BIOGRAFIAS
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GREGORIO I
Gregorio Magno, Gregorio Io también San
Gregorio (Roma, c. 540-ibid., 12 de marzo del 604) fue el
sexagésimo cuarto papa de la Iglesia católica.1 Es uno de los
cuatro grandes Padres de la Iglesia latina o de Occidente,
junto con Jerónimo de Estridón, Agustín de
Hipona y Ambrosio de Milán. Fue proclamado doctor de la
Iglesia el 20 de septiembre de 1295 por Bonifacio VIII.
También fue el primer monje que alcanzó la dignidad
pontificia, y probablemente la figura definitoria de la posición
medieval del papado como poder separado del Imperio
romano. Hombre profundamente místico, la Iglesia romana
adquirió gracias a él un gran prestigio en todo Occidente, y
después de él los papas quisieron en general titularse como
él lo hizo: «siervo de los siervos de Dios»
GREGORIO VII
(Hildebrando de Soana; Soana, Toscana, h. 1020 -
Salerno, Nápoles, 1085) Papa de la Iglesia católica (1073-
1085). Este monje toscano adquirió experiencia en la
política romana como secretario del papa Gregorio VI
(1045-46) y luego como tesorero de León IX (1049-54).
Bajo los pontificados de Nicolás II (1059-61) y de Alejandro
II (1061-73), Hildebrando se perfiló como uno de los
hombres más influyentes de la Curia papal, representante
de la corriente reformista.
Todos estos objetivos eran los que venían defendiendo los reformistas
católicos desde que los propusiera León IX, pero Gregorio VII se distinguió
por la intransigencia y la energía con que los defendió. Fue él quien, en el
Concilio de Roma de 1074, proclamó el celibato de los eclesiásticos que
todavía perdura en la Iglesia católica. Continuó la lucha de sus predecesores
contra la simonía, prohibiendo a los laicos conceder cargos eclesiásticos (en
la línea de Nicolás II, que había decretado en 1059 la elección del papa por
los cardenales, sin intervención del emperador ni la nobleza romana).
Fue el Papa nº 33 de la Iglesia católica, entre el 31 de enero de 314
Silvestre I y el 31 de diciembre de 335. Es la fecha de su muerte, 31 de
diciembre, la que conmemora el santoral. Sin embargo, nada tiene
que ver su historia con el atletismo o las competiciones deportivas.
Silvestre I fue Papa de la Iglesia Católica en la época en la que se
acabaron las persecuciones y el emperador Constantino decretó
plena libertad para practicar en todas partes la religión. El I Concilio
de Nicea (325) en el cual los obispos de todo el mundo declararon
que quien no crea que Jesucristo es Dios, no puede pertenecer a la
santa religión, y compusieron el Credo que rezan los católicos, fue
el acontecimiento más importante de su pontificado.
ENRIQUE IV
BONIFACIO VIII