De Cuerpos y Sombras, en Poeticas Del Dolor
De Cuerpos y Sombras, en Poeticas Del Dolor
De Cuerpos y Sombras, en Poeticas Del Dolor
Poéticas
del dolor
Hacer del trabajo de muerte
un trabajo de mirada
ÍNDICE
DE CUERPOS Y SOMBRAS.
A PROPÓSITO DE LA MIRADA Y LA PÉRDIDA[1]
Ileana Diéguez
“No tengo clara la relación entre rabia y pensamiento (…) me parece que una pizca de rabia
puede ser muy buen estímulo para pensar y un exceso de rabia lleva más bien al funeral
del que piensa (…) En algunos momentos pensar me ha servido como el tranquilizante
más eficaz contra la rabia, aunque en otros momentos es su principal carburante ¿Cuándo
saber si es una cosa u otra?”
Z. Bauman:
¿Para qué sirve realmente un sociólogo?
[1] Este texto, en el que retomo y desarrollo problemáticas que hace tiempo me ocupan,
fue escrito a propósito y a posteriori del Seminario Poéticas del dolor: hacer del
trabajo de muerte un trabajo de mirada, que tuvo lugar en la Universidad de Chile
(abril, 2017) y que fue concebido y organizado por Maritza Farías, en colaboración con
Lorena Saavedra e Iván Insunza, estudiantes del Doctorado en Filosofía con mención
en Estética y Teoría del Arte, ganadores de la convocatoria 2016-2017 del Programa
“Estímulo para proyectos académicos de estudiantes de Postgrado de la Universidad
de Chile”. Sin dudas, el entramado de anacronías que oscuramente iluminan nuestro
presente, inspiró la “metodología” o el procedimiento aproximativo entres los escenarios
mexicanos y chilenos, que se activó en el Seminario. ¿Cómo imaginar la posibilidad de
hablar de dolor y violencia en un contexto que ha reconstruido su presente como un
palimpsesto de dolores, de ausencias, de rememoraciones y olvidos que alcanzan a varias
generaciones? ¿Cómo hacer coherente un discurso elaborado desde otro contexto y otros
acontecimientos? ¿Cómo quedarnos en un salón universitario discutiendo escrituras
impresas en papel sin leer también las borrosas escrituras que habitan en tantos sitios
de Santiago? Toda nuestra vida es el accionar, el sentir y pensar de nuestros cuerpos. El
seminario lo construimos a partir de poner el cuerpo, caminar, recorrer, mirar, sentir,
pensar. Se trató de los cuerpos presentes y ausentes hasta el último día, cuando también
pusimos nuestro cuerpo. Fuimos a una funa y camino al sitio supimos que el funado
sería Edwin Dimter, conocido como “El príncipe” del Estadio Chile, uno de los asesinos
de Víctor Jara. Los cuerpos llaman a los cuerpos para conjurar la muerte y reimaginar la
vida. Mi agradecimiento a Maritza, Lorena e Iván y a todas y todos los participantes que
pusieron el cuerpo durante aquellos intensos días.
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pero nada los rebaja más que el silencio oportunista y cauteloso. “Los
intelectuales son de su tiempo.” (Said, 1996, p.38). Imaginar hoy el lugar
de los intelectuales –más allá de “orgánicos”, “tradicionales”, específicos,
integrados, marginales, exiliados o “comprometidos” – busca pensar
las relaciones entre los llamados pensadores o distribuidores del
conocimiento con las llamadas personas comunes, habitantes de un
lugar y un tiempo y que son también atravesados por los acontecimientos
y las contingencias
La urgencia de estas reflexiones seguramente tendrá que ver con la
urgencia de la vida en los lugares donde vivimos. Inevitablemente esta
urgencia está marcada por la contingencia, por la inmediatez o el aparente
“presentismo”[2], por el modo en que nos determinan los acontecimientos
en los que quedamos inmersos.
Al estudiar las memorias de lo cotidiano en la literatura chilena
contemporánea, Sergio Rojas se plantea la relación entre la emergencia
de lo particular, lo excepcional, lo contingente y la conciencia de lo
irrepetible (Rojas, p.234), para construir su hipótesis de que “en la
nueva narrativa el acaecer de aquella facticidad pretérita se ha alojado
en la autoconciencia biográfica del individuo”, de modo que “el recurso
de la memoria” emerge “en el lugar de la historia” y en la voz de los
narradores que tienen que “contar la historia” (Rojas, p.235).
Me interesa esta reflexión en torno al modo en que el pasado
se aloja en el presente y la posibilidad de que los acontecimientos
catastróficos de la historia sean narrados y diría, articulados, a través
de la memoria. Las catástrofes que interceptan las sucesiones históricas
produciendo rupturas entre presente y pasado activan otros sentidos
en las operaciones de montaje de la memoria, donde el pasado emerge
de manera imprevista e intermitente, para no decir “relampagueante”.
Este pensamiento en el que resuena la voz de Benjamin instala la
figura de la anacronía, no como error metodológico en la historia, sino
[2] “Pues ¿qué es vivir en un régimen presentista? Que vivimos inmersos en acontecimientos
que vienen unos tras otros pero que no tienen relación entre ellos, y lo único que se puede
hacer es actuar rápido, reaccionar. Detrás de ello está la certeza de que hemos entrado en
una era de catástrofes.” (Hartog cit. en Rojas, 2015, p.234)
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de estos crímenes de
Estado, al cumplirse cuarenta años, cuando en el estadio de Calama
se colocaron 26 sillas evocando a los hombres asesinados y se dibujó
con velas el número 40, para acompañar la vigilia en la plaza pública.
Era inevitable no mirar a través de esas imágenes las fotograf ías que
habían recorrido México, haciendo visible la instalación de 43 sillas
con las fotograf ías de los 43 estudiantes desaparecidos –hasta hoy–
en Ayotzinapa. Nelly Richard ha trabajado las articulaciones entre
fotograf ía y recuerdo como estrategia sostenida por los familiares de
los desaparecidos, no solo en Chile, sino en toda la cruzada que se ha
vivido y vivimos en esta parte del mundo. La fotograf ía como huella
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La accesibilidad a los
signos de nuestro
presente tenía la forma
de una anacronía. La
memoria adviene en
imágenes dispersas ,
como un resplandor y
algo arde y molesta en
esas imágenes que nos
confrontan con nuestro Foto 8. Imagen de la exposición Flores en el desierto, de
propio malestar. Paula Allen, realizada en el Museo de la Memoria y los
DDHH, en Santiago de Chile, abril 2015.
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Cuando las familiares que en México buscan a sus hijos, dicen que
no buscan justicia, hay en esa expresión el conocimiento que otorga la
experiencia, el saber que en este país la justicia es una abstracción teórica
y que toca a ellos imaginar un ámbito posible de acciones concretas
contra tanto dolor. Para quien ha perdido a sus seres queridos sin
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saber dónde están, sin saber si están vivos o muertos, el mayor anhelo
es poder encontrarlos con vida o al menos encontrar sus cuerpos y
darles digna sepultura[4]. Ante la experiencia de tanta INjusticia, la
búsqueda y el posible hallazgo de las personas o de los cuerpos, puede
ser comprendida como una forma de “justicia ananmética”, esa noción
pensada por Reyes Mate. No precisamente como lo que podría ser
teórica y objetivamente justo o injusto y que siempre aplica a favor
de los vivos, sino como respuesta a los que ya no están, incluso a los
muertos y como respuesta que se otorgan a sí mismos, por los medios
posibles, quienes sufren y luchan en medio del dolor y del olvido. Aunque
sepamos el lugar apenas simbólico que tiene la memoria para hacer
justicia a las víctimas y a los que han sido arrancados violentamente
de la vida. Y pese a todo, es un acto necesario. En estas condiciones
ese acto de memoria deviene, como ha intuido Reyes Mate, “un acto
de justicia”, pero construido desde otro lugar, desde la pérdida y desde
los muertos que nada importan a la retórica de la justicia o a la ficción
de una justicia de Estado.
En México, quienes buscan a sus seres queridos escriben a contrapelo,
con imágenes y restos que montan sobre sus cuerpos, como lo hace
Mario Vergara[5] cada vez que saca de sus ropas unos cuantos restos de
falanges y carpianos, los pone sobre su mano izquierda para demostrar
que esos fragmentos óseos son humanos y para decir una y otra vez
que “ahora los muertos están buscando a los vivos”, como si quisiera
[4] En el reportaje de Sánchez García, Abogado del Centro de Derechos Humanos Samuel
Ruiz, A.C. en San Luis Potosí, quien en enero de 2017 acompañó a la III Brigada Nacional
de Búsqueda, se incluyen las palabras de varias de las madres que declaran “no buscamos
culpables. Solo queremos dar paz a tantas familias que tienen años buscando a su
desaparecido”.
[5] Mario Vergara, integró Los otros desaparecidos de Iguala, creado en noviembre de 2014
para la búsqueda de personas desaparecidas a raíz de la desaparición de los estudiantes
de la Normal de Ayotzinapa entre el 26 y 27 de noviembre de 2014. Fundador del Comité
de Búsqueda de Fosas Clandestinas en Iguala, integrante del Movimiento Nacional por
Nuestros Desaparecidos, de la Red de Enlaces Nacionales y de las Brigadas Nacionales
de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Mario busca a su hermano Tomás Vergara,
desaparecido en Huitzuco, Guerrero, el 5 de julio del 2012.
[6] Todas las referencias a Mario Vergara corresponden a la exposición por él realizada en el
Seminario de Investigación Cartografías Críticas en el Posgrado de Ciencias Sociales y
Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Cuajimalpa, en la sesión
del 1ro de junio de 2016. Las citas e imágenes referidas se incluyen con la autorización del
autor.
[7] Ver también al respecto El duelo en tiempos de muerte seca, en Cuerpos sin duelo.
Iconografías y teatralidades del dolor (Argentina-Córdoba 2016 y México 2017), referido
en la bibliografía.
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[8] “Produce escándalo que los muertos puedan ser perseguidos sin que no obstante se quisiera
saber demasiado lo que ese malestar revela acerca de la creencia en una vida del muerto.
En cambio, aparece otra reacción cuando nos enteramos de que los muertos pueden
perseguir” (Allouch, p.404).
[9] El más reciente reclamo lo escuché de Lucía Baca y Alfonso Moreno, padres de Alejandro
Se ha insistido en el
poder transformador del
dolor. En sus reflexiones
sobre el duelo, Judith
Butler plantea que
tal vez la posibilidad
de elaborar un duelo
implique aceptar que
vamos a cambiar a causa
de la pérdida sufrida.
Así como se reconoce
que hubo una pérdida,
hay también “un efecto
de transformación
de la pérdida” (2006,
p.47). La pérdida nos
Fotos 9 y 10. Animitas para Daniel Zamudio en el Parque San
reúne en torno a lo que Borja. No solo es una ofrenda, un lugar de conmemoración y
dolor, sino también un sitio para expresar el enojo, la indignación
hemos tenido, a lo que y un llamado a parar la intolerancia hacia la diversidad sexual.
Destaca la persistencia del NO+. Foto: I.D., abril 2017, durante
hemos amado y hemos
la visita colectiva realizada como parte del Seminario Poéticas
deseado, y a la lucha del dolor, desarrollado en la Universidad de Chile.
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[10] Bajo y entre los muros de un reconocido Coliseo dedicado al desarrollo cultural y deportivo
de una nación, tuvo lugar el mayor campo de concentración de Chile bajo la dictadura de
Pinochet.
[11] Cito un fragmento del libro Terrorismo de Estadio, de Pascal Bonnefoy: “Las puertas de
los camarines se cerraban con una gruesa cadena y candado desde afuera, y por si algún
detenido tuviera el delirio de escapar, también se colocaba una ametralladora a la entrada,
al igual que en las escotillas, cerradas entre sí con candados” (2016, p.34).
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Fotos 19 y 20. Sobre otra puerta se inscribe un grito, un graffiti realizado de manera anónima,
que horada los archivos formales de la memoria. Puerta principal de Londres 38, espacio
de memoria, Santiago de Chile. Foto I.D, abril 2017, durante la visita dialogada y colectiva
realizada como parte del Seminario Poéticas del dolor, desarrollado en la Universidad de Chile.
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inesperada que estaba ahí, en el punto de paso. No obstante, ante esta cosa,
el investigador percibe oscuramente que ha “encontrado algo”. Pero ¿de
qué le sirve lo que ha encontrado para lo que busca? Esta cosa accidental,
¿no interrumpe su “programa”, como suelen decir los profesionales de la
investigación? Sin duda. Al detenernos sobre el acontecimiento imprevisto,
¿no corremos acaso el riesgo de dispersarnos, de poner en peligro nuestro
propio método? Sin duda. Pero si tenemos a bien interesarnos un poco por
ese hallazgo, resulta ser de una generosidad, una fecundidad sorprendente.
Lo que la cosa inesperada es incapaz de ofrecer –una respuesta a los axiomas
de la investigación como pregunta en cuanto al saber-, lo regala en otra parte
y de otra manera: en una apertura heurística, en una experimentación de la
investigación como encuentro. Otro tipo de conocimiento. (2015, pp.11-12).
[12] “La belleza no tiene otro origen que la herida”, Jean Genet.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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GENET, Jean. “La belleza no tiene otro origen que la herida”. El atelier
de Alberto Giacometti. Gallimard, 1979/ Fundación PROA, 2012.
Consultado en:https://plus.google.com/111609873003099993656/
posts/V969QeAQWkE
GRÜNER, Eduardo. De las representaciones, los espacios y las identidades en
conflicto. En: Lobeto, Claudio. Prácticas socioestéticas y representaciones
en la Argentina de la crisis. Buenos Aires: el autor, 2004, pp. 7-18.
MBEMBE, Achille. Crítica de la razón negra. Trad. Enrique Schmukler.
Buenos Aires: Futuro Anterior, 2016.
___________. «Cuando el poder brutaliza el cuerpo, la resistencia asume
una forma visceral”. Entrevista realizada por Amador Fernández-
Savater - Pablo Lapuente Tiana y Amarela Varela. «. eldiario.es, 17
de junio de 2016a.
NANCY, Jean-Luc. La representación prohibida. Buenos Aires: Amorrortu,
2006.
REYES MATE, Manuel. “En torno a una justicia anamnética”. En: Mardones,
José María y Mate, Reyes (org.). La ética ante las víctimas. Barcelona:
Anthropos, 2003.
RICHARD, Nelly. Fracturas de la memoria. Arte y pensamiento crítico. Buenos
Aires: Siglo XXI, 2007.
ROJAS, Sergio. “Profunda superficie: memoria de lo cotidiano en la literatura
chilena”. Revista Chilena de Literatura, No. 89, abril 2015, pp. 231-256.
SAID, Edward. Representaciones del intelectual. Barcelona: Paidós, 1996.
SÁNCHEZ GARCÍA, Ricardo. “Brigadas por los desaparecidos. ‘Las esperanzas
crecen con cada hallazgo’”. Revista Proceso en Línea, 6 de febrero de
2017. Consulta: 6 de febrero 2017. http://www.proceso.com.mx/473141/
brigada-los-desaparecidos-las-esperanzas-crecen-hallazgo