Cosmovisión de La Cultura Maya

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Cosmovisión de la cultura guatemalteca

Uno de los aspectos más importantes de la cultura Maya es su cosmovisión.


Desde sus orígenes, han manejado el concepto de un mundo dividido en tres
partes superpuestas: los cielos, el mundo terrenal y el inframundo (Xibalba). Por lo
tanto, el inframundo se ubica bajo nuestro mundo, es un lugar de nueve niveles,
habitado por seres y dioses que controlan los fenómenos naturales, quienes
proveen la vida, pero a su vez son traicioneros y envidiosos. A Xibalba se accede
por las cuevas y los cuerpos de agua, como lagos y cenotes. El mundo terrenal
está poblado de plantas, animales, seres humanos, aluxes, nawales y otros seres
sobrenaturales. El nawal es el vínculo de la persona con la naturaleza y puede ser
un animal, una planta u otro ente. Consiste en un espíritu gemelo o «co-escencia»,
que los mayas prehispánicos llamaban way y fue representado en vasijas e
inscripciones.
Las deidades mayas han exigido la obediencia de los humanos y castigan a
quienes se olvidan de ellos. Por esta razón son destruidas las dos primeras
creaciones en el Popol Wuj. Antiguamente los dioses exigían ofrendas de sangre
como agradecimiento de su propio sacrificio que permitió la creación de hombres y
mujeres, por lo que se llevaban a cabo sacrificios de animales y personas. En la
actualidad, el papel de algunos de estos dioses ha sido tomada por los “santos
patrones”, a quienes deben hacérsele “favores” constantemente para mantenerlos
satisfechos y así evitar que haga sufrir males.
La naturaleza es central en la cosmovisión de los pueblos mayas, dada la estrecha
relación que hay entre la sagrada tierra (loq’alaj ulew) y el ser humano (winaq). No
existe una distinción entre ambos, pues todos los seres son parte de un mismo
sistema vivo llamado qanan ulew (Nuestra Madre Tierra). Todo tiene vida, nada es
inerte: un árbol, una piedra, el cielo o el viento, todo posee el mismo soplo de vida
que lo hace acreedor del más profundo respeto. Al haber vivido en profundo
contacto con la naturaleza, se busca el equilibrio con ella. La tierra es considerada
una madre a la cual se debe cuidar, como ella nos provee a nosotros. Cualquier
desastre natural, por ejemplo, es producto de nuestra negligencia para con la
Madre Tierra. La siembra es también considerada un acto muy especial en el cual
la Madre Tierra es preñada por el trabajo del hombre y brinda así, el sagrado
maíz, del cual fue hecha la carne del hombre. En el arte prehispánico, las formas
más comunes vienen de la naturaleza: jaguares, monos, aves y reptiles
mitológicos, donde los cerros, árboles y las ninfas de agua representan paisajes
los paisajes sagrados.
El pueblo maya interpreta el mundo como un sistema interrelacionado y como un
orden espiritual vigilado y moral, que demanda respeto, gratitud y moderación
(Chochoy, et al., 2006; Palma, 2006). El Gobierno de Guatemala reconoció, a
través del Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas, que la
cosmovisión maya se fundamenta en la relación armónica de todos los elementos
del universo, en el que el ser humano es un elemento más, la tierra es la madre
que da la vida y el maíz un signo sagrado («Acuerdo sobre identidad», 1997).
Para este pueblo, todos los individuos tienen una misión determinada dentro de la
totalidad de elementos que constituyen el universo, todos traen un trabajo y una
función ineludible (Lima, 1995). En la concepción maya del mundo, la misión de
cada ser en esta vida «es otorgada por la naturaleza, para guardar
correspondencia y armonía con los demás seres y el cosmos»

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