Contaminación Por Metales Pesados
Contaminación Por Metales Pesados
Contaminación Por Metales Pesados
La contaminación por metales pesados y metaloides en recursos hídricos, suelos y aire plantea
una de las más severas problemáticas que comprometen la seguridad alimentaria y salud
pública a nivel global y local. Un metal pesado se suele definir como un elemento químico de
propiedades metálicas con una elevada densidad, aunque también hay quien considera que
hay que referirse al número o peso atómico o a alguna de sus propiedades químicas o de
toxicidad para diferenciarlos de otros metales. Suelen denominarse así para apelar a su
impacto medioambiental, aunque éste dependa de la cantidad en que se encuentre en los
ecosistemas y de si experimentan alteraciones. La presencia de metales pesados en el agua,
por lo tanto, puede ser preocupante o no dependiendo del caso.
El agua contiene metales pesados de forma natural, sin embargo, su incremento, aunque a
veces también viene determinado por un enriquecimiento natural al pasar por acuíferos en los
que hay rocas con una elevada concentración de esta materia, mayoritariamente está vinculado
a la actividad humana, como la minería y la industria, que genera residuos como el plomo, el
mercurio, el cadmio, el arsénico y el cromo, que llegan a los ríos y contaminan las aguas
subterráneas.
Por ejemplo, el mercurio, el zinc, el plomo, el cobre, el cadmio, el cromo y el níquel se usan en
la pintura de la industria textil y gráfica, y para galvanizado de metales, así como para procesar
papel en la industria papelera y como aditivo en la industria peletera, y el arsénico también se
usa como aditivo en la industria del plástico.
Estas y otras actividades, como la combustión de gasolina con plomo, también liberan metales
como el plomo a la atmósfera, que llega al agua de los ríos y a los acuíferos, y que se usa para
la agricultura y la ganadería acumulándose en el organismo de los animales y en las plantas
que ingerimos, además del agua del grifo que bebemos
Muchos habrán oído sobre el riesgo para la salud de consumir pescado azul como el salmón, el
atún o el pez espada en grandes cantidades. Esto es porque, al ser, por su tamaño, uno de los
últimos eslabones de la cadena alimentaria marina, acumulan el mercurio de los pescados
pequeños que depredan.
Aunque el uso industrial del mercurio está prohibido en Europa, su herencia de años de uso
todavía sigue viva. Además, este puede llegar al agua a través de la quema de combustibles
sólidos, como el carbón o la madera, tanto industrial (generación de energía, producción de
metales o de cemento, etc.) como doméstica. Estas cantidades de mercurio que se liberan al
ambiente llegan al agua por medio de la lluvia. Actualmente, los océanos contienen un 200%
más de mercurio de lo que es natural, y la atmósfera un 500%, tal como indica este artículo.
Su disminución hasta niveles naturales depende de medidas como la promoción del uso de
energías limpias que no dependan de la combustión de carbón como es el caso de la
electricidad y de su erradicación en procesos industriales, todavía habituales en muchas partes
del mundo.
Plomo
Así como el mercurio, las embarazadas y los niños son más vulnerables al plomo porque puede
entrar en el feto a través de la placenta, y causar problemas en el sistema nervioso y el
cerebro.
Su erradicación depende, entre otros, de la sustitución de tuberías que todavía perviven en los
hogares, que fuerzan una exposición continuada a este metal, y de su reducción en la industria,
por ejemplo, en la fabricación de baterías.
Así como el mercurio, las embarazadas y los niños son más vulnerables al plomo porque puede
entrar en el feto a través de la placenta, y causar problemas en el sistema nervioso y el
cerebro.
Su erradicación depende, entre otros, de la sustitución de tuberías que todavía perviven en los
hogares, que fuerzan una exposición continuada a este metal, y de su reducción en la industria,
por ejemplo, en la fabricación de baterías.
Cadmio
Aunque cada vez llega menos cadmio al agua debido a las regulaciones existentes, este puede
llegar al agua por medio de las aguas residuales provenientes de hogares e industrias y de las
aguas superficiales tras el vertido de residuos fertilizantes contaminados. Sin embargo, este
metal llega al cuerpo humano mayoritariamente a través de los alimentos que lo bioacumulan
más, como champiñones, mariscos o cacao, entre otros. También entra en el organismo por el
humo del tabaco.
Reducir los límites de cadmio en el aire, el agua y los suelos depende de acciones individuales,
como dejar de fumar o reducir el consumo de alimentos que lo contienen en grandes
cantidades, reciclar este metal y reducir su uso en la industria, promover condiciones de trabajo
saludables para personas que trabajan en fábricas que lo usan, etc.
Cromo
El cromo, como el cadmio, se usa en una gran cantidad de industrias, especialmente las que
usan pigmentos y las que lo usan como aditivo, como es el caso de la industria peletera y de
los plásticos. Llega al agua, por lo tanto, a través de su vertido a los ríos, además de a través
del aire por combustión y después por la lluvia.
El cromo puede causar problemas en la piel y respiratorios, así como daños en el hígado y el
sistema inmunológico, entre otros, cuando se altera y se transforma en Cromo VI.
Arsénico
El arsénico es uno de los metales pesados que más intoxicaciones provocan. Se emite al
medio ambiente como consecuencia de procesos industriales como la fundición de cobre, zinc
y plomo o la fabricación de productos químicos y lentes.
Su vertido como residuo de estas actividades a los ríos expone a las especies marinas que
ingerimos como los mariscos o el bacalao, así como productos agrarios que tienen un especial
contacto con el agua, como el arroz.
El arsénico en su forma inorgánica puede causar efectos en la salud como la irritación del
sistema digestivo, afectación en la sangre y en el sistema respiratorio, problemas en la piel, así
como daños en el sistema reproductivo, entre otros.
¿Cuáles son los límites legales en la presencia de metales pesados en agua potable?
Los límites establecidos en el Real Decreto 140/2003, de 7 de febrero, por el que se establecen
los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano, establecen unos máximos
en la presencia de metales:
Arsénico: 10 microgramos/l
Cobre: 2 miligramos/l
Plomo: 10 microgramos/l
Cromo: 50 microgramos/l
Cadmio: 5 microgramos/l
Mercurio: 1 microgramos/l
Níquel: 20 microgramos/l
Actualmente los niveles de materiales pesados en el agua se mantienen por debajo de los
límites legales, que se consideran seguros para el consumo humano. Los efectos más
preocupantes son medioambientales, ya que la calidad del agua afecta al equilibrio de los
ecosistemas.