Tema III - La Justicia
Tema III - La Justicia
Tema III - La Justicia
TEMA
Tema III – La Justicia
PROFESOR(A)
Ángel Valentín Hernández Cordero
Sustentante MATRICULA
Kelvin F. Familia Matos SM-2022-00192
La Justicia
El oficio de jurista tiene una íntima relación con la justicia. Está en el orden de saber
ser justo. Ciertamente el jurista no se confunde con el hombre justo, con la persona
que debe obrar la acción justa o acción de dar a otro lo suyo. El jurista no es el que
ha de realizar la obra de la justicia. Sin duda alguna el jurista, para ser fiel a su oficio
y no corromperlo, necesita ser personalmente justo, en el sentido de amante de la
justicia, pues de lo contrario dará oídos a la injusticia y sustituirá la prudencia del
derecho por la falsa prudencia de la injusticia; se habrá corrompido.
Tener en cuenta esta peculiar y típica relación del jurista con la justicia es importante
para advertir que la virtud específica del oficio de jurista no es la justicia sino la
prudencia. El jurista no es el justo sino el jurisprudente. Lo propio del jurista es un
arte o una ciencia práctica.
Ya hemos dicho que todo sistema de filosofía del derecho debe ser visto desde la
perspectiva del jurista, mas no es ocioso recalcarlo al entrar en el análisis de la
justicia, porque modernamente es muy frecuente traspasar a la filosofía jurídica la
idea de justicia que la filosofía social y la retórica política suelen manejar.
La justicia de los juristas no es «la sociedad justa y solidaria», tal como la entienden
desde luego cada cual a su manera los políticos. Es algo más modesto, mucho más
práctico y tangible: la justicia del foro, que es la justicia del caso concreto.
El orden justo
El oficio de jurista responde a una necesidad social: que cada hombre y cada
institución tenga lo suyo, aquello que le pertenece y corresponde. Y como sea que
la vida social es dinámica y lo suyo de cada uno puede estar en situación de
inte1ferencia, se genera un dinamismo ordenado a establecer o restablecer la
situación debida, que podemos describir con una fórmula de probada expresividad:
dar a cada uno lo suyo.
Es más bien una definición vulgar, la simple expresión, con las menos palabras
posibles, de un dato: las cosas están distribuidas, hay que dar a cada uno lo suyo y
cumplir ese deber es una virtud, la virtud de dar a cada uno lo suyo. Se trata de una
definición con palabras vulgares, salvo la variante «su derecho», si entendemos por
tal un tecnicismo, que por lo demás, es de lo más vulgar.
Lo que queremos decir con esto es que la definición común de justicia no es una
noción derivada de una corriente filosófica determinada -la hemos visto en boca de
aristotélicos, estoicos y escolásticos-, que en ella y en sus supuestos encuentre
explicación, no es conclusión teorética de unos principios filosóficos.
La justicia de dar a cada uno lo suyo es una realidad que solo podría desaparecer
si se alcanzase de hecho una sociedad totalmente colectivizada -todo de todos o
nada de nadie- en la que por no haber reparto de cosas -ni tan siquiera de funciones-
no existiría, ni en pequeña proporción, lo suyo de cada uno. Hipótesis por demás
quimérica, porque el reparto es constitucional al ser humano: al menos en la
alimentación, el vestido y el trabajo algún reparto existe necesariamente, aun en las
sociedades más colectivizadas.
Una vez hemos visto la noción de justicia -la virtud de dar a cada uno lo suyo, su
derecho es el momento de exponer sus características fundamentales. La
experiencia jurídica, que es el objeto fundamental de la filosofía del derecho,
consiste en la realización vital del derecho. Estamos en uno de sus aspectos en el
mundo del cumplimiento de las normas; no es una institución o promulgación de
leyes el momento legislativo algo propio del oficio de jurista, sino del político, que
es quien hace las leyes.
Es precisamente en relación con este mundo del foro y del jurista, cuando aparece
la justicia: dar a cada uno su derecho, cumplir y satisfacer el derecho. En eso
consiste la justicia como algo directamente relacionado con el jurista.
La justicia no pertenece al orden del saber, sino al orden del querer; pertenece al
apetito racional, que es la voluntad. Ni puede ser de otra manera, porque la justicia
dice relación al obrar, a la acción justa, como principio y motor de ella. Es, por lo
tanto, la justicia un hábito o virtud de la voluntad.
La justicia es la virtud del orden justo y, por lo tanto, del orden social. En este
sentido, es una virtud con finalidad social. Fundamentalmente se quiere decir que,
aunque es una virtud personal, su objetivo directo y, por lo tanto, la raíz de su
carácter virtuoso es la correcta relación de cada persona o institución con lo suyo.
El centro de interés: la acción justa
Esto quiere decir, cada uno se opone a conjunto o grupo. La justicia no mira
directamente a los grupos o conjuntos sino a cada una de las personas, singulares
o colectivas.
La acción justa como acto segundo
El acto segundo quiere decir que la acción justa presupone el acto de constitución
del derecho, el cual, en relación con la justicia, aparece como acto primero o
antecedente.
La acción justa tiene lugar si y solo si existe un derecho que tiene que respetar, si
el titular tiene algo suyo, que hay que darle. Ya se dijo antes que el punto de partida
de la justicia es que las cosas están repartidas. El reparto es, pues, antecedente a
la acción justa.
Repartir los bienes y las cargas es, de suyo, un acto de dominio o potestad. Solo
quien tiene un dominio sobre los bienes puede repartirlos, haciendo que los bienes
divididos pasen a ser de otros. El reparto es un acto de dominio, porque es un acto
de traslación de dominio.
Creo que la Justicia es dar a cada uno lo suyo, lo que corresponde, pero que
en muchas ocasiones esto no pasa y eso tiene que ver con el Derecho. A veces
este es muy crudo, intenta ser lo más objetivo posible y en ese intento pierde un
poco la humanidad.
Cabe señalar que la justicia es una virtud superior al Derecho, ya que abarca otras
virtudes, como la religión y la piedad.
Por ultimo y no menos importante resaltar que una persona justa es la que realiza
el bien que le Impone la virtud de la justicia. Sin embargo, el Derecho
constantemente obliga a realizar actos justos con el silencio de la intención del
agente. Esto indica que hay una conexión entre el Derecho y al Idea de justicia,
debiendo ser la decisión la aplicación correcta de una norma.