Un Perro Tibetano Rojo de María Victoria Taborelli
Un Perro Tibetano Rojo de María Victoria Taborelli
Un Perro Tibetano Rojo de María Victoria Taborelli
ESCENA 1
En el comedor, EL PADRE toma una sopa bien caliente que acompaña con un vaso de vino, un
pedazo de pan y un pucho. Está vestido con retazos de ropa sucia, bolsas de residuos en los pies y
está muy despeinado. Tiene el aspecto de alguien que vive en la calle hace tiempo sin acceso a la
limpieza. Frente a él está JO que tiene puesta ropa para dormir y el pelo revuelto.
JO: Anoche soñé que te mataba, te pido disculpas por eso. Bueno, vos ya te mataste así que no
podría volver a hacerlo yo, pero igual, no está bien pensar eso. Había mucha baba, baba de perro y
después perros. En el medio vos, vos pero vivo. Y te subías y los manejabas como si fueran motos.
Y estabas decidido a ¿comerme por los pies? Y ya lo habías hecho con Fran que estaba medio
muerto entonces y tenía papeles de geografía sobre la formación de la luna ¿Te acordás que
estudiaba, pero no podía aprobarla? Entonces tenía que matarte y con solo decidirlo bastó para
que... No quiero tener nada que ver con las cosas que sueño, mirá si alguien alguna vez se da
cuenta.
JO: Si te pudiera imaginar campeón… me haría bien, me gustaría tener pasta de campeona.
EL PADRE: Si te resulta imposible fue porque te pusimos nombre de escupitajo. J…O… Debería
pedirte disculpas yo. (Escupe en una servilleta). Debería hacerlo, claro que debería.
EL PADRE: Cada día es peor, ya los gusanos no me comen a mí, sino a otros gusanos muertos que
hacen de mi cuerpo.
JO: Me das arcadas (Escupe en una servilleta). Creo que ya estuve muchas horas despierta, chau.
EL PADRE: Pero si lo hiciste muy bien, salir en una competencia de gimnasia artística número 23 de
22 es tan distinto a un triunfo que en algo se le parece.
JO: Basta.
JO: Nunca.
EL PADRE se ríe.
EL PADRE (se tienta de nuevo): Más bien él estaría, digamos que, aprovechándose de tu letárgica
inocencia.
JO: Me va devolver todo, cuando le vaya bien. Y es demasiado probable que le vaya bien.
JO: No es tu problema.
EL PADRE: ¡Oh! Cómo que no, si hubiese sabido que en eso iba a recaer mi fatal sacrificio.
JO: Yo no te pedí nada o, por lo menos, no te pedí que te mates para dejarme plata.
EL PADRE: Primero la advertencia: le das asco. Debe percibir este olor a podredumbre que
desprendo y se te está pegando.
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JO: ¿Y realmente pensás que es mi culpa? Debe haber algo en los genes, genes de triunfo, genes
despreciables, genes de suicidas. Los que me dejaste no compiten.
EL PADRE: Totalmente de acuerdo, pero podrías desviar mi destino. Solamente tendrías que
despertarte y transformar el estado de cosas. Producir un cambio. Generar un movimiento.
Accionar, ¿comprendes?
JO: No.
JO: No.
EL PADRE: De mí.
Luego de un largo ruido de llaves, entra EBE, está arreglada y un poco borracha. JO se sobresalta,
se para buscando algo para hacer que justifique estar sentada en medio del comedor a esas horas.
EL PADRE se prende un cigarrillo y arrastrando las piernas ordena su plato, su vaso, junta las
miguitas de pan, se las come y eructa. Entra un poco de luz.
EBE se saca los zapatos, trastabilla. Luego se sirve un vaso de agua de la canilla.
JO: Tardísimo.
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EBE: No podés dormir todo el día. Te necesito tempranito, a la noche viene alguien.
JO: ¿Quién?
EBE: Alguien.
JO: ¿Quién?
EBE: Alguien.
JO: ¿Quién?
EBE: El Greco.
EBE: Qué injusta sos, ¿no me ves bien?, ¿no ves que ahora con él estoy bien?
JO se va.
EBE (grita): Te pido que escuches al Greco, viene con buenas intenciones. Te tiene que entrar en la
cabeza, es hora de que ganemos algo.
ESCENA 2
ELISIO GALO y EL PADRE están en un pequeño cuarto en el que hay un escritorio lleno de libros y
papeles desordenados. EL PADRE está vestido prolijamente, lleva anteojos y fuma un habano,
haciendo circulitos con el humo.
ELISIO GALO (lee): Un millón de personas se quita la vida en el mundo por año ¿Sabías que tu
conducta fue típicamente femenina? El noventa por ciento de las mujeres que decide matarse se
mete veneno, puede ser cianuro como vos hiciste o pastillas. Apretar el gatillo, en cambio, parece
que es de hombre.
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EL PADRE: Las estadísticas pueden esconder las verdaderas razones detrás del cianuro.
ELISIO GALO: Me permitieron entender que el suicidio se encuentra entre las tres primeras causas
mundiales de muerte en personas de 15 a 44 años (deja de leer). Entre las tres primeras causas de
muerte.
EL PADRE: Los números pueden ser ciertos, pero no por eso dicen la verdad.
ELISIO GALO: Tenés las muertes ocasionadas por exceso de velocidad por ejemplo.
ELISIO GALO: Nadie que conduzca a 200 kilómetros por hora puede decir que tuvo un accidente,
son micro suicidios, no. Son pseudo suicidios, no. Son para suicidios, para suiciditos.
ELISIO GALO: Pero si llegué, por fin, al foco. (Lee) Las tasas más altas ocurren durante las crisis
económicas.
ELISIO GALO: Acá está: (lee) entre el 2000 y el 2003, escuchá porque vas a ver que sos un caso de
manual, de manual. Los casos se multiplicaron porque la pérdida del trabajo es, en la población
masculina, las mujeres no ¿ves?, el mayor factor de riesgo para cometer suicidio.
EL NOVIECITO: No puedo sentarme a la mesa así, tengo el pantalón salpicado con barro de la calle.
JO (mientras intenta sacarle el barro frotándole el pantalón con una servilleta): No comemos si no
querés.
EL NOVIECITO: No lo digas tan fuerte que tampoco quiero ofender. ¿Cómo no me avisás que se
armaba la gran cena familiar?
EL NOVIECITO: ¿Qué?
JO: Nada.
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JO: No, perdón. No es una gran cena. Es que mamá invitó a El Greco y así parece que somos
muchos más de los que somos.
JO: Si querés no vamos y traigo la comida acá cuando terminen ¿Querés? Nos quedamos acá.
JO: O mejor vamos, son veinte minutos. A El Greco ni le respondas si querés, es un impresentable.
EL NOVIECITO se percata de que ahí está ELISIO GALO y le da la mano para saludarlo. ELISIO GALO
no responde y lo mira fijo. Luego continúa su conversación con EL PADRE.
ELISIO GALO (a EL PADRE): Esto quiere decir que no tuviste la culpa, sino que te infectaste, como
tantos otros.
JO: No quiero que pases un mal momento. (A ELISIO GALO) ¿Qué, fumás ahora?
ELISIO GALO le quita un habano a EL PADRE, lo prende, fuma de la misma manera que lo hace él y
tose.
EL PADRE (a ELISIO GALO): Te estás desviando, pensé que te ibas a dar cuenta solo, pero no.
JO: Igual estás bien así, no se va a ver porque vas a estar sentado ¿Trajiste algo?
ELISIO GALO (lee a EL PADRE): Para que entiendas. Los hijos de padres suicidas poseen un 50 por
ciento más de posibilidades de morir a causa del suicidio.
EL PADRE (mientras intenta sacarle a ELISIO, sin lograrlo, el papel que está leyendo): No es eso lo
que tenés que leer.
JO: Está todo bien ¿Estás enojado conmigo? Está todo bien.
ELISIO GALO (a EL PADRE): Los padres lo transmiten, los hijos lo heredamos, por eso me llamo
Elisio Galo.
JO: Perdón. (a ELISIO GALO) No te estoy pidiendo tanto, un pantalón que no uses para que se
siente a comer porque está incómodo así.
ELISIO GALO: Ves, acá lo dice claro: (lee) siete de cada diez hijos de padres suicidas se matan y solo
tres de diez logran escapar.
ELISIO GALO: Solo tres. Por eso me cambié el nombre para diferenciarme y evitar heredar tu
muerte.
EL NOVIECITO: ¿O cómo era que dijiste que te llamabas? ¿Cómo era JO? Elio, un gusto.
EL NOVIECITO (a ELISIO GALO): Elio, de verdad, no nos conocemos, pero un gesto viste. Te lo
devuelvo cuando terminamos.
ELISIO GALO (a EL PADRE): Claro, acá el 2001 marcó un quiebre en la tendencia de la suicidalidad.
JO: ¿No podés hacerme un favor una vez? Nada más que una vez.
EL NOVIECITO: No mientas. (a ELISIO GALO): Te explico porque cuando venía para acá un auto
pasó rápido...
ELISIO GALO (a EL PADRE): Muestra el declive de las clases medias desolada, como vos, ante la
pérdida del capital que los formaba identitariamente.
ELISIO GALO, por fin, se calla. EL PADRE encuentra el libro y se lo da a ELISIO GALO. ELISIO GALO se
para preocupado, revisa el libro y le responde a EL NOVIECITO sin mirarlo a los ojos.
ELISIO GALO (a El NOVIECITO con la mirada perdida y el tono nervioso): No , no tengo otro.
JO (tirando de la mano del noviecito): Dale, vamos. (a ELISIO GALO) A vos también te está
llamando mamá, ¿tampoco la escuchás?
JO y EL NOVIECITO salen.
EL PADRE: Se trató de una crisis, claro. De un cambio, de una ruptura. Como la del estruendoso Big
Splash, la gran salpicadura.
EL PADRE: Recordás que la luna tiene en su centro partes del planeta que la formó.
ELISIO GALO (Repite como si lo supiera de memoria, con la mirada perdida): La luna se formó
como producto de un gran choque entre la Tierra y otro planeta que entró en una órbita caótica.
EL PADRE: Adentro de la luna hay rastros de ese planeta extraño del que hoy no se sabe nada.
ELISIO GALO (lee): El impacto implica la creación de un nuevo astro, pero además
EL PADRE: Y entonces, ahora, anotá. Yo decidí entrar en estado de putrefacción el mismo año que
El Greco, entró por primera vez a nuestra casa.
EL PADRE: Él, creó su pequeño planeta, le empezó a ir más o menos bien, bastante bien. Su éxito
comenzó el mismo día en que yo aparecí muerto, digamos que entró en una órbita caótica y chocó
conmigo. Una trágica coalición cósmica.
EBE (con un grito que se escucha más cerca): ¡Podés bajar la reputa madre que te re mil parió!
EL PADRE: Dice que la única forma de verificar de qué está hecha la luna es haciéndola explotar
desde un dispositivo en su interior.
EL PADRE: De ubicarse en el centro y hacerlo volar en mil pedazos para sacar a la luz toda la
mierda que tiene adentro.
ESCENA 3
En el comedor están JO, EL GRECO y EL NOVIECITO listos para empezar comer. En la mesa, una
gran fuente de fideos.
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EL GRECO: Yo nunca me voy a olvidar lo que me dijo mi tío: “si vos querés saber cómo le va a un
tipo mirale el auto”. Y yo a este le miré el auto. Un auto choto, chotísimo, pero…
EL NOVIECITO: Qué es que te vaya bien, que te vaya mal, quién lo mide eso. Son parámetros de
éxito que te imponen, ¿cómo medirías, por el ejemplo, el éxito de una obra de arte?
EL NOVIECITO (se ríe): Así quedarían fuera de la historia del arte grandes manifestaciones
artísticas que no supieron ser apreciadas por la falta de sensibilidad del mercado.
EL NOVIECITO: Es bueno que gente como vos reflexione sobre estos temas.
EL GRECO: Los temas filosóficos no son para mí. Yo trabajo. Desde los 15 años trabajo.
EL NOVIECITO: Me imagino, cargás con todo ese folclore de que el trabajo dignifica, y si es sufrido
mucho mejor. Yo creo que ya lo podemos superar.
EL GRECO: Si lo veo hablando así en la tele, lo voto a este. Tiene buena labia el candidato.
JO: ¿Vos cuánto trabajaste en tu vida?, ¿seis meses habrán sido? (a EL NOVIECITO susurrando) Y
después, todos regalos de un muerto.
EBE: Sí dijiste.
EL GRECO: No me di cuenta.
JO: Bueno.
EBE (con tono exageradamente cálido, mira a EL GRECO): Nosotros les queremos contar algo muy
lindo que los va a poner muy contentos a todos. (Al noviecito) ¿Te sirvo algo fresco? (Gritando)
¡Bajá Francisco que no te lo digo una vez más!
Silencio incómodo. Entra ELISIO GALO y EL PADRE. ELISIO GALO se dirige a su silla, pero está
ocupada por EL GRECO. EL PADRE se ubica en un rincón para observarlos a todos y fuma.
JO sale.
ELISIO GALO: No tengo que buscar una banqueta si este es mi asiento. Si alguien más viene, ese
tiene que sentarse en la banqueta ¿No le explicaste? Si no te explicó, no te culpo, porque sé que
no se acostumbra en todas las casas.
ELISIO GALO: Pero si ya te explicó me parece una falta de respeto ¿Te explicó?
ELISIO GALO: Se trata de una distribución que nadie sabe por qué, ni exactamente cuándo, se les
asignó a cada uno de los miembros de la familia una vez y para siempre.
ELISIO GALO: Entiendo que no lo sepas si nadie te lo advirtió, porque no pasa en todas las casas,
incluso a la noche nosotros no le damos importancia.
EL GRECO atina a sentarse en el banquito que trae JO que es mucho más bajo que el resto de las
sillas por lo que la mesa le queda desproporcionalmente alta.
EL GRECO: El tema es así, hace rato que vengo pensando un negocio importante.
EL GRECO: Y hace poco conocí a un tipo que cría perros. Unos perros chinos, shit tu, algo así.
EL GRECO: Como dice la nena, cría perros chinos, con el pelito largo, un olor… le cagan todo.
ELSIO GALO: Coincido con JO, no existen perros que, estando sanos, no defequen regularmente.
EL GRECO: Yo me quedé pensando después de visitar a mi amigo. Porque, si bien tenían ese olor y
él un auto mediocre, se hacía su guita. Y eso que era médico, le dejaba mejor guita vender perros
que curar humanos.
JO: Me da impresión que los críen como si fuesen cosas, (a EL NOVIECITO) ¿no?
EL GRECO: ¿Pero qué te crees? Los vamos a cuidar, como a reyes los vamos a cuidar. Este tipo
empezó de un día para el otro. El primo es el que andaba con el negocio, pero se mató, andaba
con la moto…andaba rápido, y bueno, tuvo un accidente contra un camión.
EL GRECO: No sé
EBE: La moto es peligrosa, por eso la de su padre está guardada acá y no se toca.
EBE: Ni se te ocurra.
EL GRECO: Entonces la cosa es así, el tipo tiene dos hembras y un macho. Por vez tiene 5
cachorritos que vende a dos lucas cada una. Sacale lo que le sale el veterinario, la comida… es un
negocito. Y estuve largo rato dando vueltas.
EBE: ¿Podés escuchar? Andá directo a los perros Tibetanos que no retienen la concentración.
EBE: ¡Francisco!
JO: Dejen que se sirva lo que quiera, servite tranquilo. Pero no hay agua mineral, te voy a comprar.
EL GRECO: Entonces…
EL NOVIECITO (lo interrumpe): ¿Sopa? Con este calor… a mí el calor me hace miserable.
EL NOVIECITO: En china se toma agua caliente siempre antes de las comidas, aunque sea verano.
Disculpá seguí.
JO: Es en Japón.
EL GRECO: Son como leones y el tipo pagó un millón y medio de dólares. Así te lo digo. Es cuestión
de sangre, es el perro más puro de estos mastines…
EL GRECO: A este no se le cruzó ninguno callejero en toda su historia familiar. Es el más puro de su
raza. Eso se ve en la postura y en los dientes me dijo mi primo que sabe de eso. (a ELISIO GALO) No
es joda pibe.
EBE: El empresario que compró el perro lo pagó por su pureza. Se llama Mr Lu el tipo y al perro le
puso “Big Splash”.
EL GRECO: El tema chicos, y a esto apuntamos, es que yo tengo un contacto (tose, se atraganta)
EBE: ¡Despacio!
EL GRECO (toma agua): Estoy bien. Les decía que (tose un poco más) puedo conseguir un primito.
EL GRECO: Con ochenta mil pesos tenemos al linaje de “Gran Salpicadura”. Y en un par de meses,
somos los mayores distribuidores de perros tibetanos rojos en Argentina.
JO: Entonces todo esto porque nos quieren pedir nuestra plata.
JO: De un muerto mío, que no me dejó un puto recuerdo grato, solo plata. Y la voy usar yo, y bien.
ELISIO GALO: Se la quiere dar al noviecito para que haga una peli.
EL NOVIECITO: Ey, ey, ey, deberían ser menos egoístas me parece, es mi primer largometraje.
EBE: Si te levantás no volvés por esa puerta. (A ELISIO GALO) ¿No le decís nada?
ELISIO GALO (continúa comiendo como si no pasara nada): Es hora de que te levantes de la siesta.
JO: Callate
EL GRECO: Los hombres nos retiramos si quieren para que estén cómodas
JO y EL NOVIECITO salen.
EBE: No volvés eh, si te vas no volvés, esto no es un hotel y así no te podés ir.
EL GRECO: Ves, este no. Francisco, vos sos distinto. Disculpá, Eliseo, Elisio Galo, ¿no?
EL PADRE asiente.
EL GRECO Bueno, en principio necesitamos la plata para empezar y después es fácil, tenemos
que…
EL GRECO: El bum, del éxito, el bum que nos espera. Tu mamá no lo puede creer ¿Brindamos?
ELISIO GALO, EBE Y EL GRECO brindan con sus copas en alto. Luego EL PADRE alza una copa y bebe.
ESCENA 4
En el mismo comedor EBE levanta la mesa mientras EL PADRE la abraza por la cintura. Está vestido
de traje y peinado con gomina.
EL PADRE: Me escuchan.
EBE se ríe
EBE: Francisco tiene mirada de loco y de vuelta está hablando del (no se anima) suicidio ¿Mira si él
también? Te admiraba.
EL PADRE: ¿Querés que le cuente cuentos como cuando era chico? De héroes épicos, de
venganzas sangrientas.
EL PADRE: Para que se divierta un rato y tenga algo honorable que hacer.
EL PADRE: Estás muy hermosa. Acordate, si el barco se hunde, nos hundimos los dos.
21
EBE: Es que tiene la mirada perdida, parecida a la tuya antes de ... No entiendo por qué aceptó.
EL PADRE: ¿Dónde?
EBE: Acá.
EL PADRE: ¿Ahí?
EL PADRE: Ebe
EBE: Que ella iba a entender. Pero no. Le tuve que decir que se fuera.
EL PADRE: Ya sé.
EBE: Necesito que los cuides. Yo creo que él necesita escucharte ¿No podés mandarle
alguna…señal?
ELISIO GALO: Jo, yo no quiero a los perros. Yo solo quiero arreglar algunas cosas. Vos también las
queres arreglar, yo sé que vos las querés arreglar.
JO: Me voy.
ELISIO GALO: No te podés ir porque ¿Vos sabías que El Greco apareció por primera vez en esta
historia hace dos años?
EBE: Fue muy fácil convencerlo, eso es raro, si al Greco no lo puede ni ver.
EL PADRE: No lo nombres.
ELISIO GALO: Le propuso a (le cuesta decirlo) nuestro padre ayudarlo con la distribución de los
productos de la fábrica por una módica suma. Así entró en órbita ¿Sabés lo que logré entender?
ELISIO GALO: Los suicidas no pueden contradecir nuestro instinto de supervivencia, siempre hay
algo detrás.
ELISIO GALO: Todos tenemos el instinto, o mejor, el impulso a seguir sobreviviendo y mejorando
más allá de las circunstancias.
ELISIO GALO: Yo lo sabía, pero no podía entender cómo él contradecía mi teoría. Y me di cuenta...
EL PADRE: Putita.
ELISIO GALO: que no se mató, que El Greco... con el cianuro de la fábrica... A él le gusta el veneno,
eso de envenenar. Para sacárselo de encima y quedarse con la fábrica.
ELISIO GALO: Porque después quebraron y no tuvo tiempo de hacerlo. Pero la idea era quedarse
con todos los clientes , sin intermediarios. Hasta con mamá.
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ELISIO GALO: Papá no se mató. Ya no tenés que sentirte mal por eso, ya no tenés que pensar que
podrías haber hecho algo, que es tu culpa, yo ya no tengo más miedo. A papá lo mató el Greco
ELISIO GALO: ¿Sabías que para ver qué hay adentro de la luna hay que hacerla explotar?
ELISIO GALO: Por eso, quiero tenerlo cerca. Quiero que confiese, quiero tenerlo contra la pared.
Para eso hay que ubicarse en el centro y... coalición cósmica
ELISIO GALO: Vos sabías que la luna tiene más de 200 agujeros de hasta 900 metros de
profundidad? No lo sabés porque no podes verla, y adentro de esos agujeros puede haber fuego,
mares, laberintos. Pero necesito que me ayudes, vos también tenés que aclarar el desentendido.
EL GRECO: Una sed me vino, cómo tomamos vino (se ríe). No queda nadie acá ¿no?
JO: No puedo aclarar nada porque no tengo nada claro, solo que me voy.
EL GRECO: Todo revuelto tengo, ¿venis a dormir ya?, tengo revuelto, pero mañana estoy bien. Un
poco más de agua. Que me levanto temprano mañana, me cayó mal y tengo revuelto.
EL GRECO: Yo te dije que iban a tomarlo bien. El chico es bueno. La chica, ¿sabés qué pasa?
EL PADRE: No sabe nada, Ebe. Es un negro que babea y vos das asco cuando estás con él.
EL GRECO: ¿Sabés que pasa? Que la chica salió a su madre, pero es buena, te digo. Me voy a
acostar que me cayó algo mal y tengo revuelto, mañana me levanto temprano.
EL GRECO sale.
EBE: Me acompaña.
24
EBE: Algo tengo que hacer para que no se me pegue tu olor a muerto vivo.
JO: Yo me voy.
ELISIO GALO: Si te vas, voy a tener que hacer todo solo, y no sé si voy a poder hacer todo solo.
EL PADRE: Sabés que no entramos todos acá. Alguien va a tener que explotar.
EBE: Bueno, se queda hasta que los perros anden bien y después se va.
EL PADRE: Después se va, cuando esté todo bien, se va ¿Te dije que estabas hermosa?
ESCENA 5
25
En un rincón del living, una jaula con rejas de alambres. Las sillas están sobre la mesa, porque no
hay espacio para poner las bolsas de comida y demás chucherías de los perros (huesos de juguete,
mantas, cepillos). Música muy fuerte y ladridos de perro.
EBE: ¿Qué?
EL GRECO: No la mordió.
EBE: No sé si la mordió.
EL GRECO: Que la música los deja parcos y con esto le doy para que entienda que no puede
morder.
EBE: Los vuelve locos este ruido, Greco, le muerde de vuelta la cara.
EL GRECO (tararea y le da un golpetazo al perro): Tararaira aira. Ahí va Ebe, ya no la muerde más,
ahí va.
EL GRECO: ¿Qué?
EBE: Que tenemos una bestia no un perro. Y si se come a la perra no hay cachorros. Y todo esto
¿para qué?
26
EL GRECO: Pero ¿qué listo? Hay que achicarles la violencia. Sentado ahí, sentado (deja el palo)
Causa, consecuencia. Pones límites, no muerde. No los pones, te hacen mierda. Causa,
consecuencia. Educación, resultados. Simple, claro. Palo y a la bolsa.
EL GRECO: Palo y a la bolsa Ebe. Además, con el traje vamos a estar bien.
EL GRECO: No le digas "la otra", acostúmbrate a decirle Luna, ya va a ser como parte de la familia.
EL GRECO: ¿Pero qué querés? Les damos menos guita, nos dan un perro choto, con medio
cerebro.
EBE: ¿Eso es baba? No puede ser baba, es muy espesa, parece sangre, parece barro. Qué peligro.
EL GRECO: No hay perros peligrosos, sino dueños irresponsables. Si aprenden que sos vos el que
le da el morfi, no te van a morder. Es el instinto de seguir sobreviviendo más allá de las
circunstancias.
EL GRECO: El que tiene la culpa es el forro del dueño que nos lo vendió, él lo hizo malo, si lo tenía
todo el día encerrado en un cuartito así. Si lo vimos al cuartito, ¿o no lo vimos?
EL GRECO: Y te dice así como así que cuando muerden no hay vuelta atrás. Si lo tenía todo el día
encerrado. Pero el que camina con pies nuevos ¿Como era?
EL GRECO: El que camina con pies nuevos, ¿o con en calles nuevas? Ay, puta.
27
EL GRECO: El que camina con pies nuevos. El que camina con pies nuevos, camina sobre camino de
arcilla, ahí va Ebe. De arcilla los caminos, ¿entendés? Como es más joven, lo podemos modelar a
nuestro gusto.
EL GRECO: Si quieren máquinas de matar, les hacemos máquina de matar, si quieren un cachorrito
tiernito, les hacemos tiernito. Pero siempre hay que recompensar cuando hace las cosas bien.
EL GRECO: ¿Qué decía acá? No leo (se pone los lentes) No veo con estos.
EL GRECO: ¿Sabés qué es importante también? El tamaño de la jaula. Y conseguimos una, que te
digo, me mudo yo ahí.
EBE: Sh.
EL PADRE (a EBE): Porque me estaba muriendo para dejarles algo ¿Y te conformás con esto?
EBE: No entendés que no quiero estar acá sola. Además, el perro, es un peligro.
EL GRECO (mientras golpea al perro con un palo): Es un poco peligroso que estés sola con el perro,
digamos, antes de la reeducación, después no pasa una, eh ¿No pensaste que podría ser bueno?
(Al perro) Ahí sentado, va, va, va, cucha digo, va, ahí. Mirá cómo va entendiendo ¿Entendés Ebe lo
que te digo? Ya va entendiendo pero porque ya me va respetando y vos tenés la vos muy finita
como para que te escuche.
EL PADRE: Porque se me canta el reverendo forro del culo. Y por Francisco. Y por vos.
EBE (sin sacarle los ojos de encima a EL PADRE): Está bien, me parece bien.
EBE: Que me parece que está muy bien lo que decís, te tenés que quedar, quiero que te quedes.
EL GRECO: Hoy se descorcha entonces (Al perro) Vas a ver cómo te tranquilizo yo. (a EBE) Y vas a
sentir que son como tus hijos ¿Sabés? Ellos por el amo se sacan hasta los dientes.
EBE (mirando hacia la dirección en la que se fue EL PADRE, con voz cansada y quebrada): Espero
que no, porque realmente no los entiendo.
Entra ELISIO GALO con un casco de moto en la cabeza, arrastrando una bolsa de comida. Se dirige
a la jaula.
ELISIO GALO: Esto es veneno, está hecho de patas de gallo gangrenadas, de tumorcitos chiquititos,
muy chiquititos.
ELISIO GALO: Pero si les traje lo que me pidieron. Alimento a base de crías de vacas en estado de
putrefacción ¿te animarías a comer un poco, Greco? No, no te animarías a comer veneno, pero se
los das a los demás.
EL GRECO: Tranquilo que les hace bien, es del bueno, ¿compraste del bueno?
EL GRECO: Yo ahora le voy a dar de comer, solo uno le puede dar de comer.
EL GRECO: ¿Sabes cómo te manducan? Mirá, para estar seguros hay que entrar con el traje, pero
por ahora eso lo hago yo.
EL GRECO comienza a vestirse con el traje que requiere de varios paso: dos campera gruesas,
botas, vendas, gorro, anteojos y guantes.
EL GRECO: Mirá lo que es esto, es como una coraza, no pueden hacerme nada.
ELISIO GALO: ¿Por qué peligroso? A mí no me hace nada (se acerca a acariciar al perro desde
afuera de la jaula) mirá cómo no me hacen nada Ebe.
ELISIO GALO: ¿Qué le hiciste para que te tengan miedo? Vos sos el peligroso. Ebe él es el peligroso.
EBE: Hay que tener cuidado porque el padre del perro le mordió feo al dueño y todavía no
sabemos cómo es este.
EL GRECO: Pero igual no pasa nada pibe, con cuidado no pasa nada.
ELISIO GALO: ¿Qué más le pasó al padre Greco? ¿Me contás qué le pasó al padre del perro? ¿Lo
mataste?
EL GRECO: Yo no lo conocía.
EL GRECO: ¿Qué le hacés ideas? Que no pasa nada te digo. Si le mordió fue porque lo tenían en un
cuartito. Así el cuartito era. Contale como era el cuartito Ebe. Y el muy forro del dueño lo ajustició.
EL GRECO: Tu madre tiene miedo, pero eso no se hereda, depende de cómo se lo cría.
EL GRECO: Ahora estamos en el proceso de reeducación, esté también estaba encerrado, por eso
quedó un poco que te chifla el moño, pero es joven, se lo puede reeducar. Pero ojo que esto sí:
solo uno le tiene que dar de comer para que lo reconozcan a ese, en este casi a mí, como el
dueño.
EL GRECO (que terminó de vestirse con el traje): La próxima vez tampoco. Uno solo les da, un solo
dueño. Llená el cacharrito que estoy.
EBE abre la bolsa de comida que trajo Elisio y llena un platito con comida.
EBE abre la puerta con mucho cuidado. La cierra rápido y Greco entra alimentar al perro.
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EBE: ¿Estás seguro así? (a ELISIO en susurro) Va a mudarse, para darles de comer y eso. Para que
salga bien, ¿te parece bien?
EL GRECO: ¿Me abrís? (al perro) Ey, ¿Qué venís acá? Andá a la comida.
Ladridos de perros.
ELISIO GALO se corre de la puerta y sale EL GRECO. Apenas está del otro lado, cierra la puerta.
ELISIO se ríe.
EL GRECO (casi sin aire): ¿Pero qué son? (se ahoga) ¿pelotudos son?
EL GRECO (a ELISIO): ¿Qué hacés? ¿Querés que me morfe? (sigue agitado): Hay que trabar bien y
un bozal. Hay que conseguir uno, por las dudas. Cerrá bien que sale, pibe cerrá bien.
ELISIO GALO se queda mirando la jaula que quedó abierta, el perro está frente a él. Lo acaricia.
ELISIO GALO: Es que no le gusta el veneno Greco, quieren comida de verdad, le gusta que le dé así
de la mano. Tranquilo, tranquilo. Vos también Greco, tranquilo cabezón.
EBE sale.
EL GRECO le da la mano a ELISIO GALO para que lo ayude a levantarse. ELISIO no se la da y sigue
acariciando al perro.
EL GRECO: Elisio Galo, y ¿cómo lo vas a llamar al perro? A la hembra con tu mamá le pusimos
Luna.
EL GRECO, logra ponerse en pie, busca la mirada de ELISIO, pero ELISIO sigue con su atención en el
perro y no lo mira.
EL GRECO: Digo, para empezar la reeducación, vos que sabés. Elisio ¿Qué te parece si le ponés un
nombre?
ESCENA 6
EL NOVIECITO en su departamento, habla por teléfono. JO acomoda ropa y objetos que saca de
unos bolsos, se mueve de acá para allá y de vez en cuando intenta darle un beso al EL NOVIECITO
que la esquiva.
EL NOVIECITO: Sh.
EL NOVIECITO: La plata tardó, pero llegó. Me parece que ahí cada uno escucha lo que quiere.
EL NOVIECITO: Sh.
JO (en voz baja): Le explico que los perros, que Mr Lu… que mamá.
EL NOVIECITO: ¿Sabés qué pelado? No, no te falto el respeto si te digo pelado. Bueno, esa es tu
opinión. ¿Cómo vas a sacar al fantasma? No, eso no puede verse en la post.
Entra EL PADRE.
EL PADRE: ¡Bu!
EL NOVIECITO: Es que no es algo que se explique, debería producir un shock experiencial. Ex-pe-
rien, sí, expe, experien, rien, cial. Esa es tu opinión.
EL NOVIECITO: No me importa perder la plata, no se trata todo de plata, claro cómo lo vas a
entender vos.
EL PADRE: Volvé Jo. Tenés que volver y ganar algo alguna vez en tu vida. Porque después te morís
y no podés ganar.
EL NOVIECITO: El final es con el chico. Más o menos 200 kilómetros por hora. Todo derecho, todo
derecho y choca porque la sangre le nubla la vista. No, sin el primer plano. Y el muchacho queda
sin las piernas, claro, sí. No, no puede ser de otra forma ¿Sabés qué?, ¿sabés qué?
EL PADRE: Tampoco podés perder, claro. Podés llegar al infierno o al cielo, pero te juro que eso a
esta altura ya no es importante porque estás completamente muerto.
EL NOVEICITO: No me importa.
EL PADRE: No le importa.
EL NOVIECITO: Quedate con la plata, te doy mi consentimiento. Sí, última palabra. Quedate con
ese guión antiarte, para babear y tragar pochoclo cancerígeno.
EL NOVIECITO: Esa no es mi película, no los puedo dejar que manoseen algo que tiene mi corazón.
EL PADRE: ¿Mi corazón dijo? ¿En serio dijo “mi corazón”? En realidad en parte sí es tu culpa Jo.
¿Vos escuchaste? Le diste mi plata a un tipo que dice “no puedo dejar que manoseen mi corazón”.
EL NOVIECITO: Perdón Jo, no me mires así Te juro que se me fue de las manos la situación, pero ya
va a salir otra cosa ¿Te dije que estás hermosa?
EL PADRE: Una copia fiel de tu madre, ella también está perdiendo al lado de un hombre, digamos,
sin gracia.
ELISIO GALO (le pide con la mano): Patita. Muy bien, ahí va, muy bien (a EL GRECO) Ahora probá
vos.
EBE: No le grites.
EL NOVIECITO: Tengo una idea sobre otra película. Un Hamlet de la modernidad. Jo, ¿qué te
parece?
EL GRECO (mientras ELISIO GALO detrás de él le hace el gesto al perro para que responda): Patita
¡Bien!, me hace caso.
EL NOVIECITO: Pero con bajo presupuesto esta vez. Jo, por favor, perdoname.
EL GRECO: No me digas.
EL GRECO: Patita.
EL PADRE: Lo más justo entonces sería que ella te devuelva el dinero que te enseñó a perder.
EL PADRE: Quizá así puedan empezar de vuelta y limpiarse el fracaso que tienen pegado.
36
JO: Si yo tanto me parezco a mamá,¿ Francisco? ¿Francisco se tiene que parecer a vos?
EBE (al perro): Patita (mira a ELISIO para corroborar que no haga trampa, ELISIO pone las manos
detrás de la espalda para demostrarlo): Patita.
EL GRECO se ríe.
ELISIO GALO (tose): Bueno, hice todo lo posible para enseñarles mis dotes de amaestrador.
EL PADRE: Si lo dejás solo va a seguir con el nombre que yo le puse. No sé si es tan fácil que no me
vea a mí cuando se ve al espejo.
EL PADRE: Y cuando la veas a tu madre le decís que todo lo que te pasó fue su culpa, que te
devuelva lo que es tuyo y que si no lo tiene, que lo saque, como te decía, del estómago. O del
páncreas. O del intestino del Greco que, confiá en mí, sé que ahí es donde lo tiene todo bien
guardado.
EL NOVIECITO: Fue una inversión, los dos perdimos. Jo, no te vayas así. Si este barco se hunde,
tenemos que estar juntos. Josefina, si te vas no volvés.
JO agarra la cámara.
EL PADRE festeja el insulto con un aplauso. EL NOVIECITO intenta agarrar la cámara de las manos
de Jo y no puede. Jo pone la cámara en uno de sus bolsos y la protege con el cuerpo.
JO: Tenés cara de pelotudo, pose de pelotudo, manos... las manos sobre todo, ¿sabías?
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JO: Para cuidar al mundo de tus películas pelotudas. Así que “manosean tu corazón” ¿Vos te
escuchaste? No tenés pasta de campeón. Solo esos brazos de pelotudo, esos dientes de pelotudo.
JO: Y cuando besás, dejás mucha baba, baba espesa. Nunca vi algo así
ESCENA 7
Entra JO y EL PADRE.
JO: Volví no para volver. Volví (mira a EL PADRE, duda) porque me tenés que devolver lo que perdí.
ELISIO GALO (a EL GRECO): Ahora le tengo que dar, ¿querés darle vos?
JO: Perdí tiempo. Y plata. Un montón de plata que nos dejó papá con esfuerzo y que vos estás
perdiendo también.
JO (a EBE): Y por tu culpa la perdí, vos me enseñaste eso. Vos que desperdiciaste todo con estos
perros.
JO: ¿A tu casa?
JO (a EBE): Y yo no puedo hacer más que seguir tus pasos, quiero empezar de nuevo, quiero ganar
algo, alguna vez.
EL PADRE (a ELISIO GALO): Tu hermana estaba ansiosa por verle los intestinos o el estómago al
noviecito de tu madre. O el páncreas, con el páncreas está bien me parece.
ELISIO GALO (a JO): El perro hace todo lo que yo le diga, ¿querés que te muestre?
EL GRECO: Mirá cómo tu hermano se encariñó, ¿no pensás que vos también podrías?
ELISIO GALO: A mí solo me hace caso. El padre de este perro mordió al dueño y por eso lo
mataron, porque tenían miedo que lo vuelva a hacer. Pero el dueño fue el que lo hizo violento. Y
yo lo estoy cambiando ¿entendés?
EBE (a EL GRECO): No puede volver así como así, yo le dije muy bien que esto no es un hotel.
ELISIO GALO: Lo tenía en un cuartito, era muy chico el cuartito ¿o no Greco?. En cambio a él lo
estamos, bueno lo estoy reeducando. Y es dócil, hace lo que le digo.
ELISIO GALO: Cualquier cosa que le enseñe. Puedo hacer que sea bueno con vos.
EL PADRE (a ELISIO GALO): O podés hace que sea malo con el Greco.
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JO: La única forma de saber qué hay adentro de la luna es haciéndola explotar, ¿no?
JO: Lo que querés hacer en realidad, lo que queremos hacer. ¿Por qué no le decís al Greco que
entre a la jaula?
ELISIO GALO (desde la jaula a Jo): No hace falta, Jo. Creo que ya no hace falta. Ya lo pudimos hacer.
EL PADRE (a ELISIO): ¿Y cómo te pensás escapar de mí entonces? ¿Del Big Splash? Elegí tu historia.
El suicidio se hereda Elisio, el asesinato se venga. Es mucho más linda esa historia.
ELISIO GALO (al perro): Tranquilo, tranquilo. (a JO) Lo podemos hacer competir, es ganador.
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JO: (a EL PADRE): ¿Es hora de que gane algo, no? Te vas a tener que ir para que pueda ser
campeona parece.
ELISIO GALO sale con el perro y detrás de él lo siguen JO, y EL GRECO. EBE se queda con EL PADRE.
Ladridos de perros. ELISIO GALO grita y entra corriendo tapándose la cara que está cubierta en
sangre.
ELISIO GALO: No pude hacer nada. Directo con los colmillos. A mí me quería morder nada, más. A
mí.
Entra JO y EL GRECO.
EL GRECO: Lo até en la entrada, ahora está tranquilo, pero se le fue a los humos la bestia.
ELISIO GALO: Mirá lo que me hizo, yo pensé que... Mirá lo que me hizo.
EL PADRE le da las llaves de la moto a ELISIO GALO y luego ELISIO GALO sale.
EBE: ¿A dónde vas? No podés salir así, te lastimó, no podés salir así.
EL PADRE: Nadie que conduzca a 200 kilómetros por hora puede decir que tuvo un accidente. Si
vas en moto por la ruta podés ir pasando a los autos, no importa que esté congestionada, la moto
te pasa como la vida. Fue todo derecho, todo derecho y chocó porque la sangre le nubló la vista.
Sí, la sangre puede nublar la vista, tengan en cuenta eso al salir a la ruta. Francisco tenía una sola
mano al volante, con la otra intentaba mantener pegada la piel a la carne y escapar de un fatal
designio. Pero no pudo, claro, no se puede vencer a la sangre, nos lleva como la corriente. No me
culpen, por favor, no lo elegí. Es que nos explicamos cuando nos repetimos. Mi hijo se chocó
contra un camión con la cara abierta por la mordida de su perro, intentaba escaparse de mí. El
Mastín Tibetano también lo intentó. Inició la reeducación, casi tuvo una familia nueva en la que
podía ser bueno.
EL PADRE: Pero no. Él también repitió la historia de su padre. Pero las repeticiones no son eternas,
quédense tranquilos. Mi fantasma ya desaparece en el de mi hijo.