Formacion Del Mercado Interno Colonial

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Trajines

Un Capítulo en la formación del Mercado Interno


Colonial
Luis Miguel &lave
que para sustentar esta tierra es menes-
ter que se conseruen en ella los españoles
porque sin ellos los yndios se alzarían y vol-
uerian a sus ydolatrias antiguas y que ansi
mismo es necesario se conserben los naturo-
les pues para esto benimos a esta tierro y
también porque sin ellos no se conserbarian
aca los españoles".
Licenciado Castro
1567
(AGI-LIMA 300)

Es un hecho indudable que en las últimas décadas nuestros conoci-


mientos sobre la historia del Perú al arribo de los españoles y en el primer pe-
ríodo de la época colonial se han revolucionado. Una suerte de consigna guió
la preocupación historiográfica reciente : recuperar la "visión de los venci~
dos". La relectura de las crónicas españolas, a la luz de nuevas preguntas, fue
acompañada por la explotación de la abundante-documentación administra-
tiva española referente a los distintos grupos étnicos, la que consideramos

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Estudios _ _ __ ____ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ __

una veta fundamental. El interés por la estructura económico-social del iiµpe-


rio de los incas nos permitió , sin embargo; ver permanencias del modo andi-
no de vida durante el nuevo período histórico que se abre desde la tercora dé-
cada del siglo XVI; pero también, el impacto profundo en esas esttticturas
que la nueva situación creó: la "desestructuración", para usar un térinino de
Wachtel (l ).
Lo que este artículo pretende es señalar una deficiencia que, en tér-
minos de la orientación de las preguntas, puede generar esta importante "vi-
sión de los vencidos". Justamente, el período histórico en que los grupos in-
dígenas fueron los "vencidos" requiere de una recuperación metodológica.
Por tal motivo suscribo y subrayo el testimonio del licenciado Castro con
que empieza este trabajo. No se trata de recusar la a·s imetría en las relaciones
entre "españoles" e "indios", que más propiamente debe llamarse explota-
ción , sino de reconocer la necesaria relación e interdependencia de esos gru-
pos sociales. Las estructuras económico-sociales coloniales fueron resultado
de una intergeneración de los elementos que se habían o se estaban desarro-
llando en .el espacio andino y los que los invasores comenzaron a desarrollar
en su nuevo orden, pero siempre sobre aquel determinante te4ón de fondo .
Por eso , nos resulta insuficiente la imagen de una estructura que golpeada
desde afuera se "desestructura" y ' se pierde, como es también insuficiente
pretender que una nueva estructura fue "traída" mágicamente en las inten-
ciones e intereses de los invasores.
Una reciente contribución del profesor F. Pease ( 1982) nos habla,
por ejemplo, de un "régimen comercial inaugurado con la invasión españo-
la" (p .108). Reiteradamente, Pease menciona el "sistema español" (p. 109),
el "comercio inaugurado por los españoles después de la invasión del siglo
XVI" (p. 107) o, para desechar cualquier preocupación del lector, el "cono-
cido régimen comercial introd~cido , después de la invasión española" (p.
1 17). Así, hay un~ estructura aparentemente bien estudiada~ la estructura
" española", que es. casi un sinónimo de la estructura "comercial", mientras
el autor referido concentra su atención en otra estructura, diferente y poco
conocida: la pervivencia del "régimen de intercambio restringido andino"
o los "mecanismos andinos de intercambio restringido" (p. 117) que pue~
den incluso ser usados por los españoles dentro de esa otra estructura ya co-
nocida . Lo cuestionable no es la legitimidad histórica del interés por la per-
vivencia de lo indígena , sino, justamente, el resultado que en términos del
conocimiento real de las bases materiales de aquello, se puede obtener con
esa visión dual.
Dos . orientaciones guiarán entonces la reflexión contenida en este
artículo. Una primera, que el régimen comercial que se desarrolla en la se-
gunda mitad del siglo XVI no es tan "conocido" como pudiéramos desear y,
una segunda, que este régimen no es "español", si con ello se pretende un
origen, aunque sí lo es en términos de un signo de hegemonía, y en este
sentido es más pertinente trabajar con el término "colonial".

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Trataremos, pues, de contribuir al conocimiento de las estructuras de


mercado que internamente se generan en el espacio peruano, desde una pers-
pectiva regional restringida a la particular dinámica del sur del virreinato.
Nuestra atención se centrará en la esfera de la circulación. Sin embargo, la
circulación aparecerá por un lado, en términos de un momento de la prod uc-
ción social, y por otro, no menos importante, en términos de la producción
de la circulación misma.

LAS CIUDADES Y EL ESPACIO ECONOMICO DEL SUR DEL VIRREI-


NA TO PERUANO.

Para empezar, presentemos un "esquema gráfico" de la organización


espacial de la economía y, sobre todo , de los intercambios que queremos
analizar. El esquema resume tres niveles de relaciones. Empecemos por el
más general.

El eje central ordenador del Espacio.

Sin abundar en esto , no deja de ser necesario recordar la importancia


medular de la economía minera en la estructura económica colonial. El pro-
fesor Assadourian (l 982) se ha encargado de recordarlo más de una vez y.
usando las expresiones de los contemporáneos. podemos concordar en lla-
mar a las minas del "cerro rico" de Potosí y su actividad como el "motor"
de toda la economía colonial. La preocupación por la salida del mineral ha-
cia la metrópoli fue siempre en la historiografía americanista una constante.
por eso, otro trabajo de Carlos Sempat Assadourian ( 1979) nos hizo reorien-
tar esa vieja preocupación recordando que, antes de salir, el metal circula al
interior del espacio peruano y que su producción implica toda una amplia
red de intercambios internos.
Potosí resultó ser el eje en torno al cual se orientaron "los esquemas
regionales de producción, de migraciones y de circulación monetaria" (Me-
llafe 1970, 95) que los colonizadores fundaron en el espacio del sur del vi-
rreinato. Su influencia llegó a los más alejados lugares y, sobre todo , a partir
de su segunda época, desde 1570, con la introducción del azogue y la funda-
ción del "sistema" toledano, significó un claro impulso del mercado interno
colonial que se fundó (Assadourian 1979) justamente en torno al afán meta-
lista de los españoles. Ya en 1573 su población era de 120,000 habitantes y
siguió creciendo hasta llegar a 160,000 en el siglo siguiente. Los "tratos y
contratos" eran permanentes y cotidianos en la vida de esos hombres. La
mercancía era la forma de todo lo que ellos necesitaban para vivir y el trato
mercantil fue actividad cotidiana de todos. No deja de ser ilustrativo a este
respecto un comentario de Marie Helmer (19 5 9, 8) : "hasta el grave corregi-
dor de La Plata, el licenciado Polo de Ondegardo , jurisconsulto eminente y
gran conocedor de antigüedades incaicas vende azúcar, 'diacitron' y confi-

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ESQUEMA GRAFICO DEL ESPACIO ECONOMICO DEL SUR
o
LIMA
>


o REGIONES:
cu seo
AREQUIPA
LA PAZ
LA PLATA
l.

2.
3.
4.
5.
Articulan un espacio produ ctivo circundante y viven de
sus flujos mercantiles.
Van al mercado.
Son mercado.
Se especializan y complementan.
Se definen por sus funcion es urbanas ademis del hecho
:!!
"E
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ca
t:
' · \ del mercado. ·;;
GI
a:
-.............

ESPACIO DEL
TRAJIN ¡ l.
2.

3.
Carece de panllevar : io recibe de íu era.
Tie ne ganado en abundancia y trabajo
para el transporte.
Es por donde circula físicamente el trajín.

',¡¡~
Pacaje
... ........ ..\ Chucuito

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w
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _G/ave: Trajines

turas como cualquier tendero". No olvidemos que Polo fue antes corregidor
de Cusco y que de esa región comenzó a circular el azúcar (Glave 1980). Las
relaciones económicas que los hombres establecían para pagar las mercade-
rías abarcaban un abigarrado y sorprendente abanico de fórmulas (2). Ellos
nos informan de los problemas del abastecimiento por las lejanías, de las
complejidades espaciales de la especialización productiva y de los mecanis-
mos permanentes de la usura y la especulación. Estos últimos tenían su terre-
no de cultivo abonado en la circulación del metal como "mercancía dinero''
en el sitio mismo de la producción.
Entre Potosí y el puerto de Arica encontramos una primera ruta de
la circulación: Una ruta de ida y vuelta. De ida, al "mineral", iba el azogue de
Huancavelica, usado para la extracción de la plata. De vuelta, al puerto, cami-
naba el mineral extraído de Potosí. En el puerto nos encontramos a su vez,
con dos circuitos, correspondientes a la entrada del azogue y la salida de la
plata. Para la entrada del azogue tenemos una ruta de dos momentos. De
Huancavelica al puerto de Chincha en primer lugar, y luego, en segundo lu-
gar, de allí al puerto de Arica, por mar. Para la salida de la plata, también una
ruta marítima, entre Arica y el puerto de Lima, el Callao (3). Aquí aparece
Lima, el otro punto central del eje, la primera ciudad del espacio definido
económicamente.
Lima era importante en esta definición como punto de llegada del
metal y por su función administrativa : sede del Virreinato y Audiencia, que
cubría junto con la de Charcas, el conjunto del espacio articulado. Pero no
sólo por eso. Por el puerto del Callao llegaba al espacio peruano toda la mer-
cadería legalmente importada que los mercaderes distribuían en el espacio
interior. Por ello, así como en nuestro gráfico Arica se ubica como bisagra
del primer eje, otros puntos en el espacio aparecerán como articulados por
la circulación de la mercadería introducida y el retorno de las utilidades. Dos
rutas de este movimiento concluirán el eje central ordenador del espacio. La
primera, de Lima hacia Arequipa, que tiene una doble circulación, por mar
y por tierra. La segunda, de Lima hacia el Cusco y viceversa. Estas ciudades y
sus funciones nos introducen en el segundo nivel del esquema gráfico de rela-
ciones económicas espaciales.

Ciudades y regiones: la organización del espacio del Sur.

Cuatro ciudades serán las articuladoras del espacio del Sur: Cusco,
Arequipa, La Paz y La Plata. Sedes de múltiples funciones administrativas,
religiosas, militares, culturales y, por supuesto, económicas. Sus relaciones
con el espacio que articulan van a establecer entre ellas una dinámica de com-
plemento y de competencia. En el tiempo la importancia relativa de cada una
de ellas verá cambios sustantivos que determinarán variadas hegemonías,
algunas veces contradictorias. Su ubicación en términos sociales y económi-
cos será, pues, determinante para entender las formas espaciales de organiza-

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Estudios----------------------------

ción del intercambio y la división territorial de la producción.


Salvo Moquegua, pequeña ciudad que surgió como producto de los
intercambios del vino, éstas son las únicas ciudades importantes del espacio
que nos interesa estudiar ( excluimos la yunga de la Audiencia de Charcas
donde Cochabamba será la ciudad central). Potosí tiene un rango diferente
por su característica de "mineral" y por su envergadura incomparable, por
eso no entra en este segundo nivel de la reflexión. Lo mismo podemos decir
sobre Oruro, mineral de desarrollo más tardío y con peculiares problemas, de
características igualmente explosivas en términos de mercado y con un abiga-
rramiento poblacional también superior, pasando de 20,000 habitantes en
1608 a más de 70,000 en 1670 (4) . De menos importancia, no incluimos
tampoco a los otros minerales como Porco, Las Salinas y Berenquela. Sin em-
bargo, el abastecimiento de productos y de trabajo a los "minerales" será por
cierto el factor de mayor peso en la configuración del papel de las ciudades
referidas en el conjunto del sistema.
En otra oportunidad he tratado de ubicar al Cusco en este espacio
desde su propia dinámica interna (Glave 1980), no obstante, señalemos algu-
nos elementos importantes para este esquema que nos permitirá llegar a la
hipótesis central del texto que presentamos. De las cuatro ciudades de la sie-
rra sur del virreinato, fue Cusco la primera en ser fundada ( 1534). Como
centro del poder incaico, su importancia militar era evidente, por eso fue ne-
cesario poblarla de un vecindario español bien dotado de ricas encomiendas,
para lo que el territorio cusqueño fue propicio. En su área de influencia urba-
na nativa se podía contar una población cercana a los 200,000 habitantes
(Urteaga y Romero 1926). Siempre, durante los siglos de dominación colo-
nial, ese viejo factor hizo de la capital incaica un cenrio importante, incluso
engalanado como sede de Audiencia a fines del siglo XVIII. Era, además, el
punto de partida de la red caminera y de tambos que articulaban el espacio
andino del Altiplano.
La segunda ciudad en ser fundada formalmente por los colonizado-
res-encomenderos-militares españoles fue La Plata (1538) . Su importancia es-
tá asociada al mineral de Potosí, de manera que fue al influjo de la explota-
ción minera que esa ciudad se desarrolló . Su ubicación física, con dos siste-
mas de valles que la beneficiaban en el sentido de las comunicaciones y en el
del abasto , su clima benigno de altura menor a las frígidas zonas mineras,
fueron factores que la hicieron asiento residencial de los mineros. Estos
"hombres ricos" en su práctica social le confirieron a la ciudad un peculiar
sentido señorial en su organización. Aunque no puede compararse con el ca-
so cusqueño, la zona era también hábitat de una pequeña población indíge-
na y centro político del reino de los charca. Por ello, fue elegida como cabe-
cera administrativa, civil y religiosa. Sus funciones, pues, se fueron amplian-
do hasta hacerla también un mercado, un lugar de tránsito fundamental y
una plaza monetaria de primer orden (Schoop 1981, Rivera y Flores 1982).
Entre Cusco y La Plata, principales centros administrativos, cataliza-

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dores de las nacientes economías agrícola y minera respectivamente, un es-


pacio abierto causó más de un problema, en términos de fluidez para los in-
tercambios y también políticos. La intranquilidad y falta de definición polí-
tica que precede al establecimiento de un gobierno colonial altamente cen-
tralizado, fueron de alguna manera expresadas físicamente por esta hoque-
dad urbana española, en el terreno más densamente poblado por indígenas
(Cook 1973). Las "guerras civiles" tuvieron esta zona altiplánica como esce-
nario, por eso, La Gasea decidió fundar una ciudad que en medio de la red
caminera entre Cusco y La Plata fuera punto de tránsito, de redistribución
económica y de administración política controlada de la zona. Los enco-
menderos "fieles" en una zona de importantes encomiendas podrían asi' te-
ner un premio social y un tranquilizante político (5) . En un hoyo del alti-
plano, con minerales cercanos y de contornos geográficamente complemen-
tarios (entre el altiplano y las cortas quebradas que terminan en las famosas
yungas), donde una pequeña población indígena tenía su asiento, se fundó
en 1548 la "ciudad nueva" de Nuestra Señora de La Paz, para expresar lavo-
luntad central de acabar con la intranquilidad. El conocedor Mariscal Alva-
rado no erró en lo estratégico de su comisionada elección, el tiempo le fue
dando cada vez más la razón.
Mientras La Paz surge como complemento, que acabará compitien-
do con el otro centro urbano al sur oriente del lago del altiplano; en la otra
orilla, frente al viejo Cusco Inca nace otra ciudad española: Arequipa. En el
contexto de las disputas iniciales entre conquistadores, la necesidad de fun-
dar· una ciudad que administrara la región del Collesuyo y que reafirmara la
inclusión de Cusco en los dominios de Pizarro, fue el condicionante para que
el Gobernador planteara la fundación de Arequipa. Luego de una fallida
elección en Camaná en 1539, en 1540 se fundó en el rico valle del Chili la
ansiada ciudad que Pizarro requería. Su zona de influencia tenía por cierto
la virtud de ser rica en encomiendas con tributo agropecuario, pero sobre to-
do era estratégica para la colonización y las vinculaciones comerciales de Li-
ma con el sur. Un sólido núcleo español, con encomiendas en todo lo qul'
hoy es el sur peruano costeño y el norte chileno, se asentó en Arequipa. üe
esta_ ciudad dependían otros núcleos urbanos españoles menores. con sus pro-
pias dinámicas, como Moquegua y Arica. Sus costas fueron además la entra-
da marítima a las "provincias de arriba" ( 6 ).
Entre estas cuatro ciudades, otras tantas regiones circundantes se or-
ganizaron y el espacio conjunto del sur se administraba, controlaba y relacio-
naba por ellas. La población urbana, consumidora de bienes agrícolas, se
constituyó, como los "minerales" o las ciudades menores, en mercado, lo
cual merece acápite aparte. .
De acuerdo con los datos manejados por Hardoy y Aranovich ( 1970 ),
en el territorio de la Audiencia de Charcas en 1580 se registraban doce asen-
tamientos urbanos que, para ocho de los cuales con datos, totalizan una po-
blación de 1,445 vecinos o casas de españoles. En 1630, el número. de cen-

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Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

tros ascendió a 40 y los 20 que registran datos totalizan 10,100 unidades


vecinales españolas. La zona fue una de las de mayor concentración urbana
de todos los espacios coloniales de América. No sólo pues se trató de una re-
gión densamente poblada de indígenas, sino también, un asentamiento no-
indio y urbano de primer orden. A este segmento poblacional ep ascenso se
dirigía la producción agrícola mercantilizable.
Cuadro No. 1

POBLACION DE VECINOS ESPA~OLES Y ENCOMENDEROS


EN LAS CIUDADES DEL SUR. 1570.

CIUDAD ENCOMENDEROS ESPAÑOLES

Cuse o 80 500
Arequipa 35 400
La Paz 30 200
La Plata 32 300
Potosí 800
Porco 100

FUENTE: Jiménez de la Espada: "Relaciones Geográficas de Indias".

Para cuando el virrey Toledo desarrollaba el nuevo sistema económi-


co-social colonial, hacia 1570, los datos de población española son ya indica-
tivos de un aumento en el tipo de demanda urbana que patrocinaría también ,
como la economía minera, un mercado de productos agrícolas. Antes, como
paréntesis, debemos comentar los datos sobre población de encomenderos en
las grandes cuatro ciudades del sur. Ellos eran todavía la élite urbana y los
herederos de los privilegios de la conquista. En Cusco, por amplio margen, se
concentraba la mayor cantidad, algunos, los más ricos. Las otras tres ciuda-
des ofrecen guarismos similares entre ellas. No entremos todavía a comentar
lo poco fiable de estos datos, sólo tomémoslos como indicadores de un he-
cho evidente: aunque de centro del mundo a mero punto de paso, el Cusco
no siendo ya la ciudad fundamental del espacio Inca, era, con todo, todavía.
U!l núcleo indígena-espa11ol de características peculiares. Por otro lado, las
ciudades mineras no basaban su importancia en ser asiento de la élite domi-
nante señorial, ni Porco ni Potosí tenían vecinos encomenderos (Oruro no
se había desarrollado aún como el "mineral" importante que fue a fines del
siglo XVI) y si bien Potosí tenía ya 800 vecinos españoles (el más alto núme-
ro de ve.cindario español de las ciudades consideradas), el dato es pobre si
consideramos que la ciudad entonces tenía 120,000 habitantes, con una di-
námica demográfica explosiva . Datos de 1561 hablaban de 80,000 "ánimas"
(J iménez de la Espada 1965 ), para 1611 de 150,000 y en 1640 de 160,000
(Schoop 1981) cuando el mineral ya estaba en franco declive.

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De las cuatro ciudades consideradas, el Cusco, por todas las referen-


cias que se pueden recoger, tenía el mayor número de pobladores. Una gran
población indígena que fue disminuyendo pero que siempre fue particular-
mente numerosa y, sobre todo, urbanizada (7). Sin perder sus vínculos con
la tierra, estaba constituida por un grupo de artesanos especializados, auto-
ridades étnicas y yanaconas originarios de la nobleza y mostrencos. Junto a
ellos, encomenderos y funcionarios, alto clero y comerciantes muy activos,
formaban la población blanca más numerosa e integrada con ese ambiente
indígena que siempre marcó la fisonomía de la ciudad en una simbiosis pe-
culiar con aquellos blancos, señores y plebeyos. Para 1630 Cusca tiene to-
davía una población más numerosa incluso que un centro minero como Oru-
ro: mientras la vieja capital inca podía estar cerca de los 40,000 habitantes,
el explosivo centro urbano del mineral altiplánico había pasado recién los
20,000.
La Plata fue la segunda ciudad en importancia. Su población sin em-
bargo, siendo numerosa, no fue un indicador fiel de su papel en ese merca-
do en formación. Mientras en las "Relaciones Geográficas" publicadas por
Jiménez de la Espada encontrarnos, para 1561 una vaga relación a 1,500
"hombres", en 1570 esa población debía oscilar los 3,000 habitantes de
acuerdo con el cuadro que presentamos en base a otra referencia de ese
cuerpo documental (aceptando una población por "casa" no menor de 10
personas) . Para 1630-40 los datos nos ofrecen mayor seguridad pues los
1,100 vecinos registrados en 1630 (Hardoy y Aranovich 1970) son similares
a los 14,000 habitantes que en 1639 acepta tener lá ciudad según otr.a refe.-
rencia (Schoop 1981 ). Lo cierto es que si bien su crecimiento poblacional
fue claro y muy dinámico, no fue el volumen de pobladores, demandantes
de productos agrícolas mercantiles, lo que la distinguió como los "minerales"
o Cusca (8). Desde antes incluso al descubrimiento de Potosí en 1545, ya
la ciudad de La Plata era la "retaguardia" de las minas de las altas estepas
charqueñas con dos funciones claras: una de residencia, como recreo y resta-
blecimiento de los mineros españoles, y otra de abasto e intercambio, como
punto de contratación y de paso de las mercaderías necesarias a la econom ia
minera y la reproducción de la población de los minerales (Schoop y Már-
quez 1974, 15 y ss). Luego, las funciones administrativa y religiosa le dieron
su cabal preeminencia urbana en toda la región. En 15 59 se funda la Real
Audiencia y en 1609 se eleva el Obispado, creado en 1552, a la categoría de
Arzobispado. Por ello, la ciudad era punto central de paso de mucha gente
que se sumaría al volumen permanente de población que podemos registrar.
Como complementos fundamentales en la organización del espacio
por estos dos centros españoles de primer orden que fueron Cusca y La Pla-
ta, tenemos las dos ciudades más dinámicas del espacio y que finalmente
desplazarían a fines del siglo XVIII a las primeras como los ejes articuladores
del espacio: Arequipa y La Paz. Los datos de población de Arequipa nos ha-
blan sólo de "vecinos", estos oscilaron entre 300 y 500, lo que nos arroja

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Estudios---------------------------

una población central de unos 5,000 habitantes. Sin embargo, debió ser nu-
merosa la población mestiza dedicada al comercio y a la agricultura de los
contornos, así como los "arrieros" que acarreaban mercaderías desde los va-
lles costeños para luego ser comercializados con tratantes del Altiplano. En
la época de Toledo, durante la visita, en las rancherías y arrabales de Santa
Marta a San Lázaro vivían unos 1,500 indios y en la Chimba más de 10,000
(Málaga 1981 , 28), lo que nos habla de una población total también consi-
derable en la ciudad, que a fines del siglo XVI tenía medio millar de casas
de vecinos españoles. El mismo dinamismo tuvo la ciudad de La Paz. En
1548 se fundó con 42 vecinos encomenderos, la mitad de los que fundaron
Arequipa. En 1586 los datos hablan de 200 a 260 vecinos que no difieren
de los 230 que consignamos en nuestro cuadro. Su crecimiento, dada su es-
tratégica ubicación, fue más sostenido que el de las otras ciudades de nuestro
espacio. De ser la menor de las ciudades consideradas, poco a poco fue co-
brando la mayor dimensión e importancia. · ·
Las ciudades fueron también un mercado que completaron el explo-
sivo foco de demanda que eran las ciudades "minerales". Su abastecimiento
organizó una red de relaciones regionales en sus contornos, pero también, és-
tos se especializaron en la producción de determinados productos agrícolas
que se destinaban al consumo extra-regional, cuyo control pasó por función
y canal de acumulación de estas ciudades. Los casos más importantes del si-
glo XVI fueron la coca del Cusco y el vino de Arequipa (incluyendo Moque-
gua). El destino de fabulosas cantidades de estos productos fue por un lado
los "minerales" y por otro las ciudades. El vino arequipeño iba hacia el Cus-
co y hacia La Plata y Potosí. La coca cusqueña se enviaba como retorno de
la caravana arequipeña e iba gruesamente hacia Potosí y los otros minerales.
La Paz tenía su propia elaboración de vinos, y su coca competía en inferio-
ridad de condiciones con la del Cusco, pero sí recibía los flujos de merca-
dería europea del Cusco , y sobre todo de Arequipa, como escala comercial
fundamental, lo mismo que la producción textil comunal del altiplano ribe-
reño del Titicaca de la que hablaremos después.
Según una carta de 1565 vivían de la coca y su trato, dos tercios
de los vecinos de la ciudad del Cusco y los testimonios respecto a la coca
como la "principal contratación de aquel reino" son numerosas (Barnadas
1973, 382-383). En base a los datos de diezmos podemos establecer una
producción de coca en los valles del Cusco de unos 100,000 cestos de coca
hacia 1590, cada uno de los cuales con 18 libras de la hoja (9), que en su
casi totalidad eran trasladados a Charcas (Potosí y Oruro fundamentalmen-
te), haciendo escala en Chucuito (Zepita) y Carangas (Totora).
Por su lado, el trato del vino arequipeño de los valles de Vítor en
primer lugar y Moquegua en segundo, fue el otro gran movimiento de mer-
cancía agraria en el sur. Ya la visita de Chucuito de 1567 habla del crecien-
te desarrollo del cultivo de la vid en Moq uegua por ejemplo (Espinoza 1964)
y los testimonios, arequipeños y moqueguanos, son verdaderamente abruma-

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dores respecto a la primera importancia que este trato tenía para sus habitan-
tes (Miro Quesada 1977 y 1978). La producción debía oscilar a principios
del siglo XVII las 200,000 botijas según diversos testimonios, ocupando gran
cantidad de gente en su producción y transporte. Así como la coca se dirigía
al mercado indígena de los minerales (Barnadas 1973, 383) "movilizando" la
plata que los indios ganaban y guardaban, el vino era destinado fundamental-
mente a la población blanca en esas zonas del altiplano y minas: "siendo el
sustento principal para la vida humana por ser tierra fría y destemplada"( 10).
Otros intercambios unían las provincias del sur unas con otras, pero
fueron estos dos rubros los que, con la mercadería de Castilla, tejieron redes
gruesas de intercambio entre las regiones polarizadas por Cusco y Arequipa
con las llamadas "provincias de arriba". Esa fue la principal y más dinámica
imagen que siempre exhibieron estas regiones. Siguiendo esta circulación y
la producción de la misma tratamos en esta oportunidad de ofrecer un re-
trato de ese nuevo mercado que internamente se desarrolló en el espacio co-
lonial.
El "espacio del tra;ín"
" estando en el comedio y entra-
ñas de este reyno la dicha prouincia
(de Chucuito) y en el paso y camino
de toda la contratacion que ay desta
ciudad (Lima) y la de el Cuzco y Are-
quipa con la de la Paz y la Plata y con
la Villa ymperial de Potosi y auer de
yr y uenir por alli la plata toda que a
vuestra magestad se embia de aquel
asiento y minas de Potosi y la de la
Paz y el azogue todo que se lleua des-
de Guancauelica con que la dicha pla-
ta se saca no teniendo la dicha prouin-
cia mas de diez y ocho leguas de lar-
go ... el sitio y asiento de esta prouin-
cia de Chucuito y comarca della ...
(es). . . el paso y tragineria de todos
los comercios de las prouincias de
arriba ... " ( 11 ).
Francisco de Toledo.
Callao 1580.

Llegamos aquí al tercer nivel de las relaciones espaciales que quere-


mos graficar. Se trata, como veremos, del corazón del espacio.
Entre las cuatro ciudades principales del sur en nuestro esquema, un
espacio aparece como independiente de las influencias urbanas: el altiplano

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Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

ribereño al lago. En términos político-administrativos y 'de aciministración


eclesiástica fue terre·no de disputas entre las Audiencias de Lima ·y Charcas
1

por un lado y los Arzobispados de Cusco y La Plata por el otro. No nos de-
tendremos en el complejo juego de fuerzas que decidió la delimitación admi-
nistrativa ( 12), sólo señalemos que recién a inicios del siglo XVII quedó tra-
zado el conjunto de límites jurisdiccionales, civil y eclesiástico, luego de mar-
chas y contramarchas en las decisiones de la Corona presionada por Lima y
Charcas.
Finalmente, Chucuito cayó bajo la jurisdicción de La Paz, tanto civil
como religiosa, y los límites de las Audiencias se establecieron en el Collao,
quedando Carabaya bajo la jurisdicción de La Paz sólo en el terreno civil. Sin
embargo, ese espacio, ribereño al Titicaca, tenía una característica peculiar.
Un testimonio contemporáneo nos ilustra al respecto:

"En esta sierra está la prouincia del Collao, que aunque de suyo es
poca cosa lo que propiamente se puede llamar Collao, pero los espa-
fi.oles impropiamente llaman Collao todo lo que ay desde el Cuzco á
Potosi, que se incluye el Collao, prouincia de Chucuito, Rupacas (sic),
Pacaxas y Carangas ... Todo esto es tierra muy fría, donde Eºr espa-
cio de más de 120 leguas no se coge trigo ni maiz .. . " ( Ramírez
(1597) 1906, 293 ).
Una fisonomía geográfica común, el altiplano, hacía de todo el ámbi-
to un mismo lugar en la imagen física del espacio que tenían los hombres.
Las declaraciones que en 1563 se tomaron en España a connotados vecinos
de Indias, conocedores de la zona a delimitarse entre las Audiencias, enfati-
zan la característica llanura del espacio que saliendo del distrito del Cusco
conducía a Potosí-La Plata por lo que genéricamente se llamaba "Collao"
(Maurtua 1906-A, 101 y ss.). Pero al paisaje se unía también un tipo de pro-
ducción propio: los "frutos de la tierra" eran la única producción agrícola
de esas regiones "frigidísimas". Papas, el chuño que de ellas se hacía, las
ocas, la quinua, la cañehua y la cebada, junto a genéricas y nunca especifica-
das "otras semillas del país", eran mencionados como consustanciales al tipo
de terrenos ( 13 ). Esas más de 120 leguas donde sólo se cogen los frutos de la
tierra y no se encuentran los productos de climas amenos como el trigo o
maíz, era sin embargo cuna de la "riqueza de los indios" (Ramírez (1597)
1906, 299): el ganado que criaban.
Los "caminos reales", entre ellos el más importante del reino, entre
Cusco y Potosí (14), y la abundancia de ganado, se sumaron a la'·densidad
de la población de la zona, la más grande también de todo el reino. Esos eran
los elementos que harían vital este espacio, al funcionamiento del mercado,
a los intereses de los españoles en el Perú y a los de la metrópoli interesada
en aumentar sus recursos fiscales. Por eso, en 1580, Toledo hablaba de ése
y no de otro factor para informar al Rey de la importancia de la zona. Chu-
cuito y esta zona altiplánica habitada por aymaras y uros estaba en el "come-

20 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

dio y entrañas" del reino y era "paso y traginería" de "todos los comercios
de las prouincias de arriba". Esa ubicación y los recursos necesarios para el
"trajín" hicieron admirable por sus "riquezas" a la provincia de Chucuito.
El Presidente de la Audiencia de Charcas, Juan de Cepeda, en carta al Rey,
del 15 de marzo de 1591 reafirma esta impresión (15) :
" ... unanim~s y conformes la desean y procuran por ser la mas rica y
de mas cantt~ad. de ganados y otras cosas que en breve enriquecen ,
que otra provmc1a del peru por rica que sea. Porque donde no hay la
gente que en chucuito y el ganado de la tierra, no puede haber trato
ni grangerias de tanto momento como en chucuito las hay''.
Por eso el corazón del esquema al que hemos querido reducir las re-
laciones espaciales de mercado es este que hemos denominado: "el espacio
del trajín", para usar un adjetivo de los contemporáneos.
Ese espacio , medular como no no~ cansaremos de repetir, al funcio-
namiento de la circulación e integración de los espacios del mercado colonial,
era un espacio indígena. En ese lugar no se fundaron ciudades españolas; otro
testimonio de la época (Capoche (1585) 1959, 172) lo caracterizaba así: "es-
ta provincia es un pueblo de naturales con título de ciudad, que tiene seis
pueblos principales de la nación lupaca en el collao sujetos a ella". El orde-
namiento que los españoles hicieron de la población, obedeció a sus patro-
nes de concentración, fundando reducciones que, a las características de to-
das éstas, añaden en este caso el ubicarlos en los puntos principales del paso
del "camino real", usando por cierto los patrones ya establecidos por los in-
cas. Las poblaciones se organizaron en torno a iglesias y, desde antes de pro-
veerse corregidor, los religiosos dominicos que las tomaron, fueron el agen-
te "español" de sujeción y dominio de los grupos humanos lupaqa de habla
aymara. Los pueblos no tenían el orden de la fundación española sino que
eran abigarrados conjuntos de viviendas indígenas organizadas en tomo a la
iglesia. El poder español y las exacciones locales de excedente de la pobla-
ción indígena eran ejercidos y ejecutados por el sector religioso, hasta 1579
en que los dominicos fueron atacados por Toledo, que dispuso el terreno pa-
ra otros intereses españoles ya muy arraigados en la zona (16 ).
En la ribera oriental del lago, el reino Pacaje ofrece una fisonomía si-
milar. Si bien su espacio estaba articulado muy directamente por La Paz, la~
características físicas de la zona y su ubicación como punto de paso harían
del territorio Pacaje la continuación del espacio del trajín. En 1563 los caci-
ques de Calamarca pidieron que se siga dando cuatro indios para el Tambo de
Guaqui por parte de los de Machaca. Así lo estableció la Audiencia de Char-
cas, mientras se hacía una visita para determinar cambios, manteniendo la
norma que se instituyó en el tiempo del Inca. Sin embargo, en 1585; la situa-
ción del reparto de trabajo a los tambos del territorio Pacaje se tornó conflic-
tiva. Ante el Corregidor de La Paz , los caciques Pacaje de Caquiavire (cabece-
ra del reino), Caquingora, Machaca y Callapa, es decir, el sector Urcosuyo .

No. 1, setiembre 1983 21


Estudios----------------------------

pidieron no seguir dando indios para el serv1c10 de los tambos de Guaqui,


Tiahuanaco y Calamarca, sector Omasuyo, como lo había fijado el virrey To-
ledo. La Audiencia, interesada en mantener adecuadamente provisto el cami-
no fundamental que pasaba de Zepita, por el incretble puente del Desaguade-
ro, al tambo de Guaqui, para seguir, deteniéndose en Tiahuanaco, a retomar
el camino inca de Umasuyo en Calamarca; ordenó que se siga proveyendo
servicio de indios pacaje de Urcosuyo para estos tambos, como se hacía tradi-
cionalmente "han tes que se bistase la tierra" ( 17). El cacique principal de Ca-
quiavire y Gobernador de la Provincia de los Pacaje, Sebastián Taasi Guanca-
ra adujo que:
"antes solamente se caminaba desde los rreies a la Plata por el camino
de los pueblos de los dichos yndios de calamarca y despues se camina
mucho mas por la provincia de los pacassas ... "

En efecto, el camino principal que retomaba las rutas de Cusco y Arequipa


por los pasos de los lupaqa, a la ribera occidental del Titicaca ("laguna de
Chucuito"), seguía el camino inca de Urcosuyo que se dividía del de Orna-
suyo en Ayaviri, en el Collao. De ahí se retomaba el de Umasuyo siguiendo
la ruta ya señalada, lo mismo que hacia la ciudad de La Paz que comenzó a
ser punto nuevo de paso en ese camino. Sin embargo, desde Zepita, que ha-
cía de puerto terrestre de la mercadería antes de pasar a las "provincias de
arriba", se seguía, por Machaca, Caquiavire, Caquingora y Callapa, hasta To-
tora en los Carangas, por donde el camino ribereño occidental de la "laguna
de Paria" o Lago Poopo conducía a los minerales de Oruro y Porco, cerca
a Potosí sin pasar por La Plata. Sospechamos, ese era el camino de la coca
cusqueña cuyo "puerto" de introducción a los minerales fue el pueblo de
Totora (18 ). Ese camino se incrementó en uso con el crecimiento acelerado
de Oruro del que ya hablamos.
Las disputas nos informan sobre el elemento físico de la circulación
en que el territorio Pacaje desempeña la misma función importante que el
Lupaqa. Pero no fue ese el único factor en que los pacaje contribuyeron a los
trajines como parte de ese espacio del trajín. En su provanzajustificativa del
reclamo, una pregunta de los pacaje de Urcosuyo para la presentación de sus
testigos dice:

"y si saben que de la prouincia de los pacassas salen cada año mas de
myll e quinientos yndios para traer comydas e mercadurias a la villa
de potossi y la costa cochabamba cuzco y otras partes sin los que se
ocupan en seruicio de los tambos e guarda de ganados a beneficio de
las dichas caxas que son en mucha cantidad digan lo que saben" (19).
El ganado, los hombres y la ubicación de la tierra, nuevamente en el
caso pacaje, espacio indígena aymara (Barragán 1982), hacen de ese lugar,
con esos hombres, el espacio del trajín. Sin embargo, esta última referencia

22 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _Glave: Trajines

nos plantea un nuevo elemento del mercado.


Desde muy temprano, los españoles usaron el sistema indígena de
"tambos". Estos sirvieron a los "caminantes" de la conquista. Pero, poco a
poco , comenzaron a abastecer a los "comerciantes". Los tambos debían es-
tar aprovisionados y poblados para abastecer a los hombres y sus animales:
además, el servicio incluía el mantenimiento de los caminos reales y los puen-
tes. Las primeras regulaciones, que datan de 1543 (Zavala 1978, 7- 9), estu-
vieron guiadas a evitar el uso de los indios como cargadores, práctica muy im-
portante en los inicios. Esa legislación entró en contradicción con los enco-
menderos que todavía no tenían " moderación" en sus tributos y en el uso
del servicio personal de sus tributarios. También , se trató de prohibir el uso
gratuito de bestias de carga de los naturales. Aunque se supuso que estas or-
denanzas debían tener validez por sólo tres años, hasta que se dictara una le-
gislación más acabada y acorde con un mejor conocimiento de las necesida-
des de una circuiación creciente. su duración se prolongó hasta Toledo que
tampoco atacó frontalmente el problema. El abuso a que eran sometidos los
indios era aparentemente el motivo de esa legislación de 1543. Al respecto
Polo de Ondegardo (Ondegardo (1571) 1872 , 91-92) dice lo siguiente:

"Otro tributo tenyan comun en todo el reyno, del serviyio de tambos


e camynos e puentes en todos los rrios que son muchos , a todo lo
qual acudían por comarcas, conforme a la horden que se les avia
puesto , aunque esto en nuestros tiempo a sido sin comparayion mas
pesado, porque a los principios camynaron mucho los españoles e ca-
si lo tenyan por ofiyio , sin aver en que en tender por el buen serui<;:io
y gran provision que los yndios dauan en todos los camynos; porque
mucho tiempo duro dar yndios en los tambos para cargas todos los
que cada uno pedia , e aun para amacas si queria camynar en ornbros
de yndios no tenya que hayer mas de negociarlo en el primero tambo
donde salia; porque despues, como llegaua le daban el rrecado aun-
que fuese quinyentas leguas ; y fue cosa exsorvitante lo que en esto
paso, hasta que el li<;:enciado Baca de Castro puso en ello limyte y
tasa .. . "

Sin embargo un comentario de 1580, usado por Rolando Mellafe


( 1965 , 73-74) nos da otra visión de los procesos en desarrollo. Efectivamen-
te, las protestas del grupo encomendero no se harían esperar frente a la de-
manda creciente que de trabajo y productos tenían los tambos , quitando par-
te del excedente al antiguo grupo privilegiado de la sociedad colonial que se
encontraba en retroceso. Adecuadamente, Mellafe nos dice que tanto Vaca
de Castro como, y sobre todo, el virrey Toledo, mantuvieron una institución
originada en el trabajo comunitario del tiempo inca "confrontada con una
distinta realidad económica". Los requerimientos de servicios aumentaban
en la medida en que la circulación no era individual, de caminantes, sino de
grupos que llevaban grandes cantidades de · mercaderías, mientras la pobla-

No. 1, setiembre 1983 23


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ __ _ _ _ __

c10n de los ayllus descendía violentamente por diversas razones. Un memo-


rial que los indios Pacaje hacen llegar al Consejo de Indias -a fines del siglo
XVI- distingue claramente entre el carácter de reciprocidad que tenían los
servicios de tambos en la época prehispánica y cómo se mantuvo en los pri-
meros momentos de la conquista, frente al oneroso e impositivo servicio que
los comerciantes comenzaron a demandar en los caminos. Igualmente, señala
la carga qúe sobre las economías comunales significaba mantener ese servicio ,
por el número creciente de españoles que consumían y que hacían circular
las mercancías para ese destino , frente al número descendente de la pobla-
ción que los ayllus controlaban (20).
Desde las ordenanzas de Vaca de Castro , quedaba claro que el tránsi-
to de caminantes por los tambos reclamaba los servicios que fueron una prác-
tica prehispánica , pero no un servicio para los comerciantes. Reiteradas ve-
ces, se decía en las ordenanzas que no se podía obligar a los indios a ir de
tambo en tambo contra su voluntad y, si los propios indios aceptaban, debía-
seles pagar conforme a lo establecido por las leyes . Sin embargo, el desarrollo
de los "trajines" en ese esquema de intercambios especializados regionalmen-
te , obligaba a grandes movilizaciones de energía campesina y el uso , en otras
condiciones de mercado, de los caminos y los tambos. Esos 1,500 indios
pacaje qu e circulaban con las mercancías, al margen de los qu e servían los
tambos y caminos nos ilustran al respecto. Sin embargo , esa movilización de
energía campesina hacia el trajín era una empresa privada. Eran mercaderes
particulares los que hacían tratos para trajines con los indios, claro que me-
diados , como todos en esa sociedad , por los mecanismos de dominación colo-
nial (tributo y mita). Los corregidores estaban en ese contexto en inmejora-
ble posición como regresaremos a explicarlo ampliamente.
Hubo no obstante una legislación intermedia de la que tenemos noti-
cia, aunque estamos seguros que sólo fue una forma más de apoyo a los "tra-
jines privados". Dos cédulas, de 1582 y de 1591 , nos ilustran al respecto(21 ) .
.La primera fue dada por el virrey Martín Enríquez a pedido del procurador
arequipeño, nada menos que Juan Ramírez Zegarra. El virrey ordenó a los
corregidores del Camino Real de Arequipa a Potosí que den indios para guar-
da de ganado y ayuda a los tratantes en los caminos, pues Arequipa vivía del
trato del vino y se abastecía de lo que ellos traían para cambiar por vino. Pe-
ro si en 1582 se percibía una falta de "aviamiento" en los caminos, una déca-
da después la situación se hacía insostenible. El procurador general de Are-
quipa , entonces Francisco Hernani Santa Cruz, decía al virrey en su relación ,
que la ciudad no tenía más sustento ni hacienda que las viñas de Vítor y Si-
huas y que la situación desde 1589, se hacía insostenible "por el mal avia-
miento que vos los dichos corregidores y justicias dabais de indios en vuestras
jurisdicciones para el trajin del dicho vino". Muy agresivo, pero muy cierto
en su denuncia, Hernani acusaba a los intereses particulares de los corregido-
res por la falta de indios para los trajines. Como los tratos de los corregidores
movilizaban los indios que se disponían, fuera de la mita, para los trajines ,

24 Revista Andina Vol. 1


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los tratantes arequipeños se encontraban en desventaja para disponer del tra-


bajo campesino. El pedido arequipeño implicaba una suerte de "mita" de
So/o de indios que quedaban luego de la cuota de los mitayos. El virrey,
consciente de las necesidades de esa ciudad especializada en la saca de vino
para Cusco y Charcas, ordenó que se dieran indios para esos trajines y para
guarda de ganado; pero no estableció cuotas fijas. Es de suponer que si los
que debían dar los indios eran los acusados corregidores de las provincias del
"espacio del trajín" , la cédula no tuvo mayor efectividad . Por otro lado, es-
tas cédulas, contradictorias incluso con las ordenanzas de 1543 , muestran có-
mo en el espacio del trajín la asignación de recursos era una resultante del
ejercicio del poder local , de la competencia de intereses particulares y del vo-
lum en de la circulación y de los trabajadores disponibles . En resumen, era el
terreno de desarrollo de un tipo de mercado interno colonial.
Asistimos entonces a un cambio en el tipo de relación de la econo-
mía comunal y la imposición estatal. La relación que se dio en función de in-
tereses "sociales" para el caso Inca, pasó a ser una subordinación despótica
de la economía comunal y el servicio de caminos "colectivo", en favor de los
intereses particulares de los mercaderes en la Colonia. Pero eso no era todo .
También , como la referencia del pleito puesto por los indios pacaje de Urco-
suyo nos lo señala, una masa creciente de energía campesina era contratada
para el trajín. Así, la producción de la circulación usab a o transfería la fuer-
za de trabajo y los recursos comunales (animales sobre todo) de las poblacio-
nes de este "espacio de trajín" , espacio físico y económico-social, haci a el
momento de la circulación de las mercancías agrícolas, por dos vías:

a) La vía de los caminos y los servicios de la infraestructura vial. Una


mediación del despotismo estatal para transferir recursos a la circulación del
ca pital-mercancía de mercaderes particulares (22).
b) La vía del trato privado para el trajín entre el mercader y la comu-
nidad . Esta segunda manera, directa para la circulación del producto hacia el
punto de consumo, se hacía entre la comunidad (y no el individuo) y el mer-
cader, mediada por la necesid ad comunal de cumplir con el tributo en mon e-
da . Así, se forzaba a la comunidad a mercantilizar sus excede ntes y contratar
la fuerza de trabajo con el mercader que ponía un capital en circulación (23 ).
La relación de estos reinos aymaras del Altipla no co n la "economía
mercantil colonial", fundamentalmente de los lupaqa y pacaje , pero también
de los Carangas , Collas , Canas y Canches, se dio con la producción de la cir-
culación. Sin ella hubieran sido imposibles los intercambios especializados de
las regiones y la realización de las mercancías en las ciudades y los "minera-
les". El "espacio del trajín" nos diseña las formas en qu e el Estado colonial y
el capital mercantil encarnado en los mercaderes particulares, conjugan inte-
reses para " la anulación del espacio por el tiempo".

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Estudios _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ __ _ _ __ _ _ __

El Trajín del Vino y la Coca


Veremos en el resto de este artículo el trazado de estas relaciones so-
ciales para la circulación, sin entrar por ahora en sus implicancias en términos
de la producción y reproducción de las formas comunales y las nuevas em-
presas españolas. Los "trajines" son sólo un capítulo en la formación del
mercado interno colonial. Seguiremos la trayectoria de la circulación de dos
productos : el vino y la coca. Circularon desde Arequipa-Moquegua hasta
Charcas y desde Cusco al mismo punto final.

Diego Dávila: testigo de la formación de un mercado


El I O de setiembre de 1588, Diego Dávila , escribano por lo menos
desde 1587, hizo su primera escritura pública en el lugar donde luego sería
notario y testigo clave de su desarrollo como villa y región vinera. Todavía la
región se conocía como "valle de Cochuna" y no existía Moquegua como vi-
lla española , salvo por dos emplazamientos pequeños que recién se unifican
en 1625 . Fue Pedro Cansino quien otorgó esa primera escritura suya en Mo-
quegua a Diego Dávila , llamado especialmente para ello. Viejo morador y
"heredado" del valle, Cansino fue uno de los fundadores del trabajo de la vi-
i'ia en la zona y de su embrionaria población española desgajada con particu-
lar interés de la ciudad de Arequipa. Probablemente, de acuerdo con Miro
Quesada ( 1978 , 189), Cansino estuvo en Siguas antes de pasar a Moquegua
en dond e junto con el vecino arequipeño , encomendero y Juego "heredado"
de Cochuna, don Hern án Bueno , puso las primeras viñas y comenzó la his-
lüria de la empresa es pañola en la zona (24). Cansino estaba casado con Ana
de Bilbao , hija de Pedro de Bilb ao , uno de los más antiguos pobladores de la
región . que fue Teni ente de Corregidor en Sama durante la " visita" de 1567
( Fspinoza 1964, 127) . La escritura a que hacemos referencia fue una "pro-
mesa de dote" que otorgó Cansino a su futuro yerno , Andrés de Espinoza.
Este fue un mercader de productos importados , el primero y más importan-
te de la nac iente villa moqueguana , con influencia en todo el territorio de re-
lac ión de la zona que llegaba al Altiplano; también , en menor escala, nego-
ció con el producto agrario principal de Moquegua : el vino . Justamente, la
"dote" de María de Bilbao, hija de Cansino, estaba constituida por 2,000 bo-
tijas de vino entregadas en cuatro años y puestas en la "bodega" de la here-
dad de Cansino (25).
Los fundadores de la villa y sus heredades fueron un grupo pequeño
de españoles, algunos encomenderos "vecinos" de Arequipa, pero más "he-
redados", pioneros de la empresa agraria española , que también eran co-
merciantes y algunos , incluso , sólo comerciantes, pero aceptados dentro de
esa señorial casta que se fundó en Moquegua. En 1594 por ejemplo, todos los
habitantes , que ya se hacían llamar "vecinos y heredados" de Moquegua y

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__________________________________ Gfave: Trajines

AREQUIPA
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No. 1, setiembre 1983 27


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

Cochuna, se enfrentaron, con un claro espíritu de unidad, con el Corregidor


de Arequipa que les demandaba su contribución para la construcción de uno
de los puentes importantes de la ciudad. El vecindario moqueguano adujo te-
ner otros problemas particulares y estar muy lejos de Arequipa como para
que les tocara colaborar en esa construcción (26). Ese tipo de escrituras se re-
pite en los fondos de Diego Dávila. Pero no sólo eso, también, siguiendo la
información de los registros del notario , podemos ver la constitución de una
oligarquía aristocrática que controlaba la villa y basaba su poder en pingües
negocios con el más afamado vino del sur del Perú. El vino moqueguano era
monopolizador , junto con el de Vitor, del mercado de los "minerales" de las
"provincias de arriba" .
En síntesis, para retratar ese "satélite" de Arequipa que en base al co-
mercio del vino puso un ritmo peculiar al esquema de relaciones del conjunto
regional , citemos en extenso una acertada opinión (Miro Quesada 1978, 186):

"Aislados de las sedes mayores y de los caminos troncales del Virrei-


nato , dispersos en el valle por el cultivo de sus tierras, tenían sin em-
bargo una vinculación fundamental, que los convertía en una peque-
ña aristocracia rural , de modestos recursos, sin el poder político de
los encomenderos, pero no por eso sin cierto sentido señorial y en
realidad más perdurable".
Aunque no compete a este artículo, hacemos mención no obstante,
que la importancia de Moquegua fue en aumento al punto de superar am-
pliamente la producción de vino de los valles arequipeños. Así, los recursos
"modestos" de Moquegua no dejaron de ser un volumen importante de los
tratos de ese mercado del Sur.
Pero no sólo estas pistas de trabajo ofrece ese testigo que fue Dávi-
la . AI revisar sus protocolos, nos encontramos con que su actuación no fue
sedentaria sino que se desempeñó como escribano itinerante en varios pue-
lJlos indígenas. Sólo hacia 1594-5 comienza a ser más fija su ubicación en
Moqu egua. en donde se establece ya definitivamente, adscrito a la población
de la villa y sus actividades, hacia 1598-1600. Así, en sus desplazamientos
el escribano reproduce el carácter de movimiento que las actividades de los
no-indios tenían en ese "es pacio del trajín" . Por otro lado , los lugares en
que actuó Dávila (ver croquis del espacio definido por el primer protocolo
de Diego Dávila). fueron los cabeceros poblacionales de la etnia de los íupa-
qa, lo que no deja de ser por cierto otra pista de trabajo (Pease 1981-1982).
Las primeras 17 escrituras del protocolo No. 1 de Diego Dávila co-
rrespondientes a su primer año de actuación entre 1587-88 nos permiten un
ejercicio introductorio. La primera que aparece legible (son unas pocas las.
que se han perdido) fue registrada en llave , luego, Dávila se traslada a la ca-
pital Lupaqa en C:hucuito para luego ir a Juli , Pomata y Zepita. Aunque Chu-
cuito fue el lugar de otorgamiento de 7 de las 17 escrituras, su preeminencia,
clara en términos de la organización étnica, no lo era en términos de los tra-

28 Revista Andina Vol. 1


_ _ __ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Glave: Trajines

tos "españoles", los cuales tenían en Juli un centro de la misma importancia


que la capital Lupaqa.
El análisis de estas escrituras en tres niveles arroja otros resultados
ilustrativos, además del carácter itinerante de la actuación notarial en el te-
rritorio Lupaqa (alguna escritura escapa a ese espacio, como la de Yanque en
los Collaguas). Los grupos "españoles" o no-indios que actúan en la zona , en
términos de su ubicación frente a los indígenas y el aparato de control colo-
nial local, son básicamente tres : los sacerdotes , los funcionarios y los "espa-
ñoles entre indios". Los doctrineros, como ya dijimos eran todavía en esa
época el grupo "español" más activo de esos espacios indígenas . Los "espa-
ñoles entre indios" (Lockhart 1975) eran numerosos y activos también, eran
ubicados normalmente en las escrituras que otorgaban , como "andantes"
más que como "residentes". Finalmente, no dejan de aparecer en las escritu-
ras los funcionarios, desde corregidores hasta los propios escribanos , admi-
nistradores de bienes indígenas, contadores y otros que, como veremos en
otros documentos, son llamados "allegados" al corregidor.
El segundo nivel de análisis nos permite , respecto al tipo de escritura .
señalar, desde el inicio , la abrumadora mayoría de los "tratos" mercantiles.
En ese espacio donde todo era movimiento, no resulta extraño este neto pre-
dominio en los registros de nuestro "testigo". Pero , esos tratos ofrecen una
característica: la casi totalidad se refiere a tratos que no se han finiquitado
sino que sólo garantizan, ante el escribano, el cumplimiento y finalización de
una operación . Los "deudos", cuyas fórmulas serán muy amplias (Helmer
1959); los poderes, que revelan la característica relación entre regiones de la
mayoría de los tratos ; finalmente, los fletamentos .
Una mención aparte merece el numerar las escrituras que se refieren
al vino. Cuando todavía el escribano actúa en el Altiplano y no en el valle
caliente productor creciente de la vid, ya la presencia del vino se hace cada
vez más mayoritaria. Fijémonos ahora, dado nuestro interés para este traba-
jo, en los tratos de "fletamento" que se hacen también más numerosos con-
forme avanzamos en los folios de los registros de Dávila. En base a los datos
de una década, hemos elaborado una "ficha general para flete de vino" que
resume las condiciones de los fletamentos.
Los "Trajinantes" movilizaban tropas de "ganado de la tierra" de
cuatro a seis mil animales , cargados con dos botijas de vino, de unos ocho li-
tros cada una (27). El trato del vino era de los más grandes de todo el con-
junto regional , y el de Arequipa-Moquegua , monopolizó prácticamente los
mercados del espacio entre Cusco y Potosí. El vino de La Paz y de Cocha-
bamba, sacado en buenas cantidades, no era suficiente para el abastecimiento
de los "minerales", por eso , de los espacios de la costa del Pacífico se reque-
ría producción para esa zona. Pero fue el vino de la ciudad de Arequipa el
que controló ese mercado . Lo mismo ocurrió en Cusco, donde una revisión
de las escrituras de fletamento nos confirma este monopolio , sólo disputado
desde la tercera década del siglo XVII cuando comienza a fletarse algún vino

No. 1, setiembre 1983 29


Cuadro No. 2
ANALISIS DE LAS ESCRITURAS DEL PRIMER A~O DEL REGISTRO o
DE DIEGO DAVILA 1S8i-88 >ro
e
NUMERO DE ESCRITURA 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1415 16 17 Total -g
<(
ro
Chucuito X XXX XX X 7 _;
>
Juli X X X X X X 6 (1)
a:
Poma ta X 1
LUGAR llave X 1
Zepita X 1
Yanque X 1

Participa por lo menos una persona eclesiástica X X X X X X X X X X 10


GRUPO Participa por lo menos un funcionario X X X 3
SOCIAL Participa por lo menos un "español entre indios"
o mestizo X X X X X X X X X 9

Renovación de poder para matrimonio X 1


Cobro de salarios X X 2
TIPO DE Gestiones en España X X 2
ESCRITURA Testamentos X 1
Trato mercantil X XXX XXX X X X X l1

Venta de tierras X 1
TIPO DE Venta de esclavos X 1
TRATO Deudos (dinero o especies) X X X 3
MERCANflL Poderes para participar en el mercado X X X X X 5
"'o Fletamentos X X 2
"O
::::,
t: Se refieren al vino (específica o generalmente) X XX X X X X 7 o
w (')
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

de Nazca. La producción creció vertiginosamente en la zona arequipeña, par-


ticularmente en Moquegua. Ahí, por ejemplo, una heredad llamada Yaravico.
tenía en 1586 unas 18,000 cepas, llegando a 38,000 unos veinte años des-
pués. En un territorio que no creció por lo corto y estrecho que era ese va-
lle ( 28).
Para esos grandes cargamentos, los comerciantes , "trajinantes", ha-
cían muchas transacciones. Algunas de éstas eran sólo para el servicio de con-
ducción o flete del vino , a ser entregado en un punto determinado, al apode-
rado del productor mismo; podía sin embargo establecerse un trato en que el
"fletero" no sólo aceptara el transporte sino que se encargara de la comercia-
lización. En cualquier caso , movilizar el vino tenía un costo y éste obligaba a
un detallado entendimiento entre las partes . La escritura de fletamento pre-
cisa aquello.
El trato se hacía en los meses iniciales del año agrícola asegurando
así el productor, de antemano , el transporte de la mercancía a la plaza Je
consumo. Los heredados no tenían, salvo los casos en que éstos eran a su vez
comerciantes, el "ganado de la tierra" requerido para movilizar tan grandes
cantidades de botijas. Las llamas fueron elemento indispensable en el anda-
miaje de la circulación de mercancías agrícolas, no podían ser reemplazadas
por otro tipo de ganado y resultaban absolutamente más económicas que las
mulas que ya comenzaban a ser utilizadas en otros espacios (29) . Por ejem-
plo , el transporte del vino , de los valles arequipeños a la ciudad, se hacía en
mulas. Lo mismo ocurría con la coca llevada desde Paucartambo hacia los
depósitos en la salida de dicho valle (30). Pero el transporte largo , en donde
estribaba el más alto costo de la circulación de la mercancía, se hacía en lla-
mas. Por ello, un grupo especializado y diferenciado de trajinantes-comer-
ciantes tomó a su cargo la producción de esta circulación larga.
El movimiento de la mercancía en esas difíciles condiciones espacia-
les y sociales, largas distancias por terrenos agrestes y malos caminos (sólo
aceptables si se mantenía ese subsidio comunal forzado colonialmente) , im-
plicaba el consumo de grandes cantidades de energía animal y humana. Lla-
mas, sogas llamadas guascas, especies de cestos para colocar las botijas llama-
das izangas, algunas veces las botijas mismas y,' finalmente, los hombres que
cuidarían del ganado y la mercadería : son éstos los elementos que el trajinan-
te debía proporcionar para el trato. Sin ellos, el vino no pasaría a ser una
mercancía. Este era un proceso indesligable que comenzaba en la empresa
agrícola y sólo terminaba en el lugar de consumo. "Si imaginamos un mismo
capital que produzca y transporte, ambos actos quedarán inclusos en la pro-
ducción inmediata, y la circulación ... es decir la transformación en dinero
tan pronto el producto adquiere su forma última para el uso , su forma apro-
piada para circular, sólo comenzaría después de llegar a su lugar de destino"
(Marx 1978 , 11 ). La falla de uno de los contratantes debía por eso ser san-
cionada de antemano y garantizar los mecanismos de la restitución.
Sólo Potosí consumía unas 50,000 botijas de vino ( Cobb 1977 , 126 ).

No. 1, setiembre 1983 31


FICHA GENERAL PARA FLETE DE VINO _;
o
ESCRIBANO: Diego Dávila >
FECHA: 1587-1600 ( en los meses iniciales del año agrícola, desde noviembre-diciembre hasta julio a proximadamente).
LUGAR: Moqucgua o desde una de las cabeceras de Chucuito entre un heredado-com erciante de Moqueg,.rn o un comerciante ele la "'e:
provincia que compra vino en Moquegua para vender en Chucu1to o Potosí y el TRAJINANTE. ~
OTORGANTE: el heredado o el comprador de vino de Moquegua. <(
ACEPTANTE: El trajinante qu e a veces comercia en Potosí el mismo cargamento.
MATERIA DE FLETE: Botijas de Vino (otorgante ): entre 500 y 1,000 botijas en la mayoría de las veces (botijas de unos 8 litros "'
t,
aproximadamente con un sello). >
Q)
Ganado y avíos (aceptante); un "camero de la Lierra" por 2 botijas, 1 indio por hasta 25 animales,(*) izan- ce
gas, guascas y " los pertrechos necesarios" ( incluye " repuestos" y man ten imien -
to).
HEREDAD : Puede mencionar el nombre(s) o el del (los) propietarios o simplemente el valle.
FECHA DE RECIBO; agosto (mediados)-setiembre (mediados). Hay plazo de 15 días mas o mmos, o fecha fija a ser serv ida en dos
días segú n la llegada del ganado.
CONDICIONES: OTORGANTE: En la entrega de Botijas de vino (TIEMPO) : si no se entregan el trajinante puede fl etar sus carneros
y el otorg-Jnte reponer la pérdida si la hubi ere. También,
pagar el fl ete de vacío. Algunos estipulan el pa IJl del al-
quiler de los indi os en baj ar a Moquegua.
ACEPTANTE: En la entrega o entrada del ganado (con sus
avíos) para carga (TIEMPO) : luego de "señalar el vino ante la justicia", puede fl etar
otra tropa a cuenta del otro (trajinant e) a cualquier
precio.
FECHA DE ENTRADA; de 10 a 15 días antes cuando no hay plazo amplio de 15 días mas o menos.
CONDICIONES : ACEPTANTE: a) En la entrega del vino (TIEMPO): pago de "menor valor" por demora. ( el trajinant e, si no
se presentan a rP-cibir la mercadería la entrega al corregi-
dor o a los "marcacamayos" ( contadores indígenas)).
b) En la integridad d el cargamento
(CA NTIDAD): Las faltas se rcpondran a como se vendieren en Potosí
(Zepita) en "partidas de 100" o, perdiendo el fl ete, a
como se vendieran en Moqui,gua. Esto con ía ent rega de
los picos con la tapa y sello que indican rotura.
FLETE: A POTOSI 4 pS ensayados aproximadamente. A Zepita 3pS ensayados aproximadamente.
L UGAR DE ENTREGA : Potosí o Zepita en el puente del Desaguadero , límite con los pacajes.
FECHA: A Zepita en 40 días aproximadamente. A POTOSI en 5 meses aproximadamente. Es decir hacia noviembre y en mano.
COMERCIALIZACION Y PAGO: entre 40 y 60 días cuando no es el trajinante el que realiza la mercadería.
-¡ CONDICIONES: OTORGANTE : En el pago del flete (TIEMPO) : vencido el plazo, el trajinante puede realizar !as ex istencias al pre-
cio que sea para hac erse pago.
PRESTAMO PARA PEZ o BOTijAS: Se presta dinero al contado a la firma del contrato para "pez" o se com prometen las botijas
vac1as que no sean de a¡,,ua ni de chicha sino de vino, de Chucuito puestas en Moquegua a
V>
o ] pS corriente cada una .
HIPOTECA DE VlNO : a la segu ridad del acep tante. por la vía legal última.
-g Con el vino que se lleva se asegura , vía el m ercado , el 'pago de las botijas o el préstamo
t, N
w M
( •) Datos de Peña losa citad os por Herrero ( 1940) .
Glave: Trajines

pero en esa época (fines del siglo XVI) , el aumento constante de la produc-
ción , y de la concurrencia al mercado , junto a la competencia de los hereda-
dos por copar un mercado de difícil acceso y de variaciones estacionales en la
demanda y en los precios . obligaban al establecimiento de un conjunto de
normas de garantía. En nuestra " ficha" , las hemos resumido como "condi-
ciones". En ellas descubrimos otros elementos de caracterización de ese ti-
po de mercado ..
Estas "condiciones" se manifiestan para tres momentos del ciclo del
vino como mercancía en circulación: el recibo , la entrega y el pago (con la
realización de la mercancía de por medio) . Sólo una de estas "condiciones"
tiene que ver .c on la cantidad. el resto con el tiempo (31 ). La condición que
tiene qu e ver con la cantidad nos remitirá a otro análisis (que por lo pronto
no abordaremos en este artículo) el de la relación entre el mercader y los tra-
bajadores indígenas del trajín. El otorgante en este trato no-indio, establece
al trajinante , como condición que entregue el íntegro del cargamento. Las
faltas , sea cuai fuera el origen , deberán repon erse en dinero. Sin embargo , la
mercancía tenía oscilaciones muy grandes en su valor de cambio y en el tiem-
po de su cancelación una vez aceptados un sinnúmero de "deudos". Por ello ,
debía establecerse un "precio promedio". Este se medía en términos del ti-
po de partida (cantidad del trato) y el lugar o plaza. Si la entrega se hacía en
el "puerto" de Zepita, antes del puente del Desaguadero, se pagarían las "fal-
tas" a como se vendieran en "partidas de 100" botijas en esa plaza. Zepita
era, de los pueblos lupaqa, el punto principal de llegada y almacenamiento
del vino de Arequipa (incluirnos en ese espacio el valle de Moquegua y los
que se ubican al sur hasta Tacna). De ahí partía una segunda caravana a las
"provincias de arriba". Así, respecto al vino , Zepita cumplía el mismo papel
que Totora en los Carangas respecto a la coca. Ahí pues. las transacciones del
vino eran numerosas y variadas, por ello se establecía el precio medio en que
los tratantes aceptaban "partidas" que no eran propias de un trato al por me-
nor, sino el de un comerciante que hacía más "formal" la operación . Lo mis-
mo ocurría si el punto ele entrega era ya en la plaza final del producto , es de-
cir, la ciuclacl-mineral ele Potosí básicamente. La otra fórmula ele la condición
referid a a la integridad del cargamento , era aceptar el precio en el punto de
producción , en este caso Moqu egua. El otorgante , dueño de la mercancía.
aceptaba ese precio , necesariamente inferior, pero el trajinante perdía el fle-
te. Dacia la fragilidad ele las botijas y lo "espantadizo'' del ganado , este pro-
blema era frecuente. Pero , ¿cómo aceptaba el trajinante esa condición si po-
día , como se hacía en otros productos, establecer un "seguro de quiebra" o
una "merma" consensualmente determinada? Aquí entra a jugar otro factor :
las relaciones entre el empresario y los trabajadores indígenas del trajín. El
tema, parte de nuestro estudio , sólo será esbozado en esta op01tunidad. de-
jando su tratamiento para una futura exposición.
Las condiciones referentes al tiempo son una garantía , en el merca-
do, para subsanar el costo de la distancia en el caso del trajinante o el menor

No. 1, setiembre 1983 33


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

valor de la mercancía en el caso del otorgante (que no sólo eran los hereda-
dos sino muchas veces los grandes mercaderes). El trajinante debía hacer una
inversión para obtener lo necesario para movilizar la mercancía, si no se en-
tregaba a tiempo el vino, su viaje era una pérdida. Por eso, el otorgante de-
bía comprometerse a pagar el flete incluso si no entregaba el cargamento.
Eso era el "flete de vacío". No obstante, las escrituras no siempre establecían
eso . Mayormente, se recurría al mercado de servicios de transporte. El traji-
nante , en caso de incumplimiento por parte del dueño de la mercancía, po-
día contratar sus servicios con otro demandante de los mismos, no importan-
do el precio del flete. Esto , en la medida en que quien originalmente motivó
su arribo, cubría las diferencias que podían sobrevenir por aceptar a última
hora un contrato , cuando otros trajinantes estaban en la misma situación.
Como esa figura anterior estaba acompañada de su contraparte, las po-
sibles negociaciones favorables en esta feria del trajín, estaban abiertas gra-
cias a esta "condición" , aparentemente innecesaria. Efectivamente, si el tra-
jinante no llegaba a tiempo, el dueño de la mercancía a movilizarse podía
contratar otro fletero que la llevara, a costa del incumplido aceptante del
contrato de flete. Así, en el mercado, cada parte podía especular de acuerdo
a su capital: el heredado que tiene más vino que el que fleta con un trajinan-
te, o el trajinante que tiene más capacidad de transporte que la que compro-
metió con un productor. Las variaciones de precio y el volumen de la pro-
ducción anual (que no siempre se correlacionaban en la medida en que el
mercado final era extra-regional) podían ser usados indistintamente en favor
de cualquiera de las partes.
Esa feria del trajín, que se originaba en el ciclo de la mercancía-vino,
incompleto antes de llegar al lugar de consumo, era parte de una profundiza-
ción de la merc.a ntilización de las relaciones entre los hombres, que hacía
llegar el mercado más allá de la plaza, al proceso de poner la mercancía en
condiciones de consumirse. Pero también, en la plaza de consumo, como el
capital estaba expresado figuradamente en dinero mientras no se realizara la
mercancía, se establecía otra condición referente al tiempo de la realización.
Así, luego de un tiempo en la plaza de consumo, si el heredado o el comer-
ciante dueño del vino no concluía el trato cancelando el flete, el trajinante,
que era también en esa plaza de consumo un comerciante, podía tomar la
mercancía y realizarla a cualquier precio. Eso permitió otro juego especula-
tivo a favor de estos empresarios del transporte.
En esas "condiciones" del mercado, el germen de la concentración y
el afán de acrecentamiento del valor controlado por el mercader, se hacían
una apetecible oportunidad de negocio que cautivó a muchos de esos "espa-
ñoles entre indios". Pero para ello, las condiciones de base para la produc-
ción de la circulación debían estar también garantizadas. Así, aunque las es-
crituras de este testigo del mercado como hemos llamado a Dávila, no nos ha-
blan de los indios, estos están en la trastienda, guardando el secreto de las
condiciones coloniales y no capitalistas de la acumulación del capital dinero.

34 Revista Andina Vol. 1


_ _ _.:.__ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

Sobre ello regresaremos someramente en la tercera parte de este artículo y


los anexos que incluimos darán cuenta adelantada de las posibilidades docu-
mentales para ese análisis.
El circuito de la coca

Si el vino nos llevó a la región de Arequipa, la coca nos conducirá de


lleno al Cusco.
La importancia de la coca en todos los niveles del entramado de la es-
tructura económico-social de la época que estudiamos, es un factor fuera de
toda duda (Barnadas 1973, 381-386). Nos interesa en este caso concentrar la
atención en la circulación de la hoja. El principal centro productor era el
Cusco Y, aunque la competencia de los yungas de La Paz fue creciente (32).
siempre el grueso de la "contratación" estuvo concentrado en la hoja que sa-
lía de "los andes" o Paucartambo.
El "andesuyo" o "los andes", distante 25 a 30 leguas de la ciudad del
Cusco, era la provincia cocalera por excelencia. La coca se sacaba de las chá-
caras productoras en cestos redondos, de vara y tercia de largo y una cuarta
de ancho, hechos de cañuelas delgadas que se llaman "pipo", que eran enre-
dadas con unos bejucos denominados "pancho" y cubiertos con unas hojas
anchas y gruesas llamadas "cojoro" (Ramírez (1597) 1906, 325). El conteni-
do neto de coca era de 18 libras y el cesto pesaba 4, con lo que en total, ca-
da cesto comercializable de coca tenía unas 22 libras, aproximadamente.
Otros testimonios hablan del cesto como igual a una arroba de 20 libras de
coca y 5 correspondientes al cesto . Ahora, para seguir a la coca en su ciclo,
parafraseamos a Balthasar Ramírez en extenso:

"Sácanse estos cestos de la tierra caliente a la sierra, ques tierra fría.


a cuestas de indios ó en requas de mulas, por que los carneros de la
tierra no sufren andar en tierra tan caliente y montosa, que se mue-
ren muchos; en la sierra la ponen en sus almazenes, y de allí la cargan
en requas de carneros para Potosy y para las <lemas partes donde tie-
nen valor. Este trato es muy grueso, de mucha cantidad, en que se
entretienen muchos espafioles, y es la piedra ymán con que se les sa-
ca a los indios el dinero y el ganado que tienen , que, dándoles coca,
hazen cualquier cosa mejor que por dinero, y con ella se trata y res-
cata entre los yndios mucho, así vnos yndios con otros como los es-
pañoles. Carga un carnero quatro cestos y lléualos muchas leguas"(33 ).

Son dos pues las etapas del ciclo desde la salida del punto de produc-
ción hasta las plazas de consumo. La primera etapa es la del traslado de los
cestos de las chácaras a la "sierra" de Paucartambo, a la salida del valle, en
donde se depositaba en almacenes entre los que destacaba nítidamente el del
paraje denominado "Chanca". La salida era dura, no extensa como en el ca-
so de la segunda etapa del ciclo, pero sí de enormes dificultades por lo acci-

No. 1, setiembre 1983 35


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

dentado del terreno. Aunque las órdenes del Estado colonial prohibieron des-
de muy temprano usar al indio como cargador, siempre se echaba mano de
este recurso cuando las mulas eran insuficientes. Si bien las ordenanzas de
Toledo mandaban que el Corregidor pesara los cestos en las chácaras, en la
práctica, dada la lejanía entre cada una de las más de cien, el corregidor dis-
ponía que se trasladaran a la sierra y recién ahí se hacían los controles del pe-
so de los cestos y éstos se abrían "a cala de cuchillo" por dos o más partes
para garantizar su contenido y acondicionamiento. El movimiento era inten-
so pues cada año se podían sacar hasta tres remesas de hoja; así, casi todo el
año , desafiando todo, cientos de hombres hacían parte de este famoso "trato
y contratación" de la coca, en la primera etapa del ciclo para su colocación
en el mercado.
Para seguir con la "descripción" de Balthasar Ramírez, señalemos
otro comentario suyo que merece introducirse a esta altura :
"En este trato y contratación de coca ay muchos logros y vsuras y
malas contrataciones, comprando y vendiendo adelantado y antes del
entrego, que desto y de lo demás que en este negocio acontece auía
materia para vna muy prolixa historia".
Efectivamente, en ese primer ciclo, en donde la barrera del tiempo de
circulación era propia del territorio productivo y no de su relación con la pla-
za de consumo ubicada extra-regionalmente, ya las formas del crédito eran
incentivadas en la lucha del capital contra esa barrera. La "usura" y las esta-
fas estaban a la orden del día. Las estafas, los simples robos, estaban protegi-
dos por las dificultades del terreno. Los arrieros, muleros, étnica y socialmen-
te diferentes a los indios tributarios, solían aventurarse con sus cargamentos
fuera de los puertos de salida, sin entregar la mercadería. Otra forma, menos
vil, de las estafas de los arrieros, era que entregaban la coca a cualquier mer-
cader y no a los que tenían especificado, quedando los chacareros endeuda-
dos por incumplimiento. Esto, a su vez, era incentivo de un mercado usuario
que perseguía ganancias especulativas con las cédulas o cartas misivas con
que los mercaderes-trajinantes adelantaban dinero a cambio de las cosechas
venideras. Esto se desarrolló por la informalidad de los referidos documen-
tos y la presencia de los cargadores "intermediarios" entre el productor y el
comerciante. Con aquellas "cédulas" se formó un mercado de las vencidas,
que muchas veces se concentraban en manos de una persona. Con estas
"obligaciones de plazo vencido" que se prestaban a más de un engaño, los
especuladores embargaban a los chacareros cuando éstos estaban en dificul-
tades (34 ).
Una segunda etapa del ciclo era la que llevaba la coca de esa prime-
ra estación, física y de mercado, a la plaza de consumo. Entramos acá, nue-
vamente, al "espacio del trajín". La coca circulaba en un mercado indígena,
a diferencia del vino que, si bien se introdujo entre los indios, no era un pro-
ducto para ellos sino para los "españoles" acostumbrados a su consumo. El

36 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

trajín del cesto tenía dos destinos: uno hacia los "minerales" que eran el
centro del comercio y el otro hacia los espacios indígenas incluido el "espa-
cio del trajín". Potosí consumía anualmente de 90 a 95 mil cestos, en 1583
llegó a los 100,000 (Capoche (1585) 1959, 179) y los testimonios hablan,
desde 1567, de un valor de un millón de pesos en los tratos de esa ciudad-
mineral (Assadourian 1979, 231 ; Capoche (l 585) 1959 , 175). Pero la circu-
lación de la coca no sólo definía un ciclo hacia su conversión en dinero sino
que, como acertadamente nos decía Balthasar Ramírez , se usaba para el cam-
bio (rescate) con otros productos que entraban como insumos para la pro-
ducción de la circulación, esencialmente los "carneros de la tierra" . La coca
no sólo era "ymán" para sacar de los indios la plata en los asientos minerales,
como muchos testimonios no se cansaban de repetir (Barnadas 1973, 383),
sino para introducir, sin mediación monetaria, productos indígenas en el cir-
cuito de la circulación del vino y la coca en sus ciclos mercantiles. Capoche
hablaba de más de 300 hombres en el Collao que "se ocupaban rescatando
ganado de la tierra, que es en que se trajina la coca" (Capoche (l 585) 1959,
. 176). En su "relación" de la provincia de los Pacajes, Mercado de Peñalosa
decía que "así el trato más principal que hay en esta provincia entre los in-
dios y españoles, es rescatar coca por carneros" (]iménez de la Espada 1965 ,
I: 34 l ). En la "relación" de Collaguas de Juan de Ulloa Mogollón se dice al-
go similar: "los españoles vienen a esta provincia a comprar y rescatar entre
los indios a plata e coca e maiz, carneros de la tierra para la saca y trajín del
vino que sacan de la ciudad de Arequipa y de sus valle para las cibdades del
Cuzco, Chucuito e Potosi, y para la saca de la coca de los andes y otros tra-
jines" (Jiménez de la Espada 1965, I: 332). Los testimonios podrían ser nu-
merosos y no es extraño. Sólo la coca del Cusco para salir de Paucartambo al
puerto "del Collao" requería de 25,000 a 50,000 llamas, que los "trajinan-
tes" debían obtener de las economías indígenas.
Brevemente, veamos cómo se establecía un contrato de fletamento .
Esta vez usemos un ejemplo. En 1595, Pedro Alvarez de Guzmán, estante en
el Cusco y aparentemente "trajinante", se obliga a llevar de los depósitos de
la sierra de Paucartambo 500 cestos de coca de Melchor de Valencia, vecino
del Cusco. La entrega la debía hacer en Totora de los Carangas. El trajinante
debía poner los carneros necesarios, los indios (que según algunos testimo-
nios debían cuidar de unos 12 animales) y los bastiméntos necesarios para la
carga, entre los que destacan los "toldos" para evitar que la hoja se moje con
lo que se perdería. El trato estaba fechado para hacerse en febrero de 1596,
es decir, durante los meses de lluvia, por lo que los toldos eran sumamente
necesarios e importantes. El trajinante, en este caso, tenía poder para comer-
cializar la coca en Totora o en cualquier lugar de la provincia de los Carangas.
El flete era de dos pesos ensayados por cesto y el tiempo de viaje establecido
era de tres meses. El contrato también establece "condiciones" de incumpli-
miento, corno vimos para los fletamentos de vino. Detengámonos en una que
caracteriza este mercado del trajín de coca: la importancia de los indios. Co-

No. 1, setiembre 1983 37


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

mo eran escasos y los negociantes debían buscarlos en las zonas del espacio
del trajín más cercanas al Cusco, se obligaban en contratos con los curacas,
adelantando dinero (Wachtel 1976, 197). Por eso , en caso de demora en la
entrega de la coca, ponían como condición el pago de un real por indio que
no haya recibido carga por cada día de retraso. Si se demorase la entrega más
de diez días, se pagaba el "flete de vacío" (35).
Una diferencia habría que establecer sin embargo entre los trajinantes
que hacían rescates de ganado y desarrollaban un sinfín de tratos en el espa-
cio del trajín, y los grandes hacendados-comerciantes de la coca y otras mer-
cancías que tenían el control económico y político del Cusco. (Uno de ellos
era don Rodrigo de Esquivel sobre quien estamos preparando un trabajo).
Veamos otro ejemplo al respecto. El caso del almirante Francisco Aldrete
Maldonado, hacendado de coca y otros productos. Su forma de actuar era
más bien la de integrar la circulación en un mismo ciclo controlado .por él
desde la producción. Vendía su coca directamente y tenía sus propios car-
neros. Como controlaba la circulación de su coca y tenía una estructura de
comercialización considerable, hacía también otros tratos, entre los que po-
demos referir fletamentos a otros productores de coca, que incluian algunas
veces la comercialización final. Tenía incluso empleados para los trajines,
reclutados entre aquellos "trajinantes" diferentes en ubicación a estos comer-
ciantes cusqueños (36) . No vamos sin embargo a detenemos en las caracterís-
ticas particulares de estos comerciantes de coca del Cusco que la "trajina-
ban" a Potosí. Eran muy diferentes a aquellos tratantes "espafíoles" que in-
troducían coca en el "espacio del trajín" para hacerse de los animales necesa-
rios para sus movilizaciones de Cusco a Potosí o de Arequipa al mismo lugar.
El tema escapa momentáneamente a nuestra reflexión. Nos toca ahora entrar
en el análisis de la producción del trajín.

LA PRODUCC/ON DEL TRAJIN;

"Volvamos ahora a nuestros carneros"


(Marx 1978, 129).

Los indígenas ya aparecieron en este mercado como consumidores de


gran importancia, la trayectoria de la coca lo revela, fueron ellos los produc-
tores directos del trajín, aunque eran los mercaderes los administradores de
los beneficios. Al análisis de las relaciones entre los empresarios y los grupos
indígenas y los mecanismos que las permitían está dedicado este breve acá-
pite final.
Los co"egimientos del "espacio del trajín"

Con dos testimonios, uno de 1649 (Alvarez Reyes (1649) 1906) y


otro de 1690 (publicado por Sánchez Albornoz 1978) hemos confeccionado

38 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

el cuadro No . 3. En la segunda década del siglo XVII, cuando ya los "repar-


tos forzados" de mercancías por los corregidores se habían casi instituciona-
lizado, todavía algunos corregimientos basaban su interés para los postulan-
tes a éllos, en el "negocio del trajín". Las denuncias de ambos documentos
nos señalan entonces cuál era, básicamente, el "espacio del trajín" del que
venimos hablando (37).
Una primera constatación que nos parece pertinente es la de la falta
de mención al trajín de la coca, salvo para Ornas y Canches. Aparentemente
esa zona se hizo complementaria, en términos del trajín, al ciclo de la mer-
cancía-coca de Paucartambo·, no sabemos si reproduciendo una vieja com-
plementariedad ecológica de esa etnia (38). También se puede apreciar que
en 1690 el negocio del trajín había desaparecido en Paucarcolla por los cam-
bios importantes de interés que desde hacía unas décadas despertó el negocio
minero. Otro elemento , que no está estudiado en absoluto. es el "trajín" de
los borregos. La producción de vacunos para abastecer ciudades fue sin duda
un elemento importante de las economías empresariales españolas que se for-
maron en el Altiplano . Los animales debían circular hasta su lugar de consu-
Cuadro No. 3
CORREGIMIENTOS DEL ESPACIO DELTRAJIN 1649-1690

CORREGIMIENTO ALVAREZ REYES 1649 CONDE DE CANILLAS DE


TORNEROS 1690
PACAJES Chacaneo de VINO de Mo- 200 indios en trajines paga-
quegua y Arequipa, que se dos en especies a precio su-
conduce a Oruro y Potosí. bido.
CHUCUITO De grueso trato: carneros 60 indios a Arequipa y Mo-
de la tierra con que se tra- quegua por vino con carne-
jina el vino de Arequipa. ros comunales que no sepa-
gan bien o regresan dañados.
PAUCARCOLLA Es corto, trata de carneros No hay trajín.
de la tierra y costales que
se trajinan a las provincias
de arriba.
CABANA Y Trato de carneros, ganado 30 indios llevan borregos a
CABANILLA vacuno y costales. Lima y Potosí.
AZANGARO Se reparte vino y se sacan 40 indios para transportar
cameros y costales. borregos a esas ciudades.
CANAS Y CANCHES Chacaneo de vino y coca a más de 140 indios en trajín
Oruro y Potosí. de vinos y animales.
CARANGAS 100 indios en trajines con
cameros comunales, para
vino fundamentalmente .

No. 1, setiembre 1983 39


Estudios _ _ _ __ __ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

mo y para eso también se necesitaban indios. La mención a los costales tam-


poco es gratuita. Aunque no se trata de trabajo indígena directamente en el
trajín. se trataba de un insumo para éste en el que también circulaba el tra-
bajo indígena del espacio estudiado. Tenemos casos como el de Coata, po-
blación de uros en las orillas del Titicaca, que vendía costales por más de
200.000 pesos a los tratantes que iban a comprarlos (Vásquez de Espinoza
1969 , 403).
Un comentario aparte merece la posibilidad de una cierta especializa-
ción de algunos indígenas en el trajín. Así nos los hace pensar la categoría,
que aparece en ambos documentos, de "chacaneador" de vino. Por otro lado ,
la cantidad de indios que supuestamente se mueven en el trajín en 1690 nos
resulta poca . Si bien entonces los tratos tenían otros canales, incluso ya no
eran las llamas el "andamiaje" de la circulación, no nos parece que sólo 60
indios se movieran para ésto en la provincia de Chucuito. Por otro lado, co-
mo otras evidencias lo demuestran, en los Pacaje y en Canas y Canches, el
trajín fue parte sustantiva de las economías comunales desde mediados del
siglo XVII, desplazando con amplitud la vieja importancia que siempre tuvo
en ésto la provincia de Chucuito; ahí, la encuesta del Conde de Canillas de
Torneros, registra el más alto número de indios para trajines, pero ¿eran sólo
ésos? Los caciques comerciantes, de los que hablaremos en un trabajo futu-
ro, movían mucho más gente, solamente ellos. Por eso , es plausible que efec-
tivamente, los "chacaneadores" hayan sido una capa especializada de trans-
portistas dentro de la comunidad.
Esta breve semblanza de los trajines que ambos documentos ofrecen,
nos conduce a la ubicación de los lugares nucleares de lo que llamamos el
"espacio del trajín". Por otro lado, nos reafirma lo perdurable de esa estruc-
tura . Y sus elementos fundamentales, a pesar de muchos c:111d,ios en esa se-
gunda mitad del siglo XVII. Pero, también, nos habla de 111, "'corregimien-
tos" y sus funcionarios como los beneficiados por el negocio. Para entender
estos mecanismos, veamos cuál era el manejo interno de relaciones entre ca-
pitalista o mercader y trabajador o comunero.

Análisis interno del trajín: el testimonio de Antonio de Ayans


En el contexto del primer intento global de legislación del servicio
personal de los indios, Alonso Messia escribió un "parecer" dirigido al virrey
Luis de Velasco. En ese documento (Messia (1601 ?) 1866), completo y glo-
bal, el analista no dejó de mencionar los "trajines". Dice Messia, de manera
confusa, en medio de su análisis sobre el pago a los indios de guarda de gana-
do, cuáles eran los puntos negativos del trajín para los indios. Menciona cin-
co:
a) Se les paga por jornal 5 pesos cada mes y no se paga la vuelta del
viaje. Tampoco se les paga la comida. Calcula el consumo mensual de un in-
dio en 1/2 hanega de maíz y ch uño y la avalúa en 4 pesos, además un paco o

40 Revista Andina Vol. 1


- - -- -·- - - - -- -- -- - - -----------Glave: Trajines

alpaca hecha cecina (charqui), avaluado en 3 pesos . También, harina de qui-


nua y un poco de pescado seco qu e calcula en 2 pesos. En total, el consumo
mensual es de 9 pesos y el jornal de sólo 5. No cuenta en este cómputo de
consumo indígena sus "ollas" y por lo menos uno o dos carneros por indio
que llevan la comida, que si uno muere pierde el indio 7 pesos.
b) Se les hace fabricar las guascas de icho , las izangas en que llevan
vino y los cestos de coca : afirma que por ello no se les paga.
c) Al ausentarse pierden su ganado y sus chácaras, pues deben dejar-
los al cuidado de sus mujeres que además de cuidar a "los hijuelos" deben hi-
lar y hacer ropa (sobre la carga de esta "industria a domicilio" ver anexo No.
2).
d) Daños en la moral que siempre aparecen en este tipo de reflexio-
nes, y
e) Las comunidades se debilitan pues van cada día a menos, "faltan-
do (los indios) a la prop agación y generación dellas" (Messia (160 l ?) 1866,
131-32).
Además del daño moral y de la ausencia de los adultos que perjudica
a la economía comunal en lo económico y en lo demográfico , los ítems se-
ñalados por Messia apuntan a develar el "subsidio de la economía campesi-
na " a la producción de la circulación . Usando el mismo "parecer", Assadou-
rian (1979 , 264-273) ha destacado este subsidio a la economía minera, pero
no se detiene en este otro factor de subordinación de la aldea campesina a
una fracción del capital circulante, sin el que no se hubiera podido movili-
zar y realizar todo el conjunto de mercancías con que se abastecían las eco-
nomías mineras.
A nivel de las soluciones, Messia es parco. "No hallo otro remedio"
dice , que "procurar que las ausencias sean más breves". Para ello, propone
una medida que ya estaba legislada e incluso practicada por los mercaderes.
Que la caravana del trajín , tanto de Arequipa como de Cusco, hiciera un alto
en el "espacio del trajín" y Juego de una remuda en los indios, continuara a
las plazas de consumo. No sólo era eso un hecho, sino que incluso, los mer-
caderes en el interior se dedicaban al "rescate" de productos comunales con
las mercancías que debían realizarse en el mercado monetario. Así, el análi-
sis del daño a los indios, resulta insuficiente si no se plantean medidas correc-
tivas.
Sin embargo , otra relación, de 1596, nos abre las puertas a un análisis
interno más preciso de las relaciones del "trajín". Oriundo de Navarra, el je-
suita Antonio de Ayans llegó a Lima en 1585 en donde concluyó sus estu-
dios y se ordenó. Fue enviado al colegio de La Paz por su congregación y
luego fue misionero de indios en Chucuito y en Potosí. Con 45 años, falle-
ció en 1598 sin llegar a publicar su relación hecha en 1596. Más que un "pa-
recer" o un alegato, su documento nos proporciona hechos que conoció un
actor de esta historia (39).
Ayans, testigo calificado , al iniciar su "relación, señala, en el mismo

No . 1, setiembre 1983 41
Estudios

nivel de gravedad, los trajines y la mita minera como causas del despobla-
miento y disminución de las comunidades del "espacio del trajín". Por ello
dedica un detenido análisis a los efectos de los trajines.
En el capítulo "en que se trata lo que es el trajín y los agravios y da-
ños que del resultan a los indios", Ayans nos deja un valioso testimonio
(Ayans (1596) 1951 , 41-44) , que otros documentos (ver anexos) trabajados
por nosotros, confirman y completan . Ayans, comienza señalando algo fun-
damental en el peso del trajín sobre la población : la mita no era la única mo-
vilización de indígenas de comunidades hacia otros espacios económicos, el
trajín era igualmente ominoso y desestructurador. Sin que esto sea una afir-
mación empíricamente comprobable , en términos más globales, no es falsa
la afirmación de qu e un indio qu e regresa de la mita ya debe salir al trajín
desvinculándose de la economía y sociedad comunales. De inmediato , un
admirable párrafo sintético nos informa, pero sobre todo, analiza :
"El trajín es en esta manera : el Corregidor de una provincia manda
a los caciques de su distrito le den cien indios para que vayan con su
ganado del mismo corregidor a Paucartambo por coca, a los valles de
Arequipa por vino y unas veces compra él mismo la coca o vino para
cargarllo en su ganado , otras veces la coca o vino es de otro y él , por
la paga que le dan con los indios y ganado que tiene se obliga a pone-
llo en Potosí que es lo que dicen fletar coca o vino y también dan los
corregidores muchos mandamientos a diferentes soldados y amigos
para que los caciques de su jurisdicción les den los indios que el man-
da y señala. La paga que dan a cada indio por un mes son cinco pesos
de a ocho reales, sacados ya los indios reciben el ganado por qu enta
y van con el hasta el pueblo donde an de cargar de coca o vino y des-
pues buelven hasta sus pueblos de donde salieron y alli se truecan y
van otros hasta Potosí y con todo este viaje de ordinario y a veces
mas se tardan seis y siete meses y adviertase que a los que truecan pa-
ra ir a Potosi con el ganado y carga no les pagan lo que tardan en bol-
ver de Potosí a sus pueblos, y de algunos días aca por ser tan pocos
los indios que ay no se truecan sino que unos mismos hacen el biaje
entero".
El corregidor es el propietario de la denuncia, pero, lejos de esquema-
tizar la realidad, en ese breve pasaje, ya Ayans habla de los "allegados", en
este caso : soldados y amigos. En otra parte, dice que cada corregidor llega
con su escribano, un alguacil y un teniente y "a veces más de dos y de qua-
tro" y "algunos amigos con otros que se allegan". Esta pléyade de "españoles
entre indios" a que hace mención el jesuita puede completarse con el admi-
nistrador del ganado de la comunidad, el contador y el administrador de los
hospitales ( 40). Todos ellos usan el trabajo excedente de la comunidad , siem-
pre mediados por los caciques y principales.
La evaluación del trajín en términos de costos cubiertos por los indí-
genas nos propone algunas variantes frente al testimonio de Messia. Los pun-

42 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Glave: Trajines

tos principales del análisis de Ayans son los siguientes:


a) El jornal, confirma, era de cinco pesos cada mes. Mientras el con-
sumo mensual de un indio, según Ayans, es el siguiente: por lo menos 1/2
hanega de chuño a unos 7 pesos, un paco o una alpaca hecha charqui a 3 pe-
sos; harina de quinua, ají y pescado seco "para los viernes", todo a 3 l /2 pesos,
cada mes I peso de coca y a veces más. De manera que en "sólo comer" (el
jesuita incluye la coca en "comer") gasta 14 l /2. Afirma que incluso puede
ser más, sin considerar los vestidos que rompen (que Messia no mencionó) ,
las "ollas que llevan para guisar" y "otras cosillas". Y termina señalando que
tampoco se considera "la tasa que pagan"(!).
b) Menciona también, como Messia ( ¿conoció éste la relación de
Ayans?), las izangas, cestos y guascas que hacían sin recibir pago.
c) Los dos carneros que lleva cada indio por su cuenta sin pago , un
"chuse" para dormir y una estera para cubrirse de noche y pernoctan en el
campo.
d) El "riesgo" del cargamento, que en nuestra ficha guía caracteri-
zábamos como "condición de cantidad", era descargada despóticamente por
el trajinante en los indígenas contratados. Las botijas rotas, que se pagaban
a los precios establecidos en el contrato, eran cubiertas por los indios, acu-
sados de haberlas hurtado. Termina este ítem con una reflexión precisa :
"y de creer es que si a de pagar un pobre indio ocho pesos o nuebe por boti-
ja, que no querrá quebralla y bebella por no desembolsar tanta plata".
e) Lo mismo sucede en términos de la cobertura del riesgo del viaje,
con el ganado que huye o muere. Se les hace pagar el más alto precio afir-
mando que los perdidos eran los mejores animales de la tropa.
f) Señala el daño que las ausencias generan en el ganado y en las chá-
caras de los indios.
g) Señala también el daño moral por las ausencias, y
h) la falta de indios afecta finalmente a la "generación" de los mis-
mos indios.
Ayans señala que en una apreciación aproximada de lo que tenninan
perdiendo los indios en el viaje del trajín , por comida y por lo que se les ha-
ce pagar, se puede hablar de unos 50 pesos. Aquí conviene hacer una disgre-
ción respecto a la fonna y mediaciones del trato. Los requerimientos de in-
dios se hacen a los caciques, que movilizan comunalmente un quanto de la
energía disponible en la comunidad. Así, el dinero adelantado por el jornal
de los trajinadores , es embolsado, por lo menos teóricamente, en la caja de
la comunidad . En cambio, los perjuicios económicos de los indígenas son car-
gados en sus economías familiares (chácaras y ganado), y las deudas son cu-
biertas por el indio individualmente (obligándolo a alquilarse nuevamente o
quedarse en las minas) o, en conjunto , usadas por los "españoles" para forjar
una nueva contratación con la comunidad.
Para enmendar esto, Ayans propone un sistema de remudas "tambo
por tambo", con poco tiempo del indio en el trajín , que no se afecte la eco-

No. 1, setiembre 1983 43


norn ía agrícola y ganadera, prohibiéndose los contratos en las épocas en que
el indio requiere de su trabajo en b economía comunal. quedando el trajín
corno un trabajo "estacional" complementario y , finalmente C) que se pague
lo justo sin que el indio subsidie al trajinante.
Aquí surgen dos ternas gruesos como continuación del análisis de los
trajines. El primero es el de los componentes de la sujeción colonial de la co-
munidad y las formas de conversión forzada al mercado de los recursos co-
munales. El segundo (dependiente del primero), el de las formas de acumula-
ción de dinero por los corregidores y "españoles", amén del importante y to-
davía poco claro sistema mercantil cacica! que vinculó formas andinas de re-
ciprocidad con un eficiente manejo del mercado de mercancías agrícolas.
Ello será motivo de una futura contribución que cerrará nuestro panorama
de la estructura de los "trajines", un capítulo en la formación del mercado
interno colonial.

NOTAS

( 1) La tesis de John V. Murra, "The Economic ürganization of the Inca State" data
de 1956 pero sólo fue publicada en español en 1978 cuando ya el mismo autor
había publicado una serie de artículos que han fundado una interpretación del
sistema social y económico andino, reunidos en 1975 en un sólo volumen por el
Instituto de Estudios Peruanos. La " Visión de los vencidos" fue por otro lado,
el título original francés del trabajo central de N . Wachtel publicado en español
en 1976, aunque la parte correspondiente a la "desestructuración" apareció pu-
blica.da junto con otros ensayos en un volumen titulado "Sociedad e ideología"
en 1973. Para el principal exponente peruano de este tipo de reflexión se pue-
den consultar los artículos reunidos en Pease 1978. Por otro lado, los trabajos
presentados en 1976 en la Primera Jornada del Museo Nacional de Historia y
publicados por Koth y Castelli (ed .) 1978 son una buena imagen panorámica de
los distintos avances en esta disciplina, polémicamente llamada "etnohistoria".
( 2) Ello se desprende de la revisión que Marie Helmer (1959) hizo de las escrituras
notariales de Potosí. El trabajo con escrituras notariales de Cusco, Arequipa y
Moquegua, que presentamos más adelante, ilustrará más detenidamente este te-
ma.
( 3) Además de los trabajos citados de Assadourian, el tema de la minería y sus im-
plicancias ha sido tratado por varios autores desde los trabajos pioneros del his-
toriador chileno Alvaro Jara. Para un resumen ú ti! nos remitimos a un artículo
de Rafael Varon (1978).

( 4) Sobre Oruro se puede ver Crespo 1966. También, el capítulo correspondiente


del libro de Wolfgang Schoop (1981) que nos sirve de guía panorámica para las
ciudades del Altiplano.

44 Revista Andina Vo!. 1


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - G l a v e : Trajines

( 5) Un relato completo de estos acontecimientos se puede encontrar en el trabajo


de Alberto Crespo (1972). Para una visión global de las tensiones geopolíticas
que se sucedieron en este período de fundación sigue siendo fundamental el
trabajo de Barnadas (1973).

( 6) Un libro reciente del profesor arequipeño Alejandro Málaga Medina (1981) nos
ofrece un capítulo sintético ilustrativo de la dinámica arequipeña. Para un clási-
co de la documentación de la ciudad ver Barriga 1940.

( 7) Las referencias de la fundación que hablan de un área de influencia de la ciudad


inca con una población de 200,000 habitantes dan lugar, al cabo de un siglo, a
datos de sólo 14,000 indígenas (Vázquez de Espinosa 1969). Sin embargo, éstos
eran muy numerosos ya que se trata de habitantes urbanos, cuyas ocupaciones y
forma de vida correspondían a patrones urbanos que se habían adquirido en esa
animada plaza comercial que era la ciudad ya mestiza del Cusco. Por otro lado,
como veremos, este dato de "indígenas" era sólo para el Cusco pues, al numerar-
se los vecinos españoles, sólo se consideraban las "casas" españolas, cuyos l:.abi-
tantes entre españoles e indígenas servidores, lo mismo que negros esclavos, po-
dían ser muy numerosos (Mellafe 1970). Así, la población indígena del Cusco
era particularmente numerosa y, si nos atenemos a los sólidos datos del carmeli-
ta Vázquez de Espinosa que habla de 3,500 vecinos españoles, el total de habi-
tantes de Cusco en 1630 era largamente superior a los 30,000. Ver también nues-
tro trabajo sobre Cusco donde comentamos esto (Glave 1980).

( 8) En 1572 con ocasión de la visita se registraron 400 a 500 habitantes "españoles",


algo más de los que refieren los datos que consignamos en el Cuadro No. l. Se-
gún Vázquez de Espinosa en la primera década del Siglo XVII hay 4,500 habitan-
tes y en 1639, según un manuscrito de Pedro Ramírez del Aguila, el total de ha-
bitantes, incluyendo suburbios, era de 14,000, registrando ese mismo documen-
to 1,500 "españoles". Ver estos datos en Schoop y Márquez 1974.

( 9) El estimado de producción es sólo un dato aproximado. Lo basamos en dos tes-


timonios del arzobispado cusqueño, uno de 1610 (Archivo General de Indias, en
adelante AGI, Lima 312) y otro de 1621 (AGI, Lima 305), que señalaban el des-
censo del diezmo de coca en volumen y en precios, lo que afectaba enormemente
sus rentas por ser este rubro "miembro el principal y más cuantioso" de sus ren-
tas decimales. Sobre el peso de los cestos de coca ver las ordenanzas de Toledo
publicadas por Urteaga y Romero (1926). Los registros notariales de Cusco re-
visados que nos permiten seguir la importancia de este trabajo son: Gregorio Bi-
torero 1560, Antonio Sánchez 1594-1595, Antonio de Salas 1596-1597, Cristó-
bal de Lucero 1617-1619 y otros, en el Archivo Histórico del Cusco ( en adelan-
te AHC) y los de Luis García y Sancho de Orué de 1565 y Antonio Sánchez
157 5-1576 en la Biblioteca Nacional ( en adelante BN). Ms. A-38 y A-39.
( I O) Memorial presentado al virrey Marqués de Mancera por los vecinos de Arequipa
en 1647, Archivo Municipal de Arequipa (en adelante AMA), LCED 01, f456.
Ese testimonio y otros de los libros de cédulas del Cabildo arequipeño son los in-
dicadores de la gran importancia del vino. La numeración de los libros que usa-
mos es la de Málaga, Quiroz y Alvarez 1974. Este catálogo no sólo es útil para
conocer el contenido del AMA sino un ilustrativo conjunto que permite hacerse
una idea de la vida de la Ciudad.
(11) Carta del virrey Toledo al Rey, Callao 9 de abril 1580. Publicada por Roberto
Levillier(l924, Vol. VI, 238). ·

No. 1, setiembre 1983 45


Estudios _ _ _ _ __

(12) El tema ha sido tratado por Barnadas (l 973). La documentación al respecto se


puede encontrar en Levillier (l 918) , que recoge documentación de la instalación
y consolidación de la Audiencia de Charcas. También, más concentrado en un in-
terés por los límites, el volumen publicado en base a casi los mismos document os
por Maurtua (l 906-A) es de utilidad a este respecto. Sobre los límites entre el
Arzobispado del Cusco y el Obispado de La Paz que dependía de'l Arzobispado
de La Plata, en disputa por la jurisdicción de Chucuito, la documentación es vo-
luminosa en AGI -- Lima 305 , 1560-1575 y en AGI-Escribanía 499-B , 15 89. El
prin1er legajo es un pleito entre los Arzobispados de Cusco y La Plata por sus ju-
risdicciones y el segundo prolonga el pleito específicamente por la división de
Chucuito entre Cusco y el flamante Obispado de La Paz.
( 13) Expresiones como " no produce más frutos que los de la sierra" son siempre el
antecedente al señalamiento de otros factores que permiten los "tratos y granje-
rías" con que se sustentan los indios de esta zona. Ver por ejemplo Alcedo 1786-
1788 ; I 5 59-562; IV, 5 y 368 . La "descripción" de Balthasar Ramírez ya citada
es también para esto una excelente guía.

(14) Las "ordenanzas" de tambos de Cristóbal Vaca de Castro (l 543) enumeran los
principales caminos del reino y el número de tambos que había en ellos:
Del Cusco a La Plata, 34 tambos
De La Plata a Arequipa, 5
Del Cusco a Arequipa, 8
Del Cusco a Ayacucho, 12
De Lima a Arequipa, 22
Los caminos de Lima al centro y al norte totalizan 5 ruta'> con 58 tambos. Los
datos nos ofrecen un panorama claro de la importancia de la ruta de Cusco a La
Plata-Potosí y los numerosos tambos de los caminos del sur que atravezaban "el
Collao", punto fundamental de la "trajinería" como dice Toledo. Las ordenan-
zas de Vaca de Castro fueron reafirmadas durante la administración toledana.
Ver Zavala 1978, 7-9.
(15) AGI-Charcas 17. Los testimonios que reafirman esa característica de ubicación
espacial y recursos humanos y animales para el "trajín" son numerosos. El cono-
cimiento y autoridad de Cepeda en Charcas no hace otra cosa que poner en evi-
dencia, veinte años después del testimonio de Francisco de Toledo, que los más
autorizados políticos y administradores del espacio peruano, fijaron su atención
en algo que era esencial y no aleatorio en el funcionamiento de un sistema ya
consolidado de dominio colonial y organización económica interna.
(16) Sobre el tipo de organización "urbana" de este espacio diferente a las fundacio-
nes españolas de ciudades, ver Durán (197 8, 115-116).
Sobre la importancia de la organización de la población en doctrinas por los do-
minicos se puede consultar Herrera ( 1934, 64-90) y Cuentas ( 1929). Las acusa-
ciones a los dominicos en 1572 y que desembocaron en un enfrentamiento con
Toledo y el retiro de la Orden se encuentran en las "Resultas de la visita secreta
lega que hizieron en la Provincia de Chucuito... Pedro Gutierrez Flores . .. y
Juan Ramirez Segarra... " publicadas por Franklin Pease en Historia y Cultura
No. 4, Lima 1970.
( 17) AGI-Escribanía 844-A, lra. pieza, f. 4. La información sobre esta disputa está
tomada de las dos piezas que se conservan del pleito ante el Consejo de Indias en
el referido legajo de la Escribanía de Cámara. Para una buena visión de los cam-

46 Revista Andina Vol. 1


________ _ __ _ _ __ _ _ _ G/ave: Trajines

bios en el reino Pacaje por las reducciones y otras acciones españolas, consúlte-
se Barragán 1982.
( 18) En un expediente sobre la "nueva tasa" de los indios de Sacaca en 15 50 se esta-
blece un tributo en coca de 250 cestos que debían ser tomados de las chácaras
"que diz que heran del ynga" y puestas en el asiento de Tiraque o, si les daban
ganado y comida, en Potosí, Porco o La Plata. Sin embargo, a petición del en-
comendero, en 15 51, se estableció que la coca fuera depositada en el pueblo de
TOTORA a 12 leguas de Tiraque. Ello fue aceptado en la medida en que los in-
dios tenían hechos en el camino de Totora y en ese asiento, sus casas y depósi-
tos para sacar la coca que pagaban por tributo. Ver AGI-Justicia 653, f. 9. Este
dato es reforzado por las escrituras de fletamento de coca del Cusco que debía
ser llevada a Totora desde Paucartambo. Para 1594-95 ver el Protocolo de Anto-
nio Sánchez y para 1596-97 ver Prot. Antonio de Salas, ambos en AHC. Este
carácter de puerto de la coca entre Cusco y los centros de consumo deberá ser
explorado en investigación futura, lo mismo que el caso de Zepita para el vino
arequipeño, sobre el que volveremos más adelante.

1 19) AGI - Escribanía 844-A , 2da. pieza, f. 132.

(20) AGI - Charcas 4 7.


(21) AMA- LCED. 01, ff. 86 y 160.

(22) "En la medida, empero, en que la circulación misma trae aparejados costos, en la
medida en que requiere plustrabajo, aparece ella misma como incluida en el pro-
ceso de producción. En este aspecto la circulación aparece como momento del
proceso inmediato de producción. En la producción orientada directamente al
uso y que no intercambia más que el excedente, los costos de circulación sólo
afectan el excedente, no el producto principal. Cuanto más se funda la produc-
ción en el valor de cambio, y por tanto en el intercambio, tanto más importantes
se vuelven para ella las condiciones físicas del intercambio: los medios de comu-
nicación y transporte. El capital, por su naturaleza, tiende a superar toda barrera
espacial. Por consiguiente la creación de las condiciones físicas del intercambio
-de los medios de comunicación y de transporte- se convierte para él, y en una
medida totalmente distinta, en una necesidad: la anulación del espacio por el
tiempo" (Marx 1978, 12-13).
( 23) "Otro momento se inserta aquí: los costos de circulación , que no caben en el
concepto simple de la circulación ... Los costos de circulación que derivan de la
circulación como acto económico - en cuanto relación de producción, y no di-
rectamente en cuanto momento de la producción, tal como es el caso de los me-
dios de transporte y comunicación- . .. "(Marx 197 8, 12).

(24) En el "parecer" de Garci Diez de San Miguel luego de la visita de Chucuito de


1567 (Espinoza 1964, 24 7), se menciona a Cancino y Bueno a propósito de las
contradicciones que éstos tenían con los indios tributarios sujetos a Chucuito
por el agua que aquellos derivaban a sus nuevas plantaciones de viñas. Sobre es-
te grupo de españoles y la historia de la villa y esa aristocracia se pueden ver los
trabajos de Aurelio Miro Quesada ( 1977 y 1978). También sobre Bueno y otros
españoles de esta primera etapa "fundacional" de la economía agrícola colonial,
ver el trabajo de Efraín Trelles ( 1980). Sobre las escrituras de Dávila volveremos
en extenso.

f\Jo. 1, setiembre 1983 47


(25) La escritura se encuentra en el Protocolo de Diego Dávila 158 7-95, f. 66r. Los
fondos de Diego Dávila y de sus sucesores en la notaría moqueguana se conser-
van en poder del Sr. Víctor Cutipé, Notario Público de Moquegua, a la espera de
ser concentrados en un futuro Archivo Departamental que la calidad de la infor-
mación demanda. El Sr. Cu tipé conserva dos volúmenes correspnndientes a un
Indice cronológico de la Escribanía Pública de Cabildo e Hipotecas de la ciudad
de Moquegua que abarca desde el año 1587 hasta el de 1859 inclusive, año en
que el archivo se hallaba en poder del escribano público y de hipotecas, don Juan
Fermín Angulo. El primer volumen va de 1587 a 1815 y el segundo de 1818 a
1859. El índice recupera las escrituras más importantes de los registros y enume-
ra éstos, lo que permitirá su mejor catalogación definitiva. Además de los cerca
de 150 legajos de esa colección listada por Angulo (que incluyen sus propios pro-
tocolos) hay registros que no corresponden a la serie, algunos de años que su-
puestamente, siguiendo el índice Angulo, la notaría estuvo sin atender. También,
aparecen notarios que no figuran en el índice. Junto con esta documentación
notarial pude ubicar un único libro de Cabildo cuyo lomo dice "Actas Cavildo
Tomo 30" y, en el interior , "Libro 3" de Actas Capitulares y otros instrumen-
tos. Va de 1653 a 1824 y parece ser el único que se conserva en esa colección.
Un becerro de instrumentos de Torata completa los legajos que pude revisar. A
pesar del cuidado del Sr. Víctor Cutipé los documentos muestran un deterioro
que es deseable se remedie con la creación del Archivo Departamental. Agradez-
co aquí la gentileza del Sr. Cutipé que me permitió revisar la documentación
con toda la atención necesaria. Revisando otras investigaciones, supe que estos
documentos han sido también trabajados por el Dr. Aurelio Miro Quesada en los
textos citados y por Franklin Pease que los menciona en dos obras recientes
(1981-1982). También han sido observados por el Dr. Guillermo Galdós Rodrí-
guez , director del Archivo Departamental de Arequipa.

(26) Prot. Diego Dávila 1587-1595, f. 318.

(27) Resulta ilustrativa la mención al texto de Fray Benito de Peñalosa " Libro de las
cinco excelencias del Español, que despueblan a España'', editado en Pamplona
en 1629; las referencias provienen de ese texto citado en Herrero 1940, 164. El
contenido de cada botija de 16 "cuartillos" equivalentes a unos 8 litros, de
acuerdo con las escrituras de tratos con vino en Arequipa que revisamos en el Ar-
chivo Departamental de Arequipa (en adelante ADA).

(28) El dato de 1586 en AHC-Prot. Luis de Quesada 1586, f. 291. Para 1610, el Tes-
tamento de Alonso de Estrada, su propietario, citado por Miro Quesada 1977,
392.
(29) "En virtud de la domesticación de las llamas, el espacio peruano fue el único que
albergó, antes de la conquista, una sociedad indígena con elevado desarrollo en
la ganadería de carga. Pues bien, fue esta ganadería indígena (no la española) la
que durante un siglo detentó la máxima figuración funcional y comercial, hasta
el punto de ser considerada como el verdadero soporte de todo el andamiaje cir-
culatorio del conjunto regional". (Assadourian 1982, 179).
(30) A manera de ejemplo, veamos algunas escrituras de 1590, registradas ante Diego
de Aguilar (ADA-Prot. No. 20). Durante el mes de enero, se hacían las escrituras
de fletamento de "ganado de la tierra" para garantizar la movilización del vino
de la cosecha venidera. El vino arequipeño, durante el siglo XVI, era casi exclusi-
vamente proveniente del valle de Vítor, un ejemplo antiguo de "especialización"
por cierto. Los tratos con vino, para su transporte a Chucuito o a.Potosí, eran

48 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - · - - -- - - - - - - - - - - - - - G l a v e : Trajines

hechos con botijas "puestas en la ciudad" (ff 17 r, 39 r, 54 r, 85 v). Sin em-


bargo, cuando algún mercader o traJinante debía sacar de Vitar o, en menor me-
dida, de Siguas, los tratos se hacen con dueños de Recua que en sus mulas saca-
ban el vino hasta Arequipa por fletes que oscilaban los 7 r. por botija (Prot. Die-
go de Aguilar 1590, f. 101 r). No se trata de una exclusividad, pero resultaba ra-
ro que las llamas bajaran a los valles costeños en donde sí las mulas cumplían
una función rentable y se adaptaban mejor. En el caso de la coca, las condiciones
climáticas de Paucartam bo eran similares a los valles costeños en términos de
ventajas para las mulas. Un testimonio de 1588 señala la presencia de un grupo
especializado de arrieros que sacan la coca a la sierra en recuas de mulas de 8 ca-
bezas cada una . (Biblioteca Nacional, Madrid, -en adelante BNM--, Ms. 3035,
ff. 381-383) . La coca se depositaba en las sierras de salida del valle a donde llega-
ban los mercaderes y trajinantes para, en "carneros de la tierra", llevar la mercan-
cía a las "provincias de arriba".

(31) "El tiempo de circulación no es más que una barrera opuesta a esta realización
de valor y por lo tanto a la creación de valor ; una barrera específica que no sur-
ge de la producción en general, sino de la producción del capital, y abolir a la
cual -o la lucha por superarla- pertenece también al desarrollo específicamente
económico del capital y da el impulso para el desarrollo de sus formas en el cré-
dito, etc." (Marx 1978, 35).
(32) Aunque el tributo en coca no es un indicador de la producción total en la medi-
da en que las chácaras de españoles fueron más importantes que los terrenos con-
trolados por los ayllus (para una descripción de las distintas formas de tenencia,
ver el trabajo ya citado de Barnadas que resume los detenidos comentarios que
hizo el licenciado Matienzo en su "Gobierno del Perú" ), veamos el volumen que
salia de las regiones de tres ciudades : La Plata, La Paz y Cusca.

DEPARTAMENTO CESTOS
LA PLATA
Poco na 1,500
Tarabuco 480
Aiquili 90
Totora 75
---
2,145

LA PAZ
Quiruas de Oyune 395
Songo 1,615
Suri 972
Cama ta 645
Yanacadre 762
Yungas de Pere 132
Cha pis 564
--
5,085

No . 1, setiembre 1983 49
cuseo
Cuchua 276
Gualla 1,140
Paucartambo 1,200
Pitomarca 70
Chunchos 84
Amaybamba 205
Amaybamba (Alvarez) 123
Sayrechaca 55
Guayo bamba 175
Masca de Otalo 114
Matinga 198
Copa Copa 480
Ayapata 288
Ollachea 260
Chiaysaroma 188
4,856

Fuente: Cook 1975.

Se puede apreciar que de los 12,086 cestos de coca que circulaban por la vía del
tributo, en 1575, en este espacio, un 42º/o provenía de La Paz y un 40°/o del
Cusco. Sin embargo, en La Paz, eran dos repartimentos indígenas de una misma
región los que aportaban un 43º/o del tributo (Songo y Chapis) y eran los luga-
res de mayor producción, controlada por dos encomenderos, uno de los cuales
incluso controló también Suri y Quiruas de Oyune. Mientras que en Cusca la
producción y tributo indígenas estaban más diversificados y la producción de
Paucartambo era absolutamente mayor a la que se derivaba al tributo. No olvi-
demos que poco tiempo después, como ya mencionamos, el Cusco producía en
su región cerca de cien mil cestos de coca, que hacen ínfimos los cinco mil que se
derivaban a la renta de las encomiendas. De esos cien mil cestos (AGI-Lima 305
y Lima 312) que se podían alcanzar a fines del siglo XVI, otro testimonio, de
1588, del Corregidor de Paucartambo, Pedro del Peso de Vera, nos permite su-
poner una producción aproximada de sólo ese valle, de unos 36,000 cestos
(BNM. Ms. 3035). .
(33) Otros testimonios, como las escrituras notariales, expresan más bien que cada
carnero llevaba dos cestos (AHC. Prot. Gregorio Bitorero 1560, f. 326). Pero no
siempre son precisos en la relación de carneros por cesto.
(34) BNM. Ms. 3035, f. 382. Sobre este mercado de cédulas vencidas en el valle de
Amaybamba, ver comentarios hechos en Glave-Remy 1983.
(35) AHC. Prot. Antonio Sánchez 1594-95, f. 106 v. Respecto a los toldos encontra-
mos un documento más tardío que contabiliza la coca no por cestos sino por
"toldos". Unos 11 toldos de coca eran conducidos en 2,000 carneros por lo que
podemos suponer, si eran dos cestos por animal como nos inclinamos a creer más

50 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _G/ave. Trajines

que cuatro como afirma Ramírez, serían 4,000 cestos, lo que da una equivalen-
cia cercana a 400 cestos por toldo. Ver ADA. Prot. Diego de Silva 1701-1704, f.
302.

l36) AHC. Prot. Francisco de La Fuente 1617, f. 218; Prot. Francisco Hurtado 1617,
f. 921 v. Sobre el gran poder económico y las características de monopolio de
grandes cantidades de mercancías por estos comerciantes que despertaban rece-
los del nuevo corregidor, entre ellos Francisco Aldrete Maldonado, que era her-
mano del licenciado Maldonado de Torres y Teniente de Corregidor hacia 1620,
ver AGI-Lima 150.
(37) Por algún motivo, que ahora se nos escapa, el corregimiento de Omasuyo, que es-
pacialmente está en esta zona, no tenía las características de los otros. Por otro
lado, sus indios eran considerados "ricos" y emprendedores en sus tratos (AGI-
Charcas 41, No. 14) pero, de acuerdo con los documentos citados, sus corregido-
res eran considerados de "cortos" tratos e ingresos.

(38) Sabemos por ejemplo que los indios de Tinta tenían mitimaes coqueros en Aya-
pata, de donde todavía entregaban coca en 1780, sin que la tasa de Toledo nos
mencione ese tributo. Ver AGI-Escribanía 499-A y 502-A.
(39) Los comentarios sobre Ayans los hemos tomado de la nota introductoria al do-
cumento que elaboró Vargas Ugarte (19 51, 19-22). Esa edición de documentos
del fecundo historiador peruano trae, junto al de Ayans, el "parecer" comenta-
do ya, de Alonso Messia, junto con otros valiosos memoriales insoslayables en el
estudio del trabajo indígena en la Colonia. Para una valorización del testimonio
de Ayans, comp{lrese con el "Memorial" de los caciques de Chucuito sobre el te-
ma que publicamos como Anexo Documental No. 2.
(40) En el "parecer" de D. López de Zuñiga de su visita a Chucuito de 1582 (parcial-
mente transcrito en el anexo No. 1) se nota la presencia de mestizos, "españoles"
y mulatos que no son clérigos y funcionarios de la Corona ( omnipresentes en las
denuncias). Normalmente son "allegados'' a alguno de estos dos grupos no in-
dios (clérigos y funcionarios). Además, el documento nos habla de un factor eco-
nómico de su presencia, ya detectado en esta exposición, los tratos de "rescate"
que los define en su relación con los naturales. También son "guardas" de gana-
do y negociantes con él, lo que también implica uso de excedentes de trabajo in-
dígena. El anexo No. 3 nos habla directamente de los tratos de algunos funciona-
rios. Las actividades económicas de estos "españoles entre indios" nos las resume
esta interesante provisión real de 1601 sobre los "administradores de hacienda o
de comunidades de indios" (colección de documentos.. . América y Oceanía,
Tomo XIX, 190-192): " .. . he sido ynformado que los administradores que se
ponen en las haciendas de Comunidades de indios, son muy perjudiciales y daño-
sos, porque señalandoles como se les señala el quarto o quinto de lo procedido
de los frutos de aquellas haciendas por su salario, porque el dicho quarto o quin-
to crezca mas, hacen que los indios siembren chacaras en mucha mayor quanti-
dad de lo a que pueden acudir, y con el dinero que sacan de lo procedido de las
cosechas, los dichos administradores buscan otros tratos y granjerias y de conti-
nuo traen ocupados a los indios en yntolerables trauajos con sus mesmas hacien-
das.y que cuando se ha de vender la comida, vino o ganado de las Comunidades,
los administradores hacen aparencia de almoneda en los pueblos de los mesmos
indios, y hechan personas que lo tomen para ellos a menos precio, y todo se con-
vierte en daño de los indios y aprovechamiento de los administradores'~

No. 1, setiembre 1983 51


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ANEXOS

Este artículo presenta la primera parte de una expos1c10n mayor


sobre los "trajines". El tema de la "producción de trajín" implica un estudio
de la organización económica de las aldeas campesinas y las formas de estruc-
turación de plustrabajo y excedente que se transfieren a la economía mer-
cantil. El material que ahora presentamos transcrito corrobora la relación de
agravios qu e hizo Antonio de Ayans y es un adelanto docum ental del tema
que será presentado como complemento de este artículo en una próxima
oportunidad. Para la transcripción hemos respetado exactamente la escritura
original. Ahora dejemos hablar a los testigos.

ANEXO No . 1

Extractos del:

"PARECER" de Diego López de Zúñiga sobre la visita a la provincia de Chucuito en 1582


por orden del Virrey Marhn Enríquez.

AGI
LIMA 129
/f4r/ El trato y granjeriá que comunmente tienen los yndios des ta provincia es yr a la -
recaxa y a la costa y a arequipa y a otros valles calientes y lleuar rropa ganado y comidas
de las que coxen en sus fierros y cesinas y rresgatan con ello coca maiz y otros cossas de
que carecen en sus pueblos y las traen y venden en ellos que les son de mucho interes con
que sustentan y pagan sus tassas. algunos dellos tienen ganados y hazen sus chocaras de
papas y quinua y cañagua y de la lana de sus ganados hazen sus bestidos vale un carnero
cinco pesos corrientes y seis y una obeja tres y Uf! paco diez reales y unas veces mas y

56 Revista Andina Vol. 1


_ _____________ ______________,G/ave: Trajines

otras menos, de sementera de una carga de papas ques media hanega cogen ocho y mas o
menos segun la fertilidad o esterelidad del mismo y de tres cargas de papas hazen una de
chuño vale una carga de papas dos reales"y medio y tres y una de chuño ocho de un almud
de quinua o cañagua cogen cinco o seis cargas vales a pesso. hazen della bevida para si, y
el ganado que tienen les sirue en los Tambos y en yr con cargas a potosi y otras parte, los
yndios uros es gente pobrissima de hazienda y entendimiento. las demos por la mayor par-
te lo son assi mismo de hazienda porque aunque tienen mucho ganado de comunidad en
particular tienen poco y pocas tierras, ganan medio real cada un dia a guardar ganados de
españoles.
Alquilanse para yr a potossi y al cuzco y a la costa y a otras partes de donde
troen coca vino y otras cossas y lo que traen para si y la leña y yerua papas chuño perdi-
z es y otras cossas que tienen los venden en sus tambos que los ay en cada pueblo en que
son muy aprouechados con lo qua/ pagan su tassa.
/f4v/ Las yndias y muchachos se ocupan en hazer rropa y hilar lana para ella tarda una
yndia en hazer una pieza de rropa que se entiende manta y camiseta o aquixo y liquilla
mes y medio no ocupandose en otra cossa vale comunmente una pieza cinco pesos co-
rrientes y si les dan lana para ella se les paga por la hechura tres pesos y dos.
De todos los yndios de la provincia es mucho el numero que sale cada un año a
estos alquileres gana un yndio desde chucuito al cuzco de ida y bue/ta nueve pesos de a
ocho rreales tarda dos meses y algunas vezes mucho mas porque los detienen en la sierra
de paucartambo en darles la carga desde chucuito a potossi se les paga onze pessos y tar-
dan tres meses y en este tiempo no son doctrinados y quando bue/ven a sus cassas hallan
sus chocaras perdidas y con el jornal no las pueden rremediar porque es poco y gastan
mas de lo que ganan. En yr de su pueblo a arequipa o a moquegua o a la costa y bolver
tardan dos messes y medio y dos y tres y no se les pagan mas de cinco pesos por cada via-
je y ansi es mucho el trauajo y poco el prouecho, y aunques justo para la conseruacion
de la rrepublica y sustentacion de potossi y de la misma prouincia que estos yndios se
alquilen porque no ay medio ninguno con que se puedan suplir lo que/los hazen, tam-
bien es justo que sean satisfechos en su trauajo ya que no puedan ser rreseruados que si
se pudiera hazer sera lo mas conuiniente mas acudiendo a la necesidad suya porque a/gu-
11os dellos no podrian pagar su tassa si no se alquilasen y tambien a la nuestra que es me-
nester ayudar los espaiíoles acudiendo a todo con la menos molestia de los yndios. pare-
ce que conuendria que se alquilasen para este traxin de prouincia en prouincia y esto tie-
ne dificultad grande porque desde el tambo de caracol/o a potosi por el camino rrea/ que
ay cinquenta leguas no ay ningun pueblo poblado y si los yndios que siruen en los tam-
bos ouisen de /leuar el traxin en este camino serles ya de mucho ynconuiniente porque
auian de traer la comida para su sustento de muy lejos por no la auer en los tambos y
aunque por el camino de los carangas podria yr el tragin (sic) con algun rrodeo por ser
mas poblados ymposyb/e por que aquellos yndios se ocupan en el traxin de los azogues
plata y mercadurias que van y vienen por arica y no pueden /f5r/ acudir a lo uno y a
lo otro demas de que ay veinte leguas de despoblado que va a salir al asiento de porco y
no tienen pastos suficientes para tanto ganado y atento a estas caussas me paresce que
los yndios de la prouincia devrian ser rreseruados de no yr a paucartambo cuzco arequipa
ni moquegua por ningun genero de mercadería vino coca ni otra cossa y que se les permi-
liesse yr a moquegua para traer harina y maiz para el proueimiento de las tiendas ospita-
les y tambos y que es ten obligados a 1/euar a potosi en el ganado que para ello les dieren
los españoles el vino y mercadurws que truxeren y que por cada viaje sea obligado el es-
pañol a dar a cada yndio yendo desde chucuito o de acora o de hilaui hasta potossi treze
pessos de a ocho rreales el pesso y de los demas pueblos de la dicha prouincia que estan
adelante a doze pessos y mas cada yndio un carnero de carga en que /leue su comida y
que un yndio no cargue mas de diez carneros que son veynte botijas de vino y que no se
ocupen en cada viaje mas de ochenta días y que si mas tiempo se detuuieren el español
les pague al rrespecto y que despues de llegados a potosi con la carga no los fuercen a que
guarden mar. del ganado en que la ouieren lleuado sino que luego la justicia y protector

No. 1, setiembre 1983 57


los compelan a que bue/uan a sus pueblos poniendo en esto mucho cuydado porque des-
tos yndios y de los que van a la /auor de las minas e yngenios se quedan muchos en poto-
ssi y en las chaca ras de la prouincia de los charcas y que el jornal que ouiesen de auer por
el dicho traxin se les pagasse ante la justicia de contado y dello se cobrasse lo que deuiesse
de tassa y que el gouemador y protector de la prouincia tenga especial cuydado en que
los yndios que se ocupasen en este ministerio sean de los que deuen tassa y particularmen-
te de los uros por que no tienen en que la ganar y des to los mas pobres que ubiere aun-
que la ayan pagado por que los rricos recíuen mayor daño que no ellos en dexar sus ha-
ziendas y aunque tambíen le rrecíuen los pobres se podría rremediar con que en cada pue-
blo y parcialidad se nombrasse un yndio de los que quedan rreseruados alcalde o rregidor
que tome a su cargo el beneficio de las chacaras de los yndios que fueren al dicho traxin y
las hagan beneficiar pagando los dueños lo que por los semejantes suelen pagar y que el
dicho principal alcalde o rregidor fuese obligado a dar cuenta del fructo que se coxiere de
las chacaras de los que no dexaren muger o pariente que se haga cargo dellas.
y para que las dichas mercaderías y vino vengan a la dicha prouincw sera necesa-
rio que vuestra exelencia mande que en las ciudades de arequípa y cuzco y pueblos del
callao las justicias den todo auyamiento para el dicho traxin y que la coca se lleue por el
camino de omasuyo y que por allí se diese el auiamiento necessario y que el numero de
yndios que desta prouincia /f5r/ se ayan de dar para el traer del vino y mercadurios no
exceda de seíscien tos yndios y que no los obliguen a que paguen los carneros que se les
perdieren sino fuere quando constare auer sido por su culpa porque muchas vezes sub-
cede consumirles en esto lo que an ganado y hazerlos huir y que no bueluan mas a sus
pueblos.
La prouíncia de chucuíto tiene mucho ganado de comunidad de la tierra y de
castilla de todos generas en cantidad de quarenta y cinco mil cauezas de ganado de la tie-
rra y diez mil ovejas de castilla y dozientas y cinquenta vacas de vientre, de la lana ques-
quilman mandan la ques necesaria para hazer dos mil y dozcientas piezas de rropa en que
conmutaron las siete mil y ochocientas y veinte y tres de la primera tassa y en esta lana
devrian ser preferidos los yndíos uros a los demas porque si no es en rropa o en alquile-
res para el dicho traxin no tienen en que ganar para pagar la tassa y así mismo se toma
del dicho ganado la cantidad ques menester para pagar mil pessos de la dicha tassa y lo
que sobra ay obligacion a meterlo en la caxa de la comunidad aunque algunos yndios
dizen que no loan visto hazer y que este ganado les es de poco aprouechamiento porque
dizen que el gouernador don geronimo de silva en cuyo tiempo se vendieron tres partidas
de este ganado no lo metio en la caxa y que antes saco del dinero que estaua en ella vein-
te y quatro mil pessos corrientes diziendo que los querio lleuar a arequipa para hazer ba-
rras y que no los a bue/to, y añaden a esto dezir que Juan de yturrieta teniente de gouer-
nador les quito las llaues de las caxas de comunidad, guardan estos ganados los yndios por
sus ayllus y no se les paga por la guarda dellos cossa alguna y pagan su tassa por entero y
quando es menester curar el ganado se compra manteca a costa de la comunidad y si falta
alguna compran los yndios que guardan el ganado a su costa. conuendria pagarles a estos
yndios su guarda y lo que an gastado en la cura de los carneros y queste ganado se entre-
gase a hombres del campo que lo guardasen en estancias formadas como las de los espa-
ñoles y que se les tomase quenta de los multiplicos cada un año seiscientas o setecientas
cauezas y se fletasen con algunos españoles para lleuar en el dicho ganado coca a potossi
y que alli se vendiese el dicho ganado y se cobrasen los fletes y con lo procedido dello se
pag<isse lo que alcanzasse a la tassa y lo rezagado y dando ganado e yndios abría muchas
personas que lo a/quilassen y lo pagassen bien y quando no ouiese quien lo alquilase po-
drían hazer los uros seiscientos costales cada un aiio y lleuar este ganado cargado de chu-
110 a potossi que seria de mucho aprouechamíento y esto se podría hazer facilmente en-
cargando a un español /a lleua del dicho ganado y que en potossi lo uendiesse el adminis-
trador que con el fuese /f6r/ se les diese comida suficiente de la propia que lleua el ga-
nado y se les pagasse su jornal.
y si este no pareciesse buen medio se podría tener otro y es que muchas vezes

58 Revista Andina Vol. 1


______________________________G/ave: Trajines

traen coca españoles alquilando cameros de tambo en tambo y parecería medio conui-
niente que de la comunidad se sacasen seiscientos carneros cada seis mese y se pusiesen
en tres puestos dozientos en ju/e dozientos en chucuito dozientos en zepita y que estos
lo tuuiese a su cargo un principal con sus avatires por sus mitas y quando ay semejante
ocacion ques hordinaria podria alquilar este ganado y que rresciviese la paga un cacique
abonado que acudiesse con ella para la tassa y dello se podria pagar los principales y aua-
tires y se les haria beneficio a /ós españoles. prouera vuestra exelencia en esto lo que mas
conuenga y sea seruido.
y aunque qua/quiera destos medios me parecen razonables con ninguno dellos
se rrepara el daño que los caciques y principales hazen en el hurtar mucha parte del di·
cho ganado y meterlo en el suyo y dar en lugar del que hurtan el que a ellos se les muere
de sus estancias y tambien ay otro ynconuiniente muy grande y es que la.s justicias cle-
rigos y protetores y sus amigos y a/legados tienen mas parte en este ganado de comuni-
dad que sus dueños propios y auiendo platicado este negocio y el rremedio que temw
con personas de expiriencia en rreso/ucion me paresce que este ganado o la mayor parte
del en especial el de carga ques rrasso se venda y lo procedido del se heche en rren ta y
della se ayuden los yndios a pagar su tassa y quando aya necesidad compren a otros el
ganado que forzossamente a menester paro el servicio de los tambos y traxin del 11,ai;:
para los ospita/es y para las otras necesidades que tienen y con esto se rrepararan los di
chos ynconuinientes y quedan libres los pastos y estancias en que esta este ganado para
el ganado que cada yndio tuuiere en particular que teniendo buenos pastos se cobdicio-
ran a erial/o y se escuStira la guarda y el estar muchos yndios ocupados en ella fuera de
SIi rreduction sin doctrina.

ANEXO No. 2
BN. MADRID
Ms. 3040
Libro intitulado: "Descubrimiento del Potosi'"
Lf. 494.

/f. 226r/ Memorial de los Caciques de la Provincia de


Chucuito acerca de los inconvenientes y da-
ños que reciben de sacarse tantos indios al-
quilados de la provincia para trajines y de
hazerse tanta ropa como se hace por lo offi-
ciales de la dicha provincia. (•)
Los inconvenientes y trabajos que de sacar mucha cantidad de indios que desta
provincia se sacan resulta de ordinario.
Primeramente que van alquilados al Cuzco para cargar coca suelan detenerse or-
diflilriamente siete meses por lo menos hasta uo/uer a la dicha provincia donde se truecan
y van otros en su lugar de sus mismas parcialidades que lleban la coca hasta potosi. y el
daño que reciben con ausencia tan larga es este que pierden sus chocaras que es el susten-
to que tienen para todo el a,io, porque a ellos les es forzoso acudir quatro tiempos del
año al beneficio della el primero es por mayo a barbechar, el segundo es por octubre a
sembrallas el tercero es por llenero a deserbar lo sembrado, el quarto por mayo y junio a
coger la cosecha y a qualquier tiempo des ros que se dexe de acudir a la chocara la pierden
porque sino barbechan a su tiempo no pueden despues sembrar y sino deshierban pierdese
mucho de la cosecha y si faltan al tiempo del coger aunque la cosecha aya sido muy bue-
na no se goza porque se la hurtan. y no es posible dexar de faltar los indios que van a/qui

No . 1, setiembre 1983 59
lados a algunos destos tiempos durando tanto la ausencia de su casa y es de advertir que
los indios por ricos que sean no tienen quien los siruan y esta_s faltas que hazen a sus se-
menteras solamente las puede suplir la muger del que es casado porque los parientes aun
que algunas veces ayudan son pocos y a los que se hallan presentes y los solicitan para ello
y asi se quedan muchas chacaras por hazer cada año o se pierden las hechas.
Yten que todo el tiempo que dura el andar alquilados andan por despoblado y
por esta razon ni onm mis.f/0 11i sermon ni se confiesan y por ser poca su capacidad se les
oluida lo poco que saben de nuestra fee y muchas veces se mueren por a/la sin confesion y
lo ordinario es comer carne los biernes y dias prohibidos y como gente flaca y ausentes de
sus mugeres cometen muchos pecados y lo mismo hazen ellas en la larga ausencia de sus
maridos.
Y ten que como por ser tantos los trajines se quedan muchos indios sin hazer sus
chacaras es esto causa de que falten muchos para la mira de potosi porque como no tienen
comidas que llebar se huyen a buscarlas con dias y salarios a costa de los caciques hauie11-
do ellos siempre entregado el numero de indios que se les manda al gouernador des ta pro-
vincia en el desaguadero y esta es la causa de auer tantos rezagos en la tasa como han pere-
cido (sic) por que los indios se huyen sin pagarla por no poder acudir a lo que se les man-
da sin tener sustento.
Yten que asi por esta ausencia como por las demas pierden mucho de su ganado
los indios porque no tienen quien se los guarde porque las mugeres no pueden estar con
el respecto de estar el ganado en la puna que es muy /exos del pueblo y por algunas partes
mas de ueynte leguas y viniendo los indios de potosi donde an trabajado un año quando
llegan a su pueblo y auian de descansar en sus casas y ver sus ganados y hacienda los man-
dan yr alquilados de nuebo y lo mismo les suele suceder viniendo de andar alquilados que
los enbian luego a potosi.
Yten yendo los indios alquilados suele succeder que estando descansando el ga-
nado de noche se espanta de una zorra o pajaros alguno o de otra qua/quier cosa por ser
muy espantadizo y se esparse muy lejos de manera que sin poderlo remediar los indios se
suelen perder veynte o treynta caber;as de ganado y otras ueces de d1'a yendo cargados de
bino se espanta un carnero de manera que quiebra las botijas que el lleba y las que topa
en los demos carneros que van con el y la perdida que ay en todo /f226v/ esto la hazen
pagar ordinariamente los españoles a los indios que lleban los dichos carneros y aunque es
verdad que alguna vez puede ser lo hagan los indios con culpa el quebrar las botijas hecha-
se de ver agora que es a mas no poder pues se quiebran muchas botijas auiendo/as ellos de
pagar y sabiendo/o y aya trueque de no dar el indyo un real hora cualquier cosa.
Yten que aunque es verdad que ahora sean augmentado mas los salarios que ca-
da mes se dan a los indios que van alquilados empero ahora y siempre se les hace un agra-
uio muy grande y es quando bueluen de potosi donde an dexado y a el vino o coca que lle-
uan no se les paga la bue/ta que hazen vacios a sus casas siendo tan larga la distancia y no
auiendo hecho el viaje por su voluntad y no parece esto ser cosa iusta pues se sabe que a
11na mula de alquiler en españa se le paga yda y bue/ta aunque buelua de vasio y el mesmo
agrauio reciben los indios en la yda y bue/ta que hazen a trauajar a las minas de potosi que
110 se les paga cosa alguna por la yda ni por la bue/ta.
Yten que por ser tantos los trajines y la gente que va a trabajar a potosi ha veinte
años que no se hacen iglesias y se dice misa en unas ramadas y por esta rar;on es fuerr;a
que los indios para oyr misa en verano estan al sol y en inbierno al agua y en el lodo y pa-
rece verisimil que dios y el rey querran en primer lugar se hagan las iglesias donde se sele-
bre con desencia y los indios oygan con ella missa y se les enseñen las cosas de nuestro se-
ñor que no que acudan con tanto excesso a los trajines pues sin tanto se puede sustentar
la tierra y el interes que dellos nase no es provecho de su magestad sino de particulares
que no miran mas que a hazerse riros a costa de la sangre de los pobres yndios.
Yten ha onze años que siendo Juan Ramirez Zegarra Governador desta provin-
cia truxo la madera que pudo para cubrir las iglesias con mucho trauajo de los indios
por traherse en hombros de indios muchas leguas de aqui por muy aspero camino y por

60 Revista Andina Vol. 1


______________________________ Glave: Trajines

no auerse puesto la mitad del cuydado en hazer/as del que se ha puesto en los trajines se
ha perdido y pudrido siendo la dicha madera puesta en la provincia de chucuyto como es-
taua de mucho precio por lo arriba dicho.
Yten que en esta provincia ay muchos officia/es y ministros de iusticia de los
qua/es muchos sacan muy de ordinario indios paro trajines sin mandamiento ni orden del
gouernador y se los dan los caziques por miedo que con muchas amenasas les ponen y ma-
los tratamientos que sino les dan en la ocasiones que se ofresen les hazen, asimismo los
clerigos sacan su parte para sus granjerias y estos se les recresen mas sobre la cantidad que
los guobernadores (sic) reparten cada ano la qua/ sola excedía a lo que lo indios pueden
hazer sin mucha incomodidad suya.
Por todas estas razones se pide y suplica se mande al gouemador por provision
ponga un numero moderado en los trajines de manera que los yndios puedan acudir a sus
haciendas y a hazer sus iglesias y a ser cristianos y se mande con penas a todo genero de
gente y en particular a los que en esta prouincia tienen officios del rey que en ninguna
manera saquen ni puedan sacar los indios sin mandamiento del gobernador quedando re-
mitida la execusion de las penas que su exe/encia pusiere al gouernador de la provincia
encomendando/e la exaczion que es iusto tener en executal/as.
Lo que principalmente se a de pedir sobre esto es que se guarde la ordenanza
de don Francisco de Toledo que manda que no obligen a los indios que se alquilen sino
es debiendo la Tassa o que el de su voluntad se quiera alquilar para trajines y que mas no
se pudiere se ha de pedir la modera /f227r/ cion dicha pero en lo que toca a yndios para
.sacar coca de los andes del cuzco se procure que en ninguna manera se den pues esto no
es en bien de la republica sino en daño y no ay necessidad ninguna de coca y es en lo que
mas tiempo gastan los indios alquilados.
Acerca de hazer la ropa ay los inconuinientes
y daños que se siguen

Yten mas se propone que algunos de los oficiales desta provincia obligan a los in-
dios a que hagan mucha ropa y quando la reparten en lugar de darles un arroba de lana
suelen dar quatro pesos para que la busquen o pongan de su casa y suele ualer entre los
indios seis pesos la a roba de lana de manera que los dos pesos los pone el indio de su ca·
sa y quando la halla es con mucho trabajo y fuera des ta molestia se les añade el ocuparse
mucho tiempo en hazerla y ocupandose las mugeres en esto y los hombres en los trajines
es el trabajo muy grande.
Yten que por cada piesa que es una manta y camiseta no dan sino dos pesos de
ocho reales por la hechura de hilar y texer y parece esto ser cosa muy iniusta por que los
steriles y sube mucho el balor de las comidas y no es raron que el valor del trabajo se este
en un ser pues de el se a de comprar el sustento.
Yten tambien se haze agrauio en dar tan poco por la hechura de una piefa por
el tiempo que en ella se gasta que por lo menos ordinariamente son dos meses.
Yten que por ser tanta molestia que los que hazen la ropa dan a los indios para
que se la acaben trabajan los domingos y fiestas y por una parte les castiga el cura por
que trabajan y por otra sus hilacatas por que no acaban la ropa por la prissa que a ellos
les dan los españoles.
Yten que ay muchos refagos de ropa de la Tassa del rey y la causa de auerlos
es mucha ropa que les dan los particulares y la prissa que les dan para que se la acaben
luego y así no se puede hazer la ropa del rey y muchas vezes les toman la que tienen
ya hecha para pagar.la Tassa diciendo/es que la paguen con la que para ellos an de hazer.
Yten que auezes para que con mas presteza se haga su ropa suelen iuntar muchas
indias en una casa grande y por esta raron ni acuden a sus casas ny a sus chocaras ni gana·
dos y algunas ueces a los caciques por que no cumplen a tiempo con la ropa que les dan
a hazer les suelen prender y tener con grillos.

No. 1, setiembre 1983 61


Yten que entre los indios ay costumbre que se sirben unos a otros dar al que sir-
ue cada dia un real y un almud de chuno y una poca de carne y agi y sal y los espa,10/es
no dan chuno ni lo demas pero ni aun a medio real por cada dia y por ocuparse en hazer
la ropa suelen perder esta ganancia.
Lo que por todas estas ra~ones se supplica y pretende es que su exelencia sea ser-
uido de mandar por su prouision que nadie obligue a los yndios a que le hagan ropa ny la
pueda hazer en esta provincia con graues penas pues aqui no ay prouecho ninguno en ha-
zerla ni para su magestad ny para el bien de la tierra sino solo interes y gronjeria de los
que la hazen y agrauio y molestia notable a los indios que no tienen lagar paro hazer de
bestir para si ny para sus hijos y por otro cabo a su magestad le uiene notable periuicio
porque no se le paga la ropa que se le debe cada año de la Tasa y asi se le deuen en esta
prouincia de reragos que por esta causa a hauido gran suma de millares de pieras las qua-
les tampoco se podron pagar si su exelencia no da el remedio que aqui se le supplica por-
que los caziques no podran que el que acaba la ropa que le mandan hozer a tiempo ese
es alabado y /f22 7v/ fauorecido y el que no pasa trobajo.
Tambien se supplica se euite el dano que en esta prouincia resulta los indios de
uenderse vino en las tiendas y tambien coca porque por ser dados a la embriaguez com-
pran el vino y por ser dados a supersticiones compran la coca y en pocos dias gastan en
esto lo que an ganado en muchos andando alquilados y sin esto pasaran mejor que con
ello demas de que por auer gastado en esto la plata que tenian para la Tassa se huyen des-
pues por no tener con que pagarla.
Yten los españoles y clerigos suelen tomar a los indios sus buyos para guardar
su coca y vino sin pagarles nada y lo uno y lo otro se euiteria mandando que no la aya en
la provincia por que aunque es verdad que no obligan a los indios a que compren esto la
ocasion y su inclinacion las son harta fuerra ("')
• Subrayados nuestros

((INFORME Y PARECER SOBRE LOPROJIEIDOPOR EL VIRREY


SOBRE EL MEMORIAL)) ("')
Después de hecha esta memoria se presentaron al gouernador desta provincia dos
prouiciones la una del conde del Vi/lar para que no se hiciese ropa y la otra es sobre carta
del señor uisorrey don garcía de Mendora en que manda se cumpla la prouicion del conde
del uillar y pone graues penas de perdimiento de la ropa y manda que si el gouernador 110
lo cumpliere que otro qua/quier juez de fuera de la provincw lo uenga a cumplir. el gouer-
nador la obedecio y dixo que estaba presto para cumplirla bien creo que segun la dificul-
tad des te negocio que sera menester de al/o mas diligencia y sea sobre esta que aca ay he-
cha la que al/o pareciere mas conuiniente y factible lo que yo entiendo es que carta de su
exelencia en que encargue al gouernador en particular que no la dexe hazer seria mas con-
veniente y no tocar al 11irey en que el gouernador la haze sino culparle en solo.lo que es
permitir que se haga y no poner mucho rigor en ello pues esta a su cargo el impedir este
agrauio y molestia de los indios y confarme a lo dicho se puede hazer olla lo que parecie-
re mas conueniente (sic) supuesto lo que aca se ha hecho y la puerta que alla se aliara para
hazer que esto se execute y /leue adelante.

AL MARGEN Los caciques de la provincw de chucuito acerca de los Trajines y la ropa


que hazen los officiales de aquella provincia. Naturoles.

( •) Transcripción del " parecer" del au tor anó nimo del traslado del memorial

62 Revista Andina Vol. 1


______________________________ G/ave: Trajines

ANEXO No. 3
AGI

CHARCAS42

Cartas y expedientes de personas seculares J 585-1589

CARTA Y MEMORIAL* presentados por LUIS DARMAS PERDONO sobre co-


sas tocantes al Buen Gobierno de la Provincia de Chucuito. 158 7
CARTA Por el mes de diciembre del año passado de 86, me mando la Real Au-
diencia de la Plata que fuese a la provincia de Chucuito y sirviese a V. mag. d cumpliendo
los rreales mandatos contenidos en una cedu/a e ynstruccion que dese Rl consejo se em·
/Jio paro que en la Provincia de Chucuito se aberiguase lo contenido en la dicha cedu/a e
.1·11struccion a lo qua{ me parti luego que el audiencia R 1 me dio las prouissiones en cuyo
cumplimiento me ocupe muchos dias y hize las diligencias en presecucion dellas conforme
parecera por lo escripto que esta en poderdeJoan de Lossa escrivano de camara desta chan·
cillería de quien e sauido que por no auer en que poderse enbiar a ese R 1 conse¡o no sean
embiado. Yo quisiero mucho tuviero V. Mag. d noticia de las cossas de la provincia de
Chuquito del desorden que en ella ay y el trauajo grande y fatiga en que estan sus yndios
Por ser esta provincia una de las cossa de mas tomo que por aca ay, y sin quien Potosi no
se puede seruir y sustentar de quedara entera luz las aberiguaciones que yo alli hize y por
ber que de presente no se puede hazer por no poderse eubiar lo escripto hasta que aya flo·
ta por descargo de mi conciencia me a parecido hazer a V JIIag. d esta sumaria Relación
para que por ella conste la necesidad que aquella prouincw tiene de perssona que ponga
los ojos en su conserbacion y acresentamiento de Vra. Rl Hazienda mas que en la propia
que si conforme hasta aqui va adelante en pocos años bendra en tanta disminucion quan-
to dara a entender la Relación que con esta embio, y podran ynformar los Relijiossos de
lo Compañw de Jesus y otras perssonas fidedignas que alli residen. V. Mag. d Reciua por
seruicio la voluntad con que le seruydo en estas aueriguaciones y por tal tenga la rrelacion
que le hago, guarde nuestro señor Por muchos y felicissimos a,íos la catho/ica y RJ Persso·
na de V. Mag. d con aumento de mayores reynos como los criados de V. Mag. d deseamos
escripta en La Plato a los 25 de jullio de 1587
Luis Darmas Perdomo
* Sumarw RELACJON

RELACION

Muy Poderoso Señor

luis darmas Perc/01110, dize que en un memorial que ante V. alteza Presento con
los autos y cuentas que en la Provincia de Chucuyto tomo por V.R. Provision dexo de po·
ner quatro capitulos de aduertencia en Pro de V. rreal Hazienda· en que conuiene poner
rremedio lo qua{ haze por lo que deue a su rrey y señor y como persona a quien se come-
tieron las dichas quentas y aueriguaciones que en la prouincia se hizieron.
Dize que la prouincia de Chucuyto esta obligada embwr a la lauor de las minas
de la villa Imperial de Potossi dos mili y duzientos yndios y que vaya con ellos uno de los
caciques Principales de la dicha prouincw por capitan que son los dos que rresiden en lo
ciudad de chucuyto como la ordenanra lo declara a que se rrefiere questa a ffojas ciento

No. 1, setiembre 1983 63


y treinta y cinco por ser los dichos caciques hombres de mucha rraron y cuenta y los yn-
dios los temen y rrespetan mucho y si uno destos yndios fuesse acudirian los yndios a
seruir como tienen obligacion y no habria los rreragos que oy ay y los yndios deuen que
es gran suma de Pesos y por auer de yr uno destos caciques Principales Vuestro Virrey
don Francisco de Toledo le señalo por el trauajo y ocupacion que hauia de tener en la di-
cha cobranra de la Tassa que los yndios pagan en la dicha villa de Pottosi quatro cientos
pesos ensayados los duzientos dellos en la caxa de los granos de Pottossi y los otros du-
zientos en la sobro de la tassa que los dichos yndios pagan en la dicha villa de duzientos
yndios rreseruados que la Tassa dellos es para las faltas que hizieren los dos mil/ yndios
como la ordenanra lo declara a que se refftere. Y vuestro gouernador don Gabriel de Mon-
taluo nombra al yndio que le parece de los otros pueblos como lo hizo con un don Alon-
so de Aguilar que no es cacique de ningun Pueblo ni segunda persona y el contador Anto-
nio de Areualo le paga de vuestra rreal hazienda en la Provincia de Chucuyto antes que
fuesse a Pottossi, cien pesos coJTientes sin libranza del gouernador que diesse para ello co-
mo parece por la partida que da en descargo de vuestro rreal patrimonio questa a fojas
quatrocientas y treinta y nueue no estando V.R. Haz. da obligada a Paga/lo.
Ottro si dize que Jhoan de Yturrieta vuestro secretario que hazia officio de con-
tador en fo dicha prouincia en el tiempo que llego al gouierno della don Gabriel de Mon-
taluo le dio el dicho contador cinco mili y ciento treinta y cinco pesos de Platta ensayada
que los cobro del tercio de nauidad del año de 84 del qua! dicho tercio fue la cobranra del
cargo del dicho gouernador y en el cargo que/ dicho contador se haz e del dicho ano no da
rracon ni claridad de los dichos cinco mili y ciento y treinta y cinco pesos y por un memo-
rial que se me entrego por mandado de V. al.ª esta un capitulo della de lo qua! se me man-
do hazer aueriguacion y esta aueriguado ser ansi verdad que el dicho gouernador reciuio
los dichos pesos y los embio a la ciudad del Cuzco para pagar cierta deuda que el deuio
de su hazienda los qua/es pesos son de la Tassa que los yndios pagan a V. al.ª por que se
cobraron de los pueblos de Vro. patrimonio y de las parcialidades dellos como que por
una memoria que al contador se le cayo del seno en el pueblo de xule la qua! yo le tome
y preguntando/e que que memoria era aquella dixo que era de mano y letra de francisco
de polanco contador que fue en la dicha prouincia y que eran los pesos que se dieron al
gouernador luego que alli llego y la fim,o de su nombre que esta a fojas quinientas y
ocho para que se auerigue lo que en esto ay aduierto a i-: al.ª
Otro si dize que con Vra. rreal hazienda han tratado y contratado comprando
cameros y embiandolos a la uilla Imperial de Pottossi fletados con gran cantidad de vo-
tijas de vino y cestos de coca y en la dicha uilla les ·pagan sus fletes en barras de plata
que ordinariamente vale en la dicha 1/Í/la a cinquenta y seis por ciento el ynteres de co-
rriente a ensayado y los dichos yndios de la prouincia pagan por cada un pesso de pla-
tta ensayada trece rreales y un quartillo que sale el interes de a sesenta y cinco tomines
por ciento y con Vra. rreal hazienda ganan lo que a ver a decir de cinquenta y seis y a
sesenta y cinco tomines en que es Vro. patrimonio danificado en mucha summa de pe-
sos como tengo rreferido porque dan mala ynterpretación a la hordenanra hecha por
Vro. visorrey porque dize que queda a V. al.ª doze mili y treinta pessos cumple con pa-
gar en plata emayada y .~e a de entender que ha de ser en la misma especie que los yn-
dios pagan y cobran y si se trocaren los rrea/es en varras para embiar a vros. reynos de
castilla el crecimiento que huuiere es de V. rreal Patrimonio porque jamas han pagado
los yr.dios ni pagan en barras sino en rreales y por esta rrazon dio licencia Vro. Virrey
don Francisco de Toledo que los yndios de la prouincia sacassen libremente rreales en
el tiempo que hauia estanco que no se sacasen y el gouernador y contador se aproue-
chan deste ynterese porque nunca se les a pedido quenta estrecha de mas de aproue-
charse de los rrea/es de la Tassa en sus granjerías comprando carneros de la tierra en
los Pacaxes como lo hizieron en el ano de ochenta y cinco que los compraron a goncalo
mexia de figueroa dexando lo de pagar a los sacerdotes tea tinos de la compania de Jhus.
y a otros c/erigos de la Prouincia el sínodo que se les paga y con la misma tassa que los
yndios pagan los bueluan a alquilar y le pagan con ello y en este ano de ochenta y seis es-

64 Revista Andina Vol. 1


_________________________________ G/ave: Trajines

tondo yo tomando las quentas en el pueblo de ju/e y dadome un memorial que deuian de
deudas que los yndios deuian a V. al.ª compraron duzientas botijas de vino a un Pero
Gonrales y a un sacerdote amador goncales y les hizieron la paga con dos mili Pesos co-
rrientes que deuian los yndios de Ju/e y los del pueblo de yunguyo y los cobro juan de
Penafiel criado del gouernador estando yo presente y el scriuano que fue de mi comission.
Otrosi dize que por las quentas que tomo en la dicha prouincia de V. "ea/ ha·
zienda y por las aueriguaciones que en ella hizo Por un memorial que la rreal audiencia me
entrego parece deuer mucha suma de Pesos a los yndios y el contador la rropa que les a
mandado hazer no se la a pagado a los que lo trauajan Parece que lo descuenta a los caci·
ques de la tassa que pagan a V. al.ª y no estan afianrados como es costumbre y ordenanca
en Uestros rreynos dar fiancas los que tienen hazienda rrea/ a su cargo y esto aduierte por
lo que deue a su rrey y senor y como criado suyo.
Otrosi dize que el officio de ueedor en las yg/ias (sic} de chucuyto es Ymperti·
11ente el auer/e porque no acude a ello ni las yglias (sic} sean hecho hasta aora y el salario
que /leua que son seiscientos y cinquenta Pesos de P/atta ensayada de faltas de do trinas las
qua/es no las ay sino muy pocas y solamente se procura para pagar el salario del theniente
quees el l'eedor el qua/ lo lleua con mala conciencia como consta por la prouanca que hi·
zo en la dicha Prouincill conforme a un capitulo que su mag.d embio a esta rrea/ audien·
cia que se me entrego y Por los dichos que en ella dixeron los sacerdotes della y Francis·
co de Po/aneo justamente contador de cuentas que fue en la dicha Prouincúi le notifico al
gouernador don gabriel de montaluo una rreal prouicion manada des ta rrea/ audiencia pa·
ra que no se pagase tal salario al dicho veedor por ser officio impertinente y que no es ne-
cessario y no embargante esto el dicho gouernador le a mandado pagar de los vienes de la
comunidad y faltas de do trina como parece por las quentas que tomo en la dicha prouin·
cia a que se rrefiere.

RELACION

Muy Poderoso Señor

Luis Darmas Perdomo dize que por comission de V. al.ª fue a la prouincia de
chucuito a visitar las caxas asi la de Vra. R J. Hazienda como la de la comunidad en las
qua/es no hallo oro ni plata ni Reales como parece por los autos y diligencias que en Ra-
zon dello se hizieron a que se rrefiere - Y assi mismo tomo las quentas de los pesos de
plata que los Yndios Pagan de Tassa que son del patrimonio Real y las quentas de lasco·
munidades de aquel/u prouincio conforme a la RJ. Prouision que para ello se me dio ha-
ziendo tantto y balance de quenta y que hiziese cobrar los alcances que a V. al.ª se deuie·
sen trayendo quenta y razon de lo que en razon dello se hiziese lo qua! hize como por V.
a/.a me fue mandando y tengo en mi poder los autos y diligencias sobre/lo fechas en di·
ferentes q11ademos con distincion de lo que es cada cossa y de que procede.
A V. al.ª Pido y suplico mande que el secretario en cuyo poder an de estar los
dichos Papeles fo reciua y me de carta de R eciuo dellos para mi descargo y testimonio de
lo que contiene esta mi peticion y pido justicia.
Otrosi dize que al Contador Antonio de are balo que es el cobrador de V. RJ . ha·
zienda y tenedor de las llaues de las caxas como parece por su titulo que esta a fojas du·
zientas y dos le pedi me diese Relacion jurada en forma con cargo y datta cierta y berda-
dera de los pesos de oro y plata a V. al.ª pertenecientes como por la dicha relacion pare-

No . 1, setiembre 1983 65
ce que esta a fojas ciento y nouenta y siete y en cumplimiento della el dicho contador
presento las quentas con cargo y descargo questan a fojas duzientas y una hasta duzien-
tas y treinta y cinco las qua/es fueron herradas contra V.R. Hazienda y no se podio por
ellas berificar lo que cada un ano Pertenecía a V.R. Hazienda por traerlas en un quaderno
el cargo de tres anos como por ellas parece y por un aucto que esta a fojas duzientas y
cinquenta y cinco le fue mandado que con mi asistencia y ante el escriuano de mi comi-
ssion boluiese a dar de nueuo las dichas quentas cada un anno de por si en quaderno apar-
te con cargo y descargo del dicho ano como por ellas parece y en las primeras quentas que
el dicho contador Presento dejo de hazer el cargo de los Tributos que pagan a V.Al.ª los
yndios de los valles de moquegua sama chimchura, chicanoma y laricaxe y capinota que
son de Vro.R J. pattronato, ques mucha suma de pesos en todo el tiempo que aquel gouer-
nador don Gabriel de montaluo y cobro el tercio de nauidad del año de ochenta y quatro
y los anos ochenta y cinco y ochenta y seis y tan solamente se haze cargo de dos partidas
que cobro de los yndios que es tan en larecaxe y chucanoma que montan duzientos y trein-
ta y quattro pesos que sera el tercio del año de ochenta y quatro como parece por la par-
tida que da en descargo que esta a fojas quatrocientas y treinta y por mi le fue mandado
notificar un aucto que declarase porque no se hazia cargo de los pesos que los yndios pagan
de tributo a V. al.ª que esta a fojas duzientas y quarenta y seis y respondio que no era a su
cargo sino al de gouernador como por el parece y se le notifico al gouernador don Gabriel
de montaluo declarase lo que auia en esto y dixo que el mando a antonio de arebalo su con-
tador que lo cobrase de un fulano de bobeda su teniente de los dichos valles como parece
por su respuesta que esta a fojas duzientas y quarenta y ocho y en las quentas que ultima-
mente dio con mi asistencia cada un ano de por si dexo hazerse el mismo cargo y acauadas
y fenecidas y fechosse el propio el alcance de cada un ano y firmado/o de su nombre se le
notifico otro aucto que esta en el quaderno del ano de ochenta y seis a fojas quinientas y
diez y nueue como por el parece y porque/a cantidad de pesos es mucha y estar encubierta
y por auerle fecho los apercibimientos que tiene referidos no dio claridad ni Razón de na-
da y por lo que deue a su Rey y senor y ser su criado adbierte de lo que en esto ay para
que se ponga Remedio en hazer cobrar V.R. Hazienda.
Otrosi dize que al gouernador de la prouincia de chuquito y a los que loan sido
el salario que V. a/.a les señala de gouernadores son dos mili y quinientos pesos de plata
enssayada y por el trauajo que an de tener en cobrar la tassa que los yndios pagan les se-
na/a quinientos Pesos de la dicha plata y el gouernador cobra su salario por entero de lo
primero que se cobra y dexa por cobrar lo que a V. Al.ª le pertenece como lo a fecho en
el ano de ochenta y seis por que de doze mili y treinta pesos que a V. Al.ª le quedan li-
quidas en cada un ano dan en deudas que dizen deuer los yndios diez mili y ciento y
treinta pesos tres tomines y ocho granos como parece por un quaderno aparte que esta a
fojas quinientas y diez y siete hasta quinientas y beinte y cinco y la libranca y carta de pa-
go del gouemador esta a fojas quatrocientas y ochenta y ocho y el contador a cobrado de
su salario en cada un ano quatrocientos pesos de plata enssayada como parece por las pri-
meras partidas del descargo que da de la RJ. Hazienda de los anos de ochenta y cinco y
ochenta y seys y sus cartas .de pago que la partida del ano de ochenta y cinco esta a fojas
trezientas y cinquenta y una y la carta de pago a quatrocientas y beinte y seis y la partida
del ano ochenta y seis a !fojas quatrocientas y veinteytres y la carta de pago a quattro-
cientas y nouenta y nueue el qua/ salario del contador no ay obligacion de pagarse de Vra.
RI Hazienda que el gouernador esta obligado a cobrarla y dar quenta como parece por la
ordenanca y capitulo de Tassa fecha por vro. Visorrey don Francisco e Toledo que esta a
fojas ciento y quinze a que me refiero.
Otrosi dize que de Vra. RI. Hazienda a librado el gouernador y pagado el conta-
dor a diego que adrada escribano que siruio el dicho oficio en la prouincia cierto tiempo
en el tiempo que fue gouemador don geronimo de filua cauallero del auito de santiago
duzientos y se ten ta pesos de plata ensayada y asilo da por descargo en el ano de ochenta
y quattro del tercio de nauidad que fue a su cargo la cobranca dello como parece por la
partida que esta a fojas duzientas y setenta y quatro y antonio de castro escriuano que oy

66 Revista Andina Vol. 1


______________________________ Glave: Trajines

es en la dicha prouincia se le a pagado en cada un ano quinientos pesos de plata enssayada


de V.R. Hazienda no deuiendoseles pagar della por estar sena/ados por Vro. Viso"ey en
sobras de tributos y no auiendolos de la caxa de la comunidad o bienes della como parece
por el capitulo de tassa y ordenanca /fecha en Razon della que esta a fojas ochenta y tres
y las partidas del descargo la del ano de ochenta y cinco a fojas quinientas y cinquenta y
nueue y la libranca a fajas quatrocientas y veinte y cinco y la partida del ano de ochenta y
seys a fojas quatrocientas y ochenta y ocho y la libranca a fojas quatrocientas y nouenta y
quatro lo que es en dono de bra.R l. llazienda y por libronca de Vro. gouernador se lo
mando pagar al salario de un ano de V. R J. Hazienda adelantado antes de auerle seruido
como ¡1or libranca parece a que me remito.
Utro si dize que en lo que toca a la hazienda de comunidad es auido en ellas ma·
la horden y no se haze cargo en las quentas de las partidas de cameros de la tierra que se
bendieron por bienes de las comunidades cada una en el tiempo que se bendio y tan sola·
mente t!ize en 1111a partida hagome cargo de quattro mili y quattrocientos y quarenta y
dOJ ¡>esos de partidas de carneros que me he hecho cargo en el libro esta esta partida a fo·
jas quinientas y treinta y ocho y para que huuiese claridad y traer Razon de todo se saca·
ron las partidas del libro del contador por aucto y estan por testimonio del scribano R I.
en el quademo tocante a las comunidades </lle esta a fojas quinientas y 11ouenta y nueue
y en la primera partida se haze cargo de mili y duzientos y sesenta y seis pesos por du·
zientos y nouenta y ocho cameros de la tierra a quattro pesos y dos tomines y medio
como por el dicho remate parese que esta a fojas seycientas y cinquenta y demos deste
Rematte y Testimonio que el escribano dio esta otro testimonio firmado de su nombre
que dio a los yndios contadores de la comunidad y dize que en el que son duzientos y
setenta y cinco carneros de la tie"a y que se rremataron en el a/varo de medina a quattro
pesos y dos tomines y medio como por el parece que esta a fojas seyscientas y ochenta y
siete en lo qua/ esta esta partida confusa por que el contador no se haze cargo de mas de
duzientos y nouenta y ocho y el remate es de trezientos y el testimonio que dan a los yn·
dios para su descargo no es mas de duzientos y setenta y cinco y en las cuentas que se le
tomo a los contadores yndios de las comunidades nombrados por vuestro visorrey don
Francisco de Toledo dan por descargo que esta partida arriba dicha fueron seyscientas
carneros de la tierra de carga que son los que se en·iaron en el pueblo de pomatta luego
que llego el gouernador a la prouincia con su hierro y parece que los herraron antes de
lleuar/os a la almoneda y por que por un capitulo del memorial que por vra. al.ª se me
entrego para que hiziese aueriguacion e11 lo tocante acerca des ta esta aberiguado ser así
herdad y despues de 1/euados y rematados declaran los yndios que les deshecho sesenta y
Je_11s carneros los qua/es boluieron a los pastos y los que autua/mente (sic) se vendieron
son quinientos y beinte y quatro como parece por la partida que esta a fojas seycientas y
beinte y tres a que me Refiero y parece que los soco el gouernador para si por tercero
persona.
Otrosi dize que otra partida que se remato en agustín Lopez questa aueriguado
fu eron para el gouernador no se haz e cargo el contador en el libro de mas de quatrocien·
tos y nouenta y quattro carneros como por la dicha partida parece ques la tercera a fojas
quinientas y nouenta y nueue auiendo de ser quattro cientos (sic) y los seys que faltan
para enterarla dizen los ymlios que el escribano los toma y escoje los mejores por el traua·
jo de Remate no teniendo obligacion la comunidad de pagar nada pues le da quinientos
pesos ensayados de salario al dicho escrihano, demas e/esto esta aueriguado con muchos
testigos sacarse a la almoneda todos los dichos carneros por terceras personas para el di·
cho don gabriel de monta/uo a menos precio de los que otros dieran.
Otrosi dize que el gouernador libro en la caxa de comunidad a el escribano A nto·
11iu de Castro duzientos pesos para comprar papel para la bisita que hiziese en la dicha
prouincia 110 estando obligado a pagar la comunidad el papel que el escribano gasta en sus
negocios pues le dan quinientos pesos enssoyados de salario y les lleua derechos a los yn·
dios de los negocios que hazen ante el delos aranzeles y mandamientos, esta esta libranza
a fojas quinientas y cinquenta y dos a que me Remito.

No . 1, setiembre 1983 67
COMENTARIOS

creación del puerto de Arica, entonces la


Roberto Choque Canqui ruta era Potosí-Arica y Lima. Por la provin-
Instituto de Investigaciones cia de Chucuito pasaba el trajín de todos
Históricas de la Universidad Mayor de los comercios hacia La Paz, y de allí hacia
San Andrés de La Paz. Archivo de La Paz. Oruro y Potosí. El trajín del vino de los
A v. 6 de Agosto 2080, La Paz - Bolivia. valles de Arequipa y Moquegua, además de
las mercancías de Castilla, demandaba la
fuerza de trabajo indígena y los cameros de
El trabajo de Luis Miguel Glave sobre la tierra (llamas) para el transporte largo, y
los "Trajines. Un capítulo en la formación para los tramos cortos se utilizaban las mu-
del Mercado Interno Colonial", es un aná- las. El empleo de llamas para ello significa-
lisis reflexivo del funcionamiento del mer- ba menos costo que las mulas. La provincia
cado interno en el espacio sur peruano, de Chucuito por ser considerada rica, apor-
centrando su atención "en la esfera de la taba la mayor cantidad de ganado de carga
circulación" de mercancías agrícolas, espe- para el transporte de mercaderías. Asimis-
cialmente el vino y la coca. Toma a Potosí mo, el trajín de mercancías por la provin-
como eje central ordenador del espacio y cia de Chucuito creó un espacio indígena
motor de toda la economía colonial del Pe- articulado con el funcionamiento de la cir-
rú, puesto que antes de salir el metal de Po- culación, integrando los seis pueblos prin-
tosí a la metrópoli, circulaba al interior del cipales de los Lupaqa. Continuaba el espa-
espacio peruano e implicaba "toda una red cio del trajín con los pueblos de la provin-
de intercambios internos". Las cuatro ciu- cia de Pacaje, como Caquiaviri, Caquingo-
dades coloniales, como Cusco, Arequipa, ra, Machaca y Callapa, articulando las ciu-
La Paz y La Plata, eran articuladoras de ese dades de La Paz y Potosí. El funcionamien-
espacio por estar ubicadas, tres de ellas, to de tambos también era importante y de
entre las rutas de vinculación comercial en- gran utilidad para los comerciantes y sus
tre Lima y Potosí. Además, ellas son deter- trajinantes, cuyo servicio era atendido por
minantes para entender las formas espacia- los indios de mita. Los tambos de la provin-
les de organización, de intercambio y la di- cia de Pacaje funcionaban en los pueblos de
visión territorial de la producción. Su asen- Guaqui, Tiwanaku y Calamarca. El sistema
tamiento humano estaba constituido por de tambos sirvió a los "caminantes de la
un vecindario español, élite urbano y, en su conquista"; poco después, comenzaron a
mayor parte por los encomenderos, a dife- abastecer a los "comerciantes" y sus anima-
rencia de las ciudades mineras, como Poto- les, también, como dice el autor, "el servi-
sí. Las ciudades de Cusco, Arequipa y La cio incluia el mantenimiento de los cami-
Paz estaban vinculadas a las zonas produc- nos reales y los puentes".
toras de vino y coca, artículos de mayor Sin duda los datos que nos proporciona
importancia comercial de la región, cuyo el autor sobre los primeros viñadores en
mercado principal era sin duda Potosí, Moquegua, cuya empresa correspondió a
aparte de tener sus plazas en otras ciudades un grupo de españoles, vecinos de Arequi-
de menor consumo. La coca, acertadamen- pa, realmente son importantes para cono-
te señala el autor, tenía su mercado en el cer cómo empezó en esa zona una gran pro-
consumo indígena y el vino en el mercado ducción de vino y su comercialización en el
español. espacio peruano, cuyo mayor volumen de
El "espacio del trajín" estaba articula- consumo fue Potosí. De modo que, el co-
do, especialmente, por las rutas de Lima- mercio del vino de Moquegua y Arequipa,
Cusco-Arequipa-La Paz y La Plata con la innegablemente con el correr de los años,
Villa Imperial de Potosí. La Paz entre 15 70 ampliaba su espacio de circulación inicial
y 1580 fue desvinculada de ellas con la hacia las ciudades de La Paz-Oruro y a los

68 Revista Andina Vol. 1


___ ____ _______________________Glave: Trajines

pueblos indígenas de las provincias de Cliu- sean escasas o imprecisas, pero que al me-
cuito, Pacaje y otras. Su trajín hacia Poto- nos ofrezcan un panorama gráfico de los di-
sí, movilizó a muchos comerciantes y algu- versos flujos que llegaban a Potosí. La his-
nos caciques, trajinantes e indios de servi- toria de los intercambios mercantiles hay
cio y contingente de ganado de la tierra que pensarla con números, o a partir de nú-
(llamas) y mulas. Algunos de los caciques meros. ¿Cómo explicarse cuál era la magni-
aymaras del distrito de La Paz, (siglo XVIl), tud real de la agricultura vitivinícola en
estaban involucrados en el comercio del vi- Moquegua? No hay cifras absolutas, tampo-
no de Arequipa y Moquegua, especialmen- co relativas; ni de producción ni de exten-
te los caciques de los pueblos de Jesús de siones cultivadas. El valle de Moquegua es
Machaca, Caquiaviri, Viacha y Calamarca. bastante pequeño en extensión; en la actua-
Así, Pedro Chipana, cacique del pueblo lidad, su área de cultivo sigue siendo mo-
de Calamarca, se distinguió en ese negocio desta. Consecuentemente, para el período
(entre 1675 y 1684) con los tratos de 750, que estudia Luis Miguel Glave -parte de
1.500 y 2. 600 botijas de vino. los siglos XVI y XVIl- es quizá bastante
exagerado hablar de una pequeña nobleza
agraria en esta localidad. La historia rural
peruana demuestra, a través de los estudios
Manuel Burga que se conocen, que las aristocracias terra-
Pasaje Arturo Castillo 81 O tenientes logran enraizarse y perdurar sola-
mente en contacto con las grandes propie-
Urbanización Los Pinos dades y ya casi a fines de la época colonial.
Lima 1 - Perú Antes de este período no se forman aristo-
cracias terratenientes regionales o locales.
Es difícil enjuiciar un artículo despren- Evidentemente, el servicio que los indí-
dido , por lo que se dice en el texto , de un genas prestaban en los Trajines de los espa-
estudio mayor. No puedo aventurarme a ñoles era una forma de explotación similar
suponer la naturaleza de este último , pero a la mita; legalmente debían ser remunera-·
probablemente se acerque a las inquietudes dos, pero en la realidad los gastos que ha-
que las publicaciones anteriores de Luis cían los indígenas cumpliendo sus servicios
Miguel Glave han mostrado: un análisis de en estas actividades eran mayores a la canti-
las estructuras agrarias y las formas produc- dad que teóricamente debían recibir. Por
tivas en la región cusqueña. Dentro de un tanto, era una forma de explotación colo-
texto semejante se podría entender mejor nial que hacía de los Trajines una actividad
este artículo sobre los Trajines. Digo esto expoliadora y muy alejada de lo que se en-
porque este artículo es una especie de des- tiende por intercambio comercial. La renta-
cripción geográfica de los circuitos mercan- bilidad del "comercio" provenía de la utili-
tiles en el sur andino: vinos, aguardientes y zación barata, o casi gratuita, del trabajo de
" artículos de Castilla" que van de Moque- los indígenas y de sus recuas de llamas.
gua y Arequipa hacia las regiones altoandi- Desde esta perspectiva, dicho "comercio"
nas, y el Cusca como gran proveedor de la sólo era rentable porque era colonial o por-
coca consumida en Potosí y en .otras minas que era una prolongación de las encomien-
menores de esta región. Visto así , es decir, das o de las formas feudales de producción.
dentro de un estudio mayor que analice la Aquí estamos frente a una dimensión es-
economía de la región, este artículo ten- tructural de los Trajines, y por consiguien-
dría un eficiente papel complementario, te la aproximación hubiera podido ser de
pero considerado de manera aislada adole- carácter cualitativo. De la misma manera
ce de algunos defectos. corno E. Trelles analizó el caso del enco-
El primero podría ser que se trata fun- mendero Martínez Begazo, que Luis Miguel
damentalmente de un análisis cualitativo Glave cita, se hubiera podido tratar de defi-
para estudiar un fenómeno, un capítulo en nir quiénes eran los trajinantes, o qué eran
la conformación de un mercado interno co- los trajines : ¿ Una actividad de encomende-
lonial, que exige una aproximación sobre ros?, ¿de mineros o corregidores?, ¿o había
todo cuantitativa. No importa que las cifras quienes vivían exclusivamente de este "co-

No. 1, setiembre 1983 69


mercio"? mente fundadores de Arequipa. Un análisis
Ya se sabe desde hace bastante tiempo, detenido de la lista de fundadores de Are-
lo que Glave también indica, que la con- quipa revelará -a su vez- una alta propor-
quista produjo un proceso de desestruc- ción de éstos que habían sido también fun-
turación; que hay un notable cambio en la dadores del Cusco. ¿No habrá llegado la
actividad productiva de los indígenas y en hora de filiar las ciudades? Esa ruta vital de
la geografía económica andina. Aparece Li- los primeros fundadores Cusco-Arequipa-
ma y Potosí se convierte en el polo de La Paz, ¿no habrá coincidido acaso con la
atracción de hombres y de productos. Estas de muchos corregidores, mercaderes y fun-
afirmaciones cualitativas hay que transfor- cionarios? Comprobarlo sería, sin duda, in-
marlas en enunciados, aunque sean elemen- teresante. Es alentador observar la generali-
tales, de carácter cuantitativo. Pero de to- zación del uso de protocolos notariales, pe-
das maneras este ensayo es interesante, es ro lo es más cuando el uso se acompaña de
valiosa la concepción no sólo peruana sino un claro y refinado ordenamiento del mate-
andina de este fenómeno; reúne ordenada- rial. El cuadro 2 de Glave, por ejemplo, es
mente muchos datos, utiliza algunos del una muestra de ello. El día que los historia-
Archivo General de Indias, pero desgracia- dores hayamos logrado presentar -por es-
damente no ofrece una imagen original de te u otros medios- la información de los
la formación de un nuevo espacio económi- protocolos notariales en forma sistemática,
co alrededor del apogeo de la minería de habremos trocado infinitud de dudas por
Potosí. incertidumbres relativas, pero nuestra His-
toria habrá ganado en seguridad y atracti-
vo.
La figura itinerante del escribano Dávila
E/rain freiles A. invita a replantear el rol y grado de ductili-
dad de los notarios. Cabría anotar que ahí
The University of Texas of Austin donde el trajín lo imponía, era posible
History Department Gar 101 crear notarios. "El muy magnífico señor
Austin - Texas 78712 Lucas Martínez Vegazo por quanto en estas
USA minas de Tarapacá, donde al presente está
no hay escribano, me nombró a mi Pedro
Esta sólida contribución al conocimien- Casas... ", nos dice una vieja escritura cosi-
to regional de las estructuras internas de da al libro de Cabildo arequipeño de 1560
mercado del sur andino tiene el atractivo (Trelles 1983 : 111). El buen uso de los
doble que ofrece la combinación del pano- protocolos notariales ha permitido a Glave
rama teórico con la sustentación empírica. reconstruir una animada imagen de los tra-
Como es usual en estos casos, ella levanta- tos de coca y vino. En cuanto al vino, ha-
rá casi tantas preguntas como su texto in- bría sido interesante observar el uso que
tenta resolver: ¿Que si es posible limitar Glave podría haber hecho de las cifras y
una visión global al sur del virreinato?, ¿qué cuadros de comercio de vino arequipeño ex-
si basta analizar la esfera de la circulación puestos en la tesis doctoral inédita de Keith
para develar la estructura del subrayado tra- Davis, The rural domain of the city of Are-
jín?, ¿qué si hay equilibrio en un modelo quipa, 1S40-166S. Si mal no recuerdo, ese
cuatripartito en su formulación, pero fuer- futuro libro de Davis no altera lo substan-
temente cargado hacia las perspectivas cus- cial de las conclusiones de Glave, pero sus
queñas o arequipeñas? Las considero de datos -obtenidos también de los protoco-
momento preguntas secundarias, y en todo los notariales arequipeños- ampliarían au-
caso, dejo su solución a quien conozca me- tomáticamente las dimensiones de la mues-
jor los mecanismos adscritos a la circula- tra, y esto último es siempre saludable.
ción, o a alguien que haya trabajado las ru- El análisis interno del trajín permite
tas mercantiles del norte colonial o la Boli- arribar a una de las conclusiones más rele-
via altiplánica. vantes del artículo: La mita no era la única
Resulta interesante observar que algunos movilización de población de comunidades
pobladores de La Paz habían sido previa- hacia otros espacios económicos. el trajín

70 Revista Andina Vol. 1


________________________________G/ave: Trajines

eran igual de ominoso y desestructurador. cos como las ciudades y los centros mine-
Resulta sugerente comprobar, en el escrito ros fueron las columnas y los motores -pa-
de Glave, que los requerimientos de indios ra emplear dos metáforas útiles-, de un di-
continuaron haciéndose -- casi como si nada la ta do espacio que tuvo como ejes a Lima
hubiera cambiado desde la encomienda ini- y Potosí. Pero ¿cómo definir este merca-
cial- a través y por intermedio de los cura- do? Assadourian supo mostrar alrededor
cas. Sobre esto último una nota adicional: del circuito minero, otros mercantiles, deri-
L.uis Miguel Glave usa el término caciques, vados de la variedad de producciones com-
bien se sabe que es un término mejicano y plementarias, pero para responder a la pre-
que en el Ande los llamábamos curacas , lo gunta anterior, en definitiva se limitó a ad-
interesante es que la documentación espa- jetivar ese mercado: "gran magnitucl .. .",
ñola los llama caciques sistemáticamente. "gran mercado interno ... ''
¿Habrá llegado la hora de ponernos de En este terreno se ubica el artículo de
acuerdo en una terminología o, en su defec- Luis Miguel Glave. Escoge como escenario
to, sancionar que la diferencia es irrelevan- un espacio central en la articulación entre
te?, ¿o es que en efecto cacique alude a la las ciudades y los centros mineros colonia-
interacción del curaca en el mercado ( o su les, que fue el altiplano; espacio igualmente
percepción por parte de los españoles urba- significativo para la economía prehispánica,
nos) y curaca califica su rol y percepción como lo ha señalado hace muchos años
rurales no hispanos? Habrá que revisarlo. John Murra; espacio donde además la po-
Lo que en cambio no necesita mayor con- blación andina logró conservar una cierta
firmación es la naturaleza innovadora de las densidad demográfica. Glave subraya la im-
conclusiones de Trajines, así como el sólido portancia de dos productos menores en la
sustento documental que las acompaña. La articulación de ese espacio. El vino para la
historia del Ande, por lo visto tiene toda- llamada República de españoles y la coca
vía mucho más que ofrecer. ' para la República de indios. Confirma así
una vieja observación de Ruggiero Roma-
no: la relevancia de estos circuitos menores
para entender la economía colonial. Nos
alejamos de una historia que pretendía re-
Alherto flores Galindo sumir la complejidad y heterogeneidad de
Pontificia Universidad Católica una sociedad en la explotación minera.
Apartado 1761 Pero estas mercancías -coca o vino-
pasan por un espacio indígena, el espacio
Lima /00 - Perú
del trajín . Es importante verlas pasar, pero
para definir este mercado interior, debemos
La preocupación por el mercado inte- indagar también, como lo anuncia Clave al
rior colonial tiene, en la historiografía la- final de su artículo, por los cambios que es-
tinoamericana, dos importantes referencias tos trajines generan en el interior de la eco-
en los estudios de Carmagnani y Assadou- nomía campesina regional. Los indios estu-
rian. Marcello Carmagnani en un libro insu- vieron explotados pero , a pesar de ello, se
ficientemente citado, Les mécanismes de la las ingeniaron para utilizar ciertos mecanis-
vie économique dans une société colonia- mos del propio sistema colonial, conservan-
le: le Chili (1680-1830), argumentó, desde do así sus tierras y aprovechando las co-
el año 1973 , la existencia de un peculiar yunturas favorables. Sucedió en la Hua-
mercado interior en la economía chilena . manga del siglo XVI esh1diada por Steve
del siglo XVIII, replicando a quienes pre- Stern. Sucedería después en el sur andino
tendían reducir todo a la dependen cia ex- del siglo XVIII. Fueron esas las "bases ma-
terna . Posteriormente, Carlos Sempat Assa- teriales" que permitieron la reproducción
dourian demostró que la historia de este de la cultura andina. De otra manera no en-
mercado interior debía remontarse a los tenderíamos la riqueza de los curacas y la
inicios mismos del sistema colonial y que aristocracia indígena. Tampoco compren-
sus dimensiones trascendían los límites de deríamos la incipiente urbanización que
las posteriores repúblicas. Polos económi- tempranamente se observa en los alrededo-

No.1, setiembre 1983 71


res del lago Titicaca, la expansión de la ar- que nos ofrece contribuye a confirmar la
tesanía que sustenta el esplendor de sus dificultad que todos los hi<;toriadores en-
iglesias, la aparición de "especialistas" en el cuentran cuando se enfrentan a períodos
trabajo de la piedra, la madera, la plata, aún muy desconocidos. Las fuentes toda-
etc. vía no permiten un enfoque cuantitativo
Se plantea un problema peculiar del sur deseado y esperado por todos, y en este
andino: la articulación de este mercado aspecto, el trabajo de Glave adolece fun-
interior impulsado por la minería y la urba- damentalmente, dado que la cuantifica-
nización, con esas milenarias economías an- ción constituye la espina dorsal de la his-
dinas que sustentan la vida de los hombres toria económica y social de nuestros tiem-
del altiplano. Indicar este encuentro impli- pos. Sin embargo, cabe destacar que co-
ca terminar con un viejo divorcio que ence- mo primer artículo, parte de uno más am-
rraba a unos en la "supervivencia" del mun- plio, los propósitos del autor en términos
do andino (los etnohistoriadores), y a otros cualitativos satisfacen ampliamente al lec-
en los cambios (historiadores de la econo- tor.
mía). Españoles e indios no constituyeron El propósito de contribuir al conoci-
dos mundos separados y apenas rozados miento de las estructuras de mercado que
eventualmente; por el contrario,existió des- internamente se generan en el espacio pe-
de muy temprano una relación, la mayoría ruano desde una perspectiva regional, res-
de las veces violenta y conflictiva, que fue tringida a la particular dinámica del sur pe-
produciendo una sociedad que, estudios ruano, es demostrado a partir de la aten-
como éste de Luis Miguel Glave, están en ción que el autor concede al análisis de la
camino de definir. De esta manera.estos co- esfera de la circulación. La comercializa-
mentarios, escritos al correr de la máquina, ción de los "productos de la tierra", como
están pensados más en relaéión al futuro de la coca y de los "productos de castilla" co-
una investigación, que a sus realizaciones. mo la vid y sus derivados, mercancías pro-
Me parece una actitud adecuada frente a un venientes de zonas ecológicas costera y
autor que en estos momentos imagino nue- amazónica, necesita del espacio económico
vamente sumergido en algún legajo del siglo andino para circular y entrar en las esferas
XVII, cotejando sus hipótesis, descubrien- del intercambio.
do nuevos "tratos" y "trajines", encontran- Utilizando cuatro ciudades-mercados co-
do derroteros inéditos en el altiplano colo- mo ejes ordenadores del espacio económico
nial. Buen ejemplo de una historia que se y dos mercancías dominantes y generado-
ampara tanto en la teoría como en los do- ras de una dinámica económica de merca-
cumentos, rasgo que vincula a Glave con do, Glave nos describe las bases, los meca-
otros investigadores que,como Trelles, Cho- . nismos y factores que permiten el desarro-
cano y Quiroz están poniendo las bases llo de un mercado interno colonial. Para
para una efectiva "nueva historia" de este ello recurre a la demografía,haciendo una
país. relación de tasas altas de concentración po-
blacional y formación de mercado. Analiza
detalladamente los soportes del andamiaje
circulatorio que favorecen el flujo de mer-
O/inda Celestino caderías: cargadores, tamberos, pastores,
forrajeros, arrieros, caminos, puentes, gana-
CNRSERA 715 do de la tierra, ganado de castilla ; lo hace
44, rue de la Tour destacando el aspecto de una movilización
75016 Paris-Francia de las fuerzas productivas andinas a favor
de los españoles y de la Corona, fundamen-
El trabajo de Luis Miguel Glave nos in- talmente; muy tímidamente señala el rol de
troduce.con seriedad tanto documental co- intermediarios que juegan la nobleza y las
mo bibliográfica,al estudio de la formación autoridades andinas.
y desarrollo de una economía de mercado Pero, es de señalar que desde el inicio
desde una perspectiva regional Enfocando del artículo, Glave indica la necesaria rela-
la segunda mitad del siglo XVI, el análisis ción e interdependencia que se gestó desde

72 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ __________________ Glave: Trajines

los primeros años de la colonización entre dente que no se haya recurrido , para ubicar
españoles e indios, observación importante, la problemática de los "trajines", a un bre-
pero que no es enfatizada después en el tra- ve preámbulo de los antecedentes prehispá-
bajo. nicos, ya tratados por M. Rowstorowski en
Otro aspecto fundamental que no es tra- su conocido trabajo sobre mercaderes de
tado, y que un estudio de formación de Chincha, o los de R. Hartmann en su estu-
mercados está obligado a incluir, es el mo- dio sobre el norte andino. No obstante, es
vimiento de precios, el cual todavía sigue imposible presentar en un solo artículo to-
siendo un tema tabú en la historiografía pe- dos los elementos importantes para la com-
ruana. prensión global del tema tratado; el lector
Para terminar estas apuradas anotacio- es quien se da cuenta más fácilmente de los
nes, quisiéramos destacar el afán del joven vacíos.
historiador de enfrentar un tema importan- Es obvio que el tema merece la atención
te utilizando una amplia bibliografía, pero de más de un investigador, por ello hay que
sobre todo, su trabajo con escrituras nota- agradecer a Luis Miguel Glave el esfuerzo
riales tanto del Cusco, Arequipa, como Mo- desplegado.
quegua. Aunque resulta un poco sorpren-

RESPUESTA

bana, el cambio en la relación de Arequipa


Luis Miguel Glave y Cusco con todo el espacio sur-peruano,
Centro Las Casas fue algo fundamental en nuestra historia.
Apartado 477 No menos importante, e incluso más espec-
Cusco-Perú tacular, fue el desplazamiento de La Plata
(Sucre) por La Paz. ¿Dónde podemos bus-
A pesar de nuestros esfuerzos, pero jus- car las claves de estos procesos? Creo que
tificadamente por la premura del tiempo, al respecto es pertinente la investigación
este primer número de Revista Andina pre- en el campo de la geografía económica, con
senta "estudios" con menos comentarios trabajos de índole regional, que busquen
de los que en futuras oportunidades espe- comprender la concatenación de ese espa-
ramos ofrecer. Por eso, deseo iniciar esta cio, físico y social, de los Andes del sur.
resp1;1esta agradeciendo a las personas que, Por eso, pienso que esta "especie de des-
gentilmente, han respondido a nuestras so- cripción geográfica de los circuitos mercan-
licitudes de comentarios. tiles del sur andino" (Burga) era necesaria.
La naturaleza del trabajo que ahora pre- Para tratar de entender el mercado interno
sentamos con los "Trajines" es regional. colonial, en su generación regional del sur,
No es casual que así sea. Llevamos ya unos no podemos dejar de entender el escenario ,
años labrando este camino. Aún hoy, no sa- el lugar y sus hombres. Sólo la definición
bemos qué alternativas proponer para "re- de un modelo de relaciones espaciales me
gionalizar'' adecuadamente el país y cómo tomó gran parte de las páginas que tenía
abordar (solucionar) los llamados "proble- para ese artículo. Incluso así, el modelo es
mas regionales''. La historia de las relacio- incompleto. Señaladamente, pero también
nes entre dos países, que se dividieron un de manera arbitraria, excluí en el texto y
mismo espacio social y económico, Perú y en el modelo, la región de Cochabamba Al
Bolivia, nos da otra muestra de la compleji- respecto, para la época prehispánica, conta-
dad de las interacciones multiregionales mos ya con trabajos de Nathan Wachtel y
frente a las que se pretendió organizar dos para la Colonia con el excelente trabajo de
economías. En términos de hegemonía ur- Brooke Larson. Pero el modelo que ahora

Na. 1, setiembre 1983 73


presentamos es sólo un ensayo e incluir esa meros años de la colonización entre españo-
rica dinámica cochabambina hubiera im- les e indios" que fue anunciada al inicio del
plicado una aún más compleja trama de re- texto. Sobre lo primero, tanto los aportes
laciones. Me interesaba ese espacio del tra- de María Rostworowski y de R. Hartmann,
jín y en esa medida justifico la arbitrarie- como los de Murra, que fueron observados
dad. No hablemos ya de las regiones del ac- por las anteriores autoras, nos son de suma
tual norte argentino, cuya relación con los importancia, sobre todo para ubicat luego
espacios que ahora ofrecemos fueron evi- esa interdependencia entre indios y españo-
dentes. Los trabajos de Carlos Sempat les, que creó una nueva sociedad, que esta-
Assadourian y Nicolás Sánchez Albornoz mos lejos de entender cabalmente, como lo
así lo demuestran. Incluso, la presentación señala Flores Galindo. Entendimiento que
de la dinámica regional arequipeña es sólo . se alejará aún más si no dejarnos de apoyar-
indicativa; el trabajo sobre las actividades nos fácilmente en términos equívocos (lo
de Lucas Martínez Vegazo hecho por contrario de unívocos) como "feudal"
Efraín Trelles nos lleva de lleno al actual (Burga). Al entrar en el análisis interno del
norte chileno. trajín y a las relaciones que lo permitían,
El estudio al respecto debe continuar. recién tocamos la materia que es todavía
En esta oportunidad, poner los cimientos necesaria penetrar, para de ahí obtener abs-
de la producción del trajín, enmarcar ade- tracciones explicativas del movimiento in-
cuadamente su espacio, se transformó de terno de las relaciones de esa sociedad. El
preámbulo en tema, con muchas posibles material que aparece en los anexos y el tes-
objeciones, es cierto, pero necesario tam- timonio, muy valioso, del jesuita A. Ayans,
bién. Si alguien ya "sabe desde hace bas- nos muestran las posibilidades que al res-
tante tiempo . . . que la Conquista produjo pecto tenemos. En esa tarea nos encontra-
un proceso de desestructuración . . . en la mos ahora.
geografía económica andina" (Burga), de- Ahí veremos cómo la sociedad andina
bió habérnoslo participado antes, por es- no debe ser tomada como antagónica a una
crito, mostrando en qué consistió ese pro- "española". La sociedad que estudiamos es
ceso. Salvo los importantes y polémicos andina porque los Andes fueron escenario
trabajos de Assadourian (tangencialmente de una simbiosis que dio origen a algo nue-
ubicados en el criterio expuesto por Flores vo que tenemos que investigar. Efectiva-
Galindo en su comentario), no tenemos mente, sólo ''tímidamente" menciono el
mayores materiales en que apoyarnos. Más tema del papel de la nobleza y las autorida-
bien, son conocidos los trabajos que desde des andinas. En realidad, como todo lo re-
la etnohistoria y la antropología han busca- ferente a la producción del trajín, sólo que-
do mostrarnos las permanencias andinas (el da anunciado.· Justamente, Roberto Cho-
control de un máximo de pisos ecológicos que Canqui ha adelantado mucho al respec-
desde Murra). Por otro lado, ¡,qué sabemos to de lo que Tristan Platt ha llamado "mo-
de la articulación ciudad-región en la época delo cacical de mercantilismo andino". Fe-
colonial para nuestra zona sur andina? El lizmente, a pesar de las dificultades, el nues-
trabajo de Carlos Contreras sobre Huanca- tro no es un trabajo aislado, nos vamos en-
velica no tiene similar para Cusca, Arequi- contrando con otros en el camino.
pa, La Paz o La Plata. Además, el intento En términos teóricos, no sin cierto te-
que hago no es el de una monografía por mor, escogí la esfera de la circulación. Los
cada ciudad sino más bien el de las relacio- trajines son eso, circulación. Pero el tema
nes entre las regiones. Creo que esto debe es el mercado. Ahí debemos llegar. En el
ser asumido como preocupación metodoló- texto, señalo mi interés por ubicar la circu-
gica por las personas interesadas en estu- lación como un momento de la producción
dios regionales dentro de este espacio. social El ciclo de la mercancía sólo termi-
Olinda Celestino reclama justamente un na en el consumo, para ello es necesario
"breve preámbulo de los antecedentes pre- que se produzca también la circulación, ei
hispánicos" y, a continuación, señala que trajín de los siglos XVI-XVII. Por eso, en
no se enfatizó en la "necesaria relación e determinadas relaciones, la fuerza de traba-
interdependencia que se gestó desde los pri- jo que produce la circulación, se desplaza

74 Revista Andina Vol. 1


______________________________ Glave: Trajines

también con las mercancías, y esa fuerza de precios se podrían añadir otros tomados de
trabajo debe asimismo producirse y repro- los protocolos notariales de Moquegua.
ducirse. El mercado no nos deja, pues, en el Cuando hagamos este ejercicio, no dejará
espejismo de la circulación, nos lleva a la sin embargo de ser polémico. Davies mismo
producción social. No creo que esta prime- reconoce la pobreza de los registros sobre
ra parte de los trajines responda a muchas producción y precios de uva y vino. Feliz-
interrogantes que al respecto se pueden mente, con las fuentes que ya "hemos reco-
presentar. Creo, sin embargo, haber dejado pilado, estamos más cerca del "enfoque
planteado el tema en un derrotero teórico cuantitativo deseado y esperado por todos"
que conozco como polémico. No tengo re- (Celestino). No considero que sea un buen
ferencias directas a él en los comentarios, consejo pedir datos imprecisos, es mejor
sólo alusiones que confirman el temor con exigir precisión si se trata de cuantificar.
que asumí el tema. Manuel Burga parece No creo tampoco que la historia rural
objetar se califique éste en términos de in- peruana demuestre "que las aristocracias
tercambio comercial, esto que estudiamos terratenientes logren enraizarse y perdurar
es sólo comercio entrecomillado, pues se solamente en contacto con las grandes pro-
basa en una relación colonial-encomendi!- piedades" (Burga). Uno de los pocos traba-
feudal. Desgraciadamente, desconozco las jos de historia rural que nos ilustran sobre
peculiaridades del comercio entrecomilla- la época colonial, con nitidez y belleza in-
do. Del concepto, sabemos por el comen- cluso, es el de Burga sobre el valle del Je-
tario , que es una "actividad expoliadora" , quetepeque, pero ¿podemos comparar el va-
determinada por una triplemente califica- lle del Jequetepeque con los de Arequipa
da relación (colonial-encomendil-feudal), y Moquegua? La afirmación de Burga nos
que lo limita para ser sinónimo de inter- deja nuevamente confundidos. ¿Qué es una·
cambio comercial Considero que esto es "gran propiedad"? En los valles de Arequi-
un trabalenguas que sí está muy lejos de pa-Moquegua, una heredad de viñas de 30
una cualificación cautelosa. En eso último Has. era una "gran propiedad"; sólo a me-
estamos. diados del siglo XVII, cuando se anexaron
Aunque preferiríamos matizar un poco tierras complementarias a las de produc-
la afirmación, no podemos dejar de estar de ción central, un "latifundio" podía tener
acuerdo con Olinda Celestino cuando dice hasta 283 Has. en total. Con 40,000 cepas,
que "la cuantificación constituye la espina que se podían acomodar en sólo 9 Has. ,
dorsal de la historia económica y social de una heredad era de gran valor. En 1596, las
nuestro tiempo". Los trajines, sin embargo, 8,000 botijas que se lograrían obtener de
no los pensé como un trabajo esencialmen- esa cantidad de vid, se realizarían en
te cuantitativo. No creo al respecto, que la 32,000 pesos corrientes (ver la tesis de K.
forma del comentario de Manuel Burga de- Davies). Sólo mencioné una de las propie-
ba hacernos suponer que nos plantea una dades de la frondosa y rica descendencia
suerte de antagonismo entre cuantificación del viejo conquistador Hernán Bueno, Ya-
y cualificación. Son lados complementarios ravico. A principios del siglo XVII, ésta te-
de un buen análisis. Por ello, será necesario nía 38,000 cepas y no era de las más im-
profundizar en el terreno de la producción portantes de Moquegua. Los datos de N.
y de los precios como refiere Olinda Celes- Cushner para San Xavier, uno de los prin-
tino. Pero es otra sección del trabajo cipales viñedos de los Jesuitas en Nazca,
del que forman parte los trajines; en éstos nos hablan de 11,000 botijas anuales ya a
me interesaba más presentar las redes de re- principios del siglo XVIll . ¿No eran las
laciones que se desarrollaban para su ejecu- heredades moqueguanas "grandes propieda-
ción en la vida de esos hombres que trajina- des"? Señalo que la producción de vino de
ban productos como coca y vino. Me alien- los valles de Arequipa-Moquegua debía ser
ta mucho que O. Celestino quede satisfecha a principios del siglo XVII de 200,000 boti-
a este nivel y que E. Trelles considere la jas; Davies, entre los pocos datos globales
imagen "animada". Señala Trelles que hu- de producción que menciona en su tesis,
biera sido útil manejar los datos de Keith confirma el dato. No era en ese entonces
Davies. Efectivamente, a sus ·cuadros de Moquegua, valle estrecho, la zona de mayor

No. 1, setiembre 1983 75


producción de la región. En 1680 Vítor la historia moqueguana como es Miro Que-
obtenía 100,000 botijas, y entre Moquegua sada, pero ¿se puede ser tan alegremente
y Majes se redondeaba la misma suma. En tajante, con lo que conocemos de ese pe-
1737 , ya sólo Moquegua producía 200,000 ríodo de la historia rural, para considerar
botijas y en 1800 la producción ascendía "exagerado" hablar de esa región frustrada
en ese valle a 300,000 botijas, el do ble de y su grupo dominante, como aristocracia
la producción de Majes, que ya había des- rural? Estoy seguro que es poco lo que co-
plazado ampliamente al valle de Vitar. La nocemos y que el trabajo .p or hacer sigue
"modestia" de Moquegua es un resultado siendo largo.
histórico en el que desgraciadamente no No estoy en el momento de la síntesis,
podemos detenernos. por eso desarrollo un pensamiento sobre
En 1750, Pedro Vizcarra Rodríguez Dá- la penetración en los datos. La segunda par-
vila presentó una información de Legitimi- te de los trajines llegará, confío que más
dad y Nobleza litigada en Moquegua; ahí, sintéticamente, al tema central de su pro-
la genealogía de una de las principales fami- ducción. La reflexión teórica seguirá en-
lias de esa aristocracia rural de la zona po- tonces su camino. Espero que en esta cir-
dría ilustrar a más de un genealogista (BNM. culación se susciten nuevos y más seguros
Ms. 18676). Se puede ver también la genea- pasos en el develamiento de las estructuras
logía del santiaguista Gregario de la Flor y coloniales. Me alientan y entusiasman los
Roa (BNM. Ms. 18682) y otros que por el comentarios y críticas recibidos de los cin-
momento no podemos analizar. No sé si es . co comentaristas y aguardo otros de los
exagerado hablar de una "aristocracia ru- lectores de Revista Andina.
ral", término que tomé de un conocedor de

76 Revista Andina Vol. 1


lProhlema de empleo ode reproducción
de la fuerza de Trabajo?:
Las Comunidades Campesinas del Cusca
Efraín Gonzales de Olarte
l. Introducción
Un componente importante del desarrollo y de la estructura agraria
peruana es la Comunidad Campesina.! Su papel en el proceso de produc-
ción y reproducción de la fuerza de trabajo aún no ha sido suficientemente
explicado. El presente trabajo pretende aportar algunos elementos de re-
flexión -basados en investigaciones pasadas y en curso- para la compren-
sión del llamado problema del empleo, o más bien, el de la reproducción de
las familias y de la fuerza de trabajo de "campesinos- comuneros" en el Perú.
específicamente en la región del Cusco, que es la más poblada por comuneros
y comunidades.
Sobre la base de estudios previos2 trataremos de analizar las relacio-
nes existentes entre la capacidad y disponibilidad de fuerza de trabajo de los
comuneros, las diversas tareas que permiten ocupar esta fu erza de trabajo. los
resultados productivos de dicha utilización y los ingresos obtenidos. En se-
guida, trataremos de comprender las racionalidades implícitas de esta com-
pleja economía familiar. que plantean el problema del empleo como una
cuestión global, imposible de separarlo del conjunto de la economía de . los
comuneros, caracterizada por ser una unidad de producción - consumo.

No. 1, setiembre 1983 77


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

2. Comunidades Campesinas

Antes de abordar nuestro problema central es necesario ubicar el


contexto espacial -tanto físico como social- del cual emergen los comune-
ros y la comunidad campesina.
Las Comunidades Campesinas son grupos de familias que se asenta-
ron en la zonas periféricas de las haciendas o de las cooperativas. Las fami-
lias e individuos pertenecientes a cada Comunidad están ligados por relacio-
nes de producción establecidas sobre la base de un volumen de recursos (indi-
viduales y comunales) : tierras , ganado, bienes duraderos y dinero muy limita-
dos y desigualmente distribuidos y por la organización comunal del proceso
de trabajo . Su presencia dentro de la formación social se ha caracterizado y
se caracteriza por la permanente dominación de la comunidad por la hacien-
da , la cooperativa o por pequeños y medianos capitalistas. Esta dominación
se ha sustentado históricamente en función de la reducción y mantenimiento
de los recursos comunales (tierras , ganado) en niveles inferiores a los necesa-
rios para alcanzar una producción de autosubsistencia; dando lugar al estable-
cimiento de un conjunto de relaciones de producción, que han condicionado
la organización del trabajo al interior de la comunidad.3 La producción de
los comuneros es básicamente agropecuaria y artesanal; parte de ella es mer-
cantilizada y parte autoconsumida.
Las comunidades se asientan en un territorio comunal limitado4 his-
tóricamente por las haciendas y distribuido desigualmente entre los comune-
ros, lo que permite la organización de la producción y de la utilización de la
fuerza de trabajo familiar de manera diferenciada, dando lugar a un conjunto
de relaciones de producción, circulación y distribución peculiares a las comu-
nidades y que llegan a crear un espacio social diferente del resto de la socie-
dad peruana , en el cual las relaciones sociales no son capitalistas. Sin embar-
go , la comunidad no puede ser explicada en sí misma, sino como parte de
una formación social con predominancia capitalista, a la cual está ligada a
través de relaciones de producción, circulación y de relaciones jurídico-polí-
ticas.
Precisamente, el tema que nos ocupa nos va a permitir ver concreta-
mente las formas de articulación y subordinación de la comunidad campesina
con respecto a la formación social en la cual sobrevive.

3. ¿Problema del empleo o problema de reproducción de las familias comu-


neras y de la fuerza de trabajo?
Siendo el concepto de empleo poco preciso, hemos preferido comen-
zar por la descripción del proceso de reproducción de la fuerza de trabajo de
los comuneros.
a) La reproducción de la fuerza de trabajo de las familias comuneras
se realiza con cierta autonomía, es decir, que las partes más importantes de

78 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Gonzales: Problemas del empleo

los productos e ingresos que reproducen a las familias se generan dentro de la


economía familiar y de la comunidad; es por ello que son definidas como
campesinas. Sin embargo, no son suficientes para reproducirlas totalmenteS ;
esto significa que para la reproducción anual de la familia los comuneros de-
ben acceder a otras fuentes de ingreso fuera de la comunidad. Este margen
de ingresos resulta crucial para su reproducción y está en función inversa al
volumen anual de producción agropecuaria o artesanal y en relación directa
al gasto monetario anual. Dicho gasto puede variar en función de una dismi-
nución de los precios relativos de los productos campesinos con respecto a
los productos que ellos no producen, en general industriales; o también por
la ampliación de la canasta de consumo .
El producto-ingreso a obtener fuera de la comunidad es, pues, la va-
riable de regulación de demanda de fuerza de trabajo de las haciendas y /o de
los sectores capitalistas.
De esta manera la reproducción de la fuerza de trabajo comunera se
basa en la producción realizada sobre sus limitados recursos, estando además
en función de las relaciones que establecen los comuneros con el exterior.
Esta reproducción resulta siendo funcional a la reproducción de la comuni-
dad y de las familias comuneras que la integran, como a los sectores o unida-
des que la dominan.
b) De otra parte, el crecimiento vegetativo de la población comunera
con respecto al no incremento de los recursos - tierra y ganado - y a la dé-
bil acumulación de capital en el ámbito rural (en los casos que exista) produ-
ce una migración definitiva de algún o algunos miembros de la familia , los
cuales se integran a diferentes actividades económicas, en general en las ciu-
dades. De esta manera las comunidades producen fuerza de trabajo para los
sectores capitalistas con un bajo o nulo costo para dichos sectores, pues el
costo de manutención de los comuneros que se integran a estos sectores, mi-
grando definitivamente, no es asumido totalmente por dichos sectores sino ,
más bien, por los comuneros mismos.
c) Luego , debido a la estacionalidad de la producción agropecuaria
que deja períodos de tiempo libre a los comuneros durante ciertas épocas al
año y debido a las necesidades que tienen éstos de ingresos complementarios,
los comuneros migran estacionalmente para asalariarse en diferentes sectores.
Esto significa que la comunidad también produce y reproduce fuerza de tra-
bajo, de manera temporal, para los sectores capitalistas, los cuales se benefi-
cian contratando una fuerza de trabajo que es capaz de sufragar la mayor
parte de su propia reproducción. Aquí, la reproducción de la fuerza de tra-
bajo tiene un doble carácter. De una parte, permite completar los ingresos
para la reproducción de la fuerza de trabajo comunera y, de otra, permite la
reproducción de fuerza de trabajo estacional necesaria para ciertos sectores
capitalistas. El papel que cumple -a este nivel- la comunidad campesina,
dentro de la formación social peruana, es la optimización del uso de los
recursos de los comuneros y de la comunidad en concordancia con la utili-

No. 1, setiembre 1983 79


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

zación de la fuerza de trabajo, de manera a producir fuerza de trabajo dispo-


nible para los sectores o unidades capitalistas.
Por estas razones, el llamado problema del empleo se presenta, más
bien, como un problema de reproducción de la fuerza de trabajo de los co-
muneros, que a su vez está a la base de la producción y reproducción de cier-
to volumen de fuerza de trabajo para los sectores capitalistas. Evidentemen-
te, al mismo tiempo esto significa que las relaciones de producción y explota-
ción que subyacen, cuando se utiliza la fuerza de trabajo de los comuneros,
se recrean.
Por ello, no pensamos que el problema del empleo pueda reducirse a
aspectos parciales : ocupación de la fuerza de trabajo, productividades o in-
gresos. En nuestro criterio, es más apropiado analizarlo como un problema
de reproducción de la fuerza de trabajo en función de diferentes formas pro-
ductivas, en las cuales se mueven los comuneros. Además, ello permite en-
samblar coherentemente los aspectos parciales del problema del empleo.

4. Recursos y fuerza de trabajo en las comunidades

Ahora vamos a tratar de dar contenido a nuestras proposiciones ante-


riores.
a. Recursos.

Hagamos previamente un inventario de los principales recursos, de


la composición familiar y de la fuerza de trabajo de las familias comuneras de
distintas comunidades de tres microregiones del Cusco, sobre la base de los
resultados obtenidos en diferentes investigaciones hechas a partir de 1977
hasta 1980.
En el cuadro l presentamos una síntesis de los recursos tierra, ganado
y herramientas que están a la base de la producción comunal y comunera.
Destacamos las siguientes observaciones de manera introductoria.
l. El número promedio de miembros por familia está por encima de
cinco personas para las tres microregiones. Este es el tamaño de familia que
se reproduce anualmente y que no ha variado sensiblemente en los últimos
veinte años. De alguna manera el problema del empleo radica en cómo cada
familia organiza sus actividades y la utilización de su fuerza de trabajo para
reproducirse física y socialmente al interior de cada comunidad.
2. Dentro de los recursos comunales el más importante es, en general,
la tierra con pastos naturales aptos para la ganadería. Su promedio por fami-
lia es variable según las regiones y los pisos ecológicos en los cuales se asien-
tan las comunidades. Su utilización es colectiva y determinan cierto uso de
la fuerza de trabajo en actividades pastoriles. En las tres microregiones estu-
diadas existen pastos en diferentes cantidades, lás cuales pueden soportar
normalmente una unidad vacuno u ocho unidades ovino por hectárea.

80 Revista Andina Vol. 1


_ __ _ _ _ __ _ _ __ _ _ _ __ ___ _ ___ Gonza/es: Problemas del empleo

Cuadro No. 1
CUSCO : RECURSOS EN LAS COMUNIDADES CAMPESINAS

Canchis 3
2
Antapampa 1 Paruro
(10 comuni- (6 comuni- (6 comuni-
dades) dades) dades)

por std. por std. por std.


fami- dev. fami- dev. fami- dev.
lia lia lia
No. de miembros por familia 5.1 2.01 5.13 2.14 5.03 2.34

TIERRAS
comunales (pastos, Has.) 4.96 8.9 2.25
familiares (Has.)
de riego 0.66 0.48 0.43
de secano 0.64 1.0 0.35
pastos naturales 0.10 4.11 17.66

estandarizadas (Has.) 0.98 0.98 0.78


Concentración de tierras · 0.46 0.32 0.39
( coeficiente G INI)

GANADO
vacuno 3.05 3.05 2.8 4.3
ovino 2.71 6.6 8.5 13.5
porcino 1.64 2.2 1.4 1.1
equino 0.64 2.1 0.6 1.9
caprino - 3.5 -
auquénidos - n.d. 38.9

HERRAMIENTAS
arados 1.08 0.98 0.56 n.d.
chaq u ita ellas 1.04 0.99 1.38 1.71
palas n.d. 1.48 1.43
picos n.d. 1.53 1.57
lampas n.d. n.d. 1.57
FUENTES:
1. E. Gonzales, "La economía familiar comunera", Economía, No. 5, PUC , Lima, 1980.
Los datos corresponden a 280 familias encuestadas en 1 O comunidades, en 1978.
2. PRODERM, Diagnóstico de la m icroregión de Paruro, Cusco , 1981; Mon teagudo, Economía fa-
miliar comunal campesina, Memoria , Programa de Ciencias Sociales, PUC, Lima . 1981.
Los datos corresponden a 165 familias encuestadas en 6 comunidades en 1979-80.
3. PRODERM, Diagnóstico de la microregión de Canchis, Cusco, 1981.
Los datos corresponden a 204 familias encuestadas en 6 comunidades de Canchis, en 1980.
std. dev. = desviación standard
n.d . = no disponible

No. 1, setiembre 1983 81


Estudios _ _ _ __ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

3. El recurso familiar más importante es la tierra, cuya extensión en


promedio es muy pequeña - alrededor de una hectárea por familia - y está
compuesto, de manera variabl e, por tierras con riego y de secano y por pas-
tos naturales familiares (ver cuadro 1 ).
Sin embargo , el promedio de tierras es un dato incompleto y es nece-
sario señalar que la tierra está desigualmente distribuida al interior de cada
comunidad. De esto dan cuenta los coeficientes gini mencionados (0.46,
0 .32 , 0.39) para las comunidades de las tres microregiones que indican con-
centraciones de tierras no muy agudas. De esto se desprendería la conclu-
sión de que sólo cierto grado de concentración de tierras, en las comunida-
des, es compatible con el sistema productivo comunal y que cualquier proce-
so de concentración mayor estaría a la base de la disolución de la comuni-
dad , tal como demostramos en un trabajo anterior.6
Es evidente que el cultivo de las tierras familiares, casi siempre dividi-
das en varias parcelas, ocupa la mayor parte de la fuerza de trabajo de la fa-
milia y es la base de la producción agroalimentaria que permite asumir la par-
te principal de la reproducción física de la familia.
4. El ganado está en función de la cantidad y calidad de las tierras
que posee cada familia comunera. La existencia de pastos naturales es un
factor importante para la tenencia de ganado ovino y camélido. La cría y
explotación ganad era ocupa partes menos importantes de la fuerza de trabajo
y, en general , ocupa a miembros de la familia de menor edad y a mujeres.
5. La dotación de herramientas , todas de fabricación campesina y de
origen muy antiguo , está en función del número de miembros de la familia
capaces de utilizar dichos instrumentos , más que en función de la cantidad
de tierras . Las herramientas que son parte importante de la estructura tecno-
lógica de los comuneros , definen varios aspectos de la utilización de la fuerza
de trabajo : la cantidad utilizada ; una calificación mínima de los comuneros ;
intensidad de utilización de trabajo. Así, el arado es sólo utilizable en terre-
nos con poca pendiente y en general con riego , mientras que la chaquitaclla
es usada en terrenos con pendiente en las laderas de los cerros. De alguna
manera , la intensidad de ocupación de la fuerza de trabajo utilizando directa-
mente el arado es menor que con el uso de la chaquitaclla.
La cantidad de recursos de los comuneros, en especial la tierra, está
fijada desde la época de las haciendas, por lo tanto la utilización de la fuerza
de trabajo -en sus tierras- ha variado levemente en cantidad y en calidad,
dada la estructura tecnológica existente. A esto se agrega que, en gran parte,
los cambios tecnológicos introducidos por los comuneros han tendido más
bien a mejorar la calidad de las tierras,7 que a ocupar diferentemente lama-
no de obra.
Los cambios en la utilización de la fuerza de trabajo se han dado fue-
ra de las actividades familiares y en particular fuera de la comunidad, tal co-
mo veremos más adelante.

82 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Gonzales: Problemas del empleo

b. Fuerza de trabajo.

Si la posesión de recursos es cuantificable con cierta precisión , la


disponibilidad de fuerza de trabajo de cada familia comunera es más difícil
de estimar debido a la estructura familiar por edades y sexo y a la división
del trabajo establecida en las comunidades, que asigna tareas específicas a
hombres y mujeres, y a menores y adultos. Esto plantea dificultades de
homogenización de la fuerza de trabajo, que son superables sólo cuando los
comuneros venden su fuerza de trabajo en los mercados de trabajo y se pue-
de tomar el salario como factor de homogenización y comparación. De ello
se desprende que la utilización del trabajo en actividades propias a cada fami-
lia, requiere de un método de estimación adecuado , no exento de a prioris.
En virtud de esto hemos tratado de estimar, de manera global para
las comunidades de las tres microregiones, la disponibilidad anual de fuerza
de trabajo y la utilización de dicha fuerza de trabajo con el objeto de tener
una idea de cómo es la ocupación de la fuerza de trabajo disponible de las
familias comuneras.

Disponibilidad: en el cuadro 2 hemos distinguido dos tipos de dispo-


nibilidad: la fuerza de trabajo potencial total y la fuerza de trabajo asalaria-
ble.
1A fuerza de trabajo potencial total está conformada por los miem-
bros de la familia , varones y mujeres mayores de 12 años; lo cual da los pro-
medios de 2.98 personas por familia para las comunidades de Antapampa,
de 3.04 para las de Paruro y de 3.13 para las de Canchis. Estas personas esta-
rían potencialmente disponibles durante el año para realizar actividades agro-
pecuarias, artesanales, comunales y de intercambio.
Sin embargo, el número de personas potencialmente disponibles es el
resultado de cierta estandarización8 hecha con los siguientes criterios, relati-
vamente arbitrarios :
niños de 6-12 años 0.25
hombres y mujeres de 12- 16 años 0.5
hombres de 17 - 50 años 1.0
mujeres de 17-50 años 0 .75
mayores de 50 años 0.5
Luego hemos estimado el número de días/ hombre disponibles para el
trabajo durante el año por familia, para lo cual se ha multiplicado el número
de personas potencialmente disponibles por 250 días.9 El resultado es que
en Antapampa cada familia comunera dispone - en prom edio- de 74 7
d/h(a , en Paruro 702 d/h(a y en Can chis 782 d/h /a. Este es el stock de fuer-
za de trabajo con que cuentan las familias comuneras, durante un año .
De otra parte hemos estimado la fuerza de trabajo potencialmente
asalariable, que se puede vender en los distintos mercados de trabajo, ofre-

No. 1, setiembre 1983 83


cerse en "reciprocidad" dentro de la comunidad y que está compuesta sola-
mente por hombres y mujeres mayores de 17 años. Aquí no hemos hecho
ninguna estandarización (ver cuadro 2).
El dato más importante a este respecto es el número de hombres
adultos disponibles para trabajos asalariados, que son : 1.15 para Antapam-
pa, 1.21 en Paruro y J.46 en Canchis. Lo que significa que cada familia dis-
pondría de 288 d/h/a asalariables en Antapampa, 302 en Paruro y 365 en
Canchis, asignándoles 250 jornadas al año.
Si la fuerza de trabajo potencialmente asalim.able trabajara efectiva-
mente como peones agrícolas, durante los 250 d/h/a y se les pagara el salario
promedio para cada microregión, los ingresos que obtendrían serían similares
al ingreso total (monetario y no monetario) obtenido por las familias comu-
neras.l O Es decir, si el trabajo asalariado fuera generalizado por el desarrollo
capitalista, los niveles de ingresos salariales de las familias comuneras asegura-
rían la reproducción de la fuerza de trabajo, con la sola ocupación d~ un
miembro varón de la familia. Sin embargo esto no sucede, pues en esta' re-
gión las unidades de producción capitalista (CAPs, pequeños y medianos pro-
pietarios, pequeñas empresas y Estado) sólo pueden absorber una pequeña
parte de la fuerza de trabajo de los comuneros.

Utilización: hemos agrupado la ocupación de la fuerza de trabajo


disponible en tres ámbitos: el familiar, el comunal y en los mercados de tra-
bajo.
La mayor parte de la fuerza de trabajo es utilizada en las actividades
familiares -ver cuadro 2-, el 87.8 º/o de la mano de obra disponible en las
comunidades de Antapampa, el 83.5 º/o en Paruro y el 91.6 º/o en Canchis.
Además, son la agricultura y la ganadería las actividades que ocupan mayor-
mente la fuerza de trabajo familiar. Es necesario señalar que en las activida-
des familiares la fuerza de trabajo utilizada es heterogénea, está formada por
hombres, mujeres, niños y adultos.
La utilización de la fuerza de trabajo en actividades comunales, tales
como el trabajo recíproco entre comuneros (ayni y minka), el trabajo propia-
mente comunal (faena) y el trabajo asalariado, es -en términos absolutos-
relativamente menor: 4.2 º/o para los comuneros de Antapampa, 14.5 °/o
en Paruro y 2.2 º/o en Canchis. La intensidad de su utilización está en fun-
ción de varios aspectos: 1. De la actividad principal: en las zonas agrícolas
(Paruro) es más intenso que en las zonas ganaderas (Canchis); 2. Del grado
de desarrollo mercantil de cada microregión: donde existen formas de traba-
jo asalariado, el trabajo comunal es menos usual.
Sin embargo, el papel que cumple el trabajo en comunidad sólo es
perceptible en su verdadera dimensión cuando se tiene en cuenta la utiliza-
ción estacional de la fuerza de trabajo. En las épocas de siembra y cosecha
la productividad del trabajo es muy elevada, en dichas épocas la fuerza de
trabajo disponible es utilizada al máximo. En estos períodos no hay exce-

84 Revista Andina Vol. 1


______________________ Gonzales: Problemas del empleo

Cuadro No. 2
CUSCO: COMPOSICION FAMILIAR Y FUERZA DE TRABAJO

Comunidades de

Antapampa Paruro Can chis

No. de miembros por familia. 5.1 5.13 5.03

DISPONIBILIDAD DE LA FUERZA
DE TRABAJO

Fuerza de trabajo potencial total


personas en edad de trabajo 2.98 3.04 3. 13
No. de días/hombre/año estand. 747 702 782

Fuerza de trabajo ásalariable 2.23 2.42 2.93


varones 1.15 1.21 1.46
mujeres 1.08 1.21 1.47
No. de días/hombre/año total 558 606 733
varones 288 303 365
mujeres. 270 303 368

UTILIZACION DE LA FUERZA DE d/h ºfo d/h ºfo d/h ºfo


TRABAJO.

Actividades familiares
agricultura 1 320 42.8 312 44.5 115 14.7
ganadería2 50 6.7 n.d. n.d. 365 46.7
otras actividades3 286 38.3 274 39.0 236 30.2

Actividades comunales4
faenas, trabajo recíproco, minka 31 4.2 102 14.5 17 2.2

Mercados de trabajo 4 (hombres) 60 8.0 14 2.0 49 6.2

Fuerza de trabajo disponible 747 100.0 702 100.0 782 100.0

1 Estimado en base a la cantidad de tierras poseídas por los comuneros y a los requerimientos
de mano d e obra por Ha. cultivada , según productos.
2 Estimado en base a la cantidad d e pastos na turales y ganado pose ído por los comuneros y
a los requerimientos d e fuerza de trabajo para el pastoreo .
3 Estimado por diferencia.
4 Estimado a partir d e la s encuestas.
n.d. = n o disponible
Fuente : !bid .

No. 1, setiembre 1983 85


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _- ' - - - - - - -

dentes de mano de obra, y la única manera de llevar a cabo la producción es


organizando el proceso de trabajo comunitariamente, para lo cual el trabajo
recíproco es la forma social adecuada para la reproducción de la comunidad
y de sus familias y es complementado por una estructura de parentesco que
asegura la disponibilidad estacional de la fuerza de trabajo.
Finalmente, la fuerza de trabajo es vendida estacionalmente en los
diferentes mercados de trabajo dentro de cada microregión y fuera de ella.
Como se observa, el porcentaje vendido sobre el total de la fuerza de trabajo
es reducido , siéndolo menos sobre la fuerza de trabajo asalariable. Se vende
el 8 °/o , el 2 °/o y el 6.2 º/o de la fuerza de trabajo disponible en las comu-
nidades de Antapampa, Parnro y Canchis,respectivamente.
La venta de esta fuerza de trabajo está condicionada por la limitación
de los recursos familiares, la estacionalidad de la producción, el costo de
oportunidad que significa asalariarse, y las posibilidades de encontrar puestos
de trabajo.
Tanto para el trabajo comunitario como para el trabajo asalariado, la
fuerza de trabajo utilizada ya no es heterogénea , son -- en general- hombres
adultos los que se ocupan bajo estas relaciones de producción.
Por último, es necesario señalar que la utilización de la fuerza de tra-
bajo en otras actividades ha sido estimada por diferencia. En dichas activida-
des la fuerza de trabajo es muy heterogénea, las tareas que se realizan son
muy diversas y las productividades son variables y en general muy bajas; ade-
más, aquí se encuentra consignada la fuerza de trabajo desocupada.

c. La utilización temporal de lá fuerza de trabajo.

El medio geográfico y las características ecológicas de la sierra


peruana definen la oportunidad de utilización de la fuerza de trabajo en las
actividades agropecuarias de los comuneros. Las tierras se encuentran en los
valles interandinos y en las quebradas y son, en gran parte, tierras de secano
por lo cual los cultivos son periódicos. Los comuneros utilizan entonces la
fuerza de trabajo con diferentes intensidades según las épocas. Por ello, en
algunos meses la utilización de la fuerza de trabajo es muy alta y en otros es
baja, lo que posibilita las migraciones estacionales para vender fuerza de tra-
bajo.
De otro lado, tales estacionalidades introducen cambios temporales
en el cálculo económico de utilización de fuerza de trabajo. En los meses de
siembra y cosecha el costo de oportunidad del uso de la fuerza de trabajo es
muy alto, pues en gran medida la producción depende de una adecuada can-
tidad de trabajo en estas épocas; en consecuencia, inclusive salarios muy ele-
vados no son capaces de atraer a los campesinos hacia otras actividades, a mi-
grar o a trabajar asalariadamente en la microregión . Contrariamente, en los
meses de poco uso de fuerza de trabajo el costo de oportunidad es menor,
por lo tanto, el cálculo económico tiene como referencia el complemento de

86 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Gonzales: Problemas del empleo

ingresos, para lo cual el campesino-comunero migra o trabaja en otras activi-


dades a condición que el salario recibido cubra los gastos de reproducción
diaria del trabajador, más un suplemento para contribuir al ingreso familiar.
En el caso de las comunidades de Antapampa se ha estimado que la
fuerza de trabajo es utilizada con diferente intensidad según las épocas.
En el cuadro 3 se observa que durante las épocas de siembra y de
cosecha se utiliza mayor fuerza de trabajo. De otra parte, en ninguna época
las labores agrícolas absorben la totalidad de la fu erza de trabajo . sólo se llega
a ocupar hasta un 82.8 º/o del total , el resto es utilizada para actividades de
carácter permanente: pastoreo, labores en la casa, producción de chicha.
En las épocas de mayor ocupación trabaja prácticamente toda la fa-
milia. mientras que durante los períodos de roturado, barbecho y labores cul-
turales , se libera parte de la familia y puede migrar temporalmente un miem-
bro.
De otra parte. en los meses de cosecha y de siembra, debido a condi-
cionamientos naturales, las disponibilidades individuales de fuerza de trabajo
son insuficientes. Es decir, si cada familia dispone en Antapampa mensual-
mente de 62.2 d/h/estándar y de 34.5 días/hombre adulto y si cada hectárea
requiere de 105 días/hombre para ser cultivada, es evidente que la fuerza de
trabajo familiar es insuficiente, por ello se recurre al trabajo cooperativo en-
tre comuneros. Esta es una de las bases materiales de la existencia de las co-
munidades. la organización del trabajo bajo presiones ecológicas y en función
de una distribución desigual de tierras limitadas.

Cuadro No . 3
ANTAPAMPA: UTILIZACION DE LA FUERZA DE TRABAJO POTENCIAL
TOTAL, SEGUN EPOCAS

Epoca Fuerza de trabajo O/o sobre la fuerza


utilizada de trabajo poten-
(hombres standard) cial =2.98 hombres

Roturado y barbecho 1.56 52.3


Uun., jul., agosto)

Siembra 2.39 80.3


(set., oct., noviembre)

Labores culturales 1.82 61.l


(dic., ene., febrero)

Cosecha 2.47 82.2


(marzo, abril, mayo)

Fuente: B. Kcrvyn, E. Gonzalcs, Op cit.

No. 1, setiembre 1983 87


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

5. Fuerza de trabajo, productividades y rendimientos.


La utilización de la fuerza de trabajo familiar en tierras poco fértiles
y con tecnología tradicional , da como resultado rendimientos y productivi-
dades bastante bajas. Esto podemos observar en el cuadro 4, del cual se des-
prenden las siguientes explicaciones.
a. Existen diferencias significativas en los promedios de producción
agrícola entre las comunidades de las diferentes microregiones. Esto es debi-
do a dos razones principales, primero, al "buen" o "mal" año agrícola, es de-
cir, a las variaciones climáticas anuales que han dado luga r a bajos rendimien-
tos en An ta pampa, pues 1977 - 78 fue un " mal año" , y a mejores rendimien-
tos en Paruro , pues 19 79 - 80 fue " buen año "; segundo , a la importancia rela-
tiva de las actividades productivas, por ejemplo, la producción por familia en
las comunidades de Canchis es menor que en las otras microregiones debido a
que esta zona es relativamente más ganadera que agrícola.

b. Los comuneros obtienen menores rendimientos que los alcanzados


por pequeños y medianos propietarios capitalistas y por las cooperativas,
quienes operan con mejores niveles tecnológicos y tienen mejores tierras. Sin
embargo, es necesario señalar que estos mismos sectores capitalistas alcanzan
rendimientos más bajos que los obtenidos en otras regiones del Perú.

c. Dada la reducida extensión de tierras que.poseen los comuneros es


significativa la diversificación de su producción, que se explica por : 1o. La
necesidad de alcanzar cierta autonomía en la producción de autosubsisten-
cia ; la aversión al riesgo existente por las condiciones climáticas cambiantes y
por las fluctu aciones de precios de los distintos productos. Todo ello no per-
mite tener en cuenta en el cálculo económico las economías de escala que se
podrían obtener de centrar la producción en un solo producto. 2º· A lapo-
sesión parcelada de las tierras de los comuneros ubicadas en diferentes pisos
ecológicos. Cada familia tiene varias parcelas distribuidas en diferentes luga-
res.
Las condiciones de productividad y rendimiento de las familias co-
muneras se prestarían para· plantear el problema del subempleo rural en las
vertientes interpretativas por "productividades". Sin embargo, tal como ve-
nimos explicando , esto significaría, más bien, atraso tecnológico que subem-
pleo.
Los bajos rendimientos y productividades familiares explican las ca-
racterísticas de la reproducción de la fuerza de trabajo dentro y en función
de la comunidad. De un lado, es imposible un desarrollo capitalista con tales
rendimientos. De otra parte, productividades y rendimiento son solamente
explicables en función del sistema productivo comunero, pues, si se desea
comparar con otros sectores, es necesario analizar los mecanismos de ínter-

88 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Gonzales: Problemas del empleo

Cuadro No. 4

CUSCO: PRODUCCION Y RENDIMIENTO DE PRODUCTOS


AGRICOLAS EN LAS COMUNIDADES CAMPESINAS

Antapampa 1 Paruro
2
Canchis 3
(1977-78) (1979-80) (1979-80)
Kgs. Kgs . Kgs.

PAPA
producción anual por familia 871 1,423 629
rendimiento promedio por Ha. 2,310 5,650 5,956
rendimiento promedio por Ha.,
sectores capitalistas 10,000 10,000 10,000

MAIZ
producción anual por familia 473 1,387 308
rendimiento promedio por Ha. 930 n.d. 1,441
rendimiento promedio por Ha.,
sectores capitalistas 1,400 2,000 1,500

TRIGO
producción anual por familia 73 463 104
rendimiento promedio por Ha. 617 900 1,268
rendimiento promedio por Ha .,
sectores capitalistas. 1,500 1,500 1,500

CEBADA
producción anual por familia 1 11 148 113
rendimiento promedio por Ha. 970 598 1,852
rendimiento promedio por Ha. ,
sectores capitalistas, 1,500 1,500 1,500
HABAS
producción anual por familia 112 281 118
rendimiento promedio por Ha . 703 664 906
rendimiento promedio por Ha .,
sectores capitalistas 2,400 n.d. n.d .
nd = no disponible
Fucnlcs: 1) 11. Kcrvyn, E. Gonzalcs, Op. cit.
2) y 3) PROIJERM: IJia gnÓsli cos Micro-regionales, Op. cit.

cambio de la familia comunera como una unidad , más bien que por produc-
tos.
De todas maneras, los rendimientos están por debajo de los social-
mente aceptables y no permiten una producción de autosuficiencia, por lo
cual los comuneros están subordinados a conseguir los complementos en in-
greso a su producción deficitaria. Todo ello a pesar de la eficiente gestión de
su producción, dados los parámetros (tierras) y variables (clima, precios, tec-
nología) a los cuales están supeditados.

No. 1, setiembre 1983 89


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

En este sentido , la organización comunal del proces(") de trabajo es la


que permite alcanzar, por lo menos, estos rendimientos.

6. Fuerza de trabajo e ingresos.

Dadas las múltiples actividades, las distintas relaciones de producción


y la duración variable en la utilización de la fuerza de trabajo por los comu-
neros, la obtención de productos y de ingresos resulta siendo -contraria-
mente a los sectores capitalistas- una compleja estructura que relaciona can-
tidad de fu erza de trabajo con producción y con ingreso, no siempre de ma-
nera proporcional, tal como observamos en el cuadro 5. Tras la utilización
de fuerza de trabajo para la obtención de un producto o ingreso, existe un
complejo cálculo de optimización en función de una economía de subsisten-
cia , es decir, en función de la reproducción de la familia comunera y con ella,
la reproducción de la fuerza de trabajo. Este cálculo económico resulta
incomparable con el de sectores capitalistas, donde la rentabilidad es el
leimotiv de la producción.
En el cuadro 5 presentamos los datos promedios para las diez comu-
nidades de Antapampa, como caso ilustrativo. En dicho cuadro hemos toma-
do exprofesamente los datos de utilización de fuerza de trabajo total, en base
a la estandarización realizada anteriormente. Estas observaciones suscitan las
siguientes reflexiones :

°
a. La familia comunera utiliza el 88 /o de su fuerza de trabajo en
actividades familiares , con las cuales obtiene un 79 º/o del ingreso anual to-
tal (ingreso monetario + autoconsumo) y ofrece su fuerza de trabajo fuera
°
de la familia utilizando el 12 /o de su fuerza de trabajo potencial total y
obtiene el 21 º/o de su ingreso.
°
b. Entre la agricultura y la ganadería se explica el 76 /o del ingreso
°
total y el 62 /o del ingreso monetario, pero en ellas se utiliza solamente el
5 5 o /o de la fuerza de trabajo total. Esta fuerza de trabajo está distribuida
en : 50 º/o familiar, 4 º/o comunal y 1 º/o asalariada. Las "otras activida-
°
des" , que representan el 38 /o de la fuerza de trabajo utilizada, sólo contri-
buyen en un 3 º/o al ingreso total ; esto es explicable en la medida en que :
estas actividades son complementarias, la producción artesanal es marginal ,
las tareas son realizadas por niños y mujeres, los comuneros no reciben una
retribución monetaria , son actividades no vinculadas directamente con la
producción o circulación o simplemente está desocupada la fuerza de tra-
bajo.

c. Entre las actividades familiares , en las cuales se emplea fuerza de


trabajo heterogénea, y las actividades fuera de la familia , en las cuales se em-
plea fuerza de trabajo homogénea - hombres adultos- existen diferentes

90 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Gonzales: Problemas del empleo

Cuadro No. 5

ANTAPAMPA: UTILIZACION DE FUERZA DE TRABAJO E INGRESOS

Utilización de fuerza de d/h O/o Ingreso ºlo Ingreso/ d/h


trabajo S/. S/.
En actividades familiares 656 88 20,574 42 31
agricultura 320 43 11 ,030 23 34
ganadería 50 7 8,087 16 162
otras actividades 286 38 1,447 3 5
autoconsumo 18,005 37
-- --
Sub-total 38 ,5 79 79 59
Oferta fuera de la familia 91 12 - - -
dentro de la comunidad 37 5 - - -
trab ajo comunal 31 4 - - -
trabajo asalariado 6 1 494 1 82
fuera de la comunidad 54 7
(trabajo asalariado)
en la m icroregión 46 6 7,035 14 131
migrac io nes temporales 8 1 1,767 4 221

Otros ingresos (migraciones - - 836 2 -


definitivas y arriendo)

Total 747 100 48 ,711* 100 65

* Corrl'spond,· aproximadan1<·n1c 300 dólares de 1977 -78.

grados de socialización del trabajo. El empleo de fu erza de trabajo fuera de


la familia que representa el 32 º/o de la fuerza de trab ajo potencialmente
asalariable, es de aceptación social dentro y fuera de la comunidad, en tanto
qu e muj eres y nii'íos trabajan sólo dentro d el ámbito familiar.

d . El trabajo comunal (reciprocidad y faenas) ocupa solamente el


°
4 fo de la fuerza de trabajo total , y en general. no tiene remuneración mo-
netaria pero sí en trabajo (reciprocidad), siendo ésto lo más importante, pues
tal como vimos, esta fuerza de trabajo es utilizada en momentos claves, es de-
cir, tiene una utilidad temporal muy elevada para la reproducción de la fuer-
za de trabajo y de la familia.

e. Los comuneros ocupan el 7 º/o de su fuerza de trabajo bajo rela-


ciones salariales-capitalistas y la mayor parte es vendida en la microregión
misma , teniendo una baja tasa de migración temporal a otros lugares.

No . 1, setiembre 1983 91
Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

f. La remuneración diaria recibida por la utilización de la fuerza de


tr~baj~ es variable y tiene el siguiente orden de importancia: primero, por
11_11grac1ones tem~orales; segundo, los ingresos por venta de productos pecua-
nos ; te!cero, el mgreso salarial obtenido en la microregión; cuarto, el ingre-
so salanal obtenido dentro de la comunidad ; quinto, los ingresos por pro-
ductos agrícolas.
Aquí es necesario separar la remuneración a la fuerza de trabajo
homogénea (migraciones , trabajo asalariado) de la remuneración a la fuerza
d_e trabaj~ he!erogénea (agricultura, ganadería y otros), tanto por las diferen-
cias cuantitativas como por sus aspectos cualitativos.

g. Finalmente, el ingreso total día/hombre obtenido, 65 soles, está


por debajo inclusive del salario mínimo legal establecido para la microregión.
Pero permite un gasto diario por familia de 133 soles, con el cual se reprodu-
ce física y socialmente la familia comunera, no existiendo relación de equiva-
lencia entre lo que se suministra como fuerza de trabajo y lo que se gana co-
mo contrapartida. En esta diferencia se expresa, de alguna manera, la auto-
explotación de la fuerza de trabajo comunera.

7. Formación temporal del ingreso comunero


Una de las grandes diferencias entre la economía familiar comunera y
los peones agrícolas permanentes o los obreros urbanos es que, mientras para
los últimos el flujo del ingreso es permanente y uniforme en todos los meses
del año , la familia comunera experimenta oscilaciones mensuales y estaciona-
lidades según sus fuentes de ingresos, tal como observamos en el cuadro 6.
En este sentido, otro de los aspectos de la reproducción de la fuerza
de trabajo comunera es la de alcanzar un 'eficiente' flujo de ingresos mensua-
les para sostener la familia . La práctica mercantil ha enseñado a los comune-
ros a establecer una estrategia de consecución de ingresos mensuales basada
en el carácter precio-aceptante de su economía.
Los meses de mayor flujo relativo de ingresos monetarios para las co-
munidades de Antapampa son junio y julio, meses en los cuales se realiza la
cosecha. El 17.2 º/o del ingreso monetario total se obtiene en junio y el
°
13 .3 /o en julio y está explicado sobre todo por la venta de productos
agrícolas.
Los ingresos por venta de fuerza de trabajo se obtienen en mayores
porcentajes durante los meses de enero, febrero y marzo, y con menor inten-
sidad en agosto , setiembre, noviembre y diciembre. Dentro de estos ingresos,
los obtenidos por migración temporal se generan , básicamente, en diciembre,
enero, febrero y marzo.
Los ingresos por venta de productos agropecuarios tienen un carácter
"estabilizador" del flujo de ingresos, pues se obtienen en los meses en los

92 Revista Andina Vol. 1


z
o Cuadro No . 6

ANTAPAMPA: REPARTICION MENSUAL DEL INGRESO MONETARIO PROMEDIO


..."'t5·
C1)
POR FAMILIA CAMPESINA - A~O 1978

...g.
(En porcentajes)
C1)

tO
O)
w ~ Ene Feb Mar Abr May Jun Ju! Ago Set. Oct. Nov. Dic. AL AÑO

Trabajo Agrícola 11 10 12 11 6 3 4 7 9 7 10 8 7.7


Trabajo No Agrícola 21 20 21 19 11 10 13 22 19 14 21 17 16. 7
Migración Temporal 12 12 9 8 5 2 4 5 4 3 5 10 5.7

SUB-TOTAL 44 42 42 38 22 15 21 34 32 24 36 35 30.2

Ventas Productos Agrícolas 25 23 21 16 38 60 59 34 41 47 16 29 35 .7


Ventas Productos Pecuarios 7 12 12 24 27 16 10 15 7 14 25 17 16.4
Ventas Productos Transformados 5 5 5 5 3 2 2 4 4 3 5 4 3.7
Ventas otros productos 14 13 14 13 7 5 6 10 12 9 13 11 10.0
Venta Chicha 2 2 2 l l l l l l l 2 l 1.0 G)
o
~
(b'
SUB-TOTAL 53 55 54 59 76 84 78 64 65 74 61 62 67 . l
~
-o
Otros ingresos 4 3 4 3 2 l l 2 3 2 3 3 2.7
o
O"

3
TOTAL 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 - "'"'
a.
C1)
5.5 5.8 5.4 6. 1 10.7 17.2 13.3 8.2 6.6 9. 1 5.9 7.1 100
C1)

3
"C
tO Fuente : B. Kervyn, E . Gonzales, Op. cit., p . 284. cñ
w o
Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

cuales la venta de fuerza de trabajo y la venta de productos agrícolas fla-


quean, es decir, en los meses previos a las cosechas: abril, mayo (antes de la
gran cosecha o segunda cosecha) y noviembre (antes de la primera cosecha o
cosecha temprana).
Evidentemente, los meses con menores ingresos relativos son de ene-
ro a abril , lo cual corrobora la afirmación de que el costo de oportunidad de
la fuerza de trabajo en esta época es menor que en los meses de cosecha y
siembra. Por ello , en la formación de ingresos, durante estos meses, la varia-
ble salario en el mercado de trabajo importa más en el comportamiento cam-
pesino que la variable costo de oportunidad, vis a vis su propia producción.
En los meses de cosecha y siembra dicha relación se invierte.
Nótese que algunas fuentes de ingreso observan regularidad mensual
durante el año: ventas de productos transformados, venta de "chicha" y
otros ingresos (alquileres y transferencias de migrantes definitivos); sin em-
bargo , su peso relativo en el ingreso total es mínimo.
En síntesis, la circulación de fuerza de trabajo y mercancías tiene va-
riaciones, durante el año, que dependen de ciertas variables de comporta-
miento cuya ponderación , por parte de los comuneros, varía de mes a mes en
función de los diferentes momentos del proceso productivo.

8. Conclusiones.

El concepto de empleo nos parece impreciso para dar cuenta de lo


que sucede con la fuerza de trabajo en un contexto rural no capitalista como
es la comunidad campesina. Luego , es difícil precisar su medición a partir de
alguno de los criterios convencionales - ocupación, productividad o ingre-
sos- , pues se da cuenta de uno de los aspectos en el cual interviene la fuerza
de trabajo. Además, dicha visión está restringida a aspectos empíricos que
no ayudan a una cabal interpretación del proceso de reproducción de fuerza
de trabajo bajo condiciones no capitalistas, pero al mismo tiempo subordina-
do a la circulación mercantil capitalista.
Por ello, es más adecuado tratar la reproducción de la fuerza de tra-
bajo y de la familia comunera como un proceso conjunto que constituye el
objetivo final de la economía familiar en las comunidades campesinas. Por lo
tanto , permite analizar adecuadamente: primero , las diferentes actividades y
diferentes lugares donde se ocupa la fuerza de trabajo familiar y las diferen-
tes relaciones de producción que permiten a cada familia obtener una pro-
ducción o alcanzar un ingreso ; segundo , la producción y productividad alcan-
zada por la fuerza de trabajo familiar utilizada en diferentes actividades pro-
ductivas y de circulación; tercero , los ingresos monetarios obtenidos y sus
modalidades de obtención.
Este complejo mecanismo pareciera dar cuenta de alguna unidad eco-
nómica altamente sofisticada, sin embargo , se trata de las familias campesinas
que conforman las comunidades campesinas en el Perú , que constituyen los

94 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - -- ·- -------------'Gonza/es: Problemas del empleo

sectores más pobres de la población y cuyos limitados recursos lllerra. gana-


do, agua) son manejados con una ''eficiencia" propia al objetivo de su organi-
zación: la reproducción física y social de las familias comuneras. y con ello,
la reproducción del ámbito social que facilita su reproducción: la comunidad
campesina.
La reproducción de comuneros y comunidades se opera básicamente
en función a relaciones de producción no capitalistas (familiares y comuna-
les) pero dentro de un contexto mercantil capitalista. al cual se van integran-
do paulatinamente en base a la venta de productos y fuerza de trabajo. por lo
cual la producción de la fuerza de trabajo ya no depende solamente dd em-
pleo de la fuerza dentro de la comunidad sinó fuera de ella, en la microregión
y en la región.
De esta manera, las llamadas políticas de empleo rural deben plan-
tearse de manera distinta, como un conjunto de acciones para mejorar tecno-
logías, precios, salarios y créditos que redunden en mejoras sustantivas del
nivel de vida y de los ingresos campesinos.

NOTAS

l. En el Perú existen unas 3,500 comunidades campesinas con una población de más de
° °
2'5 de personas que representan casi el l 5 /o de la población nacional y el 40 /o de
población rural. Sin embargo, su producción no sobrepasa el 4 º/o del PBI y es el
sector más pobre de la población.
2. Efraín Gonzales, "La economía familiar comunera", Revista Economía, Nº· 5, Ponti-
ficia Universidad Católica, Lima, 1980.
3. Efraín Gonzales, "Comunidades Campesinas: economía y diferenciación campesina",
Revista Crítica Andina, Nº· 2, Cusco, 1978.
4. Las limitaciones de los terrenos comunales son cuantitativas y cualitativas. Las
tierras son escasas y de baja rentabilidad, que en general no permiten la reproduc-
ción independiente de las familias ni de la comunidad.
5. La imposibilidad de una reproducción autónoma es el fruto de la dominación de la
comunidad, primero por la hacienda, luego por la cooperativa y por los términos del
intercambio mercantil.
6. E. Gonzales, "La economía familiar ... ", op. cit.
7. B. Kervyn, E. Gonzales, et al., Plan de Desarrollo de Antapampa-diagnóstico, CEN-
CIRA Holanda, Cusco, 1979, pp. 161-170.
8. Ver, E. Gonzales, Fuerza de trabajo, ingresos, gastos y consumo en las comunidades
campesinas de Antapampa (Aspectos metodológicos), CEPLAES, Quito, 1981.

No. 1, setiembre 1983 95


9. Es usual asignar 270 días de trabajo al año para derivar la disponibilidad de la fuerza
de trabajo en áreas rurales, nosotros hemos escogido conservadoramente 250 días.
10. En Antapampa el ingreso total (monetario y no monetario) por familia fue en 1977-
78 de 48,711 soles. Si un miembro de la familia hubiera tenido un empleo asalariado
permanente, hubiera obtenido 45,000 soles trabajando 250 días al año pagándosele
el salario promedio.

COMENTARIOS

méritos, deja empero descubierta una cues-


Heraclio Bonilla tión ·que me parece igualmente decisiva. Me
Instituto de Estudios Peruanos refiero al papel de la comunidad, como ins-
Horacio H. Urteaga 694 tancia de regulación y de programación de
Lima 11 - Perú cada uno de sus miembros. Es ésta la di-
mensión en la cual los estudios antropoló-
gicos han puesto especial insistencia. Sería
Desde hace algunos años atrás, el cono- por lo mismo deseable que los estudios eco-
cimiento sobre la economía de las comuni- nómicos futuros enfatizaran no sólo la ra-
dades campesinas de los Andes peruanos ha cionalidad económica de sus miembros, si-
realizado un avance sustantivo. En gran no que a la vez mostraran la interacción en-
parte se debe al esfuerzo y a la inteligencia tre la instancia política de decisiones y de
de un grupo de economistas, quienes me- cohesión con la conducta particular de ca-
diante trabajos de campo intensivos en lo da comunero.
que hasta hace poco eran una suerte de
"coto" cerrado de antropólogos, han per-
mitido el desvelamiento de algunos de sus
mecanismos económicos de funcionamien-
to y de reproducción. El trabajo de Efraín David Lehmann
Gonzales de Olarte hace parte de esta ahora Facultad de Econom1'a
importante tradición. Universidad de Cambridge
A base de su experiencia de primera ma- Inglaterra
no en las áreas rurales del Cusca, esta vez
Gonzales de Olarte examina las condiciones
de reproducción de la fuerza de trabajo Todos los andinólogos estamos endeu-
campesina, aproximación que al autor le dados con Efraín Gonzales por el valioso
parece teóricamente más significativa que y minucioso estudio de las comunidades
el análisis del concepto de empleo. Sus re- campesinas de la Pampa de Anta cuyos re-
sultados son, ciertamente, notables. Porque sultados vienen apareciendo, a cuentago-
no solamente revelan las dificultades que tas, y desgraciadamente en forma mimeo-
enfrentan aquellas corporaciones, sino por- grafiada muchas veces, desde hace varios
que también permiten examinar los diver- años. De los datos presentados en el pre-
sos mecanismos de inserción de los miem- sente trabajo cabe destacar la importancia
bros y de su fuerza de trabajo con el entor- cuantitativa que reviste todavía la produc-
no económico local y regional Las viejas ción familiar en estas comunidades, a pe-
tesis en torno a la autosuficiencia de estos sar del papel esencial pero de menos peso
grupos quedan así, una vez más, cancela- del trabajo asalariado migrante. Por otro
das. lado, también hay que poner énfasis en la
Este análisis, más allá de sus inmensos poca importancia del trabajo bajo arreglos

96 Revista Andina Vol. 1


Gonza/es: Problemas del empleo

"recíprocos" y en faenas comunales. del Sur del Perú -los de Figueroa, Sánchez
Ahora bien, Efraín Gonzales tiene en es- y muchos otros-. Al desarrollar tal compa-
te trabajo un propósito polémico que va ración nos daríamos cuenta de que existe
más allá de la simple presentación de sus una gran variedad en el grado de diferencia-
datos. Quiere afirmar que el llamado pro- ción social en las comunidades y en el pa-
blema del " empleo" no es tal sino un pro- pel económico y social de las instituciones
blema de "reproducción de la fuerza de tra- comunales. Todavía creo que persiste cier-
bajo" . A pesar de sus múltiples afirmacio- to romanticismo al respecto.
nes en este sentido, no es fácil detectar lo Finalmente, deberíamos ser informados
qu e subyace a este propósito : ¿quiere decir sobre la metodología del estudio del Cusco.
acaso que el problema real para los comu- Cualquier persona que haya trabajado en
neros no es que no tienen empleo sino que economías campesinas sabe que es muy di-
no logran reproducirse por su pobreza? Pa- fícil conseguir una información fehaciente
rece que no, porque dice que sí se reprodu- sobre los ingresos y sobre los días trabaja-
cen y lo hacen, sobre todo, para el benefi- dos en diitintas relaciones de producción a
cio del sector capitalista que de esta mane- través de un período mayor que algunas
ra se ahorra los costos correspondientes. O semanas. Somos pocos los que estamos en-
sea, creo que lo que Gonzales está buscan- terados de que en el estudio del Cusco se
do es una manera de decir que su pobreza, buscó resolver el problema en forma muy
lejos de ser un problema para la economía innovadora, con participación campesina
nacional, es un beneficio ("funcional") pa- en la investigación. Pero al leer el presente
ra ella, o por lo menos para la clase capita- trabajo el lector ignora esto y se le podría
lista que la dirige. Debo decir que no veo, perdonar cierto escepticismo que se disi-
hasta ahora, los elementos necesarios para paría al informarle mejor sobre los méto-
fundamentar esta hipótesis. ¿No estarían dos empleados.
contentos los capitalistas peruanos y las
compañías multinacionales si los campesi-
nos produjeran más para el mercado, si se
dedicaran más al trabajo asalariado para po- lean Piel
der comprar lo que ellos producen? La du- Institud des Hautes Etudes
da está lejos de resolverse. De todos mo- de l'Amerique Latine
dos, tengo la impresión de que hay algo de- 28 rue Saint Guil/aume
trás, subyacente en el argumento que hay 75007 - Paris - (7e)
que sacar a luz para que los datos presenta- Francia
dos sean explotados plenamente y para que
la hipótesis de la reproducción sea funda-
mentada. · Desde hace dos o tres años, lejos de los
La otra crítica que se podría hacer al Andes, y particularmente en Francia, rena-
trabajo toca el tema de la comunidad. El ce en algunos "científicos sociales" vincu-
autor asimila el trabajo recíproco al trabajo lados más a la coyuntura editorial que a las
comunal, mientras yo lo describiría más enseñanzas de las encuestas de campo o de
bien como trabajo asalariado pero con pago archivos, un sospechoso interés por la in-
a plazo : en vez de recibir un salario ,el tra- dianidad , el indianismo o el indigenismo
bajador se asegura de que le devuelvan " el andino, considerado mucho más como pre-
día" en otro momento cuando lo necesita- texto a variaciones etno-regionalistas, que
rá en su propia parcela. Si piensa que ése como conceptos que necesitarán ser reduci-
será precisamente un momento de "pico" dos por el análisis social sin complacencia
en el mercado del trabajo (cosecha o siem- de sus fundamentos concretos. Aun cuando
bra) entonces hace un buen negocio. Me estos autores hubieran tenido la excusa de
parece que, sobre todo en torno a este te- estar motivados por una suerte de "roman-
ma, es una lástima que nadie hayá hecho ticismo social" se trataría de una posición
una comparación entre los diversos estu- exótica. Pero, lo más probable es que ellos
dios de los cuales disponemos ahora sobre asuman de esta manera su status de contra-
las comunidades campesinas del Centro y tos de la "inteligencia socialista a la france-

No. 1, setiembre 1983 97


sa" justificando, en el marco de las institu- cadas, de adaptación a sus condiciones ex-
ciones susceptibles de financiarlos, su ocu- tremas de marginalidad y de pobreza, admi-
pación en un campo de investigación que nistrando de manera original su único re-
es el de "vielle lune" ( *): la irreductible e curso económico en expansión desde hace
inefable especificidad india de los campesi- un siglo: su fuerza de trabajo interna, fami-
nos andinos, desde los ecuatorianos hasta liar o comunal. Con respecto a sus recursos
los argentinos. agrícolas, Efraín Gonzales nos precisa que
Contra esta puesta al día de viejas mito- oscilan entre 0.32 y 0.46 Has. de tierras
logías del indigenismo sudamericano no cultivables por familia Jo que, sin duda, de-
nos queda más que recomendar leer, medi- ja un magro excedente comercializable,
tar y destacar el camino seguido por el pe- aunque constituya más del 60º/o de los in-
ruano Efraín Gonzales de Olarte quien, gresos monetarios, que significan, según los
quizás por primera vez en la historia de la cálculos del autor, 55 soles promedio (me-
andinología contemporánea, intenta cons- nos de 0.04 U.S.$ 1983) por familia y por
truir una verdadera ECONOMIA POLITI- día.
CA del campesinado de los Andes perua- Sobre bases económicas tan restringidas,
nos, el que por su parte se caracteriza, en estas comunidades han tenido que elaborar
efecto (pero más como consecuencia que una estrategia de utilización de su fuerza
como causa de esta economía política), por de trabajo que les permita la reproducción
el hecho de que a diferencia de sus homólo- ampliada, esencialmente sobre una base fa-
gos de Colombia y Venezuela ha permane- miliar. En Antapampa por ejemplo, 88º/o
cido, mayoritariamente, como campesina- de la fuerza de trabajo disponible (hom-
do indígena. bres-mujeres y niños) es utilizada en el mar-
Para ser más convincente y que no que- co familiar, produciendo, según el autor, el
de duda, en el artículo que aquí comenta- 79º/o de su ingreso (en especies, para el
mos, Efraín Gonzales de Olarte apoya su au toconsumo o comercialización). Solamen-
análisis en una encuesta de campo hecha a te 40/o de la fuerza de trabajo disponible
22 comunidades rurales andinas situadas en es utilizada bajo forma comunal (faena,
tres de las provincias más autóctonas del minka, ayni); y 7º/o es exportada de mane-
departamento de Cusco: Antapampa, Paru- ra estacional o definitiva bajo relaciones sa-
ro y Canchis. Estamos, pues, en el corazón lariales-capitalistas, ex ternas a la comuni-
de la sociedad indígena peruana, pero no dad, pero que les procuran en cambio una
de aquélla,mítica, de los indigenistas senti- parte de sus ingresos monetarios.
mentales y mitólogos, sino de aquélla, CON- ¿Es preciso concluir entonces en la in-
CRETA, de las comunidades rurales de piel significancia de la economía no familiar
oscura, todavía dominadas por relaciones (comunal o salarial-capitalista)? Con mu-
sociales precapitalistas, situadas en las ex- cho juicio, el autor responde negativamen-
tremidades inferiores de las cadenas mer- te, por las siguientes razones:
cantilistas que atan el "hinterland" andino 1) Reducida a sus únicos recursos: fuer-
al capitalismo contemporáneo, ejercido za de trabajo y recursos agrícolas, la fami-
desde la capital peruana, Lima. lia no puede asegurar su propia reproduc-
Estas 22 comunidades pertenecen a ese ción económica. Se ve, pues, obligada a re-
sector rural, marginado, miserable, social- currir a la ayuda mutua comunal, particu-
mente diferente, que constituye en el Perú, larmente en épocas de punta (en el momen-
junto con otras 3,500 comunidades, el to de las cosechas) y en este sentido perte-
15º/o de la población nacional y el 40°/o nece -forzosamente- a la comunidad ru-
de la rural ... pero que sólo reciben el 4°/o ral.
del Producto Bruto Interno. 2) Igualmente, está obligada a recurrir a
Consecuentemente, deben sobrevivir a la exportación de su fuerza de trabajo al
través de estrategias empíricas, pero sofisti- mercado salarial de mano de obra, micro-
regional (haciendas, cooperativas) o trans-
* Nota del traductor : " vielle lune" , expre- regional (mercado nacional de trabajo),
sión idiomática que podría traducirse particularmente en período de decaimien-
como: "pasado de moda". to de las actividades agrícolas y cuando las

98 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Gonza/es: Problemas del empleo

actividades no agrícolas internas ( artesanías) total hacia el status de campesinado indivi-


no son suficientes ni para absorber una dualista integrado al mercado.
fuerza de trabajo que deviene disponible en 3. Por la imposibilidad de una evolución
un 38º/o ni para retribuirla, puesto que es- total hacia el salariado agrícola del conjun-
tas actividades no representan, en total, to de su fuerza de trabajo potencialmente
más que el 3º/o del ingreso anual de las fa- salariable (hombres adultos).
milias. Así, pues, la fuerza de trabajo fami- Así, entrampadas, las comunidades ru-
liar debe asalariarse bajo relaciones capita- rales de Antapampa, Paruro y Canchis son
listas de producción ubicadas fuera de la forzadas en 1983 a participar en la lógica
comunidad, en una proporción que oscile capitalista de la explotación y de la acumu-
entre el 2 y 8º/o de la fuerza de trabajo eo- lación (comercializando una parte de su
munal. Por consiguiente, ella NO PUEDE producción y de su mano de obra), estando
ser solamente familiar (campesino indivi- impedidas totalmente de generalizar en su
dualista) o comunal (colectiva), también seno estas relaciones capitalistas de produc-
está obligada a integrarse al mercado (capi- ción si quieren asegurar la producción y re-
talista) de mano de obra. producción de su fuerza de trabajo, es de-
En este punto delanálisis de Efraín Gon- cir, de su población.
zales nos encontramos ante una realidad Económica y políticamente hablando,
que no es ni la de un "campesinado indivi- no es por opción sino por necesidad que
dualista" ( obligado por la falta de recursos las comunidades rurales andinas mantienen
familiares al trabajo colectivo o asalariado) sus mecanismos tradicionales de reproduc-
ni la de un "colectivismo primitivo" apre- ción social y, lo que es su consecuencia, su
ciado por los indigenistas de los años 1920- subcultura de marginalidad rural en el ám-
1930 (tierra parcelada por estrategias indi- bito peruano. ¿Debemos, pues, imputar la
vidualistas de las familias y de los emigran- responsabilidad de esta situación a no se sa-
tes asalariados), ni tampoco la de una uni- be qué rechazo indígena a un proyecto de
dad de residencia aldeana de asalariados del sociedad "occidental", o a la incapacidad
sector capitalista (ya que el asalariado, blo- del capitalismo en los Andes para transfor-
queado aquí por el débil desarrollo del ca- mar las relaciones sociales indígenas?, pues-
pitalismo local - haciendas, cooperativas to que ha forzado y sometido sus fines de
con reducida necesidad de mano de obra, reproducción marginal.
ausencia de industrias- no suministra más Para responder válidamente a esta pre-
que un 8º/o de los ingresos). ¿Qué queda gunta y terminar, al mismo tiempo, con las
entonces? Comunidades de familias agríco- necedades "indianistas" se necesitaría más
las-rurales que administran en favor de sus que el solo estudio de las comunidades de
pobres intereses un calendario de utiliza- Antapampa, Paruro y Canchis. Precisamos
ción de su fuerza de trabajo, sobreemplea- de una tipología de los comportamientos
da en períodos de punta (cosecha) para lo- económicos de las 3,500 comunidades an-
grar la autosubsistencia y un excedente co- dinas censadas por Efraín Gonzales, según
mercializable; subempleada en las épocas sus posibilidades de acceso a los diversos
de baja actividad agrícola a pesar de la ex- mercados (industriales urbanos, regionales,
portación forzada, pero restringida por la nacionales, internacionales) de productos
estrechez del mercado capitalista local de rurales y de mano de obra.
la mano de obra, de una parte de sus hom- Pero, me imagino que es a este tipo de
bres adultos hacia el salario exterior a la estudios al que se dedican en el Perú Efraín
familia y a la comunidad. Gonzales y algunos otros, dentro de los la-
En suma, y en este caso, una mixtura mentables límites de recursos de investiga-
de relaciones de producción (familiar de ción de que disponen.
au toconsumo, familiar mercantilista, co-
lectivista., salarial-capitalista), pero una
mixtura oloqueada:
l. Por la imposibilidad de un retorno al
autoconsumo (familiar o comunal). Traducido por
2. Por la imposibilidad de una evolución Patricia Ruiz Bravo López

No. 1, setiembre 1983 99


RESPUESTA

tintas; sólo cuando trabajan sobre sus tie-


Efraín Gonzales de O/arte rras y ganado la producción les pertenece,
Pontificia Universidad Católica y cada tarea puede ser remunerada con un
Apartado 1761 salario monetario, en especies, mixto o sim-
Lima 100 - París plemente .no ser remuneradas, en el caso de
que sean tareas accesorias aunque necesa-
rias. ¿Cómo englobar este conjunto de ocu-
En primer término deseo agradecer los paciones, producciones, productividades e
estimulantes comentarios a mi trabajo, los ingresos en un concepto operativo, que
que no sólo me incentivan a continuar in- además sea comparable con la utilización
vestigando sobre el complejo mundo del de la ,fuerza de trabajo en los sectores capi-
campesino andino, sino que me ayudarán talistas? Es e-vidente que el concepto de re-
a precisar múltiples aspectos en los que aún producción de la fuerza de trabajo es el
me falta claridad. más adecuado. Igualmente, es un concepto
Estoy convencido de que el concepto de que obliga a precisar las condiciones técni-
Empleo aplicado a economías no capitalis- cas y sociales de ocupación de mano de
tas y semimercantiles como las de los cam- obra, es decir, permite distinguir la repro-
pesinos comuneros, tiene el inconveniente ducción de la fuerza de trabajo dentro de
de indefinir el problema o de reducirlo a la condiciones capitalistas de producción, de
simple ocupación y formas de utilización aquélla realizada bajo condiciones no capi-
de la fuerza de trabajo. El campesino siem- talistas. Con lo cual se introduce la dimen-
pre está ocupado, pues "en la chacra siem- sión histórica, tan necesaria para no redu-
pre hay cosas que hacer"; esto no significa cir el análisis de problemas sociales a su
que en todo momento reciba una remune- comparación con conceptos pre-estableci-
ración o que su producción aumente pro- dos, procedimiento que no solamente crea
porcionalmente al uso de su fuerza de tra- confusiones sino que también falsea los
bajo, tal como ocurre con los obreros agrí- problemas reales.
colas de la costa o, con mucha mayor cla- En relación a la "funcionalidad campe-
ridad, con los obreros industriales. sina" con respecto a los sectores capitalis-
La aplicación de conceptos surgidos del tas, considero necesario hacer algunas pre-
desarrollo industrial capitalista -"donde el cisiones. En primer lugar, no creo que los
trabajador empleado es ocupado por su em- campesinos sean funcionales al capitalismo
pleador durante un período de tiempo, en y que esto explique su existencia; tampo-
el cual debe ser productivo, recibiendo a co creo que la causalidad sea al revés. Exis-
cambio un ingreso que le permite reprodu- te una interrelación entre ambos, cuya na-
cir su fuerza de trabajo- a realidades tan turaleza está definida por la estructura y di-
diferentes como la de los campesinos, no námica productiva tanto del capitalismo
puede conducir a conclusiones relevantes. como de los comuneros. Por un lado, el
Estar empleado en los sectores capita- menor desarrollo relativo del capitalismo
listas significa reproducir la fuerza de tra- agrario no ha permitido la incorporación
bajo sobre la base del ingreso salarial. Para de los campesinos-comuneros bajo relacio-
los comuneros no significa lo mismo, pues nes de producción capitalistas; asimismo,
la utilización de la mano de obra puede ha- los sectores industriales-urbanos capitalis-
cerse en tareas bastante diversificadas (los tas no han absorbido totalmente el exce-
campesinos son trabajadores relativamente dente de mano de obra rural Por otra par-
poco especializados) y en cada una de ellas te, los campesinos tampoco han podido de-
obtienen usualmente productividades dis- sarrollarse dentro del esquema capitalista

100 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Gonzales: Problemas del empleo

en base a sus pobres recursos, dando la im- ciedad regional y nacional, por ejemplo:
presión de .economías campesinas "blo- sus organizaciones gremiales, la acción de
queadas" que pueden reproducir la mayor partidos políticos, la radio y la televisión,
parte de su fuerza de trabajo al margen de etc.
relaciones de producción capitalistas. Es en Por estas múltiples razones, se observan
este sentido que los sectores capitalistas, distintos grados de integración de los co-
dada su aletargada acumulación de capital, muneros según regiones y microrregiones,
se benefician de que buena partejle-ia fuer- . según los tipos de productos que venden,
za de trabajo campesina, para quien ri'o · por la cercanía o lejanía de los mercados
tienen el capital suficiente para empléárla, urbanos.
se reproduzca con cierta autonomía. Es de- Por último, el artículo efectivamente
cir, los bajos salarios en los sectores capita- no se ha ocupado de la comunidad y de
listas no se explican porque parte del valor los efectos de su organización sobre la re-
de la fuerza de trabajo sea sufragada por los producción de la fuerza de trabajo. Al
campesinos, sino porque el capital existen- respecto hemos avanzado dos artículos de
te es insuficiente para emplear a toda la pronta aparición: "Campesinos, comuni-
fuerza laboral. dades y economía regional", y "El efecto
El estudio pareciera mostrar un campesi- comunidad y el cambio técnico", en los
nado comunero bloqueado, sin embargo es- que se trata de analizar los aspectos sobre
to no es así por las siguientes razones: a) El los que se funda la estructura de la "eco-
análisis se ha efectuado sobre un año agro- nomía comunal". Al parecer, los elemen-
pecuario como período de estudio, lo que tos comunales que sustentan la existencia
en cuanto a la interpretación histórica da la de una "economía comunal" son más pre-
impresión de una situación estática. b) Si se carios de lo que se cree, y están en relación
tomara un lapso de varios años,es probable inversa al grado de riqueza y de mercanti-
que la mixtura bloqueada de relaciones de lización de las familias comuneras compo-
producción en la que están concernidos los nentes de cada comunidad, por lo que co-
comuneros denotaría movimiento cuya di- munidad campesina y economía comunal
rección va, intuitivamente, hacia una ma- no son lo mismo.
yor mercantilización y mayor trabajo asala- Sin embargo, nuestras percepciones se
riado. basan sobre un número restringido de co-
De esta manera, la integración campesi- munidades. Indudablemente, una tipología
na se presenta como un proceso bastante de las 3,500 comunidades aproximadamen-
lento, cuyo ritmo está marcado por el pa- te existentes debería tener en cuenta en
trón de desarrollo capitalista regionalmen- primer lugar cuán comunal es la economía
te diferenciado (1 ). Por otro lado, al !}lar- de cada comunidad.
.gen de aspectos económicos existen condi- En cuanto a la reciprocidad como carac-
ciones institucionales que contribuyen a es- terística de utilización comunal de la fuer-
ta lenta integración, tales como: la inexis- za de trabajo, tiene variantes que acomple-
tencia de mercados de tierras legales en las jan el estudio del cálculo económico inma-
comunidades, y un orden jurídico específi- nente al intercambio mutuo de mano de
co para estos campesinos, que los trata co- obra. Por ejemplo, a menudo, un día de
mo "grupos aparte" de peruanos. trabajo entregado por un campesino pobre
Sin embargo, existen otros factores ex- no siempre significa que recibirá otro día
traeconómicos que coadyuvan a una ma- de trabajo del campesino rico, sino un día
yor integración de los comuneros en la so- de uso de un buey o un burro. Si se efectúa
el cálculo en términos del costo salarial, el
campesino pobre estaría perdiendo, porque
el costo del salario imputado sería más ele-
vado que los gastos de mantenimiento de
un buey o un burro durante un día; pero
( 1) E. Gonzales de Olarte Economías re- desde el punto de vista de la productividad,
gionales del Perú I.E.P., 1982, ver el campesino pobre potenciará su fuerza de
parte II. trabajo con el uso del animal, y por tanto

No. 1, setiembre 1983 101


se beneficiará con un ingreso imputado ma- tría, debido a las desigualdades de recursos
yor al del salario. La evaluación del trabajo de las familias. Por esto, las relaciones de
recíproco es mucho más precisa si se com- producción comuneras (reciprocidad) en su
paran las productividades obtenidas por ca- aparente correspondencia en días de traba-
da "ayni" (día de trabajo recíproco) , y es jo, ocultan cierto tipo de explotación en
aquí donde es más difícil encontrar sime- términos de producción y productividad.

102 Revista Andina Vol. 1


Guarnan Poma, historiador del Perú antiguo:
Una nueva pista·
Pierre Duviols
Es verdad que Guamán Poma de Ayala es el único cronista indígena
que trata en la Nueva Corónica y buen gobierno (concluida hacia 1615) la
historia anterior a los Incas con relativa abundancia. Pero, la famosa distri-
bución en cuatro "edades'' andinas primitivas, se encuentra también, con los
mismos títulos (1 . Huariuiracocha runa, 2. Huariruna , 3. Purunruna , 4. Auca-
runa) , en el Memorial de las Historias del Nuevo Mundo. Pirú (Lima 1630) del
criollo Fr. Buenaventura de Salinas y Córdova. J. Imbelloni fue el primero en
percatarlo (Cf. Anales del Instituto de Etnografía Americana de Cuyo, Men-
doza, 1944). Al advertir Raúl Porras Barrenechea la fecunda observación del
sabio argentino , escribía:

"Imbelloni cree que el padre Salinas recogió esos términos y concep-


tos de la tradición oral y los interpretó en forma diversa de Huaman
Poma. Me inclino a pensar, fundándome en la cronología biográfica
de estos autores , que tanto el padre Salinas como el padre Oliva, co-
nocieron en Lima , hacia 1615, al autor de la Nueva Corónica, toma-

(*) Traducido por Patricia Ruiz Bravo López

No . 1, setiembre 1983 103


Notas y Documentos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

ron de él las referencias a las cuatro edades, generaciones o capitanes,


que él pudo aclarar de palabra para que entendieran su jerga escrita, y
le alentaron a enviar su crónica al Rey. De ahí las alabanzas del cro-
nista indio a franciscanos y jesuitas". ( El cronista indio Huamán Po-
ma de Aya/a, Lima 1948, p. 80).

La rarísima obra de Salinas fue reeditada en Lima en 1957 (Universi-


dad Nacional Mayor de San Marcos) . Warren L. Cook, en su estudio prelimi-
nar, asume las hipótesis de Porras. Es Salinas, archivero del virrey, quien
habría plagiado a Poma :
"Precisamente en estos años el joven .. . de Salinas servía al virrey
Marqués de Montesclaros en la ordenación del archivo de palacio, y
allí se puede suponer que llegó a sus manos el curioso manuscrito de
Guamán Poma . Este grueso escrito , producto de tantos años de dedi-
cación y cariño, y que hoy es considerado de incalculable valor,
habría sido dejado por el autor en manos del Protector de indios o
algún funcionario de Palacio, para desaparecer tras las puertas de éste
para no verlo más. Quizás debido a las manos cariñosas de alguien
como el joven Sancho de Salinas, que apreciaba las curiosidades que
encerraba el abigarrado manuscrito, escapara de la destrucción por
alguna autoridad en razón de las protestas que tenía contra algunos
encomendores, funcionarios y eclesiásticos, o por l:;t autoridad inqui-
sitorial , por los datos que contenía sobre los religiosos o prácticas
paganas' (pp XL-XLI, op cit).

Hay aquí mucho de "puede ser" y de condicional. Nuestro conoci-


miento de las circunstancias de la vida de Guamán Poma es demasiado débil
y poco certero como para poder aportar algo más que hipótesis inverifica-
bles. El análisis y comparación de los textos nos ofrecen un terreno más sóli-
do . El dedicarme a ver los famosos capítulos de Guamán Poma me ha permi-
tido establecer que, a despecho de su "ropaje" andino, numerosas referencias
en quechua a realidades andinas, sus páginas no revelan una tradición históri-
ca autóctona -popular o sabia- sino una teoría europea de la historia, aplicada
al caso del antiguo Perú; se trata de un andamiaje teológico y jurídico, utili-
zando las periodizaciones medievales y las exégesis patrísticas del siglo
XVI , en una perspectiva mesiánica y sobre todo política. El destino final de
esta "historia" busca probar la ilegitimidad de la dinastía de los Incas y los
derechos de la corona española sobre el Perú.
Esta interpretación entraba en completa oposición con los diversos
análisis ya hechos, hasta el momento, sobre esos capítulos históricos ( 1). Ella
fu e. sin embargo, bien acogida.
Si hacemos el mismo esfuerzo de lectura con las páginas de Salinas
constataremos prontamente que la semejanza y casi identidad de los dos tex-
tos no se limita a la distribución en edades, a los nombres y a los sucesos re-
feridos , sino que concierne también al contenido ideológico. Es en grueso la

104 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Duviols: Guarnan Poma

misma tesis. He aquí rápidamente resumido el contenido (le las páginas de


Salinas :
l. Los primeros hombres que poblaron los Andes descendían de Noé.
Ellos habrían sido transportados a América sobre las alas de los ángeles. Su
historia puede dividirse en cuatro períodos o edades, a las que cuatro "capi-
tanes" o caudillos dan su nombre, que son los mismos señalados por Guamán
Poma, a saber : 1) Huari Viracocha Runa , 2) Huari Runa, 3) Purun Runa,
4) Hauca Runa. En la primera edad los hombres vivían en estado natural, ves-
tidos con hojas. En la segunda descubren la agricultura; en la tercera el teji-
do, la construcción en piedra, la urbanitación elemental; sin embargo, las
costumbres, la moral y la religión presentan una seria decadencia. En la cuar-
ta edad, la barbarie, la violencia y la guerra se introducen con el "capitán"
Hauca Runa, cuyo nombre quiere decir "guerrero" o "traidor", mientras que
el culto al Dios de Noé, que se practicaba desde la primera edad, deja sitio al
culto de los ídolos introducidos por el Demonio:

"Todo este tiempo y edades estuvo el Pirú habitado de gente barbara


sin rey, acrecentándose de unos en otros la malicia, perdiendo de
todo punto la adoración de un solo Dios, que avía entablado el pri-
mer hombre Huari Viracocha Runa en la primera edad". (p. 14).

11. Estos dos movimientos contrarios de progreso material y de regre-


sión moral y religiosa se acentuaron y posteriormente explotaron con el ad-
venimiento de la dinastía de los Incas. Fue el Demonio quien, para implantar
mejor la idolatría, "introduxo la linea y descendencia de los Reyes Ingas para
reinar más fácilmente en cada uno de ellos y plantar la idolatría en tanta
multitud de infieles". He aquí como lo hizo:

"Señaló entre todas la más hermosa muger, y más sagaz, llamada


Mama Huaco , deshonestíssima , y lasciua con estremo hízose preñada
con ayuda del Demonio , y auiéndola industriado en lo que auía de
hazer, el hijo que parió sin ser sentida de nadie, se lo entregó a vna
hermana suya , eminentemente hechizera, tenida en gran veneración
de toda aquella gente, llamada Pilcosisa ; criose el muchacho en vna
cueua, y sótano profundo , llamado Tambo Toco, hasta edad de qua-
tro años; y publicando entrambas, que dentro de pocos días auía de
salir al mundo; y aparecer en Pacarictambo, lugar junto al Cuzco, vn
Infante hermosíssimo, para que como Rey, y absoluto señor fuesse
obedecido, y venerado en toda la tierra, por ser hijo natural del Sol,
que como Dios Supremo, que adorauan lo auía de embiar desde el
cielo , para que los gouernasse amurrallasse, y defendiesse; y que este
se llamaría Mango Capac Inga (nombre que le pusieron entrambas
por consejo del Demonio). Alegráronse los Indios, y derramose la
fama por toda aquella inmensa multitud de báruaros; dauan saltos de
placer; hazían dan<;:as, y regozijos al Sol por el beneficio grande de
quererles dar su hijo natural ; leuantauan las vozes al cielo desde que

No. 1, setiembre 1983 105


Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

nacía el Sol en el Oriente, hasta que llegaua al Ocidente, pidiéndole


su Rey, y su señor. Después de algunos días entraron a la cueua en
vna tenebrosa noche Mama Huaco y Pilcosisa , hermosamente vesti-
das, y adornadas, y engalanando al Infante con ojotas de oro, y algo-
don (que fue el primer cal¡;;ado de los Indios) orejeras de oro, manta
encamada, y camiseta azul, y por corona vna borla verde de algodon .
que le cercaua las sienes, con otros dijes de oro, y plata, lo subieron
al mas leuantado cerro , y colocado soore vn risco, aparecio por la
mañana reberuerando en el por tra¡;;a y arte del Demonio los rayos. y
resplandores del Sol , y de la luz, con admirable hermosura; y puestas
a los lados de rodillas las dos encantadoras y sortílegas, que tan gana-
da tenían la opinión y crédito de sabias; obligaron facilm ente a todo
aquel infinito y báruaro gentío, a que lo creyessen por hijo natural
del Sol, sin padre, y madre terrenos, y lo adorassen por Rey. Este fué
el principio , y fundamento de aquella tirana Monarquía de los Reyes
Ingas del Pirú , con que Mango Capac comen¡;;ó a Imperar, y sujetó a
su borla, y Cetro Real la ciudad del Cuzco, y su comarca: y comen-
9ando a edificar vn Templo al Sol a los catorze años de su edad se
casó con su propia madre Mama Huaco' '.
Salinas dedica algunos párrafos a cada uno de los once incas que suce-
dieron a Manco Cápac. La mayoría de estos reinados estuvieron marcados
por el vicio (crimen , expoliación de las personas, poligamia, dedicación a la
sodomía, etc.), las conquistas violentas y el desarrollo de la idolatría. Sobre
este último punto, un Inca, llamado Viracocha, tuvo un comportamiento
excepcional. Habiendo concebido , por razón natural, la necesidad de un Dios
Unico, quiso hacer "quemar'' los ídolos del reino, pero la reina y las concubi-
nas se opusieron. Por otro lado, todos los Incas, sobre todo los últimos, fue-
ron brillantes organizadores y creadores de un verdadero Estado, vasto y
pujante. Vemos así que la divergencia de tipos de progreso, subrayados en el
curso de las cuatro edades, se torna más fuerte en el curso de la edad incaica.
Tenemos aquí expresada en grandes líneas, pero a la vez, más clara-
mente que en Guamán Poma, una tesis histórica tendiente a presentar a los
Incas como soberanos eficaces, capaces de crear un imperio, pero que han
llegado a ese resultado por medios que la moral humana y divina rechazan : la
dinastía peruana ha sido fundada por el diablo y su primer rey fue hijo del
diablo. La diablura de su madre, imaginando toda una escenificación, ha que-
rido engañar al pueblo invocando la pretendida divinidad solar de su hijo. En
cuanto a los sucesores de Manco Cápac, también utilizaron la violencia para
la conquista de las provincias andinas. Se desprende así que los Incas fueron
usurpadores y tiranos que tiranizaban los cuerpos de la misma manera que el
demonio , con su colaboración, tiranizó las almas.
Se encuentra, pues, aquí, al igual que en Guamán Poma, una tesis
que, apoyada en el derecho real europeo (y particularmente visigodo), defi-
nía contradictoriamente al "soberano natural" y al "tirano". Mostrar que los
Incas fueron tiranos equivale a negar la argumentación lascasiana en favor de

106 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ Ouvio/s: Guarnan Poma

ellos y probar que el Perú no podía , en derecho, pertenecer a la dinastía


peruana. Esta fue la tesis del virrey Toledo, ampliamente difundida entre
15 71 y 1582. Es en esta campaña de propaganda colonialista que conviene
enmarcar estos primeros panfletos que son las dos interpretaciones tenden-
ciosas de la historia andina que nos transmiten Guamán Poma y Salinas.
¿La comparación de los dos textos permite concluir la influencia
directa de uno sobre el otro?
Las diferencias son numerosas. El texto de Guamán Poma es más
largo , más rico en detalles, en elementos que pueden constituir un argumento
en favor de la tesis central. Se percibe mejor que en Salinas una periodización
teológica clásica en tres tiempos (que incluye la periodización en cuatro que
mencionábamos líneas arriba): l. La Inocencia (las cuatro edades primitivas);
11. La Caída (la edad de los Incas) ; III. La Redención (colonización y evange-
lización españolas).
Poma ofrece, además, un detallado listado de vicios (taras) incaicos
en relación a la ley natural y divina y del derecho real. Insiste particularmen-
te en la noción de descendencia santificada, legitimada. Desde este punto de
vista, los Incas no descenderían de Adán, a diferencia de sus predecesores de
edades primitivas, sino del demonio y de la serpiente ( Amaru). Estos detalles
iluminan mejor la intervención del demonio y la estratagema de Mama
Huaco.
Sin embargo , no podemos deducir de esto que Salinas haya tomado
el texto de Guamán Poma, pues en Salinas se encuentran otros elementos
indispensables para la coherencia de la tesis, que no están presentes en Gua-
mán Poma. Aquí algunos ejemplos:
l) El episodio de la maquinación de Mama Huaco (el episodio del
manto dorado), reproducido líneas arriba, acaba necesariamente con la apa-
rición de Manco Cápac revestido en oro y plata, resplandeciente con el Sol
que nace. Es este deslumbramiento el que subyuga al pueblo del Cusco. Este
episodio , esencial para la tesis, es olvidado por Guamán Poma quien no
comprendió la necesidad de incluirlo.
2) Otro pasaje importante es el referido a la conversión filosófica del
Inca Viracocha al inicio del "primer móvil''. Sin tener en cuenta esta re-
flexión y nueva convicción , la destrucción de los ídolos no sería más que un
acto gratuito. Así, La Nueva Corónica refiere bien la decisión iconoclasta de
Viracocha pero no menciona las causas que la provocan (2).
Las dos omisiones que acabamos de citar podrían bien no ser más
que lagunas, debidas al olvido del copista. No obstante, hay algunas diver-
gencias más entre los dos textos:
- Guamán Poma introduce una primera dinastía incaica, antes de Manco
Cápac. Ella está representada por los "buenos Incas'' descendientes de
Adán . No dura porque su fundador, Tocay Cápac, fue asesinado por uno
de los "malos Incas" de la dinastía de Manco Cápac. Este agregado a la
dinastía, introducido en el texto, parece· destinado a probar que los Incas
de la (segunda) dinastía usurparon el poder no solamente por la astucia

No. 1, setiembre 1983 107


Notas y Documentos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

sino también por la violencia y el crimen .


No encontramos nada de esto en Salinas.
- Guamán Poma señala la duración de las cuatro edades primitivas en 5,300
años mientras que Salinas lo hace en 3,600 (3 ).
- La progresión ascendente del Mal es más rápida en las cuatro edades primi-
tivas de Salinas. La corrupción de las costumbres aparece desde la segunda
edad , y la violencia , con los demás vicios, prosperan desde la tercera edad ,
mientras que Guamán Poma ubica, tímidamente, la embriaguez y la vio-
lencia recién en la cuarta edad , que él califica todavía como casi santa.
En este desarrollo cronológico hay aún una diferencia importante.
Salinas simboliza las cuatro primeras edades con capitanes o caudillos. Estas
palabras no fueron escogidas por azar. En quechua equivalen a la palabra
sinchi, el 'jefe de guerra", al cual , según la mayoría de cronistas españoles,
los pueblos anteriores a los Incas, organizados en behetrías, sólo llamaban en
épocas de conflicto y disturbio . Es a la época de las behetrías que se refiere
el texto de Salinas puesto que él escribe (cf. supra) : " Todo este tiempo y
edades estuvo el Pirú habitado de gente bárvara sin rey" .
Guamán Poma introduce también en estas cuatro primeras edades
numerosas características propias de las behetrías, pero arregla todo un siste-
ma monárquico, Jo que constituye una incompatibilidad, atribuyendo los
nombres Huariuiracocharuna, Huariruna, Purunruna y Aucaruna, no a los
sinchi sino a reyes o "emperadores" de un imperio llamado Yarovilca, de los
cuales él mismo pretende ser descendiente. Podemos preguntarnos si es sólo
el prurito genealógico el que está en el origen de esta variante o si él ha rela-
cionado su nombre a un prestigioso cuarteto del que habría encontrado , en
alguna parte, referencia. En todo caso , el modelo de los cuatro reinos o im-
perios, nos parece fácilmente reconocible. Se trata de las oscuras profecías de
Daniel que designaban los reinos asirio, persa , macedonio y romano ( Daniel
7) , a los cuales algunos (Isaac Abravanel , por ejemplo) habrían agregado un
quinto reino , más detestable , en una perspectiva apocalíptica. Todo parece
suceder, en el relato de Guamán Poma , como si los Incas tomaran el lugar y
el negativo rol del quinto reino ( 4 ).
No mantendremos , pues, la hipótesis de la copia de uno de los
autores por el otro . Se verá más bien, en cada uno , los elementos de repro-
ducción de un mismo modelo , más rico, o bien de dos modelos diferentes.
Este o estos modelos habrían sido elaborados, originalmente, por una mente
hábil, conocedora de los argumentos teológicos y jurídicos de la España colo-
nizadora del siglo XVI. No es, ciertamente, por el lado indígena que debemos
buscar esta fuente .
.Para cualquiera que se dedique a leer con atención el texto , verá que
Salinas da -él mismo- su fuente, que puede ser la fuente común. El escribe
literalmente que ha tomado la historia de las cuatro edades con su continua-
ción incaica, del criollo Francisco Fernández de Córdova. Pero la edición de
1957, probablemente demasiado fiel al original, presenta una puntuación

108 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Duvio/s: Guarnan Poma

tan aberrante que evidentemente ha engañado a los lectores (ver anexo).


Reproduciremos de la siguiente manera la página en cuestión:

~· .. y en singular al Licenciado D. Francisco Fernández de Córdova,


natural del Pirú, Abogado de aquesta Real Audiencia de los Reyes, en
sus quadernos de mano donde, con elegancia y gran curiosidad, nos
da luz de grandes antigüedades en diversos lugares y a diferentes in-
tentos , refiere él y los demás que, por legítima sucesión de sus claros
progenitores, de unos en otros poseyeron el Perú los Reyes Ingas
mas de quinientos y once años, aviendole tenido antes los primeros
capitanes y caudillos en otras tantas edades : En la primera Huari
Viracocha Runa . .."

Salinas ha tomado prestadas. pues, las famosas páginas de Francisco


Fernámlez de Córdova y lo reconoce. En lo que se refiere a Guamán Poma ,
no se puede pretender, por la estructura europea de la tesis , que haya podido
ser elaborada por él mismo. Por lo demás. Guamán Poma no tenía plena con-
ciencia del contenido y significado de la tesis, ya que después de haberla for-
mulado con un contenido antiincaico y pro toledano , desarrolla, a propósito
de la ejecución de Túpac Amaru , una tesis pro-incaica y antitoledana (5). El
manuscrito de Fernández de Córdova, hoy día perdido, podría ser sino la
fu ente directa , parte importante de una cadena de influencias.
¿Qué sabemos de Francisco de Córdova? Sobre este punto veremos el
estudio de Aurelio Miro Quesada, "Francisco Fernández de Córdova, criollo
del Perú" en Veinte Temas Peruanos, obra que no conozco más que por la
nota biográfica que hemos sacado de José Varallanos (Guamán Poma de Aya-
la. Lima 1979 , p 44 , nota 2) en otra oportunidad:

"Francisco Fernández de Córdova, criollo, había nacido en Huánuco


por 1580 y era de los hijos del celebrado poeta y escritor Diego de
Aguilar y Córdova (autor del "Marañón", relatos de las guerras de los
conquistadores y de la expedición de Ursúa y Lope de Aguirre a El
Dorado , y de la "Soledad entretenida") y de doña Catalina Falcón;
ésta hija del conquistador Juan Sánchez Falcón. encomendero de los
Yachas y Mitimaes de Vinchos y Quilcay , en la jurisdicción y cerca-
nías de la ciudad de Huánuco , y de dofia María Suárez Tinoco , cuyo
padre. el capitán Rodrigo Tinoco, como hemos visto, fue fundador
de Huamanga y radicado en Huánuco después de 1547 como enco-
mendero de los Yaros y Huamalíes. Don Francisco , en su mocedad ,
se trasladó a Lima y estudió en el Colegio de San Martín y luego en
San Marcos , en cuya universidad obtuvo los títulos de Bachiller y Li-
cenciado en Leyes. Caballero de la orden de Santiago, fue catedráti-
co de Vísperas y Leyes en San Marcos, desempeñando varios cargos
ante los virreyes y la Audiencia. En 1612 el Marqués de Montesclaros
le nombró Corregidor de Huaylas, y en 1619 el Príncipe de Esquila-
che le designó como Corregidor de Huamanga, donde, así como en
Parinacochas, lo fuera también su padre don Diego de Aguilar y Cór-

No . 1, setiembre 1983 109


Notas y Documentos-------- - - - - - - - - - - - - - - - -

dova en 1603 y 1607. Eran sus parientes Fray Diego de Córdova y


Salinas y Buenaventura de Salinas y Córdova, aquél como éste escri-
tor y cronista , autor de "Crónica de la religiosísima provincia de los
Doce Apóstoles del Perú , de la Orden de Nuestro Padre San Francis-
co de la Regular Observancia" X. "Memorial de las Historias del Nue-
vo Mundo Perú". En su libro 'Perú en Armas" don Francisco narra
los ataques y amenazas de los piratas holandeses al mando de Jacques
Hermite Clerck (1624 ), y en versos retóricos, pero en los que se hace
presente la conciencia criolla , haciendo el paralelo entre EuroJ?a y
América, cuya grandeza describe y sella con la frase: "Todo fabula
allí, y aquí todo es verdad" .
Parece, pues, que la figura de Francisco Fernández de Córdova co-
rresponde bastante bien al perfil del misterioso autor de la tesis histórica en
cuestión:
1) Licenciado en Derecho y posteriormente profesor en la prestigiosa
universidad de Lima, don Francisco estaba bien preparado y era
perfectamente capaz de elaborar sutiles mecanismos jurídicos y
teológicos (la enseñanza del Derecho estaba muy vinculada con la de
la teología) (6).
2) De una familia ilustre donde habían abundado los grandes funciona-
rios del. virreinato, él también funcionario, servidor inmediato de los
virreyes en ejercicio, y distinguido por ellos, es natural que haya pro-
fesado opiniones conservadoras y colonizadoras, de acuerdo a los in-
tereses de la corona y a los de los criollos del Perú. ¿No se hizo el hé-
roe de la colonia peruana en su poema Perú en Armas? Exaltaba la
nueva patria americana hasta afirmar su superioridad en relación a la
patria de origen ("todo fábula allí y aquí todo es verdad") conforme
a las corrientes literarias y a las ideas de su medio , cercano a la Aca-
demia Antártica. Es natural también que este criollo ideológico se
haya sentido atraído a escribir la historia de la nueva patria según los
criterios y argumentos capaces de garantizar al máximo la propiedad
de españoles y criollos. ¿Dónde encontrar una base ideológica más
sólida y más eficaz que en la ideología toledana?
3) Para un criollo, escribir sobre la historia del Perú, era hacer obra na-
cionalista y religionalista a la vez. Salinas, su pariente nacido en Li-
ma, además del libro que hemos mencionado al inicio de estas notas,
debió publicar en 1646 un Memorial en el cual señaló los encantos,
virtudes y "excelencias" de su ciudad natal. Diego de Aguilar, padre
de don Francisco, es _el autor de Marañón (Alto Amazonas), obra his-
tórica en prosa a la gloria de Huánuco, su país de adopción, donde el
río toma su curso y de donde partieron los conquistadores de la
Amazonía.
Ahora bien, la zona de Huánuco era también zona de residencia del

110 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Duviols: Guarnan Poma

importante grupo étnico de los Yaro (Alto Huallaga) y es ahí donde


se encontraba, como igualmente se encuentra ahora, el toponímico
Yarovilca que, bajo la pluma de Guamán Poma, deviene en el nom-
bre de los reyes de los cuatro reinos del Perú anteriores al imperio de
los Incas.
Estas observaciones conllevan otras dos precisiones importantes :
1) Es poco probable que Guamán Poma haya escogido y adoptado, él
mismo, el ténnino Yarovilca que no tenía por qué preferir ni aun
conocer (no creemos que sea posible tomarlo en serio , aun cuando él
pretenda ser descendiente de los soberanos Yarovilca). Probable-
mente , ni siquiera haya conocido Huánuco , situado al noreste de
Lima, mientras que Huamanga lo estaba .al sureste. Raúl Porras Ba-
rrenechea anotaba ya en 1948:

"El peregrinaje de Huamán Poma fue, en mi opinión, mucho más cor-


to de lo que generalmente se cree. De los propios datos y referencias
de su crónica se puede extraer la conclusión de que, aparte de su in-
fantil residencia en el Cuzco , su vida transcurrió casi íntegramente en
las provincias correspondientes al obispado de Huamanga y que hizo ,
en dos o tres ocasiones, viajes a Lima por la ruta de Huancayo o por
el camino de los llanos que unía a su ciudad natal con Lima a través
de Nazca y de lea. No conoció absolutamente el norte del Perú, ni en
la costa ni en la sierra, ignoró Cajamarca y el Callejón de Huaylas,
Arequipa, Puno, Arica y Charcas y, naturalmente, la región amazóni-
ca, es decir, las dos terceras partes del Perú". (op. cit. p. 30).

2) Por el contrario, es concebible que don Francisco, criollo nacido en


Huánuco, exalte, a instancias de su padre y su pariente Salinas, las
excelencias del lugar de su nacimiento y le fabrique una "probable"
historia como en ese entonces se hacía: Había una vez unos Reyes Ya-
rovilca, fundadores del Imperio Yarovilca , del mismo modo que Es-
paña (Hispania) había sido fundada por el rey Hispan . En los dos ca-
sos se trataría de un mismo proceso de elaboración de la historia, ba-
sado en el postulado de la necesaria analogía entre el nombre del país
y el de su fundador, vieja receta tomada de los "antiguos". Don
Francisco habría llegado más lejos aún con el paralelo. Como los
historiógrafos ibéricos que hacían descender a Hispan de Tubal, el pe-
queño hijo de Noé, él habría hecho descender al primerrey Yarovilca ,
que gobernaba Huariviracocha runa, de los mismos españoles descen-
dientes de Noé. Esto, que también lo encontramos bajo la pluma de
Guamán Poma ( fol. 49 y 911 ), no pudo, con seguridad , ser inventado
por él. Podemos ver así las consecuencias políticas de una versión del
pasado como ésta: Si los indios del Perú descienden de los españoles

No . 1. setiembre 1983 111


Notas y Documentos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

y de Noé, los españoles, que fueron los primeros ocupantes de esta


tierra vacante, son, a inicios del siglo XVII, los únicos y legítimos
propietarios ya que los Incas que llegaron criminalmente al poder.
procedentes de una raza maldita y no de la raza de Dios, representan
solamente un paréntesis de usurpación que corresponde al reino del
Anticristo. Así, los Yarovilca -sugeridos, tal vez , por los yaro de la
encomienda de su abuelo , el conquistador Juan Sánchez Falcón -
pudieron haber sido utilizados por don Francisco para difundir la his-
toria de los derechos providenciales de los españoles sobre el Perú
(7).
¿Dónde y cuándo pudo , Guamán Poma, conocer los cuadernos de
don Francisco? La respuesta parece estar en la nota biográfica del
criollo : "Fue nombrado corregidor deHuamanga(hoy Ayacucho) en
1619". Guamán Poma que , se sabe, servía a los funcionarios y ecle-
siásticos, tenía acceso a sus bibliotecas pudiendo de esta manera ha-
ber conocido los cuadernos. Pero inmediatamente surge un problema
de fechas : 1) Si creemos a Guamán Poma, el capítulo de su libro en
el que menciona a Yarovilca habría sido redactado en 1612 ó 1613
(cf. fol. 87), es decir, ¡con la instalación, en Huamanga, del corregi-
dor Francisco Fernández de Córdova! 2) Se considera que la Nueva
Corónica se terminó en 1616 porque incluye un retrato del Marqués
de Montesclaros, muerto en 1615.
Con respecto al primer punto podríamos decir que las cifras y las fe-
chas son, generalmente, arbitrarias o contradictorias en la Nueva Corónica y
que, en consecuencia, no habría ninguna razón valedera para confiar en la
fecha de 1613. Pero tal actitud sería, también,arbitraria. En cuanto al se-
gundo punto nos sentimos un poco más libres, pues nada prueba que el libro
no haya sido terminado muchos años después de 1616. O sea que sólo el pri-
mer punto plantea problemas.
Si tomamos como válidas las íl!chas de 1612 ó 1613 , podemos pensar
en otra solución: Diego de Aguilar y Córdova, padre de don Francisco, ha-
bía sido corregidor de Huamanga en 1607 fecha en la cual, según las esti-
maciones de Aurelio Miro Quesada, don Francisco habría tenido alrededor
de 27 años. El podía haber terminado entonces sus cuadernos. La precoci-
dad intelectual de criollos y mestizos es bien conocida. En esta época en que
la imprenta era cara y escasa se usaba sacar varias copias y hacerlas circular.
El joven y brillante profesor, jurista y ensayista, don Francisco, no podía me-
nos que enviar algunas copias de su obra a su padre, también poeta. No ha-
bría, pues, ningún impedimento para que Guamán Poma haya encontrado
una copia de los cuadernos de don Francisco en la biblioteca de algún nota-
ble de la ciudad.

112 Revista Andina Vol. 1


__________________________ Duviols: Guarnan Poma

Finalmente, podemos lanzar otra hipótesis sin perder de vista la mis-


ma pista familiar: don Francisco podría haber tomado su material de algún
escrito de su padre; entonces sería el manuscrito de Diego de Aguilar el que
habría sido utilizado por Guamán Poma ... ¿Se trata de una hipótesis inveri-
ficable? ¿Entonces algún día los cuademos de Francisco Fernández?

Pierre Duviols
Ministere des Universites
45-47, ruedes Ecoles, 75005
Paris - Francia

NOTAS

l.- P. Duviols, "Periodización y política: la historia del Peru según Guamán Poma de
Ayala", Bull. 1.F.E.A., 3-4, IX, 1980.
2.- Se trata de una historieta o parábola explotada a menudo por los historiógrafos y por
los curas de indios en los sermones. Yo lo he llamado "el ejemplo del sol" (cf. La des-
trucción de las religiones andinas, 1977, México, p. 353, nota 24, y "Los nombres
quechuas de Viracocha ... " Allpanchis, 10, 1977, Cusco, p.54-55). He aquí el conte-
nido : Un Inca que había meditado sobre el orden del universo, descubrió, de pronto,
"por razón natural" la necesidad de una primera causa, de un primer móvil, en una
palabra, de un único creador. El había concluido que el sol, cuyo movimiento es
uniforme y repetitivo, no podía ser el creador de todas las cosas, también estaba go-
bernado por alguien más poderoso que él, es decir, por un dios creador forzosamen-
te único. Es así como las élites indias habrían concebido, providencialmente, el deum
ignotum de San Pablo, dándole el nombre de " Viracocha" o, según otros, el de "Pa-
chacámac", preparando así, a través de la institución de un monoteísmo, el espíritu
de los indígenas para recibir el mensaje evangélico. Por otro lado,al referirse la tradi-
ción andina a un dios y a un rey con el mismo nombre de Viracocha, en una época en
que la verosimilitud histórica se basaba naturalmente en la lexicología, es natural que
muchos cronistas hayan creído que, como se había escrito que la leyenda del sol ter-
minaba en la instauración de un dios de nombre Viracocha, era al Inca del mismo
nombre al que convenía atribuirle la paternidad de este razonamiento.
3.- Estas cifras me parecen tomadas, respectivamente, de dos variantes, las más corrien-
tes, de la distinctio temporum que eran usadas por los historiadores medieva1es. El to-
tal de edades, según Guamán Poma ( 5300), corresponde casi exactamente a la "cro-
nología larga" de la historia del mundo según Isidoro de Sevilla (5228), mientras que
el total propuesto por Salinas corresponde, más o menos, a la "cronología corta" de
Bede (3952).

No. 1, setiembre 1983 113


4. - La historia del mundo, distribuida en cuatro reinos sucesivos, es también medieval, y
fue retomada frecuentemente en la segunda mitad del siglo XVI después del inmenso
éxito del Chronicon del alemán Johann Carion - traducido al español por F. Thámara
en 1553-. Para Carion, la quinta edad - la de los contemporáneos- estaba caracteri-
zada, providencialmente, por el reino de los Habsburgo. Contra esta propaganda na-
cionalista, ver las imprecaciones de J ean Bodin en el libro VII de su Methodus ad fa-
cilem historiarum cognitionem (15 56).
5.- Nueva Corónica, fol. 452 .

6. - Ver el brillante prefacio de F. Fernández a la Historia de nuestra señora de Copaca-


bana, de Ramos Gavilán, Lima 1621 .
7.- El azar hizo que yo haya tenido que trabajar largamente la etnia de los Yaro y sus
migraciones en un trabajo de diferente naturaleza: " Huari y Llacuaz, pastores y agri-
cultores: un dualismo de oposición y complementaridad", Revista del Museo Nacio-
nal, Tomo XXXIX, 1973 , Lima.

114 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - D u v i o / s : Guarnan Poma

ANEXO
FRAY BUENAVENTURA DE SALINAS

es ,para infamar) enmudece a la fama para que calle los hechos


de la mayor importancia. Pues no les resta a la certeza, luz de
la verdad de las antiguas historias mas de los crepusculos por
donde apenas pueda ir coieando la bruiula del mas liJero pensa-
miento, para surcir aora alguna breue suma deste assumpto, des-
pues de tantas lisonjeras, que an hecho espaldas al engaño de
ios estraños, que nunca las vieron, agrauiando tanto las prezen-
tes, que desconfiara mi esperanc,a, sino vuiera de hallar animo
tan Alcldes, como el de la Magestad sagrada, que se atreue a sus-
tentar con atención el graue peso de las calamidades que tienen,
trastornada aquesta inmensa Monarqu!a.
Cuyos antiguos Quipos, que son lo mismo que las escrituras,
y Anales, que dexaua por memorias los agoreros, y por ley par-
t!c:ular de los Ingas se guardauan en los archiuos, y estatuas de
oro vaciado, que ponían en los templos del Sol, que vuo en el
Cuzco, Tiaguanaco, y Titicaca, y en singular Auquiruna, Quipo-
camayo antiguo Coronista de grande autoridad, y despues del.
las ocho Decadas de Pedro Martyr de Angleria, Gonzalo Feman-
dez de Ouledo, Pedro de Zieza, Francisco Lopez de Gomara, Gor-
da Lasso Inga, Diego Femandez Palentino, Christoual Stella Cal-
uete, Leuinio Apolonio, luan Botero, Pedro Damariz, Pedro Gor-
donio, luan Metelo, y otros muchos que cita Antonio Posseuino,
en la Biblioteca, tomo segundo, libro diez y siete, y en singular
el Licenciado D. Francisco Fernandez de Cordoua, natural del Pi-
rú, Abogado de aquesta Real Audiencia de los Reyes, en sus quci-
dernos de mano, donde con elegancia, y gran curiosi<lad; nos da
luz de grandes antiguedades, en diuersos Jugo.res, y a diferentes
intentos refiere el, y los demas. Que por legitima sucession de
sus claros primogenitores, de. vnos en otros posseyeron el Pirú los
Reyes Ingas, mas · d e quinientos y onze años; auiendole tenido
antes los primeros quatro Capitanes, y caudillos en otras tantas
edades. En la primera Huari Viracocha Runa. En la segunda, Hua-
ri Runa. En la tercera, Purun Runa. Y en la quarta Auca Runa, sin
que se hallasse nacion tan baruara a quien Dios no comunlcasse
con el alma racional algunas luzes de la razon naÍural, con que
alcanc;asse algun conocimiento, y noticia de la primera causa
vniuersal de todo lo criado: como se vé claramente en la naclon
de los Indios del Plrú, que con ser tan baruaros, y ciegos en su

No . 1, setiembre 1983 115


El papel de los capitanes de indios de la provincia
Pacajes "en el entero de la mita" de Potosi
Roberto Choque Canqui
lNTRODUCCION aprovechaban de los indios que
huían o querían liberarse de la mita
cobrando cierta cantidad de dinero.
Esta nota es un adelanto del estu- Y por otra, el temor o la preocupa-
dio sobre el "Cacicazgo Aymara" cu- ción de las autoridades reales sobre
yo avance está en su última fase, y el los efectos del ausentismo o la dismi-
cual, está relacionado al conocimien- nución de la población originaria.
to del . papel de los "capitanes de la Existían dos categorías de capita-
mita y caciques de la provincia de Pa- nes de la mita: capitanes generales de
cajes obligados a garantizar el envío provincias , nombrados comúnmente
de indios mitayos a la Villa de Poto- entre los caciques, y los capitanes en-
sí". teradores o chicos de cada reparti-
En base a las quejas de los capita- miento o pueblo , nombrados entre
nes, indios principales y los mismos los indios principales. Tanto unos co-
mitayos hemos de señalar, por una mo otros tuvieron que sobrellevar los
parte, los mecanismos de extorsión factores distorsionantes creados por
y coerción ejercidos sobre los indios los corregidores , curas y los propios
por dos sectores interesados: los ha- caciques en la asignación de mitayos
cendados y las autoridades reales, co- para las labores de las minas de Poto-
mo también por los caciques que se sí.

No. 1, setiembre 1983 117


Notas y Documentos---- -------------------

CAPITANES DE LA PROVINCIA Gabriel Fernández Guarachi , caci-


DE PACAJES que principal y gobernador de los 12
pueblos de la provincia de Pacajes ,
Entre los capitanes generales de la fue capitán general de ella y, ocupan-
mita de Potosí de la provincia de Pa- do ese cargo , había asistido en 18
caj es, destacan Juan Bautista Quispe- ocasiones a la Villa de Potosí. Uno
sala , Gabriel Fernández Guarachi , Pe- de los problemas serios que le tocó
dro Fernández Guarachi, Bonifacio experimentar fu e sin duda el ausen-
Fernández Guarachi y Diego Halano- tismo de muchos indios de los pue-
ca . Por otro lado , los capitanes chi- blos de Pacaj es. Muchas veces tuvo
cos o enteradores de cada pueblo que gastar su propio dinero para
fueron varios, como veremos más "buscar y recoger" indios ausentes o
adelante. bien mingar otros en lugar de los qu e
faltaban o habían muerto.
Los Machaca En 1633, después de ser nombra-
do capitán general de esa provincia
Juan Bautista Quispesala , en 1594 para el año siguiente , sabiendo que
aparece como capitán general de los en su pueblo faltaban indios, hizo un
indios de la provincia de los Pacajes viaje con una comisión a la ciudad de
de Orcosuyo . Ese año , él y los princi- La Paz, donde precisamente algunos
pales del pueblo de Machaca la Gran- indios de su pueblo se encontraban
de se encontraban en la Villa de Po- presos en la cárcel pública. Pero tro-
tosí, preocupados por los indios de pezó con la oposición del corregidor
Machaca la Grande que no habían lle- de la ciudad , quien en vez de entre-
gado para cumplir su mita. También gar esos indios a la comisión los libe-
habían constatado la falta de indios ró y de esa manera impidió su reduc-
de los demás pueblos de la provincia ción . Entonces tuvo que conformar-
de Pacajes, cuyo detalle es el siguien- se, frustrado el objetivo de esa comi-
te: sión , con la consiguiente incesante
64 indios de Guaqui disminución de indios destinados a
44 de Viacha la mita.
3 2 de Machaca La chica Para demostrar la merma de indios
179 de Machaca La grande mitayos en la provincia de Pacajes.
115 de Caquiaviri Gabriel Fernández Guarachi presentó
114 de Caquingora una memoria de los indios que falta-
1O de Callapa ban en sus pueblos para la mita de
1634. El detalle es el siguiente:
En total, 558 indios faltos (1 ). El
problema no se reducía solamente al Caquiaviri: 41 indios de dos parcialida-
des; 16 indios de Anansaya de
ausentismo de los indios sino que los Miraca Laura y 25 indios de
que iban a cumplir su mita no llega- Urinsaya de Callana y Chaco.
ban a tiempo; esto era preocupante
para el capitán y los principales que Jesús de
garantizaban el entero de mitayos. Machaca: 11 indios

118 Revista Andina Vol. 1


______________________Choque Canqui: Capitanes de Indios

San Andrés En 1668 fue Pedro Fernández


de Machaca: 84 indios; 67 aymaras y 17 Guarachi el capitán general de la pro-
urus del ayllu Yaco. vincia de Pacajes . Al igual que su tío
Gabriel , afirmaba que gastó de su di-
Santiago de nero para suplir "la falta y ruina de
Machaca: 59 indios
indios" de todos los pueblos de dicha
Callapa : 20 indios provincia y especialmente de su pue-
blo de Jesús de Machaca. Según las
Ju liorna: 15 indios declaraciones de sus testigos en Poto-
sí, él gastaba cinco mil o cien mil pe-
Curaguara: 5 indios sos en los enteros de tasas y especies
de la Corona y en mingar indios en
Caquingora: 92 indios lugar de los ausentes. Otro capitán
general fue Bonifacio Fernández
Calacoto: 45 indios de dos parcialida-
des; 31 de la parcialidad de
Guarachi, éste aparece en 1682 cum-
Anansaya de Pablo Camaqui pliendo esa función. Igualmente su-
y 14 de la parcialidad de frió la falta de indios para la mita de
Urinsaya de Diego Apasa. Potosí.
Los problemas que tenían los capi-
Viacha: 26 indios de las dos parcia- tanes generales para enterar la mita
lidades ; Anansaya y Urinsaya. pueden ilustrarse con el caso siguien-
En 1652, de los 137 indios te. En 1682, el capitán ele Pacajes hi-
destinados para la mita sólo zo prender a un indio considerado
asistían 56. originario del pueblo de Caquiaviri
Tiwanaku: 46 indios aymaras y 13 indios
de la parcialidad de los Lauras y del
urus; 25 aymaras y 9 urus de ayllu Tuso , que andaba en la Villa de
la parcialidad de Anansaya de Potosí como ausente de su comuni-
Martín Copa Ticona y 21 dad. A través de su fiador, el referido
aymaras y 4 urus de la parcia- indio incluso se obligó "buenamente
lidad de Urinsaya de Martín a estar y pagar su tasa y acudir con
Pacsipati. su obligación al dicho pueblo" (3) .
Sin embargo, el fiscal nombrado co-
Guaqui: 42 indios aymaras y 14 indios mo protector salió en defensa del in-
urus; 28 aymaras y 8 urus de dio diciendo que estaba prestando
la parcialidad de Anansaya de servicio personal en calidad de yana-
Femando Calle Saya y 14
aymaras y 6 urus de la parcia-
cona desde su niñez en el convento
lidad de Urinsaya de Baltazar de San Francisco de esa Villa. En ese
Guancane (2) sentido, aquel indio fugado fue obli-
gado a negar su pueblo e incluso su
identidad , argumentando que nunca
Entonces , en los doce pueblos había estado en el pueblo de Caquia-
mencionados de la provincia de Paca- viri ni estaba empadronado, a pesar
jes, los indios ausentes alcanzaban en de que figuraba en un padrón presen-
total la cantidad de 513 personas. tado .por los caciques en el asiento de

No . 1, setiembre 1983 119


Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

San Diego de Topoco el 29 de no- rigores de los mineros y administra-


viembre de 1682. Este caso. así co- dores de las labores de dicha Villa de
mo el frustrado intento por recupe- Potosí" (4) . Y Mateo Haquiri. princi-
rar indios en La Paz e11 1633. revelan pal y originario del mencionado pue-
lo difícil que resultaba para los capi- blo , del ayllu de Sullcatiti. agregaba
tanes completar sus cuotas de mita- que los indios se quejaban de los mu-
yos y la competencia que existía por chos trabajos que padecían en la Vi-
la mano de obra .entre distintos inte- lla de Potosí , de donde huían a otras
reses económicos. provincias en vez de volver a sus pue-
La falta de indios mitayos era uno blos "por liberarse de los rigores" o
de los problemas controvertidos en la experimentarlos nuevamente; "de
provincia de Pacajes. que afectaba di- donde no han podido reducirlos los
rectamente a los caciques y capitanes caciques y principales por estar res-
enteradon:s de la mita. En 17 54 , Ge- paldados de los religiosos conventua-
rónimo Calli. indio principal y origi- les y otras personas de respeto" ( 5).
nario del ayllu del pueblo de Jesús de Hacia 17 59 , los capitanes entera-
Machaca, manifestaba que en el mo- dores de los pueblos de Santiago , Je-
mento de precisar el número de in- sús y San Andrés de Machaca, entre
dios cédulas, "muchas veces" se reu- otros de la provincia de Pacajes, to-
nía la cantidad establecida para ser dos ellos en nombre de sus indios cé-
despachada a Potosí. Pero el turno dulas de mita asignados a la Villa de
tocaba cada tres o cuatro años en vez Potosí, dijeron que se hallaban cons-
de los seis años establecidos, de ma- ternados porque habían llegado "a
nera que los indios no tenían sufi- los términos de la mayor desdicha y
ciente descanso. Por estos rigores los pobreza", originada ésta por hostili-
indios ausentes no podían volver a su dad, perjuicio , agravio, impiedad e
comunidad de origen , mientras los injusticia del corregidor de esa pro-
caciques trataban de reducirlos a to- vincia, puesto que éste les exigía con
da costa o, en su defecto, suplir con prisiones, cárcel y amenazas, que le
su dinero los tributos de los que fal- pagasen los tributos de todos los in-
taban. dios que tenían a su cargo "del tiem-
Bartolomé Choqueguanca, del ay- po y año" en que se hallaban las cé-
llu Sullcatiti, hilacata , dos veces asis- dulas en la Villa de Potosí (6).
tente de los indios, afirmaba que los
indios que se encontraban en sus ay- Guaqui, Tiwanaku y Viacha
llus estaban "amedrentados" por las
obligaciones del pueblo , como la mi- En 1652, Martín Choqueguanca,
ta de Potosí, "donde los interesados capitán del pueblo de Viacha, tenía
los hostilizaban con varias pensiones asignados 137 indios para la mita de
hasta el extremo de que algunos in- l:'otosí, pero sólo 56 de ellos podían
dios no se restituían a su pueblo". Y asistir, en compañía de sus mujeres o
los indios asignados para la mita de madres, llevando sus animales (lla-
Potosí también huían "a tierras re- mas) y alimentos. Así, los 56 indios
motas por no ir ni experimentar los y dos capitanes del dicho pueblo lle-

120 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Choque Canquí: Capitanes de Indios

vahan 446 carneros y 337 cargas de ció"n de originarios fue creado por los
comida a la ciudad de Potosí (7) . Sin caciques. Así. según las declaraciones
duda esta era la realidad que aconte- de los capitanes enteradores de la mi-
cía en todas las provincias obligadas ta minera de Potosí, en 1690, Martín
al servicio de la mita. Mamani, cacique del pueblo de Gua-
En 1673 , Juan Chuquimamani y qui, ocultaba 20 indios originarios de
Alonso Alvarez, caciques y goberna- ese pueblo y nombraba tres indios
dores del pueblo de Guaqui, en nom- colquehaques. Indudablemente, el
bre de los indios de su pueblo , recla- ocultamiento de indios originarios se
maban a la autoridad real que en los había convertido para los caciques en
pueblos de Cohoni, Collana y Acho- una costumbre en varias provincias
calla tenían "unos indios mitamaes y afectadas por el servicio de la mita de
otros retirados del dicho pueblo", Potosí.
quienes hacía muchos años no acu-
dían a su pueblo de origen para cum- Caquiaviri
plir con sus obligaciones "de tasas, En 1743 , Matías Chuquimamani ,
mita de Potosí, y demás" (8). Asimis- gobernador de Caquiaviri , también es-
mo, la ausencia o falta de indios ori- taba afectado en su tarea de asigna-
ginarios, no solamente era atribuible ción de indios mitayos por el despo-
a la huida de ellos a los valles, sino blamiento de indios de muchísimos
que también se debía a la inundación pueblos a causa del "pesado yugo de
de una laguna en Potosí, donde se la mita". La ocupación ilegal de los
"ahogaron más de doscientos indios" indios obligados al servicio de la mita
de ese pueblo . De esa manera, hacía minera de Potosí, por parte de los es-
1687 , los caciques de las parcialida- pañoles en sus haciendas, era uno de
des de los pueblos de Guaqui y Tiwa- los factores que creaba la merma de
naku, enteradores de la mita del ce- ellos; así, 'el escribano de la provincia
rro de Potosí, se quejaron al Virrey de Pacajes, J oseph de Rivera , "en dos
Duque de la Patata que sus dos pue- haciendas que ha comprado en aque-
blos estaban despoblados, encontrán- lla doctrina de Caquiaviri" tenía alre-
dose "sin gente para la mita por ha- dedor de cuarenta indios "libertos
berse ido huyendo a los Yungas los del padrón de taseros y de la numera-
que cumplían con ella temiendo los ción de la mita de Potosí" (10). Esto
rigores de su cura que los trataba co- obligaba al mencionado cacique a
mo a esclavos sirviéndose de ellos en gastar su dinero para pagar sus indios
el servicio de su casa y en el pueblo ausentes.
que se le juntaba el del chasqui y pa-
sajeros y otros", agregando que se Ca/acoto
han quedado "tan minorados con la En 1689, Sebastián Canqui, caci-
inundación de las lagunas que ahogó que principal y gobernador del pue-
muchos indios con sus mujeres e hi- blo de Calacoto , fue otro capitán ge-
jos por tener las rancherías y su re- neral "en el entero de la mita del
partimiento en los ingenios bajos'' (9) . cerro rico" de Potosí de la provincia
Otro de los factores de la disminu- de Pacajes. A diferencia de los demás

No. 1, setiembre 1983 121


Notas y Documentos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

capitanes de Pacajes , seguramente según el padrón, a los 75 indios mita-


con el objeto de justificar la obten- yos al momento de despachar la mita
ción del cacicazgo de su pueblo , a la Villa de Potosí. Y con respecto
manifestaba haber " servido a su ma- al cacique Machaca , éste acostumbra-
jestad en el entero de la Real Mita" ba obligar a los hilacatas a que le den
en la Villa de Potosí ese año como un indio de la mita cada año o sino
capitán general de toda su provincia 52 pesos, lo mismo que otros servi-
de Pacajes, lo cual ha "hecho con to- cios personales o su conmutación en
da puntualidad y cuidado sin que ha- dinero. Esos cobros los había estado
ya habido quiebra en dicha mita ni realizando durante los 13 ó 14 años
queja ninguna" contra él de parte que fue gobernador, obligando a los
"de los interesados por no deberles indios "con todo rigor y fuerza de
cosa ninguna de rezagos ni otra cosa" azotes" (13).
( l l ). En el mismo año (1748), Marcos
Más tarde, en 173 l , Gaspar Tar- Román, capitán enterador de la Real
qui, capitán enterador de la mita de Mita de la Villa de Potosí del pueblo
Potosí de la parcialidad de Urinsaya , de Calacoto ; Pascual Guanca, segun-
e Ignacio Mamani, capitán enterador do de capitán enterador, y los prin-
(seguramente de la de Anansaya) del cipales e hilacatas de las parcialidades
pueblo de Calacoto, y los indios prin- de Anansaya y Urinsaya, pidieron al
cipales en nombre de los demás de su señor fiscal protector general de la
comunidad , se querellaron contra Real Audiencia de La Plata, que el
Juan Eusebio Canqui, cacique y go- cura de la iglesia parroquial de San
bernador de ese pueblo , porque ha- Cristóbal de esa Villa , fray Diego
bía introducido "muchas pensiones y Carlos de Benavides, se abstenga de
cargas" , como diferentes tipos de ser- cometer malos tratamientos a los 68
vidumbre y cobro de dinero a los in- indios cédulas que hacían su turno
dios destinados a la mita de Potosí en la Villa de Potosí, puesto que éste
!' 2). no pasaba algún domingo sin que de-
En 1748 , los indios del pueblo de je de azotar a los mitayos en forma
Calacoto se quejaron ante la Audien- pública, quitándoles sus calzones "en
cia de Charcas contra Juan Machaca presencia de hombres y mujeres'' que
su cacique , y Joseph de Rivera, escri- concurrían al cementerio de "dicha
bano de la provincia de Pacajes, por parroquia". Pero no solamente azota-
las exacciones y malos tratamientos ba a los mitayos, también al mencio-
que éstos cometían con ellos con nado capitán y su esposa exigiendo,
motivo de la mita de Potosí. Así, el las "nuevas imposiciones" que serían
mencionado escribano por derechos el pago de la primicia. Por otro lado,
de visita cobraba dos reales a cada in- a cada capitán enterador le pedía me-
dio casado y a su mujer otros dos rea- dia arroba de aceite para el alumbra-
les, un real a los solteros y lo mismo do de la iglesia , tres pesos para pal-
a viudas, muchachos y muchachas. mas del Domingo de Ramos, dos pe-
A esas cobranzas habría que agre- sos para las pláticas de noche en la
gar otros dos reales que se cobraba , Semana Santa, diez reales para el mo-

122 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Choque Canqui: Capitanes de Indios

numento de Jueves Santo y otras im- lla y 1.060 cabezas de ganado va-
posiciones (14). cuno, además de sus chacras de
En ese sentido, tanto los capitanes maíz y trigo en los valles. Pedro
y los mitayos, además de otras obli- Fernández Guarachi, además de
gaciones que tenían o pesaban sobre tener algunas tierras en Sorata, Co-
ellos, soportaban también las exigen- roico y Chulumani, se dedicaba al
cias de los religiosos. comercio del vino y de la coca ,
transportando de Arequipa alguna
cantidad de botijas de vino y coca
CONCLUSIONES de los yungas de La Paz a la Villa
de Potosí. Por otra parte, los capi-
1. Los capitanes de la mita de la pro- tanes y caciques estaban obligados
vincia de Pacajes , como hemos no- a emprender la reducción de los
tado , para cumplir sus obligacio- indios ausentes de su comunidad ,
nes tuvieron que sortear sus tareas sin embargo esta campaña era muy
entre cómo solucionar el problema difícil de realizar porque los indios
de falta de indios mitayos y en- huídos se refugiaban en las hacien-
frentarse con los interesados en la das de los españoles, quienes eran
mano de obra indígena de las pro- corregidores y curas. Entonces , en
vincias obligadas al servicio de la última instancia, los capitanes o
mita minera de Potosí. Por una caciques, como no podían efectivi-
parte, para suplir la falta de indios zar tal reducción, por la resistencia
o completar el número de asigna- de los corregidores y curas, co-
dos para la mita, especialmente los rrían con los gastos que debían de-
capitanes generales de Pacajes, tu- sembolsar los indios.
vieron que gastar su dinero me- 2. El problema de la mita no solamen-
diante el mingado (o sea emplean- te afectaba a los capitanes por ser
do el sistema de mink'a andino) . responsables del entero de indios
De modo que como eran nombra- mitayos, sino también a los caci-
dos entre los caciques pudientes , ques en la asignación de ellos y es-
podían solucionar el problema pecialmente a los originarios, quie-
momentáneamente, pagando por nes soportaban el pesado yugo de
ellos con el producto de sus ha- la mita . Sin embargo , entre los ca-
ciendas. Los capitanes generales pitanes generales de la provincia
como Gabriel, Pedro y Bonifacio de Pacajes. Sebastián Canqui fue
Fernández Guarachi, caciques uno de los caciques que no sentía
principales y gobernadores del pue- el problema conflictivo del entero
blo de Jesús de Machaca, tenían de mitayos, puesto que él manifes-
fincas en el altiplano y los valles taba que cumplía su obligación
de Sicasica y Larecaja con que res- con toda normalidad sin que haya
paldar sus gastos. Así, Gabriel Fer- "quiebra notable en dicha mita ni
ná ndez Guarachi, en sus estancias queja ninguna" contra él de los in-
del altiplano tenía 3.590 caméli- teresados "por no deberles cosa
dos andinos , 5.200 ovejas de Casti- ninguna de rezagos ni otra cosa".

No. 1, setiembre 1983 123


Notas y Documentos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

3. Los indios ongmarios para evadir nero a sus caciques, lo cual no era
el servicio de la mita, muchas ve- efectivo , pues muchas veces eran
ces tuvieron que adoptar dos ca- obligados igualmente a servir.
minos: unos, escapaban de sus co- 4. En suma, desde el punto de vista
munidades a lugares lejanos, como social, la mita se había convertido
los valles de Sicasica y Larecaja y en un pesado yugo de explotación
a otras provincias. Algunas veces, del hombre andino en detrimento
después de volver de la Villa de de su existencia. Además, la mita
Potosí ya no llegaban a su comu- minera creó conflictos permanen-
nidad sino que se iban a otros lu- tes entre los capitanes de indios,
gares para convertirse en yanaco- caciques e indios que servían la
nas en las haciendas de los corregi- mita, forzados por los intereses de
dores, curas y otras personas. los mineros y las autoridades para
Otros, buscaban su liberación me- beneficiar con los quintos a la Co-
diante el pago de una suma de di- rona de España.

Roberto Choque Canqui


Archivo de La Paz - UMSA
· Av. 6 de agosto 2080
La Paz - Bolivia

NOTAS

( 1) AGI, Charcas 17. Testimonio de petición que presentara ante el señor Lic. Lupi-
dana, don Juan Baptista,capitán de los Pacajes, año 1594.
( 2) ANB, Minas, T. 123, No. 11, 1633. Don Gabriel "Fernández Guarachi, capitán ge-
neral de la mita en 1634, sobre las trabas que don Antonio Mogollón de Rivera,
corregidor de La Paz, le opone en el cumplimiento de su comisión.
( 3) ANB, Minas, T. 126, No. 1, 1682-1683. Pascual Huanca, indio del pueblo de Ca-
quiaviri, provincia de Porco, sobre que don Francisco Quispe, enterador de la mi-
ta de aquél, no extraiga al presentante del convento de San Francisco de Potosí,
donde sirve, para mandarlo a las labores del cerro.
( 4) ALP. Ms . 1754 (hoja suelta). Información sobre la situación de los indios cédulas
destinados para la mita de Potosí.
( 5) Ibídem.
( 6) ANB, Minas, T. 150, No. 8, 17 59-1779. Autos seguidos por los indios mitayos de
las provincias de Sicasica, Pacajes, Porco y Chayanta.
( 7) ALP. Padrón de indios del pueblo de Viacha, 1652.
( 8) ALP. EC. 1673. Traslado : las tasas de Cohoni y Callana.

124 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Choque Canqui: Capitanes de Indios

( 9) ANB. EC. 1687, No. 8 . En: Recurso de Agustín Mamani, cacique del pueblo de
Calacoto, provincia de Pacajes, para exención del pago de alcabala de la coca a
los indios de su provincia.
( 10) ANB, Minas, T. 148, 1743. Presentación de don Matías Chuquimamani, goberna-
dor y cacique de Caquiaviri, provincia de Pacajes, contra los españoles que en sus
haciendas hacen pasar indios sin pago de la tasa ni concurrencia a la mita.

(] l) ALP. EC. 1779-1790. Cacicazgo de Calacoto de la provincia de Pacajes.

(12) ANB. EC. 1731, No. 48 . GasparTarqui,capitánenteradordemitayosanombre


de los indios de Calacoto, contra su gobernador por abusos.
(13) ANB, Minas, T. 126, No. 20, 1747-1750. Capítulos puestos por los indios del
pueblo de Calacoto, provincia de Pacajes, contra don Juan Machaca, su cacique,
y Joseph de Rivera, escribano público de dicha provincia, sobre exacciones, ma-
los tratamientos con motivo de la mita de Potosí, defraudaciones de tributos,
etc.
(14) ANB, Minas, T. 148, 1748. Recurso del enterador de la Real Mita, Marcos Ro-
mán y otros del pueblo de Calacoto, provincia de Pacajes, para que se impidan
los malos tratamientos y exacciones a que los tiene sujetos el cura de la iglesia de
San Cristóbal que es el párroco de aquellos mitayos en Potosí.

ABREVIATURAS : AGI : Archivo General de Indias (Sevilla)


ANB: Archivo Nacional de Bolivia (Sucre)
ALP: Archivo de La Paz
EC : Expedientes Coloniales (ALP)

No. 1, setiembre 1983 125


Catálogo General del Archivo del Monasterio de
Santa Catalina del Cusca, Perú·
J.B. Lassegue
F. Letona
I

Sección : FUNDA CJON, PROFESION, ADMINISTRA CJON GENERAL


J. libro de fundación. Papeles de la fundación de este Monasterio de Santa Catalina.
1599 - 172R.
(Forrado. 32 7 folios, con "inventario de los instrumentos de este Monasterio de San-
ta Catalina de Sena", por números: son 31.
En el dorso de la primera tapa del forro, se lee: "Padre Mosqueira y M. Ange/a año de
1717 fundaron el Beaterio de Santa Rosa de Ahuacpinta ").
' libro de profesiones del Monasterio de Nuestra Señora de los Remedios des ta Ciudad
del Cusca, desde el año de 1654 años.
Fecho por mi, el licenciado Juan ORDOÑES de V/LLASQUIRAM, cura de la Villa
de MARAS y vicario juez eclesiástico de dicho monasterio. Año de 1654. Hasta

* N.R . Hasta hoy, la documentación de institutos religiosos en todo el Perú y particular-


/11('1/te en el Cusca, es de carácter privado. El interés que los historiadores siempre han
tenido por acceder a esos repositorios es justificado, pero sólo algunos han logrado revisar
algún archivo conventual. Por eso, este catalogo del Archivo Arzobispal del Cusco, que
./.B. Lassegue y F. Letona han elaborado, será una buena muestra de Jo que este tipo de
repositorios documentales contienen.

No. 1, setiembre 1983 127


Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

1821. (Preceden 2 documentos relativos a una profesión en 1731. Con documento


de 1806).
3. Libro de caxa en que se acientan las partidas de depósito que se hacen en este con·
ventto de Santta Cattalina de Sena, pertenecientte a su Comunidad y Rentas. 172 7
- 1793 (Fol. 1 - 39).
Razón de las parttidas que salen del depósito de este conventto de Santta Catthalina
de Sena, con expresión de fincas e hipottecas con que se dan para que en todo ttiem-
po constte. 1727 - 1834.

II
Sección: CONTABILIDAD Y ADMINISTRACION
Serie 1 : Libros de recibos y gastos.
l. Libros de recivos de la Reverenda Madre Isabel de PADILLA. 1666.
(Forrado. 33 folios).
2. Libro de dotes, redenciones y alimentos - 1674 y 1675.
A folio 1 : libro de quentas y cargo que me hago yo Doña Juana del Carmen, desde el
dia que empecé a ser priora de Nuestra Señora de los Remedios y adbocación de
nuestra Señora de los Remedios Madre Santa Catalina, en 21 de Septiembre de 1674
años (De dotes, de redenciones, censos, alimentos y otros efectos).
(Forrado. 33 folios).
3. Libro de recivos, de la Rr Madre Isabel de TAPIA y Padilla. 16 77.
(Forrado. 97 folios).
4. Libro de recibos, de este monasterio de Santa Chatalina de Sena, que co"e desde 28
de diziembre del año de 1708, en que fué electa la Madre Priora Doña Chatalina
REQUELME.
(Forrado. Foliación moderna. 122 páginas).
5. Libro de cargo de la Madre Priora Doña Thomasa Barbara de San Gaspar (difunta)
que co"e desde 7 de henero de 1721.
Añadido: 1720, 1721, 22 y 23: su presidenta.
(Forrado. 140 folios útiles más abecedario de nombres).
6. Libro de recibos de la Madre Priora Doña María de la O. 1724.
(Fo"ado. 185 folios).
7. Libro de recibos de la Madre Doña Martina de San Joseph y Xera, dignicima Priora
des te Monasterio de Santa Chatalina de Sena, desde 4 de Noviembre de 1736.
(Forrado. 128 folios) .
8. Libro de resibos de la dignicima Madre Doña Agustina de San Estanislao. 1742 -
1745.
(Fo"ado. 119 folios).

128 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ __ _ _ __ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Lassegue y Letona: Catálogo

9. Libro de resibos de la dignisima Madre Manuela de San Joseph. Priora actual deste
lfonasterio de Santa Cattalina de estta ciudad del Cusco que co"e desde 25 de No-
viembre de 1745.
( Forrado. 216 folios) .
JO. (Libro de recibos de) Madre María de la O. y Augmente - Primer Triennio. Año de
1756.
(/- nrrado. 176 folios).
/ l . (Libro de resibos de la) Madre Agustina de San Estanislao, priora actual deste monas-
terio de Santa Catalina. 1748. Añadido :::: Libro segundo de la Madre Alegria, 20
gobierno.
(Fo"ado. 174 folios. Hasta 5 de febrero de 1751).
12. Libro de recibos de la Madre Gregaria de San Antonio y Guerra. 1751.
(Forrado. 1 71 folios).
1 J . Libro de recivos de la Madre Doña Francisca de la Soledad, dignisima Pryora deste
monasterio de Santa Catalina de Sena desta ciudad del Cuzco, que empieza desde 11
de junio de 1 765.
(Forrado. 274 folios).
14. Libro de recibos de la Madre María de la O, dignisima priora deste Monasterio de San·
ta Cathalina de Sena de esta Ciudad del Cuzco, que empieza desde el día JO de junio
de 1768.
(Forrado. Foliación incompleta. Faltan folios 21 a 40; 42 a 60; 61 - 81 ; 82 - 98;
120 - 141. Total de la numeración: 148; véase-cartilla 1768: El carácter incompleto
deste libro del mismo año refleja sin duda la gran crisis que sufre el monasterio en su
administración).
/ 5. Libro de recibos de la Muy Reverenda Madre Manuela del Sacramento y Saldivar, dig-
nisima Priora que corre desde 13 de junio de 1771.
(Forrado. 260 folios. Abecedario de nombres).
/6. Libro de recivos de este Monasterio de Santa Catalina, de la Reverenda Madre priora
Cecilia de San Sebastián ; corre desde el año de 1780.
(Forrado. 154 folios).
/ 7. Libro de recivos, cargo y data de los inquilinos de este monasterio de nuestra Madre
Santa Catalina de Sena. Que corre del cargo de la Muy Reverenda Madre Priora loa-
quina de San José y Sarmiento. Año de 1789.
(Forrado. 35 folios. Abecedario de nombres).
18. Libro de recibos de la Reverenda Madre Cecilia de San Sebastián, que empesó a
correr desde el ¡ro. de Agosto de 1792 hasta 1795.
(Forrado. 127 folios. Abecedario de nombres).
19. libro de recibos (tapa deteriorada);
(a folios 1, anotación con lápiz : año 1800).
(Forrado. 123 folios con abecedario de nombres. A cada partida, se repite lamen-
ción: "en 26 de Septiembre de 1800, fue electa de presidenta la Re1•erenda Madre
Barbara del Santísimo Sacramento, y desde este dia, empezo las partidas siguientes ''l.

No . 1, setiembre 1983 129


20. Libro de recivo de la Muy Reverenda Madre Barbara del Santisimo Sacramento y
Oblitas, dignisima priora canonicamente electa, que comiensa a correr desde el
27 de enero de 1805 hasta el de 1807.
(Forrado. 116 folios. Abecedario de nombres).

21. Libro de recibos de la Muy Reverenda Madre Francisca Paula del Tránsito, dignisima
priora electa por quarta vez que empieza a correr desde el 9 de febrero de 1811 años.
(Forrado. 103 folios. Abecedario de nombres de haciendas).

22. Libro de recibos de la Muy Reverenda Madre Tadea de San José y Toledo, dignisima
Priora canonicamente electa el 19 de febrero de 1814 hasta 1815 y 16.
(Forrado. 108 folios. Abecedario de hacienda).

23. Libro de recibos de la Reverenda Madre Me/chora de las Mercedes, dignisima Priora
Canonicamente electa por primera vez en 4 de febrero del año de 1826.
(Forrado. 1JO folios. Abecedario de hacienda).

24. Libro .......................... (ilegible). Año de 1828.


(Forrado. 1 JO folios, con abecedario de hacienda).

25. Año de 1832, desde el 4 de febrero.


(ilegible el nombre de la Priora).
(Anotación con lápiz = 1832 - 33 y 34. Forrado. 112 folios).

26. Libro de recibos de la Muy Reverenda Madre Paula de los Remedios, priora canonica-
mente electa por segunda vez en el Monasterio de Santa Catalina de Sena de esta ciu-
dad del Cuzco. Empiesan a correr desde 2 de febrero de 1835, 1836 y 1837.
(Forrado. Numerado por partidas. 83 partidas. Abecedario de haciendas).

27. Manual de recibos de la Reverenda Madre Tomasa del Carmen, priora canonicamente
electa por primera vez en el Monasterio de Santa Catalina de Sena, de esta ciudad del
Cuzco.
(Empieza a correr desde el 7 de Marzo de 1841, 1842 y 1843 años. Numerado por
partidas. 106 partidas. Abecedario de nombres de haciendas).

28. Libro Manual de entradas de la Muy Reverenda Madre Paula de los Remedios, priora
canonicamente electa por 3ra. vez, en el monasterio de Santa Catalina de Sena, de
esta ciudad del Cuzco en 4 de mayo de 184 7 y corre 1848 y 1849.
(Forrado. Numerado por partidas. 103 partidas, más 7 partidas de cofradías y 5 de
capellanías. Abecedario de nombres de haciendas).

29. Libro Manual de entradas de la Muy Reverenda Madre A/berta de la Santisima Trini-
dad, presidenta electa por el Ilustrisimo Señor Obispo, de este monasterio de mi
madre Santa Catalina de Sena de esta ciudad del Cuzco, en 1ro. de Enero de 1848 y
corre 1849, hasta 15 de Junio de 1850.
(Forrado. Numerado por partidas. 103 partidas, con una anotación, del doctor Don
Juan Manuel CA TAÑO Juez eclesiástico, con fecha de 21 de Marzo de 1849. A bece-
dario de nombres de haciendas).

130 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - -- - - - - - - - - - - Lassegue y Letona: Catálogo

30. Libro de gastos en el Segundo Govierno de la Muy Reverenda Madre María de la Con-
cepción Riva de Neira, priora de este monasterio de Santa Catalina de Sena. Que co"e
desde 18 de junio de 1 786 hasta 11 de abril de 1802.
(Forrado. Faltan folios al principio (empieza-=-- "segunda semana, domingo 25 de
junio de 1786 ' '. 15 folios sin numerar más 17 folios numerados).

Serie 2 : Cartillas
I. Cartilla antigua. Censos y Capellanías, de 1598 a 1650 aproximadamente.
(Forrado. 282 folios. Anotaciones marginales que parecen de la época de redacción
de escrituras en la segunda mitad del S. X V/Il Abecedario de nombres).
2. Cartilla que corre desde el 7 de diciembre de 1690 hasta cerca 1704, con anotaciones
ulteriores.
(Forrado. 93 folios).
3. Cartilla de 1711 (Título ilegible en fo"o).
(Forrado. 182 folios. Abecedario de nombres).
4. Cartilla. Año de 1713.
(Forrado. 92 folios. Abecedario de nombres).
5. Libro segundo de los censos principales que conducen a este Monasterio de Santa
Catalina de Sena, que parte de ellos están litigiosos ; y otros, que se consideran perdi-
dos, y se segregaron de las cartillas antiguas en ésta que se ha formado en Primero de
Enero de este Año de 1731 ; siendo Priora la Señora Madre María de la O., por man-
dato de su Señoría ilustrísima. 1731.
(Forrado. 74 folios. Abecedario de nombres. No existe actualmente un supuesto
libro primero de los censos).
6. Cartilla 1 768. (A folios 1, varios, se lee : "Esta cartilla de los censoatarios corrió des-
de 15 de Junio de 1 768, correspondiente al trienio del gobierno de la Muy Reverenda
Madre de la O. Velvede z y Sugmente, dignúima Priora de este Monasterio de mi
Madre Sta. Calhalina de Cena (sic) ).
(Forrado. Tamaño 20 x 12 cm., 61 folios. Abecedario de nombres).

7. Libro en que se sientan los tratados, capitulaciones y actas de las escripturas que se
han otorgado, acerca de las rentas y predios de este .monasterio de mi Madre Santa
Cathalina de Sena, que empieza a correr desde el primer Año del Segundo gobierno
de la Muy Reverenda Madre Manuela del Santísimo·Sacramento. Año de 177l.
(Forrado. 54 folios).
8. Cartilla Paucartambo. Principales que descansan en las Haciendas y Casas del Asiento
de Paucurtambo y reditos que anualmente tributan a este Monasterio de Santa Catali-
na de Sena del Cusco con arreglo de sus respectivas escrituras, que se hallan insertas
en los Protocolos del Archivo.
(Forrado. Tamaño 20 x 12 cm., 8 folios sin numerar).

No. 1, setiembre 1983 131


Notas y Documentos _ _ __ _ _ __ _ _ __ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

9. Cartilla sin forro , en forma de abecedario de fondos y pleito:1. Circa 1864. 68 folios
útiles.
10. Inventario de la sacristía de la iglesia de Santa Catalina del Cuzco. 1874.
(Tamaño: 24 x 14 cm., 18 páginas).
11. Cartilla sin fecha (fines del S. X VIII).
=
(Forrado. Tamaño 22 cm. x 12 cm. 50 folios).

Serie 3 : Protocolos y Legajos. 12 libros.


l. ENERO. 4 folios de índice sin numerar. Fol. 1, Nº· 1, hasta el folio 582, numera·
dos. 33 folios añadidos posteriormente.
2. FEBRERO. 4 folios de índice sin numerar. Fol. 1, Nº· 1, hasta el folio 586. 64
numerados.
(Nota: Falta el Nº· 64 de folio 413 a 586, de reconocimiento de Don Manuel de
Mollinedo).
3. MARZO. 4 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1 al 603, Nº· 57. Folios 604,
605, 606 y una hoja suelta, agregados posteriormente.

4. ABRIL. 6 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1, folio 638, Nº· 79.
(Nota: No existe el documento que en el índice aparece como añadido con el Nº· 80
del Fol. 638 a 689).
5. MAYO. 6 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1 al folio 661, Nº· 93 "a".
Añadidos: Nº· 93 "b ·: de folio 663 al folio 766 numerados. Sin numerar: 23 folios.
6. JUNIO. 4 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1 a folio 71 O, Nº· 62.
(Nota: Más dos folios).

7. JULIO. 5 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1 a folio 775, Nº· 19.
(Nota: 59 folios sin numerar).

8. AGOSTO. 5 folios de índice sin numerar. Fol. 1, Nº· 1 a Fol. 764, Nº· 71.
(No existe la copia de un remate en 1820 que indica el índice).
9. SEPTIEMBRE. 5 folios de índice sin numerar, un folio con una nota y 4 fol. en
blanco. Fol. 1, Nº· 1 a Fol. 486, Nº· 62.
(Se ha agregado posteriormente el Nº· 90 del Fol. 526 numerado y 25 folios sin
numerar).
1 O. OCTUBRE. 7 folios de 1'ndice sin numerar, 2 folios en blanco también sin numerar.
Fol. 1, Nº. 1 a Fol. 851, Nº. 83. 1 folio en blanco numerado con 152, más el NO. 84
del Fol. 153 a Fol. 180, y luego el NO. 85 del Fol. 183 a Fol. 213, y un folio en blan·
co al final.
11. NOVIEMBRE. 5 folios de índice sin numerar. Fol. 1, Nº· 1 a Fol. 523, Nº· 58.

12. DICIEMBRE. 6 folios de índice sin numerar. Fol. 1, Nº· 1 a Fol. 556, Nº· 58.
(Falta un folio en la última del Nº· 58).

132 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Lassegue y Letona: Catálogo

III
Sección : V ARIOS
l. Libro promptuario que contiene todos los papeles pertinentes a este Archivo que se
hizo con ocasión de la práctica de inventarios, para entrega del día 27 de enero de
1795, en que fué segunda vez electa de prelada la (roto) Francisca del Transito priora
de este monasterio.
( A folios 1: "En este libro está el ,·ndice de los 12 protocolos, de los le fajos y de los 2
libros de JLLANYA . Forrado. 118 folios. Abecedario sin nombres correspondien-
tes).

2. Expediente de pleitos promovido por el monasterio contra BEJARANO, acerca del


asiento de Paucartambo. 1 796 - 1856. 238 folios.
(Deteriorado al principio. El forro no corresponde al documento).
J. Teneduri'a de Libros.
(Apuntes manuscritos sobre teneduría de libros con apuntes de geografía del Perú y
nociones elementales de teodicea cívica 1908. Cuaderno forrado. 115 páginas útiles).

J.B. Lassegue
y F. Letona
Archivo Arzobispal
Cusco - Perú

No. 1, setiembre 1983 133


Economía campesina:
Guia para planificadores progresistas
David lehmann
1. El Problema. rra que poseen) y también mucho
más trabajo por unidad de capital
En casi todos los países subdesa- invertido . Sabemos que este esque-
rrollados y semi-industrializados la ma es una caricatura de la realidad ,
coexistencia de una minoría de gran- pero eso no quiere decir que no sirva.
des empresas agrarias con una abru- Necesitamos modelos y categorías
madora mayoría de empresas relati- teóricas simplificadas para interpre-
vamente pequeñas persiste. Eviden- tar la realidad y para explicar el cam-
temente las características de gran- bio. No solamente las necesitamos :
des y pequeñas empresas varían de también las usamos en las actividades
país en país, y de región en región , más cotidianas de la vida. La ciencia
pero podemos, para simplificar, su- se distingue de lo cotidiano en cuan-
poner que ellas se colocan en un eje to formaliza y explicita esos mode-
de variación de la razón capital (o los. Marx, en El Capital construye
tierra) / trabajo. En este eje , las em- un modelo , y es por eso que aún hoy
presas pequeñas utilizan mucho más en día, podemos aplicar categorías
trabajo por unidad J e tierra cultiva- inspiradas en su obra por el capitalis-
da que las grandes (además de culti- mo inglés de los siglos XVIII y XIX,
var una proporción mayor de la tie- a una realidad que él no conocía. Sus

No. 1, setiembre 1983 135


Notas y Documentos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

profe cías pueden haber resultado diferencias en la combinación de fac-


correctas, incorrectas o parcialmente tores persisten , mientras que la teo-
acertadas, pero la validez del modelo ría económica nos dice que eso no
desarrollado por él (o de ciertos mo- puede suceded 1) Entonces el con-
delos desauollados por otros) des- cepto de economía campesina surge
cansa no en sus profecías sino en la de dos posibles explicaciones de esta
riqueza del análisis producido por la heterogeneidad persistente en las es-
aplicación de sus categorías teóricas tructuras agrarias. Vamos a evaluar
(modificadas a veces, y a veces intac- ambas explicaciones y defender una
tas) a la historia que vivimos. de ellas.
Volviendo al modelo de las estruc-
turas agrarias planteado arriba, se nos 2. La Solución "Campesinista ".
presenta una paradoja : según la teo-
ría económica (marxista , y ta mbi én La primera explicación descansa
no marxista en este caso) esta polari- en la idea de que la economía campe-
zación no debería persistir en una sina es un conjunto de empresas cu-
economía de mercado. Las fuerzas yos jefes tienen objetivos y hasta una
del mercado deberían ir reduciendo racionalidad distinta de las empresas
la heterogeneidad de las empresas capitalistas. Es la tesis del conocido
agropecuarias. Suponiendo que to- economista agrario ruso A. V. Chaya-
das enfrentan los mismos precios en nov (una selección de sus obras ya
los mismos mercados, una sola rela- fue publicada en traducción españo-
ción capital / trabajo , o tierra / traba- la, con el título . Teoría de la Econo-
jo , iría dominando en un momento mía Campesina) : según él la empresa
dado. Las variaciones observadas en- campesina se distingue de la capitalis-
tre las empresas serían, en este esque- ta por dos características fundamen-
ma, meros fenómenos transitorios, tales:
momentáneos, en un proceso de l. que sólo paga salarios muy rara-
homogeneización permanente. Claro mente, y depende de la mano de
está que , como las condiciones de obra familiar casi exclusivamente;
mercado y las tecnologías disponi- 2. que su objetivo es producir hasta
bles van cambiando , la combinación el punto en el cual, la penosidad(2)
ideal también iría cambiando , pero de otra unidad de trabajo más no
eso en sí no elimina el postulado fun- se justifica en términos de lo que
ciamen tal que en cada momento del contribuye a la subsistencia fami-
tiempo y del espacio , en condiciones liar.
ele competencia libre y perfecta, exis- Es importante recalcar dos aspec-
ta una sola combinación de factores tos del segundo punto: primero , q we
rentables. el objetivo se funda no simplemente
El concepto ele economía campesi- en la subsistencia sino en la relación
na y su necesidad , surge de la incom- entre ella y la penosidad del trabajo.
patibilidad entre el modelo plantea- Quiere decir que la familia (bajo las
do al inicio y la teoría dibujada en el órdenes de un jefe masculino) esta-
párrafo anterior. En el primero, las rá más dispuesta a cargar con esta

136 Revista Andina Vol. 1


Lehmann: Economía Campesina

penosidad , antes de alcanzar la sub- lista. No lo puede hacer, en primer


sistencia que después, y también, que lugar, porque no puede vivir de la
si puede llegar a la subsistencia sin mano de obra asalariada, lo que se-
demasiada penosidad, estará asimis- ría el rasgo más característico de
mo dispuesta a seguir trabajando pa- una empresa capitalista: al tener
ra obtener un nivel de ingresos supe- obreros permanentes la empresa
rior a lo requerido por la subsisten- campesina perdería su característi-
cia , hasta el punto en el cual la uti- ca más fundamental. En segundo
lidad marginal subjetiva de la penosi- lugar, la empresa campesina no se
dad del trabajo iguala a cero : o sea convierte en capitalista, según este
que no vale la pena seguir. Tampoco enfoque, no porque no pague sala-
excluye que una familia, al ver la ex- rios sino porque emplea sólo a los
cesiva penosidad requerida, aun para miembros del hogar, y esto signifi-
alcanzar la subsistencia con sus pro- ca gozar de ciertas ventajas: tienen
pios recursos ( que en este caso serían costos ligeros de mantenimiento y re·
muy pobres), mande a uno o varios producción de su mano Je obra .
miembros a trabajar como asalaria- que son fijos , produzcan o no, pro-
dos en el campo o la ciudad. En se- duzcan poco o mucho. Por añadidu-
gundo lugar, es importante recalcar ra, su disposición a "auto-explotar-
la subjetividad y la relatividad cultu- se", es decir a invertir cantidades
ral de varias de estas categorías: la cada vez más penosas de trabajo has-
"penosidad" y la "subsistencia" so- ta alcanzar la subsistencia, significa,
bre todo. La "utilidad marginal sub- para todos, menos los que tienen po-
jetiva" de la penosidad del trabajo quísima o ninguna tierra, invertir
es un elemento esencial de la teoría mucho más mano de obra por unidad
de Chayanov, y el nivel de subsisten- de tierra de lo que podría inyertir un
cia variará culturalmente. Finalmen- capitalista, cuyos costos aumentarían
te, cabe señalar que aunque la sub- a medida que creciera esta inver-
sistencia es el objetivo de la actividad sión de mano de obra. Entonces, en
familiar, eso no implica que la em- igualdad de condiciones tecnológicas
presa campesina no produzca para el de producción, la empresa campesina
mercado de bienes, ni que no parti- tiene rendimientos físicos más altos
cipe en el mercado laboral; puede por unidad de tierra, y rendimientos
participar en ambos mercados y aun- más bajos por unidad de trabajo, que
que no lo haga es una opción siem- la empresa capitalista. Y aún con
pre presente. adelantos tecnológicos la empresa ca-
De Chayanov podemos extrac,r, pitalista no logra vencer siempre esa
por las implicaciones de su teoría ventaja.
más que por lo que dice directamen- Todo esto suena bien , y parece
te, la siguiente explicación de la hete- ofrecer una base teórica firme para
rogeneidad de las estructuras agra- una estrategia de desarrollo fundada
rias: que la empresa campesina, por en empresas campesinas, sobre todo
las características que la definen, no en países donde escasea la tierra y el
puede convertirse en empresa capita- capital (que el campesino utiliza más

No. 1, setiembre 1983 137


Notas y Documentos _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

intensamente que el capitalista), y mo: ¿los campesinos son los que tie-
donde abunda la mano de obra (que nen menos de 5, de 1O 6 de 50 hectá-
el campesino utiliza menos eficiente- reas? (para dar un ejemplo). L1 res-
mente). Además las mismas caracte- puesta se hace normalmente refirién-
rísticas y desventajas de_ la empresa dose a la estructura de la empresa , no
capitalista se aplicarían a la empresa al tamaño, aduciendo que hay que ver
estatal. Sin embargo , y desgraciada- si esas empresas emplean mano de
mente , esta teoría, por elegante y obra asalariada en forma sistemática
sencilla que sea, adolece de defectos o no . Después surge la duda en torno
técnicos y prácticos que nos obligan a la palabra "sistemática": ¿quiere de-
a revisarla aunque no a descartarla cir "permanente" o "temporal pero
del todo. esencial" (como en el caso de una ne-
cesidad absoluta en épocas de cose-
3. Crítica de la solución "Campesi- cha pero no en ótras), o qué? Des-
nista ". pués otro dirá: "sí, pero una empresa
con mucha maquinaria y que sólo
Los defectos son los siguientes : emplea mano de obra familiar, ¿es
1. En la práctica, siempre nos en- campesina o capitalista?" Y así su-
frentamos a la dificultad de no saber cesivamente, con lo cual aquella opo-
bien dónde trazar la línea divisoria sición teórica que parecía tan clara
entre empresa campesina y empresa entre "campesino" y "capitalista"
capitalista. va oscureciéndose y debilitándose
2. Si la teoría fuera acertada, las delante de nuestros ojos. Por otra
empresas capitalistas dejarían de parte, las definiciones propuestas por
existir, imposibilitadas de competir Chayanov, siendo basadas en catego-
con las empresas campesinas que pro- rías subjetivas nos obligarían a hacer
ducen más a menor costo monetario . una especie de encuesta de opinión
3. Aún dentro del marco de la mis- para saber quién es campesino y
ma teoría , si hay progreso técnico , quién no lo es.
algunas empresas campesinas ten- El segundo defecto anotado apun-
drían posibilidades crecientes de pro- ta hacia un problema fundamental en
ducir un excedente por encima de la aplicación del análisis de Chayanov
sus necesidades básicas, con lo cual (por lo menos en cuanto a su aplica-
acumularían recursos; no se ve muy ción contemporánea), y es que los
bien qué obstáculo habría en el pro- mercados no son perfectos y que su
ceso subsecuente de acumulación y imperfección es una característica
de transformación de aquellas empre- estructural, inherente a las socieda-
sas en capitalistas. des en las cuales existen estas econo-
En cuanto a la primera crítica sa- mías agrarias. Entonces las empresas
bernos que cuando se refiere a casos capitalistas se afirman en el acceso
concretos existe la tendencia de asi- monopólico al crédito, a insumos
milar el concepto de empresa campe- subsidiados, y en muchos casos en
sina a una noción intuitiva de tam~- una relación coercitiva o casi coerci-
ño, y entonces surgen preguntas co- - tiva con las mismas empresas campe-

138 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Lehmann: Economía Campesina

sinas. El acceso monopólico al crédi- nas e internas de la gran empresa y


to barato y a los insumos subsidiados de la pequeña producción salta a la
permite a la empresa capitalista com- vista y la intuición nos dice que no
pensar su uso ineficiente de la tierra se diferencian por el mero tamaño:
y del capital , y la relación a veces hay algo más, y más estructural. La
coercitiva con las empresas campesi- razón teórica es que quedan elemen-
nas, al igual que el control monopóli- tos de la teoría de Chayanov que no
co de la tierra, le permite el acceso a son ni incoherentes ni irreales. Estos
mano de obra barata. La coerción elementos son:
consiste en arrendamientos desigua- 1. La importancia de las relaciones
les, en renta, en trabajo, y descansa, primarias de parentesco , de compa-
por último , en el uso de la fuerza , y drazgo, cíe amistad o hasta la vecin-
por lo tanto, limita la expansión de dad en el reclutamiento de la mano
las tierras controladas por las empre- de obra para muchísimas actividades
sas campesinas. Cuando este tipo de agrícolas.
relaciones coercitivas se han reducido 2. La relación inversa entre costos
o aún eliminado, quedan los otros monetarios de producción y tamaño
mecanismos que le dan ventaja a la de la empresa que todavía persiste
empresa capitalista. Finalmente, sa- porque las condiciones tecnológicas
bemos por estudios empíricos que el de su desaparición, que ya menciona-
uso créciente de los insumos quími- mos, no se han dado en muchísimos
cos (subsidiados o no) le permite a la lugares. (En otras palabras, las em-
empresa capitalista contrarrestar la presas pequeñas producen más por
desventaja que significa el tener que hectárea, a menor costo monetario ,
pagar salarios a su mano de obra, uti- que las grandes).
lizando esos insumos en escala mayor A estos elementos hay que añadir-
y por eso a menor costo, y por su- les otros nuevos, que serían los si-
puesto ahorrando mano de obra por guientes :
unidad de capital y de producción. 3. La necesidad de desechar la de-
finición de la economía campesina al
4. Defensa de la Empresa Campesina. nivel del productor como individuo o
de la empresa como sujeto indivi-
Ahora bien , ¿estas críticas, signifi- dual , porque tal enfoque tiende a
can que tenemos que desechar por encerrar el análisis en el campo psico-
entero a la "economía campesina" lógico. Al evitar tal enfoque , llega-
como categoría analítica? Creo que mos a una definición de la economía
no, y eso por dos razones, una prácti- como conjunto de unidades de pro-
ca y la otra teórica. La razón prácti- ducción y de relaciones sociales de
ca es que aún si rechazamos la oposi- producción en una sociedad capitalis-
ción tajante y mutuamente exclusiva ta de clases y que consiste en un
de las dos categorías, no podemos espacio social y económico específi-
cerrar los ojos frente a la variación co con las siguientes características :
que observamos en la realidad. La a) Que el reclutamiento de mano
desigualdad de las condiciones exter- de obra se hace en gran parte a tra-

No. 1, setiembre 1983 139


Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

vés de redes de relaciones primarias y hay que dejar en claro que en ese es-
entrelazadas, y no a través de relacio- pacio social campesino hay campesi-
nes impersonales y anónimas. nos ricos (que pueden acumular capi-
b) Que esas redes existen en espacios tal), campesinos medianos y campesi-
sociales más o m enos fácilmente nos pobres (sin tierra, o casi sin tie-
observados y delimitados (o sea, co- rra, y que de penden del trabajo asala-
munidades campesinas). riado para su subsistencia). Entonces
c) Que no hay ninguna limitante in- la comunidad campesina no debe ser
terna, inherente a la racionalidad concebida ni como igualitaria, ni co-·
campesina , que inhiba u obstaculice mo autárquica: hay desigualdad, y
la capitalización y la acumulación, mucha, y hay producción para el
aunque si existen importantes limi- mercado en aquellas comunidades.
tantes ex tern as como las políticas Para el planificador lo que más im-
estatales , el monopolio ejercido por porta en esta definición es la particu-
las grandes empresas capitalistas, etc . laridad del mercado laboral en la co-
d ) Que entonces , al interior del espa- munidad campesina , el encontrar en
cio social campesino pueden surgir ésta, campesinos que acumulan tan-
desigualdades de clase , pero que no to como un auténtico capitalista , por
se conformarían precisamente por su acceso a una mano de obra a la
clases sociales opuestas con posibili- cual éste no tiene alcance (se trata
dades , ni tampoco por la necesidad de las horas o los días libres de perso-
de organizarse para enfrentamientos nas que no pueden ir muy lejos o que
int~rnos. Al contrario , las caracterís- no pueden trabajar jornadas comple-
ticas más generales de la sociedad tas, porque tienen otros compromi-
crean conflictos más graves y más sos domésticos como preparar la co-
profundos entre el campesinado co- mida, cuidar a los hijos , etc.; también,
mo un todo y el bloque compuesto de personas con las cuales estos cam-
por las clases capitalistas en el poder , pesinos tienen relaciones multifacéti-
por un lado, y la clase capitalista do- cas, de clientelismo, de compadrazgo
minante en el campo, por el otro . o de endeudamiento). Esta situación
Por esto podemos seguir hablando pone al descubierto un potencial pro-
de empresas capitalistas y de empre- ductivo que muchas veces tiene infe-
sas campesinas , diferenciándolas riores costos y menores cuellos de
principalmente por las relaciones a botella laborales que los de produc-
través de las cuales reclutan su mano tores capitalistas, pudiendo ser apro-
de obra: aquéllas en un mercado la- vechado a través de políticas de cré-
boral anónimo e impersonal, y éstas dito , de asistencia técnica, de forma-
en gran medida (aunque no siempre ción de cooperativas, y de tecnolo-
exclusivamente) a través de relacio- gía, para dinamizar la producción
nes primarias de parentesco, de ve- agrícola, y no-agrícola, en el campo.
cindad, etc., dentro de un espacio Además existe , por lo menos entre
que se podría denominar (no sin cier- los campesinos ricos, un profesio-
tas dudas) una comunidad campe- nalismo raras veces reconocido por
sina. Y . estas dudas surgen porque los responsables de las políticas es-

140 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Lehmann: Economía Campesina

tatales. Por último , desde el punto NOTAS:


de vista del Estado, esta economía ( 1) También lo dice Lenin en su libro
campesina es muy flexible, se puede El Desarrollo del Capitalismo en Rusia.
estimular y canalizar sus esfuerzos (2) N. del R.: El término penosidad es
productivos a través de toda una ga- también traducido como fatiga del
ma de relaciones institucionales in- trabajo. Ver CHAYANOV, A.V., "La
ternas y externas, con cooperativas, organización de la unidad económica
con arrendamientos mutuos, con campesina". Editores Nueva Visión,
subcontratos, crédito condicionado, Buenos Aires, 1974.
precios fijos y contratos de produc-
c1on. Quiere decir que la economía
campesina en sí puede existir, puede
prosperar, y puede contribuir al nivel
David Lehmann
de ingresos de la sociedad en su con- University of Cambridge
junto, aún en economías planifica- Sidgwick avenue, Cambridge C83 9DD
das. Inglaterra

No. 1, setiembre 1983 141


Migraciones en Bolivia :
Bibliografía reciente
Gonzalo Flores
Durante ·1os últimos seis años han zonas de colonización , a zonas de
hecho su aparición en Bolivia diver- absorción temporal de fuerza de tra-
sos textos sobre el tema migratorio , bajo y otros estudios sobre el tema .
gran parte de ellos como resultado
directo del análisis de la información 1. Identificación de los flujos migra-
provista por el Censo Nacional de Po- torios y medición de su magnitud.
blación y Vivienda de 1976, otros Se han producido cinco textos so-
como resultado de estudios espe- bre el tema, con distintos grados de
ciales. alcance según las disponibilidades de
El propósito de este artículo es tabulaciones del Censo Nacional.
presentar al lector esa reciente biblio- El primero de ellos (Riveras 1978)
grafía , reseñando brevemente su con- es un inicial intento de aproximación
tenido y efectuando algunos comen- cuantitativa al fenómeno migratorio
tarios sobre su alcance. sobre la base de tabulaciones por
Dividiremos los trabajos a que ha- muestreo de los resultados censales.
cemos mención en cinco grandes lí- En lo fundamental , las tendencias
neas : identificación de los flujos encontradas por Riveras son ratifica-
migratorios y medición de su magni- das por Bartlema (1979) , si bien en
tud ; migración a zonas urbanas , a este último caso la atención se con-

No. 1, setiembre 1983 143


Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

centra en la determinación de los flu- Casanovas ( 198 l ). El texto examina


jos de migración reciente (cinco con precisión la migración entre
años) y de modo superficial en las grandes contextos ecológicos, entre
características básicas de los migran- departamentos y provincias, aportan-
tes recientes, con algunas observacio- do una variedad de datos antes no
nes sobre la migración de toda la vi- disponibles. Asimismo, efectúa una
da . Una perspectiva similar es la asu- presentación detallada de las princi-
mida por Herrera (1980); en este pales características de la población
caso el análisis se efectúa con mayor nativa y migrante. Entre .estos aspec-
detalle al nivel provincial sobre el vo- tos el trabajo presenta análisis sobre
lumen , proporción , origen y direc- la edad, sexo , educación y, principal-
ción de los flujos, poniendo también mente sobre los diferenciales en la
mucho más énfasis en un balance participación en la actividad econó-
metodológico de la información uti- mica, en su participación por ramas
lizad a y de los errores contenidos en de actividad y en su composición
la misma, preocupación de la que ca- ocupacional. Esta última parte hace
recen los anteriores trabajos, al trabajo de Casanovas especialmen-
Sin desmedro de la calidad de los te aclaratorio sobre la.cuestión de las
trabajos mencionados, los de mayor características básicas de los migran-
cobertura , al haber podido utilizar tes, e intenta ir más allá de la simple
tabulaciones especiales del Censo, enumeración de algunos rasgos des-
sobre todo en lo que toca a las carac- criptivos básicos, y de hecho lo logra,
terísticas de la población, son los poniendo de evidencia la notable dis-
producidos por García ( 1980) y paridad y diferenciación de las po-
Casanovas (1981). blaciones nativa y migrante. Adicio-
El trabajo de García se centra en nalmente, contiene un cuidadoso ba-
la magnitud de las migraciones inter- lance metodológico en el que se po-
nas en el país , aprovechando la nen de manifiesto las limitaciones de
construcción de matrices de las 99 la información y de las técnicas de
provincias. Da un panorama comple- análisis utilizadas.
to de la migración reciente y la mi-
gración de toda la vida. El documen- 2. Migración a zonas urbanas
to examina también algunas caracte- Cuatro trabajos han hecho su apa-
rísticas básicas de los migrantes, rición sobre el tema . Se concentran
como edad , sexo, nivel educativo, en la migración a La Paz y Santa
iuioma y ocupación, diferenciando la Cruz, las dos ciudades donde con ma-
información por los niveles ecológi- yor intensidad se dirigen los flujos
cos (altiplano, valles, llanos). migratorios de origen rural. A dife-
Más adelante, el trabajo se lanza a rencia de lo observado en el punto
una visión de conjunto del fenómeno anterior, las preocupaciones que han
migratorio, planteando algunas pro- alentado la ejecución de estos traba-
posiciones para su entendimiento. jos son muy variadas.
Pero sin duda, el trabajo más serio El primero de ellos, de Carnibella
y consolidado es el efectuado por y otros ( 1980), se centra sobre un

144 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - - ~ G o n z a l o Flores: Migraciones en Bolivia

tema poco usual en el estudio de la son los producidos por Albó , Grea-
cuestión migratoria: los factores psi- ves y Sandoval. En el primero, los
cosociales en la migración rural-urba- autores analizan el proceso migrato-
na. El trabajo expone los resultados rio y el asentamiento en la ciudad de
de una investigación empírica efec- los migrantes de origen rural, particu-
tuada en las ciudades de La Paz y larmente de aquéllos del altiplano
Santa Cruz y en las zonas rurales (Albó, Greaves y Sandoval , 198 la).
donde nacen flujos migratorios hacia Sobre la base de la revisión de es-
las dos ciudades señaladas, introdu- tudios previos y de una encuesta por
ciendo al lector a la pertinencia del muestreo a 1.400 migrantes, tocan
tema psicosocial en el asunto migra- temas como las sucesivas olas migra-
torio , mediante una presentación sis- torias, la llegada a la ciudad , los fac-
temática de la variedad de hallazgos tores de migración en las zonas rura-
empíricos dispersos en varias investi- les, el proceso de asentamiento en la
gaciones. ciudad y los problemas de los mi-
Inm ediatamente los autores exa- grantes en el nuevo medio. Aprove-
minan las características socio-econó- chando con suficiencia los datos
micas y los procesos psicosociales cuantitativos de la encuesta pero
desatados entre los migrantes poten- complementándolos con bien lograda
ciales en las zonas de expulsión de información cualitativa, sacan a relu-
población. Esta parte del trabajo cir detalles minuciosos de la dinámi-
pone énfasis en temas como actitu- ca de la migración y la problemática
des, valores, modelos, agentes de opi- de los migrantes. Este trabajo permi-
nión , expectativas y redes de relacio- te rescatar la interpenetración socio-
nes de los migrantes con las ciudades. económica y cultural de la migra-
A continuación el trabajo s.e ocupa ción , que escapa a los estudios antes
de los aspectos psicosociales de los reseñados, poniendo de manifiesto el
migrantes rural-urbanos en las ciuda- decisivo papel de lo aymara en La
des. Después de tocar temas intro- Paz.
ductorios como la inserción de los En un estudio posterior, los auto-
migrantes en la división del trabajo y res continúan con las preocupaciones
sus formas de organización , expone del primer trabajo (Albó , Greaves y
t emas como la historia de la decisión Sandoval 1981b). Supuesto el estu-
de migrar, la evaluación diferencial dio del proceso migratorio realizado
de los migrantes respecto al cambio en el primer volumen, examinan la
de residencia ; actitudes, valores, ex- inserción de los migrantes en la eco-
pect ativas y aspectos lingüísticos, de- nomía urbana , tocando temas como
sarrollando el concepto de socializa- la especialización de ocupaciones en-
ción urbana . El trabajo, inicialmente tre los migrantes , la primera ocupa-
elaborado para fines de políticas de ción , los canales más habituales para
población , concluye con una serie el primer empleo , las características
de recomendaciones específicas. del primer trabajo , los cambios de
Otros dos trabajos, también sobre ocupación y otros temas relaciona-
la migración rural-urbana a La Paz, dos, sacando a luz una diversidad de

No. 1, setiembre 1983 145


Notas y Documentos _ _ _ _ _ __ _ __

dim ensiones que contribuyen a clari- El primer trabajo, de Blanes y


fi ca r el entendimiento de la dinámica otros ( 1980), es el informe final de
migratoria y los problemas d e los mi- una investigación de campo efectua-
grantes. da en tres zonas de colonización (San
Por último, se ha producido un Julián, Chapare y Yapacaní). La zo-
docum ent o sobre la migración de ori- na de Alto Beni no fue incluida en
ge n rural a Santa Cruz (Casanovas y este estudio.
otros, 1980). Tiene por obj eto el El trabajo se abre con una presen-
análisis de la migración laboral y el tación de la historia de la coloniza-
empleo en la ciudad de Sa nta Cru z. ción en Bolivia y una discusión de
El volum en se inicia con una presen- los principales factores diferenciado-
tac ió n de los antecedent es históricos res de la colonización, distinguiendo
de Santa Cru z, para luego situar el los cinco prin cipales.
an álisis del origen y magnitud de los A continu ación , examina la rela-
flujo s mi gratorios. Ocupa lugar im- ción establecida en las estrategias de
portante en el trabajo la exposi ción sobrevivencia de los colonizadores,
de las ca racterísticas sociodemográ- entre las zonas de origen y destino,
fi cas de la población no mi grant e y poniendo de relieve la gran importan-
un análisis de los factores determi- cia de nexos con las economías de
nant es de la migración y las etapas de origen. Estudia con detalle los proce-
la misma. sos de producción , de acumulación.
Este trabajo es especialm ente in tc- de valorización de la tierra y de di-
resa n te cuando examina la inserción versificación productiva, así como
de los mi grantes a la estructura urba- también la tecnología y dinámica del
na , tocando temas como niveles de mercado en cada una de las regiones
participación en la activid ad econó- estudiadas.
mica , desempleo abierto y la rel a- Otro campo de atención del estu-
ción entre migración y situ ación ocu- dio son las relaciones familiares en el
pacional. marco de la economía de coloniza-
Más adelante realiza una presenta- ción y las formas de organización y
ción de los principales sectores del liderazgo de los colonizadores en aso-
mercado de trabajo -estatal , empre- ciaciones como sindicatos , cooperati-
sarial , semiempresarial, familiar y do- vas y otras.
mésti co- lanzándose a un exa men en Las conclusiones y recomendacio-
profundidad del sector famili ar. nes del trabajo se refieren a temas
como el proceso de migración y las
3. Migración a zonas de colonización relaciones de los colonizadores con
Dos textos recientes se consagran sus zonas de origen, al proceso de
a la cuestión de la migración a zonas asentamiento , a la tenencia de la tie-
de colonización. En ambos casos los rra, a la tecnología, la productividad
esfuerzos se concentran en la dinámi- y la problemática ambiental ; a la di-
ca migratoria y en los procesos socio- námica del mercado y a las organiza-
económicos del asentamiento en las ciones de los colonizadores y su rol
zonas de colonización. dentro del proceso de colonización.

146 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Gonzalo Flores: Migraciones en Bolivia

Una de las preocupaciones teóri- c1on con los lazos familiares, la for-
cas insinuadas en el trabajo de Blanes mación de la familia, la organización
y otros ( 1980) -la importancia de la del trabajo, las estrategias de sobrevi-
unidad familiar como núcleo produc- vencia, y la organización productiva.
tivo, reproductivo y .organizador del Cada uno de los temas señalados es
proceso migratorio- aparece con ma- examinado extensamente, con profu-
yor claridad en un estudio posterior sión de cuadros y gráficos aprove-
sobre la migración a la zona del chando la variedad de técnicas utili-
Chapare, la novísima y explosiva zadas por los autores.
zona de colonización especializada Concluye con un análisis de las
en la producción de coca. Blanes y nuevas condiciones del sindicalismo
Flores ( 1982a) dan a conocer los re- en las zonas de colonización. Al tér-
sultados de una investigación de cam- mino se presentan conclusiones glo-
po en la zona de colonización del bales sobre la región del Chapare, la
Chapare con el propósito de contri- colonización en la zona y la econo-
buir a la comprensión de la econo- mía familiar, efectuándose asimismo
mía y dinámica colonizadoras en el reflexiones más generales sobre las
contexto regional de Cochabamba. perspectivas de desarrollo de la zona .
El trabajo se inicia con una presen- En otro trabajo , los mismos auto-
tación de aspectos generales de la res (Blanes y Flores 1982b) centran
zona del Chapare y de la población su atención en la creación de una
colonizadora y continúa con el mar- población flotante en la zona del
co estructural que constituye la eco- Chapare, poniendo de manifiesto los
nomía familiar como sistema de re- factores que inducen a un asenta-
laciones, ubicando el papel del Cha- miento inestable de la población y
pare en el conjunto de la región de las transformaciones sufridas por la
Cocha bamba. familia en el contexto de un radical
Centra su atención en las colonias, cambio en las condiciones agrícolas
exponiendo sus principales factores y de mercadeo. De modo especial,
diferenciadores y el rol determinante permite examinar de cerca el impac-
de la economía familiar. Se tocan to que tuvo sobre la colonización en
temas como factores naturales, loca- el Chapare el reciente boom en los
lización , lugar de origen de los colo- precios de la coca.
nizadores, fuerza de trabajo, estruc-
tura y uso de la tierra, diversificación
y especialización productiva y rota- 4. Migración a zonas de absorción
ción de suelos y cultivos. En capítulo temporal de fuerza de trabajo.
separado se hace un análisis especial El departamento de Santa Cruz se
del impacto provocado por la coca ha convertido en área de absorción
en la dinámica de la colonización. de fuerza de trabajo , no sólo en sus
De modo especial, el trabajo dedi- centros urbanos, sino también en las
ca su atención a la dinámica de la zonas de colonización (San Julián y
economía familiar, tocando temas Yapacaní) y de la agroindustria del
como el proceso migratorio y su rela- algodón, la caña y otros productos .

No. 1, setiembre 1983 147


Notas y Documentos-------- - - -- -- - -- - - - - - - - -

En este último caso , la migrac1on gran parte de ellos migrantes tempo-


adquiere un carácter fundamental- rales.
mente temporal y estacionario. Sobre la base de preocupaciones
La mayor parte de los trabajos so- similares, Vilar y Samaniego ( 1981)
bre esta temática han sido produci- exponen con minuciosidad el papel
dos en el marco del proyecto de in- del sistema de contratación ( engan-
vestigación sobre migraciones labora- che) en la agricultura comercial algo-
les y empleo rural y urbano del Mi- donera y cañera de Santa Cruz, con-
nisterio de Trabajo. centrándose en el abastecimiento de
Escóbar y Samaniego ( 1981) de- fuerza de trabajo para la cosecha de
terminan a nivel global las caracterís- algodón y la zafra, época en la que
ticas del desarrollo de la agricultura se presenta el mayor déficit de traba-
cruceña, sus requerimientos y dispo- jadores agrícolas en la región.
nibilidad de fuerza de trabajo. Par- El estudio analiza brevemente la
tiendo de una presentación del rol de evolución del sistema de contrata-
la agricultura cruceña en la economía ción de trabajadores . temporales en
boliviana , los autores realizan un exa- la producción agrícola argentina y
men de los cambios introducidos por boliviana, para luego dedicarse al
los auges azucarero , algodonero y análisis contemporáneo del sistema
arrocero, para luego abocarse al aná- y a los procesos que conducen a su
lisis de la crisis y cambio de los re- transformación. El informe conclu-
querimientos de fuerza de trabajo en ye con una investigación de las pers-
la agricultura, poniendo de manifies- pectivas del sistema en las condicio-
to el desajuste entre el ritmo de cre- nes actuales de transformación de la.
cimiento de la actividad agrícola y el agricultura cruceña y presenta, un
requerimiento de fuerza de trabajo . conjunto de recomendaciones perti-
Prosiguiendo, presenta las perspec- nentes para mejorar la participación
tivas de la fuerza de trabajo a nivel del mismo en el reclutamiento de tra-
regional, y por último, comenta las bajadores temporales migrantes, de
alternativas que pueden ser asumidas los cuales la agricultura de la región
para asegurar el suministro de fuerza integrada ha comenzado a depender
de trabajo a la agricultura de la más.
región. Más adelante, Vilar ( 1981) exami-
Escóbar ( 1981) en el marco del na las características fundamentales
mismo proyecto, ha estudiado las de los trabajadores agrícolas tempo-
características y funcionamiento de rales y permanentes de las empresas
las empresas cañeras y algodoneras algodoneras y cañeras de Santa Cruz
en Santa Cruz, tocando temas como y sus características migratorias.
tenencia de la tierra, uso y tamaño ; Basado en una encuesta por mues-
producción y tecnología, concen- treo a los trabajadores mencionados,
trándose en la influencia de estos el autor presenta las tendencias de
factores en la generación de empleo, producción y empleo en las empre-
lo que en la práctica significa de- sas cañeras y algodoneras, para con-
manda de trabajadores agrícolas, centrarse primero en los trabajado-

148 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ Gonzalo Flores: IVigraciones en Bolivia

res agrícolas permanentes y después sobre ingresos . Después analiza los


en los temporales . El análisis efec- flujos migratorios, finalizando con
tuado permite poner de manifiesto una interpretación de la posición re-
características sustanciales de ambos lativa del sector agropecuario en la
tipos de trabajadores, pero especial- distribución del ingreso en Bolivia
mente de los temporales, en su ma- y una propuesta de lineamientos de
yor parte migrantes de las zonas de política .
agricultura parcelaria. Por último, Entre los principales estudios en
finaliza con una exposición de las curso es necesario citar los siguien-
características ocupacionales de los tes : Van Lindert , sobre la base de
cosechadores de algodón y los za- trabajos anteriores (Van Lindert
freros. 1982) prepara un extenso inform e
sobre la migración intraurbana y la
5. Otros trabajos y estudios en curso. autoconstrucción en la ciudad de La
PREALC (1979) ha producido un Paz . El mismo tema es avanzado por
estudio con el objeto de estimar la Koster, aunque con una perspectiva
participación de los trabajadores metodológica diferente. Blanes fina-
agrícolas en la distribución del ingre- liza un estudio sobre el impacto de
so y sugerir algunos lineamientos de las migraciones en la estructura agra-
políticas. Con tal fin , el documento ria. Balán y Dandler han iniciado un
presenta la estructura de la distribu- estudio sobre el impacto de la mi-
ción del ingreso del trabajo y el mer- gración en el descenso de la fecundi-
cado laboral en el sector agropecua- dad , centrando su trabajo en migran-
rio, y discute la evidencia existente tes bolivianos a la ciudad de Buenos
en diversas fuentes de información Aires, Argentina.

Gonzalo Flores
CERES - Casilla 10018
La Paz - Bolivia

BIBLIOGRAFIA

ALBO GREAVES, Sandoval


1981a Chukiyawu. La cara aymara de La Paz. l. El paso a la ciudad.
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1981b Chukiyawu. La cara aymara de La Paz. II. Una odisea : buscar
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No. 1 , setiembre 1983 149


Notas y Documentos _ _ __ __ _ _ _ __ _ _______________

BLANES, José y FLORES, Gonzalo


198 2a Campesino, migran te y colonizador : el caso del Chapare Tropi-
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1982b Migración y población flotante en el Chapare: procesos de la
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Rural y Urbano.
CASANOVAS, Roberto, ESCOBAR, S. y ORMACHEA, E.
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1980 Factores psicosociales en la migración rural-urbana. La Paz :
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ESCOBAR, Javier
1981 Empresas agrícolas, empleo y migración en Santa Cruz. La
Paz : Proyecto de Migraciones y Empleo Rural y Urbano.
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1981 Agricultura, requerimientos y disponibilidad de fuerza de tra-
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La Paz: Proyecto de Migración y Empleo Rural y Urbano.
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1981 Sistema de contratación y migración laboral temporal en Santa
Cruz, Bolivia. La Paz: Proyecto de Migraciones y Empleo
Rural y Urbano.

150 Revista Andina Vol. 1


Aproposito del 25 Aniversario de Lauricocha
Augusto Cardich
En el presente año, 1983, se cumplen 25 años del descubrimiento y
de los primeros trabajos efectuados en los yacimientos arqueológicos de Lau-
ricocha. Efectivamente, en los primeros meses de aquel año estuvimos reali-
zando prospecciones y exploraciones en dicha zona, particularmente en algu-
nas de sus grutas ubicadas en la puna, alrededor de los 4.000 metros sobre el
nivel del mar. Al haber completado las primeras excavaciones sistemáticas en
dos de sus cuevas principales, tuvimos la seguridad plena de haber encontra-
do espesos estratos precerámicos. Era el mes de Abril de 1958.
Estos hallazgos en el caso de Lauricocha, fueron cabales descubri-
mientos, puesto que antes nadie había encontrado en la región indicios de es-
tos restos arqueológicos antiguos; ni siquiera los nativos o lugareños habían
visto nada similar a los artefactos de piedra que fuimos exhumando. Es que
en estos suelos maduros de las punas y jaleas del Centro, estas piezas arqueo-
lógicas no aparecen en superficie, están cubiertas por los sedimentos y la
vegetación; y porque las cuevas, muy respetadas y temidas, tampoco habían
sido hurgadas.
Cabe recordar la ubicación de estos yacimientos. Hay que señalar,
previamente, que en la toponimia de muchas regiones se distingue primera-
mente el nombre principal, que,abarca una zona más o menos vasta, y, luego,

No. 1, setiembre 1983 151


Crónica s Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

dentro de ella, parajes menores, que adquieren también designaciones par-


ticul ares. El nombre de Lauricocha corresponde a la laguna del mismo nom-
bre. que en el quechua de la región significa laguna azul, y a los terrenos de la
hacienda Lauricocha qu e con su centro en el valle al este del lago comprende
un a ex tensión de varios kilóm etros de radio. Las cuevas de la serie L se en-
cu entran en este valle nuclear de Lauricocha a poca distancia de la casa-
hacienda, en la base de un acantilado de calizas, que algunos llaman también
Capilla, pu es en sus inmediaciones se levantó a principios de 1700 una capi-
lla de la estancia Lauricocha. La otra serie está a 4 Km. al sur, en el lugar
llamado Uchcumachay , dentro de la misma zona. El paraje Lauricocha se
encuentra a 3.900 m. de altitud , cerca a la naciente del río Marañón - Amazo-
nas. Posee un paisaj e típicamente postglacial. Corresponde a la sub-región
Pre- Cordillera del territorio altoandino de acuerdo a las caracterizaciones
que propusimos (Cardich 1958 : 15 y 25), dado su relieve, clima y su proxi-
midad a la Cordillera Raura . Se incluye, asimismo, en la región fitogeográfi-
ca de la puna (Weberbauer 1945: 437) y en la faja de puna normal de la sis-
tematización de los paisajes de los Andes Tropicales de Troll (1958 : 21). Las
coordenadas geográficas que cruzan el núcleo de la zona son: 100 18' 45"
de latitud sur y 760 39' 15" de longitud oeste de Greenwich. Políticamen-
te pertenece a la jurisdicción de la provincia de Dos de Mayo, en el departa-
mento de Huánuco.
Como dijimos arriba , nuestros trabajos se iniciaron a principios de
1958 a nuestro retorno de la Argentina, luego de una temporada de experien-
cias de trabajos de campo arqueológicos realizados en yacimientos de la pro-
vincia de Buenos Aires, dirigidos por el eminente prehistoriador doctor
Osvaldo Menghin, y de asistencia en 1957 a los cursos sobre Prehistoria y
Técnica de la Investigación, que el nombrado maestro dictaba en las universi-
dades de Buenos Aires y de La Plata. Los primeros hallazgos de artefactos
1íticos se realizaron en la planicie de Lauricocha, en capa, en el perfil de la
terraza de 6 m. que fuera cortada por el río. Luego se realízaron sondeos y
excavaciones en cuevas de la serie L, particularmente en la cueva L-1 y a
continuación en la caverna denominada U-1 , en el paraje Uchcumachay. De
estos trabajos realizados hasta Abril, hemos informado aquel mismo año
(Cardich 1958). Posteriormente, en varias temporaoas de años sucesivos, he-
mos realizado excavaciones en la cueva L-2 , cuyos resultados se publicaron
en el segundo informe (Cardich 1964 ). Asimismo, se han agregado labores
de excavación en la cueva L-1 en años posteriores, como los realizados en
1975 (Cardich 1975, 1977). El conjunto de trabajos referidos han confirma-
do los resultados del informe de 1958. Naturalmente se han agregado otros
nuevos datos, inclusive de las etapas agrícolas y alfareras, con la prospección
de sus centros arqueológicos con edificaciones y de sus campos con huellas
de cultivo (Cardich 1974, 1975) que enriquecen, en cierta forma , el panora-
ma arqueológico de Lauricocha. A la vez , mediante trabajos nuestros en
otros lugares de los Andes peruanos, hemos podido ampliar nuestros conocí-

152 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cardich: Lauricocha

mientos confirmando las hipótesis que formulamos inicialmente sobre varios


aspectos de la prehistoria de los Andes Centrales.
Ahora bien, el tiempo transcurrido de un cuarto de siglo desde el
descubrimiento, resulta un lapso adecuado para observar en perspectiva los
avances en este campo, apreciar el significado de estos descubrimientos en la
Historia de la Arqueología peruana y reparar en los aportes -aunque modes-
tos por cierto, como han sido modestos nuestros medios- que han surgido
de estos nuestros estudios e investigaciones. Antes de puntualizar algunas de
las conclusiones obtenidas de las investigaciones de Lauricocha, recordemos
un aspecto fundamental: el de los conocimientos que la ciencia arqueológica
tenía sobre la antigüedad del hombre y la cultura andinos antes de aquel afio
1958. Justamente sobre este punto escribíamos al empezar nuestra publica-
ción sobre Lauricocha (Cardich 1958: 5) : "En el Perú, el relativo adelanto
de las investigaciones arqueológicas ha ido aclarando, notablemente, el desen-
volvimiento de sus altas culturas. Estas positivas conquistas de la Arqueolo-
gía, conseguidas en los últimos decenios, han pemlitido , dentro de estas civi-
lizaciones avanzadas, separar sub-culturas, plantear secuencias y cronolo-
gías, descubrir estilos, y hasta se ha determinado el temprano establecimien-
to de las prácticas agrícolas que estarían entre las más antiguas de América.
Sin embargo, la ciencia prehistórica no tiene datos concretos ni posible cro-
nología de las etapas anteriores. Se desconocen, lamentablemente, las bases
reales sobre las que crecieron y desarrollaron las magníficas altas culturas,
que tanto admiramos. Los escasos hallazgos de representantes de una indus-
tria lítica, posiblemente primitiva, no han sido todavía debidamente estudia-
dos. Parece ser que el magnífico brillo dejado por las altas culturas deslum-
bró a los estudiosos a tal punto que de las culturas primitivas nadie se ocupó
y hasta se negó muchas veces su existencia. En estos graves errores y omisio-
nes incurrieron hasta los más conocidos e ilustres investigadores del pasado
peruano".
En efecto, había resistencia, en particular antes de la década del 50,
a estimar que la antigüedad de la cultura andina rebasara aún siquiera en po-
cos cientos de años el año cero de la Era Cristiana, como se puede apreciar en
los esquemas cronológicos o cuadros de periodificación que publicaron hasta
entonces los principales autores . Se puede exceptuar el acertado cálculo del
doctor J.C. Tel10, que estimó la antigüedad para su Civilización de los Andes
Orientales, que incluye a Chavín, en "un milenio antes de Cristo" (Tello
1942: 714), que ha sido ratificado por los métodos modernos de datación.
Hubo, pues, un descuido y un curioso desacierto en tratar estos temas sobre
la antigüedad del hombre y la cultura andinos. Pues, aunque resulta elemen-
tal y simple que se pudiera conjeturar que entre la entrada por Bering y las
primeras culturas alfareras y agrícolas, es decir, en un lapso de muchos miles
de años, hubieran existido grupos humanos en el hoy territorio peruano, sin
embargo prácticamente no había una formulación explícita ni hallazgos cla-
ros que refrendaran esta posibilidad lógica. Antes bien, predominaba una

No. 1, setiembre 1983 153


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

reiterada omisión y olvido, otras veces una negativa explícita de que hubie-
ran habitado hombres pre-agrícolas en alguna región del territorio peruano,
por una supuesta dificultad del medio, como en los escritos del doctor E.
Romero ( 1949: 30, 31 ), o asignando sólo a la Selva Amazónica un lugar para
estos grupos humanos, como en la formulación del doctor J.C. Tello (1942:
618), cuyo párrafo transcribimos :

"En ninguna región del Perú se han descubierto testimonios arqueo-


lógicos que pudieran ser atribuidos a poblaciones de cultura primiti-
va. No existen salvo, tal vez, en la Selva Amazónica, restos de pue-
blos que hayan vivido exclusivamente de la caza o de la pesca, igno-
rando en lo absoluto la agricultura. Los pueblos que habitaron el
páramo y la puna han sido a la vez agricultores y ganaderos. La Costa
fue ocupada siempre por poblaciones dedicadas a la agricultura y a la
pesca, como lo prueban los residuos agrícolas hallados en los estratos
más bajos de los montículos de basura y conchales del Litoral".

A este nivel de los conocimientos fue un gran logro el alcanzado me-


diante los trabajos realizados por Junius Bird en Huaca Prieta (Bird 1948),
un yacimiento del precerámio tardío, en la Costa norte, que ya presenta hue-
llas de cultivo. Las muestras que se fecharon por Carbono-14 a principios
de la década del 50, arrojó en su fecha más temprana, 4.300 años antes del
presente (BP), que causó revuelo en el ambiente de los estudiosos del antiguo
Perú. Este avance propendió para que en algunos cuadros o esquemas de pe-
riodificación, aunque medrosamente, se mencionara la etapa anterior a la ce-
rámica. Se comprendió mejor, por ejemplo, el cuadro cronológico de la Cos-
ta norte de Larca Hoyle (1948), además se empezó a conocer y a reparar en
los resultados de trabajos preliminares con hallazgos de industria lítica, como
los sondeos realizados en Ichuña (Menghin y Schroeder 1957), y los de
Tschopik en Huancayo (1946 ).
Empero, lo más serio de los errores, omisiones o subestimaciones so-
bre las etapas antiguas de la prehistoria andina, no fue sólo el hecho de que
se escatimara en señalar, en forma explícita, la presencia humana durante los
tiempos anteriores a las culturas alfareras y agrícolas -tan elemental y lógi-
co para conjeturar como dijimos arriba-- sino que no se apreció en forma
correcta el valor de las culturas pre-neolíticas o pre-formativas. La subesti-
mación por ellas llevaba generalmente a no considerarlas en la secuencia ar-
queológica; no interesaban, pues, como nivel cultural. Estos conceptos aún
persisten en cierta forma. Nosotros nos hemos permitido intervenir hace
unos años con un ensayo (Cardich 1971 ), que contiene nuestros principales
puntos de vista para encarar estos temas -una filosofía que hemos tratado
de mantener y afianzar en nuestros escritos- que sostienen el relativamente
apreciable nivel cultural alcanzado por las culturas pre-neolíticas. En pri-
mer lugar, para las instancias americanas más tempranas detectadas fehacien-
temente por la Arqueología, admitiendo un relativo avance, sobre la base del

154 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - - - - _ _ _ _ _ _ _Cardich: Lauricocha

apreciable bagaje llegado anteriormente con los inmigrantes prehistóricos


desde el Viejo Mundo, quienes habrían logrado adaptaciones en sus formas
de vida paleolítica y suficiencia dentro de la economía cazadora - recolectora .
Luego, sosteniendo que el proceso precursor del Formativo o Neolítico em-
pieza temprano en los Andes, por ejemplo, con sus hilillos de raíz en las pri-
meras experimentaciones de la domesticación y el cultivo. Tal vez a fines del
Postglacial Temprano.
Más tarde , al crecer sus prácticas y desarrollar sus tecnologías, estos
logros contribuyeron a la formación de un Protoneolítico llamado también
Arcaico, que se extendió ocupando un apreciable tiempo en el precerámio
tardío. En esta etapa del precerámico, más que en ninguna otra, se produje-
ron en los Andes los numerosos avances e inventos. Estos iban a ser aprove-
chados más a partir del Formativo, naturalmente a otra escala y dentro de
nuevas pautas en la organización social. En efecto, en esta etapa del prece-
rámio tardío nace la agricultura, el rasgo más relevante de las altas culturas
andinas; se domestican o se inician la domesticación de la mayoría de los
cultígenos, destacando la papa, uno de los mayores aportes de América a
la alimentación del mundo ; la domesticación de la llama, la alpaca ; la textile-
ría, la cestería ; la construcción de los primeros templos y aldeas; nuevas ma-
nifestaciones de arte, de la vida espiritual, etc., etc. Esta importante etapa
precerámica, por ejemplo, prácticamente no figuraba eh los cuadros de la
prehistoria peruana, particularmente en los de antes del año 1950.
Ahora bien, hemos tocado así otro tema medular y relevante de la
americanística , por cuanto sobre este tipo de conceptos y nivel de conoci-
mientos que acabamos de comentar, se había entablado una larga contro-
versia entre dos posiciones enfrentadas, polémica que aún persiste, como se
puede apreciar en el libro de Gardini (1978). Por un lado, los autoctonistas
que postulan la formación y creación nativa de las altas culturas, de las civi-
lizaciones americanas. Entendible -si recordamos el concepto que prevale-
cía sobre el valor de las culturas precerámicas- sólo en una especie de pro-
ceso milagroso: que sobre las bases de culturas tan retrasadas se hubieran for-
mado, en tan breve tiempo, las magníficas altas culturas. Por el otro lado,
los difusionistas, para quienes la aparición de las civilizaciones americanas no
se hubiera producido sin los aportes fundamentales de elementos culturales
llegados por difusión durante el Neolítico o Calcolítico desde el Viejo Mun-
do, por cuanto los retrasados americanos de la "era primordial" no eran
capaces de crear independientemente las altas culturas. Ahora se puede afir-
mar, como hemos escrito en varios trabajos anteriores (Cardich 1971 , 1976,
1980), que ninguna de estas dos posiciones podrían explicar por sí solas, ni
aún combinadas, la realidad de este interesantísimo panorama prehistórico.
Para atisbar mejor el tema hacía falta la nueva evaluación de las culturas pre-
cerámicas que habíamos propuesto; porque el mayor caudal cultural quepo-
sibilitó la aparición de las altas culturas americanas vino de atrás, del fondo
de los tiempos, del Paleolítico, Epipaleolítico y Protoneolítico americanos,

No. 1, setiembre 1983 155


Crónicas Bibliográficas----------- - - - - - - - - - - - - - -

es decir, del llamado en su amplia acepción como etapa Precerámica. Ahora


está quedando claro, con los hallazgos arquelógicos, que varias culturas inme-
diatamente anteriores al Fonnativo o Neolítico, eran ya notablemente im-
portantes por sus logros culturales. Asimismo, entendemos que las probables
llegadas de elementos del Neolítico y Calcolítico del Viejo Mundo, no ha-
brían podido incidir por si solas en la formación de las civilizaciones america-
nas, pues solamente habrían alcanzado a constituir aportes secundarios o
subsidiarios.
Ahora puntualizaremos las principales conclusiones obtenidas en los
diversos trabajos realizados en Lauricocha, que consideramos pueden consig-
narse en esta especie de recordatorio, a la par que se comentarán también las
actuales posiciones sobre la antigüedad peruana :
1.- Como vimos en un acápite anterior, la fecha más antigua determinada
por la Arqueología peruana hasta 1958, era la datación por Carbono-14
para la muestra de más edad de Huaca Prieta, con 4.300 años antes del pre-
sente (BP). Una muestra de la cueva L-2 de Lauricocha, constituída de car-
bón vegetal, huesos quemados y cenizas fue enviada a los laboratorios de
Isotopes Incorporat ed de New Jersey en 1959 para el análisis del Carbono-
14, arrojando la edad de 9.525 ( + ó - 250) años antes del presente, o sea ,
casi l O.000 años. La muestra fue tomada del nivel de ocupación más profun-
do, en el sector de la entrada o vestíbulo de la cueva , y fue extraída en pre-
sencia del arqueólogo Ramiro Matos Mendieta. Esta datación certificaba que
se había ampliado considerablemente el campo de la prehistoria peruana, en
más de 5 milenios, agregando conocimientos y datos sobre épocas completa-
mente ignoradas.
2.- Al realizar excavaciones en las cuevas de Lauricocha, se han encontrado
ubicadas en estratos sucesivos, las huellas de la presencia del hombre en
c~tos l 0.000 años. Este notable perfil estratigráfico que alcanza los 3. 70 m.
en la cueva U--1, 3.20 m. en la cueva L-2, y 2.50 m. en la cueva L-1, se
asienta, en cada cueva, sobre un estrato bien ubicado y relacionado con even-
tos glacifluviales de la zona, reconocidos también en nuestros estudios. Los
estratos culturales más profundos contienen, pues, restos del precerámico,
ocupando alrededor de la mitad del espesor de todo el perfil o algo más.
Luego , inmediatamente por encima aparecen las capas conteniend(:) restos de
alfarería, primero la cerámica temprana, chavinoide; después ascendiendo en
niveles, fragmentos de alfarería de las culturas intermedias, luego cerámica
Inca, cerámica de la Colonia fabricada con torno, loza y algunos restos mo-
dernos en la superficie. A la riqueza de elementos precerámicos, en estas
cuevas de Lauricocha, se agrega, pues, la presencia de restos de los niveles
alfareros, a distintas profundidades dentro de los sedimentos también en gran
parte culturales, en correspondencia con sus respectivas edades, en una se-
cuencia completa. Esta notable acumulación de niveles culturales alcanza
mayor relevancia cuando advertimos que Lauricocha está ubicado dentro de

156 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cardich: Lauricocha

un gran núcleo de avances y movimientos de estas culturas en los Andes,


puesto que está a no mucha distancia de Kotosh, Chavín de Huántar, San
Bias, Ancón, Recuay, Tantamayo, Huánuco Pampa, para nombrar los más
conocidos, y por la zona pasa el camino troncal de los incas. La estratigrafía
y esta ubicación reafirma lo señalado anteriormente (Cardich 1958: 36): que
Lauricocha "es el yacimiento sudamericano de mayor seriación encontrado
hasta ahora".
3.- Luego de los primeros estudios en Lauricocha, esbozamos una "Tabla
Esquemática de la Prehistoria Andina (Región Central del Perú)" que
apareció en el primer infonne (Cardich 1958: 13 ). Es un cuadro de periodi-
ficación, que a pesar del tiempo transcurrido, aún conserva su vigencia, al
igual que los cuadros cronológicos de las páginas 1O y 11 del mismo informe,
naturalmente hechos con los datos que se tenían hasta entonces.
4.- Señalamos ya desde nuestro primer informe de Lauricocha, en base a los
hallazgos y otras consideraciones, que "el escenario geográfico del Perú.
contrariamente a lo que se ha venido afirmando, ha presentado condiciones
favorables para la vida del hombre en los tiempos tardío y postglaciales"
(Cardich 1958: 9).
5.- De acuerdo a los estudios arqueológicos, hace 10.000 años o poco más se
estaba produciendo un tenue pero relativamente generalizado poblamien-
to en el hoy territorio peruano, aunque con diferente concentración según
las regiones. En la variada y amplia extensión del Perú, estos primitivos
pobladores prefirieron el territorio altoandino, logrando una gran adapta-
ción. Señalamos ya desde nuestro primer trabajo (Cardich 1958: 14-23) la
importancia del territorio altoandino en la prehistoria peruana. Llamamos
territorio altoandino al territorio ocupado por el hombre por encima de los
2.800 ó 3.000 m. s. n. m. (en el Norte desde los 2.400 m.). Se hace esta deli-
mitación inferior por cuanto las características climáticas de las grandes alti-
tudes (temperaturas disminuidas, baja presión atmosférica, gran amplitud tér-
mica diaria, formación de escarcha y granizo a pesar de su ubicación en la
zona tórrida, etcétera) se advierten hasta este nivel. Asimismo, en los estu-
dios de fisiología humana de altura, se señala que la incidencia de la altitud
empieza a hacerse mucho más notable a partir de esta cota. Hay otro hecho
fundamental: en los Andes el relieve se suaviza un tanto arriba de los 3.000
m. de altitud, brindando mayores extensiones para el establecimiento huma-
no. A esto se agrega una provisión más o menos buena de agua, por las pre-
cipitaciones incrementadas con la altura, por la existencia de deshielos, de
lagos, manantiales y de numerosos arroyos y ríos. Este extenso territorio
ha sido ocupado por el hombre desde tiempos remotos hasta el presente, y
constituye el eje fundamental de todo el mundo andino.
6.- Los primitivos inmigrantes , aquí detectados. irrumpieron en el territorio
peruano actual portando una tecnología bastante desarrollada en la ela-

No. 1, seti~mbre 1983 157


Crónicas Bibliográficas - - - - - -

boración de artefactos de piedra que incluía, por ejemplo, el trabajo a pre-


sión. Alcanzaron, como se dijo, una relativa mayor concentración en el
territorio altoandino, particularmente en los sectores más altos, esto es en
las jaleas, punas, sub-punas y cordilleras. En 1958 se realizaron excavacio-
nes y sondeos en 7 cuevas en la zona de Lauricocha que está ubicada en el
sector de puna, alrededor de los 4.000 m. de altitud con resultados positivos
en restos arqueológicos precerámicos; luego hicimos sondeos en 5 cuevas en
la quebrada del Huallaga en el sector de la quechua (3.100 a 3.700 m.), en
los aledaños de Yanahuanca, con resultados completamente negativos (Car-
dich 1958 : 9).

7 .- En los sectores de mayor altitud del territorio altoandino encontraron


recursos suficientes, particularmente en camélidos y cérvidos, sus presas
predilectas, y "la escasez de huesos de aves y roedores, como residuos de ali-
mentación, nos indica que aquellos cazadores no tuvieron dificultades en
procurarse alimentos" (Cardich 1958 : 12). Estos antiguos cazadores y reco-
lectores habrían ocupado, pues, estas zonas altas "aprovechando sus bonda-
des, practicando la conocida vida semisedentaria de los cazadores superiores,
qu e puede llamarse también de nomadismo regional. Parece que constituye-
ron, pues, poblaciones definitivamente asentadas en la zona" (Cardich 1964:
44 ). Estas conclusiones nuestras no fueron aceptadas por todos, pues apare-
cieron trabajos más tarde de autores como Lanning (1963, 1965-1970) y
Lynch ( 1967) que plantearon un modelo de transhumancia en los Andes
Centrales, según el cual los yacimientos como Lauricocha, en la puna, serían
sólo campamentos estacionales de cazadores que vivían mayormente en tie-
rras bajas, como la Costa, y que en el verano (temporada de lluvias en la
Sierra) ascendían a las punas y cordilleras detrás de las manadas de caméli-
dos y cérvidos que subían a buscar pasturas, para retornar luego al empezar
las secas en la Sierra, completando el ciclo de la transhumancia. Escribimos
de nuevo sobre el tema, con mayores datos, rectificando esas formulaciones
(Cardich 1976), puesto que están basadas sobre datos incorrectos como en
aquello de que las manadas de camélidos cumplen una ronda anual de Costa
y alta Sierra, y de que habría una analogía entre la vida estacional de los
Paiute (Lynch 1967) y los precerámicos de los Andes Centrales.
8.- Tienen gran valor para la Prehistoria y la Historia racial de América los
hallazgos de los restos fósiles del hombre de Lauricocha. En la cueva
L- 2 a 3.30- 3.40 m. de la superficie, dentro del banco glacifluvial estéril y
limpio , pero próximo a la capa negra orgánica de Lauricocha 1, se hallaron
dos esqueletos humanos muy deteriorados, que pertenecieron a dos repre-
sentantes de los grupos humanos más antiguos que llegaron a la cueva, esto
significa una edad cercana a los 10.000 años. Se encontraron otros entierros,
particularmente de niños, en este nivel. La ubicación estratigráfica que indi-
ca la edad notada es bastante evidente y ha sido cuidadosamente verificada

158 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cardich : Lauricocha

con la colaboración de distinguidos arqueólogos que viajaron a Lauricocha


(Cardich 1960 : 113). Estos hallazgos destacan preferentemente entre los
esqueletos de más edad de toda América, por su muy importante condición
de estar en perfecta relación con estratos culturales claros y cronologizados.
Mediante estos hallazgos y los estudios antropológicos realizados por el doc-
tor Marcelo Bónnida (Bónnida 1965), se conocen las características raciales
de estos grupos humanos que estaban poblando los Andes hace l 0.000 años.
Eran dolicohipsicéfalos, con cara medianamente ancha, estatura alrededor
de 1.62 m. , con características relacionadas a la raza paleoamericana Láguida
y a la vez al tipo Paucarcancha de Newman. Es importante el dato de edad
en dos de ellos, de 50 y 60 años, para conocer que el ciclo no era muy corto.

9.- Estos hallazgos de osamentas humanas muestran, además, aspectos sobre-


salient~s de la vida espiritual de aquellos antiguos pobladores, según po-
demos ohc;ervar en el particular arreglo de las tumbas de niños (Cardich
1964: 114 - 118 ). Estas tumbas de Lauricocha I, encontradas en la cueva
L-2 , fueron preparadas cavando junto a las pocas piedras de buen tamaño
que sobresalían un tanto del banco glacifluvial estéril del piso de la cueva ;
sobre este piso empezaron a asentarse los hombres en la edad referida, esto
es, en la aurora del Holoceno ; y cuando el relleno cultural oscuro que empe-
zaba a acumularse sobre el piso no había cubierto todavía dichas piedras, eli-
gieron el sitio para inhumar a sus niños fallecidos. Estas tumbas de niños
contenían un ajuar relativamente rico en artefactos de huesos y de piedra y
cuentas de collar (en unas tumbas de hueso, en otras de turquesa o de valva).
Depositaban también en la tumba, el ocre, rojizo o amarillo, y un rasgo par-
ticular, no conocido anteriormente: el uso de oligisto, o sea el hierro metáli-
co brillante, en polvo o en gránulos, que cubría la osamenta, la cual presenta-
ba gran deterioro, aunque se podía advertir las características de haber sido
un entierro secundario. Las tumbas de adultos eran más sencillas.

10.- En la misma cueva L-2 se hallaron otros esqueletos humanos a una pro-
fundidad de 3 m., ya dentro del depósito de la capa cultural más pro-
funda. Estos entierros aparecen sellados por una capa de ceniza, y es la capa
P de la cuadrícula E (Cardich 1964: 54) la que se extiende también por todo
el plano fuera de esta cuadrícula. Esta capa de ceniza no presenta alteración
lo que garantiza la notable antigüedad de estas osamentas. Corresponderían
a humanos de principios de Lauricocha 11, esto es, ele 6.000 a 8.000 años de
antigüedad. Entre estos hallazgos, uno presenta el cráneo con una deforma--
ción artificial del tipo "tabular erecta", que revoluciona también las ideas so-
bre la antigüedad de estas prácticas.

11.- Los instrumentos de piedra de Lauricocha se caracterizan por corres-


ponder a una industria de puntas. Se debe señalar al respecto, que estas
modalidades de puntas lanceoladas, que en figura presentan las formas de ho-

No. 1, setiembre 1983 159


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

jas, como las de sauce o de Jaurel, tienen gran distribución no sólo en Améri-
ca sino también en el Viejo Mundo, que hasta a hecho decir a un conocido
autor que este panorama " ... ha empezado a crear la sospecha de si estaremos
en presencia de una técnica que se difundió en un determinado momento de
la última glaciación, por un imenso arco, uno de cuyos extremos es el Cabo y
el otro Tierra del Fuego" (Pericot 1960: 15). En el Nuevo Mundo se pueden
nombrar, entre las más características, las puntas Cascade y las que aparecen
debajo de las llamadas Sandia, en Norteamérica; asimismo las puntas Lerma
de México, El Jobo de Venezuela, Lauricocha de Perú, Ayampitín de Argen-
tina (no se nombran los hallazgos en superficie, por exigencias metodológi-
cas). En cuanto a la referencia arqueológica más antigua en la bibliografía
sudamericana está en el informe de unas excavaciones de F. Ameghino (Ame-
ghino 1885; Gonzales 1961: 14) donde da a conocer los hallazgos de "pun-
tas en forma de almendra", en capa precerámica y en un perfecto contexto.
Posiblemente, estas industrias en Sudamérica derivan de una gran tradición
común, sin embargo, las adaptaciones regionales le han conferido caracterís-
ticas inconfundibles a sus respectivas industrias; de ahí la necesidad de identi-
ficarlos en sus contextos regionales. Es el caso, por ejemplo, de los cazadores
y recolectores altoandinos de Lauricocha, que poseen puntas foliáceas, bifa-
ciales, espesas y más bien pequeñas de acuerdo a una medición promedio,
acompañados de numerosos raspadores, de cuchillo-raederas, de lascas usa-
das, aunque con una ausencia casi total de piedras de moler, ante todo en los
niveles más antiguos.

12.- A estas industrias adaptadas así al ambiente de los Andes Centrales, lla-
mamos tradición Lauricocha. Designación que deben llevar las indus-
trias que presentan similares artefactos, particularmente ciertos tipos de pun-
tas líticas y que aparezcan en el contexto de cazadores de camélidos y cérvi-
dos en las grandes alturas de los Andes Centrales, por una elemental ética
puesto que en estas industrias fueron descubiertas, descritas y cronologiza-
das en Lauricocha, en un perfecto contexto y algunos de cuyos rasgos esta-
mos subrayando en esta nota. Hemos separado tres fases en esta tradición
precerámica de Lauricocha desde el punto de vista de su industria lítica, aún
cuando tengamos que sef1alar que todo el conjunto corresponde a una larga
tradición. A estas ligeras diferenciaciones en el complejo lítico se suman
otras con más elementos del conjunto, todo lo cual nos llevó a separar tres
horizontes en la industria de Lauricocha: Lauricocha I, Lauricocha II y Lau-
ricocha lll, que luego vimos afianzarse al correlacionarlos con industrias que
han sido descubiertas posteriormente a lo largo de los Andes. Veamos el pri-
mer horizonte: Lauricocha I, que comprende desde el primer arribo del hom-
bre a la región hasta los 8.000 años BP. A este primer horizonte correspon-
den las puntas foliáceas típicas de esta tradición, cuyas formas van desde la
doble punta (base aguzada), a la punta con base más o menos redondeada.
Alcanzan en pocos casos los 80 mm. de largo, aunque la mayoría sólo mide

160 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ Cardich : Lauricocha

alrededor de los 35 mm. Se han encontrado en. número menor, puntas


triangulares con base en ligero arco y que muestran un fino trabajo a pre-
sión, cuya presencia es más notoria luego en Lauricocha 11. También en-
contramos un tipo de punta subpentagonal con dos aletas laterales, tipo que
después se abandonó en Lauricocha; se suman los raspadores y unos pocos
cuchillos y lascas usadas, algunos núcleos y desechos de talla. Existen pocos
instrumentos de hueso, como perforadores y espátulas, puñales y retocadores
de asta. Luego, en el perfil de las excavaciones, se advierte un ligero enrique-
cimiento de la industria lítica, que coincide con otros indicios de algunos
cambios, que veremos aparte. Este nivel fue fechado en lsotopes Incorpora-
ted, mediante muestras de carbón de la cueva U- 1 a 3 m. de profundidad.
que arrojó la edad de 8.140 ( + ó - 140) años BP, que redondeando toma-
mos para empezar el horizonte Lauricocha 11 (8.000 a 5.000 años BP). La
industria lítica muestra lo siguiente : las puntas foliáceas que aparecieron en
Lauricocha I presentan una variedad sensiblemente mayor en formas y tama-
ños; algunos con finos trabajos, entre ellos los hechos a presión, logran tam-
bién obtener algunas puntas finas con bordes aserrados ; aparecen las cuchi-
llo-raederas, núcleos, lascas y alguna pre- forma y escasos percutores o ma-
nos de molino. Un detalle interesante es que en capas correspondientes a
Lauricocha II y también de Lauricocha III ( de 5.000 a 4.000 años BP ), en-
contramos acumulaciones de piedras quemadas, que probablemente corres-
pondan a modalidades culinarias; las piedras tienen huellas de haber sido usa-
das como elementos termóforos y son de la misma calidad y tamaño e inclu-
sive forma , en un número aproximado, del conjunto de piedras que se usan
actualmente en la región para las pachamankas o watias (Cardich 1978: 7).
Hay escasos huesos utilizados. Durante Lauricocha II, este horizonte de pun-
tas foliáceas que en Lauricocha I se difundió a lo largo de los Andes mant~-
niendo alguna uniformidad , se insinúa, sobre la básica presencia de puntas
foliáceas típicas, la aparición de algunas formas regionales. Así, entre Lauri-
cocha, Junín (Matos Mendieta 1975), Tres Ventanas (Engel 1970; Chauchat
1972), Quishqui Puncu (Vescelius 1964 ), Guitarrero (Lynch 1970, 1980), no
se advierten mayores diferencias; empero en el yacimiento Caru, en la sierra
de Tacna (Ravines 1967), que se inicia en el 8.240 BP, se hallaron junto a
puntas foliáceas típicas, muchas puntas romboidales y otras pedunculadas;
asimismo en Sumbay, Arequipa, (Neira Avendaño 1968) se encuentran unas
puntas de limbo triangular y pedúnculo ancho e insinuación""de aletas en am-
bos lados, más otras su btriangulares con escotadura basal; otro tanto en
Toquepala, en el nivel correspondiente (Ravines 1972) se insinúan las puntas
romboidales y otras pedunculadas. Hay un yacimiento en las Sierras Centra-
les de Argentina con buena estratigrafía y fechado radiocarbónico para sus
ir..icios en el año 8.000 BP (González 1961) donde aparecen numerosas pun-
tas foliáceas típicas; sin embargo, podemos señalar que estas tienen en pro-
medio un tamafio mayor que las puntas andinas, además están asociadas a
una notable cantidad de molinos de piedra. Estas primeras diferenciaciones

No. 1, setiembre 1983 161


Crónicas Biblioyráficas - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

se van a acentuar en el .horizonte Ill (5.000 a 4 .000 años BP) en Lauricocha.


Aquí, de acuerdo a la observación en los Andes Centrales, el concepto de
horizonte se debilita un tanto más que en el horizonte anterior. Es que las
diferencias que estuvieron surgiendo toman más peso en la caracterización de
los conjuntos industriales. En Lauricocha se aprecia una sensible disminu-
ción de los artefactos líticos y un ligero repunte de los huesos utilizados; se
agregan algunos tipos de puntas corno las que tienen la base más ancha que el
limbo. Al mismo tiempo, en los yacimientos del sur del Perú, se agregan for-
mas algo distintas o en diferente concentración que en los yacimientos del
Centro y del Norte, tales como las puntas triangulares pequeñas y finas , otras
con escotadura basal pronunciada que aparecen, por ejemplo. en Ichuña,
Toquepala y otros yacimientos hasta en los niveles tardíos de Intihuasi
(Argentina); también se han hallado puntas pedunculadas de varias fonnas .

13.- De acuerdo a los resultados de las excavaciones. se puede inferir que la


economía de estos grupos humanos precerámicos de Lauricocha , ha
estado basada fundamentalment e en la caza de grandes o med ianos herbívo-
ros ( camélidos y cérvidos) :i la que se habría agregado la recol ección . Duran-
te Lauricocha I ( 10.000 o más a 8.000 años BP), los desperdicios óseos de
alimentación muestran una mayor proporción de huesos de tarugo o taruca
(Hippocamelus). aventajando ligeramente a los huesos de camélidos (Cardich
1960 : 98 , 108 ). Esta misma diferencia ha sido determinada más reciente-
mente mediante cómputos ajustados para restos del nivel más profundo de la
cueva Panaulauca de Junín (Wheeler Pires -Ferreira y otros 1976). Luego en
Lauricocha II (8.000 - 5.000 años BP) y Lauricocha III (5.000 - 4.000 años
BP) se incrementa el consumo de camélidos en forma marcada (géneros
Úlma y Vicugna ), pasando a segundo término el de cérvidos. Se está com-
probando que durante el Postglacial Medio se produjeron oscilaciones climá-
ticas que llevaron en varios momentos a un incremento tém1ico acentuado y
que fu e acompañado con aumentos en las precipitaciones, lo que habría
constituido un verdadero Optimum climaticum , que tal vez haya sido favora-
ble para estas sociedades en las que esta tradición Lauricocha alcanzó un ma-
yor auge. Es posible también que se haya alcanzado una acentuación en la
vida regional , con un mayor semisedentarismo, lo que habría favorecido para
que se iniciaran las e xperimentaciones en la domesticación de plantas y, pro-
bablem ente tambi én, dado su gran contacto, la domesticación de llamas y
alpacas. como dijimos ya en 1960 (Cardich 1960 : 117). En general , se puede
decir qu e la caza de camélidos (La,ma y Vicugna) y cérvidos (Hippocamelus,
Odocoileus y en núm ero mucho menor Ozotoceros) ha sido , pues, el patrón
de los antiguos cazadores andinos de la tradición Lauricocha . Esta caracte-
rística se ha confirmado a lo largo de los Andes, de acuerdo a los resultados
de excavaciones arqu eológicas. Sin embargo , en algunas zonas marginales o
más pobres en estos recursos , con el tiempo, en los estadios más tardíos,
lograron incluir una gama faunística más amplia, sobre todo en animales me-

162 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cardich: Lauricocha

nares. Así sucedió en Toquepala, donde a los camélidos se agregó en impor-


tancia la vizcacha de la sierra, un roedor del género Lagidium, que en otros
yacimientos aparece sólo en forma esporádica. En cuanto a los recursos
vegetales, hemos hecho una aproximación con estudios etnobotánicos (Car-
dich 1976), pues la humedad de los sedimentos en las cuevas no ha conserva-
do el material orgánico perecedero. Sin embargo, en otros yacimientos de la
Sierra como en Guitarrero, Tres Ventanas, Jayhuamachay, Junín se han iden-
tificado restos vegetales que contribuyen al conocimiento de este tema fun-
damental en la prehistoria de los Andes.

14.- La ubicación de Lauricocha, alrededor de los 4.000 m. sobre el nivel del


mar, nos demuestra que a pesar de las oscilaciones climáticas aconteci-
das en el Holoceno, la zona ha tenido y tiene un carácter de habitabilidad
por el hombre. La existencia de yacimientos arqueológicos en zonas de ma-
yor altura aún, como en Ranracancha ( 4.340 m. ), Arca ta, los numerosos
yacimientos de Junín, otros en el sur del Perú y en punas de los países veci-
nos como Bolivia y Chile, refuerzan nuestras ideas sobre el importante pobla-
miento del territorio altoandino expresado en nuestro primer informe de
Lauricocha (1958: 22) y en trabajos posteriores (Cardich 1960: 92 , 100).
Esto, creemos, ha sido un aporte positivo, por cuanto se había asentado la
idea de que tales alturas no eran propicias para la vida del hombre; inclusive
en interpretaciones de algunos arqueólogos como W. Bennett (1953 ), se
llegaron a expresar tales reservas.

15 .- En cuanto a la antigüedad del hombre peruano, como hemos comenta-


do arriba, había, pues, para los momentos del descubrimiento de Lauri-
cocha, un panorama todavía oscuro, nebuloso de los acontecimientos. Desde
entonces se ha ido clarificando, ante todo mediante el agregado de importan-
tes trabajos arqueológicos realizados por varios autores en varias zonas del
país y las confirmaciones de las conclusiones obtenidas en Lauricocha. El
tema corresponde a un problema mayor aún no resuelto, el del antiguo po-
blamiento de América. El tema en sí es complejo, pero creemos que se ha
ido complicando indebidamente mediante planteas inadecuados. Sin embar-
go, se han dado ya grandes pasos alcanzando aproximaciones no muy afina-
das, aunque lo suficientemente orientadoras como para decir que América
fue poblada por el hombre en tiempos relativamente tardíos en comparación
con los otros continentes. Los métodos de datación absoluta como el del
Carbono-14, entre otros, están facilitando el ordenamiento cronólogico.
Sin embargo -para decirlo en forma breve y sencilla- han surgido también
algunos inconvenientes en el uso de estas dataciones, unas veces por las con-
diciones de las muestras, algunas con posibles contaminaciones que pueden
hacer ampliar o disminuir las cifras de los resultados; otras veces por las aso-
ciaciones no correctamente determinadas por efectos de remociones o intru-
siones anteriores en los sitios arqueológicos; o también por la no muy rara

No. 1, setiembre 1983 163


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - -- - - - - - -

pos1c10n de algunos autores de considerar como artefactos a simples piezas


naturales o de modificación natural, aduciendo una primitividad tecnológica,
como si se pensase que hubieran llegado a América los más remotos arqueo-
antropinos, y en esos casos usan para fechar muchas veces las materias orgá-
nicas asociadas, como huesos paleontológicos, lo que no tiene nada que ver
con la presencia del hombre. Ahora bien, para el tema, en general, hay que
reconocer dos grupos de formulaciones: l) las simples hipótesis o estima-
ciones cronológicas teóricas y las afirmaciones basadas en débiles o dudosos
indicios arqueológicos, dentro de este grupo se han formulado estimaciones
cronológicas diversas, de pocas a muchas decenas de milenios, predominando
estas últimas; y, 2) el grupo de formulaciones en base a dataciones seguras,
que la ciencia arqueológica con sus recaudos y rigor de objetividad ha ido
determinando , y que es aceptado por la mayoría de autores que están en el
tema. Empero , conviene aclarar que estas dataciones sólo muestran el estado
de los conocimientos científicos hasta el momento y no quiere decir que en
el futuro no se obtengan otras dataciones seguras que amplíen la cronología
actual. Las diferentes posiciones basadas en estas dataciones, aún no han
demostrado fehacientemente una edad segura para la presencia del hombre
en América anterior a los 12.000 años BP o poco más.
16 .- Escribimos hace algunos años lo siguiente (Cardich y otros, 1973 : nota
2) , comentando estos planteamientos : "Nosotros particularmente cree-
mos, como hipótesis, que el antiguo poblamiento de América puede alcanzar
cifras más altas (que los 12.000 años), pero estamos de acuerdo en que la
presentación de la mayoría de los hallazgos de alta edad, hechos hasta el pre-
sente, señala condiciones que no satisfacen completamente los recaudos ne-
cesarios que requiere una objetividad científica más ajustada... A lo que sí
queremos llamar la atención es a la tendencia que se está generalizando de
pretender reeditar para América, todo el desarrollo histórico de la industria
lítica producido en el Viejo Mundo en más de dos millones de años, compri-
miéndolos en unos escasos 12.000 ó 20.000 años. Estas formulaciones pre-
sentan generalmente esquemas apretados, donde aparecen secuencias forza-
das para explicar el supuesto proceso. Por este camino, naturalmente, se
tenía que enc.ontrar también ante problemas similares como los surgidos en
el Viejo Mundo con los llamados "eolitos" (esas pretendidas industrias del
terciario), por lo sumamente dudoso que resulta poder asignar una artificia-
lidad a ciertas piezas líticas americanas correspondientes a supuestas indus-
trias. Entre estas que conocemos, tenemos para Sudamérica, por ejemplo,
la de Paccaicasa fechada en 22.000 años BP (MacNeish 1971 ), y Red Zone
estimada en 13.000 a 14.000 años BP (Lanning y Patterson 1967). No
creemos aceptable que el Homo sapiens de hace unos 22.000 años ó 14.000
años no haya tenido una capacidad técnica para producir una industria lítica,
tosca tal vez, pero sí clara y definidamente humana, y no litos dudosos equi-
valentes a las aludidas piezas surgidas de los estratos del Terciario del Viejo
Mundo".

164 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cardích: Lauricocha

17 .- Para encuadrarnos dentro de las exigencias de la disciplina arqueológica.


hasta el presente se puede hablar de una edad comprobada para la anti-
güedad del hombre peruano de unos 10.000 años o poco más, como un dato
seguro. Tal vez se pueda esperar, por lo menos dentro de este encuadre, 1 ó
2 milenios más, pues hace 10.000 años había ya un tenue poblamiento en
varias zonas del territorio peruano, el que sería razonable explicar con un ne-
cesario antecedente. Pero veamos los reparos que habría para aceptar las
edades más altas reclamadas en algunos trabajos arqueológicos. Uno de los
más difundidos, el de los niveles Paccaicasa y Ayacucho de la cueva Pikima-
chay (MacNeish, 1971) que corresponderían a las manifestaciones culturales
de los grupos humanos que habrían ocupado la cueva mencionada desde hace
22.000 años hasta alrededor de 12.000 años atrás. No hay artefactos seguros
de estos supuestos "complejos" ni carbón que sería un elemento infaltable
de la ocupación humana de una cueva. Llama poderosamente la atención
que de alrededor de 10.000 años de presencia del hombre en el sitio, no ha-
yan quedado huellas seguras y definidamente humanas en el piso, que tiene
una acentuada sedimentación. No sería correcto, pues, adjudicarles el carác-
ter de niveles culturales. Sólo acaso un punto de vista de extrema subestima-
ción de las culturas precerámicas andinas, podría aproximarse a compartir
estos postulados , como aquella vieja idea de Elliot Smith de "que los indios
americanos vivían como antropoides hasta los principios de nuestra era" (en
Lowie 1946: 199 ). Otro sitio arqueológico conocido es la cueva Guitarrero
en Ancash, sobre la que se publicó indicando la fecha de 12.560 años BP pa-
ra un nivel cultural y que se había encontrado huesos humanos de aquella
edad, los que constituyeron datos de gran impacto en la arqueología peruana
y americana (Lynch y Kennedy 1970). Esta caverna fue excavada en 1969
por T. Lynch y sobre ella se han publicado varios trabajos en años posterio-
res (Adovasio y Lynch 1973; Kaplán, Lynch y Smith 1973; Lynch 1980).
Sin embargo, han surgido replanteos y cuestionamientos sobre sus conclusio-
nes. Se ha publicado un amplio y serio análisis de este trabajo por G. Vesce-
lius, un conocedor de la zona y de la arqueología andina, en dos entregas
(Vescelius marzo de 1981; julio de 1981 ). Creemos que con estos análisis
han quedado al descubierto serias falencias de estas investigaciones en Guita-
rrero y las conclusiones publicadas carecerían de sustento seguro. A esto se
agrega la afirmación del propio autor, que los huesos humanos dados a publi-
cidad como encontrados en Guitarrero y con edad de 12.560 años, no eran
de dicho sitio sinó que hubo un error de bolsas y el autor había leído mal la
etiqueta (Lynch 1980: XV). Además de los numerosos fechados al Carbo-
no-14 realizados recientemente, ninguno repite ni se acerca a la fecha de
12.560 años; así, el complejo I tiene fechados de 9 .140, 1.660, l. 790 y
9.475 , esto es, alrededor de 9 .5000 años BP, esto corresponde a Lauricocha
I, como lo denotan sus piezas, así como los de sus complejos más recientes.
Aquí, a las críticas de Vescelius nos vemos en la necesidad de agregar una
observación a la tentativa muy forzada de Lynch (1980 : 293 y siguientes)

No. 1, setiembre 1983 165


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

de tratar de vincular las industrias líticas de Guitarrero con sitios tan lejanos
como la Patagonia, Colombia, la Costa, comparando muchas veces elementos
aislados que no valen para el caso, cuando lo prioritario era compararlas con
las industrias de Lauricocha, situada a sólo 170 Km. en línea recta, aprove-
chando las ilustraciones publicadas o las colecciones que existen en Lima.
Además, Lynch habla de tipos de puntas descritos hace ya 25 afios en Lauri-
cocha a los que con ligereza cambia de nombre. Todos estos complejos de
Guitarrero pertenecen claramente a la tradición Lauricocha.

18.- Por las consideraciones anteriores, el horizonte Lauricocha I estaría


representando, con seguridad para la región andina, las industrias más
antiguas. Nombraremos a continuación los yacimientos de la Sierra que
corresponden a este horizonte I, tanto por la presencia clara de la industria
típica como por los fechados radiocarbónicos, siguiendo el orden en que fue-
ron descubiertos: Lauricocha I, 9.525 años BP, descubierto en 1958; Toque-
pala , 9.490 y 9.580 años BP, descubierto y fechado por Emilio González
García en 1963 ; cueva de Guitarrero excavada en 1969, fechado alrededor
de los 10.000 años por T. Lynch ; J unín en 1970, fechado por Ramiro Matos
Mendieta en 9.010 años BP para la cueva Pachamachay; Puente-Jayhua en
Ayacucho descubierto por R. MacNeish en 1970, con 9 .51 O años BP, con
piezas foliáceas bifaciales del tipo Lauricocha ; Tres Ventanas con fechados
de l 0.080 y 9.990 años BP, descubierto por F. Engel en 1970. Estos princi-
pales sitios detectados corresponden a un área que está demostrando la pre-
sencia de artefactos del tipo Lauricocha desde, por lo menos, la sierra de La
Libertad (no hay datos de más al norte) por los indicios encontrados en
Shorey y aledaños (Cardich 1960: 111 ), hasta los límites del sur, a lo largo
de todos los Andes, y prosigue en los países vecinos.

19.- Las puntas foliáceas del tipo Lauricocha, aunque en menor concentra-
ción, también están vinculadas a las industrias del sur y el centro de la
costa. En la costa del norte aparecen puntas de características diferentes ;
ante todo son más largas y menos espesas, entre ellas destacan unas de pe-
dúnculo pequeño ; esta industria está circunscrita a la costa norte, particular-
mente a las zonas de Paiján, Pampa de los Fósiles y Cupisnique y parece que
llega débilmente hasta la costa central. A las estimaciones sobre la edad he-
cha por Larco Hoy le ( 1948) se han agregado algunos trabajos arqueológicos
en años recientes por varios arqueólogos (Ossa y Moseley 1971 , Deza Rivas-
plata 1975, Chauchat 1975) y se han señalado edades de 10.000 y 11.000
años BP para sus inicios. En uno de sus recientes trabajos C. Chauchat
( 1979) hace un ordenamiento de los estudios, además demuestra la vincula-
ción de estos artefactos con determinadas canteras y talleres, asimismo,
demuestra que no existe asociación con huesos de animales extinguidos e
informa del hallazgo de dos equeletos humanos, debajo de los cuales encon-
tró muestras de carbón que dieron l 0.200 años al Carbono-! 4 . Sin embar-

166 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cardich: Lauricocha

go, a pesar de que el fechado puede ser coherente, existe el peligro de estra-
tificaciones alteradas, en una región árida con cíclicas perturbaciones pluvia-
les, como las acontecidas en este verano de 1983.
20.- En el año 1963 se descubrieron en unos cerros entre Lima y Ancón, en-
tre ellos Chivateros, varias canteras de la antigua manufactura de piedra
(Lanning 1967), que fuera considerada por su descubridor como la industria
de mayor antigüedad de los Andes Centrales (Lanning 1967: 39), además sir-
vió de sustento a su "horizonte andino de bifaces", al que le asigna una pre-
sencia relevante en Sudamérica. Las piezas más características son los gran-
des "bifaces", modelados toscamente por percusión, aparte de que hay otras
piezas que son desechos de los desportillamientos. Se hicieron algunos son-
deos por Lanning en 1963 , Patterson en 1966, Rosa Fungen 1972. Las
excavaciones de Fung no lograron confirmar la secuencia estratigráfica y cul-
tural informada por Lanning y Patterson (Fung y otros 1972). Además han
surgido serios cuestionamientos, como el análisis de Bonavía (1979) y el de
Cardich y Hurtado de Mendoza ( 1980), entre otros, ante todo en bas.e a los
avances de los estudios de tecnología lítica que colocan a estos "bifaces" en
su calidad de simples pre-formas y que no serían, pues,artefactos termina-
dos. Las piezas concluidas, en el caso de Chivateros, serían las puntas bifa-
ciales Luz y Arenal descubiertas anteriormente por Lanning las que fechó en
alrededor de los 8.000 años BP; otros autores sugieren que serían las puntas
del tipo Paiján. Por las consideraciones anotadas, no es correcto seguir usan-
do la denominación Chivateros como industria terminada, así como tampoco
su estimación cronológica de 14.000 años BP.
21.- Los grupos de la tradición Lauricocha dejaron, también, plasmados en
las paredes de cuevas y reparos, manifestaciones de pinturas que se pue-
den apreciar en muchos sitios de los Andes. En la zona de Lauricocha y ale-
daños se hallaron muchas de estas representaciones de arte rupestre y se esta-
bleció una primera secuencia de sus estilos para los Andes Centrales (Cardich
1964: 123-147). Mediante la observación de superposiciones de los dibujos
o grabados y la comparación con estilos o diseños de cerámica temprana, per-
fectamente cronologizada como la del yacimiento de Kotosh distante sólo
75 km, se pudo separar en la zona de Lauricocha dos estilos de pinturas
rupestres precerámicas : 1) El "estilo de escenas con representaciones semi-
naturalistas", el más antiguo, vinculado probablemente con Lauricocha I, y
2) el "estilo de dibujos no figurativos", probablemente tardío. Sobre las ma-
nifestaciones de arte rupestre en América, tenemos datos seguros sobre su
gran antigüedad. Se sabe fehacientemente que Patagonia tiene una antigüe-
dad de 10.000 años o más (Gradín y otros 1978; Cardich 1979 ; Cardich y
otros 1973).
22.- No podemos dejar de mencionar que en la zona de Lauricocha hemos
logrado estudiar los procesos principales de la última glaciación (Car-

No. 1, setiembre 1983 167


Crónicas Bibliográficas

dich 1958, 1964, 1980). Estos tienen que ver con la formación de la cuenca
del lago y en algún momento también se vinculan con las cuevas de la ocupa-
ción humana prehistórica dejando, por ejemplo, el relleno glacifluvial sobre
el piso rocoso de la cueva. Sobre este relleno se asentó casi inmediatamente
el hombre en la aurora del Holoceno. Conocemos los principales estadios y
hemos fechado al Carbono-14 un importante interstadial, que hemos bauti-
zado Aguamiro (en homenaje a nuestro pueblo natal) en el 12.500 años BP
(Cardich y otros 1977). Asimismo, se hizo ya en 1964 el primer análisis sedi-
mentológico del perfil con colaboración de conocidos especialistas (Cardich
1964 ), que nos permitió hacer una primera aproximación para determinar las
características y variaciones del clima en los últimos 10.000 años; luego se
prosiguió con otros análisis y otros estudios, proponiendo un estudio del
paleoambiente (Cardich 1980). Por último, para no abundar más, queremos
señalar simplemente que a partir de los estudios en Lauricocha hemos venido
realizando investigaciones sobre las fluctuaciones de los límites superiores del
cultivo en los Andes Centrales (Cardich 1981 ).
Queremos subrayar que en estos últimos 25 años, luego de los descu-
brimientos de Lauricocha, se han llevado a cabo numerosos trabajos arqueo-
lógicos en los Andes Centrales sobre temas del Precerámico, por distintos
autores, tanto peruanos como extranjeros. Podemos nombrar a estos distin-
guidos investigadores, siguiendo aproximadamente un orden cronológico en
que realizaron los estudios: F. Engel, E. Lanníng, R. Fung Pineda, E. Gon-
zález García, J. Muelle, G. Vescelius, M. Neira Avendaño, R. Matos Men-
dieta, R. Ravines, T. Lynch, T. Patterson, R. MacNeish, C. Chauchat,
P. Ossa, E. Moseley , D. Bonavía, P. Kaulícke, J. Ríck, D. Lavallée, J.
Richardson, L. Hurtado de Mendoza, G. Kornfield , J. Deza Rivasplata, y
varios otros.
Los aportes de estos trabajos han conseguido, en primer lugar, clarifi-
car cada vez más el panorama de la distribución de las industrias líticas en ei
hoy territorio peruano, determinando semejanzas o diferencias tipológicas. A
esto se agregan las dataciones que nos permiten lograr una perspectiva histó-
rica. Creemos, además, que los mayores pasos se están dando en el estudio de
los restos orgánicos de carácter vegetal exhumados con los sedimentos. En
estos aspectos hay que ponderar los trabajos en la cueva Jayhuamachay de
Ayacucho por el equipo R. MacNeish , asimismo, los realizados en Guitarrero
por T. Lynch y otros especialistas, otra mención merecen los interesantes
hallazgos de Tres Ventanas realizados por F. Engel. En el caso del Proyecto
Junín de R. Matos Mendieta se ha sumado a estas determinaciones el estudio
estadístico de los residuos óseos con buenos resultados y con especialistas
invitados como K. Flannery y J. Rick se están agregando estudios sobre los
recursos de la puna para los tiempos prehistóricos. Asimismo, hay que seña-
lar que se está iniciando un mejor estudio de la tecnología lítica y de las hue-
llas de utilización en el material lítico, un tema nuevo que también en el
Museo de La Plata estamos realizando con el aporte de especialistas para el

168 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cardich: Lauricocha

material andino y patagónico. Naturalmente, aquí hay que nombrar los nu-
merosos, ricos y a la vez notablemente preservados hallazgos del Precerámico
de la Costa, llevados a cabo por F. Engel en estos 25 años, a los que hay que
agregar los realizados por varios investigadores en años más recientes.
Al principio del artículo planteamos el nivel de conocimientos qu e
sobre todos estos temas existía hace 25 años, hasta parecía ocioso comentar-
lo. Pero esa ha sido la realidad histórica, que tampoco hay que olvidar. Hoy ,
gracias al aporte de estos ilustres investigadores y a nuestros modestos estu-
dios, el campo de los conocimientos ha cambiado notablemente. pero aún
hace falta dilucidar muchas incógnitas. Hace falta también un cierto ordena-
miento, respetando prioridades, para una forma nonnal y correcta en el avan-
ce de la ciencia, que en este 25 aniversario del descubrimiento de Lauricocha
me permito señalar.
Augusto Cardich
Calle 67 No. 573 - 1900
La Plata - Argentina

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No. 1, setiembre 1983 173


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Jorge A. Flores: Pastoreo

Pastoreo de llamas y alpacas en los andes


-balance bibliográfico-
Jorge A. Flores Ochoa
Introducción.
En la reseña bibliográfica de Pastoralist of the Andes (Flores Ochoa,
1979) David L. Browman cuenta que, la solicitud de uno de sus alumnos pi-
diendo fondos para subvencionar su tesis de grado sobre pastoreo altoandino
fue denegada por la Nationa{Sciences Foundation (USA): "basada en la_
opinión de dos especialistas en pastoreo del Medio Oriente quienes afirmaron
no había pastoreo indígena especializado en el Nuevo Mundo , por lo que el
estudiante estaba pidiendo para algo que no existía. El proyecto fue finan-
ciado posteriormente con una beca Fulbright -pero el etnocentrismo acadé-
mico exhibido fue detestable- " (1980: 23. La traducción me pertenece).
Este etnocentrismo académico es cada vez más débil, aunque todavía
hay muy aisladas afirmaciones que vanamente alegan que no puede haber
pastoreo indígena andino, pese a que ya es objeto de reuniones científicas,
incluso de las muy especializadas en pastoreo como la de Amsterdam de
1981. El seminario "Políticas Agrícolas y Sobrevivencia Campesina en Eco-
sistemas de Altura", organizado por la CEPAL y las Naciones Unidas en Qui-
to , en febrero de 1982, dedicó una sesión al Ecosistema del Pastoreo Andino
para considerar sus posibilidades en programas de desarrollo. Carl Salzman

No. 1, setiembre 1983 175


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

anuncia la publicación de un volumen auspiciado por la Commission on


Nomadic Peop/es, la lnternational Union of Anthropological and Ethno-
logica/ Sciences, que incluye trabajos sobre el pastoreo indígena del Nuevo
Mundo , es decir, de los Andes. El Symposium An lnterdisciplinary Perspec-
tive on Andean Ecological Complementarity( 1) de mayo de este año, ha
sugerido que el pastoreo indígena andino sea uno de los temas de investiga-
ción desde las perspectivas de la arqueología, la etnohistoria y la etnología.
En este resumen bibliográfico revisaremos los trabajos de los últimos
veinte años. separándolos de acuerdo a las grandes áreas tradicionales de la
antropología. Los que abarquen más de un tema serán citados de preferencia
en los que tengan más relevancia . Se considerarán los trabajos arqueológicos,
etnológicos, así como algunos de otras especialidades que estén directamente
relacionadas con el estudio del pastoreo. La valiosa como variada y rica
investigación en fisiología , anatomía y manejo zootécnico, no será tomada
en cuenta, salvo que esté muy vinculada con aspectos importantes de tipo
antropológico. De igual manera, la información especializada de los estudios
del medio ambiente será usada selectivamente.

Las primeras referencias.


Los invasores peninsulares llamaron carneros y ovejas de la tierra a las
llamas y alpacas. Historiadores como Bernabé Cobo, Garcilaso de la Vega o
Guamán Poma de Ayala, proporcionan información de interés etnográfico.
Cobo dedica varias páginas para resaltar el valor que tenían estos animales
para las poblaciones del Altiplano. Narra su uso ceremonial y doméstico, la
terminología del pastoreo y otros datos adicionales. Guamán Poma de Ayala
tien e alcance especial por los términos indígenas que consigna; hasta se po-
dría suponer que ·pasaría algún tiempo con pastores, porque ciertos detalles
etnográficos pueden ser producto de permanencia entre llamamichiq.
Los viajeros europeos, atentos a lo nuevo que veían en los Andes,
recogieron información sobre pastores y camélido_s~_ Squier, Raymondi,
Humboldt, Stübel y otros viajeros más del siglo XIX y comienzos del presen-
te, incluyen ligeras referencias que, la mayor parte de las veces, corresponden
más a los camélidos que al pastoreo porque aquéllos les atraen más como
especies exóticas que como componentes de un complejo pastoril. Una
narración interesante es la del viajero brasileño Simoens da Silva que con esti-
lo elegante cuenta diversos aspectos del pastoreo y de los pastores (1980 :
142). El geógrafo Bowman (1980) notó la existencia de pastores, aunque le
llama más la atención sus viviendas ubicadas a gran altura, y con admiración
anota que una de ellas está a 5000 metros de altura sobre el nivel del mar.
lgualm,e nte, historiadores de principios de siglo como Latcham ( 1922) y
Means (1918) se refieren brevemente a la domesticación.
El suizo Johann Jakob von Tschudi publicó en 1885 "Das Lama und
seine Beziehung zurn altereruanischen Volksleben" en la revista Zeischrift für

176 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ __ __ Jorge A. Flores: Pastoreo

Ethno/ngi,a (cit. p. Custred 1969: 121 von Tschudi 1969). Se le puedt: con~i-
derar iniciador en el estudio científico de la ganadería de pre- invasión , por-
que medita sobre la importancia que ésta tendría para la civilización andina.
Usa crónicas, datos arqueológicos y etnográficos para ofrecer lo que podría
ser el primer estudio antropológico del pastoreo indígena. Todo lo consigna
en su -posterior Contribuciones a la Historia, Civilización y Lingüística del
Perú Antiguo (Córdova 1977; Custred 1969). El geógrafo Carl Troll confir-
ma con argumentación más sistemática la importancia del pastoreo para el
desarrollo de la civilización andina. Es uno de los primeros en afirmar que
las especies domesticadas empiezan con guanacos y vicuñas (1935), iniciando
un debate que todavía no llega a resultados definitivos, pese al interés que le
prestan la arqueología y la paleozoología, que lo tienen como un tema rele-
vante de actualidad .

El pastoreo en la perspectiva antropológica.


Comienza en la década de los sesenta cuando dos etnólogos, uno
peruano y otro alemán, de manera independiente dieron a conocer la existen-
cia de comunidades de pastores. A partir de estas publicaciones (Flores
Ochoa 1964; 1968a; 1968b; Nachtigall 1966) se iniciad desarrollo de una
temática que se halla vigente en la antropología -de los Andes y que abarca
investigaciones en arqueología, etnohistoria y etnología.

La arqueología.
Las referencias ligeras y a veces vagas que daban cuenta del hallazgo
de restos óseos de camélidos en los yacimientos arqueológicos, a partir de
1970 son reemplazadas por descripciones y exámenes más detallados. Se los
analiza con cuidado buscando averiguar, entre otras cosas, la importancia de
los animales en la economía de los cazadores-recolectores del precerámico.
Se comienzan a plantear los procesos de domesticación, tratando de precisar
las etapas y las especies de las que provienen. Incluso se sugieren métodos
matemáticos (Bustinza 1982) o se formulan resúmenes explicativos (Málaga
ms.; Novoa-Wheeler 1982). Elizabeth Wing inicia la paleozoología andina , in-
troduciendo técnicas depuradas que permiten ir conociendo mejor lo que su-
cedió hace miles de años ( 1972, 1975a, 1975b , 1977a, 1977b, ms. ).
Para solucionar los nuevos problemas de la arqueología, es necesario
identificar los huesos por sexo, edad y especie. Con el propósito de lograrlo
se han creado diferentes técnicas, como la de establecer índices de compara-
ción, un poco al estilo de los que se utilizan en la antropología física para
tener medidas comparables y diferenciar las especies, a lo que se añad e la
determinación de rasgos morfológicos diferenciadores de especies, para cono-
cer la posible estructura de las edades , así como las que contaban cuando
fueron _beneficiados o cazados. Es importante también precisar el comporta-
miento cultural, porque incide selectivamente en la supervivencia y propor-

No . 1, setiembre 1983 177


Crónicas Bibliográficas .- - - - -- -- - - - - -·- - -- - -- -- -

ción de huesos que se hallan en !os sitios arqueológicos (Miller 197 5, 1979.
ms.) . Para otros arqueólogos es más significativo usar la diversidad y equiva-
lencia de las especies, su relativa abundancia de huesos, así como la estructu-
ra de la edad de los camelidae , para tener información diferenciada para cada
grupo de animales (Wing 1975a ).
Debido a que los camélidos pueden entrecruzarse entre sí con descen-
dencia fértil, la necesidad de diferenciarlos osteológicamente es muy impor-
tante al mismo tiempo que ardua, porque su taxonomía no es muy clara.
incluso se asegura que no son sino razas con variedades de la misma especie
(Pires Ferreira 1979 , 1981-82). Un aporte valioso para la solución de este
desafiante problema proporciona Jane Wheeler (1982a y gentil comunicación
personal). El estudio de los dientes permitirá establecer con seguridad la
edad de los animales; su morfología distinguiría sexo y variedad , así corno a
los silvestres de los domesticados. Este aspecto de la investigación queda to-
davía abierto, pero parece que se llega al punto en que ya se puede contar
con evidencias que ayuden a identificar con cierta garantía los restos óseos
de los sitios arqueológicos de todas las épocas, desde el precerámico hasta el
horizonte inka.
Para la arqueo logía del pastoreo , otro tema de importancia es el de
precisar el o los lugares en que se produjo el tránsito del uso de los caméli-
dos, de la caza al pastoreo y al control de rebaños domesticados. El geógrafo
Trol! fue uno de los primeros que sugirió que el posible sitio de origen del
pastoreo era el Altiplano del Titicaca, porque es allí donde se encuentra su
mayor concentración y se ubican las poblaciones más especializadas de pasto-
res del pasado y del presente ( 1935 , 1980). Igual sugieren otros arqueólogos
que plantean la existencia del "complejo cordillerano" económico, formado
por la explotación mixta de cultivos de altura y pastoreo intensivo (Lumbre-
ras 1967 , 1971 ). A partir de este centro de domesticación, los camélidos se
habrían difundido desde la región septentrional en Nariño hasta Valdivia en
el Sur (Lumbreras 1981).
Como hasta el momento no se han realizado trabajos intensivos de la
época precerámica del Altiplano, salvo excepciones (Palacios 197 4; Neyra
1970), no hay evidencias de los procesos de surgimiento del pastoreo . Debi-
do a esto ha brotado el planteamiento de que la domesticación se habría
desarrollado en otras regiones. Se considera que la puna de Junín posee con-
diciones más adecuadas por contar con recursos óptimos y que al estar rodea-
da de elevaciones habría funcionado como un gigantesco corral natural que
facilitó la tarea de domesticación. Se pasó de la caza generalizada a la selecti-
va y luego a su control hasta llegar al pastoreo. El análisis de los restos de
Uchumachay, Panalauca , Pachamachay, Acomachay y Telermachay lo proba-
ría (Wheeler et al 1976, 1977).
La existencia de cazadores hace 10.000 años en el norte chileno,
muestra que pasaron de la caza-recolección a la explotación agropecuaria
gracias a la utilización selectiva de recursos naturales juntamente con cultivos

178 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _.Jorge A. Flores: Pastoreo

cordilleranos y camélidos domesticados (Contr,eras 1974; Niemeyer 1972;


Platt-Rivera ms.; Santoro et al 1982; Silva 1980). Con estos datos se ha
planteado la posibilidad de que la región atacameña del norte chileno fuera
también Jugar de domesticación de camélidos alredydor de 3000-2000 años
a.C. en forma independiente del proceso que se desarrolló en los Andes Cen-
trales (Núñez 1982; Hesse 1981). La argumentación no es muy convincen-
te, porque es altamente improbable que se pudieran haber domesticado los
camélidos en varios sitios simultáneamente; sería un caso muy raro de parale-
lismo en la historia de la civilización, sobre todo por la posibilidad de comu-
nicación que hay entre estos sitios relativamente cercanos. Además, últimas
informaciones indican que en Telermachay ya aparecen alpacas domesticadas
4000 años a.C. Fechado que modifica sustancialmente las anteriores aprecia-
ciones, descartando la posibilidad de que hubiera otro centro de domestica-
ción en Atacama (Wheeler 1982b y gentil comunicación personal). La data-
ción atacameña es posterior, más tratándose de llamas, que como se ha mos-
trado estuvieron domesticadas en los Andes Centrales entre 4000 y 3500
años a. C. (Wheeler ibidem. ). Lo que no se descarta es que el centro mayor
de domesticación fuera la meseta del Altiplano, donde el pastoreo tuvo un
papel muy importante en la formación de la civilización (Neyra Avendaño
1970; Flannery 1972;Mujica y Wheeler 1981).
Con los trabajos de arqueólogos como Cardich (1958, 1960, 1963,
1964, 1975, 1980a, 1980b); Lynch (1971, 1967); Lavalle et al (1975);
Matos (197 5); Matos-Ravines (1980); Pires et al (1976) se establece que la
presencia de los cazadores en la puna hace 10.000 años era un hecho, gracias
a la utilización de recursos como los cérvidos y los camélidos. Su abundancia
permite suponer que en varios lugares de la puna, especialmente en la meseta
de J unín, se hubiera desarrollado un sistema especial de caza sedentaria. La
cantidad de vicuñas, como de otros recursos, habría hecho innecesaria la
transhumancia estacional. Al mismo tiempo que se retrasaría la domestica-
ción y aparición de los pastores (Matos y Rick 1978-80; Rick 1979, 1980).
La réplica argumenta que las evidencias muestran que el tránsito de la caza
generalizada a la especializada ya se encuentra en niveles muy antiguos de
sitios como Uchumachay. Por tanto, la domesticación se habría producido
antes de lo que se suponía, porque incluso ya existían alpacas 40 siglos a.C.
(Wheeler 1982b ms.) contra la idea general de que su aparición fue más
tardía.
También se ha delineado un modelo del proceso de domesticación,
desde la etapa de caza generalizada hasta el pastoreo (Wheeler et al 1977).
Por eso, 1400 años a.C. el pastoreo es un hecho incluso en lugares como
Marcavalle en el valle del Cuzco (Mohe- Chávez 1980, 1981 ). Las grandes
civilizaciones de Chavín, Tiwanaku e lnka contaron con estos animales
domesticados .. La iconografía pre-inca es rica en dibujos, cerámica, tejidos
u objetos de metal que dan idea de la importancia que el pastoreo tenía en la
economía y el relevante papel que debió cumplir para lograr el proceso civili-

No. 1, setiembre 1983 179


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

zatorio autónomo que permitió en el Altiplano transitar de sociedades aldea-


nas a urbanas (Mujica y Wheeler 1981, ms.). De ahí que el pastoreo asociado
al urbanismo; a la complementaridad entre diferentes zonas altitudinales pro-
ductivas ; a la formación y constitución del Tawantinsuyu, necesita ser mejor
estudiado.

Úl etnohistoria.
La tesis de John V. Murra (l 956 , 1978) indica un cambio fecundo en
el estudia de la economía del Tawantinsuyu. Introduce ideas y precisiones
teóricas que permiten acercarse a lo andino pre-invasión desde otra perspec-
tiva. Dos capítulos tienen especial relevancia para nuestro propósito: el ter-
cero, que trata de los rebaños, y el cuarto, que se ocupa de los tejidos, activi-
dad muy ligada y dependiente del pastoreo. Su importancia social, religiosa
y económica explica en parte, la necesidad que tenía el Estado de grandes
rebaños. El uso etnológico de los documentos históricos muestra detalles del
pastoreo pre-invasión: la propiedad de los rebaños, los rebaños estatales y
de la Iglesia; los pastores dedicados a su cuidado; utilización de los animales,
los productos destinados al consumo doméstico, estatal y ritual. La impor-
tancia de los tejidos en el ceremonial y la redistribución que requería grandes
cantidades de tejidos. Aspectos de la economía , organización social e ideoló-
gica tawantinsuyanas son examinados detenidamente por Murra. Trabajos
posteriores con ayuda de nuevas fuentes históricas, en especial de los docu-
mentos administrativos regionales o "visitas", permiten acercarse a la compo-
sición de los rebaños étnicos, comunales y particulares. De especial riqueza
es el examen de los cambios que se estaban produciendo en la estructura so-
cial inca , que se reflejan en el acceso y propiedad de rebaños por parte de la
nobleza incaica. El tratamiento de Murra es uno de los más completos y
analíticos del pastoreo pre- invasión, así como de la actividad textil y la fun-
ción de los tejidos dentro de la organización incaica (1964a, 1965, 1970,
1975 y 1978).
Con criterios y técnicas similares, otros investigadores realizan traba-
jos que se ocupan del pastoreo en etnias no consideradas anteriormente, co-
mo los huanca de la sierra central, para los que se han delineado dos patrones
o modelos del pastoreo de llamas y alpacas, así como otro generalizado para
toda la región andina (Browman 1972a, 1973, 1974, ms.a. ). Uno de los mo-
delos considera la combinación de pastoreo y cultivo, aunque el core socio-
cultural esté dado por el cuidado de los rebaños, como sucede entre pobla-
ciones actuales , incluso en algunas que son consideradas puramente agrícolas
por la etnografía contemporánea. Se aporta información para esclarecer las
relaciones entre sierra y costa , resaltando el papel que desempeñaron las lla-
mas como elementos imprescindibles para los movimientos verticales de bie-
nes, servicios, difusión de patrones culturales e incluso en el avance expansio-
nista del Estado Inca. Especialmente interesante es la solución que se ofrece
al problema de la alimentación de los camélidos en la costa, al comprobarse

180 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Jorge A. Flores: Pastoreo

que se mantenían con frutos de algarrobos y huarangos (Browman 1972b ,


1975 , 1976, 1981,ms.b.;Cardich 1974;Dillehay 1975 , 1976; Rostworowski
1981) .
Se han propuesto varias alternativas para aclarar el desarrollo de la
articulación vertical, pero en todas, las llamas son imprescindibles (Dillehay
1980, ms. ). Pueden tener gran antigüedad, posiblemente desde los 8000
años a.C. , que se prolonga hasta la época incaica como magníficamente ana-
lizan Núñez y Dillehay ( 1979). Se enfatiza el rol que cumplieron las recuas
de llamas para esta movilidad giratoria; las relaciones sociales, el tráfico y la
interacción económica entre los diversos pisos ecológicos o zonas de produc-
ción son evidentes en la época Tiwanaku, continuando ininterrumpidamente
hasta el presente (Lumbreras 1974; Núñez y Dillehay op.cit.;Masuda 1980 ;
Pease 1980 , 1981 ).
De la información histórica fluye con claridad la existencia de rela-
ciones de oposición-complementaridad entre pastores y agricultores, con
posible delineación de límites étnicos. Los wari son los /laqtayuq, originarios
de los pueblos, enfrente de los cuales se ubican los /locuaz foráneos, proce-
dentes de otras regiones. Aquéllos son agricultores y éstos pastores. Son los
habitantes de la puna, hijos de illapa, que tuvieron su origen en lagos como el
Titicaca. La importancia de los llacuaces se evidencia por su difusión por casi
toda la sierra , incluido el norte. En la IV Jornada de Etnohistoria Andina de
diciembre de 1982, los etnohistoriadores María Rostworowski y Fernando
Silva Santisteban comentaron la presencia de estos grupos de pastores en la
sierra norte en sitios tan lejanos como Cajamarca; así como lo perdurable de
su presencia , puesto que se les ubica hasta el siglo XVII, tal vez hasta nues-
tros días , conforme sugieren algunas informaciones etnográficas (Duviols
1973 , 1977; Mariscotti 1973 , 1978; Palomino Flores 1971) . Su fuerza esta-
ría confirmada si se comprueba la posibilidad de que ellos fueran , bajo el
nombre de yaros, los destructores del llamado "imperio" wari (Amat Olazá-
bal ms. ). Su identidad estaría vinculada con ciertas divinidades , como sugiere
Cardich , al examinar mitos y divinidades de la sierra central ( 1981 ).
La invasión peninsular provocó .cambios sustanciales en la estructura
social , el sistema económico y el control de los recursos. La destrucción de
los rebaños del Estado y la Iglesia , de los que se apropiaron los invasores , es
seguida por la sustitución de animales. Es significativo considerar los cambios
producidos por esta introducción de especies exóticas , principalmente
ovinos. Para lograrlo se despoblaron grandes regiones. El proceso fue violen-
to, se recurrió a la coacción y hasta la prisión. Los ovinos en la sierra son
parte del proceso de dominación iniciado en el siglo XVI. Son particularmen-
te informativos, por los detalles, los casos de los lupaca del Altiplano (Flo-
res Ochoa 1970; Gómez 1977a; Murra 1964b, 1964c; Ilartínez 1981) e
igualmente importantes las referencias de lo sucedido en algunas regiones de
Bolivia (Saignes 1979). La marginalidad actual que tienen los pastores es en
gran parte consecuencia de la que se inició con la invasión , que continuó en

No. 1, setiembre 1983 181


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - -- -- - - -

la colonia y se prolongó a lo largo de la república (Flores Ochoa 1982).


Existen vacíos en la historia de los pastores desde fines del siglo XVI
hasta el XX. Prácticamente no hubo interés, salvo la excepción que indicare-
mos después, para estudiar el pastoreo a lo largo de estos siglos, como los
cambios en su vida, su rol en la economía regional y nacional, tanto, bajo el
gobierno español como el republicano , dentro de las comunidades o en el
régimen de hacienda. Hay algunas valiosas investigaciones que ayudan a co-
nocer parte del proceso , por lo menos en relación a lo que sucedió en etnias
como la de los collaguas en la vertiente occidental de los Andes (Cuadros
1977 ; Málaga 1977; Pease l 977 a, 1977b ), o las noticias etnológicas de Con-
desuyos, especialmente de Andagua , también en la misma vertiente , que dan
información de la economía , la oposición complementaria de pastores y
agricultores, y de la religión que aún conservaban (Millones 1975).
Lo que atrajo la atención de algunos historiadores es la comerciali-
zación de lanas y fibras en el sur, porque su desarrollo es un aspecto de la
expansión del capitalismo mercantil. Su influencia en la formación del siste-
ma de hacienda es bastante clara (Bertram 1977;Jacobsen 1976). La articu-
lación de los productores de fibra y lana los liga C'on el sistema comercial
internacional. Esto ha sido tratado especialmente en lo que se refiere a la
producción lanar de ovinos ; contribuye a comprender parte de la situación
actual de las comunidades de pastores y de las haciendas ganaderas de altura
(Appleby 1978; Aramburú 1979; Bonilla 1973 ; Burga et al 1981; Flores
Galindo et al 1978).
Los movimientos rurales de protesta social han merecido bastante
atención de los historiadores, aunque en este aspecto también se nota la poca
importancia que se ha concedido a las protestas de los pastores, porque en el
Cuzco , Puno y Apurímac con frecuencia se han levantado por diversos moti-
vos. Hasta el momento , la descripción del movimiento de los aymara de Chi-
chillapi es la única que se ha hecho de pastores de llamas y alpacas (Flores y
Palacios 1980) , aunque no se debe olvidar que hay otros en los que directa o
indirectamente participan los pastores, pero se considera más la comercializa-
ción de fibras o lanas en su relación con el sistema de mercado (Piel 1969).

Etnografía y etnología.
Los primeros reportes tuvieron el carácter de monografías etnográ-
ficas, porque comenzaban a desarrollar un tema no tratado etnológicamente
antes, proporcionando visión panorámica de las comunidades de pastores
(Flores Ochoa 1964a, 1968a, 1979a; Nachtigall 1966). Se añadiría a este tipo
de trabajos el realizado años después por Palacios ( 1977a), la primera refe-
rencia de pastores aymara de una comunidad de la cordillera occidental de la
cuenca del Titicaca. Hay . además, otros resúmenes bibliográficos o compila-
ciones que dan una visión global del pastoreo (Caro 1975 ; Flores Ochoa
1975a, 197 6a, 1977b ; Gamarra 1973 ; Orlove 1980a, 198 la ; Oyakawa s/f.).

182 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ __ _ Jorge A. Flores: Pastoreo

La adaptación.
Es evidente que el pastoreo de la puna como proceso de adaptación
evolutiva es un desarrollo de especialización independiente y autónoma de
los Andes Centrales, que ha adquirido características propias con el tiempo.
Guarda similitud con el desarrollado en otras latitudes, de las que también
se diferencia , en gran parte debido a que -hoy en día- su hábitat se halla por
encima de los 4000 msnm en la parte superior de altas montañas tropicales,
lo que no sucede con economías similares de otras regiones del mundo. La
puna presenta condiciones naturales con posibilidades y limitaciones que se
deben tener en cuenta para comprender el pastoreo de los camélidos sudame-
ricanos (Baker 1969, 1982, ms 1978 ; Baker et al 1976; Brush 1982; Cabrera
1968; Custred 1977b; Escobar 1958, 1976; Flores Ochoa 1979b; Glaser
1981; Gómez et al 1981; Little 1981; McRae 1982; Millones 1982; Tapia
1971, 1975; Thomas 1972, 1976, 1977 ; Thomas et al 1976; Winterhalder
197 8). Sobre esta base material se estructura el pastoreo, por tanto , los
modelos operativos parten del fundamento ambiental, mostrando su articu-
lación con los arreglos tecno-económicos, sociales e ideológicos y ecosiste-
máticos (Caro ms.; Flores Ochoa 1977).
Los procesos adaptativos andinos han conducido a la formación de
variados tipos de pastoreo. Se pueden diferenciar desde las comunidades
dedicadas completamente al pastoreo , hasta las que combinan, en diversas
proporciones, el pastoreo con ciertas formas de cultivo, especialm ente de
tubérculos, y algunas gramíneas del "complejo cordillerano", añadiendo, en
algunas regiones , las plantas introducidas post-invasión , como cebada o ave-
na. La orientación pastoril es nítida; se percibe, por ejemplo, en comunida-
des de la vertiente oriental como las de los q'ero, que fueron consideradas
agrícolas con acceso directo a diferentes pisos de cultivo. La revisión de la
literatura etnológica conducirá más bien a considerarlas corno comunidades
indígenas de pastores con sus propios cultivos en pisos inferiores, con su resi-
dencia permanente y principal al lado de los rebaños (Núñez del Prado 1968;
Webster 1972b, 1973).
De esta manera, el core tecno-econórnico, socio-cultural e ideológico
que caracteriza al pastoreo es bastante difundido. Observaciones rápidas han
conducido a generalizaciones sobre la economía agrícola dominante, propia
y común a diferentes regiones y pisos ecológicos de los Andes Centrales, en
especial de la sierra sur. El pastoreo , como ya muestra la literatura etnológi-
ca, es dominante no sólo en comunidades aisladas, sino en extensas áreas de
los Andes del sur del Perú (Aranguren 1977; Browrnan 1980 ; Bustinza 1982 ;
Bustinza et al 1983; Caro 197 5; Casa verde 1970; Concha 1977; Durán 1963 ;
Flores Ochoa 1977b , 19~2; Fujii et al 1981 ; In amura 1981 ; Landeo 1979 ;
McCorkle 1981 ; Molina 1973 ; Orlo ve 1977 , 1981 ; Palacios 1977a; Peña
1975; Sotillo 1962; Tord 1965; West 1982a; Yarnarnoto 1981; Wallis 1977).
Son especialmente importantes los estudios que se han hecho de la

No. 1, setiembre 1983 183


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

producción ganadera más allá del ámbito comunitario, de su efecto en la


eco nomía regional y nacional (Orlove 1977; West 1981), así como el valioso
análisis de la producción de fibra y su incidencia en la economía de las fami-
lias de pastores de una cooperativa de producción alpaquera (Calsina 1980).
La lista de temas propios de la tecnología del pastoreo es amplia,
algunos de ellos de indudable valor por el detalle etnográfico, que serán
motivo de mayor investigación. Hasta el momento se conocen diversos
aspectos de las técnicas del pastoreo, como el cuidado y manejo de los reba-
ños (Molina 1973; Palacios 1977, 1981 ; Young 1975a) ; los sistemas de cla-
sificación folk (Flores Ochoa 1978a, 1981; Palacios 1977a; Young 1975b};
elaboración del charki y utilización de la carne (Gallegos 1981; Molina
1973) ; los diversos sistemas de irrigación , tanto la construcción y manteni-
miento de "bofedales" como de reverdecimiento de pastos en el invierno
( Flores Ochoa 1979b ; Palacios l 977 a, 1977b); rotación de pastizales, movi-
mientos de residencia para utilizarlos estacionalmente, tipos de pastos ade-
cuados para los camélidos o curación de enfermedades (McCorkle 1982a,
1982b ; Flores Ochoa 1977a ; Seligmann 1978; Seligmann et al 1980; Silver-
man 1981) ; la utilización del estiércol como recurso energético calorífico
para el uso doméstico (Winterhalder et al 197 4 ).

Articulación e intercambios.
La especialización del pastoreo conduce al establecimiento de rela-
ciones de intercambio con zonas de agricultura y con sitios de mercado de
fibra y lana . El acceso por medio del control directo fue una de las solucio-
nes históricas . Se ha verificado que las relaciones entre las tierras altas, los
valles andinos y la costa son muy antiguas. Las evidencias arqueológicas,
et no históricas e históricas lo prueban con suficiencia ( Browman 1979;
Lumbreras 1974; Murra 1964 ; Pease 1981). Incluso Núñez y Dillehay han
sugerido un complicado e interesante tipo de "movilidad giratoria" que per-
mitía el tráfico por medio de un sistema de interacción económica de gran
continuidad temporal ( 1979).
La vigencia de los intercambios proporciona material para que se
realicen numerosas e interesa ntes investigaciones sobre: las reglas de cambio;
la frecuencia de los viajes ; las zonas que abarcan; las distancias a las que se
mu eve n los Harneros; el tipo de bienes intercambiados ; la estrecha relación
entre la actividad artesanal del tejido y los viajes interzonales; el grado de
sufrimiento y esfuerzo requ eridos, así como las incomodidades que se sopor-
tan ; las reglas del intercambio con los mecanismos de toma de decisiones y
elección de alternativas. Hay casos de simbiosis en los que persisten desde el
trueque tradicional , con equivalencias fijas , hasta el empleo de dinero en
efectivo bajo la oferta y la demanda (Cáceres Olazo 1977, 1978 , ms; Caro
1975 , 1979b , 1980a, ms; Casa verde 1977 ; Custred 1974 ; ·Flores Ochoa
1968 , 1977b; Landeo 1979 ; Inamura 1981; Masuda 1980 , 1981; Palacios
I 977 ; Orlo ve l 977 , 1980b ; T rucios 1981 ; West l 981 a, 1982a, 1983b ).

184 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _Jorge A. Flores: Pastoreo

El sistema de mercado se introduce a través de diversos procesos . Por


ejemplo, los "polveños" de Arequipa; los likira y "sicuaneñoS" del Cuzco o
itinerantes similares en Puno, comerciantes intermediarios ambulantes a
tiempo completo o parcial , incentivados por la ganancia , que hacen circular
bienes de procedencia urbana y fabril (Casaverde 1977; Flores Ochoa-Nájar
1976).
Los pastores participan con diverso grado de intensidad en el sistema
de mercado , articulándose incluso con el internacional. Las comunidades,
pese a su aparente aislamiento geográfico , están ligadas con fuerza a las fluc-
tuaciones de la economía de mercado , en grado que no lo exhiben las comu-
nidades de agricultores. Frecuentemente, el surgimiento y desarrollo de los
lugares de mercado ha estado relacionado con la necesidad de satisfacer las
demandas de los pastores y de centros poblados circunvecinos, que les sirven
de lugares de venta de la fibra, cuero, carne o para adquirir productos agríco-
las o de factura urbana. Se observa que el trueque, el intercambio, la venta,
son estrategias complementarias muy dinámicas (Appleby 1979, 1980;
Calsina 1980; Cáceres Olazo 1977; Caro 1979a, 1979b, 1980a; Concha
Contreras 1971; Che-Piú 1978 ; Gallegos 1981; Landeo 1979 ; Orlove 1977 ,
1980a, 1980b; Oyakawa s/f; Robles 1980; Seligmann et al 1980; West 1982).

La sociedad.
La dispersión residencial es característica resaltante. La estancia, es
decir, el caserío que funciona como vivienda permanente y central, es el eje
de otras viviendas temporales usadas estacionalmente por exigencias del pas-
toreo. Así, se desarrollan formas de organización social en las que resalta la
distribución de las tareas propias de este ecosistema. Este aspecto general de
la organización social básica de tipo familiar ha sido descrito, también, de
manera general. Sin embargo , ha servido para marcar puntos de comparación
con las formas organizativas de los agricultores de las tierras bajas (Caro
1975 ; Flores Ochoa 1968, 1975a, 1975b; Malina 1973; Palacios 1977a;
Taberna 1968 ; Wallis 1975 , 1980 ; Webster 1971 , 1972a, 1973).
El interesante y esclarecedor debate sobre la estructura familiar en
los Andes ha permitido comprender mejor su organización y las reglas de
parentesco . El symposium dedicado a esta temática en 1972 , del que se tiene
versiones en inglés y español (Mayer y Bolton 1977 , 1980), sirvió para que
uno de los temas clásicos de la antropología se desarrollara exclusivamente
con material andino. Asimismo, para que algunas afirmaciones iniciales,
como la posibilidad de la unilinealidad , se modifiquen. De especial valor son
los comentarios de Lambert (1980) acerca de la bilateralidad como aporte
analítico de la antropología andina. Por eso , los trabajos de Casaverde (1978 ,
1979), que ha realizado investiga2ión en comunidades de pastores, son tam-
bién importantes para el esclarecimiento de la descendencia y la omnili-
nealidad.
La terminología del parentesco ha servido para interesantes análisis

No. 1, setiembre 1983 185


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

de esclarecimiento de las formas de interacción y sus características ecosiste-


máticas (Webster 1972a, 1977, 1980); o como forma de organizar, normar
con reglas específicas la subsistencia en su relación con las actividades econó-
micas de la comunidad a través de coaliciones sociales (Custred 1977, 1980).
También es un factor que determina la posición social de los individuos, la
forma de establecer sus redes de relaciones, así como su prestigio (Webster
1974-76) o el significado ampliado de términos de parentesco para expresar
relaciones muy estrechas que están rodeadas de alto grado de afectividad
(Flores Ochoa y Nájar 1978, 1980).
Las reglas de propiedad, la transmisión hereditaria de los rebafios y el
acceso a los pastizales están interrelacionados con la-s formas de organización
familiar y comunal; los procesos de retribución y distribución, como se
encuentran en comunidades quechuas y aymaras del sur del Perú, norte de
Chile y puna boliviana, posibilitan que puedan coexistir la propiedad comu-
nal, la familiar y la individual, en diferentes contextos y con propósitos dife-
renciados. Tal vez es una de las características más saltantes de su estructura
(Caro y Palacios 1980; Martínez 1976; Merlino 1979; Palacios 1977, 1980,
ms.; Paz Florez ms.; West 1982b, 1983a, 1983c).
Otros estudios presentan aspectos complementarios de organización
social, como la integración y la fragmentación comunitaria a través de varias
generaciones (West 1981 b); la personalidad básica de los pastores que exhibe
bastante independencia, capacidad de decisión, autosuficiencia, agresividad,
responsabilidad (Bolton et al 1976), y los procesos de socialización con el rol
educativo mediante juegos como las adivinanzas infantiles (Bolton 1977).
La mujer interviene en las diferentes etapas del proceso productivo.
Cuida el rebaño; lo lleva a las residencias temporales; esquila; hila y, sobre
todo , teje , teniendo a su cargo la actividad artesanal; cumple roles cruciales
en las ceremonias propiciatorias. Sin embargo, son pocos los trabajos dedica-
dos al análisis de la participación de la mujer en la producción, de su status
social y ceremonial. Solamente Caro le ha dedicado breves páginas resaltando
la necesidad de considerarla en los programas de desarrollo y promoción
( 1980b , ms. ). En una propuesta de investigación se planeaba estudiar la posi-
ción social de la mujer (Gamarra-Thompson 1976). Esta ausencia en la inves-
tigación contrasta con la visión que los propios pastores tienen del rol feme-
nino, que no es de ninguna manera inferior a la del varón. Así se refleja,
entre otras cosas, en el nivel simbólico de ceremonias propiciatorias, especial-
mente en las canciones que justamente son interpretadas por las mujeres
( Flores Ochoa ms.b ).

La visión del mundo.


Las ceremonias ganaderas han atraído el interés de muchos estudio-
sos que han realizado cuidadosas observaciones, descripciones y análisis,
mostrando que son parte de un sistema bastante difundido, no sólo en el
Perú sino en las tierras altas de Bolivia, Chile e incluso Argentina (Aranguren

186 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ ___ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Jorge A. Flores: Pastoreo

1975; Delgado Aragón 1971; Choqueccahua 1971; Equipo Pastoral de Cay-


lloma 1976; Gamarra ms.; Nachtigall 1975; Palacios Ríos 1961; Spahni
1962; Vivanco 1972). Este complejo ceremonial, de posible origen pre-inva-
sión, ha mantenido su estructura básica, con sus principales componentes,
incluso en comunidades que hoy en día se dedican a la crianza de caballos,
vacunos y ovinos. Se halla similitud con las ceremonias de los pastores en la
parafernalia, las etapas de las mismas, el rito , las canciones y su mismo senti-
do (Hughes 1976; Merelle et al 1971; Quispe 1969; Sumari 1962). Sergio
Quijada considera, por ejemplo, que la actual fiesta del ganado vacuno y
ovino dedicada a Taita Shanti o Patrón Santiago, en realidad está destinada
al Wamani, que es el antiguo dios del ganado y de los animales silvestres
como el guanaco y la vicuña (1977). Esta adaptabilidad se confirmaría con
su probable transformación en el muqui o espíritu de las minas que veneran
los ganaderos que mudan de ocupación a la minería (Orellana ms.) Es clara la
continuidad en el uso de los objetos de la parafernalia , como las il/a de pre-
invasión (Miasta 1982), incluso se siguen usando o venerando objetos y/o
sitios arqueológicos que corresponden a ocupaciones precerámicas (Miasta
1982 ; Van Kessel 1975 , 1976).
Se debe tener presente que las ofrendas ganaderas están relacionadas
con el culto mayor a la Pachamama. Son varias las deidades agrícolas que
encuentran lugar en los panteones ganaderos. De igual manera , en las ofren-
das de los agricultores son de especial importancia los elementos producidos
y obtenidos en la puna ganadera (Duviols ms; Huidobro 1983 ; Mariscotti
1973, 1978 ; Merlino 1978 , 1979; Valderrama y Escalante 1976). Desde esta
perspectiva es conveniente examinar mitos como el de Jnkari y Qollari. Va-
rias versiones muestran la estrecha relación que existe entre la agricultura e
lnkari, así como entre las actividades de la puna y la ganadería con Qo//ari.
La distribución espacial-ecológica y ocupacional encuentra referencia en este
mito y otros que provienen de zonas ganaderas de camélidos, como los reco-
gidos en las estribaciones del Awsanghati (Ausangate) , la mayor y principal
deidad del sur del Perú (Flores Ochoa 1973; Gow y Condori 1976; Valderra-
ma y Escalan te 1978; Pease 1979b). Esta es una de las razones por la que
tiene tanta importancia el santuario de Qoyllurit'i. Su mismo nombre tiene
alto significado en la terminología ritual de los pastores (Flores Ochoa ms.c ).
Las relaciones de este santuario con el pastoreo subyacen y/o brotan del con-
tenido de los trabajos etnológicos, aunque ello no se afirma expresamente
(Gispert-Sauch 1979; Gow 1974 ; Gow y Gow 1975 ; Ramírez 1969, Randa!
1982 ; Sallnow 1974; Valderrama 1975).
Las ceremonias propiciatorias son de bastante contenido social, emo-
cional y simbólico, con implicancias muy claras de la economía del pastoreo
(Aranguren 1972, 1975; Concha 1974; Nachtigall 1968, 1975; Roel 1966).
Es reflejo del ecosistema, de la explicitación de normas de comportamiento
de nivel tecnológico para manejar los rebaños y utilizar los pastizales. Se tra-
ta de disminuir los riesgos propios de una actividad muy vulnerable, buscan-

No. 1, setiembre 1983 187


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

do el apoyo de lo sobrenatural y estableciendo formas cognitivas para utilizar


adecuadamente los recursos de la puna (Custred 1979; Flores Ochoa 1976b;
Valer ms. ).
Parte imp01tante del ceremonial son las .oraciones y las canciones,
que tienen mucho valor simbólico. Con estilo metafórico completan el cere-
monial, estableciendo los roles sociales y religiosos de los varones y las muje-
res; reactualizan los mitos de creación y origen del ganado , otorgando pautas
para su conservación (Espino za ms. ; Flores Ochoa ms.b; Sumari 1962; To-
rnoeda 1983 ). Es temática que requiere mayor atención futura , por la vigen-
cia tan prolongada que tienen los mitos, nada menos que desde la pre-inva-
sión (Cardich 1981 ).
La relación y comprensión del mundo circundante está establecida en
las prácticas rituales , así como en las experiencias diarias que son parte de un
sistema socio-religioso mayor, como se muestra con los uywiri de los pastores
ayrnara cordilleranos del norte chileno, donde el espacio total es una orde-
nación estructural (Martínez 1976). Como también se muestra en el elabora-
do simbolismo del espacio doméstico. La casa del pastor aymara se relaciona
con los patrones de residencia y filiación , es reflejo de cómo está organizada
la cosmología , representa al mundo así como a las oposiciones y complemen-
taridades entre los sexos a través de unidades duales. Además, es la represen-
tación del orden temporal y de la comunidad con los antepasados (Palacios
1982a). La estancia muestra, igualmente, el grado de dependencia e interde-

pendencia de los espacios ecológicos domésticos, de los sexos y /o recursos,


que reflejan su grado de articulación con otras zonas productivas (Wallis
1977).
Hay otros trabajos que tocan diversos aspectos no exclusivamente del
pastoreo, pero que están relacionados con su cosmovisión, como el estudio
de las constelaciones que reproducen llamas y que en la puna tienen impor-
tancia múltiple (UrtQn 1978; Zuidema y Urton 1976) , o de formas expresi-
vas de la cultura como los ayarachi que sólo son comprensibles a través de su
papel en el ritual (Cuentas 1982 ; Flores Ochoa 1964b, 1966; Roelms.a;ms.
b) . El tejido , además de su importancia económica, exhibe la exquisita rique··
za simbólica incluso de útiles de uso diario, como los costales que Cereceda
( 1978) y Silverman ( 1981) analizan con bastante cuidado. Los ritos funera-
rios exhiben la solidaridad social , así corno un alto contenido simbólico ,
como se aprecia en los pocos estudios que los han considerado (Palacios
1982b , 1983) o en los ritos de retribución y restauración (Bolton 1976b ).

Cambios.
Uno de los primeros, post-invasión , fue la sustitución de la ganadería
de alpacas y llamas por la de ovinos, desplazándoseles a regiones periféricas,
pasando los pastores a ocupar nichos sociales marginales (Flores Ochoa 1980,
ms.) La hacienda ganadera surgió como parte de este proceso, por lo que

188 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - - - - - ~ - - - J o r g e A. Flores: Pastoreo

llama la atención el limitado interés que se ha prestado al estudio de la


formación de haciendas alpaqueras; por eso merecen ser destacados los apor-
tes de Deustua ( 1972) y de Martínez ( 1962). Por la analogía que se puede
establecer entre ciertos rasgos estructurales con las haciendas alpaqueras, se
pueden citar los trabajos de Aramburú ( 1979) o Maltby ( 1978, 1980), sólo a
modo de referencia, porque la bibliografía de haciendas ganaderas de vacu-
nos u ovinos es mucho más amplia. De ahí que resulta interesante y valioso el
trabajo de Calsina ( 1980) que se ocupa de una cooperativa alpaquera donde,
como se sabe por otros estudios, al transformarse en empresas asociativas, las
condiciones de los pastores de la ex hacienda han cambiado relativamente
poco, especialmente la de los pastores waqcha, como se indica sucedió en
Arequipa (Gómez, ms. ).
Los efectos del proceso de Reforma Agraria en las haciendas y comu-
nidades de alpaqueros no han sido tomados en cuenta. Los trabajos que hay
tratan de las que poseen ovinos, a veces alpacas, por lo que si bien se pueden
establecer comparaciones aproximativas, no pueden ser valorativas del impac-
to de la medida. Con propósito referencial se pueden citar algunos análisis
evaluativos, como los hechos por Martínez y Samaniego (l 978); Puican y
Agreda (1978); Gómez (1976, 1977b); tal vez este último sea de los pocos
que se ocupan de un área de pastores de camélidos.
El comercio de la fibra de alpaca es otro aspecto que tiene relación
cercana con los cambios que se producen en las comunidades y haciendas de
pastores. Tanto por la dinámica del sistema de mercado (Appleby 1979.
1980) como por la exportación de fibras y lanas (Appleby 1978; Burga y
Reátegui 1981; Robles 1980). Los mecanismos de la comercialización son
importantes de acuerdo a las referencias de Alvarez ( 196 7); Che-Piú ( 1978).
Flores Galindo (1977); Orlove (1977) . El enfoque global de los cambios
comienza a ser tema de interesantes trabajos por su propósito de dar la visión
panorámica de los procesos de la puna, así corno por el interés en obtener
generalizaciones comparables con otras sociedades pastoriles del mundo
(Browman 1982;0rlove 1981b).
Continuando la temática de los cambios conviene tener presente
aspectos variados sobre los que apenas hay tratamientos referenciales, que
poseen más el carácter de planteamientos del problema que de análisis
exhaustivos. Como los referidos a la producción de carne y su consumo por
las poblaciones de menos recursos de las ciudades del sur: al efecto de la arte-
sanía peletera o al turismo en el pastoreo (Bonnet 197 5 : Flores Ochoa
1975c, 1975d, l 975e): o a los efectos de la organización del abigeato (Orlove
1973) y a las connotaciones económicas, sociales y ecológicas del sobrepasto-
reo (Gilles 1981; Jamtgaard 1980, 1982, ms. ).
Las posibilidades que ofrece el pastoreo para el desarrollo regional y
la economía nacional han comenzado a ser tomadas en cuenta. Mejía hizo
un excelente análisis relacionándolo con la Reforma Agraria y el desarrollo
rural ( 1977 ). Estos últimos años se ha pasado a la práctica, iniciándose algu-

No. 1, setiembre 1983 189


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

nos programas motivados en el desarrollo de "tecnologías adecuadas" o


"intermedias". Los proyectos no obedecen a decisiones gubernamentales,
porque prácticamente no hay política diseñada para los pastores y producto-
res de alpacas. A lo largo de la república no se les ha dado atención alguna. Si
se ha considerado a los pastores, ha sido a la hora de imponer impuestos a la
producción, la comercialización o la exportación de la fibra, pero no para
promover su desarrollo. La agencia suiza COTESU ha comenzado un proyec-
to para promocionar comunidades de pastores en la provincia de Macusani
del departamento de Puno (Alirol 1980; Gasparis 1982; COTESU 1980), que
se halla en sus inicios, teniéndose fundado optimismo sobre sus logros.
Aquí conviene referirse al caso típico de un programa de promoción
inadecuadamente dirigido a incentivar la crianza de ovinos, que indujo a la
importación de pastos exóticos, pese a que se desarrolló en región de crianza
de alpacas. El. proyecto del Convenio de Cooperación Técnica Peruano-Neo-
celandés , después de casi una década de trabajo, no ha pasado del nivel expe-
rimental , sin posibilidades de difundirse extensivamente por limitaciones téc-
nicas y ecológicas del Altiplano. Al comprobar la inoperancia de su acción
han tratado de iniciar un programa con pastores de alpacas, justame.ote al
concluir su acción en el país (Convenio 1979; Flores Ochoa 1979, ms.a),
luego de una campaña periodística y publicitaria inusitada e innecesaria.
Las Naciones Unidas han dirigido su interés a promover el desarrollo
en regiones llamadas áridas y de altura, en base a sus propios recursos, sin
importar o imponer tecnologías ni cultivos o ganaderías exóticas. Con este
propósito han organizado reuniones en las que se evalúan los recursos pro-
pios de cada área, su uso y posibilidades en proyectos de desarrollo (F AO
1971; Flores Ochoa 1982; Tapia 1977).
Está en ejecución el proyecto de alcance mundial de investigación
multidisciplinaria y promoción del pastoreo de pequeños rumiantes, entre
los que se incorporó a los camélidos sudamericanos (Gilles 1980). No es mu-
cho lo que se ha hecho aún , porque en el Perú se ha dado preferencia a la
investigación de los cabreros de Piura o los ovejeros de Cerro de Paseo y
Junín en la sierra central, dejándose casi marginados a los paqocheros de la
sierra sur, con limitadas excepciones (McCorkle 1981 , 1982; J amtgaard ms;
West 198 lc) , más que nada por decisiones burocráticas.

El balance final
El pastoreo indígena se ha convertido en parte de la antropología
andina. A casi veinte años de las primeras etnografías no se puede dudar de
su vigencia temática, al estarse realizando análisis profundos y explicaciones
teoréticas . Se ha pasado del nivel estricta y puramente científico y académi-
co al de la aplicación . Se le considera con seriedad para el desarrollo de pro-
gramas de promoción autónomos, en los que se utilizarán recursos na tura les,
humanos y tecnológicos propios, en beneficio de grandes sectores indígenas
marginados hasta ahora. Es tal vez una de las pocas áreas donde se tienen las

190 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Jorge A. Flores: Pastoreo

mejores posibilidades para dar antes que recibir y poder avanzar en base a lo
autóctono y andino .
Para concluir me animo a transcribir un párrafo largo tomado de un
reciente comentario de la bibliografía etnológica de los Andes de los años
setenta , de la parte en que se inicia la revisión de los aportes logrados en la
temática del pastoreo andino:
"Tal vez el mayor avance individual hacia el reconocimiento de la
diversidad comunal de adaptaciones fue la rápida emergencia del
pastoreo de camélidos andinos como un campo de estudio por dere-
cho propio. El pequefio clásico Pastores de Paratía de Jorge Flores
Ochoa ( 1979a) que primero apareció en 1968 y que .ahora ha sido
bellamente traducido por Ralph Bolton como Pastoralist of the
Andes permite una gratificante introducción al campo ya cubierto de
manera sinóptica por Browman (l 974) y en detalle por los colabora-
dores del libro que Flores Ochoa publicó como Pastores de Puna
uywamichiq punarunakuna (1977). Tomado en un plano diacrónico ,
el estudio del pastoreo de camélidos introduce interrogantes acerca
del proceso por el cual la totalidad o casi la totalidad de las comuni-
dades pastoriles se convirtieron en tales. Browman y Flores coinciden
en lo esencial, que tales grupos no son supervivientes marginales de
aldeas de agricultores (Nachtigall 197 5) sino herederos de una prísti-
na tradicional de pastoreo transhumante comparable con las del
Viejo Mundo (Flores Ochoa 1977b)". (Tomado de Salomón 1982:78.
Traducción del autor.

Jorge A. Flores Ochoa


Centro de Estudios Andinos Cusco - CEAC
Universidad Nacional del Cusco
Cusco - Perú

Nota

1.- Symposium coordinado por la Wenner Gren Foundation for Anthropological


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Sobre movimientos campesinos
ehistoria regional en el Perú moderno:
Un comentario hihliografico•
José Deustua
Desde los años 1960 en el Perú se inició una intensa preocupación
por el estudio de los movimientos campesinos, tanto en la perspectiva con-
temporánea -la década de 1960 fue una época de agudas movilizaciones
campesinas- como en la dimensión histórica republicana. Dentro de esta
última, una de las fases que adquirió mayor interés fue la transcurrida entre
1900 y 1930. Sobre esta etapa de nuestra historia versaron los primeros tra-
bajos de Jean Piel, Wilfredo Kapsoli y Wilson Reátegui, José Antonio Flores
Marín y Rolando Pachas Castilla (Piel 1967; Kapsoli y Reátegui 1969; Flo-
res y Pachas 1973).
El artículo de J ean Piel fue una verdadera toma de conciencia de la
ceguera con que los diversos estudiosos del pasado peruano habían enfrenta-

* El presente comentario antes que ser exhaustivo, pretende destacar algunos estudios,
temas, corrientes historiográficas y autores que han escrito sobre los movimientos campe-
sinos y la historia regional en el Perú moderno, preocupado por un tópico que el autor ha
esbozado en otra parte (Deustua 1981 ). El lector notará, sin embargo, algunas ausencias
que no significan el desconocimiento o la poca importancia académica de aquéllas; por
consiguiente, este comentario no deja de ser un ejercicio bastante subjetivo.

No . 1, setiembre 1983 219


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

do la historia de los movimientos campesinos y también la condición del


indígena en el Perú moderño. Piel sostenía que, a diferencia de las rebeliones
indígenas de la época previa a la independencia nacional que sí habían mere-
cido una cierta atención, las ocurridas en el período republicano "ya no tie-
nen derecho al interés oficial de la historiografía criolla y son ignoradas por
la historiografía mundial". Daba el ejemplo de que, en los diez tomos de la
Historia de la República del Perú de Jorge Basadre, para los movimientos
campesinos sucedidos entre 1920 y 1930 apenas se dedicaban tres líneas. Y
sólo porque el impacto del movimiento campesino se reflejó en el debate par-
lamentario del Gobierno Central y en la prensa de Lima. Así, Piel alertaba
sobre la poca preocupación que había generado el estudio de los movimien-
tos campesinos republicanos, de los que sólo trataron algunos contemporá-
necs (Luis Felipe Aguilar. 1922; Luis E. Valcárcel, 1927; Abelardo Solís
1928; el mismo Jorge Basadre en sus obras más juveniles, 1929, .1931;
Ernesto Reyna 1930; etc.) y algunos pocos estudiosos posteriores (Antúnez
de Mayolo, Díaz Bedregal, Pino Gonzales).
Aparte de hacer este llamado de conciencia, Piel se dedicaba a la
investigación de uno de los movimientos campesinos ocurridos en esos años,
la sublevación rural de Tocroyoc de 1921. La comunidad pastora de Tocro-
yoc, según Piel , se encontraba aquejada de impedimentos para su desarrollo
económico (a través de la venta de sus lanas), para lograr su independencia
administrativa (sometida al dominio local de los vecinos principales de Yauri
y Ocoruro) y para mantener su libertad, fuera de la constante presión de las
grandes haciendas vecinas, también ganaderas. Finalmente, luego de algunas
gestiones legales de protesta y de organizarse previamente, donde el persone-
ro ele la comunidad Domingo Huarca (ex soldado y con estudios escolares)
jugó un papel fundamental, la sublevación se inició , tomándose la villa de
Ocoruro , capital del distrito . La respuesta gamonal, como en otros casos, no
fue poca: el asesinato de los líderes indígenas y el saqueo y destrucción de
sus bienes (chozas, ganado. mobiliario , herramientas, etc.).
El llamado de alerta de Piel tuvo fructíferos resultados. Por lo pron-
to . Jorge Basadre en su nueva edición de la Historia de la República del Perú
de los años 1968 - 1970, mucho más completa y amplia que la anterior,
aumentó el tratamiento dedicado a los movimientos campesinos, aparte de
referirse directamente a las insinuaciones de Piel. Pero sus efectos también se
vieron en una nueva línea de investigación y trabajo desarrollada en la Uni-
versidad Nacional Mayor de San Marcos, dentro del Seminario de Historia
Rural Andina , dirigido por Pablo Macera. Se comenzó a investigar, pues,
seriamente sobre la historia de los movimientos campesinos en el Perú mo-
derno.
En 1969, dos, en ese entonces, estudiantes de San Marcos, Wilfredo
Kapsoli y Wilson Reátegui , terminaron un largo estudio que sería su tesis de

220 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Deustua: Movimientos campesinos

Bachillerato, referido a LA Situación del Campesinado Peruano entre 1919 y


1930. Tres años después sería publicado como libro precisamente por el
Seminario de Historia Rural Andina (Kapsoli y Reátegui 1972).
Utilizando principalmente la documentación del Patronato de la
Raza lnd ígena de Lima, el libro de Kapsoli y Reátegui pretende reconstruir
la condición del campesinado peruano durante el segundo gobierno de
Augusto B. Legu ía (1919-1930). Si bien lo realiza de manera general, el
análisis no llega a convencer totalmente. El capítulo dedicado a los movi-
mientos campesinos trata tres casos relatados con bastante minuciosidad: el
de Huancané (Puno), La Mar (Ayacucho) e lea ocurridos hacia 1923. Pero
también el relato es expositivo antes que interpretativo. La información que
contiene es, sin embargo, abundante y me atrevería a sostener que el texto
constituye, todavía ahora, una valiosa materia prima para acercarse al proble-
ma del campesinado peruano en las primeras décadas del presente siglo.
Los autores han seguido preocupados por el tema y han continuado
investigaciones sobre el camp~sinado más allá de este marco temporal y más
allá de sus iniciales motivaciones juveniles. Kapsoli realizó luego un nuevo
trabajo sobre los movimientos campesinos, esta vez de Cerro de Paseo, entre
1880 y 1963 (Kapsoli 1972 -1975 -- ); y Reátegui sobre las características
empresariales, las relaciones de explotación agropecuaria, de circulación y los
movimientos y la protesta campesina en la hacienda Lauramarca en Ocongate
(Cusco) a lo largo de casi todo el siglo XX (Reátegui 1974 -1977- ). De es-
ta forma ambos autores, actualmente respetados profesores de la-Universidad
de San Marcos, habían sentado hacia mediados de la década de 1970 una
base bastante importante para el estudio de los movimientos campesinos en
el Perú moderno y, en general, de la historia rural del país, continuando así
la línea que el propio Pablo Macera había comenzado a trazar con sus pione-
ros estudios sobre la hacienda agrícola en el Perú colonial y republicano
(Macera 1966, 1968, 1971 y cfr. también 1977).

Es, de igual modo, en este contexto, que se comenzó a editar la revis-


ta Campesino. Un grupo de jóvenes profesores y estudiantes de las universi-
dades de San Marcos y Ricardo Palma empezaron a laborar en la redacción de
esta publicación que, entre otras cosas, contenía artículos históricos sobre
movimientos campesinos (como el de Valladares y Piel sobre la sublevación
de Atusparia , y el de Rengifo sobre el líder Ezequiel Urviola y Rivero, repro-
ducidos luego en un nuevo libro de Wilfredo Kapsoli: 1977), sobre la hacien-
da y la estructura agraria, y también una nutrida infonnación sobre la condi-
ción actual del campesinado peruano. que vivía entonces el proceso de
Reforma Agraria implementado por el gobierno del general Juan Velasco
Alvarado . Entre 1969 y 1972 aparecieron cinco números, luego su edición
se hizo más espaciada continuando hasta aproximadamente 1977, de donde
data un séptimo número. Ya para entonces el animador de la revista era

No. 1 , setiembre 1983 221


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Antonio Rengifo que , justamente en el número séptimo, publicó un artículo


sobre Teodomiro Gutíérrez Cuevas, Rumi Maqui , líder campesino de las
sublevaciones puneñas de comienzos de siglo (Rengifo 1977).
Dentro de la recopilación de esta , hasta entonces, ignoraóa historia
de los movimientos campesinos, hacia 1970 otros dos ex alumnos de la sec-
ción de Historia de la Universidad de San Marcos recogieron toda la inform a-
ción contenida en el diario El Comercio de Lima para establecer una seria-
ción de los conflictos campesinos, movimientos obreros rurales, bandoleris-
mo y huelgas en el Perú del siglo XX. Así, José Antonio Flores Marín y
Rolando Pachas publicaron también en el Seminario de Historia Rural Andi-
na sus Luchas campesinas en el Perú: 1900-1920 (Flores y Pachas 1973),
que luego aumentarían en un segundo volumen para los sucesos ocurridos en-
tre 1881 y 1900 (Flores y Pachas 1977 ). Ambos trabajos son más un con-
junto de fichas y cuadros, antes que una obra interpretativa o discursiva. De
todos modos se seguía acumulando material para la obra de síntesis global
sobre los movimientos campesinos en el Perú moderno , que aún se espera.
El trabajo de Flores y Pachas nos permite comenzar a introducir el
problema de la región dentro del análisis de los movimientos campesinos. De
acuerdo a sus evidencias, y utilizando como única fuente documental las
noticias recogidas en las páginas del diario El Comercio de Lima, las estadísti-
cas departamentales más importantes sobre movimientos campesinos entre
1900 y 1920 serían las siguientes :

Departamento Número de Movimientos


Campesinos l
Puno 27
Junín 22
Huánuco 15
Apurímac 12
Cusco 10
Ancash 9

Fuente : Flores y Pachas 1973

Si agrupásemos a los departamentos por regiones, tendríamos que casi todos


los movimientos ocurrieron en las regiones central y sur del país en las si-
guientes proporciones :
Región del Sur Andino (Puno, Apurímac, Cusco) 49
Región de la Sierra Central (Junín, Huánuco, Ancash) 46

El promedio, de acuerdo a estas estadísticas, es muy grande, más de dos


movimientos campesinos por año en cada región, lo que constituye un estado

222 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Deustua: Movimientos campesinos

de agitación que no se percibe en el período anterior, 1880-1900 (compáre-


se Flores y Pachas 1973 con Flores y Pachas 1977). Esta situación explicaría
por qué en la producción siguiente sobre los movimientos campesinos y so-
bre la historia regional peruana, la mayor parte de los estudios se hayan refe-
rido especialmente a las regiones de la sierra central y del sur andino, descui-
dándose la franja costera , la ceja de selva y la sierra norte.
Así, los estudios sobre los movimientos campesinos han seguido suce-
diéndose. Jean Piel, luego de su artículo sobre Tocroyoc, publicó otro sobre
el problema de la tierra en el Cusco entre fines del siglo XIX y comienzos del
XX (Piel 1970) y, finalmente, un estudio más general -y tal vez por ello
menos consistente- sobre el desarrollo del capitalismo agrario en el Perú
(Piel 1975). Kapsoli ha publicado un libro general sobre los movimientos
campesinos en el espacio peruano entre 1879 y 1965 (Kapsoli 1977), donde,
por ejemplo , no se hace mención a los tremendamente importantes ocurridos
en el valle de La Convención entre finales de la década de 1950 y comienzos
de la de 1960, aunque -en descargo - habría que decir que su intención era
rescatar movimientos campesinos olvidados , mientras que los de La Conven-
ción habían merecido una serie de trabajos (por ejemplo, Craig 1968, Neira
1968 , Blanco 1972, Fioravanti 1976). Además , también ha publicado un
estudio sobre el pensamiento de la Asociación Pro- Indígena, una institución
indigenista de comienzos del siglo XX (Kapsoli 1980). Reátegui, por último ,
ha editado una compilación de documentos sobre la historia del campesinado
peruano en el siglo XX (Reátegui 1978) y realizado un estudio con Manuel
Burga sobre una casa comercial que operaba en el mercado regional del sur
andino en las tres primeras décadas de la presente centuria (Burga y Reátegui
198 l ).
En 197 6 Alberto Flores Galindo intentó hacer un primer balance so-
bre lo realizado hasta el momento , incluyendo movimientos campesinos des-
de el siglo XVI hasta los de la década de 1960 (Flores Galindo 1979). Ya en-
tonces podía percibirse que la producción historiográfica sobre los movi-
mientos campesinos en el Perú moderno era sumamente rica. Pero en la últi-
ma década se ha incrementado aún más, por lo que la lista de los estudiosos
sobre estos temas y las nuevas perspectivas que se han abierto lo han conver-
tido en un campo muy vasto.
El libro general de Kapsoli sobre los movimientos campesinos en el
Perú (Kapsoli 1977) resulta representativo porque, aparte de su propio texto
(pp. 9 - 144), agrega otros ensayos de diferentes autores que nos muestran
esta mayor diversidad de trabajos que se estaban emprendiendo sobre los mo-
vimientos campesinos del Perú moderno. Así, aparte de un extracto del estu-
dio de Reátegui sobre Lauramarca, de un artículo de Valladares y Piel sobre
la sublevación de Atusparia y de otro de Rengifo sobre el líder campesino
Ezequiel Urviola y Rivero , ya mencionados, se incluyen textos de Flores
Galindo sobre los movimientos campesinos en el sur andino entre 1895 y
1930, de Burga sobre los del valle costeño del J equetepeque en el siglo XX y

No . 1, setiembre 1983 223


Crónicas Bibliográficas

de Manrique sobre los del valle del Perené en la ceja de selva, sobre todo de
colonos, entre las décadas de 1940 y 1950 (Kapsoli 1977: 14 7- 300). Ade-
más, mereció un agudo comentario de José Manuel Mejía , uno de los princi-
pales estudiosos peruanos de la Refonna Agraria, que hacía hincapié en las
carencias y, por tanto , en las futuras tareas a realizar para "devolver a la con-
ciencia colectiva de la población campesina lo mejor de su historia" (Mejía
1978). Es , pues, este libro una buena excusa para intentar una reflexión.
Desde una perspectiva de conjunto , los estudios sobre los movimien-
tos campesinos del Perú moderno se encontraban todavía en la fase de la
recopilación en el doble sentido de la palabra: es decir, corno recopilación de
información sobre los movimientos ocurridos y corno reconstrucción de los
sucesos. Casos como el de la sublevación de Juan Bustarnante, acaecida en
las provincias de Puno , Lampa, Huancané y Azángaro entre 1866 y 1868 ,
son representativos. Emilio Vásquez le ha dedicado un libro completo, a
veces algo lírico , donde ha recogido una cuantiosa información (Vásquez
1976); pero luego de leído uno queda aún impreciso en lo que respecta a
la lógica de los acontecimientos. Una explicación de esta carencia descan-
sa en el hecho de que la reconstrucción de los sucesos sólo puede ser alcan-
zada desde la perspectiva de los grupos sociales dominantes (hacendados ,
autoridades políticas, gamonales, etc.), porque sólo ellos fueron los que
tuvieron acceso a los medios de comunicación, a la infonnación , la escritura.
La reconstrucción de los movimientos campesinos, desde el punto de vista
de los mismos campesinos, es una tarea mucho más compleja que demanda
apelar a la tradición oral y a otros mecanismos y técnicas de recolección de
infonnación que no son los de uso común para el historiador. Jean Piel ha-
cía notar algo de esto en su estudio sobre Tocroyoc, Mejía en el comentario
al libro de Kapsoli, y también Alberto Flores Galindo en la introducción a un
trabajo colectivo de recopilación de la memoria histórica de los trabajadores
agrícolas de la caña de azúcar de Lambayeque (Flores Galindo, Deustua,
Francke, Gobitz, lndacochea, Marco, Marreros y Pallete 1977).
En este sentido, la labor de la Historia debe apelar a técnicas y méto-
dos desarrollados por otras disciplinas de las Ciencias Sociales. Asimismo, el
trabajo que se realice en lo preferible deberá ser colectivo, utilizando los re-
cursos teóricos y metodológicos que nos brindan, por ejemplo , la Antropolo-
gía o la Sociología. Un estudio bastante valioso al respecto es el de Tristan
Platt sobre la relación entre los ayllus del grupo étnico macha en el norte de
Potosí y el Estado boliviano a lo largo de los siglos XIX y XX (Platt 1982).
Platt , un antropólogo fonnado en Londres y también - tal vez valdría decir
sobre todo- dentro de los macha, ha querido reconstruir la historia de esta
relación, especialmente en lo que se refiere al pago del tributo como fonna
de legitimación del acceso colectivo a la tierra por parte de los campesinos
indígenas, desde el punto de vista de los ayllus. Haber pasado una buena
cantidad de tiempo entre los macha le ha permitido captar su propia percep-
ción del mundo y, por ello, reconstruir este conflicto secular por la tierra y

224 Revista Andina Vol. 1


_ __ __ _ __ _ _ _ _ __ _ __ __ Deustua: Movimientos campesinos

el tributo en Bolivia a través de lo que entienden los macha de este asunto .


Exagerando , se trataría de una historia etnocéntrica al revés, es decir, de un
etnocentrismo andino .
Pero volvamos al libro de Kapsoli donde, como decíamos, se perciben
las distintas direcciones que estaban tomando los estudios de los movimien-
tos campesinos hacia mitad de la década de 1970. La fase de recopilación va
dejando paso a un nuevo momento en que se busca encuadrar los movimien-
tos campesinos dentro de un marco de estudio más amplio. Es necesario pro-
fundizar en esta línea de trabajo para pasar de la recopilación a la síntesis, a
la interpretación teórica de los movimientos campesinos, que implique su
vinculación con otros temas desarrollados por diversas especialidades de la
Historia y del resto de las Ciencias Sociales. Ciertamente, la historia de los
movimientos campesinos es indesligable de la historia rural, de la historia de
la estructura agraria peruana, de la existencia de mercados regionales internos
que componen el espacio nacional y, de la evolución de los ciclos y las fluc-
tuaciones económicas más generales. Igualmente, la historia de los movi-
mientos campesinos es indesligable de otros fenómenos que ocurren total-
mente al margen del mundo rural, pero cuyas repercusiones se dejan sentir en
él. Fenómenos que, por ejemplo en la coyuntura 1900-1930, tenían rela-
ción casi directa con la agitación campesina que conmovió el sur andino en
esos años. Me refiero en especial a los conflictos políticos a nivel del Estado
o del Gobierno Central, a la caída de la República Aristocrática y el estable-
cimiento del Oncenio de Leguía (1919-1930) y, a los cambios en la compo-
sición del poder local. Así, finalmente , la historia de los movimientos cam-
pesinos tampoco es indesligable de la historia de corrientes ideológicas o de
intelectuales cuya prédica tiene como tópico al campesino indígena peruano
(Deustua 1981) y cuyo mensaje y debate ideológico, aparte de suscitar polé-
mica, se expandió por diversos grupos sociales del país integrando al campesi-
nado dentro de una problemática más amplia que abarca la cuestión de la
existencia de la nación misma (Alfajeme, Degregori, Francke, Valderrama
1978). Me estoy refiriendo al desarrollo del pensamiento indigenista en el
Perú (Tamayo Herrera 1980, 1981 , 1982; Valcárcel 1981).
Con respecto a la primera problemática, ya desde los años 1970 se
comenzó a enfrentar, seriamente, dentro de la joven historiografía nacional,
el estudio de la historia rural, de la estructura agraria peruana, en relación a
los movimientos campesinos. En el ya citado libro de Kapsoli ( 1977), dos
artículos recopilan y reconstruyen movimientos campesinos o la biografía de
líderes indígenas (el de Piel y Valladares, el de Rengifo), pero otros tres (los
de Burga, Flores Galindo y Manrique) apelan a la síntesis, es decir, buscan
interpretar los movimientos en un contexto más amplio, como un producto
de la evolución de la estructura agraria en diversos valles de la costa y ceja de
selva peruana o como resultado de la evolución de'un circuito de producción
mercantil , el de las lanas en el sur andino, y sus efectos sobre la expansión de
la propiedad terrateniente.

No. 1, setiembre 1983 225


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - -

El artículo de Manuel Maniique es parte de un estudio más general


sobre la penetración del capital inglés (The Penwian Corporation Ltd. ) en el
valle del Perené, fruto de las concesiones que logró desde la celebración del
Contrato Grace, algunos años después de terminada la guerra con Chile
(1879 - 1883) (Manrique 1972). Del mismo modo, el de Manuel Burga es
parte de un largo y minucioso estudio sobre la evolución de la estructura
agraria en el valle del Jequetepeque desde el siglo XVI al XX, es decir. desd e
que aparece la encomienda española entre 1534 y 1593 , hasta que se consoli-
da la hacienda capitalista en la zona entre 1904 y 1962 (Burga 1976).
El trabajo de Burga es producto de una investigación de muy largo
aliento . Miembro también del Seminario de Historia Rural Andina desde los
años 1965--1966 y de las aulas de la Universidad de San Marcos, de la que
hoy en día es también un destacado profesor, comenzó a recoger materiales
para su estudio de la hacienda Talambo en 1970. Casi cuatro años después, a
finales de 1973, se graduaba en París presentando una tesis doctoral sobre la
región más amplia: La. va/lée du Jequetepeque. En 1976, "a la luz de una
nueva documentación", se publicó una nueva versión de la investigación , esta
vez en español , que en lo fundamental mantenía la estructura de la original.
Es de esta obra global, que analiza detalladamente los cambios que ha sufrido
la estructura agraria en el valle del J equetepeque desde la invasión española
(despoblación indígena , aparición de la encomienda, de la propiedad agraria
religiosa, de los enfiteutas criollos y de los comienzos de la agricultura mer-
cantil en Lurifico en el siglo XIX) hasta la consolidación de la hacienda capi-
talista (debido a la existencia de un nuevo tipo de crédito agrícola, de técni-
cas productivas, cultivo del arroz, desarrollo del mercado interno, proletari-
zación y asalarización de la mano de obra y el desarrollo de un mercado de
fuerza de trabajo libre), que desprende el artículo sobre los movimientos
campesinos que, de manera breve, expone primero en 1976 en un seminario
sobre La. Investigación en Ciencias Sociales en el Perú (1979 : 242-245) y,
luego, más ampliamente en el libro de Kapsoli (1977 : 229 - 242).
El artículo de Alberto Flores Galindo es también el resultado de una
investigación de más extensas dimensiones. Si bien en él se establece un con-
traste entre la oligarquía arequipefía y los movimientos campesinos entre
189 5 y 1930, el estudio general , de donde procede, es un trabajo destinado a
desentrañar la evolución de larga duración del mercado regional del sur andi-
no entre los siglos XVIII y XX, cuyos centros de articulación cambiaron des-
de el Cusco hasta Arequipa junto con el contenido económico de este merca-
cado: la minería, haciendas y obrajes en el siglo XVIII, la exportación de las
lanas desde la década de 1860 (Flores Galindo 1977). La investigación se
realizó desde antes de 1976 en la Universidad Católica de Lima que, precisa-
mente en ese año, publicó una versión preliminar del trabajo (Flores Galindo
1976). En los años siguientes, conformando un equipo de investigación con
Teresa Oré y Orlando Plaza, se continuó con la labor, reflexionando sobre las
virtudes del concepto de oligarquía para caracterizar a la clase dominante

226 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Deustua: Movimientos campesinos

peruana, particularmente a la arequipeña, y sobre la importancia del capital


comercial en la articulación y subdesarrollo de la región sur andina (Flores
Galindo, Oré, Plaza 1978).
Estas últimas referencias, así como los artículos de Manrique, Burga
y Flores Galindo en el libro de Kapsoli, muestran, pues, que los enfoques se
hacían cada vez más amplios, desarrollándose, entonces, problemáticas que
iban más allá del estudio particular de cada movimiento campesino. Una de
éstas fue la de la región y su historia, en la perspectiva de la conformación
del espacio nacional. La vinculación teórica que existió entre uno y otro te-
ma apelaba a las características precapitalistas del país y al siguiente razona-
miento implícito. A lo largo de su historia, el Perú había sido un país rural ,
donde sus masas campesinas componían la mayor parte de su población. Se
hacía , por tanto , indispensable estudiar sus movilizaciones sociales. Sin em-
bargo , también el Perú era una "nación en formación" que se componía de
una serie de espacios regionales desarticulados entre sí, pero, a su vez, con
una abigarrada cohesión interna. Había, pues, que investigar sobre la región
como un problema para la formación de un mercado interior que fuese la
base del desarrollo nacional. La problemática regional no era, entonces,
ajena a la dé la formación del mercado interno.

DE LOS MOVIMIENTOS CAMPESINOS A LA HISTORIA REGIONAL

El economista Baltazar Caravedo, así como Efraín Gonzales de Olar-


te (1982), es uno de los investigadores de la problemática regional en el Perú.
Pero, a diferencia de Efraín Gonzales que no considera en el análisis la pers-
pectiva histórica, Caravedo precisamente se ha preocupado por estudiar esta
dimensión del problema, reconstruyendo la evolución regional del país por lo
menos en el siglo XX (Caravedo 1979a). En un artículo de 1979 sobre los
descentralistas arequipeños, discutió la formulación de Flores Galindo, Oré
y Plaza sobre la oligarquía, postulando que no permitía entender las contra-
dicciones dentro de la clase dominante peruana. Para él, la fracción arequi-
peña había enfrentado a la limeña y a los agro-exportadores de la costa nor-
te en la crisis de 1930-1931, donde habría existido una virtual guerra civil
y gobiernos paralelos en Lima y en el Sur (Caravedo 1979b ). Previamente,
Caravedo había hecho trabajos sobre el contexto regional del Sur entre 1930
y 1950, y su incidencia en el desarrollo de la burguesía arequipeña, que llegó ,
de nuevo , a enfrentar al Estado peruano durante el gobierno del general
Manuel A. Odría (1948-1956) (Caravedo 1978). En este último libro, ade-
más, comenzó a tratar la problemática de la existencia de bloques regionales
de clase, perspectiva que también era asumida por Luis Miguel Glave (Glave
1979). Recientemente, Caravedo ha vuelto a incidir en el tema regionalista
con un trabajo sobre el problema del descentralismo en el Perú (Caravedo
1983 ).

No. 1, setiembre 1983 227


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - -·- - - - - - - - -

Los planteamientos de Caravedo , sobre todo en lo que se refiere a las


dimensiones de la crisis de 1930-193 l , fueron cuestionados por José Luis
Rénique quien no sólo hizo una investigación regionalista tratando específi-
camente sobre el movimiento descentralista arequipeño y la crisis de 1930,
sino que en otro artículo, en donde sintetizaba las principales conclusiones
de su anterior trabajo , contradecía los argumentos de Caravedo con fuentes
documentales y testimonios al respecto (Rénique 1979a y 1979b ). Para
Rénique, ni el movimiento descentra lista era un fenómeno orgánico, ni como
representantes de la burguesía arequipeña en 193 l enfrentaron amenazadora-
mente .al Estado peruano. Según su versión, el movimiento de febrero-marzo
de 193 l fue , más bien, un levantamiento militar que usó a los descentralistas
como sus propagandistas e ideólogos, al carecer de formulaciones generales
que englobasen la protesta exclusivamente castrense. El ascenso de David
Samanez Ocampo al poder, del mismo modo , fue antes un gesto individual
que la culminación de un proceso social que puso en la silla de Pizarro a un
representante de los descentralistas sureños.
Al debate se han añadido otros aportes : las investigaciones de Fran-
cisco Villena sobre el partido liberal arequipeño a comienzos del siglo XX ; las
de Víctor Colque sobre el sindicalismo de la región ; y las de Juan Guillermo
Carpio sobre el papel de Arequipa dentro de los levantamientos regionalistas
que se producen durante buena parte de la historia peruana republicana
(Villena 1978 y 1979 ; Colque 1976 ; y Carpio 1982).
Otra expresión de los estudios que abordan la problemática regional,
vinculándola, además, directamente al desarrollo de los movimientos campe-
sinos, son los trabajos del antropólogo Rodrigo Montoya sobre la articula-
ción del capitalismo y el no capitalismo en el Perú del siglo XX (Montoya
1980). Montoya, en un libro recargado de datos y de referencias marxistas
no siempre felices, propone la existencia de nueve posibles ejes regionales
que habrían existido en el Perú entre 1870 y 1940, a través de los cuales se
habría desarrollado el capitalismo mercantil en el país, articulándose con for-
mas de vida y producción no capitalistas (haciendas, comunidades, campesi-
nos, parcelarios, etc.). El grueso de su estudio se refiere, sin embargo, a uno
de estos ejes (Lima-Acarí- Puquio- Andahuaylas), dond e se combinaba la
actividad de empresas capitalistas com erciales y productivas extranjeras o
nacionales de Lima , con agencias de transporte marítimo, arrieros del inte-
rior, hacendados "semi burgueses", hacendados "semi feudal es" , campesinos
parcelarios y siervos, en la producción y circulación de una serie de bienes,
sobre todo de ganado vacuno.
El trabajo de Montoya resulta, asimismo , interesante porque el análi-
sis regional no sólo tiene como fin auscultar todos estos mecanismos de ar-
ticulación económica, sino también explicar los movimientos campesinos que
entre 1960 y 1977 llegan a ganar la "batalla" por la tierra contra la clase
terrateniente. Esta fue, justamente, la pregunta original que Monto ya se pro-·
puso resolver con su trabajo de investigación. Pregunta que inicia el texto de

228 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Oeustua: Movimientos campesinos

la obra matriz de la que se desprenden sus otras publicaciones: su tesis docto-


ral presentada a la Universidad de París en 1977 (Montoya 1977). La moti-
vación primigenia del análisis era, pues, entender en la perspectiva histórica y
regional los movimientos campesinos de los años 1960, generando una inter-
pretación que iba más allá de los movimientos mismos, hasta el punto que
adquirió autonomía la problemática de la articulación de distintas formas de
producción en un eje regional. Tema que es el sustento de una ponencia pre-
sentada al V Simposio de Historia Económica de América Latina realizado en
Lima en 1977, de un artículo publicado poco después (Montoya 1978) y de,
finalmente, su libro ya mencionado (Montoya 1980).
La importancia y relación que adquirieron los temas de los movi-
mientos campesinos y de la región como perspectiva de análisis y de evolu-
ción histórica del país , puede ejemplificaFse en los últimos contenidos de la
revista Al/panchis. El número doble 11-12 de 1978 fue dedicado al estudio
de los movimientos campesinos, contándose con artículos de Lorenzo Huer-
tas, Scarlett O'Phclan, Christine Hünefeldt, Humberto Rodríguez, Nelson
Manrique, Wilfredo Kapsoli, Manuel Vasallo, Gerardo Rénique, Ricardo Cla-
verías, Alberto Flores Galindo y Abdón Palomino. El siguiente número, el
13 del año 1979, a su vez, se dedicó al problema de la región y el regionalis-
mo con artículos de José Tamayo Herrera, Baltazar Caravedo, José Luis
Rénique, Francisco Durand, David Slater, Julio López Mas y Silvia Rivera.
Dos han sido las regiones privilegiadas por la atención de los estudio-
sos, en donde, además, se ha vinculado la perspectiva regional con el desarro-
llo de los movimientos campesinos en la historia del Perú moderno: la sierra
central y el sur andino.
Sobre la región y los movimientos campesinos en la sierra central,
particularmente en el caso de Cerro de Paseo, ya hemos mencionado el libro
de Wilfredo Kapsoli (1975). Podríamos agregar, asimismo, el trabajo de Juan
Sánchez sobre las empresas de la familia Fernandini (Sánchez 1979). Aparte
de ellos, existen los trabajos, mayormente referidos al valle del Mantaro, de
Giorgio Alberti y Rodrigo Sánchcz, Carlos Samaniego, Gerardo Rénique,
Víctor Caballero , Nelson Manrique, Florencia Mallon, etc.
Alberti y Sánchez del Instituto de Estudios Peruanos hicieron una
investigación sobre la descomposición del poder tradicional en la zona a lo
largo del siglo XX, considerando los casos de cinco comunidades campesinas:
Mito , Pucará , Cajas, Yanamarca y Tingo (Alberti y Sánchez 1974 ). Samanie-
go, de igual manera , redactó una extensa tesis doctoral sobre la diferencia-
ción social y los movimientos campesinos en la sierra central del Perú (Sama-
niego 1974). Rénique, trabajando desde el Archivo del Fuero Agrario y, lue-
go , desde el Taller de Estudios Andinos de la Universidad Nacional Agraria,
escribió una serie de trabajos, incluyendo la publicación de documentos,
referidos a la actividad ganadera, sus empresas económicas (en especial la
Sociedad Ganadera del Centro), y a los movimientos campesinos de la sierra
central a través del siglo XX (Rénique 1977a, 1977b, 1978 , 1979a y 1979b).

No. 1, setiembre 1983 229


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Caballero se preocupó primero por la hacienda Conocancha y, más tarde, por


la Sociedad Ganadera de Junín y la Cerro de Paseo Corporation que se ex-
pandió en la zona, desde comienzos del presente siglo, a costa de la tierra de
las comunidades, las que también se vieron afectadas por los efectos suma-
mente nocivos de los humos de la fundición metalúrgica de La Oroya, pro-
piedad de la empresa norteamericana (Caballero 1976, 1979 y 1981 ). Manri-
que inició una investigación sobre el desarrollo del mercado interior en la
sierra central en el siglo XIX, pero después desembocó en la coyuntura de
crisis de la guerra con Chile (1879 - 1883), a la que iba a dedicar varios ar-
tículos y un voluminoso libro , producto de una tesis de Maestría , en donde
discute el problema de la participación campesina en la conflagración bélica.
a través de guerrillas indígenas (movimientos campesinos) que asumieron un
comportamiento nacional (Manrique 1978a, 1978b , 1978c, 1979 y 1981).
Mallon desarrolla primero un esbozo de las relaciones entre minería y agricul-
tura en el siglo XIX para diseñar las características de la clase dirigente regio-
nal, luego escribe un artículo sobre las vinculaciones entre comunidades y
haciendas en el valle de Yanamarca, sobre el que finalmente redacta una
gruesa tesis doctoral dedicada a estudiar la pobreza de los campesinos de la
zona , afectados por las relaciones mercantiles y la evolución de las diversas
fases del capitalismo en la región entre 1860 y 1940 (Mallon 1977 , 197 8 y
1980). En los momentos en que el debate entre Heraclio Bonilla, Henri
Favre y Nelson Manrique sobre la participación indígena en la guerra con
Chile se agudizó , Mallon escribió también un artículo avalando la existencia
de una conciencia nacionalista de los campesinos que se movilizaron en esa
conflictiva coyuntura de crisis (Mallon 1981, los puntos de vista de Bonilla y
Favre en Bonilla 1977 , 1979a y 1979b y Favre 1975).
Sobre la historia regional del sur andino en el Perú republicano y su
relación con los movimientos campesinos, aparte de los textos ya citados de
Flores Galindo (1977), Flores Galindo, Oré y Plaza (1978) y Montoya
(1980), existen una serie de trabajos más como los de Appleby, Burga y
Reátegui, Orlove, Glave, Aramburú, Jacobsen, Giraldo y Liria Franch ,
Hazen , Tamayo Herrera, etc.
Gordon Appleby se preocupa por estudiar la evolución de los siste-
mas de mercado regionales en Puno entre los siglos XIX y XX, que trans-
curren desde las ferias anuales , el comercio dominical -desde la llegada del
ferrocarril a la zona-, hasta el desarrollo intenso de los mercados urbanos y
la aparición de los mercados rurales de la actualidad; es decir, según su propia
terminología, desde un sistema dendrítico hasta el sistema de mercadeo inte-
grado (Appleby 1978, 1979). Burga y Reátegui escriben un minucioso traba-
jo sobre las operaciones de compra- venta de una casa comercial, la casa
Ricketts, en el mercado regional sureño entre 1895 y 1935 . De este modo
pueden evaluar la importancia del capital mercantil en su articulación con las
unidades productivas (haciendas, comunidades), a través de la acción de los
rescatistas de lanas , en las diversas fases por las que atraviesa la región de

230 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Deustua: Movimientos campesinos

acuerdo a las coyunturas de expansión, crisis e inestabilidad de la actividad


mercantil en la zona (Burga y Reátegui 1981 ). De igual forma, Benjamín
Orlove realiza un trabajo más bien antropológico y contemporáneo sobre las
relaciones entre comunidades y haciendas con el comercio lanero, en el con-
texto del desarrollo de la economía de exportación en la sociedad regional
del sur peruano (Orlove 1974a y 1974b). Luis Miguel Glave, investigador del
Centro de Estudios Rurales Andinos Bartolomé de Las Casas, a la inversa,
desde una perspectiva de larga duración , se plantea los problemas de una his-
toria regional para el caso del Cusco, viendo su evolución desde la época co-
lonial, donde existían fuertes vínculos a través del comercio de azúcar, coca,
granos, frutas , lanas, telas, carne y cuero, con el mercado interno colonial,
cuyo eje era Lima-Potosí ; la desintegración de estos mismos vínculos, perci-
bida a través de un indicador, la renta de la tierra, y la nueva situación y el
nuevo regionalismo surgido en los siglos XIX y XX (Glave 1983 ). Aramburú,
a su vez, realiza un pequeño estudio monográfico sobre las características
económicas y la evolución de la hacienda Picotani en Azángaro (Puno)
(Aramburú 1979).
Sobre la misma zona de Azángaro existen dos trabajos más. El de
Nils Jacobsen sobre la evolución de la tenencia de la tierra y la estructura
agraria en la región , quien recientemente ha terminado una voluminosa tesis
sobre el tema , presentada en la Universidad de California, Berkeley, pero cu-
yos avances se pueden ver en un artículo publicado en la revista Makaya de
Puno (1976). Precisamente a partir de su investigación, Jacobsen criticó un
artículo de Karen Spalding sobre la estructura de clases en la sierra peruana
entre 17 50 y 1920 (Spalding 1977; Jacobsen 1978) y, luego, de manera exa-
geradamente dura, el libro de Manuel Burga y Wilson Reátegui sobre la casa
Ricketts (Burga y Reátegui 1981 ; Jacobsen 1982); esta úitima crítica, escrita
con el fin de avalar sus propias hipótesis de trabajo. Por último, Martha Gi-
raldo y Ana Liria Franch, en una tesis de Maestría presentada en la Universi-
dad Católica de Lima, han estudiado también la evolución de la propiedad de
la tierra en Azángaro entre 1850 y 1920, pero, sobre todo, la acción del ga-
monalismo con el fin de referirse luego a los movimientos campesinos de
comienzos de siglo (Giraldo y Liria Franch 1979).
Por su parte, Dan Hazen Chapín ha dedicado una extensa tesis docto-
ral a analizar la evolución de Puno en el siglo XX, tanto desde la perspectiva
de las políticas públicas aplicadas como en todo lo que se refiere a los medios
educativo- culturales que podrían ser un mecanismo para lograr la integra-
ción del campesinado en la dinámica nacional (Hazen 1974). Al respecto,
José Tamayo Herrera ha realizado también una serie de trabajos de orden
ideológico- cultural sobre la zona, referidos al indigenismo cusqueño en la
larga duración, pero los ha combinado con otros estudios de carácter social ,
en especial sobre la historia del Cusco republicano (Tamayo Herrera 1978 y
1980). Su último libro , justamente, mezcla ambas dimensiones en un solo
relato que, por lo mismo , a veces resulta desarticulado, ya que el texto con-

No. 1, set iembre 1983 231


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

tiene una primera parte sobre la larga evolución de la historia económico-


social puneña, mayormente escrita basándose en fuentes secundarias locales ;
una segunda sobre el latifundismo , gamonalismo y los movimientos campesi-
nos de la región; y una tercera, mucho más rica en la acumulación de infor-
mación inédita, sobre el indigenismo puneño (Tamayo Herrera 1982).
Tamayo Herrera es el autor que mayor información ha logrado reco-
ger y ordenar sobre el indigenismo en el sur andino. Sin embargo, su marco
conceptual de análisis todavía se ubica dentro de una historia de las ideas
bastante tradicional: presenta biografías de personajes para exponer luego
sus planteamientos ideológicos. Empero, en algunos capítulos de su Historia
del Indigenismo Cusqueño sugiere que se debe utilizar en el análisis el enfo-
que de las mentalidades, lo que en general en sus varios trabajos sólo realiza
tentativamente. Mejor fortuna ha tenido introducir esta problemática, que
constituye el non plus ultra de las corrientes actuales de la historiografía
francesa, en el libro conjunto de Manuel Burga y Alberto Flores Galindo so-
bre la República Aristocrática, es decir, el período de nuestra historia que
transcurre entre 1899 y 1930, según la propia terminología empleada por los
autores y derivada de la obra de Jorge Basadre. El libro es un análisis de con-
junto de la época, una especie de historia total, que pretende explicar el sur-
gimiento de las alternativas político-sociales del aprismo y del socialismo en
el Perú hacia finales de la década de 1920 (Burga y Flores Galindo 1979).
Aparte de dedicar algunos capítulos al funcionamiento de la hacienda andina
y al estudio de la mentalidad oligárquica, se quiere comprender los movi-
mientos campesinos de comienzos de siglo como "la gran sublevación indíge-
na del sur". Esta formulación es complementaria a otras de los mismos auto-
res que proponen, en un primer caso de excesivas ambiciones, entender la
evolución de los movimientos campesinos del Perú moderno desde 1860 has-
ta 1960, a través de la idea de la existencia de un primer y segundo milenaris-
mo y, luego, de una coyuntura más sindical y política de recuperación de
tierras, propia esta última de los movimientos campesinos de la década de
1960 (Burga y Flores Galindo 1980). Y en un segundo caso, los proyectos
mentales de lo que los campesinos pretendían alcanzar, es decir, "la utopía
andina" (Burga y Flores Galindo 1982). Como podrá notarse, la mención de
estos últimos títulos nos muestra un campo de reciente investigación que uti-
liza perspectivas distintas a las hasta ahora usadas para acceder a la compren-
sión de los movimientos campesinos en el Perú moderno.

José Deustua
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
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240 Revista Andina Vol. 1


La industria en el ande: Bihliografía
Francisco Durand
Actualmente existen alrededor de 2,000 fuentes bibliográficas sobre
el tema de la industria manufacturera, incluyendo libros, tesis universitarias,
artículos en revistas especializadas e informes de organismos públicos. Del to-
tal, el 9SO/o corresponde al tema de la industria en general y al desarrollo in-
dustrial capitalino. El SO/o restante versa sobre la industria provinciana. La
producción bibliográfica corresponde a la naturaleza altamente concentrada
(cualitativa y cuantitativamente) de la industria en el Perú. Lima-Callao con-
centra más del 80º/o de la producción industrial y cerca del 900/o del valor
de la producción fabril.
Hemos ordenado y reseñado ese escaso SO/o de bibliografía sobre la
industria en la sierra peruana. Se caracteriza por su variable calidad y por su
carencia de continuidad, con la sola excepción de Arequipa, la más industria-
lizada de las regiones serranas del país. A pesar de ello es posible seguir, des-
de sus orígenes y a grandes rasgos, la evolución de la industria regional andi-
na y, lo que es más importante, la discusión sobre sus posibilidades. Esta ta-
rea, ciertamente, requiere ser completada. El trabajo que ofrecemos puede
servir de base para una indagación más sistemática y completa de la que aquí
presentamos.
El interés en desarrollar esta tarea reside en la importancia que viene

No . 1, setiembre 1983 265


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

cobrando el fe nómeno de la protesta regional y las distintas alternativas de


solución propuestas. La industria andina contemporánea consiste en vi ejas in-
dustrias de base region al que han logrado subsistir, industrias vinculadas a re-
cursos naturales (cemento , cerveza, leche, fertilizantes, etc.) y una que otra
industria sustitutiva de importaciones. La ausencia o precaria existencia del
fenóm eno industrial en el Ande , desde el punto de vista de la producción, es
uno de los temas vitales ele discusión de la problemática region al. Su ausen-
cia y , por ende , la percepción ele que este proceso se desarrolla en forma de-
sigual , tanto técnica como especializad amen te, ha sido percibida por las cla-
ses sociales de la escena regional y se ha convertido en problema.
De allí la necesidad de conocer y estudiar lo poco que se ha produci-
do so bre el tema para hacer el balance de lo existente y poder evaluar con
realismo los planes de desarrollo industrial provinciano, vía parques indus-
triales o "polos de desarrollo ", que siempre han contado con una mayor do-
sis de utopía que de realismo. Las prom esas frustradas y los planes inconclu-
sos, cuando no totalmente fracasados, constituyen la parte contemporánea
del problema. Cabe hacer una precisión, es conveniente tomar el tema desd e
la óptica del desarrollo de las fuerzas productivas, que corresponde con gran
parte de la bibliografía seleccionada ; pero no hay que olvidar las relaciones
seciales de producción si se pretende un enfoque integral.
Con el ánimo de contribuir en esta tarea presentamos el siguiente lis-
tado bibliográfico, qu e esperamos sea de utilidad a los interesados en esta po-
lémica y preocupante te.m ática.
Francisco Durand
Pontificia Universidad Católica
Apartado 17 61
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Los alabados: apuntes sobre el universo
simbólico de la autoridad en
comunidades del sur andino peruano
{Distrito de Pisac, Calca, Cuzco)

Beatriz Pérez-Galán

[. .. ] Y con qué te harías respetar; con esa vara que


haces, y cómo harías respetar a tu maestro [a la vara],
haciendo el alabado se hace el respeto. Este Inca [la vara]
llevamos con respeto, así es, y sino no habría respeto, todo
sería común, y los Regidores tampoco reconocerían lo que
estamos haciendo[. .. ] es uso y costumbre. El Varayoq es
quien hace respetar; si no, todo sería común' (Bartolomé
Sutta, kuraq y maestro de alabados de la comunidad de
Chahuaytiri, Pisac, 14 agosto de 1996).

Si, como parece generalmente aceptado, cada cultura se caracteriza por un comporta-
miento ritual determinado a través del cual los actores expresan y promueven la constante
recreación de su identidad, entonces el estudio del universo simbólico presente en el contexto
ritual resulta l\na de las vías más adecuadas para acceder al significado de esa identidad cultural.

Todos los fragmentos de entrevistas que se reproducen han sido recogidos en quechua y traducidos al
castellano con la ayuda de Guadalupe Holgado Huaraka.

N 2 35, julio 2002 247


Artículos, notas y documentos

Siguiendo el esquema clásico propuesto por Victor Turner (1990), en este texto se
presentan algunos ejemplos de símbolos referenciales y dominantes 2 asociados al contexto
ritual de la autoridad en un conjunto de comunidades altoandinas del distrito de Pisac (Calca,
Cuzco). El lenguaje ritual que utilizan y escenifican las autoridades que des_empeñan un
cargo en la jerarquía cívico-religiosa en estas comunidades andinas provee ejemplos de
ambos tipos simbólicos.
Ejemplos de símbolos referenciales son los alabados, las flores, las velas y, en gene-
ral, todos aquellos "lenguajes culturales" como la comida, la música y la bebida que dotan de
eficacia simbólica a la cruz y a la vara, símbolos dominantes que expresan de forma sintética
el orden social de estas comunidades. Sobre ellos, las autoridades realizan el "respeto", al
que don Bartolomé hacía referencia en la cita traída a colación, el tratamiento ritual que
precisan para tener "poder" y que incluye una t'inka, 3 recitación de entre tres y nueve
alabados, esparcimiento de flores y, por último, prendimiento de velas.
Lograr una comprensión cabal de todos estos símbolos requiere ubicarlos previa-
mente en el marco referencial del que han sido extraídos: el sistema de autoridades étnicas
que en estas comunidades recibe el nombre de wachu.

El contexto significativo de los símbolos de autoridad: el wachu

Desde el punto de vista organizativo habitualmente se considera que en las comuni-


dades andinas coexisten, como resultado de una larga historia de colonización, dos sistemas
de ordenamiento normativo. De un lado, un sistema político-administrativo impuesto por los
dominadores foráneos, españoles o criollos, bajo la forma de encomiendas, haciendas y
sistemas democráticos formales, y de otro, un sistema de autoridades tradicionales que se
rige mediante el principio de la mayordomía o del cargo, cuyo extremo más visible son los
varayoqkuna o alcaldes envarados. 4
Frente a este modelo dual que separa, como realidades contrapuestas, indígena ver-
sus mestizo, autóctono versus foráneo, tradición versus modernidad, una corriente de la
antropología legal señala la naturaleza plural e híbrida de todos los sistemas de autoridad ,
que son resultado de la mezcla de tradiciones de diversas procedencias continuamente
reapropiadas por los sujetos (Engle 1988; Drzwienniecki 1997). En este caso concreto, el
wachu o sistema de cargos, tal y como se puede oservar hoy día en las comunidades de
Pisac, es el resultado híbrido de la imposición de cabildos y cofradías castellanos durante la

2 Turner se refiere a la existencia de dos tipos de símbolos que aparecen invariablemente asociados en
el contexto ritual: de un lado, los símbolos "dominantes" o de condensación, que expresarían de una
manera sintética el orden social del grupo en cuestión, y de otro, los símbolos de "referencia" que
serían aquellos explícitamente utilizados para propiciar el fin perseguido.
3 Tipo de ofrenda que implica una aspersión ritual con chicha o trago.
4 Existen multitud de estudios sobre el sistema de cargos en las comunidades latinoamericanas que
reflejan la evolución de las tendencias teóricas en antropología. Entre los trabajos referidos al área
mesoamericana véase: Wolf 1957; Aguirre Beltrán 1953; Cancian 1967; Carrasco 1979; Smith 1981 ;
Chance y Taylor 1985; Slade 1992; Vogt 1992. Para el área andina consultar, entre otros: Arguedas
1989; Escobar 1961; Castillo Ardiles 1970; Fuenzalida 1976; Gow 1974; Spalding 1981 ; Rostworowski
1983 y 1993; Sallnow 1987; Rasnake 1987; Platt 1982 y 1988; Martínez 1995; Pérez-Galán 1999.

248 Revista Andina


Beatriz Pérez-Ga/án: Los alabados: apuntes sobre el universo simbólico de la autoridad

época colonial y de un intenso proceso de reapropiación local que en los Andes se remonta,
de forma documentada, a fines del siglo XVIIP (Fuenzalida 1976; Spalding 1974 y 1981;
Rasnake 1987, Wachtel 1997).
Sintomática de ese proceso de reapropiación es la diversidad de significados que
actualmente envuelve la palabra wachu, transformada en una de las metáforas culturales que
sirve a los habitantes de estas comunidades para pensar, ordenar y actuar sobre su realidad
(Geertz 1992; Levi-Strauss 1995).
En la literatura antropológica existen numerosos ejemplos en los que se analizan metá-
foras mediante las cuales los nativos conciben y ordenan su experiencia en categorías cultura-
les. En el caso específico de los Andes, las analogías más habituales proceden de los elemen-
tos de un medio geográfico profundamente sacralizado (Bastien 1978; Pérez-Galán 2002), de los
animales (Flores Ochoa 1977; Urton 1985), o también del trabajo agrícola6 (Urton 1984 ).
Este último campo semántico es el que nos proporciona la referencia más cercana al
wachu como una categoría cultural ordenadora. La imagen empleada es el surco de la siembra
o wachu propiamente dicho. González Holguín recoge en su diccionario varios usos de este
vocablo relativos al léxico agrícola:

huachu-huachu: camellones o renglera[ ... ] cosa que está a la hila, o a hecho


en renglera; huachuchaccuni : ordenarse o componerse en renglera para yr en
orden; [... ] huachu huachullarini: yr unos tras otros en orden de uno en uno
[... ](González Holguín 1989: 169).

Actualmente con la palabra wachu los runas de estas comunidades designan un


universo amplio de situaciones que tienen en común referirse a un tipo de ordenamiento. La
referencia más cercana a este concepto se extrae por analogía entre dos campos semánticos:
por un lado, el de las prácticas sociales relativas al trabajo agrícola, y por otro, el que se
refiere al funcionamiento del sistema de cargos. Entre los ejemplos más notorios de este
paralelismo se pueden señalar: la alternancia de ciclos de cultivos y descanso de las parce-
las, y la obligación de servir "por turno" a la comunidad mediante el sistema de cargos; entre
los sistemas de trabajo agrícola basados en la reciprocidad (ayni, minka), y la serie de
derechos y obligaciones que estructura el sistema de cargos; entre la forma de realizar el
trabajo agrícola por parejas (varón-mujer), y los cargos asumidos y desempeñados del mis-

5 Si bien el origen institucional de los alcaldes se remonta a la época colonial (imposición de cabildos y
cofradías peninsulares adaptados al gobierno colonial americano), la consolidación de estos cargos no
se producirá hasta fines del siglo XVIII, a medida que las atribuciones administrativas otorgadas por el
gobierno colonial a los antiguos señores prehispánicos, los curacas, comienzan a disminuir. La reac-
ción de la administración borbónica frente a las numerosas insurrecciones protagonizadas por curacas,
que se suceden entre 1720 y 1790, supone el fin de las prerrogativas que estos señores étnicos habían
disfrutado hasta ese momento y el recorte drástico de sus funciones (principalmente la recaudación de
tributo y la. organización del trabajo obligatorio) que son traspasadas a los alcaldes del Cabildo de
Indios (Stern 1990; Spalding 1981; O'Phelan 1988 y 1995).
6 Gary Urton analiza en Paqaritambo una categoría ordenadora análoga a la de wachu que también
proviene del léxico agrícola y que recibe el nombre de chuta, literalmente: "secciones en que se divide
la chacra de cultivo" (Urton 1984).

N2 35, julio 2002 249


Artículos, notas y documentos

mo modo, y, quizás, el más evidente de todos ellos: entre la distribución lineal de las semillas
de la parcela de cultivo y la colocación, también lineal, de las personas que pasan un cargo
cuando caminan, beben o descansan.
Algunos usos lingüísticos de la palabra wachu en el lenguaje cotidi"no de estas
comunidades ilustran estas analogías. Para estas personas "estar en mi wachu" equivale a
estar en la obligación de cumplir con un cargo. Del mismo modo "colocarse de acuerdo al
wachu que te corresponde" significa situarse espacialmente en el lugar que el cargo te
asigna y, por último, "pasar el wachu" se traduce en adquirir la condición de "runa", esto es,
de persona con derecho a tierras, sistemas de protección y ayuda mutua que garantizan la
supervivencia en los Andes. 7
El ejemplo etnográfico que proporciona de la comunidad Chahuaytiri, situada entre
los 3 800 y los 4 200 metros en las alturas del distrito de Pisac, permite observar la relevancia
actual de este sistema en términos del capital humano que moviliza.
En esta comunidad, el wachu está formado por una secuencia de aproximadamente
diez cargos que implica la participación activa de todos los runas, desde los seis o siete años
de edad hasta prácticamente el final de su vida. R Entre 1996 y 1998, periodo al que correspon-
de el grueso del trabajo de campo etnográfico realizado en esta comunidad, casi medio
centenar de varones "estaban en su wachu", es decir, desempeñando la función pública de
uno cualquiera de los cargos que constituyen este sistema. Pero, además, si consideramos
que todos ellos son ejercidos en parejas (esposa-esposo; madre-hijo; hermana-hermano),
esta cantidad se duplica y supone que eran 90 las personas que estaban participando activa-
mente en el wachu durante ese periodo, es decir, el 45% de la población adulta de Chahuaytiri.9
Una última consideración matiza aún más la relevancia actual de este sistema. Es la
que se refiere a la existencia de una sola jerarquía cívico-religiosa en la que se integran las
autoridades de vara (es decir, alcaldes, segundas y regidores) de todas las comunidades que
forman este distrito ( 13 en total). Ese "wachu intercomunitario" adquiere su máxima expre-
sión en la concentración dominical que protagonizan estas autoridades en el pueblo de
Pisac. Ataviados con sus monteras, sus ponchos multicolores y sus varas, continúan cum-
pliendo con una de sus antiguas obligaciones coloniales: la asistencia al templo. 10

7 En las comunidades de Pisac, a las personas que no desempeñan cargos la comunidad les retira la
condición de seres humanos (significado literal de la palabra runa), refiriéndose a ellos con la expre-
sión "algo hina, mana cargo ruwaq" (como el perro que no hace cargos).
8 Estos cargos son: alférez, regidor, wifala, capitán, sargentos, wachu capitán, segunda, velada, alcalde
y mayordomo mayor.
9 De un total de 496 habitantes que poseía esta comunidad en 1996-1998 repartidos en 11 O a 115
unidades domésticas, el 61 % es menor de 18 años. Casi el 40% restante está compuesto por jóvenes
y adultos (mayores de 18 años) entre los que se resuelve la mayor parte de los cargos del wachu, con
la excepción de los cargos de alférez y regidor, que son desempeñados por niños de entre 7 y 15 años
aproximadamente. De ese 40%, algo menos del 8% superan los 50 años de edad y coinciden en lo
esencial con los nombres de los kuraqkuna, las personas que en el transcurso de una generación (unos
25 años aproximadamente) han culminado todos los cargos del wachu.
1O Las instrucciones dictadas por el gobierno colonial para estos alcaldes consistían en: "guardar las
ordenanzas, servir de auxiliar de justicia, procurando el bienestar de los naturales, la difusión de las
prácticas religiosas y no permitir borracheras, amancebamientos e idolatrías, cumpliendo fielmente
el oficio para el que habían sido elegidos" (Avellá 1934: 148).

250 Revista Andina


Beatriz Pérez-Galán: Los alabados: apuntes sobre el universo simbólico de la autoridad

Ordenadas en dos filas distribuidas a ambos lados del altar mayor, las autoridades de
vara, en tanto que representantes político-religiosos de sus comunidades, presiden cada
domingo la misa en quechua que se oficia en el templo.
El orden de colocación que observan las autoridades de cada comunidad entre sí al
si tuarse en cada una de las filas (los alcaldes en una y sus respectivos segundas y regidores
en la otra) se repite en cada ocasión ritual para la que se congreguen en el pueblo de Pisac .
Según consta en los libros de contribuyentes de la provincia de Calca y Lares (Archivo
Departamental del Cuzco), este ordenamiento se remonta a fines del XIX y obedece al núme-
ro de contribuyentes (antes tributarios) que cada parcialidad aportaba a Pisac, la capital del
distrito y centro rector de la economía política de esta área (Pérez-Galán 1999). 11 De manera
que las autoridades de vara que provenían de las poblaciones más numerosas poseían el
privilegio de ocupar respecto de sus homónimos la posición de mayor rango, esto es, el
último lugar en las filas . En la actualidad, y a pesar de haber sido liquidada la obligación de
tributar y reconocidos los derechos de propiedad de los campesinos a sus tierras , el orden
que observan estas autoridades cuando desfilan en el pueblo de Pi sac continúa reprodu-
ciendo ritualmente aquel, según señalan los propios runas : "ñawpamanta pacha" (desde los
tiempos antiguos).
Para tratarse de "poco más que una reliquia ceremonial del pasado", como ha sido
caracterizado en otras comunidades vecinas (Sallnow 1987: 120-121), 12 o acaso "un simple
resto de cultura mercenarizada para el turismo" (Flores Ochoa 1996), parece un número dema-
siado elevado de personas perdiendo su tiempo. Una lectura restringida de este sistema,
contemplado como un mecanismo socio-económico de ascenso social en la comunidad o
como una forma de legitimar desigualdades en el contexto de la economía política local, ha
podido ocasionar algunas actas de defunción, a menudo precipitadas. Por el contrario, si
devolvemos el foco de análisis al contexto ritual, en el que los runas que pasan un cargo en el
wachu de estas comunidades expresan un concepto compartido del mundo y de las formas
legítimas de actuar sobre él, observamos que la naturaleza de la autoridad que desempeñan
estas personas no reside en la administración de los asuntos burocráticos de la comunidad ni
tampoco en su capacidad de coerción, sino fundamentalmente en la reactualización del pacto
de reciprocidad que sustenta toda forma de interrelación en los Andes -entre seres humanos,
y entre éstos y los demás elementos de la naturaleza-. Coincido con Allen cuando señala que

11 El orden en el que se ubican los alcaldes de cada comunidad respecto a sus homónimos es el siguiente:
comunidades de Amphay, Amaru, Maska, Kuyo, Sacaca, Viacha, Ccotataqui, Chahuaytiri, Pampallaqta
y Paru-Paru.
12 Sallnow ( 1987) alude al sistema de cargos -mayordomías- sobre cuya base se organizan todas las
peregrinaciones que se realizan en la comunidad de Camawara (distrito de San Salvador). Sin embargo,
preocupado por integrar este sistema funcional al desarrollo histórico de la economía política del
distrito, el autor soslaya su significado simbólico-religioso. Así, por un lado, mientras que al describir
la historia de la organización política de la comunidad encuentra que el sistema de alcaldes-vara no
tiene ninguna relevancia, por otro en cada una de las procesiones que analiza da cuenta de lo
contrario. Así, en todos los rituales que analiza a lo largo de sus páginas, encontramos constantes
alusiones a la participación de alcaldes, misayoq, segundas, regidores , wifalas y mayordomos. Es decir,
prácticamente todos los cargos que constituyen la secuencia del wachu en Chahuaytiri, comunidad
vecina a la de Camawara.

N2 35, julio 2002 251


Artículos, notas y documentos

estas autoridades son kamachikuq, es decir, actualizadores de un complejo mundo simbólico


que refleja, para los runas de estas comunidades a las que representan, un determinado orden
de las cosas, de los elementos de la naturaleza y de las personas (Allen 1998).

La polisemia de los símbolos de autoridad

Una de las cuestiones que salta a la vista al analizar el lenguaje simbólico que cons-
tituye el medio de expresión del wachu es aquella que se refiere a la permanente "multivocidad"
(Tumer 1990) característica de los símbolos implicados (flores, alabados, velas, varas, cruces
y santos, entre otros). Esa polisemia de significados remite, una vez más, a la mezcla de dos
tradiciones: una colonial (origen institucional de los cabildos y cofradías), y otra autóctona
(origen de los elementos nucleares del universo simbólico de esta población: caso de los
espíritus de los cerros y lagunas, la Pacha Mama, etcétera), ambas resignificadas en el
contexto ritual andino como una sola tradición, plural e híbrida.
La concepción que los runas de estas comunidades tienen acerca de estos símbolos
de autoridad es reveladora de la fusión socio-cultural de tradiciones de diversa procedencia
que se ha producido en este contexto cultural. Desde esa perspectiva, quizás resulte eviden-
te afirmar que para estas personas no existe contradicción alguna en construir su identidad
grupal simultáneamente mediante alabados, varas, cruces, santos y espíritus de la naturale-
za, pero quizás no lo es tanto el hecho de que el valor sagrado atribuido por los runas a estos
elementos derive del tratamiento ritual al que son sometidos, que incluye: ceremonias de la
liturgia propiamente cristiana (misas y procesiones, entre las más comunes) y simultánea-
mente de la liturgia andina (t'inkas, paseos rituales y pagos, principalmente). Todos los
símbolos dominantes y referenciales asociados al campo semántico de la autoridad en estas
comunidades adquieren su valor y, por tanto, su eficacia simbólica "dentro y fuera del templo
cristiano" al mismo tiempo, y en ese diálogo sugiero ubicar su significado. Se trata de una
relación recíproca, diríamos una negociación permanente, entre lo de fuera y lo de adentro,
cuya distinción se hace cada vez más difusa y confirma la naturaleza híbrida de la identidad
cultural andina de la que participan estas comunidades. 13
Así, frente a una concepción esencialista y reductiva de la identidad que deriva de
asemejar un determinado grupo étnico (quechuas, aymaras, coyas, lupacas, etcétera) con un
conglomerado de rasgos culturales que se le suponen "propios" u "objetivos", según crite-
rios de procedencia indígena o no indígena (Dietz 1999), el ejemplo que proporcionan el
sistema de autoridades tradicionales y el lenguaje simbólico en el que se expresa invita a
repensar la identidad cultural andina como un producto histórico y socialmente construido
en situaciones de contacto e interacción con otros grupos (ayer: encomenderos, recaudado-
res, evangelizadores, hacendados, y hoy : residentes, artesanos, turistas y técnicos de desa-
rrollo, entre otros). 14

13 En torno al debate inacabado sobre la identidad andina, consultar, entre otros: Burga 1988; Flores
Galindo 1988, 1994; Flores Ochoa 1990; Urbano 1990, 1992, 1993; Marzal 1983 y 1993.
14 Según Dietz, la persistente confusión que existe en la literatura etnográfica entre grupo étnico (nivel
emic) y cultura (nivel etic) debida a una deficiente delimitación de ambos conceptos es la misma que
desemboca en la posibilidad estructural de distinguir entre fenómenos intraculturales e interculturales

252 Revista Andina


Beatriz Pérez-Galán: Los alabados: apuntes sobre el universo simbólico de la autoridad

Desde esta perspectiva, el debate no radicaría en discutir el origen de los alabados ,


las varas o las cruces, como símbolos de origen indígena o como resultado de la introducción
colonial, sino como productos híbridos resultado de la mezcla de tradiciones de distinta
procedencia. Ello no los convierte en "menos auténticos" en sus resultados (dotar de una
identidad colectiva al grupo), sino tan sólo más ajustados al permanente dinamismo que
caracteriza las formas de organización social en los Andes. Como señala Vogt en un estudio
clásico sobre rituales en Zinacantán, comunidad de los altos de Chiapas:

aún cuando la historia ciertamente explica la introducción de muchos elemen-


tos en el ritual, no explica lo que estos rituales significan para esta población
hoy ni por qué siguen realizándolos como lo hacen [.. .]. Lo que importa es
tratar de entender cuáles son los principios ordenadores que dotan de cohe-
rencia actualmente a estos símbolos en relación al contexto ritual en el que
cobran su significado para la población (Vogt 1988: 15).

Sugiero entonces centrar el análisis de estos símbolos de autoridad en el proceso de


resemantización del que son resultado y en el contexto significativo bajo el que asumen la
apariencia de "tradición", esto es, en el contexto ritual.

Cruces y varas

Las cruces aparecen tanto dentro del contexto que consideraríamos "apropiado" de
la liturgia cristiana (en el interior de las capillas de la comunidad y/o asociados a los altares
de los santuarios sagrados), como también y con una asombrosa frecuencia "fuera de con-
texto" , es decir, asociados al territorio y por ende a las autoridades étnicas: cruces son
colocadas por los wachu capitanes en el "linderaje" sobre los mojones que ejercen de
fronteras simbólicas que separan lo salvaje -situado fuera de esos límites comunales- de lo
social -dentro del territorio comunal-; cruces son renovadas por el alcalde en el ritual del
runa muyuna en la puerta de cada casa como guardianes de los hogares familiares; cruces
son llevadas a las chacras al comienzo de la siembra para propiciar su fertilidad durante el
cruz velakuy; cruces son grabadas en las varas de mando y también portan cruces como
distintivos de autoridad prácticamente todos los cargos del wachu. Y todas ellas reciben "el
respeto", el tratamiento ritual con el que estos cargos resignifican el valor de un símbolo de
acuerdo a sus usos y costumbres.
Por su parte, el significado de la vara como símbolo dominante sobre el que reposa el
significado que sustenta a estas autoridades está intrínsecamente ligado al de la cruz. Más
allá de la semejanza formal entre cruces y varas, visible por un lado en la forma y por otro en
el material con el que ambas están fabricadas (la madera de chonta), los runas expresan
equivalencias verbales explícitas entre ellas: "la vara es autoridad"; "la vara es respeto" ; "la

en el estudio de los procesos de contacto e hibridación cultural (I 998 :61ss.). Wachtel indica que, a
menudo, estos procesos de hibridación cultural se producen en situaciones de desigualdad y domina-
ción en los que la identidad del grupo necesita ser reafirmada (I 997:684).

Nº 35, julio 2002 253


Artículos, notas y documentos

vara es el Taytacha"; "ahora que soy evangélico ya no creo en las varas"; " la vara es el
Hatun Maestro"; "a la vara le prendemos velas y le hacemos celebrar misa" ; "es diospa
wañuskan crus" (la cruz donde murió Dios); "es el Justo Juez, y por eso sólo el alcalde la
puede agarrar". 1
La vara, como cualquier otro elemento al que se le atribuyen poderes sobrenaturales
(caso de la Pacha Mama, los apus y otros), es el resultado de una relación de reciprocidad
que los runas de estas comunidades hacen efectiva en el contexto ritual. Sin esa transacción
simbólica, que se hace efectiva mediante t'inkas y otras ofrendas más complejas, la vara "se
enojaría" y podría castigarlos directamente (haciéndoles enfermar), o bien indirectamente
(malogrando sus animales o sus cultivos).
Pero no dejaría de ser un simple palo decorado, sin capacidad de afectar ni el compor-
tamiento ni el destino o "suerte" de la población de estas comunidades, si no es porque es
renovado anualmente. Esa renovación sucede en Semana Santa, de forma paralela a la renova-
ción del cuerpo de Cristo simbolizado en la Custodia Sagrada que se encuentra en el templo de
Pisac. Las analogías conceptuales con el cuerpo de Cristo resucitado parecen evidentes. Del
mismo modo que Cristo sin resurrección sería un simple profeta, los alcaldes sin la renovación
de sus varas no serían más que simples runas y su alcaldía no tendría ningún valor:

Si no hacemos nuestra renovación nos decimos qoro-varas (varas rotas)[ .. .]


Mi hermano no ha hecho su renovación y ya le están molestando, entonces
este año va a hacer, para que la gente no le mire mal[ ... ] A los que no hacen la
renovación no les respetamos y se sientan atrás, y no pueden entrar a la fila
donde nos sentamos los kuraqkuna (Plácido Illa, kuraq de Chahuaytiri, febre-
ro de 1997).

lA renovación de las varas


La renovación es un complejo ritual en el que aparecen reunidos todos los símbolos
asociados al contexto ritual de la autoridad: alabados, flores, velas, cruces y la propia vara cuyo
valor se renueva.
Esta ceremonia se compone de dos partes: en primer lugar, una misa en el templo de
Pisac en honor al Qollanan Amos Tayta o Custodia Sagrada, a la que le sigue una ceremonia
privada entre los alcaldes y sus séquitos en la casa de algún vecino del pueblo que culmina
con una invitación de comida y trago o tiyarikuy.
La somera descripción etnográfica de las acciones que se desarrollan en cada una de
las partes en las que se divide este ritual de un lado, y los comentarios que los runas revelan
en las entrevistas respecto al significado de los principales símbolos implicados, por otro,
aportan más elementos de análisis sobre el universo simbólico de la autoridad en las comu-
nidades del distrito de Pisac.
En la iglesia, y antes de que comience el sermón, el segunda del alcalde que celebra su
renovación 15 se encargará de distribuir a sus homónimos de las otras comunidades y a los

15 El primer alcalde que debe renovar el poder de su vara el domingo de Pascua es el que representa a la

254 Revista Andina


Beatriz Pérez-Galán: Los alabados: apuntes sobre el universo simbólico de la autoridad

respectivos cargo-pasados los ayllurakis, unas velas alrededor de las cuales han sido amarra-
das plantas de arrayán y pétalos de flores.
Al término del sermón da comienzo un pequeño paseo ritual en el que el párroco portará
la Custodia Sagrada desde el altar mayor hasta la puerta del templo. Los alcaldes de todas las
comunidades y sus respectivos segundas y regidores se distribuyen en dos apretadas filas
que forman el pasillo por el que circula el sacerdote con la representación de la hostia sagrada:
alcaldes y segundas, alineados a la derecha del altar mayor y portando en sus manos los
atributos de su autoridad: la vara en la derecha y el aylluraki en la izquierda, mientras los
regidores, alineados a la izquierda, soplan sus pututus o conchas marinas al paso del palio con
la Custodia.
Por su parte, el alcalde que renueva su vara se sitúa junto a la custodia y dos mujeres - su
madre y su esposa- se sitúan a la cabeza de la improvisada procesión. Estas mujeres van espar-
ciendo pétalos sobre el suelo que, en breve, queda cubierto por una alfombra floral por la que
discurre el cortejo hasta la puerta del templo: "En Pisac hacemos celebrar una misa al Qollanan,
conseguimos flores y derramando estas flores traemos al Qollanan hasta la puerta del templo, así
lo ponemos en su wachu" (Gerardo Pérez, kuraq de Chahuaytiri, mayo de 1996).
A pesar de la escueta descripción de las acciones que suceden en este circuito ritual se
puede observar que no sólo se trata de la legitimación de un poder terreno, tal y como se
percibe en el significado del espacio simbólico creado entre el altar mayor y la puerta de la
iglesia. En ese espacio los alcaldes acompañan a la imagen sagrada desde el altar cristiano -que
simboliza el ritual católico y el poder dominante representado en el templo- hasta la puerta del
mismo -espacio liminar que los vincula con el territorio de sus comunidades y con la geografía
sagrada donde residen sus apus- para retornar al mismo lugar portando los símbolos de
autoridad con los que sancionan ese orden cristiano reapropiado para sí.

La orientación espacial del wachu

El escrupuloso orden de distribución y la orientación espacial que observan los


alcaldes y los demás cargos del wachu al circular por el espacio constituye una excelente vía
de acceso a la gramática que subyace a este lenguaje ritual.
La dirección de las autoridades del wachu cuando caminan, no sólo durante la Reno-
vación sino en cualquier otra ocasión, es invariablemente pañaman, esto es, hacia la dere-
cha. Pañaman es el sentido de la dirección en la que caminan el alcalde y su segunda cuando
recorren las casas de los runas en año nuevo; pañaman, dirigen en procesión a los Santos
patrones en la fiesta de Navidad; y también pañaman recorren los linderos de sus comunida-
des en carnavales. En definitiva, pañaman parece ser la dirección con la que las autoridades
del wachu construyen, mediante su movimiento, el valor sagrado del espacio por el que
circulan. 16 Esa es, metafóricamente expresada, la función del alcalde: "El varayoq como cos-

comunidad 'de Amphay (Pisac), la que "domina" en términos de autoridad, según el wachu
intercomunitario mencionado.
16 Ejemplos etnográficos procedentes de otros sistemas cosmológicos indoamericanos, especialmente
mayas, indican que los participantes en los circuitos rituales siguen esa misma dirección (Reifler 1986;
Gossen 1987; Vogt 1988).

Nº 35, julio 2002 255


Artículos, notas y documentos

tumbre debe dar vueltas a la derecha. Así también el pueblo debe dar vueltas a la derecha ; y a
la derecha siempre da vueltas" (Bartolomé Sutta, febrero de 1996).
Un primer argumento que sustenta la identificación entre la derecha y lo sagrado
apuntaría a la analogía con el movimiento diario que describe el sol y las constelaciones, cuyo
ciclo anual parece haber sido bien conocido y manejado como criterio de división del tiempo
desde tiempos prehispánicos (Urton 1981; Zuidema 1992). De modo que si los elementos del
cosmos, y concretamente el sol, giran hacia la derecha describiendo un arco que va de este
a oeste, los cargos del wachu reproducen ese orden en el microcosmos comunal girando y
haciendo girar ritualmente todo en esa misma dirección .
Una segunda observación ratifica esta idea. Esta vez proviene de las metáforas que
los runas utilizan para expresar el valor de la derecha frente a la izquierda en relación a sus
prácticas cotidianas. Así, todo lo que va hacia la derecha (paña), identificada como el origen,
el cauce y la pureza, tiene connotaciones positivas. Mientras que lo que se dirige hacia la
izquierda (lloqe) denota desorden, caos, peligro y mala suerte: "Si la t'inka hicieras del lado
izquierdo, el mayordomo te sacaría tu falto y te diría: 'Estás equivocándote: ¿cómo a la izquierda
me vas a dirigir? ¿Acaso quieres que yo esté mal?', y por eso es que al lado derecho siempre
hay que hacer" (Miguel Ccoyo, músico y wachu capitán de la comunidad de Chahuaytiri, abril
de 1996).
Del mismo modo, cuando el destino o "suerte" de una persona se trastorna por una
enfermedad o una muerte, metafóricamente se expresa con la imagen de "objetos que se mue-
ven hacia la izquierda" y su cura requiere consecuentemente: "hacerlos regresar a su origen" o,
más concretamente, "volver a la derecha" (pañaman kutichispa).
Si la derecha es la dirección del orden cosmológico, y parece razonable afirmar que
ese es el motivo por el que la vara -como uno de los símbolos sobre los que reposa el sentido
de ese orden- es invariablemente agarrada con la mano derecha, entonces: ¿qué sucede con
los símbolos que estas autoridades portan en la mano izquierda, como en el caso del aylluraki ,
la vela con plantas de arrayán?
Para arrojar luz sobre el significado de este símbolo es necesario indagar sobre las
prácticas funerarias de estas comunidades. ¿Qué hacen los alcaldes cuando alguien fallece ?
Un kuraq de la comunidad de Chahuaytiri señala lo siguiente: "Cuando alguien fallece le
bañamos con arrayán hervido y la ropa lavamos al día siguiente con Ace [marca comercial de
un detergente] nomás . Si no tenemos arrayán lo bañamos con las flores que han escuchado
misa" (Gerardo Pérez, kuraq de Chahuaytiri, octubre de 1997).
Efectivamente, entre las obligaciones más importantes de los varayoqkuna en estas
comunidades figura la de visitar con su vara a los runas que fallecen en la comunidad y llevar
arrayán y pétalos de las flores con los que ungirán al muerto para que su cuerpo se renueve .
Pero no se trata de cualquier tipo flores o plantas, sino precisamente aquellas que "han
escuchado misa", es decir, las que las dos mujeres derramaron por el pasillo durante el ritual
de la renovación de la vara. De tal modo los alcaldes de estas comunidades, a través de la
vara que los representa, aparecen como intermediarios de un poder sagrado que es renovado
año tras año en esta ceremonia.

256 Revista Andina


Beatriz Pérez-Ga/án: Los alabados: apuntes sobre el universo simbólico de la autoridad

Los alabados

La segunda parte de este ritual consiste en una ceremonia privada que tiene lugar
después de la misa en la casa de algún compadre mestizo del pueblo de Pisac, convertido a
la sazón en wasiyoq (casero).
Las autoridades entran en el patio de la casa y tras presentar cordialmente sus respe-
tos a los anfitriones se distribuyen los alcaldes en un semicírculo. En el centro se sitúa el
regidor mayor del alcalde cuya vara se renueva, descalzo y de rodillas . Uno por uno, todos
los alcaldes entregan su vara al regidor mayor, dando tres vueltas alrededor de él en la
dirección que simboliza el orden, esto es, hacia la derecha.
El momento culminante de la ceremonia llega cuando el regidor mayor arrodillado, sin
alzarse del suelo y abrazando como puede el conjunto de las varas recibidas, recita en voz
alta para todos los presentes los "alabados", una serie de estrofas procedentes de la tradi-
ción oral de estas comunidades transmitidas por los kuraqkuna a las autoridades en funcio-
nes . Tras lo cual, y del mismo modo que las entregaron, es decir, dando tres vueltas hacia la
derecha, cada alcalde por turno recupera su vara de los brazos del regidor. A esta ceremonia
Je sigue una opípara invitación a comida y bebida brindada por el alcalde anfitrión .
Para concluir esta aproximación al universo simbólico de la autoridad en este grupo
de comunidades andinas, se reproducen íntegramente en quechua y castellano la serie de
alabados que el regidor mayor recita en esta ceremonia y con los que se valida el valor
sagrado de la vara. Estos rezos, hasta ahora inéditos, constituyen uno de los ejemplos más
interesantes del sentido híbrido y plural que caracteriza el lenguaje ritual andino: la tradición
foránea plasmada en las constantes alusiones a la palabra del Dios cristiano, especialmente
en las primeras estrofas, frente a otra autóctona presente en los elementos referidos al medio
natural, de una belleza estética desbordante y de indudable valor lingüístico y etnográfico.

Beatriz Pérez-Galán
Universidad de Granada

Nº 35, julio 2002 257


Artículos, notas y documentos

Anexo: Los alabados 17


Poderoso, excelso Jesucristo, Señor bendito, Qhapaq qullana Jesucristo, Señor Bendito,
alabado sea el Santo Sacramento alabado sea el Señor Sacramento
del altar de la Virgen María, nuestra Señora, del altar de la Virgen María, nuestr~ Señora
concebida sin mancha, sin pecado original, concebida sin mancha, sin pecado original,
el primer natural, buenos cristianos, henos libres, el primer natural, buenos cristianos, henos libres,
gloria para siempre jamás. Amén. gloria para siempre jamás. Amén.
Así sea, Jesús. Hinataq Kachun Jesús.

Poderoso, excelso sin pecado, Qhapaq qullana huchaypa mana chanqaykusqan,


eres Tú, Dios, en ti creo, qanmi kanki, Diospi iñini,
a ti, nuestro padre Jesucristo, kay Jesucristo Taytaytaqa
te queremos de todo corazón, munakuykikun con todo sunquywan,
¡Oh, madre! , tú nos cuidas, qanmi mamay qhawariwankiku,
aun encima de la tumba debemos estar a tu dies- kay sepulturay patapipas paña laruyki sayayku-
tra, nayku,
cuando me sueltes en mi sepultura, ya sola te sepulturayman kachawaspaqa sapallaykiñas
regresarás. kutipunki.
Así sea, Jesús. Hinataq kachun Jesús.

Día de entrada, dulce madero, Día inrara ñukñun k'aspi ,


azucenas, margaritas, asusinas, margarinas,
piadosa, celadora viatosa, seotosa,
creyentes, joyeros, iñiqpiri, qurinkutiq,
gobernadora de marzo, marzo kuwirnara, miurada, magistara,
mi honrada, magistrada, dulce compañía, dulsi kumpañiya warani librani.
constelación de estrellas libres. En el Padre, en el Hijo, en el Espíritu. Amén ..
Así sea, Jesús. Hinataq kachun Jesús.

Traído al calvario por la voluntad del Dios Padre, Dios yayaypa calvariunman apamusqan,
aquí había muerto mi Jesús, kaypi Jesusllay wañusqa,
serás tú la cruz de madera, qanchá kanki sach' a crusqa,
en la cual Cristo se recuesta voluntariamente. Cristo yuyaypi k' irayukunan.
Cinco lozanas rosas ¡qué hermoso se abren! Pisqa rusas ima munaytas phanchiririn,
El rosal ¡cuán hermoso reverdece! mallki rusas ima munayta llanllaririn.
¡Oh Padre mío! Cuando pronuncio tu nombre Taytaypa sutiykita rimariqtiymi
la puerta del infierno se estremece, infierno punku chukukukun , calvariyuniyki
y en el lugar del calvario, patapiri
te mantienes parado, brillando como el sol. inti hina chipipipispalla sayaykamunki ,
¡Oh Padre mío! Cuando pronuncio tu nombre taytaypa sutiykita rimariqtiymi
la puerta del infierno se estremece, infierno punku chukukukun,
y mi Madre Santísima María me ayudará a pasar, María Santísima mamayri pasarichillawanqa,
se compadecerá, se apiadará de mi . llakipayarillawanqa, khuyapayarill awanqa.
Así sea, Jesús. Hinataq kachun Jésus.

17 Agradezco a Janett Vengoa por la traducción de estos alabados al castellano. También y especialmente
a los campesinos y campesinas de Chahuaytiri, Pisac, por el interés mostrado para que estos alabados
no mueran con los últimos kuraqkuna de la comunidad.

258 Revista Andina


Beatriz Pérez-Ga/án: Los alabados: apuntes sobre el universo simbólico de la autoridad

Cerro de Hik'iyiki, donde se extienden las flores, Hik'iyiki urqu, t'ika mast'akiri,
cuando caiga la lluvia reverdecerán, para chayaqtinmi llanllarillanqa,
y cuando caiga la helada se marchitarán, qasa qasaqtinri naqipullanqa,
¡Ay qué haré con este corazón desencajado! kay waya sunqullaytari imanallasaqtaq.
Flor de abril, tú que vuelves, leño de fuego, Abrilpa t' ikan, kutikuq, n1naq llant' an
mi ángel , el de mucha inteligencia, me conducirá, qanchis yuyay angilllay ramparillawanqas.
y todos los Santos me salvarán. Llipin santokunapas qispichillawanqas.
Así sea, Jesús. Hinataq kachun Jesús.

Ha amanecido ya el mundo Ñan pacha paqarinña,


y amaneció en la laguna, ñan quchapas illarimunña,
el viento y el frío han soltado ya su aliento frío, ñan chiripas wayrapas chiri samayninta
y los pececillos del río kacharimunña,
¡qué hermoso retozan! ¡Oh Padre mío! ñan mayukunapi challwakunapas
A tu gloria de azucenas de oro, ima munaytaña phallallallarin, Taytallay,
de doradas flores. hanaqpacha quri hamanqayniykiman,
¡Vamos a la casa de oro de Dios! t' ikaykiri winch'irikamunñan,
Tal vez Dios siga allí. hakuchu Diospa quri wasinta qhawaramusun,
Así sea, Jesús. nispa,
icha kaypichu Dios siguishanman, nispa.
Hinataq Kachun Jesús.

Hoy es viernes, Kunan p'unchaymi viernes,


al pie de la cruz te saluda el Salvador, cruspa chakinmantan napaykamusunki salvaroro,
no temo, no tiemblo, manan mancharinichu, manan khatatatanichu,
en este día viernes, kay viernes p'unchaypi, mayqinkaq wawallaychá
cuál de mis hijos todavía kinsan kutikama risayanpuwanqa,
rezará por mí hasta tres veces, allin wañuytas wañunqa,
éste tendrá un buen morir, manas mana allin wañuytachu wañunqa,
no tendrá una mala muerte. Diosniyri mañakuway, khuyayukuway
Y nuestro Dios me dice: qhawarimuway nispas niwan mañakunayta,
Pídeme, compadéceme, mírame. kay oracionwan mañaykukuni,
Con esta oración yo Je ruego, ñuqapis kanqa, iñinqa paypas.
estará en mí, él también me creerá. Hinataq kachun Jesús.
Así sea, Jesús.

Ha amanecido ya el día Ñan pacha paqarinña,


y el manto negro de las nubes se ha remangado Diosniyta yanan llaqulla phuyupas q'allpari-
para rendir culto a su Dios Creador. kunña,
¡Padre mío!, kamaqnin Diosta yupaychananpaq.
el manto negro que cubría la cima del cerro Puqu Ñas taytallay haqay Puqu urquq puntanpi,
se ha remangado para alabar a su Dios Creador. yanan llaqulla phuyupas q'allparikunña,
¡Padre mío! Hasta el Willkamayu vencedor kamaqnin Diosta yupaychananpaq.
desde lo más alto ha gritado Ñan taytallay Willkamayupas
1
soltando su más bella voz. aswan Jlalliq altunmantaña qapariykamun
¡Padre mío! Hasta las piedras del camino suni kunkanta kacha kacharispa.
con humildad se han sensibilizado Ñah Taytallay ñan purinapi rumikunapas,
para rendir culto a su Dios Creador. k'umuyninmanña sunqulliyukun

Nº 35, julio 2002 259


Artículos, notas y documentos

¡Padre mío! También en aquella loma kamaqnin Diosta yupaychananpaq.


las begonias de color rojo vivo, Ñan Taytallay haqay lomapi,
regadas con tu poderosa sangre, puka rawraq achanqaraypas,
¡qué hermosas! cobran vida, qhapaq yawamiykiwan qarpayuk4spaqa,
para rendir culto a su Dios Creador, ima sumaqtañas llanllarimun,
poniéndose bellamente lozanas kamaqnin Diosta yupaychananpaq.
se han vuelto con humildad hacia su Dios, Ñan Taytallay yuraq hamanq'aypas
para rendir culto a su Dios Creador. sumaqta qhamacharikuspa,
¡Padre mío! Diosniykunarnanña k'umuykuspa kutiririmun
También los viejos árboles de las quebradas cáli- Kamaqnin Diosta yupaychananpaq.
das, Ñan Taytallay yunka wayq'upi machu mallki-
entrelazándose unos a otros kunapas
con cuanta belleza reverdecen, ima sumaqta willinarispa,
para rendir culto a su Dios Creador. Diosninmanta mañayukuspaqa
Así sea Jesús. sumaqtaña llanllaririn,
kamaqnin Diosta yupaychananpaq.
Hinataq kachun Jesús.

Poderosa Cruz Santísima Qhapaq Santisiman Cruz,


que te levantas en cerros y quebradas, urqun q'asanpi sayap,
tú que sostienes el cielo, hanaqpachatusaq,
y pisas la tierra, kay pacha saruq,
cuerpo entero, bella flor, cuirpo intiro munay t' ika,
bello clavel, munay cravel, pantaykayta maqllu,
tú que libras del pelignJso pecado, llanp'u sunquyuq kasqaykirayku,
por ser tú de manso corazón, humildaykita, pasinsaykita mañakamuyki,
te pido tu humildad y tu paciencia, santisiman cruz, recibin cruz, paz cruz. Amén.
Santísima Cruz, recibe Cruz, Hinataq kachun Jesús.
paz Cruz. Amén.
Así sea, Jesús.

260 Revista Andina


BIBLIOGRAFÍA

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