La Situacion de La Mujer en Mesopotamia
La Situacion de La Mujer en Mesopotamia
La Situacion de La Mujer en Mesopotamia
Anibal Valverde
Universidad Rey Juan Carlos I
22/12/2014
Aníbal Valverde Lezcano
Contenido
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Aníbal Valverde Lezcano
Una fuente muy interesante que puede ser estudiada para comprender la figura femenina
en el contexto histórico mesopotámico es la legislatura redactada en aquel entonces en
relación con esta materia de estudio. A través de esta, podemos constatar una serie de hechos
que nos demuestran la posición privilegiada de la figura masculina sobre la figura femenina.
Esto se manifiesta a través de dos principios que son observables en una gran mayoría de los
aspectos sobre los que legislan dichos códigos: la protección y la sumisión de la mujer (al
hombre); que se basan en la protección jurídica de la mujer (lo cual puede ser considerado
como un rasgo de inferioridad hacia esta) y la sumisión; a través de la asimilación de una serie
de tradiciones, que a través de estos códigos, se convierten en la norma oficial.
Esta situación de desigualdad entre ambos sexos puede ser observada en el trato que se da
a la violencia que se pudiese dar en el contexto de una relación entre ambos géneros. En este
aspecto se puede observar la gran brecha entre generos que existe en el mundo
mesopotámico, ya que la ley se encarga de una manera muy gráfica y notable de
institucionalizar la diferencia en el trato que pueda recibir una mujer o un hombre. De este
modo, encontramos en las Leyes Asirias Medias, que datan de los siglos XIV-XII antes de Cristo
referencias a este caso. Ejemplo de ello es el siguiente extracto:
Otro artículo o extracto que nos servirá para ejemplificar este supuesto, es el que sucede al
anteriormente citado, que expone lo siguiente:
En estos dos artículos podemos observar cómo se contempla el caso de que la mujer ejerza
la violencia contra el hombre, y como se imponen una serie de castigos tipificados de manera
concreta, sin espacio a la interpretación. Pero, al final de la tablilla donde se recogen estos dos
artículos anteriormente citados, encontramos el siguiente artículo, que reza asi:
Aparte las penas relativas a [la esposa de un hombre] que [se encuentran
escritas] en la tablilla, un hombre [podrá golpear] a su mujer, tirarle de los pelos,
recortarle las orejas o vapulearla: él queda sin castigo. (Sanmartin, 1999)
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podemos observar como en el supuesto totalmente contrario a los observados en los dos
primeros artículos expuestos, es decir, que la violencia sea ejercida por el hombre hacia la
mujer, observamos una indefensión jurídica hacia esta situación, favoreciendo claramente la
posición predominante del sexo masculino sobre el femenino.
Asimismo, podemos constatar que la mujer, una vez desposada, es tratada poco más o
menos como un objeto, ya que es en este último artículo donde podemos observar que el
marido puede tratar como quiera a la mujer, ya que puede someterla a vejaciones tales como
e o ta le las o ejas o vapulea la si i po ta la o side a ión de la mujer como ser
humano, sino como un objeto que puede ser manipulado en función de las preferencias del
hombre.
Cuando una mujer contra un hombre diga: '...', la boca de esa mujer será
aplastada con un ladrillo cocido, (y) ese ladrillo cocido se colgará en la puerta de la
ciudad (Sanmartin, 1999)
Pero no encontramos dentro de todas las reformas realizadas por Urukagina ninguna
referencia al otro supuesto (injurias del hombre hacia la mujer), por lo cual podemos deducir
que tal situación quedaría impune. De nuevo, encontramos como la ley sirve como ente
consolidador de la posición privilegiada del hombre y relega a la mujer a un papel secundario.
Hasta ahora, hemos observado cómo la mujer asumía un rol de sumisión frente al hombre;
pero anteriormente señalábamos que otro rasgo que contribuye a adoptar un rol inferior a la
mujer con respecto al hombre dentro de todo el conglomerado de diversidades culturales que
conforman lo que hoy denominamos Mesopotamia; es el de la protección de la figura
femenina por parte de los hombres.
En el código de Hammurabi, que data del siglo XVIII a.C. recoge bastante bien este
principio, ya que en varios artículos podemos encontrar algunas referencias a este supuesto, la
mayoría de ellas, encaminadas a regular y corregir todos los aspectos relacionados con la vida
conyugal y familiar, entendiéndose estos siempre desde una perspectiva heterosexual.
De todos modos, podemos percatarnos de que se intenta proteger la figura femenina desde
este Código de Hammurabi. He aquí un ejemplo de ello:
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De este modo, observamos cómo se protege la figura femenina (en este caso, en su faceta
maternal) frente a la supuesta indefensión que se crea al desaparecer el marido del entorno
familiar. En todo caso, este articulo puede también ser comprendido como un intento de
proteger la estructura familiar clásica, en la que la mujer jugaba un rol eminentemente
dedicado a la procreación, básico en toda sociedad, y por el cual; se tiende a sobreproteger a
la mujer.
Han existido casos concretos en los que la mujer mesopotámica ha roto con el rol que se le
ha sido asignado, actuando de manera extraordinaria colaborando a la consecución de metas
colectivas; lo cual no pasa de ser una excepción, lo que nos confirma lo que se ha venido
afirmando hasta ahora: la situación de inferioridad femenina.
Pero hablando en términos muy generales, la actitud de la mujer hacia todas estas normas
ha sido el cumplimiento de las mismas. Se ve obligada a cumplir lo que la costumbre religiosa
dicta y proscribe, ya que es característica común de todos los pueblos mesopotámicos la
estrecha vinculación que existe entre lo que hoy en día podríamos de o i a legisla ió
religión.
Según las creencias mesopotámicas, las leyes fueron redactadas por los dioses, que
descendieron de los cielos y se las entregaron a los hombres. Por lo cual, el quebrantamiento
de estas leyes supone una contradicción hacia lo dictado por el poder divino, lo cual se
interpreta como una ofensa de enormes proporciones. Por lo tanto, la posición de inferioridad
femenina dictaminada por estas leyes, queda blindada.
Pero, tal y como se describía más anteriormente, el proceso por el cual se crean esta serie
de códigos, se ve relacionado con la cristalización y consolidación de una serie de valores e
ideas con una cierta permanencia en el tiempo y el espacio. Por lo tanto, es deducible que esta
situación de inferioridad femenina retratada en estos escritos sea fruto de un ethos.
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Antes de entrar a fondo en este tema, es necesario comprender la estructura del panteón
de dioses, la explicación que daban sobre su aparición y cuál era la relación que establecían
según los pueblos que vivan a orillas del Tigris y del Éufrates entre los propios dioses, y entre
los dioses y los humanos.
Anu era considerado el patriarca del panteón sumerio, que tuvo seis hijos: como varones
tuvo a Enki y a Enlil; y como mujeres tuvo a Ninlil, Ninhursag, Innana y Ereshkigal. Entre esta
serie de deidades, se establece una triada principal, formada por Anu, Enki y Enlil, que
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De este modo, una vez ya retratado todo el panteón sumerio a muy grandes rasgos,
podemos realizar una descripción de los roles que juegan las figuras femeninas dentro de este.
Observamos, a simple vista, que existen una mayor cantidad de diosas que de dioses (diez
frente a ocho); pero aun asi, es la triada principal de dioses (Anu, Enlil y Enki; por orden de
importancia) sobre la que gira el resto del sistema religioso sumerio. Son ellos los que toman
las decisiones más importantes dentro de toda esta mitología, relegando a las figuras
femeninas a un segundo plano. Un ejemplo de ello es el proceso de creación del Ser Humano.
Según la mitología sumeria, el ser humano nace con la intención de ser el esclavo de los
dioses, trabajando para ellos principalmente en las labores de explotación minera. Quien toma
semejante decisión es Anu, que encarga este cometido a su hijo Enlil, el cual lidera y acapara
todos los recursos para dicho fin. Como ayudante toma a su hermana Ninhursag, que en todo
momento se mantiene en un segundo plano, a pesar de que ella misma pone a disposición de
Enlil su cuerpo para crear al ser humano. Finalmente, Enlil crea al ser humano, acaparando
toda la atención para él, relegando a un segundo plano a su hermana Ninhursag (Bottero &
Krammer, 2004).
De este modo, observamos cómo esta deidad sumeria, la principal de carácter femenino,
está í ti a e te ligada a las ta eas de uidados , algo característico también de la mujer
dentro de la sociedad mesopotámica. La figura femenina en este contexto siempre estuvo
ligada a las tareas domésticas y maternales; ejemplo de ello lo tenemos en los parámetros
manejados por las sociedades mesopotámi as pa a o side a a u a uje o o vieja , ya
que consideraba una mujer como tal cuando o e a defi ida e té i os de u a se ualidad
erótica o procreadora, cuando dejaba de tener hijos y dejaba de ser una fuente de
preocupación para los hombres de la asa (Harris, 2000). Asimismo observamos como la
mujer siempre fue objeto de protección por parte de la figura masculina, tal y como se ha
descrito anteriormente; mientras que el hombre siempre estuvo ligado a tareas de carácter
bélico o de dirigencia, tal y como apunta Rivkah Harris.
Ejemplo de ello es la figura del dios Enlil. De carácter muy irascible, es el segundo dios más
importante en el panteón Mesopotámico, tras Anu. Este dios; que según la tradición
gobernaba en la tierra (mientras que su padre Anu gobernaba en el cielo) fue quien ordenó el
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diluvio universal para destruir al ser humano (Bottero & Krammer, 2004), ya que se le
consideraba como molesto. De nuevo, observamos en este caso, la preponderancia de una
figura masculina como ostentadora del poder.
De este modo, observamos como Enlil, el dios que gobierna en la tierra, abusa de su futura
esposa y hermana, Ninlil; demostrándose asi una vez más cual es el status de la mujer
comparado con el del hombre, no solo dentro de la sociedad, sino en el mismo panteón
mesopotámico.
A la hora de observar los roles que ocupaba la mujer dentro del entorno mesopotámico, se
podría hacer una parcelación de estos en función de los siguientes ámbitos: la familia, la
religión y las actividades económicas.
Familia
En cuanto a la familia, el papel de la mujer tal y como se ha venido comentando hasta este
punto, fue el de los cuidados y la crianza de los hijos. Según las palabras de la diosa Gula (diosa
de la curación), la uje e a: hija, ovia, esposa uidado a de la asa (Stol, 1995), lo cual
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nos da una idea de cuál era el papel que jugaba la mujer dentro de la familia y el hogar en
dicho contexto.
La familia tenía un carácter monógamo, a excepción del caso en el que la mujer no pudiese
dar descendencia al hombre, lo cual no significaba el divorcio. En ese caso, era la mujer la que
debía conceder una concubina al hombre del núcleo familiar, con la que estaría legitimado
para procrear. Tal y como se señalaba más anteriormente, el adulterio estaba fuertemente
penado y el repudio solamente estaba contemplado en el caso del hombre hacia la mujer.
En cuanto al divorcio, era contemplado por las leyes que, en ciertos casos1 contemplaba
grandes penas de carácter pecuniario en compensación a la mujer. Pero, a pesar de estar
refrendado por las leyes, al divorcio le acompañaba una gran estigmatización social, por lo cual
solo era adoptado bajo las situaciones más extremas, y usualmente, era el marido quien lo
solicitaba, a pesa de ue algu os o t atos at i o iales de la a tigua Ba ilo ia Asi ia,
pe itía a a os ho e o uje i i ia el p o eso de divo io (Nemet-Nejat, 1999).
La herencia, debido al carácter patrilineal de la familia, en caso del fallecimiento del cabeza
de familia, o padre; pasaba al primogénito excepto si este era demasiado joven, solo en este
caso pasaba a la mujer.
Religión
En este aspecto, resulta central el papel de la sacerdotisa. Esta, formaba parte del
pe so al del te plo ju to a los sa e dotes. Po lo ge e al, de a ue do a la eligió
imperante, el culto establecía que las sacerdotisas adorasen a los dioses masculinos, y que los
sacerdotes adorasen a las divinidades femeninas.
Por lo general, las sacerdotisas eran ofrendas de las familias más acomodadas a los dioses
para que estas se encargasen de rezar por su buena fortuna. Junto a esta, se entregaba una
dote bastante considerable, que incluía propiedades inmobiliarias, terrenos de cultivo y/o
dinero.
También existía la figura de la prostituta religiosa, descrita según Heródoto como una
t adi ió asada e la ue ada mujer nativa debía mantener relaciones sexuales en el
Templo de Afrodita con un desconocido al menos una vez en la vida, a cambio de una moneda
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Véanse Leyes Asirias Medias o Código de Ur-Nammu
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ue se o ve tía e sag ada. (Cantos Bautista, 2013), pero no es posible contrastar esta
información para darla como cierta.
Es posible que se hubiese confundido una serie de términos dando como conclusión la
confusión entre prostituta y sacerdotisa, ya que según la tradición sumeria, durante las
celebraciones del año nuevo, se escenificaba la unión carnal entre una sacerdotisa
(representando a la diosa Ishtar) y el dios Dumuzi (representado por el rey sumerio), lo cual
esulta a u a espe ie de p ostitu ió sag ada pa a auto es exógenos a dicha cultura como
pudo ser Herodoto.
El status de estas sacerdotisas que representaban dicha escena, era diferente al de las
sacerdotisas corrientes, ya que su condición no estaba ligada al recluimiento en el templo, sino
que tenían una gran cantidad de privilegios con respecto al resto de las mujeres (por ejemplo,
la gestión de la dote que se confería al ingresar como tales), los cuales les conferían un status
superior al de resto de las mujeres e incluso a un amplio sector masculino. La única restricción
que sufrían es la imposición de la virginidad, pero podían casarse libremente siempre y cuando
cumplieran este último precepto.
Actividades económicas
La principal actividad económica de la mujer en Mesopotamia era la producción de tejidos
en sus distintas etapas productivas, ya fuese en su hilado o tejido. Las materias primas más
usadas para estos menesteres eran el lino y la lana, y a través de un proceso de aprendizaje,
las tejedoras más experimentadas trabajaban con una serie de tejidos más finos para
posteriormente ser tintados, por lo cual eran consideradas como trabajadoras cualificadas.
Otro trabajo relacionado con el sector textil y que concedía el status de t a ajado
ualifi ado es el de lava de o, el ual desempeñaban ambos sexos, aunque era
predominantemente desarrollado por la mujer. Continuando con el sector textil, la profesora
Karen Nemet-Nejat, de la universidad de Yale, señala que muy seguramente el cosido o arreglo
de la ropa también fuese desempeñado por la mujer, pero era un trabajo muy minusvalorado,
tal o o i di a la ause ia e el le guaje su e io de la pala a tejedo , o dado o
términos similares.
Otra actividad económica desempeñada por las mujeres era la producción y venta de vino y
cerveza; ya que hasta el reinado de Hammurabi, la producción de cerveza estaba única y
exclusivamente desempeñada por mujeres, ya que quien protegía tal actividad era una diosa, y
no un dios. Asimismo, eran las mujeres las encargadas de su distribución y venta en tabernas
en las que los hombres bebían cerveza y escuchaban música, además de disfrutar de la
compañía de las prostitutas. En estas, se consumía mayoritariamente cerveza, ya que el vino
era un bien escaso y era considerado un producto de lujo destinado a las capas más altas de la
sociedad mesopotámica. También encontramos legislación escrita sobre esta actividad
económica, ya que en el código de Hammurabi, en sus artículos 109 y 110, se describe el delito
y la pena que se han de aplicar si una tabernera alojase individuos que hubiesen cometido
algún delito, en el caso de que esta última no comunicase tal situación.
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En cuanto a las salvedades locales que pudieron darse en Mesopotamia, hallamos el caso
de Nuzi, ciudad situada al este de Assur. En esta ciudad la mujer jugo un papel bastante
importante en su economía, ya que en muchos casos hubo mujeres que acumularon grandes
propiedades (hay documentado un caso en el que una mujer llegó a poseer a la vez terrenos
en siete ciudades diferentes); lo cual es un hecho bastante importante, ya que en
Mesopotamia la propiedad era la puerta que abria el camino a la riqueza y al poder.
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Conclusiones
En esta ciudad, las mujeres jugaron un papel muy importante en la economía de esta,
llegando a poseer grandes propiedades de tierra que fueron compradas, heredadas o incluso
concedidas por decreto real; llegando a ocupar papeles de gran relevancia para la sociedad de
Nuzi. Esto entra en contradicción con el contexto en el que se enmarca esta práctica fue a de
lo o ú : po lo ge e al, el papel de la uje esta a defi ido e fu ió de su apa idad
reproductiva, y en consecuencia, el rol que ocupaba dentro de la sociedad estaba ligado a la
cría de los hijos y a las tareas de cuidados dentro del hogar, ocupando siempre un lugar
secundario dentro de este.
En concordancia con esto, puede señalarse como la legislación redactada en aquel entonces
estaba encaminada a perpetuar esto a través de dos variables: la protección y la sumisión de la
figura femenina, variables que se van intercambiando a la hora de conformar la tónica general
de cada código legislativo. Mientras que en las Leyes Asirias Medias, podemos hallar como
basamento la sumisión de la mujer al hombre, en el código de Hammurabi observamos como
la mujer se ve protegida como un objeto.
Es en esta relación entre los dioses donde encontramos un pilar muy importante de la
minusvaloración de la figura femenina en Mesopotamia, ya que en esta observamos una figura
femenina ensombrecida constantemente por la figura masculina, e incluso violentada en varias
ocasiones, como son los episodios de violaciones. De este modo, observamos como la mujer
por lo general no ocupa puestos de poder, reservándose estos para los hombres, ya sea dentro
del panteón divino mesopotámico, o en la propia sociedad
Teniendo en cuenta todas las imprecisiones que tiene el considerar la mesopotámica como
una cultura única, podríamos decir que esta fue una cultura patriarcal, de carácter muy
tradicional cuyas tradiciones conocemos principalmente a través de los escritos de autores
masculinos y materiales visuales de orientación masculina.
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Aníbal Valverde Lezcano
Bibliografía
Bottero, J. & Krammer, S. N., 2004. Poema epico del Atrahasis. En: Cuando los dioses
hacian de hombres. s.l.:Akal, pp. 541-562.
Bottero, J. & Krammer, S. N., 2004. Enlill y Ninlil. En: Cuando los dioses hacían de
hombres. s.l.:Akal, pp. 120-129.
Boullough, V. L., Shelton, B. & Slavin, S., 1988. Formation of Western Attitudes . En:
The Subordinated Sex: A history of Attitudes Toward Women. Athens: University of
Georgia Press, pp. 19-43.
Cantos Bautista, J. A., 2013. Prostitución sagrada femenina en Mesopotamia. [En línea]
Available at: http://suite101.net/article/prostitucion-sagrada-en-mesopotamia-
a27408#.VJV-pX0AA
[Último acceso: 20 12 2014].
Harris, R., 2000. Gender and Aging in Mesopotamia: The Gilgamesh Epic and Other
ancient Literature. Oklahoma: University Of Oklahoma Press.
Nemet-Nejat, K., 1999. Women in Ancient Mesopotamia. En: B. Vivante, ed. Women's
Roles in Ancient Mesopotamia. London: Greenwood Press, pp. 85-114.
Stol, M., 1995. "Private Life in Ancient Mesopotamia". New York: s.n.
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