SENTENCIA DE LA SALA CONSTITUCIONAL DEL TSJ Servicios
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SALA CONSTITUCIONAL
MAGISTRADO PONENTE: Antonio J. García García
El 27 de febrero de 2003 los abogados José Araujo Parra y Carlos Chacín Giffuni,
inscritos en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo los números 7.802 y
74.568, respectivamente, actuando con el carácter de apoderados judiciales de la
ciudadana Fanny Lucena Olabarrieta, titular de la cédula de identidad No. 1.731.125
ocurrieron ante esta Sala Constitucional para solicitar, con fundamento en lo
dispuesto en el artículo 336 numeral 10 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, la revisión de la sentencia dictada por el Juzgado Superior Décimo en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, el 2 de diciembre de 2002.
En esa misma oportunidad se dio cuenta en Sala y, se designó ponente al Magistrado
Antonio J. García García, quien, con tal carácter suscribe el presente fallo.
Por diligencia de ese mismo día, los apoderados judiciales de la solicitante, requirieron
se procediese a admitir la causa.
I
De la Solicitud de Revisión
En el escrito contentivo de la solicitud de revisión, los apoderados judiciales de la
recurrente señalaron que la sentencia cuestionada declaró la inadmisibilidad de la
acción de amparo incoada, por considerar que se había demandado la
inconstitucionalidad del Reglamento de Condominio, siendo la vía ordinaria la única
posible para demandar su nulidad y no la acción de amparo constitucional. No
obstante, aseguraron que con la demanda interpuesta no se había demandado en
forma alguna la nulidad del Reglamento de Condominio, sino que lo pretendido fue lo
siguiente:
II
De la sentencia cuya revisión se solicita
La presente tiene por objeto la revisión y consecuente nulidad de la referida sentencia
del 2 de diciembre de 2002 dictada por el Juzgado Superior Décimo en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, que declaró sin lugar la demanda de amparo constitucional incoada contra la
Junta de Condominio del Edificio Saint Thomas del Conjunto Parque Residencial Las
Islas. Señaló dicha sentencia, lo siguiente:
Señaló igualmente que, la situación de hecho alegada por la actora ni siquiera fue
demostrada ante el juez de primera instancia. Al respecto, alegó que, a pesar de que
éste “favoreció a la parte actora, uno de los cuestionamientos elementales que se le hicieron
oportunamente, fue precisamente que la supuesta lesión de los derechos constitucionales esgrimidos
como violados no se comprobó nunca”. En este aspecto, se remitió a los argumentos
expuestos en el escrito de ampliación a la apelación presentados al juez de segunda
instancia, y afirmó que “nunca se demostró en el expediente la relación de causalidad entre los
hechos denunciados como violatorios de derechos constitucionales de la parte actora por parte de
los miembros de la Junta de Condominio PARQUE RESIDENCIAL LAS ISLAS o de su
administrador por lo que mal [podía] existir una confesión de parte de ellos sobre la acción
material que se les imputó, cuando siempre alegaron su falta de cualidad pasiva en este proceso” y
que, aun cuando el juez superior estableció esta cualidad –lo que cuestiona en este
proceso de revisión- ello no pone en evidencia la relación de causalidad entre
personas y hechos que pretende la parte actora.
Acerca de la alegada denegación técnica de justicia, adujo que no era lógico que, por el
hecho de que un juez decidiera de determinada manera se considerase que está
negando la justicia, “ante la posibilidad (negada por supuesto en este caso)” de que la
sentencia adolezca de un vicio. Aseguró que el juez había dado oportuna respuesta al
conflicto habido entre las partes; hizo su razonamiento lógico y con base en la
Constitución y en la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales emitió su pronunciamiento. Por tanto –consideró-, que era falso que
por tal motivo la actora se hubiese encontrado en un estado de indefensión, por el
contrario ha procurado a través de varias formas legales ejercitar su derecho y
exponer sus argumentos ante los tribunales.
En cuanto al vicio de incongruencia alegado, aseguró que no había tal vicio; que el juez
superior revocó una sentencia y declaró la inadmisibilidad de la acción. Seguidamente,
señaló que el objeto del proceso era demostrar que se estaban vulnerando los
derechos constitucionales por situaciones de hecho que nunca ocurrieron; que el juez
superior sencillamente señaló que existían causas legales que hacían inadmisible esta
acción y que las mismas no fueron observadas por la parte actora “y en consecuencia, él
como conocedor del derecho que es, está en la obligación de aplicarlo estrictamente y así lo hizo
expresando su argumentación” que esa representación considera ajustada a derecho.
Tampoco hubo variación del debate procesal –argumentó el mencionado apoderado-;
ello hubiese ocurrido si la sentencia hubiese sido ratificada, “ya que se hubiera dejado sin
efecto una norma de rigor y de interés general para toda una comunidad”; asimismo, señaló que
en el acta de la audiencia no hay una confesión en el sentido que sus representados
fueron quienes suspendieron el servicio de agua, no siendo aplicable lo dispuesto en
el artículo 1.401 del Código Civil.
Reiteró entonces que de la revisión que se efectúe debe quedar establecida la falta de
cualidad pasiva de sus representados para estar en juicio. En este sentido, adujo que
el juez superior nunca pudo tomar en cuenta una confesión de esta naturaleza, pues
no se hizo; todo lo contrario, se hizo una somera referencia a conductas observadas
por la parte actora sobre su consentimiento en la suspensión del servicio de agua
cuando “perteneció por intermedio de su apoderada (sic) a la Junta de Condominio PARQUE
RESIDENCIAL LAS ISLAS”.
Finalmente, invocó el interés general de la comunidad de propietarios del conjunto
residencial, que debía ser protegido en el presente caso. Así, indicó que los recursos
procesales no existen para cohonestar conductas de los ciudadanos que ponen en
riesgos derechos de otros, es decir, que la actora “al decidir no pagar sus cuotas
mensuales de condominio vulnera los principios legales establecidos en la vigente Ley
de Propiedad Horizontal y pone en riesgo la sana administración del inmueble porque
no existen entonces, recursos suficientes para cubrir los gastos comunes del complejo
residencial.
En virtud de los argumentos expuestos, solicitó se revise el fallo del cual se recurre y
que con motivo de ese proceso de análisis, ratifique la inadmisibilidad de la acción de
amparo constitucional declarada por el antes identificado Juzgado Superior “y se
pronuncie sobre la falta de cualidad pasiva de [sus] representados de forma expresa”.
IV
Análisis de la Situación
Con carácter previo, debe esta Sala pronunciarse acerca de su competencia para
conocer y decidir el presente asunto, razón por la cual, observa: que en anteriores
fallos se ha pronunciado sobre su ámbito de competencia que, en ausencia de un
texto normativo de rango legal que desarrolle los preceptos constitucionales
relacionados con el Tribunal Supremo, ha venido delimitando, valiéndose a tales
efectos, de la aplicación directa del Texto Constitucional, en desarrollo del principio
constitucional contemporáneamente aceptado, según el cual, las normas
constitucionales son plenamente eficaces por sí mismas y de inmediata aplicación, sin
que sea necesario textos legales que las desarrollen (vid. sentencia No. 01 de la Sala,
del 20 de enero de 2000, caso: Emery Mata Millán).
De forma específica, se ha pronunciado igualmente esta Sala, acerca de la facultad que
la misma detenta, como máximo órgano jurisdiccional custodio de la
constitucionalidad de los actos del Poder Público, para revisar las actuaciones de las
demás Salas de este Supremo Tribunal que contraríen las normas y principios
contenidos en la Constitución, así como aquellas que se opongan a las
interpretaciones que sobre tales haya realizado esta Sala Constitucional, en ejercicio
de las atribuciones conferidas de forma directa por el Texto Constitucional, según se
desprende del dispositivo contenido en el numeral 10 del artículo 336 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, no obstante la ausencia de
desarrollo legislativo al respecto (vid. decisiones de esta Sala números: 1312 de 2000;
33 y 192 de 2001).
Ahora bien, aprecia esta Sala que los argumentos explanados por la parte actora para
fundamentar su acción de amparo constitucional, según se evidencia del libelo de
demanda consignado a los autos, fueron los siguientes:
Que la Ley de Propiedad Horizontal establece un mecanismo legal para el cobro de las
cuotas de condominio atrasadas; que el proceder de la Junta implica tomarse la
justicia por sus propias manos y conlleva a la violación de la garantía contemplada en
el artículo 253 de la Constitución, que establece el monopolio exclusivo que tiene el
Estado a través de los órganos que integran el Poder Judicial, para conocer de los
asuntos que determinen las leyes; que referido al caso sub examen, se encontraba
determinado por lo dispuesto en los artículos 14 y 15 de la Ley de Propiedad
Horizontal y 630 del Código de Procedimiento Civil; que además viola el derecho de
propiedad contemplado en el artículo 115 de la Constitución, así como el artículo
117 eiusdem que establece el derecho de todas las personas de disponer de bienes y
servicios de calidad y el artículo 83 que contiene el derecho a la salud.
Examinados tales argumentos y leído como fue el contenido íntegro de la sentencia
dictada por el Juzgado Superior Décimo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, el 2 de diciembre de 2002,
considera esta Sala que procede su revisión por las razones que a continuación esta
Sala explica:
Pero, además, ese proceder de la Junta atenta contra un elemento fundamental para
el ser humano, para la vida, pues el agua constituye un líquido vital y fundamental
para la propia calidad de vida del ciudadano, cuya utilidad el Estado debe tutelar, a
tenor de lo previsto en el artículo 55 de la Constitución, en cuyo contenido se
dispone “Toda persona tiene derecho a la protección por parte del Estado a través de los órganos
de seguridad ciudadana regulados por ley, frente a situaciones que constituyan amenaza,
vulnerabilidad o riesgo para la integridad física de las personas, sus propiedades, el disfrute de sus
derechos y el cumplimiento de sus deberes”.
Resulta innecesario que la Sala explique, por ser conocido y de experiencia común, lo
imprescindible que resulta para la agraviada el servicio de agua en el inmueble del que
es propietaria, que según se evidencia de autos constituye el hogar de ella y su núcleo
familiar y el agravio que le causa su suspensión por una persona desprovista de
cualquier autoridad, y sin que haya mediado un proceso debido, a través del cual la
agraviada demostrara lo legítimo o no de la falta de cumplimiento de pago de la cuota
de condominio que se le exigía, para que se le aplicara una penalidad, además tan
severa, como es la suspensión del suministro de agua.
Observa la Sala entonces que, el examen efectuado por el Juzgado Superior Décimo en
lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, el 2 de diciembre de 2002, para decidir el asunto que se sometió a su
conocimiento en segunda instancia, fue escaso dada la entidad de las violaciones
planteadas. Además, evidencia una absoluta inmotivación e incongruencia –como lo
alegara la solicitante de la presente revisión-, toda vez que debió limitar su análisis a
los hechos realmente planteados en la demanda, en la que en modo alguno se
planteaba la nulidad, si bien se cuestionaba, de la normativa contenida en el
Documento de Condominio que regula al referido Edificio, así como también resulta
obvia la prescindencia de una adecuada argumentación orientada a la determinación
de la infracción o no de principios constitucionales, que hiciera procedente la acción.
Por tanto, debió entonces el referido Juzgado Superior confirmar la decisión del a
quo, quien si apreció aunque muy reducida la violación constitucional alegada, y no
como debió proceder como lo hizo, al revocar aquella causando un perjuicio al
justiciable y evadiendo el deber que tenía como juez constitucional de ampararlo en el
goce y disfrute de sus derechos y garantías constitucionales.