Formacion Del Mercado Interno Colonial
Formacion Del Mercado Interno Colonial
Formacion Del Mercado Interno Colonial
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o REGIONES:
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AREQUIPA
LA PAZ
LA PLATA
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2.
3.
4.
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Articulan un espacio produ ctivo circundante y viven de
sus flujos mercantiles.
Van al mercado.
Son mercado.
Se especializan y complementan.
Se definen por sus funcion es urbanas ademis del hecho
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ESPACIO DEL
TRAJIN ¡ l.
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Carece de panllevar : io recibe de íu era.
Tie ne ganado en abundancia y trabajo
para el transporte.
Es por donde circula físicamente el trajín.
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Pacaje
... ........ ..\ Chucuito
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_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _G/ave: Trajines
turas como cualquier tendero". No olvidemos que Polo fue antes corregidor
de Cusco y que de esa región comenzó a circular el azúcar (Glave 1980). Las
relaciones económicas que los hombres establecían para pagar las mercade-
rías abarcaban un abigarrado y sorprendente abanico de fórmulas (2). Ellos
nos informan de los problemas del abastecimiento por las lejanías, de las
complejidades espaciales de la especialización productiva y de los mecanis-
mos permanentes de la usura y la especulación. Estos últimos tenían su terre-
no de cultivo abonado en la circulación del metal como "mercancía dinero''
en el sitio mismo de la producción.
Entre Potosí y el puerto de Arica encontramos una primera ruta de
la circulación: Una ruta de ida y vuelta. De ida, al "mineral", iba el azogue de
Huancavelica, usado para la extracción de la plata. De vuelta, al puerto, cami-
naba el mineral extraído de Potosí. En el puerto nos encontramos a su vez,
con dos circuitos, correspondientes a la entrada del azogue y la salida de la
plata. Para la entrada del azogue tenemos una ruta de dos momentos. De
Huancavelica al puerto de Chincha en primer lugar, y luego, en segundo lu-
gar, de allí al puerto de Arica, por mar. Para la salida de la plata, también una
ruta marítima, entre Arica y el puerto de Lima, el Callao (3). Aquí aparece
Lima, el otro punto central del eje, la primera ciudad del espacio definido
económicamente.
Lima era importante en esta definición como punto de llegada del
metal y por su función administrativa : sede del Virreinato y Audiencia, que
cubría junto con la de Charcas, el conjunto del espacio articulado. Pero no
sólo por eso. Por el puerto del Callao llegaba al espacio peruano toda la mer-
cadería legalmente importada que los mercaderes distribuían en el espacio
interior. Por ello, así como en nuestro gráfico Arica se ubica como bisagra
del primer eje, otros puntos en el espacio aparecerán como articulados por
la circulación de la mercadería introducida y el retorno de las utilidades. Dos
rutas de este movimiento concluirán el eje central ordenador del espacio. La
primera, de Lima hacia Arequipa, que tiene una doble circulación, por mar
y por tierra. La segunda, de Lima hacia el Cusco y viceversa. Estas ciudades y
sus funciones nos introducen en el segundo nivel del esquema gráfico de rela-
ciones económicas espaciales.
Cuatro ciudades serán las articuladoras del espacio del Sur: Cusco,
Arequipa, La Paz y La Plata. Sedes de múltiples funciones administrativas,
religiosas, militares, culturales y, por supuesto, económicas. Sus relaciones
con el espacio que articulan van a establecer entre ellas una dinámica de com-
plemento y de competencia. En el tiempo la importancia relativa de cada una
de ellas verá cambios sustantivos que determinarán variadas hegemonías,
algunas veces contradictorias. Su ubicación en términos sociales y económi-
cos será, pues, determinante para entender las formas espaciales de organiza-
Cuse o 80 500
Arequipa 35 400
La Paz 30 200
La Plata 32 300
Potosí 800
Porco 100
una población central de unos 5,000 habitantes. Sin embargo, debió ser nu-
merosa la población mestiza dedicada al comercio y a la agricultura de los
contornos, así como los "arrieros" que acarreaban mercaderías desde los va-
lles costeños para luego ser comercializados con tratantes del Altiplano. En
la época de Toledo, durante la visita, en las rancherías y arrabales de Santa
Marta a San Lázaro vivían unos 1,500 indios y en la Chimba más de 10,000
(Málaga 1981 , 28), lo que nos habla de una población total también consi-
derable en la ciudad, que a fines del siglo XVI tenía medio millar de casas
de vecinos españoles. El mismo dinamismo tuvo la ciudad de La Paz. En
1548 se fundó con 42 vecinos encomenderos, la mitad de los que fundaron
Arequipa. En 1586 los datos hablan de 200 a 260 vecinos que no difieren
de los 230 que consignamos en nuestro cuadro. Su crecimiento, dada su es-
tratégica ubicación, fue más sostenido que el de las otras ciudades de nuestro
espacio. De ser la menor de las ciudades consideradas, poco a poco fue co-
brando la mayor dimensión e importancia. · ·
Las ciudades fueron también un mercado que completaron el explo-
sivo foco de demanda que eran las ciudades "minerales". Su abastecimiento
organizó una red de relaciones regionales en sus contornos, pero también, és-
tos se especializaron en la producción de determinados productos agrícolas
que se destinaban al consumo extra-regional, cuyo control pasó por función
y canal de acumulación de estas ciudades. Los casos más importantes del si-
glo XVI fueron la coca del Cusco y el vino de Arequipa (incluyendo Moque-
gua). El destino de fabulosas cantidades de estos productos fue por un lado
los "minerales" y por otro las ciudades. El vino arequipeño iba hacia el Cus-
co y hacia La Plata y Potosí. La coca cusqueña se enviaba como retorno de
la caravana arequipeña e iba gruesamente hacia Potosí y los otros minerales.
La Paz tenía su propia elaboración de vinos, y su coca competía en inferio-
ridad de condiciones con la del Cusco, pero sí recibía los flujos de merca-
dería europea del Cusco , y sobre todo de Arequipa, como escala comercial
fundamental, lo mismo que la producción textil comunal del altiplano ribe-
reño del Titicaca de la que hablaremos después.
Según una carta de 1565 vivían de la coca y su trato, dos tercios
de los vecinos de la ciudad del Cusco y los testimonios respecto a la coca
como la "principal contratación de aquel reino" son numerosas (Barnadas
1973, 382-383). En base a los datos de diezmos podemos establecer una
producción de coca en los valles del Cusco de unos 100,000 cestos de coca
hacia 1590, cada uno de los cuales con 18 libras de la hoja (9), que en su
casi totalidad eran trasladados a Charcas (Potosí y Oruro fundamentalmen-
te), haciendo escala en Chucuito (Zepita) y Carangas (Totora).
Por su lado, el trato del vino arequipeño de los valles de Vítor en
primer lugar y Moquegua en segundo, fue el otro gran movimiento de mer-
cancía agraria en el sur. Ya la visita de Chucuito de 1567 habla del crecien-
te desarrollo del cultivo de la vid en Moq uegua por ejemplo (Espinoza 1964)
y los testimonios, arequipeños y moqueguanos, son verdaderamente abruma-
dores respecto a la primera importancia que este trato tenía para sus habitan-
tes (Miro Quesada 1977 y 1978). La producción debía oscilar a principios
del siglo XVII las 200,000 botijas según diversos testimonios, ocupando gran
cantidad de gente en su producción y transporte. Así como la coca se dirigía
al mercado indígena de los minerales (Barnadas 1973, 383) "movilizando" la
plata que los indios ganaban y guardaban, el vino era destinado fundamental-
mente a la población blanca en esas zonas del altiplano y minas: "siendo el
sustento principal para la vida humana por ser tierra fría y destemplada"( 10).
Otros intercambios unían las provincias del sur unas con otras, pero
fueron estos dos rubros los que, con la mercadería de Castilla, tejieron redes
gruesas de intercambio entre las regiones polarizadas por Cusco y Arequipa
con las llamadas "provincias de arriba". Esa fue la principal y más dinámica
imagen que siempre exhibieron estas regiones. Siguiendo esta circulación y
la producción de la misma tratamos en esta oportunidad de ofrecer un re-
trato de ese nuevo mercado que internamente se desarrolló en el espacio co-
lonial.
El "espacio del tra;ín"
" estando en el comedio y entra-
ñas de este reyno la dicha prouincia
(de Chucuito) y en el paso y camino
de toda la contratacion que ay desta
ciudad (Lima) y la de el Cuzco y Are-
quipa con la de la Paz y la Plata y con
la Villa ymperial de Potosi y auer de
yr y uenir por alli la plata toda que a
vuestra magestad se embia de aquel
asiento y minas de Potosi y la de la
Paz y el azogue todo que se lleua des-
de Guancauelica con que la dicha pla-
ta se saca no teniendo la dicha prouin-
cia mas de diez y ocho leguas de lar-
go ... el sitio y asiento de esta prouin-
cia de Chucuito y comarca della ...
(es). . . el paso y tragineria de todos
los comercios de las prouincias de
arriba ... " ( 11 ).
Francisco de Toledo.
Callao 1580.
por un lado y los Arzobispados de Cusco y La Plata por el otro. No nos de-
tendremos en el complejo juego de fuerzas que decidió la delimitación admi-
nistrativa ( 12), sólo señalemos que recién a inicios del siglo XVII quedó tra-
zado el conjunto de límites jurisdiccionales, civil y eclesiástico, luego de mar-
chas y contramarchas en las decisiones de la Corona presionada por Lima y
Charcas.
Finalmente, Chucuito cayó bajo la jurisdicción de La Paz, tanto civil
como religiosa, y los límites de las Audiencias se establecieron en el Collao,
quedando Carabaya bajo la jurisdicción de La Paz sólo en el terreno civil. Sin
embargo, ese espacio, ribereño al Titicaca, tenía una característica peculiar.
Un testimonio contemporáneo nos ilustra al respecto:
"En esta sierra está la prouincia del Collao, que aunque de suyo es
poca cosa lo que propiamente se puede llamar Collao, pero los espa-
fi.oles impropiamente llaman Collao todo lo que ay desde el Cuzco á
Potosi, que se incluye el Collao, prouincia de Chucuito, Rupacas (sic),
Pacaxas y Carangas ... Todo esto es tierra muy fría, donde Eºr espa-
cio de más de 120 leguas no se coge trigo ni maiz .. . " ( Ramírez
(1597) 1906, 293 ).
Una fisonomía geográfica común, el altiplano, hacía de todo el ámbi-
to un mismo lugar en la imagen física del espacio que tenían los hombres.
Las declaraciones que en 1563 se tomaron en España a connotados vecinos
de Indias, conocedores de la zona a delimitarse entre las Audiencias, enfati-
zan la característica llanura del espacio que saliendo del distrito del Cusco
conducía a Potosí-La Plata por lo que genéricamente se llamaba "Collao"
(Maurtua 1906-A, 101 y ss.). Pero al paisaje se unía también un tipo de pro-
ducción propio: los "frutos de la tierra" eran la única producción agrícola
de esas regiones "frigidísimas". Papas, el chuño que de ellas se hacía, las
ocas, la quinua, la cañehua y la cebada, junto a genéricas y nunca especifica-
das "otras semillas del país", eran mencionados como consustanciales al tipo
de terrenos ( 13 ). Esas más de 120 leguas donde sólo se cogen los frutos de la
tierra y no se encuentran los productos de climas amenos como el trigo o
maíz, era sin embargo cuna de la "riqueza de los indios" (Ramírez (1597)
1906, 299): el ganado que criaban.
Los "caminos reales", entre ellos el más importante del reino, entre
Cusco y Potosí (14), y la abundancia de ganado, se sumaron a la'·densidad
de la población de la zona, la más grande también de todo el reino. Esos eran
los elementos que harían vital este espacio, al funcionamiento del mercado,
a los intereses de los españoles en el Perú y a los de la metrópoli interesada
en aumentar sus recursos fiscales. Por eso, en 1580, Toledo hablaba de ése
y no de otro factor para informar al Rey de la importancia de la zona. Chu-
cuito y esta zona altiplánica habitada por aymaras y uros estaba en el "come-
dio y entrañas" del reino y era "paso y traginería" de "todos los comercios
de las prouincias de arriba". Esa ubicación y los recursos necesarios para el
"trajín" hicieron admirable por sus "riquezas" a la provincia de Chucuito.
El Presidente de la Audiencia de Charcas, Juan de Cepeda, en carta al Rey,
del 15 de marzo de 1591 reafirma esta impresión (15) :
" ... unanim~s y conformes la desean y procuran por ser la mas rica y
de mas cantt~ad. de ganados y otras cosas que en breve enriquecen ,
que otra provmc1a del peru por rica que sea. Porque donde no hay la
gente que en chucuito y el ganado de la tierra, no puede haber trato
ni grangerias de tanto momento como en chucuito las hay''.
Por eso el corazón del esquema al que hemos querido reducir las re-
laciones espaciales de mercado es este que hemos denominado: "el espacio
del trajín", para usar un adjetivo de los contemporáneos.
Ese espacio , medular como no no~ cansaremos de repetir, al funcio-
namiento de la circulación e integración de los espacios del mercado colonial,
era un espacio indígena. En ese lugar no se fundaron ciudades españolas; otro
testimonio de la época (Capoche (1585) 1959, 172) lo caracterizaba así: "es-
ta provincia es un pueblo de naturales con título de ciudad, que tiene seis
pueblos principales de la nación lupaca en el collao sujetos a ella". El orde-
namiento que los españoles hicieron de la población, obedeció a sus patro-
nes de concentración, fundando reducciones que, a las características de to-
das éstas, añaden en este caso el ubicarlos en los puntos principales del paso
del "camino real", usando por cierto los patrones ya establecidos por los in-
cas. Las poblaciones se organizaron en torno a iglesias y, desde antes de pro-
veerse corregidor, los religiosos dominicos que las tomaron, fueron el agen-
te "español" de sujeción y dominio de los grupos humanos lupaqa de habla
aymara. Los pueblos no tenían el orden de la fundación española sino que
eran abigarrados conjuntos de viviendas indígenas organizadas en tomo a la
iglesia. El poder español y las exacciones locales de excedente de la pobla-
ción indígena eran ejercidos y ejecutados por el sector religioso, hasta 1579
en que los dominicos fueron atacados por Toledo, que dispuso el terreno pa-
ra otros intereses españoles ya muy arraigados en la zona (16 ).
En la ribera oriental del lago, el reino Pacaje ofrece una fisonomía si-
milar. Si bien su espacio estaba articulado muy directamente por La Paz, la~
características físicas de la zona y su ubicación como punto de paso harían
del territorio Pacaje la continuación del espacio del trajín. En 1563 los caci-
ques de Calamarca pidieron que se siga dando cuatro indios para el Tambo de
Guaqui por parte de los de Machaca. Así lo estableció la Audiencia de Char-
cas, mientras se hacía una visita para determinar cambios, manteniendo la
norma que se instituyó en el tiempo del Inca. Sin embargo, en 1585; la situa-
ción del reparto de trabajo a los tambos del territorio Pacaje se tornó conflic-
tiva. Ante el Corregidor de La Paz , los caciques Pacaje de Caquiavire (cabece-
ra del reino), Caquingora, Machaca y Callapa, es decir, el sector Urcosuyo .
"y si saben que de la prouincia de los pacassas salen cada año mas de
myll e quinientos yndios para traer comydas e mercadurias a la villa
de potossi y la costa cochabamba cuzco y otras partes sin los que se
ocupan en seruicio de los tambos e guarda de ganados a beneficio de
las dichas caxas que son en mucha cantidad digan lo que saben" (19).
El ganado, los hombres y la ubicación de la tierra, nuevamente en el
caso pacaje, espacio indígena aymara (Barragán 1982), hacen de ese lugar,
con esos hombres, el espacio del trajín. Sin embargo, esta última referencia
No . 1, setiembre 1983 25
Estudios _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ __ _ _ __ _ _ __
AREQUIPA
@--- ----
Venta de tierras X 1
TIPO DE Venta de esclavos X 1
TRATO Deudos (dinero o especies) X X X 3
MERCANflL Poderes para participar en el mercado X X X X X 5
"'o Fletamentos X X 2
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::::,
t: Se refieren al vino (específica o generalmente) X XX X X X X 7 o
w (')
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines
pero en esa época (fines del siglo XVI) , el aumento constante de la produc-
ción , y de la concurrencia al mercado , junto a la competencia de los hereda-
dos por copar un mercado de difícil acceso y de variaciones estacionales en la
demanda y en los precios . obligaban al establecimiento de un conjunto de
normas de garantía. En nuestra " ficha" , las hemos resumido como "condi-
ciones". En ellas descubrimos otros elementos de caracterización de ese ti-
po de mercado ..
Estas "condiciones" se manifiestan para tres momentos del ciclo del
vino como mercancía en circulación: el recibo , la entrega y el pago (con la
realización de la mercancía de por medio) . Sólo una de estas "condiciones"
tiene que ver .c on la cantidad. el resto con el tiempo (31 ). La condición que
tiene qu e ver con la cantidad nos remitirá a otro análisis (que por lo pronto
no abordaremos en este artículo) el de la relación entre el mercader y los tra-
bajadores indígenas del trajín. El otorgante en este trato no-indio, establece
al trajinante , como condición que entregue el íntegro del cargamento. Las
faltas , sea cuai fuera el origen , deberán repon erse en dinero. Sin embargo , la
mercancía tenía oscilaciones muy grandes en su valor de cambio y en el tiem-
po de su cancelación una vez aceptados un sinnúmero de "deudos". Por ello ,
debía establecerse un "precio promedio". Este se medía en términos del ti-
po de partida (cantidad del trato) y el lugar o plaza. Si la entrega se hacía en
el "puerto" de Zepita, antes del puente del Desaguadero, se pagarían las "fal-
tas" a como se vendieran en "partidas de 100" botijas en esa plaza. Zepita
era, de los pueblos lupaqa, el punto principal de llegada y almacenamiento
del vino de Arequipa (incluirnos en ese espacio el valle de Moquegua y los
que se ubican al sur hasta Tacna). De ahí partía una segunda caravana a las
"provincias de arriba". Así, respecto al vino , Zepita cumplía el mismo papel
que Totora en los Carangas respecto a la coca. Ahí pues. las transacciones del
vino eran numerosas y variadas, por ello se establecía el precio medio en que
los tratantes aceptaban "partidas" que no eran propias de un trato al por me-
nor, sino el de un comerciante que hacía más "formal" la operación . Lo mis-
mo ocurría si el punto ele entrega era ya en la plaza final del producto , es de-
cir, la ciuclacl-mineral ele Potosí básicamente. La otra fórmula ele la condición
referid a a la integridad del cargamento , era aceptar el precio en el punto de
producción , en este caso Moqu egua. El otorgante , dueño de la mercancía.
aceptaba ese precio , necesariamente inferior, pero el trajinante perdía el fle-
te. Dacia la fragilidad ele las botijas y lo "espantadizo'' del ganado , este pro-
blema era frecuente. Pero , ¿cómo aceptaba el trajinante esa condición si po-
día , como se hacía en otros productos, establecer un "seguro de quiebra" o
una "merma" consensualmente determinada? Aquí entra a jugar otro factor :
las relaciones entre el empresario y los trabajadores indígenas del trajín. El
tema, parte de nuestro estudio , sólo será esbozado en esta op01tunidad. de-
jando su tratamiento para una futura exposición.
Las condiciones referentes al tiempo son una garantía , en el merca-
do, para subsanar el costo de la distancia en el caso del trajinante o el menor
valor de la mercancía en el caso del otorgante (que no sólo eran los hereda-
dos sino muchas veces los grandes mercaderes). El trajinante debía hacer una
inversión para obtener lo necesario para movilizar la mercancía, si no se en-
tregaba a tiempo el vino, su viaje era una pérdida. Por eso, el otorgante de-
bía comprometerse a pagar el flete incluso si no entregaba el cargamento.
Eso era el "flete de vacío". No obstante, las escrituras no siempre establecían
eso . Mayormente, se recurría al mercado de servicios de transporte. El traji-
nante , en caso de incumplimiento por parte del dueño de la mercancía, po-
día contratar sus servicios con otro demandante de los mismos, no importan-
do el precio del flete. Esto , en la medida en que quien originalmente motivó
su arribo, cubría las diferencias que podían sobrevenir por aceptar a última
hora un contrato , cuando otros trajinantes estaban en la misma situación.
Como esa figura anterior estaba acompañada de su contraparte, las po-
sibles negociaciones favorables en esta feria del trajín, estaban abiertas gra-
cias a esta "condición" , aparentemente innecesaria. Efectivamente, si el tra-
jinante no llegaba a tiempo, el dueño de la mercancía a movilizarse podía
contratar otro fletero que la llevara, a costa del incumplido aceptante del
contrato de flete. Así, en el mercado, cada parte podía especular de acuerdo
a su capital: el heredado que tiene más vino que el que fleta con un trajinan-
te, o el trajinante que tiene más capacidad de transporte que la que compro-
metió con un productor. Las variaciones de precio y el volumen de la pro-
ducción anual (que no siempre se correlacionaban en la medida en que el
mercado final era extra-regional) podían ser usados indistintamente en favor
de cualquiera de las partes.
Esa feria del trajín, que se originaba en el ciclo de la mercancía-vino,
incompleto antes de llegar al lugar de consumo, era parte de una profundiza-
ción de la merc.a ntilización de las relaciones entre los hombres, que hacía
llegar el mercado más allá de la plaza, al proceso de poner la mercancía en
condiciones de consumirse. Pero también, en la plaza de consumo, como el
capital estaba expresado figuradamente en dinero mientras no se realizara la
mercancía, se establecía otra condición referente al tiempo de la realización.
Así, luego de un tiempo en la plaza de consumo, si el heredado o el comer-
ciante dueño del vino no concluía el trato cancelando el flete, el trajinante,
que era también en esa plaza de consumo un comerciante, podía tomar la
mercancía y realizarla a cualquier precio. Eso permitió otro juego especula-
tivo a favor de estos empresarios del transporte.
En esas "condiciones" del mercado, el germen de la concentración y
el afán de acrecentamiento del valor controlado por el mercader, se hacían
una apetecible oportunidad de negocio que cautivó a muchos de esos "espa-
ñoles entre indios". Pero para ello, las condiciones de base para la produc-
ción de la circulación debían estar también garantizadas. Así, aunque las es-
crituras de este testigo del mercado como hemos llamado a Dávila, no nos ha-
blan de los indios, estos están en la trastienda, guardando el secreto de las
condiciones coloniales y no capitalistas de la acumulación del capital dinero.
Son dos pues las etapas del ciclo desde la salida del punto de produc-
ción hasta las plazas de consumo. La primera etapa es la del traslado de los
cestos de las chácaras a la "sierra" de Paucartambo, a la salida del valle, en
donde se depositaba en almacenes entre los que destacaba nítidamente el del
paraje denominado "Chanca". La salida era dura, no extensa como en el ca-
so de la segunda etapa del ciclo, pero sí de enormes dificultades por lo acci-
dentado del terreno. Aunque las órdenes del Estado colonial prohibieron des-
de muy temprano usar al indio como cargador, siempre se echaba mano de
este recurso cuando las mulas eran insuficientes. Si bien las ordenanzas de
Toledo mandaban que el Corregidor pesara los cestos en las chácaras, en la
práctica, dada la lejanía entre cada una de las más de cien, el corregidor dis-
ponía que se trasladaran a la sierra y recién ahí se hacían los controles del pe-
so de los cestos y éstos se abrían "a cala de cuchillo" por dos o más partes
para garantizar su contenido y acondicionamiento. El movimiento era inten-
so pues cada año se podían sacar hasta tres remesas de hoja; así, casi todo el
año , desafiando todo, cientos de hombres hacían parte de este famoso "trato
y contratación" de la coca, en la primera etapa del ciclo para su colocación
en el mercado.
Para seguir con la "descripción" de Balthasar Ramírez, señalemos
otro comentario suyo que merece introducirse a esta altura :
"En este trato y contratación de coca ay muchos logros y vsuras y
malas contrataciones, comprando y vendiendo adelantado y antes del
entrego, que desto y de lo demás que en este negocio acontece auía
materia para vna muy prolixa historia".
Efectivamente, en ese primer ciclo, en donde la barrera del tiempo de
circulación era propia del territorio productivo y no de su relación con la pla-
za de consumo ubicada extra-regionalmente, ya las formas del crédito eran
incentivadas en la lucha del capital contra esa barrera. La "usura" y las esta-
fas estaban a la orden del día. Las estafas, los simples robos, estaban protegi-
dos por las dificultades del terreno. Los arrieros, muleros, étnica y socialmen-
te diferentes a los indios tributarios, solían aventurarse con sus cargamentos
fuera de los puertos de salida, sin entregar la mercadería. Otra forma, menos
vil, de las estafas de los arrieros, era que entregaban la coca a cualquier mer-
cader y no a los que tenían especificado, quedando los chacareros endeuda-
dos por incumplimiento. Esto, a su vez, era incentivo de un mercado usuario
que perseguía ganancias especulativas con las cédulas o cartas misivas con
que los mercaderes-trajinantes adelantaban dinero a cambio de las cosechas
venideras. Esto se desarrolló por la informalidad de los referidos documen-
tos y la presencia de los cargadores "intermediarios" entre el productor y el
comerciante. Con aquellas "cédulas" se formó un mercado de las vencidas,
que muchas veces se concentraban en manos de una persona. Con estas
"obligaciones de plazo vencido" que se prestaban a más de un engaño, los
especuladores embargaban a los chacareros cuando éstos estaban en dificul-
tades (34 ).
Una segunda etapa del ciclo era la que llevaba la coca de esa prime-
ra estación, física y de mercado, a la plaza de consumo. Entramos acá, nue-
vamente, al "espacio del trajín". La coca circulaba en un mercado indígena,
a diferencia del vino que, si bien se introdujo entre los indios, no era un pro-
ducto para ellos sino para los "españoles" acostumbrados a su consumo. El
trajín del cesto tenía dos destinos: uno hacia los "minerales" que eran el
centro del comercio y el otro hacia los espacios indígenas incluido el "espa-
cio del trajín". Potosí consumía anualmente de 90 a 95 mil cestos, en 1583
llegó a los 100,000 (Capoche (1585) 1959, 179) y los testimonios hablan,
desde 1567, de un valor de un millón de pesos en los tratos de esa ciudad-
mineral (Assadourian 1979, 231 ; Capoche (l 585) 1959 , 175). Pero la circu-
lación de la coca no sólo definía un ciclo hacia su conversión en dinero sino
que, como acertadamente nos decía Balthasar Ramírez , se usaba para el cam-
bio (rescate) con otros productos que entraban como insumos para la pro-
ducción de la circulación, esencialmente los "carneros de la tierra" . La coca
no sólo era "ymán" para sacar de los indios la plata en los asientos minerales,
como muchos testimonios no se cansaban de repetir (Barnadas 1973, 383),
sino para introducir, sin mediación monetaria, productos indígenas en el cir-
cuito de la circulación del vino y la coca en sus ciclos mercantiles. Capoche
hablaba de más de 300 hombres en el Collao que "se ocupaban rescatando
ganado de la tierra, que es en que se trajina la coca" (Capoche (l 585) 1959,
. 176). En su "relación" de la provincia de los Pacajes, Mercado de Peñalosa
decía que "así el trato más principal que hay en esta provincia entre los in-
dios y españoles, es rescatar coca por carneros" (]iménez de la Espada 1965 ,
I: 34 l ). En la "relación" de Collaguas de Juan de Ulloa Mogollón se dice al-
go similar: "los españoles vienen a esta provincia a comprar y rescatar entre
los indios a plata e coca e maiz, carneros de la tierra para la saca y trajín del
vino que sacan de la ciudad de Arequipa y de sus valle para las cibdades del
Cuzco, Chucuito e Potosi, y para la saca de la coca de los andes y otros tra-
jines" (Jiménez de la Espada 1965, I: 332). Los testimonios podrían ser nu-
merosos y no es extraño. Sólo la coca del Cusco para salir de Paucartambo al
puerto "del Collao" requería de 25,000 a 50,000 llamas, que los "trajinan-
tes" debían obtener de las economías indígenas.
Brevemente, veamos cómo se establecía un contrato de fletamento .
Esta vez usemos un ejemplo. En 1595, Pedro Alvarez de Guzmán, estante en
el Cusco y aparentemente "trajinante", se obliga a llevar de los depósitos de
la sierra de Paucartambo 500 cestos de coca de Melchor de Valencia, vecino
del Cusco. La entrega la debía hacer en Totora de los Carangas. El trajinante
debía poner los carneros necesarios, los indios (que según algunos testimo-
nios debían cuidar de unos 12 animales) y los bastiméntos necesarios para la
carga, entre los que destacan los "toldos" para evitar que la hoja se moje con
lo que se perdería. El trato estaba fechado para hacerse en febrero de 1596,
es decir, durante los meses de lluvia, por lo que los toldos eran sumamente
necesarios e importantes. El trajinante, en este caso, tenía poder para comer-
cializar la coca en Totora o en cualquier lugar de la provincia de los Carangas.
El flete era de dos pesos ensayados por cesto y el tiempo de viaje establecido
era de tres meses. El contrato también establece "condiciones" de incumpli-
miento, corno vimos para los fletamentos de vino. Detengámonos en una que
caracteriza este mercado del trajín de coca: la importancia de los indios. Co-
mo eran escasos y los negociantes debían buscarlos en las zonas del espacio
del trajín más cercanas al Cusco, se obligaban en contratos con los curacas,
adelantando dinero (Wachtel 1976, 197). Por eso , en caso de demora en la
entrega de la coca, ponían como condición el pago de un real por indio que
no haya recibido carga por cada día de retraso. Si se demorase la entrega más
de diez días, se pagaba el "flete de vacío" (35).
Una diferencia habría que establecer sin embargo entre los trajinantes
que hacían rescates de ganado y desarrollaban un sinfín de tratos en el espa-
cio del trajín, y los grandes hacendados-comerciantes de la coca y otras mer-
cancías que tenían el control económico y político del Cusco. (Uno de ellos
era don Rodrigo de Esquivel sobre quien estamos preparando un trabajo).
Veamos otro ejemplo al respecto. El caso del almirante Francisco Aldrete
Maldonado, hacendado de coca y otros productos. Su forma de actuar era
más bien la de integrar la circulación en un mismo ciclo controlado .por él
desde la producción. Vendía su coca directamente y tenía sus propios car-
neros. Como controlaba la circulación de su coca y tenía una estructura de
comercialización considerable, hacía también otros tratos, entre los que po-
demos referir fletamentos a otros productores de coca, que incluian algunas
veces la comercialización final. Tenía incluso empleados para los trajines,
reclutados entre aquellos "trajinantes" diferentes en ubicación a estos comer-
ciantes cusqueños (36) . No vamos sin embargo a detenemos en las caracterís-
ticas particulares de estos comerciantes de coca del Cusco que la "trajina-
ban" a Potosí. Eran muy diferentes a aquellos tratantes "espafíoles" que in-
troducían coca en el "espacio del trajín" para hacerse de los animales necesa-
rios para sus movilizaciones de Cusco a Potosí o de Arequipa al mismo lugar.
El tema escapa momentáneamente a nuestra reflexión. Nos toca ahora entrar
en el análisis de la producción del trajín.
No . 1, setiembre 1983 41
Estudios
nivel de gravedad, los trajines y la mita minera como causas del despobla-
miento y disminución de las comunidades del "espacio del trajín". Por ello
dedica un detenido análisis a los efectos de los trajines.
En el capítulo "en que se trata lo que es el trajín y los agravios y da-
ños que del resultan a los indios", Ayans nos deja un valioso testimonio
(Ayans (1596) 1951 , 41-44) , que otros documentos (ver anexos) trabajados
por nosotros, confirman y completan . Ayans, comienza señalando algo fun-
damental en el peso del trajín sobre la población : la mita no era la única mo-
vilización de indígenas de comunidades hacia otros espacios económicos, el
trajín era igualmente ominoso y desestructurador. Sin que esto sea una afir-
mación empíricamente comprobable , en términos más globales, no es falsa
la afirmación de qu e un indio qu e regresa de la mita ya debe salir al trajín
desvinculándose de la economía y sociedad comunales. De inmediato , un
admirable párrafo sintético nos informa, pero sobre todo, analiza :
"El trajín es en esta manera : el Corregidor de una provincia manda
a los caciques de su distrito le den cien indios para que vayan con su
ganado del mismo corregidor a Paucartambo por coca, a los valles de
Arequipa por vino y unas veces compra él mismo la coca o vino para
cargarllo en su ganado , otras veces la coca o vino es de otro y él , por
la paga que le dan con los indios y ganado que tiene se obliga a pone-
llo en Potosí que es lo que dicen fletar coca o vino y también dan los
corregidores muchos mandamientos a diferentes soldados y amigos
para que los caciques de su jurisdicción les den los indios que el man-
da y señala. La paga que dan a cada indio por un mes son cinco pesos
de a ocho reales, sacados ya los indios reciben el ganado por qu enta
y van con el hasta el pueblo donde an de cargar de coca o vino y des-
pues buelven hasta sus pueblos de donde salieron y alli se truecan y
van otros hasta Potosí y con todo este viaje de ordinario y a veces
mas se tardan seis y siete meses y adviertase que a los que truecan pa-
ra ir a Potosi con el ganado y carga no les pagan lo que tardan en bol-
ver de Potosí a sus pueblos, y de algunos días aca por ser tan pocos
los indios que ay no se truecan sino que unos mismos hacen el biaje
entero".
El corregidor es el propietario de la denuncia, pero, lejos de esquema-
tizar la realidad, en ese breve pasaje, ya Ayans habla de los "allegados", en
este caso : soldados y amigos. En otra parte, dice que cada corregidor llega
con su escribano, un alguacil y un teniente y "a veces más de dos y de qua-
tro" y "algunos amigos con otros que se allegan". Esta pléyade de "españoles
entre indios" a que hace mención el jesuita puede completarse con el admi-
nistrador del ganado de la comunidad, el contador y el administrador de los
hospitales ( 40). Todos ellos usan el trabajo excedente de la comunidad , siem-
pre mediados por los caciques y principales.
La evaluación del trajín en términos de costos cubiertos por los indí-
genas nos propone algunas variantes frente al testimonio de Messia. Los pun-
NOTAS
( 1) La tesis de John V. Murra, "The Economic ürganization of the Inca State" data
de 1956 pero sólo fue publicada en español en 1978 cuando ya el mismo autor
había publicado una serie de artículos que han fundado una interpretación del
sistema social y económico andino, reunidos en 1975 en un sólo volumen por el
Instituto de Estudios Peruanos. La " Visión de los vencidos" fue por otro lado,
el título original francés del trabajo central de N . Wachtel publicado en español
en 1976, aunque la parte correspondiente a la "desestructuración" apareció pu-
blica.da junto con otros ensayos en un volumen titulado "Sociedad e ideología"
en 1973. Para el principal exponente peruano de este tipo de reflexión se pue-
den consultar los artículos reunidos en Pease 1978. Por otro lado, los trabajos
presentados en 1976 en la Primera Jornada del Museo Nacional de Historia y
publicados por Koth y Castelli (ed .) 1978 son una buena imagen panorámica de
los distintos avances en esta disciplina, polémicamente llamada "etnohistoria".
( 2) Ello se desprende de la revisión que Marie Helmer (1959) hizo de las escrituras
notariales de Potosí. El trabajo con escrituras notariales de Cusco, Arequipa y
Moquegua, que presentamos más adelante, ilustrará más detenidamente este te-
ma.
( 3) Además de los trabajos citados de Assadourian, el tema de la minería y sus im-
plicancias ha sido tratado por varios autores desde los trabajos pioneros del his-
toriador chileno Alvaro Jara. Para un resumen ú ti! nos remitimos a un artículo
de Rafael Varon (1978).
( 6) Un libro reciente del profesor arequipeño Alejandro Málaga Medina (1981) nos
ofrece un capítulo sintético ilustrativo de la dinámica arequipeña. Para un clási-
co de la documentación de la ciudad ver Barriga 1940.
(14) Las "ordenanzas" de tambos de Cristóbal Vaca de Castro (l 543) enumeran los
principales caminos del reino y el número de tambos que había en ellos:
Del Cusco a La Plata, 34 tambos
De La Plata a Arequipa, 5
Del Cusco a Arequipa, 8
Del Cusco a Ayacucho, 12
De Lima a Arequipa, 22
Los caminos de Lima al centro y al norte totalizan 5 ruta'> con 58 tambos. Los
datos nos ofrecen un panorama claro de la importancia de la ruta de Cusco a La
Plata-Potosí y los numerosos tambos de los caminos del sur que atravezaban "el
Collao", punto fundamental de la "trajinería" como dice Toledo. Las ordenan-
zas de Vaca de Castro fueron reafirmadas durante la administración toledana.
Ver Zavala 1978, 7-9.
(15) AGI-Charcas 17. Los testimonios que reafirman esa característica de ubicación
espacial y recursos humanos y animales para el "trajín" son numerosos. El cono-
cimiento y autoridad de Cepeda en Charcas no hace otra cosa que poner en evi-
dencia, veinte años después del testimonio de Francisco de Toledo, que los más
autorizados políticos y administradores del espacio peruano, fijaron su atención
en algo que era esencial y no aleatorio en el funcionamiento de un sistema ya
consolidado de dominio colonial y organización económica interna.
(16) Sobre el tipo de organización "urbana" de este espacio diferente a las fundacio-
nes españolas de ciudades, ver Durán (197 8, 115-116).
Sobre la importancia de la organización de la población en doctrinas por los do-
minicos se puede consultar Herrera ( 1934, 64-90) y Cuentas ( 1929). Las acusa-
ciones a los dominicos en 1572 y que desembocaron en un enfrentamiento con
Toledo y el retiro de la Orden se encuentran en las "Resultas de la visita secreta
lega que hizieron en la Provincia de Chucuito... Pedro Gutierrez Flores . .. y
Juan Ramirez Segarra... " publicadas por Franklin Pease en Historia y Cultura
No. 4, Lima 1970.
( 17) AGI-Escribanía 844-A, lra. pieza, f. 4. La información sobre esta disputa está
tomada de las dos piezas que se conservan del pleito ante el Consejo de Indias en
el referido legajo de la Escribanía de Cámara. Para una buena visión de los cam-
bios en el reino Pacaje por las reducciones y otras acciones españolas, consúlte-
se Barragán 1982.
( 18) En un expediente sobre la "nueva tasa" de los indios de Sacaca en 15 50 se esta-
blece un tributo en coca de 250 cestos que debían ser tomados de las chácaras
"que diz que heran del ynga" y puestas en el asiento de Tiraque o, si les daban
ganado y comida, en Potosí, Porco o La Plata. Sin embargo, a petición del en-
comendero, en 15 51, se estableció que la coca fuera depositada en el pueblo de
TOTORA a 12 leguas de Tiraque. Ello fue aceptado en la medida en que los in-
dios tenían hechos en el camino de Totora y en ese asiento, sus casas y depósi-
tos para sacar la coca que pagaban por tributo. Ver AGI-Justicia 653, f. 9. Este
dato es reforzado por las escrituras de fletamento de coca del Cusco que debía
ser llevada a Totora desde Paucartambo. Para 1594-95 ver el Protocolo de Anto-
nio Sánchez y para 1596-97 ver Prot. Antonio de Salas, ambos en AHC. Este
carácter de puerto de la coca entre Cusco y los centros de consumo deberá ser
explorado en investigación futura, lo mismo que el caso de Zepita para el vino
arequipeño, sobre el que volveremos más adelante.
(22) "En la medida, empero, en que la circulación misma trae aparejados costos, en la
medida en que requiere plustrabajo, aparece ella misma como incluida en el pro-
ceso de producción. En este aspecto la circulación aparece como momento del
proceso inmediato de producción. En la producción orientada directamente al
uso y que no intercambia más que el excedente, los costos de circulación sólo
afectan el excedente, no el producto principal. Cuanto más se funda la produc-
ción en el valor de cambio, y por tanto en el intercambio, tanto más importantes
se vuelven para ella las condiciones físicas del intercambio: los medios de comu-
nicación y transporte. El capital, por su naturaleza, tiende a superar toda barrera
espacial. Por consiguiente la creación de las condiciones físicas del intercambio
-de los medios de comunicación y de transporte- se convierte para él, y en una
medida totalmente distinta, en una necesidad: la anulación del espacio por el
tiempo" (Marx 1978, 12-13).
( 23) "Otro momento se inserta aquí: los costos de circulación , que no caben en el
concepto simple de la circulación ... Los costos de circulación que derivan de la
circulación como acto económico - en cuanto relación de producción, y no di-
rectamente en cuanto momento de la producción, tal como es el caso de los me-
dios de transporte y comunicación- . .. "(Marx 197 8, 12).
(27) Resulta ilustrativa la mención al texto de Fray Benito de Peñalosa " Libro de las
cinco excelencias del Español, que despueblan a España'', editado en Pamplona
en 1629; las referencias provienen de ese texto citado en Herrero 1940, 164. El
contenido de cada botija de 16 "cuartillos" equivalentes a unos 8 litros, de
acuerdo con las escrituras de tratos con vino en Arequipa que revisamos en el Ar-
chivo Departamental de Arequipa (en adelante ADA).
(28) El dato de 1586 en AHC-Prot. Luis de Quesada 1586, f. 291. Para 1610, el Tes-
tamento de Alonso de Estrada, su propietario, citado por Miro Quesada 1977,
392.
(29) "En virtud de la domesticación de las llamas, el espacio peruano fue el único que
albergó, antes de la conquista, una sociedad indígena con elevado desarrollo en
la ganadería de carga. Pues bien, fue esta ganadería indígena (no la española) la
que durante un siglo detentó la máxima figuración funcional y comercial, hasta
el punto de ser considerada como el verdadero soporte de todo el andamiaje cir-
culatorio del conjunto regional". (Assadourian 1982, 179).
(30) A manera de ejemplo, veamos algunas escrituras de 1590, registradas ante Diego
de Aguilar (ADA-Prot. No. 20). Durante el mes de enero, se hacían las escrituras
de fletamento de "ganado de la tierra" para garantizar la movilización del vino
de la cosecha venidera. El vino arequipeño, durante el siglo XVI, era casi exclusi-
vamente proveniente del valle de Vítor, un ejemplo antiguo de "especialización"
por cierto. Los tratos con vino, para su transporte a Chucuito o a.Potosí, eran
(31) "El tiempo de circulación no es más que una barrera opuesta a esta realización
de valor y por lo tanto a la creación de valor ; una barrera específica que no sur-
ge de la producción en general, sino de la producción del capital, y abolir a la
cual -o la lucha por superarla- pertenece también al desarrollo específicamente
económico del capital y da el impulso para el desarrollo de sus formas en el cré-
dito, etc." (Marx 1978, 35).
(32) Aunque el tributo en coca no es un indicador de la producción total en la medi-
da en que las chácaras de españoles fueron más importantes que los terrenos con-
trolados por los ayllus (para una descripción de las distintas formas de tenencia,
ver el trabajo ya citado de Barnadas que resume los detenidos comentarios que
hizo el licenciado Matienzo en su "Gobierno del Perú" ), veamos el volumen que
salia de las regiones de tres ciudades : La Plata, La Paz y Cusca.
DEPARTAMENTO CESTOS
LA PLATA
Poco na 1,500
Tarabuco 480
Aiquili 90
Totora 75
---
2,145
LA PAZ
Quiruas de Oyune 395
Songo 1,615
Suri 972
Cama ta 645
Yanacadre 762
Yungas de Pere 132
Cha pis 564
--
5,085
No . 1, setiembre 1983 49
cuseo
Cuchua 276
Gualla 1,140
Paucartambo 1,200
Pitomarca 70
Chunchos 84
Amaybamba 205
Amaybamba (Alvarez) 123
Sayrechaca 55
Guayo bamba 175
Masca de Otalo 114
Matinga 198
Copa Copa 480
Ayapata 288
Ollachea 260
Chiaysaroma 188
4,856
Se puede apreciar que de los 12,086 cestos de coca que circulaban por la vía del
tributo, en 1575, en este espacio, un 42º/o provenía de La Paz y un 40°/o del
Cusco. Sin embargo, en La Paz, eran dos repartimentos indígenas de una misma
región los que aportaban un 43º/o del tributo (Songo y Chapis) y eran los luga-
res de mayor producción, controlada por dos encomenderos, uno de los cuales
incluso controló también Suri y Quiruas de Oyune. Mientras que en Cusca la
producción y tributo indígenas estaban más diversificados y la producción de
Paucartambo era absolutamente mayor a la que se derivaba al tributo. No olvi-
demos que poco tiempo después, como ya mencionamos, el Cusco producía en
su región cerca de cien mil cestos de coca, que hacen ínfimos los cinco mil que se
derivaban a la renta de las encomiendas. De esos cien mil cestos (AGI-Lima 305
y Lima 312) que se podían alcanzar a fines del siglo XVI, otro testimonio, de
1588, del Corregidor de Paucartambo, Pedro del Peso de Vera, nos permite su-
poner una producción aproximada de sólo ese valle, de unos 36,000 cestos
(BNM. Ms. 3035). .
(33) Otros testimonios, como las escrituras notariales, expresan más bien que cada
carnero llevaba dos cestos (AHC. Prot. Gregorio Bitorero 1560, f. 326). Pero no
siempre son precisos en la relación de carneros por cesto.
(34) BNM. Ms. 3035, f. 382. Sobre este mercado de cédulas vencidas en el valle de
Amaybamba, ver comentarios hechos en Glave-Remy 1983.
(35) AHC. Prot. Antonio Sánchez 1594-95, f. 106 v. Respecto a los toldos encontra-
mos un documento más tardío que contabiliza la coca no por cestos sino por
"toldos". Unos 11 toldos de coca eran conducidos en 2,000 carneros por lo que
podemos suponer, si eran dos cestos por animal como nos inclinamos a creer más
que cuatro como afirma Ramírez, serían 4,000 cestos, lo que da una equivalen-
cia cercana a 400 cestos por toldo. Ver ADA. Prot. Diego de Silva 1701-1704, f.
302.
l36) AHC. Prot. Francisco de La Fuente 1617, f. 218; Prot. Francisco Hurtado 1617,
f. 921 v. Sobre el gran poder económico y las características de monopolio de
grandes cantidades de mercancías por estos comerciantes que despertaban rece-
los del nuevo corregidor, entre ellos Francisco Aldrete Maldonado, que era her-
mano del licenciado Maldonado de Torres y Teniente de Corregidor hacia 1620,
ver AGI-Lima 150.
(37) Por algún motivo, que ahora se nos escapa, el corregimiento de Omasuyo, que es-
pacialmente está en esta zona, no tenía las características de los otros. Por otro
lado, sus indios eran considerados "ricos" y emprendedores en sus tratos (AGI-
Charcas 41, No. 14) pero, de acuerdo con los documentos citados, sus corregido-
res eran considerados de "cortos" tratos e ingresos.
(38) Sabemos por ejemplo que los indios de Tinta tenían mitimaes coqueros en Aya-
pata, de donde todavía entregaban coca en 1780, sin que la tasa de Toledo nos
mencione ese tributo. Ver AGI-Escribanía 499-A y 502-A.
(39) Los comentarios sobre Ayans los hemos tomado de la nota introductoria al do-
cumento que elaboró Vargas Ugarte (19 51, 19-22). Esa edición de documentos
del fecundo historiador peruano trae, junto al de Ayans, el "parecer" comenta-
do ya, de Alonso Messia, junto con otros valiosos memoriales insoslayables en el
estudio del trabajo indígena en la Colonia. Para una valorización del testimonio
de Ayans, comp{lrese con el "Memorial" de los caciques de Chucuito sobre el te-
ma que publicamos como Anexo Documental No. 2.
(40) En el "parecer" de D. López de Zuñiga de su visita a Chucuito de 1582 (parcial-
mente transcrito en el anexo No. 1) se nota la presencia de mestizos, "españoles"
y mulatos que no son clérigos y funcionarios de la Corona ( omnipresentes en las
denuncias). Normalmente son "allegados'' a alguno de estos dos grupos no in-
dios (clérigos y funcionarios). Además, el documento nos habla de un factor eco-
nómico de su presencia, ya detectado en esta exposición, los tratos de "rescate"
que los define en su relación con los naturales. También son "guardas" de gana-
do y negociantes con él, lo que también implica uso de excedentes de trabajo in-
dígena. El anexo No. 3 nos habla directamente de los tratos de algunos funciona-
rios. Las actividades económicas de estos "españoles entre indios" nos las resume
esta interesante provisión real de 1601 sobre los "administradores de hacienda o
de comunidades de indios" (colección de documentos.. . América y Oceanía,
Tomo XIX, 190-192): " .. . he sido ynformado que los administradores que se
ponen en las haciendas de Comunidades de indios, son muy perjudiciales y daño-
sos, porque señalandoles como se les señala el quarto o quinto de lo procedido
de los frutos de aquellas haciendas por su salario, porque el dicho quarto o quin-
to crezca mas, hacen que los indios siembren chacaras en mucha mayor quanti-
dad de lo a que pueden acudir, y con el dinero que sacan de lo procedido de las
cosechas, los dichos administradores buscan otros tratos y granjerias y de conti-
nuo traen ocupados a los indios en yntolerables trauajos con sus mesmas hacien-
das.y que cuando se ha de vender la comida, vino o ganado de las Comunidades,
los administradores hacen aparencia de almoneda en los pueblos de los mesmos
indios, y hechan personas que lo tomen para ellos a menos precio, y todo se con-
vierte en daño de los indios y aprovechamiento de los administradores'~
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ANEXOS
ANEXO No . 1
Extractos del:
AGI
LIMA 129
/f4r/ El trato y granjeriá que comunmente tienen los yndios des ta provincia es yr a la -
recaxa y a la costa y a arequipa y a otros valles calientes y lleuar rropa ganado y comidas
de las que coxen en sus fierros y cesinas y rresgatan con ello coca maiz y otros cossas de
que carecen en sus pueblos y las traen y venden en ellos que les son de mucho interes con
que sustentan y pagan sus tassas. algunos dellos tienen ganados y hazen sus chocaras de
papas y quinua y cañagua y de la lana de sus ganados hazen sus bestidos vale un carnero
cinco pesos corrientes y seis y una obeja tres y Uf! paco diez reales y unas veces mas y
otras menos, de sementera de una carga de papas ques media hanega cogen ocho y mas o
menos segun la fertilidad o esterelidad del mismo y de tres cargas de papas hazen una de
chuño vale una carga de papas dos reales"y medio y tres y una de chuño ocho de un almud
de quinua o cañagua cogen cinco o seis cargas vales a pesso. hazen della bevida para si, y
el ganado que tienen les sirue en los Tambos y en yr con cargas a potosi y otras parte, los
yndios uros es gente pobrissima de hazienda y entendimiento. las demos por la mayor par-
te lo son assi mismo de hazienda porque aunque tienen mucho ganado de comunidad en
particular tienen poco y pocas tierras, ganan medio real cada un dia a guardar ganados de
españoles.
Alquilanse para yr a potossi y al cuzco y a la costa y a otras partes de donde
troen coca vino y otras cossas y lo que traen para si y la leña y yerua papas chuño perdi-
z es y otras cossas que tienen los venden en sus tambos que los ay en cada pueblo en que
son muy aprouechados con lo qua/ pagan su tassa.
/f4v/ Las yndias y muchachos se ocupan en hazer rropa y hilar lana para ella tarda una
yndia en hazer una pieza de rropa que se entiende manta y camiseta o aquixo y liquilla
mes y medio no ocupandose en otra cossa vale comunmente una pieza cinco pesos co-
rrientes y si les dan lana para ella se les paga por la hechura tres pesos y dos.
De todos los yndios de la provincia es mucho el numero que sale cada un año a
estos alquileres gana un yndio desde chucuito al cuzco de ida y bue/ta nueve pesos de a
ocho rreales tarda dos meses y algunas vezes mucho mas porque los detienen en la sierra
de paucartambo en darles la carga desde chucuito a potossi se les paga onze pessos y tar-
dan tres meses y en este tiempo no son doctrinados y quando bue/ven a sus cassas hallan
sus chocaras perdidas y con el jornal no las pueden rremediar porque es poco y gastan
mas de lo que ganan. En yr de su pueblo a arequipa o a moquegua o a la costa y bolver
tardan dos messes y medio y dos y tres y no se les pagan mas de cinco pesos por cada via-
je y ansi es mucho el trauajo y poco el prouecho, y aunques justo para la conseruacion
de la rrepublica y sustentacion de potossi y de la misma prouincia que estos yndios se
alquilen porque no ay medio ninguno con que se puedan suplir lo que/los hazen, tam-
bien es justo que sean satisfechos en su trauajo ya que no puedan ser rreseruados que si
se pudiera hazer sera lo mas conuiniente mas acudiendo a la necesidad suya porque a/gu-
11os dellos no podrian pagar su tassa si no se alquilasen y tambien a la nuestra que es me-
nester ayudar los espaiíoles acudiendo a todo con la menos molestia de los yndios. pare-
ce que conuendria que se alquilasen para este traxin de prouincia en prouincia y esto tie-
ne dificultad grande porque desde el tambo de caracol/o a potosi por el camino rrea/ que
ay cinquenta leguas no ay ningun pueblo poblado y si los yndios que siruen en los tam-
bos ouisen de /leuar el traxin en este camino serles ya de mucho ynconuiniente porque
auian de traer la comida para su sustento de muy lejos por no la auer en los tambos y
aunque por el camino de los carangas podria yr el tragin (sic) con algun rrodeo por ser
mas poblados ymposyb/e por que aquellos yndios se ocupan en el traxin de los azogues
plata y mercadurias que van y vienen por arica y no pueden /f5r/ acudir a lo uno y a
lo otro demas de que ay veinte leguas de despoblado que va a salir al asiento de porco y
no tienen pastos suficientes para tanto ganado y atento a estas caussas me paresce que
los yndios de la prouincia devrian ser rreseruados de no yr a paucartambo cuzco arequipa
ni moquegua por ningun genero de mercadería vino coca ni otra cossa y que se les permi-
liesse yr a moquegua para traer harina y maiz para el proueimiento de las tiendas ospita-
les y tambos y que es ten obligados a 1/euar a potosi en el ganado que para ello les dieren
los españoles el vino y mercadurws que truxeren y que por cada viaje sea obligado el es-
pañol a dar a cada yndio yendo desde chucuito o de acora o de hilaui hasta potossi treze
pessos de a ocho rreales el pesso y de los demas pueblos de la dicha prouincia que estan
adelante a doze pessos y mas cada yndio un carnero de carga en que /leue su comida y
que un yndio no cargue mas de diez carneros que son veynte botijas de vino y que no se
ocupen en cada viaje mas de ochenta días y que si mas tiempo se detuuieren el español
les pague al rrespecto y que despues de llegados a potosi con la carga no los fuercen a que
guarden mar. del ganado en que la ouieren lleuado sino que luego la justicia y protector
traen coca españoles alquilando cameros de tambo en tambo y parecería medio conui-
niente que de la comunidad se sacasen seiscientos carneros cada seis mese y se pusiesen
en tres puestos dozientos en ju/e dozientos en chucuito dozientos en zepita y que estos
lo tuuiese a su cargo un principal con sus avatires por sus mitas y quando ay semejante
ocacion ques hordinaria podria alquilar este ganado y que rresciviese la paga un cacique
abonado que acudiesse con ella para la tassa y dello se podria pagar los principales y aua-
tires y se les haria beneficio a /ós españoles. prouera vuestra exelencia en esto lo que mas
conuenga y sea seruido.
y aunque qua/quiera destos medios me parecen razonables con ninguno dellos
se rrepara el daño que los caciques y principales hazen en el hurtar mucha parte del di·
cho ganado y meterlo en el suyo y dar en lugar del que hurtan el que a ellos se les muere
de sus estancias y tambien ay otro ynconuiniente muy grande y es que la.s justicias cle-
rigos y protetores y sus amigos y a/legados tienen mas parte en este ganado de comuni-
dad que sus dueños propios y auiendo platicado este negocio y el rremedio que temw
con personas de expiriencia en rreso/ucion me paresce que este ganado o la mayor parte
del en especial el de carga ques rrasso se venda y lo procedido del se heche en rren ta y
della se ayuden los yndios a pagar su tassa y quando aya necesidad compren a otros el
ganado que forzossamente a menester paro el servicio de los tambos y traxin del 11,ai;:
para los ospita/es y para las otras necesidades que tienen y con esto se rrepararan los di
chos ynconuinientes y quedan libres los pastos y estancias en que esta este ganado para
el ganado que cada yndio tuuiere en particular que teniendo buenos pastos se cobdicio-
ran a erial/o y se escuStira la guarda y el estar muchos yndios ocupados en ella fuera de
SIi rreduction sin doctrina.
ANEXO No. 2
BN. MADRID
Ms. 3040
Libro intitulado: "Descubrimiento del Potosi'"
Lf. 494.
No . 1, setiembre 1983 59
lados a algunos destos tiempos durando tanto la ausencia de su casa y es de advertir que
los indios por ricos que sean no tienen quien los siruan y esta_s faltas que hazen a sus se-
menteras solamente las puede suplir la muger del que es casado porque los parientes aun
que algunas veces ayudan son pocos y a los que se hallan presentes y los solicitan para ello
y asi se quedan muchas chacaras por hazer cada año o se pierden las hechas.
Yten que todo el tiempo que dura el andar alquilados andan por despoblado y
por esta razon ni onm mis.f/0 11i sermon ni se confiesan y por ser poca su capacidad se les
oluida lo poco que saben de nuestra fee y muchas veces se mueren por a/la sin confesion y
lo ordinario es comer carne los biernes y dias prohibidos y como gente flaca y ausentes de
sus mugeres cometen muchos pecados y lo mismo hazen ellas en la larga ausencia de sus
maridos.
Y ten que como por ser tantos los trajines se quedan muchos indios sin hazer sus
chacaras es esto causa de que falten muchos para la mira de potosi porque como no tienen
comidas que llebar se huyen a buscarlas con dias y salarios a costa de los caciques hauie11-
do ellos siempre entregado el numero de indios que se les manda al gouernador des ta pro-
vincia en el desaguadero y esta es la causa de auer tantos rezagos en la tasa como han pere-
cido (sic) por que los indios se huyen sin pagarla por no poder acudir a lo que se les man-
da sin tener sustento.
Yten que asi por esta ausencia como por las demas pierden mucho de su ganado
los indios porque no tienen quien se los guarde porque las mugeres no pueden estar con
el respecto de estar el ganado en la puna que es muy /exos del pueblo y por algunas partes
mas de ueynte leguas y viniendo los indios de potosi donde an trabajado un año quando
llegan a su pueblo y auian de descansar en sus casas y ver sus ganados y hacienda los man-
dan yr alquilados de nuebo y lo mismo les suele suceder viniendo de andar alquilados que
los enbian luego a potosi.
Yten yendo los indios alquilados suele succeder que estando descansando el ga-
nado de noche se espanta de una zorra o pajaros alguno o de otra qua/quier cosa por ser
muy espantadizo y se esparse muy lejos de manera que sin poderlo remediar los indios se
suelen perder veynte o treynta caber;as de ganado y otras ueces de d1'a yendo cargados de
bino se espanta un carnero de manera que quiebra las botijas que el lleba y las que topa
en los demos carneros que van con el y la perdida que ay en todo /f226v/ esto la hazen
pagar ordinariamente los españoles a los indios que lleban los dichos carneros y aunque es
verdad que alguna vez puede ser lo hagan los indios con culpa el quebrar las botijas hecha-
se de ver agora que es a mas no poder pues se quiebran muchas botijas auiendo/as ellos de
pagar y sabiendo/o y aya trueque de no dar el indyo un real hora cualquier cosa.
Yten que aunque es verdad que ahora sean augmentado mas los salarios que ca-
da mes se dan a los indios que van alquilados empero ahora y siempre se les hace un agra-
uio muy grande y es quando bueluen de potosi donde an dexado y a el vino o coca que lle-
uan no se les paga la bue/ta que hazen vacios a sus casas siendo tan larga la distancia y no
auiendo hecho el viaje por su voluntad y no parece esto ser cosa iusta pues se sabe que a
11na mula de alquiler en españa se le paga yda y bue/ta aunque buelua de vasio y el mesmo
agrauio reciben los indios en la yda y bue/ta que hazen a trauajar a las minas de potosi que
110 se les paga cosa alguna por la yda ni por la bue/ta.
Yten que por ser tantos los trajines y la gente que va a trabajar a potosi ha veinte
años que no se hacen iglesias y se dice misa en unas ramadas y por esta rar;on es fuerr;a
que los indios para oyr misa en verano estan al sol y en inbierno al agua y en el lodo y pa-
rece verisimil que dios y el rey querran en primer lugar se hagan las iglesias donde se sele-
bre con desencia y los indios oygan con ella missa y se les enseñen las cosas de nuestro se-
ñor que no que acudan con tanto excesso a los trajines pues sin tanto se puede sustentar
la tierra y el interes que dellos nase no es provecho de su magestad sino de particulares
que no miran mas que a hazerse riros a costa de la sangre de los pobres yndios.
Yten ha onze años que siendo Juan Ramirez Zegarra Governador desta provin-
cia truxo la madera que pudo para cubrir las iglesias con mucho trauajo de los indios
por traherse en hombros de indios muchas leguas de aqui por muy aspero camino y por
no auerse puesto la mitad del cuydado en hazer/as del que se ha puesto en los trajines se
ha perdido y pudrido siendo la dicha madera puesta en la provincia de chucuyto como es-
taua de mucho precio por lo arriba dicho.
Yten que en esta provincia ay muchos officia/es y ministros de iusticia de los
qua/es muchos sacan muy de ordinario indios paro trajines sin mandamiento ni orden del
gouernador y se los dan los caziques por miedo que con muchas amenasas les ponen y ma-
los tratamientos que sino les dan en la ocasiones que se ofresen les hazen, asimismo los
clerigos sacan su parte para sus granjerias y estos se les recresen mas sobre la cantidad que
los guobernadores (sic) reparten cada ano la qua/ sola excedía a lo que lo indios pueden
hazer sin mucha incomodidad suya.
Por todas estas razones se pide y suplica se mande al gouemador por provision
ponga un numero moderado en los trajines de manera que los yndios puedan acudir a sus
haciendas y a hazer sus iglesias y a ser cristianos y se mande con penas a todo genero de
gente y en particular a los que en esta prouincia tienen officios del rey que en ninguna
manera saquen ni puedan sacar los indios sin mandamiento del gobernador quedando re-
mitida la execusion de las penas que su exe/encia pusiere al gouernador de la provincia
encomendando/e la exaczion que es iusto tener en executal/as.
Lo que principalmente se a de pedir sobre esto es que se guarde la ordenanza
de don Francisco de Toledo que manda que no obligen a los indios que se alquilen sino
es debiendo la Tassa o que el de su voluntad se quiera alquilar para trajines y que mas no
se pudiere se ha de pedir la modera /f227r/ cion dicha pero en lo que toca a yndios para
.sacar coca de los andes del cuzco se procure que en ninguna manera se den pues esto no
es en bien de la republica sino en daño y no ay necessidad ninguna de coca y es en lo que
mas tiempo gastan los indios alquilados.
Acerca de hazer la ropa ay los inconuinientes
y daños que se siguen
Yten mas se propone que algunos de los oficiales desta provincia obligan a los in-
dios a que hagan mucha ropa y quando la reparten en lugar de darles un arroba de lana
suelen dar quatro pesos para que la busquen o pongan de su casa y suele ualer entre los
indios seis pesos la a roba de lana de manera que los dos pesos los pone el indio de su ca·
sa y quando la halla es con mucho trabajo y fuera des ta molestia se les añade el ocuparse
mucho tiempo en hazerla y ocupandose las mugeres en esto y los hombres en los trajines
es el trabajo muy grande.
Yten que por cada piesa que es una manta y camiseta no dan sino dos pesos de
ocho reales por la hechura de hilar y texer y parece esto ser cosa muy iniusta por que los
steriles y sube mucho el balor de las comidas y no es raron que el valor del trabajo se este
en un ser pues de el se a de comprar el sustento.
Yten tambien se haze agrauio en dar tan poco por la hechura de una piefa por
el tiempo que en ella se gasta que por lo menos ordinariamente son dos meses.
Yten que por ser tanta molestia que los que hazen la ropa dan a los indios para
que se la acaben trabajan los domingos y fiestas y por una parte les castiga el cura por
que trabajan y por otra sus hilacatas por que no acaban la ropa por la prissa que a ellos
les dan los españoles.
Yten que ay muchos refagos de ropa de la Tassa del rey y la causa de auerlos
es mucha ropa que les dan los particulares y la prissa que les dan para que se la acaben
luego y así no se puede hazer la ropa del rey y muchas vezes les toman la que tienen
ya hecha para pagar.la Tassa diciendo/es que la paguen con la que para ellos an de hazer.
Yten que auezes para que con mas presteza se haga su ropa suelen iuntar muchas
indias en una casa grande y por esta raron ni acuden a sus casas ny a sus chocaras ni gana·
dos y algunas ueces a los caciques por que no cumplen a tiempo con la ropa que les dan
a hazer les suelen prender y tener con grillos.
( •) Transcripción del " parecer" del au tor anó nimo del traslado del memorial
ANEXO No. 3
AGI
CHARCAS42
RELACION
luis darmas Perc/01110, dize que en un memorial que ante V. alteza Presento con
los autos y cuentas que en la Provincia de Chucuyto tomo por V.R. Provision dexo de po·
ner quatro capitulos de aduertencia en Pro de V. rreal Hazienda· en que conuiene poner
rremedio lo qua{ haze por lo que deue a su rrey y señor y como persona a quien se come-
tieron las dichas quentas y aueriguaciones que en la prouincia se hizieron.
Dize que la prouincia de Chucuyto esta obligada embwr a la lauor de las minas
de la villa Imperial de Potossi dos mili y duzientos yndios y que vaya con ellos uno de los
caciques Principales de la dicha prouincw por capitan que son los dos que rresiden en lo
ciudad de chucuyto como la ordenanra lo declara a que se rrefiere questa a ffojas ciento
tondo yo tomando las quentas en el pueblo de ju/e y dadome un memorial que deuian de
deudas que los yndios deuian a V. al.ª compraron duzientas botijas de vino a un Pero
Gonrales y a un sacerdote amador goncales y les hizieron la paga con dos mili Pesos co-
rrientes que deuian los yndios de Ju/e y los del pueblo de yunguyo y los cobro juan de
Penafiel criado del gouernador estando yo presente y el scriuano que fue de mi comission.
Otrosi dize que por las quentas que tomo en la dicha prouincia de V. "ea/ ha·
zienda y por las aueriguaciones que en ella hizo Por un memorial que la rreal audiencia me
entrego parece deuer mucha suma de Pesos a los yndios y el contador la rropa que les a
mandado hazer no se la a pagado a los que lo trauajan Parece que lo descuenta a los caci·
ques de la tassa que pagan a V. al.ª y no estan afianrados como es costumbre y ordenanca
en Uestros rreynos dar fiancas los que tienen hazienda rrea/ a su cargo y esto aduierte por
lo que deue a su rrey y senor y como criado suyo.
Otrosi dize que el officio de ueedor en las yg/ias (sic} de chucuyto es Ymperti·
11ente el auer/e porque no acude a ello ni las yglias (sic} sean hecho hasta aora y el salario
que /leua que son seiscientos y cinquenta Pesos de P/atta ensayada de faltas de do trinas las
qua/es no las ay sino muy pocas y solamente se procura para pagar el salario del theniente
quees el l'eedor el qua/ lo lleua con mala conciencia como consta por la prouanca que hi·
zo en la dicha Prouincill conforme a un capitulo que su mag.d embio a esta rrea/ audien·
cia que se me entrego y Por los dichos que en ella dixeron los sacerdotes della y Francis·
co de Po/aneo justamente contador de cuentas que fue en la dicha Prouincúi le notifico al
gouernador don gabriel de montaluo una rreal prouicion manada des ta rrea/ audiencia pa·
ra que no se pagase tal salario al dicho veedor por ser officio impertinente y que no es ne-
cessario y no embargante esto el dicho gouernador le a mandado pagar de los vienes de la
comunidad y faltas de do trina como parece por las quentas que tomo en la dicha prouin·
cia a que se rrefiere.
RELACION
Luis Darmas Perdomo dize que por comission de V. al.ª fue a la prouincia de
chucuito a visitar las caxas asi la de Vra. R J. Hazienda como la de la comunidad en las
qua/es no hallo oro ni plata ni Reales como parece por los autos y diligencias que en Ra-
zon dello se hizieron a que se rrefiere - Y assi mismo tomo las quentas de los pesos de
plata que los Yndios Pagan de Tassa que son del patrimonio Real y las quentas de lasco·
munidades de aquel/u prouincio conforme a la RJ. Prouision que para ello se me dio ha-
ziendo tantto y balance de quenta y que hiziese cobrar los alcances que a V. al.ª se deuie·
sen trayendo quenta y razon de lo que en razon dello se hiziese lo qua! hize como por V.
a/.a me fue mandando y tengo en mi poder los autos y diligencias sobre/lo fechas en di·
ferentes q11ademos con distincion de lo que es cada cossa y de que procede.
A V. al.ª Pido y suplico mande que el secretario en cuyo poder an de estar los
dichos Papeles fo reciua y me de carta de R eciuo dellos para mi descargo y testimonio de
lo que contiene esta mi peticion y pido justicia.
Otrosi dize que al Contador Antonio de are balo que es el cobrador de V. RJ . ha·
zienda y tenedor de las llaues de las caxas como parece por su titulo que esta a fojas du·
zientas y dos le pedi me diese Relacion jurada en forma con cargo y datta cierta y berda-
dera de los pesos de oro y plata a V. al.ª pertenecientes como por la dicha relacion pare-
No . 1, setiembre 1983 65
ce que esta a fojas ciento y nouenta y siete y en cumplimiento della el dicho contador
presento las quentas con cargo y descargo questan a fojas duzientas y una hasta duzien-
tas y treinta y cinco las qua/es fueron herradas contra V.R. Hazienda y no se podio por
ellas berificar lo que cada un ano Pertenecía a V.R. Hazienda por traerlas en un quaderno
el cargo de tres anos como por ellas parece y por un aucto que esta a fojas duzientas y
cinquenta y cinco le fue mandado que con mi asistencia y ante el escriuano de mi comi-
ssion boluiese a dar de nueuo las dichas quentas cada un anno de por si en quaderno apar-
te con cargo y descargo del dicho ano como por ellas parece y en las primeras quentas que
el dicho contador Presento dejo de hazer el cargo de los Tributos que pagan a V.Al.ª los
yndios de los valles de moquegua sama chimchura, chicanoma y laricaxe y capinota que
son de Vro.R J. pattronato, ques mucha suma de pesos en todo el tiempo que aquel gouer-
nador don Gabriel de montaluo y cobro el tercio de nauidad del año de ochenta y quatro
y los anos ochenta y cinco y ochenta y seis y tan solamente se haze cargo de dos partidas
que cobro de los yndios que es tan en larecaxe y chucanoma que montan duzientos y trein-
ta y quattro pesos que sera el tercio del año de ochenta y quatro como parece por la par-
tida que da en descargo que esta a fojas quatrocientas y treinta y por mi le fue mandado
notificar un aucto que declarase porque no se hazia cargo de los pesos que los yndios pagan
de tributo a V. al.ª que esta a fojas duzientas y quarenta y seis y respondio que no era a su
cargo sino al de gouernador como por el parece y se le notifico al gouernador don Gabriel
de montaluo declarase lo que auia en esto y dixo que el mando a antonio de arebalo su con-
tador que lo cobrase de un fulano de bobeda su teniente de los dichos valles como parece
por su respuesta que esta a fojas duzientas y quarenta y ocho y en las quentas que ultima-
mente dio con mi asistencia cada un ano de por si dexo hazerse el mismo cargo y acauadas
y fenecidas y fechosse el propio el alcance de cada un ano y firmado/o de su nombre se le
notifico otro aucto que esta en el quaderno del ano de ochenta y seis a fojas quinientas y
diez y nueue como por el parece y porque/a cantidad de pesos es mucha y estar encubierta
y por auerle fecho los apercibimientos que tiene referidos no dio claridad ni Razón de na-
da y por lo que deue a su Rey y senor y ser su criado adbierte de lo que en esto ay para
que se ponga Remedio en hazer cobrar V.R. Hazienda.
Otrosi dize que al gouernador de la prouincia de chuquito y a los que loan sido
el salario que V. a/.a les señala de gouernadores son dos mili y quinientos pesos de plata
enssayada y por el trauajo que an de tener en cobrar la tassa que los yndios pagan les se-
na/a quinientos Pesos de la dicha plata y el gouernador cobra su salario por entero de lo
primero que se cobra y dexa por cobrar lo que a V. Al.ª le pertenece como lo a fecho en
el ano de ochenta y seis por que de doze mili y treinta pesos que a V. Al.ª le quedan li-
quidas en cada un ano dan en deudas que dizen deuer los yndios diez mili y ciento y
treinta pesos tres tomines y ocho granos como parece por un quaderno aparte que esta a
fojas quinientas y diez y siete hasta quinientas y beinte y cinco y la libranca y carta de pa-
go del gouemador esta a fojas quatrocientas y ochenta y ocho y el contador a cobrado de
su salario en cada un ano quatrocientos pesos de plata enssayada como parece por las pri-
meras partidas del descargo que da de la RJ. Hazienda de los anos de ochenta y cinco y
ochenta y seys y sus cartas .de pago que la partida del ano de ochenta y cinco esta a fojas
trezientas y cinquenta y una y la carta de pago a quatrocientas y beinte y seis y la partida
del ano ochenta y seis a !fojas quatrocientas y veinteytres y la carta de pago a quattro-
cientas y nouenta y nueue el qua/ salario del contador no ay obligacion de pagarse de Vra.
RI Hazienda que el gouernador esta obligado a cobrarla y dar quenta como parece por la
ordenanca y capitulo de Tassa fecha por vro. Visorrey don Francisco e Toledo que esta a
fojas ciento y quinze a que me refiero.
Otrosi dize que de Vra. RI. Hazienda a librado el gouernador y pagado el conta-
dor a diego que adrada escribano que siruio el dicho oficio en la prouincia cierto tiempo
en el tiempo que fue gouemador don geronimo de filua cauallero del auito de santiago
duzientos y se ten ta pesos de plata ensayada y asilo da por descargo en el ano de ochenta
y quattro del tercio de nauidad que fue a su cargo la cobranca dello como parece por la
partida que esta a fojas duzientas y setenta y quatro y antonio de castro escriuano que oy
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COMENTARIOS
pueblos indígenas de las provincias de Cliu- sean escasas o imprecisas, pero que al me-
cuito, Pacaje y otras. Su trajín hacia Poto- nos ofrezcan un panorama gráfico de los di-
sí, movilizó a muchos comerciantes y algu- versos flujos que llegaban a Potosí. La his-
nos caciques, trajinantes e indios de servi- toria de los intercambios mercantiles hay
cio y contingente de ganado de la tierra que pensarla con números, o a partir de nú-
(llamas) y mulas. Algunos de los caciques meros. ¿Cómo explicarse cuál era la magni-
aymaras del distrito de La Paz, (siglo XVIl), tud real de la agricultura vitivinícola en
estaban involucrados en el comercio del vi- Moquegua? No hay cifras absolutas, tampo-
no de Arequipa y Moquegua, especialmen- co relativas; ni de producción ni de exten-
te los caciques de los pueblos de Jesús de siones cultivadas. El valle de Moquegua es
Machaca, Caquiaviri, Viacha y Calamarca. bastante pequeño en extensión; en la actua-
Así, Pedro Chipana, cacique del pueblo lidad, su área de cultivo sigue siendo mo-
de Calamarca, se distinguió en ese negocio desta. Consecuentemente, para el período
(entre 1675 y 1684) con los tratos de 750, que estudia Luis Miguel Glave -parte de
1.500 y 2. 600 botijas de vino. los siglos XVI y XVIl- es quizá bastante
exagerado hablar de una pequeña nobleza
agraria en esta localidad. La historia rural
peruana demuestra, a través de los estudios
Manuel Burga que se conocen, que las aristocracias terra-
Pasaje Arturo Castillo 81 O tenientes logran enraizarse y perdurar sola-
mente en contacto con las grandes propie-
Urbanización Los Pinos dades y ya casi a fines de la época colonial.
Lima 1 - Perú Antes de este período no se forman aristo-
cracias terratenientes regionales o locales.
Es difícil enjuiciar un artículo despren- Evidentemente, el servicio que los indí-
dido , por lo que se dice en el texto , de un genas prestaban en los Trajines de los espa-
estudio mayor. No puedo aventurarme a ñoles era una forma de explotación similar
suponer la naturaleza de este último , pero a la mita; legalmente debían ser remunera-·
probablemente se acerque a las inquietudes dos, pero en la realidad los gastos que ha-
que las publicaciones anteriores de Luis cían los indígenas cumpliendo sus servicios
Miguel Glave han mostrado: un análisis de en estas actividades eran mayores a la canti-
las estructuras agrarias y las formas produc- dad que teóricamente debían recibir. Por
tivas en la región cusqueña. Dentro de un tanto, era una forma de explotación colo-
texto semejante se podría entender mejor nial que hacía de los Trajines una actividad
este artículo sobre los Trajines. Digo esto expoliadora y muy alejada de lo que se en-
porque este artículo es una especie de des- tiende por intercambio comercial. La renta-
cripción geográfica de los circuitos mercan- bilidad del "comercio" provenía de la utili-
tiles en el sur andino: vinos, aguardientes y zación barata, o casi gratuita, del trabajo de
" artículos de Castilla" que van de Moque- los indígenas y de sus recuas de llamas.
gua y Arequipa hacia las regiones altoandi- Desde esta perspectiva, dicho "comercio"
nas, y el Cusca como gran proveedor de la sólo era rentable porque era colonial o por-
coca consumida en Potosí y en .otras minas que era una prolongación de las encomien-
menores de esta región. Visto así , es decir, das o de las formas feudales de producción.
dentro de un estudio mayor que analice la Aquí estamos frente a una dimensión es-
economía de la región, este artículo ten- tructural de los Trajines, y por consiguien-
dría un eficiente papel complementario, te la aproximación hubiera podido ser de
pero considerado de manera aislada adole- carácter cualitativo. De la misma manera
ce de algunos defectos. corno E. Trelles analizó el caso del enco-
El primero podría ser que se trata fun- mendero Martínez Begazo, que Luis Miguel
damentalmente de un análisis cualitativo Glave cita, se hubiera podido tratar de defi-
para estudiar un fenómeno, un capítulo en nir quiénes eran los trajinantes, o qué eran
la conformación de un mercado interno co- los trajines : ¿ Una actividad de encomende-
lonial, que exige una aproximación sobre ros?, ¿de mineros o corregidores?, ¿o había
todo cuantitativa. No importa que las cifras quienes vivían exclusivamente de este "co-
eran igual de ominoso y desestructurador. cos como las ciudades y los centros mine-
Resulta sugerente comprobar, en el escrito ros fueron las columnas y los motores -pa-
de Glave, que los requerimientos de indios ra emplear dos metáforas útiles-, de un di-
continuaron haciéndose -- casi como si nada la ta do espacio que tuvo como ejes a Lima
hubiera cambiado desde la encomienda ini- y Potosí. Pero ¿cómo definir este merca-
cial- a través y por intermedio de los cura- do? Assadourian supo mostrar alrededor
cas. Sobre esto último una nota adicional: del circuito minero, otros mercantiles, deri-
L.uis Miguel Glave usa el término caciques, vados de la variedad de producciones com-
bien se sabe que es un término mejicano y plementarias, pero para responder a la pre-
que en el Ande los llamábamos curacas , lo gunta anterior, en definitiva se limitó a ad-
interesante es que la documentación espa- jetivar ese mercado: "gran magnitucl .. .",
ñola los llama caciques sistemáticamente. "gran mercado interno ... ''
¿Habrá llegado la hora de ponernos de En este terreno se ubica el artículo de
acuerdo en una terminología o, en su defec- Luis Miguel Glave. Escoge como escenario
to, sancionar que la diferencia es irrelevan- un espacio central en la articulación entre
te?, ¿o es que en efecto cacique alude a la las ciudades y los centros mineros colonia-
interacción del curaca en el mercado ( o su les, que fue el altiplano; espacio igualmente
percepción por parte de los españoles urba- significativo para la economía prehispánica,
nos) y curaca califica su rol y percepción como lo ha señalado hace muchos años
rurales no hispanos? Habrá que revisarlo. John Murra; espacio donde además la po-
Lo que en cambio no necesita mayor con- blación andina logró conservar una cierta
firmación es la naturaleza innovadora de las densidad demográfica. Glave subraya la im-
conclusiones de Trajines, así como el sólido portancia de dos productos menores en la
sustento documental que las acompaña. La articulación de ese espacio. El vino para la
historia del Ande, por lo visto tiene toda- llamada República de españoles y la coca
vía mucho más que ofrecer. ' para la República de indios. Confirma así
una vieja observación de Ruggiero Roma-
no: la relevancia de estos circuitos menores
para entender la economía colonial. Nos
alejamos de una historia que pretendía re-
Alherto flores Galindo sumir la complejidad y heterogeneidad de
Pontificia Universidad Católica una sociedad en la explotación minera.
Apartado 1761 Pero estas mercancías -coca o vino-
pasan por un espacio indígena, el espacio
Lima /00 - Perú
del trajín . Es importante verlas pasar, pero
para definir este mercado interior, debemos
La preocupación por el mercado inte- indagar también, como lo anuncia Clave al
rior colonial tiene, en la historiografía la- final de su artículo, por los cambios que es-
tinoamericana, dos importantes referencias tos trajines generan en el interior de la eco-
en los estudios de Carmagnani y Assadou- nomía campesina regional. Los indios estu-
rian. Marcello Carmagnani en un libro insu- vieron explotados pero , a pesar de ello, se
ficientemente citado, Les mécanismes de la las ingeniaron para utilizar ciertos mecanis-
vie économique dans une société colonia- mos del propio sistema colonial, conservan-
le: le Chili (1680-1830), argumentó, desde do así sus tierras y aprovechando las co-
el año 1973 , la existencia de un peculiar yunturas favorables. Sucedió en la Hua-
mercado interior en la economía chilena . manga del siglo XVI esh1diada por Steve
del siglo XVIII, replicando a quienes pre- Stern. Sucedería después en el sur andino
tendían reducir todo a la dependen cia ex- del siglo XVIII. Fueron esas las "bases ma-
terna . Posteriormente, Carlos Sempat Assa- teriales" que permitieron la reproducción
dourian demostró que la historia de este de la cultura andina. De otra manera no en-
mercado interior debía remontarse a los tenderíamos la riqueza de los curacas y la
inicios mismos del sistema colonial y que aristocracia indígena. Tampoco compren-
sus dimensiones trascendían los límites de deríamos la incipiente urbanización que
las posteriores repúblicas. Polos económi- tempranamente se observa en los alrededo-
los primeros años de la colonización entre dente que no se haya recurrido , para ubicar
españoles e indios, observación importante, la problemática de los "trajines", a un bre-
pero que no es enfatizada después en el tra- ve preámbulo de los antecedentes prehispá-
bajo. nicos, ya tratados por M. Rowstorowski en
Otro aspecto fundamental que no es tra- su conocido trabajo sobre mercaderes de
tado, y que un estudio de formación de Chincha, o los de R. Hartmann en su estu-
mercados está obligado a incluir, es el mo- dio sobre el norte andino. No obstante, es
vimiento de precios, el cual todavía sigue imposible presentar en un solo artículo to-
siendo un tema tabú en la historiografía pe- dos los elementos importantes para la com-
ruana. prensión global del tema tratado; el lector
Para terminar estas apuradas anotacio- es quien se da cuenta más fácilmente de los
nes, quisiéramos destacar el afán del joven vacíos.
historiador de enfrentar un tema importan- Es obvio que el tema merece la atención
te utilizando una amplia bibliografía, pero de más de un investigador, por ello hay que
sobre todo, su trabajo con escrituras nota- agradecer a Luis Miguel Glave el esfuerzo
riales tanto del Cusco, Arequipa, como Mo- desplegado.
quegua. Aunque resulta un poco sorpren-
RESPUESTA
también con las mercancías, y esa fuerza de precios se podrían añadir otros tomados de
trabajo debe asimismo producirse y repro- los protocolos notariales de Moquegua.
ducirse. El mercado no nos deja, pues, en el Cuando hagamos este ejercicio, no dejará
espejismo de la circulación, nos lleva a la sin embargo de ser polémico. Davies mismo
producción social. No creo que esta prime- reconoce la pobreza de los registros sobre
ra parte de los trajines responda a muchas producción y precios de uva y vino. Feliz-
interrogantes que al respecto se pueden mente, con las fuentes que ya "hemos reco-
presentar. Creo, sin embargo, haber dejado pilado, estamos más cerca del "enfoque
planteado el tema en un derrotero teórico cuantitativo deseado y esperado por todos"
que conozco como polémico. No tengo re- (Celestino). No considero que sea un buen
ferencias directas a él en los comentarios, consejo pedir datos imprecisos, es mejor
sólo alusiones que confirman el temor con exigir precisión si se trata de cuantificar.
que asumí el tema. Manuel Burga parece No creo tampoco que la historia rural
objetar se califique éste en términos de in- peruana demuestre "que las aristocracias
tercambio comercial, esto que estudiamos terratenientes logren enraizarse y perdurar
es sólo comercio entrecomillado, pues se solamente en contacto con las grandes pro-
basa en una relación colonial-encomendi!- piedades" (Burga). Uno de los pocos traba-
feudal. Desgraciadamente, desconozco las jos de historia rural que nos ilustran sobre
peculiaridades del comercio entrecomilla- la época colonial, con nitidez y belleza in-
do. Del concepto, sabemos por el comen- cluso, es el de Burga sobre el valle del Je-
tario , que es una "actividad expoliadora" , quetepeque, pero ¿podemos comparar el va-
determinada por una triplemente califica- lle del Jequetepeque con los de Arequipa
da relación (colonial-encomendil-feudal), y Moquegua? La afirmación de Burga nos
que lo limita para ser sinónimo de inter- deja nuevamente confundidos. ¿Qué es una·
cambio comercial Considero que esto es "gran propiedad"? En los valles de Arequi-
un trabalenguas que sí está muy lejos de pa-Moquegua, una heredad de viñas de 30
una cualificación cautelosa. En eso último Has. era una "gran propiedad"; sólo a me-
estamos. diados del siglo XVII, cuando se anexaron
Aunque preferiríamos matizar un poco tierras complementarias a las de produc-
la afirmación, no podemos dejar de estar de ción central, un "latifundio" podía tener
acuerdo con Olinda Celestino cuando dice hasta 283 Has. en total. Con 40,000 cepas,
que "la cuantificación constituye la espina que se podían acomodar en sólo 9 Has. ,
dorsal de la historia económica y social de una heredad era de gran valor. En 1596, las
nuestro tiempo". Los trajines, sin embargo, 8,000 botijas que se lograrían obtener de
no los pensé como un trabajo esencialmen- esa cantidad de vid, se realizarían en
te cuantitativo. No creo al respecto, que la 32,000 pesos corrientes (ver la tesis de K.
forma del comentario de Manuel Burga de- Davies). Sólo mencioné una de las propie-
ba hacernos suponer que nos plantea una dades de la frondosa y rica descendencia
suerte de antagonismo entre cuantificación del viejo conquistador Hernán Bueno, Ya-
y cualificación. Son lados complementarios ravico. A principios del siglo XVII, ésta te-
de un buen análisis. Por ello, será necesario nía 38,000 cepas y no era de las más im-
profundizar en el terreno de la producción portantes de Moquegua. Los datos de N.
y de los precios como refiere Olinda Celes- Cushner para San Xavier, uno de los prin-
tino. Pero es otra sección del trabajo cipales viñedos de los Jesuitas en Nazca,
del que forman parte los trajines; en éstos nos hablan de 11,000 botijas anuales ya a
me interesaba más presentar las redes de re- principios del siglo XVIll . ¿No eran las
laciones que se desarrollaban para su ejecu- heredades moqueguanas "grandes propieda-
ción en la vida de esos hombres que trajina- des"? Señalo que la producción de vino de
ban productos como coca y vino. Me alien- los valles de Arequipa-Moquegua debía ser
ta mucho que O. Celestino quede satisfecha a principios del siglo XVII de 200,000 boti-
a este nivel y que E. Trelles considere la jas; Davies, entre los pocos datos globales
imagen "animada". Señala Trelles que hu- de producción que menciona en su tesis,
biera sido útil manejar los datos de Keith confirma el dato. No era en ese entonces
Davies. Efectivamente, a sus ·cuadros de Moquegua, valle estrecho, la zona de mayor
2. Comunidades Campesinas
Cuadro No. 1
CUSCO : RECURSOS EN LAS COMUNIDADES CAMPESINAS
Canchis 3
2
Antapampa 1 Paruro
(10 comuni- (6 comuni- (6 comuni-
dades) dades) dades)
TIERRAS
comunales (pastos, Has.) 4.96 8.9 2.25
familiares (Has.)
de riego 0.66 0.48 0.43
de secano 0.64 1.0 0.35
pastos naturales 0.10 4.11 17.66
GANADO
vacuno 3.05 3.05 2.8 4.3
ovino 2.71 6.6 8.5 13.5
porcino 1.64 2.2 1.4 1.1
equino 0.64 2.1 0.6 1.9
caprino - 3.5 -
auquénidos - n.d. 38.9
HERRAMIENTAS
arados 1.08 0.98 0.56 n.d.
chaq u ita ellas 1.04 0.99 1.38 1.71
palas n.d. 1.48 1.43
picos n.d. 1.53 1.57
lampas n.d. n.d. 1.57
FUENTES:
1. E. Gonzales, "La economía familiar comunera", Economía, No. 5, PUC , Lima, 1980.
Los datos corresponden a 280 familias encuestadas en 1 O comunidades, en 1978.
2. PRODERM, Diagnóstico de la m icroregión de Paruro, Cusco , 1981; Mon teagudo, Economía fa-
miliar comunal campesina, Memoria , Programa de Ciencias Sociales, PUC, Lima . 1981.
Los datos corresponden a 165 familias encuestadas en 6 comunidades en 1979-80.
3. PRODERM, Diagnóstico de la microregión de Canchis, Cusco, 1981.
Los datos corresponden a 204 familias encuestadas en 6 comunidades de Canchis, en 1980.
std. dev. = desviación standard
n.d . = no disponible
b. Fuerza de trabajo.
Cuadro No. 2
CUSCO: COMPOSICION FAMILIAR Y FUERZA DE TRABAJO
Comunidades de
DISPONIBILIDAD DE LA FUERZA
DE TRABAJO
Actividades familiares
agricultura 1 320 42.8 312 44.5 115 14.7
ganadería2 50 6.7 n.d. n.d. 365 46.7
otras actividades3 286 38.3 274 39.0 236 30.2
Actividades comunales4
faenas, trabajo recíproco, minka 31 4.2 102 14.5 17 2.2
1 Estimado en base a la cantidad de tierras poseídas por los comuneros y a los requerimientos
de mano d e obra por Ha. cultivada , según productos.
2 Estimado en base a la cantidad d e pastos na turales y ganado pose ído por los comuneros y
a los requerimientos d e fuerza de trabajo para el pastoreo .
3 Estimado por diferencia.
4 Estimado a partir d e la s encuestas.
n.d. = n o disponible
Fuente : !bid .
Cuadro No . 3
ANTAPAMPA: UTILIZACION DE LA FUERZA DE TRABAJO POTENCIAL
TOTAL, SEGUN EPOCAS
Cuadro No. 4
Antapampa 1 Paruro
2
Canchis 3
(1977-78) (1979-80) (1979-80)
Kgs. Kgs . Kgs.
PAPA
producción anual por familia 871 1,423 629
rendimiento promedio por Ha. 2,310 5,650 5,956
rendimiento promedio por Ha.,
sectores capitalistas 10,000 10,000 10,000
MAIZ
producción anual por familia 473 1,387 308
rendimiento promedio por Ha. 930 n.d. 1,441
rendimiento promedio por Ha.,
sectores capitalistas 1,400 2,000 1,500
TRIGO
producción anual por familia 73 463 104
rendimiento promedio por Ha. 617 900 1,268
rendimiento promedio por Ha .,
sectores capitalistas. 1,500 1,500 1,500
CEBADA
producción anual por familia 1 11 148 113
rendimiento promedio por Ha. 970 598 1,852
rendimiento promedio por Ha. ,
sectores capitalistas, 1,500 1,500 1,500
HABAS
producción anual por familia 112 281 118
rendimiento promedio por Ha . 703 664 906
rendimiento promedio por Ha .,
sectores capitalistas 2,400 n.d. n.d .
nd = no disponible
Fucnlcs: 1) 11. Kcrvyn, E. Gonzalcs, Op. cit.
2) y 3) PROIJERM: IJia gnÓsli cos Micro-regionales, Op. cit.
cambio de la familia comunera como una unidad , más bien que por produc-
tos.
De todas maneras, los rendimientos están por debajo de los social-
mente aceptables y no permiten una producción de autosuficiencia, por lo
cual los comuneros están subordinados a conseguir los complementos en in-
greso a su producción deficitaria. Todo ello a pesar de la eficiente gestión de
su producción, dados los parámetros (tierras) y variables (clima, precios, tec-
nología) a los cuales están supeditados.
°
a. La familia comunera utiliza el 88 /o de su fuerza de trabajo en
actividades familiares , con las cuales obtiene un 79 º/o del ingreso anual to-
tal (ingreso monetario + autoconsumo) y ofrece su fuerza de trabajo fuera
°
de la familia utilizando el 12 /o de su fuerza de trabajo potencial total y
obtiene el 21 º/o de su ingreso.
°
b. Entre la agricultura y la ganadería se explica el 76 /o del ingreso
°
total y el 62 /o del ingreso monetario, pero en ellas se utiliza solamente el
5 5 o /o de la fuerza de trabajo total. Esta fuerza de trabajo está distribuida
en : 50 º/o familiar, 4 º/o comunal y 1 º/o asalariada. Las "otras activida-
°
des" , que representan el 38 /o de la fuerza de trabajo utilizada, sólo contri-
buyen en un 3 º/o al ingreso total ; esto es explicable en la medida en que :
estas actividades son complementarias, la producción artesanal es marginal ,
las tareas son realizadas por niños y mujeres, los comuneros no reciben una
retribución monetaria , son actividades no vinculadas directamente con la
producción o circulación o simplemente está desocupada la fuerza de tra-
bajo.
Cuadro No. 5
No . 1, setiembre 1983 91
Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __
...g.
(En porcentajes)
C1)
tO
O)
w ~ Ene Feb Mar Abr May Jun Ju! Ago Set. Oct. Nov. Dic. AL AÑO
SUB-TOTAL 44 42 42 38 22 15 21 34 32 24 36 35 30.2
3
"C
tO Fuente : B. Kervyn, E . Gonzales, Op. cit., p . 284. cñ
w o
Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __
8. Conclusiones.
NOTAS
l. En el Perú existen unas 3,500 comunidades campesinas con una población de más de
° °
2'5 de personas que representan casi el l 5 /o de la población nacional y el 40 /o de
población rural. Sin embargo, su producción no sobrepasa el 4 º/o del PBI y es el
sector más pobre de la población.
2. Efraín Gonzales, "La economía familiar comunera", Revista Economía, Nº· 5, Ponti-
ficia Universidad Católica, Lima, 1980.
3. Efraín Gonzales, "Comunidades Campesinas: economía y diferenciación campesina",
Revista Crítica Andina, Nº· 2, Cusco, 1978.
4. Las limitaciones de los terrenos comunales son cuantitativas y cualitativas. Las
tierras son escasas y de baja rentabilidad, que en general no permiten la reproduc-
ción independiente de las familias ni de la comunidad.
5. La imposibilidad de una reproducción autónoma es el fruto de la dominación de la
comunidad, primero por la hacienda, luego por la cooperativa y por los términos del
intercambio mercantil.
6. E. Gonzales, "La economía familiar ... ", op. cit.
7. B. Kervyn, E. Gonzales, et al., Plan de Desarrollo de Antapampa-diagnóstico, CEN-
CIRA Holanda, Cusco, 1979, pp. 161-170.
8. Ver, E. Gonzales, Fuerza de trabajo, ingresos, gastos y consumo en las comunidades
campesinas de Antapampa (Aspectos metodológicos), CEPLAES, Quito, 1981.
COMENTARIOS
"recíprocos" y en faenas comunales. del Sur del Perú -los de Figueroa, Sánchez
Ahora bien, Efraín Gonzales tiene en es- y muchos otros-. Al desarrollar tal compa-
te trabajo un propósito polémico que va ración nos daríamos cuenta de que existe
más allá de la simple presentación de sus una gran variedad en el grado de diferencia-
datos. Quiere afirmar que el llamado pro- ción social en las comunidades y en el pa-
blema del " empleo" no es tal sino un pro- pel económico y social de las instituciones
blema de "reproducción de la fuerza de tra- comunales. Todavía creo que persiste cier-
bajo" . A pesar de sus múltiples afirmacio- to romanticismo al respecto.
nes en este sentido, no es fácil detectar lo Finalmente, deberíamos ser informados
qu e subyace a este propósito : ¿quiere decir sobre la metodología del estudio del Cusco.
acaso que el problema real para los comu- Cualquier persona que haya trabajado en
neros no es que no tienen empleo sino que economías campesinas sabe que es muy di-
no logran reproducirse por su pobreza? Pa- fícil conseguir una información fehaciente
rece que no, porque dice que sí se reprodu- sobre los ingresos y sobre los días trabaja-
cen y lo hacen, sobre todo, para el benefi- dos en diitintas relaciones de producción a
cio del sector capitalista que de esta mane- través de un período mayor que algunas
ra se ahorra los costos correspondientes. O semanas. Somos pocos los que estamos en-
sea, creo que lo que Gonzales está buscan- terados de que en el estudio del Cusco se
do es una manera de decir que su pobreza, buscó resolver el problema en forma muy
lejos de ser un problema para la economía innovadora, con participación campesina
nacional, es un beneficio ("funcional") pa- en la investigación. Pero al leer el presente
ra ella, o por lo menos para la clase capita- trabajo el lector ignora esto y se le podría
lista que la dirige. Debo decir que no veo, perdonar cierto escepticismo que se disi-
hasta ahora, los elementos necesarios para paría al informarle mejor sobre los méto-
fundamentar esta hipótesis. ¿No estarían dos empleados.
contentos los capitalistas peruanos y las
compañías multinacionales si los campesi-
nos produjeran más para el mercado, si se
dedicaran más al trabajo asalariado para po- lean Piel
der comprar lo que ellos producen? La du- Institud des Hautes Etudes
da está lejos de resolverse. De todos mo- de l'Amerique Latine
dos, tengo la impresión de que hay algo de- 28 rue Saint Guil/aume
trás, subyacente en el argumento que hay 75007 - Paris - (7e)
que sacar a luz para que los datos presenta- Francia
dos sean explotados plenamente y para que
la hipótesis de la reproducción sea funda-
mentada. · Desde hace dos o tres años, lejos de los
La otra crítica que se podría hacer al Andes, y particularmente en Francia, rena-
trabajo toca el tema de la comunidad. El ce en algunos "científicos sociales" vincu-
autor asimila el trabajo recíproco al trabajo lados más a la coyuntura editorial que a las
comunal, mientras yo lo describiría más enseñanzas de las encuestas de campo o de
bien como trabajo asalariado pero con pago archivos, un sospechoso interés por la in-
a plazo : en vez de recibir un salario ,el tra- dianidad , el indianismo o el indigenismo
bajador se asegura de que le devuelvan " el andino, considerado mucho más como pre-
día" en otro momento cuando lo necesita- texto a variaciones etno-regionalistas, que
rá en su propia parcela. Si piensa que ése como conceptos que necesitarán ser reduci-
será precisamente un momento de "pico" dos por el análisis social sin complacencia
en el mercado del trabajo (cosecha o siem- de sus fundamentos concretos. Aun cuando
bra) entonces hace un buen negocio. Me estos autores hubieran tenido la excusa de
parece que, sobre todo en torno a este te- estar motivados por una suerte de "roman-
ma, es una lástima que nadie hayá hecho ticismo social" se trataría de una posición
una comparación entre los diversos estu- exótica. Pero, lo más probable es que ellos
dios de los cuales disponemos ahora sobre asuman de esta manera su status de contra-
las comunidades campesinas del Centro y tos de la "inteligencia socialista a la france-
en base a sus pobres recursos, dando la im- ciedad regional y nacional, por ejemplo:
presión de .economías campesinas "blo- sus organizaciones gremiales, la acción de
queadas" que pueden reproducir la mayor partidos políticos, la radio y la televisión,
parte de su fuerza de trabajo al margen de etc.
relaciones de producción capitalistas. Es en Por estas múltiples razones, se observan
este sentido que los sectores capitalistas, distintos grados de integración de los co-
dada su aletargada acumulación de capital, muneros según regiones y microrregiones,
se benefician de que buena partejle-ia fuer- . según los tipos de productos que venden,
za de trabajo campesina, para quien ri'o · por la cercanía o lejanía de los mercados
tienen el capital suficiente para empléárla, urbanos.
se reproduzca con cierta autonomía. Es de- Por último, el artículo efectivamente
cir, los bajos salarios en los sectores capita- no se ha ocupado de la comunidad y de
listas no se explican porque parte del valor los efectos de su organización sobre la re-
de la fuerza de trabajo sea sufragada por los producción de la fuerza de trabajo. Al
campesinos, sino porque el capital existen- respecto hemos avanzado dos artículos de
te es insuficiente para emplear a toda la pronta aparición: "Campesinos, comuni-
fuerza laboral. dades y economía regional", y "El efecto
El estudio pareciera mostrar un campesi- comunidad y el cambio técnico", en los
nado comunero bloqueado, sin embargo es- que se trata de analizar los aspectos sobre
to no es así por las siguientes razones: a) El los que se funda la estructura de la "eco-
análisis se ha efectuado sobre un año agro- nomía comunal". Al parecer, los elemen-
pecuario como período de estudio, lo que tos comunales que sustentan la existencia
en cuanto a la interpretación histórica da la de una "economía comunal" son más pre-
impresión de una situación estática. b) Si se carios de lo que se cree, y están en relación
tomara un lapso de varios años,es probable inversa al grado de riqueza y de mercanti-
que la mixtura bloqueada de relaciones de lización de las familias comuneras compo-
producción en la que están concernidos los nentes de cada comunidad, por lo que co-
comuneros denotaría movimiento cuya di- munidad campesina y economía comunal
rección va, intuitivamente, hacia una ma- no son lo mismo.
yor mercantilización y mayor trabajo asala- Sin embargo, nuestras percepciones se
riado. basan sobre un número restringido de co-
De esta manera, la integración campesi- munidades. Indudablemente, una tipología
na se presenta como un proceso bastante de las 3,500 comunidades aproximadamen-
lento, cuyo ritmo está marcado por el pa- te existentes debería tener en cuenta en
trón de desarrollo capitalista regionalmen- primer lugar cuán comunal es la economía
te diferenciado (1 ). Por otro lado, al !}lar- de cada comunidad.
.gen de aspectos económicos existen condi- En cuanto a la reciprocidad como carac-
ciones institucionales que contribuyen a es- terística de utilización comunal de la fuer-
ta lenta integración, tales como: la inexis- za de trabajo, tiene variantes que acomple-
tencia de mercados de tierras legales en las jan el estudio del cálculo económico inma-
comunidades, y un orden jurídico específi- nente al intercambio mutuo de mano de
co para estos campesinos, que los trata co- obra. Por ejemplo, a menudo, un día de
mo "grupos aparte" de peruanos. trabajo entregado por un campesino pobre
Sin embargo, existen otros factores ex- no siempre significa que recibirá otro día
traeconómicos que coadyuvan a una ma- de trabajo del campesino rico, sino un día
yor integración de los comuneros en la so- de uso de un buey o un burro. Si se efectúa
el cálculo en términos del costo salarial, el
campesino pobre estaría perdiendo, porque
el costo del salario imputado sería más ele-
vado que los gastos de mantenimiento de
un buey o un burro durante un día; pero
( 1) E. Gonzales de Olarte Economías re- desde el punto de vista de la productividad,
gionales del Perú I.E.P., 1982, ver el campesino pobre potenciará su fuerza de
parte II. trabajo con el uso del animal, y por tanto
Pierre Duviols
Ministere des Universites
45-47, ruedes Ecoles, 75005
Paris - Francia
NOTAS
l.- P. Duviols, "Periodización y política: la historia del Peru según Guamán Poma de
Ayala", Bull. 1.F.E.A., 3-4, IX, 1980.
2.- Se trata de una historieta o parábola explotada a menudo por los historiógrafos y por
los curas de indios en los sermones. Yo lo he llamado "el ejemplo del sol" (cf. La des-
trucción de las religiones andinas, 1977, México, p. 353, nota 24, y "Los nombres
quechuas de Viracocha ... " Allpanchis, 10, 1977, Cusco, p.54-55). He aquí el conte-
nido : Un Inca que había meditado sobre el orden del universo, descubrió, de pronto,
"por razón natural" la necesidad de una primera causa, de un primer móvil, en una
palabra, de un único creador. El había concluido que el sol, cuyo movimiento es
uniforme y repetitivo, no podía ser el creador de todas las cosas, también estaba go-
bernado por alguien más poderoso que él, es decir, por un dios creador forzosamen-
te único. Es así como las élites indias habrían concebido, providencialmente, el deum
ignotum de San Pablo, dándole el nombre de " Viracocha" o, según otros, el de "Pa-
chacámac", preparando así, a través de la institución de un monoteísmo, el espíritu
de los indígenas para recibir el mensaje evangélico. Por otro lado,al referirse la tradi-
ción andina a un dios y a un rey con el mismo nombre de Viracocha, en una época en
que la verosimilitud histórica se basaba naturalmente en la lexicología, es natural que
muchos cronistas hayan creído que, como se había escrito que la leyenda del sol ter-
minaba en la instauración de un dios de nombre Viracocha, era al Inca del mismo
nombre al que convenía atribuirle la paternidad de este razonamiento.
3.- Estas cifras me parecen tomadas, respectivamente, de dos variantes, las más corrien-
tes, de la distinctio temporum que eran usadas por los historiadores medieva1es. El to-
tal de edades, según Guamán Poma ( 5300), corresponde casi exactamente a la "cro-
nología larga" de la historia del mundo según Isidoro de Sevilla (5228), mientras que
el total propuesto por Salinas corresponde, más o menos, a la "cronología corta" de
Bede (3952).
ANEXO
FRAY BUENAVENTURA DE SALINAS
vahan 446 carneros y 337 cargas de ció"n de originarios fue creado por los
comida a la ciudad de Potosí (7) . Sin caciques. Así. según las declaraciones
duda esta era la realidad que aconte- de los capitanes enteradores de la mi-
cía en todas las provincias obligadas ta minera de Potosí, en 1690, Martín
al servicio de la mita. Mamani, cacique del pueblo de Gua-
En 1673 , Juan Chuquimamani y qui, ocultaba 20 indios originarios de
Alonso Alvarez, caciques y goberna- ese pueblo y nombraba tres indios
dores del pueblo de Guaqui, en nom- colquehaques. Indudablemente, el
bre de los indios de su pueblo , recla- ocultamiento de indios originarios se
maban a la autoridad real que en los había convertido para los caciques en
pueblos de Cohoni, Collana y Acho- una costumbre en varias provincias
calla tenían "unos indios mitamaes y afectadas por el servicio de la mita de
otros retirados del dicho pueblo", Potosí.
quienes hacía muchos años no acu-
dían a su pueblo de origen para cum- Caquiaviri
plir con sus obligaciones "de tasas, En 1743 , Matías Chuquimamani ,
mita de Potosí, y demás" (8). Asimis- gobernador de Caquiaviri , también es-
mo, la ausencia o falta de indios ori- taba afectado en su tarea de asigna-
ginarios, no solamente era atribuible ción de indios mitayos por el despo-
a la huida de ellos a los valles, sino blamiento de indios de muchísimos
que también se debía a la inundación pueblos a causa del "pesado yugo de
de una laguna en Potosí, donde se la mita". La ocupación ilegal de los
"ahogaron más de doscientos indios" indios obligados al servicio de la mita
de ese pueblo . De esa manera, hacía minera de Potosí, por parte de los es-
1687 , los caciques de las parcialida- pañoles en sus haciendas, era uno de
des de los pueblos de Guaqui y Tiwa- los factores que creaba la merma de
naku, enteradores de la mita del ce- ellos; así, 'el escribano de la provincia
rro de Potosí, se quejaron al Virrey de Pacajes, J oseph de Rivera , "en dos
Duque de la Patata que sus dos pue- haciendas que ha comprado en aque-
blos estaban despoblados, encontrán- lla doctrina de Caquiaviri" tenía alre-
dose "sin gente para la mita por ha- dedor de cuarenta indios "libertos
berse ido huyendo a los Yungas los del padrón de taseros y de la numera-
que cumplían con ella temiendo los ción de la mita de Potosí" (10). Esto
rigores de su cura que los trataba co- obligaba al mencionado cacique a
mo a esclavos sirviéndose de ellos en gastar su dinero para pagar sus indios
el servicio de su casa y en el pueblo ausentes.
que se le juntaba el del chasqui y pa-
sajeros y otros", agregando que se Ca/acoto
han quedado "tan minorados con la En 1689, Sebastián Canqui, caci-
inundación de las lagunas que ahogó que principal y gobernador del pue-
muchos indios con sus mujeres e hi- blo de Calacoto , fue otro capitán ge-
jos por tener las rancherías y su re- neral "en el entero de la mita del
partimiento en los ingenios bajos'' (9) . cerro rico" de Potosí de la provincia
Otro de los factores de la disminu- de Pacajes. A diferencia de los demás
numento de Jueves Santo y otras im- lla y 1.060 cabezas de ganado va-
posiciones (14). cuno, además de sus chacras de
En ese sentido, tanto los capitanes maíz y trigo en los valles. Pedro
y los mitayos, además de otras obli- Fernández Guarachi, además de
gaciones que tenían o pesaban sobre tener algunas tierras en Sorata, Co-
ellos, soportaban también las exigen- roico y Chulumani, se dedicaba al
cias de los religiosos. comercio del vino y de la coca ,
transportando de Arequipa alguna
cantidad de botijas de vino y coca
CONCLUSIONES de los yungas de La Paz a la Villa
de Potosí. Por otra parte, los capi-
1. Los capitanes de la mita de la pro- tanes y caciques estaban obligados
vincia de Pacajes , como hemos no- a emprender la reducción de los
tado , para cumplir sus obligacio- indios ausentes de su comunidad ,
nes tuvieron que sortear sus tareas sin embargo esta campaña era muy
entre cómo solucionar el problema difícil de realizar porque los indios
de falta de indios mitayos y en- huídos se refugiaban en las hacien-
frentarse con los interesados en la das de los españoles, quienes eran
mano de obra indígena de las pro- corregidores y curas. Entonces , en
vincias obligadas al servicio de la última instancia, los capitanes o
mita minera de Potosí. Por una caciques, como no podían efectivi-
parte, para suplir la falta de indios zar tal reducción, por la resistencia
o completar el número de asigna- de los corregidores y curas, co-
dos para la mita, especialmente los rrían con los gastos que debían de-
capitanes generales de Pacajes, tu- sembolsar los indios.
vieron que gastar su dinero me- 2. El problema de la mita no solamen-
diante el mingado (o sea emplean- te afectaba a los capitanes por ser
do el sistema de mink'a andino) . responsables del entero de indios
De modo que como eran nombra- mitayos, sino también a los caci-
dos entre los caciques pudientes , ques en la asignación de ellos y es-
podían solucionar el problema pecialmente a los originarios, quie-
momentáneamente, pagando por nes soportaban el pesado yugo de
ellos con el producto de sus ha- la mita . Sin embargo , entre los ca-
ciendas. Los capitanes generales pitanes generales de la provincia
como Gabriel, Pedro y Bonifacio de Pacajes. Sebastián Canqui fue
Fernández Guarachi, caciques uno de los caciques que no sentía
principales y gobernadores del pue- el problema conflictivo del entero
blo de Jesús de Machaca, tenían de mitayos, puesto que él manifes-
fincas en el altiplano y los valles taba que cumplía su obligación
de Sicasica y Larecaja con que res- con toda normalidad sin que haya
paldar sus gastos. Así, Gabriel Fer- "quiebra notable en dicha mita ni
ná ndez Guarachi, en sus estancias queja ninguna" contra él de los in-
del altiplano tenía 3.590 caméli- teresados "por no deberles cosa
dos andinos , 5.200 ovejas de Casti- ninguna de rezagos ni otra cosa".
3. Los indios ongmarios para evadir nero a sus caciques, lo cual no era
el servicio de la mita, muchas ve- efectivo , pues muchas veces eran
ces tuvieron que adoptar dos ca- obligados igualmente a servir.
minos: unos, escapaban de sus co- 4. En suma, desde el punto de vista
munidades a lugares lejanos, como social, la mita se había convertido
los valles de Sicasica y Larecaja y en un pesado yugo de explotación
a otras provincias. Algunas veces, del hombre andino en detrimento
después de volver de la Villa de de su existencia. Además, la mita
Potosí ya no llegaban a su comu- minera creó conflictos permanen-
nidad sino que se iban a otros lu- tes entre los capitanes de indios,
gares para convertirse en yanaco- caciques e indios que servían la
nas en las haciendas de los corregi- mita, forzados por los intereses de
dores, curas y otras personas. los mineros y las autoridades para
Otros, buscaban su liberación me- beneficiar con los quintos a la Co-
diante el pago de una suma de di- rona de España.
NOTAS
( 1) AGI, Charcas 17. Testimonio de petición que presentara ante el señor Lic. Lupi-
dana, don Juan Baptista,capitán de los Pacajes, año 1594.
( 2) ANB, Minas, T. 123, No. 11, 1633. Don Gabriel "Fernández Guarachi, capitán ge-
neral de la mita en 1634, sobre las trabas que don Antonio Mogollón de Rivera,
corregidor de La Paz, le opone en el cumplimiento de su comisión.
( 3) ANB, Minas, T. 126, No. 1, 1682-1683. Pascual Huanca, indio del pueblo de Ca-
quiaviri, provincia de Porco, sobre que don Francisco Quispe, enterador de la mi-
ta de aquél, no extraiga al presentante del convento de San Francisco de Potosí,
donde sirve, para mandarlo a las labores del cerro.
( 4) ALP. Ms . 1754 (hoja suelta). Información sobre la situación de los indios cédulas
destinados para la mita de Potosí.
( 5) Ibídem.
( 6) ANB, Minas, T. 150, No. 8, 17 59-1779. Autos seguidos por los indios mitayos de
las provincias de Sicasica, Pacajes, Porco y Chayanta.
( 7) ALP. Padrón de indios del pueblo de Viacha, 1652.
( 8) ALP. EC. 1673. Traslado : las tasas de Cohoni y Callana.
( 9) ANB. EC. 1687, No. 8 . En: Recurso de Agustín Mamani, cacique del pueblo de
Calacoto, provincia de Pacajes, para exención del pago de alcabala de la coca a
los indios de su provincia.
( 10) ANB, Minas, T. 148, 1743. Presentación de don Matías Chuquimamani, goberna-
dor y cacique de Caquiaviri, provincia de Pacajes, contra los españoles que en sus
haciendas hacen pasar indios sin pago de la tasa ni concurrencia a la mita.
II
Sección: CONTABILIDAD Y ADMINISTRACION
Serie 1 : Libros de recibos y gastos.
l. Libros de recivos de la Reverenda Madre Isabel de PADILLA. 1666.
(Forrado. 33 folios).
2. Libro de dotes, redenciones y alimentos - 1674 y 1675.
A folio 1 : libro de quentas y cargo que me hago yo Doña Juana del Carmen, desde el
dia que empecé a ser priora de Nuestra Señora de los Remedios y adbocación de
nuestra Señora de los Remedios Madre Santa Catalina, en 21 de Septiembre de 1674
años (De dotes, de redenciones, censos, alimentos y otros efectos).
(Forrado. 33 folios).
3. Libro de recivos, de la Rr Madre Isabel de TAPIA y Padilla. 16 77.
(Forrado. 97 folios).
4. Libro de recibos, de este monasterio de Santa Chatalina de Sena, que co"e desde 28
de diziembre del año de 1708, en que fué electa la Madre Priora Doña Chatalina
REQUELME.
(Forrado. Foliación moderna. 122 páginas).
5. Libro de cargo de la Madre Priora Doña Thomasa Barbara de San Gaspar (difunta)
que co"e desde 7 de henero de 1721.
Añadido: 1720, 1721, 22 y 23: su presidenta.
(Forrado. 140 folios útiles más abecedario de nombres).
6. Libro de recibos de la Madre Priora Doña María de la O. 1724.
(Fo"ado. 185 folios).
7. Libro de recibos de la Madre Doña Martina de San Joseph y Xera, dignicima Priora
des te Monasterio de Santa Chatalina de Sena, desde 4 de Noviembre de 1736.
(Forrado. 128 folios) .
8. Libro de resibos de la dignicima Madre Doña Agustina de San Estanislao. 1742 -
1745.
(Fo"ado. 119 folios).
9. Libro de resibos de la dignisima Madre Manuela de San Joseph. Priora actual deste
lfonasterio de Santa Cattalina de estta ciudad del Cusco que co"e desde 25 de No-
viembre de 1745.
( Forrado. 216 folios) .
JO. (Libro de recibos de) Madre María de la O. y Augmente - Primer Triennio. Año de
1756.
(/- nrrado. 176 folios).
/ l . (Libro de resibos de la) Madre Agustina de San Estanislao, priora actual deste monas-
terio de Santa Catalina. 1748. Añadido :::: Libro segundo de la Madre Alegria, 20
gobierno.
(Fo"ado. 174 folios. Hasta 5 de febrero de 1751).
12. Libro de recibos de la Madre Gregaria de San Antonio y Guerra. 1751.
(Forrado. 1 71 folios).
1 J . Libro de recivos de la Madre Doña Francisca de la Soledad, dignisima Pryora deste
monasterio de Santa Catalina de Sena desta ciudad del Cuzco, que empieza desde 11
de junio de 1 765.
(Forrado. 274 folios).
14. Libro de recibos de la Madre María de la O, dignisima priora deste Monasterio de San·
ta Cathalina de Sena de esta Ciudad del Cuzco, que empieza desde el día JO de junio
de 1768.
(Forrado. Foliación incompleta. Faltan folios 21 a 40; 42 a 60; 61 - 81 ; 82 - 98;
120 - 141. Total de la numeración: 148; véase-cartilla 1768: El carácter incompleto
deste libro del mismo año refleja sin duda la gran crisis que sufre el monasterio en su
administración).
/ 5. Libro de recibos de la Muy Reverenda Madre Manuela del Sacramento y Saldivar, dig-
nisima Priora que corre desde 13 de junio de 1771.
(Forrado. 260 folios. Abecedario de nombres).
/6. Libro de recivos de este Monasterio de Santa Catalina, de la Reverenda Madre priora
Cecilia de San Sebastián ; corre desde el año de 1780.
(Forrado. 154 folios).
/ 7. Libro de recivos, cargo y data de los inquilinos de este monasterio de nuestra Madre
Santa Catalina de Sena. Que corre del cargo de la Muy Reverenda Madre Priora loa-
quina de San José y Sarmiento. Año de 1789.
(Forrado. 35 folios. Abecedario de nombres).
18. Libro de recibos de la Reverenda Madre Cecilia de San Sebastián, que empesó a
correr desde el ¡ro. de Agosto de 1792 hasta 1795.
(Forrado. 127 folios. Abecedario de nombres).
19. libro de recibos (tapa deteriorada);
(a folios 1, anotación con lápiz : año 1800).
(Forrado. 123 folios con abecedario de nombres. A cada partida, se repite lamen-
ción: "en 26 de Septiembre de 1800, fue electa de presidenta la Re1•erenda Madre
Barbara del Santísimo Sacramento, y desde este dia, empezo las partidas siguientes ''l.
21. Libro de recibos de la Muy Reverenda Madre Francisca Paula del Tránsito, dignisima
priora electa por quarta vez que empieza a correr desde el 9 de febrero de 1811 años.
(Forrado. 103 folios. Abecedario de nombres de haciendas).
22. Libro de recibos de la Muy Reverenda Madre Tadea de San José y Toledo, dignisima
Priora canonicamente electa el 19 de febrero de 1814 hasta 1815 y 16.
(Forrado. 108 folios. Abecedario de hacienda).
23. Libro de recibos de la Reverenda Madre Me/chora de las Mercedes, dignisima Priora
Canonicamente electa por primera vez en 4 de febrero del año de 1826.
(Forrado. 1JO folios. Abecedario de hacienda).
26. Libro de recibos de la Muy Reverenda Madre Paula de los Remedios, priora canonica-
mente electa por segunda vez en el Monasterio de Santa Catalina de Sena de esta ciu-
dad del Cuzco. Empiesan a correr desde 2 de febrero de 1835, 1836 y 1837.
(Forrado. Numerado por partidas. 83 partidas. Abecedario de haciendas).
27. Manual de recibos de la Reverenda Madre Tomasa del Carmen, priora canonicamente
electa por primera vez en el Monasterio de Santa Catalina de Sena, de esta ciudad del
Cuzco.
(Empieza a correr desde el 7 de Marzo de 1841, 1842 y 1843 años. Numerado por
partidas. 106 partidas. Abecedario de nombres de haciendas).
28. Libro Manual de entradas de la Muy Reverenda Madre Paula de los Remedios, priora
canonicamente electa por 3ra. vez, en el monasterio de Santa Catalina de Sena, de
esta ciudad del Cuzco en 4 de mayo de 184 7 y corre 1848 y 1849.
(Forrado. Numerado por partidas. 103 partidas, más 7 partidas de cofradías y 5 de
capellanías. Abecedario de nombres de haciendas).
29. Libro Manual de entradas de la Muy Reverenda Madre A/berta de la Santisima Trini-
dad, presidenta electa por el Ilustrisimo Señor Obispo, de este monasterio de mi
madre Santa Catalina de Sena de esta ciudad del Cuzco, en 1ro. de Enero de 1848 y
corre 1849, hasta 15 de Junio de 1850.
(Forrado. Numerado por partidas. 103 partidas, con una anotación, del doctor Don
Juan Manuel CA TAÑO Juez eclesiástico, con fecha de 21 de Marzo de 1849. A bece-
dario de nombres de haciendas).
30. Libro de gastos en el Segundo Govierno de la Muy Reverenda Madre María de la Con-
cepción Riva de Neira, priora de este monasterio de Santa Catalina de Sena. Que co"e
desde 18 de junio de 1 786 hasta 11 de abril de 1802.
(Forrado. Faltan folios al principio (empieza-=-- "segunda semana, domingo 25 de
junio de 1786 ' '. 15 folios sin numerar más 17 folios numerados).
Serie 2 : Cartillas
I. Cartilla antigua. Censos y Capellanías, de 1598 a 1650 aproximadamente.
(Forrado. 282 folios. Anotaciones marginales que parecen de la época de redacción
de escrituras en la segunda mitad del S. X V/Il Abecedario de nombres).
2. Cartilla que corre desde el 7 de diciembre de 1690 hasta cerca 1704, con anotaciones
ulteriores.
(Forrado. 93 folios).
3. Cartilla de 1711 (Título ilegible en fo"o).
(Forrado. 182 folios. Abecedario de nombres).
4. Cartilla. Año de 1713.
(Forrado. 92 folios. Abecedario de nombres).
5. Libro segundo de los censos principales que conducen a este Monasterio de Santa
Catalina de Sena, que parte de ellos están litigiosos ; y otros, que se consideran perdi-
dos, y se segregaron de las cartillas antiguas en ésta que se ha formado en Primero de
Enero de este Año de 1731 ; siendo Priora la Señora Madre María de la O., por man-
dato de su Señoría ilustrísima. 1731.
(Forrado. 74 folios. Abecedario de nombres. No existe actualmente un supuesto
libro primero de los censos).
6. Cartilla 1 768. (A folios 1, varios, se lee : "Esta cartilla de los censoatarios corrió des-
de 15 de Junio de 1 768, correspondiente al trienio del gobierno de la Muy Reverenda
Madre de la O. Velvede z y Sugmente, dignúima Priora de este Monasterio de mi
Madre Sta. Calhalina de Cena (sic) ).
(Forrado. Tamaño 20 x 12 cm., 61 folios. Abecedario de nombres).
7. Libro en que se sientan los tratados, capitulaciones y actas de las escripturas que se
han otorgado, acerca de las rentas y predios de este .monasterio de mi Madre Santa
Cathalina de Sena, que empieza a correr desde el primer Año del Segundo gobierno
de la Muy Reverenda Madre Manuela del Santísimo·Sacramento. Año de 177l.
(Forrado. 54 folios).
8. Cartilla Paucartambo. Principales que descansan en las Haciendas y Casas del Asiento
de Paucurtambo y reditos que anualmente tributan a este Monasterio de Santa Catali-
na de Sena del Cusco con arreglo de sus respectivas escrituras, que se hallan insertas
en los Protocolos del Archivo.
(Forrado. Tamaño 20 x 12 cm., 8 folios sin numerar).
9. Cartilla sin forro , en forma de abecedario de fondos y pleito:1. Circa 1864. 68 folios
útiles.
10. Inventario de la sacristía de la iglesia de Santa Catalina del Cuzco. 1874.
(Tamaño: 24 x 14 cm., 18 páginas).
11. Cartilla sin fecha (fines del S. X VIII).
=
(Forrado. Tamaño 22 cm. x 12 cm. 50 folios).
4. ABRIL. 6 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1, folio 638, Nº· 79.
(Nota: No existe el documento que en el índice aparece como añadido con el Nº· 80
del Fol. 638 a 689).
5. MAYO. 6 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1 al folio 661, Nº· 93 "a".
Añadidos: Nº· 93 "b ·: de folio 663 al folio 766 numerados. Sin numerar: 23 folios.
6. JUNIO. 4 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1 a folio 71 O, Nº· 62.
(Nota: Más dos folios).
7. JULIO. 5 folios de índice sin numerar. Folio 1, Nº· 1 a folio 775, Nº· 19.
(Nota: 59 folios sin numerar).
8. AGOSTO. 5 folios de índice sin numerar. Fol. 1, Nº· 1 a Fol. 764, Nº· 71.
(No existe la copia de un remate en 1820 que indica el índice).
9. SEPTIEMBRE. 5 folios de índice sin numerar, un folio con una nota y 4 fol. en
blanco. Fol. 1, Nº· 1 a Fol. 486, Nº· 62.
(Se ha agregado posteriormente el Nº· 90 del Fol. 526 numerado y 25 folios sin
numerar).
1 O. OCTUBRE. 7 folios de 1'ndice sin numerar, 2 folios en blanco también sin numerar.
Fol. 1, Nº. 1 a Fol. 851, Nº. 83. 1 folio en blanco numerado con 152, más el NO. 84
del Fol. 153 a Fol. 180, y luego el NO. 85 del Fol. 183 a Fol. 213, y un folio en blan·
co al final.
11. NOVIEMBRE. 5 folios de índice sin numerar. Fol. 1, Nº· 1 a Fol. 523, Nº· 58.
12. DICIEMBRE. 6 folios de índice sin numerar. Fol. 1, Nº· 1 a Fol. 556, Nº· 58.
(Falta un folio en la última del Nº· 58).
III
Sección : V ARIOS
l. Libro promptuario que contiene todos los papeles pertinentes a este Archivo que se
hizo con ocasión de la práctica de inventarios, para entrega del día 27 de enero de
1795, en que fué segunda vez electa de prelada la (roto) Francisca del Transito priora
de este monasterio.
( A folios 1: "En este libro está el ,·ndice de los 12 protocolos, de los le fajos y de los 2
libros de JLLANYA . Forrado. 118 folios. Abecedario sin nombres correspondien-
tes).
J.B. Lassegue
y F. Letona
Archivo Arzobispal
Cusco - Perú
intensamente que el capitalista), y mo: ¿los campesinos son los que tie-
donde abunda la mano de obra (que nen menos de 5, de 1O 6 de 50 hectá-
el campesino utiliza menos eficiente- reas? (para dar un ejemplo). L1 res-
mente). Además las mismas caracte- puesta se hace normalmente refirién-
rísticas y desventajas de_ la empresa dose a la estructura de la empresa , no
capitalista se aplicarían a la empresa al tamaño, aduciendo que hay que ver
estatal. Sin embargo , y desgraciada- si esas empresas emplean mano de
mente , esta teoría, por elegante y obra asalariada en forma sistemática
sencilla que sea, adolece de defectos o no . Después surge la duda en torno
técnicos y prácticos que nos obligan a la palabra "sistemática": ¿quiere de-
a revisarla aunque no a descartarla cir "permanente" o "temporal pero
del todo. esencial" (como en el caso de una ne-
cesidad absoluta en épocas de cose-
3. Crítica de la solución "Campesi- cha pero no en ótras), o qué? Des-
nista ". pués otro dirá: "sí, pero una empresa
con mucha maquinaria y que sólo
Los defectos son los siguientes : emplea mano de obra familiar, ¿es
1. En la práctica, siempre nos en- campesina o capitalista?" Y así su-
frentamos a la dificultad de no saber cesivamente, con lo cual aquella opo-
bien dónde trazar la línea divisoria sición teórica que parecía tan clara
entre empresa campesina y empresa entre "campesino" y "capitalista"
capitalista. va oscureciéndose y debilitándose
2. Si la teoría fuera acertada, las delante de nuestros ojos. Por otra
empresas capitalistas dejarían de parte, las definiciones propuestas por
existir, imposibilitadas de competir Chayanov, siendo basadas en catego-
con las empresas campesinas que pro- rías subjetivas nos obligarían a hacer
ducen más a menor costo monetario . una especie de encuesta de opinión
3. Aún dentro del marco de la mis- para saber quién es campesino y
ma teoría , si hay progreso técnico , quién no lo es.
algunas empresas campesinas ten- El segundo defecto anotado apun-
drían posibilidades crecientes de pro- ta hacia un problema fundamental en
ducir un excedente por encima de la aplicación del análisis de Chayanov
sus necesidades básicas, con lo cual (por lo menos en cuanto a su aplica-
acumularían recursos; no se ve muy ción contemporánea), y es que los
bien qué obstáculo habría en el pro- mercados no son perfectos y que su
ceso subsecuente de acumulación y imperfección es una característica
de transformación de aquellas empre- estructural, inherente a las socieda-
sas en capitalistas. des en las cuales existen estas econo-
En cuanto a la primera crítica sa- mías agrarias. Entonces las empresas
bernos que cuando se refiere a casos capitalistas se afirman en el acceso
concretos existe la tendencia de asi- monopólico al crédito, a insumos
milar el concepto de empresa campe- subsidiados, y en muchos casos en
sina a una noción intuitiva de tam~- una relación coercitiva o casi coerci-
ño, y entonces surgen preguntas co- - tiva con las mismas empresas campe-
vés de redes de relaciones primarias y hay que dejar en claro que en ese es-
entrelazadas, y no a través de relacio- pacio social campesino hay campesi-
nes impersonales y anónimas. nos ricos (que pueden acumular capi-
b) Que esas redes existen en espacios tal), campesinos medianos y campesi-
sociales más o m enos fácilmente nos pobres (sin tierra, o casi sin tie-
observados y delimitados (o sea, co- rra, y que de penden del trabajo asala-
munidades campesinas). riado para su subsistencia). Entonces
c) Que no hay ninguna limitante in- la comunidad campesina no debe ser
terna, inherente a la racionalidad concebida ni como igualitaria, ni co-·
campesina , que inhiba u obstaculice mo autárquica: hay desigualdad, y
la capitalización y la acumulación, mucha, y hay producción para el
aunque si existen importantes limi- mercado en aquellas comunidades.
tantes ex tern as como las políticas Para el planificador lo que más im-
estatales , el monopolio ejercido por porta en esta definición es la particu-
las grandes empresas capitalistas, etc . laridad del mercado laboral en la co-
d ) Que entonces , al interior del espa- munidad campesina , el encontrar en
cio social campesino pueden surgir ésta, campesinos que acumulan tan-
desigualdades de clase , pero que no to como un auténtico capitalista , por
se conformarían precisamente por su acceso a una mano de obra a la
clases sociales opuestas con posibili- cual éste no tiene alcance (se trata
dades , ni tampoco por la necesidad de las horas o los días libres de perso-
de organizarse para enfrentamientos nas que no pueden ir muy lejos o que
int~rnos. Al contrario , las caracterís- no pueden trabajar jornadas comple-
ticas más generales de la sociedad tas, porque tienen otros compromi-
crean conflictos más graves y más sos domésticos como preparar la co-
profundos entre el campesinado co- mida, cuidar a los hijos , etc.; también,
mo un todo y el bloque compuesto de personas con las cuales estos cam-
por las clases capitalistas en el poder , pesinos tienen relaciones multifacéti-
por un lado, y la clase capitalista do- cas, de clientelismo, de compadrazgo
minante en el campo, por el otro . o de endeudamiento). Esta situación
Por esto podemos seguir hablando pone al descubierto un potencial pro-
de empresas capitalistas y de empre- ductivo que muchas veces tiene infe-
sas campesinas , diferenciándolas riores costos y menores cuellos de
principalmente por las relaciones a botella laborales que los de produc-
través de las cuales reclutan su mano tores capitalistas, pudiendo ser apro-
de obra: aquéllas en un mercado la- vechado a través de políticas de cré-
boral anónimo e impersonal, y éstas dito , de asistencia técnica, de forma-
en gran medida (aunque no siempre ción de cooperativas, y de tecnolo-
exclusivamente) a través de relacio- gía, para dinamizar la producción
nes primarias de parentesco, de ve- agrícola, y no-agrícola, en el campo.
cindad, etc., dentro de un espacio Además existe , por lo menos entre
que se podría denominar (no sin cier- los campesinos ricos, un profesio-
tas dudas) una comunidad campe- nalismo raras veces reconocido por
sina. Y . estas dudas surgen porque los responsables de las políticas es-
tema poco usual en el estudio de la son los producidos por Albó , Grea-
cuestión migratoria: los factores psi- ves y Sandoval. En el primero, los
cosociales en la migración rural-urba- autores analizan el proceso migrato-
na. El trabajo expone los resultados rio y el asentamiento en la ciudad de
de una investigación empírica efec- los migrantes de origen rural, particu-
tuada en las ciudades de La Paz y larmente de aquéllos del altiplano
Santa Cruz y en las zonas rurales (Albó, Greaves y Sandoval , 198 la).
donde nacen flujos migratorios hacia Sobre la base de la revisión de es-
las dos ciudades señaladas, introdu- tudios previos y de una encuesta por
ciendo al lector a la pertinencia del muestreo a 1.400 migrantes, tocan
tema psicosocial en el asunto migra- temas como las sucesivas olas migra-
torio , mediante una presentación sis- torias, la llegada a la ciudad , los fac-
temática de la variedad de hallazgos tores de migración en las zonas rura-
empíricos dispersos en varias investi- les, el proceso de asentamiento en la
gaciones. ciudad y los problemas de los mi-
Inm ediatamente los autores exa- grantes en el nuevo medio. Aprove-
minan las características socio-econó- chando con suficiencia los datos
micas y los procesos psicosociales cuantitativos de la encuesta pero
desatados entre los migrantes poten- complementándolos con bien lograda
ciales en las zonas de expulsión de información cualitativa, sacan a relu-
población. Esta parte del trabajo cir detalles minuciosos de la dinámi-
pone énfasis en temas como actitu- ca de la migración y la problemática
des, valores, modelos, agentes de opi- de los migrantes. Este trabajo permi-
nión , expectativas y redes de relacio- te rescatar la interpenetración socio-
nes de los migrantes con las ciudades. económica y cultural de la migra-
A continuación el trabajo s.e ocupa ción , que escapa a los estudios antes
de los aspectos psicosociales de los reseñados, poniendo de manifiesto el
migrantes rural-urbanos en las ciuda- decisivo papel de lo aymara en La
des. Después de tocar temas intro- Paz.
ductorios como la inserción de los En un estudio posterior, los auto-
migrantes en la división del trabajo y res continúan con las preocupaciones
sus formas de organización , expone del primer trabajo (Albó , Greaves y
t emas como la historia de la decisión Sandoval 1981b). Supuesto el estu-
de migrar, la evaluación diferencial dio del proceso migratorio realizado
de los migrantes respecto al cambio en el primer volumen, examinan la
de residencia ; actitudes, valores, ex- inserción de los migrantes en la eco-
pect ativas y aspectos lingüísticos, de- nomía urbana , tocando temas como
sarrollando el concepto de socializa- la especialización de ocupaciones en-
ción urbana . El trabajo, inicialmente tre los migrantes , la primera ocupa-
elaborado para fines de políticas de ción , los canales más habituales para
población , concluye con una serie el primer empleo , las características
de recomendaciones específicas. del primer trabajo , los cambios de
Otros dos trabajos, también sobre ocupación y otros temas relaciona-
la migración rural-urbana a La Paz, dos, sacando a luz una diversidad de
Una de las preocupaciones teóri- c1on con los lazos familiares, la for-
cas insinuadas en el trabajo de Blanes mación de la familia, la organización
y otros ( 1980) -la importancia de la del trabajo, las estrategias de sobrevi-
unidad familiar como núcleo produc- vencia, y la organización productiva.
tivo, reproductivo y .organizador del Cada uno de los temas señalados es
proceso migratorio- aparece con ma- examinado extensamente, con profu-
yor claridad en un estudio posterior sión de cuadros y gráficos aprove-
sobre la migración a la zona del chando la variedad de técnicas utili-
Chapare, la novísima y explosiva zadas por los autores.
zona de colonización especializada Concluye con un análisis de las
en la producción de coca. Blanes y nuevas condiciones del sindicalismo
Flores ( 1982a) dan a conocer los re- en las zonas de colonización. Al tér-
sultados de una investigación de cam- mino se presentan conclusiones glo-
po en la zona de colonización del bales sobre la región del Chapare, la
Chapare con el propósito de contri- colonización en la zona y la econo-
buir a la comprensión de la econo- mía familiar, efectuándose asimismo
mía y dinámica colonizadoras en el reflexiones más generales sobre las
contexto regional de Cochabamba. perspectivas de desarrollo de la zona .
El trabajo se inicia con una presen- En otro trabajo , los mismos auto-
tación de aspectos generales de la res (Blanes y Flores 1982b) centran
zona del Chapare y de la población su atención en la creación de una
colonizadora y continúa con el mar- población flotante en la zona del
co estructural que constituye la eco- Chapare, poniendo de manifiesto los
nomía familiar como sistema de re- factores que inducen a un asenta-
laciones, ubicando el papel del Cha- miento inestable de la población y
pare en el conjunto de la región de las transformaciones sufridas por la
Cocha bamba. familia en el contexto de un radical
Centra su atención en las colonias, cambio en las condiciones agrícolas
exponiendo sus principales factores y de mercadeo. De modo especial,
diferenciadores y el rol determinante permite examinar de cerca el impac-
de la economía familiar. Se tocan to que tuvo sobre la colonización en
temas como factores naturales, loca- el Chapare el reciente boom en los
lización , lugar de origen de los colo- precios de la coca.
nizadores, fuerza de trabajo, estruc-
tura y uso de la tierra, diversificación
y especialización productiva y rota- 4. Migración a zonas de absorción
ción de suelos y cultivos. En capítulo temporal de fuerza de trabajo.
separado se hace un análisis especial El departamento de Santa Cruz se
del impacto provocado por la coca ha convertido en área de absorción
en la dinámica de la colonización. de fuerza de trabajo , no sólo en sus
De modo especial, el trabajo dedi- centros urbanos, sino también en las
ca su atención a la dinámica de la zonas de colonización (San Julián y
economía familiar, tocando temas Yapacaní) y de la agroindustria del
como el proceso migratorio y su rela- algodón, la caña y otros productos .
Gonzalo Flores
CERES - Casilla 10018
La Paz - Bolivia
BIBLIOGRAFIA
reiterada omisión y olvido, otras veces una negativa explícita de que hubie-
ran habitado hombres pre-agrícolas en alguna región del territorio peruano,
por una supuesta dificultad del medio, como en los escritos del doctor E.
Romero ( 1949: 30, 31 ), o asignando sólo a la Selva Amazónica un lugar para
estos grupos humanos, como en la formulación del doctor J.C. Tello (1942:
618), cuyo párrafo transcribimos :
10.- En la misma cueva L-2 se hallaron otros esqueletos humanos a una pro-
fundidad de 3 m., ya dentro del depósito de la capa cultural más pro-
funda. Estos entierros aparecen sellados por una capa de ceniza, y es la capa
P de la cuadrícula E (Cardich 1964: 54) la que se extiende también por todo
el plano fuera de esta cuadrícula. Esta capa de ceniza no presenta alteración
lo que garantiza la notable antigüedad de estas osamentas. Corresponderían
a humanos de principios de Lauricocha 11, esto es, ele 6.000 a 8.000 años de
antigüedad. Entre estos hallazgos, uno presenta el cráneo con una deforma--
ción artificial del tipo "tabular erecta", que revoluciona también las ideas so-
bre la antigüedad de estas prácticas.
jas, como las de sauce o de Jaurel, tienen gran distribución no sólo en Améri-
ca sino también en el Viejo Mundo, que hasta a hecho decir a un conocido
autor que este panorama " ... ha empezado a crear la sospecha de si estaremos
en presencia de una técnica que se difundió en un determinado momento de
la última glaciación, por un imenso arco, uno de cuyos extremos es el Cabo y
el otro Tierra del Fuego" (Pericot 1960: 15). En el Nuevo Mundo se pueden
nombrar, entre las más características, las puntas Cascade y las que aparecen
debajo de las llamadas Sandia, en Norteamérica; asimismo las puntas Lerma
de México, El Jobo de Venezuela, Lauricocha de Perú, Ayampitín de Argen-
tina (no se nombran los hallazgos en superficie, por exigencias metodológi-
cas). En cuanto a la referencia arqueológica más antigua en la bibliografía
sudamericana está en el informe de unas excavaciones de F. Ameghino (Ame-
ghino 1885; Gonzales 1961: 14) donde da a conocer los hallazgos de "pun-
tas en forma de almendra", en capa precerámica y en un perfecto contexto.
Posiblemente, estas industrias en Sudamérica derivan de una gran tradición
común, sin embargo, las adaptaciones regionales le han conferido caracterís-
ticas inconfundibles a sus respectivas industrias; de ahí la necesidad de identi-
ficarlos en sus contextos regionales. Es el caso, por ejemplo, de los cazadores
y recolectores altoandinos de Lauricocha, que poseen puntas foliáceas, bifa-
ciales, espesas y más bien pequeñas de acuerdo a una medición promedio,
acompañados de numerosos raspadores, de cuchillo-raederas, de lascas usa-
das, aunque con una ausencia casi total de piedras de moler, ante todo en los
niveles más antiguos.
12.- A estas industrias adaptadas así al ambiente de los Andes Centrales, lla-
mamos tradición Lauricocha. Designación que deben llevar las indus-
trias que presentan similares artefactos, particularmente ciertos tipos de pun-
tas líticas y que aparezcan en el contexto de cazadores de camélidos y cérvi-
dos en las grandes alturas de los Andes Centrales, por una elemental ética
puesto que en estas industrias fueron descubiertas, descritas y cronologiza-
das en Lauricocha, en un perfecto contexto y algunos de cuyos rasgos esta-
mos subrayando en esta nota. Hemos separado tres fases en esta tradición
precerámica de Lauricocha desde el punto de vista de su industria lítica, aún
cuando tengamos que sef1alar que todo el conjunto corresponde a una larga
tradición. A estas ligeras diferenciaciones en el complejo lítico se suman
otras con más elementos del conjunto, todo lo cual nos llevó a separar tres
horizontes en la industria de Lauricocha: Lauricocha I, Lauricocha II y Lau-
ricocha lll, que luego vimos afianzarse al correlacionarlos con industrias que
han sido descubiertas posteriormente a lo largo de los Andes. Veamos el pri-
mer horizonte: Lauricocha I, que comprende desde el primer arribo del hom-
bre a la región hasta los 8.000 años BP. A este primer horizonte correspon-
den las puntas foliáceas típicas de esta tradición, cuyas formas van desde la
doble punta (base aguzada), a la punta con base más o menos redondeada.
Alcanzan en pocos casos los 80 mm. de largo, aunque la mayoría sólo mide
de tratar de vincular las industrias líticas de Guitarrero con sitios tan lejanos
como la Patagonia, Colombia, la Costa, comparando muchas veces elementos
aislados que no valen para el caso, cuando lo prioritario era compararlas con
las industrias de Lauricocha, situada a sólo 170 Km. en línea recta, aprove-
chando las ilustraciones publicadas o las colecciones que existen en Lima.
Además, Lynch habla de tipos de puntas descritos hace ya 25 afios en Lauri-
cocha a los que con ligereza cambia de nombre. Todos estos complejos de
Guitarrero pertenecen claramente a la tradición Lauricocha.
19.- Las puntas foliáceas del tipo Lauricocha, aunque en menor concentra-
ción, también están vinculadas a las industrias del sur y el centro de la
costa. En la costa del norte aparecen puntas de características diferentes ;
ante todo son más largas y menos espesas, entre ellas destacan unas de pe-
dúnculo pequeño ; esta industria está circunscrita a la costa norte, particular-
mente a las zonas de Paiján, Pampa de los Fósiles y Cupisnique y parece que
llega débilmente hasta la costa central. A las estimaciones sobre la edad he-
cha por Larco Hoy le ( 1948) se han agregado algunos trabajos arqueológicos
en años recientes por varios arqueólogos (Ossa y Moseley 1971 , Deza Rivas-
plata 1975, Chauchat 1975) y se han señalado edades de 10.000 y 11.000
años BP para sus inicios. En uno de sus recientes trabajos C. Chauchat
( 1979) hace un ordenamiento de los estudios, además demuestra la vincula-
ción de estos artefactos con determinadas canteras y talleres, asimismo,
demuestra que no existe asociación con huesos de animales extinguidos e
informa del hallazgo de dos equeletos humanos, debajo de los cuales encon-
tró muestras de carbón que dieron l 0.200 años al Carbono-! 4 . Sin embar-
go, a pesar de que el fechado puede ser coherente, existe el peligro de estra-
tificaciones alteradas, en una región árida con cíclicas perturbaciones pluvia-
les, como las acontecidas en este verano de 1983.
20.- En el año 1963 se descubrieron en unos cerros entre Lima y Ancón, en-
tre ellos Chivateros, varias canteras de la antigua manufactura de piedra
(Lanning 1967), que fuera considerada por su descubridor como la industria
de mayor antigüedad de los Andes Centrales (Lanning 1967: 39), además sir-
vió de sustento a su "horizonte andino de bifaces", al que le asigna una pre-
sencia relevante en Sudamérica. Las piezas más características son los gran-
des "bifaces", modelados toscamente por percusión, aparte de que hay otras
piezas que son desechos de los desportillamientos. Se hicieron algunos son-
deos por Lanning en 1963 , Patterson en 1966, Rosa Fungen 1972. Las
excavaciones de Fung no lograron confirmar la secuencia estratigráfica y cul-
tural informada por Lanning y Patterson (Fung y otros 1972). Además han
surgido serios cuestionamientos, como el análisis de Bonavía (1979) y el de
Cardich y Hurtado de Mendoza ( 1980), entre otros, ante todo en bas.e a los
avances de los estudios de tecnología lítica que colocan a estos "bifaces" en
su calidad de simples pre-formas y que no serían, pues,artefactos termina-
dos. Las piezas concluidas, en el caso de Chivateros, serían las puntas bifa-
ciales Luz y Arenal descubiertas anteriormente por Lanning las que fechó en
alrededor de los 8.000 años BP; otros autores sugieren que serían las puntas
del tipo Paiján. Por las consideraciones anotadas, no es correcto seguir usan-
do la denominación Chivateros como industria terminada, así como tampoco
su estimación cronológica de 14.000 años BP.
21.- Los grupos de la tradición Lauricocha dejaron, también, plasmados en
las paredes de cuevas y reparos, manifestaciones de pinturas que se pue-
den apreciar en muchos sitios de los Andes. En la zona de Lauricocha y ale-
daños se hallaron muchas de estas representaciones de arte rupestre y se esta-
bleció una primera secuencia de sus estilos para los Andes Centrales (Cardich
1964: 123-147). Mediante la observación de superposiciones de los dibujos
o grabados y la comparación con estilos o diseños de cerámica temprana, per-
fectamente cronologizada como la del yacimiento de Kotosh distante sólo
75 km, se pudo separar en la zona de Lauricocha dos estilos de pinturas
rupestres precerámicas : 1) El "estilo de escenas con representaciones semi-
naturalistas", el más antiguo, vinculado probablemente con Lauricocha I, y
2) el "estilo de dibujos no figurativos", probablemente tardío. Sobre las ma-
nifestaciones de arte rupestre en América, tenemos datos seguros sobre su
gran antigüedad. Se sabe fehacientemente que Patagonia tiene una antigüe-
dad de 10.000 años o más (Gradín y otros 1978; Cardich 1979 ; Cardich y
otros 1973).
22.- No podemos dejar de mencionar que en la zona de Lauricocha hemos
logrado estudiar los procesos principales de la última glaciación (Car-
dich 1958, 1964, 1980). Estos tienen que ver con la formación de la cuenca
del lago y en algún momento también se vinculan con las cuevas de la ocupa-
ción humana prehistórica dejando, por ejemplo, el relleno glacifluvial sobre
el piso rocoso de la cueva. Sobre este relleno se asentó casi inmediatamente
el hombre en la aurora del Holoceno. Conocemos los principales estadios y
hemos fechado al Carbono-14 un importante interstadial, que hemos bauti-
zado Aguamiro (en homenaje a nuestro pueblo natal) en el 12.500 años BP
(Cardich y otros 1977). Asimismo, se hizo ya en 1964 el primer análisis sedi-
mentológico del perfil con colaboración de conocidos especialistas (Cardich
1964 ), que nos permitió hacer una primera aproximación para determinar las
características y variaciones del clima en los últimos 10.000 años; luego se
prosiguió con otros análisis y otros estudios, proponiendo un estudio del
paleoambiente (Cardich 1980). Por último, para no abundar más, queremos
señalar simplemente que a partir de los estudios en Lauricocha hemos venido
realizando investigaciones sobre las fluctuaciones de los límites superiores del
cultivo en los Andes Centrales (Cardich 1981 ).
Queremos subrayar que en estos últimos 25 años, luego de los descu-
brimientos de Lauricocha, se han llevado a cabo numerosos trabajos arqueo-
lógicos en los Andes Centrales sobre temas del Precerámico, por distintos
autores, tanto peruanos como extranjeros. Podemos nombrar a estos distin-
guidos investigadores, siguiendo aproximadamente un orden cronológico en
que realizaron los estudios: F. Engel, E. Lanníng, R. Fung Pineda, E. Gon-
zález García, J. Muelle, G. Vescelius, M. Neira Avendaño, R. Matos Men-
dieta, R. Ravines, T. Lynch, T. Patterson, R. MacNeish, C. Chauchat,
P. Ossa, E. Moseley , D. Bonavía, P. Kaulícke, J. Ríck, D. Lavallée, J.
Richardson, L. Hurtado de Mendoza, G. Kornfield , J. Deza Rivasplata, y
varios otros.
Los aportes de estos trabajos han conseguido, en primer lugar, clarifi-
car cada vez más el panorama de la distribución de las industrias líticas en ei
hoy territorio peruano, determinando semejanzas o diferencias tipológicas. A
esto se agregan las dataciones que nos permiten lograr una perspectiva histó-
rica. Creemos, además, que los mayores pasos se están dando en el estudio de
los restos orgánicos de carácter vegetal exhumados con los sedimentos. En
estos aspectos hay que ponderar los trabajos en la cueva Jayhuamachay de
Ayacucho por el equipo R. MacNeish , asimismo, los realizados en Guitarrero
por T. Lynch y otros especialistas, otra mención merecen los interesantes
hallazgos de Tres Ventanas realizados por F. Engel. En el caso del Proyecto
Junín de R. Matos Mendieta se ha sumado a estas determinaciones el estudio
estadístico de los residuos óseos con buenos resultados y con especialistas
invitados como K. Flannery y J. Rick se están agregando estudios sobre los
recursos de la puna para los tiempos prehistóricos. Asimismo, hay que seña-
lar que se está iniciando un mejor estudio de la tecnología lítica y de las hue-
llas de utilización en el material lítico, un tema nuevo que también en el
Museo de La Plata estamos realizando con el aporte de especialistas para el
material andino y patagónico. Naturalmente, aquí hay que nombrar los nu-
merosos, ricos y a la vez notablemente preservados hallazgos del Precerámico
de la Costa, llevados a cabo por F. Engel en estos 25 años, a los que hay que
agregar los realizados por varios investigadores en años más recientes.
Al principio del artículo planteamos el nivel de conocimientos qu e
sobre todos estos temas existía hace 25 años, hasta parecía ocioso comentar-
lo. Pero esa ha sido la realidad histórica, que tampoco hay que olvidar. Hoy ,
gracias al aporte de estos ilustres investigadores y a nuestros modestos estu-
dios, el campo de los conocimientos ha cambiado notablemente. pero aún
hace falta dilucidar muchas incógnitas. Hace falta también un cierto ordena-
miento, respetando prioridades, para una forma nonnal y correcta en el avan-
ce de la ciencia, que en este 25 aniversario del descubrimiento de Lauricocha
me permito señalar.
Augusto Cardich
Calle 67 No. 573 - 1900
La Plata - Argentina
BIBLIOGRAFIA
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Ethno/ngi,a (cit. p. Custred 1969: 121 von Tschudi 1969). Se le puedt: con~i-
derar iniciador en el estudio científico de la ganadería de pre- invasión , por-
que medita sobre la importancia que ésta tendría para la civilización andina.
Usa crónicas, datos arqueológicos y etnográficos para ofrecer lo que podría
ser el primer estudio antropológico del pastoreo indígena. Todo lo consigna
en su -posterior Contribuciones a la Historia, Civilización y Lingüística del
Perú Antiguo (Córdova 1977; Custred 1969). El geógrafo Carl Troll confir-
ma con argumentación más sistemática la importancia del pastoreo para el
desarrollo de la civilización andina. Es uno de los primeros en afirmar que
las especies domesticadas empiezan con guanacos y vicuñas (1935), iniciando
un debate que todavía no llega a resultados definitivos, pese al interés que le
prestan la arqueología y la paleozoología, que lo tienen como un tema rele-
vante de actualidad .
La arqueología.
Las referencias ligeras y a veces vagas que daban cuenta del hallazgo
de restos óseos de camélidos en los yacimientos arqueológicos, a partir de
1970 son reemplazadas por descripciones y exámenes más detallados. Se los
analiza con cuidado buscando averiguar, entre otras cosas, la importancia de
los animales en la economía de los cazadores-recolectores del precerámico.
Se comienzan a plantear los procesos de domesticación, tratando de precisar
las etapas y las especies de las que provienen. Incluso se sugieren métodos
matemáticos (Bustinza 1982) o se formulan resúmenes explicativos (Málaga
ms.; Novoa-Wheeler 1982). Elizabeth Wing inicia la paleozoología andina , in-
troduciendo técnicas depuradas que permiten ir conociendo mejor lo que su-
cedió hace miles de años ( 1972, 1975a, 1975b , 1977a, 1977b, ms. ).
Para solucionar los nuevos problemas de la arqueología, es necesario
identificar los huesos por sexo, edad y especie. Con el propósito de lograrlo
se han creado diferentes técnicas, como la de establecer índices de compara-
ción, un poco al estilo de los que se utilizan en la antropología física para
tener medidas comparables y diferenciar las especies, a lo que se añad e la
determinación de rasgos morfológicos diferenciadores de especies, para cono-
cer la posible estructura de las edades , así como las que contaban cuando
fueron _beneficiados o cazados. Es importante también precisar el comporta-
miento cultural, porque incide selectivamente en la supervivencia y propor-
ción de huesos que se hallan en !os sitios arqueológicos (Miller 197 5, 1979.
ms.) . Para otros arqueólogos es más significativo usar la diversidad y equiva-
lencia de las especies, su relativa abundancia de huesos, así como la estructu-
ra de la edad de los camelidae , para tener información diferenciada para cada
grupo de animales (Wing 1975a ).
Debido a que los camélidos pueden entrecruzarse entre sí con descen-
dencia fértil, la necesidad de diferenciarlos osteológicamente es muy impor-
tante al mismo tiempo que ardua, porque su taxonomía no es muy clara.
incluso se asegura que no son sino razas con variedades de la misma especie
(Pires Ferreira 1979 , 1981-82). Un aporte valioso para la solución de este
desafiante problema proporciona Jane Wheeler (1982a y gentil comunicación
personal). El estudio de los dientes permitirá establecer con seguridad la
edad de los animales; su morfología distinguiría sexo y variedad , así corno a
los silvestres de los domesticados. Este aspecto de la investigación queda to-
davía abierto, pero parece que se llega al punto en que ya se puede contar
con evidencias que ayuden a identificar con cierta garantía los restos óseos
de los sitios arqueológicos de todas las épocas, desde el precerámico hasta el
horizonte inka.
Para la arqueo logía del pastoreo , otro tema de importancia es el de
precisar el o los lugares en que se produjo el tránsito del uso de los caméli-
dos, de la caza al pastoreo y al control de rebaños domesticados. El geógrafo
Trol! fue uno de los primeros que sugirió que el posible sitio de origen del
pastoreo era el Altiplano del Titicaca, porque es allí donde se encuentra su
mayor concentración y se ubican las poblaciones más especializadas de pasto-
res del pasado y del presente ( 1935 , 1980). Igual sugieren otros arqueólogos
que plantean la existencia del "complejo cordillerano" económico, formado
por la explotación mixta de cultivos de altura y pastoreo intensivo (Lumbre-
ras 1967 , 1971 ). A partir de este centro de domesticación, los camélidos se
habrían difundido desde la región septentrional en Nariño hasta Valdivia en
el Sur (Lumbreras 1981).
Como hasta el momento no se han realizado trabajos intensivos de la
época precerámica del Altiplano, salvo excepciones (Palacios 197 4; Neyra
1970), no hay evidencias de los procesos de surgimiento del pastoreo . Debi-
do a esto ha brotado el planteamiento de que la domesticación se habría
desarrollado en otras regiones. Se considera que la puna de Junín posee con-
diciones más adecuadas por contar con recursos óptimos y que al estar rodea-
da de elevaciones habría funcionado como un gigantesco corral natural que
facilitó la tarea de domesticación. Se pasó de la caza generalizada a la selecti-
va y luego a su control hasta llegar al pastoreo. El análisis de los restos de
Uchumachay, Panalauca , Pachamachay, Acomachay y Telermachay lo proba-
ría (Wheeler et al 1976, 1977).
La existencia de cazadores hace 10.000 años en el norte chileno,
muestra que pasaron de la caza-recolección a la explotación agropecuaria
gracias a la utilización selectiva de recursos naturales juntamente con cultivos
Úl etnohistoria.
La tesis de John V. Murra (l 956 , 1978) indica un cambio fecundo en
el estudia de la economía del Tawantinsuyu. Introduce ideas y precisiones
teóricas que permiten acercarse a lo andino pre-invasión desde otra perspec-
tiva. Dos capítulos tienen especial relevancia para nuestro propósito: el ter-
cero, que trata de los rebaños, y el cuarto, que se ocupa de los tejidos, activi-
dad muy ligada y dependiente del pastoreo. Su importancia social, religiosa
y económica explica en parte, la necesidad que tenía el Estado de grandes
rebaños. El uso etnológico de los documentos históricos muestra detalles del
pastoreo pre-invasión: la propiedad de los rebaños, los rebaños estatales y
de la Iglesia; los pastores dedicados a su cuidado; utilización de los animales,
los productos destinados al consumo doméstico, estatal y ritual. La impor-
tancia de los tejidos en el ceremonial y la redistribución que requería grandes
cantidades de tejidos. Aspectos de la economía , organización social e ideoló-
gica tawantinsuyanas son examinados detenidamente por Murra. Trabajos
posteriores con ayuda de nuevas fuentes históricas, en especial de los docu-
mentos administrativos regionales o "visitas", permiten acercarse a la compo-
sición de los rebaños étnicos, comunales y particulares. De especial riqueza
es el examen de los cambios que se estaban produciendo en la estructura so-
cial inca , que se reflejan en el acceso y propiedad de rebaños por parte de la
nobleza incaica. El tratamiento de Murra es uno de los más completos y
analíticos del pastoreo pre- invasión, así como de la actividad textil y la fun-
ción de los tejidos dentro de la organización incaica (1964a, 1965, 1970,
1975 y 1978).
Con criterios y técnicas similares, otros investigadores realizan traba-
jos que se ocupan del pastoreo en etnias no consideradas anteriormente, co-
mo los huanca de la sierra central, para los que se han delineado dos patrones
o modelos del pastoreo de llamas y alpacas, así como otro generalizado para
toda la región andina (Browman 1972a, 1973, 1974, ms.a. ). Uno de los mo-
delos considera la combinación de pastoreo y cultivo, aunque el core socio-
cultural esté dado por el cuidado de los rebaños, como sucede entre pobla-
ciones actuales , incluso en algunas que son consideradas puramente agrícolas
por la etnografía contemporánea. Se aporta información para esclarecer las
relaciones entre sierra y costa , resaltando el papel que desempeñaron las lla-
mas como elementos imprescindibles para los movimientos verticales de bie-
nes, servicios, difusión de patrones culturales e incluso en el avance expansio-
nista del Estado Inca. Especialmente interesante es la solución que se ofrece
al problema de la alimentación de los camélidos en la costa, al comprobarse
Etnografía y etnología.
Los primeros reportes tuvieron el carácter de monografías etnográ-
ficas, porque comenzaban a desarrollar un tema no tratado etnológicamente
antes, proporcionando visión panorámica de las comunidades de pastores
(Flores Ochoa 1964a, 1968a, 1979a; Nachtigall 1966). Se añadiría a este tipo
de trabajos el realizado años después por Palacios ( 1977a), la primera refe-
rencia de pastores aymara de una comunidad de la cordillera occidental de la
cuenca del Titicaca. Hay . además, otros resúmenes bibliográficos o compila-
ciones que dan una visión global del pastoreo (Caro 1975 ; Flores Ochoa
1975a, 197 6a, 1977b ; Gamarra 1973 ; Orlove 1980a, 198 la ; Oyakawa s/f.).
La adaptación.
Es evidente que el pastoreo de la puna como proceso de adaptación
evolutiva es un desarrollo de especialización independiente y autónoma de
los Andes Centrales, que ha adquirido características propias con el tiempo.
Guarda similitud con el desarrollado en otras latitudes, de las que también
se diferencia , en gran parte debido a que -hoy en día- su hábitat se halla por
encima de los 4000 msnm en la parte superior de altas montañas tropicales,
lo que no sucede con economías similares de otras regiones del mundo. La
puna presenta condiciones naturales con posibilidades y limitaciones que se
deben tener en cuenta para comprender el pastoreo de los camélidos sudame-
ricanos (Baker 1969, 1982, ms 1978 ; Baker et al 1976; Brush 1982; Cabrera
1968; Custred 1977b; Escobar 1958, 1976; Flores Ochoa 1979b; Glaser
1981; Gómez et al 1981; Little 1981; McRae 1982; Millones 1982; Tapia
1971, 1975; Thomas 1972, 1976, 1977 ; Thomas et al 1976; Winterhalder
197 8). Sobre esta base material se estructura el pastoreo, por tanto , los
modelos operativos parten del fundamento ambiental, mostrando su articu-
lación con los arreglos tecno-económicos, sociales e ideológicos y ecosiste-
máticos (Caro ms.; Flores Ochoa 1977).
Los procesos adaptativos andinos han conducido a la formación de
variados tipos de pastoreo. Se pueden diferenciar desde las comunidades
dedicadas completamente al pastoreo , hasta las que combinan, en diversas
proporciones, el pastoreo con ciertas formas de cultivo, especialm ente de
tubérculos, y algunas gramíneas del "complejo cordillerano", añadiendo, en
algunas regiones , las plantas introducidas post-invasión , como cebada o ave-
na. La orientación pastoril es nítida; se percibe, por ejemplo, en comunida-
des de la vertiente oriental como las de los q'ero, que fueron consideradas
agrícolas con acceso directo a diferentes pisos de cultivo. La revisión de la
literatura etnológica conducirá más bien a considerarlas corno comunidades
indígenas de pastores con sus propios cultivos en pisos inferiores, con su resi-
dencia permanente y principal al lado de los rebaños (Núñez del Prado 1968;
Webster 1972b, 1973).
De esta manera, el core tecno-econórnico, socio-cultural e ideológico
que caracteriza al pastoreo es bastante difundido. Observaciones rápidas han
conducido a generalizaciones sobre la economía agrícola dominante, propia
y común a diferentes regiones y pisos ecológicos de los Andes Centrales, en
especial de la sierra sur. El pastoreo , como ya muestra la literatura etnológi-
ca, es dominante no sólo en comunidades aisladas, sino en extensas áreas de
los Andes del sur del Perú (Aranguren 1977; Browrnan 1980 ; Bustinza 1982 ;
Bustinza et al 1983; Caro 197 5; Casa verde 1970; Concha 1977; Durán 1963 ;
Flores Ochoa 1977b , 19~2; Fujii et al 1981 ; In amura 1981 ; Landeo 1979 ;
McCorkle 1981 ; Molina 1973 ; Orlo ve 1977 , 1981 ; Palacios 1977a; Peña
1975; Sotillo 1962; Tord 1965; West 1982a; Yarnarnoto 1981; Wallis 1977).
Son especialmente importantes los estudios que se han hecho de la
Articulación e intercambios.
La especialización del pastoreo conduce al establecimiento de rela-
ciones de intercambio con zonas de agricultura y con sitios de mercado de
fibra y lana . El acceso por medio del control directo fue una de las solucio-
nes históricas . Se ha verificado que las relaciones entre las tierras altas, los
valles andinos y la costa son muy antiguas. Las evidencias arqueológicas,
et no históricas e históricas lo prueban con suficiencia ( Browman 1979;
Lumbreras 1974; Murra 1964 ; Pease 1981). Incluso Núñez y Dillehay han
sugerido un complicado e interesante tipo de "movilidad giratoria" que per-
mitía el tráfico por medio de un sistema de interacción económica de gran
continuidad temporal ( 1979).
La vigencia de los intercambios proporciona material para que se
realicen numerosas e interesa ntes investigaciones sobre: las reglas de cambio;
la frecuencia de los viajes ; las zonas que abarcan; las distancias a las que se
mu eve n los Harneros; el tipo de bienes intercambiados ; la estrecha relación
entre la actividad artesanal del tejido y los viajes interzonales; el grado de
sufrimiento y esfuerzo requ eridos, así como las incomodidades que se sopor-
tan ; las reglas del intercambio con los mecanismos de toma de decisiones y
elección de alternativas. Hay casos de simbiosis en los que persisten desde el
trueque tradicional , con equivalencias fijas , hasta el empleo de dinero en
efectivo bajo la oferta y la demanda (Cáceres Olazo 1977, 1978 , ms; Caro
1975 , 1979b , 1980a, ms; Casa verde 1977 ; Custred 1974 ; ·Flores Ochoa
1968 , 1977b; Landeo 1979 ; Inamura 1981; Masuda 1980 , 1981; Palacios
I 977 ; Orlo ve l 977 , 1980b ; T rucios 1981 ; West l 981 a, 1982a, 1983b ).
La sociedad.
La dispersión residencial es característica resaltante. La estancia, es
decir, el caserío que funciona como vivienda permanente y central, es el eje
de otras viviendas temporales usadas estacionalmente por exigencias del pas-
toreo. Así, se desarrollan formas de organización social en las que resalta la
distribución de las tareas propias de este ecosistema. Este aspecto general de
la organización social básica de tipo familiar ha sido descrito, también, de
manera general. Sin embargo , ha servido para marcar puntos de comparación
con las formas organizativas de los agricultores de las tierras bajas (Caro
1975 ; Flores Ochoa 1968, 1975a, 1975b; Malina 1973; Palacios 1977a;
Taberna 1968 ; Wallis 1975 , 1980 ; Webster 1971 , 1972a, 1973).
El interesante y esclarecedor debate sobre la estructura familiar en
los Andes ha permitido comprender mejor su organización y las reglas de
parentesco . El symposium dedicado a esta temática en 1972 , del que se tiene
versiones en inglés y español (Mayer y Bolton 1977 , 1980), sirvió para que
uno de los temas clásicos de la antropología se desarrollara exclusivamente
con material andino. Asimismo, para que algunas afirmaciones iniciales,
como la posibilidad de la unilinealidad , se modifiquen. De especial valor son
los comentarios de Lambert (1980) acerca de la bilateralidad como aporte
analítico de la antropología andina. Por eso , los trabajos de Casaverde (1978 ,
1979), que ha realizado investiga2ión en comunidades de pastores, son tam-
bién importantes para el esclarecimiento de la descendencia y la omnili-
nealidad.
La terminología del parentesco ha servido para interesantes análisis
Cambios.
Uno de los primeros, post-invasión , fue la sustitución de la ganadería
de alpacas y llamas por la de ovinos, desplazándoseles a regiones periféricas,
pasando los pastores a ocupar nichos sociales marginales (Flores Ochoa 1980,
ms.) La hacienda ganadera surgió como parte de este proceso, por lo que
El balance final
El pastoreo indígena se ha convertido en parte de la antropología
andina. A casi veinte años de las primeras etnografías no se puede dudar de
su vigencia temática, al estarse realizando análisis profundos y explicaciones
teoréticas . Se ha pasado del nivel estricta y puramente científico y académi-
co al de la aplicación . Se le considera con seriedad para el desarrollo de pro-
gramas de promoción autónomos, en los que se utilizarán recursos na tura les,
humanos y tecnológicos propios, en beneficio de grandes sectores indígenas
marginados hasta ahora. Es tal vez una de las pocas áreas donde se tienen las
mejores posibilidades para dar antes que recibir y poder avanzar en base a lo
autóctono y andino .
Para concluir me animo a transcribir un párrafo largo tomado de un
reciente comentario de la bibliografía etnológica de los Andes de los años
setenta , de la parte en que se inicia la revisión de los aportes logrados en la
temática del pastoreo andino:
"Tal vez el mayor avance individual hacia el reconocimiento de la
diversidad comunal de adaptaciones fue la rápida emergencia del
pastoreo de camélidos andinos como un campo de estudio por dere-
cho propio. El pequefio clásico Pastores de Paratía de Jorge Flores
Ochoa ( 1979a) que primero apareció en 1968 y que .ahora ha sido
bellamente traducido por Ralph Bolton como Pastoralist of the
Andes permite una gratificante introducción al campo ya cubierto de
manera sinóptica por Browman (l 974) y en detalle por los colabora-
dores del libro que Flores Ochoa publicó como Pastores de Puna
uywamichiq punarunakuna (1977). Tomado en un plano diacrónico ,
el estudio del pastoreo de camélidos introduce interrogantes acerca
del proceso por el cual la totalidad o casi la totalidad de las comuni-
dades pastoriles se convirtieron en tales. Browman y Flores coinciden
en lo esencial, que tales grupos no son supervivientes marginales de
aldeas de agricultores (Nachtigall 197 5) sino herederos de una prísti-
na tradicional de pastoreo transhumante comparable con las del
Viejo Mundo (Flores Ochoa 1977b)". (Tomado de Salomón 1982:78.
Traducción del autor.
Nota
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* El presente comentario antes que ser exhaustivo, pretende destacar algunos estudios,
temas, corrientes historiográficas y autores que han escrito sobre los movimientos campe-
sinos y la historia regional en el Perú moderno, preocupado por un tópico que el autor ha
esbozado en otra parte (Deustua 1981 ). El lector notará, sin embargo, algunas ausencias
que no significan el desconocimiento o la poca importancia académica de aquéllas; por
consiguiente, este comentario no deja de ser un ejercicio bastante subjetivo.
de Manrique sobre los del valle del Perené en la ceja de selva, sobre todo de
colonos, entre las décadas de 1940 y 1950 (Kapsoli 1977: 14 7- 300). Ade-
más, mereció un agudo comentario de José Manuel Mejía , uno de los princi-
pales estudiosos peruanos de la Refonna Agraria, que hacía hincapié en las
carencias y, por tanto , en las futuras tareas a realizar para "devolver a la con-
ciencia colectiva de la población campesina lo mejor de su historia" (Mejía
1978). Es , pues, este libro una buena excusa para intentar una reflexión.
Desde una perspectiva de conjunto , los estudios sobre los movimien-
tos campesinos del Perú moderno se encontraban todavía en la fase de la
recopilación en el doble sentido de la palabra: es decir, corno recopilación de
información sobre los movimientos ocurridos y corno reconstrucción de los
sucesos. Casos como el de la sublevación de Juan Bustarnante, acaecida en
las provincias de Puno , Lampa, Huancané y Azángaro entre 1866 y 1868 ,
son representativos. Emilio Vásquez le ha dedicado un libro completo, a
veces algo lírico , donde ha recogido una cuantiosa información (Vásquez
1976); pero luego de leído uno queda aún impreciso en lo que respecta a
la lógica de los acontecimientos. Una explicación de esta carencia descan-
sa en el hecho de que la reconstrucción de los sucesos sólo puede ser alcan-
zada desde la perspectiva de los grupos sociales dominantes (hacendados ,
autoridades políticas, gamonales, etc.), porque sólo ellos fueron los que
tuvieron acceso a los medios de comunicación, a la infonnación , la escritura.
La reconstrucción de los movimientos campesinos, desde el punto de vista
de los mismos campesinos, es una tarea mucho más compleja que demanda
apelar a la tradición oral y a otros mecanismos y técnicas de recolección de
infonnación que no son los de uso común para el historiador. Jean Piel ha-
cía notar algo de esto en su estudio sobre Tocroyoc, Mejía en el comentario
al libro de Kapsoli, y también Alberto Flores Galindo en la introducción a un
trabajo colectivo de recopilación de la memoria histórica de los trabajadores
agrícolas de la caña de azúcar de Lambayeque (Flores Galindo, Deustua,
Francke, Gobitz, lndacochea, Marco, Marreros y Pallete 1977).
En este sentido, la labor de la Historia debe apelar a técnicas y méto-
dos desarrollados por otras disciplinas de las Ciencias Sociales. Asimismo, el
trabajo que se realice en lo preferible deberá ser colectivo, utilizando los re-
cursos teóricos y metodológicos que nos brindan, por ejemplo , la Antropolo-
gía o la Sociología. Un estudio bastante valioso al respecto es el de Tristan
Platt sobre la relación entre los ayllus del grupo étnico macha en el norte de
Potosí y el Estado boliviano a lo largo de los siglos XIX y XX (Platt 1982).
Platt , un antropólogo fonnado en Londres y también - tal vez valdría decir
sobre todo- dentro de los macha, ha querido reconstruir la historia de esta
relación, especialmente en lo que se refiere al pago del tributo como fonna
de legitimación del acceso colectivo a la tierra por parte de los campesinos
indígenas, desde el punto de vista de los ayllus. Haber pasado una buena
cantidad de tiempo entre los macha le ha permitido captar su propia percep-
ción del mundo y, por ello, reconstruir este conflicto secular por la tierra y
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Beatriz Pérez-Galán
Si, como parece generalmente aceptado, cada cultura se caracteriza por un comporta-
miento ritual determinado a través del cual los actores expresan y promueven la constante
recreación de su identidad, entonces el estudio del universo simbólico presente en el contexto
ritual resulta l\na de las vías más adecuadas para acceder al significado de esa identidad cultural.
Todos los fragmentos de entrevistas que se reproducen han sido recogidos en quechua y traducidos al
castellano con la ayuda de Guadalupe Holgado Huaraka.
Siguiendo el esquema clásico propuesto por Victor Turner (1990), en este texto se
presentan algunos ejemplos de símbolos referenciales y dominantes 2 asociados al contexto
ritual de la autoridad en un conjunto de comunidades altoandinas del distrito de Pisac (Calca,
Cuzco). El lenguaje ritual que utilizan y escenifican las autoridades que des_empeñan un
cargo en la jerarquía cívico-religiosa en estas comunidades andinas provee ejemplos de
ambos tipos simbólicos.
Ejemplos de símbolos referenciales son los alabados, las flores, las velas y, en gene-
ral, todos aquellos "lenguajes culturales" como la comida, la música y la bebida que dotan de
eficacia simbólica a la cruz y a la vara, símbolos dominantes que expresan de forma sintética
el orden social de estas comunidades. Sobre ellos, las autoridades realizan el "respeto", al
que don Bartolomé hacía referencia en la cita traída a colación, el tratamiento ritual que
precisan para tener "poder" y que incluye una t'inka, 3 recitación de entre tres y nueve
alabados, esparcimiento de flores y, por último, prendimiento de velas.
Lograr una comprensión cabal de todos estos símbolos requiere ubicarlos previa-
mente en el marco referencial del que han sido extraídos: el sistema de autoridades étnicas
que en estas comunidades recibe el nombre de wachu.
2 Turner se refiere a la existencia de dos tipos de símbolos que aparecen invariablemente asociados en
el contexto ritual: de un lado, los símbolos "dominantes" o de condensación, que expresarían de una
manera sintética el orden social del grupo en cuestión, y de otro, los símbolos de "referencia" que
serían aquellos explícitamente utilizados para propiciar el fin perseguido.
3 Tipo de ofrenda que implica una aspersión ritual con chicha o trago.
4 Existen multitud de estudios sobre el sistema de cargos en las comunidades latinoamericanas que
reflejan la evolución de las tendencias teóricas en antropología. Entre los trabajos referidos al área
mesoamericana véase: Wolf 1957; Aguirre Beltrán 1953; Cancian 1967; Carrasco 1979; Smith 1981 ;
Chance y Taylor 1985; Slade 1992; Vogt 1992. Para el área andina consultar, entre otros: Arguedas
1989; Escobar 1961; Castillo Ardiles 1970; Fuenzalida 1976; Gow 1974; Spalding 1981 ; Rostworowski
1983 y 1993; Sallnow 1987; Rasnake 1987; Platt 1982 y 1988; Martínez 1995; Pérez-Galán 1999.
época colonial y de un intenso proceso de reapropiación local que en los Andes se remonta,
de forma documentada, a fines del siglo XVIIP (Fuenzalida 1976; Spalding 1974 y 1981;
Rasnake 1987, Wachtel 1997).
Sintomática de ese proceso de reapropiación es la diversidad de significados que
actualmente envuelve la palabra wachu, transformada en una de las metáforas culturales que
sirve a los habitantes de estas comunidades para pensar, ordenar y actuar sobre su realidad
(Geertz 1992; Levi-Strauss 1995).
En la literatura antropológica existen numerosos ejemplos en los que se analizan metá-
foras mediante las cuales los nativos conciben y ordenan su experiencia en categorías cultura-
les. En el caso específico de los Andes, las analogías más habituales proceden de los elemen-
tos de un medio geográfico profundamente sacralizado (Bastien 1978; Pérez-Galán 2002), de los
animales (Flores Ochoa 1977; Urton 1985), o también del trabajo agrícola6 (Urton 1984 ).
Este último campo semántico es el que nos proporciona la referencia más cercana al
wachu como una categoría cultural ordenadora. La imagen empleada es el surco de la siembra
o wachu propiamente dicho. González Holguín recoge en su diccionario varios usos de este
vocablo relativos al léxico agrícola:
5 Si bien el origen institucional de los alcaldes se remonta a la época colonial (imposición de cabildos y
cofradías peninsulares adaptados al gobierno colonial americano), la consolidación de estos cargos no
se producirá hasta fines del siglo XVIII, a medida que las atribuciones administrativas otorgadas por el
gobierno colonial a los antiguos señores prehispánicos, los curacas, comienzan a disminuir. La reac-
ción de la administración borbónica frente a las numerosas insurrecciones protagonizadas por curacas,
que se suceden entre 1720 y 1790, supone el fin de las prerrogativas que estos señores étnicos habían
disfrutado hasta ese momento y el recorte drástico de sus funciones (principalmente la recaudación de
tributo y la. organización del trabajo obligatorio) que son traspasadas a los alcaldes del Cabildo de
Indios (Stern 1990; Spalding 1981; O'Phelan 1988 y 1995).
6 Gary Urton analiza en Paqaritambo una categoría ordenadora análoga a la de wachu que también
proviene del léxico agrícola y que recibe el nombre de chuta, literalmente: "secciones en que se divide
la chacra de cultivo" (Urton 1984).
mo modo, y, quizás, el más evidente de todos ellos: entre la distribución lineal de las semillas
de la parcela de cultivo y la colocación, también lineal, de las personas que pasan un cargo
cuando caminan, beben o descansan.
Algunos usos lingüísticos de la palabra wachu en el lenguaje cotidi"no de estas
comunidades ilustran estas analogías. Para estas personas "estar en mi wachu" equivale a
estar en la obligación de cumplir con un cargo. Del mismo modo "colocarse de acuerdo al
wachu que te corresponde" significa situarse espacialmente en el lugar que el cargo te
asigna y, por último, "pasar el wachu" se traduce en adquirir la condición de "runa", esto es,
de persona con derecho a tierras, sistemas de protección y ayuda mutua que garantizan la
supervivencia en los Andes. 7
El ejemplo etnográfico que proporciona de la comunidad Chahuaytiri, situada entre
los 3 800 y los 4 200 metros en las alturas del distrito de Pisac, permite observar la relevancia
actual de este sistema en términos del capital humano que moviliza.
En esta comunidad, el wachu está formado por una secuencia de aproximadamente
diez cargos que implica la participación activa de todos los runas, desde los seis o siete años
de edad hasta prácticamente el final de su vida. R Entre 1996 y 1998, periodo al que correspon-
de el grueso del trabajo de campo etnográfico realizado en esta comunidad, casi medio
centenar de varones "estaban en su wachu", es decir, desempeñando la función pública de
uno cualquiera de los cargos que constituyen este sistema. Pero, además, si consideramos
que todos ellos son ejercidos en parejas (esposa-esposo; madre-hijo; hermana-hermano),
esta cantidad se duplica y supone que eran 90 las personas que estaban participando activa-
mente en el wachu durante ese periodo, es decir, el 45% de la población adulta de Chahuaytiri.9
Una última consideración matiza aún más la relevancia actual de este sistema. Es la
que se refiere a la existencia de una sola jerarquía cívico-religiosa en la que se integran las
autoridades de vara (es decir, alcaldes, segundas y regidores) de todas las comunidades que
forman este distrito ( 13 en total). Ese "wachu intercomunitario" adquiere su máxima expre-
sión en la concentración dominical que protagonizan estas autoridades en el pueblo de
Pisac. Ataviados con sus monteras, sus ponchos multicolores y sus varas, continúan cum-
pliendo con una de sus antiguas obligaciones coloniales: la asistencia al templo. 10
7 En las comunidades de Pisac, a las personas que no desempeñan cargos la comunidad les retira la
condición de seres humanos (significado literal de la palabra runa), refiriéndose a ellos con la expre-
sión "algo hina, mana cargo ruwaq" (como el perro que no hace cargos).
8 Estos cargos son: alférez, regidor, wifala, capitán, sargentos, wachu capitán, segunda, velada, alcalde
y mayordomo mayor.
9 De un total de 496 habitantes que poseía esta comunidad en 1996-1998 repartidos en 11 O a 115
unidades domésticas, el 61 % es menor de 18 años. Casi el 40% restante está compuesto por jóvenes
y adultos (mayores de 18 años) entre los que se resuelve la mayor parte de los cargos del wachu, con
la excepción de los cargos de alférez y regidor, que son desempeñados por niños de entre 7 y 15 años
aproximadamente. De ese 40%, algo menos del 8% superan los 50 años de edad y coinciden en lo
esencial con los nombres de los kuraqkuna, las personas que en el transcurso de una generación (unos
25 años aproximadamente) han culminado todos los cargos del wachu.
1O Las instrucciones dictadas por el gobierno colonial para estos alcaldes consistían en: "guardar las
ordenanzas, servir de auxiliar de justicia, procurando el bienestar de los naturales, la difusión de las
prácticas religiosas y no permitir borracheras, amancebamientos e idolatrías, cumpliendo fielmente
el oficio para el que habían sido elegidos" (Avellá 1934: 148).
Ordenadas en dos filas distribuidas a ambos lados del altar mayor, las autoridades de
vara, en tanto que representantes político-religiosos de sus comunidades, presiden cada
domingo la misa en quechua que se oficia en el templo.
El orden de colocación que observan las autoridades de cada comunidad entre sí al
si tuarse en cada una de las filas (los alcaldes en una y sus respectivos segundas y regidores
en la otra) se repite en cada ocasión ritual para la que se congreguen en el pueblo de Pisac .
Según consta en los libros de contribuyentes de la provincia de Calca y Lares (Archivo
Departamental del Cuzco), este ordenamiento se remonta a fines del XIX y obedece al núme-
ro de contribuyentes (antes tributarios) que cada parcialidad aportaba a Pisac, la capital del
distrito y centro rector de la economía política de esta área (Pérez-Galán 1999). 11 De manera
que las autoridades de vara que provenían de las poblaciones más numerosas poseían el
privilegio de ocupar respecto de sus homónimos la posición de mayor rango, esto es, el
último lugar en las filas . En la actualidad, y a pesar de haber sido liquidada la obligación de
tributar y reconocidos los derechos de propiedad de los campesinos a sus tierras , el orden
que observan estas autoridades cuando desfilan en el pueblo de Pi sac continúa reprodu-
ciendo ritualmente aquel, según señalan los propios runas : "ñawpamanta pacha" (desde los
tiempos antiguos).
Para tratarse de "poco más que una reliquia ceremonial del pasado", como ha sido
caracterizado en otras comunidades vecinas (Sallnow 1987: 120-121), 12 o acaso "un simple
resto de cultura mercenarizada para el turismo" (Flores Ochoa 1996), parece un número dema-
siado elevado de personas perdiendo su tiempo. Una lectura restringida de este sistema,
contemplado como un mecanismo socio-económico de ascenso social en la comunidad o
como una forma de legitimar desigualdades en el contexto de la economía política local, ha
podido ocasionar algunas actas de defunción, a menudo precipitadas. Por el contrario, si
devolvemos el foco de análisis al contexto ritual, en el que los runas que pasan un cargo en el
wachu de estas comunidades expresan un concepto compartido del mundo y de las formas
legítimas de actuar sobre él, observamos que la naturaleza de la autoridad que desempeñan
estas personas no reside en la administración de los asuntos burocráticos de la comunidad ni
tampoco en su capacidad de coerción, sino fundamentalmente en la reactualización del pacto
de reciprocidad que sustenta toda forma de interrelación en los Andes -entre seres humanos,
y entre éstos y los demás elementos de la naturaleza-. Coincido con Allen cuando señala que
11 El orden en el que se ubican los alcaldes de cada comunidad respecto a sus homónimos es el siguiente:
comunidades de Amphay, Amaru, Maska, Kuyo, Sacaca, Viacha, Ccotataqui, Chahuaytiri, Pampallaqta
y Paru-Paru.
12 Sallnow ( 1987) alude al sistema de cargos -mayordomías- sobre cuya base se organizan todas las
peregrinaciones que se realizan en la comunidad de Camawara (distrito de San Salvador). Sin embargo,
preocupado por integrar este sistema funcional al desarrollo histórico de la economía política del
distrito, el autor soslaya su significado simbólico-religioso. Así, por un lado, mientras que al describir
la historia de la organización política de la comunidad encuentra que el sistema de alcaldes-vara no
tiene ninguna relevancia, por otro en cada una de las procesiones que analiza da cuenta de lo
contrario. Así, en todos los rituales que analiza a lo largo de sus páginas, encontramos constantes
alusiones a la participación de alcaldes, misayoq, segundas, regidores , wifalas y mayordomos. Es decir,
prácticamente todos los cargos que constituyen la secuencia del wachu en Chahuaytiri, comunidad
vecina a la de Camawara.
Una de las cuestiones que salta a la vista al analizar el lenguaje simbólico que cons-
tituye el medio de expresión del wachu es aquella que se refiere a la permanente "multivocidad"
(Tumer 1990) característica de los símbolos implicados (flores, alabados, velas, varas, cruces
y santos, entre otros). Esa polisemia de significados remite, una vez más, a la mezcla de dos
tradiciones: una colonial (origen institucional de los cabildos y cofradías), y otra autóctona
(origen de los elementos nucleares del universo simbólico de esta población: caso de los
espíritus de los cerros y lagunas, la Pacha Mama, etcétera), ambas resignificadas en el
contexto ritual andino como una sola tradición, plural e híbrida.
La concepción que los runas de estas comunidades tienen acerca de estos símbolos
de autoridad es reveladora de la fusión socio-cultural de tradiciones de diversa procedencia
que se ha producido en este contexto cultural. Desde esa perspectiva, quizás resulte eviden-
te afirmar que para estas personas no existe contradicción alguna en construir su identidad
grupal simultáneamente mediante alabados, varas, cruces, santos y espíritus de la naturale-
za, pero quizás no lo es tanto el hecho de que el valor sagrado atribuido por los runas a estos
elementos derive del tratamiento ritual al que son sometidos, que incluye: ceremonias de la
liturgia propiamente cristiana (misas y procesiones, entre las más comunes) y simultánea-
mente de la liturgia andina (t'inkas, paseos rituales y pagos, principalmente). Todos los
símbolos dominantes y referenciales asociados al campo semántico de la autoridad en estas
comunidades adquieren su valor y, por tanto, su eficacia simbólica "dentro y fuera del templo
cristiano" al mismo tiempo, y en ese diálogo sugiero ubicar su significado. Se trata de una
relación recíproca, diríamos una negociación permanente, entre lo de fuera y lo de adentro,
cuya distinción se hace cada vez más difusa y confirma la naturaleza híbrida de la identidad
cultural andina de la que participan estas comunidades. 13
Así, frente a una concepción esencialista y reductiva de la identidad que deriva de
asemejar un determinado grupo étnico (quechuas, aymaras, coyas, lupacas, etcétera) con un
conglomerado de rasgos culturales que se le suponen "propios" u "objetivos", según crite-
rios de procedencia indígena o no indígena (Dietz 1999), el ejemplo que proporcionan el
sistema de autoridades tradicionales y el lenguaje simbólico en el que se expresa invita a
repensar la identidad cultural andina como un producto histórico y socialmente construido
en situaciones de contacto e interacción con otros grupos (ayer: encomenderos, recaudado-
res, evangelizadores, hacendados, y hoy : residentes, artesanos, turistas y técnicos de desa-
rrollo, entre otros). 14
13 En torno al debate inacabado sobre la identidad andina, consultar, entre otros: Burga 1988; Flores
Galindo 1988, 1994; Flores Ochoa 1990; Urbano 1990, 1992, 1993; Marzal 1983 y 1993.
14 Según Dietz, la persistente confusión que existe en la literatura etnográfica entre grupo étnico (nivel
emic) y cultura (nivel etic) debida a una deficiente delimitación de ambos conceptos es la misma que
desemboca en la posibilidad estructural de distinguir entre fenómenos intraculturales e interculturales
Cruces y varas
Las cruces aparecen tanto dentro del contexto que consideraríamos "apropiado" de
la liturgia cristiana (en el interior de las capillas de la comunidad y/o asociados a los altares
de los santuarios sagrados), como también y con una asombrosa frecuencia "fuera de con-
texto" , es decir, asociados al territorio y por ende a las autoridades étnicas: cruces son
colocadas por los wachu capitanes en el "linderaje" sobre los mojones que ejercen de
fronteras simbólicas que separan lo salvaje -situado fuera de esos límites comunales- de lo
social -dentro del territorio comunal-; cruces son renovadas por el alcalde en el ritual del
runa muyuna en la puerta de cada casa como guardianes de los hogares familiares; cruces
son llevadas a las chacras al comienzo de la siembra para propiciar su fertilidad durante el
cruz velakuy; cruces son grabadas en las varas de mando y también portan cruces como
distintivos de autoridad prácticamente todos los cargos del wachu. Y todas ellas reciben "el
respeto", el tratamiento ritual con el que estos cargos resignifican el valor de un símbolo de
acuerdo a sus usos y costumbres.
Por su parte, el significado de la vara como símbolo dominante sobre el que reposa el
significado que sustenta a estas autoridades está intrínsecamente ligado al de la cruz. Más
allá de la semejanza formal entre cruces y varas, visible por un lado en la forma y por otro en
el material con el que ambas están fabricadas (la madera de chonta), los runas expresan
equivalencias verbales explícitas entre ellas: "la vara es autoridad"; "la vara es respeto" ; "la
en el estudio de los procesos de contacto e hibridación cultural (I 998 :61ss.). Wachtel indica que, a
menudo, estos procesos de hibridación cultural se producen en situaciones de desigualdad y domina-
ción en los que la identidad del grupo necesita ser reafirmada (I 997:684).
vara es el Taytacha"; "ahora que soy evangélico ya no creo en las varas"; " la vara es el
Hatun Maestro"; "a la vara le prendemos velas y le hacemos celebrar misa" ; "es diospa
wañuskan crus" (la cruz donde murió Dios); "es el Justo Juez, y por eso sólo el alcalde la
puede agarrar". 1
La vara, como cualquier otro elemento al que se le atribuyen poderes sobrenaturales
(caso de la Pacha Mama, los apus y otros), es el resultado de una relación de reciprocidad
que los runas de estas comunidades hacen efectiva en el contexto ritual. Sin esa transacción
simbólica, que se hace efectiva mediante t'inkas y otras ofrendas más complejas, la vara "se
enojaría" y podría castigarlos directamente (haciéndoles enfermar), o bien indirectamente
(malogrando sus animales o sus cultivos).
Pero no dejaría de ser un simple palo decorado, sin capacidad de afectar ni el compor-
tamiento ni el destino o "suerte" de la población de estas comunidades, si no es porque es
renovado anualmente. Esa renovación sucede en Semana Santa, de forma paralela a la renova-
ción del cuerpo de Cristo simbolizado en la Custodia Sagrada que se encuentra en el templo de
Pisac. Las analogías conceptuales con el cuerpo de Cristo resucitado parecen evidentes. Del
mismo modo que Cristo sin resurrección sería un simple profeta, los alcaldes sin la renovación
de sus varas no serían más que simples runas y su alcaldía no tendría ningún valor:
15 El primer alcalde que debe renovar el poder de su vara el domingo de Pascua es el que representa a la
respectivos cargo-pasados los ayllurakis, unas velas alrededor de las cuales han sido amarra-
das plantas de arrayán y pétalos de flores.
Al término del sermón da comienzo un pequeño paseo ritual en el que el párroco portará
la Custodia Sagrada desde el altar mayor hasta la puerta del templo. Los alcaldes de todas las
comunidades y sus respectivos segundas y regidores se distribuyen en dos apretadas filas
que forman el pasillo por el que circula el sacerdote con la representación de la hostia sagrada:
alcaldes y segundas, alineados a la derecha del altar mayor y portando en sus manos los
atributos de su autoridad: la vara en la derecha y el aylluraki en la izquierda, mientras los
regidores, alineados a la izquierda, soplan sus pututus o conchas marinas al paso del palio con
la Custodia.
Por su parte, el alcalde que renueva su vara se sitúa junto a la custodia y dos mujeres - su
madre y su esposa- se sitúan a la cabeza de la improvisada procesión. Estas mujeres van espar-
ciendo pétalos sobre el suelo que, en breve, queda cubierto por una alfombra floral por la que
discurre el cortejo hasta la puerta del templo: "En Pisac hacemos celebrar una misa al Qollanan,
conseguimos flores y derramando estas flores traemos al Qollanan hasta la puerta del templo, así
lo ponemos en su wachu" (Gerardo Pérez, kuraq de Chahuaytiri, mayo de 1996).
A pesar de la escueta descripción de las acciones que suceden en este circuito ritual se
puede observar que no sólo se trata de la legitimación de un poder terreno, tal y como se
percibe en el significado del espacio simbólico creado entre el altar mayor y la puerta de la
iglesia. En ese espacio los alcaldes acompañan a la imagen sagrada desde el altar cristiano -que
simboliza el ritual católico y el poder dominante representado en el templo- hasta la puerta del
mismo -espacio liminar que los vincula con el territorio de sus comunidades y con la geografía
sagrada donde residen sus apus- para retornar al mismo lugar portando los símbolos de
autoridad con los que sancionan ese orden cristiano reapropiado para sí.
comunidad 'de Amphay (Pisac), la que "domina" en términos de autoridad, según el wachu
intercomunitario mencionado.
16 Ejemplos etnográficos procedentes de otros sistemas cosmológicos indoamericanos, especialmente
mayas, indican que los participantes en los circuitos rituales siguen esa misma dirección (Reifler 1986;
Gossen 1987; Vogt 1988).
tumbre debe dar vueltas a la derecha. Así también el pueblo debe dar vueltas a la derecha ; y a
la derecha siempre da vueltas" (Bartolomé Sutta, febrero de 1996).
Un primer argumento que sustenta la identificación entre la derecha y lo sagrado
apuntaría a la analogía con el movimiento diario que describe el sol y las constelaciones, cuyo
ciclo anual parece haber sido bien conocido y manejado como criterio de división del tiempo
desde tiempos prehispánicos (Urton 1981; Zuidema 1992). De modo que si los elementos del
cosmos, y concretamente el sol, giran hacia la derecha describiendo un arco que va de este
a oeste, los cargos del wachu reproducen ese orden en el microcosmos comunal girando y
haciendo girar ritualmente todo en esa misma dirección .
Una segunda observación ratifica esta idea. Esta vez proviene de las metáforas que
los runas utilizan para expresar el valor de la derecha frente a la izquierda en relación a sus
prácticas cotidianas. Así, todo lo que va hacia la derecha (paña), identificada como el origen,
el cauce y la pureza, tiene connotaciones positivas. Mientras que lo que se dirige hacia la
izquierda (lloqe) denota desorden, caos, peligro y mala suerte: "Si la t'inka hicieras del lado
izquierdo, el mayordomo te sacaría tu falto y te diría: 'Estás equivocándote: ¿cómo a la izquierda
me vas a dirigir? ¿Acaso quieres que yo esté mal?', y por eso es que al lado derecho siempre
hay que hacer" (Miguel Ccoyo, músico y wachu capitán de la comunidad de Chahuaytiri, abril
de 1996).
Del mismo modo, cuando el destino o "suerte" de una persona se trastorna por una
enfermedad o una muerte, metafóricamente se expresa con la imagen de "objetos que se mue-
ven hacia la izquierda" y su cura requiere consecuentemente: "hacerlos regresar a su origen" o,
más concretamente, "volver a la derecha" (pañaman kutichispa).
Si la derecha es la dirección del orden cosmológico, y parece razonable afirmar que
ese es el motivo por el que la vara -como uno de los símbolos sobre los que reposa el sentido
de ese orden- es invariablemente agarrada con la mano derecha, entonces: ¿qué sucede con
los símbolos que estas autoridades portan en la mano izquierda, como en el caso del aylluraki ,
la vela con plantas de arrayán?
Para arrojar luz sobre el significado de este símbolo es necesario indagar sobre las
prácticas funerarias de estas comunidades. ¿Qué hacen los alcaldes cuando alguien fallece ?
Un kuraq de la comunidad de Chahuaytiri señala lo siguiente: "Cuando alguien fallece le
bañamos con arrayán hervido y la ropa lavamos al día siguiente con Ace [marca comercial de
un detergente] nomás . Si no tenemos arrayán lo bañamos con las flores que han escuchado
misa" (Gerardo Pérez, kuraq de Chahuaytiri, octubre de 1997).
Efectivamente, entre las obligaciones más importantes de los varayoqkuna en estas
comunidades figura la de visitar con su vara a los runas que fallecen en la comunidad y llevar
arrayán y pétalos de las flores con los que ungirán al muerto para que su cuerpo se renueve .
Pero no se trata de cualquier tipo flores o plantas, sino precisamente aquellas que "han
escuchado misa", es decir, las que las dos mujeres derramaron por el pasillo durante el ritual
de la renovación de la vara. De tal modo los alcaldes de estas comunidades, a través de la
vara que los representa, aparecen como intermediarios de un poder sagrado que es renovado
año tras año en esta ceremonia.
Los alabados
La segunda parte de este ritual consiste en una ceremonia privada que tiene lugar
después de la misa en la casa de algún compadre mestizo del pueblo de Pisac, convertido a
la sazón en wasiyoq (casero).
Las autoridades entran en el patio de la casa y tras presentar cordialmente sus respe-
tos a los anfitriones se distribuyen los alcaldes en un semicírculo. En el centro se sitúa el
regidor mayor del alcalde cuya vara se renueva, descalzo y de rodillas . Uno por uno, todos
los alcaldes entregan su vara al regidor mayor, dando tres vueltas alrededor de él en la
dirección que simboliza el orden, esto es, hacia la derecha.
El momento culminante de la ceremonia llega cuando el regidor mayor arrodillado, sin
alzarse del suelo y abrazando como puede el conjunto de las varas recibidas, recita en voz
alta para todos los presentes los "alabados", una serie de estrofas procedentes de la tradi-
ción oral de estas comunidades transmitidas por los kuraqkuna a las autoridades en funcio-
nes . Tras lo cual, y del mismo modo que las entregaron, es decir, dando tres vueltas hacia la
derecha, cada alcalde por turno recupera su vara de los brazos del regidor. A esta ceremonia
Je sigue una opípara invitación a comida y bebida brindada por el alcalde anfitrión .
Para concluir esta aproximación al universo simbólico de la autoridad en este grupo
de comunidades andinas, se reproducen íntegramente en quechua y castellano la serie de
alabados que el regidor mayor recita en esta ceremonia y con los que se valida el valor
sagrado de la vara. Estos rezos, hasta ahora inéditos, constituyen uno de los ejemplos más
interesantes del sentido híbrido y plural que caracteriza el lenguaje ritual andino: la tradición
foránea plasmada en las constantes alusiones a la palabra del Dios cristiano, especialmente
en las primeras estrofas, frente a otra autóctona presente en los elementos referidos al medio
natural, de una belleza estética desbordante y de indudable valor lingüístico y etnográfico.
Beatriz Pérez-Galán
Universidad de Granada
Traído al calvario por la voluntad del Dios Padre, Dios yayaypa calvariunman apamusqan,
aquí había muerto mi Jesús, kaypi Jesusllay wañusqa,
serás tú la cruz de madera, qanchá kanki sach' a crusqa,
en la cual Cristo se recuesta voluntariamente. Cristo yuyaypi k' irayukunan.
Cinco lozanas rosas ¡qué hermoso se abren! Pisqa rusas ima munaytas phanchiririn,
El rosal ¡cuán hermoso reverdece! mallki rusas ima munayta llanllaririn.
¡Oh Padre mío! Cuando pronuncio tu nombre Taytaypa sutiykita rimariqtiymi
la puerta del infierno se estremece, infierno punku chukukukun , calvariyuniyki
y en el lugar del calvario, patapiri
te mantienes parado, brillando como el sol. inti hina chipipipispalla sayaykamunki ,
¡Oh Padre mío! Cuando pronuncio tu nombre taytaypa sutiykita rimariqtiymi
la puerta del infierno se estremece, infierno punku chukukukun,
y mi Madre Santísima María me ayudará a pasar, María Santísima mamayri pasarichillawanqa,
se compadecerá, se apiadará de mi . llakipayarillawanqa, khuyapayarill awanqa.
Así sea, Jesús. Hinataq kachun Jésus.
17 Agradezco a Janett Vengoa por la traducción de estos alabados al castellano. También y especialmente
a los campesinos y campesinas de Chahuaytiri, Pisac, por el interés mostrado para que estos alabados
no mueran con los últimos kuraqkuna de la comunidad.
Cerro de Hik'iyiki, donde se extienden las flores, Hik'iyiki urqu, t'ika mast'akiri,
cuando caiga la lluvia reverdecerán, para chayaqtinmi llanllarillanqa,
y cuando caiga la helada se marchitarán, qasa qasaqtinri naqipullanqa,
¡Ay qué haré con este corazón desencajado! kay waya sunqullaytari imanallasaqtaq.
Flor de abril, tú que vuelves, leño de fuego, Abrilpa t' ikan, kutikuq, n1naq llant' an
mi ángel , el de mucha inteligencia, me conducirá, qanchis yuyay angilllay ramparillawanqas.
y todos los Santos me salvarán. Llipin santokunapas qispichillawanqas.
Así sea, Jesús. Hinataq kachun Jesús.
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