Interrupciónytrabasdearmas
Interrupciónytrabasdearmas
Interrupciónytrabasdearmas
acerrojamiento incompleto pistola glockLa interrupción más sencilla de solucionar puede ser la
que llamaremos acerrojamiento incompleto. Este mal acerrojamiento, u obturación incompleta, se
produce casi siempre que el tirador acompaña la corredera (carro en algunos países) en su
recorrido de avance al tiempo de alimentar la recámara. Los instructores, para evitar esto, suelen
hacer hincapié en que la corredera se debe dejar avanzar con toda la fuerza que proporciona el
muelle recuperador. En este caso, el mecanismo que interviene es el interruptor o desconector de
disparo. Al hallarse parcialmente abierta la corredera (mal obstruida) este mecanismo impide que
se pueda producir el disparo. Un débil empuñamiento durante el tiro también favorece este
problema.
El consumo de munición en mal estado o con poca fuerza (escasa de carga de proyección)
también puede dar origen a este tipo de interrupciones. Cuando el cartucho disparado carece de
potencia, éste, mediante la vaina, no empuja hacia atrás la corredera con energía suficiente como
para que alcance su posición más retrasada. La corredera, sin este completo recorrido, no se cierra
y, por tanto, no obtura sus mecanismos.
Ante una interrupción, lo primero que hay que hacer es sacar el dedo del interior del arco
guardamonte
golpeo corredera pistola encasquillamientoCuando esta traba se produce, la recámara queda
entreabierta dejando ver levemente, por la ventana de expulsión, la parte trasera del cartucho allí
alojado. Por tanto, la recámara queda incompletamente alimentada. Para dejar el arma presta en
condiciones óptimas de disparo, basta con dar un seco y brusco golpe sobre la parte trasera de la
corredera. Si el arma cuenta con martillo externo, es mejor golpear la zona más alta del carro
(cerca del alza). Así se consigue que la corredera avance unos milímetros y complete el cierre y
sellado de la recámara. En cualquier caso, este golpe se debe aplicar con la palma de la mano de
apoyo, también llamada débil, en dirección “alza a punto de mira”.
Seguramente huelga decir que para ejecutar esta maniobra, como para realizar cualquiera de las
otras que vamos a conocer y analizar aquí, lo primero que hay que hacer es extraer el dedo del
interior del arco guardamonte, o sea, que nada debe estar en contacto con el disparador. Esto no
solamente debe aplicarse en estos casos, sino en todas aquellas manipulaciones en las que no
exista intención inmediata de disparar.
Si tras dos intentos (dos golpes secos con la mano) no se consigue obturar el arma, se recomienda
lo siguiente: extraer el cargador, tirar de la corredera para sacar el cartucho o la vaina que quedó
mal alojada en la recámara (tirar dos o tres veces para garantizar la operación), volver a introducir
otro cargador o el mismo que se extrajo si es que aún contiene munición, y montar la pistola.
¡Voila! Ya estaríamos en disposición de disparar.
Fallo de disparo
Durante algunos entrenamientos se produce, por cosa de las prisas y los nervios, una mala
introducción del cargador en su alojamiento, o sea, en el brocal del cargador. De producirse esto,
la corredera no podría arrastrar el primer cartucho del cargador hasta la recámara, al avanzar para
alcanzar la obturación. Por ello, tras cerrarse la corredera y presionarse el disparador, no se
produciría disparo alguno. La recámara se hallaría vacía, porque ningún cartucho pudo ser
depositado en ella. ¡Ah! No hay estrés superior al de una situación real en la que peligra vida, por
muy progresista que sea el programa de adiestramiento.
pistola encasquillamiento cargador problemaOtra incidencia muy similar a la anterior puede ser
aquella en la que estando correctamente introducido el cargador, éste se libera mediante la
presión accidental de su retén. Presentada tal incidencia, el cargador se descolgaría unos
milímetros por la zona de carga. Cuando esto se produce, no siempre es detectado con celeridad.
La situación es, desde ese instante, idéntica a la que vimos anteriormente. En el primer caso el
cargador no estaba bien insertado, y aunque en el otro supuesto sí estaba correctamente
alojado…, quedó involuntariamente desactivado.
La incompleta introducción del cargador a veces es detectable a simple golpe de vista, pues puede
quedar excesivamente asomado por la empuñadura del arma. En ocasiones solamente se
desprende hacia abajo unos milímetros (es lo más frecuente), los cueles son más que suficientes
para apadrinar el fiasco. Esta modalidad de fallo de disparo lo es por mala alimentación. Más bien
nula alimentación. Es de muy fácil solución: solo hay que golpear el cargador con energía hacia
el interior del arma, tras lo cual nada más que restaría volver a montar la pistola. Si el arma
contase con seguro de cargador, mecanismo no recomendable en armas destinadas a tareas de
seguridad y defensa, el cartucho alojado en la recámara no podría ser disparado debido a la
incompleta introducción del propio depósito de munición.
Otra modalidad podría ser aquella en la que se presiona el disparador y, aun ocupando un
cartucho la recámara y el cargador su brocal, no se produce el tiro. En estos casos el problema
puede provenir de defectos en la munición o de una avería en el sistema mecánico de percusión.
Si estamos ante la opción mencionada en segundo lugar, la resolución será muy complicada in
situ, pues casi siempre se requerirá de las manos de un armero, amén de precisarse, normalmente,
de piezas nuevas de recambio. Si por el contrario nos encontramos con un problema del cartucho,
salvar la traba sería cosa sencilla. En tal caso, bastará con tirar hacia atrás de la corredera y
dejarla avanzar por sí sola. De este modo se consigue extraer el cartucho defectuoso que ocupaba
la recámara, mientras que a la par se vuelve a alimentar con el cartucho que ocupaba el primer
lugar en el cargador.
Fallo de expulsión
expulsor pistola glockEste fallo aparece, casi siempre, por el mal estado de la carga de proyección
del cartucho o por insuficiencia en la propia carga propelente. Cuando tal caso se produce, la
vaina suele quedarse en el interior de la recámara, aun cuando el proyectil haya sido expulsado
por la boca de fuego. Cabe la posibilidad de que la munición se encuentre en perfecto estado,
pero que el mecanismo de expulsión y/o extracción del arma estén averiados o hayan fallado.
encasquillamiento pistolaTambién puede darse el caso de que la recámara esté ocupada por un
cartucho entero y percutido, el cual, por fallo de la cápsula de ignición (o de la pólvora), no ha
desembocado en el deseado disparo. Esta traba fue analizada, párrafos atrás, en los supuestos de
fallo de percusión, pero vuelvo a incluirla en este punto por compartir el mismo método de
resolución. Puede ocurrir incluso que la vaina quede atrapada, ya tras el disparo, entre la
corredera y la parte anterior del cañón, o pillada en la propia ventana de expulsión sin permitir el
cierre del arma. En este caso se puede comprobar muy rápidamente, con un vistazo, que la pistola
está interrumpida por el casquillo incompletamente expulsado: efecto chimenea. Suele dar mucho
cante.
solucionar interrupción pistolaSolventar una de estas interrupciones es una tarea rápida y fácil de
llevar término. Una vez detectado el problema, solamente hay que girar el arma hacia el lado de
la ventana de expulsión para facilitar, posteriormente, la caída de la vaina hasta el suelo (por
efecto de la gravedad). A la vez que se practica el giro antedicho, hay que tirar hacia atrás de la
corredera. La vaina, con esta última maniobra, queda desprendida. Tras ello, al avanzar
nuevamente el carro hacia delante, se introduce un nuevo cartucho en la recámara (siempre que
todavía quede al menos uno en el cargador). Ni que decir tiene que esta maniobra, como cualquier
otra, hay que efectuarla dirigiendo la boca de fuego hacia una zona de no riesgo. En caso de tener
que solventar la traba en el transcurso de un enfrentamiento, el cañón debe quedar dirigido hacia
el agresor. Si se produjera una descarga involuntaria, un tiro escapado que decimos en el argot, la
bala volaría en dirección al enemigo, con lo que, con suerte, se reduciría el riesgo de lesionar a
inocentes.
Los agarres débiles, suaves o flojos, a nivel de la empuñadura, también provocan muchísimos
contratiempos de alimentación. En tales supuestos, tras disparar con la mano-muñeca floja, la
vaina del cartucho disparado podría quedar en modo chimenea o similar, interrumpiendo el
avance de la corredera. Por consiguiente, la nueva alimentación no se podría culminar.
Doble Alimentación
Este supuesto es, con total seguridad, el que presenta más complejidad a la hora de lograr su
resolución. La doble alimentación se produce cuando un cartucho queda alojado en la recámara
durante la secuencia de tiro mientras otro, a la par, trata de acceder a la misma (a la recámara), sin
que ello pueda ser posible por hallarse ya ocupada. Esto provoca la inutilización momentánea del
arma. Un caos temporal, pero que puede resultar definitivo.
doble alimentación pistola
Esta imagen superior se muestra lo que sucede cuando falla la extracción en una pistola. La vaina
permanece en la recámara después de haberse efectuado el disparo. La corredera recogió otro
cartucho del cargador e intentó introducirlo en la recámara. Esta interrupción se conoce como
doble alimentación.
También podría producirse el disparo y que la vaina, durante el retroceso (buscando la expulsión),
se desenganchara de la uña extractora quedando nuevamente alojada en la recámara. Esto
supondría un grave inconveniente, porque mientras esto estuviese sucediendo… otro cartucho
estaría intentado ocupar también la recámara. Otras veces será el tirador quien, por no tirar
completamente de la corredera hacia atrás al extraer el cartucho, dejará la bala alojada mientras
que en el avance incompleto de la corredera otra (bala) esté tratando de llegar al mismo sitio, o
sea, también a la recámara.
Es frecuente ver que cuando se detecta una interrupción de acerrojamiento incompleto,
principalmente por acompañamiento del carro, el tirador trata de solventarla tirando de la
corredera en vez de golpearla hacia delante. Esto puede dar pie, también, a una doble
alimentación.
La maniobra que devuelve el arma a situación de tiro es la más laboriosa de cuantas se han
analizado aquí, hasta el momento, máxime si hay que ejecutarla bajo fuego hostil. Una vez
detectada la traba: con la mano de apoyo tenemos que extraer el cargador (con energía, con un
tirón). Tras ello hay que tirar enérgicamente de la corredera (dos veces, para garantizar la
extracción del cuerpo alojado en la boca de carga). A la par que se hace lo anteriormente descrito,
hay que girar el arma lateralmente hacia el lado de la ventana de expulsión. Incluso se podría
tener que volcar la pistola, por la ventana, en dirección al suelo (esto dependerá del tamaño del
hueco de expulsión).
Finalizada la maniobra, el cartucho o la vaina que ocupaba la recámara debería haber caído ya al
suelo, pudiendo insertarse nuevamente el cargador. Únicamente restaría montar de nuevo el arma,
para que el primer cartucho que asoma por sus labios del cargador se introduzca en la boca de
carga, por acción del arrastre de la corredera en su recorrido de avance
Con el adiestramiento adecuado se puede practicar un truco que ayuda, a veces mucho, a
garantizar el fuego. Se trata de rozar o golpear el cargador contra el muslo, por la zona de los
labios, una vez es arrancando del brocal. Con ello se consigue que el díscolo cartucho que ocupa
el primer lugar caiga al suelo. Esta bala suele sobresalir excesivamente por los labios del
cargador, lo que podría dar pie a una nueva interrupción. Con el truco de marras se elimina el
riesgo.
Si el cargador extraído posee ya pocos cartuchos, recomiendo dejarlo caer al suelo e introducir
otro con más munición. Este abandono solo es recomendable en caso de estar ante una recarga de
emergencia. Una vez resuelta la interrupción, casi siempre precisaremos suficiente potencia de
fuego para afrontar una posible nueva defensa. Así las cosas, mejor no tener que efectuar un
cambio de cargador tras la incómoda y estresante maniobra de la doble alimentación.
Algunos instructores instan a desechar el cargador extraído, proponiendo usar siempre uno nuevo.
La verdad es que esta recomendación se traduce en una más rápida solución, pero solamente es
válida para quienes portan suficientes cargadores y, además, los lleven colocados en el lugar
adecuado del cinturón, cosa muy pero que muy poco frecuente. Si el cargador que se pretende
reponer está a trasmano y desperdigado sin sentido por el contorno del cinto, la maniobra no se
podría ejecutar con la celeridad deseada y necesaria. Los cargadores de repuesto deben estar,
como todo el equipo, estratégicamente localizados en la cintura o en el chaleco táctico. No, no y
no, todo no vale en cualquier sitio. Por cierto, si se presta servicio en unidades de calle,
recomiendo ir provisto de dos cargadores de refuerzo, y si se trabaja en otros destinos, también.
Nunca se sabe, pero eso sí, tampoco hay que caer en la paranoia.
Todas estas manipulaciones pueden realizarse con bastante rapidez, pero requieren de
entrenamiento guiado por instructores avezados. En una situación real de confrontación armada
todo resulta bastante más dificultoso que en la galería. Lo que en el campo de tiro resulta fácil y
cómodo, en el momento crucial del “a vida o muerte” puede convertirse en una tarea imposible de
llevar a término.
El Tap-Rack-Bang (TRB)
De nombre onomatopéyico, esta técnica ofrece la posibilidad de devolver el arma, con garantía y
seguridad, a la situación de fuego. Permite solventar, rápida y eficazmente, casi todas las
modalidades de interrupciones estudiadas en los párrafos precedentes. Las dos únicas trabas que
no pueden ser resueltas con el TRB son la de la doble alimentación y la de acerrojamiento
incompleto.
Es cierto que cada tipo de interrupción tiene una manera directa de subsanación, pero ello
requiere que el tirador advierta, suficientemente, ante cuál de las modalidades de traba se
encuentra. Para discernir esto con suficiente claridad habría que consumir cierto tiempo en
observar el arma, pensar y decidir cuál de las técnicas conocidas se va a usar, y luego ejecutarla.
Todo esto puede hacerse durante un entrenamiento (invertir el lapso), pero es un lujo del que no
siempre se disfruta en una acción real. Además, ¿acaso en el curso de una confrontación seria se
puede conservar capacidad cognitiva bastante como para poder discernir eficazmente, sin meter la
pata? ¿Se mantiene bastante habilidad digital como para materializar velozmente tantas
manipulaciones? No, rotundamente no. Ante tales situaciones hay que simplificar. No conviene
olvidar la ley de Hick sobre operaciones sencillas (Hick y Hyman, 1951): el tiempo de respuesta
es mayor cuando existen más estímulos donde elegir. Pues eso.
El nombre de la técnica TRB nace del sonido que provocan las siguientes maniobras:
Golpe a la base del cargador: Tap
Tirar de la corredera hacia atrás para expulsar una vaina o un cartucho alojado en la recámara, o
incluso un casquillo atrapado en la ventana de expulsión, y liberar el carro para alimentar
nuevamente la recámara con otro cartucho: Rack
Finalmente, el sonido del disparo que la traba impedía: Bang
La filosofía de esta técnica consiste en que en el momento que se accioné el disparador y no se
produzca el disparo, el tirador haga uso de la TRB sin demora de tiempo, aun cuando no sepa la
causa concreta de la interrupción, descartada previamente la doble alimentación y el
acerrojamiento incompleto. O sea:
Golpear el cargador hacia dentro, por si se trata de una mala alimentación por alojamiento
incompleto del cargador.
golpear cargador pistola Tap
Arrastrar la corredera y posteriormente liberarla por si hubiera una vaina o un cartucho alojado en
recámara (extraería el cuerpo allí instalado). Sirve también cuando un casquillo asoma por la
ventana de expulsión a modo de chimenea. El arma, tras esto, quedaría nuevamente cargada.
Puede que la pistola esté incluso sin alimentar por error u olvido, pero tras las manipulaciones
descritas quedaría presta para el fuego.
rirar de la corredera interrupción pistola rack
Finalmente, siempre que no se esté ante una doble alimentación o un acerrojamiento incompleto,
y si aún existen cartuchos en el cargador, ya se podría producir el bang, que es el resultado
pretendido: el disparo.
disparo con pistola
Todos los supuestos expresados son fácilmente reproducibles durante los entrenamientos. Se
pueden simular encasquillamientos en las sesiones de tiro en seco y en las de fuego real. Para ello
se deben emplear cartuchos dummys o aliviapercutores, los cuales, debidamente mezclados en el
cargador con cartuchos reales, provocarán trabas en la secuencia de tiro. Igualmente producirán
interrupciones los cartuchos débilmente recargados, pero estos también pueden propiciar
accidentes: proyectiles encajados en el interior del tubo-cañón.
Circunstancia poco estudiada
Durante las prácticas de tiro de los policías no son pocas las ocasiones en que se detectan
problemas de alimentación en las pistolas, estando motivadas, en este caso, por defectos físicos
de la munición. Los cartuchos que suelen producir estos fallos son, casi siempre, el primero o el
segundo de los situados en la parrilla de salida del cargador.
Quienes trabajan con cartucho en la recámara, cosa aconsejable si se está bien adiestrado y
debidamente concienciado y mentalizado, suelen meterle diariamente uno de los que se encuentra
en el cargador. Casi siempre se hace montando el arma de modo natural, o sea, dejando avanzar la
corredera. A la larga, tras muchas repeticiones, si estas balas no son permutadas por otras nuevas,
la maniobra termina provocando alteraciones físicas en los cartuchos que día tras día son
sometidos a tal fatiga.
cartucho pistola acoratado alargadoDos son las posibles modificaciones que los cartuchos pueden
sufrir por esta causa: la elongación y el acortamiento. La primera modalidad aumenta la longitud
total del cartucho. La otra forma es totalmente contraria: acorta la longitud total del cartucho, por
la inserción forzada del proyectil hacia el interior de la vaina. Por culpa de ambas malformaciones
pueden sufrirse muy serias y peligrosas interrupciones durante la secuencia de tiro.
De repetirse diariamente la maniobra de alimentación del arma y su posterior vaciado para
nuevamente proceder a la carga, dependiendo de qué tipo de rampa de alimentación posea la
pistola, se producirá a la larga una u otra deformación en la cartuchería. Esto ocurrirá si frecuente
y prolongadamente en el tiempo se realizan tales operaciones. Estas manipulaciones suelen
ejecutarse durante las prácticas de tiro o ante la necesidad diaria de alimentar y vaciar el arma
cuando se inicia y finaliza el turno de servicio.
El mero hecho de que los cartuchos permanezcan un excesivo espacio de tiempo en los
cargadores y en la recámara, y a la vez en sus fundas, ya es motivo de desgaste. La inercia a la
que está sometido el cartucho ubicado en la recámara puede favorecer, a la larga, el alargamiento
por deslizamiento del proyectil (efecto de la gravedad). Carreras, saltos, caídas, movimientos
bruscos, etc., también ayudarán a ello. La continua exposición al sol, al frío, a la humedad, a la
lluvia y, en general, a las inclemencias del tiempo, afectará negativamente al mantenimiento
general de la munición. Las armas y los cargadores de los profesionales de la policía, de la milicia
o del sector privado de la seguridad, están expuestos durante años a todos estos cambios y
circunstancias.
El acortamiento de la longitud del cartucho se produce por el continuo choque del proyectil
contra la rampa de alimentación de la recámara. Esto será más frecuente en según qué tipo de
armas. Tampoco hay que despreocupar la limpieza y el mantenimiento del arma y la buena
conservación y calidad de la propia cartuchería.
Para evitar estas alteraciones métricas existen varios remedios básicos y generales:
Cambiar con cierta frecuencia la munición de los cargadores, sea o no sea utilizada en maniobras
de manipuleo.
Para practicar la alimentación del arma o la resolución de interrupciones, siempre deben
emplearse cartuchos inertes o aliviapercutores. De este modo se anula la posibilidad de una
descarga involuntaria y se evita fatiga innecesaria a los cartuchos cargados.
Para acabar, no me quiero sustraerme al impulso de recordar que el cuerpo humano experimenta
una serie de cambios biológicos y neuro-psicofisiológicos autónomos que afectan positiva y
negativamente al comportamiento del organismo, cuando se perciben acciones hostiles graves.
Algunos de los puntos más negativos son la pérdida de capacidad cognitiva y de habilidad motora
digital. Meditar sobre qué tipo de maniobra hay que realizar, para luego llevarla a término, será
algo muy complicado en tales condiciones de descontrol emocional.
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