Aristoteles vs. Platon

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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO

ESCUELA PROFESIONAL DE ECONOMIA

CATEDRA: DOCTRINAS ECONOMICAS I

ARISTÓTELES CONTRA PLATÓN

Una visión «interesada» de la historia de la moneda ha hecho predominar la


visión aristotélica de la moneda (tercera mercancía con valor intrínseco) por
encima de la visión platónica (signo monetario abstracto con el cual hacer una
regla de tres).

Inevitablemente, tenemos que hacer referencia, aunque sea mínimamente, a la


historia para intentar comprender de dónde ha surgido el enredo. Es entre Platón
y Aristóteles que los libros de historia del pensamiento económico sitúan
normalmente el inicio de la polémica sobre la moneda.

Platón propuso que el dinero fuese un «símbolo» arbitrario para facilitar el


intercambio. Era hostil al uso del oro y de la plata ya que, según él, el valor del
dinero tenía que ser independiente del material con el que se fabrican las
monedas.

Aristóteles, en consciente oposición a la teoría de Platón, fue el padre del


siguiente razonamiento: (partiendo de estas premisas) la existencia de una
sociedad no comunitaria implica el intercambio de bienes y servicios; este
intercambio toma al principio la forma de trueque; pero la persona que desea lo
que otra tiene carece, tal vez, de lo que ésta desea; (concluye) será, por lo tanto,
necesario aceptar a cambio alguna otra cosa que no se desea, con el fin de
obtener lo deseado por medio de otro trueque; entonces este hecho inducirá a la
gente a elegir una mercancía como medio de cambio; los metales acostumbran
a ser escogidos por sus características de homogeneidad, divisibilidad,
manejabilidad y estabilidad relativa del valor. Esta visión metalista ha
predominado hasta hace muy poco, a pesar de las graves contradicciones a que
la realidad la ha sometido.

En resumen, éstas son las dos posiciones sobre las que a lo largo de los siglos,
en Occidente, se han ido haciendo diversas variaciones sobre dicho tema sin
demasiado acuerdo. Las teorías a veces eran complementarias y a veces
contradictorias con las prácticas monetarias. La historia de la moneda y de sus
teorías es una historia llena de confusión y de crisis.

El propio Schumpeter en su monumental obra sobre la historia


del análisis económico1, reconoce que «cualquiera que sean sus
debilidades, esta teoría -de Aristóteles- aunque siempre fue
discutida, predominó substancialmente hasta finales del siglo XIX
e incluso más tarde. Es la base del núcleo de todo trabajo
analítico realizado en el terreno del dinero». Ha influido de

1
manera tan poderosa que hoy en día el ciudadano corriente continúa pensando
que el papel moneda que se emite corresponde a una cantidad de oro encerrada
en los sótanos del banco central y desconoce, en general, la creación bancaria
de dinero.

Las teorías monetarias actuales reconocen y aceptan los cambios realizados en


el sentido de la progresiva abstracción de la moneda, pero, a pesar de que
muchas de ellas describen una realidad monetaria totalmente desvinculada de la
teoría metalista continúan estando, en general, bloqueadas para imaginar un
sistema monetario diferente. El sistema monetario se convierte, así, en el fruto
de los acuerdos entre las potencias económicas y en el resultado de los fracasos
de las autoridades monetarias mundiales, siempre tentadas a arrastrar el peso
de los metales ante la «magia» de un dinero desvinculado de todo, que el
sistema bancario ha creado y que no se sabe controlar.

Todo ello es el resultado del dominio -teórico y práctico-


de la visión aristotélica -el metalismo- que ha durado
hasta hace muy poco. «El metalismo teórico,
generalmente asociado con el práctico, aunque no
siempre, se mantuvo en vigor a lo largo de los siglos XVII
y XVIII y triunfa, finalmente, en la «situación clásica»
cristalizada en el último cuarto del siglo XVIII. Adam Smith
ratifica substancialmente el metalismo. Y durante más de
un siglo fue aceptado casi universalmente -por Marx,
implícitamente, más que por ningún otro- hasta el punto
de que la mayoría de los economistas llega a sospechar
no sólo de la inconsistencia del razonamiento, sino incluso
algo así como de propósitos inconfesados detrás de toda
expresión de opiniones antimetalistas2».

«Pero, también, hubo una tradición antimetalista sin duda


más débil, pero no menos antigua, si se admite que sus
orígenes se encuentran en la obra de Platón3».

Uno de los intentos más audaces tanto en el campo teórico


como en el práctico fue el llevado a cabo por John Law en
Francia a principios del siglo XVIII. «Elabora la doctrina
económica de su proyecto con una brillantez y con una
profundidad que le sitúan en la primera fila de teóricos monetarios de todos los
tiempos. Pero es evidente que su análisis fue condenado durante dos siglos
aproximadamente, principalmente por el fracaso de su Banque Royale (...) de la
Compagnie des Indes absorbida por ella, debido a que las aventuras coloniales
en que estaba envuelta la segunda no resultaron ser en aquel momento sino
fuente de pérdidas».

«Si aquellas empresas hubieran sido un éxito, el grandioso intento realizado por
Law de controlar y reformar la vida económica de una gran nación mediante los
resortes financieros habría asumido un aspecto muy diferente para sus
contemporáneos y para los historiadores». «Law subraya que las virtudes del
papel moneda consisten en que su cantidad se puede reducir a

2
una administración racional». «La plata que sirve de dinero (...) es perfectamente
sustituible por un material más barato y, en caso límite, incluso por un material
que no tenga ningún valor como mercancía, como el papel impreso, ya que el
dinero no es el valor por el que se intercambian bienes, sino el valor mediante el
que se cambian». «Existía un gran plan, muy avanzado y en el camino del éxito:
era el plan de controlar, reformar y elevar a los más altos niveles la economía de
Francia. Esto es lo que hace del sistema Law el antepasado genuino de la idea
de moneda dirigida [lo que] significa administración de la moneda y del crédito
como medio de dirigir el proceso económico (...) idea posteriormente perdida...
hasta que se impuso a partir de 19194».

Este es un ejemplo del peso de la inercia de los paradigmas que constituyen,


guían y encajonan nuestra visión de la realidad. Cuando en 1919 se empieza a
aceptar el papel moneda y a superar la necesidad de su convertibilidad en oro,
ya se iba de nuevo con retraso. La extensión de las cuentas corrientes y de los
cheques, con la correspondiente expansión del crédito y la invención de dinero
bancario, comenzaba a hacer insuficiente el uso del papel moneda que ya no era
adecuado para «reducir su cantidad a una administración racional» como decía
Law. Hoy, con la introducción masiva de tarjetas de pago, se reduce todavía más
el efectivo en manos del público y aumenta, por tanto, la capacidad de creación
de depósitos bancarios, de manera que billetes y piezas metálicas tienen cada
vez menor cuota de uso.

Notas:
1
Schumpeter, Joseph A. (1954), Historia del Análisis Económico, Editorial Ariel, Barcelona, 1982, página
100.
2
Íd., página 338.
3
Íd., página 341.
4
Íd., página 343.

COMPILADO PARA EL REFORZAMIENTO DE LA CATEDRA DE DOCTRINAS


ECONOMICAS I

Docente: Teodoro Martínez Inoñán, Econ.

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