todos poseen una reliquia.
Muchos aseguran haberlas encontrado mientras cavaban los
cimientos de sus viviendas.
El Departamento de Turismo del Municipio de Atacames también
posee algunas vasijas, pirulos, silbatos y más. Según investigaciones
históricas, la mayoría de estos vestigios se ha encontrado en
Atacames, Puerto Gaviota y Tonsupa.
Galarza recuerda, incluso, que a lo largo de la vía entre Esmeraldas y
Atacames había tolas, como muestras visibles de la presencia de
culturas anteriores a la llegada de los españoles. Pero fueron
saqueadas por buscadores de oro y piedras preciosas.
Según el alcalde de Atacames, Freddy Saldarreaga, el Municipio
planea construir un museo para recuperar y preservar las piezas
halladas. La responsabilidad del proyecto descansa en Wilson Pérez,
director de Educación y Cultura del Cabildo.
Pérez asegura que el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC)
está interesado en la edificación del museo. Sin embargo, el plan
para la preservación cultural necesita la aprobación de nuevas
ordenanzas, que permitan recuperar las piezas que están en manos
privadas.
También se prevé solicitar que el Banco Central entregue en
comodato una parte de las reliquias de Atacames.
Pero hasta que esto se concrete, los vestigios arqueológicos
continúan a merced de los saqueadores, quienes, sin recelo, ofrecen
los hallazgos a la Casa de la Cultura núcleo de Esmeraldas, a pesar
que las leyes prohiben su venta.
También se conoce que muchas reliquias han terminado en
colecciones particulares dentro y fuera del país, señala Galarza.
El museo de la Casa de la Cultura de Esmeraldas, precisamente, fue
amado con la colección particular de Carlos Mercado. Su familia
atesoró las piezas durante años y finalmente se expusieron al público.
Pero Atacames no es la única cantera arqueológica. La Tolita Pampa
de Oro es otro ejemplo de un sitio semi olvidado.
“Este fue uno de los lugares en donde se encontraron valiosos restos
arqueológicos, como la máscara del sol de oro, que representa al
Banco Central del Ecuador“, recuerda Galarza.
Gina Galarza, encargada del Museo de la Casa de la Cultura de
Esmeraldas, asegura que en esa provincias se han encontrado
muestras importantes no solo de la cultura Tolita, sino también de la
Jama Coaque, Atacames y Bahía. Dice que la mayoría son piezas
utilitarias, como vasijas, herramientas de piedra y de concha. Pero
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también silbatos, figurines, moldes y sellos que hablan de un
importante sitio de vivienda e intercambio.
Uno de los pocos esfuerzos particulares para preservar este
patrimonio, lo impulsa un grupo de intelectuales atacameños,
presidido por Daniel Serrano.
Ellos mantienen abiertas las puertas del Centro Cultural de Atacames,
una suerte de museo que guarda piezas de la cultura precolombina
local. También posee una biblioteca.
Serrano continúa solicitando el apoyo de instituciones culturales para
lograr la preservación del legado histórico. Pero no ha tenido
respuesta. Entre tanto, las reliquias históricas de Atacames continúan
desapareciendo.
Cuando me vi con muchas crónicas, me dije: ni loco me quedo con esto en mi mochila,
tengo que botar (publicar), salir de esto. Atacames Tonic es periodístico
La historia de Atacames como espacio turístico es semejante, entre otros, a los de otros
lugares de la Costa ecuatoriana, solo que con su propia impronta. En un sitio de Internet
se hace referencia a la región de Farol como “el último reducto hippie de los años
1970”. A lo largo de los años 1970 y 1980 este lugar fue buscado por los jóvenes de las
grandes ciudades que deseaban alternativas que ya no podían ser experimentadas en los
balnearios elegidos por las camadas intermedias que reproducían en estos lugares las
prácticas de ocio y de consumo que caracteriza al turismo de masas.
Estos lugares mágicos de los años 1970 y 1980 se transformaban en espacios liminares si
se tiene en cuenta la adecuación que hacen algunos autores del esquema del proceso ritual de
Víctor Turner (1974) para analizar las experiencias turísticas. Pensado originalmente por Turner
para estudias los Ritos de Pasaje en las sociedades pre-industriales, el esquema ritual consiste
en una fase de transición o de liminaridad en la cual los individuos son desvinculados de la vida
cotidiana de la aldea a través, por ejemplo, de rituales de reclusión. Enseguida se pasa a la
fase de communitas, es decir, una vivencia liminar colectiva de los individuos sometidos al Rito
de Pasaje entre los cuales se establecen lazos sociales transitorios en contraposición a
aquellos encontrados en la estructura de la sociedad, pudiendo incluso ocurrir cambios en los
papeles sociales (Turner 1974:118-120). La finalización del proceso ritual se produce cuando
se deshace la communitas, cuando los individuos son, entonces, reintegrados a la estructura
social con un nuevo status. La analogía entre el proceso ritual y la experiencia turística consiste
en concebir al viaje y a la estadía como una situación de ruptura de la cotidianeidad es decir de
la estructura, con una reorganización temporaria de las relaciones como por ejemplo, entre los
participantes de una excursión (Nash 1996:40-43).
Los “reductos hippies de los años 1970” aparecían como espacios liminares en este
sentido, o sea, espacios de vivencias alternativas en contraposición a determinadas
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estructuras. Incluso, el mismo Turner señala la posibilidad de ver las experiencias hippies en
términos de liminaridad:
El acento puesto por los “hippies” en la espontaneidad, el inmediatismo y a la
existencia pone de relieve uno de los sentidos en que la “communitas” contrasta con la
estructura (Turner 1974:138).
Para muchos turistas que viajan a Farol, en los significados atribuidos a la naturaleza –mar,
costas, playa- se encuentran entrelazadas las ideas de “magia” y “energía”.
El reggae se transformó en una especia de tema del lugar durante el verano. Sus signos
–la figura de Bob Marley y los colores de la bandera de Jamaica- son sometidos a los
más diversos usos y significados ya sea en la toalla de la playa ofrecido para ser
consumida por los veraneantes (Figura 1) o en el cartel de la pizzería (Figura 2)
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La connotación de un sentido reggae en la Figura 2 es realizada en una operación
similar a la que Roland Barthes (1999:33) descubre en los anuncios publicitarios. En el
mensaje simbólico, es decir en la imagen, se encuentran sentidos señalados con
anterioridad: la “mística” del taoísmo y de la “brasilienidad” del verde y el amarillo. En
el caso del perfil negro, si quedase alguna duda sobre su sentido se la soluciona luego
con el mensaje escrito: reggae. El juego de sentido se completa con el nombre de la
localidad y de su símbolo, Farol: lugar místico, una Jamaica brasileña que se permite el
hábito urbano de consumir “pizzas, calzones y bocados”.
Sin embargo, la relación entre los jóvenes turistas provenientes del espacio urbanos con
los jóvenes lugareños y el uso de drogas no puede ser comprendida simplemente en
términos de un efecto de demostración relacionado con la visión reduccionista de
aculturación
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Entre los jóvenes locales, “se crea una necesidad de consumo que se convierte en un
imperativo ya que se sienten avergonzados de ser vistos sólo como un grupo de nativos
comunes”.
Por lo tanto, de una estrategia simbólica de negación de una condición nativa a través de
la adopción de una práctica interpretada como señal de un estilo de vida diferente. Bajo
la óptica de la antropología, la cuestión de las drogas se desliga de la constatación
concreta de imitación –y de la condición de “problema social”- para insertarse en el
interior de un problema más complejo. Implica un abordaje de las relaciones (Bourdieu
2003:16) de turistas y nativos en contacto, es decir, como “actores sociales en
negociación” (Giovannini Jr. 2001:151) insertados en un “espacio social multifasético”
(Grünewald 2001:128).
Desde este punto de vista, la problemática puede ser formulada en otros términos
¿cuáles son los signos que cada grupo escoge del universo del otro y qué significados
buscan generar? En el caso de los nativos la preferencia parece encontrarse en los
objetos de consumo, en la práctica del surf y en el uso de las drogas que funcionan
como indicadores de modernidad. Por el contrario, los turistas optan por los signos de la
vida opuesta a lo moderno. A partir de ese punto, ambas partes convergen en un proceso
que no se limita al proceso simbólico, materializándose en prácticas sociales y
culturales similares en sus formas pero cuyo sentido no puede ser interpretado a no ser
partiendo de las referencias de cada grupo en particular y de su reciprocidad.(Dos
Santos 2005, 310)
Con respecto al turista y la asociación entre “villa de pescadores a orillas del mar” y
“paraíso” se inserta en la historia del imaginario moderno, en la que lo “bucólico” y las
manifestaciones del “pueblo” portador de una “autenticidad” innata se está
convirtiendo en sus diversas manifestaciones desde el Romanticismo en un elemento
significativo como antítesis de la modernidad.
Entre los románticos de todas las tendencias se admitía sin discusión que el “pueblo” –
el campesino o el artesano pre-industrial- ejemplificaban todas las virtudes no
contaminadas y que su idioma, canciones, leyendas y costumbres se convertían en el
verdadero depositario del alma del pueblo (Hobsbawn 1981:288). La representación
romántica de la “autenticidad popular” es actualizada en los géneros de ficción de la
industria cultural.
Aquí existe una similitud con el pensamiento de MacCannel (1999), para quien los
datos que muestran las “experiencias culturales” son “modelos de vida social”
disponibles –no exclusivamente- en los productos de la comunicación de masas. Para
este autor, la “experiencia cultural” -de la cual la experiencia turística forma parte- se
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estructura a partir de un modelo que la orienta (por ejemplo, un espectáculo como una
carrera de automóviles), una influencia ejercida sobre el individuos (las sensaciones
proporcionadas por la carrera) y un medio “que une al modelo con su influencia”.
Además de eso: “los medios son cómplices en la construcción de las experiencias
culturales, pero la estructura moral del medio es de tal volumen que asume la posición
de ser neutra y desinteresada (MacCannel 1999:23).
Los significados creados por los jóvenes turistas en Farol se encuentran, entonces, más
allá de la communitas que se construye durante la temporada: más que eso, son
significados que juegan un papel en la misma constitución y en los sentidos atribuidos y
vividos en el
espacio liminar. La idea de un “paraíso primitivo y mágico”, la percepción romántica del otro –el
pescador y su cotidiano, así como las transgresiones asociadas al estilo de vida del universo
reggae, son modelos disponibles en el repertorio de un imaginario que, antes de ser
exclusivamente turístico, se asocia a la modernidad.
¿Qué puede suceder entonces cuando al final de una temperada se deshace la
communitas y se impone la estructura? Es significativo lo que señala una estudiante
universitaria del sur del país de 21 años, que durante una temporada en Farol conoce a un
nativo con quien después convivió. Con el paso del tiempo ella terminó confrontándose con las
exigencias tradicionales en relación con el papel de las mujeres de la comunidad, hecho que la
llevó a cuestionar otros aspectos de la cultura local, inclusive la autenticidad del
comportamiento de los nativos durante el verano:
(…) aquí se explota a la mujer, el hombre aquí no hace nada, pesca y considera que es lo
máximo […] ellos tienen ese pequeño mundo cerrado propio, con sus propias leyes, sus
propias reglas y la televisión y la radio y la propia embarcación en verano que va para allá,
tiene tal influencias en sus vidas que hasta me da rabia! ¿Por qué se dejan influenciar tanto y al
mismo tiempo preservan tanto la cultura? ¿Porqué en el invierno son tan cerrados y en el
verano son tan abiertos?! Ellos cambian, tienen dos personalidades diferentes. Incluso mi
enamorado, lo conocí durante el verano y lo encontré una persona genial, querida, mira solo,
lleva una buena vida, una visión abierta. No ¡! Es una fachada que ellos crean para dejar es
impresión. La galera se va, parece que ellos quedan más fuertes, ellos quieren mantener más
ese asunto de… de ellos. Ahí vuelve la galera…. Ah, no, puedo quedarme con quien yo quiero,
puedo hacer lo que yo quiero, tipo así… (Entrevista concedida el 11/04/04).