Ley Pact
Ley Pact
Ley Pact
Traducción: http://www.libros1888.com
2
Índice
3
4
Capítulo 1
Los pactos en el temprano pensar adventista
(índice)
5
continued. The Advent Review and Sabbath Herald 60, 3, 16
enero 1883, 40).
Los evangélicos tenían una concepción dispensacionalista de los
pactos. Ese era el punto de convergencia entre los adventistas del
séptimo día y los evangélicos. En consecuencia, los adventistas
guardadores del sábado concedían una inmensa ventaja a sus
oponentes sin ser conscientes de ello.
Uriah Smith expresó así su dispensacionalismo en un escrito de
1877, en el contexto de la enseñanza sobre el santuario:
El santuario del antiguo pacto tiene que mantener la misma
relación con el santuario del nuevo pacto, que la relación que
mantiene el antiguo pacto con el nuevo... Todos están de
acuerdo en que uno es el tipo y otro el antitipo. El primero era
la sombra y tipo; este otro, el antitipo y sustancia. El santuario
de aquella dispensación era el tipo; el santuario de esta es el
antitipo (Uriah Smith, The Sanctuary and the Twenty-three
Hundred Days of Daniel VIII, 14 -Battle Creek, Michigan: Steam
Press of the Seventh-day Adventist Publishing Association,
1877, 181; original incluye cursivas).
Uriah Smith comprendía el santuario terrenal del tipo como
estando asociado al antiguo pacto, mientras que el santuario
celestial o antitipo estaba asociado al nuevo pacto. Eso lo llevó a
aceptar un dispensacionalismo tipológico de carácter secuencial:
antiguo pacto → nuevo pacto. La comprensión tipológica de la
Escritura propia de los pioneros les llevó a la conclusión de que el
antiguo pacto era un tipo del nuevo pacto (por consiguiente, el
nuevo era el antitipo del antiguo).
E.J. Waggoner estudió esa tipología bíblica del sistema ceremonial
en el Antiguo Testamento. Vio que señalaba a Cristo, quien era el
antitipo que cumplía el tipo:
Es posible encontrar en la obra de Cristo el antitipo de la parte
que sea de la ley ceremonial, lo que no ocurre con la ley moral
6
(E.J. Waggoner, The Sabbath of the Decalogue, Signs of the
Times 11, 31; 13 agosto, 1885, 489).
Pero observó también una dimensión de experiencia práctica en la
que ciertos textos de la Biblia distinguían entre los pactos antiguo
y nuevo. Los pioneros no habían prestado atención a ese aspecto.
La comprensión tipológica de la Escritura que sostuvieron los
pioneros les llevó a concluir que el propio antiguo pacto era un tipo
del nuevo pacto antitípico. Puesto que la ley ceremonial de los tipos
del Antiguo Testamento se había cumplido en Cristo —el antitipo—
en la dispensación del Nuevo Testamento, muchos de los pioneros
concluyeron que el tipo, el antiguo pacto —durante la dispensación
del Antiguo Testamento— se había cumplido en el antitipo del
nuevo pacto, en la dispensación del Nuevo Testamento.
La Biblia estaba dividida en Antiguo, y Nuevo Testamentos. La
relación tipológica entre los sacrificios y ceremonias de la antigua
dispensación apuntaba al superior sacrificio de Cristo presentado
en la nueva dispensación. Ellen White escribió: “El Cristo que está
tipificado en la primera dispensación es el Cristo que se revela en
la dispensación evangélica” (Review and Herald, 2 marzo 1886).
Cristo unió los dos testamentos. La promesa del Antiguo
Testamento se complementó con el cumplimiento del Nuevo
Testamento. “En la vida y muerte de Cristo brilla una luz que
alumbra el pasado, dando significado a todo el sistema judío y
convirtiendo a la antigua y nueva dispensación en un todo” (Review
and Herald, 2 marzo 1886).
Esos dos sistemas (o economías) eran comparables a Adán y Eva,
quieres fueron creados “a imagen de Dios”. De forma aislada, el
varón Adán no era a imagen de Dios. Tampoco lo era Eva sin Adán.
Los dos juntos representaban aquella imagen de Dios. El santuario
del Antiguo Testamento junto a sus sacrificios, sacerdocio levítico y
múltiples ceremonias, quedó obsoleto como forma de adoración al
cumplirse en Cristo, en el Nuevo Testamento. No obstante,
7
permanece a modo de luz en el pasado, habiendo resultado
clarificado mediante la “vida y muerte de Cristo”. Esas dos
economías de las dispensaciones antigua y nueva fueron
secuenciales: la nueva sucedió a la antigua. Ambas constituyeron
una revelación divina del evangelio.
Junto a lo anterior había una comprensión igualmente bíblica de las
dispensaciones del antiguo y nuevo testamento (o pacto). El
antiguo y el nuevo pacto comprendidos como una experiencia del
corazón era algo que había pasado desapercibido para los primeros
pioneros. Esas diferentes experiencias de uno y otro de los dos
pactos constituían dos dispensaciones paralelas que se habían
manifestando de forma concurrente, tanto en tiempos del Antiguo,
como del Nuevo Testamento. El antiguo pacto y el nuevo pacto
constituían dos experiencias opuestas que, por así decirlo,
discurrieron paralelamente desde el tiempo de Caín y Abel hasta la
llegada de la marca de la bestia y el sello de Dios de los que leemos
en Apocalipsis.
El foco que los pioneros colocaron en las dos economías del
Antiguo y Nuevo Testamentos los llevó sin duda a perderse la
dimensión bíblica del antiguo y nuevo pactos comprendidos como
dos experiencias distintas del corazón. El propósito del presente
estudio es demostrar a partir de la historia adventista del séptimo
día cómo sucedió tal cosa.
Podemos también ver el propósito divino de corregir aquella
comprensión deficiente y traer a la atención de la iglesia luz relativa
al antiguo y nuevo pactos como siendo dos experiencias diferentes
del corazón. Eso era de importancia crucial, puesto que el pacto
eterno (o nuevo pacto) es el mensaje del tercer ángel. El mensaje
del tercer ángel es la razón para la existencia y misión de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día.
Aquel dispensacionalismo tipológico del santuario del Antiguo
Testamento y su antitipo del santuario celestial del Nuevo
8
Testamento, junto a la teoría de las dos leyes: la ceremonial y la
moral (los Diez Mandamientos), vino a ser la comprensión de las
Escrituras propia de los primeros pioneros adventistas respecto a
la dispensación del antiguo pacto antes de la cruz y la del nuevo
pacto después de ella.
La historia de la interpretación que hicieron los pioneros de Gálatas
3 es esencial para comprender la crisis a la que se vio enfrentada la
iglesia en la asamblea de la Asociación General de 1888 en
Minneapolis. Antes de 1857 algunos pioneros adventistas como
J.N. Andrews habían comprendido la “ley” en Gálatas como siendo
los Diez Mandamientos:
Si es que la ley hubiese resultado abolida en la muerte de
Cristo, no habría podido ser el pedagogo muchos años después
para llevar a los gálatas a Cristo (J.N. Andrews, Discourse with
Brother Carver, Review and Herald 2, 4, 16 septiembre 1851,
29).
El ayo (o pedagogo) pone ante él los justos requerimientos de
la ley de Dios con severidad inexorable, y dado que es incapaz
de cumplirlos, le lleva a exclamar: “Miserable hombre de mí…”
Queda ahora convencido de que no puede ser justificado por
las obras de la ley, y en su desesperación corre a Jesucristo”
(J.N. Andrews, The Perpetuity of the Law of God, Review and
Herald 1, 5, enero 1851, 34).
J.H. Waggoner [padre de E.J. Waggoner] sostuvo esa posición en su
libro The Law of God (J.H. Waggoner, The Law of God: An
Examination of the Testimony of Both Testaments –Rochester, N.Y.:
Advent Review Office, 1854, 81). Stephen Pierce sostuvo que la ley
en Gálatas era “el sistema de la ley” (Stephen Pierce, Answer to Bro.
Merriam’s Questions Respecting the Law in Gal. iii, Review and Herald 10,
23, 8 octubre 1857, 180). En referencia al “tutor” (ayo, o pedagogo)
del que habla Gálatas 3, Pierce explicó:
No tenemos evidencia de que fuera únicamente la ley moral la
que sea nuestro pedagogo para llevarnos a Cristo. Es cierto
9
que es mediante esa ley por la que tenemos conocimiento del
pecado, pero no podemos explicar la forma en la que nos lleva
a Cristo. Fue por la ministración de su ley mediante los tipos y
sombras, el cuerpo de las cuales es Cristo, como los hombres
eran llevados a Cristo en aquella dispensación; así es en la
ministración del evangelio —de su enseñanza— como son
llevados a Cristo los hombres en esta dispensación (Stephen
Pierce, Answer to Bro. Merriam’s Questions Respecting the
Law in Gal. iii, Review and Herald 10, 23, 8 octubre 1857, 181).
Es claro que Pierce comprendió el “pedagogo” de Gálatas 3 como
siendo la ley de los tipos y sombras de la antigua dispensación, cuya
misión era llevar a los hombres a Cristo. Incluyó a la ley moral en
todo aquel sistema de ley, pero fue incapaz de explicar de qué
forma la ley moral llevaba a los hombres a Cristo en la antigua
dispensación. La ministración de todo el sistema de la ley bajo la
antigua dispensación y su enseñanza ya no eran necesarios en la
nueva dispensación —“ministración del evangelio”— para llevar a
los hombres a Cristo. Pierce interpretaba Gálatas 3:24
tipológicamente, más bien que desde el punto de vista de una
experiencia del corazón. Había ciertamente mayor verdad por
descubrir a partir de Gálatas 3.
Recordando aquellos tres días de discusión en Battle Creek, Uriah
Smith escribió a W.A. McCutchen:
El hermano W [Waggoner, padre] tomó la posición (o bien la
sostenía en su libro) de que la ley en Gálatas era la ley moral.
El hermano Pierce argumentó que se refería al sistema de la
ley, “incluyendo la ley ceremonial”. Por entonces yo era muy
joven en la verdad, y dado que esas reuniones eran nuevas
para mí, tanto yo como el hermano y la hermana White nos
convencimos de que el hermano Pierce tenía la postura
correcta, mientras que J.H.W. estaba equivocado. La señora
White, poco tiempo después, tuvo una visión en la que se le
mostró esta cuestión de la ley, y escribió inmediatamente a
J.H.W. acerca de que su posición sobre la ley era errónea, y
10
correcta la del hermano Pierce. Entonces el hermano White
retiró de la circulación el libro del hermano [J.H] Waggoner,
pues todos consideramos zanjado el asunto (Carta de Uriah
Smith a W.A. McCutchen, 8 agosto 1901, Manuscripts and
Memories of Minneapolis —Pacific Press Publishing
Association, Boise, Idaho: 1988, 305).
Posteriormente, en 1887, la hermana White lamentó con
frustración no ser capaz de recordar lo que se le había mostrado.
No lograba recordar el contenido de la visión concerniente a la
comprensión de J.H. Waggoner y la ley.
Me perturba no ser capaz de recordar lo que se me mostró en
referencia a las dos leyes. No recuerdo cuál fue la
amonestación y advertencia dadas en relación con el pastor
[J.H.] Waggoner. Quizá fuera una amonestación a no hacer
prominentes sus ideas por aquel tiempo, pues había gran
peligro de desunión (Carta de E.G. White a G.I. Butler y U.
Smith, 5 abril 1887, Basel, Suiza. The Ellen G. White 1888
Materials —The Ellen G. White Estate: Washington, D.C.:
1987, 32).
Ellen White se puso a la obra de buscar el manuscrito, pero este
nunca apareció. Existían unas cuantas ideas diferentes respecto a
la ley en Gálatas 3 entre los adventistas en la década de 1850, y
establecer una de ellas como la dominante podía llevar a la
desunión (Tim Crosby, “Using the Law to No Profit” Review and
Herald 163, 20, 15 mayo 1986, 525).
La citada visión que Ellen White tuvo hacia el 1857 relativa a las
discusiones que sostuvieron J.H. Waggoner y Stephen Pierce, vino
a ser la base sobre la que Uriah Smith y George I. Butler sustentaron
—previamente a la asamblea de 1888— su conclusión de que
Gálatas 3 trataba exclusivamente de la ley ceremonial.
¿Cuál era la relación entre la cruz y el antiguo y nuevo pactos en la
temprana teología adventista? Su mejor representación era una
cruz en el vértice de la gran división cronológica entre la antigua y
nueva dispensación —entre el pacto antiguo y el nuevo—. Así,
11
existía un dispensacionalismo tipológico adventista que concebía
los pactos como estando confinados a períodos concretos en el
tiempo. Las dos dispensaciones del antiguo y nuevo pacto siendo
dos distintas experiencias del corazón estaba todavía pendiente de
descubrimiento por parte de los pioneros adventistas.
Alberto Timm reconoció esa característica de la teología temprana
adventista sobre los pactos. Escribió:
Se consideraba a los pactos de la Biblia como la base de la
relación salvadora de Dios con su pueblo. Se entendía que la
muerte del Hijo de Dios como “testador” (Heb 9:15-17),
señalaba la transición del antiguo pacto al nuevo. Eso lo
establecía como “mensajero” (Mal 3:1) y “mediador” (Heb 8:6)
del nuevo pacto”. (Alberto Ronald Timm, The Sanctuary and
the Three Angels’ Messages, 1844-1863: Integrating Factors in
the Development of Seventh-day Adventist Doctrines, 407;
original sin cursivas).
12
Aquí Howell recurre al modelo dispensacionalista de los dos pactos
para declarar abolida la ley junto con el antiguo pacto, y traer en su
lugar el evangelio de Cristo con el nuevo pacto.
El modelo tipológico adventista del antiguo pacto sucedido por el
nuevo creaba un problema para interpretar Gálatas 3, que trata de
la experiencia del corazón según el nuevo pacto. En su modelo
tipológico de los dos pactos siendo de naturaleza secuencial, si el
“pedagogo” era la ley moral, entonces los adventistas tenían que
estar de acuerdo con los antinomianistas en que la ley quedó
abolida en la cruz. Pero si el “pedagogo”, la ley que fue “añadida”
(Gál 3:19) representaba la ley ceremonial instituida en el antiguo
pacto, entonces podía ser abolida en la cruz. Esta última posición
fue la interpretación preferida sobre la ley en Gálatas 3 para
algunos adventistas. En 1850 existía en el pensar adventista
diversidad de posturas al respecto.
13
14
Capítulo 2
La ley según Waggoner
(índice)
15
cronológico, en el tiempo de las dos economías del Antiguo y
Nuevo Testamento.
Su hijo, E.J. Waggoner reconocía el elemento de tiempo en las dos
economías del Antiguo y Nuevo Testamento. Tan tempranamente
como en 1881 se refirió a la “dispensación cristiana” (E.J.
Waggoner, Precept and Practice, Signs of the Times 7, 22, 9 junio
1881, 259). Hablando del sábado, se refirió a ambas
dispensaciones: “Si en el paraíso se observó el séptimo día, también
los patriarcas debieron guardarlo, y fue el sábado reconocido bajo
toda la dispensación mosaica. Es sólo en la era cristiana cuando se
perdió, tal como más adelante vamos a considerar” (E.J. Waggoner,
A Definite Sabbath, Signs of the Times 7, 36, 22 septiembre 1881,
427). Al menos en una ocasión se refirió a la dispensación mosaica
como siendo el antiguo pacto:
Fue en virtud del segundo o nuevo pacto como se aseguraba
el perdón a quienes ofrecían los sacrificios prescritos en las
ordenanzas del servicio divino en el antiguo o primer pacto
(E.J. Waggoner, Lección 19, Hebreos 9:1-7, Review and Herald
67, 4, 28 enero 1890, 62).
Pero incluso en tal caso vio los tipos de la dispensación mosaica, no
como medios para el perdón, sino como una expresión de la fe en
Cristo, el Redentor que perdona los pecados. Para E.J. Waggoner,
la necesidad de la experiencia del nuevo pacto estaba disponible
para todos antes de la cruz, tanto como después de ella.
Cuando Waggoner enseñó más tarde (en 1893) la postura bíblica
relativa a los dos pactos como siendo dos experiencias diferentes
en relación al plan de la salvación, lo hizo en estos términos:
…la “dispensación cristiana” comenzó para el hombre, al
menos, tan pronto como en la caída. Hay ciertamente dos
dispensaciones: una dispensación de pecado y de muerte, y
otra de justicia y vida, pero esas dos dispensaciones han
venido corriendo paralelas desde la caída. Dios trata a las
personas como individuos, no como a naciones, y tampoco
16
dependiendo del siglo en el que vivan. Sin importar en qué
período de la historia de este mundo, todo hombre puede
siempre pasar de la antigua dispensación a la nueva (E.J.
Waggoner, The Day of Rest, The Present Truth 9, 23, 7
septiembre 1893, 356).
E.J. Waggoner enseñó que desde la perspectiva del evangelio, los
dos pactos se comprenden más adecuadamente en términos de la
condición del corazón de la persona. El adventismo estaba en
necesidad de prestar atención a esa perspectiva bíblica. El
dispensacionalismo tipológico del antiguo y nuevo pactos era
también una perspectiva bíblica, pero no la única.
E.J. Waggoner era plenamente consciente del potencial de
controversia que su posición sobre la ley y los pactos podía tener
en la denominación. W.C. White (1890) refirió una conversación
privada que sostuvo con E.J. Waggoner al respecto. W.C. White
escribió en estos términos a Dan T. Jones, secretario de la
Asociación General:
Referente a la controversia sobre la ley en Gálatas, nunca he
tomado parte, ni en favor de la posición de la que el hermano
Butler me supone partidario, ni de la que pareces atribuirme
[Dan T. Jones] a tenor de las afirmaciones de tu carta. En la
primavera de 1885, en una caminata por el bosque con el
pastor [E.J.] Waggoner, él me habló de dos puntos que le
causaban perplejidad. El primero era la evidente necesidad de
tomar posición en su obra como redactor, que vendría a
entrar en conflicto con los escritos del hermano Canright. El
segundo se refería al asunto objeto de controversia entre los
pastores Smith, Canright y mi padre [James White] de una
parte, y los pastores [J.H.] Waggoner y [J.N.] Andrews de la
otra. Expresé libremente mi opinión consistente en que él y
los redactores de Signs debían enseñar lo que ellos creían que
era la verdad, aunque estuviera en conflicto con algo de lo
escrito por el hermano Canright y otros...” (Carta de W.C.
White a Dan T. Jones, 8 abril 1890).
17
A la luz de aquella conversación que el pastor W.C. White mantuvo
en 1885 con E.J. Waggoner es evidente que los pastores Uriah
Smith, Dudle M. Canright y James White sostenían la postura de la
ley ceremonial en Gálatas 3, mientras que los pastores J.H.
Waggoner (padre de E.J. Waggoner) y J.N. Andrews sostenían la
posición de la ley moral.
En la década de 1880 existían en el pensar adventista puntos de
vista divergentes respecto a cuál era la ley representada por el
“pedagogo”, “tutor” o ley “añadida” de Gálatas 3. Esa tensión había
existido desde la década de 1850 como un asunto sin resolver. Ese
problema que se había ido arrastrando durante décadas vendría a
convertirse en una crisis a final de los años 1980.
18
Capítulo 3
La revista The Gospel Sickle
(índice)
19
Los pastores George Butler, Uriah Smith y Dudle M. Canright eran
contribuyentes habituales a The Gospel Sickle, revista que
empleaban como medio de promocionar sus posiciones sobre la ley
y los pactos en oposición a las publicadas por E.J. Waggoner en The
Signs of the Times. Por tanto tiempo como fue publicada The Sickle
—desde el 1 de febrero de 1886 hasta diciembre de 1888— Ellen
White pudo detectar allí “disensión”.
El pastor Dudley M. Canright, uno de los principales contribuyentes
de The Sickle, definía así su concepto acerca de los pactos:
¿Qué es un pacto? Webster lo define así: “Un acuerdo mutuo
entre dos o más personas para realizar o abstenerse de realizar
alguna acción o cosa; un contrato, un documento escrito
conteniendo los términos del acuerdo o contrato entre las
partes”. Es fácil ver que ese acuerdo tomado entre Dios e Israel
en Éxodo 19 es un pacto en el más pleno sentido del término
(D.M. Canright, The Law to the Gentiles. —Why God Made a
Covenant with Israel, and How the Gentiles Were to Come into
It, The Gospel Sickle 1, 5, 1 abril 1886, 37-38).
Canright tomó del diccionario Webster su definición para
comprender el significado de pacto en la Biblia.
La terminología que Canright empleó posteriormente evidenciaba
cuáles eran sus premisas:
Algunos sostienen que todo cuanto Dios requería bajo la
antigua dispensación era simplemente la obediencia externa
a su ley... En la antigua dispensación tenían el Espíritu de
Dios... La voluntad de Dios era que su pueblo fuera tan
espiritual durante la era del antiguo pacto, como ahora (D.M.
Canright, The Law to the Gentiles. —God Required Spiritual
Service of His People During the Jewish Age, The Gospel Sickle
1, 7, 1 mayo 1886, 52-53).
Canright asociaba “la era del antiguo pacto” con “la antigua
dispensación”. Asumía que el Espíritu Santo participaba en el
cumplimiento del antiguo pacto. No comprendía que el pacto
20
eterno de Dios (el nuevo pacto) era el único pacto que el Espíritu
Santo prometió. Es cierto que “la voluntad de Dios era que su
pueblo fuera tan espiritual durante” “la antigua dispensación”.
Pero eso resulta imposible bajo el “antiguo pacto”. Una vez más se
hacía evidente que el dispensacionalismo tipológico bíblico era
dominante en el pensar de Canright, en detrimento del paradigma
igualmente bíblico de las dos experiencias diferentes del antiguo y
nuevo pactos.
Uriah Smith armonizaba con esa comprensión dispensacionalista
tipológica de Canright en la que el factor tiempo era lo
determinante para diferenciar entre antiguo y nuevo pactos, como
demuestra su afirmación: “El nuevo pacto remplazó al antiguo
cuando Cristo lo ratificó en la cruz con su propia sangre” (U. Smith,
The Sanctuary, The Gospel Sickle 1, 8, 15 mayo 1886, 58).
Canright insistió:
El nuevo pacto o evangelio, por consiguiente, comenzó
siendo predicado por Jesucristo... El mediador del nuevo
pacto había venido ahora a sustituir al antiguo pacto; pero
Jesús fue cuidadoso en ofrecer el nuevo pacto sólo a los
judíos, dado que el Señor había prometido que ese nuevo
pacto se habría de establecer con la casa de Israel (D.M.
Canright, The New Covenant, The Gospel Sickle 1, 10, 15
junio 1886, 76-77. Cf. Anónimo, The New Covenant Made
with the Jews, The Gospel Sickle 1, 1 julio 1886, 81; original
sin cursivas).
21
impidiéndole mantener la integridad de enseñanzas básicas de la
Biblia tales como el sábado.
22
Capítulo 4
Ley en Gálatas según George Butler
(índice)
23
nosotros hemos sentido que debíamos guardar cierta
discreción sobre el tema, sabiendo que no existía una opinión
unánime entre nuestros hermanos dirigentes. Pero cuando
sabemos que la posición opuesta y minoritaria es
promocionada con tesón en uno de nuestros seminarios entre
nuestros estudiantes de la Biblia, y publicada al mundo en The
Signs, confieso que no me entusiasma. He escrito al hermano
Jones al respecto, y he hablado con el hermano Brownsberger
y E.J. Jones. Saben que es cierto, y el profesor Brownsberger
lo lamentó mucho. Hace años alguien me insinuó que usted
recibió luz respecto a la ley añadida [Gál 3:19], en el sentido
de que se refería al sistema restaurador y no a la ley moral.
Opino que de alguna forma esa cuestión se debiera
abandonar. Sería un trago bien amargo para muchos de
nuestros hermanos dirigentes el verse obligados a contemplar
cómo se enseña de forma general la idea de que la ley añadida
a causa de las transgresiones es la propia ley moral.
Creemos que esa ley ha existido siempre, pero que su
transgresión hizo necesaria la introducción de otra ley debido
al pecado, a modo de remedio para el pecado. Así, vino la ley
de los tipos y las sombras, que conduce a Cristo (Carta de G.I.
Butler a Ellen White, 20 junio 1886, Madison, Wisconsin,
Manuscripts and Memories of Minneapolis, 18-19).
Así expresó el pastor Butler su postura sobre la ley ceremonial en
Gálatas 3.
Él mantenía su posición sobre la ley ceremonial en Gálatas 3 debido
a su creencia de que Ellen White había recibido luz al respecto (G.I.
Butler, Carta a Ellen White, 23 agosto 1886, Mount Vernon, Ohio).
Creía que la única ley que pudo ser “añadida” (Gálatas 3:19) en el
Sinaí era la ley ceremonial, dado que los Diez Mandamientos
habían existido siempre. No le complacía la visión alternativa que
E.J. Waggoner publicaba en The Signs of the Times, y que A.T. Jones
enseñaba en el seminario Healdsburg.
24
25
Capítulo 5
Evangelio en Gálatas según Waggoner
(índice)
26
considerable discusión y colocaron al pastor Butler en una situación
en la que sentía que debía emprender alguna acción.
Pero si algo fue especial causa de controversia, fue la serie de nueve
artículos que Waggoner escribió en The Signs of the Times sobre la
ley en Gálatas 3 (desde el 8 de julio al 2 de septiembre de 1886).
Esa fue la primera exposición detallada que publicó sobre dicho
capítulo. Él creía que la ley en Gálatas 3 era la ley moral.
“Probablemente no haya otra porción de la Escritura que
supuestamente preste tanto apoyo a los enemigos de la ley de Dios,
como el tercer capítulo de Gálatas” (E.J. Waggoner, Comments on
Galatians 3, nº 1, Signs of the Times, 8 julio 1886, 406). Pero
tranquilizaba a sus lectores asegurándoles que si prestaban
atención descubrirían allí un firme baluarte en defensa de la ley de
Dios.
Abraham fue el padre de todos los fieles creyentes en Cristo. El
apóstol Pablo escribió:
Sabed, por tanto, que los que tienen fe, estos son hijos de
Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar
por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a
Abraham, diciendo: “En ti serán benditas todas las naciones”.
De modo que los que tienen fe son bendecidos con el creyente
Abraham (Gál 3:7-9).
Así explicó Waggoner esos versículos:
Habiendo mostrado que ni siquiera Abraham había sido
justificado ante Dios por sus propias obras, Pablo señala que la
promesa se dirige exclusivamente a los hijos de Abraham; y
puesto que solamente son hijos de Abraham los que poseen la
misma fe que él tuvo, sólo los que son de la fe reciben la
promesa (E.J. Waggoner, Comments on Galatians 3, nº 1, Signs
of the Times, 8 julio 1886, 406).
Waggoner citó entonces Gálatas 3:10, que Butler, Canright y Smith
aplicaban a la ley ceremonial: “Todos los que dependen de las
obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: ‘Maldito sea
27
el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la
ley, para cumplirlas’”. Waggoner señaló entonces la evidencia
bíblica que identifica la ley referida en el versículo, explicando:
“Esas palabras son una cita de Deuteronomio 27:26 y de Jeremías
11:2-4, pasajes ambos que se refieren indiscutiblemente a los Diez
Mandamientos” (Id.)
El apóstol Pablo explicó en qué consistía la maldición de la ley:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose maldición
por nosotros (pues está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado en
un madero’), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham
alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe recibiéramos la
promesa del Espíritu” (Gál 3:13-14). La maldición de la ley caía
sobre el pecado y la desobediencia, resultando en la muerte. Cristo
fue hecho pecado por nosotros, de forma que por la fe pudiéramos
recibir la bendición de Abraham.
Waggoner era plenamente consciente de la posición controvertida
que estaba tomando sobre la ley en Gálatas 3. Declaró: “Dado que
algunos... han supuesto que Gálatas 3 se refiere principalmente a
la ley ceremonial, quizá sea apropiado mostrar brevemente por
qué es imposible que la ley ceremonial sea el objeto de la
disertación en ese capítulo” (E.J. Waggoner, Comments on
Galatians 3, nº 9, Signs of the Times 12, 34, 2 septiembre 1886,
534).
Para empezar, las ordenanzas (ley ceremonial) nunca
condenaban a nadie. Enseñaban el evangelio en la “época
judía”. En segundo lugar, ni de nosotros hoy, ni de los gentiles
de Galacia se puede decir que hayamos sido redimidos de la ley
ceremonial. Por el contrario, nosotros, los gentiles, estamos
bajo la condenación de la ley moral y encerrados bajo ella. [Esa
ley] revela a todo hombre que es un pecador (Id.).
El apóstol Pablo explicó la relación entre la ley y la promesa: “Esto,
pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con
28
Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo
abroga, para invalidar la promesa” (Gál 3:17).
Waggoner señaló que la ley “era la base” o “fundamento de la
promesa”, “uno de los términos del pacto”. En ese particular estaba
de acuerdo con otros escritores adventistas. Más adelante dijo: “De
igual forma en que los mandamientos eran la condición del pacto
Abrahámico, lo son también de lo que se conoce por ‘segundo
pacto’, que es en todo respecto el mismo que se hizo con Abraham.
Ver Jeremías 31:33 y Hebreos 8:10”. (E.J. Waggoner, Comments on
Galatians 3, nº 2, Signs of the Times 12, 27, 15 julio 1886, 422-423).
Por los anteriores comentarios podemos ver que Waggoner no
concibió el nuevo pacto como comenzando en la primera venida de
Cristo. El nuevo pacto fue ratificado por la sangre de Cristo. Pero
“el pacto fue confirmado a Abraham en Cristo... anticipadamente”
(Id.).
Los Mandamientos eran la condición del pacto Abrahámico.
Cristo enseñó la obediencia a la ley… Mat 5:17-19 y 19:17; Luc
16:17 (Id.).
La siguiente exposición de Waggoner trató de Gálatas 3:15: “...un
pacto, aunque sea hecho por un hombre, una vez ratificado, nadie
lo invalida ni le añade”. Waggoner explicó: “Hasta los
antinomianistas aceptan que la ley de Dios estaba en plena vigencia
hasta la muerte de Cristo; por lo tanto, Gálatas 3:15 debiera
convencerlos de que hoy sigue estando en plena vigencia” (Id.). Así,
Waggoner no era dispensacionalista respecto a los pactos, y
tampoco antinomianista a pesar de que, igual que los
antinomianistas, creía que la ley en Gálatas 3 se refería a los Diez
Mandamientos. En marcado contraste con E.J. Waggoner, los
antinomianistas procuraban despreciar la ley debido a su concepto
dispensacionalista respecto a los pactos.
En lo que verdaderamente se diferenciaba Waggoner de los
teólogos adventistas de sus días, era en ver el pacto hecho con
29
Abraham como el nuevo pacto “en todo respecto”. El antiguo
pacto, por el contrario, lo hizo Israel al prometer a Dios en Sinaí.
Empleando la fraseología de Gálatas 3:17, Waggoner preguntó:
¿Cuál fue el pacto que fue “previamente ratificado por Dios en
Cristo”?...
La promesa hecha a Abraham consistía en que “sería heredero
del mundo” (Rom 4:13), y que en su simiente serían benditas
todas las naciones. La condición era que debía andar delante de
Dios y ser perfecto (Gén 17:1-8). Pero no fue ese el pacto que se
estableció con los israelitas en Horeb. Este último pacto no
contenía referencia alguna a Cristo, ni provisión alguna para el
perdón de los pecados; pero el pacto hecho con Abraham fue
confirmado “en Cristo” (Gál 3:17), y no fue establecido bajo la
condición de que habían de ser rectos por sus propios esfuerzos,
sino de que poseyeran la justicia de la fe. Compárese Romanos
4:11 con 3:22-25. Eso incluía, desde luego, el perdón de los
pecados; y así vemos que el pacto hecho con Abraham (pacto al
que hace referencia este capítulo) fue exactamente el mismo
que “el segundo pacto” hecho con nosotros. El pacto
establecido en Horeb, llamado “primer pacto” —aunque hecho
con posterioridad al establecido con Abraham— tuvo por
objeto, tal como ya hemos visto, mostrar al pueblo la necesidad
del auxilio prometido en el pacto Abrahámico, o segundo pacto
(Id.).
Para Waggoner, la condición del nuevo pacto dado a Abraham era
la ley de Dios. Fue Cristo quien cumplió esa condición, permitiendo
así “que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu” (Gál 3:14).
Había una sola condición para la salvación. Dijo Waggoner: “La fe
en Cristo es la única condición para la salvación” (E.J. Waggoner,
Comments on Galatians 3, nº 3, Signs of the Times 12, 28, 22 julio
1886, 438).
¿Para qué, pues, la ley? Waggoner planteó la cuestión en el
presente: “Si somos salvos por la gracia, ¿qué necesidad tenemos
de la ley?” (Id.). El apóstol Pablo responde: “Fue añadida a causa de
30
las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a quien fue
hecha la promesa; y fue dada por medio de ángeles en manos de
un mediador” (Gál 3:19).
George Butler ya se había comunicado con Ellen White a propósito
de la ley “añadida”. Le había escrito en estos términos:
Sería un trago bien amargo para muchos de nuestros hermanos
dirigentes el verse obligados a contemplar cómo se enseña de
forma general la idea de que la ley añadida a causa de las
transgresiones, es la propia ley moral (Carta de G.I. Butler a Ellen
White, 20 junio 1886, Madison, Wisconsin).
Butler estaba persuadido de que si se renunciaba a la
interpretación de la ley ceremonial en Gálatas 3, toda la iglesia se
precipitaría en el antinomianismo (desprecio a la ley).
La idea de la ley moral como siendo “añadida”, dejaba la impresión
de que hubiera comenzado a existir en el monte Sinaí. Ningún
adventista defensor de la ley querría oír hablar de algo así. La
creencia era que la ley era consustancial con Dios. No era pues de
extrañar que Butler y otros concibieran la ley “añadida” como el
sistema restaurador, el tipo dado a Moisés.
Pero Waggoner señaló que “proclamada”, “pronunciada” o
“enfatizada”, eran traducciones más adecuadas que “añadida”,
como figuraba en la versión King James al uso (Gál 3:19).
“Fue proclamada a causa de la transgresión”. Waggoner afirmó:
“...la ley existía ya previamente, y era conocida por el hombre, si
bien solamente por tradición; pero ahora el Señor la añadió en
forma escrita” (Id.).
Un pasaje paralelo al que Waggoner recurría era Romanos 5:20: “La
ley, pues, se introdujo para que el pecado abundara”. Waggoner
explicó: “La ley se ‘introdujo’ en el Sinaí. ¿Con qué finalidad? Para
que abundara el pecado u ofensa que existía previamente” (Id.).
Ese fue el primer uso que atribuyó Lutero a la ley. La ley fue
31
engrandecida en Sinaí, de forma que fueron obligados a reconocer
la rematada pecaminosidad de ellos. “...era necesario que los
hombres reconocieran la naturaleza real del pecado, a fin de que
pudieran buscar la gracia que está en Cristo, el único que puede
quitar el pecado” (Id.).
D.M. Canright estaba representando la posición de los hermanos
del este [Butler, Smith] cuando escribió a propósito de la ley
“añadida”:
...la segunda ley fue añadida para señalar a la Descendencia
prometida hasta el momento en que llegara... ¿Por qué se dio
esa ley?... “Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que
viniera la descendencia”. Por lo tanto no se trataba de la ley
moral, puesto que esa no señala a Cristo, ni dice cosa alguna
relativa a la venida de la descendencia [o simiente], mientras
que la ley de los sacrificios, tipos y sombras se relaciona
plenamente con esa descendencia prometida (D.M. Canright,
The Two Laws, Review and Herald, Battle Creek, Michigan, 1886,
9-10; original incluye cursivas).
Es evidente que Canright veía la ley de Gálatas 3 como siendo la ley
ceremonial. Además interpretó la venida de la descendencia como
la primera venida de Cristo a la que apuntaban los sacrificios y
tipos. Haciendo así, negaba la función de la ley moral de llevarnos
a Cristo, única solución para el problema del pecado.
Waggoner, por el contrario, mantuvo presente el pleno alcance de
la promesa que Dios hizo a Abraham. La cruz tenía importancia
estratégica en cuanto a ratificar el pacto, pero su cumplimiento
último no sería completo “...hasta que viniera la descendencia a
quien fue hecha la promesa” (Gál 3:19).
¿En qué consiste la venida de la descendencia? No en última
instancia la primera venida de Cristo —replicó Waggoner. Dios
había prometido a Abraham: “Tu descendencia se adueñará de las
puertas de tus enemigos” (Gén 22:17). Los enemigos de Cristo y el
propio Satanás no serían quitados hasta la segunda venida (Apoc
32
19:11-21) (E.J. Waggoner, Comments on Galatians 3, nº 4, Signs of
the Times, 12, 29, 29 julio 1886, 454).
El apóstol Pablo continuó así: “Pero antes que viniera la fe,
estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que
iba a ser revelada” (Gál 3:23). Waggoner observó: “La idea de la
confinación o encierro siempre está relacionada con el pecado. El
pecado es un amo cruel” (E.J. Waggoner, Comments on Galatians
3, nº 8, Signs of the Times 12, 33, 26 agosto 1886, 518). La ley
encierra a quien la transgrede. Hace que quede “detenido” de
forma preventiva. La única forma de escapar es “la fe” de Jesús, que
trae la gozosa liberación de una muerte segura. Waggoner vio en
este pasaje de Gálatas 3 una descripción de la acción de la ley en el
corazón del pecador individual. No lo interpretó según el
paradigma tipológico dispensacionalista de un antiguo pacto
sucedido por el nuevo en el tiempo, por más bíblico que dicho
paradigma pudiera ser (ver, por ejemplo, 2 Cor 3; Heb 9:1).
Waggoner aseveró que la ley no se refería aquí a las ceremonias,
pues estas nunca precedían la fe en Cristo. El pecador creía
primeramente en Cristo como su Salvador del pecado, y después,
por fe en su Sustituto, traía el sacrificio prescrito. La ley ceremonial
nunca confinaba al pecador, pero era posible que lo hiciera la ley
moral, a fin de llevarlo después a la fe de Cristo (E.J. Waggoner,
Comments on Galatians 3, nº 9, Signs of the Times 12, 34, 2
septiembre 1886, 534).
Waggoner dirigió entonces la atención al versículo 24: “De manera
que la ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuéramos justificados por la fe” (Gál 3:24).
Waggoner explicó así Gálatas 3:24: la ley funcionaba como el oficial
de la prisión correccional. Encerraba al que la había violado.
Además, la ley, bajo la convicción del Espíritu Santo, llevaba al
pecador literalmente a Cristo. La ley confinaba al pecador mediante
la culpabilidad personal, sin proveer recurso alguno para lograr la
33
libertad. El pecador aprendía de Cristo —quien era la perfecta
encarnación de la ley— cómo caminar en justicia y en la
consecuente libertad.
El apóstol Pablo habló sobre la venida de la “fe”. “Pero ahora que
ha venido la fe, ya no estamos bajo un guía” (Gál 3:25). En Cristo
estaba la perfecta ley de la libertad. En Cristo, el pecador
perdonado caminaba en libertad. Por lo tanto, el creyente no
estaba más bajo la ley, sino bajo la gracia. Gracias a Cristo,
caminaba en perfecta armonía con la ley. Cuando el pecador
perdonado y purificado caminaba en armonía con la ley de Cristo,
no estaba ya “bajo un guía”. La ley no tenía nada contra alguien que
andaba en armonía con ella.
En referencia a que “la ley ha sido nuestro guía”, Waggoner
comentó:
El tiempo verbal pasado puede ser empleado aquí solamente en
referencia a los que han venido a Cristo y han sido justificados
por la fe, tal como muestra Pablo en el versículo siguiente.
Puesto que la ley fue nuestro guía para llevarnos a Cristo, tiene
que seguir siendo una guía (pedagogo) para los que aún no
están en Cristo, y ha de retener esa función hasta que haya sido
llevado a él todo aquel que vaya a aceptar a Cristo. Por lo tanto,
la ley [moral] será una guía para llevar a los hombres a Cristo
mientras dure el tiempo de gracia. La ley levítica, en contraste,
perdió su vigencia hace cientos de años; por lo tanto, no puede
ser la ley a la que se refiere el texto (E.J. Waggoner, Comments
on Galatians 3, nº 9, Signs of the Times 12, 34, 2 septiembre
1886, 534).
Según la comprensión de Waggoner, Gálatas 3:24 no es un texto
que se refiera a la tipología dispensacionalista de los pactos. No
dice que la ley fuera abolida en la cruz. Lo que sí dice es que para el
cristiano la función de la ley —como guardián de la prisión—
terminó al ser liberado por Cristo, el Salvador del pecado. Así,
34
nuestro “guía” ha tenido un papel en la vida de todo pecador, sea
que haya vivido en la antigua o en la nueva dispensación.
35
Capítulo 6
“Una asamblea terrible”
(índice)
36
Jewish?, Battle Creek, Michigan: Review and Herald Publishing
House, 1886). Se distribuyó a todos los delegados de la Asamblea.
Dos días antes de comenzar, G.I. Butler escribió a Ellen White en
tonos sombríos:
Tenemos la intención de llamar a nuestros buenos hermanos de
Signs a que den explicaciones acerca de la forma en que han
actuado en relación con algunos de los puntos discutidos de
nuestra fe: la ley en Gálatas. Han estado publicando una
cantidad de artículos en Signs expresando su posición,
presentándola en nuestra publicación pionera como siendo la
posición de esta denominación (Carta de G.I. Butler a Ellen
White, 16 noviembre 1886, Battle Creek, Michigan. Manuscripts
and Memories of Minneapolis, 30).
El pastor Butler procuraba mantener un control estricto del
contenido teológico de la publicación periódica denominacional
The Signs of the Times. Decidió manejar el conflicto designando un
comité teológico que discutiera la cuestión y redactara una
recomendación a la sesión general. Butler explicó a Ellen White lo
que ocurrió en dicho comité:
Llegó el hermano E.J. Waggoner... pertrechado para el conflicto.
Se convocó el comité teológico. Yo tenía que actuar como
presidente, pero decliné debido a que representaba una
determinada posición en el debate, y se podría suponer que
favorecería a una parte. Fue elegido el hermano Haskell como
presidente y se estableció el comité. Cuatro de los
componentes: Haskell, Whitney, Wilcox y Waggoner, eran
favorables a la posición de Signs. Cinco: Smith, Canright, Covert,
J.H. Morrison y yo mismo sosteníamos la posición contraria.
Mantuvimos una discusión de varias horas, pero ninguna parte
convenció a la otra. La cuestión era ahora si debíamos o no llevar
el tema a la asamblea de la Asociación y tener un gran debate
público al respecto. No podía aconsejar que se lo llevara, me
sentí mal previendo que resultaría sólo en acaloramiento y
disputa. Hice recomendaciones y dispuse preámbulos y
resoluciones aplicables a nuestro curso de acción, en relación
37
con la manifestación pública de esos temas” (Carta de G.I. Butler
a Ellen White, 16 diciembre 1886, Plainfield, Wisconsin.
Manuscripts and Memories of Minneapolis, 43).
Aquella división en el comité impidió que Butler obtuviera el
resultado esperado.
El pastor S.N. Haskell, presidente de la Asociación de California,
presidió el comité. El pastor Butler resultó frustrado por la actitud
de Haskell:
Pero llegó el hermano Haskell y se alojó en mi hogar, gozando
de la hospitalidad de mi familia durante la reunión junto al
hermano B.L. Whitney, quien estaba igualmente dominado por
ese espíritu de oposición. Ellos eran conscientes de la
perplejidad y angustia mental que me habían ocasionado esos
asuntos, a pesar de lo cual su influencia fue en la dirección de
apoyar al Dr. Waggoner de toda forma posible a lo largo del
encuentro. El gran esfuerzo de ambos consistió en evitar que el
Dr. Waggoner fuera censurado, y en ayudarle hasta donde les
fue posible (Carta de G.I. Butler a Ellen White, 1 octubre 1888,
Battle Creek, Michigan. Manuscripts and Memories of
Minneapolis, 96).
El pastor Butler esperaba poder censurar públicamente al hermano
Waggoner. Pero logró sólo un compromiso. La sesión de la
Asociación General aprobó una resolución que iba obviamente
dirigida a Jones y Waggoner. Afectaba a redactores y personal
docente del sistema de enseñanza adventista. Esa resolución era
como una bofetada para Jones y Waggoner. Decía que los comités,
dirigentes de Escuela Sabática y redactores de publicaciones:
…no debían permitir que formaran parte de la instrucción
pública de nuestras escuelas, o que aparecieran en nuestras
publicaciones denominacionales puntos de vista doctrinales que
no fuesen sostenidos por una gran mayoría de nuestro pueblo...
sin haber sido previamente examinados y aprobados por los
hermanos dirigentes de experiencia (Review and Herald, 14
diciembre 1886, 779).
38
Era palpable la tensión creada entre los hermanos a propósito de
las divergencias teológicas.
El pastor Butler recordó la asamblea de la Asociación de 1886 como
una de las peores experiencias de su vida. Le hizo literalmente
enfermar. Escribió así a Ellen White:
Mi mente ha estado absorta con estos temas y no puedo evitar
que me alteren en gran manera debido a que todo ese asunto
me parecía tan injusto e inconsistente; pero después de estar
enfermo por dos meses, por fin pude asistir a esa terrible
asamblea [1886] que tuvimos aquí, la última en Battle Creek
(Carta de G.I. Butler a Ellen White, 1 octubre 1888, Battle Creek,
Michigan; original sin cursivas).
La respuesta de Ellen White evidencia su acuerdo con él en un
punto:
Habla, querido hermano, de esa terrible asamblea, la última
tenida en Battle Creek mientras yo estaba en Suiza. Dicha
asamblea me fue presentada en la noche. Mi guía dijo:
“Sígueme. He de mostrarte ciertas cosas”. Me llevó como
espectadora de las escenas que tuvieron lugar en aquella
asamblea. Se me mostró la actitud de algunos pastores en esa
reunión, la suya en particular, y puedo decir con usted, mi
hermano, que fue una asamblea terrible (Carta de Ellen White a
George I. Butler, 14 octubre 1888, Minneapolis, Minnesota. The
Ellen G. White 1888 Materials, 92-93; original sin cursivas).
El Cielo había registrado los eventos sucedidos en la iglesia, y se los
estaba revelando a Ellen White, quien estaba en la distante Europa.
Las animosidades y rencores que florecieron con posterioridad en
la asamblea de la Asociación General de 1888 surgieron a partir de
la asamblea de Battle Creek de 1886, primariamente en relación
con la ley en Gálatas 3.
39
Capítulo 7
D.M. Canright
(índice)
40
verdaderamente quedaron abolidos en la cruz, y eso incluía al
sábado.
Canright tenía una visión dispensacionalista del viejo y nuevo
pactos, lo mismo que Butler y otros. Esa concepción de los pactos
fue la responsable de la errónea comprensión de Canright acerca
de la relación entre la ley y los pactos en Gálatas 3, que trata el
problema del estado del corazón respecto a la fe, la ley y el pacto.
Dado que estamos en la nueva dispensación, se sintió compelido a
abandonar la ley de los Diez Mandamientos.
Canright escribiría posteriormente:
Ningún tema produce tanta perplejidad a los adventistas como
los pactos. Temen abordarlo. Han procurado explicarlo de
diversas maneras, pero no son satisfactorias ni siquiera para
ellos mismos. Yo he estado allí, y lo sé. La abolición del pacto
sinaítico conlleva la abolición del sábado judío de forma tan
completa, que no se puede encontrar legítima traza de él de
este lado de la tumba de nuestro Salvador resucitado.
El pastor Smith dice: “Si los diez mandamientos constituyen el
antiguo pacto, entonces quedan abolidos para siempre”. Por lo
tanto, esa viene a ser una cuestión probatoria (D.M. Canright,
Seventh-day Adventism Renounced, New York: Fleming H. Revell
Company, 1889, 350).
Una de las razones principales por la que el pastor Canright
abandonó la Iglesia Adventista del Séptimo Día es su creencia de
que en la muerte de Cristo la ley quedó abolida junto con el antiguo
pacto. Fue incapaz de ver conexión alguna entre la ley y el nuevo
pacto como una experiencia del corazón. En su visión
dispensacionalista, el sábado tenía que resultar abolido junto con
el pacto sinaítico. Esa era para él una conclusión lógica, una vez que
había abrazado el paradigma cronológico [secuencial] de un
antiguo pacto sucedido en el tiempo por otro nuevo tras la cruz.
Canright compartía con los pastores Butler y Smith esa visión
dispensacionalista de los pactos.
41
Capítulo 8
Vindicación del pastor Butler
(índice)
42
Waggoner tenía una motivación subyacente para reformar la
enseñanza de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Su deseo era
que hubiera unidad en sus filas.
Deseo ardientemente que pronto llegue el momento en el que
todo nuestro pueblo pueda ver las cosas de la misma manera.
En mi inconsciente autosuficiencia supuse que podía hacer
mucho por lograr ese fin. He aprendido que Dios cumplirá su
obra a su propio modo, y que los mayores esfuerzos en la buena
causa son inútiles a menos que estén motivados solamente por
el amor a Dios...” (Id.).
Existía ciertamente una rivalidad sectorial entre Review and Herald
Publishing House y Pacific Press. Waggoner podía apreciarla.
“Lamento verdaderamente el sentimiento que ha existido y existe
entre las dos instituciones”. Waggoner creía que “existía una
incomprensión de parte de” los hermanos de la Review. Sin
embargo, Waggoner asumía también su culpa, ya que “sé bien que
se ha permitido aquí la existencia de un sentimiento de criticismo,
y no pienso en nadie fuera de mí mismo” (Id. 71-72).
Cuando el pastor Butler recibió aquella carta que Ellen White
escribió el 18 de febrero de 1887, la consideró como una
vindicación plena de su propio curso de acción. La regañó
amablemente por no haberle respondido antes. Él era bien
consciente de que Waggoner y Jones habían estado enseñando
durante unos “dos o tres años” en Healdsburg la postura
consistente en que Gálatas se refiere a la ley moral.
Esto fue lo que realmente exasperó al pastor Butler en la asamblea
de la Asociación General de 1886:
...cuando el Dr. W.[aggoner] llegó a la asamblea bien
pertrechado para el combate, y obtuvo un respaldo tan pleno
del hermano Haskell, B.L. Whitney, Wilcox y otros, de forma que
él y el hermano Whitney suscitaron pequeños grupos de
nuestros hermanos a fin de adoctrinar hasta donde fuera
posible de forma silenciosa... (G. I. Butler, Carta a Ellen White,
43
31 marzo 1887, Battle Creek, Michigan. Manuscripts and
Memories of Minneapolis, 69).
El pastor Butler se sentía ahora exultante en la seguridad de que
Ellen White había vindicado su posición.
Me alegra sobremanera... después de este largo tiempo,
comprobar que usted no respalda el curso de acción que han
seguido los dos hombres jóvenes... Su carta les va a
sorprender... Lo siento por ellos, pues siempre compadezco a
quienes sufren el amargo chasco (Id. 69-70).
Ella había manifestado que la posición de J.H. Waggoner [el padre]
sobre la ley en Gálatas era incorrecta. Eso resultaba “muy
satisfactorio” para Butler.
No obstante, lo que él estaba realmente esperando era una
declaración categórica de ella a propósito de cuál era la ley
“añadida” de Gálatas 3:19
...la ley añadida, o bien es la ley moral, o la del sistema
ceremonial. Usted dice en esencia que la posición del pastor
Waggoner [padre] no era correcta. La posición que él sostuvo
consistía en que la ley añadida era la ley moral, por lo tanto, ha
de ser cierto lo contrario. Si nuestro pueblo pudiera saber que
usted tiene luz al respecto de que la ley moral no era la ley
añadida, la cuestión podría quedar rápidamente zanjada. Eso es
precisamente lo que nuestro pueblo está deseando saber
ansiosamente. No le estoy urgiendo a que haga ninguna
afirmación, pero estoy seguro de que después de todo el debate
habido sobre este asunto, la confusión va a continuar hasta que
se conozca su opinión. Verá como es así [sic] (Id. 70).
Butler sentía como si Ellen White sólo le hubiera dado la mitad de
lo que esperaba. Cierto, era preferible esa mitad a no tener nada.
Ellen White envió otra carta, esta vez a los pastores Butler y Uriah
Smith. Le había disgustado el artículo de Butler del 1 de marzo de
1887 en la Review, referente al “Cambio en la fe del hermano
44
Canright”, y su carta abierta de réplica a E.J. Waggoner a propósito
de La ley en Gálatas. Le reprochó que violara los mismos principios
que pretendía que otros respetaran respecto a sacar a la luz pública
asuntos doctrinales controvertidos.
Ellen White le aconsejó así: “Si usted hubiera evitado aquello que
me confirma haber efectuado, habría estado más de acuerdo con
la luz que Dios ha tenido a bien darme” (Ellen White, Carta a G. I.
Butler y U. Smith, 5 abril 1887, Basel, Switzerland, titulada Giving
Exposure to Differing Doctrinal Viewpoints; Disapproval of D. M.
Canright’s Actions, op. cit., 33). Ellen White supo que Butler había
empleado la copia de aquella carta que envió a Waggoner y Jones
[del 18 de febrero de 1887] en contra de ellos, y le escribió lo que
sigue:
[La copia de la carta dirigida a Waggoner y Jones] no se la envié
para que la empleara como un arma contra los hermanos
mencionados, sino con el objeto de que usted ejerciera la misma
cautela y prudencia a fin de preservar la armonía, tal como usted
desearía que ejercieran ellos...
No quisiera que las cartas que le he enviado le lleven a deducir
que todas sus ideas son correctas, y todas las del Dr. Waggoner
y el hermano Jones incorrectas (Id. 32).
Ellen White continuó con una reprensión a Butler por su polémica
carta abierta La ley en Gálatas. “Los principios a los que se refiere
son correctos... pienso que es demasiado incisivo” en su trato hacia
el Dr. Waggoner.
Le habló entonces sobre “ciertos sueños impresionantes” que
había estado recibiendo referentes a Butler y al insatisfecho
Canright como navegando en la misma barca.
...usted no está cabalmente en la luz. El hermano [D.M.]
Canright estaba presentando sus ideas sobre la ley, y nunca
había oído una confusión como aquella. Ninguno de ustedes
parecía ver o comprender a dónde conducirían sus
argumentaciones (Id. 33).
45
Canright aparecía sentado entre las oscuras sombras de una “barca
carcomida” que tenía “las cuadernas podridas”, y Butler estaba allí
con él. “El pastor Canright estaba apagando más y más la luz”.
Alguien dijo entonces: “Es la obra de Satanás” (Id.). Ellen White
expresó su inequívoca desaprobación hacia “el curso de acción del
pastor Canright”.
Advirtió al efecto de “que se suprimieran sus libros, especialmente
el que trata de la ley... Si esa obra es lo que yo creo que es,
quemaría en el fuego cada copia antes de que pudiera llegar a
nuestro pueblo” (Id. 34).
El libro de Canright The Two Laws se había vuelto a publicar justo
antes de la asamblea de la Asociación General de 1886,
evidentemente con el objeto de dar soporte a la posición de Butler
referente a la ley ceremonial en Gálatas 3.
El pastor Butler no quería una discusión abierta sobre la ley en
Gálatas. Buscaba controlar el flujo de información. Pero Ellen White
escribió: “No quiero ver fariseísmo entre nosotros. El asunto se ha
presentado ahora tan plenamente ante nuestro pueblo, tanto por
su parte como por parte del Dr. Waggoner, que se lo debe abordar
con franqueza en una discusión abierta” (Id. 35).
Lejos de poner fin a toda discusión, Ellen White creía que la iglesia
debía estar abierta a la Palabra de Dios. Cristo iba a dirigir a la
Iglesia Adventista del Séptimo Día mediante la enseñanza de la
Escritura.
El pastor Butler reaccionó negativamente a la correspondencia de
Ellen White. Replicó:
Hermana White, he sido incapaz de ver la justicia de su carta del
5 de abril de 1887, y no espero verla nunca... Pensé en no
contestar nunca esa carta, sino más bien en soportar
pacientemente y en silencio aquello que me parecía injusto
(Carta de G.I. Butler a Ellen White, 1 octubre 1888, Battle Creek,
Michigan. Manuscripts and Memories of Minneapolis, 82).
46
Continuó así:
En su carta del 5 de abril de 1887 parecía preocuparle que yo
pudiera sacar ventaja de la carta de reprensión que había escrito
a los pastores Waggoner y Jones relativa al curso de acción de
estos al avanzar sus puntos de vista sobre Gálatas, y también
porque yo pudiera llegar a la conclusión de tener la postura
correcta sobre el tema. Al propósito permítame decirle que
hasta haberme escrito [de nuevo] jamás empleé su artículo de
la forma que sugiere, y que no tenía intención alguna de hacer
tal cosa (Id. 83).
El pastor Butler protestó en estos términos:
...con respecto a mi propia actitud. Se me culpabiliza en los
anteriores párrafos... Parece difícil sostener... que quien ocupa
la posición de presidente de la Asociación General debiera
guardar silencio mientras que se están haciendo esfuerzos
persistentes por sacar a la luz pública un punto controvertido
que antes se había silenciado...
47
caso de haber estado él presente no los hubiese hecho
estremecer, es que he olvidado la forma en que solía proceder.
No he olvidado la forma en que manejaba los asuntos de esta
índole. Si es que él no los hubiera abordado en público y en
privado haciendo que lamentaran su atrevimiento, es que juzgo
equivocadamente (Id.).
Eso ponía enfermo al hermano Butler. Estaba comenzando a dudar
de los Testimonios. Había llegado la hora de tomar medidas contra
esos “jóvenes novatos” que acababan de acceder al “sillón de la
redacción”, y darles una lección (Id. 100 y 99). Esas palabras eran
un son de guerra.
En los días que siguieron, Uriah Smith insistiría a través de las
páginas de la Review en la forma de dispensacionalismo tipológico
de los pactos al que se adhería. Escribió:
A ese pacto con Israel se lo llamó “el primer pacto”, y se
extendió hasta la primera venida de Cristo. Habiendo llegado
con dicha venida el tiempo para que fuera concedida la
bendición mayor que había sido prometida mediante la
descendencia de la mujer, Dios estableció un nuevo pacto con
Israel y Judá (U. Smith, What Does God Write? Review and
Herald 64, 31, 2 agosto 1887, 488).
Insistir en esa línea de dispensacionalismo tipológico del pacto sin
reconocer el modelo de los dos pactos como una experiencia del
corazón contribuyó a la ruina de la fe de Thomas Preble, Moses Hull
y Dudley M. Canright respecto a los Diez Mandamientos y el
sábado.
El pastor Smith fue todavía más explícito:
Por lo tanto, la conclusión es inequívoca: esos dos pactos
representan dos grandes divisiones en la obra que el Cielo ha
efectuado para la redención del hombre, y abarcan dos
dispensaciones especiales dedicadas al desarrollo de la obra (U.
Smith, The Two Covenants, Bible Echo, and Signs of the Times 2,
11, noviembre 1887, 162; original sin cursivas).
48
El pastor Smith, como tantos otros, recurrió al diccionario de
Webster para su definición de pacto bíblico. Se trataba de un
acuerdo entre las partes respecto a cumplir ciertas condiciones.
Smith concluyó:
...todo pacto que Dios haga con el hombre ha de estar basado
en la condición de la obediencia a su ley por parte del hombre.
Por consiguiente, la definición teológica... es correcta según
Webster, al poner la obediencia como el primero de los
términos bajo el que han de ser aseguradas las promesas (U.
Smith, God’s Covenants with Men, Review and Herald 64, 37, 13
septiembre 1887, 584).
Según esa comprensión del pacto eterno de Dios, su promesa era
condicional a la obediencia de la ley por parte de las personas.
E.J. Waggoner estaba de acuerdo en que la condición del pacto de
Dios eran los Diez Mandamientos. No obstante, el pecador era
incapaz por sí mismo de rendir una obediencia como esa; por lo
tanto, Dios prometió que Cristo sería el auténtico substituto y
garante del hombre. El pacto de Dios, por consiguiente, era su
promesa en Cristo. Waggoner observó:
El Señor le hizo [a Abraham] una promesa que habría
sobrecogido a la mayoría de las personas, tan grande e
incomprensible parecía... Abraham dijo: “Creo”; y el Señor, en
respuesta a esa fe sencilla, declaró perdonados sus pecados...
49
Pero Waggoner disentía claramente de la siguiente afirmación
categórica de Butler y Smith:
Los dos grandes pactos que Dios ha hecho –uno para cada
dispensación... el pacto de la antigua dispensación, y el otro
para el pacto de la nueva (Comité editorial: Uriah Smith y
George Butler, Notes and Comments, The Gospel Sickle 2, 21, 1
noviembre 1887, 161).
Waggoner comprendía que ese tipo de afirmaciones no tomaba en
cuenta la plena revelación de la Escritura respecto a dos diferentes
experiencias del corazón: la del viejo, y la del nuevo pacto.
El pastor Smith se preguntaba: “¿Cuándo se hizo el nuevo pacto?”
Y respondía: —Cuando Cristo murió en la cruz.
En la cruz terminó el sistema judío y comenzó la dispensación
cristiana. Esa era la línea divisora entre ambos... A partir de ese
momento estuvo vigente el nuevo pacto (U. Smith, God’s
Covenants with Men, Review and Herald 64, 42, 25 octubre
1887, 664. Reimpreso en: U. Smith, God’s Covenants with Men,
The Gospel Sickle 3, 1, 1 enero 1888, 2).
La idea implícita era que la salvación estaba confinada a los judíos
hasta la muerte de Cristo en la cruz.
El pastor Smith estaba de acuerdo con la interpretación del pastor
Butler a propósito de Gálatas 3:17, versículo que citaba
intercalando sus propios comentarios:
...el pacto previamente ratificado por Dios en Cristo [el pacto
Abrahámico], no lo podía anular la ley [el pacto que hizo en
Horeb con Israel] que vino cuatrocientos treinta años después;
eso habría invalidado la promesa, porque si la herencia [la tierra
prometida a Abraham, Rom 4:13] viniera por la ley [hubiera de
ser asegurada mediante la realización de las ceremonias y
servicios del sistema Mosaico], ya no sería una promesa [no
descansaría simplemente sobre la promesa de Dios]; pero Dios
se la concedió a Abraham mediante la promesa (Id. original
incluye frases entre corchetes).
50
Según la comprensión de Smith, “la ley que vino cuatrocientos
treinta años después” de Abraham, era “las ceremonias y servicios
del sistema Mosaico”.
Según él, además del pacto abrahámico, Dios “añadió” una
disposición subordinada… se estableció un nuevo pacto… “con
Israel” (Id.).
...hasta que viniera Cristo, la Descendencia prometida...” Si los
judíos “hubieran seguido los dictados de aquel ‘pedagogo’, de
aquel ‘ayo’, no habrían rechazado al Mesías... (Id. 618.
Comparar con: “... La ‘ley de Moisés,’ ... [fue] ‘añadida a causa
de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a quien
fue hecha la promesa’, y fue ‘nuestro guía’ simplemente en el
sentido de enseñarnos los rudimentos de la fe hasta que viniera
Cristo...” Comité editorial: Uriah Smith y George Butler, Notes
and Comments, The Gospel Sickle 2, 16, 15 agosto 1887, 121).
Para Smith, el “pedagogo” de Gálatas 3:24 era la ley ceremonial. De
hecho, los judíos estaban tan atrapados en la observancia rigurosa
del sistema ritual como para que no los llevara a Cristo cuando él
vino. Hasta cierto punto, rechazaron al Mesías debido a su
perversión de la ley ceremonial.
El pastor Smith creía que la defensa del sábado dependía de la
distinción entre las dos leyes (“El mejor punto de ataque en la
cuestión del sábado, están llegando a pensar nuestros oponentes,
es la posición que sostenemos a propósito de la distinción entre las
‘leyes llamadas morales’ y las que son de naturaleza ceremonial y
correctora” U. Smith, The Two Laws and the Sabbath, The Gospel
Sickle 3, 10, 15 mayo 1888, 75). No estaba dispuesto a admitir que
la ley en Gálatas 3 fuese la ley moral. Defendía enérgicamente su
postura:
...nuestros opositores se esfuerzan por demostrar que en los
días de Moisés, toda la ley... “era un sistema gravoso”, un “yugo
de servidumbre”, un “guía con la utilidad exclusiva de llevarnos
a Cristo”... y por lo tanto, fue “clavada en la cruz” (Id.).
51
Smith creía que el guía, tutor o ayo era la ley ceremonial. Ceder en
ese punto habría significado para él hacer una concesión a los
antinomianistas.
La discusión sobre la ley en Gálatas 3, además de los dos pactos, se
configuraba como el gran tema para los años que seguirían. Al
respecto había desunión entre la Review and Herald, The Gospel
Sickle y The Signs of the Times.
52
53
Capítulo 9
La “conspiración de California”
(índice)
54
Se propuso que los redactores de Signs, junto a C.H. Jones y a
mí mismo, así como todos los pastores de California que
pudiéramos hacer venir con nosotros, acudieran a las montañas
y dedicaran unos pocos días al estudio de la Biblia... El pastor
McClure estuvo con nosotros parte del tiempo. Dedicamos... un
día al examen de La ley en Gálatas, de Butler, y a otros temas
relacionados con esa cuestión, al final de lo cual el pastor
Waggoner leyó algunos manuscritos que había preparado como
respuesta al folleto del pastor Butler... Al finalizar nuestro
estudio, el pastor Waggoner nos preguntó si nos parecía
correcto que él publicara su manuscrito y lo pusiera en manos
de los delegados en la próxima asamblea de la Asociación
General, tal como el pastor Butler había hecho con el suyo. Nos
pareció bien que procediera así, y le animamos a que imprimiera
quinientas copias del manuscrito. No hicimos de eso ningún
secreto ni nos dolieron prendas en hacerlo público (Carta de
W.C. White a Dan T. Jones, 8 abril 1890, Boulder, Colorado.
Manuscripts and Memories of Minneapolis, 167-168).
E.J. Waggoner preparó su escrito de respuesta a La ley en Gálatas
(de Butler). Lo tituló El evangelio en Gálatas.
Mucho tiempo después, el pastor A.T. Jones escribió sus memorias
de aquel encuentro en la carta que escribió a C.H. Holmes en 1921:
Algún tiempo antes de que comenzara aquella asamblea
pastoral, C.H. Jones, director general de Pacific Press, W.C.
White y algunos otros pidieron al hermano Waggoner y a mí que
los acompañáramos en una salida de unos días a fin de estudiar
juntos las Escrituras a propósito de esas cuestiones “heréticas”
que estaban seguros que surgirían en la asamblea pastoral y en
el encuentro de la Asociación. El viento llevó las noticias de
aquella inocente y breve reunión hasta los hermanos en Battle
Creek, como confirmó posteriormente el hecho de que dieran
por sentado que el hermano Waggoner y yo, no contentos con
nuestro plan de revolucionar la doctrina de la denominación,
estábamos convenciendo a otros hermanos y atrayéndolos a
nuestra posición, de forma que pudiéramos llegar a la asamblea
55
ministerial y a la de la Asociación General en Minneapolis con
las fuerzas necesarias para consumar nuestro plan. No fue sino
hasta después de haber concluido el encuentro ministerial y la
asamblea, cuando supimos que los responsables de la
Asociación General en Battle Creek albergaban esos
pensamientos sobre nosotros, y no habiendo podido imaginar
jamás algo así, llegamos al encuentro ministerial y la asamblea
tan ignorantes sobre lo que pensaban ellos, como sobre lo que
ellos creían que nosotros pensábamos. Y así, llegamos al
encuentro en total inocencia, no esperando otra cosa excepto
el estudio sincero de la Biblia a fin de conocer la verdad (Carta
de A.T. Jones a C.H. Holmes, 12 mayo 1921, Washington D.C.
Manuscripts and Memories of Minneapolis, 328).
Entonces sucedió algo inesperado en el encuentro campestre de
California de septiembre del 1888. Según el pastor White:
Se suscitó en algunos un espíritu muy amargo contra los
pastores Waggoner y Jones, instigado en parte —creo— por las
alusiones personales contenidas en el folleto del hermano
Butler, y en parte a un viejo resentimiento de familia contra el
pastor Waggoner padre. Tuvimos una asamblea pastoral en la
que se criticó casi cada una de las expresiones de esos hermanos
relacionadas de forma directa o remota con la cuestión de
Gálatas, pero los hermanos que se oponían a las enseñanzas de
ellos no estuvieron dispuestos, ni a examinar imparcialmente el
tema, ni a dejarlo de lado. Preferían dedicarse a su disección...
(Carta de W.C. White a Dan T. Jones, 18 marzo 1890, Boulder,
Colorado. Manuscripts and Memories of Minneapolis, 170).
W.C. White y Ellen White desvelaron con posterioridad cuál fue el
“viento [que] llevó las noticias” de aquella reunión pastoral en
California a los responsables de la Asociación General en Battle
Creek.
W.M. Healey era pastor y evangelista en la Asociación de California.
El pastor W.C. White escribió:
56
Ignoro qué fue lo que el pastor Healey escribió al pastor Butler,
pero aparentemente le dejó con la impresión de que estábamos
tramando un plan secreto, siendo que nosotros suponíamos
estar obrando en perfecta armonía con los planes del pastor
Butler (Id.; original sin cursivas).
Ellen White escribió al pastor W.M. Healey lo que sigue:
Sus suposiciones respecto a la posición y obra de los pastores
A.T. Jones y E.J. Waggoner fueron incorrectas. Sus cartas al
pastor Butler para prevenirle sobre algo fueron totalmente
engañosas. Él quemó esas cartas para que nadie pudiera
conocer la fuente de su información. El resultado de esas cartas
ha sido retardar en años la obra de Dios, y convertir mi labor en
severa y extenuante.
Tenemos bastante con una experiencia como la de Minneapolis,
a resultas de sus cartas insensatas. Esa experiencia ha dejado su
impronta para el tiempo y la eternidad. Mi hermano, le ruego
por causa de Cristo que sea cuidadoso en implantar semillas de
incredulidad en otras mentes, y producir resultados tan tristes
como los que hemos visto en el pasado (Carta de E.G. White a
W.M. Healey, 21 agosto 1901, Los Angeles, California. The Ellen
G. White 1888 Materials, 1759 y 1760).
Ellen White había dicho a Healey con anterioridad: “Debido a que
llegué desde la costa del Pacífico, dedujeron que había sido
influenciada por W.C. White, Dr. Waggoner y A.T. Jones” (Ellen
White, Carta a W.M. Healey, 9 diciembre 1888, Battle Creek,
Michigan, op. cit. 186). Explicó que como resultado de lo que
Healey escribió al presidente de la Asociación General, ella misma
había venido a ser considerada como sospechosa de haber sido
influenciada por el trío.
Butler y Smith habían concluido que Ellen White estaba siendo
influenciada por E.J. Waggoner, A.T. Jones y el propio hijo de ella.
Se arrojaba así una duda en cuanto a la fuente de sus consejos a la
iglesia. De esa forma los hermanos de Battle Creek llegaron a creer
en la existencia de una “conspiración de California” (“Algunos
57
habían llegado pensando que había una conspiración de parte de
los californianos para imponer sus doctrinas en la iglesia mediante
su sesión previa a Minneapolis...” Carta de Dan T. Jones a J.H.
Morrison, 17 marzo 1890, Battle Creek, Michigan).
Ellen White confirmó la existencia de ese sentimiento en la
asamblea de Minneapolis y antes de ella:
Se me representó como si hubiera faltado a la verdad cuando
hice la declaración de que no había intercambiado ni una
palabra, o sostenido conversación con los hermanos Jones y
Waggoner ni con mi hijo Willie a propósito de la ley en Gálatas.
Si hubieran sido tan francos conmigo como lo fueron al hablar
unos con otros en mi contra, podría haberles aclarado todo al
respecto. Repetí esto varias veces, porque vi que estaban
determinados a no recibir mi testimonio. Pensaban que
habíamos venido todos a la asamblea en perfecta
compenetración y acuerdo para defender la ley en Gálatas
(Carta de Ellen White a Dear Children of the Household, 12 mayo
1889. The Ellen G. White 1888 Materials, 310-311).
Los dirigentes hicieron oídos sordos a los llamamientos de Ellen
White a que se investigara la Escritura y se discutiera abiertamente
en la próxima asamblea de la Asociación General. A partir de la
información que recibían dedujeron que ella estaba siendo
influenciada por los hermanos de la costa del Pacífico.
La Asociación General estaba procurando excluir del encuentro la
discusión sobre la ley. Les parecía que los llamamientos de Ellen
White a mostrarse abiertos beneficiaban a Waggoner, Jones y W.C.
White. Este último había escrito al pastor Butler respecto a tener
una asamblea pastoral en la que pudieran discutirse asuntos
doctrinales. Todo parecía encajar. La dirección de la iglesia estaba
convencida de que iba a tener lugar un esfuerzo concertado para
sabotear doctrinalmente la asamblea.
58
Las voluntades estaban resueltas. Daban crédito a la teoría de la
conspiración. Ellen White dijo en referencia a los hermanos de
Battle Creek:
Anticipaban que se suscitaría la ley en Gálatas, y acudirían
pertrechados y dispuestos a resistir cualquier cosa vieja o nueva
que procediera de esos hombres de la costa del Pacífico (Id.
308).
Uriah Smith confirmó que ese era su estado mental al acudir a la
asamblea de 1888. Posteriormente (1890) escribiría a Ellen White:
El siguiente paso desafortunado, creo, fue cuando se reunieron
los hermanos en California justo antes de la asamblea de
Minnesota [Minneapolis], e hicieron sus planes para plasmar y
llevar sus puntos de vista sobre los diez cuernos y la ley en
Gálatas a aquella asamblea. Sólo por una carta procedente de
California fuimos informados de ello unos pocos días antes que
comenzara la asamblea. Me costaba creer que fuera así, pero
una vez que llegamos allí el informe resultó pronto confirmado.
El hermano Haskell acudió a mí preguntándome cómo creía que
sería mejor presentar esas cosas. Le dije que en mi opinión lo
mejor era no presentarlas en absoluto; que no traerían más que
confusión a la asamblea, y que sólo harían mal y no bien. Pero
él me dijo que los hermanos de California estaban decididos a
presentarlas, y así sucedió. Tal como temía, casi arruinaron la
asamblea. De no haberse presentado esas cuestiones
perturbadoras, no veo por qué no hubiéramos podido disfrutar
de una asamblea tan placentera y bendecida como las que
siempre habíamos gozado (Carta de Uriah Smith a Ellen White,
17 febrero 1890, Battle Creek, Michigan. Manuscripts and
Memories of Minneapolis, 154).
A.T. Jones afirmó ignorar totalmente que las mentes de los
hermanos albergaran aquellas sospechas. “Llegamos al encuentro
en total inocencia, no esperando otra cosa excepto el estudio
sincero de la Biblia a fin de conocer la verdad” (Carta de A.T. Jones
59
a C.H. Holmes, 12 mayo 1921, Washington D.C. Manuscripts and
Memories of Minneapolis, 328).
W.C. White dijo:
Llegué al encuentro de Minneapolis con la inocencia de una
paloma, mientras que mis viejos amigos en B.C. [Battle Creek] e
incluso mis propios parientes estaban diciendo las cosas más
amargas contra mí... (Carta de W.C. White a Dan T. Jones, 8 abril
1890, Boulder, Colorado. Manuscripts and Memories of
Minneapolis, 171).
El pastor W.C. White acudió a Minneapolis convencido de que se
habían dispuesto las cosas con el pastor Butler de modo que
pudiera haber una discusión sobre la ley en Gálatas en la asamblea
ministerial.
El pastor Waggoner vino preparado con sus “libros de referencia”.
Lo que encontró fue una oposición decidida. Tal como describió el
pastor White:
Nunca pudimos comprender por qué nuestros hermanos de B.C.
[Battle Crek] tuvieron que oponerse a ese tema, y aducir que la
propuesta de discutir esas cuestiones les venía totalmente por
sorpresa, siendo que por sus mismas acciones podíamos
apreciar que no les venía por sorpresa (Id. 170).
El pastor Rupert distribuyó entre los delegados “varios cientos” de
copias del folleto escrito por el pastor Butler La ley en Gálatas, lo
que demuestra que los hermanos de Battle Creek habían
anticipado las discusiones.
En los tres años precedentes el pastor Butler había enfermado en
repetidas ocasiones. Manifestó que su resistencia se había visto
mermada por el estrés derivado de sus pesadas responsabilidades
como presidente de la Asociación General. Creía que aquel asunto
de la ley en Gálatas era un mal “innecesario e injustificable” (Carta
de G.I. Butler a Ellen White, 1 octubre 1888, Battle Creek, Michigan.
Manuscripts and Memories of Minneapolis, 80). Llegó incluso a
60
culpar a Ellen White por su estado de enfermedad entre mayo y
agosto de 1888. Le escribió: “Nunca he dudado de que la causa de
esta enfermedad que dura ya cuatro meses es la tristeza de corazón
que me produjo la posición que usted tomó” (Id. 82).
Ellen White no había respondido —desde Suiza— a las peticiones
de ayuda que Butler le hiciera durante el año 1886 para
contrarrestar a Waggoner y Jones. La carta que Ellen White escribió
el 18 de febrero de 1887 a los hombres jóvenes era lo que Butler
estaba esperando para condenar la posición de ellos. Escribió a
Ellen White:
Han existido simplemente dos posiciones sobre este tema de la
ley añadida: la que sostuvo el pastor Waggoner de que la ley se
refiere a los diez mandamientos morales, y la otra consistente
en que la ley añadida se refiere a las leyes particularmente
judías... Esos son los puntos sobre los que se centra todo el
asunto que ha venido siendo objeto de debate y controversia
durante años (Id. 88).
El pastor Butler protestó con vehemencia cuando Waggoner
publicó sus lecciones de Escuela Sabática en Youth Instructor
durante el verano de 1886 (Id. 91). A finales de aquel mismo verano
se publicó la “larga serie” de artículos sobre Gálatas 3 en The Signs
of the Times, que llegó a unos veinte mil lectores (Id. 92). Eso lo
percibía como un desafío directo al liderazgo y autoridad doctrinal
de la iglesia. Era deber del presidente pronunciarse. El pastor Butler
se quejó a Ellen White en estos términos: “Nunca me respondió
palabra sobre ello, ni prestó la más mínima atención a esas cosas...”
(Id. 94).
Sentía que todas aquellas preocupaciones le habían hecho
enfermar hasta el punto de que ahora estaba presto a deponer sus
responsabilidades. No podría asistir a la asamblea de Minneapolis.
Otros habrían de defender la causa. Debería quedarse en casa (en
Battle Creek) y dedicarse al cuidado de su propia salud y la de su
esposa. Pero urgió a los leales a que “permanecieran en los hitos”.
61
Ellen White de modo alguno aceptó la acusación de ser la culpable
de la enfermedad de Butler:
Si es que mi carta tuvo en usted consecuencias tan importantes
como causarle los cinco meses de enfermedad, no se me debe
tener por responsable de ello, ya que si usted la hubiera recibido
con el espíritu adecuado no habría producido esos resultados.
Le escribí con espíritu angustiado respecto a su curso de acción
en la asamblea de la Asociación General de hace dos años [en
1886]. Ese encuentro no complació al Señor. Su espíritu, mi
hermano, no fue el debido. La forma en que manejó el caso del
Dr. Waggoner fue quizá según usted dispuso, pero no según
dispone Dios (Id. 96-97).
Al llegar el tiempo de la asamblea de Minneapolis en 1888, había
tales sospechas por parte de los hermanos de Battle Creek respecto
a los delegados de California, que llegaron a creer que tenían
preparada una conspiración para secuestrar la denominación
respecto a la ley en Gálatas 3.
Los hermanos de California ignoraban aquellas sospechas. Ese fue
el contexto de la fatídica asamblea de 1888.
62
Capítulo 10
El evangelio en el libro de Gálatas
(índice)
63
Jewish? Review and Herald Publishing House, Battle Creek,
Michigan, 1886, 44).
El pastor Waggoner replicó:
Si bien la ley existía en toda su fuerza antes del éxodo, no
obstante, “vino”, “entró”, fue pronunciada o “añadida” en aquel
tiempo. ¿Con qué propósito? “para que el pecado abundara”
(Rom 5:20); es decir, “a fin de que el pecado, por medio del
mandamiento, llegara a ser extremadamente pecaminoso”
(Rom 7:13), para que aquello que era pecado se pudiera ver de
forma clara que lo era. Así, [la ley] entró, o fue añadida “a causa
de las transgresiones” (Gál 3:19). De no haber sido por las
transgresiones, no habría sido necesario que la ley entrara en
Sinaí. ¿Por qué entró a causa de las transgresiones? “Para que
el pecado abundara” (Rom 5:20), para hacerlo más evidente que
nunca antes, de forma que los hombres pudieran ser llevados a
la sobreabundante gracia de Dios manifestada en Cristo. De esa
forma fue una guía —un pedagogo— para traer a los hombres a
Cristo a fin de que fueran justificados por la fe y hechos justos
por Dios en Cristo. Por consiguiente, más delante se afirma que
la ley no va contra las promesas de Dios. Obra en sintonía con la
promesa, ya que en ausencia de ella, [la ley] quedaría sin efecto.
Eso da testimonio de la perpetuidad de la ley de la forma más
enfática (E.J. Waggoner, The Gospel in the Book of Galatians. A
Review, Pacific Press, Oakland, California: 1888, 26-27).
Butler había afirmado respecto al pedagogo:
… aquel sistema de ley provisional, temporal, en el que los judíos
y prosélitos estaban “encerrados”, “confinados” hasta que
fuese derribada la “pared intermedia de separación” (Efe 2:14).
Se trataba de un sistema “severo”, de un “yugo de servidumbre”
que no podían soportar, que iba “contra” ellos, que les era
“contrario” (G.I. Butler, op. cit., 53).
Algunas declaraciones de Butler mostraban insinuaciones sutiles
respecto a planes de salvación diferentes en una dispensación y en
la siguiente. Por ejemplo: “Pero la ley ‘añadida’ de la que habla
64
Pablo, hacía figurativamente provisión para esas transgresiones
hasta que tuviera lugar el Sacrificio real”. Según eso, el perdón de
los pecados no era una realidad para los hebreos del Antiguo
Testamento, sino algo figurativo. Butler caminaba en el filo de
aquella sutileza:
Por consiguiente no era apropiado continuar manteniendo
aquella pared de separación entre ellos y los demás. Ahora
estaban todos en un mismo nivel a la vista de Dios. Todos debían
acercarse a él mediante el Mesías que vino al mundo; sólo por
él podía el hombre sr salvo (G.I. Butler, op. cit. 10).
El pastor Waggoner detectó dos sistemas de salvación en el
esquema del pastor Butler: uno mediante el sistema reparador
para los judíos antes de la primera venida de Cristo, y otro
mediante el Mesías para judíos y gentiles después de la cruz.
Waggoner respondió sin rodeos a Butler:
Sus palabras parecen indicar que antes de la primera venida, los
hombres se acercaron a Dios mediante la ley ceremonial, y que
después de ella lo hicieron mediante el Mesías; pero hemos de
ir fuera de la Biblia para encontrar respaldo a la idea de que
alguien haya podido jamás acercarse a Dios, excepto mediante
Cristo. Amós 5:22, Miqueas 6:6-8 y muchos otros textos
muestran de forma concluyente que por ella misma la ley
ceremonial nunca podía lograr que las personas se llegaran a
Dios (E.J. Waggoner, op. cit. 12).
El pastor Butler se refirió a un perdón figurado de los pecados,
previamente a la primera venida.
Se hace referencia a la ley moral como siendo la que se
transgredió. Pero la ley “añadida” de la que habla Pablo hacía
provisión para el perdón de esos pecados en figura, hasta tanto
no fuera ofrecido el auténtico sacrificio (G.I. Butler, op. Cit. 44;
original sin cursivas).
65
…lamento apreciar que la cita a la que acabo de aludir contiene
una idea que últimamente se ha venido enseñando en cierta
medida. Consiste en que el perdón de los pecados era
solamente figurado en la así llamada dispensación judía. Sus
palabras indican claramente que no existía perdón real de los
pecados hasta que fuera ofrecido Cristo, el auténtico sacrificio
(E.J. Waggoner, op. cit. 29).
Waggoner se dio cuenta de que la teología de Butler restringía la
salvación solamente a la generación que vivió tras la primera
venida.
Pero usted sostiene que el apóstol está razonando acerca de
dispensaciones, y no acerca de experiencias personales, y que
llevarlos a Cristo tiene el sentido de llevarlos hasta su primera
venida y al “sistema de fe que entonces quedó inaugurado”.
Pero esa es la posición más débil de cuantas podía tomar, ya que
si el significado fuera ese, la conclusión obligada es que la ley
cumplió su propósito solamente en favor de la generación que
estaba viva en la primera venida de Cristo. Jamás vino ninguna
otra [generación] a Cristo en el sentido en el que usted emplea
el término. A fin de que la ley pudiera llevar a los hombres a
Cristo según el sentido que usted le da a esa expresión —su
primera venida—, se habría tenido que prolongar la vida de
ellos. Adán habría tenido que vivir al menos cuatro mil años.
Permítame repetirlo: el texto no dice que la ley fuera un
pedagogo con la misión de señalarles a Cristo; dice que tenía
que llevarlos a él (E.J. Waggoner, Ibid. 44).
La postura de Butler consistente en que el “pedagogo” o guía era la
ley ceremonial durante la antigua dispensación, forzaba a Gálatas
3:24 a que dijera que aquellos rituales “llevaban” a quienes los
observaban al Cristo de la nueva dispensación. Una comprensión
del texto dispensacionalista como esa, fuerza a un literalismo que
es manifiestamente absurdo. Para que se cumpliera el texto, Adán,
quien sacrificó un cordero por sus pecados, habría tenido que vivir
mediante la ley hasta la venida de Cristo. Pero si se comprende
Gálatas 3:24 en referencia a las “experiencias personales”,
66
entonces no es un texto dispensacionalista, sino descriptivo de la
experiencia del corazón una vez que la ley moral lo convence de
pecado y de justicia en Cristo.
El pastor Butler aceptaba la justicia por la fe, pero en su agenda lo
más importante era guardar la ley y el sábado. Según él, Dios dio a
Israel la ley ceremonial bajo el antiguo pacto a fin de apartarlo del
resto del mundo como su especial pueblo escogido. Si obedecían
aquellas ordenanzas, vivirían.
En la teoría de Butler los dos pactos eran casi dos métodos de
salvación, dado que enfatizaba el propósito del símbolo o tipo, en
detrimento de la propia experiencia del corazón de la que debiera
atestiguar. El antiguo pacto se aplicaba a Israel antes de Cristo, y el
nuevo a los israelitas espirituales después de Cristo. Es como si la
salvación por las obras fuera sólo para los judíos en la antigua
dispensación. Fueron elegidos por encima de todos los demás.
El pastor Waggoner vio la ley moral como habiendo sido ordenada
para vida. Cuando el hombre pecó, cayó bajo su condenación y
penalidad. Los diez mandamientos fueron “añadidos” o
“pronunciados” en el Sinaí, debido a que los hijos de Israel, a
diferencia de Abraham, no reconocieron su pecaminosidad. Dios
dio prominencia a la ley moral a fin de traer a Israel a Cristo, su
justicia. La ley no tenía una función dispensacionalista. Los diez
mandamientos siempre han servido el propósito de llevar a los
pecadores culpables a los pies de la cruz, de forma que puedan ser
salvos por la fe de Jesús.
El antiguo sistema reparador de los sacrificios era la forma en la que
se expresaba la fe en Cristo. Había existido antes del Sinaí para
Abel, Noé y Abraham. Aquellos patriarcas se valieron de él. Los
sacrificios no eran el medio para obtener el perdón de los pecados.
Únicamente Cristo perdonaba los pecados. Quienes participaban
en las ordenanzas por la fe en Cristo demostraban en ello que era
genuina su fe en el futuro sacrificio de su Salvador. Ese sistema
67
perdió el significado como expresión personal de fe, una vez que
Cristo murió en la cruz.
Waggoner llegó a su comprensión de la justificación por la fe a
partir de su comprensión de los pactos. El viejo pacto consistía
esencialmente en “obedece y vive”. Consistía en la promesa
autosuficiente del pueblo: “Haremos todo lo que Jehová ha dicho”
(Éxodo 19:8). Aquella proclama pretenciosa no tenía presente la
pecaminosidad del ser humano. Situaba a quien se había
comprometido a cumplir su promesa en un penoso yugo de
esclavitud, ya que por sí mismo carecía de poder para obedecer la
ley. La mentalidad del viejo pacto era una condición del corazón,
por consiguiente, el viejo pacto no podía estar ligado al tiempo
histórico (a una dispensación). Todos los que alberguen una
mentalidad semejante en su relación con Dios están igualmente
bajo el yugo del viejo pacto sin importar en que época vivan.
En contraste, el nuevo pacto se basa enteramente en la promesa
de Dios, quien dio su salvación a todos los que creyeran en Cristo.
La condición para la salvación es la perfecta obediencia a la ley de
Dios. Cristo satisfizo dicha condición. Esa fue la promesa que Dios
hizo a Abraham, Isaac y Jacob. Dios la renovó a Israel en el Sinaí,
pero su pueblo —en su mayor parte— la rechazó por su
incredulidad.
El pacto eterno existía tan ciertamente en los tiempos del Antiguo
Testamento, como en los que siguieron a la primera venida de
Cristo y a su muerte en la cruz. La ratificación del nuevo pacto no
tuvo lugar hasta ser derramada la sangre de Cristo. No obstante, la
efectividad de la salvación no era menos real antes de la cruz.
Después de la cruz los creyentes disfrutan de la realidad de la
confirmación del nuevo pacto y pueden mirar retrospectivamente
con fe a lo sucedido en el Calvario de igual forma en que los
creyentes del Antiguo Testamento lo podían mirar de forma
prospectiva por la fe (Juan 8:56).
68
Aquellas dos cartas abiertas sobre Gálatas escritas por G.I. Butler y
E.J. Waggoner son una fuente primaria que permite determinar
cuáles fueron los asuntos discutidos en la asamblea de la
Asociación General de Minneapolis en 1888. Dicho de forma
sucinta: el tema fue la justicia por la fe en su correcta relación con
la ley de Dios. Waggoner vio la justificación por la fe como siendo
el gran tema en el asunto del viejo y nuevo pacto.
En la teología de Waggoner los diez mandamientos eran el “ayo”,
el guía o pedagogo que llevaba al pecador “a Cristo, a fin de que
fuéramos justificados por la fe” (Gál 3:24).
69
70
Capítulo 11
Asamblea de 1888 en Minneapolis
(índice)
71
presentación el jueves 18 de octubre a las 9 de la mañana. Habló
sobre la ley en Gálatas (R. Dewitt Hottel, Diary of R. Dewitt Hottel,
Quicksburg, VA-1888, The Ellen G. White 1888 Materials, 506).
No hay duda posible en cuanto al tema que Waggoner expuso en
las presentaciones. Consistía en la relación entre la justificación por
la fe y la ley moral. Más adelante relacionó la ley y los pactos de
Gálatas 3 con la justificación. La adecuada comprensión de lo
anterior constituía el mensaje del tercer ángel de Apocalipsis 14:12.
El viernes 19 de octubre, en su séptima presentación, Waggoner
citó Gálatas 3:17:
Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para
con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después,
no lo abroga, para invalidar la promesa.
A continuación comparó “el pacto hecho con Abraham con el
segundo pacto” (W.C. White, Notes Made at Minneapolis,
Minnesota, octubre 1888, The Ellen G. White 1888 Materials, 424).
Su implicación era que el “pacto eterno” era el mismo que la
promesa del “segundo pacto” que Dios hizo con Abraham mediante
Cristo.
El sábado 21 de octubre, Waggoner presentó su octavo tema:
A las 9 de la mañana el pastor Waggoner continuó sus
presentaciones sobre la ley y el evangelio. Las Escrituras objeto
de consideración fueron el capítulo quince de Hechos, y el
segundo y tercero de Gálatas, que comparó con Romanos
cuatro y otros pasajes en Romanos. Su propósito fue mostrar
que el punto principal de controversia era la justificación por la
fe en Cristo, fe que nos es contada por justicia tal como sucedió
con Abraham. El pacto y promesas hechas a Abraham son el
pacto y promesas que se nos hacen a nosotros (Third Day’s
Proceedings, viernes 19 octubre 1888, General Conference Daily
Bulletin 2, 1, 21 octubre 1888, 1).
72
En cierto punto de su presentación, Waggoner abordó la alegoría
de Sara y Agar en Gálatas 4:21, y sostuvo que el viejo pacto (Agar)
era una condición de salvación por las obras que seguía
coexistiendo juntamente con el nuevo pacto (tal como afirmó en
The Glad Tidings —Oakland, California: Pacific Press Publishing Co.,
1900, 184). Según refieren las notas recogidas por R.T. Nash (Carta
de R.T. Nash a Ellen G. White Estate, 25 junio 1955; Document File
189), quien era delegado en 1888, el pastor Morrison refutó a
Waggoner señalando que los adventistas siempre habían creído en
la justificación por la fe, y que eran hijos de la libre según la alegoría
de Gálatas cuatro.
El lunes 22 de octubre, el pastor Waggoner presentó su noveno
tema. Consistió en “una discusión sobre la ley en Gálatas, o
justificación por la fe, que duró hora y media” (They Are for
Temperance, Minneapolis Tribune, 23 octubre 1888, 5. The Ellen G.
White 1888 Materials, 557). “El pastor Waggoner habló en la
primera sesión matinal sobre el tema de ‘los dos pactos y su
relación con la ley’” (“Sabbath Disclosures,” St. Paul Pioneer Press,
22 octubre 1888, 6. The Ellen G. White 1888 Materials, 582).
El martes 23 de octubre se asignó un tiempo de réplica a Uriah
Smith, R.M. Kilgore y J.H. Morrison, quienes disertaron sobre la ley
en Gálatas. El pastor Morrison había sido comisionado por la
Asociación General para presentar la posición tradicional sobre la
ley en Gálatas. Para Ellen White aquel sería un día decisivo.
El pastor R.M. Kilgore hizo aquel día ciertas declaraciones a las que
Ellen White se referiría en su “sermón matinal” del 24 de octubre
en estos términos:
Si el hermano Kilgore hubiese estado caminando en estrecha
unión con Dios, jamás hubiera recorrido el terreno por el que
transitó ayer ni hubiera hecho la afirmación que hizo en relación
con el asunto objeto de investigación. Dijo que a pesar de haber
estado años manejando constantemente la Palabra de Dios, no
deben traer ninguna luz nueva ni presentar ningún argumento
73
nuevo. No obstante, no están dispuestos a dar razón de la
esperanza que tienen, debido a estar ausente cierto hombre.
¿Acaso no hemos estado todos considerando este tema? (Ellen
White, Morning Talk, 24 octubre 1888. The Ellen G. White 1888
Materials, 151).
Ellen White explica cómo el hermano Kilgore afirmaba que el pastor
E.J. Waggoner no debía presentar aquella “nueva luz” de la ley
moral en Gálatas 3, debido a que no estaba presente el pastor
Butler.
Las notas de W.C. White sobre la asamblea de 1888 proveen ciertos
detalles adicionales respecto a las aseveraciones del hermano
Kilgore. En representación de la Asociación General, Kilgore dijo:
Me opongo a que se considere la cuestión, especialmente tras
haberse dicho que el Dr. W [Waggoner] fue falsamente
representado. He considerado que es desafortunado traer aquí
este asunto. Si W [E.J. Waggoner] hubiera estado enfermo, me
hubiera opuesto igualmente. [no hacer así] Es un acto de
cobardía. Nunca ha existido una oportunidad como la que ha
tenido el Dr. W [Waggoner]. Me preocupa otra cosa: la
experiencia habida hace 16 años. El informe “Examen al pastor
[J.H.] Waggoner” (W.C. White, Notes Made at Minneapolis,
octubre 1888. The Ellen G. White 1888 Materials, 424).
El pastor Kilgore creía que no estando presente el pastor Butler, la
discusión relativa a la ley en Gálatas estaba fuera de lugar. De haber
sido el pastor E.J. Waggoner quien hubiera estado ausente por
enfermedad, habría objetado igualmente que el tema se discutiera
en aquella asamblea. Sostenía que el proceder que se había
seguido concedía una ventaja injusta al pastor Waggoner al
permitirle airear sus creencias entre los delegados. Además, ¿no
habían denunciado ya los Testimonios la interpretación de la ley
moral en Gálatas que hizo el pastor J.H. Waggoner dieciséis años
antes?
74
El miércoles 24 de octubre Ellen White se dirigió a los delegados en
relación con el intento del hermano Kilgore de aprobar una
resolución en la asamblea que pusiera fin a la discusión de la ley en
Gálatas. Ellen White dijo:
…y entonces tomar la posición de que debido a que el pastor
Butler no estaba allí, no se debía abordar ese tema. Sé que eso
no viene de Dios...
Alguien me dirá: “Sus oraciones y su discurso van por el camino
del Dr. Waggoner”. Os quiero decir, mis hermanos, que no he
tomado posición alguna; no he tenido conversación alguna con
el doctor ni con ningún otro sobre ese tema, y no estoy aún en
disposición de decantarme... Si las posiciones del pastor
Waggoner fueran incorrectas, ¿qué derecho tiene alguien para
levantarse y decir lo que dijo ayer aquí? Si tenemos la verdad,
se sostendrá. ¿Es necesario que venga el pastor Butler a
decirnos en qué consisten estas verdades que hemos manejado
por años?
...pastor Kilgore, quedé más consternada de lo que puedo
expresar cuando le oí hacer esa declaración, y he perdido la
confianza en usted (Ellen White, Morning Talk, 24 octubre 1888.
The Ellen G. White 1888 Materials, 151-153).
Ellen White expresó claramente su confianza en la habilidad de
Dios para conducir a su pueblo cuando este se confiaba a las
Escrituras, y no a las opiniones de siquiera los hombres más
eminentes.
Después siguió una refutación por parte del experto en debates J.H.
Morrison, presidente de la Asociación de Iowa. R.T. Nash recordó
lo que sigue: “La oposición eligió a un hombre para hablar a sus
mentes en esa línea... El pastor J.H. Morrison era su portavoz” (R.T.
Nash, An Eyewitness Account. The Ellen G. White 1888 Materials,
352). Morrison puso una pizarra en la que aparecían escritas las dos
propuestas en conflicto:
1. “Se aprueba que la ley en Gálatas es la ley ceremonial”
Firmado, J.H. Morrison.
75
2. “Se aprueba que la ley en Gálatas es la ley moral”.
Esperaba que el Dr. Waggoner firmara esa segunda propuesta,
pero él rehusó entrar en ese juego aduciendo que no había venido
a debatir (LeRoy E. Froom, Movement of Destiny, Washington, D.C.:
Review and Herald Publishing Association, 1971, 243).
El pastor Morrison “se opuso a la presentación del tema por la
razón de que no había nadie entre los presentes que lo hubiera
estudiado especialmente” (The Ellen G. White 1888 Materials, 424).
Entonces abordó directamente el tema de “la ley en Gálatas. Se
trata de si confiamos en guardar la ley que se debe guardar, o bien
en una que no debe guardarse” (Id. 425). Para Morrison, la ley a la
que se refería Pablo en Gálatas como “una que no debe guardarse”,
era la ley ceremonial. “¿Cuál es el tema en Gálatas? La ley de
Moisés...” (Id.). En cierto momento afirmó que la ley aludida en
Gálatas 5:3 era “otra ley global, de la que la circuncisión es una
parte” (Id.).
Según informan las notas manuscritas que W.C. White tomó en la
ocasión, el pastor J.H. Morrison dijo en relación con Gálatas 3: “El
argumento de Pablo en el capítulo 3 [de Gálatas]... Yugo de
servidumbre, la ley ceremonial...” (Id. 426). Morrison lideraba la
posición de la ley ceremonial en Gálatas 3.
El pastor J.H. Morrison habló sobre Gálatas 5:1. “¿Qué significa
yugo de servidumbre y ley de libertad? El yugo no era la ley de los
Diez Mandamientos, sino los preceptos ceremoniales” (Id.).
A propósito de las disertaciones de los pastores R.H. Kilgore, U.
Smith y J.H. Morrison, Ellen White escribió:
Cuando llegaron por la mañana a la reunión me sorprendió oír
al pastor Kilgore dar ese tipo de discurso que presentó ante una
gran audiencia de creyentes e incrédulos, un discurso que sabía
que no podía venir dictado por el Espíritu del Señor. Le siguió el
pastor Smith, quien había hecho afirmaciones similares antes
que el hermano Morrison iniciara su discurso. Todo eso estaba
76
calculado para ganar las simpatías, y yo sabía que no era según
Dios. No era divino, sino humano. Y por primera vez comencé a
pensar que al fin y al cabo quizá no estábamos sosteniendo
puntos de vista correctos sobre la ley en Gálatas, ya que la
verdad no necesita de un espíritu como ese para sostenerse
(Ellen White, Looking Back at Minneapolis, diciembre 1888. The
Ellen G. White 1888 Materials, 221; original sin cursivas).
Eso revela que hasta entonces Ellen White había sostenido el punto
de vista tradicional sobre la ley ceremonial en Gálatas 3. Fueron los
discursos peyorativos de Kilgore, Smith y Morrison —calculados
para ganar “las simpatías” del auditorio— los que le hicieron
cuestionarse por primera vez si era correcta la interpretación de la
ley ceremonial en Gálatas 3.
Fue el espíritu manifestado en aquellos discursos lo que la llevó a
reconsiderar su posición. Pasaría algún tiempo antes que apoyara
la posición de Waggoner sobre la ley moral en Gálatas 3, pero allí
tuvo su punto de inflexión. Comenzó entonces a dudar de la
posición sostenida por los tradicionalistas sobre la ley en Gálatas,
debido al espíritu que manifestaron Kilgore, Smith y Morrison al
defenderla.
¿Cuál fue el espíritu manifestado por E.J. Waggoner en sus
presentaciones? Ellen White dijo: “Insistí en la necesidad de que
hubiera un espíritu correcto, que se manifestara un espíritu
cristiano tal como el que demostró el pastor E.J. Waggoner en
todas las presentaciones de sus puntos de vista” (Ellen White,
Looking Back at Minneapolis, Ms 24, 1888. op. cit., 219). Es
evidente que Waggoner no prejuició a su audiencia mediante una
actitud cuestionable.
El domingo 4 de noviembre, el último día de la asamblea, Ellen
White escribió a su nuera Mary White:
Ha sido un encuentro muy fatigoso, ya que Willie y yo hemos
tenido que estar alerta en todo momento a fin de que no se
emprendieran acciones o aprobaran resoluciones que fueran en
77
detrimento del futuro de la obra (Ellen White, Carta a Mary
White, 4 noviembre 1888, Minneapolis, Minnesota. op. cit.,
182).
W.C. White señaló que en varias ocasiones se intentó tomar un
voto:
…casi existe locura por la ortodoxia. En la reunión del seminario
se propuso una resolución consistente en que no se presentara
ninguna doctrina nueva hasta no haber sido adoptada por la
Asociación General. Mi madre [Ellen White] y yo la sofocamos
tras una intensa lucha (W.C. White, Carta a Mary White, 3
noviembre 1888, Minneapolis, Minnesota. The Ellen G. White
1888 Materials, 123).
La evidencia indica que Waggoner presentó la justificación por la fe
en el contexto del pacto eterno y la ley en Gálatas, Romanos y
Hebreos. Si bien no se tomó registro de las presentaciones de
Waggoner, hubo testigos presenciales que tomaron notas, tales
como W.C. White. Hay también reportes publicados en revistas, así
como el “Daily Bulletin” de la Asociación General, que confirman
esa conclusión (Clinton Wahlen, What Did E.J. Waggoner Say at
Minneapolis? Adventist Heritage 13, 1, invierno 1988, 22-37).
Además, los artículos de The Signs of the Times y The Gospel in
Galatians, escritos inmediatamente antes de la asamblea de
Minneapolis, indican que ese fue el mensaje que se presentó.
El mensaje de la justicia por la fe que presentó E.J. Waggoner
estaba basado en su comprensión de la ley y los dos pactos.
Malinterpretar, descontar o rechazar un elemento de ese trío,
equivale a distorsionar el mensaje de 1888. La ley en Gálatas quizá
no pueda considerarse un hito, pero era crucial en la comprensión
del plan de Dios de la salvación por los siglos.
En Minneapolis muchos dirigentes de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día rechazaron el mensaje del verdadero propósito de la
ley a la que alude Gálatas 3 en el marco de la justicia por la fe. Ellen
White se mostró abierta al asunto, en espera de un estudio de las
78
Escrituras. Lo mismo es cierto respecto a su comprensión de los
pactos. No obstante, apoyó plenamente el mensaje de la justicia
por la fe.
Veo … la belleza de la verdad en la presentación de la justicia de
Cristo en relación con la ley, tal como el doctor la ha presentado
ante nosotros. Armoniza perfectamente con la luz que Dios ha
tenido a bien darme a lo largo de los años de mi experiencia
(Ellen White, “To Brethren Assembled at General Conference”
noviembre 1888, op. cit., 164).
En una carta escrita al pastor U. Smith fechada el 6 de junio de
1896, Ellen White escribió:
“La Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuéramos justificados por la fe” (Gálatas 3:24). El Espíritu Santo
está hablando especialmente de la ley moral en este texto,
mediante el apóstol. La ley nos revela el pecado y nos hace
sentir nuestra necesidad de Cristo y de acudir a él en procura de
perdón y paz mediante el arrepentimiento ante Dios y la fe en
nuestro Señor Jesucristo. La falta de voluntad para renunciar a
opiniones preconcebidas y aceptar esta verdad fue la principal
base de la oposición manifestada en Minneapolis contra el
mensaje del Señor expuesto por los hermanos [E.J.] Waggoner
y [A.T.] Jones (Mensajes selectos vol. 1, 275-276).
79
80
Capítulo 12
1890: de nuevo Minneapolis
(índice)
81
a sí mismo; en el segundo, Dios declara que hará esa obra por
ellos (Id. 13).
82
el pacto, si bien lo eran como tipos del sacrificio y sacerdocio del
nuevo pacto” (E.J. Waggoner, Letter to the Hebrews. Capítulo 8:6-
13. The Signs of the Times 16, 3, 20 enero 1890, 42). Eran de
naturaleza típica. No había en ellos perdón inherente. Eran
símbolos [no medios] que señalaban al nuevo pacto. Las personas
se habían de valer de ellos como expresión de su fe en el pacto
eterno.
Waggoner continuó así:
Todas las transgresiones cometidas bajo ese pacto que fueron
perdonadas, lo fueron en virtud del segundo pacto del que
Cristo es mediador. Aunque la sangre de Cristo no fue
derramada sino cientos de años después que se hiciera el primer
pacto, los pecados fueron perdonados allí donde se confesaron
(E.J. Waggoner, Letter to the Hebrews. Capítulo 9:8-14. The
Signs of the Times 16, 3, 3 febrero 1890, 74).
Dios había confirmado ya su pacto con Abraham mediante su
propia promesa y juramento.
Esas “dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios
mienta” (Heb 6:17-18), hicieron el sacrificio de Cristo tan eficaz en
los días de Abraham y de Moisés como en los nuestros (Id.).
El viejo pacto, tal como fue formulado en Sinaí, no existía de por sí,
dado que el nuevo o segundo pacto lo precedió, y siendo un pacto
eterno, existía ya cuando se hizo el viejo pacto. Waggoner escribió:
El llamado “segundo pacto” existía virtualmente antes del pacto
hecho en Sinaí, ya que el pacto hecho con Abraham fue
confirmado en Cristo (Gál 3:17), y es solamente en Cristo como
cobra valor el llamado segundo pacto (E.J. Waggoner, Letter to
the Hebrews. Capítulo 8:6-13. The Signs of the Times 16, 3, 20
enero 1890, 43).
Después que la denominación hubiera estado estudiando las
lecciones durante todo un mes, el pastor Smith publicó en la
Review una renuncia a las mismas.
83
Respecto a las muchas preguntas que nos están escribiendo en
relación con la nueva deriva teológica en las lecciones de
Escuela Sabática ... la Biblia ... es nuestra única regla de fe...
...no hay que suponer necesariamente que la Review ... apoye
todo lo que puedan contener...
...no es sólo el privilegio, sino la obligación de todos los que
detecten que [esas lecciones] están en desacuerdo con las
Escrituras, el rechazarlas sin escrúpulos y sin reservas” (U.
Smith, Review and Herald 67, 4, 28 enero 1890, 64).
Lo anterior es la respuesta de Smith a la gran cantidad de cartas
recibidas objetando las lecciones de Escuela Sabática desde todas
las partes del país, incluyendo Iowa, Nebraska, Idaho, Michigan e
Indiana. Dan Jones informó así al pastor Olsen:
Todo se está desarrollando bien, excepto en relación con las
lecciones de Escuela Sabática. Entiendo que hay un considerable
aluvión de preguntas respecto a la cuestión del pacto. Es objeto
de continuas discusiones en las diferentes clases de maestros”
(Carta de Dan T. Jones a O. A. Olsen, 16 enero 1890. Battle
Creek, Michigan, párr. 3).
Dan Jones era maestro en una clase de Escuela Sabática en el
tabernáculo de Battle Creek. Le inquietaban mucho las lecciones de
las que E.J. Waggoner era autor. Escribió al pastor George I. Butler:
Me refiero especialmente a las recientes lecciones de Escuela
Sabática en las que se ha presentado el tema del pacto de tal
forma, que jamás en toda mi vida me había sucedido algo que
me afectara de ese modo. Me sentí tan contrariado por ese
asunto, que a duras penas supe cómo reaccionar. Nos llegó
como el relámpago inesperado procedente de un cielo
despejado... Pero de una u otra forma el asunto se ha ido
complicando hasta estar ahora en pleno apogeo (Carta de Dan
T. Jones a George I. Butler, 13 febrero 1890. Battle Creek,
Michigan).
El mismo Dan Jones informó en estos términos a E.W. Farnsworth:
84
Acaban de llegar las lecciones de Escuela Sabática, y hay en ellas
mucho que no puedo apoyar acerca del tema del pacto, así es
que dimití como maestro de Escuela Sabática y dejé de asistir
por dos semanas (Carta de Dan T. Jones a E.W. Farnsworth, 9
febrero 1890. Battle Creek, Michigan, 2, párr. 2. General
Conference of Seventh-day Adventist Archives).
Aquellas lecciones precipitarían la revisión de todo el tema de la ley
y los pactos. La denominación no había resuelto esos puntos en
1888. Habrían de continuar siendo puntos álgidos que generarían
tensiones una y otra vez. Era como una repetición de Minneapolis.
La asamblea de 1888 en Minneapolis estuvo centrada en la ley, los
pactos y la justicia por la fe. La asamblea pastoral del 5 de
noviembre al 25 de marzo de 1890 se centró de nuevo en los pactos
(“La asamblea pastoral se desarrolló a lo largo del invierno de
1890... Los pactos fueron el tema central del debate teológico. Las
lecciones de Escuela Sabática de Waggoner habían reavivado
recientemente ese debate” George R. Knight, A User-Friendly Guide
to the 1888 Message, Review and Herald Publishing Association,
Hagerstown, Maryland, 1998, 120).
A.T. Jones presentó los pactos en la asamblea pastoral. Un
estudiante presente en aquellas clases, el pastor E.P. Dexter,
escribió posteriormente:
Desde que asistí a las clases del hermano [A.T.] Jones he
dedicado un considerable estudio a los pactos, y si bien he
aceptado gozosamente la luz acrecentada que ha acompañado
su exposición de este tema, no puedo ser ciego al hecho de que
nuestro pueblo no la comprende plenamente. Esa deficiencia y
falta de armonía quedó evidenciada en las lecciones de Escuela
Sabática sobre Hebreos. Desde entonces tengo la impresión de
que se ha evitado hablar sobre este tema (Carta de E.P. Dexter
a Ellen White, 11 marzo 1891. Dexter dijo que “El hermano A.T.
Jones [estuvo] en la asamblea pastoral, Battle Creek, 1888-
89...”; original sin cursivas).
85
No pudiendo permanecer hasta la llegada del nuevo año, A.T. Jones
se vio obligado a ir a la ciudad de Nueva York antes de la Navidad
de 1889 para atender sus obligaciones en The American Sentinel.
E.J. Waggoner fue el relevo de A.T. Jones. Dan Jones informó a H.E.
Robinson que “hubo una gran resistencia a que el Dr. Waggoner
fuera designado para ocuparse del resto de la serie” (Carta de Dan
T. Jones a H.E. Robinson, 3 enero 1890, Battle Creek, Michigan, 1,
párr. 3). E.J. Waggoner estaba dando un curso sobre el libro de
Isaías a finales del año 1889 (Carta de Dan T. Jones a M. Larson, 2
enero 1890, Battle Creek, Michigan, 2, párr. 1), pero a principios de
año anunció un cambio: enseñaría sobre los pactos.
En ausencia de su titular —el profesor W.W. Prescott, quien había
tenido que salir en viaje de negocios, Dan T. Jones, secretario de la
Asociación General, tenía a su cargo supervisar el seminario. El
pastor Dan T. Jones escribió a propósito de lo sucedido:
Supe que el Dr. Waggoner había anunciado en su seminario que
abordaría el tema del pacto la mañana del lunes siguiente...
Pensé en ello por algún tiempo, y decidí ir a hablar al respecto
con el hermano White y el doctor, intentando prevalecer sobre
ellos a fin de que no se abordara ese tema, al menos hasta que
pudieran estar de regreso el profesor Prescott y el pastor Olsen
(Carta de Dan T. Jones a E.W. Farnsworth, 9 febrero 1890, 2,
párr. 2).
Dan Jones pensaba que dado que Waggoner no había consultado
con el “comité de dirección del seminario o con los otros miembros
de la facultad, habría causado un descontento considerable y
general” (Carta de Dan T. Jones a C.H. Jones, febrero 1890, 3, párr.
1).
Dan Jones refirió primeramente el problema al pastor W.C. White,
quien le aconsejó hablar con el Dr. Waggoner. El viernes, Dan Jones
habló con Waggoner con el propósito de diferir la enseñanza de los
pactos a los pastores hasta que el profesor Prescott y el pastor
Olsen pudieran tomar una decisión. Dan Jones y Waggoner
86
hablaron durante un par de horas sobre el problema. Waggoner ya
había hecho sus planes para comenzar el curso el lunes, y no estaba
dispuesto a cambiar su esquema.
El lunes sobre las seis de la tarde, el Dr. Waggoner entregó a Dan
Jones una carta de renuncia respecto a la hora de clase prevista
para la enseñanza de los pactos. Eso dejó a Dan Jones sin saber qué
hacer. El martes intentó que el Dr. Waggoner lo reconsiderase,
pero ninguno de los dos estuvo dispuesto a llegar a un compromiso
en su posición. Dan Jones y W.C. White decidieron entonces que
fuera Uriah Smith quien diera la clase.
Entonces, Dan Jones y Uriah Smith
acordaron suavizar el incidente tanto como fuera posible ante
la clase, diciéndoles que se había creído mejor que viniera el
hermano Smith a presentar alguna de sus líneas de trabajo para
el momento, dejando aparcada la cuestión del pacto por el
momento, debido a que el Dr. Waggoner tenía exceso de trabajo
y necesitaba descanso, motivo por el cual se había considerado
la ayuda del hermano Smith en el seminario bíblico, etc.
Entonces me encomendaron a mí presentar el asunto ante la
clase. Tras haber tomado la decisión, teníamos sólo diez
minutos antes que comenzara la hora de clase asignada al
hermano Smith. Así, llegué junto al hermano Smith unos
minutos antes de que el Dr. terminara su clase. Después que
hubo terminado, [el Dr. Waggoner] dijo: “A veces sucede lo
inesperado, y a mí me ha sucedido algo muy inesperado. Para
mi gran sorpresa se han presentado objeciones a mi enseñanza
sobre el pacto en este seminario, y no lo voy a abordar por
ahora. El hermano [Dan T.] Jones les explicará el cambio que se
ha efectuado’. Eso echó por tierra completamente la pequeña
explicación que había preparado, así es que todo cuanto pude
decir es que se había considerado más oportuno posponer la
cuestión del pacto, al menos por el momento, y que el hermano
Smith abordaría el tema del santuario (Carta de Dan T. Jones a
George I. Butler, 13 febrero 1890. Battle Creek, Michigan).
87
Parece que el hermano Dan Jones no fue demasiado sincero con los
estudiantes a propósito de lo que impidió que Waggoner
presentara aquella clase.
El domingo 16 de febrero por la mañana, en la capilla anexa del este
del tabernáculo de Battle Creek (Carta de Dan T. Jones a J.O. Corliss,
16 febrero 1890, Battle Creek, Michigan, 2, párr. 1), Smith presentó
una breve reseña de su posición sobre los pactos. Describió el plan
de la salvación a través de los pactos dados a Adán, Abraham e
Israel. Smith dijo que Israel estaba “bajo el pacto Adánico y bajo el
pacto Abrahámico” (Uriah Smith, Remarks of Eld. Uriah Smith at the
Bible-School, 16 febrero 1890, 3). Si “le obedecían, si guardaban sus
leyes y mandamientos”, entonces haría de ellos una gran nación.
Smith concluyó:
Por lo tanto, entiendo que los dos pactos fueron las dos
dispensaciones mediante las cuales Dios obró para llevar a cabo
su plan establecido originalmente con Abraham (Id. 4).
Cuando el Dr. Waggoner hizo su presentación el lunes 17 de
febrero, tomó dos horas (se tomaron notas de las presentaciones
de Uriah Smith y R.C. Porter, pero no hubo notas disponibles de las
presentaciones de E.J. Waggoner). Dan Jones hizo la observación:
No hubo nada de lo presentado a lo que el hermano Smith o
cualquiera que estuviera al corriente de los pactos pudiera
objetar, hasta llegar al final de la última sesión, momento en el
que el Dr. Waggoner trazó un paralelismo entre el viejo y nuevo
pactos, mostrando que cada uno de ellos tenía tres objetivos:
primeramente la justicia; en segundo lugar la herencia de la
tierra, y en tercero, un reino de sacerdotes. Pero en el primer
pacto todo dependía de la obediencia del pueblo, mientras que
en el segundo —o nuevo pacto— Dios lo hace por el pueblo
(Carta de Dan T. Jones a R.A. Underwood, 18 febrero 1890,
Battle Creek, Michigan, 2).
Dan Jones objetaba a la idea de que el viejo y el nuevo pacto fueran
dos pactos diferentes.
88
Según Dan Jones, había acuerdo entre Waggoner y Smith en lo
referente a los objetivos de ambos pactos: la necesidad de justicia,
la restauración de la tierra y el sacerdocio de los creyentes.
El pastor O.A. Olsen estuvo presente cuando Waggoner presentó
los pactos. Dijo: “Creo que el Dr. Waggoner ha traído una verdad
muy importante sobre este tema” (Carta de O.A. Olsen a T.L.
Waters, 17 marzo 1890, Battle Creek, Michigan).
El pastor U. Smith continuó su presentación formal el miércoles 19
de febrero de 1890. Edson White tomó notas de sus aseveraciones.
Smith dijo que todo estaba en armonía en lo referente a la
justificación por la fe. Continuó así:
Pero en este tema de los pactos hay ciertos puntos, algunas
escrituras donde parece haber una diferencia de opinión
concerniente a la aplicación dada (Uriah Smith, Remarks of
Uriah Smith, Bible-school, 19 febrero 1890).
89
hasta la resurrección final de los muertos, a la inmortalidad
eterna en la tierra nueva como plenitud final de la promesa,
pero teniendo lugar en esas dos etapas. Ahora nos sentimos
capaces de comprender lo que implican algunas escrituras y ver
la armonía existente entre ciertas afirmaciones del registro
sagrado que no podríamos armonizar si tomáramos la promesa
hecha a Abraham como siendo simplemente una promesa que
se le hizo a él, para pasar después directamente a Cristo,
dejando excluidos a todos los que hubo entre Abraham y Cristo.
Es mi parecer que la promesa hecha a Abraham abarcó todo el
período entre él y Cristo; y cuando llegó a Cristo, por supuesto
cumplió todo cuanto había de realizarse por medio de él (Id.
original sin cursivas).
90
Así, en Cristo se cumplieron las provisiones del pacto
Abrahámico, y fueron puestas a la luz la vida y la inmortalidad
mediante el evangelio, y otorgadas a las personas. Y finalmente
serían llevadas a la expiación, momento en el que los pecados
serían absolutamente perdonados; y eso, para nadie —ni
siquiera en favor de Abel— antes de que la expiación fuera
efectuada aquí, en la expiación de Cristo, llevando a su pleno
cumplimiento la promesa de salvación hecha a Abraham (Id.).
Según el punto de vista del pastor Smith, hasta la muerte de Cristo
ninguno de los patriarcas que vivió por la fe recibió la expiación por
sus pecados. Solamente se le aplicaba un perdón figurado en
anticipo de la cruz.
Pero no se puede obviar que Moisés enseñó que Abraham “creyó
a Jehová y le fue contado por justicia” (Gén 15:6). Cristo dijo a los
judíos: “Abraham, vuestro padre, se gozó de que había de ver mi
día; y lo vio y se gozó” (Juan 8:56). Es seguro que tanto Moisés como
Abraham, puesto que conocieron a Cristo por la fe, experimentaron
la bendita seguridad del perdón de sus pecados.
El apóstol Pablo afirmó: “Decidme, los que queréis estar bajo la Ley:
¿no habéis oído la Ley?, pues está escrito que Abraham tuvo dos
hijos: uno de la esclava y el otro de la libre” (Gál 4:21). El pastor
Smith interpretaba aquí la ley ateniéndose al texto: “De Jerusalén
habían venido ciertos maestros inquietándolos, y declarando que
debían circuncidarse y guardar la ley de Moisés” (Id.).
Smith sostenía que el apóstol Pablo estaba abordando un problema
que existía en su día con el antiguo pacto, relativo a los judaizantes
y a los cristianos de Galacia. Estos estaban queriendo regresar a la
circuncisión a fin de ser salvos tal como se supone que lo fueron los
israelitas bajo la antigua dispensación. Según eso, Pablo no estaría
hablando en términos negativos del antiguo pacto durante el
período de tiempo de Israel para el que fue instituido. Era una
buena cosa que Dios había dispuesto para la salvación de ellos,
aunque careciendo de valor después de la cruz.
91
Pero lo cierto es que Pablo en esa escritura afirmó que la
mentalidad y experiencia del viejo pacto persistía hasta ese día en
los judíos de Jerusalem que le eran contemporáneos. “Es una
alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del
monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; este es Agar, pues Agar
es el monte Sinaí, en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, ya
que esta, junto con sus hijos, está en esclavitud” (Gál 4:24-25). Es
evidente que los que habitaban en Jerusalem en los días de Pablo
continuaban en la experiencia del antiguo pacto.
Un pastor que participaba en la asamblea pastoral, S.A. Whittier,
calificó de este modo la idea de Smith sobre los pactos:
No me ha parecido clara nuestra posición sobre los dos pactos
(Carta de S.A. Whittier a O.A. Olsen, 22 enero 1890, Battle Creek,
Michigan, 1, párr. 3).
El presidente, pastor O.A. Olsen, calificó de “pintoresca” la posición
de los dirigentes sobre los pactos:
He tenido ocasión de recabar de los hermanos dirigentes cuáles
son sus posiciones respecto a los pactos, y la verdad es... que no
he encontrado a dos de ellos que sostengan particularmente los
mismos puntos de vista. Ello me ha llevado a concluir que
nuestros hermanos no tienen claro el tema ni poseen la plena
luz al respecto (Carta de O.A. Olsen a R.A. Underwood, 16
febrero 1890, Coopersville, Michigan, 1-2, párr. 3).
Lo anterior es indicativo del estado de confusión existente entre los
dirigentes en lo relativo a los pactos.
Pocos días después de la presentación del pastor Smith, el lunes 24
de febrero, habló el pastor R.C. Porter, de la Asociación de
Minnesota (el comité de la Asociación General trajo al hermano
Porter estando ya iniciado el Instituto Bíblico. Había de ejercer
como profesor en el seminario. Dan Jones refiere que el comité
creía que “el hermano Porter tenía ciertas cualificaciones naturales
que le harían encajar bien en esa línea de la obra...” Carta de Dan
92
T. Jones a Allen Moon, 3 enero 1890, Battle Creek, Michigan. Cf.
Carta de Dan T. Jones a R.C. Porter, 2 enero 1890, Battle Creek,
Michigan).
El pastor Porter expresó su tesis con estas palabras: “Entiendo que
el pacto Abrahámico abarca ambos, el antiguo y el nuevo pactos...”
(R.C. Porter, Remarks of Eld. R.C. Porter, at the Ministers’ Bible-
school, 24 febrero, 1890. General Conference of Seventh-day
Adventist Archives. Edson White tomó notas de la presentación de
Porter “que dio el invierno pasado en el instituto bíblico sobre la
cuestión de los pactos”. Carta de Dan T. Jones a R.C. Porter, 5 mayo
1890, Battle Creek, Michigan).
Continuó así: “El llamado antiguo pacto se estableció a fin de llevar
a cabo el pacto hecho con Abraham...” (Id.). Porter no hizo
distinción alguna entre el pacto antiguo y el nuevo. El uno no era
sino la extensión del otro.
El pastor Porter repitió varias veces una afirmación que aparentaba
replicar a lo que el Dr. Waggoner había venido enseñando. “El
Señor no esperaba que el pueblo guardara ese [viejo] pacto con sus
propias fuerzas” (Id.). Repitió varias veces que Dios proveyó ayuda
divina para guardar el viejo pacto: “Se les dio allí mismo la promesa
de ayuda divina a fin de capacitarlos para cumplir las
especificaciones del viejo pacto” (Id.). Waggoner había dicho que
no había en el viejo pacto una promesa tal de ayuda o perdón
divinos. Porter intentaba rebatir a Waggoner en ese punto.
Según la comprensión de Porter, el viejo pacto incluía una provisión
divina para que las personas fueran justas.
El Señor deseaba ver justicia en ese pueblo; y ciertamente no la
habría esperado a no ser que hubiera provisto un camino
mediante el cual pudieran obtener esa justicia que el Señor
esperaba de ellos (Id.).
Evidentemente se trataba de afirmaciones hechas con la intención
de refutar a Waggoner.
93
A continuación, atacando la premisa básica de la comprensión del
Dr. Waggoner sobre el viejo pacto —un pacto fundamentado en las
promesas del pueblo—, el pastor Porter dijo: “Las condiciones bajo
las cuales se estableció ese [viejo] pacto consistieron en obediencia
real, no en promesas de obediencia” (Id.). La implicación era que
Israel debía obedecer los mandamientos como condición del viejo
pacto. Y podrían obedecer, ya que Dios les ayudaría. Según él, el
viejo pacto no era la promesa de obedecer que hizo el pueblo. No
cabía una refutación más calculada del mensaje de Waggoner
sobre los pactos.
Finalmente, el pastor Porter dio fe de su acuerdo con el hermano
Smith en lo relativo al dispensacionalismo: “El pacto abrahámico es
el pacto eterno; y los dos pactos no son sino los medios, en las
diferentes épocas, de lograr el cumplimiento de ese plan” (Id.;
original sin cursivas). Pacto Abrahámico equivalía según él a pacto
viejo más pacto nuevo. Los pactos antiguo y nuevo eran los mismos
medios en “diferentes épocas” para restaurar al pecador,
devolviéndolo “al favor para con Dios”.
Waggoner estaba de acuerdo en que las dos dispensaciones eran
dos períodos históricos diferentes con símbolos y tipos distintos del
plan de la salvación, pero Porter y Smith convertían los símbolos en
los medios del pacto eterno, más bien que en expresiones de la fe
en Cristo. Aquella era la esencia de la experiencia del viejo pacto
que Waggoner estaba poniendo en contraste con la experiencia del
nuevo pacto de la justicia por la fe. El propósito primario de cada
uno de los símbolos era expresar la fe en Dios, quien cumpliría su
promesa en Cristo. El propio Cristo era el único medio o camino a
la salvación.
La reacción de Ellen White a la presentación de Porter fue un
rechazo señalado. “Hermano Porter... usted no camina en la luz. No
le sorprenda que rehúse entrevistarme con usted, siendo que está
en las tinieblas” (Ellen White, Sermón, 8 marzo 1890, Battle Creek,
Michigan. The Ellen G. White 1888 Materials, 595).
94
El trío formado por Dan Jones, Uriah Smith y R.C. Porter estaba
unido en su oposición a la presentación de Waggoner sobre los dos
pactos. Estaban confundidos respecto a los pactos, pero no
reconocían su confusión. No eran receptivos a lo que Waggoner
estaba enseñando a partir de la Biblia. El liderazgo de ellos tres
haría que su postura tuviera un impacto duradero en la asamblea
pastoral de 1890. Se debe resaltar que de modo alguno hacían eso
con intención maliciosa. Creían sinceramente estar defendiendo la
verdad de Dios.
Este es otro ejemplo de cómo Dan Jones actuó solapadamente para
menoscabar la influencia del Dr. Waggoner. El pastor N.W. Allee le
escribió pidiéndole consejo acerca de los oradores para una
asamblea en la Asociación de Missouri. Era obvio que Allee quería
que vinieran A.T. Jones y E.J. Waggoner como oradores invitados,
pero Dan Jones le advirtió en contra. Escribió en estos términos a
Allee:
No tengo mucha confianza en la forma que tienen de presentar
las cosas. Ellos procuran hacerlo todo a su manera y no admiten
que sus posiciones puedan ser objeto del más mínimo
criticismo. Dicen: “Es verdad; ¡todo cuanto habéis de hacer es
estudiarlo como yo he hecho, y lo comprenderéis!”... Pero
nuestros hombres más competentes, los pastores Smith,
Littlejohn, Corliss, Gage y otros, no están de acuerdo con ellos
en muchas de las posiciones que toman sobre... los pactos, la ley
en Gálatas... No obstante, allí donde van ellos, hacen
prominentes esas cosas... en las que existe una diferencia de
opinión con nuestros hermanos dirigentes. No creo que quiera
introducir ese espíritu en la Asociación de Missouri” (Carta de
Dan T. Jones a N. W. Allee, 23 enero 1890, 4-5, párr. 1. Ibid, 5).
Dan Jones remató su consejo a Allee calificando la teología de
Waggoner como “una teoría presuntuosa que nunca ha
funcionado, y que no funcionará nunca en ninguna parte” (Id, 5).
95
Algunos han analizado la historia denominacional de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día en la década de 1890, llegando a la
conclusión de que se ganó una victoria: “Hubo gloriosos
resultados” (LeRoy Edwin Froom, Movement of Destiny
Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1971,
343. Rising Tide of 1890’s Followed by Temporary Recession). No
obstante, el pastor J.S. Washburn, quien siguió presencialmente los
acontecimientos, expresó una opinión más sobria al respecto:
Fui uno de los que el comité de la Asociación General dispuso
que asistiera a la asamblea pastoral en Battle Creek el invierno
pasado, pero no pude ir debido a diversas enfermedades en la
familia. No obstante, algunos de los informes me hacen pensar
que hasta cierto punto se trató de una repetición de
“Minneapolis”. Tengo la impresión de que Dios está reteniendo
de nosotros una gran bendición; que está esperando a que
estemos dispuestos a recibirla antes de otorgárnosla, y que
dicha bendición es verdadera santidad, y cuando nos
entreguemos a nuestros deberes y privilegios al respecto,
nuestra obra avanzará con un “fuerte pregón” (Carta de J.S.
Washburn a Ellen White, 17 abril 1890, Clarinda, Iowa. The Ellen
G. White 1888 Materials, 174).
Posteriormente en ese mismo año (19 mayo 1890), R.C. Porter
estaba de regreso en Minnesota y recibió una carta de Dan Jones
que continuaba expresando su negación del mensaje del pacto.
Dan Jones le escribió:
Constato que la agitación sobre la cuestión del pacto y la
justificación por la fe, lejos de haber perdido fuerza al esparcirse
por diferentes regiones del campo, se ha fortalecido y ha
asumido rasgos objetables, hasta haber llegado hoy a verla en
una luz mucho peor de la debida (Carta de Dan T. Jones a R.C.
Porter, 5 mayo 1890, 3-4).
En resumen, la asamblea pastoral bíblica de 1890 estuvo centrada
en el tema de los pactos. Cuando E.J. Waggoner intentó abordar
ese tema en una clase, Dan Jones pensó que asuntos tan
96
controvertidos como ese requerían la aprobación del responsable
del seminario. Waggoner renunció entonces a enseñar en esa
franja de tiempo que se le había asignado.
Cuando llegó por fin el director del seminario, el profesor W.W.
Prescott, se permitió que hubiera presentaciones de ambas partes
sobre el tema. La evidencia indica que respecto al tema de los
pactos había confusión en las mentes de los pastores y también en
las de algunos dirigentes.
Ellen White abogó por una discusión abierta e imparcial de esa
cuestión del pacto por parte de los pastores. Expresó su
desaprobación a la posición tradicional que presentó el pastor R.C.
Porter (Ellen White, Sermón, 8 marzo 1890, Battle Creek, Michigan,
The Ellen G. White 1888 Materials, 595).
La evidencia indica que ciertos dirigentes de la Asociación General
—Dan Jones, Uriah Smith y R.C. Porter— se oponían a Waggoner y
al mensaje de los pactos. Ellen White dijo que se estaban haciendo
maniobras bajo mano. La forma en la que Dan Jones intentó
disuadir a la Asociación de Missouri de traer a A.T. Jones y E.J.
Waggoner como predicadores invitados es un ejemplo de ese tipo
de proceder.
97
98
Capítulo 13
Ellen White respalda el pacto
(índice)
99
Ahora era el momento de manifestarse. Había llegado luz de lo alto.
El jueves 6 de marzo de 1890, le fue mostrado a Ellen White el tema
de los pactos. El siguiente sábado —8 de marzo— escribió una carta
al pastor Smith:
Anteanoche se me mostró que las evidencias en relación con los
pactos eran claras y convincentes. Usted mismo, el hermano
Dan Jones, el hermano Porter y otros están malgastando sus
capacidades de investigación al intentar sostener una posición
sobre los pactos distinta a la que ha presentado el hermano
Waggoner. Si hubieran recibido la verdadera luz que brilló, no
habrían imitado ni seguido la misma forma de interpretar y
tergiversar las Escrituras que caracterizó a los judíos. ¿Qué los
hizo tan celosos? ¿Por qué estaban pendientes de las palabras
de Cristo? ¿Por qué lo acecharon espiando sus palabras? Para
poder repetirlas, malinterpretarlas y tergiversarlas de forma
que significaran lo que querían hacerlas significar sus mentes no
santificadas. De esa forma engañaron al pueblo. Suscitaron
falsedades. Manejaron aquellas cosas de forma que pudieran
usarlas como medios para entenebrecer y confundir las mentes.
El asunto del pacto es una cuestión clara, y será recibida por
toda mente sincera que esté libre de prejuicios; pero fui llevada
allí donde el Señor me dio una comprensión en este tema.
Ustedes han vuelto la espalda a la clara luz, porque temían verse
obligados a aceptar la cuestión de la ley en Gálatas. En cuanto a
la ley en Gálatas, no me preocupa ni me ha preocupado nunca
(Carta de Ellen White a Uriah Smith, 8 marzo 1890, Battle Creek,
Mich., Carta 59, 1890. The Ellen G. White 1888 Materials, 604).
Eso significaba el apoyo inconfundible de Ellen White a los pactos,
tal como los presentó E.J. Waggoner. No hay duda de que el Señor
conocía la gran desunión existente entre el liderazgo de la iglesia.
Estaba procurando llevarlos a la unidad en la verdad tal como es en
Jesús, con tal que estuvieran dispuestos a andar en la luz que la
Escritura presenta.
Una ilustración particularmente vívida que Ellen White extrajo de
la Biblia a propósito de su respaldo a la teología de Waggoner sobre
100
el pacto, fue la comparación entre los judíos de los días de Cristo y
el liderazgo de la iglesia en el presente. Afirmó que tenían ideas
confusas que desconcertaban a los miembros.
En el contexto de los pactos, los judíos creían que el pacto Sinaítico
consistía en la elección irrevocable de Dios hacia el pueblo hebreo.
En consecuencia, rechazaron a Cristo cuando afirmó ser el
Mediador del pacto de Dios.
De forma análoga, el pastor Smith había presentado una
comprensión del antiguo pacto que representaba a Israel como al
pueblo elegido de Dios en virtud del pacto de Abraham. La
condición del corazón y la fe ejercida en Cristo eran temas
secundarios respecto a la elección divina. Su postura sobre el
antiguo pacto tenía un cierto regusto a predestinación.
Presentando sus puntos de vista confusos y sosteniendo que el
nuevo pacto no era más que una continuación del antiguo, el pastor
Smith estaba actuando tal como hicieron los judíos en los días de
Cristo, quienes cazaban sus palabras y lo representaban con
falsedad ante el pueblo.
Ellen White advirtió así al pastor Smith:
Si rechaza un rayo de luz por temor a tener que aceptar
posiciones que no está dispuesto a recibir, esa luz se convierte
para usted en tinieblas, de forma que si está en el error
sostendrá sinceramente que es la verdad (Id. 605).
Efectivamente, el pastor Smith tenía ese preciso temor: el de que
si cedía en el asunto de la distinción entre ambos pactos se vería
obligado a aceptar la cuestión de la ley moral en Gálatas 3.
El pastor Smith acababa de escribir a Ellen White el 17 de febrero
de 1890 sobre ese tema. En aquella mano misteriosa escribiendo
sobre la pared podía ver la dirección en la que Ellen White estaba
avanzando, lo que le perturbaba grandemente. Su divergencia con
Ellen White fue tal, que estaba llegando a cuestionar los
Testimonios. Si caía una sola ficha en el dominó de su teoría, todo
101
el montaje se vendría abajo. El pastor Smith había escrito a Ellen
White concerniente a Waggoner:
...posición sobre Gálatas, que yo considero errónea... él [E.J.
Waggoner] tomó su posición sobre Gálatas, la misma que usted
condenó en su padre [J.H. Waggoner] (Carta de Uriah Smith a
Ellen White, 17 febrero 1890, Battle Creek, Michigan. The Ellen
G. White 1888 Materials, 154).
El significado que U. Smith daba a ese asunto quedó claro cuando
dijo sin ambigüedades a Ellen White:
Es mi parecer que después de la muerte del hermano [James]
White, la mayor calamidad que jamás nos haya acontecido fue
cuando el Dr. Waggoner publicó en Signs sus artículos sobre el
libro de Gálatas. Supuse que la cuestión de la ley en Gálatas
había sido ya resuelta en 1856... Me sorprendieron los artículos,
puesto que me parecía entonces —y me lo sigue pereciendo—
que contradicen de forma tan directa lo que usted escribió a J.H.
Waggoner... (Id. 152-153. Los artículos de E.J. Waggoner a los
que se refería el pastor Smith, eran la serie de nueve Comments
on Galatians 3, The Signs of the Times 12, 8 julio - 2 septiembre
1886).
Smith se oponía rotundamente a la distinción que hacía Waggoner
entre los dos pactos debido a la posición que sostenía sobre la ley
ceremonial en Gálatas 3.
El domingo 9 de marzo, el día después de haber enviado al pastor
Smith su declaración de apoyo al asunto del pacto tal como lo
presentaba Waggoner, Ellen White hizo esta confidencia a su hijo
W.C. White:
Ahora no tengo ningún freno que poner. Me siento en perfecta
libertad, llamando luz a lo que es luz, y tinieblas a lo que son
tinieblas. Ayer les dije que creo en la posición sobre los pactos,
tal como la presento en el volumen 1 [Patriarcas y Profetas]. Si
esa era la posición del Dr. Waggoner, entonces tenía la verdad
102
(Carta de Ellen White a W.C. White y Mary White, 9 marzo 1890,
Battle Creek, Michigan. The Ellen G. White 1888 Materials, 617).
La dirección de la iglesia se había reunido juntamente con Ellen
White la tarde del sábado 8 de marzo en la capilla de la oficina de
la Review (Id.). El lunes escribió de nuevo a su hijo en estos
términos:
Me alegra muchísimo saber que el profesor Prescott está dando
a los estudiantes en su clase las mismas lecciones que ha estado
dando el hermano Waggoner. Está presentando los pactos...
Desde que el pasado sábado hice la declaración acerca de que
la comprensión de los pactos tal como la ha enseñado el
hermano Waggoner es verdadera, parece haber habido un gran
alivio para muchas mentes (Carta de Ellen White a W.C. White y
Mary White, 10 marzo 1890, Battle Creek, Michigan. The Ellen
G. White 1888 Materials, 623).
El domingo 9 de marzo Ellen White informó acerca de lo sucedido
en la reunión de la tarde de aquel sábado:
Estaba presente un gran número de personas. Los pastores
Olsen y Waggoner dirigieron la reunión. Vino sobre mí la
bendición del Señor; todos supieron que descansaron sobre mí
el Espíritu y el poder de Dios, y muchos resultaron grandemente
bendecidos. Hablé con fervor y decisión... (Carta de Ellen White
a W.C. White y Mary White, 9 marzo 1890, Battle Creek,
Michigan. The Ellen G. White 1888 Materials, 617) [Olsen
informó: “...creo que probablemente esta cuestión del pacto
abarca más de lo que podemos ver en ciertos respectos. La
hermana White ha intervenido muy oportunamente”. Carta de
O.A. Olsen a R.A. Underwood, 18 marzo 1890, Battle Creek,
Michigan].
Ellen White dirigió la atención de ellos a su declaración en
Patriarcas y Profetas (el “Volumen 1”) a propósito de los pactos, y
afirmó que armonizaba con el Dr. Waggoner. Esa resultó ser una
reunión pública crucial, ya que su aprobación al punto de vista de
Waggoner sobre los pactos sólo se había dado hasta entonces
103
mediante cartas escritas a Uriah Smith, W.C. White y Mary White.
Ahora daba a conocer la “luz” en un acto público. Por desgracia, un
líder importante no se encontraba presente en aquella reunión. Por
dos días, Dan Jones se perdió aquella declaración crucial. Ellen
White escribió a su hijo W.C. White: “He sabido que el hermano
[Dan T.] Jones ha llegado esta tarde a casa”. Eso ocurría el 10 de
marzo (Carta de Ellen White a W.C. White y Mary White, 10 marzo
1890, Battle Creek, Michigan. The Ellen G. White 1888 Materials,
623. Había estado en Tennessee, en el enjuiciamiento al rey. Carta
de Dan T. Jones a R.M. Kilgore, 16 marzo 1890, Battle Creek,
Michigan, 963. General Conference of Seventh-day Adventists
Archives).
El sábado de tarde Ellen White tomó la palabra en la capilla de la
oficina. Les dijo cuál era exactamente la posición que sostenía en
aquel conflicto. Se refirió a la revelación recibida la noche del
jueves 6 de marzo:
...la luz que me vino anteanoche expuso una vez más claramente
ante mí la influencia que ha estado obrando, y a dónde
conduciría... Estáis recorriendo precisamente el mismo camino
por el que anduvieron en los días de Cristo. Habéis conocido la
experiencia de ellos; pero Dios nos libre... Os habéis interpuesto
directamente en el camino de Dios. La tierra tiene que ser
alumbrada por su gloria, y si permanecéis donde hoy estáis
podéis fácilmente decir que el Espíritu de Dios era el espíritu del
diablo...
...no os aferréis al hermano Smith. Os digo en el nombre de Dios
que no está en la luz. No ha estado en la luz desde Minneapolis...
...Permitid que la verdad de Dios venga a vuestros corazones;
abrid la puerta. Os digo ahora aquí ante Dios, que el asunto de
los pactos, tal como ha sido presentado, es la verdad. (Ellen
White, Sermón, 8 marzo 1890, Battle Creek, Michigan. The Ellen
G. White 1888 Materials, 593-594 y 596).
104
Ellen White relacionó aquí la verdad de la distinción entre los dos
pactos, tal como la había presentado E.J. Waggoner, como siendo
luz procedente del Espíritu Santo.
Se trataba de esa misma luz del evangelio eterno que habría de
alumbrar la tierra con la gloria de Dios (Apoc 18:1). Rechazar la
verdad de los pactos era rechazar el Espíritu de Dios, llamándole
espíritu del diablo. Era el mismo trato que los judíos habían dado a
la verdad que Cristo presentó.
Dar crédito a la postura sostenida por el pastor Smith sobre los
pactos significaba transitar por caminos de tinieblas. Su postura
sobre los pactos había sido objeto de análisis en numerosas
ocasiones. En ese tiempo debiera haberse podido diferenciar
claramente entre la verdad y el error. No había duda alguna en
cuanto a la posición que tomó Ellen White sobre los pactos: estaba
de acuerdo con E.J. Waggoner. El pacto eterno era la luz de la
justificación por la fe. Era la luz que debía darse al mundo. Su
recepción se vería acompañada por la bendición del Espíritu Santo
para terminar la obra.
A principios de 1890, Ellen White había estado ocupada en la
preparación del primer volumen de The Spirith of Prophecy.
Cuando el 6 de marzo de 1890 recibió confirmación divina relativa
a la posición de Waggoner sobre los dos pactos, la incorporó en su
edición revisada que llevó por título Patriarcas y Profetas (Ellen
White, The Law and the Covenants, The Patriarchs and Prophets —
Oakland, California: Pacific Press Publishing Company, 1890, 363-
373. En castellano, capítulo 32: ‘La ley y los dos pactos’. Patriarcas
y Profetas, 378-390; CD: 331-343). Era una aportación de material
completamente nuevo, y fue una de las declaraciones más
exhaustivas acerca de la relación entre los pactos y la justicia por la
fe (Tim Crosby, Ellen G. White and the Law in Galatians: A Study in
the Dynamics of Present Truth, 28). Patriarcas y Profetas se publicó
el 26 de agosto de 1890 (Ver Ron Duffield, El retorno de la lluvia
tardía, 409-412). Ellen White dijo:
105
El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre
en el Edén…
Este mismo pacto le fue renovado a Abraham en la promesa:
“En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra”
(Gén 22:18). Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo.
Así la entendió Abraham (véase Gál 3:8 y 16), y confió en Cristo
para obtener el perdón de sus pecados. Fue esa fe la que se le
contó como justicia. El pacto con Abraham también mantuvo la
autoridad de la ley de Dios...
La ley de Dios fue la base de ese pacto, que era sencillamente
un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad
divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de
Dios.
Otro pacto, llamado en la Escritura el “antiguo” pacto, se
estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue
ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho
con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo (Ellen
White, The Patriarchs and Prophets, 370-371. En castellano,
Patriarcas y profetas, 387 [CD: 340]).
Ellen White distinguió entre dos pactos, en términos de cuándo y
cómo fueron ratificados. No confundía ambos pactos, tal como
hacía el pastor Porter. A continuación afirmó la validez del nuevo
pacto en tiempos del Antiguo Testamento:
Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de
Abrahán, puesto que entonces fue confirmado, tanto por la
promesa como por el juramento de Dios, “dos cosas inmutables,
en las cuales es imposible que Dios mienta” (Heb 6:18) (Id. 387-
388; [CD: 341]).
Ellen White continuó sus observaciones relativas a los pactos:
Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de
la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí? Durante su
servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el
conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán.
Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su
misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó
106
al mar Rojo —donde, perseguidos por los egipcios, parecía
imposible que escaparan— para que pudieran ver su total
desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así
se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder
para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la
esclavitud temporal.
Pero había una verdad aún mayor que debía grabarse en sus
mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y
corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de
Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su
total incapacidad para obedecer la ley de Dios y de la necesidad
de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar...
Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio
corazón y no comprendían que sin Cristo les era imposible
guardar la ley de Dios, y con excesiva premura concertaron su
pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos,
declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y
obedeceremos” (Éxodo 24:7)... apenas unas pocas semanas
después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar
una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por
medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su
pecaminosidad y su necesidad de perdón, llegaron a sentir la
necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y
simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y
el amor se vincularon con Dios como su libertador de la
esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las
bendiciones del nuevo pacto.
Los términos del “pacto antiguo” eran: Obedece y vivirás... El
“nuevo pacto” se estableció sobre “mejores promesas”, la
promesa del perdón de los pecados, y de la gracia de Dios para
renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la
ley de Dios (Id. 388-389 [341-342]; original sin cursivas).
Ellen White tomó incluso de Waggoner la expresión de que “no
podían esperar el favor de Dios” mediante un pacto [el pacto que
ellos habían hecho] que ya habían roto. Su pecaminosidad vino a
quedar patente. Sintieron “su necesidad de perdón”. Fueron
107
llevados al Salvador según el pacto hecho con Abraham. Ahora, en
lugar de venir con sus promesas, se vincularon con Dios mediante
“la fe y el amor” verdaderos. Tenían ahora un nuevo aprecio de su
liberación de la “esclavitud” del pecado.
En las declaraciones de Ellen White encontramos reflejados los
términos exactos que Waggoner había empleado para describir las
relaciones existentes entre el viejo y el nuevo pacto. Si es que el
Espíritu Santo aprobó algún concepto de forma más clara que otro,
es sin duda el pacto eterno del mensaje de 1888.
Tal como había enseñado Waggoner, Ellen White enfatizó que el
viejo pacto era legalismo. Sólo la promesa del nuevo pacto proveía
el perdón de los pecados y la ayuda divina. La declaración de
Patriarcas y Profetas es uno de los comentarios más bellos y
concisos acerca de las buenas nuevas del pacto eterno, aparte de
lo contenido en las Escrituras.
Los que recibieron la luz relativa a los pactos, presentaron esa
verdad al pueblo por diversos medios en la medida de sus
posibilidades. Algunos recibieron aquella luz.
Podemos resumir así brevemente los eventos significativos de
aquella asamblea pastoral:
El sábado 8 de marzo de 1890 Ellen White dio un testimonio a los
dirigentes de la iglesia. Había recibido una visión la noche del 6 de
marzo, confirmando que el hermano Waggoner tenía la luz sobre
el tema del pacto. Lo confirmó también mediante cartas enviadas
a Uriah Smith y a W.C. White.
Si bien Dan Jones no estuvo presente el 8 de marzo al hacer Ellen
White la declaración pública de apoyo a la comprensión de los
pactos de E.J. Waggoner, con toda seguridad debió ser un tema de
conocimiento general. A su retorno a Battle Creek sin duda debió
ser informado de lo que había expresado Ellen White. A pesar de
esa declaración pública, Dan Jones escribió:
108
Por un tiempo parecía que la hermana White apoyaría
plenamente la posición del Dr. Waggoner sobre la cuestión del
pacto, y me causó gran perplejidad cómo debía abordar el
asunto; pues a mí me parecía claro que sus posiciones no eran
todas correctas. Pero... el asunto doctrinal no era de ninguna
manera el punto importante. La hermana White y el Dr.
Waggoner dijeron que no les preocupaba lo que creyéramos
sobre la ley en Gálatas o sobre los pactos (Carta de Dan T. Jones
a J.H. Morrison, 17 marzo 1890, Battle Creek, Michigan, 3).
Dan Jones asumió, pues, que ni Ellen White ni E.J. Waggoner
pensaban que la ley o los pactos fueran un tema crucial.
No obstante, la evidencia es sólida a propósito de que E.J.
Waggoner no abandonó nunca su posición sobre la ley referida en
el tercer capítulo de Gálatas o la distinción entre el viejo y el nuevo
pacto. Por lo que respecta a Ellen White, apoyó su comprensión de
los pactos, si bien aún no se había pronunciado sobre el asunto de
la ley.
Otra falsa asunción sobre la que Dan Jones se basaba es la de que
Waggoner había renunciado a un punto clave de su enseñanza.
Según Dan Jones, Waggoner “había desistido en su posición de que
en el viejo pacto las promesas vinieran enteramente de parte del
pueblo y no de parte de Dios” (Id. 4). No hay evidencia alguna de
una renuncia tal por parte de Waggoner.
Dan Jones parecía sentirse aliviado cuando escribió a J.H. Morrison:
Yo había pensado que eran de considerable importancia los
puntos doctrinales implicados en las cuestiones de la ley en
Gálatas y los dos pactos (Id.).
Así, si no se trataba realmente de un asunto doctrinal, ¿dónde
radicaba el conflicto? La mente de Dan Jones había imaginado en
qué consistía el auténtico problema. Escribió lo que sigue a R.M.
Kilgore:
109
[Ellen White] objetó solamente contra el espíritu manifestado,
espíritu del que el hermano Waggoner estuvo exento. Ambos,
la hermana White y el Dr. Waggoner, declararon que los puntos
doctrinales no eran el tema importante. Eso despeja el asunto
que preocupó a mi mente todo el tiempo (Carta de Dan T. Jones
a R.M. Kilgore, 16 marzo 1890, Battle Creek, Michigan, 2).
Se había autoconvencido de que la doctrina no era importante, de
forma que podía imaginar una apariencia de orden en su mente
agitada por el conflicto.
Pero esa esperanzada racionalización no le había traído mucha paz,
ya que escribió: “La asamblea pastoral está a punto de terminar. La
investigación sobre la cuestión del pacto terminó con la misma
insatisfacción que antes de comenzar” (Id.). La situación de Dan
Jones era por demás lamentable. Tras haber desechado el Espíritu
de verdad, le resultaba más fácil caminar en la luz de su propia
lumbre. La verdad resultaba para él demasiado confusa.
El domingo 16 de marzo tuvo lugar otra reunión en la capilla de la
oficina. Se reunieron algunos de los hermanos dirigentes. Ellen
White informó sobre lo sucedido. Escribió así a W.C. White en
relación con el evento:
Entonces habló el hermano Dan Jones. Afirmó que se había
sentido tentado a abandonar los testimonios; pero si hacía tal
cosa sabía que lo abandonaría todo, ya que había considerado
los testimonios como entretejidos con el mensaje del tercer
ángel; y habló sobre terribles escenas de tentación. Sentí
auténtica pena por él (Carta de Ellen White a W.C. Whitey Mary
White, 16 marzo 1890, Battle Creek, Michigan. The Ellen G.
White 1888 Materials, 629).
Esa escena debió ser sin duda muy triste para ella. Ellen White se
refirió a la obstinada resistencia de algunos de los dirigentes hacia
el mensaje de Dios:
El domingo de mañana, aunque agotada y casi desanimada, me
aventuré a acudir a la reunión... presenté ante ellos lo que
110
habían hecho a fin de dejar sin efecto aquello que el Señor había
estado procurando realizar, y por qué. La ley en Gálatas era su
único argumento.
Les pregunté: “¿Es vuestra interpretación sobre la ley en Gálatas
más querida para vosotros, y tenéis más celo por mantener
vuestras ideas al respecto, que por conocer las obras del Espíritu
de Dios? Habéis estado midiendo cada precioso testimonio
enviado del cielo según vuestra propia escala, de acuerdo con
vuestra interpretación de la ley en Gálatas”. No os puede llegar
nada relacionado con la verdad y el poder de Dios a menos que
lleve vuestra marca: las preciosas ideas que habéis idolatrado
sobre la ley en Gálatas.
Esos testimonios del Espíritu de Dios, los frutos del Espíritu de
Dios, carecen de peso a menos que vengan estampados con
vuestras ideas sobre la ley en Gálatas. Temo por vosotros y por
vuestra interpretación de cualquier escritura que se manifieste
en un espíritu tan anticristiano como el que habéis exhibido, y
que me ha costado tan innecesaria labor. Ya que sois tan cautos
y críticos como para temer recibir algo que no esté de acuerdo
con las Escrituras, pido que vuestras mentes vean esas cosas en
la verdadera luz. Ejerced vuestra cautela en considerar si no
estáis cometiendo el pecado contra el Espíritu Santo. ¿Han
considerado vuestras mentes críticas esa cuestión? Afirmo que
si vuestras posiciones sobre la ley en Gálatas y sus frutos, son
del carácter que he visto en Minneapolis y a partir de entonces
hasta ahora, mi plegaria es que pueda permanecer tan lejos de
vuestra comprensión e interpretación de las Escrituras como me
sea posible. Temo cualquier aplicación de la Escritura que
requiera un espíritu tal y que lleve un fruto como el que habéis
manifestado. Una cosa es cierta: por tanto tiempo como Dios
me conceda raciocinio, no armonizaré jamás con ese espíritu.
Ahora hermanos, no tengo nada que decir, ninguna
preocupación sobre la ley en Gálatas. Ese asunto me parece de
importancia menor en comparación con el espíritu que habéis
traído a vuestra fe. Es exactamente de la misma clase que el
manifestado por los judíos en relación con la obra y misión de
Jesucristo. El testimonio más convincente que podemos dar a
111
otros de que tenemos la verdad, es el espíritu con el que se
defiende esa verdad. Si santifica el corazón de quien la recibe, si
lo hace cortés, amable, perdonador, verdadero y semejante a
Cristo, entonces llevará cierta evidencia del hecho de que posee
la genuina verdad. Pero si actúa como hicieron los judíos cuando
fueron confrontadas sus opiniones e ideas, entonces no
podemos ciertamente recibir un testimonio tal, puesto que no
produce los frutos de justicia. Sus interpretaciones de la
Escritura no eran correctas, sin embargo los judíos no estarían
dispuestos a recibir la evidencia de la revelación del Espíritu de
Dios, y al ver contradichas sus ideas llegarían a asesinar al Hijo
de Dios (Id. 631-633, original sin cursivas).
Resulta claro que el error trajo asociado un espíritu de persecución.
La verdad se evidenciaba mediante el Espíritu de Dios manifestado
en la vida. Ellen White tenía el don del discernimiento. No quiso
tener nada que ver con interpretaciones de la Biblia que
conllevaran una actitud de maldad tal, que de darles rienda suelta
“llegarían a asesinar al Hijo de Dios”.
El Espíritu Santo estaba llevándolos a una verdad más profunda en
cuanto a los pactos y la justicia por la fe, pero estaban resistiendo
la luz.
Aquella mañana de domingo, Ellen White habló ante la asamblea
pastoral, diciendo: “Sé que [Dios] tiene una bendición para
nosotros. La tenía en Minneapolis, y la tenía para nosotros con
ocasión de la asamblea de la Asociación General aquí. Pero no hubo
recepción*. Algunos recibieron la luz para el pueblo y se alegraron
en ella. Hubo otros que le dieron la espalda, y su posición ha dado
confianza a otros para hablar incredulidad...” (The Ellen G. White
1888 Materials, 640). (* En el lugar del asterisco va incluida esta
anotación de A.L. White: “Las palabras de esta frase son claramente
deficientes, ya que aisladamente no está en armonía con lo que
sigue, ni con otras declaraciones a propósito de la asamblea de la
Asociación General de 1889”. “[Released in this form to combat a
distorted use of a sentence in public address. —A.L. White.]” Eso
112
demuestra hasta dónde están dispuestos a ir algunos en su defensa
de la “teoría de la recepción” de la justicia por la fe por parte de los
dirigentes de la iglesia inmediatamente después de 1888. Ver
Manuscript Release nº 253, Ellen White Estate).
Si aceptaban los pactos tal como los enseñaba Waggoner, temían
tener que renunciar a sus ideas acariciadas sobre la ley ceremonial
en Gálatas 3.
Hasta aquí, Ellen White no había tomado posición sobre la ley en
Gálatas. La había tomado —públicamente— sobre la distinción
entre los dos pactos, en armonía con la comprensión de Waggoner.
Los hermanos seguían aferrados a sus interpretaciones acariciadas
sobre la ley en Gálatas 3. No querían dar ningún paso en el tema de
los pactos, por temor a lo que habrían de hacer con el tema de la
ley. Manifestaron un espíritu mezquino hacia los mensajeros del
Señor.
En ese contexto, Ellen White dijo: “La ley en Gálatas no es una
cuestión vital, ni lo ha sido nunca” (Id, 841). Aclaró qué era lo que
rechazaba: “Me veo forzada a decir, por la actitud que han tomado
mis hermanos y por el espíritu que han evidenciado: —Dios me
libre de vuestras ideas sobre la ley en Gálatas...” (Id.).
Ellen White estaba abandonando la posición que ellos mantenían
sobre la ley ceremonial. Discernió los trágicos resultados que
estaba teniendo para la iglesia. El Espíritu Santo y la verdad estaban
siendo objeto de rechazo. Se apercibió de que “vuestras ideas” no
podían ser correctas.
Dejando el espíritu de Cristo, tomando posiciones equivocadas
en la controversia sobre la ley en Gálatas —una cuestión que
muchos no han comprendido plenamente antes de tomar la
postura equivocada—, la iglesia ha sufrido una gran pérdida
(Ellen White, Diary Entry, 27 febrero 1891. The Ellen G. White
1888 Materials, 894; original sin cursivas. Para más detalles
acerca del cambio de posición de Ellen White sobre la ley en
113
Gálatas, ver Ron Duffield, El retorno de la lluvia tardía, capítulo
15: ‘Mantenerse en los hitos’, a partir de 417).
El 27 de febrero de 1891 Ellen White sostenía ya con firmeza que la
posición de la ley ceremonial en Gálatas [la posición opuesta a la
presentada por E.J. Waggoner] era errónea.
Os digo aquí ante Dios que la cuestión del pacto, tal como se la
ha presentado, es la verdad. Es la luz. Ha sido presentada ante
mí en líneas claras, y aquellos que han estado resistiendo la luz,
os pregunto si han estado obrando por Dios o por el diablo...
Dije al hermano Dan Jones: “No voy a darle mi opinión, mi fe.
Profundice en la Biblia” (Ellen White, Sermón, 8 marzo 1890, The
Ellen G. White 1888 Materials, 596-597).
Ellen White no le dio a Dan Jones su opinión. Lo que hizo fue apoyar
la luz que brillaba en la Biblia sobre los pactos. Además, le
preocupaba mucho el espíritu amargo que se estaba evidenciando,
que relacionó con los puntos de vista erróneos sobre la ley y los
pactos que mantenían:
Esos testimonios del Espíritu de Dios, los frutos del Espíritu de
Dios, carecen de peso a menos que vengan estampados con
vuestras ideas sobre la ley en Gálatas. Temo por vosotros y por
vuestra interpretación de cualquier escritura que se manifieste
en un espíritu tan anticristiano como el que habéis exhibido, y
que me ha costado tan innecesaria labor... Afirmo que si
vuestras posiciones sobre la ley en Gálatas, con sus frutos, son
del carácter que he visto en Minneapolis y a partir de entonces
hasta ahora, mi plegaria es poder mantenerme tan alejada de
vuestra comprensión e interpretación de las Escrituras como me
sea posible. Temo cualquier aplicación de la Escritura que
requiera un espíritu como ese, y que lleve un fruto como el que
habéis manifestado. Una cosa es cierta: por tanto tiempo como
Dios me conceda raciocinio, no armonizaré jamás con ese
espíritu (Carta de Ellen White a W.C. White y esposa, 13 marzo
1890, The Ellen G. White 1888 Materials, 631-632. Estaba aquí
refiriéndose a las actitudes de los hermanos que se oponían a la
enseñanza de Waggoner).
114
Ellen White identificó las doctrinas que sostenían como siendo el
origen del espíritu que manifestaban. La defensa de doctrinas
falsas requería un espíritu duro y dictatorial que reforzara su
posición, puesto que no podían demostrarla a partir de las
Escrituras. Descontar la verdad disociándola de la experiencia era
un falso dilema. Ambas —verdad y experiencia— eran
absolutamente esenciales e inseparables en la conformación de
una vida semejante a la de Cristo.
Cuatro años más tarde (1 junio 1894) Ellen White dijo de ambos,
Butler y Smith, que habían “tomado su propio curso de acción” en
lo relativo a la luz de Dios.
La obra de Dios necesitaba cada jota y tilde de la experiencia que
había dado a los pastores Butler y Smith; pero han tomado su
propio curso de acción en algunas cosas, al margen de la luz que
Dios ha dado (Carta de Ellen White a S.N. Haskell, 1 junio 1894.
The Ellen G. White 1888 Materials, 1248).
Eso dio valor a las confesiones que hicieran a la iglesia los pastores
Butler y Smith. Por más sinceros que fueran en sus disculpas, el
hecho es que continuaron oponiéndose al mensaje y a los
mensajeros.
Jamás aceptaron los conceptos centrales sobre los pactos o la ley
en Gálatas que Ellen White apoyó. A.G. Daniells escribió años
después (en 1902) a W.C. White a propósito de ese hecho:
No eran solamente los veteranos quienes actuaban cuando el
hermano Butler, Morrison y otros peleaban esta batalla, sino
que algunos de los hombres jóvenes que están llegando, están
impregnados de esas viejas herejías procedentes de los
hombres en la obra que siguen aún sin convertirse a esta nueva
luz (Carta de A.G. Daniells a W.C. White, 14 abril 1902, Battle
Creek, Michigan. The Ellen G. White 1888 Materials, 320).
Así fue como continuó por décadas la resistencia a la luz sobre la
justicia por la fe y su relación con los dos pactos.
115
El modelo de Waggoner fue claro y consistente a lo largo de todos
los años en sus escritos. No se podía limitar al paradigma de dos
dispensaciones ligadas al tiempo, grupos étnicos o naciones. No
obstante, abarcaba ambos modelos bíblicos.
En primer lugar, el primero o viejo pacto que se ratificó con los
sacrificios de animales, fue establecido con la nación de Israel, y
estaba fundamentado sobre la promesa del pueblo: “Haremos todo
lo que Jehová ha dicho” (Éxodo 19:8). En su misericordia, Dios
aportó piezas añadidas: el sacerdocio levítico, el santuario, los diez
mandamientos escritos en tablas de piedra y la ley de los sacrificios
y fiestas, con el objeto de hacer ver a Israel su necesidad de la
promesa de Dios llena de gracia, que sólo se encuentra en el pacto
eterno.
En segundo lugar, Waggoner enseñó el modelo igualmente bíblico
del viejo y nuevo pactos como dos experiencias diferentes,
particularmente basadas en Gálatas 3 y 4. La experiencia del viejo
pacto consistía en la promesa autosuficiente del pueblo a propósito
de que obedecería; en contraste, la del nuevo pacto —o pacto
eterno— consistía en una fe que dice ‘Amén’ a la promesa
unilateral que Dios hace.
Si bien escrito tres años después de la asamblea pastoral, en su
artículo ‘El día de reposo’, Waggoner se refirió a esas dos diferentes
actitudes del corazón como siendo dos dispensaciones en la
experiencia:
La “dispensación cristiana” comenzó para el hombre al menos
tan pronto como en ocasión de la caída. Hay ciertamente dos
dispensaciones: una dispensación de pecado y muerte, y otra de
justicia y vida; pero esas dos dispensaciones han venido
discurriendo de forma paralela desde la caída. Dios trata a los
seres humanos como personas y no como naciones; no las trata
de forma distinta según el siglo en el que hayan vivido. Sin
importar en qué período de la historia del mundo viva, uno
puede pasar en cualquier momento de la antigua a la nueva
116
dispensación (E.J. Waggoner, The “Two Dispensations” PT 9, 23,
7 septiembre 1893, 356).
Waggoner escribió: “La ley y el evangelio estuvieron unidos en el
Sinaí, tal como siempre lo han estado. En el Sinaí brilló la gloria del
Calvario tan claramente como lo hace ahora” (Id, 357). “El Calvario
en el Sinaí” era una nueva revelación para muchos adventistas del
séptimo día. “Sinaí” incluía la ley y el evangelio combinados en
Cristo.
Las dos dispensaciones eran dos caminos paralelos que han
discurrido uno al lado del otro desde la misma caída en el Edén. “La
antigua dispensación es el yo; la nueva, Cristo” (Id, 358).
Las dispensaciones eran, pues, dos principios antagónicos que
operan en el corazón del ser humano. Se trata de dos condiciones
distintas del corazón. Nada podía ser más claro, más simple ni más
bello que el pacto eterno de Dios.
117
118
Capítulo 14
Justificación por la fe: mensaje del tercer ángel
(índice)
119
El gran tema subyacente son las bodas del Cordero que tanto
retraso han sufrido. Para el pueblo de Dios había llegado el tiempo
de despertar y comprender el tiempo en el que estaba viviendo.
Había llegado el momento para que su esposa estuviera preparada
para la boda, al recibir el don de su vestido nupcial. Esas vestiduras
eran el mensaje de la justicia de Cristo.
Una semana después, mientras que el asunto del pacto era objeto
de debate en la asamblea, en la portada de la Review Ellen White
dirigió una vez más la atención del pueblo al santuario.
Cristo está en el santuario celestial, y está allí para hacer
expiación por los pecados de su pueblo … Está purificando el
santuario de los pecados de su pueblo. ¿Cuál es nuestra obra?
Ponernos en armonía con la obra de Cristo. Por la fe debemos
obrar con él, estar unidos con él … tiene que haber un pueblo
preparado para el gran día de Dios (Ellen White, The Lord Must
Be Our Light, Review and Herald 67, 4, 28 enero 1890, 49).
Cristo está purificando el templo del cielo de los pecados del
pueblo, y debemos obrar en armonía con él aquí en la tierra,
purificando el templo del alma de su contaminación moral (Ellen
White, The Danger of Talking Doubt, Review and Herald 67, 6,
11 febrero 1890, 81).
El pueblo no ha entrado en el lugar santo [santísimo] donde
Jesús ha ido para hacer expiación por sus hijos. Necesitamos el
Espíritu Santo a fin de comprender las verdades para este
tiempo; pero en las iglesias existe una sequía espiritual (Ellen
White, Need of Earnestness in the Cause of God, Review and
Herald 67, 8, 25 febrero 1890, 113).
Se debe observar que entrar por la fe con Jesús al santuario del
cielo en el día de la expiación significaba progresar en la luz que
Jesús estaba dando a su pueblo en la tierra. La verdad del pacto
eterno y la justificación por la fe que Jones y Waggoner estaban
trayendo al pueblo de Dios debía comprenderse en relación con el
ministerio de Jesús en su santuario en el día de la expiación.
120
El 4 de marzo de 1890 enfatizó de nuevo el tema de la traslación:
Desde el trono de Dios está brillando la luz, ¿con qué objetivo?
Para que haya un pueblo preparado para mantenerse en pie en
el día de Dios (Ellen White, Draw Nigh to God, Review and Herald
67, 9, 4 marzo 1890, 129).
Si todos nuestros hermanos fueran obreros conjuntamente con
Dios, no tendrían dudas acerca de que el mensaje que nos ha
enviado durante estos últimos dos años proviene del cielo …
Suponed que borráis el testimonio dado durante estos últimos
dos años proclamando la justicia de Cristo, ¿a quién podríais
señalar entonces como portador de luz especial para el pueblo?
(Ellen White, The Present Message, Review and Herald 67, 11,
18 marzo 1890, 161).
Aquel mensaje de la justificación por la fe era en verdad el mensaje
del tercer ángel, que proveía la fuerza y el poder a la purificación
del santuario.
Muchos hablaban todo el tiempo de la ley, y les preocupaba que se
hablara tanto de la justificación por la fe:
Los hombres dirán: ‘Es cierto; estáis exaltados; estáis
exagerando este asunto y no prestáis la debida atención a la ley;
habéis de pensar más en ella; no estéis todo el tiempo
concentrados en esa justicia de Cristo y dedicaos a la ley’.
Dejad que la ley se cuide a sí misma. Nos hemos concentrado en
la ley hasta llegar a estar tan secos como los montes de Gilboa,
privados de rocío y de lluvia (The Ellen G. White 1888 Materials,
557).
Ridiculizaban, frivolizaban y denunciaban la justificación como si
fuera fanatismo. En cierta ocasión preguntaron a Ellen White
si el mensaje de la justificación por la fe era el mensaje del
tercer ángel, y respondí: “Es el mensaje del tercer ángel en
verdad”. El profeta declara: “Vi otro ángel que descendía del
cielo con gran poder, y la tierra fue alumbrada con su gloria”
121
[Apoc 18:1] (Ellen White, Repentance the Gift of God, Review
and Herald 67, 13, 1 abril 1890, 193-194).
Ellen White identificó claramente “el mensaje del tercer ángel en
verdad” con el ángel de Apocalipsis 18:1. ¿Cuál era el significado de
esa declaración? ¿Qué implicaba esa expresión “en verdad”?
La justificación por la fe en el contexto de la purificación del
santuario era en verdad el mensaje del tercer ángel. Preparaba el
camino para el día grande y terrible del Señor. Preparaba a un
pueblo para resistir en la hora de la crisis, y para ser trasladado en
la segunda venida de Jesús sin pasar por la muerte. Era, y continúa
siendo, el mensaje que ha de zarandear a la iglesia de Laodicea.
Traía con él todo lo que está incluido en el fuerte pregón y la lluvia
tardía del Espíritu Santo.
122
Capítulo 15
La ley ha sido nuestro pedagogo
(índice)
123
El primer párrafo presentó Gálatas 3:24 tal como lo había explicado
Waggoner a partir de la Biblia. La ley traía convicción al pecador
culpable. Dirigía entonces al pecador al único remedio posible. La
justicia de Cristo era el único remedio para la ley violada. La visión
de Ellen White confirmaba las investigaciones bíblicas de
Waggoner.
El segundo párrafo es sobrecogedor. Afirma que las opiniones
preconcebidas sobre la ley en Gálatas suscitaron en Minneapolis la
oposición al mensaje de Jones y Waggoner que de otra forma se
habría acompañado del poder del Espíritu Santo. Se trataba del
“mensaje del Señor” que el Espíritu Santo había dispuesto para que
toda la tierra resultara alumbrada por la gloria de Dios. La
recepción de la verdad habría ido acompañada por el
derramamiento inicial del Espíritu Santo tal como sucedió en el día
de Pentecostés. Pero el enemigo logró evitar que sucediera eso
suscitando la oposición de los hermanos contra la verdad que Dios
quería enviar al mundo. Era inconfundible la referencia que hizo a
Apocalipsis 18:1:
Se resistió la luz que tenía que alumbrar toda la tierra con su
gloria, y la acción de nuestros propios hermanos la ha
mantenido en gran medida alejada del mundo (Id.).
Se trataba del mensaje del poderoso cuarto ángel que se une con
los tres ángeles de Apocalipsis 14 para llamar, preparar y madurar
la cosecha del mundo para la venida del Señor. El poder de ese
mensaje daría poder a los mensajes de los tres ángeles
precedentes.
En fecha tan temprana como 1856, Ellen White había visto que el
mensaje de Apocalipsis 18:1 se refería a un futuro próximo, y
vendría como refuerzo al mensaje del tercer ángel, convirtiéndolo
en el “fuerte pregón”.
Después vi otro ángel poderoso, al que se ordenó que bajase a
la tierra y uniese su voz a la del tercer ángel para dar fuerza y
124
vigor a su mensaje. Ese ángel recibió gran poder y gloria, y al
descender dejó toda la tierra alumbrada con su gloria … La obra
de este ángel comienza a tiempo para unirse a la última magna
obra del mensaje del tercer ángel cuando este se intensifica
hasta ser un fuerte pregón … este mensaje parecía ser un
complemento del tercer ángel, pues se le unía como el clamor
de media noche se añadió en 1844 al mensaje del segundo ángel
(Ellen White, Primeros escritos, 277).
Así era exactamente como Dios había dispuesto que sucediera.
Dios había dado a los mensajeros el mensaje que trajeron. Estaban
ordenados por el Espíritu Santo. Dios vino a sus amigos, los
dirigentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Les proporcionó
luz acrecentada que era absolutamente esencial para su misión. Si
la hubieran aceptado, se habría acompañado por el poder que
habría cumplido la comisión. Sin embargo, “la acción de nuestros
propios hermanos” mantuvo “en gran medida” aquella luz “alejada
del mundo”.
En la investigación sobre el asunto de la ley en Gálatas durante la
década de 1890, es digno de mención que en 1887 A.T. Jones
resumió con estas palabras la razón por la que se escribió Gálatas:
El libro de Gálatas se escribió para colocar la ley ceremonial, la
ley moral y el evangelio en sus verdaderas y correspondientes
posiciones, y para aniquilar por siempre el ceremonialismo (A.T.
Jones, Editorial, Review and Herald 76, 33, 15 agosto 1899, 524).
Según la enseñanza de Jones, Gálatas trataba de ambas: la ley
moral y la ceremonial. Los gálatas estaban siendo seducidos a
sumar la circuncisión al evangelio como medio adicional de
salvación. Ese legalismo o ceremonialismo era un sustituto de la
verdadera experiencia del corazón propia del pacto eterno.
Ellen White confirmó que el ayo, el pedagogo o guía, era ambas
leyes: la moral y la ceremonial, si bien había especificado que era
125
“especialmente … la ley moral”. En algún momento durante el año
1900, Ellen White dijo:
Se me pregunta acerca de la ley en Gálatas. ¿Cuál ley es el ayo
para llevarnos a Cristo? Contesto: Ambas, la ceremonial y el
código moral de los Diez Mandamientos (Ellen White,
Manuscrito 87, 1900, Mensajes Selectos, vol I, 274, Review and
Herald Publishing Association, Washington, D.C. 1958).
Esa era la posición que había tomado Stephen Pierce “en la década
de 1850, es decir... que el tutor era la ley en todas sus formas” (C.
Mervyn Maxwell, 27 febrero 1983, citado en: Tim Crosby, Ellen G.
White and the Law in Galatians: A Study in the Dynamics of Present
Truth, 48). La ley, en Gálatas 3:24, se refería a ambas leyes, la moral
y la ceremonial (Tim Crosby, The Law of the Prophet, Review and
Herald 163, 21, 22 mayo 1986, 549).
En ese sentido, A.T. Jones y Ellen White estaban edificando sobre
el fundamento puesto por E.J. Waggoner, de una forma en que
Ellen White no negaba lo que anteriormente había dicho respecto
a J.H. Waggoner. Inicialmente, E.J. Waggoner había limitado el
“tutor” primariamente a la ley moral de Dios, tal como había hecho
su padre. Sin duda, eso fue lo que tenía in mente el “guía” —en la
visión— de Ellen White en 1888, cuando le inspiró a que escribiera
al pastor Butler:
Él [el guía de Ellen White en aquella visión] extendió sus brazos
hacia el Dr. Waggoner y hacia usted, pastor Butler, y dijo en
esencia lo siguiente: “Ninguno de los dos tiene toda la luz sobre
la ley; ninguna de las dos posiciones es perfecta” (Carta de Ellen
White a G.I. Butler, 14 octubre 1888, Minneapolis, Minnesota.
The Ellen G. White 1888 Materials, 93).
Waggoner estaba comenzando a recibir los rayos de la luz sobre la
justicia por la fe y sobre la ley, que vendrían a desarrollarse hasta
convertirse en el mensaje pleno que Dios tenía para su pueblo.
126
Capítulo 16
El mensaje del tercer ángel
(índice)
127
the Battle Creek Church, Carta 57, 1 mayo 1895. Testimonios
para los ministros, 91-92).
Esos párrafos conectan el mensaje del tercer ángel con la
justificación por la fe y el pacto eterno.
W.W. Prescott fue el último de la generación que fue testigo
presencial de los eventos de 1888. Publicó una serie de artículos
sobre los pactos en la historia bíblica (W.W. Prescott, The Gospel of
the Covenant, Review and Herald 113, 20 agosto—8 octubre 1936).
Prescott reconoció cuán importantes son los pactos a fin de
comprender el mensaje de los tres ángeles. Escribió:
Se nos ha instruido cabalmente al efecto de que la justificación
por la fe “es el mensaje del tercer ángel en verdad”, y teniendo
en cuenta que tal como muestra Gálatas 3:8 la justificación por
la fe es la característica esencial del pacto hecho con Abraham
... el pacto hecho con Abraham es la esencia misma del mensaje
del tercer ángel ... Debiéramos proclamar el pleno significado de
ese pacto desarrollado desde el tiempo de Abraham hasta
ahora. Es el “evangelio eterno” que ha de ser predicado a todo
el mundo en preparación para la gran consumación (W.W.
Prescott, The Gospel of the Covenant. IV--The Doctrine of the
Promise-Covenant, Review and Herald 113, 47, 10 septiembre
1936, 8).
La promesa que Dios hizo a Abraham contenía todo lo necesario
para preparar al cuerpo de Cristo para la traslación en la segunda
venida de Cristo, a partir de toda nación, tribu, lengua y pueblo.
Ellen White, E.J. Waggoner y W.W. Prescott relacionaron el
mensaje del tercer ángel con el pacto eterno.
128
Capítulo 17
Los dos pactos
(índice)
129
proveyendo la motivación del poder del amor en el corazón,
para obedecer su ley.
¿Por qué el antiguo y el nuevo pacto son un gran misterio para
tantos cristianos? Porque la mayoría ha asumido que el antiguo
pacto fue el método por el que Dios salvó a las personas en el
Antiguo Testamento. Ese error básico de concepto, junto con la
tendencia natural de la naturaleza humana al ceremonialismo, que
convierte el símbolo en el medio de salvación (en lugar de ser la
forma de expresar la fe), ha llevado a la confusión del
dispensacionalismo cronológico en la comprensión de los pactos,
lo que significa distorsionar gravemente el evangelio.
Pacto eterno es lo mismo que nuevo pacto (o segundo pacto). Son
las buenas nuevas del evangelio. Cristo crucificado es el sustituto y
garante del pecador. El pecador es incapaz de cumplir por sí mismo
sus obligaciones con respecto a la ley. Cristo, el Fiador del pacto,
cumplió la justicia de la ley en beneficio del pecador como su
representante y sustituto.
En Cristo es ya completa y segura la restauración de lo que el
hombre perdió en la caída. Todo hombre, mujer y niño puede
experimentar el Calvario en el Sinaí por la fe, cuando Aquel que
cumplió su pacto eterno mediante Cristo escribe en nuestro
corazón su gran ley de amor: los diez mandamientos.
130
Capítulo 18
El Calvario en el Sinaí
(índice)
131
sobre los pactos. La ley de los tipos y ceremonias, el sacerdocio, los
sacrificios, etc, quedaron abolidos junto al antiguo pacto cuando
Cristo murió en la cruz. Pero el nuevo pacto que Cristo instituyó
tenía por base la ley de los diez mandamientos. Esa comprensión
doctrinal de la relación entre los dos pactos y las dos leyes en la
Escritura había surgido de la polémica y tendía a llevar la
denominación a una comprensión nomista del pacto, es decir, al
legalismo. Se había de preservar la ley al precio que fuera.
La ley, desprovista del evangelio de Cristo, es legalismo. La ley, sin
la fe de Jesús, resulta en un corazón con la experiencia del viejo
pacto. El miedo es entonces el poder que mueve en el evangelismo.
Cuando retrocede la gran verdad del amor de Dios, llena el vacío la
motivación del temor. Por supuesto, el temor es la suerte común a
toda la humanidad pecaminosa. Cuando se pierde el foco en el
evangelio, el mensaje queda tintado por la tóxica y egocéntrica
motivación del temor. Obedece y vive; desobedece y muere.
La crisis de la ley y los pactos de 1888 alcanzó al corazón mismo del
mensaje evangelístico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y a
la propia experiencia del corazón respecto a ese mensaje. No era
primariamente un mensaje polémico centrado en la ley de Dios. La
característica destacable del mensaje era el evangelio de Jesucristo
y su cruz. Los adventistas habían de ser conocidos por ser los
principales en proclamar la cruz y el ministerio expiatorio de Cristo
en el lugar santísimo del santuario celestial.
Ese cambio estaba comenzando a producirse en la era de 1888, con
el énfasis de E.J. Waggoner en el paradigma bíblico del viejo y
nuevo pactos como siendo dos experiencias diferentes del corazón.
Él describió esas dos experiencias como dos dispensaciones, la
antigua y la nueva. Corrían paralelas desde la caída del hombre en
el pecado hasta la segunda venida de Cristo, sin relación alguna con
el tiempo o la época.
132
La justificación por la fe, que es la promesa de Dios en el pacto
eterno (o nuevo pacto) era lo que Jesús enseñó a Nicodemo: “Os es
necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Esa comunión, ese
compañerismo subjetivo, continuado por toda una vida con Cristo,
se traduce en una lealtad absoluta hacia él.
Jesús había ministrado por mil ochocientos años en el lugar santo
del santuario celestial para el perdón de los pecados, siendo el
fundamento su sangre derramada en el Calvario. El ministerio de
Jesús preparaba a aquellos cristianos para la muerte,
permaneciendo entonces en espera de la resurrección de los justos
en la segunda venida de Cristo.
Pero el ministerio sumo sacerdotal de Cristo en el lugar santísimo
del santuario celestial dese 1844 es el cumplimiento del pacto
eterno, al poner “mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón
las escribiré; y seré a ellos por Dios y ellos me serán a mí por pueblo
… seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus
pecados ni de sus maldades” (Heb 8:10 y 12). De eso habló el
apóstol Pedro en el día de Pentecostés, cuando profetizó:
“Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
consuelo, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado”
(Hechos 3:19-20). Se debe observar que esos hechos habían de
ocurrir antes de que fuera enviado Jesús, una referencia obvia a su
segunda venida.
El borramiento de los pecados es la experiencia del día cósmico de
la expiación final en el que las personas se unirán
espontáneamente en arrepentimiento por el pecado,
conformando el cuerpo de Cristo. El “tiempo de consuelo” o “de
refrigerio” tiene lugar cuando se produce ese arrepentimiento.
Mediante la ley de Dios, el Espíritu Santo trae convicción al corazón.
Convence de pecado; tanto de pecado conocido, como de aquel del
que hasta aquí no habíamos sido conscientes, de cualquier
enemistad contra Dios que haya separado de él nuestra alma. El
133
corazón arrepentido se pone en armonía con el Espíritu Santo y
responde: ‘Prefiero a Jesús antes que al pecado. Toma mi corazón
y límpiame de toda injusticia’.
Una vez que Jesús ha llevado a cabo la expiación en los corazones
de las personas —lo que había sido la fuente de la contaminación
en el santuario celestial—, puede efectuar la purificación final del
tabernáculo cósmico. Esa es la experiencia de la justificación por la
fe vivida en el corazón de acuerdo con la promesa del pacto eterno.
Es el mensaje motivador de Apocalipsis 18 que tan esencial es para
que el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 pueda
completar su misión evangelística. Ellen White vio el mensaje de
Apocalipsis 18 como viniendo justo en el momento propicio,
añadiéndose al mensaje del tercer ángel.
Ojalá esté cercana esa unidad entre la ley y el evangelio, que va a
propiciar el despertar del pueblo de Dios a la realidad del Calvario
en el Sinaí.
http://www.libros1888.com
134