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TEMA 5.

LOS GRANDES ESTADOS NACIONALES. EVOLUCIÓN DE LOS PRINCIPALES ESTADOS EN


EUROPA, AMÉRICA Y ASIA HASTA 1914.

1. FRANCIA. LA INSTAURACIÓN DE LA III REPÚBLICA

Con la caída de Napoleón III, tras la derrota francesa en la guerra con Prusia, se instaura en Francia la III
República. Sus inicios fueron difíciles, costó consolidarla pues amplios sectores de la sociedad francesa veían
el republicanismo como un sistema radical, anticlerical y partidario de la igualdad en cuanto al disfrute de la
propiedad y de la riqueza privada.

Con todo, la República terminó contando con el apoyo de la mayoría del pueblo francés. Aprobó medidas
sociales (jornada laboral para las mujeres y los niños, ley sobre accidentes laborales…) y, en 1905, leyes
laicas destinadas a reducir la influencia social de la Iglesia, con la consiguiente separación de la Iglesia y el
Estado. Con estas medidas se ponía fin a la estrecha relación que el Concordato de Napoleón, un siglo antes,
había establecido entre la Iglesia y el Estado francés.

En el exterior, Francia extendió su influencia colonial en África y Asia; sin embargo, seguía sin resolverse su
contencioso con Alemania: la pérdida de Alsacia y Lorena que Francia deseaba recuperar.

2. LA INGLATERRA VICTORIANA

El largo reinado de sesenta y cuatro años de Victoria I significó el apogeo del Imperio británico. Durante la
era victoriana la política interior se caracterizó por el turno de partidos mediante el sistema parlamentario,
mientras que en el exterior el Reino Unido creó un vasto imperio y procuró mantener el equilibrio en los
conflictos europeos.

El Reino Unido permaneció ajeno a los movimientos revolucionarios de carácter liberal y democrático que
sacudieron Europa en 1830 y 1848.

Con Jorge IV (regente desde 1811 y rey de 1830 a 1848) hubo importantes reformas:

● Supresión de la legislación contra las asociaciones de trabajadores (1824).


● Primera reforma electoral; extensión del sufragio a los distritos urbanos (1832).
● Abolición de la esclavitud (1833).
● Protección legal de los pobres (1834).

Victoria I comenzó a reinar en 1837, hasta su fallecimiento en 1901. Las principales reformas legales
introducidas en la era victoriana fueron:

● Establecimiento de la jornada laboral de diez horas (1847).


● Segunda reforma electoral; ampliación del derecho de voto a trabajadores especializados (1867).
● Escolarización elemental obligatoria (1870).
● Reconocimiento legal de las Trade Unions, o sindicatos obreros (1871).
● Tercera reforma electoral; extensión del sufragio a los propietarios de viviendas rurales (1884).

El sistema político británico se caracterizó por la estabilidad y el sentido de la construcción que


proporcionaba el turno pacífico de los partidos en el poder: el tory y el whigh, que desde 1837 se denominaron
conservador y liberal.

Las figuras principales de la política victoriana fueron Peel (1788-1850) y Disraeli (1804-1881), por el
partido conservador, y Palmerston (1784-1865) y Gladstone (1809-1898), por el partido liberal.

Después de un periodo de gobiernos conservadores, los liberales ejercieron el poder de 1830 a 1848
introduciendo una serie de reformas legales entre las que destacó la supresión de las leyes que establecían
aranceles proteccionistas sobre el trigo (1846).
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En 1867, Disraeli inició un segundo periodo de grandes reformas, continuado por los gobiernos liberales. El
liberalismo comercial permitió importar trigo y productos extranjeros a bajo precio y reducir el coste del
nivel de vida.

En 1874, el partido conservador volvió al poder. Disraeli impulsó la expansión del Imperio e intervino de una
manera más activa en los asuntos europeos.

Los liberales gobernaron brevemente en 1884 y, a continuación, los conservadores, con Salisbury (1830-
1903) y Chamberlain (1836-1914), en un periodo de crisis económica y social.

Durante el reinado de Victoria I, el Imperio británico se convirtió en el mayor de la historia. Abarcaba la


quinta parte de la superficie de la Tierra y comprendía una cuarta parte de la población mundial.

Inglaterra, favorecida en la carrera imperialista por su superioridad naval, poseía territorios en todos los
continentes:

● Asia: la India adquirió el estatus de imperio en 1877. Afganistán, Birmania (1855) y Malaca
aseguraban una posición estratégica en el tráfico comercial. Además, la victoria en la guerra del Opio
(1840-1842) permitió a los británicos el acceso a cinco puertos en China.
● África: el dominio de Egipto (1882) permitió a Inglaterra controlar el canal de Suez. Los ingleses
quisieron formar un corredor de posesiones desde Egipto a El Cabo, para lo cual ocuparon Sudán,
Rhodesia, Nigeria, Somalia, Kenya, Uganda y, tras la guerra de los bóers (1899-1902) los
territorios de Transvaal y Orange.
● Oceanía: con Australia y Nueva Zelanda.
● América: Canadá (cedida por Francia en 1763) era la posesión más importante, complementada con
Jamaica, las Antillas británicas, Guayana y las islas Malvinas.
● Además, Inglaterra contaba con una serie de enclaves estratégicos que le aseguraban el control de los
mares: Gibraltar, Malta, Chipre, Santa Elena, Mauricio y Ceilán.

El problema político más grave de Gran Bretaña seguía siendo Irlanda que deseaba a toda costa separarse de
Gran Bretaña. Al fin, en 1914, fue concedida la autonomía a Irlanda, pero el Ulster, Irlanda del Norte, se
opuso a ser incluida en una Irlanda autónoma.

Durante la Primera Guerra Mundial se suspendió la autonomía y tras una fuerte violencia, la Irlanda católica
(Eire) recibió el status de Dominio (1922), convirtiéndose en el “Estado Libre de Irlanda”, con Parlamento
propio y gobierno independiente, pero los diputados debían jurar fidelidad a la Corona, juramento que quedó
suprimido en 1933.

3. EL IMPERIO ALEMÁN

En 1871, con la unificación, se instauró el II Reich (II Imperio alemán). Guillermo I fue el emperador
(káiser) y Otto von Bismarck siguió siendo el canciller, ahora del Imperio, sus decisiones políticas le
convirtieron en el árbitro de Europa entre 1871 y 1890.

De acuerdo con la Constitución, promulgada en 1871, el Imperio era de estructura federal, compuesto de 25
Estados, que se administraban a sí mismos, excepto en cuestiones referentes a política exterior, defensa,
hacienda, comunicaciones, prensa y asociaciones que quedaban bajo la competencia del gobierno central en
Berlín. El poder ejecutivo pertenecía al emperador asistido por un canciller del Imperio nombrado por él y
responsable, también, ante el emperador.

El Reichstag (o Parlamento) era elegido por sufragio universal. La circunstancia de ser Guillermo I un
emperador cuyo entendimiento con Bismarck era absoluto, eso transformó a éste en el dueño efectivo de la
política germana durante veinte años. También a Bismarck se debe la aprobación de la primera legislación
social a favor de la clase trabajadora; las tres S: seguro de accidente, seguro de enfermedad y seguro de vejez
e invalidez.

En 1888 fallece el emperador Guillermo I y tras el corto reinado del emperador Federico III, enfermo de
cáncer que moriría meses después, le sucede Guillermo II, hijo del anterior, en el mismo año, 1888. Dos años

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después destituía al canciller Bismarck por sus diferencias con él en cuanto al diseño de la política
internacional de Alemania, ahora a favor de un replanteamiento del reparto colonial.

Ahora bien, desde entonces, la Weltpolitik o “política mundial” de Guillermo II, más ambiciosa y agresiva,
supondrá la liquidación del sistema bismarckiano de alianzas y el comienzo de la política de bloques de
Estados que llevarán a la Primera Guerra Mundial.

4. EL IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO

El Imperio austríaco era un Estado multinacional bajo la corona de los Habsburgo. Dentro del Imperio
vivían pueblos muy diferentes entre sí que constituían verdaderas nacionalidades. Había alemanes, húngaros,
rumanos, italianos y eslavos (del norte: checos, polacos y eslovacos; y del sur: eslovenos, croatas y serbios).
Esta heterogeneidad de pueblos restaba solidez al Estado imperial cuya política era centralista y unificadora.

Desde 1848 hasta su muerte en 1916 este Imperio estuvo bajo la dirección del emperador Francisco José I.
Inicialmente, desde 1848, se siguió una política centralista, sin atender las peticiones de autogobierno, siendo
la de los magiares (húngaros) la más demandada. Más adelante, tras la derrota frente a Prusia (1866),
enfrentamiento que decidía la unificación de Alemania, el Imperio austríaco por el Compromiso de 1867 se
convertía en una doble monarquía: del Imperio de Austria al Imperio de Austria-Hungría, formado por dos
grandes Estados donde Francisco José I era emperador en Austria y rey en Hungría. Cada uno de los dos
contaba con una administración y un Parlamento propio. El Compromiso era bueno para los alemanes (de
Austria) y magiares (de Hungría), pero desventajoso para los eslavos y Serbia, con la ayuda de Rusia, sabrá
sacarle partido a esta situación desarrollando un nacionalismo entre los eslavos del sur, que pondrá en peligro
la estabilidad del Imperio de AustriaHungría.

Al final el Imperio declarará la guerra a Serbia pero ello desencadenará la Primera Guerra Mundial, que
supondrá la liquidación del Imperio austro-húngaro en 1918.

5. EL IMPERIO RUSO

El Imperio ruso constituía un Estado pluriterritorial (desde Europa central, y Asia septentrional hasta el
Pacífico, y desde el océano Glacial Ártico hasta el Cáucaso y Asia central) y multinacional, habitado por
diferentes pueblos que formaban distintas nacionalidades.

En el plano político, el Estado ruso era un imperio autocrático donde el zar gobernaba bajo un absolutismo
de origen divino; su autoridad autocrática se expresaba por decretos que eran aplicados por una administración
todopoderosa tanto civil (el gobierno y el funcionariado) como militar.

Sobre la oposición –liberales, demócratas, populistas, anarquistas, marxistas—se actuaba con firmeza
obligando a sus líderes a abandonar el país, o bien a pasar una temporada en lugares bajo vigilancia en Siberia.

A Nicolás I (1825-1855), que se opuso a las reformas de tipo liberal, le sucedió su hijo Alejandro II (1855-
1881), que sí aplicó una política reformista con objeto de moderar el absolutismo imperial. Entre las medidas
destacan la liberación de los siervos (campesinos dependientes de sus amos), en 1861, la reforma judicial y la
de la enseñanza.

En 1881, el zar Alejandro II murió por un atentado terrorista sucediéndole su hijo Alejandro III, que reinó
hasta 1894. El nuevo zar decidió frenar el proceso de reformas. En cambio, el país empezaba a conocer un
proceso de industrialización y con él comenzaba a formarse un proletariado industrial, que más adelante, los
marxistas, con Lenin a la cabeza, sabrán movilizar para alcanzar el poder.

Sucedió a Alejandro III su hijo Nicolás II (1894-1917) dispuesto, como el anterior, a mantener los principios
de la autocracia. Así, mientras el país cambiaba socialmente (desaparecen los siervos y aparece el proletariado
industrial) y económicamente (avance industrial, desarrollo de los transportes, formación de un mercado
nacional…) no lo hacía políticamente. El zarismo seguía autocrático. Los problemas terminaron

sobrepasándole y llevaron al desencadenamiento del proceso revolucionario que, iniciado en 1905, desemboca
en la caída de la monarquía y el final del Imperio en 1917.
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6. LA “CUESTIÓN DE ORIENTE” Y EL IMPERIO TURCO

La “cuestión de Oriente” es como se denomina al más complicado problema de política internacional hasta
1914, problema surgido de la descomposición del Imperio turco y la pugna por dominar los territorios que,
desde los siglos XV y XVI, ocupaban en la zona de los Balcanes. La que en otro tiempo fue una gran
potencia, ahora, en el siglo XIX, el Imperio turco constituía un Estado débil: “el hombre enfermo de Europa”,
en expresión de Nicolás I. Sobre sus territorios balcánicos se van a proyectar los objetivos expansionistas de
dos potencias: Austria-Hungría y Rusia.

Ahora bien, frente a estas apetencias estaban los diversos pueblos europeos dependientes del Imperio turco,
que aspiraban también a crear su propio Estado independiente: griegos, serbios, búlgaros y rumanos. El
resultado venía siendo la pérdida de territorios del Imperio turco en Europa: Grecia (en 1830), Serbia (en
1830, confirmada en 1878), Rumanía (en 1856), Montenegro y Bulgaria (en 1878).

A partir de la década de 1880 Turquía ha desaparecido prácticamente de los Balcanes; su territorio constituye
una franja meridional entre el Adriático y el Egeo, pero los nuevos países (Serbia, Bulgaria, Grecia y
Montenegro) también se van a interesar por extenderse por ese espacio, rivalizando entre ellos. A todo esto, el
Imperio austro-húngaro y el Imperio ruso siguen manteniendo una política destinada a acrecentar su influencia
en la zona de los Balcanes.

Las diferencias terminarán creando un clima de hostilidad que va a llevar al estallido de la Primera Guerra
Mundial.

7. DESARROLLO Y CONSOLIDACIÓN DE LOS EE.UU

A lo largo del siglo XIX, la expansión de territorial de los EE.UU., desde las trece colonias hasta el Pacífico,
fue posible gracias a la llegada de inmigrantes europeos. Ello explica su espectacular crecimiento demográfico
al pasar de unos 5 millones de habitantes en 1800 a 75 en 1900.

El crecimiento de la población impulsó la expansión territorial y la marcha hacia el Oeste. Por compra
EE.UU. adquirió la Luisiana a Francia (1803), la Florida a España (1819) y Alaska a Rusia (1867). La frontera
sur quedó fijada tras la guerra contra México (1846-1848), en la que EE.UU. recibió de México los territorios
de Texas, Nuevo México y California.

La marcha hacia el Oeste se vio fomentada por el descubrimiento de minas de oro (en California), por la
existencia de grandes praderas en las que los emigrantes podían dedicarse a la agricultura y a la ganadería. El
ferrocarril también favoreció esta colonización del Oeste con la construcción de líneas transcontinentales que
atravesaban los EE.UU. entre el Este y el Oeste. Los indios se opusieron a esta política de colonización, pero
la actuación del ejército fue contundente para terminar siendo concentrada la población india en las reservas.

Paralelamente, el problema de la esclavitud venía complicando las relaciones entre los estados del norte
(antiesclavistas, con fuerte desarrollo de la industrialización) y los del sur (con una economía agraria basada
en grandes plantaciones con mano de obra esclava). Para el sur la mano de obra negra resultaba
imprescindible para el trabajo en las plantaciones de algodón. La Constitución de 1787 establecía que cada
estado decidiría las cuestiones relativas a la esclavitud. Con la expansión hacia el Oeste las tensiones entre los
estados de uno u otro signo se agudizaron al crearse nuevos estados que debían definirse como esclavistas o
antiesclavistas.

En las elecciones para Presidente de los EE.UU. de 1860 triunfa el abolicionista Abraham Lincoln y ello
desencadenó la crisis. Siete estados del sur decidieron formar la Confederación de Estados de América y
separarse de la Unión (EE.UU.) con lo que estalló la guerra de secesión (1861-1865) que terminó con la
victoria de los nordistas y la abolición de la esclavitud (1865). También volvían los estados sudistas a la
Unión de tal modo que la guerra contribuyó a consolidar a EE.UU. como nación.

Ahora bien, terminada la guerra todavía se mantuvieron medidas de segregación o discriminación racial. Al
tiempo, aparecieron sociedades secretas, como el Ku-KluxKlan (1866), extremadamente racistas, dedicadas a
aterrar a los negros con sus actuaciones violentas. La guerra de Secesión provocó una recesión económica en
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los años sesenta, pero a continuación volvió el crecimiento económico. EE.UU. alcanzaba, así, a Gran Bretaña
a finales del siglo XIX y, en 1914, se había convertido en la primera potencia industrial del mundo.

8. EL JAPÓN MEIJI

Antes de 1868, Japón seguía viviendo bajo una etapa feudal donde el poder recaía en los señores feudales
mientras el emperador, considerado como un dios, vivía relegado en su palacio. El país se mantenía cerrado a
toda influencia occidental. Hacia 1850 esta situación comienza a alterarse. En 1853 el comodoro
norteamericano Perry obliga a los japoneses a abrir puertos al comercio occidental. En 1858 Japón ha de
firmar tratados comerciales, muy desfavorables para el país, con EE.UU., Holanda, Rusia, Inglaterra y
Francia.

Esta situación, tan desigual y humillante, dio lugar a la revolución Meiji (1868) que daba fin al poder de los
señores feudales y se decidía restaurar el poder de los emperadores en la figura del emperador Mutsuhito que,
en 1867, con 14 años, había sucedido a su padre.

El reinado de Mutsuhito (1867-1912) va a suponer el restablecimiento de la autoridad de los emperadores y la


apertura y modernización del país de acuerdo con los esquemas occidentales. Se reformó la legislación
introduciendo la igualdad de los ciudadanos ante la ley. La Constitución de 1889 reconocía derechos, pero el
emperador conservaba todos los poderes, el sufragio para elegir a la Cámara de Diputados era muy restringido
y el gobierno era responsable ante él, pero no ante el Parlamento.

Japón organizó un nuevo ejército y logró desarrollar la industrialización. En pocos años Japón se convirtió en
un imperio moderno, capaz de derrotar a China y a Rusia, y de seguir los esquemas de la civilización europea
de los siglos XIX y XX.

Con todo, a pesar de lo que supuso la revolución Meiji, Japón se mantuvo como un régimen oligárquico,
donde varias grandes familias controlaban el poder político y el poder económico.

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