Un Perro Tibetano Rojo de María Victoria Taborelli

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UN PERRO TIBETANO ROJO

de María Victoria Taborelli


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ESCENA 1

En el comedor, EL PADRE toma una sopa bien caliente que acompaña con un vaso de vino, un
pedazo de pan y un pucho. Está vestido con retazos de ropa sucia, bolsas de residuos en los pies y
está muy despeinado. Tiene el aspecto de alguien que vive en la calle hace tiempo sin acceso a la
limpieza. Frente a él está JO que tiene puesta ropa para dormir y el pelo revuelto.

JO: Anoche soñé que te mataba, te pido disculpas por eso. Bueno, vos ya te mataste así que no
podría volver a hacerlo yo, pero igual, no está bien pensar eso. Había mucha baba, baba de perro y
después perros. En el medio vos, vos pero vivo. Y te subías y los manejabas como si fueran motos.
Y estabas decidido a ¿comerme por los pies? Y ya lo habías hecho con Fran que estaba medio
muerto entonces y tenía papeles de geografía sobre la formación de la luna ¿Te acordás que
estudiaba, pero no podía aprobarla? Entonces tenía que matarte y con solo decidirlo bastó para
que... No quiero tener nada que ver con las cosas que sueño, mirá si alguien alguna vez se da
cuenta.

El padre se atraganta con la sopa.

JO: ¿Sopa con este calor tomás?

EL PADRE: El calor me hace más miserable.

JO: Si te pudiera imaginar campeón… me haría bien, me gustaría tener pasta de campeona.

EL PADRE: Si te resulta imposible fue porque te pusimos nombre de escupitajo. J…O… Debería
pedirte disculpas yo. (Escupe en una servilleta). Debería hacerlo, claro que debería.

JO: Tenés un olor a podrido.

EL PADRE: Cada día es peor, ya los gusanos no me comen a mí, sino a otros gusanos muertos que
hacen de mi cuerpo.

JO: Me das arcadas (Escupe en una servilleta). Creo que ya estuve muchas horas despierta, chau.

EL PADRE: Pero si lo hiciste muy bien, salir en una competencia de gimnasia artística número 23 de
22 es tan distinto a un triunfo que en algo se le parece.

JO: Basta con eso.

EL PADRE: Sabés perder cuando todos ya se fueron.

JO: Basta.

EL PADRE: Hay que despertarse de la siesta JO.


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JO: Me despierto mareada.

EL PADRE: Y llaman a la número 5,

JO: ¿En serio me vas a venir con eso?

El PADRE: a la número 4, a la número 3, la 2 y luego a la campeona. No sos vos, se olvidaron de tu


nombre, como si no hubieras competido nunca ¿Te acordás?

JO: Nunca.

EL PADRE: Manejas con perfecta delicadeza el arte de la frustración.

JO: Se me pega tu…, caldo y transpiración.

EL PADRE: Es hora de que ganes algo.

JO: Estoy en eso, me voy a Nueva York a filmar una película.

EL PADRE se ríe.

JO: Bueno, él va estar con la película.

EL PADRE se ríe y se atraganta.

JO: Y yo voy a estar con él, parece que me necesita.

EL PADRE: Eso no es exactamente lo que se entiende por ganar.

JO: Por algo se empieza.

EL PADRE (se tienta de nuevo): Más bien él estaría, digamos que, aprovechándose de tu letárgica
inocencia.

JO: Me va devolver todo, cuando le vaya bien. Y es demasiado probable que le vaya bien.

EL PADRE: ¿Cuánto es lo que te pidió?

JO: No es tu problema.

EL PADRE: ¡Oh! Cómo que no, si hubiese sabido que en eso iba a recaer mi fatal sacrificio.

JO: Yo no te pedí nada o, por lo menos, no te pedí que te mates para dejarme plata.

EL PADRE: Yo sí te pido, y además te advierto.

JO: Por favor, ¿mañana podés seguir muerto y no hablarme?

EL PADRE: Primero la advertencia: le das asco. Debe percibir este olor a podredumbre que
desprendo y se te está pegando.
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JO (con asco): No te me acerques tanto.

EL PADRE: Absoluta repugnancia le causás.

JO: ¿Y realmente pensás que es mi culpa? Debe haber algo en los genes, genes de triunfo, genes
despreciables, genes de suicidas. Los que me dejaste no compiten.

EL PADRE: Claro que no

JO: Me das tanta lástima.

EL PADRE: Totalmente de acuerdo, pero podrías desviar mi destino. Solamente tendrías que
despertarte y transformar el estado de cosas. Producir un cambio. Generar un movimiento.
Accionar, ¿comprendes?

JO: No.

EL PADRE: Es tu oportunidad de lograr algo relevante, casi estoico.

JO: No.

EL PADRE: Salvar a tu hermano.

JO (sin levantar la cabeza): ¿Salvarlo de qué?

EL PADRE: De mí.

Luego de un largo ruido de llaves, entra EBE, está arreglada y un poco borracha. JO se sobresalta,
se para buscando algo para hacer que justifique estar sentada en medio del comedor a esas horas.
EL PADRE se prende un cigarrillo y arrastrando las piernas ordena su plato, su vaso, junta las
miguitas de pan, se las come y eructa. Entra un poco de luz.

EBE: ¿Por qué dormís sobre la mesa?

JO: ¿Realmente te interesa mi respuesta?

EBE: No respondas con preguntas. ¿Qué es ese olor?

JO (levantándose de la mesa): Anduviste de fiesta.

EBE se saca los zapatos, trastabilla. Luego se sirve un vaso de agua de la canilla.

EBE: Paseamos, jugamos al bingo y, no sabés, El Greco sabe ganar.

JO: Hasta mañana.

EBE: ¿A qué hora te levantás?

JO: Tardísimo.
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EBE: No podés dormir todo el día. Te necesito tempranito, a la noche viene alguien.

JO: ¿Quién?

EBE: Alguien.

JO: ¿Quién?

EBE: Alguien.

JO: ¿Quién?

EBE: El Greco.

JO: Mi novio es el que viene.

EBE: Que venga.

JO: ¿Con el Greco? ¿El mismo día? Qué pelado impresentable.

EBE: Qué injusta sos, ¿no me ves bien?, ¿no ves que ahora con él estoy bien?

JO: Te veo siempre igual.

EBE: Jo, nunca te pido nada.

JO: Eso no es verdad ¿Se queda a dormir de vuelta?

EBE: ¿Algún problema? Sabés, esta vez sí te pido y además te advierto.

JO: Hasta mañana.

EBE: Te advierto que si mañana no estás como corresponde…

JO se va.

EBE (grita): Te pido que escuches al Greco, viene con buenas intenciones. Te tiene que entrar en la
cabeza, es hora de que ganemos algo.

ESCENA 2

ELISIO GALO y EL PADRE están en un pequeño cuarto en el que hay un escritorio lleno de libros y
papeles desordenados. EL PADRE está vestido prolijamente, lleva anteojos y fuma un habano,
haciendo circulitos con el humo.

ELISIO GALO (lee): Un millón de personas se quita la vida en el mundo por año ¿Sabías que tu
conducta fue típicamente femenina? El noventa por ciento de las mujeres que decide matarse se
mete veneno, puede ser cianuro como vos hiciste o pastillas. Apretar el gatillo, en cambio, parece
que es de hombre.
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EL PADRE: Las estadísticas pueden esconder las verdaderas razones detrás del cianuro.

ELISIO GALO: Me permitieron entender que el suicidio se encuentra entre las tres primeras causas
mundiales de muerte en personas de 15 a 44 años (deja de leer). Entre las tres primeras causas de
muerte.

EL PADRE: Los números pueden ser ciertos, pero no por eso dicen la verdad.

ELISIO GALO: Y eso sin considerar las conductas para suicidas.

EL PADRE: No creo que eso siquiera sea una categoría real.

ELISIO GALO: Tenés las muertes ocasionadas por exceso de velocidad por ejemplo.

EL PADRE: Esos son accidentes.

ELISIO GALO: Nadie que conduzca a 200 kilómetros por hora puede decir que tuvo un accidente,
son micro suicidios, no. Son pseudo suicidios, no. Son para suicidios, para suiciditos.

EL PADRE: Son ganas de correr rápido, de aire. Deberías probarlo.

ELISIO GALO detiene su discurso y su maquinaria de pensamientos por unos instantes.

EL PADRE: Te daría aire, necesitás despejar la mente.

ELISIO GALO: Pero si llegué, por fin, al foco. (Lee) Las tasas más altas ocurren durante las crisis
económicas.

EL PADRE: No está ahí lo que buscás.

ELISIO GALO: Acá está: (lee) entre el 2000 y el 2003, escuchá porque vas a ver que sos un caso de
manual, de manual. Los casos se multiplicaron porque la pérdida del trabajo es, en la población
masculina, las mujeres no ¿ves?, el mayor factor de riesgo para cometer suicidio.

Entran JO y EL NOVIECITO que refunfuña.

EL NOVIECITO: No puedo sentarme a la mesa así, tengo el pantalón salpicado con barro de la calle.

JO (mientras intenta sacarle el barro frotándole el pantalón con una servilleta): No comemos si no
querés.

EL NOVIECITO: No lo digas tan fuerte que tampoco quiero ofender. ¿Cómo no me avisás que se
armaba la gran cena familiar?

JO: Si te decía, ni venías .

EL NOVIECITO: ¿Qué?

JO: Nada.
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EL NOVIECITO: Ah, bueno ¿esto es como una trampa?

JO: No, perdón. No es una gran cena. Es que mamá invitó a El Greco y así parece que somos
muchos más de los que somos.

EL NOVIECITO: ¿Sabés que me asfixia esto? No puedo presentarme así.

JO: Vamos al baño.

EL NOVIECITO: No, no quiero que me vean así.

JO: Si querés no vamos y traigo la comida acá cuando terminen ¿Querés? Nos quedamos acá.

EBE (grita desde el comedor): Todos a comer, ¡ya!

JO: O mejor vamos, son veinte minutos. A El Greco ni le respondas si querés, es un impresentable.

EL NOVIECITO se percata de que ahí está ELISIO GALO y le da la mano para saludarlo. ELISIO GALO
no responde y lo mira fijo. Luego continúa su conversación con EL PADRE.

ELISIO GALO (a EL PADRE): Esto quiere decir que no tuviste la culpa, sino que te infectaste, como
tantos otros.

EL NOVIECITO: Hola, ¿todo bien?

ELISIO GALO mira a JO.

JO: Dejalo, hacé como si no estuviera.

EL NOVIECITO (irónico): Hago como si todos fueran fantasmas.

ELISIO GALO (a EL PADRE): es como si te hubieras contagiado de una epidemia.

JO: Si mamá te conoce va a ser más fácil todo.

EL NOVIECITO: Ella no tiene por qué estar de acuerdo.

JO: Ya sé, pero así va a ser más fácil todo.

EL PADRE (a ELISIO GALO): Así no puedo, callalos un poco.

JO: No quiero que pases un mal momento.

EL PADRE se sirve un trago y fuma nervioso.

EL PADRE: Sh, se callan.

ELISIO GALO (a JO y EL NOVIECITO): Sh.

JO y el NOVIECITO se alejan un poco de ELISIO GALO y hablan susurrando.


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JO: No quiero que pases un mal momento. (A ELISIO GALO) ¿Qué, fumás ahora?

ELISIO GALO le quita un habano a EL PADRE, lo prende, fuma de la misma manera que lo hace él y
tose.

EL NOVIECITO: ¿No le podés pedir un pantalón?

JO: No sé, no creo que nos preste.

EL PADRE (a ELISIO GALO): Te estás desviando, pensé que te ibas a dar cuenta solo, pero no.

ELISIO GALO: Elisio Galo me llamo.

EL NOVIECITO (a JO): No se llamaba...

JO niega con la cabeza.

EL PADRE: Así que Elisio Galo sos.

JO (A EL NOVIECITO, susurrando, mientras le vuelve a frotar el pantalón con una servilleta): No se


nota tanto, ya se lo saqué casi todo, vamos.

EL NOVIECITO: ¿Es joda? ¿No se nota?

JO: Igual estás bien así, no se va a ver porque vas a estar sentado ¿Trajiste algo?

EL NOVIECITO: ¿Encima tenía que traer algo?

ELISIO GALO revuelve los papeles hasta encontrar uno en particular.

ELISIO GALO (lee a EL PADRE): Para que entiendas. Los hijos de padres suicidas poseen un 50 por
ciento más de posibilidades de morir a causa del suicidio.

JO: Como para que quedemos bien. Un vino, helado...

EL PADRE (mientras intenta sacarle a ELISIO, sin lograrlo, el papel que está leyendo): No es eso lo
que tenés que leer.

EL PADRE busca en el montón otro libro.

EL NOVIECITO: No voy a quedar bien con todo el pantalón salpicado de barro

JO: Está todo bien ¿Estás enojado conmigo? Está todo bien.

EL NOVIECITO: Es que sos egoísta.

JO: Bueno, lo intento (a ELISIO GALO) Fran…

ELISIO GALO no responde y sigue leyendo.


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JO (a ELISIO GALO): ¿Te puedo pedir algo?

ELISIO GALO (Sin levantar la viste de los papeles): Eh, no.

JO: Necesito que le prestes un pantalón.

ELISIO GALO (a EL PADRE): Los padres lo transmiten, los hijos lo heredamos, por eso me llamo
Elisio Galo.

JO: Fran dale prestale un pantalón, uno cualquiera, lo busco yo si querés.

EL NOVIECITO (a JO): Que dé así como para cenar.

JO: Me podés responder, parecés un muerto.

EBE (a lo lejos, gritando): ¡Bajen!

JO: Perdón. (a ELISIO GALO) No te estoy pidiendo tanto, un pantalón que no uses para que se
siente a comer porque está incómodo así.

ELISIO GALO: Ves, acá lo dice claro: (lee) siete de cada diez hijos de padres suicidas se matan y solo
tres de diez logran escapar.

JO: Te lo estoy pidiendo bien, qué te molesta.

EL NOVIECITO: Ya me asfixio, que estas reuniones no se te hagan una costumbre.

PADRE: Te estás equivocando.

ELISIO GALO: Solo tres. Por eso me cambié el nombre para diferenciarme y evitar heredar tu
muerte.

EL PADRE: Un nombre no hace el destino.

JO: Decime en qué cajón lo tenés y voy.

EL NOVIECITO: Le hablo yo mejor. Fran, qué tal yo soy...

EBE (a lo lejos, gritando): Bajen una banqueta más.

JO: No hay caso.

EL NOVIECITO: ¿O cómo era que dijiste que te llamabas? ¿Cómo era JO? Elio, un gusto.

ELISIO GALO (a EL PADRE): Ellos no saben, me llaman como antes, insisten.

EL PADRE (a ELISIO GALO): Vos me hablaste de la crisis.


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EL NOVIECITO (a ELISIO GALO): Elio, de verdad, no nos conocemos, pero un gesto viste. Te lo
devuelvo cuando terminamos.

JO: No, no es Elio.

EL NOVIECITO: ¿Y cómo es?

ELISIO GALO (a EL PADRE): Claro, acá el 2001 marcó un quiebre en la tendencia de la suicidalidad.

EL PADRE: Está bien, no hablo de eso.

ELISIO GALO (a EL PADRE): Tu muerte lo ilustra claramente.

JO: ¿No podés hacerme un favor una vez? Nada más que una vez.

EL PADRE: Lo que quiero decirte es otra cosa.

EL NOVIECITO: No mientas. (a ELISIO GALO): Te explico porque cuando venía para acá un auto
pasó rápido...

ELISIO GALO (a EL PADRE): Muestra el declive de las clases medias desolada, como vos, ante la
pérdida del capital que los formaba identitariamente.

EL NOVIECITO (a ELISIO GALO): y me salpicó todo de barro. No un poquito...

EL PADRE: No, Elisio, no.

EL PADRE y EL NOVIECITO (a ELISIO GALO): Fue un Gran Splash

EL NOVIECITO: Mirá como quedé.

EL PADRE: Yo no me maté Elisio.

ELISIO GALO, por fin, se calla. EL PADRE encuentra el libro y se lo da a ELISIO GALO. ELISIO GALO se
para preocupado, revisa el libro y le responde a EL NOVIECITO sin mirarlo a los ojos.

ELISIO GALO (a El NOVIECITO con la mirada perdida y el tono nervioso): No , no tengo otro.

JO (tirando de la mano del noviecito): Dale, vamos. (a ELISIO GALO) A vos también te está
llamando mamá, ¿tampoco la escuchás?

EL NOVIECITO: Está bien.

JO y EL NOVIECITO salen.

EL PADRE: Se trató de una crisis, claro. De un cambio, de una ruptura. Como la del estruendoso Big
Splash, la gran salpicadura.

ELISIO GALO (repite): La gran salpicadura.


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EL PADRE: Recordás que la luna tiene en su centro partes del planeta que la formó.

ELISIO GALO (Repite como si lo supiera de memoria, con la mirada perdida): La luna se formó
como producto de un gran choque entre la Tierra y otro planeta que entró en una órbita caótica.

EL PADRE: Adentro de la luna hay rastros de ese planeta extraño del que hoy no se sabe nada.

ELISIO GALO: Eso no, no lo sabía.

EL PADRE: Leé ahí, abajo del subrayado.

ELISIO GALO (lee): El impacto implica la creación de un nuevo astro, pero además

EL PADRE y ELISIO GALO (a la vez): La destrucción de uno de los cuerpos.

EL PADRE: Y entonces, ahora, anotá. Yo decidí entrar en estado de putrefacción el mismo año que
El Greco, entró por primera vez a nuestra casa.

ELISIO GALO: El Greco, un impresentable.

EL PADRE: Él, creó su pequeño planeta, le empezó a ir más o menos bien, bastante bien. Su éxito
comenzó el mismo día en que yo aparecí muerto, digamos que entró en una órbita caótica y chocó
conmigo. Una trágica coalición cósmica.

ELISIO GALO se queda callado, no comprende

EBE (con un grito que se escucha más cerca): ¡Podés bajar la reputa madre que te re mil parió!

EL PADRE: ¿Qué dice ahí abajo? Leé.

ELISIO GALO no responde.

EL PADRE: Dice que la única forma de verificar de qué está hecha la luna es haciéndola explotar
desde un dispositivo en su interior.

JO (grita desde abajo): ¡Y no te olvides la banqueta!

EL PADRE: De eso se trata exactamente.

ELISIO GALO: ¿De qué?

EL PADRE: De ubicarse en el centro y hacerlo volar en mil pedazos para sacar a la luz toda la
mierda que tiene adentro.

ESCENA 3

En el comedor están JO, EL GRECO y EL NOVIECITO listos para empezar comer. En la mesa, una
gran fuente de fideos.
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EL GRECO: Yo nunca me voy a olvidar lo que me dijo mi tío: “si vos querés saber cómo le va a un
tipo mirale el auto”. Y yo a este le miré el auto. Un auto choto, chotísimo, pero…

EL NOVIECITO: Qué es que te vaya bien, que te vaya mal, quién lo mide eso. Son parámetros de
éxito que te imponen, ¿cómo medirías, por el ejemplo, el éxito de una obra de arte?

EL GRECO: Según cuántas te compran.

EL NOVIECITO (se ríe): Así quedarían fuera de la historia del arte grandes manifestaciones
artísticas que no supieron ser apreciadas por la falta de sensibilidad del mercado.

EL GRECO: Tenés labia vos.

Entra EBE muy molesta.

EL NOVIECITO: Es bueno que gente como vos reflexione sobre estos temas.

EL GRECO: Los temas filosóficos no son para mí. Yo trabajo. Desde los 15 años trabajo.

EL NOVIECITO: Me imagino, cargás con todo ese folclore de que el trabajo dignifica, y si es sufrido
mucho mejor. Yo creo que ya lo podemos superar.

EBE: ¿Y qué pensás hacer para, por ejemplo, comer…?

EL GRECO: Si lo veo hablando así en la tele, lo voto a este. Tiene buena labia el candidato.

EBE: ¿… para comprarte ropa, viajar?

JO: ¿Vos cuánto trabajaste en tu vida?, ¿seis meses habrán sido? (a EL NOVIECITO susurrando) Y
después, todos regalos de un muerto.

EBE: ¿Qué dijiste? Explicame un poquito cómo es, a ver.

JO: No dije nada.

EBE: Sí dijiste.

JO: No te dije nada a vos.

EBE: Te escuchamos todos, ¿escuchaste Greco?

EL GRECO: No me di cuenta.

EBE: Así que no te diste cuenta.

JO: Escuchás lo que te conviene, ma.

EBE: Escucho lo que decís y no quiero escucharte más ahora.


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JO: Bueno.

EBE (con tono exageradamente cálido, mira a EL GRECO): Nosotros les queremos contar algo muy
lindo que los va a poner muy contentos a todos. (Al noviecito) ¿Te sirvo algo fresco? (Gritando)
¡Bajá Francisco que no te lo digo una vez más!

Silencio incómodo. Entra ELISIO GALO y EL PADRE. ELISIO GALO se dirige a su silla, pero está
ocupada por EL GRECO. EL PADRE se ubica en un rincón para observarlos a todos y fuma.

ELISIO GALO: Este es mi asiento, ¿mamá le explicaste?

EBE: No trajiste la banqueta.

ELISIO GALO: Este es mi asiento, no tengo que buscar una banqueta.

JO sale.

ELISIO GALO: No tengo que buscar una banqueta si este es mi asiento. Si alguien más viene, ese
tiene que sentarse en la banqueta ¿No le explicaste? Si no te explicó, no te culpo, porque sé que
no se acostumbra en todas las casas.

EBE: Está bien Fran.

ELISIO GALO: Pero si ya te explicó me parece una falta de respeto ¿Te explicó?

EL GRECO: No sé de qué me estás hablando.

ELISIO GALO: Se trata de una distribución que nadie sabe por qué, ni exactamente cuándo, se les
asignó a cada uno de los miembros de la familia una vez y para siempre.

EBE: Está bien hijo.

ELISIO GALO: Entiendo que no lo sepas si nadie te lo advirtió, porque no pasa en todas las casas,
incluso a la noche nosotros no le damos importancia.

EL GRECO (levantándose para cederle el asiento): Pero no hay ningún problema.

Llega JO con un banquito

EBE: Greco te quedás donde estabas.

EL GRECO atina a sentarse en el banquito que trae JO que es mucho más bajo que el resto de las
sillas por lo que la mesa le queda desproporcionalmente alta.

EBE: Te quedás ahí.

EL NOVIECITO: Yo me siento si quieren.

Nadie dice nada pero EL NOVIECITO no se para.


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EL GRECO (sentándose en el banquito): Estoy muy bien acá, yo no tengo problema.

EBE: Entonces ya podes hablar. Escuchás Jo por favor.

JO: Bueno, increíble.

EBE: Escuchá Josefina

JO (sin mirarla): ¿Qué estoy haciendo?

EL GRECO: El tema es así, hace rato que vengo pensando un negocio importante.

EBE: Y nos dimos cuenta que estamos en la misma órbita.

ELISIO GALO: Es un buscador de órbitas, busca el choque.

EBE: Yo también tenía ganas de empezar con algo.

EL GRECO: Y hace poco conocí a un tipo que cría perros. Unos perros chinos, shit tu, algo así.

JO: Shih tzu se dice.

EL GRECO: Como dice la nena, cría perros chinos, con el pelito largo, un olor… le cagan todo.

EBE: Esos perritos chinos cagan, pero los tibetanos… contales.

JO (al NOVIECITO): Todos los perros hacen caca.

EBE: Podés hablar para todos.

JO: No era que no querías escucharme.

EBE: ¿La cortás acá?

ELSIO GALO: Coincido con JO, no existen perros que, estando sanos, no defequen regularmente.

EL GRECO: Yo me quedé pensando después de visitar a mi amigo. Porque, si bien tenían ese olor y
él un auto mediocre, se hacía su guita. Y eso que era médico, le dejaba mejor guita vender perros
que curar humanos.

JO: Me da impresión que los críen como si fuesen cosas, (a EL NOVIECITO) ¿no?

EL NOVIECITO: Es trágico, pero ya cambiarán las conciencias.

EL GRECO: ¿Pero qué te crees? Los vamos a cuidar, como a reyes los vamos a cuidar. Este tipo
empezó de un día para el otro. El primo es el que andaba con el negocio, pero se mató, andaba
con la moto…andaba rápido, y bueno, tuvo un accidente contra un camión.

ELISIO GALO: ¿Cómo sabés que fue un accidente?


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EL GRECO: Y no sé, esas cosas…

ELISIO GALO: ¿ Vos dónde estabas?

EBE: Está bien Fran.

EL PADRE: Elisio Galo.

ELISIO GALO: Me gustaría que me llamen Elisio Galo.

EBE: Esa no es una decisión que vos puedas tomar.

EL GRECO: Eliseo fue un gran amigo mío.

EBE: No tiene nada que ver.

EL NOVIECITO: Me parece que dice que es Elisio con i.

ELISIO GALO: Sí con i. No me respondiste, ¿vos dónde estabas?

EL GRECO: No sé

ELISIO GALO mira a EL PADRE.

EL PADRE: Mirá, no sabe.

EBE: No es importante eso ahora.

ELISIO GALO: No, yo solo pregunto. No sabés dónde estabas, no sabés.

EBE: La moto es peligrosa, por eso la de su padre está guardada acá y no se toca.

ELIGIO GALO: Si la arreglo deja de ser peligrosa.

EBE: Ni se te ocurra.

ELISO GALO: Me gustaría que me de aire en la cara, para despejar la mente.

EBE: Ni se te ocurra. Greco…

EL GRECO: Entonces la cosa es así, el tipo tiene dos hembras y un macho. Por vez tiene 5
cachorritos que vende a dos lucas cada una. Sacale lo que le sale el veterinario, la comida… es un
negocito. Y estuve largo rato dando vueltas.

ELISIO GALO: Fuera de la órbita.

EBE: ¿Podés escuchar? Andá directo a los perros Tibetanos que no retienen la concentración.

ELISIO GALO (a EL GRECO): Me distrae la transpiración de tu pelada.


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EBE: ¡Francisco!

EL GRECO se limpia la transpiración con una servilleta.

ELISIO GALO: Me salpica. Es chiste, es chiste, es chiste.

EL NOVIECITO se levanta y si dirige a la heladera

EBE: ¿Qué buscás?

ELISIO GALO: ¿Qué querés?

NOVIECITO: Agua mineral fría, me sirvieron de la canilla.

ELISIO GALO se ríe.

EBE (a JO): No sabíamos que tenía pretensiones.

JO: Dejen que se sirva lo que quiera, servite tranquilo. Pero no hay agua mineral, te voy a comprar.

EL NOVIECITO: No, está bien, si no te hace nada la tomo.

ELISIO GALO: Quizá te dé convulsiones, perpetuas, infinitas.

EBE (a EL GRECO): Podés seguir explicando.

JO: Un segundo, ¿hay sopa?

EBE (sin mirarla): No.

JO: Bueno, perdón.

EBE: Prestá atención.

EL GRECO: Entonces…

EL NOVIECITO (lo interrumpe): ¿Sopa? Con este calor… a mí el calor me hace miserable.

ELISIO GALO: El caldo se condimenta con tu transpiración

JO: Qué asco.

EBE: ¿Podemos seguir?

EL GRECO: El tema es que hay un chino que se compró un perro tibetano.

EL NOVIECITO: En china se toma agua caliente siempre antes de las comidas, aunque sea verano.
Disculpá seguí.

EBE: Perros TI-BE-TA-NOS, son muy especiales.


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EL NOVIECITO: No sé si era en china o en Japón.

JO: Es en Japón.

EL GRECO: Son como leones y el tipo pagó un millón y medio de dólares. Así te lo digo. Es cuestión
de sangre, es el perro más puro de estos mastines…

JO: Va, creo que en Japón.

EL NOVIECITO: Sí, sí. Es en Japón.

EBE: Por favor Josefina.

EL GRECO: Escuchen porque no podemos dejarlo pasar.

EBE: Se llaman mastines tibetanos rojos. Eran los perros de Buda.

EL GRECO: A este no se le cruzó ninguno callejero en toda su historia familiar. Es el más puro de su
raza. Eso se ve en la postura y en los dientes me dijo mi primo que sabe de eso. (a ELISIO GALO) No
es joda pibe.

EL NOVIECITO: Eso es: fascismo ecológico.

JO: Lo sensibilizan mucho los animales, pero respeta al resto.

EBE: No son relevante en este momento los pensamientos filosóficos de tu novio.

ELISIO GALO: De tu noviecito.

JO: ¿Y del tuyo sí?

EL NOVIECITO: Ningún drama, si en algo creo es en la pluralidad.

EBE: El empresario que compró el perro lo pagó por su pureza. Se llama Mr Lu el tipo y al perro le
puso “Big Splash”.

EL padre se ríe, luego tose.

ELISIO GALO: Gran salpicadura.

EL GRECO: El tema chicos, y a esto apuntamos, es que yo tengo un contacto (tose, se atraganta)

EBE: ¿Estás bien? ¡Agua! (a EL NOVIECITO) Golpeale la espalda.

EL NOVIECITO, muy incómodo, lo golpea suavemente.

EBE: ¡Más arriba!

ELISIO GALO ahora le da unos golpes muy fuertes en la espalda.


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EL GRECO: Está bien, está bien.

EBE: ¡Despacio!

EL GRECO (toma agua): Estoy bien. Les decía que (tose un poco más) puedo conseguir un primito.

EBE: Un primo de Big Splash, para traerlo acá, a Buenos Aires.

ELISIO GALO (a EL PADRE): Otro gran choque.

EL GRECO: Con ochenta mil pesos tenemos al linaje de “Gran Salpicadura”. Y en un par de meses,
somos los mayores distribuidores de perros tibetanos rojos en Argentina.

EBE: Y si hacemos las cosas bien, también en América.

JO: Entonces todo esto porque nos quieren pedir nuestra plata.

EBE: Vos lo dijiste, es el regalo de un muerto.

EL PADRE: De un muerto vivo.

JO: De un muerto mío, que no me dejó un puto recuerdo grato, solo plata. Y la voy usar yo, y bien.

ELISIO GALO: Se la quiere dar al noviecito para que haga una peli.

EBE: ¿A este pibe?

EL NOVIECITO: Ey, ey, ey, deberían ser menos egoístas me parece, es mi primer largometraje.

JO: Nos vamos.

JO se levanta y EL NOVIECITO la sigue, susurrándole al oído.

EL GRECO (se levanta también): ¿A dónde te vas?

EL NOVIECITO (levanta su sombrero): Muchas gracias por todo.

EL GRECO: Ebe, por favor. Pibe, sentate por ahí.

EBE: Si te levantás no volvés por esa puerta. (A ELISIO GALO) ¿No le decís nada?

ELISIO GALO (continúa comiendo como si no pasara nada): Es hora de que te levantes de la siesta.

EL GRECO: Nena, escuchá a tu mamá.

ELISIO GALO (a EL NOVIECITO): Yo te aviso que no tiene pasta de campeona.

JO: Callate

ELISIO GALO: Sale número 23 de 22.


19

EL NOVIECITO: Está bien, nos vamos.

JO: Sí... (mira a EL PADRE, duda) nos vamos.

EL PADRE (a JO): No me parece, ¿tan solos nos vas a dejar?

EL NOVIECITO: Dale Jo, no estoy sintiéndome cómodo.

EBE: Jo, ¿podemos hablar más tranquilas?

EL GRECO: Los hombres nos retiramos si quieren para que estén cómodas

JO (mirando a EL PADRE): No se puede así mamá, no se puede.

JO y EL NOVIECITO salen.

ELISIO GALO: Ella siempre pierde cuando todos ya se fueron.

EBE: No volvés eh, si te vas no volvés, esto no es un hotel y así no te podés ir.

EL GRECO: No podés dejar que te traten de esa forma.

EBE se agarra la cabeza.

EL GRECO: Ves, este no. Francisco, vos sos distinto. Disculpá, Eliseo, Elisio Galo, ¿no?

EL PADRE: Alerta, te estás acercando a la órbita caótica.

EL GRECO: Vos estudiás, tenés cabeza y pensás distinto, se nota.

EL PADRE: Bla, bla, bla.

EBE: ¿Qué pensás? ¿Te gusta?

EL PADRE asiente.

ELISIO GALO: Sí. Absolutamente.

EL GRECO y EBE se miran extrañados.

ELISIO GALO: Quiero saber todo, contame, contame más.

EBE: ¿En serio me decís?

EL GRECO Bueno, en principio necesitamos la plata para empezar y después es fácil, tenemos
que…

ELISIO GALO (exageradamente contento): Excelente, estoy adentro, en el centro, perfectamente .

EBE: ¿Estás seguro?


20

EL GRECO: Claro que está seguro, te digo que tiene cabeza.

ELISIO: Estoy ubicado.

EL GRECO: Yo sabía que vos no eras gil.

EBE: Es importante que estés seguro.

ELISIO GALO: Estoy seguro y listo para el BUM.

EBE: ¿De qué hablás?

EL GRECO: El bum, del éxito, el bum que nos espera. Tu mamá no lo puede creer ¿Brindamos?

EL GRECO: Por el BUM.

ELISIO GALO: Por el BUM

ELISIO GALO, EBE Y EL GRECO brindan con sus copas en alto. Luego EL PADRE alza una copa y bebe.

ESCENA 4

En el mismo comedor EBE levanta la mesa mientras EL PADRE la abraza por la cintura. Está vestido
de traje y peinado con gomina.

EBE: Si estuvieras acá sería más sencillo, ellos te escuchaban.

EL PADRE: Me escuchan.

EBE: En esta casa cada uno escucha lo que le conviene.

EL PADRE (exagerado): Estoy muerto y te amo.

EBE se ríe

EL PADRE: Estás muy nerviosa.

EBE: Francisco tiene mirada de loco y de vuelta está hablando del (no se anima) suicidio ¿Mira si él
también? Te admiraba.

EL PADRE: ¿Querés que le cuente cuentos como cuando era chico? De héroes épicos, de
venganzas sangrientas.

EBE: ¿Para qué?

EL PADRE: Para que se divierta un rato y tenga algo honorable que hacer.

EBE: No digas pavadas.

EL PADRE: Estás muy hermosa. Acordate, si el barco se hunde, nos hundimos los dos.
21

EBE: Es que tiene la mirada perdida, parecida a la tuya antes de ... No entiendo por qué aceptó.

EL PADRE: ¿No era lo que buscabas?

EBE: Sí, pero... Tengo una sensación.

EL PADRE: ¿Dónde?

EBE: Acá.

EL PADRE: ¿Ahí?

EL PADRE la abraza, pero EBE lo rechaza.

EL PADRE: Ebe

EBE: Yo pensaba que con Jo iba a ser más fácil.

EL PADRE: Salió a su madre.

EBE: Que ella iba a entender. Pero no. Le tuve que decir que se fuera.

EL PADRE: Ya sé.

EBE: Y se va a tener que ir.

Habitación de Jo, ella junta ropa y la pone en un bolso.

EL PADRE: Lo que vos digas está muy bien.

EBE: Necesito que los cuides. Yo creo que él necesita escucharte ¿No podés mandarle
alguna…señal?

EL PADRE: Aparecerme a la noche y decirle: (exagerado) deberás honrar a la familia.

EBE: Quiero decir que los acompañes.

ELISIO entra a la habitación de JO.

EL PADRE: Siempre los acompaño

ELISIO GALO: Jo, yo no quiero a los perros. Yo solo quiero arreglar algunas cosas. Vos también las
queres arreglar, yo sé que vos las querés arreglar.

EBE: A Jo no sé, a Jo no la acompañes. Demasiado acompañamiento le dimos y después te dejan


sola.

JO: Me voy.

EBE: Que se vaya.


22

ELISIO GALO: No, no te podés ir.

EL PADRE: Me gusta verte con autoridad.

EBE: Y Francisco...cada día está más difícil, muy ensimismado.

ELISIO GALO: No te podés ir porque ¿Vos sabías que El Greco apareció por primera vez en esta
historia hace dos años?

EBE: Fue muy fácil convencerlo, eso es raro, si al Greco no lo puede ni ver.

EL PADRE: No lo nombres.

JO: Lo conocí el mismo día que vos.

EBE: ¿Qué preferís que esté sola?

EL PADRE: Bien putita que sos.

ELISIO GALO: Le propuso a (le cuesta decirlo) nuestro padre ayudarlo con la distribución de los
productos de la fábrica por una módica suma. Así entró en órbita ¿Sabés lo que logré entender?

EBE: No empieces con eso.

JO: ¿Cón qué vas a empezar ahora?

ELISIO GALO: Los suicidas no pueden contradecir nuestro instinto de supervivencia, siempre hay
algo detrás.

EL PADRE: Bien puta resultaste, ¿nos dejás así?

ELISIO GALO: Todos tenemos el instinto, o mejor, el impulso a seguir sobreviviendo y mejorando
más allá de las circunstancias.

EBE: No, no, no quiero estar sola.

ELISIO GALO: Yo lo sabía, pero no podía entender cómo él contradecía mi teoría. Y me di cuenta...

EL PADRE: Putita.

ELISIO GALO: que no se mató, que El Greco... con el cianuro de la fábrica... A él le gusta el veneno,
eso de envenenar. Para sacárselo de encima y quedarse con la fábrica.

EBE: Era hasta que la muerte nos separe.

EL PADRE: Yo no veo que nos haya a separado.

ELISIO GALO: Porque después quebraron y no tuvo tiempo de hacerlo. Pero la idea era quedarse
con todos los clientes , sin intermediarios. Hasta con mamá.
23

JO: Chau Fran.

ELISIO GALO: Papá no se mató. Ya no tenés que sentirte mal por eso, ya no tenés que pensar que
podrías haber hecho algo, que es tu culpa, yo ya no tengo más miedo. A papá lo mató el Greco

JO: Estás imaginando.

EBE: No puedo estar sola.

EL PADRE: Veo que hay muchas cosas que no podés hacer.

ELISIO GALO: ¿Sabías que para ver qué hay adentro de la luna hay que hacerla explotar?

EL PADRE: ¿Te querés quedar sola de verdad?

ELISIO GALO: Por eso, quiero tenerlo cerca. Quiero que confiese, quiero tenerlo contra la pared.
Para eso hay que ubicarse en el centro y... coalición cósmica

JO: Vos me estás jodiendo.

ELISIO GALO: Vos sabías que la luna tiene más de 200 agujeros de hasta 900 metros de
profundidad? No lo sabés porque no podes verla, y adentro de esos agujeros puede haber fuego,
mares, laberintos. Pero necesito que me ayudes, vos también tenés que aclarar el desentendido.

El PADRE: Además, es un impresentable.

Entra EL GRECO en calzones y medias un poco dormido y borracho.

EL GRECO: Una sed me vino, cómo tomamos vino (se ríe). No queda nadie acá ¿no?

JO: No puedo aclarar nada porque no tengo nada claro, solo que me voy.

EL PADRE: Mirá, camina y deja a su paso baba.

EL GRECO: Todo revuelto tengo, ¿venis a dormir ya?, tengo revuelto, pero mañana estoy bien. Un
poco más de agua. Que me levanto temprano mañana, me cayó mal y tengo revuelto.

EBE: Me ayuda, él es el que sabe.

EL GRECO: Yo te dije que iban a tomarlo bien. El chico es bueno. La chica, ¿sabés qué pasa?

EL PADRE: No sabe nada, Ebe. Es un negro que babea y vos das asco cuando estás con él.

EL GRECO: ¿Sabés que pasa? Que la chica salió a su madre, pero es buena, te digo. Me voy a
acostar que me cayó algo mal y tengo revuelto, mañana me levanto temprano.

EL GRECO sale.

EBE: Me acompaña.
24

EL PADRE: Te elegiste a lo más rancio de la fábrica.

EBE: Algo tengo que hacer para que no se me pegue tu olor a muerto vivo.

Jo: Está muerto. Punto. No importa cómo ni por qué.

EL PADRE: Entonces puedo desaparecer.

EBE: Yo también te necesito.

EL PADRE: Entonces sacá a este negro de mierda.

EBE: No es negro, y me ayuda.

EL PADRE: No entramos todos acá.

JO: Yo me voy.

EBE: Se queda hasta que vengan los perros...

EL PADRE: A Francisco no le va a ir bien con él.

JO: Pero no te está haciendo bien quedarte acá.

ELISIO GALO: Si te vas, voy a tener que hacer todo solo, y no sé si voy a poder hacer todo solo.

EL PADRE: Se está quedando cada vez más solo.

EBE: Es solo para ayudarme con esto.

EL PADRE: Sabés que no entramos todos acá. Alguien va a tener que explotar.

EBE: No entramos todos acá.

JO: No tenés que hacer nada,

EBE: Bueno, se queda hasta que los perros anden bien y después se va.

EL PADRE: Después se va, cuando esté todo bien, se va ¿Te dije que estabas hermosa?

ELISIO GALO: Si te vas no voy a poder Jo, si te vas esto va a explotar.

JO: Fijate que no haga mucho ruido.

JO agarra su bolso y se va.

ESCENA 5
25

En un rincón del living, una jaula con rejas de alambres. Las sillas están sobre la mesa, porque no
hay espacio para poner las bolsas de comida y demás chucherías de los perros (huesos de juguete,
mantas, cepillos). Música muy fuerte y ladridos de perro.

EL GRECO: ¡Juira, che! ¡Traé el palo!

EBE: ¿Qué?

EL GRECO: ¡Agarrá el palo mujer!

EBE: ¿Qué? Bajá eso.

EL GRECO: Que traigas el palo que le muerde. ¡Ey!, juira.

EBE (mientras busca el palo): ¿Cuál?

EL GRECO: El macho a la hembra. La puta madre (agarra el palo y le pega al perro)

EBE: Así no van a tener hijos nunca.

EL GRECO: No la mordió.

EBE: No sé si la mordió.

EBE: No te entiendo, bajá un poco.

EL GRECO: La música los neutraliza.

Cesan los ladridos.

EBE: No se puede así, no te escucho.

EL GRECO: Que la música los deja parcos y con esto le doy para que entienda que no puede
morder.

EBE: Los vuelve locos este ruido, Greco, le muerde de vuelta la cara.

EL GRECO (tararea y le da un golpetazo al perro): Tararaira aira. Ahí va Ebe, ya no la muerde más,
ahí va.

EBE: Pero lo lastimás. No van a servir para nada.

EL GRECO: ¿Qué?

EBE apaga la música.

EBE: Que tenemos una bestia no un perro. Y si se come a la perra no hay cachorros. Y todo esto
¿para qué?
26

EL GRECO vuelve a pegarle al perro. Aullido de perro.

EBE: Listo, listo.

EL GRECO: Pero ¿qué listo? Hay que achicarles la violencia. Sentado ahí, sentado (deja el palo)
Causa, consecuencia. Pones límites, no muerde. No los pones, te hacen mierda. Causa,
consecuencia. Educación, resultados. Simple, claro. Palo y a la bolsa.

EBE: No me gusta la cara que tiene.

EL GRECO: Palo y a la bolsa Ebe. Además, con el traje vamos a estar bien.

EBE: Va lastimar a la otra.

EL GRECO: No le digas "la otra", acostúmbrate a decirle Luna, ya va a ser como parte de la familia.

EBE: Es una bestia.

EL GRECO: ¿Pero qué querés? Les damos menos guita, nos dan un perro choto, con medio
cerebro.

EBE: ¿Eso es baba? No puede ser baba, es muy espesa, parece sangre, parece barro. Qué peligro.

EL GRECO: No hay perros peligrosos, sino dueños irresponsables. Si aprenden que sos vos el que
le da el morfi, no te van a morder. Es el instinto de seguir sobreviviendo más allá de las
circunstancias.

EBE: No me gusta que ladre así.

EL GRECO: Se da cuenta si le tenés bronca.

EBE: ¿Qué bronca voy a tener? ¿Cómo voy a tener bronca?

EL GRECO: El bicho no tiene la culpa.

EBE: Yo no digo que tiene la culpa.

EL GRECO: El que tiene la culpa es el forro del dueño que nos lo vendió, él lo hizo malo, si lo tenía
todo el día encerrado en un cuartito así. Si lo vimos al cuartito, ¿o no lo vimos?

EBE: Era muy chico el cuartito. Pero ella es buenita.

EL GRECO: Y te dice así como así que cuando muerden no hay vuelta atrás. Si lo tenía todo el día
encerrado. Pero el que camina con pies nuevos ¿Como era?

EBE: Yo no me esperaba estas rejas, esa baba.

EL GRECO: El que camina con pies nuevos, ¿o con en calles nuevas? Ay, puta.
27

EBE: Mirá si se suelta.

EL GRECO: El que camina con pies nuevos. El que camina con pies nuevos, camina sobre camino de
arcilla, ahí va Ebe. De arcilla los caminos, ¿entendés? Como es más joven, lo podemos modelar a
nuestro gusto.

EBE: Yo no estoy tan segura de eso.

EL GRECO: Si quieren máquinas de matar, les hacemos máquina de matar, si quieren un cachorrito
tiernito, les hacemos tiernito. Pero siempre hay que recompensar cuando hace las cosas bien.

EL GRECO se acerca a EBE amoroso y la toma por la cintura. EBE se escapa.

EBE (a GRECO): Quieto, juira.

EL GRECO: Y para eso hay que...

EL GRECO agarra un libro que está sobre la mesa.

EL GRECO: ¿Qué decía acá? No leo (se pone los lentes) No veo con estos.

EBE le saca los lentes y se los pone.

EBE: El comportamiento del perro es el resultado de su herencia genética.

EL GRECO: Eso, su herencia genética.

EBE: de la educación que recibe

EL GRECO: ¿Sabés qué es importante también? El tamaño de la jaula. Y conseguimos una, que te
digo, me mudo yo ahí.

EBE: Sh.

EL GRECO: Sh ¿qué?¿Quién escucha?

EL PADRE (desde otra habitación, a EBE): Yo escucho

EBE: Francisco escucha.

EL GRECO: Si ahora no está. Si ya tiene las bolas grandes.

EBE: Es difícil para él, que estés acá, es su casa también.

Entra EL PADRE y prende la música.

EL GRECO (a los perros, con el palo): La puta, de vuelta, ¡juira!

EL PADRE (a EBE): No hay lugar para todos Ebe.


28

EBE (a EL PADRE): Claro que hay lugar.

EL GRECO: Hay bastante lugar acá para todos.

EL PADRE (a EBE): Yo me voy, pero después no me vengas a buscar.

EBE (a EL PADRE): Lo intenté y no te encontré por ningún lado.

EL PADRE (a EBE): Porque me estaba muriendo para dejarles algo ¿Y te conformás con esto?

EBE: No entendés que no quiero estar acá sola. Además, el perro, es un peligro.

EL PADRE (mira a EL GRECO): Este es el único peligro.

EL GRECO (mientras golpea al perro con un palo): Es un poco peligroso que estés sola con el perro,
digamos, antes de la reeducación, después no pasa una, eh ¿No pensaste que podría ser bueno?
(Al perro) Ahí sentado, va, va, va, cucha digo, va, ahí. Mirá cómo va entendiendo ¿Entendés Ebe lo
que te digo? Ya va entendiendo pero porque ya me va respetando y vos tenés la vos muy finita
como para que te escuche.

EL PADRE: Él se va y los perros se van. O me voy yo.

EBE: ¿Por qué?

EL PADRE: Porque se me canta el reverendo forro del culo. Y por Francisco. Y por vos.

EBE (sin sacarle los ojos de encima a EL PADRE): Está bien, me parece bien.

EL GRECO: ¿Qué decís?

EBE apaga la música.

EL PADRE (mientras se va): Tan puta, tan putita.

EBE: Que me parece que está muy bien lo que decís, te tenés que quedar, quiero que te quedes.

EL GRECO: Hoy se descorcha entonces (Al perro) Vas a ver cómo te tranquilizo yo. (a EBE) Y vas a
sentir que son como tus hijos ¿Sabés? Ellos por el amo se sacan hasta los dientes.

EBE (mirando hacia la dirección en la que se fue EL PADRE, con voz cansada y quebrada): Espero
que no, porque realmente no los entiendo.

Entra ELISIO GALO con un casco de moto en la cabeza, arrastrando una bolsa de comida. Se dirige
a la jaula.

ELISIO GALO: Esto es veneno, está hecho de patas de gallo gangrenadas, de tumorcitos chiquititos,
muy chiquititos.

EBE: ¿Qué hacés con eso? Decime que no arreglaste la moto.


29

ELISIO GALO (riéndose): No arreglé la moto.

EBE: No te puedo creer, lo que me faltaba.

ELISIO GALO: Pero si les traje lo que me pidieron. Alimento a base de crías de vacas en estado de
putrefacción ¿te animarías a comer un poco, Greco? No, no te animarías a comer veneno, pero se
los das a los demás.

EL GRECO: Tranquilo que les hace bien, es del bueno, ¿compraste del bueno?

ELISIO GALO: ¡Del más envenenado! ¿Me abren?

EL GRECO: ¿Para qué?

ELISIO GALO: ¿Me abren?

EL GRECO: ¿Qué necesitás?

ELISIO GALO: Que me abran la jaula. Ebe, ¿me abrís?

EL GRECO: Yo ahora le voy a dar de comer, solo uno le puede dar de comer.

ELISIO GALO: Ah, ¿si?

EBE: Además, todavía necesitás el traje para entrar.

ELISIO GALO: No me dan miedo.

EL GRECO: ¿Sabes cómo te manducan? Mirá, para estar seguros hay que entrar con el traje, pero
por ahora eso lo hago yo.

EL GRECO comienza a vestirse con el traje que requiere de varios paso: dos campera gruesas,
botas, vendas, gorro, anteojos y guantes.

EL GRECO (a EBE): ¿Me ayudás?

EBE (le acomoda la campera): ¿Seguro que estás bien así?

EL GRECO: Mirá lo que es esto, es como una coraza, no pueden hacerme nada.

EBE: Porque es peligroso Fran, así que ni se te ocurra.

ELISIO GALO: ¿Por qué peligroso? A mí no me hace nada (se acerca a acariciar al perro desde
afuera de la jaula) mirá cómo no me hacen nada Ebe.

EBE: No metas mano.

ELISIO GALO: Mirá cómo no me hace nada Greco ¿A vos sí te hace?


30

EL GRECO: Con cuidado.

ELISIO GALO: ¿Qué le hiciste para que te tengan miedo? Vos sos el peligroso. Ebe él es el peligroso.

EBE: Hay que tener cuidado porque el padre del perro le mordió feo al dueño y todavía no
sabemos cómo es este.

EL GRECO: Pero igual no pasa nada pibe, con cuidado no pasa nada.

ELISIO GALO: ¿Qué más le pasó al padre Greco? ¿Me contás qué le pasó al padre del perro? ¿Lo
mataste?

EL GRECO: Yo no lo conocía.

ELISIO GALO: Ah, no lo conocías . Ebe, te digo que él es el peligroso.

EL GRECO: Pero el dueño sí, lo mató, lo ajustició nos dijo.

EBE: Por eso todavía no sabemos cómo es este.

EL GRECO: ¿Qué le hacés ideas? Que no pasa nada te digo. Si le mordió fue porque lo tenían en un
cuartito. Así el cuartito era. Contale como era el cuartito Ebe. Y el muy forro del dueño lo ajustició.

EBE: Lo mató por venganza.

EL GRECO: Tu madre tiene miedo, pero eso no se hereda, depende de cómo se lo cría.

ELISIO GALO: Del nombre depende.

EL GRECO: De cómo te crían.

ELISIO GALO: Del nombre depende.

EL GRECO: Ahora estamos en el proceso de reeducación, esté también estaba encerrado, por eso
quedó un poco que te chifla el moño, pero es joven, se lo puede reeducar. Pero ojo que esto sí:
solo uno le tiene que dar de comer para que lo reconozcan a ese, en este casi a mí, como el
dueño.

EBE: La próxima vas vos.

EL GRECO (que terminó de vestirse con el traje): La próxima vez tampoco. Uno solo les da, un solo
dueño. Llená el cacharrito que estoy.

EBE abre la bolsa de comida que trajo Elisio y llena un platito con comida.

El GRECO: Igual tranquilo porque ahora voy a quedarme para ocuparme.

EBE abre la puerta con mucho cuidado. La cierra rápido y Greco entra alimentar al perro.
31

EBE: ¿Estás seguro así? (a ELISIO en susurro) Va a mudarse, para darles de comer y eso. Para que
salga bien, ¿te parece bien?

ELISIO GALO se apoya contra la puerta. Se escuchan ladridos.

EBE: Correte de ahí. Es hasta que lo reeduquemos, después vemos.

ELISIO GALO: Perfecto.

ELISIO GALO traba la puerta con su espada. EBE intenta moverlo.

EBE: Correte que ya terminó.

EL GRECO: ¿Me abrís? (al perro) Ey, ¿Qué venís acá? Andá a la comida.

EBE: Tiene que salir, salí de ahí.

EL GRECO: Ey pará, pará ¿Me abrís? Ábranme!

Ladridos de perros.

EL GRECO (mientras golpea la puerta de la jaula): Juira, juira.

EBE: Salí de ahí que no puede salir, ¡Francisco!

ELISIO GALO se corre de la puerta y sale EL GRECO. Apenas está del otro lado, cierra la puerta.
ELISIO se ríe.

EL GRECO (casi sin aire): ¿Pero qué son? (se ahoga) ¿pelotudos son?

EBE (a ELISIO): ¿Qué haces?, ¿qué te pasa?

EL GRECO está agitado y se arrodilla en el piso para tranquilizarse.

EL GRECO (a ELISIO): ¿Qué hacés? ¿Querés que me morfe? (sigue agitado): Hay que trabar bien y
un bozal. Hay que conseguir uno, por las dudas. Cerrá bien que sale, pibe cerrá bien.

ELISIO GALO se queda mirando la jaula que quedó abierta, el perro está frente a él. Lo acaricia.

EBE: Salí de ahí y cerrá ¡No te acerques!

EL GRECO intenta pararse para buscar a ELISIO, no puede.

EL GRECO: La puta madre pibe.

EBE: ¿Te lastimó? Así no se puede.

EL GRECO: Claro que así no se puede, se necesita cabeza.

ELISIO GALO (al perro): Muy bien, tranquilo.


32

EL GRECO: Se necesita... ¿Cómo hacés para que te haga así?

ELISIO GALO: Es que no le gusta el veneno Greco, quieren comida de verdad, le gusta que le dé así
de la mano. Tranquilo, tranquilo. Vos también Greco, tranquilo cabezón.

EL GRECO: Mirá Ebe cómo lo tranquiliza.

EBE: Podés meterlo en la jaula, Francisco lo metés ya mismo.

EL GRECO: Pero lo amansó.

EBE: Lo guardás ya mismo. Así no Greco, un peligro no.

EBE sale.

EL GRECO: Te respeta Elisio. Elisio ¿no?

ELISIO GALO: Elisio Galo.

EL GRECO: Te eligió como dueño porque te respeta.

EL GRECO le da la mano a ELISIO GALO para que lo ayude a levantarse. ELISIO no se la da y sigue
acariciando al perro.

EL GRECO: Elisio Galo, y ¿cómo lo vas a llamar al perro? A la hembra con tu mamá le pusimos
Luna.

EL GRECO, logra ponerse en pie, busca la mirada de ELISIO, pero ELISIO sigue con su atención en el
perro y no lo mira.

EL GRECO: Digo, para empezar la reeducación, vos que sabés. Elisio ¿Qué te parece si le ponés un
nombre?

ELISIO GALO (mira al perro entusiasmado): Se llama Francisco.

ESCENA 6

EL NOVIECITO en su departamento, habla por teléfono. JO acomoda ropa y objetos que saca de
unos bolsos, se mueve de acá para allá y de vez en cuando intenta darle un beso al EL NOVIECITO
que la esquiva.

JO: ¿Cuándo dice que viajamos?

EL NOVIECITO le hace un gesto para que se calle.

EL NOVIECITO: Tardé, pero te la di.


33

JO: Decile que yo tardé.

EL NOVIECITO: Sh.

JO: Decile que yo fui la que tardé, así no te dice a vos.

EL NOVIECITO: La plata tardó, pero llegó. Me parece que ahí cada uno escucha lo que quiere.

JO: Cualquier cosa le explico yo.

EL NOVIECITO: Sh.

JO (en voz baja): Le explico que los perros, que Mr Lu… que mamá.

EL NOVIECITO: ¿Sabés qué pelado? No, no te falto el respeto si te digo pelado. Bueno, esa es tu
opinión. ¿Cómo vas a sacar al fantasma? No, eso no puede verse en la post.

JO: ¿Era un fantasma?

EL NOVIECITO: ¿Cómo vas a sacar al fantasma?

JO: ¿o eran tres fantasmas distintos?

EL NOVIECITO: No hay justificación dramática, ni estética, ni rítmica, ni sistémica, ni... Es el motor


de la acción el que cambia el destino de los personajes... No me importa que no es festivalera.

JO: Dame que hablo yo.

EL NOVIECITO: No se negocia. No lo entendés ¿Te lo explico?

JO: Se puede negociar, no es tan importante el fantasma.

Entra EL PADRE.

EL PADRE: ¡Bu!

EL NOVIECITO: Es que no es algo que se explique, debería producir un shock experiencial. Ex-pe-
rien, sí, expe, experien, rien, cial. Esa es tu opinión.

EL PADRE: No hay forma, siempre estás por ganar y....Después perdés.

JO (a EL PADRE): No perdí nada.

EL NOVIECITO: No me importa perder la plata, no se trata todo de plata, claro cómo lo vas a
entender vos.

JO (a EL NOVIECITO): No le digas eso, mirá si piensa que lo decís en serio.


34

EL PADRE: Volvé Jo. Tenés que volver y ganar algo alguna vez en tu vida. Porque después te morís
y no podés ganar.

EL NOVIECITO: El final es con el chico. Más o menos 200 kilómetros por hora. Todo derecho, todo
derecho y choca porque la sangre le nubla la vista. No, sin el primer plano. Y el muchacho queda
sin las piernas, claro, sí. No, no puede ser de otra forma ¿Sabés qué?, ¿sabés qué?

EL PADRE: Tampoco podés perder, claro. Podés llegar al infierno o al cielo, pero te juro que eso a
esta altura ya no es importante porque estás completamente muerto.

EL NOCIECITO: No me importa, no la hacemos.

EL PADRE: Pero a vos sí te tiene que importar.

JO: (a EL NOVIECITO): ¿Qué decís? ¿Y la plata?

EL NOVEICITO: No me importa.

JO (a EL NOVIECITO): No le digas eso, no se puede quedar con la plata, con mi plata.

EL PADRE: No le importa.

EL NOVIECITO: Quedate con la plata, te doy mi consentimiento. Sí, última palabra. Quedate con
ese guión antiarte, para babear y tragar pochoclo cancerígeno.

EL PADRE: Sabés, esta vez no fue tu culpa.

EL NOVIECITO corta el teléfono.

EL NOVIECITO: Perdon Jo, no lo podemos hacer, quieren cambiar la película.

JO: Llamalo de vuelta y decile que te confundiste. Llamalo ahora.

EL NOVIECITO: Esa no es mi película, no los puedo dejar que manoseen algo que tiene mi corazón.

JO: No me podés hacer esto. Llamalo.

EL NOVIECITO: Ya está Jo. Me duele más que a vos, pero ya está.

EL PADRE: ¿Mi corazón dijo? ¿En serio dijo “mi corazón”? En realidad en parte sí es tu culpa Jo.
¿Vos escuchaste? Le diste mi plata a un tipo que dice “no puedo dejar que manoseen mi corazón”.

EL NOVIECITO: Perdón Jo, no me mires así Te juro que se me fue de las manos la situación, pero ya
va a salir otra cosa ¿Te dije que estás hermosa?

EL PADRE: Una copia fiel de tu madre, ella también está perdiendo al lado de un hombre, digamos,
sin gracia.

En la casa familiar, ELISIO GALO frente al perro y detrás de él EBE y EL GRECO.


35

ELISIO GALO (le pide con la mano): Patita. Muy bien, ahí va, muy bien (a EL GRECO) Ahora probá
vos.

EBE se esconde detrás de EL GRECO, con miedo al perro.

EBE: Cuidado, eh.

EL GRECO: Patita. Patita. Patita dije.

ELISIO GALO se acerca al perro que amaga con saltarle a EL GRECO.

ELISIO GALO: ¡Juicio!, ¡quieto!

EL PADRE (a JO): Viste cómo al final fue ella la que te condenó.

EBE: No le grites.

ELISIO GALO: No. No le grites. Probá de vuelta.

EL NOVIECITO: Tengo una idea sobre otra película. Un Hamlet de la modernidad. Jo, ¿qué te
parece?

EL GRECO (mientras ELISIO GALO detrás de él le hace el gesto al perro para que responda): Patita
¡Bien!, me hace caso.

EL NOVIECITO: Pero con bajo presupuesto esta vez. Jo, por favor, perdoname.

EBE (riéndose): No vale, le estaba haciendo el gesto atrás tuyo.

EL GRECO: No me digas.

ELISIO GALO se ríe.

EL GRECO: Patita.

El perro no responde y ELISIO GALO, EL GRECO Y EBE se ríen.

EL PADRE: Lo más justo entonces sería que ella te devuelva el dinero que te enseñó a perder.

EL GRECO: Probá vos Ebe.

ELISIO GALO: Dale probá.

EL PADRE: Que le manosee el corazón al noviecito, al de tu madre digo, y se lo arranque del


estomágo para dártelo a vos.

EBE (a ELISIO GALO): Pero no hagas trampa, eh.

EL PADRE: Quizá así puedan empezar de vuelta y limpiarse el fracaso que tienen pegado.
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JO: Si yo tanto me parezco a mamá,¿ Francisco? ¿Francisco se tiene que parecer a vos?

EBE (al perro): Patita (mira a ELISIO para corroborar que no haga trampa, ELISIO pone las manos
detrás de la espalda para demostrarlo): Patita.

EL PADRE: Hizo todo lo posible para alejarse de mí (tose, escupe).

EBE: Patita. Ahí va, ahí va.

EL GRECO se ríe.

EL GRECO: Pero qué campeón.

EBE descubre a ELISIO GALO haciendo trampa. Elisio se rié y se atraganta.

EBE: Así no se puede

ELISIO GALO (tose): Bueno, hice todo lo posible para enseñarles mis dotes de amaestrador.

EL PADRE (terminando de toser): Cambiándose el nombre e inventando mi venganza. Pero no le


sale bien ser Elisio Galo.

ELISIO GALO: Pero no les sale bien ese papel.

EL PADRE: Si lo dejás solo va a seguir con el nombre que yo le puse. No sé si es tan fácil que no me
vea a mí cuando se ve al espejo.

ELISIO GALO (al perro): A la cucha, va, va. A la cucha.

EL PADRE: Y cuando la veas a tu madre le decís que todo lo que te pasó fue su culpa, que te
devuelva lo que es tuyo y que si no lo tiene, que lo saque, como te decía, del estómago. O del
páncreas. O del intestino del Greco que, confiá en mí, sé que ahí es donde lo tiene todo bien
guardado.

JO agarra sus cosas.

EL NOVIECITO: Fue una inversión, los dos perdimos. Jo, no te vayas así. Si este barco se hunde,
tenemos que estar juntos. Josefina, si te vas no volvés.

JO agarra la cámara.

EL NOVIECITO: ¿Qué haces? Esa es mi cámara, Jo.

JO: Sos un pelotudo.

EL PADRE festeja el insulto con un aplauso. EL NOVIECITO intenta agarrar la cámara de las manos
de Jo y no puede. Jo pone la cámara en uno de sus bolsos y la protege con el cuerpo.

JO: Tenés cara de pelotudo, pose de pelotudo, manos... las manos sobre todo, ¿sabías?
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EL NOVIECITO: Dame la cámara.

JO: Por lo que me debés, pero no solo por eso...

EL NOVIECITO: Se puede romper, cuidado, ¿me la devolvés?

JO: Para cuidar al mundo de tus películas pelotudas. Así que “manosean tu corazón” ¿Vos te
escuchaste? No tenés pasta de campeón. Solo esos brazos de pelotudo, esos dientes de pelotudo.

Atina a irse. Vuelve.

JO: Y cuando besás, dejás mucha baba, baba espesa. Nunca vi algo así

JO se va, EL PADRE la sigue.

EBE: Cerrá bien hijo. Mirá si sale cuando no estás vos.

EL GRECO acompaña a ELISIO GALO a cerrar la puerta de la jaula.

ESCENA 7

Entra JO y EL PADRE.

EBE (a JO): No te duró mucho el exilio.

JO: Hola Ma.

EL PADRE (a JO): Decile.

JO: Volví no para volver. Volví (mira a EL PADRE, duda) porque me tenés que devolver lo que perdí.

EBE: Ah, ¿sí? ¿Y qué perdiste?

EL GRECO (a ELISIO): ¿Le diste de comer?

ELISIO GALO (a EL GRECO): Ahora le tengo que dar, ¿querés darle vos?

EL GRECO: Acordate lo que te enseñé, solo el dueño le da de comer.

ELISIO GALO se sorprende al ver a EL PADRE.

EBE (A JO): Decime qué perdiste, qué viniste a buscar.

JO: Perdí tiempo. Y plata. Un montón de plata que nos dejó papá con esfuerzo y que vos estás
perdiendo también.

ELISIO GALO: Hola Jo ¿Viste cómo me hace caso el perro ahora?

JO: Hola Elisio.


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EL PADRE (A JO): Y decile que por su culpa la perdiste.

JO (a EBE): Y por tu culpa la perdí, vos me enseñaste eso. Vos que desperdiciaste todo con estos
perros.

EL PADRE: Y con este Greco.

JO: Y con ese Greco.

EBE: No podés entrar a mí casa e insultar a mi...al Greco así.

JO: ¿A tu casa?

EBE: Sí, la casa es de los que no la abandonan.

EL GRECO: Hola Josefina ¿Por qué no aflojás un poco piba? ¿sí?

EBE: ¿Quién te mete esas ideas en la cabeza?

EL PADRE (a ELISIO GALO): Dejalo al Greco que le dé de comer al perrito.

JO (a EBE): Y yo no puedo hacer más que seguir tus pasos, quiero empezar de nuevo, quiero ganar
algo, alguna vez.

EL PADRE (a ELISIO GALO): Tu hermana estaba ansiosa por verle los intestinos o el estómago al
noviecito de tu madre. O el páncreas, con el páncreas está bien me parece.

ELISIO GALO (a JO): El perro hace todo lo que yo le diga, ¿querés que te muestre?

EL GRECO: Mirá cómo tu hermano se encariñó, ¿no pensás que vos también podrías?

ELISIO GALO: A mí solo me hace caso. El padre de este perro mordió al dueño y por eso lo
mataron, porque tenían miedo que lo vuelva a hacer. Pero el dueño fue el que lo hizo violento. Y
yo lo estoy cambiando ¿entendés?

EBE (a EL GRECO): No puede volver así como así, yo le dije muy bien que esto no es un hotel.

ELISIO GALO: Lo tenía en un cuartito, era muy chico el cuartito ¿o no Greco?. En cambio a él lo
estamos, bueno lo estoy reeducando. Y es dócil, hace lo que le digo.

JO: ¿Cualquier cosa que le digas?

EL PADRE: Estás en órbita entonces.

EL GRECO: Tranquila, me parece que ya le están gustando los perros.

ELISIO GALO: Cualquier cosa que le enseñe. Puedo hacer que sea bueno con vos.

EL PADRE (a ELISIO GALO): O podés hace que sea malo con el Greco.
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JO (a EL GRECO): o malo con vos.

ELISIO GALO abre la jaula.

JO (a ELISIO GALO): ¿Ya estás en órbita?

EBE: Elisio, cerrá la jaula, ¿qué hacés?

JO: Dale Greco, ¿por qué no vas?

EL GRECO: Dejate de joder piba. Cerrá la puerta que es un peligro.

EL PADRE (a ELISIO): Decile al Greco que vaya con vos.

JO: La única forma de saber qué hay adentro de la luna es haciéndola explotar, ¿no?

EL PADRE: Y coalición cósmica.

JO: ¿Por qué no le decís, Elisio?

EBE: ¿Qué cosa?

JO: Lo que querés hacer en realidad, lo que queremos hacer. ¿Por qué no le decís al Greco que
entre a la jaula?

ELISIO GALO entra a la jaula. Se escuchan ladridos de perros.

ELISIO GALO (desde la jaula a Jo): No hace falta, Jo. Creo que ya no hace falta. Ya lo pudimos hacer.

JO: ¿Qué cosa?

ELISIO GALO sale de la jaula con el perro y lo acaricia

ELISIO GALO: Cambiarnos...

ELISIO GALO le acerca el perro a JO.

JO: ¿Y todo lo que me dijiste?

ELISIO GALO (a EL PADRE): Me equivoqué.

EL PADRE (a ELISIO): ¿Y cómo te pensás escapar de mí entonces? ¿Del Big Splash? Elegí tu historia.
El suicidio se hereda Elisio, el asesinato se venga. Es mucho más linda esa historia.

ELISIO GALO: Dale Jo, acaricialo, yo lo hice bueno, lo cambié.

JO , con miedo, acaricia al perro.

ELISIO GALO (al perro): Tranquilo, tranquilo. (a JO) Lo podemos hacer competir, es ganador.
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EL PADRE: Josefina, ni se te ocurra.

ELISIO GALO: Podemos ganar. (a EL PADRE) En nada nos parecemos.

EBE (a JO): Si le decís que se vaya, podés volver.

JO: (a EL PADRE): ¿Es hora de que gane algo, no? Te vas a tener que ir para que pueda ser
campeona parece.

EL GRECO (a JO): Viste que les iba a gustar.

JO: ¿Podemos sacarlo a pasear?

EBE y EL GRECO se miran por detrás y sonríen.

ELISIO GALO: Sí, claro.

El GRECO: ¿Lo puedo llevar?

ELISIO GALO: Solo el dueño puede.

ELISIO GALO sale con el perro y detrás de él lo siguen JO, y EL GRECO. EBE se queda con EL PADRE.

EBE (señalándole la puerta): No entramos más todos acá.

Ladridos de perros. ELISIO GALO grita y entra corriendo tapándose la cara que está cubierta en
sangre.

EBE: ¿Qué pasó? ¿Te mordió?

ELISIO GALO: No pude hacer nada. Directo con los colmillos. A mí me quería morder nada, más. A
mí.

EBE: Dejame que te ayude.

Entra JO y EL GRECO.

JO (a ELISIO GALO): ¿Estás bien?

EBE: ¿Dónde está el perro?

EL GRECO: Lo até en la entrada, ahora está tranquilo, pero se le fue a los humos la bestia.

ELISIO GALO: Mirá lo que me hizo, yo pensé que... Mirá lo que me hizo.

JO (a EBE): ¿Tenés vendas o algo para ponerle?

EBE: Andá a buscarle. (a EL GRECO) Viste que era un peligro.

EL PADRE: Yo nunca dije lo contrario.


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EL PADRE le da las llaves de la moto a ELISIO GALO y luego ELISIO GALO sale.

EBE: ¿A dónde vas? No podés salir así, te lastimó, no podés salir así.

EL PADRE: Nadie que conduzca a 200 kilómetros por hora puede decir que tuvo un accidente. Si
vas en moto por la ruta podés ir pasando a los autos, no importa que esté congestionada, la moto
te pasa como la vida. Fue todo derecho, todo derecho y chocó porque la sangre le nubló la vista.
Sí, la sangre puede nublar la vista, tengan en cuenta eso al salir a la ruta. Francisco tenía una sola
mano al volante, con la otra intentaba mantener pegada la piel a la carne y escapar de un fatal
designio. Pero no pudo, claro, no se puede vencer a la sangre, nos lleva como la corriente. No me
culpen, por favor, no lo elegí. Es que nos explicamos cuando nos repetimos. Mi hijo se chocó
contra un camión con la cara abierta por la mordida de su perro, intentaba escaparse de mí. El
Mastín Tibetano también lo intentó. Inició la reeducación, casi tuvo una familia nueva en la que
podía ser bueno.

EL GRECO entra arrastrando al perro hacia la Jaula. Se escucha un tiro y un gemido.

EL PADRE: Pero no. Él también repitió la historia de su padre. Pero las repeticiones no son eternas,
quédense tranquilos. Mi fantasma ya desaparece en el de mi hijo.

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