DÍA 111 - 365 Días para Leer La Sagrada Escritura

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Día 111 de 365

JOSUÉ 19 Progreso: 30.4 %

La tribu de Simeón Lectura de hoy:


Josué 19 y 20
1 La segunda suerte le tocó a Simeón, o sea, a la tribu de los Salmo 112
hijos de Simeón con sus clanes. La herencia que se les asignó Gálatas 3
estaba en medio del territorio de los hijos de Judá.

2 Ellos recibieron como herencia: Berseba, Semá, Moladá, 3 Jasar Sual, Balá
Esem, 4 Eltolad, Betul, Jormá, 5 Siquelag, Bet Ha Marcabot, Jasar Susá, 6 Bet Lebaot y
Serujén: en total, trece ciudades con sus poblados.

7 Además, Ayín, Rimón, Eter y Asán: en total, cuatro ciudades con sus poblados.

8 También recibieron todos los poblados de los alrededores de estas ciudades, hasta
Baalat Beer y Ramat Négueb. Esta era la herencia de los hijos de Simeón con sus
clanes, 9 la que se tomó de la porción de territorio asignada a los hijos de Judá, porque
la parte de estos últimos era demasiado grande.
Así los hijos de Simeón recibieron su herencia en medio de los hijos de Judá.

La tribu de Zabulón

10 La tercera suerte le tocó a los hijos de Zabulón con sus clanes. El límite de su
herencia se extendía hasta Sarid; 11 después subía al oeste, hacia Maaralá, y llegaba
hasta Dabéset y hasta el torrente que está frente a Iocneám.

12 Partiendo nuevamente de Sarid, el límite iba al este, hacia el levante, hasta llegar a
Quislot Tabor; luego llegaba a Daberat y subía a Iafia.

13 Desde allí, yendo hacia el este, pasaba a Guita Jéfer, y a Itá Casín; después llegaba
a Rimón y doblaba hacia Neá.

14 En seguida el límite doblaba hacia el norte, hacia Janatón, para ir a terminar en el


valle de Iftajel.

15 Su territorio incluía, además, Catat, Nahalal, Simeón, Idalá y Belén: en total, doce
ciudades con sus poblados.

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16 Esta fue la herencia asignada a los clanes de los hijos de Zabulón: las ciudades y sus
poblados.

La tribu de Isacar

17 La cuarta suerte le tocó a Isacar, o sea, a los hijos de Isacar con sus clanes.

18 En su territorio estaba Izreel, Ha Quesulot, Suném, 19 Jafaraim, Sión,


Anajarat, 20 Rabit, Quisión, Ebes, 21 Rémet, En Gamín, En Jadá y Bet Pasés.

22 El límite tocaba el Tabor, Sajasím, Bet Semes y terminaba en el Jordán: en total,


dieciséis ciudades con sus poblados.

23 Esta fue la herencia asignada a los clanes de los hijos de Isacar: las ciudades y sus
poblados.

La tribu de Aser

24 La quinta suerte le tocó a la tribu de los hijos de Aser con sus clanes.

25 Su territorio comprendía: Jelcat, Jalí, Beten, Acsaf, 26 Alamélec, Amad y Misal, y


hacia el oeste la frontera tocaba el Carmelo y Sijor Libnat.

27 Luego daba vuelta hacia el oriente, hasta Bet Dagón, y remontando hacia el norte,
tocaba Zabulón y el valle de Iftajel. Después continuaba hasta Bet Emec y Neiel, e iba a
terminar en Cabul. Al norte, el territorio comprendía 28 Abdón, Rejob, Jammón y Caná,
hasta Sidón, la Grande.

29 Luego el límite daba vuelta hacia Ramá, hasta la fortaleza de Tiro. De allí doblaba
hasta Josá, y terminaba en el mar. El territorio incluía, además, Majaleb, Aczib, 30 Acó,
Afec y Rejob: en total, veintidós ciudades con sus poblados.

31 Esta fue la herencia asignada a los clanes de los hijos de Aser: las ciudades y sus
poblados.

La tribu de Neftalí

32 La sexta suerte le tocó a los clanes de la tribu de Neftalí.

33 Su frontera partía de Jélef y de Elón Besaananím, y pasando por Adamí Ha Néqueb y


Iabnel, hasta Lacúm, terminaba en el Jordán.

34 Hacia el oeste, el límite doblaba hasta Aznot Tabor; de allí llegaba a Jucoc, y tocaba
Zabulón por el sur, Aser por el oeste y el Jordán por el este.

35 Las ciudades fortificadas eran las siguientes: Siddím, Ser, Jamat, Racat,
Genesaret, 36 Adamá, Ramá, Jasor, 37 Quedes, Edrei, En Jasor, 38 Irón, Migdal El,
Jorém, Bet Anat, Bet Semes: en total, diecinueve ciudades con sus poblados.

39 Esta fue la herencia asignada a los clanes de los hijos de Neftalí: las ciudades y sus
poblados.

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La tribu de Dan

40 La séptima suerte le tocó a los clanes de la tribu de Dan.

41 El territorio de su herencia comprendía Sorá, Estaol, Ir Semes, 42Salbím, Aialón,


Itlá, 43 Elón, Timná, Ecrón, 44 Eltequé, Guibetón, Baalat, 45 Iehud, Bené Berac, Gat
Rimón, 46 Me Ha Iarcón y Racón, con el territorio que está enfrente de Jope.

47 Pero aquel territorio resultaba demasiado estrecho para los hijos de Dan, y por eso
subieron a atacar a Lesem. La tomaron y la pasaron al filo de la espada; y una vez que
la ocuparon, se establecieron en ella, llamándola Dan, por el nombre de su padre.

48 Esta fue la herencia de los clanes de la tribu de Dan: las ciudades y sus poblados.

La propiedad hereditaria de Josué

49 Cuando los israelitas terminaron de repartirse el territorio y de marcar sus límites,


dieron una herencia en medio de ellos a Josué, hijo de Nun.

50 Como el Señor lo había ordenado, le asignaron la ciudad que él pidió, es decir,


Timnat Séraj en la montaña de Efraím. Él la reedificó y se estableció en ella.

51 Estas son las posesiones que el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun y los jefes de
familia de las tribus israelitas distribuyeron mediante un sorteo en Silo, en la presencia
del Señor, a la entrada de la Carpa del Encuentro.
Así se puso término a la repartición del país.

JOSUÉ 20
Las ciudades de refugio

1 El Señor dijo a Josué:

2 Habla en estos términos a los israelitas:


Determinen cuáles serán las ciudades de refugio –esas de las que yo les hablé por
medio de Moisés– 3 para que allí puedan encontrar asilo los homicidas que hayan
matado a una persona sin premeditación e inadvertidamente. Así ustedes tendrán un
refugio contra el vengador del homicidio.

4 El homicida huirá a una de estas ciudades, se detendrá a la entrada de la puerta, y


expondrá su caso a los ancianos de la ciudad. Estos lo admitirán, y le asignarán un lugar
para que habite con ellos.

5 Y si el vengador del homicidio lo persigue, no lo pondrán en sus manos, porque mató


a su prójimo inadvertidamente, sin haberlo odiado antes.

6 Después de comparecer delante de la comunidad para ser juzgado, el homicida


permanecerá en aquella ciudad hasta la muerte del Sumo Sacerdote que esté en
funciones en aquellos días. Entonces podrá entrar de nuevo en la ciudad y en su casa,
en la ciudad de donde había huido.

7 Con este fin, los israelitas consagraron las siguientes ciudades: Quedes, en Galilea, en
la montaña de Neftalí; Siquém, en la montaña de Efraím; Quiriat Arba –o sea Hebrón–
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en la montaña de Judá.

8 Y al otro lado del Jordán, al este de Jericó, se designó a Béser –de la tribu de Rubén,
que estaba situada en el desierto, sobre el altiplano– a Ramot de Galaad, de la tribu de
Gad, y a Golán, situada en Basán y perteneciente a la tribu de Manasés.

9 Estas fueron las ciudades asignadas a todos los israelitas y a los extranjeros que
residían en medio de ellos, para que todo el que matara sin premeditación a una
persona pudiera refugiarse en ellas, y así no muriera en manos del vengador del
homicidio, antes de comparecer delante de la comunidad.

SALMO 112 (111)


ELOGIO DEL HOMBRE JUSTO

1 ¡Aleluya!
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.

2 Su descendencia será fuerte en la tierra:


la posteridad de los justos es bendecida.

3 En su casa habrá abundancia y riqueza,


su generosidad permanecerá para siempre.

4 Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:


es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.

5 Dichoso el que se compadece y da prestado,


y administra sus negocios con rectitud.

6 El justo no vacilará jamás,


su recuerdo permanecerá para siempre.

7 No tendrá que temer malas noticias:


su corazón está firme, confiado en el Señor.

8 Su ánimo está seguro, y no temerá,


hasta que vea la derrota de sus enemigos.

9 Él da abundantemente a los pobres:


su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad.

10 El malvado, al verlo, se enfurece,


rechinan sus dientes y se consume;
pero la ambición de los malvados se frustrará.

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GÁLATAS 3

1 Gálatas insensatos, ¿quién los ha seducido a ustedes, ante quienes fue presentada la
imagen de Jesucristo crucificado?

2 Una sola cosa quiero saber: ¿ustedes recibieron el Espíritu por las obras de la Ley o
por haber creído en la predicación?

3 ¿Han sido tan insensatos que llegaron al extremo de comenzar por el Espíritu, para
acabar ahora en la carne?

4 ¿Habrá sido en vano que recibieron tantos favores? ¡Ojalá no haya sido en vano!

5 Aquel que les prodiga el Espíritu y está obrando milagros entre ustedes, ¿lo hace por
las obras de la Ley o porque han creído en la predicación?

6 Es el caso de Abraham, que creyó en Dios, y esto le fue tenido en cuenta para su
justificación.

7 Reconozcan, entonces, que los verdaderos hijos de Abraham son los que tienen fe.

8 La Escritura, previendo que Dios justificaría a los paganos por la fe, anticipó esta
buena noticia a Abraham, prometiéndole: "En ti serán bendecidas todas las naciones".

9 De esa manera, los que creen son los que participan de la bendición de Abraham, el
creyente.

10 En efecto, todos los que confían en las obras de la Ley están bajo una maldición,
porque dice la Escritura: "Maldito sea el que no cumple fielmente todo lo que está
escrito en el libro de la Ley".

11 Es evidente que delante de Dios nadie es justificado por al Ley, ya que el justo vivirá
por la fe. 12 La Ley no tiene en cuenta la fe, antes bien, el que observa sus preceptos
vivirá por ellos.

13 Cristo nos liberó de esta maldición de la Ley, haciéndose él mismo maldición por
nosotros, porque también está escrito: "Maldito el que está colgado en el patíbulo". 14 Y
esto, para que la bendición de Abraham alcanzara a todos los paganos en Cristo Jesús,
y nosotros recibiéramos por la fe el Espíritu prometido.

15 Hermanos, quiero ponerles un ejemplo de la vida cotidiana: cuando un hombre hace


un testamento en debida forma, nadie puede anularlo y agregarle nada.

16 Las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice:


«y a los descendientes», como si se tratara de muchos, sino en singular: y a su
descendencia, es decir, a Cristo.

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17 Ahora bien, les digo esto: la Ley promulgada cuatrocientos treinta años después, no
puede anular un testamento formalmente establecido por Dios, dejando así sin efecto la
promesa.

18 Porque si la herencia se recibe en virtud de la Ley, ya no es en virtud de la promesa.


Y en realidad, Dios concedió su gracia a Abraham mediante una promesa.

19 Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Ella fue añadida para multiplicar las
transgresiones, hasta que llegara el descendiente de Abraham, a quien estaba destinada
la promesa; y fue promulgada por ángeles, a través de un mediador.

20 Pero no existe mediador cuando hay una sola parte, y Dios es uno solo.

21 ¿Eso quiere decir que la Ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ninguna manera!
Porque si hubiéramos recibido una Ley capaz de comunicar la Vida, ciertamente la
justicia provendría de la Ley.

22 Pero, de hecho, la Ley escrita sometió todo al pecado, para que la promesa se
cumpla en aquellos que creen, gracias a la fe en Jesucristo.

23 Antes que llegara la fe, estábamos cautivos bajo la custodia de la Ley, en espera de
la fe que debía ser revelada.

24 Así, la Ley nos sirvió de guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos
justificados por la fe.

25 Y ahora que ha llegado la fe, no necesitamos más de un guía.

26 Porque todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús,

27 ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.
28 Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer,
porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús.

29 Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos


en virtud de la promesa.

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