Charles Darwin
Charles Darwin
Charles Darwin
(1809/02/12 - 1882/04/19)
Naturalista británico
–Un científico no debería tener deseos, ni
afectos, un simple corazón de piedra–
Familia
Fue el quinto de los seis hijos del doctor y financiero Robert Darwin, y de
Susannah Wedgwood. Nieto de dos prominentes abolicionistas: Erasmus
Darwin por parte de padre y de Josiah Wedgwood por parte de madre.
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Estudios
Desde septiembre de 1818 y junto a su hermano mayor Erasmus, asistió
a la cercana Shrewsbury School, escuela anglicana. Al finalizar sus
estudios en 1825 en esta institución, ingresó en la Universidad
de Edimburgo, donde comenzó a estudiar medicina. Dos años después
dejó la carrera y fue admitido en la Universidad de Cambridge con el fin
de convertirse en ministro de la Iglesia de Inglaterra. Allí conoció
al geólogo Adam Sedgwick y al naturalista John Stevens Henslow.
Naturalista
En 1831 obtuvo el graduado en Cambridge, tras lo que se enroló a los
veintidos años en el barco de reconocimiento HMS Beagle como
naturalista sin paga, para emprender una expedición científica
alrededor del mundo.
Descubrimientos
En sus observaciones geológicas, Charles Darwin se mostró muy
sorprendido por el efecto de las fuerzas naturales en la configuración de
la superficie terrestre. En esta época, la mayoría de los geólogos
apoyaban la teoría catastrofista, que defendía que la Tierra era el
resultado de una sucesión de creaciones de la vida animal y vegetal, y
que cada una de ellas había sido destruida por una catástrofe repentina.
Según esta teoría, el diluvio universal, había destruido todas las formas
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de vida que no habían sido incluidas en el arca de Noé.
La Teoría de la Evolución
En 1836, tras su regreso a Inglaterra, se dedicó a reunir sus ideas
acerca del cambio de las especies. Encontró la explicación de
la evolución de los organismos al leer el libro Ensayo sobre el
principio de población (1798) del economista británico Thomas Robert
Malthus, que explicaba cómo se mantenía el equilibrio en las
poblaciones humanas.
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Malthus sostenía que ningún aumento en la disponibilidad de alimentos
básicos para la supervivencia del ser humano podría compensar el ritmo
de crecimiento de la población. Este, tan solo podía verse frenado por
limitaciones naturales, como las hambrunas o las enfermedades, o por
acciones humanas como la guerra. Aplicó este razonamiento a los
animales y las plantas, y en 1838, había conseguido una orientación de
la teoría de la evolución a través de la selección natural. Sus
siguientes veinte años los dedicó a esta teoría y a otros proyectos
de historia natural.
Aunque los ataques a las ideas de Darwin que encontraron mayor eco no
provenían de sus oponentes religiosos. La idea de que los seres vivos
habían evolucionado por procesos naturales negaba la creación
divina del hombre y parecía colocarlo al mismo nivel que los animales.
La jerarquía anglicana lanzó sermones incendiarios contra la selección
natural y los caricaturistas de los periódicos victorianos ridiculizaron al
científico retratándolo como un mono peludo e iletrado.